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BIBLIOTECA CLASICA LUCRECIO LA NATURALEZA 3) (e} D1 BYO}s) 15B! FI —&4-473 -7790 -g ria&z, Coete "Gteaclad a si Si 520 525 530 344 LA NATURALEZA, han juntado amontondndose de todas partes, las nubes atibo- tradas se afanan en expeler humedades por doble razén: porque la fuerza del viento las estruja, y que la misma abun- dancia de nubes, al juntarse mayor bullicio, acucia y presio- na desde arriba y hace chorrear fuera la Iluvia. Ademés, cuando ralean también las nubes por culpa del viento o se disipan tocadas desde arriba por el calor del sol, despiden humeda Ilovizna y gotean, tal como Ja cera sobre ardiente fuego se ablanda y en muchas gotas se deshace. En cambio la lluvia recia se produce cuando con recie- dumbre de un lado y otro a las nubes las aplastan y estrujan la fuerza y empuje del viento. Ahora bien, suelen las Iluvias aguantar y demorarse largo tiempo cuando se remueve mu- cha simiente de aguas, y nubes y nubarrones de todas partes en general se desplazan regdndose unos a otros por encima, y cuando la tierra entera, humeante, exhala humedades. Aqui, cuando el sol con sus rayos €n oscura tormenta brilla contra nuba- trones que enfrente salpican, resalta entonces el color del arco sobre las negras nubes. El arco iris Las demés cosas que crecen atriba y arriba nacen, y todas las maravillas también que en las nubes cuajan, nie- ve, vientos, granizo y frias escarchas, y la fuerza grande del hielo, el general endurecimiento de las aguas y el retardo que les frena el pa- so a rfos crecidos, muy facil es averiguarlas y ver en la ima- ginacién de qué manera todas van cambiando o por qué na- cen, una vez que ya sepas qué concesiones a los elementos se les ha hecho. Nevadas y granizo LIBRO VI 345 Ahora, ea, la explicacién que para s los temblores de tierra se da cégela s35 fit eos tereier bien; para empezar, intenta suponer que ennernenneene la tierra dentro igual que arriba est por todas partes llena de cavernas intransi- tables y que en su regazo guarda muchos lagos y muchas la- gunas, riscos y pefias quebradas; y muchos rios tapados bajo el lomo de la tierra hay que creer que revuelven con invisible 540 fuerza corrientes hundidas: porque la propia realidad exige ser en todas partes igual que ella misma. Asi pues, al tener tales cosas dentro agregadas y dentro puestas, la tierra tiembla por encima agitada por grandes derrumbes cuando por debajo el tiempo va socavando las inmensas cavernas; ya se sabe que 545 una montafia entera cae y al punto con tan gran sacudida salen a rastras de alli a todas partes temblores; y con raz6n, ya que las casas junto a la calzada retiemblan enteras si la sacude una carreta de no mucho peso, y no menos vibran siempre que un carruaje en la calzada va dando por debajo con las dos Iantas ‘550 metélicas de sus ruedas. Sucede también, cuando sobre hondas y extensas char- cas de agua un terreno enorme se derrumba por vejez desde la ribera, que con la oleada de agua el suelo se agita tem- blando, tal como la vasija en {el torno) no puede estarse quieta si el agua dentro no cesa de agitarse en inconstante sss vaivén. Ademés, cuando el viento por parajes huecos bajo tierra se junta y de un solo lado se acuesta y acucia empujando las hondas cavernas con fuertes embates, la tierra se recuesta hacia donde aprieta la fuerza desniveladora del viento; en- s60 tonces cuantas casas estén encima de la tierra edificadas, y en particular las que al cielo més altas se levantan, amena- zan inclinarse, vencidas hacia ese mismo lado, y sus vigas sobresalen y se ciernen dispuestas a ir detrds, 346 LA NATURALEZA. Y temen creer que a la naturaleza del vasto mundo le espera algiin dia muerte y destruccién, cuando ven que se recuesta una masa tan grande de tierras; porque si los vien- tos no tomaran resuello, ninguna (fverza) refrenaria las co- sas ni podria echarlas atrés en su marcha hacia la muerte; ahora, puesto que en alternancia toman aliento y lo aceleran, Tegresan como agrupados y se retiran repelidos, por eso la tierra amenaza con derrumbarse més veces de las que lo ha- ce: y es que se inclina y levanta hacia atras y encaja en sus asentamientos propios las masas deslizadas. Por tal razén, pues, se balancean las construcciones todas por arriba més que por el medio, por el medio mds que abajo, abajo muy poco, Es también causa de un mismo temblor grande cuando el viento y una suerte de embate extremo y repentino de ai- re, bien desde fuera, bien surgiendo de la propia tierra, se lanza hacia parajes huecos de la tierra y alli mismo ruge antes por cavernas inmensas con alboroto (y), al dar vueltas, se desplaza, luego se acelera y revienta fuera batido con energia, y a la vez rajando la tierra dispone una gran abertu- ra; tal ocurrié en Sidén de Siria?! y fue lo de Egio en el Pe- loponeso”, ciudades a las que una salida de aire asi derru- y6, y el terremoto sobrevenido; y muchas murallas ademas han caido por grandes movimientos tierra adentro y muchas ciudades de la costa acabaron asentadas en las honduras con sus propios pobladores. Pero si no revienta, el mismo em- puje del aire, sin embargo, y la fuerza fiera del viento se re- 21 B] terremoto de Sidén tuvo lugar durante la Guerra del Peloponeso, a fines del s. v a, C, Lo menciona el gedgrafo Estrav6n (13, 16). 2 Al parecer las que se hundieron en el mar fueron Bura (0 Buris) y Hélice, dos ciudades vecinas de Egio en la ribera sur del golfo de Corin- to, El suceso oourrié en torno al affo 373 a. C. y SénECA (Cuest. nat. VI 23 y 24), como Lucrecio, lo empareja con el terremoto de Sidén. LIBRO VI 347 parten por los numerosos agujeros de la tierra como un es- peluzno, y provoca luego temblor, como el frio, luego que se mete hondo en nuestras carnes, nos sacude a nuestro pe- sar, oblig4ndonos a temblar y movernos. Van temblando por las ciudades con doble terror: recelan de los techos arriba, temen las cavernas de abajo, no vaya a ser ahora que la na- turaleza de pronto desbarate la tierra, que, desgarréndose, dilate a lo ancho su abertura y, desconcertada, quiera relle- narla con sus propios escombros. Por tanto, aunque comoquiera se crea que cielo y tierra por indestructibles estaran puestos eternamente a salvo, no obstante, de vez en cuando la propia fuerza del peligro in- minente mete también por algiin sitio una punzada de mie- do, no vaya a ser que la tierra de pronto se hurte a nuestros pies y se hunda en el abismo, que derrotado le siga el con- junto de las cosas y desde lo hondo caigan en confusién los escombros del mundo. En primer lugar, la gente se extra- fia de que la naturaleza no vaya ha- ciendo mayor cada vez al mar, al que baja un flujo de agua tan grande, adonde acuden todos los rios de todos lados; afiade las luvias errantes y las tormentas volanderas, que asi mojan y riegan los mares todos como las tierras, afiade ti sus propios manantiales: pese a ello, en relacién al conjunto del mar todo eso viene a suponer un incremento del tamafio apenas de una sola gota; no es de extrafiar por ello que el vasto mar en nada se incremente, Y ademas, el sol le quita una parte grande con su calor; pues vemos, ya se sabe, que ropas empapadas de agua el sol las seca con sus rayos ardientes; ahora bien, vemos piélagos numerosos que a lo ancho se extienden; de ahi que, aunque Volumen constante del mar 595 605 615

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