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¿Dios ha muerto?

Antropología Cristiana
VALERIA BUSTAMANTE ROJAS
La historia del pensamiento moderno tiene tanto que ver con Dios como se ha empeñado en
negarlo. La negación de la religión y de la existencia de un ser superior al ser humano es asimismo
un intento de afirmación de la figura del hombre por oposición.
“Dios ha muerto” refleja el abandono de la humanidad por la pérdida de las antiguas creencias, al
no existir ya valores absolutos y trascendentales, como los que son propios del cristianismo, el
hombre debe encontrar su propósito en sí mismo.
Esto último se erige como el fundamento de una nueva conciencia de acuerdo con la cual las
personas buscan poseer y alcanzar todo aquello que anhelan durante su vida terrenal, pues al no
existir un Dios tampoco existe un Paraíso al cual llegar una vez que esta existencia acaba. El ser
humano solo se tiene a sí mismo y este tiempo de vida debe ser suficiente para alcanzar la mayor
plenitud que le sea posible.
Tal pensamiento se ha entendido como parte de un avance de la razón humana a un estadio superior
en relación con el de la antigüedad en el que dominaba la creencia ciega en Dios y en los postulados
del cristianismo. El abandono de la fe ha sido puesto como uno de los pasos necesarios para el
desarrollo intelectual de la humanidad.
Sin embargo, la historia de los últimos siglos da cuenta de que la especie humana no ha
evolucionado tanto como se esperaba. Las guerras, la barbarie, la codicia y el abuso de poder que
tal vez se atribuyó a civilizaciones más antiguas, como la Romana -profundamente católica tras
adoptar el cristianismo como religión oficial- , siguen existiendo y tal vez con más fuerza.
Tan solo en el siglo pasado asistimos a los espectáculos más horrorosos de los que tenemos
conciencia, dos guerras a las que llamamos mundiales por la cantidad de países que involucraron,
invasión en Medio Oriente y África, dictaduras en Latinoamérica, y todo ello sin que Dios fuese
un pretexto. Atrás quedaron las guerras de fe y las matanzas de brujas y herejes en nombre del
cristianismo, para dar paso a beligerancias que solo tienen su origen en razones económicas y de
control político.
Se nos ha dicho por largo tiempo que la fe es un impedimento para el desarrollo pleno de las
civilizaciones, que la racionalidad y la creencia en Dios recorren caminos distintos y, sin embargo,
la historia reciente nos demuestra que, ya sin fe, los seres humanos han encontrado nuevas razones
para matar a otros.
Todo lo anterior me lleva a pensar que no es Dios quien nos ha impedido alcanzar la racionalidad
plena, pues si las palabras del cristianismo son ciertas, nos ha dicho con claridad que su
mandamiento principal es amar al prójimo como a uno mismo, lo que implica, por supuesto, no
matarlo, ni invadirlo, ni someterlo, como se ha venido haciendo. Dios no está muerto, es el hombre
quien lo ha matado, pero podemos recuperar la fe, aplicar las enseñanzas de Cristo y encaminarnos
hacia un estado de conciencia superior en que podamos vivir en paz, no solo entre nosotros, sino
también en armonía con cada uno de los seres de este planeta.

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