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Lesbianismo

Lesbianismo es el término utilizado en la lengua española para


referirse a la homosexualidad femenina, es decir, las mujeres que
experimentan amor romántico o atracción sexual por otras
mujeres. La palabra lesbiana procede de la isla de Lesbos, en
Grecia.

En su momento, Lesbos fue catalogada como una suerte de isla


dedicada al turismo sexual del Egeo, y se habló comúnmente
sobre la belleza de sus mujeres quienes, al ser provenientes de la
isla, eran llamadas lesbianas. El uso del término cambia
drásticamente cuando los poetas latinos traducen los escritos de
Safo. Ella, considerada como la décima musa por Platón, se
dedicó a la poesía lírica, y en más de una ocasión expresa su
amor incondicional para con diversas mujeres, a quienes se
La palabra lesbiana puede hacer referencia a una
dedicaba a preparar para sus matrimonios.
identidad, un deseo o una determinada conducta
entre mujeres (Safo y Erina en un Jardín en
A finales del siglo XIX los sexólogos publicaron sus
Mitilene por Simeon Solomon).
observaciones sobre el deseo y conducta hacia personas del
mismo sexo y distinguieron a las lesbianas en la cultura
occidental como una entidad distintiva. Desde entonces los historiadores han reexaminado las relaciones entre las mujeres y
cuestionan qué es lo que hace que una mujer o una relación puedan calificarse de lesbianas. El resultado de este debate ha
introducido tres componentes a la hora de identificar a las lesbianas: conducta sexual, deseo sexual, o identidad sexual.

La sexualidad de las mujeres a lo largo de la historia ha sido en su mayor parte construida por varones, los cuales han limitado el
reconocimiento del lesbianismo como posibilidad o expresión válida de sexualidad, debido a la ausencia masculina en una
relación lésbica. Los primeros sexólogos basaron sus caracterizaciones de las lesbianas en sus creencias de que las mujeres que
desafiaban sus estrictamente definidos roles de género estaban mentalmente enfermas. Desde entonces, muchas lesbianas han
reaccionado a su designación como marginadas inmorales mediante la construcción de una subcultura basada en la rebelión
contra los roles de género.

Índice
Etimología y desarrollo de la palabra
Identidad y género
Construcción de la identidad lésbica
La Gran Depresión
La Segunda Guerra Mundial
La Posguerra
La segunda ola del feminismo en Estados Unidos
En otros países
Europa
Latinoamérica

Homosexualidad femenina sin identidad


Grecia antigua y Roma
Edad Media
Europa moderna
Esposos femeninos
Reexaminando la amistad romántica
Fuera de Occidente
Oriente Medio y Próximo
América indígena y precolombina
África
Asia
Demografía
Informe Kinsey
Informe Hite
Encuestas de población
Lesbianas y sexualidad
Salud
Física
Mental
Familias y política
Cultura
Literatura
Cine
Televisión
Deporte
Música
Revistas
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Etimología y desarrollo de la palabra


La palabra «lesbiana» está derivada del nombre de la isla griega de Lesbos, hogar en el siglo V a.C. de la poetisa Safo.1 De los
escritos que se han conservado, los historiadores han deducido que Safo estaba a cargo de un grupo de mujeres jóvenes para su
instrucción y diversión.2 No ha sobrevivido mucha de la poesía de Safo, pero la que se conoce refleja los temas sobre los que
escribió: las vidas diarias de las mujeres, sus relaciones y rituales. Se centraba en la belleza de las mujeres y proclamaba su amor
por las jóvenes.3 Antes de finales del siglo XIX, la palabra «lesbiano/a» era un adjetivo que normalmente calificaba a aquello
que derivaba de Lesbos, incluyendo un tipo de vino.nota 1 Sin embargo, el término «lesbienne» con el sentido moderno ya se
usaba en la literatura francesa desde el siglo XVI. En Inglaterra, se puede rastrear el uso de «lesbian» con su significado actual
desde el siglo XVII, como documenta Emma Donoghue en Passions between women (1993).5 En 1890, la palabra fue usada en
un diccionario médico como adjetivo para describir el tribadismo (como «amor lésbico»): gratificación sexual de dos mujeres a
través de la simulación del coito. «Lesbianismo», para describir la relación erótica entre mujeres, fue documentado en 1870. El
término era intercambiable con «sáfica» y «safismo» hacia principios del siglo XX. El uso de «lesbiana» en la literatura médica
comenzó a ser prevalente; hacia 1925 la palabra aparece definida como un sustantivo para referirse al equivalente femenino de un
sodomita.1
El desarrollo del conocimiento médico fue un factor importante para las
connotaciones que iba a incluir la palabra. A mediados del siglo XIX, los
divulgadores médicos trataron de establecer formas de identificar la homosexualidad
masculina, que era vista como un problema social considerable en la mayoría de las
sociedades occidentales. Categorizando el comportamiento sexual, sexólogos como
el alemán Magnus Hirschfeld se referían a la «inversión» como un comportamiento
sexual normal para varones y mujeres, por lo que los varones y las mujeres variaban
desde el «tipo sexual masculino perfecto» hasta el «tipo sexual femenino
perfecto».6 La cantidad de literatura médica dedicada a la homosexualidad Safo de Lesbos, aquí
femenina era mucho menor que la dedicada a la homosexualidad masculina, ya que representada en una pintura de
los profesionales médicos no la consideraban un problema significativo. En algunos 1904 de John William Godward,
casos, ni siquiera reconocían su existencia. Sin embargo, los sexólogos Richard von dio a la palabra «lesbiana» la
Krafft-Ebing de Alemania y Havelock Ellis del Reino Unido escribieron algunas de connotación de deseo erótico
entre mujeres.
las categorizaciones más tempranas y duraderas de la homosexualidad femenina,
considerándola un tipo de locura.7 Krafft-Ebing, que contemplaba el
lesbianismo (que llamaba «uranismo») una enfermedad neurológica y Ellis,
influido a su vez por los escritos de Krafft-Ebing, creían que la condición no era
permanente. Ellis opinaba que los sentimientos de muchas mujeres que
profesaban amor por otras mujeres cambiaban después de casarse y tener una
«vida real».8 Sin embargo, Ellis admitía la existencia de «auténticas invertidas»
que pasarían toda su vida en relaciones eróticas con otras mujeres. Estas eran
miembros del «tercer sexo», que rechazaba el papel subalterno, femenino y
doméstico de las mujeres.9 La palabra «invertida» calificaba a la que realizaba
los roles de género opuestos a su sexo y sentía atracción por mujeres, en lugar de
por varones; debido a que las mujeres de la época victoriana eran consideradas
incapaces de iniciar encuentros sexuales, las mujeres que lo hacían con otras
mujeres se consideraba que tenían deseos sexuales masculinos.10

Las obras de Krafft-Ebing y Ellis tuvieron una gran circulación y ayudaron a


crear una conciencia pública sobre la homosexualidad femenina.nota 2 Las
afirmaciones de los sexólogos de que la homosexualidad era una anomalía
La subcultura lesbiana se desarrolló
congénita, por lo general, eran ampliamente aceptadas por los varones
en respuesta a la categorización del
homosexuales; indicaban que su comportamiento no estaba inspirado ni debía
lesbianismo como un problema
ser considerado un vicio criminal. En ausencia de otras descripciones de sus médico por sexólogos como Richard
emociones, los homosexuales aceptaron la designación de «diferente» o von Krafft-Ebing.
«pervertido» y usaron su estatus de proscritos para formar círculos sociales en
París y Berlín. «Lesbiana» y «lesbianismo» comenzaron a describir elementos de
una subcultura.11

Identidad y género
Las lesbianas, en particular en la cultura occidental, a menudo consideran que tienen una «identidad» que se define por su propia
sexualidad individual, así como por la pertenencia a un grupo que comparte características comunes.12 A través de la historia, las
mujeres de muchas culturas han tenido relaciones sexuales con otras mujeres, pero rara vez eran consideradas como parte de un
grupo específico de personas que se definía por el tipo de relaciones sexuales. Debido a que las mujeres han sido una minoría
política en las culturas occidentales, la designación adicional como homosexuales produjo el desarrollo de una identidad
subcultural entre las lesbianas.13
Construcción de la identidad lésbica
Para algunas mujeres, darse cuenta de que participaban en comportamientos o relaciones que podían clasificarse como «lésbicas»
provocó que las rechazaran u ocultaran, como la catedrática Jeannette Marks en el Mount Holyoke College, que vivió con la
directora del College, Mary Woolley durante 36 años. Marks desaconsejaba a las mujeres jóvenes tener «amistades» anormales e
insistía que la felicidad solo podía ser alcanzada con un varón.13 nota 3 Otras mujeres, sin embargo, aceptaron la distinción y
emplearon su singularidad para distinguirse de las mujeres heterosexuales y los varones gais.14

Berlín tenía una vibrante cultura homosexual en la década de 1920, existiendo


incluso un himno, Das lila Lied, que las lesbianas también percibían como
propio. Había unos cincuenta clubs y bares para mujeres, que iban desde los
grandes y lujosos cabarés y cafés, como el famoso «Eldorado», visitado por
estrellas como Marlene Dietrich, o «Chez ma belle-soeur», pasando por los
mixtos, con todo tipo de público, como el «Dorian Gray» en la Bülowstrasse, y
populares como el «Club des amies», que realizaba fiestas tres veces por
semana, hasta los más sórdidos, como el «Café Olala», al que también acudían
varones travestidos, o el «Tavern», que tenía una habitación reservada para las
damas. En 1928, un libro titulado Berlins lesbische Frauen («Las mujeres
lésbicas de Berlín») de Ruth Margarete Roellig popularizó la capital alemana
como centro de la cultura lésbica europea.15 Las fiestas y eventos eran
publicados en diversas revistas, que funcionaban como vínculo de unión para la Edición de la revista lésbica alemana
comunidad.16 También se produjo una auténtica explosión de la cultura lésbica Die Freundin («La novia / amiga»),
1928.
como dan muestra artistas de la talla de Claire Waldoff, Jeanne Mammen,
Christa Winsloe o Anna Elisabet Weirauch, autora de la trilogía Der Skorpion, la
novela lésbica por excelencia de la época. La homosexualidad masculina estaba prohibida por el artículo 175, pero la policía de
ciudades como Berlín y Hamburgo solía mirar hacia otro lado. La lucha por la eliminación del artículo permitió articular el
primer movimiento homosexual, del que las mujeres, menos afectadas, formaron solo una parte marginal. Aun así, las mujeres del
entorno del Comité Científico Humanitario realizaron una contribución notable a la lucha por la emancipación tanto de la mujer
como de los y las homosexuales, pudiéndose mencionar a Theo Anna Sprüngli, la primera activista lesbiana de la historia,17
Johanna Elberskirchen y Emma (Külz-) Trosse.18

Entre las décadas de 1890 a 1930 la heredera estadounidense Natalie Clifford Barney mantuvo un salón literario semanal en París
al que se invitaba a las grandes celebridades artísticas y que se centraba en temas lésbicos. Combinando influencias griegas con el
erotismo contemporáneo francés, intentó crear una versión actualizada e idealizada de Lesbos en su salón.19 Entre sus
contemporáneas se incluían artistas como Romaine Brooks, que pintaba a las mujeres en su círculo; las escritoras Colette, Djuna
Barnes, Gertrude Stein y la novelista Radclyffe Hall. París también tenía una notable escena lésbica, sobre todo en la zona de
Montmartre, que era conocida por ello desde el siglo XIX, Pigalle y Montparnasse. Uno de los primeros clubs nocturnos fue «Le
monocle» abierto por Lulu de Montparnasse, al que acudían mujeres vestidas con esmoquin y pelo corto o moño.20 Otro local
famoso fue el abierto por la cantante Suzy Solidor, «La vie parisienne»; aunque visitado por artistas como Tamara de Lempicka,
que pintó un famoso retrato de la cantante, y Colette, Solidor no recibió la aprobación de la intelligentsia lésbica parisina.21
También se celebraban grandes fiestas a las que acudían parejas de gais y lesbianas, como el de la «Montagne de Sainte-
Geneviève», que evolucionó hasta convertirse un gran baile el día de Mardi Gras.20

En 1928, Radclyffe Hall, una aristócrata británica, publicó la novela El pozo de la soledad. Su trama se centra en torno a Stephen
Gordon, una mujer que se identifica como invertida tras leer el Psychopathia Sexualis de Krafft-Ebbing y vive dentro de la
subcultura homosexual de París. La novela incluía una introducción de Havelock Ellis y pretendía ser una llamada a favor de la
tolerancia con los invertidos, publicando las desventajas y accidentes de haber nacido invertido.22 Hall seguía las teorías de
Krafft-Ebbing y Ellis y rechazaba las de Freud que afirmaba que la atracción homosexual estaba causada por traumas infantiles y
era curable. La publicidad que Hall recibió tuvo consecuencias inesperadas; la novela fue llevada a juicio por obscenidad en
Londres, un escándalo espectacular descrito por la profesora Laura Doan como «el momento en el que cristalizó la construcción
de una subcultura lésbica moderna inglesa».23 Los periódicos ingleses divulgaron que el libro incluía «relaciones sexuales entre
mujeres lesbianas» y la fotografía de Hall pasó a acompañar todas las historias sobre lesbianismo publicadas por los grandes
periódicos durante los seis meses siguientes.24 Hall reflejaba la apariencia de la mujer masculina europea en la década de 1920,
la garçonne: pelo corto por la nuca, traje chaqueta (a menudo con pantalones) y monóculo, que se convirtió en un bien conocido
«uniforme» asociado con el lesbianismo, aunque versiones menos extremas, las flapper, se pusieron de moda entre las mujeres
«modernas».25

En los Estados Unidos, la década de 1920 fue de experimentación social,


especialmente en cuestiones de sexo. El hecho estaba muy influido por las teorías
de Sigmund Freud, que afirmaba que el deseo sexual se expresaba de forma
subconsciente, a pesar de la voluntad del individuo de ignorarlo. Las teorías de
Freud eran mucho más populares en Estados Unidos que en Europa. Las grandes
ciudades con una vida nocturna eran inmensamente populares y las mujeres
comenzaron a buscar aventuras sexuales. La bisexualidad se puso de moda,
especialmente en los primeros barrios gais de Estados Unidos.26 Ningún otro
lugar ofrecía tantas posibilidades al visitante como Harlem, el barrio de Nueva
York habitado mayoritariamente por personas de origen africano. Estos visitantes
eran los llamados slummers, blancos que disfrutaban del jazz y los clubs
nocturnos. Las cantantes de blues Ma Rainey, Bessie Smith, Ethel Waters y
Gladys Bentley cantaban sobre sus aventuras con mujeres para visitantes como
Tallulah Bankhead, Beatrice Lillie y la que pronto se llamaría Joan
Crawford.27 28 Los homosexuales comenzaron a comparar su nuevo estatus de
minoría reconocida con el de los negros.29 Entre los residentes de Harlem, las
relaciones lésbicas eran comunes y toleradas, aunque no aceptadas abiertamente.
Algunas mujeres realizaban fastuosas ceremonias de boda, incluso solicitando
licencias de matrimonio en la ciudad de Nueva York, usando nombres
masculinos.30 Sin embargo, la mayoría de las mujeres que mantenían relaciones
homosexuales estaban casadas con varones; la bisexualidad era más aceptada que
el lesbianismo.31 La habitante del Harlem, Gladys
Bentley, era conocida por sus blues
Al otro lado de la ciudad de Nueva York, en el Greenwich Village, también sobre sus amoríos con mujeres.
estaba aumentando la comunidad homosexual; tanto en Harlem como en
Greenwich Village se ofrecían habitaciones para varones y mujeres solteros, lo
que fue uno de los factores principales para su desarrollo como centros de la comunidad homosexual.32 Pero el ambiente era
diferente en el Greenwich Village. Los intelectuales bohemios que rechazaban los ideales victorianos se concentraban en el
Village. Los homosexuales eran en su mayoría varones, aunque figuras como la poeta Edna St. Vincent Millay y la anfitriona
Mabel Dodge eran conocidas por sus amoríos con mujeres y la promoción de la tolerancia hacia la homosexualidad.33 Las
mujeres que no podían visitar Harlem o vivir en el Greenwich Village, pudieron por primera vez visitar bares en la década de
1920 sin ser consideradas prostitutas. La existencia de espacios públicos en los que las mujeres podían socializar, que incluso
servían a lesbianas, «se convirtieron en la manifestación pública más importante de la subcultura durante muchas décadas», según
palabras de la historiadora Lillian Faderman.34

Durante las décadas anteriores a la Guerra Civil Española también hubo un cierto florecimiento de la cultura y la visibilidad
lésbica en España. Cipriano Rivas Cherif estrenó en 1929 con su grupo de teatro El Caracol en Madrid su obra Un sueño de la
razón,35 sobre una pareja de mujeres que buscan un varón para tener un hijo.36 Lucía Sánchez Saornil, la fundadora de la
sección feminista de la CNT, Mujeres Libres, también publicó algunos poemas dedicados a mujeres bajo el seudónimo «Luciano
de San-Saor». En novela fue Carmen de Burgos quien introdujo el lesbianismo en sus tramas.37 Incluso se llegó a formar un
círculo sáfico en Madrid en torno a Victorina Durán, como lugar de encuentro y tertulia para mujeres.38 Entre las lesbianas que
tuvieron una cierta relevancia en la época se pueden mencionar a Victoria Kent,39 40 primera mujer en actuar como abogada en
un juicio en España, Carmen Conde, primera académica de la lengua, Ana María Sagi o Irene Polo.41 42 A ellas hay que unir a la
famosa bailarina y musa de las artes Carmen Tórtola Valencia, que vivió casi treinta años, hasta su muerte en 1955, con su amante
Ángeles Vila-Magret, a la que adoptó para cubrir las apariencias, aunque era un secreto a voces.43

La Gran Depresión
El principal componente necesario para animar a las lesbianas a llevar una vida
pública y buscar a otras mujeres era la independencia económica, que
prácticamente desapareció en la década de 1930 con la Gran Depresión. La
mayoría de las mujeres en los Estados Unidos creyeron necesario casarse con un
varón para mantener la «fachada», a menudo un hombre gay, para que ambos
pudiesen mantener relaciones homosexuales con discreción, pero también con un
varón que buscara a una mujer tradicional. A las mujeres independientes en la
década de 1930 se les echaba en cara que les quitaban el trabajo a los varones.45
Esta actitud social produjo comunidades pequeñas muy cerradas y centradas en
torno a bares en las grandes ciudades, mientras que en las zonas menos
urbanizadas, las lesbianas permanecían aisladas. Hablar de homosexualidad en
cualquier contexto era tabú y las mujeres rara vez discutían el lesbianismo
incluso entre ellas; se referían a las personas abiertamente gais como in the Life
(«en la vida»).46 nota 4 La teoría psicoanalítica de Freud, omnipresente en la La mujer como madre del pueblo
comunidad médica, consideraba la homosexualidad como una neurosis que ario. Típica imagen de propaganda
en la Alemania nazi. Aquellas que no
afectaba a las mujeres inmaduras.47
se conformaban al rol asignado, eran
En Alemania, la situación social de las mujeres lesbianas era similar, aunque consideradas «asociales».44

todavía más opresiva. El partido nazi ya había conseguido en 1930 ser la


segunda mayor fuerza en el parlamento y las SA comenzaban a actuar en las
calles, amenazando a todo aquel que no fuese conforme a sus ideales. A finales de la década de 1920 el movimiento homosexual
estaba en decadencia y con la llegada de Hitler al poder en enero de 1933 se precipitaron los acontecimientos: en febrero, el
Ministerio del Interior de Prusia ordenó el cierre de todos los locales y revistas que estuviesen relacionadas con los
homosexuales; en mayo el Institut für Sexualwissenschaft fue cerrado y saqueado, y su biblioteca ardió junto a otras obras
«contrarias al espíritu alemán» el 10 de mayo de 1933. En junio se disolvieron definitivamente las asociaciones de
homosexuales.48 A pesar de todo, el «club de bolos» Die lustige Neun («El nueve divertido»), creado en Berlín en 1924,
consiguió organizar fiestas de lesbianas en las que participaban entre doscientas y trescientas mujeres, por lo menos hasta abril de
1940. No se sabe si las fiestas, conocidas por las descripciones de las actas de la Gestapo que las vigilaba de cerca, continuaron
durante los años de la Guerra.49

En Suiza, el Damen-Club Amicitia de mujeres, junto con el Excentric-Club Zürich para varones, crearon en 1932 la revista
Freundschafts-Banner («Bandera de la amistad»), órgano del «movimiento de la amistad suizo». La revista y el movimiento
estuvieron desde su principio dominado por mujeres, sobre todo por Anna Vock, Mammina, hasta principios de la década de
1940, un desarrollo inusual, quizás impulsado por la ilegalidad de la homosexualidad femenina en algunos cantones. La revista,
heredera del movimiento homosexual alemán, evolucionó en 1942 a Der Kreis - Le Cercle - The Circle, única revista para
homosexuales que se editó durante la II Guerra Mundial y semilla de lo que sería el movimiento homófilo tras la Guerra.50

La Segunda Guerra Mundial


En Alemania, en general, se puede afirmar que el lesbianismo como tal no fue perseguido por el sistema durante la Segunda
Guerra Mundial, a pesar de que algunos juristas pedían que se castigara la conducta, y que el movimiento lésbico y feminista
fuera prohibido. Existen informes de casos individuales de lesbianas que fueron secuestradas y llevadas a prostíbulos en los
campos de concentración, pero los hechos son tan vagos —y en algunos casos contradictorios— que se ha dudado de su
autenticidad.51 44 52 Las dificultades de las lesbianas durante la Guerra radicaron en la amenaza de persecución, que produjo una
gran inseguridad, y sobre todo en la prohibición de realizar trabajos «de prestigio» a mujeres. Todas las mujeres quedaron en
consecuencia relegadas a mano de obra barata, lo que en el caso de las lesbianas, sin ayuda del sueldo de un marido, fue
especialmente duro para su supervivencia.44 El nazismo era tan patriarcal que en 1942 el Ministerio de Justicia todavía
consideraba que la homosexualidad femenina era más discreta y por tanto difícil de descubrir, por lo que, si se decidía
ilegalizarla, se corría el peligro de condenar a mujeres inocentes. Además decían que al tener menos relevancia pública, el
lesbianismo no era tan peligroso como la homosexualidad masculina, que podía servir para chantajear a cargos públicos.
Finalmente, el Ministerio afirmaba que habitualmente el lesbianismo no era permanente.51 Austria sí tenía un artículo, el §129,
que incluía el lesbianismo como delito. A pesar de ello, no se puede hablar de persecución sistemática y como máximo un 5 % de
los casos perseguidos por el §129 entre 1938 y 1945 eran de mujeres.53

El inicio de la II Guerra Mundial produjo un enorme cambio en la vida de


los estadounidenses, ya que la movilización militar implicó a millones de
varones. Las mujeres también fueron aceptadas en el ejército, el Women's
Army Corps (WACs) y la marina, el Women Accepted for Volunteer
Emergency Service (WAVES), de los EE. UU. Al contrario que el
procedimiento implementado por el ejército estadounidense desde el inicio
de su creación para excluir a los homosexuales masculinos, no se
introdujeron métodos equivalentes para eliminar a las lesbianas; se fueron
introduciendo poco a poco durante la Guerra. A pesar de la actitud habitual
frente al rol femenino en la década de 1930, el ejército reclutaba mujeres
independientes y masculinas en la década de 1940, y rechazaba la La experiencia de las mujeres como
fragilidad. Algunas mujeres que llegaban a la estación de reclutamiento obreras y fuerzas militares durante la II
vestidas con traje de varón, podían responder negativamente a la pregunta Guerra Mundial les dio posibilidades
de si habían estado enamoradas de otra mujer, y ser aceptadas con económicas y sociales que les ayudaron a
formar la subcultura lesbiana.
facilidad.54 De todas formas, la actividad sexual estaba prohibida y las
«licencias azules» (blue discharge) eran casi seguras si una mujer se
identificaba como lesbiana. Según se iban encontrando, las lesbianas formaban grupos compactos en la base, se reunían en los
clubes de servicio y comenzaban a usar palabras en clave. El historiador Allan Bérubé documenta que los homosexuales en las
fuerzas armadas consciente o inconscientemente rechazaban identificarse como homosexuales o lesbianas, y tampoco hablaban
sobre la orientación sexual de los demás.55

Las mujeres más masculinas no eran necesariamente abundantes, pero eran visibles, así que tendían a atraer a mujeres interesadas
en encontrar a otras lesbianas. Las mujeres debían abordar el tema de su interés por otras mujeres de forma cuidadosa, a veces se
tardaba días en desarrollar un entendimiento sin preguntar y sin decir nada con claridad.56 Se apelaba agresivamente a las
mujeres que no se habían apuntado al ejército para que realizasen trabajos en la industria que habían dejado vacantes los varones,
para mantener la productividad nacional. El incremento de movilidad, sofisticación e independencia de muchas mujeres durante y
después de la Guerra, convirtió en una opción el vivir sin marido, algo que no hubiese sido posible bajo circunstancias
económicas y sociales distintas, fortaleciendo aún más las redes y ambientes lésbicos.57

La Posguerra
Tras la II Guerra Mundial, en EE. UU. hubo un deseo general de volver a la situación social de la preguerra tan pronto como
fuese posible.58 Unido a la creciente paranoia sobre el comunismo y la teoría psicoanalítica que se había convertido
omnipresente en la comunidad médica, en 1950 la homosexualidad se convirtió para el Gobierno estadounidense en una
característica indeseable para sus funcionarios. Se creía que los homosexuales eran vulnerables al chantaje y el Gobierno eliminó
de sus filas a todos los homosexuales conocidos, comenzando un amplio esfuerzo por conseguir información sobre la vida
privada de los empleados.59 Los gobiernos de los estados y ciudades siguieron el ejemplo, arrestando a personas en bares y
parques, y publicando leyes contra el travestismo tanto masculino como femenino.60 El ejército y el gobierno realizaron
numerosos interrogatorios, preguntando a mujeres si habían tenido relaciones sexuales con otras mujeres, e identificando
experiencias aisladas en una identidad criminal, separando de forma estricta heterosexuales y homosexuales.61 En 1952 la
American Psychiatric Association incluyó la homosexualidad en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
entre los desequilibrios emocionales patológicos.62 La opinión de que la homosexualidad era una enfermedad curable estaba
muy extendida en la comunidad médica, la población en general e incluso entre muchas lesbianas.63 Las actitudes y prácticas
para descubrir a homosexuales entre los funcionarios públicos se propagaron a Australia64 y Canadá.65 Se añadió y aprobó un
apartado en una proposición de ley en la Cámara de los Comunes en Reino Unido para crear el delito de "máxima indecencia"
entre mujeres en 1921, pero fue posteriormente rechazada por la Cámara de los Lores ya que por lo visto existía la preocupación
de que prestar atención a la conducta sexual desviada serviría para promocionarla.66

Había muy poca información sobre el lesbianismo, aparte de los textos médicos y psiquiátricos. Los encuentros de la comunidad
lésbicas se reducían a los bares, donde se llevaban a cabo frecuentes redadas policiales (una vez al mes de media), con la
consiguiente publicidad en los periódicos para aquellos que habían sido arrestados. En respuesta, ocho mujeres de San Francisco
empezaron a reunirse en sus hogares en 1955 para conversar y bailar. Cuando decidieron hacer de ello una reunión regular, se
convirtieron en la primera organización lésbica de los Estados Unidos, llamada Daughters of Bilitis (DOB). DOB comenzó a
publicar una revista llamada The Ladder en 1956; en la primera página se encontraba la declaración de objetivos, el primero de
los cuales era «educación de la variante» y que pretendía dar información sobre la homosexualidad a las mujeres, específicamente
sobre el lesbianismo, y sobre lesbianas famosas en la historia. Sin embargo, hacia 1956, el término «lesbiana» tenía un
significado tan negativo, que DOB rechazaba su uso como descripción, empleando la palabra «variante» (variant) en su lugar.67
DOB se extendió a Chicago, Nueva York y Los Ángeles, y The Ladder era enviado por correo a cientos —incluso a miles— de
miembros de DOB, con discusiones sobre la homosexualidad, a veces desafiando la idea de que era una enfermedad,
contribuciones de las lectoras ofreciendo sus propias razones para ser lesbianas y sugiriendo formas de aceptarlo o de sobrellevar
el rechazo social.63 Las lesbianas británicas siguieron con la publicación de Arena Three en 1964, con una misión similar.68

Como reflejo de las estrictas categorías sexuales definidas por el gobierno y la sociedad en general, la subcultura lésbica
desarrolló roles de género extremadamente rígidos entre mujeres, particularmente en las clases trabajadoras en los Estados
Unidos y Canadá. Aunque muchos municipios habían publicado ordenanzas contra el travestismo, algunas mujeres, las llamadas
butch acudían a los bares con ropas de varón y reflejando el comportamiento tradicional masculino. Otras llevaban ropa de
mujeres y asumían comportamientos más modestos y típicamente femeninos. Los modelos de socialización butch y femme
estaban integradas de tal forma en los locales lésbicos, que las mujeres que se negaban a elegir entre uno de los dos modelos eran
ignoradas o por lo menos no conseguían citas; no era aceptable que las mujeres masculinas, butch, tuvieran relaciones románticas
con otras mujeres masculinas, al igual que no era aceptable que las mujeres femeninas, femme, tuvieran relaciones con otras
femmes.69 Las mujeres masculinas no eran una novedad de la década de 1950, sin embargo, los roles eran omnipresentes en las
décadas de 1950 y 60, y no estaban limitados a Estados Unidos: de 1940 a 1970, la cultura butch/femme floreció en el Reino
Unido, aunque había menos distinciones de clase.70 La distinción entre lesbianas masculinas y femeninas era considerada como
vulgar por las lesbianas estadounidenses de clase alta de la época. Muchas mujeres ricas se casaban para satisfacer las
obligaciones familiares y otras escapaban a Europa para vivir como expatriadas.71

A pesar de la falta de datos sobre la homosexualidad en los textos académicos, o quizás precisamente debido a ello, aparecieron
otras fuentes de información sobre el lesbianismo. Una novela barata titulada Women's Barracks, que narraba las experiencias de
mujeres en las Fuerzas francesas libres, se publicó en 1950. El libro describía una relación lésbica que la autora había
presenciado. Tras venderse 4,5 millones de copias, fue incluida en la lista de material pornográfico, Current Pornographic
Materials, por el House Select Committee en 1952.72 Su editorial, Gold Medal Books, continuó con la publicación de la novela
Spring Fire en 1952, con la misma temática, que vendió 1,5 millones de copias. Gold Medal Books, abrumado con el correo de
mujeres escribiendo sobre el asunto, decidió proseguir con la publicación de más libros, creando el género de la ficción pulp
lésbica.73 Entre 1955 y 1969, más de 2000 libros con temática lésbica fueron publicados y vendidos en las tiendas de la esquina,
estaciones de tren, paradas de autobús y quioscos de prensa de todo Estados Unidos y Canadá. La mayoría se dirigían al público
masculino. En las cubiertas figuraban palabras en clave e imágenes; en lugar de «lesbiana», se empleaban palabras como
«extraña», «crepúsculo», «extravagante» o «tercer sexo» en el título, y la ilustración de la cubierta era inevitablemente
voluptuosa.74 Un pequeño grupo de autoras de ficción pulp lésbica eran mujeres que escribían para lesbianas, entre las que se
encontraban Ann Bannon, Valerie Taylor, Paula Christian y Vin Packer/Ann Aldrich. Bannon, que también leía ficción pulp
lésbica, afirmó más tarde que las mujeres identificaban las novelas por la ilustración de la cubierta.75 Muchos de los libros
empleaban referencias culturales: dando lugares, términos, describiendo modos de vestir y otros códigos a las lesbianas aisladas.
Como resultado, este tipo de literatura ayudó a la propagación de la identidad lésbica, tanto entre las lesbianas, como entre los
lectores heterosexuales.76

La segunda ola del feminismo en Estados Unidos


La rigidez social de la década de 1950 y principios de los 60 produjo una respuesta de movimientos sociales que trataban de
mejorar la situación de los afroamericanos, los pobres, las mujeres y los gais. Los dos últimos, el movimiento de liberación gay y
movimiento feminista, conectaron tras los violentos disturbios de Stonewall ocurridos en Nueva York.77 Lo que siguió fue un
movimiento que se caracterizó por un surgimiento del activismo gay y de la conciencia feminista que transformaron la definición
de lesbiana.

Durante la revolución sexual de la década de 1970 se produjo la diferenciación entre identidad y comportamiento sexual para las
mujeres. Muchas mujeres aprovecharon sus nuevas libertades sociales para tener nuevas experiencias. Hubo mujeres que
experimentaban con las relaciones homosexuales, aunque muchas mantuvieran su identidad heterosexual.78 Sin embargo, con la
llegada de la segunda ola del feminismo, el lesbianismo creció hasta convertirse en una identidad política que describía una
filosofía social, a menudo haciendo sombra a los aspectos sexuales como característica definitoria. Una organización feminista
militante llamada Radicalesbians publicó en 1970 un manifiesto titulado The Woman-Identified Woman («La mujer identificada
con la mujer») que declaraba que «una lesbiana es la rabia de todas las mujeres condensada hasta el punto de la
explosión».79 nota 5 Las feministas militantes expresaron desdén por una sociedad intrínsecamente sexista y patriarcal, y
concluyeron que la forma más efectiva de superar el sexismo y llegar a la igualdad con los varones era negar a estos cualquier
tipo de poder o placer sobre las mujeres, incluyendo la sexualidad. Las mujeres que seguían esta filosofía —autodenominadas
feministas lesbianas— usaban el término «lesbiana» para describir a cualquier mujer cuya interacción social y motivación política
se consagrase al bienestar de la mujer. El deseo sexual no era una característica definitoria de una lesbiana feminista, sino que lo
era su compromiso político. La independencia de los varones, definidos como opresores, era un dogma central del feminismo
lésbico, y muchas «creyentes» aspiraban a separarse física y económicamente de la cultura tradicional centrada en el varón. En la
sociedad ideal, llamada Nación Lésbica, «mujer» y «lesbiana» eran intercambiables.80

En 1980, la poetisa y ensayista Adrienne Rich expandió el significado político de lesbiana proponiendo un continuo de la
existencia lésbica basado en la «experiencia identificada con la mujer» (woman-identified experience).81 Todas las relaciones
entre las mujeres, proponía Rich, tienen algún elemento lésbico, independientemente de si reivindican una identidad lésbica:
madres e hijas, mujeres que trabajan juntas y mujeres que se cuidan unas a otras, por ejemplo. Esa percepción de las relaciones
entre mujeres las conecta a través de la historia y las culturas, y Rich consideraba la heterosexualidad una condición que había
sido impuesta por la fuerza por los varones a las mujeres.81 Varios años antes, las fundadoras de DOB, Del Martin y Phyllis
Lyon, relegaron de igual forma los actos sexuales como innecesarios para determinar lo que es una lesbiana, dando su propia
definición: «una mujer cuyos intereses eróticos, psicológicos, emocionales y sociales están principalmente en el propio sexo,
incluso cuando ese interés no sea expresado de forma abierta.»82
Aunque el feminismo lésbico fue un cambio importante, no todas las lesbianas lo apoyaron. El feminismo lésbico era un
movimiento orientado a la juventud: sus miembros eran principalmente universitarias con experiencia en la Nueva Izquierda y
causas radicales, pero que no tuvieron éxito en convencer a las organizaciones radicales para que retomasen la causa de las
mujeres.83 Muchas lesbianas mayores que habían descubierto su sexualidad en una época más conservadora preferían mantener
sus formas de sobrellevar un mundo homófobo. Daughters of Bilitis desapareció en 1970 a causa de un desacuerdo en dar
prioridad a los temas gais sobre los temas feministas.84 Como la igualdad era una prioridad para las feministas lésbicas, la
diferencia de roles entre el varón y la mujer, o butch y femme, eran consideradas patriarcales. Evitaban los roles de género que
habían sido omnipresentes en los bares, así como lo que percibían como chovinismo de los varones gais; muchas se negaban a
trabajar con los hombres gais o tomar parte en sus causas.85 No obstante, las lesbianas con un punto de vista más esencialista,
que consideraban que habían nacido homosexuales y empleaban el término «lesbiana» para definir una atracción sexual, a
menudo consideraban las opiniones separatistas y airadas de feministas lésbicas como perjudiciales para la causa de los derechos
de los homosexuales.86

En otros países

Europa
La Constitutio Criminalis Carolina de 1532, una de las pocas leyes europeas que condenaba el lesbianismo, tuvo una gran
influencia en las legislaciones posteriores. Así, Hirschfeld nombraba en 1914 seis países europeos en los que la homosexualidad
femenina era ilegal. Entre estos países se encontraban Suecia (desde 1864) y Finlandia (desde 1889), cuyas leyes contra la
sodomía estaban redactadas de forma neutral. Las cifras de persecución eran mucho menores que las de los varones: en Suecia,
entre 1880 y 1944, un 0,8 % de las personas juzgadas fueron condenas por lesbianismo y en Finlandia, entre 1894 y 1971, un
5 %. Dinamarca modificó sus leyes en 1933 para incluir a las mujeres en las leyes antihomosexuales, al igual que hizo Islandia en
1940. En Noruega el lesbianismo nunca estuvo prohibido y a partir de 1854 dejó de perseguirse a mujeres por esta causa. Los
países escandinavos fueron de los primeros en Europa en legalizar los actos homosexuales consentidos entre adultos a mediados
del siglo XX: Dinamarca y las Islas Feroe en 1933, Islandia en 1940, Suecia en 1944; Finlandia en 1971 y Noruega en 1972, lo
hicieron algo más tarde. La equiparación en la edad legal de consentimiento se hizo en los países nórdicos con un retraso de 30 a
40 años, respecto a la legalización de los actos sexuales entre adultos. Con la excepción de Noruega, estas legalizaciones se
hicieron sin que el movimiento de liberación LGBT ejerciese mucha influencia política. Desde mediados del siglo XIX,
Dinamarca ha sido la pionera y Copenhague el centro cultural de los homosexuales escandinavos.87

En Francia, la homosexualidad femenina fue «capaz de evitar una condena moral seria» al mantenerse en privado y «habitando en
las áreas prohibidas entre los límites éticos» de la sociedad, como hace notar Catherine van Casselaer. No es que pudiese librarse
de la regulación social, ni de la censura homófoba, pero desde la Revolución Francesa se beneficiaba de una fuerte tradición de
libertad individual. La relativamente escasa persecución de las lesbianas también se ha explicado como una consecuencia de la
poca importancia dada culturalmente a la mujer y a la sexualidad femenina. En la década de 1970, lesbianas y gais se unieron en
organizaciones como la Frente Homosexual de Acción Revolucionaria para luchar, entre otras cosas, por la equiparación de la
edad de consentimiento sexual, la única ley discriminatoria que permanecía vigente en Francia.88 Las figuras importantes del
feminismo y lesbianismo francés de la segunda mitad del siglo XX fueron Françoise d'Eaubonne, Colette, Simone de Beauvoir,
Monique Wittig y Geneviève Pastre.

En Alemania Occidental, el movimiento LGBT moderno surge de la película Nicht der Homosexuelle ist pervers, sondern die
Situation, in der er lebt (1971) de Rosa von Praunheim, tras la que se formaron, entre otros, el Homosexuelle Aktion Westberlin
(HAW). El HAW formó en 1972 una sección de lesbianas, que en 1973 realizaron la primera manifestación de lesbianas del país,
protestando por una serie de artículos en los periódicos que las difamaban. Los grupos lésbicos fueron creciendo en número y
visibilidad y en la década de 1990 el movimiento estaba completamente articulado. Alemania es en la actualidad uno de los
lugares más liberales y tolerantes del planeta, y las lesbianas están protegidas por leyes contra la discriminación; aunque todavía
no existe el derecho a matrimonio para los homosexuales, existe la posibilidad de la unión civil.89
Latinoamérica
En América Latina la consciencia y el asociacionismo lésbico aparecieron en la década de 1970 y han ido ampliándose a medida
que los diversos países han alcanzado la democracia o, en el caso de los que ya la tenían, la reformaron. Pero aun así, hasta
finales del siglo XX, ningún régimen de la zona, democrático o no, ha respetado los derechos de gais o lesbianas. Pese a ser legal
la homosexualidad en la mayoría de los países, durante mucho tiempo se han empleado tácticas de intimidación y acoso, cuando
no se empleaban las leyes de «corrupción de menores» o de «faltas a la moral o las buenas costumbres» para perseguir a
homosexuales.90 En el ámbito hispánico, el conflicto con la lesbofobia de las feministas y la misoginia de los gais ha generado
una trayectoria difícil para las lesbianas y sus asociaciones.91

Argentina fue el primer país de Latinoamérica en contar con un grupo LGBT, Nuestro Mundo (NM), organizado en 1969. NM
creó en 1971 el Frente de Liberación Homosexual (FLH), junto con otras cinco organizaciones, todo de forma clandestina y en
casas particulares. Hacia 1972-73, entre sus formantes se encontraba la organización lésbica Safo. De la actividad inicial en
Buenos Aires, se pasó pronto a colaborar con las feministas en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, e incluso en Tucumán.92 Las
persecuciones y el acoso fueron constantes y se agravaron con la llegada de la dictadura en 1976, cuando se disolvieron todos los
grupos a causa del Terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980. El movimiento lésbico autónomo comenzó
en 1986 con la creación del Grupo Autogestivo de Lesbianas (GAL) y la revista Codo con codo, ambos de poca duración. En
1987, comenzaron a publicarse los Cuadernos de Existencia Lesbiana, que seguían publicándose en 2000. El V Encuentro
Feminista fue el catalizador para la creación en 1990 de los grupos Frente Sáfico (Fresa), Las Lunas las Otras y el Grupo de
Reflexión de Lesbianas. La aparición en la televisión de Ilse, fructificó en la creación en 1991 de Convocatoria Lesbiana, del que
más tarde surgieron los grupos Buenas Amigas y Sentimientos. Los grupos lésbicos se unieron posteriormente en el Frente de
Lesbianas para superar sus dificultades con el heterofeminismo y colaborar con la Comunidad Homosexual Argentina.93

México ha sido el país de América Latina en el que el movimiento lésbico ha estado más vivo. Una de sus figuras principales fue
Nancy Cárdenas, vocera del Frente de Liberación Homosexual (FLH), la primera organización LGBT del país, aun a pesar de que
las lesbianas en el FLH fueran minoría. Cárdenas también fue protagonista en 1973 de la primera entrevista a una persona
homosexual en la televisión pública mexicana. Hacia 1975, Año Internacional de la Mujer, existía el sentimiento de que los
varones, tanto hetero como homosexuales, centraban su sexualidad en el falo, símbolo de placer y poder, punto de visto
rechazado por las lesbianas. Hubo varios intentos del entorno de Cárdenas de crear una organización lésbica propia, pero las leyes
y el menosprecio social abortaron el proyecto. La primera organización lésbica de México se llamaba Lesbos y se fundó en 1977,
surgida de la necesidad de defender sus intereses dentro del movimiento feminista, que, a pesar de intentos de acercamiento de la
nueva organización, las rechazó por miedo a ser identificadas con ellas. En 1978 surgió Oikabeth, una organización más agresiva,
que luchaba por la visibilidad de las lesbianas y que, tras una breve colaboración, se separó del misógino Frente Homosexual de
Acción Revolucionaria, convirtiéndose en el primer grupo independiente tanto del movimiento homosexual como del feminista,
que allanó el camino a numerosos otros. Las tendencias separatistas siguieron siendo evidentes en el primer Encuentro de
Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe, celebrado en 1987 en México, de cuyas polémicas nació la Coordinadora
Nacional de Lesbianas (CNL), que se asoció más tarde con la Coordinación de Feministas de la Ciudad de México. A principios
de 1997 existían trece grupos lésbicos en la Ciudad de México, pero, a pesar de todo, las organizaciones lésbicas han tenido poca
influencia tanto en el movimiento homosexual, como en el feminista.94

En Chile, la dictadura impidió la creación de una asociación lésbica hasta 1984, fecha de la creación de la colectiva Ayuquelén, el
primer grupo de su tipo. El punto de inflexión fue el asesinato a golpes de una lesbiana en plena calle y ante numerosos testigos,
al grito de «¡Maldita lesbiana!». La asociación estuvo desde sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones
fueron difíciles. En 1987 realizaron su primera entrevista en un periódico, que les dio visibilidad, pero produjo problemas con las
feministas que temían una identificación de ambos movimientos. En esa época entraron en contacto con el ILIS y el ILGA y más
tarde colaboraron con el MOVILH en algunos temas como la abolición de artículo 365 del código penal. Hoy existe una
Coordinación de Lesbianas que edita la revista Amazonas.91
En Nicaragua comenzó a formarse la consciencia lésbica todavía más tarde, en 1986, cuando el Frente Sandinista de Liberación
Nacional (FSLN) expulsó de sus filas a gais y lesbianas. La persecución del estado evitó que se formaran asociaciones, hasta la
aparición del sida, cuando los esfuerzos educativos del gobierno impulsaron el asociacionismo. La primera organización lésbica
fue Nosotras, fundada en 1989. Un intento de visibilización del colectivo LGBT en 1991/92 llevó al gobierno a ilegalizar la
homosexualidad en 1994. El golpe dejó al movimiento exhausto y no volvió a recuperarse hasta 2004, con la creación de Grupo
Safo / Grupo de Mujeres Lesbianas de Nicaragua, cuatro años antes de la legalización de la homosexualidad.95 96

Los Encuentro de Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe, a veces simplificado como Encuentros de Lesbianas, han
sido desde finales de la década de 1980 un importante centro de intercambio de ideas para las lesbianas latinoamericanas. De sede
cambiante y ritmo bianual, sus principales fines son la creación de redes de comunicación, cambiar la situación de las lesbianas
en Latinoamérica, tanto desde el punto de vista legal como social, aumentar la solidaridad entre las lesbianas y tratar de destruir
los mitos sobre ellas.97

Homosexualidad femenina sin identidad


Los diferentes significados de lesbiana desde comienzos del siglo XX han impulsado a algunos historiadores a revisar las
relaciones históricas entre mujeres antes de que el uso de la palabra tuviera mayoritariamente connotaciones eróticas. Discusiones
entre historiadores han llevado a poner en duda todavía más aquello que puede denominarse como relación lésbica. Tal como han
afirmado las feministas lésbicas, un componente sexual no es necesario para declararse lesbiana si sus principales y más estrechas
relaciones son con mujeres. Cuando se consideran relaciones del pasado dentro de un contexto histórico adecuado, ha habido
épocas en las que el amor y el sexo eran nociones separadas y no relacionadas.98 Además de las dificultades de esta
cualificación, la sexualidad femenina, a menudo, no está representada de forma adecuada en textos y documentos. Hasta muy
recientemente, mucho de lo que estaba documentado sobre la sexualidad femenina había sido escrito por varones, en el contexto
de la comprensión masculina y relevante para las asociaciones de las mujeres con los varones, en su función de esposas, hijas o
madres, por ejemplo.99 A menudo, las representaciones de la sexualidad femenina sugieren tendencias o ideas de forma poco
precisa, dando a los historiadores pistas de lo extendida y aceptada que estaban las relaciones eróticas entre mujeres.100

Grecia antigua y Roma


Véanse también: Homosexualidad en la Antigua Grecia y Homosexualidad en la antigua Roma.
La historia se analiza a menudo a través de las ideologías contemporáneas. La Antigua Grecia, como tema, gozó de gran
popularidad entre las clases dominantes en la Gran Bretaña del siglo XIX. Basándose en sus prioridades sociales, los primeros
estudiosos interpretaron la Antigua Grecia como una sociedad occidental, blanca y masculina, y básicamente quitaron a las
mujeres cualquier importancia histórica.101 La vida social de las mujeres en Grecia tenía lugar casi exclusivamente entre
mujeres, al igual que ocurría entre los varones. En este ambiente homosocial, las relaciones eróticas y sexuales entre varones eran
comunes y están recogidas en la literatura, el arte y la filosofía. Aunque no existen prácticamente testimonios sobre la actividad
homosexual entre mujeres, se especula sobre la existencia de relaciones similares a las masculinas entre mujeres adultas y
jóvenes. El poeta Alcmán de Esparta empleó el término aitis, como la forma femenina de aites — que era la denominación oficial
para el miembro más joven de una relación pederasta.102 Aristófanes, en El banquete de Platón, menciona a las mujeres que
aman a otras mujeres, pero usa el término trepesthai (estar centrado sobre) en lugar de eros, que era la palabra empleada para
otras relaciones eróticas entre varones y entre varones y mujeres.103

La historiadora Nancy Rabinowitz afirma que imágenes de jarrones rojos antiguos griegos mostrando a mujeres con sus brazos en
torno al talle de otras mujeres o recostándose sobre el hombro de otras mujeres pueden ser interpretadas como una expresión de
deseo romántico.104 Gran parte de la vida diaria de las mujeres en la Grecia antigua es desconocida, específicamente la
expresión de su sexualidad. Aunque los varones participaban en relaciones pederastas fuera del matrimonio, no hay indicios
claros que a las mujeres les fuese permitido o que se apoyase que tuvieran relaciones homosexuales antes o durante el
matrimonio, mientras cumpliesen con las obligaciones maritales. Las mujeres que aparecen en la cerámica griega están
representadas con afecto y en las ocasiones en que las mujeres aparecen con otras mujeres, sus imágenes están erotizadas:
bañándose, tocándose, con representaciones de consoladores cerca de la escena, a veces con imágenes que también se ven en
representaciones de matrimonios heterosexuales o de seducción pederasta. No se sabe si estas representaciones surgen del
observador o una representación exacta de la vida de las mujeres.102 105

Las mujeres en la Antigua Roma estaban sometidas de forma similar a la definición masculina de la sexualidad. Los estudios
modernos indican que los varones veían la homosexualidad femenina con hostilidad. Consideraban a las mujeres que tenían
relaciones sexuales con otras mujeres como rarezas de la naturaleza que intentarían penetrar a mujeres — y a veces también a
varones — con sus clítoris «monstruosamente aumentados».106 De acuerdo al estudioso James Butrica, el lesbianismo «no solo
desafiaba la visión de sí mismo del varón como dador exclusivo de placer sexual, sino que también desafiaba los fundamentos
básicos de la cultura Romana dominada por los varones.» No existe documentación histórica sobre mujeres que tuviesen como
compañeras sexuales a otras mujeres.107

Edad Media
En la Edad Media europea, la condición homosexual fue reprimida y ocultada.
Por lo tanto es difícil encontrar casos y datos con referencias históricas sobre
relaciones erótico-amorosas entre mujeres.108 Las principales fuentes son los
archivos eclesiásticos (sermones, homilías, encíclicas, concilios, catecismos) y
jurídicos (procesos judiciales, denuncias, sentencias). Los Concilios de París
(1212) y Ruan (1214) prohibían a las monjas, a fin de evitar la tentación, dormir
juntas y se exigía que una lámpara ardiese toda la noche en los dormitorios.100

Hasta época reciente se creía que el lesbianismo había sido ignorado por las
leyes civiles medievales. Estudios más modernos tienden a desmentir el hecho, a
pesar de que todavía es necesaria mucha más investigación. La primera ley civil
que condenaba el lesbianismo fue el código de Orléans, el Li Livres de jostice et
de plet (1260):109

Feme qui le fet doit à chescune foiz perdre membre, et la tierce doit Capitel de una ventana del ábside de
la Colegiata de Cervatos, s. XII. La
estre arsse.
sensibilidad medieval era muy
Mujer que lo hace debe perder cada vez un miembronota 6 y a la
distinta de la actual.
tercera deber ser quemada.

Li Livres de jostice et de plet (1260)

Sin embargo, sería Cino da Pistoia quien en 1314, con la publicación de su Comentario, interpretaría por primera vez el derecho
romano de forma condenatoria para el lesbianismo. Da Pistoia interpretó una oscura ley de Diocleciano y Maximiano, la Lex
foedissiman de 287 d. C., que condenaba la prostitución y las mujeres libertinas, para condenar a las mujeres que tienen
relaciones con otras mujeres. En 1400 Bartolomeo de Saliceto retoma esta interpretación de la Lex foedissiman para condenar el
lesbianismo con la pena de muerte. Las Lecturas de Saliceto se convertirían en una referencia para toda Europa, cuya legislación
se basaba en la romana, hasta el siglo XVIII.110 En general, se han encontrado pocos casos en los que se aplicaran estas leyes y
no parece que existiera una persecución generalizada.111

El lesbianismo aparece también en la literatura, aunque sea de forma muy escasa. En el Cancionero de la Biblioteca Vaticana se
encuentra la siguiente cantiga de escarnio:
Mari'Mateu, ir-me quer'eu d'aquem, Mari'Mateu, irme quiero de aquí
porque non poss'un cono baratar; porque no puedo un coño negociar;
alguien que mh'o daria non o tem, alguien que me lo daría no lo tiene,
e alguem que o tem non mh'o quer dar; y alguien que lo tiene no me lo quiere dar;
Mari'Mateu, Mari'Mateu, Mari'Mateu, Mari'Mateu,
tan desejosa ch'es de cono com'eu! ¡tan deseosa de coño como yo!

E foi deus ja de conos avondar E hizo Dios de coños abundar


aquí outros que o non am mester, aquí otros que no lo tienen menester,
e ar fezer muyto desejar y hacerlo mucho desear
a min e ty, pero que ch'és molher; a mí y a ti, pero que eres mujer;
Mari'Mateu, Mari'Mateu, Mari'Mateu, Mari'Mateu,
tan desejosa ch'es de cono com'eu! ¡tan deseosa de coño como yo!

Afonso de Cotom, Cancionero Vaticano, Cántiga n.º 1115112

Europa moderna
La homosexualidad femenina no recibió a lo largo de la historia el mismo tipo de
respuesta negativa de las autoridades religiosas o criminales como la
homosexualidad masculina o el adulterio. Mientras que la sodomía entre
varones, entre varones y mujeres y entre varones y animales era condenada a
muerte en prácticamente todos los países de Europa, en muchos el
reconocimiento del contacto sexual entre mujeres era prácticamente inexistente
en los textos médicos y legales, como era el caso en Gran Bretaña. En España,
Italia y el Sacro Imperio, la sodomía entre mujeres (habitualmente, el uso de
instrumentos fálicos para la penetración) estaba incluida entre los actos
considerados contra natura y castigables con la hoguera.113

En España está documentado un caso de principios del siglo XVII en el que dos
mujeres conocidas como Las Cañitas fueron juzgadas por la Inquisición
Española en Salamanca por «bujarronas» —según la expresión utilizada por el
tribunal—. En el acta se especificaba que «trataba la una a la otra con un El lesbianismo y el hermafroditismo,
artificio de caña en forma de natura de hombre». Halladas culpables fueron mostrados en este grabado de hacia
azotadas y condenadas al destierro, aunque años más tarde llegó el perdón 1690, eran conceptos muy similares
durante el renacimiento.
real.114

Sin embargo, el homoerotismo femenino era tan común en la literatura y el


teatro ingleses que los historiadores han sugerido que estuvo de moda durante algún tiempo en el Renacimiento.115 Una
consecuencia de la Masacre holandesa de sodomitas de 1731/32, fue el comienzo de la persecución de las tríbades en los Países
Bajos. De 1731 a 1811, fecha de la introducción del código penal francés, solo en Ámsterdam, se juzgó a 23 mujeres por ese
delito.116

Las ideas sobre la sexualidad femenina estaban unidas a la comprensión contemporánea de la fisiología femenina. La vagina era
considerada una versión cóncava del pene; donde la perfección natural creó al varón, se pensaba a menudo que la naturaleza
intentaba corregirse, convirtiendo la vagina en un pene en algunas mujeres.117 Es el caso de Juan Huarte de San Juan, médico y
psicólogo español cuyo Examen de ingenios para las ciencias tuvo una influencia considerable en toda Europa. Huarte opinaba
que si un feto masculino era sometido al frío, sus genitales se retraerían para convertirse en una vagina, creando a una niña
fisiológicamente femenina, pero psicológicamente masculina.118 Más tarde se pensó que estos eran casos de hermafroditismo,
que se convirtió en sinónimo del deseo homosexual femenino. La consideración médica del hermafroditismo dependía de las
mediciones del clítoris; se pensaba que las mujeres usaban este clítoris más largo y protuberante para penetrar a otras mujeres. La
penetración era el principal foco de preocupación en todos los actos sexuales y una mujer de la que se consideraba que tenía un
deseo incontrolable debido a su gran clítoris era llamada tríbade (literalmente, «frotadora»).119 No solo eran los clítoris grandes
los que se creía que producían deseos en algunas mujeres, lo que las llevaba a masturbarse, sino que algunos panfletos advertían a
las mujeres que la masturbación podía producir estos clítoris aumentados. Durante algún tiempo, la masturbación femenina y el
sexo lésbico fueron sinónimos.120

Las diferencias de clase pasaron a estar relacionadas con el lesbianismo cuando la moda del homoerotismo pasó. Las tríbades
eran consideradas a la vez miembros de las clases más bajas, tratando de corromper a mujeres virtuosas, y representantes de una
aristocracia arruinada por el libertinaje. Los escritores satíricos comenzaron a sugerir que sus rivales políticos (o más a menudo
sus esposas) eran tríbades para arruinar su reputación. Por ejemplo, existían rumores de que Ana I de Gran Bretaña tenía un
apasionado romance con Sarah Churchill, que se convirtió en duquesa de Marlborough gracias a su proximidad con la reina.
Cuando Churchill fue desbancada como la favorita de la reina, la misma Churchill esparció rumores de que la reina tenía
relaciones con sus damas de compañía.121 También hubo rumores sobre María Antonieta durante algunos meses entre 1795 y
1796,122 y sobre la reina Maria Carolina, hermana de la anterior y esposa del rey Fernando I de las Dos Sicilias, de la que se
decía que era amante de lady Emma Lyon.123

Esposos femeninos
El hermafroditismo había aparecido en la literatura médica tan a menudo que se
consideraba conocimiento común, aunque los casos eran raros. Los elementos
homoeróticos en la literatura eran muy frecuentes, específicamente la confusión
de un sexo por otro para engañar y seducir a una mujer inocente. Quizás el
ejemplo más extraordinario de la literatura en español sea el que aparece en Los
siete libros de la Diana del portugués Jorge de Montemayor. En la escena,
Ismenia es un varón que se hace pasar por una mujer vestida de varón que
enamora a una pastora. Aunque Ismenia sea un varón, la pastora no lo sabe y a
pesar de ello acepta el cortejo, los besos y arrumacos.124 Este tipo de recurso
dramático fue muy común en España durante el Siglo de Oro, como muestran las
obras Don Gil de las calzas verdes (1615) de Tirso de Molina o Las manos
blancas no ofenden de Calderón de la Barca. En Inglaterra estos papeles se
llamaban breeches role y fueron empleados con frecuencia por autores teatrales,
como Shakespeare en su Noche de reyes (1601) o Edmund Spenser en The
Faerie Queene (1590).125 La confusión del sexo fue un recurso
dramático muy popular en los siglos
Existen casos documentados excepcionales de mujeres renacentistas que XVI y XVII, como esta escena de
tomaron el papel de varones sin ser detectadas durante años o décadas.nota 7 Si Noche de reyes de Shakespeare,
eran descubiertas, los castigos iban desde la muerte, un tiempo en la picota, hasta pintada por Frederick Pickersgill.
simplemente ser castigadas a llevar ropa de mujer. Uno de los casos más
conocidos es el de Catalina de Erauso, que incluso llegó a conseguir permiso
papal para vestir de varón. En 1746, Henry Fielding escribió un panfleto titulado The Female Husband («El marido femenino»),
basado en la vida de Mary Hamilton que se casó con diferentes mujeres en tres ocasiones y fue condenada a latigazos públicos.
Ejemplos similares son los de Catharine Linck en Prusia en 1717, ejecutada en 1721; y la suiza Anne Grandjean, que se casó y se
trasladó a Lyon, pero fue denunciada por una mujer con la que había tenido una aventura amorosa anteriormente y sentenciada al
cepo y a la cárcel.126 La tendencia de la reina Cristina de Suecia a vestir de varón era bien conocida en su época y excusada por
su noble cuna; fue criada como un varón y en la época se especulaba con que fuese un hermafrodita. Incluso después de que
abdicase del trono en 1654 para evitar el matrimonio, le son conocidos relaciones amorosas con otras mujeres.127

Algunos historiadores contemplan los casos de mujeres travestidas como manifestaciones de mujeres que se reclaman un poder
que naturalmente no hubiesen podido disfrutar vestidas de mujeres o como su forma de racionalizar su deseo por otras mujeres.
Lillian Faderman afirma que la sociedad occidental se sentía amenazada por las mujeres que rechazaban su papel femenino. Las
mujeres que eran acusadas de usar consoladores, como dos monjas españolas del siglo XVI, ejecutadas por usar instrumentos
materiales, eran castigadas más severamente que aquellas que no usaban elementos de penetración.126 128 Existen documentos
sobre dos matrimonios entre mujeres en Cheshire, Inglaterra en 1707 (entre Hannah Wright y Anne Gaskill) y 1708 (entre Ane
Norton y Alice Pickford), sin ningún comentario sobre el hecho de que ambas partes fuesen femeninas.129 130 Informes de
clérigos con estándares laxos que realizaron bodas y más tarde escribieron sobre sus sospechas de que el marido era una mujer
continúan apareciendo hasta finales del siglo siguiente.

Fuera de Europa, las mujeres pudieron vestir de varones y pasar inadvertidas durante largo tiempo. Deborah Sampson luchó en la
Revolución estadounidense como un varón, bajo el nombre de Robert Shurtleff, teniendo relaciones con mujeres.131 Edward De
Lacy Evans nació como mujer en Irlanda, pero tomó un nombre masculino en un viaje a Australia, viviendo 23 años como varón
en Victoria, casándose en tres ocasiones.132 Percy Redwood produjo un escándalo en Nueva Zelanda en 1909 cuando se
descubrió que era Amy Bock, que se había casado con una mujer de Port Molyneaux; los periódicos discutían si se trataba de un
signo de locura o de un defecto inherente de carácter.133 En España, en 1901, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga se
casaban en la iglesia de San Jorge en La Coruña, con Sánchez Loriga adoptando el papel masculino; aunque el matrimonio no se
llegó a anular, ambas tuvieron que huir a Argentina al ser perseguidas por la justicia.134

Reexaminando la amistad romántica


Entre los siglos XVII a XIX, estaba de moda que las mujeres expresasen amor
apasionado entre sí, siendo este hecho aceptado e incluso fomentado.130 Estas
relaciones se llamaban amistades románticas o sentimentales y eran muy comunes
en los Estados Unidos y Europa. Estas amistades están documentadas con una gran
cantidad de correspondencia escrita por mujeres. El que este tipo de relaciones
incluyeran un contacto físico sexual no era algo discutido públicamente, pero las
mujeres podían formar relaciones estrechas y exclusivas y seguían siendo
consideradas virtuosas, inocentes y castas; una relación similar con un varón hubiese Intimidad entre mujeres estuvo de
arruinado su reputación. De hecho, estas relaciones eran fomentadas como una moda entre los siglos XVII y XIX,
alternativa y como un ejercicio previo al matrimonio.135 nota 8 aunque la sexualidad era
admitida públicamente en
En el mundo hispano se pueden rastrear amistades románticas entre mujeres desde el contadas ocasiones.
siglo XVII, como la de María de Zayas y Sotomayor, novelista, y Ana de Caro,
dramaturga y ensayista. Ambas vivían juntas en Madrid, ganando su sustento como
escritoras, sin depender de ningún varón.136 Pero quizás las más conocidas son las formadas por Sor Juana Inés de la Cruz y las
virreinas Leonor Carreto de Toledo, marquesa de Mancera, y María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, marquesa de la Laguna
de Camero Viejo, a las que dedicó encendidos poemas. A María Luisa Manrique de Lara le dio los sobrenombres de Lisi, Lísida,
Fili o Filis.137

Yo, pues, mi adorada Filis,


que tu deidad reverencio,
que tu desdén idolatro
y que tu rigor venero:
[...]
Ser mujer, ni estar ausente,
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo.

op.cit. Villena p. 108

En Francia el caso más conocido quizás sea el de madame de Staël, quien, a pesar de sus varios matrimonios, mantenía una
intensa amistad con mademoiselle Juliette Récamier:

Eres lo primero en mi vida. Cuando te vi, me pareció que ser amada por ti sería como ser una con el
destino. Me bastaría si pudiera verte. Tu eres la reina de mi corazón, dime que nunca me harás daño;
precisamente ahora tendrías en tu mano hacerme terriblemente daño.
Adiós, mi amada y adorada. Te abrazo en mi corazón. Mi ángel, dime al final de tu carta: te amo. El
sentimiento que tendré al leer esas palabras me hará creer que te estoy abrazando.

op.cit. Feustel p. 71

En el Reino Unido también eran muy frecuentes este tipo de amistades. En 1709
Lady Mary Wortley Montagu escribía a Anne Wortley que «nadie era tan
completamente y sinceramente tuya [...] no creo posible que un hombre sea tan
sincero como yo.»138 La poetisa Anna Seward tuvo una profunda amistad con
Honora Sneyd, a la que dedicó multitud de poemas.139 También Mary
Wollstonecraft, escritora y filósofa, estuvo relacionada con otra mujer llamada
Fanny Blood.nota 9 La primera novela de Wollstonecraft, Mary: A Fiction, en parte
trataba de su relación con Fanny Blood.140 Quizás la amistad romántica más
conocida en el Reino Unido fuera la que unió a Eleanor Butler y Sarah Ponsonby,
llamadas las señoritas de Llangollen. Butler y Ponsonby se fugaron en 1778, para
alivio de la familia de Ponsonby (preocupada por su reputación, de haberse fugado
con un varón),141 para vivir juntas en Gales durante 51 años, siendo consideradas
«excéntricas».142 Su historia fue considerada «el epítome de las amistades
románticas virtuosas» e inspiró la poesía de Anna Seward y Henry Wadsworth
Eleanor Butler y Sarah Ponsonby Longfellow.143 La diaristanota 10 Anne Lister, cautivada por Butler y Ponsonby,
tuvieron una relación que fue relató sus relaciones con mujeres entre 1817 y 1840, usando lenguaje codificado en
considerada devota y virtuosa,
parte para ofrecer detalles de sus relaciones sexuales con Marianna Belcombe y
después de fugarse de Gales y
Maria Barlow.144 Tanto Lister como Eleanor Butler eran consideradas masculinas
vivir 51 años juntas.
en escritos contemporáneos y, aunque existían sospechas sobre la naturaleza sáfica
de estas relaciones, aun así éstas fueron alabadas en la literatura.145 146

En Estados Unidos las amistades románticas más intensas solían llamarse «matrimonios de Boston». La poetisa Emily Dickinson
escribió más de 300 cartas y poemas a Susan Gilbert, quien más tarde se convirtió en su cuñada, y estuvo envuelta en otra amistad
romántica con Kate Scott Anthon. Anthon rompió su relación el mismo mes en que Dickinson decidió aislarse para el resto de su
vida.147 En Hartford, Connecticut, dos mujeres negras nacidas libres, Addie Brown y Rebecca Primus, dejaron rastros de su
amor en cartas: «Ningunos besos como los tuyos».148 En Georgia, Alice Baldy escribía a Josie Varner en 1870, «¿Sabes que si
me tocas o me hablas, no hay un nervio en mi cuerpo que no responda con un estremecimiento de placer?»149
Hacia principios del siglo XX el desarrollo de la educación superior abrió muchas posibilidades a las mujeres. En el Reino Unido,
en ambientes completamente femeninos, se desarrolló una cultura de búsqueda de romance en los colegios femeninos. Las
estudiantes mayores hacían de mentoras de las más jóvenes, les hacían visitas sociales, las llevaban a bailes de mujeres y les
enviaban flores, tarjetas y poemas que declaraban su amor eterno.150 Se escribía sobre estos llamados smash (choque, golpe) o
spoon (cuchara) de forma bastante franca en historias para muchachas que aspiraban a entrar en la universidad, en publicaciones
como Ladies Home Journal, una revista infantil llamada St. Nicholas y la colección Smith College Stories, sin ninguna crítica.151
Lealtad, devoción y amor duradero eran partes de estas historias y los actos sexuales, más allá de un beso, estaban siempre
ausentes.150 Las mujeres que tenían la posibilidad de estudiar una carrera en lugar de casarse se llamaban a sí mismas nuevas
mujeres y se tomaban esta posibilidad muy en serio.nota 11 Faderman denomina a este periodo como «el último soplo de
inocencia» antes de 1920, cuando las caracterizaciones del afecto femenino se conectan con la sexualidad, marcando a las
lesbianas como un grupo único y a menudo poco favorecido.150 De forma específica, Faderman relaciona el aumento de la
independencia de la mujer y el comienzo del rechazo de los roles estrictamente prescritos de la era Victoriana con la designación
científica del lesbianismo que implicaba un tipo de comportamiento sexual aberrante.152

Fuera de Occidente
Mientras el comportamiento homosexual femenino puede estar presente en todas las culturas, el concepto de lesbiana como mujer
que se junta exclusivamente con otras mujeres no lo está. La actitud frente al comportamiento homosexual femenino depende del
rol de la mujer en cada sociedad y de la definición que cada cultura hace del sexo.

Oriente Medio y Próximo


Las mujeres de Oriente Medio y Próximo han estado históricamente segregadas de los varones. En los siglos VII y VIII algunas
mujeres extraordinarias vestían con ropas masculinas, cuando los roles de cada sexo eran menos estrictos, pero los roles sexuales
que acompañaban a las mujeres europeas no estaban asociados a las mujeres islámicas. En la corte califal de Bagdad había
mujeres que vestían ropas de varón, incluyendo vello facial falso, aunque competían unas con otras por obtener la atención de los
varones.153 Las mujeres muy inteligentes, según los escritos del siglo XII de Sharif al-Idrisi, tenían una mayor probabilidad de
ser lesbianas; su poder intelectual las ponía en una posición más a la par con los varones.153 Algunas mujeres de al-Ándalus
privilegiadas tenían acceso a la educación y en dos antologías modernas de poesía femenina de aquella época, de Teresa Garulo y
de Maḥmud Subḥ,154 155 el amor entre mujeres aparece tratado con normalidad.156

Las relaciones entre las mujeres que vivían en los harenes y los temores de que las mujeres tuvieran relaciones íntimas en los
baños turcos fueron expresados en los escritos de varones. Las mujeres, sin embargo, guardaban mayoritariamente silencio y los
varones rara vez hablaban de relaciones lésbicas. No está claro que las pocas veces que el lesbianismo es mencionado en la
literatura sea una representación histórica exacta o si más bien servía de fantasía a los varones.

Un tratado de 1978 sobre la represión en Irán afirmaba que las mujeres eran silenciadas por completo: «En toda la historia de
Irán, [a ninguna mujer] se le ha permitido hablar sobre estas tendencias [...] Admitir deseos lésbicos sería un crimen
inaceptable.»153 Aunque los autores de Islamic Homosexualities («Homosexualidades islámicas») afirmaban que esto no implica
que las mujeres no pudieran tener relaciones lésbicas, una antropóloga lesbiana visitó en 1991 Yemen e informó que en la ciudad
que visitó las mujeres no eran capaces de entender su relación romántica con otra mujer. De las mujeres de Pakistán se espera que
se casen con un varón; aquellas que no lo hacen son marginadas e ignoradas socialmente. Las mujeres, sin embargo, pueden tener
relaciones íntimas con otras mujeres mientras cumplan con sus deberes conyugales, mantengan sus asuntos privados con
discreción y la mujer con la que están involucradas esté relacionada de alguna forma lógica o sea de la familia.157

América indígena y precolombina


Tras el primer encuentro de los conquistadores europeos con el continente americano, se comienza un registro a modo de crónica
sobre el comportamiento de los nativos, siendo la sexualidad uno de los aspectos que más escandaliza. En estos textos se
menciona la sodomia foeminarum, lo cual representa una prueba fehaciente de la existencia de prácticas homosexuales en varias
etnias del continente americano. Puntualmente, el jesuita Pêro Correa escribe:158

Hay aquí muchas mujeres que realizan oficios de hombres y tienen otras mujeres con las que están
casadas

Pêro Correa, 1551.

Hacia 1576, Pêdro de Magalhães de Gândavo se refiere a relaciones homosexuales de mujeres tupinambás

Algunas indias de esta región juran y prometen castidad y así no se casan ni conocen hombre de
ninguna calidad, ni lo consentirán aunque por eso las maten. Estas dejan todas las actividades de
mujeres e imitan a los hombres y realizan sus oficios como si no fuesen mujeres. Traen el cabello
<cortado como los machos, van a la guerra y de cacería con arcos y flechas ... y cada una tiene una
mujer a su servicio y que le hace de comer como si estuviesen casadas.

Pêro de Magalhães de Gândavo, 1576.158

Durante el siglo XVIII otros europeos, misioneros y exploradores describían a personas del tercer sexo como berdaches, tanto en
los casos femeninos como masculinos. Para las mujeres específicamente, se relata que vestían ropas de hombre y participaban en
actividades guerreras, de caza y otras que su cultura consideraba masculinas, como la confección de armas; pero además tenían
esposas o compañeras duraderas.159 Los zuñi llaman a las mujeres que toman el rol masculino katsotse160 y los mojave les dan
el nombre de hwame.161 Estos roles transgénero tienen menos que ver con la sexualidad que con la espiritualidad y la ocupación.
Las relaciones entre «dos espíritus» femeninos y mujeres que no son transgénero se consideran como de «heterogénero».162

África
Los roles transgénero y los matrimonios entre mujeres también han sido documentados en más de treinta sociedades
africanas.163 Las mujeres se pueden casar con otras mujeres, criar sus hijos y ser consideradas generalmente como varones en
sociedades de Nigeria, Camerún y Kenia. Los hausas de Sudán poseen un término similar al de lesbiana, kifi, que también se
puede aplicar a varones, con el significado de «ninguna de las partes insiste en un rol sexual particular».164 Cerca del río Congo,
entre los nkundo, una mujer que participa en una relación emocionalmente fuerte o sexual con otra mujer es conocida como
yaikya bonsángo («una mujer que se aprieta contra otra mujer»). Las relaciones lésbicas también son conocidas en las sociedades
matriliniales de Ghana entre los pueblos akan. En Lesoto, mujeres realizan lo que se considera habitualmente en Occidente como
sexo: se besan, duermen juntas, frotan sus genitales y mantienen relaciones exclusivas. Pero como las personas en Lesoto creen
que para que exista sexo es necesario un pene, no consideran este comportamiento sexual, ni las mujeres se consideran
lesbianas.165

La colonización de África tuvo como resultado un cambio de valores; la sexualidad aborigen pasó de considerarse fluida y
dinámica, a binaria y fijada de por vida. Tras la colonización, algunas mujeres que se identificaban como lesbianas fueron
sometidas a violaciones con la idea de que el sexo con varones podía «curar» el lesbianismo.166 A pesar del cambio de
paradigma, el gobierno de Sudáfrica fue el primero del mundo que prohibió la discriminación basada en la orientación sexual en
su constitución.167 Además, Sudáfrica fue el primer país africano (y quinto del mundo) en legalizar el matrimonio entre personas
del mismo sexo.168

Asia
China, antes de su occidentalización, era una sociedad en las que los varones y las mujeres vivían separados. Históricamente, la
cultura china no reconoce el concepto de orientación sexual, o un marco que divida a las personas basándose en la atracción por
otras personas del mismo sexo o del opuesto.169 Aunque existía una cultura significativa rodeando al varón homosexual, no
había ninguna para la mujer. Fuera de sus obligaciones de dar hijos a su marido, se consideraba que las mujeres no tenían ninguna
sexualidad.170 Esto no significa que las mujeres no pudiesen mantener relaciones con otras mujeres, sino que ese tipo de
relaciones no podía ponerse por delante de las relaciones con varones. Una de las escasas referencias al lesbianismo ha sido
transmitida por Ying Shao, que llama a las relaciones homosexuales entre mujeres de la corte imperial, que se comportaban como
marido y mujer, dui shi (comida en pareja). Las asociaciones de la orquídea dorada en el sur de China se mantuvieron hasta el
siglo XX y realizaban matrimonios entre mujeres a las que se les permitía adoptar a niñas.171 La occidentalización trajo nuevas
ideas, entre ellas, la que decía que todo comportamiento sexual que no resultase en reproducción era aberrante.172 La libertad
que conllevaba un empleo en las fábricas de seda a partir de 1865 permitió a algunas mujeres convertirse en tzu-shu nii (que
nunca se casan) y vivir en comunidad con otras mujeres. Otros chinos las llamaban sou-hei (que se peinan a sí mismas) porque
adoptaban el peinado de las mujeres casadas. Estas comunas desaparecieron a causa de la Gran Depresión y fueron desalentadas
por el gobierno comunista como una reliquia de la China feudal.173 En la sociedad contemporánea china, tongzhi (mismo fin o
espíritu) es el término usado para referirse a los homosexuales; la mayoría de las chinas prefieren no clasificarse con más detalle
como lesbianas.174

En Japón, en la década de 1920, se empleaba la palabra rezubian como equivalente de «lesbiana». La occidentalización trajo más
libertad a las mujeres y permitió a algunas japonesas llevar pantalones.175 La palabra tomboy («marimacho») es empleada en las
Filipinas, sobre todo en Manila, para denominar a las mujeres que son masculinas.176 Las mujeres virtuosas de Corea colocan
sus prioridades en la maternidad, la castidad y la virginidad; fuera de estos aspectos, muy pocas mujeres son libres de expresarse
a través de la sexualidad, aunque existe una creciente organización lésbica llamada Kkirikkiri.177 El término pondan es usado en
Malasia para denominar a los varones gais, pero, como no existe un contexto histórico de referencia para lesbianas, el término
también es empleado para las mujeres homosexuales.178 Al igual que en muchos países asiáticos, la homosexualidad masculina
pública es reprimida a muchos niveles, de forma que los malasios llevan doble vida.179 Una mención del siglo XIV de una pareja
lésbica que tuvieron un hijo tras hacer el amor, recogida en un texto de la India, es una excepción al silencio general sobre la
homosexualidad femenina. Esta invisibilidad desapareció con el estreno de la película Fire en 1996, lo que provocó ataques en
algunos cines por parte de fanáticos. Los términos para nombrar a los homosexuales son rechazados a menudo por los activistas
indios, por ser el resultado de una influencia imperialista, pero la mayoría del discurso sobre la homosexualidad se centra en los
varones. Los grupos de defensa de los derechos de la mujer en la India continúan debatiendo si es legítimo incluirlos asuntos
lésbicos en sus plataformas, ya que la información sobre la homosexualidad femenina es suprimida a menudo.180

Demografía

Informe Kinsey
El más amplio de los primeros estudios sobre homosexualidad femenina lo llevó a cabo el Instituto Kinsey para la investigación
sexual, que publicó un informe en profundidad sobre las experiencias sexuales de las mujeres en 1953. Alfred Kinsey y sus
colaboradores entrevistaron a más de 8000 mujeres plasmando los resultados en el libro Comportamiento sexual de la mujer,
segundo tomo del conocido popularmente como Informe Kinsey. El tratamiento objetivo por el informe de la homosexualidad
como una forma más de comportamiento sexual humano fue revolucionario para la época. Antes de este estudio solo los médicos
y los psiquiatras habían estudiado el comportamiento sexual, y casi siempre los resultados habían sido interpretados desde un
punto de vista moral.181

Kinsey publicó que el 28 % de las mujeres se habían sentido atraídas sexualmente por otra mujer, y el 19 % habían tenido algún
contacto sexual con otra mujer.182 nota 12 De las que habían tenido contacto sexual con otra mujer, entre la mitad y dos tercios
habían tenido un orgasmo. Las mujeres solteras tenían una tasa mayor de contactos sexuales con otras mujeres, seguidas de las
mujeres viudas, divorciadas o separadas. La tasa más baja la presentaban
las mujeres casadas; entre estas, las que habían mantenido experiencias
homosexuales anteriores informaban que se habían casado para terminar
con esas actividades.183 La mayoría de las mujeres que afirmaban haber
tenido prácticas homosexuales las habían experimentado menos de diez
veces y un 51 % sólo con una pareja.184 Las mujeres con educación
universitaria tenían las tasas de experiencias homosexuales más altas,
seguidas por las mujeres con educación secundaria; la prevalencia más
baja estaba en las mujeres con educación primaria (inferior al
8.º grado).185 La escala Kinsey establece una gradación
en la orientación sexual, con varios
Kinsey estableció una escala para representar la orientación sexual de las grados de bisexualidad, indicándose en
personas, en la que el 0 representaba una persona exclusivamente azul la proporción de prácticas
heterosexual, el 6 a una persona exclusivamente homosexual, y los homosexuales.
números entremedias correspondían a los distintos gradientes en la
prevalencia de prácticas sexuales con ambos sexos. El 6 % de las
entrevistadas se encuadraron en el 6, exclusivamente homosexuales, y el 71 % se asignaron al 0, exclusivamente heterosexuales.
De los demás grados el más común fue el 1 (15 %),186 mujeres predominantemente heterosexuales que alguna vez habían
mantenido algún contacto lésbico. Aunque el informe Kinsey remarcaba que la clasificación describía un periodo de la vida de la
persona y que la orientación podría cambiar.186 El muestreo sobre el que se basó el informe recibió críticas por sobrerepresentar
a las mujeres con comportamientos homosexuales, por lo que las cifras exactas no son aceptadas por todos investigadores
posteriores.181

Informe Hite
En 1976, veintitrés años después, la sexóloga Shere Hite publicó otro informe de un estudio realizado sobre una encuesta
realizada a 3019 mujeres, bajo el título The Hite Report (el informe Hite). Las preguntas del cuestionario de Hite se diferenciaron
de las de Kinsey en que se centraban más en cómo se identificaban las propias mujeres, o qué preferían más que en lo que habían
experimentado. Las encuestadas por Hite indicaron que el 8 % prefería el sexo con mujeres y el 9 % contestó que se identificaban
como bisexuales o que habían tenido experiencias sexuales tanto con varones como con mujeres y negaban tener una
preferencia.187 Las conclusiones de Hite se basan más en los comentarios de las encuestadas que en los datos cuantificables.
Encontró sorprendente que muchas mujeres que no habían tenido experiencias lésbicas indicaran que estaban interesadas en el
sexo con otras mujeres, particularmente porque no se hacía esa pregunta en el cuestionario.188 Hite encontró dos diferencias
significativas entre las encuestadas con experiencias con varones, y las que las tenían con mujeres. Las primeras destacaban la
importancia que le daban a la estimulación clitorídea, y las segundas la mayor implicación emocional y las respuestas
orgásmicas.189 Como Hite realizó su estudio durante el auge del feminismo de los años 1970, ella misma admitió que algunas
mujeres podrían haberse identificado como lesbianas por motivos políticos.190

Encuestas de población
Se estima que en EE. UU. las lesbianas representan el 2,6 % de la población, según una encuesta completada en el año 2000 del
National Opinion Research Centers (Centros nacionales de investigación de opinión) sobre la actividad sexual de adultos que
habían tenido experiencias homosexuales en el último año.191 Una encuesta sobre parejas homosexuales en EE. UU. muestra que
entre 2000 y 2005, el número de personas que afirmaban tener relaciones homosexuales se había incrementado un 30 %, cinco
veces la tasa de incremento de población de EE. UU. El estudio atribuye este salto a que la gente se siente más cómoda que antes
autoidentificándose como homosexual ante el gobierno federal.nota 13 El gobierno del Reino Unido no pide a sus ciudadanos que
definan su sexualidad, pero estima que está entre el 5-7 %.192 El cálculo no diferencia a las lesbianas como lo hace el censo de
EE. UU., incluyendo en él a gais, lesbianas y bisexuales. Las encuestas en Australia registran una tasa de mujeres que se
autodefinen como lesbianas o bisexuales de entre el 1,3 % y 2,2 % de la población total femenina.193

Lesbianas y sexualidad
La necesidad de existencia de una relación sexual física o sentimental entre mujeres para definir el lesbianismo sigue
debatiéndose. Según la escritora feminista McCormick, la sexualidad femenina ha sido construida por los varones, para los cuales
el principal indicador de la orientación sexual lésbica son las experiencias sexuales con otras mujeres, aunque no se exija la
práctica sexual con varones para definir a una mujer como heterosexual. McCormick afirma que las conexiones emocionales,
mentales e ideológicas con otras mujeres son tan importantes o más como la genital.194 Sin embargo en los años 80 un
significativo movimiento rechazó la desexualización del lesbianismo realizada por las feministas, lo que causó una gran polémica
denominada «guerras del sexo».195 Se retomaron los papeles butch y femme, aunque no de forma tan estricta como en los años
50. A partir de los años 90 el lesbianismo se convirtió en una forma optativa de expresar la propia sexualidad. Una vez más las
mujeres se sintieron seguras para ser más aventureras, y la flexibilidad sexual se hizo más aceptable.196

Uno de los tópicos que han centrado el debate sobre la sexualidad lésbica es un
fenómeno descrito por la sexóloga Pepper Schwartz en 1983. Schwartz registró en
un estudio que las parejas lésbicas de larga duración mantenían contactos sexuales
con menos frecuencia que las parejas heterosexuales u homosexuales masculinas,
denominando a este fenómeno muerte de la cama lésbica. Sin embargo, las lesbianas
han discutido esta teoría por la definición que se hace en el estudio de contacto
sexual, y apuntan que existen otros factores que unen a las parejas de mujeres más
allá de la mera repetición de relaciones sexuales, como las conexiones más El sueño, de Gustave Courbet.
profundas existentes entre las mujeres que hacen que redundantes las relaciones
sexuales frecuentes, la mayor fluidez sexual en las mujeres que causa que durante su
vida se muevan entre la heterosexualidad, la bisexualidad y el lesbianismo numerosas veces durante sus vidas —o que incluso
rechacen las etiquetas. Posteriores argumentos señalan que el estudio tenía errores y no representaba de forma exacta el contacto
sexual entre mujeres, o que desde 1983 la situación ha cambiado y ha aumentado el contacto sexual entre mujeres ya que muchas
lesbianas se sienten más libres para expresar su sexualidad.197

Otros debates sobre género y orientación sexual atañen a cómo se denominan o se ven muchas mujeres. En las culturas
occidentales se ha dado mayoritariamente por sentado que la heterosexualidad es una cualidad innata. Cuando una mujer pone en
práctica su atracción sexual o romántica por otras mujeres puede experimentar una «crisis existencial» y muchas van más allá y
adoptan la identidad de lesbiana, desafiando los estereotipos homosexuales de la sociedad, y aprenden a desenvolverse en la
subcultura homosexual.198 Las lesbianas de las culturas occidentales generalmente comparten un sentido de identidad cultural
similar al de las minorías étnicas, construido por experiencias discriminatorias parecidas y que han llevado a muchas lesbianas a
rechazar los principios heterosexuales. Esta identidad es única y diferente a la de los varones gais y la de las mujeres
heterosexuales, y frecuentemente crea tensión con las mujeres bisexuales.199 Algunos teóricos de la sociología han destacado
que el comportamiento y la identidad no siempre coinciden, que hay mujeres que se definen como heterosexuales que mantienen
relaciones sexuales con otras mujeres, mujeres que se autodenominan lesbianas pueden tener relaciones sexuales con varones, u
otras que creían que tenían una orientación sexual inmutable que ha cambiado a lo largo del tiempo. Un artículo de 2001 sobre la
identificación de las lesbianas en los estudios médicos sugiere su reconocimiento tanto por identidad como por comportamiento
sexual. El artículo declina incluir el deseo o la atracción como método ya que raramente ha sido mensurable como un asunto de
salud o psicológico.200

Véanse también: Sexualidad humana y Tribadismo.


Salud

Física
En lo relativo a cuestiones médicas, a las lesbianas se las conoce como mujeres que se acuestan con otras mujeres (MAM) debido
a los prejuicios y creencias acerca de la sexualidad de las mujeres, y debido también a la reticencia de las mujeres a la hora de
relatar de manera exacta su historial sexual incluso a sus propios médicos.201 Muchas lesbianas que se autoidentifican como
tales no van al médico porque no tienen relaciones heterosexuales y no requieren métodos anticonceptivos, factores principales a
la hora de que las mujeres sexualmente activas busquen consultar a un ginecólogo.202 Por consiguiente, muchas lesbianas no se
hacen regularmente la prueba de Papanicolaou. En Estados Unidos, el gobierno señala que algunas lesbianas no se hacen esta
prueba al carecer de seguro de salud debido a que muchas empresas no lo ofrecen a las parejas de hecho.203

La carencia de información médica en las MAM surge de la percepción por parte de los profesionales médicos y de algunas
lesbianas de que tienen un riesgo menor de contraer una infección de transmisión sexual o distintos tipos de cáncer. Cuando las
mujeres acuden a consulta, los profesionales médicos no llegan a tomar una historia médica completa. En un estudio reciente con
2345 lesbianas y mujeres bisexuales, solo el 9,3 % afirmaron haber sido preguntadas acerca de su orientación sexual por parte de
su médico. Un tercio de ellas señalaba que creían que contar su historial sexual provocaría una reacción negativa, y el 30 % había
recibido una reacción negativa por parte de su médico tras haberse identificado como lesbianas o bisexuales.204 El historial
completo de un paciente ayuda a los profesionales médicos a identificar las áreas de mayor riesgo y corrige los prejuicios
existentes sobre las historias personales de las mujeres. En una encuesta similar con 6935 lesbianas, el 77 % había tenido
contactos sexuales con uno o más varones, y el 6 % había tenido ese contacto durante el año anterior.204 nota 14

Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, las cardiopatías son la primera causa de muerte
para las mujeres. Los factores de riesgo de las enfermedades del corazón incluyen la obesidad y el fumar, ambos más prevalentes
en las lesbianas. Los estudios muestran que las lesbianas tienen una mayor masa corporal y en general están menos preocupadas
por problemas de peso que las mujeres heterosexuales, y consideran con más frecuencia que las mujeres con índices de masa
corporal más elevados son más atractivas. Las lesbianas tienden a ejercitarse más regularmente que las heterosexuales, y
generalmente no por razones de estética, como las heterosexuales.205 Hace falta más investigación para determinar las causas
específicas de la obesidad en las lesbianas.203 204

La falta de diferenciación entre mujeres homosexuales y heterosexuales en los estudios


médicos que tratan sobre la salud de las mujeres distorsiona los resultados para las Recomendaciones para
el sexo seguro entre
lesbianas y para las que no lo son. Los informes sobre la prevalencia del cáncer de
mujeres:
mama en lesbianas son inconcluyentes.204 Sin embargo, se ha determinado que el
menor número de lesbianas que se hacen la prueba de Papanicolau hace más difícil «Evitar el contacto con
el periodo menstrual y
detectar el cáncer de cérvix en sus etapas iniciales en ellas. Los factores de riesgo para con lesiones genitales
desarrollar el cáncer de ovarios son más elevados en lesbianas que en heterosexuales, visibles.
quizá porque muchas lesbianas no cuentan con factores protectores como el embarazo, Cubrir los juguetes
el aborto, los métodos anticonceptivos o dar el pecho al bebé.206 sexuales que penetran
más de una vagina o
ano con un nuevo
Algunas enfermedades de transmisión sexual se pueden transmitir entre mujeres, como
condón para cada
el virus del papiloma humano (VPH) (en concreto, las verrugas genitales), persona; considere usar
tricomoniasis, sífilis y el virus del herpes simple (VHS). La transmisión de infecciones distintos juguetes para
de transmisión sexual específicas entre mujeres depende del tipo de prácticas sexuales
cada persona.
Use una barrera (ej.,
que hayan mantenido. Cualquier objeto que entre en contacto con las secreciones del
látex, un condón abierto,
cérvix, la mucosidad vaginal o el periodo menstrual, sean los dedos o un objeto un envoltorio de
penetrante, puede transmitir infecciones de transmisión sexual.207 El contacto oral plástico) durante el sexo
con los genitales puede conllevar un mayor riesgo de contraer VHS,208 incluso en
oral.
mujeres que no hayan tenido ninguna relación sexual previa con varones.209 La Use guantes de látex o
vaginosis bacteriana (VB) aparece con mayor frecuencia en las lesbianas, pero no está de vinilo y lubricante
para el sexo manual que
claro si la VB se transmite mediante el contacto sexual; aparece en mujeres célibes y pudiera producir
en mujeres sexualmente activas. La VB frecuentemente aparece en las dos mujeres que sangre.»
componen la relación lésbica;210 un estudio reciente de mujeres con VB halló que el —Sally A. Mravack204
81 % tenían parejas con VB.211 Las lesbianas no conforman una categoría separada en
los datos de frecuencia de transmisión del VIH, aunque la transmisión es posible
mediante las secreciones vaginales y cervicales. La mayor tasa de transmisión del VIH en lesbianas ocurre en las mujeres que
participan en la toma de drogas por vía intravenosa o que tienen relaciones sexuales con varones bisexuales.212 213

Mental
Desde que la literatura médica comenzó a describir la homosexualidad, la pauta ha sido frecuentemente intentar encontrar una
psicopatología inherente como su causa principal, siguiendo las teorías de Sigmund Freud. Aunque él consideraba que la
bisexualidad era inherente a todo el mundo, y que la mayoría pasa por fases de atracción o experimentación homosexual, Freud
atribuía la atracción exclusiva por personas del mismo sexo a un desarrollo detenido debido a un trauma o a conflictos
paternos.214 nota 15 Mucha literatura de la salud mental de los homosexuales se centraba en la depresión, abuso de sustancias y
suicidio. Aunque estos problemas se dan en las lesbianas, el debate sobre sus causas sufrió un cambio al retirarse la
homosexualidad del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en 1973. En su lugar, el ostracismo social, la
discriminación legal, la internalización de estereotipos negativos y las estructuras de apoyo limitadas son factores que
frecuentemente afectan de manera adversa la salud mental de los homosexuales en las sociedades occidentales .215 Las mujeres
que se autodefinen como lesbianas informan sentirse significativamente distintas y aisladas durante la adolescencia;215 216 se ha
citado que estas emociones aparecen de media a los 15 años en las lesbianas y a los 18 en mujeres que se autodefinen como
bisexuales.217 En conjunto, las mujeres tienden a desarrollar el autoconcepto propio de manera interna o con otras mujeres con
las que son íntimas. Las mujeres también limitan a quién divulgan su identidad sexual, y frecuentemente ven el ser lesbiana como
una opción, al contrario que los varones gais, que son más abiertos y que consideran que ser gay es algo fuera de su control.216

Los trastornos de ansiedad y la depresión son los problemas de salud mental más frecuentes para las mujeres. Las tasas de
depresión en lesbianas son similares a las de mujeres heterosexuales,218 aunque el trastorno de ansiedad generalizada tiende a
aparecer en mayor proporción en lesbianas y mujeres bisexuales que en mujeres heterosexuales.215 nota 16 La depresión es un
problema mucho más significativo en las mujeres que piensan que deben esconder su orientación sexual de sus amigos o familia,
que experimentan conjuntamente discriminaciones por etnia o religión, o que soportan problemas de pareja sin un sistema de
apoyo.219 Se ha comprobado que los estereotipos de los varones sobre la sexualidad femenina afectan a la forma en que las
lesbianas perciben sus propios cuerpos. Los estudios muestran que los varones heterosexuales y las lesbianas tienen estándares
diferentes de atractivo femenino. Las lesbianas que se ven a sí mismas según los modelos masculinos de belleza femenina pueden
experimentar una baja autoestima, trastornos alimentarios y una mayor incidencia de depresiones.205 Más de la mitad de las
encuestadas en un estudio de 1994 sobre problemas de salud mental en lesbianas contestaron que tenían pensamientos suicidas, y
el 18 % había intentado suicidarse.220

Un estudio basado en la población llevado a cabo por el Centro de Investigación de Alcohol Nacional de EE. UU. (National
Alcohol Research Center) encontró que las mujeres que se identifican como lesbianas o bisexuales tienen menos probabilidades
de ser abstemias. Las mujeres lesbianas y bisexuales tienen mayor probabilidad de informar sobre problemas con el alcohol, y de
que no están satisfechas con el tratamiento de los programas de abuso de drogas.221 Muchas comunidades de lesbianas se
localizan en bares, y beber alcohol es una actividad que se correlaciona con la participación en la comunidad de lesbianas y
mujeres bisexuales.222

Familias y política
Aunque la homosexualidad femenina se ha dado en muchas culturas a lo largo de la historia, la creación de familias entre parejas
del mismo sexo es un fenómeno reciente. Antes de la década de 1970, la idea de que personas del mismo sexo formaran
relaciones comprometidas a largo plazo era completamente desconocida para mucha gente. La mayoría de lesbianas (entre un
60 % y un 80 %) declaran estar en una relación a largo plazo.223 Los sociólogos asocian el alto número de parejas de mujeres a
la socialización del rol de género: la inclinación de las mujeres a comprometerse en una relación se duplica en una unión lesbiana.
Al contrario que en las relaciones heterosexuales, que tienden a dividir el trabajo basándose en los roles sexuales, en las
relaciones lésbicas se dividen las tareas equitativamente. Los estudios también señalan que los lazos emocionales son más
estrechos en las relaciones lésbicas y gais que en las relaciones heterosexuales.224

Los asuntos relacionados con las familias fueron una preocupación importante para las lesbianas cuando el activismo gay se
volvió más prominente en las décadas de 1960 y 1970. Los problemas de custodia en particular resultaban de interés, ya que
frecuentemente los tribunales no otorgaban la custodia a las mujeres abiertamente homosexuales, incluso aunque fueran las
madres biológicas.225 226 Como consecuencia de los conflictos de custodia, se realizaron varios estudios para comparar el
desarrollo de los menores con progenitores del mismo y con madres solteras heterosexuales. Estas investigaciones no encontraron
diferencias en la salud mental del menor, su felicidad y su adaptación, por lo general. La orientación sexual, identidad de género y
roles sexuales de los menores que crecen con madres lesbianas no sufren ningún efecto. Las diferencias halladas incluyen el
hecho de que las lesbianas divorciadas tienden a vivir con una pareja, que los padres visitan a las madres lesbianas divorciadas
más frecuentemente que a las madres divorciadas no lesbianas, y que las madres lesbianas expresan un mayor miedo a perder a
sus hijos a través de medios legales.227

El mejorar las oportunidades para formar familias para las parejas del mismo sexo ha perfilado el paisaje político en la última
década. El movimiento a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo en países occidentales ha sustituido otros objetivos
políticos. En 2012, once países, diez jurisdicciones de EE. UU., dos estados de México y una jurisdicción de Brasil permitían el
matrimonio homosexual. Además, las uniones civiles se presentan como una opción en varios países de Europa y estados y
municipios de EE. UU. La posibilidad de adoptar o proporcionar un hogar a menores también es una prioridad familiar y política
para muchas lesbianas, al igual que el mejorar el acceso a la inseminación artificial.227

Cultura
La cultura lesbiana se ha incluido históricamente dentro de la tradición femenina, y más específicamente en la cultura feminista.
Durante muchos años y en épocas más difíciles que las actuales, la cultura de las mujeres se ha desarrollado en diferentes
campos; de esta forma ha habido músicas, poetas, escritoras y artistas, etc.

Dado que las lesbianas son consideradas un grupo social minoritario, se habla muy a menudo de subcultura lesbiana, lo cual no
significa una situación de inferioridad presupuesta, sino algo que es parte de la propia especificidad de las lesbianas, respecto al
mundo heterosexual mayoritario.228

Literatura
Además de la obra de Safo,nota 17 la historiadora literaria Jeannette Howard Foster incluye el Libro de Rut,229 y la tradición
mitológica antigua entre los primeros ejemplos de lesbianismo en la literatura. En las historias griegas sobre divinidades a
menudo aparecen figuras femeninas cuya virtud y virginidad están intactas, que practican actividades masculinas, y que están
acompañadas por un devoto grupo de doncellas. Foster cita a Camilla y Diana, Artemisa, Calisto, Iphis y Ianthe como ejemplos
de figuras mitológicas femeninas que muestran una inclinación por las mujeres o desafían los papeles tradicionales del género
femenino.230 También se debe a los griegos la difusión de la historia de una mitológica raza de mujeres guerreras, las amazonas.
En-hedu-ana, una sacerdotisa de Mesopotamia dedicada a la diosa sumeria Inanna, tiene el honor de haber firmado la primera
poesía lésbica de la historia, donde ella misma se nombraba la esposa de Inanna.231
Durante los diez siglos siguientes a la caída del imperio romano el lesbianismo
desaparece de la literatura.232 Foster apunta a la visión particularmente estricta
que se tenía de Eva, representante de todas las mujeres y causante de la caída de
la humanidad, por lo que el pecado original entre las mujeres era una
preocupación mayor, y debían cuidar su castidad especialmente por ser
consideradas la fuente de la vida.233 Durante este periodo la mayoría de las
mujeres eran analfabetas y no se les permitía acceder a la cultura, así que los
varones eran quienes se encargaban de establecer las ideas sobre la
sexualidad.234 En el siglo XVI las descripciones de las relaciones entre mujeres
de los escritores ingleses y franceses (Vida de las damas galantes de Brantôme
de 1665, la erótica Memorias de una mujer de placer de John Cleland de 1749 o
El espía inglés de varios autores de 1778) presentan una actitud que va desde la
sorprendida tolerancia hasta la excitación, aunque un personaje masculino debía
participar para completar el acto. Se fomentaban a menudo las relaciones físicas
entre mujeres, que no se percibían como una amenaza para los varones cuando
estos no estuvieran disponibles, al considerar que no serían tan satisfactorias
como las de un varón con una mujer.235 En el peor de los casos si una mujer se
enamoraba de otra se convertía en una figura trágica. La satisfacción física y por
En la cama, de Henri de Toulouse-
lo tanto emocional se consideraba imposible sin la intervención de un falo
Lautrec, 1892.
natural. La intervención masculina en una relación entre mujeres se hacía
necesaria cuando estas actuaban como varones y demandaban los mismos
privilegios sociales.236

En Europa el lesbianismo se convirtió en un tema casi exclusivo de la literatura


francesa en el siglo XIX, basándose en la fantasía masculina y el deseo de
iluminar los valores morales burgueses.237 Honoré de Balzac, en La chica de
los ojos de oro (1835), usó el lesbianismo en su historia sobre tres personas que
describía la degeneración de París, y lo repitió en La prima Bette y Séraphîta. Su
obra influyó en la novela de Théophile Gautier Mademoiselle de Maupin, que
tiene la primera descripción física del tipo que se asociaría a las lesbianas: «alta,
ancha de hombros, estrecha de caderas y de inclinación atlética».238 Charles
Baudelaire usará el lesbianismo como tema recurrente en sus poemas «Lesbos»,
«Femmes damnées 1» (Mujeres malditas), y «Femmes damnées 2».239
Criticando la sociedad francesa, además de utilizarlas como personajes
chocantes, muchos de los personajes lésbicos de la literatura francesa del XIX
eran prostitutas y cortesanas: personificaciones del vicio que morían temprano,
con muertes violentas y con moraleja final.240 El poema de Samuel Taylor
Coleridge Christabel (1816) y la novela Carmilla (1872) de Joseph Sheridan Le
Fotografía de 1900.
Fanu presentan el lesbianismo asociado al vampirismo.241 Estas
representaciones de la homosexualidad femenina no fueron las únicas que
formaron la conciencia europea sobre el lesbianismo, Krafft-Ebbing menciona las personajes de Gustave Flaubert en Salambó
(1862) y Ernest Feydeau en El conde de Chalis (1867) como ejemplos de lesbianas ya que ambas novelas muestran protagonistas
femeninas que no siguen las normas sociales y que expresan sentimientos sexuales contradictorios, aunque de ninguna de ellas
muestra deseos o comportamientos homosexuales.242 Havelock Ellis usó ejemplos literarios de Balzac y varios poetas y
escritores franceses para desarrollar su obra principal sobre la inversión de la identidad sexual en las mujeres.243
Gradualmente las mujeres empezaron a dedicarse a la literatura, plasmando sus propios pensamientos sobre las relaciones
lésbicas en sus obras. Hasta la publicación de El pozo de la soledad , la mayoría de las obras sobre lesbianismo habían sido
escritas por varones. Foster sugiere que las mujeres habían sido reacias a escribir sobre sus propias vidas o utilizar el tema de la
homosexualidad, y que algunas escritoras como Louise Labé, Charlotte Charke y Margaret Fuller habrían masculinizado los
personajes de sus obras literarias y plasmado las relaciones de forma ambigua.244 La escritora George Sand fue representada
como personaje en varias obras del siglo XIX. El escritor Mario Praz acreditó la popularidad del lesbianismo como tema con la
aparición de Sand en la sociedad parisina de la década de 1830.245 nota 18 La novela de Charlotte Brontë Villette (1853) inició el
género de las historias de internados con temas homoeróticos.246

A comienzos del siglo XX tanto en Londres como en París, en una atmósfera y


un clima intelectual y artístico resplandeciente, se crearon las primeras
comunidades de mujeres poetas, escritoras y artistas. Algunas de las mujeres
parisinas más conocidas fueron: Marguerite Yourcenar (primera mujer elegida
para integrar la Academia francesa), Natalie Clifford Barney, Gertrude Stein,
Tamara de Lempicka, Colette y sus amigas Natalie Clifford Barney y Liane de
Pougy; algunas de las mujeres lesbianas londinenses más conocidas en ese
entonces fueron Virginia Woolf y Katherine Mansfield. En otros países, sin
embargo, el tema sencillamente se ignoraba: una excepción a la regla sería por
ejemplo Carmen de Burgos Colombine, escritora y periodista española de
principios del siglo XX, que abordó sin reservas en sus obras la vida sexual de
un colectivo sexualmente alternativo y favoreció el descubrimiento literario de la
homosexualidad femenina en España.247 La primera obra española en tratar de
la homosexualidad femenina fue Zezé (1909) de Ángeles Vicente.248 En 1929
se estrenó la primera obra teatral que trataba del tema, Un sueño de la razón de
Cipriano Rivas Cherif.249 La única que se atrevió a publicar versos
Retrato de Virginia Woolf. homoeróticos fue Lucía Sánchez Saornil.

Las escritoras de mediada la primera década del siglo XX utilizaban


frecuentemente mensajes cifrados como una forma de enmascarar la temática lesbiana; personajes que cambian de sexo como en
el Orlando de Virginia Woolf, muchas novelas con historias entre varones gais, como Marguerite Yourcenar; historias
abiertamente lésbicas, pero algunas de ellas escritas bajo un seudónimo, como el caso de Patricia Highsmith y su libro El precio
de la sal de 1951 firmado como Claire Morgan, dan cuenta de esta situación.

Otras escritoras como Amy Lowell, H.D., Vita Sackville-West y Gale Wilhelm también abordaron en sus obras relaciones
lésbicas o transformaciones de género como tema. Otras como Mary Renault y Carson McCullers escribieron o tradujeron obras
de ficción que se centraron en los varones homosexuales; aunque ambas mantuvieron relaciones lésbicas, sus principales amigos
fueron varones gais.250

Cuando los libros en rústica se pusieron de moda, los temas lésbicos quedaron relegados a la pulp fiction. Muchas de estas
novelas de pseudoliteratura presentaban tópicamente a mujeres muy infelices, o relaciones que terminaban trágicamente.
Marijane Meaker posteriormente escribió que le aconsejaron terminar negativamente la historia de Spring Fire, porque los
editores estaban preocupados que de no ser así, el servicio postal de los EE. UU. confiscaría los libros.251

Tras los disturbios de Stonewall los temas lésbicos se hicieron mucho más diversos y complejos, y en vez de presentarse como
erotismo para varones heterosexuales, las obras pasaron a dirigirse a las lesbianas. Las revistas feministas como The Furies y
Sinister Wisdom reemplazaron a The Ladder. Varias escritoras serias incluyeron personajes y tramas lésbicas en sus obras, como
Rita Mae Brown en Rubyfruit Jungle (1973), que presenta una heroína feminista que elige ser lesbiana.252 La poetisa Audre
Lorde se enfrentó a la homofobia y el racismo en sus obras y Cherríe Moraga es la principal responsable de llevar la perspectiva
latina a la literatura lésbica. El cambio de valores es evidente en los escritos de Dorothy Allison, que se centró en el abuso sexual
de menores y los temas deliberadamente provocativos como el sadomasoquismo lésbico.253

En décadas recientes han proliferado las escritoras que tocan temas lésbicos como Jeanette Winterson, el mundo fantástico
proyectado en los libros de Marion Zimmer Bradley. También se suman escritoras de habla española como Ana María Moix,
Silvia Molloy, Ena Lucía Portela, Esther Tusquets, Rosamaría Roffiel, Susana Guzner, Zoé Valdés, Lola Vanguardia, Lucía
Etxebarria, Isabel Franc, Thaís Morales, Odette Alonso, Isabel Prescolí y Cristina Peri Rossi.254

Véanse también: Louise Labé, Alice B. Toklas, Djuna Barnes y Roberta Gregory.

Cine
El lesbianismo explícito o sugerido aparece muy pronto en la filmografía. Las
lesbianas serán representadas en el cine de la misma forma que la literatura de la
época. Curiosamente los argumentos con mujeres que desafiaban los roles
femeninos eran más fácilmente aceptados por la audiencia que el de los varones
que transgredieran los masculinos. Aparecen actrices vestidas como varones por
diversas causas tan pronto como 1914 en A Florida enchantment con Edith
Storey, en Marruecos (1930) donde Marlene Dietrich además besaba a otra
mujer en los labios, Katharine Hepburn finge ser un varón en Christopher Strong
de 1933 y Sylvia Scarlett (1936). El Hollywood de la época sigue la moda que
llevaba al público a ver espectáculos sofisticados y ambiguos a Harlem en los
que se sugería bisexualidad.255 Aunque no se atreverán a representar una
relación homosexual femenina explícitamente hasta 1929 en la película alemana
La caja de Pandora, entre los personajes interpretados por Louise Brooks y
Alice Roberts. Pero la primera película cuya trama principal es una historia
lésbica es la también alemana Mujeres de uniforme (1931), que trata del amor de
una adolescente por una profesora en un internado.256
Marlene Dietrich ataviada de forma
A partir de 1930 el código Hays censuró la mayoría de las referencias a la masculina en 1933.
homosexualidad en las películas producidas en Hollywood, prohibiendo la
representación de «perversiones sexuales», por lo cual el lesbianismo será
eliminado de las películas e incluso de las adaptaciones de obras literarias con tramas lésbicas o personajes que son lesbianas
declaradas. Por ejemplo en la adaptación de la obra teatral de Lillian Hellman, The children's hour, la pareja lésbica se transformó
en un triángulo amoroso heterosexual, con el título These Three. La película biográfica La reina Cristina de Suecia de 1933,
protagonizada por Greta Garbo, disimuló las escenas que sugerían los devaneos de la reina con mujeres.256 La homosexualidad o
el lesbianismo nunca se mencionaban explícitamente en las películas estadounidenses mientras estuvo en vigor el código Hays.
Las razones aducidas por los censores para eliminar una escena lésbica en Olivia (película francesa de 1951) fueron que era:
«Inmoral, podría inducir a corromper la moral».257 La aplicación del código se relajó alrededor de 1961, cuando William Wyler
volvió a filmar The children's hour, con Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. En ella después de que el personaje interpretado
por MacLaine admite su amor por el de Hepburn se suicida ahorcándose, siendo uno de los primeros ejemplos de la costumbre
que se asentará durante mucho tiempo de finalizar de forma infeliz todas las historias homosexuales.258 Será frecuente matar a
los personajes homosexuales al final de la película como en el caso del personaje de Sandy Dennis en la película de 1968 The Fox
(La zorra). Cuando no son infelices víctimas, las lesbianas son representadas como villanas o personajes moralmente corruptos,
como las madames de prostíbulo interpretadas por Barbara Stanwyck en Walk on the Wild Side (La gata negra) de 1962 y Shelley
Winters en The balcony (1963). Se representa a las lesbianas como depredadoras en Rebeca (1940), en películas carcelarias como
Caged (Sin remisión) 1950, o en personajes como Rosa Klebb en From Russia with Love (1963).259 Reaparecen los temas de
vampiras lesbianas en películas como La hija de Drácula (1936), Et Mourir De Plaisir (Francia,1960) y The Hunger (El ansia,
1983).260 Continúa esta costumbre de representaciones negativas Basic Instinct (1991), que muestra una asesina bisexual
interpretada por Sharon Stone, una de las muchas películas que ocasionaron protestas por la representación de los homosexuales
como asesinos.261

A pesar de que también lo hace de forma bastante negativa, la primera


película que intenta representar el lesbianismo con cierta profundidad es El
asesinato de la hermana George en 1968, en la que algunos de sus
escenarios eran auténticos clubs de lesbianas de Londres. En ella por
primera vez un personaje se define como lesbiana. El historiador
cinematográfico Vito Russo considera que la película representa de forma
compleja a un personaje con múltiples facetas que es obligada a
permanecer en silencio por otras lesbianas.262 En Personal Best (1982) y
La censura obligó a que no se
Lianna (1983) se trata a las lesbianas y las relaciones lésbicas de forma
mencionaran los términos lesbianismo u
homosexualidad en La calumnia (1961) más amable y aparecen escenas de sexo lésbico, aunque ninguna de las dos
aunque era el rumor por el cual el representa relaciones felices. Personal Best fue criticada por mostrar el
personaje de Shirley MacLaine se suicida. tópico de la mujer que tras estar con mujeres vuelve a una relación con un
varón, dando a entender que el lesbianismo es una fase, además de por
tratar la relación lésbica con «manifiesto voyeurismo».263 En esa época
también aparecieron personajes y relaciones lésbicas representados de forma ambigua, como en Silkwood (1983), El color
púrpura (1985) y Tomates verdes fritos (1991), en argumentos en los que el lesbianismo era uno de los temas principales.264

El cine independiente hizo posible que se abordaran nuevos temas. Barbara Hammer rodó varias películas experimentales de
tema lésbico como Dyketactics (1974), Superdyke (1975) y Nitrate kisses (1992). Desert Hearts de 1985 fue una de las que tuvo
más éxito. Dirigida por la lesbiana Donna Deitch, está libremente basada en la novela de Jane Rule Desert of the heart. No
recibió muy buenas críticas en su época pero sí las ha obtenido en las revisiones de prensa gay.265 Al final de la década de los
años 80 e inicio de los 90 aparecen películas en los que se tratan los temas homosexuales con seriedad, producidos por los propios
gais y lesbianas, denominado New Queer Cinema.266 Entre las películas que tratan de lesbianas destacan la innovadora comedia
romántica Go Fish (1994) de Rose Troche y la primera películas sobre lesbianas afroamericanas The watermelon woman (1995)
de Cheryl Dunye.267 El realismo de las películas que representan lesbianas da paso a otro tipo de representaciones como las
historias románticas como The incredibly true adventure of two girls in love y Cuando cae la noche, ambas de 1995, Better than
chocolate (1999), sátiras sociales como But I'm a cheerleader de 2001, o incluso el realismo mágico de El niño pez (2009).268
También han reaparecido temas recurrentes como la lesbiana asesina en películas como Criaturas celestiales (1994) de Peter
Jackson, Monster (2003) de Aileen Wuornos, o la exploración y descubrimiento de la orientación sexual y el primer amor en
películas como Fucking Åmål (1998), Besando a Jessica Stein (2001) y Persiguiendo a Amy (1997).269 Entre las cineastas
lesbianas más reconocidas de la actualidad se encuentran Jamie Babbit (But I'm a cheerleader), Patricia Rozema (Cuando cae la
noche), Léa Pool (Lost and Delirious), Rose Troche (The L Word) y Barbara Hammer. La película Las horas (2002) enfoca el
lesbianismo y su impacto social en tres épocas diferentes de la historia, algo parecido a lo que hace la película If These Walls
Could Talk 2 (2000). En el año 2004 la película D.E.B.S. cuenta la historia de una ladrona y una espía que tiene una relación
lésbica. En 2015, la película Carol, basada en la novela autobiográfica El precio de la sal, de Patricia Highsmith, debuta en el
Festival de Cannes con excelentes críticas.270 271

Véase también: Claude Cahun

Televisión
La homosexualidad empezó a tratarse en la televisión mucho más tarde que en el cine. Algunos talk shows de televisiones locales
de Estados Unidos trataron el tema invitando a equipos de expertos -por lo general ninguno de ellos era homosexual- para discutir
los problemas de los varones gais en la sociedad. Raramente se mencionaba el lesbianismo. La primera vez que se representó a
una lesbiana en una serie de televisión fue en el drama psiquiátrico de la NBC The eleventh hour al principio de los 60. En el
episodio una actriz se siente perseguida por su directora y la angustia la lleva a acudir al psiquiatra, que le explica que tiene
sentimientos lésbicos reprimidos que le hacen sentir culpable. Sin embargo tras hacérselo ver el tratamiento se orientará a que
pueda mantener relaciones heterosexuales.272

La invisibilidad de las lesbianas continuará durante los años 70 cuando el tema de la homosexualidad empieza a representarse en
las series, al principio en dramas médicos (The bold ones, Marcus Welby, M.D., Medical Center), en las generalmente se muestra
a pacientes gais que se confiesan con los médicos o el personal sanitario. Esto permitía que se discutiera clínicamente la
homosexualidad: el protagonista solía guiar a los atribulados personajes gais, o bien corregía a los antagonistas homófobos,
mientras que se comparaba a la homosexualidad con la psicosis, el comportamiento delictivo o el abuso de drogas.273

Otro tipo de argumentos en los que aparecían personajes homosexuales en los años 70 fueron los dramas policiales. Podían ser
víctimas del chantaje o de la violencia homofóbica, pero lo más frecuente era que fueran delincuentes. Empezó al final de la
década de los 60 en series como N.Y.P.D., Police story y La mujer policía, y la utilización de historias homosexuales fue
haciéndose más frecuente a medida que creció el activismo LGBT.274 Las lesbianas se incluían como villanas asesinas,
inclinadas al crimen por sus deseos, por haber interiorizado la homofobia o por miedo a ser expuestas públicamente como
homosexuales. Un episodio de La mujer policía provocó protestas de la National Gay Task Force antes de ser emitido por
representar a un trío de lesbianas asesinas que mataban jubilados para robarles su dinero.275 A causa de las protestas la NBC
editó el episodio para modificarlo, lo que no evitó una sentada en las oficinas centrales de la NBC.276 A mediados de la década
de 1970, los gais y las lesbianas empezaron a aparecer como agentes de policía y detectives, haciendo frente al tema de la salida
del armario. En 1991 apareció una abogada bisexual interpretada por Amanda Donohoe en La ley de Los Ángeles, que
protagonizaría el primer beso lésbico famoso de una serie de máxima audiencia, junto a Michele Greene,nota 19 que causó
polémica a pesar de ser calificado como «casto» por el The Hollywood Reporter.277

Aunque las series de televisión no empezaron a tener personajes homosexuales entre


el reparto permanente hasta el final de los años 80, algunas comedias de situación
anteriores tenían un personaje que Stephen Tropiano denomina "gay-hetero". Era un
personaje secundario extravagante que no cumple con las normas de género o que
tiene una vida personal ambigua, que «para todos los efectos debería ser
homosexual» aunque no se explicita. Entre estos se incluye a Zelda de The many
loves of Dobie Gillis, Miss Hathaway de The Beverly Hillbillies y Jo de The Facts of
Life.279 Desde mediados de los años 80 y en los 90 las comedias de situación suelen
tener un episodio de salida del armario, donde un amigo de los personajes
protagonistas se declara homosexual, provocando que los protagonistas traten el
tema. En Designing Women, The Golden Girls y Friends aparecieron lesbianas de
esta forma.280 También se recurrió a personajes lésbicos que salían del armario en
Married with Children, Mad about you y Roseanne. En este último el episodio Don't
Ask, Don't Tell despertó el temor entre los ejecutivos de la ABC de que el beso entre Ellen DeGeneres en 1994, unos
Roseanne y Mariel Hemingway podría bajar la audiencia y hacer que se retiraran los años antes de que su carrera
anunciantes. En cambio ese episodio fue el de mayor audiencia de la semana.281 corriera peligro al salir del
armario en 1997. Estuvo varios
De lejos la comedia de situación americana con mayor impacto para la imagen de las años sin trabajo a raíz del revuelo
lesbianas fue Ellen. La publicidad que supuso en 1997 la salida del armario de la mediático,278 hasta que
consiguió su propio programa,
protagonista tanto en la ficción como en la realidad fue enorme. Ellen DeGeneres
The Ellen DeGeneres Show, que
apareció en la portada de la revista Time la semana antes de la emisión del Episodio tuvo un gran éxito.
del cachorro con el titular «Yep, I'm Gay» (Sip, soy homosexual). Se organizaron
reuniones en muchas ciudades de Estados Unidos para ver el episodio, y las
protestas de las organizaciones conservadoras fueron intensas. El guion ganó un Emmy, pero cuando la serie continuó con el
personaje de Ellen Morgan como lesbiana cada semana, la audiencia bajó, y los ejecutivos de la cadena se sintieron incómodos
con la dirección que el programa estaba tomando y lo cancelaron.282
Las series dramáticas, de fantasía y ciencia ficción ocasionalmente incorporan temas homosexuales y alguna trama continuada
lésbica como en Relativity, Picket Fences, Star Trek: The Next Generation y Deep Space Nine. En estas dos últimas se han
explorado los límites de la orientación sexual y el género.283 Entre estas destacan la serie inglesa Torchwood donde sus dos
protagonistas femeninas, Gwen y Toshiko, han tenido contactos sexuales tanto con mujeres como con personajes femeninos tan
diversos como extraterrestres o robots humanoides. La serie para adolescentes Buffy the Vampire Slayer también tuvo tramas
lésbicas. En la cuarta temporada Willow y Tara se enamoran la una de la otra y su relación continúa a lo largo de la serie hasta
que matan a Tara.284 Este suceso trastorna tanto a Willow que por un tiempo es atraída al mal y usa sus poderes mágicos para la
venganza. Tras volver a la normalidad encontrará consuelo en una nueva relación con Kennedy.

A estas apariciones ocasionales y tramas secundarias le siguieron series de temática específicamente homosexual. Inició este
género la británica Queer as Folk (1999) seguida por su versión estadounidense más larga, con cinco temporadas emitidas del
2000 al 2005. En ambas series dos de sus personajes principales eran una pareja de lesbianas, llamadas Lindsay y Melanie en la
versión americana de Queer as Folk. Showtime, la productora de esta última, promocionó la serie con lemas como «Sin límites»,
y en la serie se abordaron gráficamente muchos temas sobre homosexualidad. La calidad de la serie y su agresiva publicidad
consiguió que tras la primera temporada su audiencia doblara a la de cualquier otro programa de la cadena.285 En 2004
Showtime estrenó The L Word (La Palabra L en Latinoamérica, L en España), una serie dramática protagonizada por un grupo de
mujeres lesbianas y bisexuales, que se emitió hasta 2009.

Las series médicas han seguido introduciendo personajes y relaciones lésbicas, pero ya no sólo entre los pacientes que aparecen
esporádicamente, sino también entre el personal de las plantillas sanitarias del reparto permanente. Tal es el caso de ER, House,
Anatomía de Grey y la española Hospital Central. En esta última destaca la trama lésbica por implicar a dos de los personajes
protagonistas, Maca y Esther.286 Más adelante, en la serie también española, Los hombres de Paco se formaría otra relación
lésbica, con Pepa Miranda y Silvia Castro de protagonistas.

En Japón destaca la presencia del Yuri, que muestra en el manga y el anime el amor entre mujeres. Series como Maria-sama ga
Miteru, Shōjo Kakumei Utena o Sasameki Koto emplean el yuri como elemento central, mientras que otras como Sailor Moon
(con la conocida pareja Haruka/Michiru) lo emplean como un elemento secundario.287

Latinoamérica no estuvo ajena a estos cambios. En Argentina, durante al año 2002, fue emitida por canal 13 de Buenos Aires, una
serie televisiva policiaca titulada 099 Central. En la misma, los personajes de Marisa (representada por Carolina Peleritti), y
Silvina (Eugenia Tobal), son dos mujeres policía que se descubren lesbianas. Marisa tiene asumida su identidad lésbica desde
hace mucho tiempo, pero Silvina no. Ambos personajes tienen que superar muchos obstáculos y apoyarse mutuamente para
seguir juntas: la serie fue traducida al inglés y vendida a Medio Oriente.288

En la Animación Occidental, las relaciones lésbicas tenían protagonismo mayoritariamente en series para adultos, como en Los
Simpsons y el personaje de Patty Bouvier cuando Salió del Armario en el episodio There's Something About Marrying. Pero,
cuando el internet se globalizó, y la gente tomo al LGBT como una moda (cosa que técnicamente no debería ser), las lesbianas se
popularizaron entre las parejas más shippeadas por el internet en páginas como Wattpad, y en especial, con Ships de series para
niños, tales como el Lapidot de Steven Universe o el Korrasami de The Legend of Korra, en especial influenciado por el Anime
Hentai enfocado en lesbianas o comúnmente llamado Yuri.

Deporte
Desde hace años, la lucha por el reconocimiento y la entrada al mundo del deporte y la perseverancia y el triunfo en eventos
deportivos ha sido parte esencial de la historia de la cultura lésbica. Sin embargo, la homofobia existente disuadió a muchas
deportistas de hacer pública su orientación sexual mientras estaban en activo. La primera deportista que públicamente reconoció
ser lesbiana fue la tenista Billie Jean King en 1981. Ganadora del Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon (en seis
ocasiones) y el US Open (en cuatro ocasiones), tuvo que hacer pública su orientación forzada por las circunstancias: había
mantenido una relación extramarital con su asistente Marilyn Barnett, quien amenazaba con demandarla y publicar las cartas de
amor que King le había escrito. Los juzgados finalmente desestimarían la demanda. Para King fue un periodo difícil, pues su
familia era muy homófoba y estaba muy preocupada por su reacción ante la noticia, que tuvo una gran repercusión en los medios
de comunicación.289

Más tarde ese mismo año, la tenista Martina Navratilova también admitió tener una relación sentimental con la escritora Rita Mae
Brown. Navratilova llegó a ganar en tres ocasiones el Abierto de Australia, en nueve el torneo de Wimbledon, se hizo con el US
Open en cuatro ocasiones y consiguió por partida doble alzarse con la victoria en Roland Garros, lo que la convierte en una de las
mejores tenistas de la historia de este deporte. Su salida del armario le valió mucho respecto, pero paralelamente perdió
patrocinadores, que temían las posibles consecuencias comerciales de asociarse a una persona abiertamente homosexual.290

En 1999, la tenista francesa Amélie Mauresmo hizo pública su homosexualidad tras vencer en la semifinal del Abierto de
Australia con 19 años a Lindsay Davenport. Tanto Davenport como Martina Hingis, que ganó la final, hicieron comentarios
negativos sobre el aspecto y juego «varoniles» de Mauresmo, que celebró el haber sido la primera francesa en llegar a la final
desde 1922 corriendo a abrazar a su novia. La tenista posteriormente recibió muestras de apoyo de medios de comunicación y
aficionados, que se revolvieron contra la actitud de Hingis.291 Posteriormente ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos
de Atenas 2004 y la Copa Federación con Francia, y alcanzó el número 1 de la WTA ese mismo año, para después alzarse con el
triunfo en Wimbledon en 2005 y el Abierto de Australia en 2006.

Desde 1982 se celebran cada cuatro años los Gay Games, un evento deportivo y cultural a semejanza de los Juegos Olímpicos. El
Comité Olímpico Internacional no permite el uso del término Gay Olympics, lo cual ha generado controversia.292 El principal
objetivo de los Gay Games es «promocionar y aumentar el autorespeto de lesbianas y varones gais del mundo, y generar respeto y
comprensión del mundo no gay».293

Música
La cantante canadiense de pop y country k.d. lang, ganadora de cuatro premios Grammy, salió del armario en 1992 en una
entrevista en la revista The Advocate. Más tarde, en 1993, protagonizó una portada transgresora junto a Cindy Crawford en la
revista Vanity Fair, mostrando su lado más butch. En 2008 admitió que recibió cierta presión por parte de su compañía
discográfica para no salir del armario, pero cree que gracias a esa decisión su carrera terminó de despegar.294

Melissa Etheridge, cantante de rock ganadora de dos premios Grammy en 1992 y 1994, y de un Óscar en 2006 por la canción I
need to wake up (del documental Una verdad incómoda), salió del armario en 1993 durante la gala presidencial del primer
mandato de Bill Clinton.295 Férrea activista de los derechos homosexuales, declaró tras la aprobación de la proposición 8 que le
impedía casarse con su pareja Tammy Lynn Michaels —con la que tiene gemelos— que, como medida de protesta, se negaría a
pagar sus impuestos al no ser «una ciudadana de pleno derecho».296

El grupo español Mecano escribió la famosa canción Mujer contra mujer sobre la homosexualidad femenina.297 La canción Sol,
noche y luna de Chenoa hace referencia también a este tema.298 Asimismo, el dúo ruso t.A.T.u. hizo referencia al lesbianismo en
sus declaraciones públicas y en varias de sus canciones, entre las que destaca su éxito All the things she said.299

Revistas
La primera revista LGBT del mundo fue Uranus, publicada en 1870 por el alemán Karl Heinrich Ulrichs.300 Sólo tuvo una
edición. La primera revista exclusivamente lésbica de la que se tiene constancia fue Die Freundin (1924-1933; «La amiga»),
editada en Alemania por Friedrich Radszuweit.301 Llegó a haber cinco revistas para lesbianas en Alemania durante la República
de Weimar, además de Die Freundin, Ledige Frauen (1928-1929), Frauenliebe (1926-1930), Frauen, Liebe und Leben (1938),
Garçonne-Junggesellin (1930-1932), la única publicada exclusivamente por mujeres, y Blätter idealer Frauenfreundschaft (1924-
1927).302 16
En Estados Unidos, la pionera fue Vice Versa, publicada en 1947 por Lisa Ben (anagrama de Lesbian, Lesbiana en inglés).303
The Ladder fue la primera distribuida a nivel nacional en ese país. En España, por otra parte, la primera revista lésbica fue Femme
fatal, publicada en 2004.304

Véase también
Cultura lesbiana
Historia del lesbianismo
Historia del lesbianismo en Estados Unidos
Homofobia
Movimiento gay
Utopía lésbica
Familias homoparentales
Portal:LGBT. Contenido relacionado con LGBT.

Notas
1. Un intento de los nativos de la isla de Lesbos (llamada Mitilene en Grecia) en 2008 de reclamar en los tribunales
griegos la palabra como exclusiva de los habitantes de Lesbos no tuvo éxito. Los habitantes afirmaron que el uso
de «lesbiana» y «lesbianismo» para referirse a la homosexualidad femenina violaba sus derechos humanos y los
«avergonzaba en todo el mundo».4
2. En Alemania, entre 1898 y 1908, se publicaron más de mil artículos sobre la homosexualidad. (Faderman [1981],
p. 248) Entre 1896 y 1916, se publicaron 566 artículos sobre las «perversiones» femeninas en los Estados
Unidos. (Faderman, [1991], p. 49.)
3. Otras figuras históricas que fueron etiquetadas como lesbianas a pesar de su comportamiento: Djuna Barnes,
autora de Nightwood, una novela sobre su aventura amorosa con Thelma Wood, le ganó la denominación de
«escritora lesbiana», a lo que ella contestó: «No soy una lesbiana. Solo amaba a Thelma.» Virginia Woolf, que
basó el héroe/heroína de su novela Orlando en Vita Sackville-West, con quien estaba teniendo una relación
amorosa, se distanció de las mujeres que querían relaciones con otras mujeres escribiendo «Estas safistas
aman mujeres; la amistad nunca está completamente libre de amorosidad.» (Castle, p. 4–5.)
4. El historiador Vern Bullough publicó un artículo basado en un estudio inacabado de las características mentales y
físicas demostradas por una lesbiana en Salt Lake City en las décadas de 1920 y 1930. La compiladora del
estudio informó sobre 23 de sus colegas, indicando que existía una comunidad lésbica clandestina en la ciudad
conservadora. Bullough señala que la información se usaba para apoyar el punto de vista de que las lesbianas
no eran anormales o inadaptadas, reflejando además que las mujeres incluidas en el estudio se esforzaban de
todas las formas posibles por adaptarse a las expectativas del rol de género, tratando con hostilidad a cualquiera
que traspasase los límites de la respetabilidad. Bullough escribió, «de hecho, su éxito disimulando su orientación
sexual al mundo exterior nos lleva a la hipótesis de que el lesbianismo era más prevalente en el pasado de lo
que las fuentes parecen indicar, ya que la sociedad no sospechaba nada.» (Bullough, Vern; Bullough, Bonnie
[verano 1977]. "Lesbianism in the 1920s and 1930s: A Newfound Study", Signs, p. 895–904.)
5. Una declaración similar apareció en un panfleto feminista aparecido en Leeds, en Inglaterra, afirmando que
«Nuestra definición de una lesbiana política es una mujer identificada con la mujer que no jode con varones. No
significa una actividad sexual obligatoria con mujeres.» (Jennings, p. 177.)
6. No está claro que significa exactamente «perder cada vez un miembro»; Crompton, p. 202
7. Existe una discusión en la sociología contemporánea sobre si estos casos deben ser descritos con mayor
exactitud como transgénero, basándose en los detalles individuales de cada caso.
8. En una de las raras ocasiones en las que la sexualidad era un punto central de la amistad romántica, dos
profesoras de escuela escocesas de principios del siglo XX fueron acusadas por estudiantes de dormir en la
misma cama, besarse y hacer que la cama se moviese. La abuela de los estudiantes informó a las autoridades,
que no creían que sus acciones fuesen de naturaleza sexual o que se extendiese más allá de la amistad normal:
«¿Debemos decir que toda mujer que ha formado una amistad íntima y que ha dormido en la misma cama con
otra es culpable? ¿Dónde está la mujer inocente en Escocia?» (Aldrich, p. 233.)
9. Wollstonecraft y Blood fundaron una escuela privada para niñas, de forma que pudiesen vivir y trabajar juntas, y
Wollstonecraft bautizó a su primer hijo con el nombre de Blood.
10. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2014). «diarista» (http://dle.rae.es/
diarista). Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Madrid: Espasa. ISBN 978-84-670-4189-7.
11. La primera dama Eleanor Roosevelt intercambió anillos y escribió cartas a la periodista Lorena Hickok,
expresándole su amor y su deseo de besarla; sus escritos estaban dentro del estilo de la amistad romántica. La
idea de que la relación de Roosevelt con Hickok pudiera ser sexual, y por lo tanto calificada como lésbica, creó
polémica entre los biógrafos de Roosevelt. (Faderman [1981], p. 297–313.)
12. Contacto sexual según el informe Kinsey incluía los besos en los labios, los besos profundos en la boca,
tocamientos en el cuerpo, la estimulación manual de los pechos o los genitales, la estimulación oral de pechos o
genitales y la penetración vaginal con objetos. (Kinsey, p. 466–467.)
13. El estudio estima que la población total de gais, lesbianas y bisexuales es de 8,8 millones, pero no hace
distinción entre varones y mujeres. (Gates, Gary [octubre de 2006]. Same-sex Couples and the Gay, Lesbian,
Bisexual Population: New Estimates from the American Community Survey, The Williams Institute on Sexual
Orientation Law and Public Policy (https://web.archive.org/web/20090213183201/http://www.law.ucla.edu/William
sInstitute/home.html), University of California Los Angeles, p. 1–25.)
14. Otro estudio que resumía las encuestas y estudios existentes encontró que entre el 80% y el 95% de las mujeres
que se autodefinían como lesbianas había tenido algún contacto sexual previo con un varón, y en algunos casos
conductas sexuales de riesgo (King, p. 221.)
15. Un estudio de 1966 sobre la literatura psicológica de la homosexualidad comenzó con la teoría de 1924 de Freud
de que se trataba de una fijación en el padre del sexo opuesto. Como las opiniones de Freud eran la base de la
psicoterapia, los artículos posteriores estaban de acuerdo con esto, incluyendo uno de 1951 que afirmaba que
los homosexuales eran heterosexuales que jugaban con ambos roles de género, y que los homosexuales
intentaban perpetuar «fijacion(es) infantiles, incestuosas» en relaciones prohibidas. (Zucker, Luise [July 1966],
Mental Health and Homosexuality, Journal of Sex Research 2 (2), p. 111–125.)
16. Las lesbianas y las mujeres bisexuales también tienen más probabilidades de informar sobre síntomas de
trastornos múltiples el trastorno depresivo mayor, ataques de pánico y abuso de alcohol y drogas. (Cochran, et
al., 2003)
17. Además Safo ha servido como personaje en muchas obras literarias escritas tanto por autores anónimos como
por reconocidos como John Donne, Alexander Pope, Pierre Louÿs que han interpretado sus relaciones tanto con
varones como con mujeres. Se ha usado su figura como la personificación del deseo homosexual, y usado en
personajes libremente basados en su vida. (Castle, pp. 125, 208, 252, 319, 566.)
18. La vestimenta masculina de Sand fue también objeto de varios sonetos de Elizabeth Barret Browning (Castle, p.
426–427).
19. En 21 Jump Street hubo un beso entre el personaje regular de Holly Robinson Peete y el de Katy Boyer en el
episodio A Change of Heart (1990) pero no despertó ninguna atención de la crítica ni del público. (Capsuto, p.
235)

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Enlaces externos
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