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LAS REFORMAS BORBÓNICAS

Las Reformas Borbónicas es como son conocidas el conjunto de modificaciones


emprendidas por la Corona Española en el siglo XVIII, en sus relaciones con el
Virreinato de Nueva España. La Corona se hallaba en aquellos días bajo el dominio de
la Casa de Borbón.
Antecedentes
El reinado del rey Carlos II, de la casa de Austria, estuvo plagado de problemas por su
poca capacidad para manejar los asuntos del reino. Si bien se rodeó de gente muy
capaz para los cargos importantes, él mismo no inspiraba autoridad ni se consideraba
un rey fuerte. Con todo, logró mantener cierta estabilidad en los asuntos de gobierno.
Por otro lado, el monarca no tenía hijos, lo que desató una intensa cadenas de
intrigas, como suele ocurrir en estos casos. En octubre de 1700, el rey español hizo
testamento en favor de Felipe de Anjou, de la Casa de Borbón, y uno de los nietos del
rey francés Luis XIV. Carlos II muere en noviembre de ese mismo año, por lo que
Anjou asume el trono con el nombre de Felipe V de España.
Protagonistas
La figura central de estos cambios fue el rey Felipe V, primer rey español de la Casa
de Borbón, y principal reformador.
Causas
Las reformas se estaban dando casi desde el mismo ascenso de Felipe V a la Corona,
ya que existían facciones en España que se oponían a la misma. En 1701 se desató la
Guerra de Sucesión, ganada por Felipe, y que abrió campo al reformismo. España se
encontraba en declive, dado el gasto que suponían las largas guerras con países
como Inglaterra.
Por otra parte, la situación de las colonias se presentaba también caótica. El manejo
de tierras, propiedades y empresas en el Nuevo Mundo se había estado dejando en
manos de concesionarios, sobre todo eclesiásticos.
Con una fuerte influencia de la Ilustración, los monarcas de la Casa de Borbón
comenzaron a centralizar alrededor de la Corona el control de los asuntos
administrativos, en especial en las colonias de ultramar como Nueva España.
Desarrollo de los acontecimientos
Las reformas se llevaron a cabo en dos frentes: el militar y el económico. Pero de
manera colateral, las reformas económicas afectaron el aspecto religioso.
En Nueva España, se ordenó la creación de un ejército a las órdenes de la Corona.
Este ejército no sólo se creó para salvaguardar el orden interno, sino también para la
protección de las colonias imperiales contra el acoso de potencias extranjeras,
problema que se manifestaba de modo más evidente en las islas del Caribe, donde
piratas y corsarios hacían de las suyas. Los miembros del ejército se captaban
mediante reclutamiento forzoso, pero luego se le otorgaron privilegios a los militares, lo
que hacía muy atractivo el oficio.
En lo económico, la Corona se reservó la explotación de las principales actividades, lo
que incluía comercio, agricultura y minería. La orden jesuita se vio muy afectada por
ello, ya que había acumulado posesiones y mucho poder económico. El conflicto
producido debido a ello condujo a la expulsión de los jesuitas del reino y de sus
colonias en 1767.
Otro conflicto se desató en 1804, con la emisión de una Real Cédula donde la Corona
tomaba posesión de los bienes raíces manejados por corporaciones eclesiásticas.
Tanto la Cédula como la anterior expulsión de la Compañía de Jesús marchaban en
sintonía con las ideas de la Ilustración promovidas por los Borbón.
Acontecimientos posteriores
El dominio central ejercido por la Corona, el descontento generado por las medidas
tomadas, e, irónicamente, las ideas de la Ilustración, fueron el germen de los procesos
independentistas que surgieron en la América Hispana. Estos procesos fueron
influidos por la Revolución de Estados Unidos y la Revolución Francesa.

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