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“20El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has
visto, son las siete iglesias”. Apocalipsis 1:20.
Tiempo de arrepentimiento
Vamos a continuar estudiando el Libro del Apocalipsis. Hoy vamos a ver sólo en forma panorámica los capítulos 2 y 3, sin entrar en forma detenida en ellos. En el capítulo 1:19, el
Señor le presenta en tres etapas el Apocalipsis a Juan el apóstol. Dice: “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas”. Las cosas que has visto, se
refieren a la visión del Cristo glorificado con todo lo que ello revela y que era que lo que acaba de ver el apóstol Juan. Las cosas que son, como lo dice el mismo Señor en el verso 20:
“Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”; entonces las cosas que son, es lo que corresponde a los siete ángeles
de las siete iglesias y a las siete iglesias; o sea, las siete estrellas y los siete candeleros. El misterio de las siete estrellas en la diestra del Hijo del Hombre y de los siete candeleros de
oro, es las cosas que son. Luego dice: “Las cosas que han de ser después de estas”. Entonces en el capítulo 4, dice: “Después de esto miré”; ahí corresponde a las cosas que han de ser
después. Las cosas que has visto, son, pues, de esencia cristológica; las cosas que son, lo que es ahora, son de esencia eclesiológica; y las cosas que han de ser después de éstas, son de
esencia escatológica. De manera que en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, tenemos las cosas que son. Tenemos la vida y prueba de la iglesia en el mundo, antes de la venida del Señor y
para la venida del Señor.
En estos dos capítulos, Dios nos muestra la victoria de la iglesia, el discernimiento que el Señor tiene de los problemas de la iglesia; ahí están las advertencias del Señor a la iglesia
y el llamamiento al arrepentimiento; es tiempo de arrepentimiento. Las cosas que son, son tiempo de arrepentimiento. Esa palabra de arrepentirse aparece en todo el capítulo 2 y en el
capítulo 3; solamente a la iglesia en Esmirna y a la iglesia en Filadelfia, a las cuales el Señor no les reprocha nada, no les pide que se arrepientan, pero el llamado de arrepentimiento
del Señor a las iglesias durante toda la historia de la iglesia es constante. En las cosas que son hay una demanda del Señor permanente, que es arrepentimiento. Hermanos, estas son
palabras directas del Señor Jesús a las iglesias, palabras del Espíritu a las iglesias; y tenemos mucho que aprender de estos dos capítulos.
El aspecto de arrepentirse, quisiera que ustedes lo Vean conmigo, por ejemplo, en el capítulo 2, cuando le habla a la iglesia en Efeso, en el verso 5, dice: “ Recuerda, por tanto, de
donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”. Vemos un llamado al arrepentimiento a la iglesia en Efeso, tanto en lo histórico como en lo profético, representando un
período específico de la historia eclesiástica. Como les dije, a Esmirna el Señor no le reprocha nada, entonces no le pide arrepentirse; la iglesia más bien está en persecución y el Señor
la anima a ser fiel hasta la muerte. En la carta a Pérgamo, en 2:16, después de haberle dicho lo que el Señor tiene en contra de la iglesia en Pérgamo, le dice: “ Por tanto, arrepiéntete,
pues si no, vendré a ti, pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca ”. El Señor sigue llamando al arrepentimiento, o sea, es tiempo de arrepentimiento. Desde la historia de
la iglesia es tiempo de arrepentimiento. En el mensaje a Tiatira, ustedes pueden ver lo mismo, después de hablar de Jezabel, etc., dice en 2:21: “ 21Y le he dado tiempo para que se
arrepienta, (¿para qué ha dado tiempo? Para que se arrepienta) pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 22He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella
adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella”. Aquí estamos viendo al Señor insistiendo en el arrepentimiento.
En el capítulo 3, cuando le habla a Sardis, también dice: “ 3Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como
ladrón, y no sabrás a que hora vendré sobre ti”; o sea, recuerda lo que has recibido y oído; y guárdalo y arrepiéntete. A Filadelfia el Señor no le reprocha nada, por lo tanto, tampoco le
pide que se arrepienta. Pero a Laodicea, que es la última de estas siete iglesias y que representa la iglesia moderna, el Señor le dice en el versículo 19: “ Yo reprendo y castigo a todos
los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”; o sea que el mensaje del llamamiento al arrepentimiento de parte del Señor es de principio a fin durante toda la historia de la iglesia.
Comodidad o revolución
Pero el diablo cada vez sale con cosas nuevas y Dios deja que venga con ese cuento a la iglesia, y la iglesia tiene que vencer todos los cuentos del diablo, con los que el diablo
venga. La iglesia ha pasado por muchas situaciones. Ahora en la iglesia de los tiempos finales, la que vive en otras condiciones, ahora el diablo ha dado prosperidad a muchos y
revolución a otros: Laodicea. Laodicea son los derechos humanos, los derechos del pueblo, de los laicos; por un lado es revolución y por otro lado es prosperidad; somos ricos,
enriquecidos y no tengo necesidad de nada. La gente vive pensando en la comodidad o en la revolución, y esa condición también tiene que ser vencida por la iglesia. El Señor es el
Amén, es el testigo fiel, el Señor no se ladea para la izquierda ni para la derecha. El Señor venció al mundo, 3 y dice a su iglesia: Confiad en mí, yo he vencido al mundo. San Juan dice:
y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe, 4 y esa victoria de Cristo sobre el mundo y de la iglesia en Cristo sobre el mundo, es demostrada por los vencedores en todo ese
abanico de situaciones mundiales con que el diablo le resiste a la iglesia, a Dios y a la iglesia. El Señor deja al diablo hacer de las suyas. El que venciere.
Entonces, hermanos, debemos entender respecto a nuestra época que también a nosotros nos correspondió, en unión con la vida de Cristo todo suficiente, vencer las condiciones que
el diablo nos ha puesto en esta época. Hoy no estamos en la época de la iglesia primitiva, en la época de la reforma, en la época medieval, hoy estamos en estos últimos tiempos, en esa
iglesia así como la de Laodicea y tenemos que vencer, tenemos que entender a qué somos llamados a vencer. Unos fueron puestos por Dios para vencer unos aspectos, otros otros, otros
otros; unos tuvieron que vencer el temor a la muerte, al martirio, pero otros tienen que vencer la prosperidad, la comodidad que lleva a la tibieza. Son cosas distintas; todo es la riqueza
de Cristo, que Su plenitud se exprese en el cuerpo de Cristo, y el Cuerpo de Cristo está representado en estos siete candeleros, pero estos siete candeleros tienen al Hijo del Hombre en
medio; por lo tanto, es la riqueza del Hijo del Hombre en el cuerpo de Cristo en toda clase de situaciones habidas y por haber que al diablo se le puedan ocurrir. El Señor deja que el
diablo haga su propuesta, le deja que tiente a Job, le da permiso para que tiente a Pedro. Simón, Satanás te ha pedido para zarandearte; y el Señor dice: es necesario que a través de
muchas tribulaciones entremos en el reino. 5 A veces las pruebas vienen por donde uno no se imagina; está uno preparado para éstas y le vienen por otro lado, y el Señor quiere a la
iglesia preparada en todo para vencer cualquier condición, cualquier situación.
El Señor es suficiente; Él tiene todas las credenciales para eso, para esto, para aquello, para lo otro, y entonces nosotros, en unión con Cristo, debemos vencer todo para recibir los
galardones que Él tiene; Él es el mejor galardón, la estrella de la mañana es un galardón, estar con Él sentado cerca de Él en su trono es un gran galardón; no tanto cosas exteriores que
también son añadidas. Lo importante es el Señor mismo, la plenitud de Dios, poder ser uno con Él, poder ser como Él, poder representarlo fielmente a Él; pero para eso, para ser
facultados para eso, tenemos que pasar por todos estos hornos.
Digamos que cada una de estas etapas es como un horno, aquí somos probados en esta situación, allí en otra, allí en otra, son siete situaciones, representando la plenitud de las
situaciones que el diablo pudiere presentar. La iglesia tiene que vencer; ya después entonces, Dios mediante, entraremos una por una a las siete iglesias, pero era importante antes ver
esta panorámica de las iglesias.
Continúa con: Mensaje a la iglesia en Éfeso.