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"La Pesadilla: Del Otro A La Letra"

(*) Foro De Psicoanálisis De La Escuela Freudiana De Buenos Aires, 20/05/2003.

Mariana Davidovich

A pesar del enorme sufrimiento que se produce en la pesadilla, llama la atención que tanto
Lacan cono Freud hayan dedicado escasos párrafos a trabajar este concepto. En ella el
cuerpo resulta preso motrizmente del goce del Otro. La sensación de opresión en el pecho,
dificulta la respiración, provocando impotencia y desesperación. La voz está sofocada por la
asfixia.

En el seminario x, Lacan plantea que el correlativo de la pesadilla es el incube o sucube que


hace sentir todo su opaco peso de extraño goce sobre nuestro pecho, aplastándonos. Agrega
que se trata de l un ser cuestionador que se manifiesta en una dimensión completa. Es una
experiencia "presubjetiva", bajo la forma de un significante que se propone él mismo como
opaco. Freud casi no habla de las pesadillas, tal vez porque contradicen aparentemente, la
teoría del sueño como la realización de un deseo, ya que algo del horror se presenta allí.
Borges lo decía puntualmente:" La pesadilla es, ante todo, la sensación del horror."

Lacan sitúa en su diálogo con Freud, la opacidad del término. Leo aquí entusiasmada una
invitación de Lacan a darle al monstruo de la pesadilla la dignidad de un enigma que nos
interrogue, para lo cual será necesario situar en primera instancia algunas cuestiones acerca
del sueño y el dormir.

El sueño como guardián del reposo

El sueño piensa en imágenes, reemplaza el pensamiento por representaciones visuales. El


sueño es ya en sí mismo una primera inscripción del deseo, que al contarse en transferencia,
permite que la letra condescienda al significante, que algo se escriba.Qué se figura en el
sueño? Un deseo reprimido infantil incestuoso para Freud, el trazo que representa al Sujeto y
lo libera del peso letal del significante binario, según el recorrido de Lacan.

Los sueños son entonces la via regia de acceso al inc. en la medida en que al ser contados, la

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interpretación analítica le devuelve su dignidad al hacerlo equivaler a cualquier formación del
inc., con la salvedad de que es la única formación del inc. que arma una escena. El sueño
busca cancelar las demandas del ello, figurándolas. Para lograrlo, pone en movimiento una
parte en reposo del precc. Que exige dormir; de allí la influencia de la elaboración secundaria:
el miramiento por la coherencia y la inteligibilidad El deseo que se realiza en el sueño es
entonces irreconocible por la censura, se realiza en tiempo presente, pues no hace diferencia
entre lo deseado y lo real. Freud enseña que la expectativa del sueño omite el "quizá",
suplanta el optativo (el modo subjuntivo empleado en oraciones desiderativas) y lo sustituye
por el presente del indicativo. Entonces el presente es el tiempo en que el deseo se figura
como cumplido. En el paradigmático sueño de la inyección de Irma seria así: " Sí, Otto es el
culpable de la enfermedad de Irma".

Entonces el soñar es absolutamente compatible con el dormir; en el proceso onírico la


excitación es ligada por el precc. Se figura el deseo bajo el modo de una transacción, logrando
de este modo, preservar el dormir. El sueño no conoce ninguna otra meta que el cumplimiento
de un deseo, valiéndose para ello de imágenes que se significantizan, son imágenes tomadas
como significantes sometidas a las leyes del proceso primario que precipitan en una escena.
Lo que entiendo que posibilita el dormir es que se escribe la dimensión del sin sentido que
sabemos que está incluída en el lenguaje, es decir lo polisémico. Sólo a partir del
agujereamiento producido por el significante fálico en la identificación primaria, se podrá crear
el sentido como margen de libertad. Podemos seguir el comentario de Lacan a propósito del
sueño de la inyección de Irma: " la única palabra clave del sueño es la naturaleza misma de lo
simbólico", y más adelante,"el creador es alguien superior a mi, es mi inc., esa palabra que
habla en mi más allá de mí, este es el sentido del sueño."

El Despertar

Por qué depierta el soñante? Freud nos recuerda que lo placentero para una instancia puede
ser displacentero para la otra. No siempre el sueño es guardián del dormir, a veces el sueño
como formación de compromiso no alcanza a velar el objeto, lo real. Si decíamos que lo que el
soñante se entera es que está dividido, que Dios es inc., que el lenguaje incluye una
dimensión de sinsentido, nos preguntamos que ocurre con el despertar en la pesadilla.

Podriamos decir que contrariamente a lo que ocurre en el sueño, en la pesadilla el sujeto se


encuentra, no se pierde en la levedad de la significancia, el objeto está presente, la
subjetividad se agota en lo que se muestra. Es como si el sujeto se inscribiera en un solo
campo de significación, como si el lenguaje diera cuenta por entero de él. Subrayo en esto el
como si, porque la pesadilla ya es un primer paso en la simbolización y en este punto, se
aproxima al sueño.

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En el sueño como guardián del dormir, uno es otro, el sujeto no es dueño de sí, es
heterónomo, es otro que él, lo representa la incertidumbre shakesperiana, la opacidad de la
verdad, su carácter profundamente ambiguo. Lo pesadillesco es que el sentido del sujeto lo
agote el Otro, que el otro lo piense por entero, esta es la amenaza en la pesadilla; es cuando
sólo se encuentra con esta amenaza, que el sujeto se despierta Se trata de la amenaza de
que el Otro de la respuesta total de su ser.

Veamos si un pequeño recorte clínico nos ayuda a seguir pensando. Cecilia es una analizante
que actualmente tiene 25 años. Trae este sueño: " Yo estaba en el subte con mi hermana y
amigas. Veo una nenita que está sola. No, mi hermana creo que tampoco estaba, estaba yo
con amigas. Me late el corazón con fuerza, esa nena tan sola. Quiero gritar, pero no puedo, no
me sale la voz. Siento desesperación, al final logro gritar: Esperen!!, Me bajo del subte y me
traigo a la nenita sola a mi casa. Si lo hago por un gato, cómo no lo voy a hacer por la nenita".
No sé qué me pasó, pero me olvidé de moverme para buscarle la familia de nuevo. La nenita
tendría 4,5 años. Me llaman por teléfono, buscando a la nena. Dije uy, que bueno! La nena
tenía un librito en donde leo con sorpresa que se llamaba igual que yo. En eso me llama un
familiar, la Dra. T. (que tiene el mismo apellido que la paciente), y me pregunta si yo me
encontré a Cecilia. Le digo que si, y entonces la Dra. vino a mi casa y se la llevó".

(Quiero aclarar que esta paciente no sólo que en contadas ocasiones ha traído sueños, sino
que además habla muy poco ya que suele estar enojada o en silencio.) En sus asociaciones
dice: " Lo peor es que la Dra. y la nena, se llamaban igual que yo. Le digo: La DRA. T. salva a
la nena Cecilia. No le digo, pero si escucho, que ese gato abandonado que ella recoge de la
calle, es metonimia de ella.

La Dra. salva a la nena tiene que ver con las siguientes cuestiones: En este último año dos
hechos traumáticos la sumergen en un profundo odio que vira luego al dolor. Por un lado, su
padre, un depresivo crónico, se suicidó pegándose un tiro en la cabeza. Por otro lado, aún
cuando la condición de su existencia fue el sufrimiento, su motor libidinal había sido la
medicina.

Las flagrantes peleas con la madre, hicieron que finalmente ésta la echara de su casa, para
terminar viviendo en la adolescencia con su padre. Este hombre, estaba generalmente
deprimido y sin trabajo, y en el tiempo en que C. vivió con él cambió tres veces de pareja. A
pesar de esto, C. logró terminar un secundario prestigioso y luego cursar la carrera de
medicina. Con gran esfuerzo, rindió su examen de residencia y logró ingresar a un hospital
también prestigioso para cursar una residencia. Pero una vez allí fue espantosamente
maltratada (no la dejaron salir prácticamente durante tres meses, la dejaban dormir cuatro
horas y le ponían arbitrariamente guardias castigo).

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Ante semejantes humillaciones, tres residentes de primer año renunciaron, y ella junto con
otro residente, decidieron quedarse, con la ilusión de que algo se normalizaría. Las amenazas
de despido eran permanentes, hasta que finalmente aconsejada por un residente de cuarto
año, decidió renunciar.

Su profundo desasosiego, su insomnio, su angustia, no le impidieron volver a rendir su


examen de residencia, ingresando esta vez por readjudicación a un buen lugar, tanto desde el
punto de vista académico, como humano. Pero a los tres días de haber ingesado allí,
desilusionada, abatida, comienza a faltar. Llora desconsolada, dice que no da más, que
necesita un descanso. Este significante, "descanso", me alarma por ser el mismo que refirió al
describir lo que debía haber sentido su padre antes de matarse.. Para C. no hay salida, perdió
su deseo, está absolutamente melancolizada. No va al hospital, y está de hecho perdiendo un
lugar valioso. Llora, se queja diciendo que nadie la entiende, y que nadie le va a sacar el vacío
que siente, ni las palabras de su analista, ni la pastillita que le da el psiquiatra.

Le sugiero que pida una licencia. Respaldada por una historia clinica que redacto a modo de
acto analítico y no sólo como trámite administrativo le leo en el consultorio lo que allí esbozé:
otorgado un descanso, ella podrá volver en otras condiciones, ya que es una excelente
profesional.y sus valores lo ameritan. Se va conmovida del consultorio.

Allí es donde le planteo que hay otros modos de descansar. Trabajo con ella su posición
fantasmática: no puede vivir sin el maltrato, no puede aguantar otra cosa que el sufrimiento,
porque ahí pierde a la madre, el único modo de madre que conoce, de ese goce mortífero que
la retiene. El nuevo hospital haría de su vida otra cosa que el sufrimiento.

Retomando el sueño: el ideal de ser Dra. salva a la nena abandonada, a la propia soñante
situada en metonimia con un animal doméstico (lo que indica lo que fue una niña para esta
familia), niña a la que nadie ve. Esta que recorto como una primera escena del sueño bordea
lo pesadillesco; : el horror, la taquicardia, la sudoración tan detalladamente descriptas por
Jones, dominan la escena.

Arriesgo aquí una hipótesis: es porque se puso en escena a la niña abandonada, es porque
esto pudo ser escrito en imágenes, que el sueño continuó, se escribió la cifra, el significante,
los escalones simbólicos, que ya el espacio analítico había puesto en función.

Esperen!!, corten el goce de abandonar a un niño, detengan esa escena pesadillesca donde
un niño es un gato; es cuando toma la palabra y logra decir esperen que se detiene la
pesadilla. Cecilia suele estar enojada con el pequeño otro, le cuesta tener tolerancia, todo lo
hacen por maldad. En esta escena presubjetiva y casi pesadillesca, se produce una primera
torsión en cuanto al goce del Otro, un primer velo sobre lo real del objeto, algo se inscribe allí

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al figurarlo. Sucede que lo amenazante y lo sombrío es allì contorneado, y por lo tanto el Otro
no capta al sujeto por entero, sino que el inc. lo piensa. Allí se inscribe alguna otra cuestión en
relación a su existencia: ella es una niña abandonada, triste y no solamente una loca
desconfiada, como la suelen llamar en la casa.

Tal como mencionábamos en el sueño, el presente del indicativo arma la escena, pero no
sostenido en el desiderativo, ya que se trata del goce del Otro que en el sueño se escenifica y
por lo tanto ya no es tal. Más aún, es porque se ha escenificado que comienza a dejar de ser
un puro goce, este es el valor que a pesar de todo tiene la pesadilla. El Otro me goza en el
mismo momento en que se arma la escena pero al unísono ya no lo hace porque lo sombrío
se dibuja, se pone en escena. Al dibujarlo comienza a dejar de ser real, en tanto la escritura lo
agujerea. De la fijeza y eternidad de la imagen, pasamos a la hiancia, al corte, a la
temporalidad que introduce el significante Podríamos decir que por la figuración, algo de lo
real es eyectado, puesto afuera, la darstellung pone en lenguaje algo de la verdad del goce
que afecta al sujeto, lo escribe y el objeto se pierde.

Avanzando sobre lo que planteaba Lacan en el seminario de La Angustia, agregaría que el


goce que aplasta al sujeto cobra forma en la medida en que se lo figura, es decir que lo
imaginario contornea ese goce velándolo. Es esa la primera inscripción del goce del Otro, sólo
que al inscribirlo, ya empieza a ser goce del trazo, y no goce del Otro, por lo cual recién ahí, la
angustia podría funcionar como señal.

Se pone en escena "yo soy eso", ese gato niño abandonado al que hay que salvar y el dolor
pasa a ocupar el centro de la escena analítica por primera vez. El analista le hace lugar a ese
dolor en el seno de la transferencia y lo inscribe. El vacío que ahora siente el analizante es
una adquisición subjetiva, en tanto algo de la consistencia del Otro absoluto, se pierde.

En la pesadilla el vacío del "a" no se encuentra presente como falta, el vacío como nombre
será algo a escribir. Es porque el soñante encuentra trimetilamina que no se despierta, en el
contenido y desgarrador grito de "esperen"toma la palabra en nombre del padre.

En sus "Estudios sobre la histeria", Freud afirma que las escenas infantiles, cuando se logra
hacerlas concientes son vistas de manera alucinatoria primero y sólo al ser comunicadas se
borra ese carácter. Entonces para que puedan ser comunicadas, ligadas, primero deben ser
figuradas, para que luego sea posible cavar allí un vacío al nombrarlas. Conjeturo entonces
que en esta pesadilla el soñante no se despierta porque "presubjetivamente" se figura, se
inscribe, eso que del goce del Otro lo atormenta.

Reescribir la letra a cuenta del sujeto , borrar la huella, será una operación a realizar una vez
que se escriba ese goce que es necesario que no haya. Luego será posible rectificar el punto

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de castración que fue omitido haciendo resonar el vacío en la dignidad del nombre propio: la
Dra. T.

Lo cifrado anuda el goce a la letra, pero siempre hay algo que es de lo real, de lo imposible.
Para que caiga algo de ese imposible, primero tiene que ser figurado. Es eso lo que se figura
en la pesadilla, el "a positivizado", las "astillas" (1) del a que no terminan de caer.

La palabra, el significante hace vacilar el ser del sujeto, abriendo a la polisemia. Es cuando lee
en imágenes ese objeto oscuro que fue para el Otro, que se salva a sí misma y encuentra una
familia.

Si el sueño pone en juego el deseo, y la pesadilla remite al goce, aquel que es necesario que
no exista, la intervención del analista que es deseo de deseo, permite que el sujeto pueda
responder a su goce con el Significante de la falta en el Otro. Es, en definitiva, porque se puso
en escena lo pesadillesco, que su vida podrá dejar de ser una pesadilla.

NOTA:

(1) Amigo, Silvia, Notas del grupo sobre RSI.

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