Você está na página 1de 3

Sobre Konrad Liessman

Hegel subraya la autonomía del arte, lo libera de todos 10s servicios; per0 por otro lado lo dota de una
nueva tarea: exposición de la verdad. p.41

Como Hegel dijo con su famosa formulación, el arte es y sigue siendo “para nosotros algo pasado”.
Pero con ello el arte ha perdido también la “auténtica verdad y vitalidad, y está demasiado
desplazado hacia nuestra representación como para que afirme en la realidad su antigua necesidad”.
Así pues, en este sentido, y sólo en este sentido, el arte ha llegado, según Hegel, a su final. Ya no es
norma ni criterio ni símbolo de la moral o de lo absoluto: “Cabe esperar que el arte ascenderá y se
perfeccionará cada vez más, pero su forma ha dejado de ser la suprema menesterosidad del espíritu.
Por muy excelentes que podamos encontrar las imágenes griegas de dioses y por muy dignos y
perfectos que podamos ver representados a Dios Padre, a Cristo y a María, de nada sirve: ante ellos ya
no hincamos la rodilla”. p.45

Esta muerte del arte no significa, pues, su desaparición. Es decir, la pregunta no es si después de esta
muerte del arte puede haber aún arte: desde luego que lo hay. Pero es interesante que Hegel
interprete la liberación del arte también como su pérdida: el arte que se ha desembarazado o que
tuvo que desembarazarse de sus funciones religiosas y de culto, después de eso ya no es lo que fue. Su
libertad lo condena a no ser vinculante. p.45

Qué pueda ser el arte aún tras su muerte, Hegel lo formuló claramente enlazado con esta reflexión, y
en vista de lo que a nosotros nos gusta llamar el negocio moderno del arte, estas visiones son de una
actualidad apabullante: “Lo que las obras de arte estimulan ahora en nosotros es, aparte del gozo
inmediato, al mismo tiempo el juicio mediante el contenido, los medios de exposición de la obra
artística, y la adecuación o inadecuación de ambos. Por esto en nuestra época, la ciencia del arte ha
venido a ser una menesterosidad aún mayor que en los tiempos en los que el arte concedía ya por sí
mismo como arte entera satisfacción. El arte nos invita a una consideración pensante, pero no con el
fin de volver a engendrar arte, sino para conocer de modo científico qué es el arte” p.46

De este modo, la muerte del arte que Hegel propugna posibilita no sólo el disfrute de todos los cultos
en tanto que artes, sino también la ciencia moderna del arte. p.46

Al margen del consumo del arte como índice de estatus social, queda un círculo de productores de
arte de críticos de arte y de fuentes subvencionadoras que funciona por sí mismo de modo autárquico
y que no satisface ninguna otra necesidad más que, justamente, las que él mismo genera. p.47

Hegel sostiene que el artista en tanto que sujeto singular, tras la pérdida de todas las sujeciones
extraartísticas, se constituye de hecho en soberano solitario de su arte, y que éste último ya no puede
ser sino expresión del sujeto creador, y sólo en esta individualidad puede encontrar su legitimidad. p.
48

Pero al margen de ello, la tesis hegeliana de la muerte del arte depara aun un golpe de efecto para la
Modernidad, un golpe de efecto que se produce si no se quiere compartir el optimismo de la filosofía
de la historia hegeliana ni ver en la ciencia racional y en su filosofía la forma privilegiada de
manifestación de la verdad. Desde una perspectiva tal, probablemente apropiada, crítica de la
racionalidad y sostenida por el escepticismo, la pregunta acerca de la capacidad de verdad del arte
gana de pronto una nueva relevancia. Cuando la racionalidad se describe como deficitaria,
precisamente porque subsume todo bajo conceptos universales y excluye lo particular, lo especial, lo
sensible y lo emocional, es fácil ver justamente en el arte un procedimiento que tendría que ser
apropiado para cubrir estas carencias, para, de este modo, en tanto que critica estético-práctica a la
ratio, operar también como compensación de las debilidades de ésta. Pero esta idea es tan antigua
como la critica misma de la racionalidad, esto es, tan antigua como la Modernidad, y comienza, antes
de Hegel y con Hegel, en el Romanticismo. p.49

Bajo estos aspectos, lo estético aparece como el intento de superar la temporalidad, de distanciarse
constantemente de la carga del pasado y de las obligaciones y esperanzas del futuro, y jugar así con la
existencia a atrapar la pelota. Pero, con ello, el individuo se ha liberado también de todas las
conexiones generales, de toda moralidad -que tiene como presupuesto la temporalidad, de todas las
obligaciones de la razón. Esto puede explicar, no en último lugar, el carácter subversivo del arte de la
Modernidad. Pero la suspensión de lo ético por medio del arte, la huida donjuanesca no de una mujer
a otra, sino de un instante de sensibilidad vivida a otro, huida que para el hombre moderno y su arte
se ha vuelto casi constitutiva, conduce asimismo a un desasosiego que no conoce descanso alguno, a
un apetito que en último término no puede aplacarse, a una desesperación y a un temor que, en
opinión de Kierkegaard, desde hace tiempo forzosamente forman parte del habito del hombre
moderno mientras éste se confía a estos principios de lo estético como la expresión mis consecuente
de su modernidad. Que la estetización de la existencia misma ha venido a ser un principio decisivo de
la Modernidad, y qué consecuencias tendrían que seguirse de ahí para el arte y para la vida, puede
aprenderse, no en último lugar, de Kierkegaard. p.75

Você também pode gostar