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amparo y residualIdad

los cambios introducidos y su


desarrollo jurisprudencial
AMPARO Y RESIDUALIDAD

PRESENTACIÓN

Cuando se examinan los alcances de un proceso destinado a proteger de-


rechos fundamentales como el amparo, se le suele calificar como un remedio
excep­cional, extraordinario o subsidiario. Y es que uno de los problemas esen-
ciales con los que se enfrenta, al tratar de articularse con el conjunto de procedi-
mientos administrativos y procesos judiciales existentes (civiles, laborales, con-
tencioso-administrativos, penales, etc.), es la búsqueda de su adecuada inserción
dentro del ordenamiento jurídico vigente, a fin de evitar que su empleo deje de
lado los recursos y procesos establecidos, desnaturali­zándolo y sobre­cargando
innecesariamente de causas a los tribunales.
Es por ello que no es posible entender al amparo al margen del sistema ge-
neral de procedimientos administrativos y procesos que cada ordenamiento re-
gula, en el cual el amparo puede engarzarse como último remedio jurídico, más
aún si presupone la ineficacia de los demás procesos ordinarios para garantizar
una tutela de urgencia de los derechos fundamentales. De ahí que un sector de la
doctrina afirme que si los procedimientos ordinarios –administrativos o judicia-
les– permiten la protección efectiva de los derechos conculcados, el amparo no
resulta viable. En cambio, otros autores conciben al amparo como una vía pro-
cesal alternativa cuyo ejercicio resulta indispensable ante la amenaza o violación
de derechos fundamentales, con independencia de la existencia de otros procedi-
mientos que tengan el mismo cometido.
Con el objeto de dar solución a este debate, los diversos ordenamientos ju-
rídicos han establecido determinados principios y exigencias. Así, por ejemplo,
en México se acude al principio de definitividad, en Argentina se regulan las lla-
madas vías previas y vías parale­las, y en España y Colombia se habla del carác-
ter subsidiario del amparo.
La derogada Ley Nº 23506, Ley de Hábeas Corpus y Amparo, no
podía desconocer esta problemática. De tal manera, optó por establecer en
su artículo 27 la obligatoriedad de agotar las vías previas, y en su artícu-
lo 6, inciso 3) la improcedencia del amparo si se acudió a la vía paralela. El Có-
digo Procesal Constitucional cambia esta situación, pues apuesta por un modelo

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de amparo excepcional o subsidiario. Además, permite el rechazo liminar de la


demanda cuando el juez considera que no se han agotado las vías previas o exis-
te una vía judicial idónea. Como es evidente, un rechazo liminar de la deman-
da tiene un impacto notable, pues si bien el demandante tiene todo el derecho de
apelar, mientras la Sala Civil de la Corte Superior revisa la decisión impugna-
da suelen pasar varios meses. De esta manera, si realmente se requería una tute-
la urgente ella ya no se presentará.
Estos temas –las vías previas y las vías paralelas– configuran dos institu-
ciones básicas para la inserción del amparo dentro de nuestro ordena­miento ad-
ministrativo y procesal, y cuentan con importantes sentencias –algunas con ca-
rácter de precedente constitucional vinculante– y resoluciones dictadas por el
Tribunal Constitucional que aquí analizamos.
Finalmente, queremos indicar que el presente libro constituye una actuali-
zación de uno de los capítulos de la segunda edición de nuestro libro El proceso
constitucional de amparo, el cual gracias a la gentileza de Gaceta Jurídica se pu-
blica en la presente serie.

Samuel B. Abad Yupanqui

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CAPÍTULO I

UN REPASO AL DERECHO COMPARADO

1. La experiencia mexicana
El Derecho mexicano regula el denominado “principio de definitividad del acto
reclamado” que ha sido incorporado en la Carta de 1917 (artículo 107, fracciones III
y IV) y “supone el agotamiento o ejercicio previo y necesario de todos los recursos
que la ley que rige el acto reclamado establece para atacarlo, bien sea modificándo-
lo, confirmándolo o revocándolo, de tal suerte que, existiendo dicho medio ordina-
rio de impugnación, sin que lo interponga el quejoso, el amparo es improcedente”(1).
Es decir, se pretende que el amparo sea el último remedio que permita tutelar los
dere­chos fundamentales afectados. Se busca que el acto reclamado sea definitivo, en
otras palabras, que mediante los procedimien­tos ordinarios no pueda ser dejado sin
efecto y, en consecuencia, que los jueces examinen las inconstitucionalidades alega-
das luego de agotados los recursos existentes.
La Ley de Amparo lo contempla en su artículo 73, fracciones XIII, XIV y XV,
y puede ser exigido tanto en materia administrativa como en materia judicial. En la
experiencia mexicana no puede hablarse de vías previas en las relaciones entre par-
ticulares, pues en tales ocasiones no procede el amparo. Para una mejor compren-
sión de este principio, conviene examinarlo en función de la naturaleza de los actos
cuestionados.
Así, tratándose del amparo en materia administrati­va, es decir, aquel que se di-
rige contra actos o resolu­ciones administrativas, el quejoso deberá agotar previa-
mente los recursos administrativos existentes contra el acto reclamado, luego de lo
cual recién podrá acudir al amparo. De tal suerte, el indicado principio exige el ago-
tamiento de los procedimientos administrativos previamente es­tablecidos. De modo
similar, cuando el amparo se presenta contra una resolución judicial, deberán utili-
zarse previa­mente los recursos procedentes contra la decisión que se ataca.

(1) BURGOA, Ignacio. El juicio de amparo. 40a ed., Porrúa, México, 2004, p. 283.

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De acuerdo con lo anterior, resulta posible afirmar que el “principio de definiti-


vidad” se vincula estrechamente con lo que nosotros conocemos bajo el nombre de
vías previas –aplicable en México también a la materia judicial–, pero no incluye a
las llamadas vías paralelas, que cuentan con características dife­rentes.
En efecto, la doctrina argentina afirma que el amparo resulta improce­dente si
es que existen vías paralelas. En cambio, el principio de definiti­vidad solo admi-
te la procedencia del remedio constitu­cional si el agraviado agotó todos los medios
de defen­sa existentes contra el acto reclamado. En este sentido, la doctrina mexica-
na considera que si los daños causados al quejoso “pueden ser reparados por algún
otro medio jurídico que importe una acción diversa (...) el juicio constitucional pro-
cede aunque no se hubiere es­grimido con anterioridad tal defensa”(2). Es decir, ad-
mite la posibilidad de utilizar el amparo pese a la existencia de una vía judicial dis-
tinta que pudiera reparar el agravio causado, afirmación de la cual se puede extraer
que no exige la observancia de la vía paralela.
El principio de definitividad no es absoluto. Existen excepciones, tal como por
ejemplo sucede en materia judicial cuando se trata de personas extrañas al proceso o
si no han sido legalmente emplazadas. Asimismo, en materia administrativa “cuan-
do la interposición de los recursos o medios de defensa que rijan el acto reclama-
do no suspenda los efectos de los mismos conforme a la ley que los prevea, ya sea
porque dicha ley no contemple la posibilidad de la suspensión o porque previéndola
exija mayores requisitos que los establecidos por los artículos 123 y 124 de la Ley
de Amparo”, o cuando el acto no haya sido fundamentado, entre otros supuestos(3).

2. La experiencia argentina
Desde la etapa jurisprudencial la Corte Suprema esgrimió el “prin­cipio de irre-
parabilidad” como condición necesaria para la procedencia del amparo, que impli-
caba la inexistencia de vía idónea que tienda al mismo objeto. Se sostenía que ante
la existencia de vías hábiles lo suficientemente reparadoras del derecho conculcado
el amparo resultaba improcedente. Estas vías de tránsito obligatorio fueron conoci-
das bajo el nombre de la “vía legal”, y comprendían tanto a los procedimientos pre-
vios como a los paralelos(4).
En efecto, no bastaba con agotar las vías previas, sino que existiendo vías judi-
ciales o paralelas lo suficientemente reparadoras, estas debían ser utilizadas. Así lo
expresó la Suprema Corte en el caso Samuel Kot (1958) cuando sostuvo que:
“(…) siempre que aparezca (...) de modo claro y manifiesto, la ilegitimidad de
una restricción cualquiera a alguno de los derechos esenciales de las personas

(2) Ibíd., p. 289.


(3) FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. La acción constitucional de amparo en México y España. Estudio de Derecho
comparado. 2a ed., Porrúa, México, 2000, p. 318 y ss.
(4) LAZZARINI, José Luis. El juicio de amparo. 2a ed., La Ley, Buenos Aires, 1987, p. 96.

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así como el daño grave e irreparable que se causaría remitiendo el examen de


la cuestión a los procedimientos administrativos o judiciales, correspon­derá
que los jueces restablezcan de inmediato el derecho res­tringido por la rápida
vía del recurso de amparo”.
Este criterio jurisprudencial, varios años después, fue desarrollado legislativa-
mente.

2.1. La ley 16986 y el código procesal civil y comercial de la nación


La citada ley regula por primera vez en el ámbito federal la obliga­ción del que-
joso de observar la “vía legal” (artículo 2, inciso a), recogiendo los aportes jurispru-
denciales y teóricos existentes, aunque no dejando por ello de ser un dispositivo ob-
jeto de severas críticas. “En su momento, se le acusó de escasa claridad y precisión,
cuando no confuso y basado en graves errores conceptuales. Se lo juzgó limitativo
del amparo, pero también fue visto como adecuado con el desarrollo jurisprudencial
previo a la Ley 16986”(5). Dicho artículo indica que la acción de amparo no será ad-
misible cuando “existan recursos o remedios judicia­les o administrativos que permi-
tan obtener la protección del derecho o garantía constitucional de que se trate”.
Por su parte, el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (Ley 17454)
también reconoce la obligación del demandante de observar la “vía legal”, en la
parte final de su artículo 321 al señalar que el amparo contra actos de particulares
será viable siempre que “la cuestión, por su naturaleza, no deba sustanciarse por al-
guno de los procesos establecidos por este Código u otras leyes”.
Como en Argentina no procede el amparo contra actos emanados del Poder Ju-
dicial (artículo 2, inciso b), las vías previas solo se refieren a aquellos procedimien-
tos a efectuarse tanto en el ámbito administrativo estatal como en el campo de la
actividad privada. Se entiende por vía previa, en palabras de Bidart, a “la vía jerár-
quica que es necesario agotar para que el acto contra el que se reclama por medio
del amparo quede firme antes de interponerse este”(6).
La expresión vías paralelas –conforme lo explican Fiori­ni(7) y Bielsa(8)– provie-
ne del Derecho administrativo, específica­mente de la doctrina y jurisprudencia del
Consejo de Estado francés. En efecto, sostienen dichos autores que en Francia –país
en el que la justicia adminis­trativa la ejercen tribunales administrativos y en especial
el Consejo de Estado–, los particulares cuentan principalmente con dos “recursos

(5) SALGADO, Alí Joaquín. Juicio de amparo y acción de inconstitucionalidad. Astrea, Buenos Aires, 1987, p. 248.
(6) BIDART CAMPOS, Germán. Régimen legal y jurisprudencial del amparo. Ediar, Buenos Aires, 1968, p. 147.
(7) FIORINI, Bartolomé. “El recurso de amparo”. En: Revista La Ley. T. 93, Buenos Aires, p. 949. Cfr. también FIORINI,
Bartolomé. “La arbitrariedad manifiesta en el amparo y la decisión administrativa previa y las vías paralelas”. En: Re‑
vista La Ley. T. 136, Buenos Aires, p. 1424.
(8) BIELSA, Rafael. El recurso de amparo. Análisis doctrinal y jurispruden­cial. Depalma, Buenos Aires, 1965, p. 89.

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contenciosos” para impugnar los actos que les causan agravio: el recurso de exce-
so de poder y el recurso de plena jurisdicción. Para que el primero de ellos sea via-
ble debe reunir determinadas condiciones de admisibilidad. Una de ellas, tal como
lo precisan André de Laubadére(9), Rafael Bielsa(10) y Enrique Jirón(11) la constituye
la ausencia de un “recurso paralelo”. El mencionado recurso:
“(…) se presenta cuando un particular lesionado por un acto administrativo que
en su concepto es ilegal, además del recurso por exceso de poder, dispone de
otro que lo satisface y le permite eludir las consecuencias del acto. Este recurso
paralelo al recurso por exceso de poder, puede ser un recurso ante un tribunal
judicial o ante otro tribunal administrativo o también un recurso de plena juris-
dicción ante el mismo juez del exceso de poder”(12).
En consecuencia, se ha sostenido que de existir un “recurso paralelo” el de ex-
ceso de poder no será admisible, posición cuya rigidez inicial ha ido paulatinamente
disminu­yendo en virtud de las precisiones jurisprudenciales efectuadas por el Con-
sejo de Estado. De tal modo, se afirma que el recurso de exceso de poder será admi-
sible si en el caso concreto produce un mejor resultado que el “recurso paralelo”(13).
El Derecho argentino, en opinión de Bidart(14), entiende por vías paralelas a
todo medio de defensa del que dispone el agraviado al margen del amparo, para arti-
cular ante autoridad competente su pretensión jurídica. Comúnmente, agrega, se de-
signa así a todo proceso que puede seguir el afectado, ya sea ordinario, especial, etc.
Concepto similar mantiene Lazzarini, al consi­derar como dicha vía a todo remedio
idóneo que tiene el quejoso para sostener su pretensión jurídica ante la autoridad ju-
dicial competente(15).
La doctrina critica el término “paralelas”, pues en realidad no se trata de vías
que sigan líneas paralelas, sin encontrarse y que lleguen por caminos distintos a
fines diversos. Se trata más bien de “vías convergentes”, “pues partiendo de puntos
distintos y por caminos distintos conducen al mismo resultado práctico”(16). A veces
resulta difícil distinguir una vía previa de una paralela. Se diferencian en que la pri-
mera debe agotarse antes de utilizar la acción de garantía, mientras que la segunda

(9) DE LAUBADÉRE, André. Manual de Derecho Administrativo. Temis, Bogotá, 1984, pp. 97‑100.
(10) Bielsa al comentar el caso francés señala que “existe recurso paralelo cuando el que puede ejercer recurso de exceso de
poder tiene a su disposición una acción judicial o un recurso de plena jurisdicción. Esta situación se ha explicado por
motivos diversos; a) La preferencia de la acción judicial o del recurso de plena jurisdicción que dan satisfacción (repara-
ción del derecho le­sionado) sin necesidad de anular el acto erga omnes. b) Por virtud de esa preferencia el recurso de ex-
ceso de poder era subsidiario. c) Por la necesidad de no alterar el juego normal de las diversas competencias” BIELSA,
Rafael. Derecho Administrativo. T.V. La Ley, Buenos Aires, 1966, pp. 253‑254.
(11) JIRÓN VARGAS, Enrique; MERY BRAVO, Sergio y SARIC PAREDES, Alejandro. Lo contencioso‑administrativo,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1959, p. 80.
(12) DE LAUBADÉRE André. Ob. cit., p. 97.
(13) Ibíd., p. 98.
(14) BIDART CAMPOS, Germán. Ob. cit., pp. 186‑187.
(15) LAZZARINI, José Luis. Ob. cit., p. 121.
(16) Ibíd., pp. 121‑122.

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no exige tal requisito, sino que cierra la posibilidad de optar por el amparo de existir
remedio judicial idóneo.
De acuerdo con la Ley Nº 16986 y con el Código Procesal Civil y Comercial el
amparo será admisible si: (a) no existe vía judicial ordinaria, hipótesis poco viable
pues siempre existirá la posibilidad de emplear el juicio ordinario, y (b) si la vía ju-
dicial no permite obtener la protección del derecho constitucional afectado. Ello se
justifica por la naturaleza del amparo, al ser un remedio excepcional, no utilizable si
existen medios eficaces para la tutela del derecho. De lo contrario, se estarían susti-
tuyendo los procedimientos ordinarios existentes, generan­do inseguridad jurídica y
rompiendo el orden procesal perma­nente(17).
De existir vía judicial idónea no tramitada, el amparo debe ser rechazado. Lo
mismo ocurrirá si se acudió a la vía paralela y esta causó cosa juzgada o si ella se
encuentra en trámite. Asimismo, explica Sagüés(18), si la pretensión puede atender-
se por medio de un proceso ordinario que cuente con una medida cautelar, el ampa-
ro no resulta procedente, salvo que la medida cautelar sea insuficiente para tutelar el
derecho afectado.
En definitiva, no se requiere acudir a las vías paralelas si ellas no permiten ob-
tener la protección del derecho constitucional alegado, es decir, si no son lo sufi-
cientemente efectivas o idóneas para ello y su tránsito genera o podría generar un
daño grave e irreparable al quejoso. En estos casos el criterio judicial debe ser ejer-
cido con sumo cuidado para no desnatura­lizar la esencia del amparo. El daño grave
e irreparable, que habilita el empleo del amparo, debe ser actual e inminente, suma-
riamente acreditado por el demandante y evaluado con criterio objetivo(19).

2.2. La reforma constitucional de 1994


El artículo 43 de la Constitución argentina reformada en 1994 señala que toda
persona puede interponer una demanda de amparo “siempre que no exista otro
medio judicial más idóneo”. Tales expresiones generaron diversas interpretaciones.
En efecto, un sector importante de la doctrina consideró que en tanto la nueva dis-
posición solo exige como requisito de procedencia “la ausencia de otro medio ju-
dicial más idóneo” ha eliminado la obligación de agotar la vía administrativa(20) y,

(17) Ibíd., p. 130.


(18) SAGÜÉS, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. Acción de amparo. 3a ed., Astrea, Buenos Aires, 1991, pp.
200‑201.
(19) Ibíd., pp. 180‑182.
(20) SALGADO, Alí Joaquín y VERDAGUER, Alejandro César. Juicio de amparo y acción de inconstitucionalidad. 2a
ed., Buenos Aires, 2000, pp. 132-133. En el mismo sentido se pronuncia RIVAS, Adolfo Armando. El amparo. 3a ed.,
Ediciones La Rocca, Buenos Aires, 2003, p. 248.

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por tanto, resulta “inconstitucional la exigencia de transitar previamente las vías


administrativas”(21).
De otro lado, algunos autores consideraron que la reforma convertía al ampa-
ro en un mecanismo alternativo o principal; en cambio, otros entendieron que seguía
siendo un remedio excepcional y subsidiario.
a) Así por ejemplo, el procesalista Lino Enrique Palacio entendía que la idonei-
dad a que se refiere la Constitución equivale a celeridad o rapidez y que “el
proceso ordinario no puede en ningún caso ser considerado un remedio judicial
más idóneo que el amparo”. Por ello, concluía que el amparo “comporta una
alternativa principal, solo susceptible de desplazamiento por otras vías más ex-
peditivas y rápidas”(22).
b) En cambio, Sagüés consideraba que “el afectado debe, en principio, recurrir
al proceso más idóneo, que habitualmente será el ordinario. Sin embargo, por
excepción (v. gr. en función del factor tiempo, de la inexistencia de medidas
cautelares en el procedimiento común, o de su producción improbable, etc.),
el amparo puede presentarse como el proceso más idóneo (o tan idóneo) que el
regular, en cuyo caso sí será admisible”(23). Asimismo, se ha sostenido que “la
posición mayoritaria en la convención constituyente se inclinó por la tesis del
amparo como vía procesal subsidiaria o residual”(24).
De esta manera, la norma constitucional fue objeto de interpretaciones opues-
tas. Por ello, la jurisprudencia tuvo que precisar sus alcances. Así, la Corte Suprema
en el caso Carlos Alfredo Villar con Banco Central de la República argentina sostu-
vo que:
“(…) resulta indispensable para la admisión del remedio excepcional del am-
paro que quien solicita la protección judicial demuestre, en debida forma, la
inexistencia de otras vías legales idóneas para la protección del derecho lesio-
nado o que la remisión a ellas produzca un gravamen insusceptible de repara-
ción ulterior”(25).
Por su parte, el 22 de noviembre de 1996, la Primera Sala de la Cámara Nacio-
nal Federal Contenciosa Administrativa, en el caso Metrogas S.A.C. c/ Ente Nacio-
nal Regulador del Gas, ratificó el carácter subsidiario del amparo al considerar que:

(21) MORELLO, Augusto M. y VALLEFIN, Carlos A. El amparo. Régimen procesal. 4a ed., Librería Editora platense, La
Plata, 2000, p. 29.
(22) PALACIO, Lino Enrique. “La pretensión de amparo en la reforma constitucional de 1994”. En: Revista Jurídica La Ley.
T. 1995-D, Buenos Aires, pp. 1241-1242.
(23) SAGÜÉS, Néstor Pedro. “Amparo, hábeas data y hábeas corpus en la reforma constitucional”. En: Revista Jurídica La
Ley. T. 1995-D, Buenos Aires, p. 1155.
(24) Cit. por RIVERA, Julio César. “El amparo: ¿vía principal o subsidiaria”. En: Revista Jurídica La Ley. T. 1998-F, Buenos
Aires, p. 814.
(25) Ídem.

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“3. (...) el artículo 43 de la Constitución (...) no autoriza a atribuir al constitu-


yente la intención de ordinarizar un trámite procesal tradicionalmente sumario
y de excepción, cambiando las pautas jurisprudenciales que se han seguido en
nuestro país hasta el presente.
4. (...) la mayor o menor idoneidad (...) no puede ser solo evaluada en función
de su presunta mayor celeridad (...) debiéndose tenerse fundamentalmente en
cuenta la finalidad perseguida, que es la obtención de la tutela judicial efectiva
de los concretos derechos que se aleguen como conculcados(26)”.
Asimismo, la Corte Suprema en el caso Prodelco (7 de mayo de 1996) rechazó
la demanda interpuesta pues consideró que el amparo es un proceso excepcional.
De esta manera, las dudas generadas por el texto del artículo 43 de la Constitu-
ción debieron ser aclaradas por la jurisprudencia, la cual en varias ocasiones ha en-
tendido que el amparo mantiene su carácter subsidiario y que serán los jueces, a
través de un prudente y minucioso estudio(27), quienes en definitiva lo determina-
rán. No obstante, señala Sagüés, la Corte Suprema no siempre ha tenido una po-
sición uniforme. Así en el caso Berkeley, “parece inclinarse a favor de la tesis del
amparo como acción directa o principal, conf. CSJN, fallos, 323: 3770. Poco des-
pués, sin embargo, en ‘Provincia de San’ Luis (consid. 12) vuelve a su tesis clási-
ca del amparo como medio subsidiario o supletorio, aun ante la presencia de proce-
dimientos administrativos (LL. 2003-B-537). En ‘Sindicato de Docentes’ (sentencia
del 4/7/2003), retorna a ‘Berkeley’(28)”.

3. La experiencia española
Suele afirmarse que la Constitución de 1978 reconoce el llamado “principio de
subsidiariedad” en su artículo 53.2(29)al indicar que “cualquier ciudadano podrá re-
cabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y la sección
primera del capítulo segundo ante los tribunales ordinarios por un procedimiento
basado en los principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del re-
curso de amparo ante el Tribunal Constitucional”.
De esta manera, el recurso de amparo que se presenta ante el Tribunal Consti-
tucional –al que suele denominarse “amparo constitucional”–, se configura como un

(26) En: Revista Jurídica La Ley. T. 1997-F, Buenos Aires, pp. 248-249.
(27) SCHAFRIK, Fabiana Haydeé y BARRAZA, Javier Indalecio. “El amparo: estudio de su naturaleza, acción ordinaria o
de excepción. Condiciones de admisibilidad. Reflexiones en torno de un pronunciamiento judicial”. En: Revista Jurídica
La Ley, T. 1997-F, Buenos Aires, p. 259.
(28) SAGÜÉS, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. Logros y obstáculos. Konrad Adenauer Stiftung, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 2006, p. 237.
(29) Existen opiniones distintas, pues algunos autores consideran que “nada hay en el artículo 53.3 CE que predetermine una
opción por algún sistema concreto de articulación entre procesos judiciales y recurso de amparo”. CARRASCO DU-
RÁN, Manuel. “El concepto constitucional del recurso de amparo”. En: Revista Española de Derecho Constitucional.
Nº 63, Madrid, 2001, p. 85.

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remedio subsidiario, pues solo puede ser utilizado si resultan ineficaces los procesos
ante los tribunales ordinarios. Por ello, “cuando la tutela de los derechos y libertades
puede obtenerse en los procesos ante la jurisdicción ordinaria, el proceso de amparo
únicamente podrá incoarse una vez agotados aquellos”(30). Debido a dicho carácter
“el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional debe ir siempre precedido de
una acción ante los órganos del Poder Judicial, que es el protector inmediato y efi-
caz de todos los derechos y muy en primer lugar de los derechos fundamentales”(31).
Al proceso ante los tribunales ordinarios, al que la Constitución española carac-
teriza por su “preferencia y sumariedad”, se le denomina “amparo ordinario” o “am-
paro judicial”. La segunda disposición transitoria de la LOTC precisó que en tanto
no se regule dicho proceso debería agotarse –como vía judicial previa al recurso de
amparo constitucional– el proceso contencioso-administrativo ordinario regulado en
la Ley reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa o aquel previsto
por la Ley de Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales de la Perso-
na, Ley 62/1978, del 26 de diciembre.
Actualmente, los artículos 6 al 10 de la Ley 62/1978 han sido derogados por los
artículos 114 al 122 de la Ley 29/1998, Ley de la Jurisdicción Contencioso-Admi-
nistrativa. Por ello, se ha sostenido que “al haberse puesto fin al régimen provisio-
nal en el ámbito contencioso-administrativo para acudir en amparo de acuerdo con
el artículo 43.1 de la LOTC, (...) la única vía previa admisible es la del recurso espe-
cial de los artículos 114 a 122 de la Ley 29/1998”(32).
De otro lado, cuando se trata del amparo constitucional que se presenta contra
las violaciones originadas en actos u omisiones de un órgano judicial –como lo dis-
pone el artículo 44.1 de la LOTC–, deberán agotarse previamente todos los recursos
susceptibles de ser utilizados al interior de la vía judicial.
La LOTC establece algunas excepciones al agotamiento de la vía judicial pre-
via. Así, lo dispone el artículo 42 cuando se trata del “recurso de amparo” in-
terpuesto contra decisiones o actos sin valor de ley emanados de las cortes o de
cualquiera de sus órganos, o de las asambleas legislativas de las comunidades au-
tónomas. Un supuesto adicional se presenta cuando se interpone el amparo contra
la decisión de la mesa del Congreso de no admitir una proposición de ley produc-
to de una iniciativa legislativa popular, conforme lo indica el artículo 6 de la Ley
Orgánica 3/1984 del 26 de marzo, que regula la iniciativa legislativa popular. Lo

(30) GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. Derecho Procesal Constitucional. Civitas, Madrid, 1980, p. 279.
(31) RUBIO LLORENTE, Francisco. “Sobre la relación entre Tribunal Constitucional y Poder Judicial en el ejercicio de la
jurisdicción constitucional”. En: La forma del poder (Estudios sobre la Constitución). Centro de Estudios Constitucio-
nales, Madrid, 1993, p. 492.
(32) Así lo considera Joaquín Tornos Mas al analizar el procedimiento para la protección de los derechos fundamentales
regulado por la nueva Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa. En: LEGUINA VILLA, Jesús y SÁNCHEZ
MORÓN, Miguel. Comentarios a la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa. 2a ed. Editorial Lex Nova,
Valladolid, 2001, p. 537, nota Nº 18.

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mismo ocurre cuando se interpone el amparo contra el Tribunal o la Sala de Con-


flictos de Jurisdicción, según lo precisa la Ley Orgánica 2/1987, del 18 de mayo,
sobre conflictos jurisdiccionales(33).
De esta manera, se sigue una solución similar a la adoptada por la experien-
cia alemana que también reconoce el “principio de subsidiariedad”. Sin embargo,
la Ley del Tribunal Constitucional Federal alemán (artículo 90) contempla excep-
ciones no previstas por el ordenamiento español, pues señala que no será necesario
agotar la vía judicial cuando el “recurso sea de interés general o cuando, de no ha-
cerlo así, se le irrogase al recurrente un perjuicio grave o inevitable”.
El principio de subsidiariedad tiene, además, un “contenido de orden interno”,
pues “exige que los ciudadanos que reclaman el amparo de sus derechos fundamen-
tales formulen la misma pretensión ante todos y cada uno de los órganos jurisdiccio-
nales e integrantes de los distintos niveles de tutela ordinaria”(34).
Tratándose del recurso de amparo ordinario, el artículo 7.1 de la Ley de protec-
ción jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona consagraba el ca-
rácter potestativo de los recursos administrativos al señalar que “no será necesaria la
reposición ni la utilización de cualquier otro recurso previo administrativo”. Dicha
norma tenía por objetivo “acelerar el proceso de tutela judicial del derecho funda-
mental presuntamente violado, facilitando el acceso directo del recurrente a la fase
contenciosa”(35). Este carácter potestativo de los recursos administrativos se mantie-
ne en el procedimiento especial previsto por la vigente Ley reguladora de la Juris-
dicción Contencioso-Administrativa, Ley 29/1998, del 13 de julio (artículo 115).
Con ello se trata de garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva.
Cabe, finalmente, indicar que el elevado número de “recursos de amparo” que
se presentan ante el Tribunal Constitucional y la imposibilidad de resolverlos en el
plazo establecido, viene generando una sobrecarga de trabajo que ha tratado de ser
enfrentada a través de la reforma introducida por la Ley Orgánica 6/2007 del 24
de mayo. Con anterioridad, se habían planteado diversas propuestas de reforma. Al-
gunas de ellas proponían reducir el número de derechos tutelados, eliminando las
garantías procesales fundamentales contenidas en el artículo 24 de la Constitución
española; otras, en cambio, recomendaban objetivar al recurso de amparo promo-
viendo mecanismos flexibles de acceso al Tribunal Constitucional como el writ of
certiorari; asimismo, se planteaba un mejor desarrollo del amparo ordinario que “ha
tenido un desarrollo fragmentario, ineficaz e incompleto”(36).

(33) GIMENO SENDRA, Vicente y GARBERI LLOBREGAT, José. Los procesos de amparo (ordinario, constitucional e
internacional. Colex, Madrid, 1994, pp. 34-37.
(34) Ibíd., p. 33.
(35) CARRILLO, Marc. La tutela de los derechos fundamentales por los tribunales ordinarios. Centro de Estudios Consti-
tucionales, Madrid, 1995, p. 144.
(36) FIGUERUELO, Angela. El recurso de amparo: estado de la cuestión. Derecho-Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pp.
81-88.

17
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

La Ley Orgánica 6/2007, entre otros aspectos, ha introducido un nuevo régimen


de admisión dejando atrás el sistema de supuestos tasados. En efecto, conforme lo
señala su exposición de motivos, la reforma al artículo 50 de la LOTC dispone que
“el recurrente debe alegar y acreditar que el contenido del recurso justifica una de-
cisión sobre el fondo por parte del Tribunal en razón de su especial trascendencia
constitucional, dada su importancia para la interpretación, aplicación o general efi-
cacia de la Constitución. Por tanto, se invierte el juicio de admisibilidad, ya que se
pasa de comprobar la inexistencia de causas de inadmisión a la verificación de la
existencia de una relevancia constitucional en el recurso de amparo formulado”(37).
Se espera que dicho cambio contribuya a resolver el problema de la demora de los
procesos ante el Tribunal, aunque también hay que reconocer que su introducción ha
merecido severos comentarios críticos.

4. La experiencia colombiana
En Colombia el amparo o tutela constituye un mecanismo subsidiario de pro-
tección de los derechos humanos. En efecto, de acuerdo con el artículo 86 de la
Constitución la tutela solo procede “cuando el afectado no disponga de otro medio
de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable”. Asimismo, el artículo 6 del Decreto 2591 del 19
de noviembre de 1991 precisa que “la existencia de dichos medios será apreciada en
concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo a las circunstancias en que se encuen-
tra el solicitante” .
A juicio de Néstor Osuna, el carácter subsidiario de la acción de tutela consis-
te en:
“(…) la utilización del proceso judicial más efectivo para la protección de un
derecho fundamental, a lo que se procede mediante un examen de las caracte-
rísticas de los varios procedimientos que prima facie aparezcan como pertinen-
tes, atendidas las circunstancias del caso concreto. La acción de tutela se utiliza
solo en los eventos en que no exista un remedio procesal más expedito, hecha
la salvedad de la tutela cautelar o transitoria”(38).
Cabe anotar que el artículo 1 del Decreto 306, que reglamentó el Decreto 2591,
contempló varios supuestos en los cuales se consideraba que el perjuicio no tenía el
carácter de irremediable y que, en consecuencia, no permitían acudir a la vía proce-
sal de la tutela. Sin embargo, en enero de 1996, la Sección Primera del Consejo de

(37) GÓMEZ FERNÁNDEZ, Itziar y PÉREZ TREMPS, Pablo. Los problemas del recurso de amparo en España y su refor‑
ma, pp. 315-316.
(38) OSUNA PATIÑO, Néstor. Tutela y amparo: derechos protegidos. Universidad Externado de Colombia, Santafé de
Bogotá, p. 47.

18
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Estado anuló tal disposición pues consideró que dicha restricción violaba la norma
constitucional que consagraba la tutela(39).
“Esta cualidad del otro medio de defensa judicial no es de origen normativo
sino jurisprudencial. La Corte Constitucional en 1992 creó esta exigencia cuan-
do afirmó ‘en otros términos, en virtud de lo dispuesto por la Carta de 1991, no
hay duda que el otro medio de defensa judicial a disposición de la persona que
reclama ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales ha de te-
ner efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr efectiva y
concretamente que la protección sea inmediata’”(40).
Por su parte, la Corte Constitucional ha señalado en la sentencia T-100/94 del 9
de marzo de 1994 que:
“(…) cuando el juez de tutela halle que existe otro mecanismo de defensa ju-
dicial aplicable al caso, debe evaluar si, conocidos los hechos en los que se
basa la demanda y el alcance del derecho fundamental violado o amenazado,
resultan debidamente incluidos todos los aspectos relevantes para la protección
inmediata, eficaz y completa del derecho fundamental vulnerado, en el aspecto
probatorio y en el de decisión del mecanismo alterno de defensa”(41).
En este sentido, la Corte (SU 713 del 23 de agosto de 2006) ha sido muy explí-
cita al señalar que:
“(…) no es propio de la acción de tutela el [de ser un] medio o procedimiento
llamado a reemplazar los procesos ordinarios o especiales, ni el de ordenamien-
to sustitutivo en cuanto a la fijación de los diversos ámbitos de competencia
de los jueces, ni el de instancia adicional a las existentes, ya que el propósito
específico de su consagración, expresamente definido en el artículo 86 de la
Carta, no es otro que el de brindar a la persona protección efectiva, actual y su-
pletoria en orden a la garantía de sus derechos constitucionales fundamentales”
(Sentencia C-543 de 1992. M.P. José Gregorio Hernández Galindo).
El carácter subsidiario de la tutela solo se presenta respecto a los procesos ju-
diciales, pues tratándose de la vía administrativa se establece que su agotamiento es
opcional. Así lo señala el artículo 9 del Decreto 2591 al indicar que:
“No será necesario interponer previamente la reposición u otro recursos admi-
nistrativo para presentar la solicitud de tutela. El interesado podrá interponer
los recursos administrativos, sin perjuicio de que ejerza directamente en cual-
quier momento la acción de tutela”.

(39) VANEGAS CASTELLANOS, Alfonso. Teoría y práctica de la acción de tutela. Editemas AVC, Santafé de Bogotá,
1996, p. 118.
(40) CORREA HENAO, Néstor Raúl. La acción de tutela y los medios judiciales ordinarios de defensa de los derechos.
Ponencia presentada al VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, México, 2002, p. 12.
(41) COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS. Los procesos de amparo y hábeas corpus. Un análisis comparado. Serie Lectu-
ras sobre Temas Constitucionales 14, Lima, 2000, p. 61.

19
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

En consecuencia, la naturaleza subsidiaria de la tutela otorga al juez la potestad


de determinar en qué casos debe ser admitida y cuándo no corresponde hacerlo pues
para ello existen otros medios judiciales efectivos.
De esta manera, puede apreciarse que en la experiencia comparada existen di-
versas vías de articulación del proceso de amparo con los procedimientos adminis-
trativos y judiciales existentes, dependiendo del mayor o menor carácter excepcio-
nal que se le quiera brindar, de su propia configuración legal y constitucional y de la
necesidad de garantizar una tutela judicial efectiva de los derechos fundamentales.
Cada uno de estos diseños, además, tiene consecuencias directas en el incremento
del número de procesos de amparo ante los tribunales. El ordenamiento jurídico pe-
ruano, desde la vigencia del Código Procesal Constitucional, ha optado por una pos-
tura inspirada en la experiencia argentina y colombiana.

20
CAPÍTULO II

RESIDUALIDAD Y “VÍAS PREVIAS”

1. Antecedentes
Las normas que precedieron a la derogada Ley 23506, nunca abordaron el tema
de la vía previa. En efecto, ni la Ley 2223 de 1916 ni la Constitución de 1933 y
tampoco el Decreto Ley 17083 exigieron el agotamiento de la vía administrativa
antes de acudir al Poder Judicial. Dicho requisito se estableció por vía jurispruden-
cial pues se consideró que resultaba necesario agotar la vía administrativa antes de
acudir al proceso de amparo, en ese entonces el denominado “hábeas corpus civil”.
Así por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia sostuvo en una resolución de 1941
que “Mientras no se hayan agotado los recursos administrativos contra una resolu-
ción que daña el interés particular, no está expedito el derecho para acudir al Poder
Judicial”(42).
Criterio similar se esgrimió en 1962 al considerarse que “No estando agotada la
vía administrativa no es procedente el recurso de hábeas corpus”(43). No deja de ser
interesante esta exigencia jurisprudencial, si se toma en cuenta que en esa fecha no
existía norma alguna que impusiera tal obligación. Dicho requisito recién se plas-
mó en el artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1963 –que no regula-
ba al amparo– y posteriormente en el Reglamento de Normas Generales de Procedi-
mientos Administrativos de 1967. En cambio, tratándose de la vía previa en el orden
de las relaciones privadas, no se contó con mayor desarrollo pues la jurisprudencia
mantenía la tendencia que el hábeas corpus –incluso el denominado “hábeas corpus
civil”– no procedía contra actos de particulares(44).
Si se examinan los proyectos de ley presentados durante esa época, se podrá
apreciar que tanto el Proyecto Nº 1396 presentado por el Grupo Parlamentario

(42) Cit. por GARCÍA BELAUNDE, Domingo. El hábeas corpus interpretado. PUC, Lima, 1971, p. 424.
(43) Ibíd., p. 432.
(44) GARCÍA BELAUNDE, Domingo. El hábeas corpus en el Perú. UNMSM, Lima, 1979, p. 112.

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Demócrata Cristiano en junio de 1967 (artículo 4), como el texto aprobado el mismo
año por la Comisión Reformadora del Código de Procedimientos Penales sobre há-
beas corpus (artículo 10) y el Anteproyecto del Código de Procedimientos Penales
de 1976 (artículo 129) propusieron regular las vías previas. Sin embargo, ninguna
de tales propuestas pudo concretarse.
La escasa doctrina de la época se mostraba uniforme en cuanto al agotamien-
to de la vía administrativa. Incluso, algunos autores se preocuparon por el estable-
cimiento de determinadas excepciones que permitieran el acceso directo al órgano
jurisdiccional en los casos en que, de no suceder ello, la protección del derecho se
pudiera volver ilusoria. Además, en cuanto a su extensión un sector de la doctrina
reconocía su existencia no solo en el ámbito administrativo sino también en el orden
privado(45).

2. La constitución de 1993
La Constitución reguló al proceso de amparo sin establecer expresamente sus
normas procesales. En consecuencia, las vías previas carecen en nuestro sistema
de rango constitucional a diferencia del caso mexicano. Al respecto, podrían surgir
ciertas dudas, pues si la Constitución no exige su agotamiento, ¿podría la ley exigir-
lo? Pensamos que sí, pues tal requisito puede ser impuesto por la ley siempre que
no desnaturalice al proceso de amparo, de ahí que en ciertas circunstancias resulte
razonable establecer excepciones a su agotamiento. Ello, por cierto, no impide que
también la ley pueda señalar que no resulta indispensable su agotamiento.

3. La derogada ley Nº 23506 y el código procesal constitucional


Como se ha indicado el anteproyecto que dio origen a la Ley Nº 23506 fue ela-
borado por una comisión que trabajó teniendo a la vista los proyectos preparados
por Javier Valle Riestra y Alberto Borea. Este último fue el texto que inspiró a la
Ley Nº 23506 pues precisó en su artículo 26 que “Solo procede la acción de amparo
cuando se hayan agotado las vías previas”. Agregaba en su artículo 27 que:
“No será exigible el agotamiento de las vías previas si: (a) una resolución que
no sea la suprema en la vía administrativa, es ejecutada antes de vencerse el
plazo en que quedó consentida; (b) por el agotamiento de la vía previa podría
devenir en irreparable la agresión; (c) la vía previa no se encuentra regulada
normalmente, o si ha sido iniciada sin obligación a ello por la parte reclamante;
(d) no se resuelve la vía previa en los plazos fijados para su resolución”.

(45) Ibíd., p. 131; BOREA ODRÍA, Alberto. La defensa constitucional: el amparo. Biblioteca Peruana de Derecho Cons-
titucional, Lima, 1977, p. 83; BUSTAMANTE CISNEROS, Ricardo. Hábeas corpus y acción popular. 1961, p. 12;
GUILLÉN SILVA, Pedro. “Los instrumentos protectores de los derechos fundamentales”. En: Revista de Derecho y
Ciencias Políticas de la UNMSM. Vol. 36, Nº 3, Lima, 1972, p. 598; y TAXA ROJAS, Luis. La protección jurisdiccional
de los derechos constitucionales en el Perú. Tesis Bachiller PUC, 1968.

22
AMPARO Y RESIDUALIDAD

La propuesta justificaba tal exigencia pues de no ser así “todo se pretendería re-
solver por esta vía desnaturalizando una de las más connotadas características de las
garantías y que es la de ser el último remedio contra la arbitrariedad”.
El anteproyecto elaborado por la comisión se basó en los referidos dispositivos.
Las modificaciones efectuadas en el Congreso no se refirieron al tema tratado, per-
maneciendo las indicadas normas en los artículos 27 y 28 de la Ley Nº 23506. De
esta manera, el artículo 27 de la derogada Ley Nº 23506 señaló que: “Solo procede
la acción de amparo cuando se hayan agotado las vías previas”.
Posteriormente, la Ley Nº 25398 incorporó dos artículos no previstos en el
texto original. Por un lado, el artículo 23 introdujo la figura del rechazo de plano
(“rechazo in limine”) de aquellas demandas manifiestamente improcedentes por no
haberse agotado las vías previas y, por otro, un dispositivo (artículo 24) que pecó de
escasa claridad.
En efecto, el citado artículo 24 dispuso que “No se considera vía previa para
los efectos del artículo 27 de la Ley, el procedimiento iniciado por la parte deman-
dada en la acción de amparo”. Con ello, creemos, se quiso decir que la vía previa
solo comprendía los procedimientos que debía agotar el demandante, mas no aque-
llos que pudiera utilizar la otra parte, vale decir, el demandado, a fin de evitar que su
maliciosa actitud dilate el acceso al amparo por parte del afectado.
El Código Procesal Constitucional elimina dicha disposición pero mantiene la
obligación de agotar las vías previas, precisando que “en caso de duda sobre el ago-
tamiento de la vía previa se preferirá dar trámite a la demanda de amparo” (artículo
45) reconociendo así el principio de favorecimiento del proceso.

4. Concepto y fundamento. crítica a la necesidad de agotar la


vía administrativa

La exposición de motivos del anteproyecto de la derogada Ley Nº 23506 preci-


só el concepto de vías previas al indicar que:
“Se entiende por vías previas al recurso jerárquico que tiene el perjudicado an-
tes de recurrir a la vía especial del amparo. El caso más saltante de lo que se
entiende por vía previa, lo representa el procedimiento administrativo, y se es-
tablece esto, a fin de que los particulares no salten las instancias ni acudan inne-
cesariamente al órgano jurisdiccional”.
De esta manera, se adoptó el modelo propio del Derecho argentino, desechando
aquellos ordenamientos que establecen que no es necesario agotar la vía administra-
tiva para acudir al proceso de amparo, tal como sucede en Colombia o España.
El fundamento que suele utilizarse para obligar al afectado a agotar las vías
previas, descansa en: a) la propia naturaleza del amparo, es decir, su carácter de re-
medio extraordinario, b) evitar una sobrecarga de procesos ante los órganos jurisdic-
cionales; y, c) brindar a la Administración la posibilidad de rectificar su actuación,

23
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

constituyéndose de esta manera en un privilegio que le permite revisar el acto lesivo


antes de que el particular pueda acudir al órgano jurisdiccional. Así lo ha entendido
el Tribunal Constitucional al señalar que “La exigencia de agotabilidad de dicha vía
antes de acudir al amparo constitucional se fundamenta en la necesidad de brindar
a la Administración la posibilidad de revisar sus propios actos, a efectos de posibi-
litar que el administrado, sin tener que acudir a un ente jurisdiccional, pueda en esa
vía solucionar, de ser el caso, la lesión de sus derechos e intereses legítimos”. (Exp.
1042-2002-AA/TC, sentencia del 6 de diciembre de 2002, f. j. Nº 2.1) j1 . De ahí
que se afirme que se trata de una restricción razonable al derecho de acceso a la jus-
ticia en la medida que se configure como una “vía idónea y eficaz”.
En la actualidad, tales razones vienen siendo cuestionadas en aras de garanti-
zar una tutela judicial efectiva y el respeto al principio de igualdad, los cuales se
ven afectados por la obligatoriedad de transitar la vía administrativa. En efecto, au-
tores como Eduardo García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández han propuesto
la revisión de raíz de dicho sistema a fin de que los recursos tengan carácter faculta-
tivo. Consideran que los recursos en vez de constituir una garantía para el adminis-
trado se han convertido en “un auténtico privilegio de la Administración y, correlati-
vamente, (...) una carga efectiva para el administrado”(46). Asimismo, se sostiene que
“en nuestros días la vía administrativa de recurso se encuentra de hecho devaluada
y difícilmente puede decirse que cumple con la funcionalidad que en principio cabe
asignarle”(47).
Por ello, creemos que una alternativa más garantista es aquella que configura
a la vía administrativa como una opción facultativa para que sea el propio afectado
quien decida si la utiliza o no, tal como ocurre en España y Colombia. Esta opción
no ha sido acogida por la Ley Nº 27584 –Ley del Proceso Contencioso Adminis-
trativo– ni por el Código Procesal Constitucional. Sin embargo, se avanzó al incor-
porar en el artículo 2, inciso 3) de la Ley Nº 27584 y en el artículo 45 del Código
el principio de favorecimiento del proceso que constituye “un régimen interpretati-
vo en función del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva en virtud del cual, ante
cualquier duda sobre el agotamiento de la vía administrativa, se debe dar trámite al
proceso contencioso administrativo”(48).
Un efecto que acarrea el empleo del trámite previo es que suspende el plazo de
prescripción. Es decir, dicho plazo solo empezará a computarse a partir del agota-
miento del procedimiento previo. Así lo precisa el artículo 44, inciso 6) del Código
Procesal Constitucional.

(46) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo. Tomo II, 2a
ed., Civitas, Madrid, 1984, p. 435 y ss.
(47) PEMAN GAVIN, Juan. “Vía administrativa previa y derecho a la tutela judicial”. En: Revista de Administración Pública.
Nº 127, CEC, Madrid, 1992, pp. 148-149.
(48) PRIORI, Giovanni. Comentarios a la Ley del Proceso Contencioso Administrativo. Ara Editores, Lima, enero de 2002,
p. 154.

24
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Cabe finalmente preguntarse, si el procedimiento administrativo es el único que


puede ser calificado como vía previa. En principio debería ser así; sin embargo, en
el ordenamiento jurídico peruano el concepto de vías previas puede comprender a
todos los procedimientos y recursos que el demandante debe agotar antes de acu-
dir a la vía del amparo. Este concepto amplio de vías previas permitiría incluir den-
tro de ellas, tanto a la vía administrativa, a los procedimientos regulados en las rela-
ciones privadas como, incluso, a los recursos judiciales que deben agotarse antes de
acudir al amparo contra una decisión judicial. Ello sin perjuicio de reconocer sus di-
ferencias, por el acto cuestionado (administrativo o judicial), o por tratarse de dis-
tintos agresores (órganos jurisdiccionales y particulares).

5. Las vías previas en el ámbito administrativo

5.1. Alcances
El procedimiento administrativo es la vía previa por excelencia pues antes de
acudir al proceso de amparo este debe ser agotado. Así por ejemplo, en los autos
Luis Gálvez Vargas c/ Instituto Peruano de Seguridad Social, la Segunda Sala Civil
de la Corte Superior de Lima sostuvo “que no aparece de lo actuado (...) que se en-
cuentre agotada la vía administrativa, que siendo así pues es improcedente la acción
de amparo, toda vez que el actor no ha agotado las vías previas” (El Peruano, 24 de
agosto de 1984). Asimismo, ya durante la vigencia de la Carta de 1993, el Tribunal
Constitucional ha considerado que “antes de efectuar el análisis del fondo de la pre-
tensión, es necesario establecer si los demandantes han cumplido con la exigencia
prevista en el artículo 27 de la Ley Nº 23506 de Hábeas Corpus y Amparo respecto al
agotamiento de la vía previa” (Exp. Nº 150-96-AA/TC, 2 de julio de 1998) j2 .
En el Perú, el procedimiento administrativo, hasta antes de la vigencia de la
Ley Nº 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General de noviembre de
2001 –que regula el procedimiento administrativo común–, estaba regulado por el
Decreto Supremo Nº 006-SC del 11 de noviembre de 1967, Normas Generales de
Procedimientos Administrativos. El inciso segundo del artículo 218 de la citada ley
señala los actos que agotan la vía administrativa, precisando que son:
“a) El acto respecto del cual no proceda legalmente impugnación ante una au-
toridad u órgano jerárquicamente superior en la vía administrativa o cuando se
produzca silencio administrativo negativo, salvo que el interesado opte por in-
terponer recurso de reconsideración, en cuyo caso la resolución que se expida o
el silencio administrativo producido con motivo de dicho recurso impugnativo
agota la vía administrativa; o
b) El acto expedido o el silencio administrativo producido con motivo de la in-
terposición de un recurso de apelación en aquellos casos en que se impugne el
acto de una autoridad u órgano sometido a subordinación jerárquica; o

25
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

c) El acto expedido o el silencio administrativo producido con motivo de la in-


terposición de un recurso de revisión, únicamente en los casos a que se refiere
el artículo 210 de la presente Ley; o
d) El acto que declara de oficio la nulidad o revoca otros actos administrativos
en los casos a que se refieren los artículos 202 y 203 de esta Ley; o
e) Los actos administrativos de los Tribunales o Consejos Administrativos regi-
dos por leyes especiales”.
En consecuencia, en tales supuestos se agota la vía administrativa y, por tanto,
queda expedito el empleo del proceso de amparo. Sin embargo, tal regulación no
solo se encuentra en la citada ley pues existen “diversos supuestos de agotamiento
en normas administrativas sectoriales (regionalización, municipalidades, universida-
des, etc.)”(49).

5.2. La jurisprudencia durante la vigencia de la constitución de 1993


Al principio se pudo apreciar una jurisprudencia que algunos especialistas
cuestionaron por su “excesivo rigorismo”(50), la cual aproximadamente a partir del
año 2002 con la nueva conformación del Tribunal Constitucional, fue flexibilizán-
dose al concebir a la vía previa como una restricción razonable al derecho de acceso
a la justicia que no puede convertirse en un “ritualismo procedimental manifiesto”
(Exp. Nº 0499-2002-AA/TC, sentencia del 16 de octubre de 2002, f. j. Nº 1) j3 .
El Tribunal ha considerado que el agotamiento de la vía administrativa consti-
tuye un requisito indispensable debido a la naturaleza de la pretensión de amparo.
“(...) El agotamiento de la vía previa es un requisito indispensable, pues el re-
curso de amparo surge como una pretensión sumaria y excepcional, que puede
sustanciarse cuando ya no caben acciones jurídicas de ningún tipo contra la
persona o entidad que ha violado un derecho constitucionalmente protegido”
(Exp. Nº 076-96-AA/TC resuelto el 13 de noviembre de 1997) j4 .
También se han presentado algunos problemas de interpretación para determi-
nar cuándo se agota la vía previa. Así por ejemplo, en el proceso de amparo inter-
puesto por Roberto Balbuena Guarniz contra la Municipalidad Provincial de Huan-
cayo, el 3 de julio de 1998, el Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda
(Exp. Nº 441-98-AA/TC) j5 y, en consecuencia, dispuso la inaplicación del Acuer-
do de Concejo Nº 07 del 3 de agosto de 1994, estableciendo que el Concejo de la

(49) MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Reflexiones constitucionales sobre la regla del agotamiento de la vía administrativa”.
En: Revista de Derecho Foro Jurídico. Año I, Nº 2, Lima, 2003, p. 186.
(50) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “Las resoluciones que ponen fin al procedimiento administrativo. Las llamadas resolucio-
nes que causan estado”. En: Revista de la Academia de la Magistratura. Nº 1, Lima, 1998, p. 214.

26
AMPARO Y RESIDUALIDAD

municipalidad demandada resuelva el recurso de apelación interpuesto contra una


resolución de alcaldía. El TC sostuvo:
“1. Que, la demanda se interpone por cuanto el Concejo de la Municipalidad
demandada en aplicación del Acuerdo de Concejo (...) ha decidido que no tiene
competencia para resolver el recurso de apelación interpuesto por el demanda-
do contra la Resolución de Alcaldía (... ), que confirmó su destitución.
2. Que, el artículo 191 de la Constitución Política del Estado, establece que
corresponden al Concejo, las funciones normativas y fiscalizadoras y a la
Alcaldía, las funciones ejecutivas. (...) la facultad de fiscalización de los
Concejos Municipales lleva implícita la de revisar los actos de la Adminis-
tración. (…)
5. Que, atendiendo a que la institución de la pluralidad de instancias constituye
una garantía de la administración de justicia prescrita en el artículo 139, inci-
so 6) de la Constitución Política del Estado y que esta ha adquirido la calidad
de principio general de derecho aplicable también en el ámbito administrati-
vo, este Tribunal, supliendo el referido vacío legal, ha establecido en reiterada
jurisprudencia que los Concejos Municipales actúan como órgano inmediato
superior del Alcalde cuando este resuelva en primera instancia reclamaciones
relacionadas con derechos laborales, competencia que en la práctica han asu-
mido la mayoría de Concejos Municipales del país, facilitando a sus trabajado-
res o ex trabajadores que en sede administrativa agoten sus reclamaciones so-
bre tales derechos y posibilitando que en dicha vía se enmienden los errores en
que hubiese incurrido la Administración, temperamento que responde a nuestra
realidad”.
De esta manera, el Tribunal consideró que hasta que no se resuelva el citado re-
curso no se agotaba la vía administrativa. Se trataba de un criterio equivocado pues
el concejo municipal no constituye instancia administrativa para resolver los recur-
sos de apelación sobre las resoluciones de alcaldía. Además, el derecho a la doble
instancia se encuentra reconocido constitucionalmente para el ámbito jurisdiccional
mas no al interior de la Administración Pública(51).
Asimismo, se ha determinado cuándo se agota la vía administrativa por no exis-
tir recurso contra el acto lesivo. Así por ejemplo, en el caso Pedro Espinoza Lazo
(Exp. Nº 728-98-AA/TC, publicado el 17 de mayo de 2000, p. 2978) j6 resuelto
por el Tribunal Constitucional el 3 de noviembre de 1999 se sostuvo que:
“2. (…) para el caso de autos no cabe invocar la regla de agotamiento de la vía
previa prevista en el artículo 27 de la Ley Nº 23506, habida cuenta de que se
cuestiona una Resolución Suprema emitida en la última instancia de la sede

(51) No obstante, reconocemos que el TC en ocasiones ha señalado que incluso en el ámbito privado opera el debido proceso
y el derecho a la doble instancia, opinión que ciertamente no compartimos. Así lo sostuvo en la STC Nº 4241-2004-AA/
TC, f. j. 6 y en la STC Nº 1461-2004-AA/TC f. j. 3.

27
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

administrativa y, por tanto, inviable de ser recurrida, salvo optativamente o


por voluntad exclusiva del propio interesado mediante recurso de reconsidera-
ción (…)”.
De modo similar en el amparo presentado por María Morales Mayorca (Exp.
Nº 782-99-AA/TC, publicado el 15 de julio de 2000, p. 3216) j7 y resuelto el 10 de
mayo de 2000 se consideró que:
“(...) tratándose de un acto administrativo expedido por la última instancia ad-
ministrativa, como sucede con el caso de la Resolución Ministerial Nº 0692-98-
IN/0103, es de aplicación lo previsto en el inciso a) del artículo 8 del Decreto
Supremo Nº 02-94-JUS, modificado por el artículo 1 de la Ley Nº 26810, en
el sentido de que no es exigible el agotamiento de la vía previa a que se refiere
el artículo 27 de la Ley Nº 23506, respecto de actos administrativos expedidos
por órganos que no se encuentren sujetos a subordinación jerárquica en la vía
administrativa”.
En tales circunstancias la vía previa quedaba agotada pues ya no existía recurso
alguno contra un acto que es el último en la vía administrativa.
Finalmente, el Tribunal ha establecido como precedente vinculante la prohibi-
ción del cobro de tasas “al interior de un procedimiento administrativo, como con-
dición o requisito previo a la impugnación de un acto de la propia Administración
Pública”, pues constituye una afectación a los derechos “al debido proceso, de peti-
ción y de acceso a la tutela jurisdiccional” (Exp. Nº 3741-2004-AA/TC, f. j. 50, B,
El Peruano –separata “Procesos Constitucionales”–, 24 de octubre de 2006, p. 8668
y ss.) j8 . Este supuesto es distinto a la impugnación que se efectúe de una orden de
pago en materia tributaria, pues en tal caso no se trata de pagar una tasa por impug-
nar sino de la existencia de una “deuda tributaria que el contribuyente tiene el deber
de cancelar” (Exp. Nº 4242-2006-PA/TC, f. j. 22, El Peruano –separata “Procesos
Constitucionales”–, 18 de abril de 2007, p. 11208 y ss.) j9 .

6. ¿Existen vías previas en el ámbito judicial?


La Carta de 1993 y el Código Procesal Constitucional han acogido una tesis
que permite el empleo del amparo contra las resoluciones judiciales emanadas de
un procedimiento irregular, entendiendo por tal a aquel que vulnera en forma clara
y manifiesta el debido proceso o como señala el Código la tutela procesal efectiva
(artículo 4). Este criterio ha sido ampliado por el Tribunal Constitucional en el caso
Apolonia Ccollcca para tutelar todos los derechos fundamentales y no solo los de
naturaleza procesal (STC Nº 3179-2004-AA/TC) j10 .
Sin embargo, cabe preguntarnos ¿antes de interponer dicha demanda debe-
rán agotarse los recursos existentes o podrá presentarse directamente el amparo? A
nuestro juicio, en principio deberán agotarse los recursos establecidos a fin de que
la resolución objeto de amparo sea firme y definitiva, tal como ocurre en el Derecho
mexicano y español. Así lo dispone expresamente el artículo 4 del Código Procesal

28
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Constitucional al señalar que el amparo procede contra resoluciones judiciales “fir-


mes” que afecten la tutela procesal efectiva, es decir, reconoce que para acudir al
amparo no debe existir recurso alguno pendiente de agotamiento.
A nivel jurisprudencial se ha reconocido la necesidad de agotar los recursos ju-
diciales existentes antes de acudir al amparo, incluso durante la vigencia de la Cons-
titución de 1979. En este orden de ideas, la Primera Sala Civil de la Corte Superior
de Lima, en los autos Carmen Terrazas c/ Décimo Tercer Juzgado Civil de Lima (El
Peruano, 7 de noviembre de 1984) consideró que debía declararse improcedente la
demanda pues el proceso judicial aún se encontraba en trámite. El argumento se ex-
puso así:
“(…) que es requisito primordial para la procedencia de la presente acción ha-
berse agotado las vías previas como todos los medios de defensa dentro del
respectivo proceso, que de autos se desprende (...) que el proceso que motiva la
acción de amparo no ha terminado y que se encuentra en la etapa probatoria”.
Similar criterio fue expuesto en el caso Somerín S.A. c/ Segundo Juzgado Civil
de Lima (El Peruano, 11 de abril de 1985), cuando la Corte Superior de Arequipa
declaró improcedente la demanda pues se encontraba pendiente de resolución el re-
curso interpuesto contra la resolución judicial materia del amparo.
Durante la vigencia de la Carta de 1993, la Sala de Derecho Público de la Corte
Superior de Justicia de Lima ratificó este criterio en la demanda de amparo inter-
puesta por el Banco Wiesse Limitado contra los vocales de la Segunda Sala Civil
de la Corte Superior de Justicia de Lima y otro (Exp. Nº 1821-98, resuelto el 25 de
junio de 1999 y publicado en El Peruano –Jurisprudencia– el 7 de noviembre de
2001, p. 4501) al considerar:
“Sexto.- Que, por interpretación [a] contrario sensu, de la parte final del inciso
2) del artículo doscientos del Texto Supremo, (...) procede la acción de amparo
contra resolución judicial emanada de un proceso judicial irregular; ahora bien,
para ello resulta necesario que las irregularidades contenidas en las resolucio-
nes judiciales no pueden ser reparadas ante el mismo órgano a través de los
recursos o mecanismos ordinarios que la ley prevé (…)”.
Asimismo, el Tribunal Constitucional cuenta con constante jurisprudencia
según la cual:
“3. (…) a efectos de establecer cuándo adquiere firmeza una resolución judicial,
este Colegiado tiene establecido que ello ocurre cuando se agotan todos los me-
dios impugnatorios que la legislación habilita a las partes de un proceso, no es-
tando permitida la prórroga o creación de nuevos plazos de prescripción a con-
secuencia de la presentación de escritos o “recursos” inventados o propuestos

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

por las partes sin ninguna posibilidad de que a través de los mismos pueda re-
vertirse las situaciones ya decididas judicialmente”(52).
Como puede apreciarse, existe jurisprudencia que exige el agotamiento previo
de los recursos establecidos como requisito necesario para poder pronunciarse sobre
el fondo del problema planteado, opción que nos parece bastante razonable. De esta
manera, creemos que es posible hablar de vías previas en materia judicial.

7. Vía previa y arbitraje

7.1. La necesidad de agotar el recurso de anulación


El TC desde el caso Fernando Cantuarias Salaverry (Exp. N° 6167-2005-PHC/
TC, f. j. 14) j12 admitió la procedencia del amparo contra laudos arbitrales siempre
que se hayan agotado las vías previas establecidas, aplicando lo dispuesto por el ar-
tículo 5, inciso 4) del Código Procesal Constitucional.
En tal ocasión, señaló que “de manera previa a la interposición de un proceso
constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la Ley
General de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo”. Posteriormente, en el caso
Compañía de Exploraciones Algamarca (Exp. N° 1567-2006-PA/TC) j13 , reiteró su
criterio al señalar que el amparo solo procede contra un laudo arbitral cuando se
hayan agotado las vías previas establecidas, es decir, los recursos de apelación y nu-
lidad a que se refieren los artículos 60 y 61, respectivamente, de la Ley Nº 26572,
Ley General de Arbitraje (en adelante LGA).
Esta situación ha cambiado en parte, pues la nueva Ley de Arbitraje, aproba-
da por el Decreto Legislativo Nº 1071, ha eliminado el recurso de apelación y solo
contempla el recurso de anulación que “constituye la única vía de impugnación del
laudo” (artículo 62), el cual se interpondrá dentro de los veinte días siguientes a la
notificación de laudo (artículo 64.1). Cabe anotar que la nueva ley contempla la rec-
tificación, interpretación, integración y exclusión del laudo que se plantean ante el
propio tribunal arbitral (artículo 58) y señala que si ellas se presentan el recurso de
anulación deberá interponerse dentro de los veinte días de notificada la última deci-
sión que recaiga en ellas o de vencido el plazo para resolverlas (artículo 64.1).
No obstante, el debate más importante se suscitó tratándose del recurso de anu-
lación pues el artículo 73 de la anterior LGA contemplaba causales tasadas(53) y solo

(52) Sentencia del Tribunal Constitucional Nº 9300-2006-PA/TC j11 . Asimismo, este criterio ha sido repetido de manera
constante por el Tribunal; señalamos, por ejemplo las sentencias Nºs 2494-2005-AA/TC, 5938-2007-PA/TC; y 93000-
2006-PA/TC.
(53) El artículo 63 de la nueva Ley de Arbitraje también contempla supuestos tasados para la procedencia del recurso de
anulación. “En esta materia, la LA no crea nuevas o distintas causales de anulación a las ya existentes en la LGA. Sim-
plemente se ha limitado a establecer con precisión las condiciones que la parte interesada tiene que haber observado

30
AMPARO Y RESIDUALIDAD

se refería explícitamente a uno de los supuestos que forman parte del debido proce-
so. Al respecto, Ana María Arrarte señalaba que “la única causal que contempla uno
de los derechos integrantes del debido proceso (el derecho de defensa), es la previs-
ta en el inciso 2 del referido artículo, (…)”(54). Ello conducía a dos posibles interpre-
taciones respecto a la procedencia del amparo: a) que siempre sea necesario agotar
el recurso de anulación, o b) que solo sea necesario agotarlo cuando se refiera a la
causal contenida en el inciso 2) del artículo 73 de la LGA referido al derecho de de-
fensa(55) y, por tanto, en los restantes supuestos sí era posible presentar el amparo en
forma directa.
Inicialmente la interpretación que primó fue aquella según la cual siempre re-
sultaba necesario agotar el recurso de anulación. Esta posición fue asumida por la
Sala Comercial de la Corte Superior de Lima (Exp. Nº 1153-2005) que, a partir de
los criterios formulados por el TC, “interpretaba que las demandas de anulación de
un laudo arbitral, sustentadas en supuestas afectaciones al debido proceso, en cual-
quiera de sus manifestaciones, se encontraban subsumidas en la causal de nulidad
prevista en el inciso 2 del artículo 73 de la LGA”(56). Así también lo entendieron al-
gunos autores(57). Por ello, se afirmaba que el TC había creado una nueva causal de
anulación de laudos arbitrales que antes no existía(58).
Esta situación cambió durante un tiempo debido a la sentencia del TC en el
caso Proime Contratistas Generales S.A., criterio que a su vez ha variado debi-
do a lo dispuesto por la nueva Ley de Arbitraje que ahora contempla una causal
un poco más abierta, pues en su artículo 63, inciso b) señala que también proce-
de el recurso de anulación cuando una de las partes no ha podido “hacer valer sus
derechos”.

para que, en su momento, pueda deducir algunas de las causales de anulación reconocidas en la LA”, CANTUARIAS
SALAVERRY, Fernando y CAIVANO, Roque J. “La nueva Ley de Arbitraje peruana: un nuevo salto a la modernidad”.
En: Revista Peruana de Arbitraje. Grijley, Lima, 2008, p. 78.
(54) ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María. Apuntes sobre el debido proceso en el arbitraje: la anulación del laudo y
el proceso de amparo, p. 6. En: <http://www.justiciayderecho.org>.
(55) El citado dispositivo señalaba que procede el recurso de anulación cuando la parte afectada “no ha sido debidamente
notificada con la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer
valer sus derechos, siempre y cuando se haya perjudicado de manera manifiesta el derecho de defensa, habiendo sido
el incumplimiento u omisión objeto de reclamo expreso en su momento por la parte que se considere afectada, sin ser
subsanado oportunamente”.
(56) Ibíd., p. 8. Señala la citada autora que la indicada sentencia “fue confirmada por la Sala Civil Permanente de la Corte
Suprema de Justicia de la República, en el Expediente Cas. Nº 1907-2006/Lima”.
(57) Por ejemplo, Guillermo Lohmann sostenía que “mientras sea posible un recurso contra ellas, como lo es el de anulación
del laudo por lesión al derecho de tutela efectiva, no cabe demanda de amparo”, LOHMANN LUCA DE TENA, Gui-
llermo. Interferencia judicial en los arbitrajes. En: Revista Peruana de Arbitraje. Nº 1, Grijley, Lima, 2005, p. 279.
(58) ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María. Ob. cit., p. 11.

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

7.2. La precisión efectuada por el tc en el caso proime contratistas


generales s.a.: el amparo directo contra laudos

A partir del referido caso (Exp. Nº 04195-2006-AA/TC, f. j. 2) j14 el criterio


cambió pues el TC sostuvo que:
“(…), este Colegiado, si bien comparte el criterio conforme al cual el proceso
de anulación de laudo arbitral constituye, en principio, una vía previa al am-
paro (Exp. N° 6167-2005-HC, fundamento 14 in fine); no considera que ello
signifique prescindir de atender el hecho de que, conforme al artículo 73 de la
Ley General de Arbitraje, solo se puede impugnar un laudo en base a una lista
cerrada de causales. En tal sentido, este Colegiado estima que una afectación
que no esté contemplada como causal de anulación de laudo, y que, sin em-
bargo, compromete seriamente algún derecho constitucionalmente protegido a
través del proceso de amparo, no puede ni debe tramitarse como un recurso de
anulación, de modo que para estos supuestos queda habilitado el amparo como
medio eficaz de defensa de los derechos comprometidos”.
De esta manera, el TC consideró que existen casos en los cuales podía interpo-
nerse una demanda de amparo directamente contra un laudo arbitral. Es decir, en-
tendió que en determinados supuestos no existiría vía previa alguna pues el recurso
de anulación solo procedía cuando se trataba de las causales taxativamente señala-
das por la ley. Este criterio permitió que se pudieran presentar dos procesos distintos
contra el mismo laudo: por un lado, el recurso de anulación, por ejemplo, si se sus-
tentaba en la afectación del inciso 2) del artículo 73 de la anterior LGA referido al
derecho de defensa; y por otro, el amparo, si se trataba de la afectación de otros de-
rechos fundamentales. Esto no significaba que el TC hubiera creado nuevos supues-
tos de impugnación de un laudo –pues antes se podía acudir al recurso de anulación
en tales casos–, sino tan solo que había hecho una distinción que hasta ese momen-
to no existía.
Sin embargo, recientemente el TC ha vuelto a “recordar que contra el laudo arbi-
tral procede la demanda de amparo, siempre que se haya agotado previamente el re-
curso que prevé la Ley General de Arbitraje y exista una resolución judicial firme que
resuelva dicho recurso”. (Exp. Nº 2513-2007-AA/TC, f. j. 38, publicado el 08/01/09)
j15 . Es decir, ratifica la necesidad de agotar el recurso de anulación como paso pre-
vio a la interposicón de una demanda de amparo.

7.3. Un posible debate: el “recurso de anulación” ¿vía previa o vía


paralela?

Un tema importante es determinar la naturaleza del denominado recurso de


anulación, es decir, si se trata de un recurso o en rigor es un verdadero proceso. En
España, por ejemplo, el artículo 40 de la Ley 60/2003, del 23 de diciembre, sobre

32
AMPARO Y RESIDUALIDAD

arbitraje regula la “acción de anulación” que es “heredera directa del llamado re-
curso de anulación introducido en nuestro Derecho por la Ley 36/1988, del 5 de di-
ciembre, de Arbitraje (…)”(59). Sobre el particular se afirma que:
“La propia Exposición de Motivos de la LA evita el término recurso por resul-
tar técnicamente incorrecto. En efecto, la anulación del laudo en la LA de 1988
era, como ahora, un auténtico proceso, si bien se articulaba como un recurso.
(…). La nueva LA deja sentada definitivamente la naturaleza de la anula-
ción como un auténtico proceso, y no un recurso, a nuestro juicio, con todo
acierto”(60).
Incluso durante la vigencia de la Ley de 1998 se entendía que su naturaleza no
era la de “un recurso, sino de una acción autónoma de nulidad”(61). En Brasil suce-
de algo similar pues para cuestionar un laudo o, como lo denomina la Ley 9,307, una
“sentencia arbitral”, se debe “intentar una acción autónoma de impugnación(62)”. Si se
examina la forma en que se regula el “recurso de anulación” en nuestra LGA podría-
mos concluir, conforme señalan los citados autores, que no se trata de un verdadero re-
curso sino de un proceso autónomo. Una interpretación de esta naturaleza, obviamen-
te, requiere de un mayor desarrollo que excede de los alcances del presente artículo.
En todo caso, de aceptarse esta posición, el citado “recurso” no sería una vía
previa sino más bien una vía paralela y, por tanto, la regla sería acudir al recur-
so de anulación –y no al amparo– salvo que no fuera una vía igualmente satisfacto-
ria. Y es que la vía paralela es un proceso autónomo que se inicia con una deman-
da y que persigue la misma pretensión. La vía paralela no es un recurso que forma
parte de un proceso o de un procedimiento administrativo. No obstante, el TC lo ha
calificado como vía previa pues considera que “el recurso de anulación establecido
en el artículo 61 de la Ley General de Arbitraje (…) no constituye, stricto sensu, un
nuevo proceso judicial, sino parte integrante y residual del proceso arbitral” (Exps.
Nºs 6149-2006-PA/TC, 6662-2006-PA/TC, f. j. 10) j16 .

7.4. Necesidad de agotar el recurso de anulación: la residualidad


precisada por la nueva ley de arbitraje

La décima segunda disposición complementaria de la citada ley, bajo el subtí-


tulo “acciones de garantía”, es decir, utilizando una antigua expresión procedente de

(59) HINOJOSA SEGOVIA, Rafael. “La impugnación del laudo en la Ley de Arbitraje española de 2003”. En: Revista
Peruana de Arbitraje. Nº 3, Grijley, Lima, 2006, p. 374.
(60) Ídem.
(61) En ese sentido, el citado autor indicaba que “El recurso de anulación es, pues, una acción de impugnación por nulidad
del laudo, originaria o derivada, fundada en los motivos previstos en la ley, que se resuelve por la jurisdicción ordinaria
civil en una única instancia”. VERGER GRAU, Joan. “¿Se puede impugnar el laudo arbitral español?”. En: Revista
Peruana de Derecho Procesal. II, Lima, 1998, p. 269.
(62) BARBOSA MOREIRA, José Carlos. “La nueva Ley de Arbitraje brasileña”. En: Revista Peruana de Derecho Procesal.
I, Lima, 1997, p. 290.

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

la Ley Nº 23506 (1982) y que fue derogada por el Código Procesal Constitucional,
ha precisado que:
“Para efectos de lo dispuesto en el inciso 2 del artículo 5 del Código Procesal
Constitucional, se entiende que el recurso de anulación del laudo es una vía
específica e idónea para proteger cualquier derecho constitucional amenazado
o vulnerado en el curso del arbitraje o en el laudo”.
A nuestro juicio, la citada norma lo que pretende es que siempre se agote el re-
curso de anulación como paso previo para acudir al proceso de amparo. Sin embar-
go, su redacción no resulta del todo clara.
En efecto, como se recordará el TC en el Exp. Nº 6167-2005-HC/TC, f. j. 14
j12 estableció con carácter “vinculante para todos los operadores jurídicos” que “de
conformidad con el artículo 5, numeral 4 del precitado código, no proceden los pro-
cesos constitucionales cuando no se hayan agotado las vías previas. (…), si lo que
se cuestiona es un laudo arbitral (…), de manera previa a la interposición de un pro-
ceso constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la
Ley General de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo”. Es decir, el TC califi-
có al recurso de anulación como una “vía previa” conforme al inciso 4 del artículo
5 del Código; en cambio, la nueva ley se refiere a una “vía específica e idónea”, ¿se
refiere a lo mismo? ¿o más bien ha desconocido la doctrina jurisprudencial del TC y
pretende calificar al recurso de anulación como una “vía paralela”?
Creemos que la nueva norma no cuenta con una adecuada redacción y, obvia-
mente, por tratarse de un decreto legislativo no puede producir un cambio tan tras-
cendente como calificar al recurso de anulación como una vía paralela. Para ello se
requeriría una regulación especial. No hay que olvidar que la Constitución (artículo
200) exige que la regulación de los procesos constitucionales se efectúe por ley or-
gánica y que dicha materia no puede ser abordada por un decreto legislativo (artícu-
los 101 y 104). Lo único que hace la nueva norma es precisar que siempre que se
pretenda cuestionar un laudo arbitral o una decisión que al interior de un proceso ar-
bitral afecte algún derecho fundamental deberá agotarse previamente el recurso de
anulación.
En consecuencia, el citado dispositivo ratifica el criterio establecido por el TC
antes del caso Proime Contratistas Generales S.A. A partir de su entrada en vigen-
cia ya no se podrá interponer directamente el amparo contra laudos arbitarles, pues
siempre habrá que esperar a que se agote el recurso de anulación. Esto lo ha reitera-
do el TC en la STC Nº 2513-2007-AA/TC, f. j. 38 j15 .

8. Las vías previas en las relaciones entre particulares


En el Derecho argentino se exige el agotamiento de la vía previa cuando el am-
paro se dirige contra actos de particulares. Dicha postura fue reconocida por la ju-
risprudencia. Así sucedió, por ejemplo, en el proceso seguido contra el club Lawn
Tennis (El Peruano, 26 de junio de 1986) en el que la Tercera Sala Civil de la Corte

34
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Superior de Lima declaró improcedente la demanda interpuesta por considerar que


se encontraba pendiente de resolución el recurso presentado por el quejoso. Una po-
sición más elaborada fue expuesta por el TGC en el caso Gilberto Cueva Martin (El
Peruano, 11 de marzo de 1986) al establecer que:
“Hay vía previa exigible –porque no se da ninguno de los casos del artículo
vigésimo octavo de la ley citada (...)– cuando el afectado en sus derechos cons-
titucionales por una persona jurídica privada, una asociación, por ejemplo, de
la que es miembro, ejercita la acción de amparo sin recurrir previamente a los
órganos superiores correspondientes según su estatuto”.
Durante la vigencia de la Constitución de 1993 dicho criterio jurisprudencial
ha sido ratificado como requisito previo para acudir al amparo. En este sentido en
el proceso de amparo iniciado por Pedro Arnillas Gamio, el Tribunal Constitucional
con fecha 12 de diciembre de 1996 (Exp. Nº 067-93-AA/TC) j17 sostuvo:
“Que para incoar una acción de amparo es preciso culminar el procedimiento
administrativo que hubiere fijado para el asunto materia del reclamo y que tra-
tándose de agresiones provenientes de particulares, será el procedimiento pre-
vio establecido en los estatutos de la persona jurídica”.
En consecuencia, en el Perú no cabe duda que la jurisprudencia exige el agota-
miento de la vía previa cuando se cuestionan actos de particulares lesivos a los dere-
chos fundamentales.

9. Consecuencias por su falta de agotamiento


El Código Procesal Constitucional precisa que la demanda será improcedente
si no se agotan los procedimientos previos, evitándose un pronunciamiento sobre el
fondo del asunto. Dicha sanción opera no solo cuando no ha sido iniciado el proce-
dimiento previo sino también cuando aquel se encuentra en trámite. En estos casos,
como señala el artículo 47 del Código, puede declararse la improcedencia liminar
de la demanda. Nos encontramos ante un requisito de procedencia de la demanda
sobre el cual nuestra jurisprudencia se ha mostrado plenamente de acuerdo. En efec-
to como lo ha señalado el Tribunal Constitucional:
“(…) es requisito de procedibilidad indispensable para acudir al proceso cons-
titucional de amparo el haber agotado la vía previa correspondiente, (…), sin
el cual este Tribunal no puede ingresar válidamente a analizar la pretensión”
(Exp. Nº 1142-99-AA/TC, resuelto el 17 de diciembre de 1999, publicado el
24 de marzo de 2000, p. 2816) j18 .
De esta manera, si el quejoso no interpuso los recursos existente se cierra la vía
del amparo. La tesis esgrimida por Fiorini y difundida por Sagüés(63) que promueve

(63) SAGÜÉS, Néstor. Ley de Amparo. Astrea, Buenos Aires, 1979, p. 233.

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

la existencia de una salvedad a la sanción de improcedencia por haber dejado con-


sentir el acto lesivo si se trata de derechos concedidos más en mira del orden públi-
co que en beneficio del interés privado, no ha sido recogida por la jurisprudencia ni
por la ley.
Corresponde al demandante probar haber agotado las vías previas, o las razo-
nes por las que cuales ellas no resultan exigibles. En este orden de ideas, el Tribunal
ha ratificado la necesidad de que el demandante acredite haber agotado la vía ad-
ministrativa (Exp. Nº 139-97-AA/TC resuelto el 11 de diciembre de 1997) j19 . En
efecto, ha considerado que la ley establece que “(…) solo procede la acción de am-
paro, cuando se han agotado las vías previas, requisito fundamental que el actor ha
incumplido, no obrando en autos documento que acredite dicho cumplimiento por
parte del accionante”.
Además, tal como lo entendió la Corte Suprema, no es necesario que la resolu-
ción administrativa materia de amparo establezca si se agotó o no la vía administra-
tiva pues a esa conclusión se llega a través del raciocinio judicial (J. Alva Centurión
Contratistas. El Peruano –Ejecutorias Supremas– 22 de octubre de 1984). Como-
quiera que las causales para el agotamiento “son taxativas y de orden público, (...)
operan automáticamente sin necesidad de que el texto de la propia resolución admi-
nistrativa final” así lo declare(64).
En todo caso, tanto el Poder Judicial como el Tribunal Constitucional pueden
examinar de oficio el cumplimiento de esta causal de improcedencia. En efecto,
como señala Peyrano(65), antes que los magistrados arriben al juicio de mérito, vale
decir sobre el fondo del problema planteado, deben verificar si lo solicitado supe-
ra los “filtros” exigidos por el ordenamiento procesal. Solo luego de comprobarse si
la pretensión se encuentra en condiciones de ser resuelta favorable o desfavorable-
mente (“juicio de procedibilidad”), podrá el magistrado declarar si ella es fundada e
infundada (“juicio de mérito”).

10. Excepciones al agotamiento de las vías previas


La obligación de agotar los procedimientos previos no es absoluta. Existen de-
terminados supuestos que abren la vía del amparo sin necesidad de agotarlos. Tales
excepciones fueron desarrolladas por el artículo 28 de la derogada Ley Nº 23506,
tomando como fuente los aportes del Derecho mexicano y fundamentalmente del
Derecho argentino, y gozando de un discutible pero interesante desarrollo jurispru-
dencial. Responden a un denominador común, la falta de idoneidad de las vías pre-
vias para tutelar el derecho constitucional alegado y, en definitiva, tratan de garan-
tizar una tutela judicial efectiva. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional al

(64) MORÓN URBINA, Juan Carlos, Ob. cit., p. 187.


(65) PEYRANO Jorge. El juicio de procedibilidad. Anuario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario,
Universidad Católica Argentina, 1981, p. 301.

36
AMPARO Y RESIDUALIDAD

precisar que “existen determinadas circunstancias que pueden convertir el agotamien-


to de la vía administrativa en un requisito dañoso, particularmente, cuando de la afec-
tación de derechos fundamentales se trata. En tales casos, se exime al administrado
de cumplir con dicha exigencia” (Exp. Nº 1042-2002-AA/TC, f. j. Nº 2.1) j1 .
El Código Procesal Constitucional también regula estas excepciones (artícu-
lo 46) manteniendo un texto similar al previsto por la ley anterior. No se trata de
las únicas excepciones posibles, pues como bien señala Daniel Soria en la medi-
da en que ellas garantizan el acceso a la justicia “no pueden entenderse como dispo-
siciones taxativas sino enunciativas, en aplicación del principio pro homine o favor
libertatis(66)”.

10.1. La ejecución de una resolución administrativa


El artículo 46, inciso 1) del Código Procesal Constitucional señala que: “No
será exigible el agotamiento de las vías previas si: una resolución, que no sea la úl-
tima en la vía administrativa, es ejecutada antes de vencerse el plazo para que quede
consentida”.
De acuerdo con un importante sector de la doctrina y del Derecho comparado,
el Estado goza de ciertos privilegios de antigua data concedidos por la naturaleza de
sus funciones, uno de los cuales consiste en la llamada “ejecutividad de sus actos”.
Es decir, que los actos administrativos son inmediatamente ejecutados sin que la in-
terposición de algún recurso –salvo excepciones– suspenda la efectividad de la re-
solución impugnada. Este principio, no resulta ajeno a nuestro Derecho Adminis-
trativo, pues ha sido reconocido por el artículo 216 de la Ley del Procedimiento
Administrativo General(67) según el cual:
“216.1 La interposición de cualquier recurso, excepto los casos en que una
norma legal establezca lo contrario, no suspenderá la ejecución del acto
impugnado.
216.2 No obstante lo dispuesto en el numeral anterior, la autoridad a quien
competa resolver el recurso podrá suspender de oficio o a petición de par-
te la ejecución del acto recurrido cuando concurra alguna de las siguientes
circunstancias:
a) Que la ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación

(66) SORIA LUJÁN, Daniel. “El agotamiento de las vías previas en el proceso de amparo”. En: Actualidad Jurídica. Tomo
162, Gaceta Jurídica, Lima, mayo de 2007, p. 133.
(67) Antes de la vigencia de la citada ley, el artículo 107 del Reglamento de Procedimientos Administrativos (Decreto Supre-
mo Nº 006-SC, del 11 de noviembre de 1967) también contemplaba dicho principio al señalar que “La interposición de
cualquier recurso, excepto en los casos en que una disposición legal establezca lo contrario, no suspenderá la ejecución
del acto impugnado, pero la autoridad a quien compete resolverlo podrá suspender de oficio o a instancia de parte la
ejecución de la resolución recurrida, si existen razones atendibles para ello”.

37
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

b) Que se aprecie objetivamente la existencia de un vicio de nulidad


trascendente”.
Esta regla no opera cuando se trata del procedimiento administrativo sancio-
nador pues en tales circunstancias la interposición de un recurso sí suspende la
sanción impuesta. Así lo indica el artículo 237.2 de la citada ley, según el cual “la
resolución será ejecutiva cuando ponga fin a la vía administrativa”. Ello, como ex-
plica Juan Carlos Morón, se justifica “para guardar coherencia con la presunción de
inocencia”(68).
Por tal razón, de acuerdo con el artículo 216.1 de la ley si un acto afecta un de-
recho fundamental podrá ser inmediatamente ejecutado sin que la interposición del
recurso respectivo lo suspenda, salvo que se presente alguno de los supuestos de ex-
cepción establecidos.
Sin embargo, el Código permite dejar de lado la vía administrativa si una reso-
lución es ejecutada antes de haber quedado consentida. Es decir, parte de un supues-
to distinto al previsto por la regulación procesal administrativa, pues presupone que
el recurso interpuesto en sede administrativa suspenderá el acto reclamado, lo cual
solo ocurre tratándose del procedimiento administrativo sancionador. Por lo demás,
así lo entendió Alberto Borea, cuyo texto sirvió de base para la redacción final del
artículo 27 de la derogada Ley Nº 23506, quien sostuvo que “es principio del De-
recho Administrativo peruano, que ninguna resolución se pueda ejecutar sin haber
concluido la discusión”(69). Tal afirmación, no se condice con el ordenamiento admi-
nistrativo entonces vigente ni con el actual pues aquel recoge el principio opuesto,
es decir, que las resoluciones se ejecutan inmediatamente pese a la interposición de
algún recurso, salvo los casos de excepción antes mencionados.
En la medida que el referido inciso de la Ley Nº 23506 partió de un supues-
to distinto al previsto por el ordenamiento administrativo se han presentado algunos
problemas de interpretación. En efecto, el funcionario que ejecuta un acto adminis-
trativo frente al cual se ha interpuesto un recurso asumirá que actúa correctamente
por estar autorizado por la Ley del Procedimiento Administrativo General. En cam-
bio, el quejoso al verificar dicha conducta entenderá que se pretende ejecutar arbi-
trariamente una agresión a sus derechos fundamentales por lo que acudirá directa-
mente al amparo.
Tomando en consideración lo expuesto, ¿cómo han resuelto nuestros tribunales
este aparente conflicto de normas?; ¿se ha adoptado con exactitud el supuesto con-
tenido contemplado por el inciso en análisis?

(68) MORÓN URBINA, Juan Carlos. Comentarios. Ley del Procedimiento Administrativo General. 2a ed, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, p. 532.
(69) BOREA ODRÍA, Alberto. El amparo y el hábeas corpus en el Perú de hoy. Biblioteca Peruana de Derecho, Lima, 1985,
p. 202.

38
AMPARO Y RESIDUALIDAD

a) La jurisprudencia durante la vigencia de la constitución de 1979


En el caso Lorenzo Coronel Sotelo c/ Codelima (El Peruano, 23 de setiembre
de 1983), Rolando Suárez Doig c/ Banco de la Nación (El Peruano, 27 de diciem-
bre de 1985), y Gianfranco Sangalli Ratti c/ Ministro de Relaciones Exteriores y
otro (El Peruano, 18 de marzo de 1986), la Corte Suprema consideró que resultaba
necesario agotar las vías previas, pese a haberse dado cumplimiento a la resolución
contra la cual se interpuso recurso impugnativo.
Una posición diferente fue asumida tanto por la Corte Superior de Huancave-
lica en el caso Elías Sierra L. c/ Corde Huancavelica (El Peruano, 4 de enero de
1986), como por la Corte Superior del Callao en los seguidos por Elías Díaz P. c/
subprefecto de la provincia de Huaral (El Peruano, 10 de febrero de 1986). En dicha
oportunidad, la Corte Superior de Huancavelica sostuvo “que los funcionarios de-
mandados al haber ejecutado la resolución que no ha sido consentida, han trans-
gredido la garantía constitucional del derecho a la estabilidad en el trabajo (...) y
consecuentemente opera a plenitud la acción de amparo (...) y no es exigible el ago-
tamiento de la vía administrativa”.
Asimismo, en el caso César Elejalde Estenssoro c/ Contraloría General de la
República (resuelto el 13 de febrero de 1986 y publicado el 18 de marzo de 1986) y
Miguel González del Río y otros c/ Contraloría General de la República (resuelto el
15 de setiembre de 1986 y publicado el 13 de noviembre de 1986), el TGC entendió
que la resolución que originaba la demanda de amparo por ser de carácter adminis-
trativo se encontraba regida por el entonces vigente Reglamento de Normas Genera-
les de Procedimientos Administrativos, cuyos artículos 42, 95 y 107 establecen que
el cumplimiento de tales resoluciones debe ser inmediato, es decir desde el día si-
guiente de notificada, no suspendiéndose la ejecución del acto impugnado.
En cambio, en el caso Luis García García c/ Banco de la Nación (El Peruano,
12 de abril de 1986) el TGC expuso una tesis opuesta, al considerar que el artícu-
lo 28, inciso 1 de la Ley Nº 23506 “ha dejado sin aplicación cuando de la acción de
amparo se trata, el artículo 107 de las Normas Generales de Procedimientos Admi-
nistrativos, en virtud del clásico principio de que la ley especial hace inaplicable la
ley general en este caso, un decreto supremo a la materia regulada por aquella” (re-
suelto el 21 de enero de 1986 y publicado el 12 de abril de 1986).

b) La jurisprudencia durante la vigencia de la carta de 1993


El Tribunal Constitucional ha asumido una interpretación uniforme sobre los
alcances de esta excepción al agotamiento de la vía administrativa, pues ha entendi-
do que si el acto se ejecuta de inmediato resulta innecesario agotar esta última.

39
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

En este sentido en la demanda de amparo presentada por Stepcar Representa-


ciones E.I.R.L. (Exp. Nº 904-98-AA/TC) j20 resuelta el 6 de enero de 2000 y publi-
cada el 30 de julio de 2000, p. 3282, el Tribunal Constitucional sostuvo:
“Que, en cuanto a la excepción de falta de agotamiento de la vía administrativa,
debe tenerse en cuenta que la Resolución Directoral Nº 029-98-DDU-MDB, de
fecha diez de febrero de mil novecientos noventa y ocho, que es objeto de la
presente acción de amparo, dispuso la clausura inmediata del servicio de venta
de combustible líquido ubicado en la avenida San Martín Nº 618, distrito de
Barranco, la misma que se ejecutó el día diecisiete de febrero del mismo año,
según puede verse del acta que corre a fojas siete, vale decir que la referida re-
solución se ejecutó antes de quedar consentida, siendo de aplicación la excep-
ción prevista en el inciso 1) del artículo 28 de la Ley Nº 23506”.
Criterio similar se expuso en el proceso iniciado por Gerardo Joaquín Rodrigo
Mamani (Exp. Nº 076-99-AA/TC) j21 resuelto el 7 de abril de 2000 y publicado el
20 de julio de 2000, p. 3237, cuando el Tribunal consideró:
“Que, a fojas tres de autos, obra la Resolución de Superintendencia de Aduanas
Nº 001261, de fecha veinticuatro de agosto de mil novecientos noventa y cua-
tro, por la que se cesó por causa de excedencia –a partir de la fecha de la referi-
da resolución–, a don Gerardo Joaquín Rodrigo Mamani, por lo que el deman-
dante no estaba obligado a agotar la vía administrativa”.
Esta tendencia fue confirmada en el Exp. Nº 581-2000-AA/TC j22 , resuelto por
el Tribunal Constitucional el 14 de diciembre de 2000 y publicado el 7 de febrero de
2001, p. 3924 (caso Lino Hilario Flores Cano):
“Que, en cuanto a la excepción de falta de agotamiento de la vía administra-
tiva, debe tenerse en cuenta que la Resolución de Alcaldía Nº 134-99-MDM,
emitida el tres de agosto del año mil novecientos noventa y nueve, fue ejecu-
tada al día siguiente, según puede verse de la constatación policial que obra a
fojas treinta y seis; en consecuencia, es de aplicación la excepción prevista en
el inciso 1) del artículo 28 de la Ley Nº 23506”.
Lo mismo ocurrió en la demanda presentada por Félix Vásquez Solís resuel-
ta por el Tribunal Constitucional el 9 de mayo de 2001 (Exp. Nº 73-2001-AA/TC,
El Peruano, 5 de enero de 2002, p. 4745) j23 , cuando entendió que “Habiéndose re-
suelto pasar a la situación de retiro al demandante “a partir de la fecha” de la reso-
lución que motiva el amparo, es decir, que se ejecutó en el mismo día de su expe-
dición, no resulta necesario el agotamiento de la vía previa, tal como lo establece
el inciso 1) del artículo 28 de la ley”. Criterio similar se aplicó en el caso Aquili-
no Cayetano Sanabria (Exp. Nº 2826-2003-AA/TC, El Peruano –separata “Procesos
Constitucionales”–, 11 de julio de 2005, p. 1607) j24 pues la resolución administra-
tiva cuestionada surtió sus efectos desde el día siguiente de su publicación y, por tanto, el
Tribunal consideró que no era necesario agotar la vía administrativa. Esta excepción tam-
bién la ha aplicado tratándose de un procedimiento administrativo tributario (Germania
América Véliz de Zevallos c/ Sunat, Exp. N° 4242-2006-PA/TC, f. j. 5) j9 .

40
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Incluso, el TC ha entendido que así se trate de un oficio si este constituye una


decisión que se ejecuta inmediatamente cabe obviar el trámite administrativo previo.
Así lo expuso en el caso William Apaza Enríquez (Exp. Nº 257-2001-AA/TC) j25 ,
resuelto el 24 de julio de 2002 y publicado el 19 de enero de 2003:
“(...) de conformidad con lo dispuesto en el inciso 1) del artículo 28 de la Ley
N° 23506, de Hábeas Corpus y Amparo, el demandante no estaba obligado a
cumplir con el requisito de agotar la vía administrativa, debido a que el oficio
antes mencionado, si bien constituía un acto de administración con mero ca-
rácter de comunicación, no obstante, contenía una decisión que se ejecutó de
inmediato”.
De esta manera, puede apreciarse que el principio de ejecutividad en el ampa-
ro ha sido dejado de lado por la derogada Ley Nº 23506, el Código y por la interpre-
tación efectuada por el Tribunal Constitucional a efectos de garantizar los derechos
de las personas y, en definitiva, la tutela judicial efectiva. Si bien nos parece una so-
lución correcta, pues favorece una tutela inmediata de los derechos fundamentales,
ha generado algunas críticas ya que se ha considerado excesivo “entender que el de-
recho a la tutela judicial a través del amparo desaparece la potestad de ejecutivi-
dad (...) por cuanto el derecho a la tutela amparística se satisface permitiendo que
el ejercicio de la ejecutividad sea sometido al análisis judicial y este con la informa-
ción y contradicción propia resuelva sobre su continuidad o suspensión”(70).

10.2. La irreparabilidad de la agresión


El artículo 46, inciso 2) del Código Procesal Constitucional señala que: “No
será exigible el agotamiento de las vías previas si: por el agotamiento de la vía pre-
via la agresión pudiera convertirse en irreparable”.
En el Derecho argentino, el principio de irreparabilidad actúa como criterio rector
para la procedencia del amparo, permitiendo al quejoso prescindir del trámite previo si
su uso pudiera causarle daño irreparable. Es decir, como lo expresa Sagüés, “cuando
se corra el riesgo de brindar al recurrente una protección judicial, pero posterior a su
ruina”(71). Resulta evidente que tal sistema es el antecedente de nuestro inciso, el que
también se haya presente en sistemas europeos como, por ejemplo, el alemán.
Pero, conviene preguntarnos: ¿cuándo estamos ante una agresión irreparable
que permita obviar el trámite previo? Resulta difícil brindar una definición que abar-
que todos los casos donde exista un agravio de ese tipo. Llevado el argumento a ex-
tremos siempre existirá la posibilidad de reparación pecuniaria a través, por ejem-
plo, de un proceso por daños y perjuicios.

(70) MORÓN URBINA, Juan Carlos. Derecho Procesal Administrativo. Tomo I, 2a ed., Rodhas, Lima, 1999, p. 368.
(71) SAGÜÉS, Néstor. Ob. cit., p. 180.

41
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Sin embargo, debemos reconocer que la excepción no apunta hacia ese senti-
do. Creemos, más bien, que el agotamiento de la vía previa convertiría en irrepara-
ble la agresión cuando ella no pueda revertir la situación jurídica al estado en que se
hallaba antes de la lesión, es decir, cuando de acceder a dicha vía la restitución de
las cosas al estado que tenía antes de la violación resulte materialmente imposible.
En buena cuenta –como lo explica Lazzarini(72)– cuando la vía previa prevista para
el caso no pueda ser lo suficientemente reparadora del agravio en la medida en que
lo es el amparo. Por tal razón, pensamos que si la vía previa no atiende idóneamente
al problema, vale decir, si su trámite no resulta lo suficientemente útil para tutelar el
derecho vulnerado, el quejoso puede acudir directamente al amparo.
En este orden de ideas no se requerirá agotar la vía administrativa existente si,
por ejemplo, un alcalde dicta una resolución arbitraria disponiendo la demolición
de un inmueble de propiedad, pues el tránsito de la vía previa permitiría su demoli-
ción convirtiendo la agresión en irreparable. La necesidad y urgencia en la protec-
ción del derecho y la lentitud del trámite previo justifica la excepción contenida en
este inciso.
Nuestros tribunales ya se han pronunciado sobre el tema. Así sucedió cuando el
alcalde del Concejo Provincial de Maynas publicó un decreto mediante el cual orde-
naba la suspensión de los pagos que debían hacer los usuarios a Senapa por el con-
sumo de agua potable. En tal caso, la Corte Superior de Iquitos consideró que no era
necesario agotar el trámite previo, pues de hacerlo la agresión se convertiría en irre-
parable, ya que esto conllevaría a un corte inmediato del servicio de agua potable
y, por ende, a una acción coactiva de la accionante, pudiendo incluso producirse un
enfrentamiento con el pueblo (El Peruano, 16 de noviembre de 1984).
Igualmente, en los autos Rufino Morales con Concejo Distrital de San Martín
de Porres (El Peruano, 2 de enero de 1985) y en el caso Julio Villafuerte con Supre-
mo Gobierno (El Peruano, 22 de febrero de 1985), se consideró que no era exigible
agotar la vía administrativa porque el mantener a los agraviados en la situación en la
cual se encontraban –en un caso, desempeñando un cargo de rango inferior y en el
otro, en situación de retiro– mientras pendiera el posible reclamo administrativo, les
causaría gravamen irreparable. Además, el TGC en una interesante sentencia con-
sideró que el daño al honor y a la buena reputación que recrudecería de exigirse el
procedimiento previo de por sí lato, constituye causal de excepción al principio de
definitividad, criterio que se esgrimió por el alto cargo que desempeñaba el quejoso:
Fiscal de la Nación (El Peruano, Lima, 18 de marzo de 1986).
Un caso de especial relevancia, y que evidenció la falta de autonomía del TC
frente al régimen del ingeniero Alberto Fujimori, fue el proceso de amparo inicia-
do a favor del señor Baruch Ivcher Bronstein (Exp. Nº 112-98-AA/TC) j26 , resuel-
to por el Tribunal Constitucional el 24 de abril de 1998. Como se sabe, mediante un

(72) LAZZARINI, José Luis. El juicio de amparo. La Ley, Buenos Aires, 1967, p. 143.

42
AMPARO Y RESIDUALIDAD

acto administrativo –una resolución directoral dictada el 11 de julio de 1997– el Di-


rector General de Migraciones y Naturalización dejó sin efecto el título de naciona-
lidad del señor Ivcher, lo cual en los hechos significaba que dicha persona perdía la
nacionalidad peruana. Como consecuencia de ello perdió, también, la conducción
del canal 2 –“Frecuencia Latina”– del cual era accionista mayoritario. Dicho medio
televisivo se había caracterizado por su posición crítica y sus investigaciones sobre
derechos humanos que comprometían a funcionarios del Gobierno. Ante esta situa-
ción hubiera sido lógico que la demanda de amparo planteada fuera acogida por los
tribunales y de tal modo le sea restituido el pleno goce de sus derechos al Sr. Ivcher.
Sin embargo, el Poder Judicial –en sus dos instancias– desestimó la demanda inter-
puesta y el Tribunal la declaró improcedente (El Peruano, “Garantías Constituciona-
les”, Lima, 5 de junio de 1998) pues consideró que el demandante debió agotar pre-
viamente la vía administrativa. Sostuvo dicho Tribunal:
“Que, la Resolución Directoral N° 117‑97‑IN-­050100000000, fue publicada el
trece de julio de mil novecientos noventa y siete y la acción de amparo fue
interpuesta el catorce de julio del mismo año, es decir al día siguiente de su pu-
blicación, lo que hace evidente que no existió posibilidad para que la cuestiona-
da Resolución Directoral fuese ejecutada antes de que esta quedara consentida.
Que, no se puede establecer que el agotamiento de la vía previa hubiese oca-
sionado la irreparabilidad de la agresión, toda vez que con la interposición
de los medios impugnativos contra la Resolución Directoral Nº 117‑97­-IN‑
050100000000, el demandante hubiese podido discutir los fundamentos de la
referida resolución directoral.
Que, en consecuencia, por la naturaleza de los hechos expuestos, estos no se
encuentran en ninguno de los casos previstos en el artículo 28 de la Ley (...)”.
El argumento expuesto tornaba ineficaz la posibilidad de contar con una tute-
la judicial efectiva, pues ante la inmediatez con que se produjo la pérdida de la na-
cionalidad y el posterior control del medio de comunicación del cual era accionista
mayoritario, el Tribunal se abstenía de evaluar la validez constitucional del acto ad-
ministrativo cuestionado y, más bien, le exigía que antes agote los recursos admi-
nistrativos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos conoció el citado caso y
dictó sentencia condenando al Estado peruano por violar el artículo 25.1 de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, que reconoce el derecho a la protec-
ción judicial, pues consideró que no se contó con un recurso efectivo, sencillo y
rápido(73).
En otras ocasiones, el Tribunal Constitucional ha esgrimido un criterio tuitivo. Esto
sucedió en el amparo iniciado por Leonidas Mamani Herrera (Exp. Nº 996-99-AA/TC,

(73) CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Baruch Ivcher Bronstein, sentencia de fondo del 6
de febrero de 2001, serie C, Nº 74, párrafos 139, 140, y 142.

43
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

resuelto el 17 de diciembre de 1999 y publicado el 4 de abril de 2000, p. 2886) j27 ,


cuando consideró:
“Que, estando al tenor de la carta circular materia de la presente acción de ga-
rantía, es de presumirse que la entidad edil demandada, para concretizar el tér-
mino de la relación contractual, impidió el ingreso del demandante en su centro
de trabajo con el fin de que no preste las labores correspondientes, por lo que
no le es exigible a este último el agotamiento de la vía previa, encontrándose el
demandante dentro de los supuestos de excepción establecidos en el inciso 2)
del artículo 28 de la Ley Nº 23506”.
En sentido similar, el Tribunal Constitucional en la demanda de amparo ini-
ciada por Santiago Gómez Gamio (Exp. Nº 1310-2000-AA/TC, resuelto el 3 de di-
ciembre del 2001 y publicado el 3 de junio de 2002, p. 4962) j28 , afirmó que “No es
exigible el agotamiento de la vía administrativa, ya que, (...) se le ha impedido el in-
greso a su centro de trabajo, por lo que, al haberse ejecutado dicha medida de mane-
ra inmediata, resulta aplicable el artículo 28, inciso 2) de la Ley Nº 23506”.
Por lo demás, existe una constante jurisprudencia que considera que en mate-
ria pensionaria no resulta exigible el agotamiento de la vía administrativa. Así, por
ejemplo, ocurrió en el amparo presentado por Vilma Vásquez Rodríguez (Exp.
Nº 206-2000-AA/TC, resuelto el 29 de enero de 2001 y publicado el 3 de setiem-
bre de 2001, p. 4574) j29 , cuando se afirmó que “el Tribunal Constitucional ha es-
tablecido que por la naturaleza del derecho invocado, teniendo en consideración
que la pensión tiene carácter alimentario, no es exigible el agotamiento de la vía
administrativa”.
Una mayor precisión la efectuó el TC en el caso P.J. Bingos S.A. (Exp.
Nº 1266-2001-AA/TC, resuelto el 9 de setiembre del 2002, El Peruano –Garantías
Constitucionales– 4 de abril de 2003, p. 6081) j30 cuando sostuvo que:
“3. (...) la hipótesis de que devenga en irreparable la lesión de los derechos
constitucionales, (...), en verdad se presenta en todos los casos en los que su
tránsito ocasionará la imposibilidad de poder restablecer al estado anterior a
la violación el ejercicio de los derechos constitucionales eventualmente lesio-
nados. Ello, evidentemente, no sucede en una controversia como la que ahora
se está dilucidando. En efecto, la amenaza de que pueda iniciarse una ‘acción
coactiva’ (sic) no impide que –iniciada esta, en trámite o una vez culminada–,
pueda promoverse un proceso como el presente y que el juez que conozca de la
acción de amparo pueda disponer el restablecimiento de los derechos eventual-
mente lesionados”.
Con anterioridad, el Tribunal –integrado en ese entonces por cuatro magistra-
dos debido a la arbitraria destitución de tres de ellos por el Congreso de la Repúbli-
ca– había indicado que esta excepción se configura cuando “por el empleo de la vía
previa, se corra el riesgo de brindar al beneficiario la protección que reclama, pero
cuando ya no es posible reparar el daño sufrido por este, tornándose así ilusoria la

44
AMPARO Y RESIDUALIDAD

resolución que en definitiva se dicte” (Exp. Nº 601-97-AA/TC, sentencia del 17 de


setiembre de 1997, f. j. Nº 3) j31 .
Es preciso reiterar, siguiendo la experiencia argentina, que la presencia del
daño irreparable debe valorarse con criterio objetivo y que la existencia de esta cau-
sal de excepción deberá apreciarse en función de cada caso concreto, a fin de garan-
tizar una adecuada tutela de los derechos fundamentales. Así por ejemplo, el Tribu-
nal consideró que era aplicable esta excepción, pues la dilación de un procedimiento
administrativo disciplinario y la suspensión en el ejercicio del cargo de un magis-
trado sin goce de haber durante aproximadamente ocho meses “podría haber pro-
ducido un perjuicio irreparable al recurrente, en cuanto la subsistencia económi-
ca y alimentaria de él y su familia se pudieron haber visto diariamente afectadas,
lo cual pudo haber traído consecuencias graves en la vida y salud de las mismas”
(Exp. Nº 3778-2004-AA/TC, f. j. 15) j32 .
En definitiva, como lo recuerda el TC, “La irreparabilidad de la agresión su-
pondría que los efectos del acto reclamado como vulneratorio de un derecho funda-
mental no pudieran ser retrotraídos en el tiempo, ya sea por imposibilidad jurídica o
material, de forma que la judicatura no pudiese tomar una medida para poder resta-
blecer el derecho constitucional invocado como supuestamente vulnerado”. Y agre-
ga que “La reparación económica al agraviado por el acto lesivo sería un mecanis-
mo satisfactorio; sin embargo, cabe señalar que la irreparabilidad no se refiere a este
hecho, sino que este no podrá ejercer su derecho fundamental en una determinada
situación” (Exp. Nº 00091-2005-PA/TC, f. j. 5) j33 .

10.3. La ausencia de regulación o su empleo innecesario


El artículo 46, inciso 3) del Código Procesal Constitucional precisa que no se
requiere agotar la vía previa si ella “no se encuentra regulada, o si ha sido iniciada
innecesariamente por el afectado”.
El primer supuesto reconoce uno de los caracteres esenciales del procedimien-
to previo, cual es la exigencia de contar con existencia legal, es decir, que esté con-
signado en forma expresa y con anterioridad por la normativa que rige el acto recla-
mado. Este constituye el caso menos frecuente en que la vía residual del amparo se
abre, pues nuestro ordenamiento procesal administrativo establece que siempre re-
sultará de aplicación la vía fijada por la Ley del Procedimiento Administrativo Ge-
neral para la impugnación del acto lesivo. Sin embargo, se han presentado algunas
situaciones especiales. Esto ocurrió cuando el Tribunal Constitucional en el caso
Gaming and Services S.A. (Exp. Nº 022-2000-AA/TC, resuelto el 29 de marzo de
2000 y publicado el 15 de julio de 2000, p. 3227) j34 , consideró que: “ (…) en el
presente caso, no se encuentra normado en la ley recurso administrativo alguno que
revierta los efectos de un decreto supremo que haya sido dictado contraviniendo lo
dispuesto en el artículo 74 de la Constitución Política del Estado, afectando a la em-
presa demandante (…)”.

45
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Del mismo modo en el caso Mateo Ccopa Paúcar (Exp. Nº 598-2000-AA/TC,


resuelto el 18 de octubre de 2001 y publicado el 5 de enero de 2002, p. 4753) j35 ,
el Tribunal entendió que “tratándose el acto impugnado de una simple vía de hecho
y no existir resolución susceptible de ser impugnada, la vía previa no se encuen-
tra regulada, por lo que es de aplicación la excepción establecida en el inciso 3)
del artículo 28 de la Ley Nº 23506”. Este argumento ya había sido esgrimido con
anterioridad por la Corte Superior de Justicia de Huánuco al señalar que resulta-
ba innecesaria la interposición de un recurso si no había existido resolución admi-
nistrativa alguna de parte del órgano agresor sino mera “vía de hecho” que amena-
zaba violar derechos constitucionales (Julián Isminio Torres c/ Director Ejecutivo
del Corah, El Peruano, 29 de diciembre de 1984). Y es que como señala Juan Car-
los Morón “la exigencia de agotamiento de la vía administrativa se refiere exclusiva-
mente a los actos administrativos” y no comprende a las vías de hecho(74).
Cabe indicar que tal excepción se presenta más a menudo tratándose del pro-
cedimiento previo en materia de agresiones provenientes de particulares, pues
como lo indica Borea, si el estatuto de la persona jurídica no regula procedimien-
to de impugnación de las medidas que ella dicte será posible interponer el amparo
directamente(75).
En segundo lugar, la citada norma norma, señala que no se requerirá agotar la
vía previa si ella ha sido innecesariamente iniciada por el reclamante sin estar obli-
gado a hacerlo. Hemos indicado con anterioridad que los recursos que por regla ge-
neral debe agotar el demandante son recursos de uso obligatorio, no exigiéndose la
interposición de peticiones discrecionales o recursos graciosos, cuya utilización se
deja muchas veces al libre arbitrio del justiciable.
Un ejemplo de recurso cuyo uso no es obligatorio fue señalado por el TGC en
el caso César Elejalde Estenssoro. En tal ocasión se sostuvo que el artículo 109 del
reglamento del Decreto Ley Nº 19039 cuando señalaba que contra la resolución pro-
nunciada por el Contralor General de la República “puede” presentarse recurso de
reconsideración, significaba “que el funcionario afectado puede si lo quiere hacer
valer dicho recurso, pues dice ‘puede’ y no ‘debe’ agotar, vale decir que este es op-
cional, lo cual no obliga entonces a agotar la vía previa”. De esta manera, no era
necesario interponer recurso de reconsideración por no ser de carácter obligatorio,
máxime si el artículo 105 del citado reglamento establecía que las resoluciones que
expide el contralor son definitivas en la vía administrativa (El Peruano, 18 de marzo
de 1986). Sin embargo, si el afectado optó por interponer un recurso de reconsidera-
ción, la resolución que se expida o el silencio administrativo que se produzca agota-
rá la vía administrativa. Así lo señala expresamente el inciso c) del artículo 218.2 de
la Ley del Procedimiento Administrativo General.

(74) MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Reflexiones constitucionales sobre la regla del agotamiento de la vía administrativa”.
En: Revista de Derecho Foro Jurídico. Año I, Nº 2, 2003, p. 186.
(75) BOREA ODRÍA, Alberto. El amparo y el hábeas corpus... Ob. cit., p. 205.

46
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Otro ejemplo de vía previa innecesaria se presentó en los autos Patricio Idme
Ccasa y otros c/ Concejo Distrital de San Isidro resuelto por el TGC (El Peruano,
26 de junio de 1985), pues el quejoso acudió a una vía administrativa legalmente in-
competente para la defensa del derecho alegado. En tal caso, el actor acudió pre-
viamente a la vía ante la Autoridad Administrativa de Trabajo pese a no ser un tra-
bajador sometido al régimen del Sector Privado sino más bien estar incurso en la
normativa laboral del Sector Público.

10.4. El vencimiento del plazo establecido para su resolución


El artículo 46, inciso 4) del Código Procesal Constitucional dispone que “No
será exigible el agotamiento de las vías previas si: no se resuelve la vía previa en los
plazos fijados para su resolución”.
Se pretende con ello evitar la perpetuidad de una situación de indefinición ante
la falta de un pronunciamiento, así como que la pasividad del órgano encargado de
resolver el reclamo termine agraviando los derechos del demandante.
El supuesto se presenta, tratándose de agresiones provenientes de particulares,
cuando los estatutos de la persona jurídica agresora establecen un plazo para la so-
lución del reclamo interpuesto sin que el mismo sea resuelto en dicho término. Esta
situación se presentó en el caso David Bustinza Menéndez, pues como lo precisó el
TGC no era exigible el agotamiento de la vía previa por no haber sido resuelta la
apelación interpuesta ante el Tribunal de Honor del Colegio de Abogados de Tacna-
Moquegua dentro del término de quince días que señalaba el propio Estatuto (El Pe‑
ruano, 19 de julio de 1983).
La Ley del Procedimiento Administrativo General establece el plazo máximo
de este procedimiento –treinta días hábiles– (artículo 35) y regula el silencio ad-
ministrativo. En efecto, los artículos 33(76) y 34(77) detallan los procedimientos de

(76) “Artículo 33.- Los procedimientos de evaluación previa están sujetos a silencio positivo, cuando se trate de algunos de
los siguientes supuestos:
1. Solicitudes cuya estimación habilite para el ejercicio de derechos preexistentes, salvo que mediante ella se transfiera
facultades de la Administración Pública o que habilite para realizar actividades que se agoten instantáneamente en
su ejercicio.
2. Recursos destinados a cuestionar la desestimación de una solicitud cuando el particular haya optado por la aplica-
ción del silencio administrativo negativo.
3. Procedimientos en los cuales la trascendencia de la decisión final no pueda repercutir directamente en administra-
dos distintos del peticionario, mediante la limitación, perjuicio o afectación a sus intereses o derechos legítimos.
4. Todos los otros procedimientos a instancia de parte no sujetos al silencio negativo taxativo contemplado en el
artículo siguiente, salvo los procedimientos de petición graciable y de consulta que se rigen por su regulación espe-
cífica”.
(77) “Artículo 34.1.- Los procedimientos de evaluación previa están sujetos al silencio negativo cuando se trate de alguno de
los siguientes supuestos:
34.1.1 Cuando la solicitud verse sobre asuntos de interés público, incidiendo en la salud, medio ambiente, recursos
naturales, la seguridad ciudadana, el sistema financiero y de seguros, el mercado de valores, la defensa nacional
y el patrimonio histórico cultural de la nación.

47
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

evaluación previa que cuentan con silencio negativo y positivo “cuya naturaleza,
efectos y régimen jurídico difieren sustancialmente”(78). Por ello, de no haber sido
resuelto el recurso dentro del término establecido se abrirá la vía residual del ampa-
ro. Es menester indicar que el Tribunal Constitucional durante un tiempo acogió una
equivocada interpretación pues vinculó el inicio del plazo para interponer la deman-
da de amparo con el silencio administrativo negativo. El Tribunal en reiteradas sen-
tencias (por ejemplo, en el Exp. Nº 973-98-AA/TC, El Peruano, –Garantías Consti-
tucionales”–, Lima, 14 de agosto de 1999, p. 2032) j36 entendió:
“Que, contra las mencionadas resoluciones, el demandante interpuso recurso
de apelación con fecha quince de enero de mil novecientos noventa y ocho,
el mismo que no fue resuelto por la Municipalidad demandada dentro del pla-
zo de treinta días útiles estipulado en el artículo 99 del Texto Único Ordenado
de la Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos, aprobado
por el Decreto Supremo Nº 002-94-JUS, por lo que el día veintiséis de febrero
del mismo año operó el silencio administrativo negativo, fecha a partir de la
cual debe computarse el plazo de caducidad previsto en el artículo 37 de la Ley
Nº 23506 de Hábeas Corpus y Amparo, el mismo que venció el veintiséis de
mayo de mil novecientos noventa y ocho; en tal virtud, habiéndose presentado
la demanda el día treinta de julio de mil novecientos noventa y ocho, la acción
de amparo no se encontraba habilitada”.
De esta manera, se desvirtuaba el sentido del silencio administrativo negativo
que de ser una opción a favor del administrado se convertía, por la interpretación del
Tribunal Constitucional, en una prerrogativa de la administración a cuyo vencimien-
to el administrado debía obligatoriamente acogerse para poder interponer el amparo.
Este cuestionable criterio cambió en el caso Jorge Alarcón Meléndez (Exp.
Nº 1003-98-AA/TC, resuelto el 6 de agosto de 2002, El Peruano –Garantías Consti-
tucionales–, 22 de setiembre de 2002, pp. 5371-5374) j37 . A partir de dicha senten-
cia el TC considera que el administrado puede acogerse al silencio administrativo o
esperar el pronunciamiento expreso de la Administración, pues –como señala la doc-
trina– constituye una “técnica de garantía en exclusivo beneficio del particular”(79).
Como correctamente lo sostuvo el Tribunal “se trata de una presunción en beneficio

34.1.2 Cuando cuestionen otros actos administrativos anteriores, salvo los recursos en el caso del numeral 2 del artícu-
lo anterior.
34.1.3 Cuando sean procedimientos trilaterales y los que generen obligación de dar o hacer a cargo del Estado.
34.1.4 Los procedimientos de inscripción registral.
34.1.5 Aquellos a los que, en virtud de la ley expresa, sea aplicable esta modalidad de silencio administrativo.
34.2 Las autoridades quedan facultadas para calificar de modo distinto en su TUPA los procedimientos comprendi-
dos en los numerales 34.1.1. y 34.1.4, cuando aprecien que sus efectos reconozcan el interés del solicitante, sin
exponer significativamente el interés general”.
(78) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Ob. cit., p. 576.
(79) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “El silencio administrativo como técnica de garantía del particular frente a la inactividad
formal de la Administración”. En: Ius Et Veritas. Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Ponti-
ficia Universidad Católica del Perú, Nº 13, Lima, 1996, p. 229.

48
AMPARO Y RESIDUALIDAD

del particular únicamente, y su efecto es abrir la vía jurisdiccional, indefinidamente,


en tanto la Administración no haya resuelto expresamente el recurso”.
Cabe indicar que el 7 de julio de 2007 se publicó la Ley Nº 29060 denominada
Ley del Silencio Administrativo. Dicha ley ha derogado los artículos 33 y 34 de la
Ley del Procedimiento Administrativo General y establece los supuestos en los que
procede el silencio administrativo positivo (artículo 1(80)) y negativo (primera dispo-
sición transitoria, complementaria y final(81)).
La nueva ley ha sido objeto de críticas puntuales. Así se ha afirmado que “no
era necesaria la expedición de una Ley del Silencio Administrativo que regulase
dicha materia al margen de la Ley del Procedimiento Administrativo General”(82),
crea “un instrumento atípico en el Derecho comparado: la declaración jurada del
propio interesado que debe presentar ante la propia entidad como evidencia del si-
lencio producido”(83) e, incluso, que es una norma de aquellas en las cuales “se ha
intentado cambiar todo, para que no cambie nada”(84).

10.5. ¿Existen otras excepciones?


Tanto en el Derecho argentino como en el mexicano las excepciones a la obli-
gación del quejoso de agotar las vías previas tienen no solo origen legal o constitu-
cional, sino también han sido elaboración pretoriana. ¿Estas excepciones han tenido
igual suerte en nuestro país? ¿Se habrá elaborado en vía jurisprudencial alguna ex-
cepción a la observancia del principio de definitividad?

(80) “Artículo 1.- Objeto de la Ley.- Los procedimientos de evaluación previa están sujetos a silencio positivo, cuando se trate
de algunos de los siguientes supuestos:
a) Solicitudes cuya estimación habilite para el ejercicio de derechos preexistentes o para el desarrollo de actividades
económicas que requieran autorización previa del Estado, y siempre que no se encuentren contempladas en la pri-
mera disposición transitoria, complementaria y final.
b) Recursos destinados a cuestionar la desestimación de una solicitud o actos administrativos anteriores.
c) Procedimientos en los cuales la trascendencia de la decisión final no pueda repercutir directamente en administra-
dos distintos del peticionario, mediante la limitación, perjuicio o afectación a sus intereses o derechos legítimos”.
(81) “Primera.- Silencio administrativo negativo.- Excepcionalmente, el silencio administrativo negativo será aplicable en aque-
llos casos en los que se afecte significativamente el interés público, incidiendo en la salud, el medio ambiente, los recursos
naturales, la seguridad ciudadana, el sistema financiero y de seguros, el mercado de valores, la defensa comercial; la de-
fensa nacional y el patrimonio histórico cultural de la nación, en aquellos procedimientos trilaterales y en los que generen
obligación de dar o hacer del Estado; y autorizaciones para operar casinos de juego y máquinas tragamonedas.
Asimismo, será de aplicación para aquellos procedimientos por los cuales se transfiera facultades de la Administración
Pública, y en aquellos procedimientos de inscripción registral.
En materia tributaria y aduanera, el silencio administrativo se regirá por sus leyes y normas especiales. Tratándose de
procedimientos administrativos que tengan incidencia en la determinación de la obligación tributaria o aduanera, se
aplicará el segundo párrafo del artículo 163 del Código Tributario”.
(82) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. JUS. Doctrina & Práctica. Nº 7, Grijley, Lima, julio de 2007, p. 4.
(83) MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Reformas al régimen del silencio administrativo positivo. Aportes para la aplicación
de la Ley Nº 29060. Ibíd., pp. 24-25.
(84) ROJAS LEO, Juan Francisco. “El silencio administrativo positivo y las debilidades de una ilusión. A propósito de la
promulgación de la Ley Nº 29060”. Ibíd., p. 28.

49
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

No ha existido una intensa creación jurisprudencial en esta materia. Sin embar-


go, debemos reconocer como excepción el criterio esgrimido por la sentencia dicta-
da en el caso César Elejalde Estenssoro. En ella, el TGC aplicó la doctrina jurispru-
dencial argentina expuesta en los autos Azul y Blanco y Prensa Confidencial(85), que
exime al quejoso de agotar la vía administrativa si en el mismo proceso el agresor
reafirma su propósito de mantener la medida cuestionada. El entonces Tribunal de
Garantías Constitucionales asumió tal posición luego de preguntarse:
“(…) ¿podía esperarse entonces que el demandado, revocara o rectificara su
resolución cuestionada? La respuesta es obvia pues la reconsideración cuestio-
nada debía ser resuelta por la misma autoridad que la emitió y cuya opinión ya
se conocía por haber sido hecha pública y por no intervenir autoridad jerárqui-
camente superior (...). Siendo así carecía y carece de objeto el solo intentarla
(...) la Contraloría, tanto después de interpuesta la reconsideración, como luego
de ser expedida la primera resolución judicial, reiteró la defensa de su resolu-
ción impugnada; entonces resultaba razonable (...) considerar improcedente la
vuelta a la vía administrativa, porque carecía de objeto y es imperativo evitar la
dilación del reenvío” (El Peruano, 18 de marzo de 1986).
De esta manera, se acogió jurisprudencialmente aquel principio de origen ar-
gentino, que ya había sido esbozado en los votos de los magistrados Alberto Eguren
Bresani y Jaime Diez-Canseco Yáñez en el caso Compañía Cervecera del Sur S.A.
c/ Concejo Provincial del Cusco (El Peruano, 16 de diciembre de 1985). Este cri-
terio fue asumido por el Tribunal Constitucional en el caso Manuel Anicama (Exp.
Nº 1417-2005-AA/TC, f. j. 55) j38 a fin de favorecer el derecho de acceso a la juris-
dicción, al afirmar que si:
“(…) en el expediente de amparo obra escrito en el que la Administración con-
tradiga la pretensión del recurrente, el juez del contencioso administrativo, no
podrá exigir el agotamiento de la vía administrativa.
(…), sería manifiestamente contrario al principio de razonabilidad y al derecho
fundamental de acceso a la jurisdicción, exigir el agotamiento de la vía admi-
nistrativa en los casos en los que resulta evidente que la propia Administración
se ha ratificado en la supuesta validez del acto considerado ilegal”.
En la doctrina nacional, atendiendo al criterio de idoneidad y eficacia que debe
caracterizar a la vía administrativa para que se requiera agotarla, ya se afirmaba que
ella no resultaba exigible “cuando sobre el mismo caso, la Administración ha re-
chazado innumerables reclamaciones anteriores a los administrados”(86). Comparti-
mos esta opinión, pues creemos que la obligación de agotar la vía administrativa no

(85) SAGÜÉS, Néstor. Ob. cit., p. 192.


(86) MORÓN URBINA Juan Carlos. “Reflexiones constitucionales sobre la regla del agotamiento de la vía administrativa”.
En: Revista de Derecho Foro Jurídico. Año I, Nº 2, 2003, p. 185.

50
AMPARO Y RESIDUALIDAD

puede convertirse en un “ritualismo inútil” y, además, porque ello atentaría contra la


idea del amparo como un recurso efectivo, sencillo y rápido.
Durante la vigencia de la Carta de 1993, el Tribunal Constitucional ha inter-
pretado que no se requerirá agotar el procedimiento administrativo si la pretensión
planteada implica el pedido de inaplicación de una norma con rango de ley (con-
trol difuso), pues la Administración Pública carece de tal competencia. Además,
como ya se ha indicado, consideró que para ser exigible la vía administrativa debe
ser “idónea y eficaz” pues solo así se garantiza el derecho de acceso a la justicia.
Este importante criterio fue expuesto en el caso Triplay Iquitos S.A. (Exp. N° 0499-
2002-AA/TC, resuelto el 16 de octubre de 2002) j3 :
“(…) la institución de la vía administrativa, como una condición de la acción
del proceso de amparo, no puede entenderse como un privilegio del Estado,
sino como una limitación del derecho constitucional de acceso a la justicia, se-
gún la cual el ordenamiento jurídico persigue que los problemas o diferencias
que un particular mantenga con la Administración Pública, puedan resolverse
en dicha sede, antes de acudir a la vía judicial.
Esta limitación del derecho de acceso a la justicia debe entenderse a la luz del
principio pro actione y, en ese sentido, el agotamiento de la vía administrativa
solo será exigible si su tránsito se configura como una vía idónea y eficaz para
los fines que se persiguen con su instalación. No es ese el caso, por cierto, de
lo que sucede tratándose de la inconstitucionalidad del cobro de un tributo y su
cuestionamiento en sede administrativa, pues existe jurisprudencia reiterada y
constante del Tribunal Fiscal en el sentido de que, en la medida que este no po-
see el rango de órgano jurisdiccional, no es competente para declarar la inapli-
cabilidad de leyes o normas con rango de ley, pues tal actuación contravendría
la Constitución”.
En cambio, sí se requerirá agotar la vía administrativa cuando se cuestione un
acto sustentado en un reglamento ilegal, pues la Administración se rige por el prin-
cipio de legalidad y, por tanto, podría disponer que el reglamento no sea aplicado.
Estos criterios fueron acogidos en el caso P.J. Bingos S.A. (Exp. Nº 1266-2001-AA/
TC) j30 resuelto el 9 de setiembre de 2002 y publicado en El Peruano –Garantías
Constitucionales– el 4 de abril de 2003, p. 6081.
“5. (...) el Tribunal Constitucional considera que, en el presente caso, no es
aplicable su doctrina jurisprudencial según la cual, en materia tributaria, tra-
tándose de la inconstitucionalidad de una norma legal –a cuyo amparo se rea-
lizó el acto reclamado–, no es preciso transitar ante los tribunales administra-
tivos, dado que se trata de órganos sometidos al principio de legalidad. Y es
que, en el caso de autos, no se trata de una norma con rango, valor o fuerza
de ley, sino de una norma infralegal, es decir, de un nivel jerárquico inferior
al de la ley, cuyo control de validez sí están obligados a efectuar los tribunales
administrativos”.

51
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Se trataba de una interpretación que era coherente con la posición inicialmente


asumida por el Tribunal que en ese entonces consideraba que los organismos admi-
nistrativos no podían disponer la inaplicación de una norma legal al caso concreto.
Esto lo expuso en la sentencia recaída en la demanda de inconstitucionalidad inter-
puesta por el Defensor del Pueblo contra la Ordenanza Nº 003 aprobada por el Con-
cejo Distrital de San Juan de Lurigancho (Exp. Nº 007-2001-AI/TC, resuelto el 9 de
enero de 2003) j39 . En tal ocasión sostuvo que:
“(...) la facultad de declarar inaplicables normas jurídicas, conforme a lo que
establece el artículo 138 de nuestra Constitución Política, solo se encuentra
reservada para aquellos órganos constitucionales que, como el Poder Judicial,
el Jurado Nacional de Elecciones o el propio Tribunal Constitucional, ejercen
funciones jurisdiccionales en las materias que les corresponden y no para los
órganos de naturaleza o competencias eminentemente administrativas”.
De ahí que inicialmente carecía de sentido exigir el agotamiento de la vía
previa en aquellos casos en que la Administración no podía hacer uso del con-
trol difuso. Esta situación ha cambiado pues el Tribunal, primero en un proceso de
inconstitucionalidad (Exps. Nºs 0050-2004-AI/TC, 051-2004-AI/TC, 004-2005-PI/
TC, 007-2005-PI/TC, 009-2005-PI/TC, f. j. 156)(87) j40 , y luego con mayor detalle
en el caso Ramón Salazar Yarlenque (Exp. Nº 3741-2004-AA/TC) j8 cambió ra-
dicalmente de criterio y consideró que los tribunales administrativos y órganos co-
legiados con competencia nacional, adscritos al Poder Ejecutivo, pueden y deben
hacer uso del control difuso, es decir, pueden inaplicar una norma legal ante su ma-
nifiesta inconstitucionalidad. Así ha sostenido en dicha sentencia, la cual constituye
precedente vinculante, y específicamente en su respectiva aclaración del 13 de octu-
bre de 2006 que:
“4. Que, si bien los funcionarios de la Administración Pública se encuentran
sometidos al principio de legalidad, ello no es incompatible con lo que se ha
señalado en el fundamento 50 de la Sentencia Nº 3741-2004-AA/TC, esto es,
que “(...) [t]odo tribunal u órgano colegiado de la Administración Pública tiene
la facultad y el deber de preferir la Constitución e inaplicar una disposición in-
fraconstitucional que la vulnera manifiestamente (...)”. Precisamente, con res-
pecto a este extremo de la sentencia mencionada, el Tribunal Constitucional
estima necesario precisar que los tribunales administrativos u órganos colegia-
dos a los que se hace referencia en dicho fundamento son aquellos tribunales u
órganos colegiados administrativos que imparten “justicia administrativa” con

(87) Así, sostuvo “(…) En efecto, es preciso dejar a un lado la errónea tesis conforme a la cual la Administración Pública se
encuentra vinculada a la ley o a las normas expedidas por las entidades del Gobierno, sin poder cuestionar su constitu-
cionalidad. El artículo 38 de la Constitución es meridianamente claro al señalar que todos los peruanos (la Administra-
ción incluida desde luego) tienen el deber de respetarla y defenderla.
En tal sentido, en los supuestos de manifiesta inconstitucionalidad de normas legales o reglamentarias, la Administra-
ción no solo tiene la facultad sino el deber de desconocer la supuesta obligatoriedad de la norma infraconstitucional
viciada, dando lugar a la aplicación directa de la Constitución”.

52
AMPARO Y RESIDUALIDAD

carácter nacional, adscritos al Poder Ejecutivo y que tengan por finalidad la de-
claración de derechos fundamentales de los administrados”.
Como puede apreciarse, la citada sentencia que ha generado más de una con-
troversia(88), cambia el criterio establecido, con lo cual en aquellos casos en que la
pretensión implique la necesidad de inaplicar una ley, la vía administrativa debe-
rá agotarse siempre que se trate de un tribunal administrativo u órgano colegiado
con carácter nacional, que forme parte del Poder Ejecutivo y que imparta “justicia
administrativa”.

(88) Cfr. CARPIO, Marcos Edgar y GRÁNDEZ CASTRO, Pedro P. (coordinadores). “La defensa de la Constitución por los
Tribunales Administrativos. Un debate a propósito de la jurisprudencia constitucional”. En: Cuadernos de análisis y
crítica a la jurisprudencia constitucional. Nº 1, Palestra, Lima, 2007.

53
CAPÍTULO III

RESIDUALIDAD Y VÍAS PARALELAS

1. Antecedentes
El primer antecedente sobre la regulación de las vías paralelas ha sido el pro-
yecto de ley Nº 1396 sustentado en la Cáma­ra de Diputados en la sesión del 28 de
junio de 1967 por el entonces diputado Valentín Paniagua integrante del grupo par-
lamentario de la Democracia Cristiana. Dicho proyecto se inspiró en la experiencia
argentina y desarrolló el hábeas corpus ampliado que había sido introducido por el
artículo 69 de la Constitución de 1933, al señalar que:
“Artículo 4.‑ La acción de hábeas corpus, en todo caso, solo procede cuando no
existan otros procedimientos judiciales o administrativos que permitan obtener
el mismo efecto, o cuando, existiendo, resultaren por las circunstancias, mani-
fiestamente ineficaces para el amparo del derecho”(89).
El diputado Paniagua sostuvo en la Cámara de Diputados que:
“Es intención del proyecto evitar que el hábeas corpus, creado para defen-
der la libertad, se trueque en medio subsidiario de amparo de la propiedad.
Precisamente, tratándose de esta no puede admitirse el ejercicio del hábeas cor-
pus cuando hay procedimiento eficaces y rápidos para garantizarla (...)(90)”.

(89) El proyecto fue publicado en el “Boletín del Instituto de Ciencias Penales”. UNMSM, Lima, Nº 3, junio de 1967, pp.
25‑32. También figura como apéndice en: BERNAL MATALLANA, Gloria. “El hábeas corpus y sus reformas en el
Perú”. Tesis Bachiller PUC, 1969, p. 101. Cabe indicar que el proyecto fue suscrito entre otros por el entonces diputado
Va­lentín Paniagua (TAXA ROJAS, Luis. La protección jurisdiccional de los derechos constitucionales en el Perú. Tesis
Bachiller PUC, 1968, p. 115).
(90) CÁMARA DE DIPUTADOS. Diario de Debates de la Cámara de Diputados. 4a Legislatura Extraordinaria de 1966,
Tomo III, p. 169.

55
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

La doctrina nacional, previa a la Constitución de 1979, no brindó mayor aten-


ción a la problemática de las vías paralelas. No obstante, autores como Ferrero Re-
bagliati consi­deraban que el amparo solo debía ser empleado cuando no existiera
otro medio específico, ordinario o especial para la protección del derecho afecta-
do(91). Similar criterio esgrimía Bustamante Cisneros para el caso de agresiones efec-
tuadas por particulares(92). García Belaunde, a su vez, afirmaba que de escogerse la
vía judicial ordinaria quedaba descartada la posi­bilidad de acudir al hábeas corpus,
llegando a definir a la vía paralela como aquel “medio de defensa de que dispone el
agraviado por el acto lesivo, al margen del hábeas corpus, para articular ante la au-
toridad competente su pretensión jurí­dica”(93).

2. La constitución de 1993
A manera de antecedente, podemos recordar que durante el debate en la Co-
misión Principal de Constitución de la Asamblea Constituyente 1978-1979 se es-
grimieron dos posiciones distintas en cuanto a la regulación del procedimiento del
amparo. Mientras algunos sostenían que ello no era necesario, pues existía el proce-
dimiento fijado por el Código de Procedimientos Penales y el D.L. Nº 17083, otros
consideraban que sí resultaba conveniente una reglamentación que sintéticamente
fijara las pautas procesales fundamentales. Así, por ejemplo, Javier Valle Riestra y
Mario Polar Ugar­teche esgrimieron esta última posición. En efecto, Polar Ugarte-
che sostuvo:
“Cuando preparamos el título de Garantías, nuestra idea fue fijar los procedi-
mientos en la propia Constitución para que no cupiese duda. Yo creo que (...)
podemos fijar (...) las normas del hábeas corpus y del amparo, en la propia
Constitución y en unas pocas palabras, muy sintéticamen­te, para que no se ne-
cesite ley especial”(94).
Sin embargo, no se incluyeron en el texto constitucional de 1979 las pautas pro-
cesales fundamentales del amparo. En consecuencia, tampoco fueron reguladas las
vías paralelas. A nuestro juicio, esta posición es correcta pues dicha materia debe
ser desarrollada por la ley.
Lo mismo sucedió con la Constitución de 1993 pues tampoco incluyó las nor-
mas procesales del amparo –ni sus causales de improcedencia– y no hizo ninguna
mención al carácter subsidiario de dicho proceso, limitándose a señalar que la regu-
lación de su “ejercicio” se efectuará a través de una ley orgánica.

(91) FERRERO REBAGLIATI, Raúl. Ciencia Política. Teoría del Estado y Derecho Constitucional. Studium, Lima, 1981,
p. 395.
(92) BUSTAMANTE CISNEROS, Ricardo. Ob. cit., p. 12.
(93) GARCÍA BELAUNDE, Domingo. Ob, cit., p. 131.
(94) COMISIÓN PRINCIPAL DE CONSTITUCIÓN DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. Diario de los
Debates. Tomo III, Lima, 20a Sesión del 29 de enero de 1979, p. 8.

56
AMPARO Y RESIDUALIDAD

3. La derogada ley nº 23506 y el cambio introducido por el código


procesal constitucional: del amparo “alternativo” al amparo
“residual”
La propuesta inicial elaborada por Alberto Borea y presentada a la Comisión
que elaboró el proyecto de ley Nº 23506 no abordó la problemática de las vías pa-
ralelas. Solo más tarde el anteproyecto de ley elaborado por la Comisión presidida
por Domingo García Belaunde señaló en su artículo 6, inciso c) que “No proceden
las acciones de garantía: Cuando el agraviado opte por recurrir a la vía judicial ordi-
naria para la protección de un derecho constitucional conculcado”. La exposición de
motivos del anteproyecto precisaba que “si el perjudicado o agraviado utiliza la vía
ordinaria, penal o civil, ya no le es factible utilizar las sumarias acciones de garan­
tía”. De esta manera, el artículo 6, inciso 3) de la derogada Ley Nº 23506 dispuso
que “No proceden las acciones de garantía: 3) Cuando el agra­viado opta por recurrir
a la vía judicial ordinaria”.
Dicha norma, como lo indicó el Tribunal Constitucional hacía “referencia a la
denominada vía paralela; es decir, aquella vía que tópicamente satisface la defensa
de un derecho constitucional y consigue la reposición de las cosas al estado anterior
de una violación constitucional” (Exp. Nº 3283-2003-AA/TC, caso Taj Mahal dis-
coteque y otra, f. j. Nº 6) j41 .
Sin embargo, la citada disposición no aclaraba qué debía entenderse por vía pa-
ralela, cuándo debe acudirse a ella, cuáles son sus requisitos o si es que existen ex-
cepciones a su empleo. La norma solo indicaba, como lo ha expresado uno de sus
analistas más destacados, que si el quejoso inicia un proceso de amparo luego de
haber concluido o iniciado otro proceso destinado a la salvaguarda de sus derechos
constitucionales, el amparo será declarado improcedente(95).
En consecuencia, el referido dispositivo negaba la posibilidad de obtener pro-
nunciamiento de mérito, es decir, sobre el fondo del problema planteado, si es que
el agraviado utilizó una vía judicial y esta se encuentra en trámite o si dicha vía ha
concluido causando cosa juzgada. Como lo ha indicado el Tribunal Constitucional
“cuando el supuesto afectado elige la vía ordinaria concurrente o paralela, cancela
ineludiblemente la posibilidad de utilizar simultáneamente la acción de amparo; con
ello se evita que existan sincrónicamente dos relaciones procesales con el mismo
objeto, que se expidan resoluciones contradictorias o que se admitan potestades pro-
cesales atentatorias al principio de igualdad” (Exp. Nº 3283-2003-AA/TC, caso Taj
Mahal discoteque y otra, f. j. Nº 6) j41 .

(95) BOREA ODRÍA, Alberto. El amparo y el hábeas corpus... Ob. cit., p. 49.

57
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Sin embargo, la norma dejaba algunas interrogantes, pues; ¿el empleo de cual-
quier vía judicial cerraba la posibilidad de utilizar el amparo?; ¿si se trataba de dis-
tintos agresores también debía ser rechazado?
Consideramos –siguiendo a Lazzarini(96)– que la vía paralela, para ser tal, debe
perseguir el mismo fin que luego se va a reiterar en el amparo, con invocación de los
mismos hechos y por las mismas partes. Debe haber identidad entre el objeto de la
pretensión (la tutela del derecho constitucional vulnerado o amenazado) y las partes
(si es que el agresor ha sido identificado) para que la demanda de amparo sea recha-
zada por improcedente. Así lo entendió el Tribunal Constitucional en el caso Caja
Rural de Ahorro y Crédito de San Martín (Exp. Nº 0905-2001-AA/TC, sentencia
del 14 de agosto de 2002) j42 cuando sostuvo que:
“(...) el supuesto de improcedencia regulado por el inciso 3) del artículo 6 de
la Ley N° 23506 se presenta solo si, a través del uso de aquella vía ordinaria,
es posible alcanzar igual propósito que el que se pretende mediante la inter-
posición del amparo. En ese sentido, considera el Tribunal Constitucional que
la causal de improcedencia regulada en el inciso 3) del artículo 6 de la Ley
N° 23506 solo opera cuando el proceso ordinario sea seguido entre las mismas
partes, exista identidad de hechos y se persiga el mismo tipo de protección idó-
nea y eficaz que el amparo”.
De permitirse acudir al amparo cuando ya ha sido utili­zada la vía judicial or-
dinaria no solo se desvirtuaría su carácter excepcional, sino que se colocaría al de-
mandante en una situa­ción de ventaja en perjuicio del principio de igualdad en el
ejercicio de los derechos procesales(97). Asimismo, como lo entendió la Primera Sala
Civil de la Corte Superior de Lima “aparte de existir el riesgo de pronunciamien-
tos dispares, (...) el ejercicio de una acción regular garantiza la búsqueda de la justi-
cia y supone la inexistencia de una decisión de urgencia” (El Peruano, 11 de setiem-
bre de 1985).
Ahora bien, el principio recogido por la derogada Ley Nº 23506 también es
aceptado por el Derecho argentino. Sin embargo, dicha norma no se colocó en el su-
puesto más relevante del sistema argentino, es decir, no respondía satisfactoriamen-
te qué sucede cuando existe una vía judicial idónea y eficaz distinta al amparo y ella
no ha sido tramitada. Recordemos al respecto que la propia exposición de motivos
del anteproyecto de la derogada Ley Nº 23506 se limitaba a señalar que si el perju­
dicado utilizaba la vía judicial ordinaria ya no podría acudir al proceso de amparo.
En resumen, de existir una vía judicial o paralela que se encuentre en condiciones
de satisfacer plenamente el derecho del demandante ¿podría ser utilizado el ampa-
ro? La jurisprudencia interpretó que el amparo era un mecanismo “alternativo”.

(96) LAZZARINI, José Luis. Ob. cit., p. 138.


(97) SAGÜÉS, Néstor. Ob. cit., p. 187.

58
AMPARO Y RESIDUALIDAD

En cambio, el artículo 5, inciso 2) del Código Procesal Constitucional varía ra-


dicalmente esta situación al señalar que el amparo es improcedente si “existen vías
procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del dere-
cho constitucional amenazado o vulnerado”. Es decir, opta por la tesis –originada en
el derecho argentino y acogida en el ordenamiento colombiano– de un amparo “re-
sidual” o “subsidiario”. En consecuencia, requiere que exista un proceso “específi-
co” –civil, laboral, contencioso administrativo– y que el mismo sea “igualmente sa-
tisfactorio” para tutelar la pretensión del demandante. Por tanto, si no existe una vía
procesal –supuesto poco frecuente–, o si existiendo no es igual o no es tan satisfac-
toria como el amparo, el proceso constitucional tendrás las puertas abiertas para ser
utilizado. Así por ejemplo, en Colombia se exije que el “otro medio de defensa judi-
cial exista, que sea eficaz y que sea tan eficaz como la tutela o, como dice la Corte,
que la protección sea al menos, como la que ofrece la tutela”(98).
De esta manera, reconoce un especial poder al juez para determinar en qué cir-
cunstancias abrirá la puerta al amparo o la cerrará declarando improcedente la de-
manda. Se trata de una decisión que debe ponderar adecuadamente pues de él de-
penderá el acceso a un proceso constitucional o la indicación para que acuda a un
proceso distinto. Más aún, pues en estos casos también cabe declarar la improce-
dencia liminar de la demanda. Como señala la doctrina argentina, el juez debe efec-
tuar una evaluación “anticipada de lo que previsiblemente ocurrirá con los resul-
tados, de elegirse una u otra senda. Un cálculo realista que ponga en evidencia la
razonabilidad de la prescindencia a priori de un carril que a la postre será clara-
mente ineficaz”(99).
La tesis del amparo residual, como señala Sagüés, exige del Poder Judicial la
necesidad de “evaluar prudencialmente el problema y dar respuestas razonables. La
tutela no debe ser un castillo inaccesible para el común de los mortales, pero tam-
poco un parque de diversiones abierto para todos los que a él quieran ir”(100). Por
ello, se ha afirmado que se trata de una medida indispensable y justificada pero que
puede conllevar ciertos riesgos(101). Además, algunos autores han visto la posibili-
dad de que esta fórmula puede servir para resaltar la dimensión objetiva del ampa-
ro y que por tanto la subsidiariedad no solo sea una manifestación de su dimensión
subjetiva(102).

(98) CORREA HENAO, Néstor Raúl. “La acción de tutela en Colombia”. En: El Derecho de Tutela. Vigencia y futuro. Semi‑
nario sobre la tutela y el derecho de amparo. Centro Cultural de la Universidad de Salamanca, Bogotá, 2003, p. 141.
(99) MORELLO, Augusto M. y VALLEFIN, Carlos A. Ob. cit., p. 32.
(100) SAGÜÉS, Néstor. “El rol subsidiario de la acción de amparo”. En: Prudentia Iuris. Revista de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, mayo de 1993, p. 56.
(101) EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “El amparo como proceso residual en el Código Procesal Constitucional peruano.
Una opción riesgosa pero indispensable”. En: Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. Tomo I, Fundación
Konrad Adfenauer, Uruguay, 2007, p. 396.
(102) RODRÍGUEZ SANTANDER, Roger. “Amparo y residualidad. Las interpretaciones (subjetiva y objetiva) del artículo
5.2 del Código Procesal Constitucional peruano”. En: Justicia Constitucional. Nº 2, Palestra, Lima, 2005, p. 111.

59
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Existen también algunas posturas críticas a la opción acogida por el Código


pues, por un lado, consideran que hubiera sido mejor optar por “una reforma in-
tegral de la justicia constitucional que, mínimamente, considere una magistratura
efectivamente especializada (sobre todo en primeras instancias) y con carga proce-
sal igual”(103), o porque asumen que la residualidad resulta inconstitucional, posición
que ha sido desestimada por el Tribunal Constitucional.
En definitiva, el juez tendrá que examinar en cada caso concreto si la urgencia
de tutelar un derecho fundamental puede ser eficazmente cubierta por un proceso
distinto al amparo. Si es que el juez se percata que, por ejemplo, el proceso conten-
cioso-administrativo –que cuenta con medidas cautelares– es idóneo para tutelar los
derechos alegados y su tránsito no producirá un agravio irreparable al quejoso debe-
rá desestimar la vía del amparo. En Colombia, por ejemplo, suele exigirse tres ele-
mentos para abrir la puerta a la tutela o amparo: la inminencia, la urgencia y la gra-
vedad de los hechos(104) que bien pueden aplicarse a la experiencia peruana. En todo
caso, de existir una “duda razonable” –a nuestro juicio– podría ser aplicable el prin-
cipio de favorabilidad –favor processum o pro actione– y, por tanto, dar cabida al
amparo.
Finalmente, como no podía ser de otra manera, el artículo 5, inciso 3) del Có-
digo reitera que la demanda de amparo será improcedente si el afectado ha “recu-
rrido previamente a otro proceso judicial para pedir tutela respecto a su derecho
constitucional”.

4. Concepto y fundamento
Se entiende por vías paralelas –también llamadas con­vergentes o concurrentes–
a todo proceso (ordinario, sumario, especial, etc.) distinto al amparo, mediante el
cual se puede obtener la protección del derecho constitucional vulnerado o amena-
zado. Para que una vía pueda ser calificada como paralela debe perseguir el mismo
fin que el amparo, con invocación de los mismos hechos y de las mismas partes.
Este último aspecto, si bien es importante en determi­nadas ocasiones se relativiza,
pues en el amparo no resulta esencial determinar con total detalle quién es el sujeto
agresor, sino la violación en sí misma, con lo cual perfectamente se podrían presen-
tar situaciones en las cuales no se haya identificado plenamente al sujeto agresor.
La jurisprudencia nacional desarrollada al amparo de la derogada Ley Nº 23506
entendió que ante la vulneración o amenaza de un derecho fundamental, el quejoso
puede optar entre seguir la vía judicial ordinaria –así esta sea idónea– o emplear
la tutela de urgencia del amparo. A tal interpretación se llegó pese a que la propia

(103) CAMPOS, Joseph. “La residualidad del proceso constitucional en el nuevo Código Procesal Constitucional peruano.
Una reflexión a la luz del Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. En: Revista Peruana de Derecho Procesal.
Tomo X, Estudio Monroy Abogados. Palestra, 2006, Lima, p. 58.
(104) Así lo destaca GRAU QUINTEROS, Miguel. “El agravio irreparable como presupuesto de procedencia del proceso de
amparo”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 153, Gaceta Jurídica, Lima, agosto de 2006, p. 159.

60
AMPARO Y RESIDUALIDAD

norma (artículo 6, inciso 3 de la Ley Nº 23506) permitía, en nuestra opinión, arribar


a la opción acogida por la versión argentina.
En cambio, el Código, como hemos indicado, ha adoptado el principio argenti-
no y colombiano que otorgan al amparo un carácter extraordinario. Sobre la incor-
poración de esta opción existen argumentos a favor y en contra.
A favor de su adopción se podría argumentar que:
- En tanto el amparo es un remedio excepcional, no pue­de ser emplea-
do si existen otros procesos lo suficientemente protectores del derecho
constitucio­nal vulnerado o amenazado. De lo contrario, se estaría convir-
tiendo en un proceso ordinario más, desvirtuan­do su carácter extraordina-
rio y urgente(105).
- Si se empleara el amparo sin respetar las vías judicia­les establecidas se
trastocaría el sistema procesal al dejar de lado los procesos que podrían
tute­lar eficazmente los derechos alegados. Y es que de suceder ello, todos
los procesos serían procesos de amparo.
Como argumentos en contra podría sostenerse que:
‑ El examen para determinar si existe una vía judicial idónea que haga im-
procedente al amparo, exige una madurez particular en nuestra judicatura
para no desnaturalizarlo re­chazándolo siempre alegando que existen vías
judicia­les alternativas. Comoquiera que, por lo general, nuestros tribunales
acogen las interpretaciones más restrictivas la exigencia de este principio
podría anular la función protectora del amparo.
‑ La posibilidad de acudir al amparo no trastoca el sistema procesal existen-
te, pues los restantes procesos quedarán reservados para tutelar los dere-
chos sin rango constitucional; para aquellos que tengan esa jerarquía pero
en los que determinar la invalidez del acto lesivo requiera una mayor am-
plitud probatoria; y –obviamente–, para cuando los agraviados opten por
acudir a las vías judiciales ordinarias.
Nosotros pensamos que el amparo debe ser un remedio excep­cional, extraordi-
nario, que no debería ser utilizado si existen instrumentos procesales idóneos, y por
tanto, su empleo ha de ser compatible con tal naturaleza. Creemos que este proce-
so no debe actuar cuando exista una vía judicial ordinaria, sumaria o especial que
pueda proteger en forma oportuna y eficaz los derechos de los demandantes. De no
ser así, la naturaleza excepcional y urgente del amparo se vería mermada, y se tras-
tocaría nuestro sistema procesal al dejarse de lado –sin razón alguna– los procesos
comunes que podrían tute­lar eficazmente los derechos fundamentales alegados. Por

(105) Como bien señala Omar Cairo “el carácter subsidiario del amparo es un elemento intrínseco de este proceso constitucio-
nal”, CAIRO ROLDÁN, Omar. “La consolidación del amparo subsidiario en el Perú”. En: Actualidad Jurídica. Tomo
148, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2006, p. 162.

61
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

ello, estamos de acuerdo con el cambio –radical– planteado por el artículo 5, inciso
2) del Código Procesal Constitucional.
Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional al señalar que el proceso de am-
paro “(…) ha sido concebido para atender requerimientos de urgencia que tienen
que ver con la afectación de derechos directamente comprendidos dentro de la ca-
lificación de fundamentales por la Constitución Política del Estado. Por ello, si hay
una vía efectiva para el tratamiento de la temática propuesta por el demandante, esta
no es la excepcional del amparo que, como se dijo, constituye un mecanismo ex-
traordinario” (Exp. Nº 4196-2004-AA/TC, f. j. 6) j43 .
En este orden de ideas, por ejemplo, frente a la violación de los derechos labo-
rales reconocidos por la Constitución cometida por un particular, en principio el am-
paro no debería prosperar pues existe una vía judicial idónea como el proceso labo-
ral, salvo cuando se aprecie que dicha vía no resulta igualmente satisfactoria. De lo
contrario no solo se estaría ordinarizando al amparo permitiendo que todas las cau-
sas en que se discute tal derecho fundamental sean tra­mitadas a través de dicho pro-
ceso constitucional, sino además se estaría dejando de lado los procedimientos la-
borales estable­cidos, sustrayendo tales asuntos del conocimiento del órgano laboral
especializado y llevándolos a conocimiento del juez de amparo. El mismo debate
se plantea al definir si se acude al proceso contencioso-administrativo –actualmen-
te regulado por la Ley Nº 27584– o se prefiere utilizar la vía del amparo(106). Como
hemos indicado, en los casos mencionados, la jurisprudencia desarrollada sobre
la base de la derogada Ley Nº 23506 reconoció un derecho de opción al afectado,
quien tenía la posibilidad de escoger si acudía al proceso laboral o al de amparo.
Con la vigencia del Código Procesal Constitucional esta situación ha cambiado sus-
tantivamente y la jurisprudencia del TC ha ido perfilando sus alcances.
Ahora bien, ¿cuál es el fundamento en que descan­sa el amparo subsidiario pre-
visto por el Código? Como ya se dejó expresado, en la naturaleza excepcional y ur-
gente del amparo, y en el deseo de no trastocar el ordenamiento procesal dejando de
lado los procesos establecidos.
Además, convendría preguntarnos ¿en qué se basa la causal de improcedencia
motivada por el empleo de la vía judicial ordinaria? Y, a su vez, ¿en qué se fundamen-
taba aquel derecho de opción otorgado al justiciable por la derogada Ley Nº 23506
para escoger entre la vía judicial ordinaria o la extraordinaria del amparo? Esta última
situación no se apoya en su naturaleza excepcional –pues de ser así se acudiría a la vía
judicial idónea y no el amparo–, sino más bien en la necesidad de brindar al jus­ticiable
la posibilidad de contar con un remedio sumarísimo independientemente de los proce-
sos ordinarios para la tutela de sus derechos, evitando la existencia de “filtros” que li-
miten su acción protectora.

(106) Por ello, Eloy Espinosa-Saldaña se pregunta “El nuevo proceso contencioso-administrativo peruano: ¿principio del fin
de nuestro amparo alternativo?”, en ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy. “Jurisdicción constitucional, imparti-
ción de justicia y debido proceso”. Ara Editores, Lima, 2003, pp. 262-263.

62
AMPARO Y RESIDUALIDAD

El fun­damento de la improcedencia cuando se utilizó o está en trámite una vía


judicial ordinaria descansa en pilares distintos, pudien­do distinguirse dos supues-
tos. Así, cuando la vía judicial se encuentra en trámite, el remedio constitucional
no debe ser viable, pues con ello se evita la existencia al mismo tiempo de dos o
más relaciones procesales sobre el mismo objeto que multipliquen indebidamente
los procesos y que gene­ren la posibilidad de resoluciones contradictorias; además,
porque el hecho de optar por la vía paralela permite suponer que el quejoso enten-
dió que ella era lo suficientemente protectora de sus derechos, y, finalmente, pues
el amparo no permite interferir las causas de competencia de los órganos judiciales
establecidos.
En cambio, si la vía paralela ya ha sido agotada, la razón de la exclusión repo-
sa en el respeto a la institución de la cosa juzgada que impide la revisión de pronun-
ciamientos firmes y defini­tivos. Por lo demás, de permitirse el empleo del amparo si
se ha optado por la vía paralela, se colocaría en ventaja al demandante, pues podría
utilizar todos los procesos existentes contra el demandado, violentando el prin­cipio
de igualdad en el ejercicio de los derechos procesales, y desnaturalizando su esencia
misma –de ser remedio extraor­dinario– no utilizable si ya han sido empleados ins-
trumentos alternativos.

5. La jurisprudencia durante la vigencia del código procesal


constitucional

El Tribunal Constitucional ha reconocido la constitucionalidad de la opción


subsidiaria acogida por el Código como una posibilidad legítima para el diseño del
amparo en nuestro país(107). Asimismo, ha fijado algunos precedentes que determi-
nan su viabilidad cuando existen otros procesos judiciales, especialmente el conten-
cioso-administrativo y el laboral.

5.1. Vía igualmente satisfactoria y proceso contencioso-adminis-


trativo

El precedente(108) emblemático que determinó cuando era procedente una de-


manda de amparo y cuando debía acudirse al proceso contencioso-administrativo,

(107) Algunos autores con interpretaciones que no compartimos, han sostenido que la propuesta efectuada por el Código es
inconstitucional. Así se ha afirmado que “La derogación de esta ley (se refiere a la Ley Nº 23506) por el CPCO, que
recoge la doctrina argentina, sin el sustento constitucional de esta, introduce un criterio restrictivo para la procedencia
de los procesos constitucionales, el cual, a nuestro juicio, restringe el alcance de estos procesos y resulta, por ello, in-
compatible con el artículo 200 de la Constitución, (…)” BLANCAS BUSTAMANTE Carlos. El despido en el Derecho
Laboral peruano. 2a edición, ARA Editores, Lima, 2006, pp. 373-374). En sentido similar, se ha afirmado que “del texto
constitucional brota la alternatividad”, CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El amparo residual en el Perú. Una cuestión de
ser o no ser”. En: Justicia Constitucional. Nº 2, Palestra, Lima, 2005, p. 71.
(108) Una opinión crítica al carácter de “precedente” de la citada sentencia ha sido formulada por ARIANO DEHO, Eugenia.
“¿Principio de autonomía procesal del Tribunal Constitucional? Algunas glosas a la sentencia del caso Anicama”. En:
Diálogo con la Jurisprudencia. Nº 85, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2005, pp. 34-35.

63
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

tratándose del derecho a la pensión, ha sido el caso Manuel Anicama Hernández. En


tal oportunidad, el Tribunal señaló que “La vía idónea para dilucidar los asuntos
pensionarios que no versen sobre el contenido directamente protegido por el de-
recho fundamental a la pensión, es el proceso contencioso-administrativo” (Exp.
Nº 1417-2005-AA/TC, f. j. 51) j38 .
Para ello, interpretó los alcances del artículo 3 de la Ley Nº 27584, Ley del
Proceso Contencioso Administrativo, según el cual “las actuaciones de la adminis-
tración pública solo pueden ser impugnadas en el proceso contencioso-administrati-
vo, salvo en los casos en que se pueda recurrir a los procesos constitucionales”. El
Tribunal entendió que la remisión que hace la parte final de dicha norma a “los pro-
cesos constitucionales” se presenta cuando “la actuación (u omisión) de la Adminis-
tración Pública genere la afectación del contenido directamente protegido por un de-
recho constitucional” (f. j. 52).
De esta manera, puede concluirse que “la vía procesal ordinaria para la tute-
la procesal de los derechos frente a la actuación u omisión de la Administración Pú-
blica, será el proceso contencioso-administrativo”(109), reconociendo que en casos de
urgencia siempre existirán algunas excepciones que permitan el empleo del ampa-
ro(110). Por tanto, la vía procesal extraordinaria o reforzada del amparo quedará re-
servada exclusivamente cuando se afecte el “contenido directamente protegido” de
un derecho fundamental, que el TC asimila indebidamente al “contenido esencial”
del mismo.
Si se trata del contenido constitucional del derecho a la pensión, definido en el
caso Anicama, parecería que el TC ha entendido que siempre “merece protección a
través del proceso de amparo” (f. j. 37); por lo menos, así lo sugiere el hecho que de-
clare fundada la demanda sin evaluar las razones que justificaban no acudir a la vía
paralela en el caso concreto. Es decir, en los supuestos referidos al contenido cons-
titucionalmente protegido del derecho a la pensión, no sería necesario convencer al
juez de que el proceso contencioso-administrativo no constituye una vía “igualmen-
te satisfactoria”, pues pese a que no lo explicite el TC la “urgencia” se presumiría.
De ser así, lo que se estaría indicando es que en tales supuestos el amparo no sería
subsidiario.
Asimismo, si se trata de la afectación de derechos laborales de trabajadores su-
jetos al régimen laboral del Sector Público, la sentencia que ha fijado precedente ha
sido el caso César Baylón Flores (Exp. Nº 0206-2005-AA/TC) j44 . En tal oportu-
nidad, sostuvo que en caso de despidos, impugnaciones de adjudicación de plazas,

(109) HUAPAYA TAPIA, Ramón A. Tratado del proceso contencioso-administrativo. Jurista Editores, Lima, 2006, p. 168.
(110) Así lo indica el TC en su f. j. 37 c) pues, luego de precisar que la pensión mínima asciende a S/. 415,00, consideró que
“(…), prima facie, cualquier persona que sea titular de una prestación que sea igual o superior a dicho monto, deberá
acudir a la vía judicial ordinaria a efectos de dilucidar en dicha sede los cuestionamientos existentes en relación a la
suma específica de la prestación que le corresponde, a menos que, a pesar de percibir una pensión o renta superior, por
las objetivas circunstancias del caso, resulte urgente su verificación a efectos de evitar consecuencias irreparables (v. gr.
los supuestos acreditados de graves estados de salud)”.

64
AMPARO Y RESIDUALIDAD

desplazamientos, reasignaciones o rotaciones, cuestionamientos relativos a remune-


raciones, bonificaciones, subsidios y gratificaciones, permisos, licencias, ascensos,
promociones, impugnación de procesos administrativos disciplinarios, sanciones ad-
ministrativas, ceses por límite de edad, excedencia, reincorporaciones, rehabilitacio-
nes, compensación por tiempo de servicios, entre otros, debía acudirse al proceso
contencioso-administrativo. En tales supuestos la demanda de amparo sería impro-
cedente (f. j. 22 y f. j. 23). Sin embargo, no se trata de una afirmación absoluta pues:
“Solo en defecto de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostra-
ción objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa
administrativa no es la idónea, procederá el amparo. Igualmente, el proceso de
amparo será la vía idónea para los casos relativos a despidos de servidores pú-
blicos cuya causa sea: su afiliación sindical o cargo sindical, por discrimina-
ción, en el caso de las mujeres por su maternidad, y por la condición de impe-
dido físico o mental (…)” (f. j. 24).
Es decir, mantiene el criterio de idoneidad y establece ciertos supuestos especí-
ficos en los que puede acudirse directamente al proceso de amparo.
Cabe indicar que en la STC Nº 1767-2007-PA/TC, f. j. 6 j45 , consideró que de-
bido a que el artículo 27 de la Ley Nº 27854 disponía que no se pueden ofrecer me-
dios probatorios distintos de los que fueron materia de actuación en el procedimien-
to administrativo sancionador, la vía del proceso contencioso-administrativo no era
igualmente satisfactoria(111). Esta situación ha cambiado pues el Decreto Legislativo
Nº 1067, publicado el 28 de junio de 2008, efectuó varias reformas a la referida ley
y ahora la nueva versión del referido dispositivo señala que “la actividad probato-
ria se restringe a las actuaciones recogidas en el procedimiento administrativo, salvo
que se produzcan nuevos hechos o que se trate de hechos que hayan sido conoci-
dos con posterioridad al inicio del proceso. En cualquiera de estos supuestos, podrá
acompañarse los respectivos medios probatorios”.

5.2. Vía igualmente satisfactoria y proceso laboral


Además, en el citado caso Baylón Flores el Tribunal fijó un precedente decisivo
para determinar cuándo procede acudir al proceso de amparo o al proceso laboral, si
ambas pretensiones están referidas a la tutela de los derechos laborales de un traba-
jador sujeto al régimen de la actividad privada. Lo hizo distinguiendo los casos en
que este debate se podría presentar.

(111) En este sentido afirmó en su f. j. 8 que “Es evidente, entonces, que no se puede aplicar el fundamento 54) de la senten-
cia antes señalada, que ordena la remisión de las demandas al Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo,
sino más bien la excepción contenida en el fundamento 24) de la STC Nº 206-2005-PA/TC j44 , que señala: “(...)
atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contencioso
administrativa no es la idónea procederá el amparo (...)”.

65
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Así, por un lado, sostuvo que tratándose de despidos incausados, fraudulentos


y nulos el amparo era procedente para disponer la reposición del trabajador, toman-
do en cuenta determinados criterios.
Precisamente, en el caso Eugenio Llanos Huasco (Exp. N° 976-2001-AA/TC, f. j.
15) j46 el Tribunal recordó que el “despido incausado” apareció en el caso Sindicato
Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú y otro c/ Telefónica del Perú (Exp.
N° 1124-2001-AA/TC, f. j. 12) j47 a fin “de cautelar la vigencia plena del artículo
22 de la Constitución y demás conexos”. En tal ocasión, declaró fundada la deman-
da de amparo pues consideró que se había afectado el derecho al trabajo y la libertad
de sindicación de los demandantes, disponiendo la no aplicación al caso concreto
del artículo 34, segundo párrafo, del Texto Único Ordenado del Decreto Legislativo
Nº 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral –que permitía el despido
arbitrario de un trabajador con la sola obligación de una indemnización especial(112)–
y, por tanto, ordenó su reincorporación(113). De esta manera, el Tribunal entendió en
el citado caso Llanos Huasco que esta modalidad de afectación a los derechos labo-
rales se presenta cuando “se despide al trabajador, ya sea de manera verbal o me-
diante comunicación escrita, sin expresarle causa alguna derivada de la conducta o
la labor que la justifique”. A nuestro juicio, si se trata de un despido incausado la
vía laboral no sería igualmente satisfactoria pues no permite la reposición del traba-
jador, sino tan solo una indemnización; en cambio, en el amparo conforme a la ju-
risprudencia del TC si será posible reponer las cosas al estado anterior(114).
Si se cuestiona un “despido fraudulento”, el mismo que se presenta cuando “se
imputa al trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios, o se le
atribuye una falta no prevista legalmente”, el Tribunal ha interpretado que “solo será
procedente la vía del amparo cuando el demandante acredite fehaciente e indubita-
blemente que existió fraude, pues en caso contrario, es decir, cuando haya contro-
versia o duda sobre los hechos, corresponderá a la vía ordinaria laboral determinar
la veracidad o falsedad de ellos” (f. j. 8).

(112) Señala el citado dispositivo que “Si el despido es arbitrario por no haberse expresado causa o no poderse demostrar esta
en juicio, el trabajador tiene derecho al pago de la indemnización establecida en el artículo 38 como única reparación
por el daño sufrido. Podrá demandar simultáneamente el pago de cualquier otro derecho o beneficio social pendiente”.
(113) Una posición crítica de esta sentencia ha sido esgrimida por autores como PASCO COSMÓPOLIS, Mario. “Jurispru-
dencia constitucional en materia de despido laboral”, y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge, “La subsidiariedad en los
procesos de amparo laboral”. En: TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONA-
LES. Jurisprudencia y Doctrina Constitucional Laboral, Palestra, Lima, 2006.
(114) Como bien se ha indicado “La compensación económica prevista para la gran mayoría de casos de despido arbitrario si
se sigue la vía ordinaria no resulta (…) una medida satisfactoria (…), mientras que el amparo sí, ya que busca reponer
las cosas al estado anterior de la violación” DONAYRE MONTESINOS, Christian. “El carácter residual del amparo
en el Código Procesal Constitucional peruano y sus implicancias en la tutela de los derechos laborales constitucio-
nalmente protegidos”. En: ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy. Derechos fundamentales y Derecho Procesal
Constitucional. Jurista Editores, Lima, 2005, p. 192. En sentido similar opina PUNTRIANO ROSAS, César. “Criterios
de procedibilidad de la acción de amparo en materia de despido. A propósito del precedente vinculante del Tribunal
Constitucional”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 147, Gaceta Jurídica, Lima, febrero de 2006, p. 243.

66
AMPARO Y RESIDUALIDAD

De otro lado, estableció casos puntuales en los que siempre será posible acu-
dir al amparo. Así sostuvo que “los despidos originados en la lesión a la libertad sin-
dical y al derecho de sindicación siempre tendrán la tutela urgente del proceso de am-
paro, aun cuando las vías ordinarias también puedan reparar tales derechos” (f. j. 14).
Asimismo, “los despidos originados en la discriminación por razón de sexo, raza,
religión, opinión, idioma o de cualquier otra índole, tendrán protección a través del
amparo, así como los despidos producidos con motivo del embarazo”. Y agregó que
“el proceso de amparo será el idóneo frente al despido que se origina en la condi-
ción de impedido físico mental, a tenor de los artículos 7 y 23 de la Constitución
que les garantiza una protección especial de parte del Estado” (f. j. 15). En defini-
tiva, tratándose de supuestos de discriminación, sí procederá el amparo “conside-
rando la protección urgente que se requiere para este tipo de casos, sin perjuicio del
derecho del trabajador a recurrir a la vía judicial ordinaria laboral, si así lo estima
conveniente” (f. j. 16).
Agregó en la citada sentencia que la demanda de amparo que cuestione la causa
justa de un despido será improcedente “cuando se trate de hechos controvertidos, o
cuando, existiendo duda sobre tales hechos, se requiera la actuación de medios pro-
batorios a fin de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación
de la imputación de la causa justa de despido, que evidentemente no pueden diluci-
darse a través del amparo” (f. j. 19).
Además, señaló que en los casos de despidos en los que no se solicita la repo-
sición, los actos de hostilidad del empleador(115), el incumplimiento de normas labo-
rales y el pago de remuneraciones y beneficios económicos “que por mandato de la
ley son competencia de los jueces de trabajo, serán declaradas improcedentes en la
vía del amparo” (f. j. 18).
Finalmente, el Tribunal (f. j. 20) precisó los supuestos excepcionales en los cua-
les si será posible acudir al proceso de amparo atendiendo a su carácter subsidiario y
urgente:
“(…), en aquellos casos que se deriven de la competencia por razón de materia
de los jueces de trabajo, los actos de hostilidad y aquellos derivados del cues-
tionamiento y calificación del despido fundado en causa justa que se refieran a

(115) El Tribunal en su f. j. 18 precisa que son actos de hostilidad de acuerdo al artículo 30 del Decreto Supremo Nº 003-97-
TR, TUO del Decreto Legislativo Nº 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral: 
a) La falta de pago de la remuneración en la oportunidad correspondiente, salvo razones de fuerza mayor o caso
fortuito debidamente comprobados por el empleador.
b) La reducción inmotivada de la remuneración o de la categoría.
c) El traslado del trabajador a lugar distinto de aquel en el que preste habitualmente servicios, con el propósito de
ocasionarle perjuicio.
d) La inobservancia de medidas de higiene y seguridad que pueda afectar o poner en riesgo la vida y la salud del
trabajador.
e) El acto de violencia o el faltamiento grave de palabra en agravio del trabajador o de su familia.
f) Los actos de discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión o idioma. Los actos contra la moral y todos
aquellos que afecten la dignidad del trabajador.

67
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

hechos controvertidos, (…), no serán tramitados en el proceso de amparo, sino


en el proceso laboral de la jurisdicción laboral ordinaria, (…). Solo en defecto
de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y
fehaciente por parte del demandante de que la vía laboral ordinaria no es la
idónea, corresponderá admitir el amparo”.
La jurisprudencia reseñada nos brinda algunas pautas para determinar cuándo
se debe acudir al proceso contencioso-administrativo o a los procesos laborales por
tratarse de “vías igualmente satisfactorias” pues, como el propio Tribunal afirma,
constituyen el primer nivel de protección de los derechos fundamentales. No se trata
de una regla absoluta o rígida, pues atendiendo a las circunstancias del caso concre-
to el juez constitucional podrá definir si abre la puerta al amparo o la misma perma-
nece cerrada en función de la idoneidad de las vías existentes, de la urgencia de la
pretensión o de su gravedad. Además, se han mencionado supuestos específicos que
“siempre tendrán la tutela urgente del proceso de amparo, aun cuando las vías or-
dinarias también puedan reparar tales derechos”, generando la sensación de que en
tales casos funcionaría una especie de “amparo alternativo”. Por lo demás, se man-
tiene el criterio según el cual si para acreditar la amenaza o afectación a los dere-
chos reclamados existe intensa controversia y no hay claridad probatoria, el ampa-
ro resulta improcedente. Esto no se debe al carácter subsidiario del amparo sino más
bien a su naturaleza que torna imposible contar con un intenso debate probatorio en
dicho proceso.

5.3. Los criterios establecidos por la sala plena de la corte suprema


El 30 de octubre de 2007 la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la
República acordó aprobar una circular conteniendo “pautas a considerar por los se-
ñores magistrados integrantes del Poder Judicial, sobre determinación de vía igual-
mente satisfactoria para iniciar un proceso de amparo”. Se trata de una decisión
inédita efectuada al amparo del artículo 80 del Texto Único Ordenado de la Ley Or-
gánica del Poder Judicial que fue remitida a todas las cortes superiores de justicia
del país.
El citado acuerdo recomendó a los jueces tener en cuenta los siguientes crite-
rios para definir cuando existe una “vía igualmente satisfactoria”:
“a) Irreparabilidad del daño al derecho invocado si se recurre a los medios or-
dinarios de protección; b) Probanza que no existen vías ordinarias idóneas para
tutelar un derecho (acreditando para ello evaluaciones sobre la rapidez, cele-
ridad, inmediatez y prevención en la tutela del derecho invocado); c) Análisis
del trámite previsto a cada medio procesal, así como sobre la prontitud de esa
tramitación; y d) Evaluación acerca de la inminencia del peligro sobre el dere-
cho invocado, la adopción de medidas o procuración de los medios para evitar
la irreversibilidad del daño alegado o acerca de la anticipación con la cual toma
conocimiento de una causa”.

68
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Se trata de una iniciativa interesante de la Corte Suprema que como bien seña-
la toma en cuenta los criterios ya “establecidos a nivel doctrinario y jurisprudencial”
y que debe aplicarse en consonancia con los precedentes establecidos por el Tribu-
nal Constitucional.

6. La reforma del proceso contencioso-administrativo: el proceso


urgente para tutelar el contenido esencial del derecho a la
pensión

El Decreto Legislativo Nº 1067, publicado el 28 de junio de 2008, introdujo


algunas modificaciones al proceso contencioso-administrativo que vienen generan-
do cierto debate debido a la presencia de interpretaciones diferentes. Dicho decreto,
dictado dentro del paquete de normas destinadas a implementar el Tratado de Libre
Comercio con los Estados Unidos, ha incorporado un “proceso urgente” para tute-
lar pretensiones referidas al “contenido esencial” del derecho a la pensión (artículo
24, inciso 3). Ello ha generado dudas respecto a si a partir de su vigencia ya no pro-
cede una demanda de amparo y, por tanto, los pensionistas deben acudir –siempre–
al contencioso-administrativo. En términos prácticos, podría suceder que si un pen-
sionista presenta una demanda de amparo para garantizar su derecho a una pensión
mínima, ella pueda ser rechazada liminarmente y remitida a los jueces contencioso-
administrativos para seguir el trámite del proceso urgente. ¿Ese será el efecto produ-
cido por la vigencia del citado decreto legislativo? No compartimos tal opinión.
Un argumento inicial es que los procesos constitucionales –como el amparo–
se regulan a través de una ley orgánica. Así lo establece expresamente el antepenúl-
timo párrafo del artículo 200 de la Constitución. Por tanto, no es posible interpretar
que el referido decreto –que no puede abordar materias reservadas a leyes orgánicas
(artículos 101 y 104)– pretenda “cerrar la puerta” al amparo al introducir o desarro-
llar una determinada causal de improcedencia.
De otro lado, es preciso tomar en cuenta que la causal de improcedencia previs-
ta por el artículo 5, inciso 2) del Código Procesal Constitucional, según la cual no
procede el amparo cuando existan vías procedimentales específicas igualmente sa-
tisfactorias para la protección del derecho, debe interpretarse conjuntamente con el
principio pro actione, conforme al cual ante la duda debe favorecerse la continuidad
del proceso constitucional (artículo III).
Por lo demás, tratándose del derecho a la pensión el Tribunal Constitucional
(TC) como hemos indicado ha fijado un precedente vinculante en el caso Anica-
ma (Exp. Nº 1417-2005-aa/TC, f. j. 37) j38 , precisando los supuestos en los cuales
procede acudir al proceso de amparo y aquellos en los que debe irse al contencioso-
administrativo. En tal ocasión, el TC determinó las pretensiones que “por pertenecer
al contenido esencial de dicho derecho fundamental o estar directamente relaciona-
das a él, merecen protección a través del proceso de amparo”. A partir de dicha sen-
tencia, los jueces se encontraban vinculados por el citado precedente. Sin embargo,

69
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

la vigencia del Decreto Legislativo Nº 1067 parecería indicar que el proceso urgen-
te sería la vía igualmente satisfactoria para tutelar el contenido esencial del derecho
a la pensión y ya no lo sería el amparo. Si esa fuera la finalidad de la norma, podría-
mos preguntarnos lo siguiente: ¿un decreto legislativo puede modificar un prece-
dente? Sin duda que no, pues el sustento jurídico de los precedentes es el artículo
VII del Código Procesal Constitucional –una ley orgánica– y un simple decreto no
puede modificar dicho dispositivo.
Asimismo, la interpretación según la cual siempre que se trate del contenido
esencial del derecho a la pensión deberá acudirse al proceso “urgente” incorporado
por la nueva regulación del contencioso-administrativo, conduciría a que jamás se
pudiera presentar una demanda de amparo en defensa del derecho a la pensión. Tal
interpretación sería sumamente restrictiva pues habría un derecho –la pensión– que
no podría tutelarse por el amparo, ni siquiera cuando se afecten sus contenidos bási-
cos. Ello, además, sería incoherente, pues sería el único de los derechos fundamen-
tales que tendría dicho impedimento.
A nuestro juicio, lo único que hace la reciente reforma al proceso contencioso-
administrativo es crear una vía adicional de naturaleza urgente para tutelar el deno-
minado “contenido esencial” del derecho a la pensión. Ello no cierra, ni expresa ni
implícitamente la puerta al amparo y, por tanto, no consideramos que se pueda re-
chazar liminarmente la demanda interpuesta. En estos casos, se presenta una suer-
te de opción a favor del afectado: si desea va al contencioso y si no lo desea puede
acudir al proceso de amparo. Estamos ante un supuesto similar al que se presen-
ta cuando se trata de un despido discriminatorio. Además, ante la duda debe privile-
giarse el principio pro actione para dar continuidad a los procesos constitucionales.
Un tema adicional, de especial relevancia, es la inmensa carga procesal que
aún existe en los juzgados. La reciente creación de una subespecialidad constitucio-
nal ameritaría evaluar trimestralmente qué es lo que viene sucediendo para determi-
nar si diez juzgados constitucionales en Lima resultan suficientes. Es indispensable
hacer un acompañamiento de esta iniciativa, cuya implementación ha esperado va-
rios años. De lo contrario, la apuesta por contar con jueces especializados se encon-
trará con una realidad que hará difícil –y a veces imposible– garantizar una verda-
dera tutela de urgencia y se habrá perdido una nueva oportunidad para avanzar hacia
un cambio.

70
jurisprudencia
vinculada
J1 J1

EXP. Nº 1042-2002-AA/TC-LIMA
Sindicato Unitario de Trabajadores
Municipales del rímac
 

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los 6 días del mes de diciembre de 2002, la Sala Segunda del Tribunal Cons-
titucional, con la asistencia de los señores magistrados Bardelli Lartirigoyen, Presidente;
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia 
Asunto
Recurso extraordinario presentado por don Miguel Cabrera León, en representación del
Sindicato Unitario de Trabajadores Municipales del Rímac, contra la sentencia de la Sex-
ta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 67, su fecha 29 de enero
de 2002, que declaró improcedente la acción de amparo de autos. 
(…)
Fundamentos
  El objeto de la demanda es que se declare inaplicable la Cédula de Notificación N.° 1954-
00-UTD-MDR, de fecha 21 de noviembre de 2000, mediante la cual la emplazada da por
no presentada la carta notarial del recurrente, mediante la cual se solicitaba el cumpli-
miento de la Resolución de Alcaldía N.° 200-97-MDR, de fecha 6 de febrero de 1997, ex-
pedida por la propia emplazada, que, a su vez, disponía el pago de reintegros en cumpli-
miento de una orden judicial.
2.1 Sobre el agotamiento de la vía previa
La exigencia de agotabilidad de dicha vía antes de acudir al amparo constitucional se
fundamenta en la necesidad de brindar a la Administración la posibilidad de revisar sus
propios actos, a efectos de posibilitar que el administrado, sin tener que acudir a un ente
jurisdiccional, pueda en esa vía solucionar, de ser el caso, la lesión de sus derechos e in-
tereses legítimos. Ahora bien, no obstante la existencia de dicha obligatoriedad, existen
determinadas circunstancias que pueden convertir el agotamiento de la vía administrativa
en un requisito dañoso, particularmente, cuando de la afectación de derechos fundamen-
tales se trata. En tales casos, se exime al administrado de cumplir con dicha exigencia.
Las variables, en sentido enunciativo, de esas excepciones se encuentran recogidas en el
artículo 28 de la Ley N.° 23506. Al respecto, el inciso 2) del referido artículo señala que
no será exigible el agotamiento de las vías previas cuando su cumplimiento pudiera con-
vertir la agresión en irreparable.
De autos se desprende la existencia de la Resolución de Alcaldía N.° 200-97 MDR, de
fecha 6 de febrero de 1997, que en cumplimiento de una sentencia de la Corte Superior

73
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

de Justicia de Lima, dispuso el pago de los reintegros correspondientes a los trabajado-


res en actividad, cesantes, jubilados y pensionistas de la emplazada. En consecuencia, de
haberse impugnado administrativamente la notificación cuestionada, mediante el uso de
recursos tales como el de revisión o apelación, o posteriormente, de haberse acudido a
sede judicial mediante el proceso contencioso-administrativo, alegándose en todos ellos
el “cumplimiento de lo que ya se resolvió en sede judicial”, habría significado obligar al
recurrente a utilizar mecanismos que le hubiesen causado un perjuicio mayor que el que
ya viene sufriendo, teniendo en cuenta que, a la fecha, han transcurrido más de seis años
sin que la emplazada haya cumplido la citada Resolución de Alcaldía N.° 200-97-MDR. 
En mérito de ello, el Tribunal Constitucional considera que en el presente caso no era exi-
gible el agotamiento de la vía administrativa, motivo por el que cabe ahora pronunciarse
sobre el fondo de la controversia. En tal sentido, la controversia de relevancia constitu-
cional se concentra en determinar si en el presente caso se ha vulnerado el derecho de pe-
tición y/o el derecho a la tutela jurisdiccional “efectiva”. 
(…)
Falla
REVOCANDO la recurrida, que, confirmando la apelada, declara improcedente la de-
manda; y, reformándola, la declara FUNDADA; en consecuencia, declara sin efecto la
Notificación N.° 1954-000-UTD-MDR; ordena que la demandada cumpla lo dispuesto en
la Resolución de Alcaldía N.° 200-97-MDR, de fecha 6 de febrero de 1997, y que la pre-
sente sea puesta en conocimiento del Vigésimo Sexto Especializado Civil de Lima, para
los efectos pertinentes. Dispone la notificación a las partes, su publicación conforme a ley
y la devolución de los actuados.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

74
J2 J1

EXP. Nº 150-96-AA/TC-HUANCAYO
Valentina Román Vilcapoma y otros

Sentencia del tribunal constitucional


En Huánuco a dos de julio de mil novecientos noventa y ocho, reunido el Tribunal Cons-
titucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados
Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y García Marcelo,
pronuncia sentencia.
Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por doña Valentina Román Vilcapoma y otros contra
la resolución expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Junín, su fecha
veintiséis de diciembre de mil novecientos noventa y cinco, que declaró improcedente la
Acción de Amparo interpuesta contra el Alcalde de la Municipalidad Provincial de Huan-
cayo, don Pedro Antonio Morales Mansilla.
(…)
Fundamentos
1. Que, los demandantes interponen la presente acción a fin que se declare inaplicable la
medida dispuesta por la demandada en virtud de la cual han sido retirados del Pasa-
je Mercaderes, Mercado Modelo ubicado en la provincia de Huancayo, lugar en el que
ejercían el comercio ambulatorio, desprendiéndose de autos que tal medida se ejecutó en
aplicación del Decreto de Alcaldía Nº 024-95 A/MPH del diecinueve de mayo de mil no-
vecientos noventa y cinco, que dispuso el reordenamiento del comercio ambulatorio.
2. Que, antes de efectuar el análisis del fondo de la pretensión, es necesario establecer
si los demandantes han cumplido con la exigencia prevista en el artículo 27 de la Ley
Nº 23506 de Hábeas Corpus y Amparo respecto al agotamiento de la vía previa.
3. Que, el artículo 122 de la Ley Nº 23853, Orgánica de Municipalidades, establece que
los actos administrativos municipales que den origen a reclamaciones individuales, se
rigen por el Reglamento de Normas Generales de Procedimientos Administrativos.
4. Que, dicho Reglamento, hoy denominado Ley de Normas Generales de Procedi-
mientos Administrativos, cuyo Texto Único Ordenado ha sido aprobado por Decreto
Supremo Nº 02-94-JUS, establece en su artículo 100 –vigente cuando se dictó la dis-
posición cuestionada– que la vía administrativa queda agotada con la resolución ex-
pedida en segunda instancia.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

75
J3 J1

EXP. Nº 0499-2002-AA/TC-LORETO
Triplay Iquitos S.A.

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 16 días del mes de octubre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Pre-
sidente; Revoredo Marsano, Vicepresidenta; Aguirre Roca, Alva Orlandini, Bardelli Lar-
tirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia, con el funda-
mento singular concurrente del Magistrado Aguirre Roca.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por la empresa Triplay Iquitos S.A. contra la senten-
cia de la Sala Civil Mixta de la Corte Superior de Justicia de Loreto, de fojas 218, su fe-
cha 11 de diciembre de 2001, que declara improcedente la acción de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
1. La recurrida ha desestimado la pretensión aduciendo que la demandante no agotó la
vía administrativa. El Tribunal Constitucional no comparte dicho criterio. En primer
lugar, como ha sostenido en anteriores ocasiones, la institución de la vía administra-
tiva, como una condición de la acción del proceso de amparo, no puede entenderse
como un privilegio del Estado, sino como una limitación del derecho constitucional
de acceso a la justicia, según la cual el ordenamiento jurídico persigue que los pro-
blemas o diferencias que un particular mantenga con la administración pública, pue-
dan resolverse en dicha sede, antes de acudir a la vía judicial.
Esta limitación del derecho de acceso a la justicia debe entenderse a la luz del prin-
cipio pro actione y, en ese sentido, el agotamiento de la vía administrativa solo será
exigible si su tránsito se configura como una vía idónea y eficaz para los fines que se
persiguen con su instalación. No es ese el caso, por cierto, de lo que sucede tratán-
dose de la inconstitucionalidad del cobro de un tributo y su cuestionamiento en sede
administrativa, pues existe jurisprudencia reiterada y constante del Tribunal Fiscal en
el sentido de que, en la medida que este no posee el rango de órgano jurisdiccional,
no es competente para declarar la inaplicabilidad de leyes o normas con rango de ley,
pues tal actuación contravendría la Constitución.
En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que la exigencia de que debe
agotarse nominalmente la vía administrativa-tributaria, como lo ha sostenido la recu-
rrida, constituye un exceso de ritualismo procedimental manifiesto al que se preten-
de someter a la demandante que, por ser ineficaz, dificulta irrazonablemente su dere-
cho de acceso a la justicia.

76
AMPARO Y RESIDUALIDAD

2. En cuanto al fondo de la controversia, esto es, que la demandada debe abstenerse de


cobrar el Impuesto de Promoción Municipal, el Tribunal en su línea jurisprudencial
ha establecido que las exoneraciones del pago de todo tributo o contribución –a ex-
cepción de los relativos a las contribuciones al Instituto Peruano de Seguridad Social,
los derechos de importación y los tributos municipales, previstos por el artículo 71 de
la Ley Nº 23407, Ley General de Industrias, y que se ha establecido a favor de empre-
sas, como la recurrente, por haber iniciado sus operaciones en zonas de frontera o de
selva–, no pueden considerarse derechos constitucionales susceptibles de ser titulari-
zados, pues lo que en realidad comporta la exoneración es un régimen tributario es-
pecial, que no puede analogarse a la naturaleza propia de un derecho constitucional.
3. Esta situación es sustancialmente distinta cuando se analiza el incremento de la tasa
del Impuesto de Promoción Municipal hasta el 18%, en aplicación del artículo 1 del
Decreto Ley Nº 25980, a aquellas operaciones que se encuentran exoneradas del Im-
puesto General a las Ventas –en aplicación del artículo 71 de la Ley Nº 23407–, dado
que ello supone una transgresión al derecho de igualdad jurídica consagrado en el in-
ciso 2) del artículo 2 de la Constitución, pues tal dispositivo está dirigido a regular
la situación únicamente de aquellas empresas, como la recurrente, que se encuentran
establecidas en zonas de frontera o de selva, por lo que no resulta aplicable el incre-
mento de la tasa para cualquier otra empresa que se encuentre realizando sus opera-
ciones fuera de las zonas indicadas.
En razón de ello, además, el Tribunal Constitucional considera que se está vulneran-
do el principio de uniformidad de las cargas tributarias.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le
confieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,
Falla
REVOCANDO la recurrida que, confirmando la apelada, declaró improcedente la de-
manda; y, reformándola, la declara FUNDADA; en consecuencia, deja sin efecto las ór-
denes de pago N.os 121-1-11939 y 121-1-12254, y ordena que la demandada se abstenga
de cobrar el impuesto contenido en ellas. Dispone la notificación a las partes, su publica-
ción conforme a ley y la devolución de los actuados.

SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
AGUIRRE ROCA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

77
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J4 J1

EXP. Nº 076-96-AA/TC-CALLAO
José Díaz Roldán y otro

  Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los trece días del mes de noviembre de mil novecientos noventisiete, reunido
el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los seño-
res Magistrados: Acosta Sánchez, Vicepresidente, encargado de la Presidencia; Nugent,
Díaz Valverde, García Marcelo, actuando como Secretaria Relatora, la doctora María Luz
Vásquez, pronuncia la siguiente sentencia :
Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don José Díaz Roldán y don Ángel Salazar Ber-
nal, contra la Resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Su-
prema de Justicia de la República, de fecha treinta de noviembre de mil novecientos
noventicinco, que al considerar haber nulidad en la Resolución de vista, declaró IMPRO-
CEDENTE la acción de amparo (folio 28 a folio 37 del Cuadernillo de Nulidad).
(…)
Fundamentos
(…)
Que, con relación al fundamento que antecede, es necesario precisar, que en aplicación
del artículo 27 de la Ley 23506, el agotamiento de la vía previa es un requisito indispen-
sable, pues el recurso de amparo surge como una pretensión sumaria y excepcional, que
puede sustanciarse cuando ya no caben acciones jurídicas de ningún tipo contra la perso-
na o entidad que ha violado un derecho constitucionalmente protegido.
Que, en el presente caso no es aplicable el concepto de daño irreparable consignado en
el numeral 2) del artículo 28 de la Ley 23506, como lo proponen los accionantes, pues la
presunta disminución de sus pensiones se produjo en el año mil novecientos noventiuno,
y considerable tiempo después, inician su reclamo administrativo en el mes de mayo de
mil novecientos noventicuatro; además, en el supuesto de ampararse el petitorio, aquellas
sumas no percibidas, podrían haber sido repuestas en calidad de devengados. Por tales ra-
zones, los accionantes no pudieron eximirse de la obligación de agotar la vía previa; y al
no cumplirla incurrieron en la causal de improcedencia establecida en el el citado artícu-
lo 27 de la Ley 23506.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en ejercicio de las atribuciones que le
confieren la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica,
(…)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
GARCÍA MARCELO

78
J5 J1

EXP. Nº 441-98-AA/TC-JUNÍN
Roberto Segundo Balbuena Guarniz

 Sentencia del tribunal constitucional


  En Huánuco, a los tres días del mes de julio de mil novecientos noventa y ocho, reunido
el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los se-
ñores Magistrados Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y
García Marcelo, pronuncia sentencia.

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Roberto Segundo Balbuena Guarniz, contra
la resolución expedida por la Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de Junín, de fo-
jas ciento diecinueve, su fecha dieciocho de diciembre de mil novecientos noventa y siete
que declaró improcedente la Acción de Amparo interpuesta contra la Municipalidad Pro-
vincial de Huancayo.
  (…)
Fundamentos
 1. Que, la demanda se interpone por cuanto el Concejo de la Municipalidad demanda-
da en aplicación del Acuerdo de Concejo de fecha tres de agosto de mil novecientos
noventa y cuatro ha decidido que no tiene competencia para resolver el recurso de
apelación interpuesto por el demandado contra la Resolución de Alcaldía N° 1038-
97 A/MPH de veinte de mayo de mil novecientos noventa y siete, que confirmó su
destitución.
 2.  Que, el artículo 191 de la Constitución Política del Estado, establece que correspon-
den al Concejo, las funciones normativas y fiscalizadoras y a la Alcaldía, las funcio-
nes ejecutivas. El término “fiscalizar”, de acuerdo al Diccionario de Derecho usual
de Guillermo Cabanellas significa “ejercer el cargo o función de fiscal. Criticar, en-
juiciar. Inspeccionar, revisar. Vigilar, cuidar, estar al tanto, seguir de cerca”. Asi-
mismo el término revisar significa “nueva consideración o examen…(Acción, juicio
jurídico y recurso de revisión)”. De lo expuesto, se desprende que la facultad de fis-
calización de los Concejos Municipales lleva implícita la de revisar los actos de la
administración.
 3. Que, el artículo 36 inciso 8) de la Ley N° 23853 Orgánica de Municipalidades señala
entre las atribuciones de los Concejos Municipales, resolver los recursos de impug-
nación de su competencia, en cuyo caso, en virtud al atributo constitucional de la au-
tonomía constitucional aquellos actúan como última instancia administrativa. En el
caso particular de resoluciones recaídas en reclamaciones relacionadas con derechos
de los servidores municipales, la Cuarta Disposición Transitoria de dicha Ley fija que
estas se regularán por las normas específicas correspondientes.

79
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

4.  Que el artículo 36 del Decreto Legislativo N° 276 creó el Tribunal del Servicio Ci-
vil como organismo encargado de conocer en última instancia administrativa, entre
otras, las reclamaciones individuales de los funcionarios y servidores públicos de ca-
rrera contra resoluciones que impongan las medidas de cese definitivo, cese tempo-
ral disciplinario o destitución. Ahora bien, dicho Tribunal ha sido disuelto por Ley
N° 26507. Asimismo, por sentencia de este Tribunal Constitucional, recaída en el ex-
pediente N° 008-96-I/TC se declaró la insconstitucionalidad entre otras, de las dis-
posiciones que asignaban competencia al Tribunal de la Administración Pública para
conocer reclamaciones que versan sobre derechos o deberes laborales de servidores
públicos; habiéndose producido un vacío legal.
5. Que, atendiendo a que la institución de la pluralidad de instancias constituye una
garantía de la administración de justicia prescrita en el artículo 139 inciso 6) de la
Constitución Política del Estado y que esta ha adquirido la calidad de principio gene-
ral de derecho aplicable también en el ámbito administrativo, este Tribunal, suplien-
do el referido vacío legal, ha establecido en reiterada jurisprudencia que los Concejos
Municipales actúan como órgano inmediato superior del Alcalde cuando este resuel-
va en primera instancia reclamaciones relacionadas con derechos laborales, compe-
tencia que en la práctica han asumido la mayoría de Concejos Municipales del país,
facilitando a sus trabajadores o ex trabajadores que en sede administrativa agoten sus
reclamaciones sobre tales derechos y posibilitando que en dicha vía se enmienden
los errores en que hubiese incurrido la Administración, temperamento que responde
a nuestra realidad.
6. Que, en el presente caso el Concejo de la Municipalidad, demandada, en aplicación
del Acuerdo N° 07 de fecha tres de agosto de mil novecientos noventa y cuatro, se
negó a resolver el recurso de apelación interpuesto por el demandante, debiendo te-
nerse en cuenta que no se trata de silencio administrativo sino de negación de justicia
administrativa, lo que conlleva la violación del derecho al debido proceso en cuan-
to expresamente se inhibe de conocer y por otro lado violación al derecho a la plu-
ralidad de instancias; por lo que el referido acuerdo es inaplicable para el caso del
demandante.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fiere la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica.

Falla
REVOCANDO la resolución de la Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de Junín
de fojas ciento diecinueve, su fecha dieciocho de diciembre de mil novecientos noventa y
siete que confirmando la apelada declaró improcedente la demanda reformándola la de-
clara FUNDADA; en consecuencia inaplicable para el caso del demandante el Acuerdo
de Concejo N° 07 de fecha tres de agosto de mil novecientos noventa y cuatro, debiendo
el Concejo de la Municipalidad demandada resolver el recurso de apelación interpuesto
contra la Resolución de Alcaldía N° 1038-97 A/MPH. Dispone la notificación a las par-
tes, su publicación en el diario oficial El Peruano y la devolución de los actuados.
 
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO
 

80
J6 J1

EXP. Nº 728-98-AA/TC-LIMA
Pedro Augusto Espinoza Lazo

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los tres días del mes de noviembre de mil novecientos noventa y nueve, reuni-
do el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los se-
ñores Magistrados: Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y
García Marcelo, pronuncia sentencia:
Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Pedro Augusto Espinoza Lazo contra la Re-
solución de la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la Cor-
te Superior de Justicia de Lima, de fojas ciento sesenta y seis, su fecha ocho de julio de
mil novecientos noventa y ocho, que, declaró infundada la Acción de Amparo promovida
contra el Ministerio del Interior.
(…)
Fundamentos
(...)
2.    Que, por consiguiente, y a efectos de acreditar las condiciones de procedibilidad de
la presente acción o, en su caso, la legitimidad o no de la demanda interpuesta, pro-
cede señalar en primer término, que para el caso de autos no cabe invocar la regla
de agotamiento de la vía previa prevista en el artículo 27 de la Ley Nº 23506, habi-
da cuenta de que se cuestiona una Resolución Suprema emitida en la última instancia
de la sede administrativa y, por tanto, inviable de ser recurrida, salvo optativamente o
por voluntad exclusiva del propio interesado mediante Recurso de Reconsideración
y, por otra parte, tampoco cabe alegar situación de caducidad, pues la demanda cons-
titucional correspondiente ha sido promovida dentro del término de sesenta días há-
biles previsto en el artículo 37 de la citada Ley N.° 23506.
3.  Que, en lo que respecta al asunto de fondo, este Tribunal estima legítima la pre-
tensión alegada por el demandante, ya que el contenido de la Resolución Suprema
Nº 0463-97-IN/PNP, obrante a fojas uno y dos de los autos, denota en algunos de sus
extremos inobservancia del derecho constitucional al debido proceso entendido tan-
to en términos formales como sustantivos.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

81
J7 J1

EXP. Nº 782-99-AA/TC-LIMA
María Antonia Morales Mayorca

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los diez días del mes de mayo de dos mil, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados: Acosta Sánchez,
Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y García Marcelo, pronuncia sentencia:
Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por doña María Antonia Morales Mayorca de Noriega
contra la Resolución expedida por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho
Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas ciento treinta y tres, su fecha doce de
julio de mil novecientos noventa y nueve, que declaró improcedente la Acción de Amparo.
(…)
 Fundamentos
1. Que, conforme se acredita del petitorio contenido en la demanda, el objeto de esta es
que se declare inaplicable la Resolución Ministerial Nº 0692-98-IN/0103 y, en con-
secuencia, que se restituya en el grado de capitán de la Sanidad de la Policía Nacio-
nal del Perú a la demandante, así como su condición de asegurada del Régimen de
Pensiones Militar-Policial.
2. Que, por tanto, y conforme ya lo ha señalado el Tribunal Constitucional, tratándose
de un acto administrativo expedido por la última instancia administrativa, como su-
cede con el caso de la Resolución Ministerial N° 0692-98-IN/0103, es de aplicación
lo previsto en el inciso a) del artículo 8 del Decreto Supremo Nº 02-94-JUS, modifi-
cado por el artículo 1 de la Ley Nº 26810, en el sentido de que no es exigible el ago-
tamiento de la vía previa a que se refiere el artículo 27 de la Ley Nº 23506, respecto
de actos administrativos expedidos por órganos que no se encuentren sujetos a sub-
ordinación jerárquica en la vía administrativa.
3.  Que, por consiguiente, el Tribunal Constitucional al resolver el fondo de la contro-
versia constitucional, en primer término, ha de considerar que el hecho de que la Re-
solución Ministerial Nº 0692-98-IN/0103 haya sido dictada en aplicación de la Ley
Nº 26960 y su Reglamento, aprobado mediante Decreto Supremo Nº 006-98-IN, ello
no comporta que dicho acto administrativo, per se, no pueda afectar los derechos
constitucionales de la demandante, como se ha alegado en las resoluciones recurri-
das, pues como ya se ha tenido oportunidad de advertir en causas anteriores, en un or-
denamiento jurídico como el nuestro, donde los derechos fundamentales representan
concretamente el núcleo de valores básicos de la convivencia social y política, éstos
no se encuentran supeditados a lo que las leyes y reglamentos puedan disponer, sino
a la inversa, esto es, a que las leyes y reglamentos sólo puedan considerarse como ju-
rídicamente válidos en la medida que no afecten los derechos constitucionales. 
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

82
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J8 J1

EXP. Nº 3741-2004-AA/TC Y ACLARACIÓN-LIMA


Ramón Hernando Salazar Yarlenque

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, reunido el Tribunal Constitucional
en sesión de pleno jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Alva Or-
landini, presidente; Bardelli Lartirigoyen, vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

 Asunto
  Recurso extraordinario interpuesto por don Ramón Hernando Salazar Yarlenque contra la
sentencia de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 66, su
fecha 30 de enero de 2004, que declaró infundada la acción de amparo de autos.
  (…)
Fundamentos
(…)
§1. Control de constitucionalidad y control de legalidad de los actos de la administración
4 En primer lugar, resulta pertinente atender que tanto el juez de instancia como el
colegiado que atendió el recurso de apelación no se han referido a la dimensión
constitucional de los hechos planteados por el recurrente, puesto que ambos se
han limitado a verificar si la imposición del pago previsto para impugnar una de-
cisión de la municipalidad emplazada, se ha ajustado a las normas infraconstitu-
cionales como el Código Tributario o la propia Ordenanza Municipal N.º 084/
MDS, que aprobó el TUPA de la municipalidad demandada, donde, en efecto, se
encuentra previsto el cobro de un derecho por concepto de presentación de recur-
sos impugnatorios. En este sentido, el a quo, luego de verificar que el monto es-
tablecido por concepto de apelación se encuentra regulado en el respectivo TUPA
de la municipalidad, que se enmarca dentro de los parámetros establecidos por el
Código Tributario, concluye que “(...) no se estaría vulnerando (el) derecho a la
defensa (del recurrente)” (fundamento jurídico sexto de la sentencia).
5 Un razonamiento en este sentido obliga a este Tribunal a hacer algunas preci-
siones previas. En primer lugar, se debe recordar que tanto los jueces ordinarios
como los jueces constitucionales tienen la obligación de verificar si los actos de
la administración pública, que tienen como sustento una ley, son conformes los
valores superiores, los principios constitucionales y los derechos fundamentales
que la Constitución consagra. Este deber, como es evidente, implica una labor
que no solo se realiza en el marco de un proceso de inconstitucionalidad (previs-
to en el artículo 200, inciso 4, de la Constitución), sino también en todo proceso
ordinario y constitucional a través del control difuso (artículo 138).

83
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

6 Este deber de respetar y preferir el principio jurídico de supremacía de la Cons-


titución también alcanza, como es evidente, a la administración pública. Esta, al
igual que los poderes del Estado y los órganos constitucionales, se encuentran
sometida, en primer lugar, a la Constitución de manera directa y, en segundo lu-
gar, al principio de legalidad, de conformidad con el artículo 51 de la Constitu-
ción. De modo tal que la legitimidad de los actos administrativos no viene deter-
minada por el respeto a la ley –más aún si esta puede ser inconstitucional– sino,
antes bien, por su vinculación a la Constitución. Esta vinculación de la adminis-
tración a la Constitución se aprecia en el artículo IV del Título Preliminar de la
Ley del Procedimiento Administrativo General, el cual, si bien formalmente ha
sido denominado por la propia Ley como “Principio de legalidad”, en el fondo
no es otra cosa que la concretización de la supremacía jurídica de la Constitu-
ción, al prever que “[l]as autoridades administrativas deben actuar con respeto a
la Constitución, la ley y al derecho (...)” (énfasis agregado).
7 De acuerdo con estos presupuestos, el Tribunal Constitucional estima que la ad-
ministración pública, a través de sus tribunales administrativos o de sus órganos
colegiados, no solo tiene la facultad de hacer cumplir la Constitución –dada su
fuerza normativa–, sino también el deber constitucional de realizar el control di-
fuso de las normas que sustentan los actos administrativos y que son contrarias a
la Constitución o a la interpretación que de ella haya realizado el Tribunal Cons-
titucional (artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucio-
nal). Ello se sustenta, en primer lugar, en que si bien la Constitución, de confor-
midad con el párrafo segundo del artículo 138, reconoce a los jueces la potestad
para realizar el control difuso, de ahí no se deriva que dicha potestad les corres-
ponda únicamente a los jueces, ni tampoco que el control difuso se realice úni-
camente dentro del marco de un proceso judicial.
8 Una interpretación positivista y formal en ese sentido no solo supone el desco-
nocimiento de determinados principios de interpretación constitucional, como
los de unidad de la Constitución y de concordancia práctica, que ha establecido
el Tribunal Constitucional en tanto que supremo intérprete de la Constitución;
sino también daría lugar a una serie de contradicciones insolubles en la validez
y vigencia de la propia Constitución. Así, por ejemplo, una interpretación en ese
sentido del artículo 138 de la Constitución supondría que el cumplimiento de la
supremacía jurídica de la Constitución solo tiene eficacia en los procesos judi-
ciales y no en aquellos otros procesos o procedimientos de naturaleza distinta lo
cual significaría convertir a la Constitución en una norma legal. Evidentemente,
esta forma de interpretar la disposición aludida contradice abiertamente el artícu-
lo 51, el cual señala que “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la
ley, sobre las demás normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente (...)”.
9 Por tanto, el artículo 138 no puede ser objeto de una interpretación constitucio-
nal restrictiva y literal; por el contrario, la susodicha disposición constitucional
debe ser interpretada de conformidad con el principio de unidad de la Constitu-
ción, considerando el artículo 51 antes señalado, más aún si ella misma (artícu-
lo 38) impone a todos –y no solo al Poder Judicial– el deber de respetarla, cum-
plirla y defenderla. Es coherente con ello el artículo 102 del Código Tributario,
cuando precisa que “[a]l resolver el Tribunal Fiscal deberá aplicar la norma de
mayor jerarquía (...)”; es decir, aquellas disposiciones de la Constitución que, en
este caso, se manifiestan a través de los principios constitucionales tributarios y
de los derechos fundamentales que están relacionados con dichos principios.
10 En segundo lugar, está de por medio también la eficacia vertical de los dere-
chos fundamentales; es decir, su eficacia en particular frente a todos los poderes

84
AMPARO Y RESIDUALIDAD

y órganos del Estado, lo que incluye a la administración pública. Y es que en el


marco del Estado constitucional, el respeto de los derechos fundamentales cons-
tituye un imperativo que el Estado debe garantizar frente a las eventuales afecta-
ciones que pueden provenir, tanto del propio Estado –eficacia vertical– como de
los particulares –eficacia horizontal–; más aún cuando, a partir del doble carác-
ter de los derechos fundamentales, su violación comporta la afectación no solo
de un derecho subjetivo individual –dimensión subjetiva–, sino también el orden
objetivo de valores que la Constitución incorpora –dimensión objetiva–.
11 Esta incidencia de los derechos fundamentales en el Estado constitucional im-
plica, por otra parte, un redimensionamiento del antiguo principio de legalidad
en sede administrativa, forjado en el siglo XIX en un etapa propia del Estado li-
beral. Si antes la eficacia y el respeto de los derechos fundamentales se realiza-
ba en el ámbito de la ley, en el Estado constitucional, la legitimidad de las leyes
se evalúa en función de su conformidad con la Constitución y los derechos fun-
damentales que ella reconoce. Por eso mismo, es pertinente señalar que el dere-
cho y el deber de los tribunales administrativos y órganos colegiados de preferir
la Constitución a la ley, es decir de realizar el control difuso –dimensión objeti‑
va–, forma parte del contenido constitucional protegido del derecho fundamen-
tal del administrado al debido proceso y a la tutela procesal ante los tribunales
administrativos –dimensión subjetiva–.
12 Por ello es intolerable que, arguyendo el cumplimiento del principio de legali-
dad, la administración pública aplique, a pesar de su manifiesta inconstituciona-
lidad, una ley que vulnera la Constitución o un derecho fundamental concreto.
En definitiva, esta forma de proceder subvierte el principio de supremacía jurídi-
ca y de fuerza normativa de la Constitución y la posición central que ocupan los
derechos fundamentales en el ordenamiento constitucional, en el cual “la defen-
sa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la so-
ciedad y del Estado” (artículo 1).
13 En el Derecho constitucional comparado –es el caso puntual del ordenamiento
chileno–, se admite, por ejemplo, que un órgano constitucional como la Contra-
loría General de la República realice un control constitucional de las normas en
sede administrativa. El control que realiza esta entidad administrativa
(...) es, como es obvio, un control estrictamente jurídico, en el que la Contra-
loría confronta la actuación administrativa reglamentaria o singular, conte-
nida en un decreto o resolución, con el ordenamiento jurídico en su conjun-
to, haciendo primar este último por sobre aquélla, como consecuencia del
principio general de legalidad que establece el propio art. 7 CPR. Sin em-
bargo, es en el control de los aspectos constitucionales de la actuación ad-
ministrativa donde la actividad fiscalizadora de la Contraloría adquiere ma-
yor entidad, en la medida que su pronunciamiento no puede ser “salvado”
mediante la insistencia gubernamental, ya que –se considera– al estar el de-
creto o resolución en pugna –aparentemente– con la Constitución, pone en
peligro valores, principios o derechos de la más alta consideración en el
ordenamiento(1).(21).

(1)(21) Ferrada Bórquez, Juan Carlos. “Los derechos fundamentales y el control constitucional”. En Revista de Dere-
cho (Valdivia), Vol. XVII, diciembre, 2004. pp. 113-137. [Versión on line, www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttex
t&pid=S071809502004000200005&lng=es&nrm=iso>]. Citado el 03 de julio de 2006.

85
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

14 Por ello, nada impide –por el contrario, la Constitución obliga– a los tribunales y ór-
ganos colegiados de la administración pública, a través del control difuso, anular un
acto administrativo inaplicando una norma legal a un caso concreto, por ser violato-
ria de los derechos fundamentales del administrado, tal como lo dispone el artículo
10 de la Ley del Procedimiento Administrativo General, que sanciona con nulidad el
acto administrativo que contravenga la Constitución, bien por el fondo, bien por la
forma; siempre, claro está, que dicha declaración de nulidad sea conforme a la Cons-
titución y/o a la interpretación del Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artícu-
lo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
15 En ese sentido, el principio de legalidad en el Estado constitucional no significa
simple y llanamente la ejecución y el cumplimiento de lo que establece una ley,
sino también, y principalmente, su compatibilidad con el orden objetivo de prin-
cipios y valores constitucionales; examen que la administración pública debe rea-
lizar aplicando criterios de razonabilidad, racionalidad y proporcionalidad. Esta
forma de concebir el principio de legalidad se concretiza, por ejemplo, en el artícu-
lo III del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General,
cuando señala que la actuación de la administración pública tiene como finalidad
la protección del interés general, pero ello solo es posible de ser realizado “(...) ga-
rantizando los derechos e intereses de los administrados y con sujeción al orde-
namiento constitucional y jurídico en general” (énfasis agregado).
16 De lo contrario, la aplicación de una ley inconstitucional por parte de la admi-
nistración pública implica vaciar de contenido el principio de supremacía de la
Constitución, así como el de su fuerza normativa, pues se estaría otorgando pri-
macía al principio de legalidad en detrimento de la supremacía jurídica de la
Constitución, establecido en los artículos 38, 51 y 201 de la Constitución; lo cual
subvierte los fundamentos mismos del Estado constitucional y democrático.
(…)
§2. Debido procedimiento administrativo y derecho de impugnación de los actos de
la administración
18 Conforme a la jurisprudencia de este Colegiado, el derecho al debido proceso,
reconocido en el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución, no solo tiene una
dimensión estrictamente jurisdiccional, sino que se extiende también al proce-
dimiento administrativo y, en general, como la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos lo ha establecido, a “(...) cualquier órgano del Estado que ejer-
za funciones de carácter materialmente jurisdiccional, el cual tiene la obligación
de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal, en los
términos del artículo 8 de la Convención Americana” (Caso Tribunal Constitu-
cional del Perú, párrafo 71)(2).(22).
19 Entendido como un derecho constitucionalmente reconocido, el debido procedi-
miento administrativo comprende, entre otros aspectos, el derecho a impugnar
las decisiones de la administración, bien mediante los mecanismos que provea
el propio procedimiento administrativo o, llegado el caso, a través de la vía judi-
cial, bien mediante el contencioso-administrativo o el propio proceso de ampa-
ro. En este último supuesto, el derecho de impugnar las decisiones de la admi-
nistración confluye con el derecho de acceso a la jurisdicción cuando no existan

(2)(22) Véase las sentencias emitidas en el Expediente N.º 2050-2002-AA/TC y, más recientemente, en el Expediente
N 2192-2004-AA/TC.

86
AMPARO Y RESIDUALIDAD

vías propias dentro del propio procedimiento administrativo, o cuando estas se


hayan agotado y causado estado en la decisión final de la administración.
20 El recurrente sostiene, en efecto, que la exigencia del pago previo de una tasa para
recibir y dar trámite a su escrito de apelación contra un acto administrativo que
considera contrario a sus intereses, afecta su derecho de defensa en sede adminis-
trativa y, por tanto, vulnera el debido procedimiento administrativo. Por su par-
te, al contestar la demanda, la municipalidad emplazada aduce que dicho cobro es
por la “(...) realización de un acto administrativo que deseaba efectuar el actor”, el
cual se encuentra plenamente reconocido en el TUPA y que, por ello, no puede ser
inconstitucional. El Tribunal Constitucional no comparte el argumento de la em-
plazada, puesto que el hecho de que un acto se sustente en una norma o reglamen-
to no le otorga necesariamente naturaleza constitucional, ni descarta la posibilidad
de que este Colegiado efectúe el control jurisdiccional. Esta tesis es, en todo caso,
contraria al Estado Democrático, donde rige el principio del control jurisdiccional
de la administración y en el que, desde luego, el parámetro de control, como ya ha
quedado dicho, no es la Ley ni el reglamento, sino la Constitución.
21 El debido procedimiento en sede administrativa supone una garantía genérica
que resguarda los derechos del administrado durante la actuación del poder de
sanción de la administración. Implica, por ello, el sometimiento de la actuación
administrativa a reglas previamente establecidas, las cuales no pueden significar
restricciones a las posibilidades de defensa del administrado y menos aún condi-
cionamientos para que tales prerrogativas puedan ser ejercitadas en la práctica.
22 En conclusión, este Tribunal estima que, en el presente caso, el establecimien-
to de una tasa o derecho como condición para ejercer el derecho de impugnar la
propia decisión de la Administración, vulnera el debido proceso reconocido en
el artículo 139.3 de la Constitución.
§3. El derecho de defensa y el derecho de recurrir el acto administrativo
23 Íntimamente vinculado a lo anterior está el tema del derecho de defensa del ciu-
dadano frente al ejercicio del poder de sanción de la administración, sobre todo
si se tiene en cuenta que, en el presente caso, se encuentra regulada una instan-
cia de apelación en el propio procedimiento administrativo, por lo que el Tribu-
nal estima que, en el caso de autos, el derecho de defensa previsto en el artículo
139, inciso 14), despliega todos sus efectos. Desde luego, el derecho de recurrir
una decisión de la administración no debe confundirse con el derecho al recurso
o con el derecho a una doble instancia administrativa, que, como ya tiene dicho
este Colegiado, no logra configurarse como un derecho constitucional del admi-
nistrado, puesto que no es posible imponer a la administración, siempre y en
todos los casos, el establecimiento de una doble instancia como un derecho
fundamental(3) El derecho de recurrir las decisiones de la administración comporta
la posibilidad material de poderlas enervar, bien en el propio procedimiento

(3) Véase en este sentido la Sentencia emitida en el Expediente N.º 2209-2002-AA/TC, de manera más precisa el fundamento
19, donde ha quedado establecido que “(...) no siempre y en todos los casos, es posible extrapolar acríticamente las garan-
tías del debido proceso judicial al derecho al debido procedimiento administrativo. Así, por ejemplo, si en sede judicial
uno de los contenidos del derecho en referencia lo constituye el de la necesidad de respetarse el juez natural o pluralidad
de instancias, en el caso del procedimiento administrativo, en principio, que el acto haya sido expedido por un órgano
incompetente genera un vicio de incompetencia, pero no la violación del derecho constitucional. Y, en el caso de que no
se pueda acudir a una instancia administrativa superior por haber sido expedido el acto por la última instancia en esa sede,
ello, desde luego, no supone, en modo alguno, que se haya lesionado el derecho a la pluralidad de instancias”

87
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

administrativo, cuando la ley haya habilitado un mecanismo bien en todo caso,


de manera amplia y con todas las garantías, ante el Poder Judicial, mediante el
proceso contencioso administrativo o, incluso, a través del propio recurso de am-
paro cuando se trate de la afectación de derechos fundamentales.
24 El derecho de defensa garantiza, entre otras cosas, que una persona sometida a
una investigación, sea esta de orden jurisdiccional o administrativa, y donde se
encuentren en discusión derechos e intereses suyos, tenga la oportunidad de con-
tradecir y argumentar en defensa de tales derechos e intereses. Se conculca, por
tanto, cuando los titulares de derechos e intereses legítimos se ven imposibili-
tados de ejercer los medios legales suficientes para su defensa, o cuando, como
ocurre en el presente caso, se establezcan condiciones para la presentación de los
argumentos de defensa.
  Evidentemente, no cualquier imposibilidad de ejercer tales medios legales para
la defensa produce un estado de indefensión reprochable constitucionalmente.
Esta solo adquiere tal relevancia cuando la indefensión se genera en una indebi-
da actuación del órgano que investiga o juzga al individuo o cuando, como ocu-
rre en autos, se establecen condicionamientos al ejercicio mismo del derecho de
defensa. Como lo ha sostenido el Tribunal Constitucional español, criterio que
este Colegiado comparte, esta se produce “(...) únicamente cuando el interesado,
de modo injustificado, ve cerrada la posibilidad de impetrar la protección judi-
cial de sus derechos e intereses legítimos (...) con el consiguiente perjuicio real
y efectivo para los intereses del afectado (...)” (STC 15/2000), tras la realización
de un acto u omisión imputable al órgano o ente al que se reputa la comisión del
agravio.
 25 El derecho de defensa en el ámbito del procedimiento administrativo de sanción
se estatuye como una garantía para la defensa de los derechos que pueden ser
afectados con el ejercicio de las potestades sancionatorias de la administración.
Sus elementos esenciales prevén la posibilidad de recurrir la decisión, ya sea al
interior del propio procedimiento administrativo o a través de las vías judicia-
les pertinentes; la posibilidad de presentar pruebas de descargo; la obligación de
parte del órgano administrativo de no imponer mayores obstrucciones para pre-
sentar los alegatos de descargo o contradicción y, desde luego, la garantía de que
los alegatos expuestos o presentados sean debidamente valorados, atendidos o
rebatidos al momento de decidir la situación del administrado.
26 En el presente caso, el Tribunal estima que también se pone en riesgo este dere-
cho constitucional cuando la municipalidad emplazada solicita el pago de una
tasa para ejercer el derecho de impugnar una sanción administrativa, como lo
es la determinación de multa en contra del recurrente. En tal sentido resulta in-
constitucional y, por tanto, inaplicable al recurrente la disposición contenida en
la Ordenanza Municipal N.º 084/MDS, que establece el pago de diez nuevos so-
les por concepto de recursos impugnativos, correspondiente a la Unidad Orgáni-
ca Oficina de Secretaría General, rubro 1.
§4. La imposición del pago de un derecho por recurrir un acto de la administración
incentiva la arbitrariedad de los actos de poder
27 Al momento de presentar su “expresión de agravios” frente a la decisión del a
quo, el recurrente ha argüido que “(...) de admitirse como legítima la facultad
de la administración para cobrar un derecho administrativo por recepcionar re-
cursos de impugnación contra las sanciones que impone, se estaría creando una
nueva fuente de recursos financieros municipales sustentados en la arbitrarie-
dad. En tal caso, ya no importaría si la multa finalmente será pagada, sino que

88
AMPARO Y RESIDUALIDAD

el solo hecho de pretender impugnarla habrá de constituir un ingreso para la


administración”.
28 Si bien debe presumirse que toda actuación de los poderes públicos tiene como
marco de referencia la observancia del principio de buena fe y la defensa del in-
terés general, también debe aceptarse que el razonamiento del recurrente resul-
ta materialmente plausible. Aun no reconociendo esta posibilidad como real en
el contexto del caso planteado, este Tribunal estima que la presencia de cuotas
o derechos por concepto de impugnación de los propios actos de la administra-
ción, en el mejor de los casos, no incentiva la participación del ciudadano en el
control de los actos del poder público y genera una interferencia cuestionable
para el desarrollo del Estado Social y Democrático de Derecho.
En consecuencia, también desde esta perspectiva, el establecimiento del pago
de un derecho para impugnar una decisión de la administración es atentatorio
del principio constitucional de interdicción de la arbitrariedad en el ejercicio del
poder público y, además, desde una perspectiva más general, estimula compor-
tamientos contrarios al espíritu que debe inspirar una práctica administrativa
democrática.
§5. El derecho de petición y su desarrollo constitucional
29 El recurrente también ha señalado en su escrito de demanda y en su recurso ex-
traordinario que el pago de un derecho previo a la presentación de un escri-
to de impugnación de una resolución de la municipalidad emplazada afecta su
derecho constitucional de petición, previsto en el artículo 2, inciso 20, de la
Constitución.
30 El derecho de petición ha merecido atención de este Colegiado en más de una
oportunidad(4). En la STC 1042-2002-AA/TC, se ha establecido que este “(...)
constituye (...) un instrumento o mecanismo que permite a los ciudadanos re-
lacionarse con los poderes públicos y, como tal, deviene en un instituto carac-
terístico y esencial del Estado Democrático de Derecho” (Fundamento jurídico
2.2.2).
31 Un mayor desarrollo del derecho de petición se encuentra en la Ley Nº 27444,
Ley del Procedimiento Administrativo General, específicamente en los artículos
106 a 112, que bien puede considerarse una ley de desarrollo del derecho consti-
tucional de petición. Así, en el artículo 106.2, al referirse al ámbito de actuación
de este derecho, se ha incluido el derecho “de contradecir actos administrativos”.
De este modo, el derecho de petición, como cláusula general, comprende:
1 La facultad (derecho) de presentar escritos de solicitud ante la administra-
ción como peticiones individuales o colectivas. Estos escritos pueden con-
tener: a) solicitudes concretas a favor del solicitante; b) solicitudes a favor
de terceros o de un colectivo; c) reclamaciones, por ejemplo, por la deficien-
cia de los servicios públicos; d) solicitudes de información; e) consultas; o,
f) solicitudes de gracia. Todas estas manifestaciones del derecho de petición
tienen en común el hecho de que se desarrollan al margen de un procedi-
miento instaurado ya sea de oficio o a instancia del administrado, constitu-
yéndose, si se quiere, como un derecho incondicional y espontáneo que sur-
ge de la simple dimensión ciudadana del sujeto que se vincula de este modo
con el poder público a través de un documento escrito.

(4) Véanse, al respecto, las sentencias emitidas en los Expedientes N.os 0872-1999-AA/TC y 0941-2001-AA/TC.

89
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

2 La facultad (derecho) de contradecir las decisiones de la administración.


Esta es una dimensión que difiere de las manifestaciones anteriores, en tanto
estamos ante el supuesto de un acto previo de parte de la administración, ini-
ciado de oficio o a instancia de parte. El legislador nacional ha incluido esta
dimensión del derecho de petición aun a contracorriente de la doctrina, que
siempre ha diferenciado el derecho de queja o el derecho al recurso admi-
nistrativo del derecho de petición(5). En consecuencia, en el derecho nacio-
nal, el derecho de contradicción como un derecho genérico ejercitable con-
tra los actos de la administración, puede concretarse a través de los recursos
administrativos cuando la legislación así lo establezca, o a través del propio
proceso contencioso-administrativo ante el Poder Judicial.
3 Tratándose del ejercicio de un derecho subjetivo, el derecho de petición im-
pone, al propio tiempo, una serie de obligaciones a los poderes públicos.
Esta obligación de la autoridad competente de dar al interesado una respues-
ta también por escrito, en el plazo legal y bajo responsabilidad, confiere al
derecho de petición mayor solidez y eficacia, e implica, entre otros, los si-
guientes aspectos: a) admitir el escrito en el cual se expresa la petición, sin
poner ninguna condición al trámite; b) exteriorizar el hecho de la recepción
de la petición, extendiendo un cargo de ingreso del escrito; c) dar el curso
correspondiente a la petición; d) resolver la petición, motivándola de modo
congruente con lo peticionado, y e) comunicar al peticionante lo resuelto.
32 Sin duda, en el presente caso, el derecho constitucional de petición también se
ha visto afectado en su dimensión de contradicción del acto administrativo. Ello
porque se ha impuesto al recurrente una condición para el ejercicio de tal dere-
cho, impidiéndosele la presentación de su escrito para oponerse al acto adminis-
trativo que consideraba contrario a sus derechos.
§6. El derecho de acceso a la jurisdicción y el establecimiento de costos en el agota-
miento de la vía previa
33 Visto de cara a la posibilidad de impugnar la decisión de fondo de la municipali-
dad emplazada en un procedimiento contencioso o en un amparo, si acaso dicha
decisión contuviera una decisión que afectara de manera inminente un derecho
fundamental, el tema aquí planteado también puede enfocarse desde la perspec-
tiva del derecho de acceso a la jurisdicción. Es decir, se trata ahora de respon-
der a la pregunta de si el establecimiento de una tasa o derecho, toda vez que es-
tamos aún en un procedimiento ante la propia administración, ¿no supone acaso
un obstáculo para la satisfacción del derecho de acudir ante la instancia judicial
impugnando una decisión de la administración municipal?
34 En la STC. 2763-2002-AA/TC, este Tribunal declaró que el derecho de acceso a
la jurisdicción formaba parte del contenido esencial del derecho a la tutela juris-
diccional, reconocido por el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución. Si bien

(5) García de Enterría y Fernández enfatizan que: “La nota característica de los recursos es, por lo tanto, su finalidad
impugnatoria de actos o disposiciones preexistentes que se estiman contrarias a Derecho, lo cual les distingue de las
peticiones, cuyo objetivo es forzar la producción de un acto nuevo, y de las quejas (…) que no persiguen la revocación
de acto administrativo alguno, sino solamente que se corrijan en el curso mismo del procedimiento en que se producen
los defectos de tramitación a que se refieren”. Curso de Derecho Administrativo, vol. II, pág. 510, Civitas, Madrid,
2001.

90
AMPARO Y RESIDUALIDAD

este aspecto no ha sido invocado por el recurrente, el Tribunal estima necesario


hacer notar que, a la luz de la configuración del sistema jurídico con relación a
la tutela judicial de los derechos, el establecimiento de un pago para dar por ago-
tada la vía administrativa se convierte, en la práctica, en un obstáculo contrario
al derecho constitucional de toda persona de acceder sin condicionamientos a la
tutela judicial.
35 Debe recordarse, a modo de precedente jurisprudencial, que en la sentencia
3548-2003-AA/TC, con ocasión de declarar que el principio solve et repete era
contrario al derecho de acceso a la jurisdicción, se estableció que el condicio-
namiento del pago previo para impugnar una decisión de la Administración Tri-
butaria constituía una restricción desproporcionada que la hacía contraria a la
Constitución. Hoy, con igual fuerza, debe afirmarse que también el pago, ya no
de la multa como ocurría en el caso del “pague primero y reclame después”,
sino de la tasa para enervar la multa, mediante el recurso impugnativo respecti-
vo, constituye igualmente una interferencia económica del derecho de acceso a
la jurisdicción que como derecho constitucionalmente reconocido no puede ser
condicionado bajo ningún supuesto.
(…)
§9. El precedente extraíble en el presente caso
50 Hechas estas precisiones conceptuales, el Tribunal considera que, sobre la base
de lo expuesto, en el presente caso, las reglas de derecho que se desprenden di-
rectamente del caso pueden ser resumidas en los siguientes términos:
A. Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad
jurídica para establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autori-
dad de cosa juzgada, un precedente vinculante cuando se estime una deman-
da por violación o amenaza de un derecho fundamental, a consecuencia de
la aplicación directa de una disposición por parte de la administración pú-
blica, no obstante ser manifiesta su contravención a la Constitución o a la in-
terpretación que de ella haya realizado el Tribunal Constitucional (artículo
VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional), y que resulte,
por ende, vulneratoria de los valores y principios constitucionales, así como
de los derechos fundamentales de los administrados.
Regla sustancial: Todo tribunal u órgano colegiado de la administración pú-
blica tiene la facultad y el deber de preferir la Constitución e inaplicar una
disposición infraconstitucional que la vulnera manifiestamente, bien por la
forma, bien por el fondo, de conformidad con los artículos 38, 51 y 138
de la Constitución. Para ello, se deben observar los siguientes presupues-
tos: (1) que dicho examen de constitucionalidad sea relevante para resol-
ver la controversia planteada dentro de un proceso administrativo; (2) que
la ley cuestionada no sea posible de ser interpretada de conformidad con la
Constitución.
B. Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad
jurídica para establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autori-
dad de cosa juzgada, un precedente vinculante, a consecuencia de la apli-
cación directa de una norma o cuando se impugnen determinados actos de
la administración pública que resulten, a juicio del Tribunal Constitucio-
nal, contrarios a la Constitución y que afecten no solo al recurrente, sino

91
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

también, por sus efectos generales, o por ser una práctica generalizada de la
administración pública, a un grupo amplio de personas.
Regla sustancial: Todo cobro que se haya establecido al interior de un pro-
cedimiento administrativo, como condición o requisito previo a la impugna-
ción de un acto de la propia administración pública, es contrario a los dere-
chos constitucionales al debido proceso, de petición y de acceso a la tutela
jurisdiccional y, por tanto, las normas que lo autorizan son nulas y no pue-
den exigirse a partir de la publicación de la presente sentencia.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
Landa Arroyo

EXP. Nº 3741-2004-AA/TC (ACLARACIÓN)


RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Lima, 13 de octubre de 2006

Visto
La sentencia de autos de fecha 14 de noviembre de 2005 (vista de la causa en audiencia
pública) expedida el 11 de octubre de 2006; y,

atendiendo a
1 Que de conformidad con el artículo 121 del Código Procesal Constitucional, el Tri-
bunal Constitucional, de oficio o a instancia de parte, puede aclarar algún concepto o
subsanar cualquier error material u omisión en que hubiese incurrido.
2 Que el artículo 38 de la Constitución establece que “Todos los peruanos tienen el de-
ber (...) de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico
de la Nación”; asimismo, el artículo 44 reconoce que “Son deberes primordiales del
Estado: (...) garantizar la plena vigencia de los derechos humanos (...); y el artícu-
lo 51 prescribe que “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre
las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente (...)”; asimismo, el artículo 1.1.
del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General establece
que “Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la Constitución, la
ley y al derecho (...)”, y su artículo 10 que “Son vicios del acto administrativo, que
causan su nulidad de pleno derecho (...) La contravención a la Constitución, a las le-
yes o a las normas reglamentarias dentro de las facultades que les estén atribuidas y
de acuerdo con los fines para los que les fueron conferidas”. Todo lo cual tiene como
finalidad tutelar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
humanos, de conformidad con el artículo II del Título Preliminar del Código Proce-
sal Constitucional;
3 Que, en anterior oportunidad (Exp. 5854-2005-AA/TC, FJ 3), el Tribunal Constitu-
cional ha señalado, por un lado, que
El tránsito del Estado Legal de Derecho al Estado Constitucional de Derecho su-
puso, entre otras cosas, abandonar la tesis según la cual la Constitución no era

92
AMPARO Y RESIDUALIDAD

más que una mera norma política, esto es, una norma carente de contenido jurí-
dico vinculante y compuesta únicamente por una serie de disposiciones orienta-
doras de la labor de los poderes públicos, para consolidar la doctrina conforme
a la cual la Constitución es también una norma jurídica, es decir, una norma con
contenido dispositivo capaz de vincular a todo poder (público o privado) y a la
sociedad en su conjunto;
y, por otro lado (Exp. Nº 0050-2004-AI/TC y otros, FJ 156) que
es preciso dejar a un lado la errónea tesis conforme a la cual la Administración
Pública se encuentra vinculada a la ley o a las normas expedidas por las entida-
des de gobierno, sin poder cuestionar su constitucionalidad (...). En tal sentido,
en los supuestos de manifiesta inconstitucionalidad de normas legales o regla-
mentarias, la Administración no solo tiene la facultad sino el deber de descono-
cer la supuesta obligatoriedad de la norma infraconstitucional viciada, dando lu-
gar a la aplicación directa de la Constitución;
4 Que, si bien los funcionarios de la administración pública se encuentran sometidos al
principio de legalidad, ello no es incompatible con lo que se ha señalado en el funda-
mento 50 de la sentencia Nº 3741-2004-AA/TC, esto es, que “(...) [t]odo tribunal u
órgano colegiado de la administración pública tiene la facultad y el deber de preferir
la Constitución e inaplicar una disposición infraconstitucional que la vulnera mani-
fiestamente (...)”. Precisamente con respecto a este extremo de la sentencia mencio-
nada, el Tribunal Constitucional estima necesario precisar que los tribunales admi-
nistrativos u órganos colegiados a los que se hace referencia en dicho fundamento
son aquellos tribunales u órganos colegiados administrativos que imparten “justicia
administrativa” con carácter nacional, adscritos al Poder Ejecutivo y que tengan por
finalidad la declaración de derechos fundamentales de los administrados;
5 Que, en la Ley Fundamental del Estado, no existe una disposición expresa que pro-
híba hacer cumplir el principio jurídico de la supremacía constitucional. En ese sen-
tido, Kelsen(6) ha señalado que
Si el orden jurídico no contiene una regla explícita en contrario, hay la presunción
de que todo órgano aplicador del derecho tiene la facultad de negarse a aplicar le-
yes inconstitucionales. Como los órganos tienen a su cargo la tarea de aplicar ‘leyes’,
naturalmente están obligados a investigar si la regla cuya aplicación se propone es
realmente una ley. Pero la restricción de esta facultad necesita de una prescripción
explícita. (…).
6 Que un Estado social y democrático de Derecho supone cambios sustanciales en la
concepción clásica del principio de legalidad, entre ellos su adecuación y conformi-
dad tanto con los valores y principios constitucionales como con los derechos funda-
mentales de las personas, reconocidos en nuestra Constitución. En ese sentido, Sa-
güés ha afirmado(7)
(...) como excepción, resulta sumamente atractiva la postura de Bidart Campos,
en el sentido de que si la inconstitucionalidad de una ley es grosera y obvia, el
Poder Ejecutivo debe reputarla contraria a la Ley Suprema, e inaplicarla.

(6) Kelsen, Hans. Teoría General del Derecho y del Estado. México D.F.: Trad. de Eduardo García Maynez, Im-
prenta Universitaria, 2.a edición revisada, 1958. p. 317.
(7) Sagüés, Néstor Pedro. Derecho procesal constitucional. Recurso extraordinario. T.I. Buenos Aires: Astrea, 3.ª
edición actualizada y ampliada, 1992. p. 236.

93
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

7 Que el ejercicio del control difuso administrativo se realiza a pedido de parte; en este
supuesto, los tribunales administrativos u órganos colegiados antes aludidos están fa-
cultados para evaluar la procedencia de la solicitud, con criterios objetivos y razo-
nables, siempre que se trate de otorgar mayor protección constitucional a los dere-
chos fundamentales de los administrados. En aquellos casos en los que adviertan que
dichas solicitudes responden a fines manifiestamente obstruccionistas o ilegítimos,
pueden establecerse e imponerse sanciones de acuerdo a ley. Excepcionalmente, el
control difuso procede de oficio cuando se trate de la aplicación de una disposición
que vaya en contra de la interpretación que de ella haya realizado el Tribunal Consti-
tucional, de conformidad con el último párrafo del artículo VI del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional; o cuando la aplicación de una disposición con-
tradiga un precedente vinculante del Tribunal Constitucional establecido de acuerdo
con el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
8 Que los tribunales administrativos y los órganos colegiados de la administración pú-
blica que imparten “justicia administrativa” con carácter nacional no pueden dejar de
aplicar una ley o reglamento cuya constitucionalidad haya sido confirmada en pro-
cesos constitucionales, ni tampoco aplicar a las consecuencias de las relaciones y si-
tuaciones jurídicas existentes, en un caso concreto, los efectos jurídicos de una ley o
reglamento que haya sido declarado inconstitucional en dichos procesos, de confor-
midad con el tercer párrafo del artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.
Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confieren la
Constitución Política del Perú y el Código Procesal Constitucional

Resuelve
Declarar que las reglas sustanciales y procesales precisadas en los considerandos 4, 7 y 8
de la presente resolución, forman parte integrante del precedente vinculante establecido
en el fundamento 50 de la sentencia constitucional emitida en la presente causa.
Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

94
J9 J1

EXP. Nº 4242-2006-PA/TC-PIURA
Germania América Véliz de Zevallos
 
Sentencia del tribunal constitucional
En Piura, a los 19 días del mes de enero del 2007, el pleno del Tribunal Constitucional,
con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen,
García Toma, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia

 Asunto
  Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Germania América Veliz de Ze-
vallos contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Civil de la Corte Supe-
rior de Justicia de Piura, de fojas 212, su fecha 30 de enero de 2006, que declaró funda-
da la excepción de falta de agotamiento de la vía previa y, en consecuencia, nulo todo lo
actuado.
  (…)
Fundamentos
  (…)
 §3. Sobre la excepción de falta de agotamiento de la vía previa
 3.  La resolución materia de agravio constitucional declaró fundada la excepción de fal-
ta de agotamiento de la vía previa, por considerar que la recurrente debió interponer
el Recurso de Queja a efectos de agotar la vía administrativa. Por tal motivo, corres-
ponde a este Colegiado pronunciarse respecto a la referida excepción.
 4. Respecto a ello, la recurrente señala que la pretensión de hacer efectivo el cobro (a
través de un procedimiento de ejecución coactiva) de Órdenes de Pago que aún no
se encuentran consentidas, por haber sido impugnadas mediante un recurso de ape-
lación que viene tramitándose ante el Tribunal Fiscal, estaría dentro del supuesto de
excepción al agotamiento de la vía previa previsto en el numeral 1) del artículo 46
del Código Procesal Constitucional.
5.  El Tribunal Constitucional concuerda en la aplicación del numeral 1) del artículo 46
del Código Procesal Constitucional como excepción al agotamiento de la vía admi-
nistrativa, por las razones siguientes:
a) Contra una Resolución formalmente emitida, como es el caso de las órdenes de
pago notificadas conforme a Ley, corresponde interponer Recurso de Reclama-
ción y/o Apelación en los términos de los artículos 135 y 145 del Código Tribu-
tario, supuestos distintos al contemplado en el artículo 155 para la interposición
del Recurso de Queja.
b) La recurrente en el presente caso presentó Recurso de Reclamación contra las ór-
denes de pago contenidas en el Exp. Coactivo 0830070013445, el cual fue decla-
rado inadmisible, motivo por el que optó por cuestionar esta decisión mediante

95
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Recurso de Apelación como recurso subsiguiente. Pudo haber interpuesto, a su


vez, Recurso de Queja, pero ello no implica que sea necesario y condicional para
dar por agotada la vía previa, constituyendo, más bien, un recurso opcional a jui-
cio del contribuyente.
 c) De autos se aprecia que paralelamente a la notificación de las referidas órdenes
de pago se notificaron, además, las correspondientes resoluciones de cobranza
coactiva respecto de las cuales la recurrente solicitó su nulidad, la cual fue dene-
gada por la SUNAT (ff. 12, 15, 56 y 57), evidenciándose de este modo las posi-
bilidades fácticas para que la SUNAT continúe con la ejecución de la deuda.
 d)  Como quiera que literalmente, de acuerdo con el Código Tributario, la suspen-
sión de la cobranza coactiva en el caso de órdenes de pago solo procede excep-
cionalmente al interponerse reclamación dentro del plazo fijado por el artículo
119 del Código Tributario, debe entenderse que al haberse declarado inadmi-
sible la reclamación y no ha lugar las solicitudes de suspensión de la cobranza
pese a existir una apelación en trámite, mal podría suponerse que la recurrente
debió necesariamente esperar hasta el pronunciamiento del Tribunal Fiscal a fin
de dar por agotada la vía administrativa, cuando la ejecución de la deuda resul-
ta una amenaza inminente. En consecuencia, en el presente caso debe concluirse
que existiendo más de una razón suficiente para dar por configurado el supuesto
de excepción al agotamiento de la vía previa del inciso 1, artículo 46, del Códi-
go Procesal Constitucional, que dispone: “ (...) No será exigible el agotamiento
de las vías previas si una resolución, que no sea la última en la vía administrati-
va, es ejecutada antes de vencerse el plazo para que quede consentida”, la excep-
ción de falta de agotamiento de la vía previa resulta improcedente.
(…)
§5. Distinción a la Regla Sustancial B de la STC 3741-2004-AA/TC, en el caso de
órdenes de pago
14. A propósito del presente caso el Tribunal Constitucional considera conveniente pre-
cisar algunos aspectos de su jurisprudencia que puedan tener implicancia en lo refe-
rido a la impugnación de órdenes de pago. En efecto, mediante la STC 3741-2004-
AA/TC, el Tribunal Constitucional estableció la siguiente regla precedente:
Regla sustancial B: “Todo cobro que se haya establecido al interior de un proce-
dimiento administrativo, como condición o requisito previo a la impugnación de
un acto de la propia administración pública, es contrario a los derechos consti-
tucionales al debido proceso, de petición y de acceso a la tutela jurisdiccional y,
por tanto, las normas que lo autorizan son nulas y no pueden exigirse a partir de
la publicación de la presente sentencia”.
 15. De una primera lectura de dicha Regla podría suponerse que el caso de impugnación
de órdenes de pago se encuentra dentro de sus alcances –en tanto acto de la Adminis-
tración Tributaria emitido para exigir la cancelación de deuda, sujeta al pago previo en
caso de impugnación–; y, en ese sentido, ante una reclamación o apelación en el pro-
cedimiento contencioso-tributario, la Administración Tributaria o, de suyo, el Tribu-
nal Fiscal estarían impedidos de requerir el pago previo de la deuda en estos supuestos,
conforme lo dispone el segundo párrafo del artículo 136 del Código Tributario(3).

(3) Artículo 136.- REQUISITO DEL PAGO PREVIO PARA INTERPONER RECLAMACIONES
Tratándose de Resoluciones de Determinación y de Multa, para interponer reclamación no es requisito el pago previo de
la deuda tributaria por la parte que constituye motivo de la reclamación; pero para que esta sea aceptada, el reclamante
deberá acreditar que ha abonado la parte de la deuda no reclamada actualizada hasta la fecha en que realice el pago.

96
AMPARO Y RESIDUALIDAD

 16.  El Tribunal Constitucional descarta de plano dicha postura, puesto que entender la referi-
da regla precedente desde una perspectiva meramente literal-formal, es decir ajena a las
circunstancias del caso del cual derivó su creación, conllevaría a desnaturalizarla con el
riesgo inminente de extenderla a supuestos que este Colegiado no quiso prever dentro de
sus alcances.
 17.  Efectivamente este riesgo fue vislumbrado por este Tribunal en la STC 3741-2004-AA/
TC, de ahí que, en sus funds. 2 y 3, fuera cauteloso en precisar el contexto y las circuns-
tancias que motivaron su decisión, afirmando que lo cuestionado en el referido caso judi-
cial es el cobro por ”derecho a impugnar” al contravenir los derechos de petición y defen-
sa de los ciudadanos.
 18.  Y es que la aplicación del Precedente Constitucional implica entenderlo dentro del con-
texto que motivó su creación; de este modo, debe recordarse que en el Exp. 3741-2004-
AA/TC el recurrente cuestionó que, tras habérsele impuesto una multa y acudir a impug-
narla, la Municipalidad demandada le exigió previamente el pago de una tasa de diez
nuevos soles (S/. 10.00), por concepto de tasa de impugnación, además del cobro de cin-
co soles (S/. 5.00) por recepción de documentos.
 19.  Así, si bien el recurrente pretendió discrepar sobre la interposición de la multa, lo que
cuestionó en el amparo no fue la determinación ni las circunstancias que originaron la re-
ferida multa, ni tampoco el pago por la tramitación o recepción de documentos; sino más
bien el hecho de que, para poder cuestionar la multa, la Administración le exija el pago
de un monto adicional, ajeno a la multa en sí misma. Es decir, se cuestionó la existencia
de un cobro por el solo hecho de impugnar un acto administrativo. Justamente este tipo
de trabas irracionales o condicionantes al ejercicio del derecho de petición y defensa de
los ciudadanos en sede administrativa, motivó que el Tribunal Constitucional establecie-
ra el Precedente que corresponde aplicarse a todos los casos que presenten circunstancias
idénticas.
 20.  En ese sentido, conforme se advierte del trasfondo de la ratio decidendi en la sentencia
en cuestión, la potestad que se otorga a los Gobiernos Locales para crear tasas por servi‑
cios administrativos o derechos según la Ley de Tributación Municipal(4), en ningún caso
podría ser utilizada indiscriminadamente para justificar el cobro por concepto de medios
impugnativos como si se tratase de un verdadero servicio municipal, cuando, en realidad,
el costo real del servicio ya viene siendo cobrado bajo otro concepto (recepción o trami‑
tación de documentos).
21.  De ahí que este Colegiado señalara, en el fund. 24 de la sentencia en comento, lo siguien-
te: “(...) no cualquier imposibilidad de ejercer tales medios legales para la defensa produ-
ce indefensión reprochable constitucionalmente. Esta solo adquiere tal relevancia cuan-
do la indefensión se genera en una indebida actuación del órgano que investiga o juzga al
individuo o cuando, como ocurre en autos, se establecen condicionamientos al ejercicio
mismo del derecho de defensa (...)”·
 

Para interponer reclamación contra la Orden de Pago es requisito acreditar el pago previo de la totalidad de la deuda
tributaria actualizada hasta la fecha en que realice el pago, excepto en el caso establecido en el numeral 3 del inciso a)
del Artículo 119, TUO de la Ley de Tributación Municipal, aprobado por Decreto Supremo 156-2004-EF.
(4) Artículo 70.- Las tasas por servicios administrativos o derechos, no excederán del costo de prestación del servicio
administrativo y su rendimiento será destinado exclusivamente al financiamiento del mismo.
Las tasas que se cobre por la tramitación de procedimientos administrativos, solo serán exigibles al contribuyente
cuando consten en el correspondiente Texto Único de Procedimientos Administrativos, conforme a lo dispuesto por el
artículo 30 del Decreto Legislativo 757 (…).

97
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

22.  De este modo se advierte que el supuesto previsto en la regla sustancial B de la STC 3741-
2004-AA/TC es, a todas luces, distinto al de la impugnación de una orden de pago, donde la
exigencia del pago previo no se origina debido a una tasa condicional para poder solicitar la re-
visión del caso, sino más bien debido a la existencia de deuda tributaria que el contribuyente
tiene el deber de cancelar, conforme a los supuestos del artículo 78 del Código Tributario(5).
Más aún, este requisito previo a la impugnación tampoco se origina necesariamente en un
acto de la propia Administración Pública, sino, antes bien, en la constatación de una obli-
gación sobre cuya cuantía se tiene certeza, la cual puede originarse, por ejemplo, cuando
media lo declarado por el propio contribuyente (autoliquidación), supuesto que se cons-
tata con mayor claridad en los tres primeros incisos del artículo 78 del Código Tributario.
Es así que puede diferenciarse la naturaleza de una orden de pago de la resolución de de-
terminación, en cuyo caso sí media un acto de fiscalización o verificación de deuda pre-
vio, siendo finalmente la Administración la que termina determinándola. De ahí que se
exima al contribuyente del requisito del pago previo para su impugnación al no constituir
aún deuda exigible.
  De manera que no sea posible incluir el supuesto de impugnación de órdenes de pago a
consecuencia de la relación caso y Regla Sustancial B, en la STC 3741-2004-AA/TC.
23.  Evidentemente la distinción a la Regla Sustancial B de la STC 3741-2004-AA/TC no
enerva de ninguna manera la verificación de las causales de excepción al pago previo de
la deuda en estos casos, conforme lo dispone el artículo 136, concordante con el numeral
3, inciso a), del Artículo 119 del Código Tributario, pues la precisión hecha por este Co-
legiado no puede ser entendida como excusa para encubrir la arbitrariedad administrativa
en perjuicio de las garantías del contribuyente.
  (…)
SS.
LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ

(5) “Artículo 78.- ORDEN DE PAGO


La Orden de Pago es el acto en virtud del cual la Administración exige al deudor tributario la cancelación de la deuda
tributaria, sin necesidad de emitirse previamente la Resolución de Determinación, en los casos siguientes:
1. Por tributos autoliquidados por el deudor tributario.
2. Por anticipos o pagos a cuenta, exigidos de acuerdo a ley.
3. Por tributos derivados de errores materiales de redacción o de cálculo en las declaraciones, comunicaciones o
documentos de pago. Para determinar el monto de la Orden de Pago, la Administración Tributaria considerará la
base imponible del período, los saldos a favor o créditos declarados en períodos anteriores y los pagos a cuenta
realizados en estos últimos.
Para efectos de este numeral, también se considera el error originado por el deudor tributario al consignar una tasa
inexistente”.
4. Tratándose de deudores tributarios que no declararon ni determinaron su obligación o que habiendo declarado
no efectuaron la determinación de la misma, por uno o más períodos tributarios, previo requerimiento para que
realicen la declaración y determinación omitidas y abonen los tributos correspondientes, dentro de un término de
tres (3) días hábiles, de acuerdo al procedimiento establecido en el artículo siguiente, sin perjuicio que la Adminis-
tración Tributaria pueda optar por practicarles una determinación de oficio.
5. Cuando la Administración Tributaria realice una verificación de los libros y registros contables del deudor tributa-
rio y encuentre tributos no pagados.
Las Órdenes de Pago que emita la Administración, en lo pertinente, tendrán los mismos requisitos formales que la
Resolución de Determinación, a excepción de los motivos determinantes del reparo u observación.

98
J10 J1

EXP. Nº 3179-2004-AA/TC-HUAMANGA
Apolonia Ccollcca Ponce

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 18 días del mes de febrero de 2005, el pleno del Tribunal Constitucional,
con la asistencia de los señores magistrados Alva Orlandini, presidente; Bardelli Lartiri-
goyen, vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto, adjunto del magistrado Ver-
gara Gotelli

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Apolonia Ccollcca Ponce contra
la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justi-
cia de la República, de fojas 37 del segundo cuaderno, su fecha 14 de mayo de 2004, que
declaró improcedente la demanda de autos.
(…)

Fundamentos
(…)
20. En definitiva, una interpretación del segundo párrafo del inciso 2) del artículo 200 de
la Constitución bajo los alcances del principio de unidad de la Constitución, no pue-
de concluir sino con la afirmación de que la competencia ratione materiae del ampa-
ro contra resoluciones judiciales comprende a todos y cada uno de los derechos fun-
damentales que se puedan encontrar reconocidos, expresa o implícitamente, por la
Norma Suprema. En su seno, los jueces constitucionales juzgan si las actuaciones ju-
risdiccionales de los órganos del Poder Judicial se encuentran conformes con la to-
talidad de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución. De modo que
la calificación de regular o irregular de una resolución judicial, desde una perspecti-
va constitucional, depende de que estas se encuentren en armonía con el contenido
constitucionalmente protegido de todos los derechos fundamentales.
21. La variación de una jurisprudencia consolidada durante un poco más de cuatro lus-
tros y, correlativamente, el establecimiento de un precedente de esta naturaleza, tras
las observaciones precedentemente planteadas, no tiene por efecto inmediato la
variación de algunos criterios consolidados jurisprudencialmente en torno a los al-
cances del control constitucional de las resoluciones judiciales. Particularmente, de
aquellos en los que se afirmó:
a) Que el objeto de este proceso constitucional es la protección de derechos cons-
titucionales y no el de constituir un remedio procesal que se superponga o sus-
tituya al recurso de casación. En efecto, los procesos constitucionales de tutela

99
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

de derechos no tienen por propósito, prima facie, verificar si los jueces, en el


ejercicio de la potestad jurisdiccional, infringieron normas procedimentales que
no incidan en el contenido constitucionalmente protegido del derecho a la tute-
la procesal (error in procedendo), o, acaso, que no hayan interpretado adecua-
damente el derecho material (error in iudicando). Pero el juez constitucional sí
tiene competencia para examinar dichos errores cuando los mismos son consti-
tutivos de la violación de un derecho fundamental.
b) Que se utilice como un mecanismo donde pueda volverse a reproducir una con-
troversia resuelta por las instancias de la jurisdicción ordinaria. El amparo con-
tra resoluciones judiciales no tiene el efecto de convertir al juez constitucional
en una instancia más de la jurisdicción ordinaria, pues la resolución de contro-
versias surgidas de la interpretación y aplicación de la ley es de competencia del
Poder Judicial; siempre, claro está, que esa interpretación y aplicación de la ley
se realice conforme a la Constitución y no vulnere derechos fundamentales. En
efecto, en el seno del amparo contra resoluciones judiciales solo puede plantear-
se como pretensión que una determinada actuación judicial haya violado (o no)
un derecho constitucional, descartándose todos aquellos pronunciamientos que
no incidan sobre el contenido protegido de estos.
Canon para el control constitucional de las resoluciones judiciales
22. Los cambios jurisprudenciales a que se ha hecho referencia supra, implica también
la necesidad de que el Tribunal Constitucional defina el canon bajo el cual realizará
el control constitucional de las resoluciones judiciales.
La intensidad del control constitucional de las resoluciones judiciales a través del
proceso de amparo depende de la interpretación que se haga de la configuración
constitucional del mencionado proceso. Así, desde una interpretación estricta del
amparo, los jueces constitucionales examinan la constitucionalidad de la resolución
judicial en base al expediente judicial ordinario, otorgando mérito constitucional su-
ficiente a los actuados judiciales. En esta perspectiva, el juez constitucional asume lo
resuelto por el juez ordinario iure et de iure. Luego de ello y con estos actuados in-
discutibles se pasa a realizar un examen de la motivación y relevancia constitucional
de la resolución judicial en función del derecho fundamental invocado.
De otro lado, se parte de una interpretación flexible del amparo cuando el Juez cons-
titucional adquiere plena jurisdicción sobre el fondo y la forma del proceso ordinario,
realizando un examen constitucional de la motivación del fallo y de la relevancia de
lo actuado judicialmente. Desde esta posición, el Juez constitucional asume compe-
tencia para examinar el juicio ordinario bajo un canon constitucional propio del su-
premo intérprete de la Constitución. Lo que significa la posibilidad de revisar todo el
proceso que va desde el examen del acto lesivo, la validez o no de una norma legal,
hasta el valor probatorio de las pruebas; es decir, revisando y reformando constitu-
cionalmente la actuación judicial concreta que sea necesaria para determinar la cons-
titucionalidad de la resolución judicial cuestionada.
23. No obstante, esta segunda perspectiva del proceso de amparo precisa que el Tribu-
nal Constitucional establezca el canon interpretativo bajo el cual realizará el control
constitucional de las resoluciones judiciales, sin que ello suponga convertir al Tribu-
nal Constitucional en una cuarta instancia judicial y sí, más bien, a fin de reconocer
que al Tribunal le corresponde, en el proceso de amparo, resolver, ponderadamen-
te, sobre el fondo y la forma de los procesos judiciales ordinarios cuando estos ha-
yan violado los derechos fundamentales tutelados por el proceso constitucional de
amparo.

100
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Dicho canon interpretativo que le permite al Tribunal Constitucional realizar, legí-


timamente, el control constitucional de las resoluciones judiciales ordinarias, está
compuesto, en primer lugar, por un examen de razonabilidad; en segundo lugar, por
el examen de coherencia; y, finalmente, por el examen de suficiencia.
a Examen de razonabilidad.– Por el examen de razonabilidad, el Tribunal Consti-
tucional debe evaluar si la revisión de todo el proceso judicial ordinario es rele-
vante para determinar si la resolución judicial que se cuestiona vulnera el dere-
cho fundamental que está siendo demandado.
b Examen de coherencia.– El examen de coherencia exige que el Tribunal Consti-
tucional precise si el acto lesivo del caso concreto se vincula directamente con el
proceso o la decisión judicial que se impugna; de lo contrario no estaría plena-
mente justificado el hecho de que el Tribunal efectúe una revisión total del proce-
so ordinario, si tal revisión no guarda relación alguna con el acto vulneratorio.
c Examen de suficiencia.– Mediante el examen de suficiencia, el Tribunal Consti-
tucional debe determinar la intensidad del control constitucional que sea necesa-
ria para llegar a precisar el límite de la revisión del proceso judicial ordinario, a
fin de cautelar el derecho fundamental demandado.
24. Por todo ello, y en mérito de lo expuesto, habiéndose alegado la violación del dere-
cho de propiedad, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae,
para ingresar a analizar las cuestiones de fondo que entraña el recurso de agravio
constitucional.
(…)

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

101
J11 J1

EXP. Nº 9300-2006-PA/TC-LIMA
Pesquera Balsamar S.A.C.

Resolución del tribunal constitucional


Lima, 12 de junio de 2007

Visto
El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Francisco Eduardo Flores Ja-
nampa, en representación de la empresa Pesquera Balsamar S.A.C., contra la resolución
de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la Re-
pública, de fojas 113, su fecha 18 de julio de 2006, que, confirmando la apelada, declara
improcedente la demanda de amparo de autos; y,

Atendiendo a
(…)
3.
Que conforme lo prevé el artículo 44 del Código Procesal Constitucional, tratándose
de una demanda de amparo contra una resolución judicial, el plazo para interponer-
la vence a los 30 días naturales luego de notificada la resolución. Asimismo, a efec-
tos de establecer cuándo adquiere firmeza una resolución judicial, este Colegiado tie-
ne establecido que ello ocurre cuando se agotan todos los medios impugnatorios que
la legislación habilita a las partes de un proceso, no estando permitida la prórroga o
creación de nuevos plazos de prescripción a consecuencia de la presentación de es-
critos o “recursos” inventados o propuestos por las partes sin ninguna posibilidad de
que a través de los mismos pueda revertirse las situaciones ya decididas judicialmen-
te (Cf. STC 2494-2005-AA, FJ 16).
4. Que, en el presente caso, pese a que no cabía interponer ningún medio impugnatorio
contra la Ejecutoria Suprema que se cuestiona, el recurrente interpuso innecesaria-
mente recurso de nulidad; por lo que el plazo de prescripción debe contarse desde la
fecha en que se notificó dicha Ejecutoria Suprema, y no desde la fecha en que se dio
respuesta al “recurso” no previsto legalmente.
(...)

SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ

102
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J12 J1

EXP. Nº 6167-2005-PHC/TC-LIMA
Fernando Cantuarias Salaverry

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 28 días del mes febrero de 2006, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados García Toma, Presidente; Gon-
zales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pro-
nuncia la siguiente sentencia, con el Fundamento de voto, adjunto, del magistrado Gon-
zales Ojeda

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Fernando Cantuarias Salaverry
contra la Resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 476, su fecha 19 de julio de 2005, que declara in-
fundada la demanda de hábeas corpus de autos.

Fundamentos
(…)
§1.2. Naturaleza y características de la jurisdicción arbitral
(...)
12. El reconocimiento de la jurisdicción arbitral comporta la aplicación a los tribuna-
les arbitrales de las normas constitucionales y, en particular, de las prescripciones
del artículo 139 de la de Constitución, relacionadas a los principios y derechos de la
función jurisdiccional. Por ello, el Tribunal considera y reitera la protección de la
jurisdicción arbitral, en el ámbito de sus competencias, por el principio de “no in-
terferencia” referido en el inciso 2) del artículo constitucional antes citado, que pre-
vé que ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano juris-
diccional, ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Los tribunales arbitrales, por
consiguiente, dentro del ámbito de su competencia, se encuentran facultados para
desestimar cualquier intervención y/o injerencia de terceros –incluida autoridades
administrativas y/o judiciales– destinada a avocarse a materias sometidas a arbitra-
je, en mérito a la existencia de un acuerdo arbitral y la decisión voluntaria de las
partes.
 13. Es por tal motivo que este Tribunal considera conveniente reiterar la plena vigencia
del principio de la “kompetenz-kompetenz” previsto en el artículo 39 de la Ley Ge-
neral de Arbitraje –Ley N 26572–, que faculta a los árbitros a decidir acerca de las

103
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

materias de su competencia, y en el artículo 44 del referido cuerpo legal, que garanti-


za la competencia de los árbitros para conocer y resolver, en todo momento, las cues-
tiones controvertidas que se promuevan durante el proceso arbitral, incluida las pre-
tensiones vinculadas a la validez y eficacia del convenio. Este Colegiado resalta la
suma importancia práctica que reviste dicho principio, a efectos de evitar que una de
las partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje, mediante un cuestionamien-
to de las decisiones arbitrales y/o la competencia de los árbitros sobre determinada
controversia, pretenda convocar la participación de jueces ordinarios, mediante la in-
terposición de cualquier acción de naturaleza civil y/o penal, y desplazar la dispu-
ta al terreno judicial.
Lo expuesto no impide que posteriormente se cuestione la actuación arbitral por in-
fracción de la tutela procesal efectiva, conforme a las reglas del Código Procesal
Constitucional.
 14. Este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta competencia
para conocer y resolver las controversias sometidas al fuero arbitral, sobre materias
de carácter disponible (artículo 1 de la Ley General de Arbitraje), con independen-
cia jurisdiccional y, por tanto, sin intervención de ninguna autoridad, administrativa
o judicial ordinaria. El control judicial, conforme a la ley, debe ser ejercido ex post,
es decir, a posteriori, mediante los recursos de apelación y anulación del laudo pre-
vistos en la Ley General de Arbitraje. Por su parte, el control constitucional deberá
ser canalizado conforme a las reglas establecidas en el Código Procesal Constitucio-
nal; vale decir que tratándose de materias de su competencia, de conformidad con el
artículo 5, numeral 4 del precitado código, no proceden los procesos constituciona-
les cuando no se hayan agotado las vías previas. En ese sentido, si lo que se cuestio-
na es un laudo arbitral que verse sobre derechos de carácter disponible, de manera
previa a la interposición de un proceso constitucional, el presunto agraviado deberá
haber agotado los recursos que la Ley General de Arbitraje prevé para impugnar di-
cho laudo.
(…)

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO
 

104
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J13 J1

EXP. Nº 1567-2006-PA/TC-LIMA
Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.

Resolución del tribunal constitucional


Lima, 21 de junio de 2006

Visto
El escrito de fecha 9 de junio de 2006, presentado por don José Humberto Abanto Verás-
tegui, en representación de la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A., mediante el
cual solicita la aclaración de la sentencia de fecha 30 de abril de 2006, recaída en el pro-
ceso de amparo seguido por el recurrente contra la Compañía Minera Algamarca S.A. y
otros; y,

Atendiendo a
1. Que, conforme lo dispone el artículo 121 del Código Procesal Constitucional, contra
las sentencias del Tribunal Constitucional no cabe recurso alguno, sin perjuicio de lo
cual este colegiado, “de oficio o a instancia de parte, puede aclarar algún concepto o
subsanar cualquier error material u omisión en que se hubiese incurrido”.
2. Que, el recurrente solicita que el Tribunal Constitucional aclare el fundamento Nº 33
de la sentencia de autos, en el que se señala:
“33. En consecuencia, para que se habilite la vía del amparo, la demandante de-
bió cuestionar la competencia del tribunal arbitral Sulliden-Algamarca de con-
formidad con lo dispuesto por la Ley General de Arbitraje; vale decir, formulan-
do oposición total o parcial al arbitraje cuando presentó su pretensión inicial,
tomando en consideración que el artículo 39 de la Ley General de Arbitraje se-
ñala: “(...) Contra la decisión de los árbitros [sobre su competencia] no cabe im-
pugnación alguna, sin perjuicio del recurso de anulación, si la oposición hubie-
ra sido desestimada” (el subrayado es agregado).
El solicitante afirma en su pedido de aclaración que el citado fundamento genera du-
das respecto del momento en el que se agota la vía previa cuando se pretende cues-
tionar la denegatoria de una oposición al arbitraje. En ese sentido, sostiene que el
criterio adoptado por este Colegiado en las sentencias recaídas en los expedientes
Nº 6081-2005-HC/TC (fundamento 3) y Nº 8123-2005-HC/TC (fundamentos 1 al
4), permite sustentar que no resulta exigible la interposición del recurso de anula-
ción al que refiere el artículo 39 de la Ley General de Arbitraje cuando se pretenda
cuestionar, mediante un proceso constitucional, la decisión de los árbitros sobre su
competencia.

105
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

3. Que, en relación a lo solicitado debe señalarse que no existe, como afirma el recurren-
te, una supuesta ambigüedad en este extremo de la sentencia de autos; dado que, de
la línea argumentativa desarrollada por el Tribunal Constitucional, se desprende que
para cuestionar la competencia de los árbitros, será preciso agotar los recursos previs-
tos por la Ley General de Arbitraje. En consecuencia, la oposición al arbitraje no ago-
tará el trámite de la vía previa puesto que el artículo 39 de la referida Ley prevé otro
recurso para el mismo fin: la interposición del recurso de anulación de laudo arbitral.
Por tanto, será este último el recurso que ponga fin a la vía previa y quedará expedita
la vía del proceso de amparo por infracción de la tutela procesal efectiva y por inobser-
vancia del cumplimiento de la jurisprudencia constitucional o los precedentes de ob-
servancia obligatoria, emitidos por este Colegiado, en atención a lo previsto por los ar-
tículos VI, in fine, y VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
4. Que, la Compañía de Exploraciones Algamarca hace expresa referencia a resolucio-
nes emitidas por este Colegiado, en las cuales se ha admitido la procedencia de una
demanda de hábeas corpus contra un auto de apertura de instrucción, pese a que el
proceso penal no ha llegado a su fin. Al respecto, cabe señalar que en el caso de au-
tos se configura un supuesto de hecho distinto al referido por el recurrente; puesto
que para la procedencia del proceso de hábeas corpus, el Código Procesal Constitu-
cional –atendiendo a las singulares características de los derechos constitucionales
que protege– no ha establecido la exigencia del agotamiento de las vías previas, que
sí son exigibles en el proceso constitucional de amparo (artículo 5 inciso 4 del Códi-
go Procesal Constitucional).
5. Que, lo señalado en el párrafo precedente no implica, en modo alguno, dejar sin tu-
tela un derecho fundamental presuntamente amenazado o vulnerado puesto que, de
advertir el Tribunal Constitucional, que con el agotamiento de las vías previas la
agresión pudiera convertirse en irreparable; será de aplicación la excepción al ago-
tamiento de las vías previas prevista en el artículo 46 inciso 2 del Código Procesal
Constitucional. Supuesto de excepción que no se configuró en el caso de autos, mo-
tivo por el cual no ha sido de aplicación.
6. Que, si bien es cierto que los precedentes vinculantes establecidos por este Colegiado (de
conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucio-
nal) tienen carácter normativo y son de obligatorio cumplimiento, también lo es que de
acuerdo con el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional “los
Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los reglamentos se-
gún los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mis-
mos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional”. Ello quiere
decir que los jueces también deben tener en consideración la doctrina jurisprudencial es-
tablecida por este Colegiado que, en tanto órgano supremo de interpretación, integración
y control de la constitucionalidad, orienta el cabal cumplimiento del principio de supre-
macía jurídica de la Constitución, previsto en su artículo 51.
Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Perú
HA RESUELTO, con el voto del magistrado Gonzales Ojeda, que se adjunta
Declarar IMPROCEDENTE la solicitud de aclaración.
Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

106
J14 J1

EXP. Nº 04195-2006-AA/TC-LIMA
Proime Contratistas Generales S.A.
 

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los 16 días del mes de noviembre de 2007, la Sala Segunda del Tribunal Cons-
titucional, integrada por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli y Álvarez Mi-
randa, pronuncia la siguiente sentencia con el fundamento de voto de los magistrados
Mesía Ramírez y Vergara Gotelli, adjunto.

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por PROIME Contratistas Generales S.A.
contra la resolución de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fo-
jas 437, su fecha 19 de julio de 2005, que declara improcedente la demanda de autos.
  (…)

Fundamentos
  (…)
 2. Antes de avanzar en la respuesta puntual a la pretensión planteada, este Tribunal
considera pertinente dejar sentada su discrepancia con lo expuesto por el órgano
que decidió el presente caso en primera instancia, puesto que el hecho de que el
laudo sea, prima facie, inimpugnable, no lo convierte en incontrolable en vía del
proceso de amparo. En este sentido, conviene recordar que el debido proceso com-
promete normas de orden público constitucional, por lo que su defensa y control
son irrenunciables, no solo en el ámbito de los procesos judiciales, sino también en 
todo tipo de decisiones donde el Estado haya reconocido actuaciones materialmen-
te jurisdiccionales, como es el caso del arbitraje (Exp. Nº 6167-2005-HC, funda-
mentos 17 y 18).
  Respecto a los argumentos de la recurrida, este Colegiado, si bien comparte el crite-
rio conforme al cual el proceso de anulación de laudo arbitral constituye, en princi-
pio, una vía previa al amparo (Exp. N° 6167-2005-HC, fundamento 14 in fine); no
considera que ello signifique  prescindir de atender el hecho de que, conforme al ar-
tículo 73 de la Ley General de Arbitraje, solo se puede impugnar un laudo en base a
una lista cerrada de causales. En tal sentido, este Colegiado estima que una afecta-
ción que no esté contemplada como causal de anulación de laudo, y que, sin embar-
go, compromete seriamente algún derecho constitucionalmente protegido a través
del proceso de amparo, no puede ni debe tramitarse como un recurso de anulación,
de modo que para estos supuestos queda habilitado el amparo como medio eficaz de
defensa de los derechos comprometidos.

107
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

 3. No obstante, conforme se ha establecido en esta sede (Cfr. Expedientes 6167-2005-


HC y 6149-2006-AA), a fin de preservar la capacidad de los árbitros de pronunciarse
acerca de su propia competencia, no podrá interponerse el amparo directamente con-
tra un acto violatorio de derechos fundamentales acaecido en el trámite del proceso
arbitral, pues, ante tal eventualidad, será necesario esperar el pronunciamiento defi-
nitivo del Tribunal Arbitral, el que podrá ser impugnado  por violación intra proceso
y resolverse como una cuestión previa, de ser el caso. En este supuesto, además, se
deberán interpretar extensivamente las causales de admisibilidad del recurso de anu-
lación, con relación a la cuestión incidental.
  Esto, por supuesto, no quiere decir que todas las violaciones al debido proceso o demás
derechos fundamentales, aun cuando ya exista un laudo, puedan ser impugnadas por
medio del recurso de anulación. Como ya quedó dicho, y la propia norma así lo pre-
vé, las causales para interponer el recurso de anulación se encuentran contempladas de
manera taxativa y, aunque su interpretación  sea extensiva, esta discrecionalidad (o fle-
xibilidad) tiene límites infranqueables. Lo anterior no implica, por lo demás, que exis-
ta un vacío normativo o una zona donde no haya control de la arbitrariedad (en la que
podrían incurrir los árbitros), sino que tal control no se podrá llevar a cabo mediante el
recurso de anulación, sino a través un proceso de amparo, de ser el caso.
 4.   En cualquier caso, y a efectos de determinar el ámbito de actuación de este Tribunal
cuando conozca de amparos contra laudos arbitrales, es pertinente precisar algunas
reglas para el control de estas decisiones. En tal sentido:
 a) El amparo resulta improcedente cuando se cuestione actuaciones previas a la expedi-
ción del laudo. En tales casos, se deberá esperar la culminación del proceso arbitral.
b) Aun habiendo culminado el proceso arbitral, conforme al literal anterior, el am-
paro será improcedente cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la in-
terposición de los recursos respectivos (apelación o anulación), de acuerdo a lo
establecido en los fundamentos 2 y 3 supra.
c) El amparo resulta improcedente cuando se cuestione la interpretación realizada por el
Tribunal Arbitral respecto a normas legales, siempre que  de tales interpretaciones no
se desprenda un agravio manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso.
En todo caso, frente a la duda razonable de dos posibles interpretaciones de un
mismo dispositivo legal, el juez constitucional debe asumir que la propuesta por
los árbitros es la más conveniente tanto para la solución del conflicto como para
fortalecer la institución del arbitraje.
d) La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a arbitra-
je son de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver confor-
me a las reglas del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad manifiesta
en dicha valoración o calificación que pueda constatarse de la simple lectura de
las piezas que se adjuntan al proceso, sin que sea necesaria una actividad proba-
toria adicional que no es posible en el proceso de amparo.
e) Quien alega la violación de un derecho constitucional que resulte de una arbi-
traria interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del arbitraje,
deberá acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué ha con-
sistido dicha irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que se
constata dicha vulneración. 

SS.
MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI
ÁLVAREZ MIRANDA

108
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J15 J1

EXP. Nº 02513-2007-PA/TC-ICA
Ernesto Casimiro Hernández Hernández

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 13 días del mes de octubre de 2008, el Pleno del Tribunal Constitucional,
integrado por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli, Landa Arroyo, Beaumont
Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ernesto Casimiro Hernández Her-
nández contra la sentencia de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Ica, de fojas 109, su fecha 31 de enero de 2007, que declara improcedente la demanda de
autos.
(…)

Fundamentos
(…)
2.11.2.§. El arbitraje previsto en el artículo 25 del Decreto Supremo Nº 003-98-SA

35. A diferencia del arbitraje obligatorio previsto en el artículo 9, el previsto en el artícu-
lo 25 es un arbitraje voluntario, que se inicia porque una de las partes está disconfor-
me con el pronunciamiento del Instituto Nacional de Rehabilitación, y que concluye
con la resolución del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de
Entidades Prestadoras de Salud.
36. Sobre el particular, debe tenerse presente que este Tribunal Constitucional en la STC
00061-2008-PA/TC consideró que el arbitraje voluntario goza de la presunción de
constitucionalidad debido a que su inicio tiene como fundamento el principio de au-
tonomía de la voluntad, que constituye la esencia y el fundamento del proceso arbi-
tral, por cuanto el arbitraje conlleva la exclusión de la vía judicial. Asimismo, se es-
tableció que el arbitraje voluntario, para que sea considerado constitucional, debe
cumplir con determinados requisitos en el momento de la instalación del órgano
arbitral.
37. En este sentido, para que el proceso arbitral instaurado de manera voluntaria sea
constitucional, debe reiterarse como precedente vinculante que: en el momento de
la instalación del órgano arbitral el árbitro o árbitros deberán dejar constancia que
informaron:
a. Las ventajas que brinda el arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la
Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.

109
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

b. Que para la resolución de su controversia se aplicará la jurisprudencia y los pre-


cedentes vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional.
c. Que el asegurado o beneficiario, si lo prefiere, puede renunciar al arbitraje y pre-
ferir su juez natural, que es el Poder Judicial.
d. Que contra el laudo arbitral cabe el recurso que prevé la Ley General de
Arbitraje.
e. El arbitraje voluntario será inconstitucional si es iniciado por la Aseguradora Pri-
vada o por la Oficina de Normalización Previsional y el asegurado o beneficia-
rio no desea someterse a él.
38. Asimismo, cabe recordar que contra el laudo arbitral procede la demanda de ampa-
ro, siempre que se haya agotado previamente el recurso que prevé la Ley General de
Arbitraje y exista una resolución judicial firme que resuelva dicho recurso.
(…)

SS.
MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

110
J16 J1

EXPS. Nºs 6149-2006-PA/TC Y 6662-2006-PA/TC-LIMA


Minera Sulliden Shahuindo S.A.C. y
Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.
 

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 11 días del mes de diciembre de 2006, el Tribunal Constitucional, en se-
sión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados García Toma, Gonzales
Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Landa Arroyo y Mesía Ramírez, pronun-
cia la siguiente sentencia, con el fundamento singular del magistrado Gonzales Ojeda y
el voto singular del magistrado Bardelli Lartirigoyen

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por Sulliden Shahuindo S.A.C. contra la
Resolución de la Sala Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fo-
jas 50 del segundo cuaderno del expediente 6149-2006-PA/TC, su fecha 17 de marzo de
2006; y recurso de agravio constitucional interpuesto por José Humberto Abanto Verás-
tegui, abogado y Director Gerente General de la Compañía de Exploraciones Algamarca
S.A. contra la resolución de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 841 del expediente 6662-2006-PA/TC, su fecha 27 de abril de 2006, que decla-
ran improcedentes las demandas de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
(…)
§1.2 Competencia judicial en el amparo arbitral (¿Juez Civil o Sala Civil de la
Corte Superior?) 
(…) 
7. No ha sido ajena a este Tribunal la preocupación por la inexistencia de reglas ad
hoc de competencia judicial, por ejemplo, en materia de amparo electoral, da-
dos los riesgos que podrían generarse en determinados supuestos para la conti-
nuidad del proceso electoral y para los principios constitucionales que con él se
encuentran involucrados(21).
  No obstante, y aun con todos los riesgos que entonces se advirtieron en el caso
del amparo electoral, la jurisprudencia del Tribunal es unánime en considerar

(21) STC 5854-2005-PA/TC, Fundamento Jurídico Nº. 39.

111
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

que las reglas de competencia establecidas para el amparo contra resoluciones


judiciales no son aplicables al caso del amparo electoral.
 8. Del mismo criterio ha sido este Tribunal cuando ha tenido que evaluar la im-
pugnación de resoluciones arbitrales a través del proceso de amparo. A tal efec-
to, el Tribunal recuerda que en la STC 1567-2006-PA/TC, en la que eran partes
los mismos sujetos procesales que ahora intervienen en el proceso acumulado,
si bien se declaró improcedente la demanda, el criterio que esencialmente sirvió
para ello fue que no se habían interpuesto los medios impugnatorios que la Ley
General del Arbitraje prevé para el cuestionamiento de los actos considerados
como lesivos; y no el tema de la competencia judicial en el conocimiento del am-
paro contra resoluciones emanadas de un procedimiento arbitral [Cf. también la
RTC 0928-2001-AA/TC; STC 1418-2002-AA/TC, etc.].
9. El Tribunal recuerda, en ese sentido, que la razón de no haber considerado las
reglas de competencia judicial para el caso del amparo contra resoluciones ju-
diciales como aplicables para el caso del amparo arbitral, o, a su turno, para el
caso del amparo electoral, se fundan en el hecho de que su determinación está
sujeta al principio de legalidad. En efecto, la competencia de un tribunal de jus-
ticia por razón de la materia debe encontrarse fijada en la ley. Por tanto, ante la
inexistencia de una norma legal que fije las reglas de competencia judicial del
amparo arbitral, el Tribunal Constitucional no podrá exigir que el justiciable
haya interpuesto su demanda de amparo ante un órgano jurisdiccional que no ha
sido declarado, prima facie, como competente para conocer de un determinado
asunto.
10.  Igualmente, el Tribunal advierte que el criterio al que se acaba de hacer men-
ción no es aplicable en aquellos casos en los que el agravio se produce por efec-
to de un laudo arbitral, puesto que una vez que éste se cuestione mediante los
medios impugnatorios previstos en la Ley General del Arbitraje, su resolución
corresponde al Juez. Y si “(...) bien el recurso de anulación establecido en el ar-
tículo 61 de la Ley General de Arbitraje Nº 26572 [como también el recurso de
apelación, si ese fuera el caso] no constituye, stricto sensu, un nuevo proceso ju-
dicial, sino parte integrante y residual del proceso arbitral seguido inicialmen-
te ante el Tribunal Arbitral de Derecho (...)”(22), también lo es que, en supuestos
de esa naturaleza, el amparo no solo persigue cuestionar el laudo arbitral, sino
también la decisión judicial que lo legitima, bajo los alcances del principio de
definitividad, ínsito a la exigencia de contarse con una resolución judicial fir-
me, en los términos del artículo 4 del Código Procesal Constitucional, como an-
tes se ha advertido.
(…)

SS. 
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO
MESÍA RAMÍREZ

(22) RTC 0928-2001-AA/TC, Fundamento Jurídico Nº. 3.

112
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J17 J1

EXP. Nº 067-93-AA/TC-LIMA
Pedro Arnillas Gamio

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los doce días del mes de diciembre de mil novecientos noventa y seis, reuni-
do en sesión de Pleno Jurisdiccional, el Tribunal Constitucional, con asistencia de los se-
ñores Magistrados: Nugent, Presidente, Acosta Sánchez, Vicepresidente, Aguirre Roca,
Díaz Valverde, Rey Terry, Revoredo Marsano, García Marcelo; actuando como Secreta-
ria, la doctora María Luz Vásquez, pronuncia la siguiente sentencia; con el voto singular
del magistrado Aguirre Roca.

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por Pedro Arnillas Gamio, contra la resolución de la
Corte Suprema, de fecha ocho de diciembre de mil novecientos noventa y dos, que, de-
clarando no haber nulidad de la sentencia de vista, de fecha treinta y uno de marzo de mil
novecientos noventa y dos, declara infundada la correspondiente Acción de Amparo.
(…)
Fundamentos
Considerando: Que para incoar una Acción de Amparo es preciso culminar el procedi-
miento administrativo que hubiere fijado para el asunto materia del reclamo y que tratán-
dose de agresiones provenientes de particulares, será el procedimiento previo establecido
en los estatutos de la persona jurídica; que, analizado este requisito de procedibilidad en
el presente caso, del examen del estatuto de la entidad demandada se advierte que el único
procedimiento a transitar por el actor para obtener la revisión de la decisión de expulsión
dictada en su contra por la Junta Calificadora y de Disciplina del Club, era el dispuesto
en el artículo sesenta y seis de la norma estatutaria; (...) que, siendo así, este Colegiado
considera que, mientras pendiera el reclamo del actor vía el procedimiento de rehabilita-
ción antes mencionado, y dados los términos por sí excesivamente exigentes de su trami-
tación, pudiera causársele daño irreparable a sus derechos constitucionales invocados en
la demanda; que, tal situación constituye causal de excepción al agotamiento de las vías
previas, conforme lo dispone el artículo veintiocho, inciso “b” de la Ley de Hábeas Cor-
pus y Amparo, perfectamente aplicable al presente caso, por lo que la Acción de garantía
sub-materia resulta procedente (...).
SS.
NUGENT
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
GARCÍA MARCELO

113
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J18 J1

EXP. Nº 1142-99-AA/TC-CUSCO
Telecomunicaciones y Servicios E.I.R.L. Telser

Sentencia del tribunal constitucional


En Arequipa, a los diecisiete días del mes de diciembre de mil novecientos noventa y nue-
ve, reunido el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de
los señores Magistrados: Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nu-
gent y García Marcelo, pronuncia sentencia:

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por Telecomunicaciones y Servicios E.I.R.L. Telser,
contra la resolución expedida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Cusco y Madre de Dios, su fecha veintinueve de setiembre de mil novecientos noventa y
nueve, que declaró improcedente la Acción de Amparo.
(…)

Fundamentos
1. Que el objeto de la presente Acción de Amparo es que Telefónica del Perú S.A. res-
tituya a la demandante el servicio de telefonía fija de ocho líneas bajo la modalidad
de abonado que adquirió de aquella.
2. Que es requisito de procedibilidad indispensable para acudir al proceso constitucio-
nal de Amparo el haber agotado la vía previa correspondiente, de conformidad con
el artículo 27 de la Ley N.° 23506, sin el cual este Tribunal no puede ingresar válida-
mente a analizar la pretensión.
3. Que el artículo 23 del Decreto Supremo N.° 062-94-PCM, Reglamento del Orga-
nismo Supervisor de la Inversión Privada en Telecomunicaciones-Osiptel, estable-
ce que este organismo es el competente para conocer en la vía administrativa o arbi-
tral las controversias entre empresas operadoras de servicios de telecomunicaciones
y, por otra parte, el artículo 24 del citado dispositivo enuncia: “La vía administrativa
previa es obligatoria y de competencia exclusiva de Osiptel, salvo que las partes so-
metan su controversia a arbitraje, de acuerdo a las reglas establecidas en el presente
Reglamento”.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

114
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J19 J1

EXP. N° 139-97-AA/TC-HUARAZ
Inocente Dextre Chauca

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los once días del mes de diciembre de mil novecientos noventisiete, reunido
el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los seño-
res Magistrados: Acosta Sánchez, Vicepresidente, encargado de la Presidencia; Nugent;
Díaz Valverde; y, García Marcelo; actuando como Secretaria Relatora, la doctora María
Luz Vásquez, pronuncia la siguiente sentencia:
Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto con fecha diez de febrero de mil novecientos noven-
tisiete, por don Yehudi Collas Berrú, en representación de don Inocente Dextre Chauca,
contra la Resolución de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ancash, de fecha
dieciséis de enero del mismo año, que declaró IMPROCEDENTE la Acción de Amparo.
(fojas 121 a fojas 125)
(…)

Fundamentos
Que, el artículo 27 de la Ley N° 23506 de Hábeas Corpus y Amparo, establece que solo
procede la Acción de Amparo, cuando se han agotado las vías previas, requisito funda-
mental que el actor ha incumplido, no obrando en autos documento que acredite dicho
cumplimiento por parte del accionante.
Que, don Inocente Dextre Chauca manifiesta en su escrito de demanda, que sobre los he-
chos que generaron la presente demanda, interpuso, con anterioridad a la presente litis,
una Acción de Amparo que se encuentra en curso, no siendo procedente, que sobre los
mismos hechos puedan tramitarse procesos similares.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, haciendo uso de las atribuciones que
le confieren la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica;

Falla
CONFIRMANDO la Resolución de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de An-
cash, de fojas 101, su fecha dieciséis de enero de mil novecientos noventisiete, que al con-
firmar la sentencia de primera instancia, su fecha veintiuno de octubre de mil novecientos
noventiséis, declaró IMPROCEDENTE la Acción de Amparo; dispusieron su publica-
ción en el Diario Oficial El Peruano conforme a Ley, y los devolvieron.
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
GARCÍA MARCELO

115
J20 J1

EXP. Nº 904-98-AA/TC-LIMA
Stepcar Representaciones E.I.R.L.
 

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los seis días del mes de enero de dos mil, reunido el Tribunal Constitucional
en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados: Acosta Sán-
chez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y García Marcelo, pronuncia
sentencia:

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Mario Jesús Igreda Coz, en representación de
Stepcar Representaciones E.I.R.L., contra la Resolución de la Sala Corporativa Transito-
ria Especializada en Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha
diez de setiembre de mil novecientos noventa y ocho, que declaró improcedente la Acción
de Amparo.
  (…)

Fundamentos
 1. Que, en cuanto a la excepción de falta de agotamiento de la vía administrativa, debe
tenerse en cuenta que la Resolución Directoral N.° 029-98-DDU-MDB, de fecha
diez de febrero de mil novecientos noventa y ocho, que es objeto de la presente Ac-
ción de Amparo, dispuso la clausura inmediata del servicio de venta de combustible
líquido ubicado en la avenida San Martín N.° 618, distrito de Barranco, la misma que
se ejecutó el día diecisiete de febrero del mismo año, según puede verse del acta que
corre a fojas siete, vale decir que la referida resolución se ejecutó antes de quedar
consentida, siendo de aplicación la excepción prevista en el inciso 1) del artículo 28
de la Ley N.° 23506.
2. Que, de lo actuado se aprecia que el establecimiento contaba con autorización para
el inicio de actividades, expedida el veintiuno de junio de mil novecientos noventa
y cinco, si bien a nombre de la Empresa Esmar S.R.Ltda., habiéndose precisado en
una anotación que aparece en la mencionada autorización que obra a fojas nueve, que
“[...] En caso de cambio de Dirección, Giro, Nombre, o Razón Social, deberá gestio-
nar nueva Licencia”.
3. Que, asimismo, aparece de autos que la demandante, a efectos de obtener la licen-
cia a su nombre, inició ante la demandada el Expediente Nº 6064-S-97, solicitando
constancia de compatibilidad de uso comercial, siendo el caso que de conformidad
con el artículo 10 del Reglamento para la Comercialización de Combustibles Líqui-
dos Derivados de los Hidrocarburos, aprobado por Decreto Supremo Nº 053-93-
EM, le corresponde otorgar dichas constancias a la municipalidad provincial y no a

116
AMPARO Y RESIDUALIDAD

la distrital. La demandada, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad


y eficacia que debe regir el proceso administrativo, de acuerdo con lo previsto en el
artículo 32 de la Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos y en
aplicación del artículo 13, segundo párrafo de la misma Ley, debió remitir a la Muni-
cipalidad Metropolitana de Lima la referida solicitud, para su trámite y atención co-
rrespondiente; sin embargo, optó por resolver el pedido del demandante, disponien-
do la clausura inmediata del establecimiento, entre otros, con los argumentos de que
correspondía expedir el certificado a la Municipalidad Metropolitana de Lima, y que
la demandante carecía de la Licencia de Funcionamiento. Asimismo, a pesar de re-
conocer que el certificado de compatibilidad de uso debía expedirlo la referida Mu-
nicipalidad Provincial, en el primer fundamento de la resolución cuestionada seña-
la que de acuerdo con el Índice de Usos para la Ubicación de Actividades Urbanas,
la ubicación del establecimiento resulta incompatible para el uso solicitado por el
demandante.
4. Que, si bien los gobiernos locales poseen atribuciones de fiscalización y control de
los establecimientos comerciales y bajo dicho contexto –en efecto– ante la circuns-
tancia de que su funcionamiento sea contrario a las normas reglamentarias o perjudi-
cial para la salud o tranquilidad del vecindario, pueden disponer la clausura transito-
ria o definitiva de las mismas, tal como lo prevé el artículo 119 de la Ley Orgánica de
Municipalidades Nº 23853. Sin embargo, debe ejercerse tal potestad respetando los
principios de razonabilidad y proporcionalidad y los derechos constitucionales de los
interesados. En el caso de autos, la demandada no ha tenido en consideración que el
establecimiento contaba con Licencia de Funcionamiento expedida en junio del año
mil novecientos noventa y cinco y que el propio interesado inició el trámite en vista
de que se produjo el cambio del titular o razón social, caso al que le correspondía el
trámite de renovación de la licencia. Asimismo, la demandada no tuvo en considera-
ción que de conformidad con el artículo 74 del Decreto Legislativo Nº 776, Ley de
Tributación Municipal (texto vigente al expedirse la Resolución de Alcaldía cuestio-
nada), la renovación de las licencias es automática, en tanto no haya cambio de uso
o zonificación, el cambio de zonificación no es oponible al titular de la licencia den-
tro de los primeros cinco años de otorgada.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

117
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J21 J1

EXP. N° 076-99-AA/TC-CALLAO
Gerardo Joaquín Rodrigo Mamani
 

 Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los siete días del mes de abril de dos mil, reunido el Tribunal Constitucional
en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados: Acosta Sán-
chez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y García Marcelo, pronuncia
sentencia:

 Asunto
  Recurso Extraordinario interpuesto por don Gerardo Joaquín Rodrigo Mamani contra la
Sentencia expedida por la Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia del Callao, su fe-
cha veintitrés de octubre de mil novecientos noventa y ocho, que declaró improcedente la
Acción de Amparo.
  (…)

Fundamentos
 1. Que, a fojas tres de autos, obra la Resolución de Superintendencia de Aduanas
Nº 001261, de fecha veinticuatro de agosto de mil novecientos noventa y cuatro, por
la que se cesó por causal de excedencia –a partir de la fecha de la referida Resolu-
ción–, a don Gerardo Joaquín Rodrigo Mamani, por lo que el demandante no estaba
obligado a agotar la vía administrativa; sin embargo, contra la referida Resolución,
el demandante interpuso reconsideración con fecha siete de setiembre de mil nove-
cientos noventa y cuatro.
2. Que el artículo 98 del Decreto Supremo N.º 02-94-JUS, Texto Único Ordenado de la
Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos, establece que trans-
curridos los treinta (30) días de presentado el mencionado recurso sin que se hubiera
expedido resolución, el interesado podía considerar denegado su reclamo en atención
a la naturaleza de la Acción de Amparo. Y no esperar hasta el diez de junio de mil
novecientos noventa y siete para requerir el pronunciamiento de la Administración y
dar por agotada la vía administrativa. Por lo tanto, al haber interpuesto la demanda el
treinta de enero de mil novecientos noventa y ocho, esta fue interpuesta cuando ha-
bía transcurrido en exceso el plazo previsto en el artículo 37 de la Ley Nº 23506, de
Hábeas Corpus y Amparo.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

118
J22 J1

EXP. Nº 581-2000-AA/TC-ICA
Lino Hilario Flores Cano

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los catorce días del mes de diciembre de dos mil, reunido el Tribunal Cons-
titucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados:
Rey Terry, Vicepresidente; Nugent; Díaz Valverde; Acosta Sánchez; Revoredo Marsano y
García Marcelo, pronuncia sentencia:

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Lino Hilario Flores Cano contra la Resolu-
ción expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas ciento cin-
co, su fecha veinte de enero de dos mil, que declaró improcedente la Acción de Amparo.
(…)

Fundamentos
1. Que, en cuanto a la excepción de falta de agotamiento de la vía administrativa, debe
tenerse en cuenta que la Resolución de Alcaldía N.° 134-99-MDM, emitida el tres de
agosto del año mil novecientos noventa y nueve, fue ejecutada al día siguiente, según
puede verse de la constatación policial que obra a fojas treinta y seis; en consecuen-
cia, es de aplicación la excepción prevista en el inciso 1) del artículo 28 de la Ley
Nº 23506.
(...)

SS.
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO
GARCÍA MARCELO

119
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J23 J1

EXP. Nº 73-2001-AA/TC-LIMA
Félix Germán Vásquez Solís

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los nueve días del mes de mayo de dos mil uno, reunido el Tribunal Constitu-
cional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Agui-
rre Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Nugent, Díaz Valverde, Acosta Sánchez
y Revoredo Marsano, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento singular del
voto del presidente Aguirre Roca.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Félix Germán Vásquez Solís, contra la sen-
tencia expedida por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de
la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas trescientos cincuenta y cinco, su fecha die-
ciocho de octubre de dos mil, que declaró infundada la acción de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
1. Habiéndose resuelto pasar a la situación de retiro al demandante “a partir de la fecha”
de la resolución que motiva el amparo, es decir, que se ejecutó en el mismo día de su
expedición, no resulta necesario el agotamiento de la vía previa, tal como lo estable-
ce el inciso 1) del artículo 28 de la Ley Nº 23506 de hábeas corpus y amparo.
(…)

SS.
AGUIRRE ROCA
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO

120
J24 J1

EXP. Nº 2826-2003-AA/TC-LIMA
Aquilino Pedro Cayetano Sanabria

Sentencia del tribunal constitucional


En Ica, a los 18 días del mes de febrero de 2005, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de pleno jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presi-
dente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Go-
telli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.
Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Aquilino Pedro Cayetano Sanabria contra la
sentencia de la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 148,
su fecha 8 de julio de 2003, que declara infundada la acción de amparo de autos.
(…)
1. La excepción de falta de agotamiento de la vía previa no puede ser estimada, pues la
Resolución de Alcaldía N.° 2515-2001-MDCH, publicada en el diario oficial El Pe‑
ruano con fecha 16 de agosto de 2001, ha surtido sus efectos desde el día siguiente
de su publicación, conforme al artículo 40 del Decreto Supremo N.° 02-94-JUS, vi-
gente al momento de su expedición, por lo que resulta de aplicación el artículo 28,
inciso 1), de la Ley N.° 23506.
  Por otro lado, si bien la emplazada afirma en su escrito de fecha 24 de junio de
2003, de fojas 143, que otros trabajadores de su corporación afiliados a la Federa-
ción Nacional de Obreros del Perú –a la cual pertenece también el recurrente– han
interpuesto una demanda sobre la misma pretensión de autos ante el Sexagésimo
Sexto Juzgado Especializado en lo Contencioso-Administrativo Permanente (Exp.
Nº 5713-2001), en autos no se ha acreditado tal hecho, a fin de determinar sus alcan-
ces en el presente proceso.
(...)
3.  Consecuentemente, la demanda no puede ser acogida, toda vez que, conforme se
acredita con la boleta de remuneración del demandante correspondiente al mes de ju-
lio de 2001, obrante a fojas 12, este ingresó al municipio emplazado el 4 de noviem-
bre de 1985, cuando se encontraba vigente el referido artículo 52 de la Ley Nº 23853,
por lo que durante el periodo comprendido entre el 4 de noviembre de 1985 y el 1 de
junio de 2001, el recurrente estuvo sujeto al régimen laboral de la actividad pública.
(...)   
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

121
J25 J1

EXP. Nº 257-2001-AA/TC-PUNO
William Alberto Apaza Enríquez

Sentencia del tribunal constitucional 


En Lima, a los 24 días del mes de julio de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en se-
sión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Vice-
presidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y
García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don William Alberto Apaza Enríquez contra la
sentencia de la Sala Civil Descentralizada de San Román-Juliaca de la Corte Superior de
Justicia de Puno, de fojas 214, su fecha 16 de octubre de 2000, que declaró improceden-
te la acción de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
1. Conforme se aprecia del petitorio de la demanda, esta se orienta a cuestionar el Ofi-
cio Nº 0001454-2000/ME/DREP/CADEEJ/EP.II, en el supuesto de que vulnera
el derecho constitucional al trabajo del demandante por haber sido desplazado ar-
bitrariamente del cargo de profesor de educación primaria en la Escuela Primaria
Nº 70619, de la urbanización Santa Rosa de Juliaca.
2. Por consiguiente, y a efectos de delimitar las condiciones de procedibilidad de la pre-
sente acción o, en su caso, la legitimidad o no del petitorio formulado, se hace nece-
sario precisar en primer término que, de conformidad con lo dispuesto en el inciso
1) del artículo 28 de la Ley Nº 23506, de Hábeas Corpus y Amparo, el demandan-
te no estaba obligado a cumplir con el requisito de agotar la vía administrativa, debi-
do a que el oficio antes mencionado, si bien constituía un acto de administración con
mero carácter de comunicación, no obstante, contenía una decisión que se ejecutó de
inmediato.
(...)
SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

122
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J26 J1

EXP. Nº 112-98-AA/TC-LIMA
Baruch Ivcher Bronstein

Sentencia del tribunal constitucional


En Iquitos, a los veinticuatro días del mes de abril de mil novecientos noventa y ocho, reu-
nido el Tribunal Constitucional en Sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
señores Magistrados: Acosta Sánchez, Vicepresidente, encargado de la Presidencia; Nu-
gent, Díaz Valverde, García Marcelo, actuando como Secretaria Relatora, la doctora Ma-
ría Luz Vásquez, pronuncia la siguiente sentencia:

Asunto
Recurso de Extraordinario interpuesto por don Baruch Ivcher Bronstein contra la resolu-
ción expedida por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha veintidós de diciembre de mil novecientos
noventa y siete, que declaró infundada la demanda de Acción de Amparo.
(…)

Fundamentos
Que, las Acciones de Garantía proceden en los casos en que se violen o amenacen los de-
rechos constitucionales por acción o por omisión de actos de cumplimiento obligatorio.
Que, la Resolución Suprema Nº 0649-RE, de fecha veintisiete de noviembre de mil nove-
cientos ochenta y cuatro, otorgó la nacionalidad peruana a don Baruch Ivcher Bronstein,
señalándose en la citada Resolución Suprema que se le extendería el título de nacionali-
dad previa renuncia a su nacionalidad de origen.
Que, el artículo 27 de la Ley Nº 23506, “Ley de Hábeas Corpus y Amparo” establece que
sólo procede la Acción de Amparo cuando se hayan agotado las vías previas, y el artículo
28 de la citada Ley establece que no será exigible el agotamiento de las vías previas si:
1. Una resolución que no sea la última en la vía administrativa, es ejecutada antes de
vencerse el plazo para que quede consentida;
2. Por el agotamiento de la vía previa pudiera convertirse en irreparable la agresión;
3. La vía previa no se encuentra regulada, o si ha sido iniciada, innecesariamente por el
reclamante, sin estar obligado hacerlo;
4 Si no se resuelve la vía previa en los plazos fijados para su resolución.
Que, la Resolución Directoral Nº 117-97-IN-050100000000, fue publicada el trece de ju-
lio de mil novecientos noventa y siete y la Acción de Amparo fue interpuesta el catorce
de julio del mismo año, es decir al día siguiente de su publicación, lo que hace evidente
que no existió posibilidad para que la cuestionada Resolución Directoral fuese ejecutada
antes de que esta quedara consentida.

123
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Que, no se puede establecer que el agotamiento de la vía previa hubiese ocasionado la


irreparabilidad de la agresión, toda vez que con la interposición de los medios impugnati-
vos contra la Resolución Directoral Nº 117-97-IN-050100000000, el demandante hubie-
se podido discutir los fundamentos de la referida Resolución Directoral.
Que, en consecuencia, por la naturaleza de los hechos expuestos, estos no se encuentran
en ninguno de los casos previstos en el artículo 28 de la Ley Nº 23506, que exceptúa del
agotamiento de las vías previas, y por lo tanto, es de expresa aplicación el artículo 27 de
la mencionada Ley, que exige el agotamiento de las vías previas.
Que, las tachas presentadas por el Procurador Público a cargo de los Asuntos Judiciales
del Ministerio del Interior no pueden ser dilucidadas en la vía del Amparo, toda vez que
para emitir un juicio sobre su procedencia se requiere la actuación de pruebas. Y, el pe-
dido del Procurador Público para que se aplique lo dispuesto en el artículo 3 del Código
Procesal Penal no es procedente porque él puede denunciar ante el Ministerio Público los
hechos que presume delictivos.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, haciendo uso de las atribuciones
que le confiere la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica,

Falla
CONFIRMANDO la resolución de la Sala Corporativa Transitoria Especializada en De-
recho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas quinientos ochenta y cin-
co, su fecha veintidós de diciembre de mil novecientos noventa y siete, en el extremo que
confirmando la apelada, declaró INFUNDADAS las tachas presentadas, y revocándola
en el extremo que declaró infundada la demanda, y reformándola declara IMPROCE-
DENTE la Acción de Amparo interpuesta. DISPONE que se publique en el Diario Ofi-
cial El Peruano; y, los devolvieron.

SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
GARCÍA MARCELO

124
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J27 JJ1

EXP. Nº 996-99-AA/TC-PUNO
Leonidas Mamani Herrera

Sentencia del tribunal constitucional


En Arequipa, a los diecisiete días del mes de diciembre de mil novecientos noventa y nue-
ve, reunido el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de
los señores Magistrados: Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nu-
gent y García Marcelo, pronuncia sentencia:

asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Leonidas Mamani Herrera contra la Resolu-
ción expedida por la Sala Civil de San Román-Juliaca de la Corte Superior de Justicia de
Puno, su fecha veintitrés de agosto de mil novecientos noventa y nueve, que declaró im-
procedente la Acción de Amparo.
(…)

Fundamentos
1. Que, estando al tenor de la Carta Circular materia de la presente acción de garantía,
es de presumirse que la entidad edil demandada, para concretizar el término de la re-
lación contractual, impidió el ingreso del demandante en su centro de trabajo, con el
fin de que no preste las labores correspondientes, por lo que no le es exigible a este úl-
timo el agotamiento de la vía previa, encontrándose el demandante dentro de los su-
puestos de excepción establecidos en el inciso 2) del artículo 28 de la Ley Nº 23506.
(...)
3. Que, sin perjuicio del fundamento que precede, la Resolución Municipal Nº 97, del
treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, dictada al amparo del
artículo 47 inciso 6) de la Ley Nº 23853, Orgánica de Municipalidades, cuya validez
no ha sido cuestionada administrativa ni judicialmente por la demandada, resuelve
reconocer el tiempo de servicios de cinco años y medio al demandante como servi-
dor de la Municipalidad demandada.
4. Que, en consecuencia, la decisión de la Municipalidad Provincial de Sandia de dar por
concluida la relación laboral con la demandante sin observar el procedimiento antes se-
ñalado, resulta violatorio de su derecho al trabajo, al debido proceso y a la defensa.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

125
J28 JJ1
EXP. Nº 1310-2000-AA/TC-MOQUEGUA
Santiago Jesús Gómez Gamio

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los tres días del mes de diciembre de dos mil uno, reunido el Tribunal Cons-
titucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados
Aguirre Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Nugent, Díaz Valverde, Acosta Sán-
chez y Revoredo Marsano, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento singular,
adjunto, del Magistrado Aguirre Roca
Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Santiago Jesús Gómez Gamio contra la sen-
tencia de la Sala Mixta Descentralizada e Itinerante de Moquegua-Ilo de la Corte Supe-
rior de Justicia de Tacna y Moquegua, su fecha doce de octubre de dos mil, que declaró
improcedente la acción de amparo de autos, incoada contra el Gerente de Administración
y Finanzas del Poder Judicial.
(…)
Fundamentos
1. No es exigible el agotamiento de la vía administrativa, ya que, conforme lo afirma el
demandante en su escrito de demanda, y no ha sido contradicho por el demandado,
desde el veintisiete de marzo de dos mil, se le ha impedido el ingreso a su centro de
trabajo, por lo que, al haberse ejecutado dicha medida de manera inmediata, resulta
aplicable el artículo 28, inciso 2) de la Ley Nº 23506.
(...)
3. De los documentos obrantes de fojas sesenta y uno a sesenta y tres, resulta que, me-
diante la Carta N. 084-2000-GAF-GG/PJ, recibida por el demandante el siete de ju-
lio del citado año, se le comunicó su despido por haber incurrido en la susodicha falta
grave. Cabe resaltar que dicha medida fue adoptada luego de haber transcurrido más
de tres meses desde la fecha de comisión de la alegada falta, y de notificada la carta
de preaviso de despido.
4. En consecuencia, se encuentra acreditada la transgresión del principio de inmedia-
tez, consagrado en el artículo 31 del Decreto Supremo Nº 003-97-TR, ya que desde
la comisión de la falta, hasta la fecha en que se le comunica su despido, transcurrió
un tiempo prolongado que implica la decisión tácita del demandado de mantener vi-
gente el vínculo laboral. Asimismo, es necesario subrayar que el hecho de haberse
impedido el ingreso al centro de trabajo, antes de cursarse la carta pre aviso, implica
una vulneración de los derechos constitucionales al debido proceso y al trabajo, con-
sagrados en los artículos 139, inciso 3) y 22 de la Constitución.
(...)
SS.
AGUIRRE ROCA
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO

126
J29 JJ1

EXP. Nº 206-2000-AA/TC-LIMA
Vilma Delia Vásquez Rodríguez

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los veintinueve días del mes de enero de dos mil uno, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistra-
dos Rey Terry, Vicepresidente; Nugent, Díaz Valverde, Acosta Sánchez, Revoredo Mar-
sano y García Marcelo, pronuncia la siguiente sentencia
Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por doña Vilma Delia Vásquez Rodríguez contra la sen-
tencia expedida por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la
Corte Superior de Justicia de Lima, a fojas ciento once, su fecha veintiocho de diciembre de
mil novecientos noventa y nueve, que declaró improcedente la acción de amparo de autos.
(…)
Fundamentos
1. Que las excepciones de cosa juzgada y de falta de agotamiento de la vía adminis-
trativa deben desestimarse, toda vez que de conformidad con el artículo 8 de la Ley
Nº 23506, la resolución final constituye cosa juzgada únicamente si es favorable al
recurrente. Asimismo, el Tribunal Constitucional ha establecido que por la naturale-
za del derecho invocado, teniendo en consideración que la pensión tiene carácter ali-
mentario, no es exigible el agotamiento de la vía administrativa.
2. Que no cabe invocar para el presente caso la excepción de caducidad, por cuanto se
trata de un reclamo sobre materia pensionaria en la que los actos violatorios objeto
de reclamo tienen el carácter de continuados, resultando de aplicación lo previsto en
el artículo 26 de la Ley Nº 25398.
(...)
4. Que, teniendo en cuenta lo resuelto por el Tribunal Constitucional mediante uniformes
ejecutorias, resulta necesario reiterar el criterio establecido respecto a que los derechos
adquiridos por la demandante al amparo del Decreto Ley N.º 20530, no pueden ser des-
conocidos en sede administrativa de manera unilateral y fuera de los plazos de ley, sino
que contra resoluciones que constituyen cosa decidida y, por ende firmes, solo procede
determinar su nulidad a través de un proceso regular en sede judicial, por lo que en la
medida en que este Tribunal pueda haber aplicado un criterio distinto en causas análo-
gas, debe entenderse reemplazado por lo términos de la presente.
(...)
SS.
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO
GARCÍA MARCELO

127
J30 JJ1

EXP. Nº 1266-2001-AA/TC-LA LIBERTAD


P.J. Bingos S.A.

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 9 días del mes de setiembre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Vi-
cepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda
y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por la empresa P.J. Bingos S.A. contra la sentencia de
la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, de fojas 310, su fe-
cha 11 de setiembre de 2001, que declaró improcedente la acción de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
1. La presente demanda tiene por objeto que se declare la no aplicación del inciso a), ar-
tículo 9, del Decreto Supremo Nº 095-96-EF y, en consecuencia, que no se cobre el
impuesto selectivo al consumo por la explotación de juegos de azar y apuestas, tra-
tándose de bingos. Asimismo, a fojas 22 y 23, se adjunta a la demanda la Orden de
Pago Nº 061-1-16450 y la Resolución de Ejecución Coactiva Nº 061-06-097790, por
las que se pretende cobrar la suma de dos mil ciento cincuenta y un nuevos soles (S/.
2,151) por el referido tributo.
2. El artículo 27 de la Ley Nº 23506 establece que una de las condiciones de la acción
en el proceso de amparo es que el justiciable agote la vía previa, la cual, tratándose
de la imputación de la lesión de un derecho constitucional a una persona jurídica de
derecho público, no es otra que la vía administrativa. En el caso de autos, la recurren-
te alega que se encontraría exceptuada de transitarla, pues, a su juicio, podría devenir
en irreparable la lesión de los derechos constitucionales alegados y porque se trata de
un acto continuado. A su entender, se puede convertir en irreparable la lesión porque
la exigencia del pago del impuesto se efectúa bajo la amenaza de iniciarse acciones
coactivas en contra suya.
3. No comparte dicho criterio este Tribunal, porque la hipótesis de que devenga en irre-
parable la lesión de los derechos constitucionales y, como consecuencia de ello, el
justiciable esté exceptuado de agotar la vía administrativa, en verdad se presenta en
todos los casos en los que su tránsito ocasionará la imposibilidad de poder resta-
blecer al estado anterior a la violación el ejercicio de los derechos constitucionales
eventualmente lesionados. Ello, evidentemente, no sucede en una controversia como
la que ahora se está dilucidando. En efecto, la amenaza de que pueda iniciarse una

128
AMPARO Y RESIDUALIDAD

“acción coactiva” (sic) no impide que –iniciada esta, en trámite o una vez culmina-
da–, pueda promoverse un proceso como el presente y que el juez que conozca de la
acción de amparo pueda disponer el restablecimiento de los derechos eventualmente
lesionados.
4. Por otro lado, tampoco es una causal de excepción del agotamiento de la vía admi-
nistrativa que el acto reclamado sea continuado o de tracto sucesivo. Tal distinción en
la teoría del acto reclamado o lesivo tiene por propósito determinar a partir de cuán-
do ha de empezar a computarse el plazo de caducidad y no, desde luego, exceptuar a
una persona del cumplimiento del requisito legal del agotamiento de la vía previa.
5. A mayor abundamiento, el Tribunal Constitucional considera que, en el presene caso,
no es aplicable su doctrina jurisprudencial según la cual, en materia tributaria, tra-
tándose de la inconstitucionalidad de una norma legal –a cuyo amparo se realizó el
acto reclamado, no es preciso transitar ante los tribunales administrativos, dado que
se trata de órganos sometidos al principio de legalidad. Y es que, en el caso de autos,
no se trata de una norma con rango, valor o fuerza de ley, sino de una norma infrale-
gal, es decir, de un nivel jerárquico inferior al de la ley, cuyo control de validez sí es-
tán obligados a efectuar los tribunales administrativos.
En consecuencia, este Colegiado estima que la recurrente no agotó la vía administra-
tiva y no se encuentra en ninguna de las excepciones previstas por el artículo 28 de la
Ley N.° 23506.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,

Falla
CONFIRMANDO la recurrida que, confirmando la apelada, declaró IMPROCEDEN-
TE la acción de amparo. Dispone la notificación a las partes, su publicación en el diario
oficial El Peruano y la devolución de los actuados.

SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

129
J31 JJ1

EXP. Nº 601-97-AA/TC-CHICLAYO
Juan César Cubas Quijano

 Sentencia del tribunal constitucional


En Chiclayo, a los diecisiete días del mes de setiembre de mil novecientos noventa y sie-
te, reunido el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia
de los señores Magistrados: Acosta Sánchez, Vicepresidente, encargado de la Presiden-
cia; Nugent; Díaz Valverde; García Marcelo; actuando como Secretaria Relatora la doc-
tora María Luz Vásquez, pronuncia la siguiente sentencia:

Asunto
Recurso de nulidad, entendido como extraordinario, interpuesto por don Juan César Cu-
bas Quijano contra la resolución de la Segunda Sala Especializada Civil de la Corte Su-
perior de Justicia de Lambayeque, su fecha cuatro de junio de mil novecientos noventa y
siete, que declaró infundada la acción de amparo.
(…)

Fundamentos
(...)
2. Que, el demandante sostiene en su escrito de demanda que en la presente acción se
presenta la excepción prescrita en el inciso 2 del numeral 28 de la referida Ley, en
razón que, “al no establecer la resolución impugnada las pautas indispensables para
garantizar la invariabilidad de su status remunerativo, su situación se torna incierta y
se corre el riesgo de convertir en irreparable el daño, porque su ingreso vital provie-
ne de su trabajo”.
3. Que, para que se configure la excepción prescrita en el inciso 2 del artículo 28 de la
Ley de Hábeas Corpus y Amparo tiene que darse la circunstancia que, por el empleo
de la vía previa, se corra el riego de brindar al beneficiario la protección que reclama,
pero cuando ya no es posible reparar el daño sufrido por este, tornándose así iluso-
ria la resolución que en definitiva se dicte.
4. Que, en el caso de autos, en modo alguno puede considerarse que el tránsito de la vía
previa podría haber convertido en irreparable la agresión alegada, toda vez que esta
habría sido perfectamente reparable, en la eventualidad de rectificarse la resolución
cuestionada, por parte de la propia autoridad administración, o de declararse funda-
da la acción de amparo en sede judicial o constitucional, disponiéndose la reposición
en su centro de trabajo.
(...)
SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
GARCÍA MARCELO

130
J32 JJ1

EXP. Nº 3778-2004-AA/TC-PIURA
Tito Martín Ramos Lam
 

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los 25 días del mes de enero de 2005, la Sala Segunda del Tribunal Consti-
tucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa
Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por Tito Martín Ramos Lam contra la resolución de
vista expedida por la Sala Mixta Descentralizada de Sullana de la Corte superior de Jus-
ticia de Piura, de fojas 712, de fecha 14 de octubre de 2004, que declara la sustracción de
la materia en la demanda de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
(…)
  §2. Irreparabilidad del agotamiento de la vía previa
 11. La exigencia del agotamiento de las vías previas debe ser interpretada de ma-
nera restrictiva, en la medida que constituye un obstáculo al ejercicio de los
derechos fundamentales, en concreto, al derecho a la jurisdicción. Por tal mo-
tivo, debe aplicarse un criterio de flexibilidad, pro homine, que evite que la ci-
tada exigencia derive en un formalismo inútil que impida la justiciabilidad de la
administración.
Asimismo, la regla del agotamiento de la vía administrativa debe mantenerse
dentro de los cánones constitucionales, vinculándose con las exigencias propias
de la administración, como la de asegurar un debido proceso a los administra-
dos. Ello otorga razonabilidad a la exigencia de agotamiento de la vía adminis-
trativa, pues no puede haber demora o detención de la tutela jurisdiccional de de-
rechos fundamentales. En ese sentido, si el recurrente considera que la dilación
excesiva del proceso administrativo disciplinario vulneraba su derecho consti-
tucional al debido proceso, restringir la vía constitucional frente a su necesidad
de tutela jurisdiccional efectiva implica una limitación injustificada de la mis-
ma, más aún cuando el proceso de amparo es la vía idónea para decidir si un de-
recho fundamental ha sido o no violado.
12 Sin perjuicio de ello, es necesario analizar si existe algún supuesto legal de ex-
cepción al agotamiento de las vías previas por parte del demandante. El artículo
46 del Código Procesal Constitucional establece que:

131
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

  “No será exigible el agotamiento de las vías previas si: (…) 2) Por el agota-
miento de la vía previa la agresión pudiera convertirse en irreparable; (...)”.
  Por tal motivo, se pasará a revisar si el agotamiento de la vía administrativa por
parte del demandante ha generado un perjuicio irreparable, con el consecuente
análisis de en qué consiste y, de configurarse, cuál sería este. Para ello se parte
de la premisa que, en cuanto a la carga de la prueba del agotamiento de la vía ad-
ministrativa, compete al Estado deducir la excepción de no agotamiento de la vía
administrativa y, al demandante, probar que agotó la vía previa o que se encuen-
tra incurso en alguna de las causales exoneratorias para no tener que agotarla.
  §3. Configuración del perjuicio irreparable en el caso concreto
 13. El proceso administrativo disciplinario seguido contra el recurrente tuvo una du-
ración de, aproximadamente, más de un año, y la resolución que dictó la medida
cautelar de abstención en el ejercicio del cargo fue efectiva desde el 4 de diciem-
bre de 2003 (fecha en que el Presidente de la Corte Superior de Justicia de Piu-
ra y Jefe de la ODICMA, mediante Resolución Administrativa Nº 538-2003-P-
CS, dispone su abstención en el cargo, quedando separado de forma preventiva
del Poder Judicial) hasta el 24 de agosto de 2004 (fecha en que el Consejo Eje-
cutivo del Poder Judicial emite la Resolución Nº 254-2003-PIURA, que impone
la Medida Disciplinaria de Destitución del demandante de su cargo de encarga-
do de la Mesa de Partes del Segundo Juzgado Penal de Sullana - Distrito Judi-
cial de Piura), Por lo que el demandante estuvo, aproximadamente, ocho meses
suspendido de su cargo, sin goce de haber.
14.  En el presente caso se ha producido una dilación en el proceso administrativo
disciplinario, la cual, junto con el agravante de una medida cautelar de absten-
ción en el ejercicio del cargo sin goce de haber, ha producido al demandante un
perjuicio a su estabilidad económica, así como a la subsistencia económica y ali-
mentaria de su familia y de quienes de él dependen. Debe determinarse, en con-
secuencia, si dicho perjuicio es o no un perjuicio irreparable; es decir, si el actor
quedaría privado de protección al negársele el acceso a la vía del proceso de am-
paro. Sin embargo, no se exige certeza de dicho perjuicio sino una posibilidad
real del mismo.
  Sobre el particular, debe tenerse en cuenta que:
“El amparo es viable, aun habiendo otros procedimientos legalmente previs-
tos, cuando el empleo ordinario de estos, según las características del pro-
blema, pudiera ocasionar un daño grave e irreparable; es decir, cuando se co-
rra el riesgo de brindar al recurrente una protección judicial, pero posterior
a su ruina; tornándose así ilusoria la resolución que en definitiva se dicte.
  El gravamen irreparable puede configurarse tanto por la lentitud del proce-
dimiento regular, como por cualquier otra razón valedera, en función de la
circunstancia del caso”(3).
La parte demandada alega que el proceso administrativo disciplinario aún no
ha concluido y, por tanto, no puede afirmarse válidamente que por su duración
o con motivo de la ejecución de la medida cautelar de abstención en el ejerci-
cio del cargo –que no apeló el demandante– se ha producido aquella irreparable
agresión que no hace exigible el agotamiento de la vía previa. Sin embargo, el

(3) SAGÜÉS, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional. Acción de Amparo. Buenos Aires, Astrea/Depalma, 1995.
p. 180.

132
AMPARO Y RESIDUALIDAD

recurrente sostiene que con dicha dilación del proceso se le ha producido un per-
juicio económico irreparable, en tanto se ha afectado la subsistencia económica,
inclusive alimentaria, de él y su familia.
 15.  Dado que se produce la privación de ingresos que contribuyen a sus necesidades
de subsistencia de una persona, el proceso de amparo constituye la vía apropiada
para atender y resolver las demandas que tengan como fundamento la necesidad
de protección de los derechos involucrados frente a limitaciones injustificadas o
arbitrarias. Por ello, se considera que la dilación del proceso administrativo dis-
ciplinario podría haber producido un perjuicio irreparable al recurrente, en cuan-
to la subsistencia económica y alimentaria de él y su familia se pudieron haber
visto diariamente afectadas, lo cual pudo haber traído consecuencias graves en
la vida y salud de las mismas.
En consecuencia, si bien no se agotó la vía administrativa, se ha producido la
causal eximente de dicha exigencia prevista en el inciso 2) del artículo 46 del
Código Procesal Constitucional.
 (…) 

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

133
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J33 JJ1

EXP. Nº 0091-2005-PA/TC-ICA
Yeni Zoraida Huaroto Palomino y otra
 

Sentencia del tribunal constitucional


  En Nazca, a los 18 días del mes de febrero de 2005, la Sala Primera del Tribunal Consti-
tucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini, Gonzales Ojeda y Landa
Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por Yeny Zoraida Huaroto Palomino y otra contra la
resolución de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas 203, su fecha
15 de julio de 2004, que declara improcedente la acción de amparo de autos.
   (…) 

Fundamentos
(…)
D.    Cuestión de procedencia
 5. Procedencia de la acción de amparo para la impugnación de una resolución
administrativa, cuando, por el agotamiento de la vía previa, la agresión pudie-
ra convertirse en irreparable
Las accionantes, alegando la irreparabilidad del derecho invocado, sin haber agotado
la vía previa, han interpuesto la presente demanda, pues las resoluciones del Consejo
de Facultad debían ser apeladas ante el Consejo Universitario, de conformidad con el
artículo 32, inciso j, de la Ley Universitaria 23733, que señala:
Son atribuciones del Consejo universitario: [...]
j) Ejercer en instancia revisora el poder disciplinario sobre los docentes, estu-
diantes y personal administrativo y de servicio [...].
En atención a ello, cabría aplicar el artículo 5, inciso 4, del Código Procesal Cons-
titucional, en la medida en que las anomalías que pudieran cometerse dentro de un
proceso regular deberán ventilarse y resolverse dentro del mismo proceso mediante
el ejercicio de los recursos que las normas específicas establecen, pues la acción de
amparo no reemplaza a otros medios de defensa judicial o administrativa ordinaria.
Mas, tal como este Colegiado ha destacado en reiterada jurisprudencia, la alegación
de irreparabilidad no basta que sea invocada, sino que es necesario que sea probada
con razones objetivas y suficientes que doten de un grado importante de verosimili-
tud a tal afirmación. En consideración a ello, el juez constitucional debe entrar a ana-
lizar las especificidades del caso concreto a fin de conocer la concurrencia de dichas

134
AMPARO Y RESIDUALIDAD

condiciones para que opere la excepción de agotamiento de la vía previa prevista en


el artículo 46, inciso 2, del Código Procesal Constitucional, que establece:
No será exigible el agotamiento de las vías previas si:[...]
2) Por el agotamiento de la vía previa la agresión pudiera convertirse en
irreparable.
La irreparabilidad de la agresión supondría que los efectos del acto reclamado como
vulneratorio de un derecho fundamental no pudieran ser retrotraídos en el tiempo, ya
sea por imposibilidad jurídica o material, de forma que la judicatura no pudiese to-
mar una medida para poder restablecer el derecho constitucional invocado como su-
puestamente vulnerado. La reparación económica al agraviado por el acto lesivo se-
ría un mecanismo satisfactorio; sin embargo, cabe señalar que la irreparabilidad no
se refiere a este hecho, sino que este no podrá ejercer su derecho fundamental en una
determinada situación.
De esta forma, este supuesto de excepción de agotamiento de las vías previas para
la interposición de la demanda de amparo busca la subsistencia de la obligación ju-
risdiccional del juez constitucional de determinar la existencia o no de lesión de un
derecho constitucional, declarando procedente la demanda y entrando a conocer el
fondo del asunto, pese a no haberse cumplido alguno o algunos de los requisitos fun-
damentales de procedibilidad. Ello requiere de un análisis del caso concreto.
Es así que, en el caso sub júdice, de los elementos que obran en el expediente se des-
prenden una serie de consideraciones de hecho que llevan a evaluar a este Colegiado
la pertinencia de la exigencia de agotamiento de la vía previa, en la medida en que de
ello podría derivarse una afectación irreparable al derecho fundamental invocado por
las demandantes.
Dado que el plazo último para la matrícula de las demandantes era el 12 diciembre de
2003, y considerando la huelga de los trabajadores administrativos de la universidad,
iniciada el 3 de noviembre (f. 143), lo cual no ha sido contradicho por las demandan-
tes, existe la imposibilidad fáctica de interponer los recursos administrativos perti-
nentes ante los órganos superiores de la universidad. Además, conforme se acredita
en autos (f. 144), desde el día 20 de octubre se venía desarrollando un proceso elec-
toral para elegir a los nuevos integrantes de los Órganos de Gobierno de la Universi-
dad Nacional de Ica, es decir, los miembros de la Asamblea Universitaria aún no ha-
bían sido designados.
Por todo ello, este Tribunal considera procedente la solicitud de las demandantes de
la excepción de agotamiento de la vía previa administrativa, ya que proseguir en la
misma resultaría infructuoso y haría irreparable la vulneración de los derechos fun-
damentales invocados.
(…)

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
LANDA ARROYO

135
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J34 JJ1

EXP. Nº 022-2000-AA/TC-LIMA
Gaming and Services S.A.
 

Sentencia del tribunal constitucional


En Arequipa, a los veintinueve días del mes de marzo de dos mil, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistra-
dos: Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y García Marce-
lo, pronuncia sentencia:

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por Gaming and Services S.A. contra la Resolución
de la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas trescientos ochenta y cinco, su fecha doce de noviembre de
mil novecientos noventa y nueve, que declaró improcedente la Acción de Amparo.
(…)

Fundamentos
1. Que el objeto de la demanda es que se declare inaplicable a la empresa Gaming and
Services S.A. lo dispuesto en los incisos a) y b) del artículo 11 del Decreto Supremo
Nº 095-96-EF, que fija en 15% de la Unidad Impositiva Tributaria como monto men-
sual del ISC por cada máquina tragamonedas y otros aparatos electrónicos; y se dejen
sin efecto las órdenes de pago Nºs 023-1-189944, 023-1-98816, 029-1-12393, 029-
1-12394, 029-1-27224, 029-1-44594 y 029-1-44593 y las resoluciones de ejecución
coactiva Nºs 023-06-42217, 023-06-46903, 023-06-54026, 023-06-62407 y 023-06-
72563; todas ellas emitidas en aplicación de la referida norma. Ello, por considerar
que la aplicación de dicha norma vulnera sus derechos constitucionales a la propie-
dad, a la actividad empresarial y a la libertad de trabajo.
 2.  Que el artículo 74 de la Constitución vigente establece que los tributos se crean, mo-
difican o derogan exclusivamente por ley o decreto legislativo; que el Estado, al ejer-
cer la potestad tributaria, debe respetar los principios de reserva de la ley; y, que no
surten efecto las normas tributarias dictadas en violación de lo que establece dicho
artículo. Asimismo, la Norma IV del Título Preliminar del Código Tributario, Decre-
to Legislativo Nº 816 –aplicable al caso de autos– señala que solo por Ley o Decreto
Legislativo se puede crear, modificar y suprimir tributos; así como señalar el hecho
generador de la obligación tributaria, la base para su cálculo y la alícuota. Y, por lo
tanto, el establecimiento de la alícuota del Impuesto Selectivo al Consumo a las má-
quinas tragamonedas mediante el Decreto Supremo Nº 095-96-EF vulnera el prin-
cipio de legalidad o de reserva de la ley, contemplado en el precitado artículo de la
Constitución.

136
AMPARO Y RESIDUALIDAD

 3. Que, el numeral 3) del artículo 28 de la Ley Nº 23506, de Hábeas Corpus y Amparo, esta-
blece que no será exigible el agotamiento de la vía previa si esta no se encuentra regulada.
Y, en el presente caso, no se encuentra normado en la ley recurso administrativo alguno
que revierta los efectos de un Decreto Supremo que ha ya sido dictado contraviniendo lo
dispuesto en el artículo 74 de la Constitución Política del Estado, afectando a la empresa
demandante, al ser requerida para el pago mediante los valores presentados en autos, sin
tener que demostrar su incapacidad para el cumplimiento de la referida obligación tribu-
taria, y en consecuencia, la demandante se encuentra exceptuada de cumplir con el requi-
sito de agotar la vía previa.
4.  Que, por último, en el presente caso se ha acreditado la vulneración de los derechos
invocados en la demanda pero no la intención dolosa de la demandada y, por lo tan-
to, no resulta aplicable lo dispuesto en el artículo 11 de la Ley Nº 23506, de Hábeas
Corpus y Amparo.
  Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fieren la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica;

Falla
CONFIRMANDO en parte la Resolución expedida por la Sala Corporativa Transitoria
Especializada en Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas tres-
cientos ochenta y cinco, su fecha doce de noviembre de mil novecientos noventa y nueve;
en cuanto que confirmando la apelada declaró infundadas las excepciones de litispenden-
cia, de caducidad y de incompetencia; y, revocándola en cuanto que confirmando la ape-
lada declaró fundada la excepción de falta de agotamiento de la vía administrativa e im-
procedente la demanda, y reformándola declara infundada la referida excepción y, en
consecuencia, FUNDADA la Acción de Amparo. Ordena que no se aplique a la deman-
dante de lo dispuesto en los incisos a) y b) del artículo 11 del Decreto Supremo Nº 095-
96-EF, y que se dejen sin efecto las órdenes de pago Nºs 023-1-189944, 023-1-98816,
029-1-12393, 029-1-12394, 029-1-27224, 029-1-44594 y 029-1-44593; las resoluciones
de ejecución coactiva Nºs 023-06-42217, 023-06-46903, 023-06-54026, 023-06-62407 y
023-06-72563; y todo acto de la Sunat destinado al cobro de los referidos valores. Dispo-
ne la notificación a las partes, su publicación en el diario oficial El Peruano y la devolu-
ción de los actuados.

SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO
 

137
J35 JJ1

EXP. Nº 598-2000-AA/TC-PUNO
Mateo Ccopa Páucar

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los dieciocho días del mes de octubre de dos mil uno, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistra-
dos Aguirre Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Nugent, Díaz Valverde, Acosta
Sánchez y Revoredo Marsano, con el fundamento singular, adjunto, del Magistrado Ma-
nuel Aguirre Roca, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Mateo Ccopa Páucar contra la sentencia ex-
pedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Puno, de fojas ciento sesenta
y siete, su fecha primero de junio de dos mil, que declaró improcedente la acción de am-
paro de autos.
(…)

Fundamentos
1. En el presente caso, tratándose el acto impugnado de una simple vía de hecho y no
existir resolución susceptible de ser impugnada, la vía previa no se encuentra regu-
lada, por lo que es de aplicación la excepción establecida en el inciso 3) del artículo
28 de la Ley Nº 23506.
2. Obra en autos a fojas treinta y tres y siguientes, y, ciento nueve y siguientes, copia
del cuaderno de registro de asistencia de la demandada, correspondiente al mes de
noviembre de mil novecientos noventa y nueve, donde se acredita que el demandan-
te laboró hasta el treinta de noviembre de mil novecientos noventa y nueve; hecho
que, por lo demás, el apoderado del representante de la demandada reconoce en su
escrito de fojas noventa y nueve, aunque manifesta que el demandante lo hizo con la
finalidad de aferrarse a un contrato que ya había vencido. Esta manifestación resul-
ta irrelevante, debido a que en el citado cuaderno de registro se constata las horas de
ingreso y egreso, que denotan la existencia permitida, por la propia demandada, de
una efectiva relación laboral al margen de la conclusión de la vigencia del contrato el
treinta de octubre de mil novecientos noventa y nueve; por consiguiente, habiéndose
efectuado el despido de hecho, con fecha primero de diciembre de ese mismo año, y
la demanda interpuesta con fecha dos de febrero de dos mil, esta se halla dentro del
plazo de sesenta días de conformidad con el artículo 37 de la Ley Nº 23506.
3. Obra en autos copia de los siguientes documentos: a) Certificado de Trabajo expe-
dido por el Alcalde de la Municipalidad, el Jefe de la Unidad de Personal y el Di-
rector Municipal, de agosto de mil novecientos noventa y cuatro, según el cual el

138
AMPARO Y RESIDUALIDAD

demandante laboraba, a esa fecha, desde el año de mil novecientos ochenta y ocho
(a fojas dos); b) Boleta de pago del demandante correspondiente al mes de marzo de
mil novecientos noventa y ocho (a fojas tres), por la que se acredita la continuidad de
la relación laboral hasta entonces, desde la fecha de ingreso al centro laboral; c) Pla-
nillas de control de asistencia correspondientes al periodo de enero a diciembre de
mil novecientos noventa y ocho (de fojas dieciséis a veintiséis); d) Contratos de lo-
cación de servicios concernientes al periodo de enero a octubre de mil novecientos
noventa y nueve (fojas ochenta y siguientes) y el ya mencionado cuaderno de regis-
tro de asistencia del mes de noviembre de ese mismo año. Los documentos mencio-
nados acreditan fehacientemente que el demandante ha laborado para la demandada,
desde el mes de enero de mil novecientos ochenta y ocho hasta el treinta de noviem-
bre de mil novecientos noventa y nueve, esto es, durante más de once años, desempe-
ñando la labor de limpieza pública, que es de naturaleza permanente y que desempe-
ñó en forma ininterrumpida por más de un año, lo cual tampoco ha sido desvirtuado
por la entidad demandada. Por consiguiente, el demandante se halla dentro de los al-
cances de la Ley Nº 24041, consecuentemente, no podía ser cesado ni destituido sino
por las causas previstas en el capítulo V del Decreto Legislativo Nº 276 y con suje-
ción al procedimiento establecido en él.
4. Si bien la relación entre el demandante y la demandada se apoyó en contratos por
servicios no personales, de acuerdo con el artículo 1764 del Código Civil; se advierte
que el demandante desempeñó una labor de naturaleza permanente, como es la lim-
pieza pública, y que se prolongó por más de once años. Por ello no resiste el menor
análisis sostener que una labor que ha tenido tan extenso periodo de duración pueda
considerarse razonablemente como “temporal”, pues la temporalidad significa lo cir-
cunstancial o perentorio en el tiempo, por el contrario, ese periodo tan extenso refle-
ja la naturaleza permanente de la labor, máxime si el servicio prestado por el deman-
dante no se encontraba bajo ninguno de los supuestos comprendidos por el artículo 2
de la Ley Nº 24041, esto es, que el contrato no se celebró para desempeñar una “obra
determinada”, ni para “proyectos de inversión”, “proyectos especiales”, ni para “la-
bores eventuales o accidentales de corta duración”. Por ello, en virtud del principio
de primacía de la realidad, resulta evidente que la relación en cuestión tuvo los ca-
racteres de subordinación, dependencia y permanencia, propias de una relación labo-
ral, razón por la cual la apariencia de una relación civil a través de contratos por ser-
vicios no personales no modifica que el demandante se encontrara comprendido bajo
los alcances de la Ley Nº 24041; por el contrario, esta consideración se sustenta en el
principio de primacía de la realidad es un elemento implícito en nuestro ordenamien-
to y que ha sido impuesto por la propia naturaleza tuitiva de nuestra Constitución
del Trabajo, que ha consagrado a este como un deber y un derecho, base del bienes-
tar social y medio de la realización de la persona (art. 22) y, además, como un obje-
tivo de atención prioritaria del Estado (art. 23). Quiere decir ello que el tratamiento
constitucional de una relación laboral impone que sea enfocado precisamente en es-
tos términos.
5. En consecuencia, la decisión de la Municipalidad Provincial de Puno de dar por con-
cluida la relación laboral con el demandante, sin observar el procedimiento contem-
plado en el capítulo V del Decreto Legislativo Nº 276, resulta lesivo de sus derechos
constitucionales al trabajo, al debido proceso y a la defensa.
6. La remuneración constituye una contraprestación por un servicio efectivamente pres-
tado, lo que no ha ocurrido en el presente caso durante el periodo no laborado.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fieren la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica.

139
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Falla
REVOCANDO la recurrida, que, confirmando la apelada, declaró improcedente la de-
manda; reformándola, la declara FUNDADA; en consecuencia, ordena que la Municipa-
lidad Provincial de Puno reincorpore a don Mateo Ccopa Páucar en el cargo que venía
desempeñando en el momento de la transgresión de sus derechos constitucionales, o en
otro de igual o similar jerarquía, sin abono de las remuneraciones dejadas de percibir du-
rante el periodo no laborado. Dispone la notificación a las partes, su publicación en el dia-
rio oficial El Peruano y la devolución de los actuados.

SS.
AGUIRRE ROCA
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO

140
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J36 JJ1

EXP. Nº 973-98-AA/TC-HUAURA
Félix Javier Castro Mandamiento

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los trece días del mes de mayo de mil novecientos noventa y nueve, reunido el
Tribunal Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores
Magistrados: Acosta Sánchez, Presidente; Díaz Valverde, Vicepresidente; Nugent y Gar-
cía Marcelo, pronuncia sentencia:

Asunto
Recurso Extraordinario interpuesto por don Félix Javier Castro Mandamiento contra la
Resolución expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huaura, su fe-
cha seis de octubre de mil novecientos noventa y ocho, que declaró improcedente la Ac-
ción de Amparo.
(…)

Fundamentos
1. Que el objeto de la presente Acción de Amparo se circunscribe a que se declaren
inaplicables al demandante la Resolución de Alcaldía Nº 904-96 y el artículo 2 de
la Resolución de Alcaldía Nº 2559-97, que dispusieron su destitución por medida
disciplinaria.
2. Que, contra las mencionadas resoluciones, el demandante interpuso Recurso de Ape-
lación con fecha quince de enero de mil novecientos noventa y ocho, el mismo que
no fue resuelto por la Municipalidad demandada dentro del plazo de treinta días
útiles estipulado en el artículo 99 del Texto Único Ordenado de la Ley de Normas
Generales de Procedimientos Administrativos, aprobado por el Decreto Supremo
Nº 002-94-JUS, por lo que el día veintiséis de febrero del mismo año operó el silen-
cio administrativo negativo, fecha a partir de la cual debe computarse el plazo de ca-
ducidad previsto en el artículo 37 de la Ley Nº 23506 de Hábeas Corpus y Amparo,
el mismo que venció el veintiséis de mayo de mil novecientos noventa y ocho; en tal
virtud, habiéndose presentado la demanda el día treinta de julio de mil novecientos
noventa y ocho, la Acción de Amparo no se encontraba habilitada.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fieren la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica;

141
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Falla
CONFIRMANDO la Resolución expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Jus-
ticia de Huaura, de fojas noventa y cuatro, su fecha seis de octubre de mil novecientos no-
venta y ocho, que confirmando la apelada declara IMPROCEDENTE la Acción de Am-
paro. Dispone la notificación a las partes, su publicación en el diario oficial El Peruano y
la devolución de los actuados.

SS.
ACOSTA SÁNCHEZ
DÍAZ VALVERDE
NUGENT
GARCÍA MARCELO

142
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J37 JJ1

EXP. Nº 1003-98-AA/TC-LIMA
Jorge Miguel Alarcón Menéndez

Sentencia del tribunal constitucional 


En Lima, a los seis días del mes de agosto de dos mil dos, reunido el Tribunal Constitu-
cional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey
Terry, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonza-
les Ojeda y García Toma, con el fundamento de voto, adjunto, del Magistrado Bardelli
Lartirigoyen, pronuncia la siguiente sentencia

asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Jorge Miguel Alarcón Menéndez contra la
sentencia de la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la Cor-
te Superior de Justicia de Lima, de fojas doscientos ocho, su fecha veinticinco de setiem-
bre de mil novecientos noventa y ocho, que declaró improcedente la acción de amparo de
autos.
(…)

Fundamentos
(…)
Silencio administrativo negativo
2. El Tribunal Constitucional interpretó que, en el caso de la acción de amparo, en el
supuesto de que el administrado interpusiera recurso de reconsideración o de apela-
ción, operaba siempre el silencio administrativo negativo, de modo tal que aquel no
tenía la opción señalada en los artículos 98 y 99 del que fuera el Texto Único de la
Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos, D.S. 02-94-JUS, de
esperar el pronunciamiento expreso de la autoridad administrativa o de acogerse al
silencio administrativo cuando considerara que conviniera a su derecho.
3. En el presente caso, el Tribunal Constitucional modifica dicho criterio. Estima que,
por el contrario, el administrado, transcurrido el plazo para que la Administración re-
suelva el recurso impugnativo interpuesto, tiene la potestad de acogerse al silencio
administrativo –y así acudir a la vía jurisdiccional– o de esperar el pronunciamiento
expreso de la Administración. Las razones que fundamentan este cambio de criterio
son las siguientes:
a. En principio, una interpretación literal del dispositivo legal regulatorio de la ma-
teria descarta la referida tesis interpretativa. En efecto, de conformidad con el
artículo 99 de la Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos:
“El término para la interposición de este recurso es de quince (15) días y deberá

143
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

resolverse en un plazo máximo de treinta (30) días, transcurridos los cuales, sin
que medie resolución, el interesado podrá considerar denegado dicho recurso a
efectos de interponer el Recurso de Revisión o la demanda judicial, en su caso,
o esperar el pronunciamiento expreso de la Administración Pública” (subraya-
do nuestro). La norma precisa que el administrado “podrá” considerar denega-
do el petitorio y no que “deberá” hacerlo. La norma en cuestión consagra una fa-
cultad del administrado a la que, si así lo desea, podrá acogerse. No se trata de
una obligación; por lo tanto, la no resolución del recurso impugnatorio dentro
del plazo de treinta días no puede considerarse como causal de exclusión de la
potestad del administrado de esperar el pronunciamiento expreso de la adminis-
tración. La misma consideración ha de extenderse al recurso de reconsideración
contemplado por el artículo 98 del citado dispositivo legal cuyo texto es análogo
al citado artículo 99.
b. Naturaleza
El silencio administrativo constituye un privilegio del administrado ante la Admi-
nistración, para protegerlo ante la eventual mora de esta en la resolución de su pe-
tición. Se trata de “una simple ficción de efectos estrictamente procesales, limita-
dos, además, a abrir la vía de recurso”, en sustitución del acto expreso; pero “en
beneficio del particular únicamente”, así “el acceso a la vía jurisdiccional una vez
cumplidos los plazos [queda] abierto indefinidamente en tanto la Administración
no [dicte] la resolución expresa” (subrayado nuestro, Eduardo García de Enterría
y Tomás-Ramón Fernández. Curso de Derecho Administrativo, 7ª ed., Edit. Civi-
tas S.A., Madrid, 1996, p. 573). Sobre el particular, deben resaltarse dos aspec-
tos: Se trata de una presunción en beneficio del particular únicamente, y su efec-
to es abrir la vía jurisdiccional, indefinidamente, en tanto la Administración no
haya resuelto expresamente el recurso. La interpretación aún vigente del Tribunal
Constitucional no concuerda con estos dos aspectos. En el primer caso, porque
no se aplica en beneficio del particular, sino de la Administración, resultando que
esta, “la incumplidora de dicho deber de resolver, se beneficia de su propio in-
cumplimiento” (Ernesto García-Trevijano Garnica, El silencio administrativo en
la nueva ley de régimen jurídico de las administraciones públicas y del procedi‑
miento administrativo común, 1ª ed., Edit. Civitas S.A., Madrid, 1994, p. 31). En
el segundo caso, porque en lugar de abrir indefinidamente la vía judicial en tanto
la Administración no resuelva expresamente, le impone un plazo, el que, además,
ninguna norma del citado cuerpo normativo establece.
c. Constituye un criterio que limita irrazonablemente el derecho fundamental a la
tutela jurisdiccional reconocido por el artículo 139, inciso 3), de la Constitu-
ción. La interpretación efectuada restringe finalmente el derecho del particular
de acceder a la vía judicial, porque ocasiona caducidad en el ejercicio del dere-
cho de acción. Este derecho fundamental puede verse lesionado si, para acceder
a la tutela jurisdiccional, la ley impone exigencias excesiva o irrazonablemente
formalistas o, como en el presente caso, se interpreta las existentes u otras rela-
cionadas, en un sentido de apreciación desvariado o desmesuradamente formal,
ocasionándose en cualquiera de tales supuestos la imposibilidad del ejercicio
de ese derecho fundamental. Considerando que el agotamiento de la vía previa
constituye un presupuesto procesal de cuya satisfacción depende el acceso a la
tutela jurisdiccional, las normas que la regulan y, en particular, como concierne
al caso, las que regulan el sistema recursivo, deben interpretarse de conformidad
con el principio pro actione. Es decir, en sentido favorable para posibilitar el ac-
ceso a la tutela jurisdiccional y, consiguientemente, con exclusión de toda op-
ción interpretativa que sea contraria a ese propósito. Tal es el caso, justamente,
de la interpretación anterior del Tribunal.

144
AMPARO Y RESIDUALIDAD

d. No resulta acorde con el principio pro homine y pro libertatis de la interpretación cons-
titucional, según los cuales, ante eventuales diferentes interpretaciones de un dispositivo
legal, se debe optar por aquella que conduzca a una mejor protección de los derechos fun-
damentales, descartando así las que restrinjan o limiten su ejercicio. Vale decir, el princi-
pio pro homine impone que, en lugar de asumir la interpretación restrictiva, en este caso,
de ocasionar la caducidad y así impedir el ejercicio del derecho a la tutela judicial, se ten-
ga que, por el contrario, optar por la tesis que posibilite que el particular pueda ejercer su
derecho a la tutela jurisdiccional, para impugnar el acto administrativo presuntamente le-
sivo. La tesis interpretativa que posibilita esto último es justamente la que proviene del
propio tenor literal de la norma antes referida y de la propia naturaleza del silencio admi-
nistrativo negativo; esto es, la que establece que el administrado, luego de haber impug-
nado un acto administrado y transcurrido el plazo para resolverlo, puede acogerse al si-
lencio administrativo o esperar el pronunciamiento expreso de la Administración, sin que
la opción por esta última alternativa genere la caducidad en el ejercicio del derecho de
acción.
Es en los términos antes establecidos que el Tribunal Constitucional, entiende, que se
debe interpretar el silencio administrativo negativo, siendo dicha doctrina aplicable al
caso (…).

SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

145
J38 JJ1

EXP. Nº 1417-2005-AA/TC-LIMA
Manuel Anicama Hernández
 

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 8 días del mes julio de 2005, el Tribunal Constitucional, en sesión de Ple-
no Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandini, Presiden-
te; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli
y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Manuel Anicama Hernández, con-
tra la sentencia de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
148, su fecha 6 de octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda de amparo de
autos.
(…) 
Fundamentos
(…)
§8. Vía jurisdiccional ordinaria para la dilucidación de asuntos previsionales que
no versen sobre el contenido directamente protegido por el derecho fundamen-
tal a la pensión
(…)
 51. La vía idónea para dilucidar los asuntos pensionarios que no versen sobre el
contenido directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión, es el
proceso contencioso administrativo. En efecto, en tanto que es la Administración
Pública la encargada de efectuar el otorgamiento de las pensiones específicas
una vez cumplidos los requisitos previstos en la ley, es el proceso contencioso
administrativo la vía orientada a solicitar la nulidad de los actos administrativos
que se consideren contrarios a los derechos subjetivos que a pesar de encontrarse
relacionados con materia previsional, sin embargo, no derivan directamente del
contenido constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a la pen-
sión. Así lo estipula el artículo 1 de la Ley Nº 27584.
“La acción contencioso administrativa prevista en el Artículo 148 de la Consti-
tución Política tiene por finalidad el control jurídico por el Poder Judicial de las
actuaciones de la administración pública sujetas al derecho administrativo y la
efectiva tutela de los derechos e intereses de los administrados (...)” .
52. Por ende, en los supuestos en los que se pretenda la estimación en juicio de
pretensiones que no se encuentren relacionadas con el contenido directamente

146
AMPARO Y RESIDUALIDAD

protegido por el derecho fundamental a la pensión, los justiciables deberán


acudir al proceso contencioso administrativo a efectos de dilucidar el asunto
controvertido.
  En tal perspectiva, el artículo 3 de la Ley Nº 27584 establece, de conformidad
con el principio de exlusividad, lo siguiente:
“las actuaciones de la Administración Pública solo pueden ser impugnadas en el
proceso contencioso administrativo, salvo en los casos en que se pueda recurrir
a los procesos constitucionales”, es decir, salvo en los casos en los que la actua-
ción (u omisión) de la Administración Pública genere la afectación del conteni-
do directamente protegido por un derecho constitucional.
53.  De conformidad con los artículos 8 y 9 de la Ley Nº 27584 es competente para
conocer la demanda el Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (o
el Juez Civil o Mixto en los lugares en que no exista Juez Especializado en lo
Contencioso Administrativo), del lugar del domicilio del demandado o del lugar
donde se produjo la actuación impugnable, a elección del demandante.
§9. Reglas procesales aplicables a las demandas de amparo en trámite que sean
declaradas improcedentes como consecuencia del precedente vinculante conte-
nido en esta sentencia
54.  Las demandas de amparo en trámite que, en aplicación de los criterios de pro-
cedibilidad previstos en el Fundamento 37 supra, sean declaradas improceden-
tes, deberán ser remitidas al juzgado de origen (Juez Civil encargado de merituar
el proceso de amparo en primera instancia), quien deberá remitir el expedien-
te judicial al Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (en los lu-
gares en los que estos existan) o deberá avocarse al conocimiento del proceso
(en los lugares en los que no existan Jueces Especializados en lo Contencioso
Administrativo).
Una vez que el Juez competente del proceso contencioso administrativo se avo-
que al conocimiento de la causa, deberá entenderse presentada y admitida la de-
manda contencioso administrativa, y, en aplicación del principio de suplencia
previsto en el inciso 4) del artículo 2 de la Ley Nº 27584, se otorgará al deman-
dante un plazo razonable a efectos de que adecue su demanda conforme a las
reglas previstas para la etapa postulatoria del proceso contencioso administrati-
vo. Transcurrido dicho plazo sin que el demandante realice la respectiva adecua-
ción, procederá el archivo del proceso.
  Estas reglas son dictadas en virtud del principio de autonomía procesal del Tri-
bunal Constitucional al que se ha hecho alusión en el Fundamento 48 supra.
55.  Por otra parte, en aplicación del principio pro actione que impone al Juez inte-
pretar los requisitos de admisibilidad de las demandas en el sentido que más fa-
vorezca el derecho de acceso a la jurisdicción, en los supuestos en los que en el
expediente de amparo obre escrito en el que la Administración contradiga la pre-
tensión del recurrente, el Juez del contencioso administrativo, no podrá exigir el
agotamiento de la vía administrativa.
En efecto, dado que la finalidad de la interposición de los recursos administrati-
vos de impugnación consiste en darle la oportunidad a la propia Administración
de revisar su actuación o reevaluarla y, en su caso, disponer el cese de la vulne-
ración del derecho, sería manifiestamente contrario al principio de razonablidad
y al derecho fundamental de acceso a la jurisdicción, exigir el agotamiento de la
vía adminitrativa en los casos en los que resulta evidente que la propia Adminis-
tración se ha ratificado en la supuesta validez del acto considerado ilegal.

147
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

 56. Por el contrario, los expedientes de amparo en los que no sea posible verificar
si la Administración se ha o no ratificado en torno a la supuesta validez del acto
considerado atentatorio de los derechos previsionales que no configuran el con-
tenido directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión, no serán
remitidos al Juez del contencioso administrativo, pues dado que en estos supues-
tos es plenamente exigible el agotamiento de la vía administrativa prevista en el
artículo 18 de la Ley Nº 27584, los recurrentes deberán agotarla para encontrar-
se habilitados a presentar la demanda contencioso administrativa.
57.  En todo caso, es deber del Juez del contencioso administrativo, aplicar el prin-
cipio de favorecimiento del proceso, previsto en el inciso 3) del artículo 2 de la
Ley Nº 27584, conforme al cual:
“Principio de favorecimiento del proceso.- El Juez no podrá rechazar liminar-
mente la demanda en aquellos casos en los que por falta de precisión del marco
legal exista incertidumbre respecto del agotamiento de la vía previa.
Asimismo, en caso de que el Juez tenga cualquier otra duda razonable sobre la
procedencia o no de la demanda, deberá preferir darle trámite a la misma”.
  (…)

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
 

148
J39 JJ1

EXP. Nº 007-2001-AI/TC
Defensor del Pueblo

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 9 días del mes de enero de 2003, reunido el Tribunal Constitucional en se-
sión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandi-
ni, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Viceprecidente; Rey Terry, Aguirre Roca, Revoredo
Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

Asunto
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Defensor del Pueblo contra la Orde-
nanza Nº 003 aprobada por el Concejo Distrital de San Juan de Lurigancho y publicada
el 30 de abril de 1999.
(…)

Fundamentos
1. Conforme aparece en el petitorio de la demanda, el presente proceso constitucional
se dirige a que se declare la inconstitucionalidad de la Ordenanza Nº 003, aprobada
por el Concejo Distrital de San Juan de Lurigancho con fecha 12 de marzo de 1999
y publicada en el diario oficial El Peruano el 30 de abril de 1999, por considerar que
la citada norma vulnera el principio de legalidad en materia tributaria.
2. Este Colegiado considera que a efectos de resolver el fondo de la presente controver-
sia, resulta necesario examinar dos aspectos esenciales en torno de la norma objeto
de impugnación: a) si el Concejo Distrital de San Juan de Lurigancho se encontraba
o no facultado para declarar inaplicable dentro de su propio ámbito territorial el tex-
to de la Ordenanza Nº 211, expedida por la Municipalidad Metropolitana de Lima;
y, b) si es o no constitucional que la Municipalidad Metropolitana de Lima exija que
las ordenanzas con contenido tributario, emitidas por una Municipalidad Distrital (en
este caso, San Juan de Lurigancho), tengan que ser necesariamente ratificadas por el
Concejo Provincial.
3. En lo que respecta al primer extremo, el Tribunal estima que la municipalidad em-
plazada ha incurrido en un evidente exceso, pues la facultad de declarar inaplicables
normas jurídicas, conforme a lo que establece el artículo 138 de nuestra Constitu-
ción Política, solo se encuentra reservada para aquellos órganos constitucionales que,
como el Poder Judicial, el Jurado Nacional de Elecciones o el propio Tribunal Cons-
titucional, ejercen funciones jurisdiccionales en las materias que les corresponden y
no para los órganos de naturaleza o competencias eminentemente administrativas.

149
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Por consiguiente, si bien resulta inobjetable que cualquier poder público u organis-
mo descentralizado tiene facultad para interpretar la Constitución y, por ende, para
aplicarla en los casos que corresponda, no pueden, en cambio, arrogarse una potes-
tad, como la de declarar inaplicables normas infraconstitucionales, que la Constitu-
ción no les ha conferido de modo expreso e inobjetable.
4. En cuanto al segundo extremo, considera el Tribunal que, aunque toda norma pre-
constitucional no puede asumirse per se como inmediatamente incorporada a un de-
terminado ordenamiento jurídico si previamente no es cotejada con el modelo de
fuentes normativas diseñado por una nueva Constitución, en el presente caso, el ar-
tículo 94 de la Ley Orgánica de Municipalidades Nº 23853 no resulta incompati-
ble con ningún dispositivo de la Constitución Política de 1993, actualmente vigente,
pues, a pesar de que ya no son los edictos municipales los que regulan materia tribu-
taria, sino las ordenanzas, lo establece la Norma IV del Título Preliminar del Código
Tributario, el procedimiento de ratificación de tales normas expedidas por una muni-
cipalidad distrital por parte de una municipalidad provincial, no resulta contrario ni a
la garantía institucional de la autonomía municipal ni tampoco al principio de legali-
dad en materia tributaria.
5. Por consiguiente y si bien es cierto que la regla de la fuente normativa conforme a
la cual se regula en materia tributaria ha cambiado, no lo ha sido así el alcance de la
obligación ratificatoria contenida en el artículo 94 de la citada Ley Orgánica de Mu-
nicipalidades, por lo que la Municipalidad Distrital de San Juan de Lurigancho no
puede oponerse a un procedimiento que, como se ha manifestado, resulta perfecta-
mente acorde con lo establecido por la Constitución.
6. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que, aunque la autonomía concedida a los go-
biernos municipales les permite desenvolverse con plena libertad en los aspectos ad-
ministrativos, económicos y políticos (entre ellos, los legislativos), la misma no su-
pone autarquía funcional al extremo de que, de alguna de sus competencias, pueda
desprenderse desvinculación parcial o total del sistema político o del propio orden
jurídico en el que se encuentra inmerso cada gobierno municipal. En consecuencia,
no porque un organismo sea autónomo deja de pertenecer al Estado, pues sigue den-
tro de él y, como tal, no puede apartarse del esquema jurídico y político que le sirve
de fundamento a este y, por supuesto, a aquel.
7. Dentro del contexto descrito, si un Estado como el peruano se organiza de forma des-
centralizada y, dentro de tal esquema, los distintos niveles de gobierno deben apuntar
hacia similares objetivos, el diseño de una política tributaria integral (que es uno de
dichos objetivos) puede perfectamente suponer, sin que con ello se afecte el carácter
descentralizado que puedan tener algunos de tales niveles, la adopción de mecanis-
mos formales, todos ellos compatibles entre sí. Lo dicho implica que, si un mecanis-
mo formal como la ratificación de ordenanzas distritales por los municipios provin-
ciales coadyuva a los objetivos de una política tributaria integral y uniforme acorde
con el principio de igualdad que consagra el artículo 74 de la Constitución, tal op-
ción no puede entenderse como contraria a su texto, sino como un modo de realizar
los propios objetivos propugnados por la misma norma fundamental.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le con-
fieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,

150
AMPARO Y RESIDUALIDAD

Falla
Declarando FUNDADA la demanda interpuesta por el Defensor del Pueblo y, en con-
secuencia, inconstitucional por el fondo la Ordenanza Nº 003 expedida con fecha 12 de
marzo de 1999 por la Municipalidad Distrital de San Juan de Lurigancho. Dispone la no-
tificación a las partes y su publicación en el diario oficial El Peruano.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REY TERRY
AGUIRRE ROCA
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

151
J40 JJ1

EXPS. NºS 050-2004-AI/TC; 051-2004-AI/TC; 004-2005-PI/TC; 007-2005-PI/TC; 009-2005-PI/TC


Colegio de Abogados de Cusco

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima, a los 3 días del mes de junio de 2005, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, integrado por los señores magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lar-
tirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia:

Asunto
Demandas de inconstitucionalidad interpuestas por el Colegio de Abogados de Cusco;
por el Colegio de Abogados del Callao; por más de cinco mil ciudadanos con firmas de-
bidamente certificadas por el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil repre-
sentados por Juan Peña Figueroa, Víctor Lazo Cárdenas y Adolfo Juan Arbulú Castro; y,
por más de cinco mil ciudadanos con firmas debidamente certificadas por el Registro Na-
cional de Identificación y Estado Civil representados por el doctor Carlos Blancas Busta-
mante, contra las Leyes N° 28389 y N° 28449.
  (…)

Fundamentos respecto a la constitucionalidad de la ley n° 28449 que


modifica el decreto ley N° 20530
  (…)
C. CRITERIOS PARA LA EJECUCIÓN DE LAS NUEVAS REGLAS PENSIO-
NARIAS
§1. El deber de la Administración pensionaria de defender y cumplir la Constitución
155. La entidad encargada de administrar el régimen de pensiones a cargo del
Estado
El artículo 10 de la Ley Nº 28449 establece que el Ministerio de Economía y Fi-
nanzas es la entidad del Gobierno Nacional que administra el régimen de pen-
siones del Decreto Ley N° 20530.
Esta norma tan solo regula la materia reservada por el artículo 11 de la Constitu-
ción en el extremo que dispone que
“(...) la ley establece la entidad del Gobierno Nacional que administra los regí-
menes de pensiones a cargo del Estado”
por lo que no incurre en inconstitucionalidad alguna.

152
AMPARO Y RESIDUALIDAD

156. La Constitución como norma vinculante para la Administración Pública


Por su parte, el artículo 11 de la Ley Nº 28449, establece que los empleados y
funcionarios de todas las entidades del Sector Público están obligados a cumplir,
bajo responsabilidad, las directivas y requerimientos que en materia de pensio-
nes emita el Ministerio de Economía y Finanzas.
Tal disposición debe ser interpretada en el sentido de que dichas directivas y re-
querimientos resulten obligatorios, solo en la medida en que sean compatibles
con la Constitución y con las sentencias expedidas por este Tribunal.
En efecto, es preciso dejar a un lado la errónea tesis conforme a la cual la Ad-
ministración Pública se encuentra vinculada a la ley o a las normas expedidas
por las entidades de gobierno, sin poder cuestionar su constitucionalidad. El ar-
tículo 38 de la Constitución es meridianamente claro al señalar que todos los pe-
ruanos (la Administración incluida desde luego) tienen el deber de respetarla y
defenderla.
En tal sentido, en los supuestos de manifiesta inconstitucionalidad de normas le-
gales o reglamentarias, la Administración no solo tiene la facultad sino el deber
de desconocer la supuesta obligatoriedad de la norma infraconstitucional vicia-
da, dando lugar a la aplicación directa de la Constitución.
157. El efecto vinculante de las sentencias del Tribunal Constitucional
Este Tribunal es el órgano supremo de interpretación y control de la constitucio-
nalidad (artículo 201 de la Constitución y artículo 1 de la Ley Orgánica del Tri-
bunal Constitucional). Por su parte, el artículo 82 del Código Procesal Constitu-
cional, dispone que:
“Las sentencias del Tribunal Constitucional en los procesos de inconstitu-
cionalidad (...) que queden firmes tienen autoridad de cosa juzgada, por lo
que vinculan a todos los poderes públicos y producen efectos generales des-
de el día siguiente a la fecha de su publicación”.
En consecuencia, es obligación del Ministerio de la Economía y Finanzas im-
plementar un sistema eficiente que permita la correcta y adecuada administra-
ción del régimen, lo que implica un sistema de sanciones a aquellos funciona-
rios que insistan en una inconstitucional aplicación de las normas legales sobre
derechos previsionales. Sobre el particular, es conveniente recordar cómo la Ofi-
cina de Normalización Previsional, de modo reiterado, ha venido emitiendo re-
soluciones contrarias a la jurisprudencia constitucional, a pesar de conocerla
perfectamente.
 (…)

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

153
J41 JJ1

EXP. Nº 3283-2003-AA/TC-JUNÍN
Taj Mahal Discoteque y otra

Sentencia del tribunal constitucional


  En Lima a los 15 días del mes de junio de 2004, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores magistrados Alva Orlandi-
ni, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Aguirre Roca, Revoredo Marsano,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia, con los fundamentos
singulares de los magistrados Aguirre Roca y Revoredo Marsano

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por “Taj Mahal Discoteque” y otra contra la senten-
cia de la Primera Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de Junín, de fojas 65, su fe-
cha 9 de octubre de 2003, que declara fundada la excepción de caducidad y concluido el
proceso.
  (…)

Fundamentos
  (…)
A) Las condiciones de procedibilidad de la demanda
Legislación procesal constitucional aplicable a la presente litis
(…)
6. (…) la declaración o improcedencia de una acción de garantía está sujeta a las si-
guientes ocho hipótesis:
(…)
Tercera hipótesis
De conformidad con lo establecido en el inciso 3) del artículo 6 de la Ley Nº 23506, no
proceden las acciones de garantía “Cuando el agraviado opta por recurrir a la vía judicial
ordinaria”. Este dispositivo hace referencia a la denominada vía paralela; es decir, aque-
lla vía que tópicamente satisface la defensa de un derecho constitucional y consigue la re-
posición de las cosas al estado anterior de una violación constitucional.
  Germán Bidart Campos [“Régimen legal y jurisprudencial del amparo”, Buenos Aires,
Ediar, 1968, págs. 186-187], afirma que la vía paralela es todo aquel medio de defensa
del que dispone el supuesto afectado con la violación de un derecho constitucional para
articular ante una autoridad competente una pretensión jurídica al margen de la acción de
amparo. De igual manera, Samuel Abad Yupanqui [“Acción de Amparo y vías paralelas”,

154
AMPARO Y RESIDUALIDAD

cit. en “Lecturas sobre Temas Constitucionales Nº 4”, 1990, Comisión Andina de Juristas,
Lima, pág. 140] concibe como vías paralelas “(...) convergentes o concurrentes, a todo
procedimiento judicial (ordinario, sumario, especial, etc.) distinto al amparo, mediante el
cual se puede obtener la protección del derecho constitucional o amenazado”.
La jurisprudencia del extinto Tribunal de Garantías Constitucionales [Caso Gilberto Cue-
va Martín vs. Vigésimo Tercer Juzgado Civil de Lima y Otros/1986; Caso Luis Gamio
García vs. Banco de la Nación/1986] establece que el inciso 3) del artículo 6 de la Ley
Nº 23506, reconoce al supuesto afectado el derecho de opción para utilizar la vía judicial
ordinaria o la vía constitucional del amparo; vale decir, subraya la recurrencia alternativa
y no residual de la acción de amparo.
  Así, cuando el supuesto afectado elige la vía ordinaria concurrente o paralela, cancela ine-
ludiblemente la posibilidad de utilizar simultáneamente la acción de amparo; con ello se
evita que existan sincrónicamente dos relaciones procesales con el mismo objeto, que se
expidan resoluciones contradictorias o que se admitan potestades procesales atentatorias
al principio de igualdad.
  Como expone Abad Yupanqui en la lectura precitada, “(...) se niega la posibilidad de obte-
ner pronunciamiento de mérito, es decir, sobre el fondo del problema planteado, si es que
el agraviado utilizó una vía judicial y esta se encuentra en trámite o si dicha vía ha con-
cluido causando cosa juzgada”.
  La persona afectada por la violación o amenaza de violación de un derecho constitucio-
nal podrá, en principio, escoger entre dos o más acciones judiciales para procurar el goce
efectivo de su derecho conculcado. La adopción de una de ellas generará, ipso facto, la
imposibilidad jurídica de ejecutar simultáneamente la otra.
  (…)
 
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
AGUIRRE ROCA
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

155
J42 JJ1

EXP. N° 0905-2001-AA/TC-SAN MARTÍN


Caja Rural de Ahorro y Crédito de San Martín 

Sentencia del tribunal constitucional 


En Lima, a los catorce días del mes de agosto de dos mil dos, reunido el Tribunal Consti-
tucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey
Terry, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonza-
les Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por la Caja Rural de Ahorro y Crédito de San Martín
contra la sentencia de la Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de San Martín, de fo-
jas ciento cuarenta y cuatro, su fecha veintidós de junio de dos mil uno, que declaró im-
procedente la acción de amparo de autos.
(…)

Fundamentos
Amparo y vía paralela
1. La recurrida desestimó la pretensión, entre otras razones, por considerar que en el
caso era de aplicación el inciso 4) del artículo 6 de la Ley Nº 23506, toda vez que tras
la denuncia que la recurrente interpusiera, se abrió un proceso penal contra los em-
plazados en sede ordinaria.
Sobre el particular, el Tribunal debe destacar que el supuesto de improcedencia regu-
lado por el inciso 4) del artículo 6 de la Ley Nº 23506 se presenta solo si, a través del
uso de aquella vía ordinaria, es posible alcanzar igual propósito que el que se preten-
de mediante la interposición del amparo. En ese sentido, considera el Tribunal Cons-
titucional que la causal de improcedencia regulada en el inciso 4) del artículo 6 de la
Ley Nº 23506 solo opera cuando el proceso ordinario sea seguido entre las mismas
partes, exista identidad de hechos y se persiga el mismo tipo de protección idónea y
eficaz que el amparo.
En el caso, según se corrobora de autos, la recurrente denunció penalmente a los em-
plazados Hildebrando García Moncada y Ramón Alfonso Amaringo Gonzales como
presuntos autores del delito contra el orden financiero y monetario. En consecuencia,
además de no existir identidad entre los encausados en el proceso penal aludido y los
emplazados en la presente acción de garantía, entre ambos procesos tampoco exis-
te el mismo objeto, pues mientras que en el primero se busca determinar la eventual
responsabilidad penal de los inculpados e imponer, de ser el caso, la correspondien-
te sanción penal; en el segundo, esto es, en el amparo, se persigue tutelar derechos

156
AMPARO Y RESIDUALIDAD

constitucionales y, de ser el caso, reponer las cosas al estado anterior a la violación o


amenaza de violación del derecho.
Por todo ello, el Tribunal juzga que no es aplicable al presente caso la causal de im-
procedencia invocada por la recurrida para desestimar la pretensión.
(…)

SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

157
J43 JJ1

EXP. Nº 4196-2004-AA/TC-LIMA
Celia Rosario Arburua Rojas

Resolución del tribunal constitucional


Ica, 18 de febrero de 2005

Visto
El recurso extraordinario interpuesto por doña Celia Rosario Arburua Rojas contra la re-
solución de la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 75, su
fecha 14 de junio de 2004 que, confirmando la apelada, declara improcedente la deman-
da de amparo interpuesta; y,

Atendiendo a
- Que el objeto de la demanda es que se declare la nulidad de la Resolución Nº 075-2003/
CCD-INDECOPI, de fecha 7 de julio de 2003, así como de la Resolución Nº 03 de fecha
4 de agosto de 2003, ambas emitidas por la Comisión de Represión de la Competencia
Desleal de INDECOPI, alegándose que vulneran el derecho constitucional al debido pro-
ceso de la recurrente porque, supuestamente, consignan hechos falsos tanto para realizar
el cómputo de la prescripción como para interpretar la resolución superior que ordenó ad-
mitir a trámite la denuncia interpuesta por ella contra la Empresa Learning S.R.L.
 - Que en el presente proceso de Amparo la resolución apelada de primera instancia recha-
za de plano la demanda por considerar que, conforme lo dispone el artículo 218 de la Ley
Nº 27444, los actos que agotan la vía administrativa pueden ser impugnados ante el Poder
Judicial en el proceso Contencioso Administrativo; mientras que la resolución recurrida
la confirma fundamentalmente por estimar que no se aprecia vulneración de derechos de
rango constitucional.
 - Que la denuncia de la recurrente ante INDECOPI se sustenta en una acusación de compe-
tencia desleal contra la Empresa Learning S.R.L. y su representante Mary Monteagudo,
en la que habría incurrido al haber ofrecido el mismo servicio de traducción que la recu-
rrente ya venía prestando al Poder Judicial, para lo que contaba con contrato ganado en
un concurso público para el periodo comprendido entre el 16 de mayo y el 31 de diciem-
bre de 2000, y que, como consecuencia de dicho ofrecimiento, vedado por el artículo 16,
incisos a y b y artículo 17 de la Ley 26122, Ley de Represión de la Competencia Desleal,
el Poder Judicial recortó el periodo de su contrato para aceptar el ofrecimiento de la em-
presa denunciada, y contratarla desde el 1 de agosto del año 2000, perjudicando así su de-
recho a brindar el servicio de traducción hasta el 31 de diciembre de 2000.
 - Que todo juez, al calificar la demanda, se encuentra en el deber y en la potestad de veri-
ficar si esta satisface las exigencias de forma y fondo previstas en la ley, para los efectos
de garantizar la tutela procesal efectiva. Por ello, el juez que vio la demanda material del

158
AMPARO Y RESIDUALIDAD

proceso pudo rechazarla, in limine, si, al momento de la calificación, advirtió omisiones


o errores en cuanto a presupuestos procesales y condiciones de la acción expuestos ma-
nifiestamente. Esta concepción elemental del proceso, que constituye el instrumento del
que se sirve el Estado en el ejercicio de la tutela jurisdiccional para que el juez, ordinario
y constitucional, pueda impartir justicia con autonomía y autoridad, permite poner coto a
conductas temerarias que buscan torcer el imperio del Derecho con demandas, por ejem-
plo, dirigidas a obstruir o entorpecer la ejecución de resoluciones judiciales o administra-
tivas firmes, a sabiendas que no tienen futuro pero que pueden dar, ilegal o injustamente,
algún tipo de beneficio inmediato con burla de la jurisdicción a cargo del Estado.
 - Que, considerar, por ejemplo, que el juez constitucional no tiene, en el proceso del Há-
beas Corpus, facultad para decretar el rechazo liminar de una demanda entrañaría no solo
estar contra lo antes señalado, sino propiciar que el litigante actúe de mala fe, logrando
introducir pedidos absurdos y torticeros en franca burla de la potestad del juez, que se ve-
ría obligado a admitirlos necesariamente.
-  Que tanto lo que estableció en su momento la Ley Nº 23506 y lo que prescribe hoy el Có-
digo Procesal Constitucional, respecto al Amparo Alternativo y al Amparo Residual, ha
sido concebido para atender requerimientos de urgencia que tienen que ver con la afecta-
ción de derechos directamente comprendidos dentro de la calificación de fundamentales
por la Constitución Política del Estado. Por ello, si hay una vía efectiva para el tratamien-
to de la temática propuesta por el demandante, esta no es la excepcional del Amparo que,
como se dijo, constituye un mecanismo extraordinario. Por esto es que el Código Procesal
Constitucional, en su artículo 5, señala como regla aplicable a los Procesos Constitucio-
nales de Hábeas Corpus, Amparo, Hábeas Data y Cumplimiento, las causales de improce-
dencia que permiten el rechazo in limine de la demanda, sin que pueda extraerse de la pre-
visión singular del artículo 47 del referido cuerpo legal que dicho tratamiento signifique
la imposibilidad del aludido rechazo tratándose de los demás procesos constitucionales.
 - Que el artículo 218, inciso 1 de la Ley Nº 27444 establece la posibilidad de impugnar las
resoluciones administrativas firmes en la vía judicial ordinaria, esto es en la vía conten-
cioso administrativa, cuando el justiciable considere que lo resuelto en sede administra-
tiva lesiona su interés. De modo que la vía Constitucional extraordinaria, además de que
carece de etapa probatoria, no es la idónea para que el recurrente postule su pretensión a
efectos de revertir lo resuelto en sede administrativa. Consecuentemente, la resolución re-
currida que, confirmando la apelada, rechaza de plano la demanda, se encuentra arregla-
da a derecho.
  Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Perú
  RESUELVE
  Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.
  Publíquese y notifíquese.
 
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

159
J44 JJ1

EXP. Nº 0206-2005-PA/TC-HUAURA
César Antonio Baylón Flores
 

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 28 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal Constitucional en se-
sión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presi-
dente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Go-
telli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don César Antonio Baylón Flores con-
tra la sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huaura, de fojas 461,
su fecha 9 de diciembre de 2005, que declaró infundada la acción de amparo de autos.
  (…)

Fundamentos
  (…)
Vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al traba-
jo y derechos conexos en el régimen laboral público
21.  Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe considerar
que el Estado es el único empleador en las diversas entidades de la Administración
Pública. Por ello, el artículo 4 literal 6) de la Ley Nº 27584, que regula el proceso
contencioso administrativo, dispone que las actuaciones administrativas sobre el per-
sonal dependiente al servicio de la Administración Pública son impugnables a través
del proceso contencioso administrativo. Consecuentemente, el Tribunal Constitucio-
nal estima que la vía normal para resolver las pretensiones individuales por conflic-
tos jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral pública es el proceso
contencioso administrativo, dado que permite la reposición del trabajador despedido
y prevé la concesión de medidas cautelares.
 22. En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo Nº 276,
Ley Nº 24041 y regímenes especiales de servidores públicos sujetos a la carrera ad-
ministrativa) y del proceso contencioso administrativo es posible la reposición, en-
tonces las consecuencias que se deriven de los despidos de los servidores públi-
cos o del personal que sin tener tal condición labora para el Sector Público (Ley
Nº 24041), deberán dilucidarse en la vía contenciosa administrativa por ser la idónea,
adecuada e igualmente satisfactoria, en relación al proceso de amparo, para resolver
las controversias laborales públicas.
 

160
AMPARO Y RESIDUALIDAD

23.  Lo mismo sucederá con las pretensiones por conflictos jurídicos individuales respecto
a las actuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la Admi-
nistración Pública y que se derivan de derechos reconocidos por la ley, tales como nom-
bramientos, impugnación de adjudicación de plazas, desplazamientos, reasignaciones o
rotaciones, cuestionamientos relativos a remuneraciones, bonificaciones, subsidios y gra-
tificaciones, permisos, licencias, ascensos, promociones, impugnación de procesos admi-
nistrativos disciplinarios, sanciones administrativas, ceses por límite de edad, excedencia,
reincorporaciones, rehabilitaciones, compensación por tiempo de servicios y cuestiona-
miento de la actuación de la Administración con motivo de la Ley Nº 27803, entre otros.
 24.  Por tanto, conforme al artículo 5, inciso 2 del Código Procesal Constitucional, las deman-
das de amparo que soliciten la reposición de los despidos producidos bajo el régimen de
la legislación laboral pública y de las materias mencionadas en el párrafo precedente de-
berán ser declaradas improcedentes, puesto que la vía igualmente satisfactoria para venti-
lar este tipo de pretensiones es la contencioso administrativa. Solo en defecto de tal posi-
bilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del
demandante de que la vía contenciosa administrativa no es la idónea, procederá el ampa-
ro. Igualmente, el proceso de amparo será la vía idónea para los casos relativos a despi-
dos de servidores públicos cuya causa sea: su afiliación sindical o cargo sindical, por dis-
criminación, en el caso de las mujeres por su maternidad, y por la condición de impedido
físico o mental conforme a los fundamentos 10 a 15 supra.
 25.  El Tribunal Constitucional estima que, de no hacerse así, el proceso de amparo termina-
rá sustituyendo a los procesos judiciales ordinarios como el laboral y el contencioso ad-
ministrativo, con su consiguiente ineficacia, desnaturalizando así su esencia, caracteriza-
da por su carácter urgente, extraordinario, residual y sumario.
  
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

161
J45 JJ1

EXP. Nº 1767-2007-PA/TC-LIMA
Elard Jesús Dianderas Ottone

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 14 días del mes de abril de 2007, la Sala Primera del Tribunal Constitu-
cional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli Lartirigoyen y Mesía Ra-
mírez, pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Elard Jesús Dianderas Ottone con-
tra la sentencia de la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
546, su fecha 26 de octubre de 2006, que declaró nulo todo lo actuado e improcedente la
demanda de autos.
(…)

Fundamentos
1. El objeto de la presente demanda es que se declare nula la Resolución de Alcaldía
Nº 998-2004, de fecha 30 de diciembre de 2004, que destituyó al actor del cargo de
Ejecutor Coactivo de la Municipalidad Distrital de La Molina; y que como preten-
sión accesoria se declare sin valor alguno el Informe Nº 006-2004-MELM-GAI de
la Gerencia de Auditoría Interna de la citada corporación edil, Examen Especial a la
Oficina de Ejecución Coactiva, de los periodos 2001 a 2003 y como consecuencia de
ello se ordene su reposición en el cargo.
2. En relación con la necesidad de agotar la vía previa administrativa como requisito
para acudir al proceso de amparo, es de señalar que a fojas 62 a 70 obra la Resolu-
ción de Alcaldía Nº 125-2005, de fecha 4 de febrero de 2005, que resolvió declarar
infundado el recurso de reconsideración interpuesto por el actor contra la Resolución
de Alcaldía Nº 998-2004, de fecha 30 de diciembre de 2004, dándose por agotada la
vía administrativa y cumpliéndose así con la exigencia contenida en el artículo 45 del
Código Procesal Constitucional.
3. La Sentencia de Vista, en cumplimiento con los precedentes vinculantes expedidos
por este Tribunal Constitucional en las STC 0206- 2005- AA/TC y 1417-2005-AA/
TC; declara nulo todo lo actuado e improcedente la demanda ordenando que el pre-
sente caso sea tramitado oportunamente como proceso contencioso-administrativo,
por lo que es menester efectuar las precisiones que a continuación se detallan y que
permiten un pronunciamiento de fondo por parte de este Colegiado.
4. El fundamento 37-) de la STC Nº 0206-2005-AA/TC señala textualmente lo siguien-
te: “Por lo tanto, haciendo uso de las funciones de ordenación y pacificación inhe-
rentes a este Tribunal Constitucional, se dispone que las demandas de amparo sobre

162
AMPARO Y RESIDUALIDAD

materia laboral, que en aplicación de los criterios previstos en los fundamentos 21 a


25 supra, de la presente sentencia, sean declaradas improcedentes, deberán seguir las
reglas procesales establecidas en los fundamentos 53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel
Anicama Hernández (Expediente Nº 1417-2005-AA/TC), con las adaptaciones ne-
cesarias a la materia laboral pública”.
5. Tal fundamento nos remite a su vez a lo dispuesto por el inciso 2-) del artículo 5-) del
Código Procesal Constitucional, que consagra el carácter residual del amparo, vale
decir que solo se interprondrá si es que no existen “[...] vías procedimentales especí-
ficas, igualmente satisfactorias [...]”.
6. Conforme a lo señalado, podría interponerse el proceso contencioso-administrativo
regido por la Ley Nº 27854; sin embargo, conforme a lo dispuesto por el artículo 27
de la acotada, no se pueden ofrecer medios probatorios distintos de los que fueron
materia de actuación en el procedimiento administrativo sancionador, por lo cual se
puede concluir que esta vía procesal no es igualmente satisfactoria para la protección
del derecho constitucional, en este caso, vulnerado.
7. De otro lado, conforme al texto de la demanda, el actor sostiene que se han vulnera-
do sus derechos constitucionales al debido proceso, a la tutela jurisdiccional efectiva
y de defensa, lo que quiere decir que de acuerdo con el fundamento 52-) de la STC
Nº 1417-2005-AA/TC, Caso Anicama Hernández, se puede recurrir a un proceso
constitucional cuando por la actuación de la Administración Pública se afecta el con-
tenido directamente protegido por un derecho constitucional, tal y como se señala
además en el artículo 3 de la Ley Nº 27584.
8. Es evidente, entonces, que no se puede aplicar el fundamento 54-) de la sentencia
antes señalada, que ordena la remisión de las demandas al Juez Especializado en lo
Contencioso Administrativo, sino más bien la excepción contenida en el fundamen-
to 24-) de la STC Nº 206-2005-PA/TC, que señala: “(...) atendiendo a la urgencia o a
la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía conten-
cioso-administrativa no es la idónea procederá el amparo (...)”.
9. Por lo expuesto, queda claro que el actor peticiona la reincorporación a su cargo de
Ejecutor Coactivo de la Municipalidad Distrital de La Molina, toda vez que la Re-
solución de Alcaldía Nº 998-2004, por la que se le destituye, de fecha 30 de diciem-
bre de 2004, ha sido expedida en un proceso administrativo sancionador en donde se
han vulnerado derechos que conforman el debido proceso, no siendo la vía del pro-
ceso contencioso-administrativo la adecuada, y adicionalmente, porque se demuestra
en forma “objetiva y fehaciente” que la presente demanda se encuentra contemplada
dentro de la excepción a que se refiere el fundamento 52-) de la STC Nº 1417-2005-
AA/TC.
(…)

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
MESÍA RAMÍREZ

163
J46 JJ1

EXP. Nº 976-2001-AA/TC-HUÁNUCO
Eusebio Llanos Huasco

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los 13 días del mes de marzo del 2003, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandi-
ni, Bardelli Lartirigoyen, Rey Terry, Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por don Eusebio Llanos Huasco contra la resolución
de la Sala Civil de la Corte Superior de Huánuco-Pasco de fecha 14 de Agosto del 2001
que, confirmando la apelada, declara infundadas las defensas previas y excepción de in-
competencia formuladas por la demandada así como infundada la demanda interpuesta.
(…)

Fundamentos
(…)
14. (…) este Tribunal Constitucional considera que el régimen de protección adecuada
enunciado en el artículo 27 de la Constitución y que se confió diseñarlo al legisla-
dor ordinario, no puede entenderse, para el caso de los trabajadores sometidos al ré-
gimen privado, únicamente circunscrito al Decreto Legislativo Nº 728, sino de cara a
todo el ordenamiento jurídico, pues este (el ordenamiento) no es una agregación caó-
tica de disposiciones legales, sino uno basado en las características de coherencia y
completud.
Además, como antes se ha dicho, en el caso de la acción de amparo, la protección que
se dispensa al trabajador no está referida a la arbitrariedad del despido, que depende-
rá de la prueba de la existencia de la causa justa imputada, sino al carácter lesivo de
los derechos constitucionales presente en dicho despido.
Por ello, el Tribunal Constitucional no puede compartir la tesis de la demandada, se-
gún la cual en el amparo no cabe ordenarse la restitución del trabajador despedido
arbitrariamente, sino únicamente ordenarse el pago de una indemnización. Tal postu-
ra, en torno a las implicancias del artículo 27 de la Constitución, desde luego, sosla-
ya el régimen procesal que también cabe comprender dentro de dicha cláusula cons-
titucional y que constituye un derecho del trabajador despedido arbitrariamente.
15. De ahí que el Tribunal Constitucional, a lo largo de su abundante jurisprudencia,
haya establecido que tales efectos restitutorios (readmisión en el empleo) derivados

164
AMPARO Y RESIDUALIDAD

de despidos arbitrarios o con infracción de determinados derechos fundamentales re-


conocidos en la Constitución o los tratados relativos a derechos humanos, se generan
en los tres casos siguientes:
a) Despido nulo
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido en el artículo 29 del
Decreto Legislativo Nº 728 y como consecuencia de la necesidad de proteger,
entre otros, derechos tales como los previstos en el inciso 2) del artículo 2; inci-
so 1) del artículo 26 e inciso 1) del artículo 28 de la Constitución.
Se produce el denominado despido nulo, cuando:
• Se despide al trabajador por su mera condición de afiliado a un sindicato o
por su participación en actividades sindicales.
• Se despide al trabajador por su mera condición de representante o candida-
to de los trabajadores (o por haber actuado en esa condición).
• Se despide al trabajador por razones de discriminación derivados de su sexo,
raza, religión, opción política, etc.
• Se despide a la trabajadora por su estado de embarazo (siempre que se pro-
duzca en cualquier momento del periodo de gestación o dentro de los 90
días posteriores al parto).
• Se despide al trabajador por razones de ser portador del Sida (Cfr. Ley
Nº 26626).
• Se despide al trabajador por razones de discapacidad (Cfr. Ley 27050).
b) Despido incausado
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido en la sentencia del
Tribunal Constitucional de fecha 11 de julio de 2002 (Caso Telefónica, expe-
diente Nº 1124-2002-AA/TC). Ello a efectos de cautelar la vigencia plena del
artículo 22 de la Constitución y demás conexos.
Se produce el denominado despido incausado, cuando:
• Se despide al trabajador, ya sea de manera verbal o mediante comunicación
escrita, sin expresarle causa alguna derivada de la conducta o la labor que la
justifique.
c) Despido fraudulento
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido implícitamente en la
sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Exp. Nº 0628-2001-AA/TC,
de fecha 10 de julio de 2002. En aquel caso se pretendió presentar un supuesto
de renuncia voluntaria cuando en realidad no lo era. En tal caso, este Tribunal
consideró que “El derecho del trabajo no ha dejado de ser tuitivo conforme apa-
recen de las prescripciones contenidas en los artículos 22 y siguientes de la Carta
Magna, debido a la falta de equilibrio de las partes, que caracteriza a los contra-
tos que regula el derecho civil. Por lo que sus lineamientos constitucionales, que
forman parte de la gama de los derechos constitucionales, no pueden ser mera-
mente literales o estáticos, sino efectivos y oportunos ante circunstancias en que
se vislumbra con claridad el abuso del derecho en la subordinación funcional y
económica (...)”. (Fun. Jur. Nº 6).
Esos efectos restitutorios obedecen al propósito de cautelar la plena vigencia, en-
tre otros, de los artículos 22, 103 e inciso 3) del artículo 139 de la Constitución.

165
SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

Se produce el denominado despido fraudulento, cuando:


• Se despide al trabajador con ánimo perverso y auspiciado por el engaño, por
ende, de manera contraria a la verdad y la rectitud de las relaciones labora-
les; aun cuando se cumple con la imputación de una causal y los cánones
procedimentales, como sucede cuando se imputa al trabajador hechos noto-
riamente inexistentes, falsos o imaginarios o, asimismo, se le atribuye una
falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de tipicidad, como lo
ha señalado, en este último caso, la jurisprudencia de este Tribunal (Exp.
Nº 415-987-AA/TC, 555-99-AA/TC y 150-2000-AA/TC); o se produce la
extinción de la relación laboral con vicio de voluntad (Exp. Nº 628-2001-
AA/TC) o mediante la “fabricación de pruebas”.
En estos supuestos, al no existir realmente causa justa de despido ni, al menos, he-
chos respecto de cuya trascendencia o gravedad corresponda dilucidar al juzgador o
por tratarse de hechos no constitutivos de causa justa conforma a la ley, la situación
es equiparable al despido sin invocación de causa, razón por la cual este acto devie-
nen lesivo del derecho constitucional al trabajo.
En mérito a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional estima que la protección
adecuada contra el despido arbitrario previsto en el artículo 27 de la Constitución
ofrece dualmente una opción reparadora (readmisión en el empleo) o indemnizatoria
(resarcimiento por el daño causado), según sea el caso.
Esta orientación jurisprudencial del Tribunal Constitucional en materia laboral no
conlleva a la estabilidad laboral absoluta, sino plantea el reforzamiento de los niveles
de protección a los derechos del trabajador frente a residuales prácticas empresaria-
les abusivas respecto al poder para extinguir unilateralmente una relación laboral.
(…)
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

166
AMPARO Y RESIDUALIDAD

J47 JJ1

EXP. N° 1124-2001-AA/TC-LIMA
Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y Fetratel

Sentencia del tribunal constitucional


En Lima, a los once días del mes de julio de dos mil dos, reunido el Tribunal Constitucio-
nal en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Te-
rry, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

Asunto
Recurso extraordinario interpuesto por el Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefó-
nica del Perú S.A. y la Federación de Trabajadores de Telefónica del Perú (FETRATEL)
contra la sentencia expedida por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Dere-
cho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas seiscientos setenta y siete,
su fecha nueve de marzo de dos mil uno, que declaró improcedente la acción de amparo
de autos.
(…)

Fundamentos
(…)
Los efectos inter privatos de los derechos constitucionales
6. La Constitución es la norma de máxima supremacía en el ordenamiento jurídico y,
como tal, vincula al Estado y la sociedad en general. De conformidad con el artículo
38 de la Constitución, “Todos los peruanos tienen el deber (...) de respetar, cumplir
(...) la Constitución (...)”. Esta norma establece que la vinculatoriedad de la Constitu-
ción se proyecta erga omnes, no solo al ámbito de las relaciones entre los particulares
y el Estado, sino también a aquellas establecidas entre particulares. Ello quiere de-
cir que la fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y pasiva, así como su
fuerza regulatoria de relaciones jurídicas se proyecta también a las establecidas entre
particulares, aspecto denominado como la eficacia inter privatos o eficacia frente a
terceros de los derechos fundamentales. En consecuencia, cualquier acto provenien-
te de una persona natural o persona jurídica de derecho privado, que pretenda con-
culcar o desconocerlos, como el caso del acto cuestionado en el presente proceso, re-
sulta inexorablemente inconstitucional.
7. Esto mismo ha de proyectarse a las relaciones privadas entre empleador y trabajador
como el caso de Telefónica del Perú S.A.A. y de los demandantes, respectivamen-
te. Si bien aquella dispone de potestades empresariales de dirección y organización
y, constituye, además, propiedad privada, aquellas deben ejercerse con irrestricto

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

respeto de los derechos constitucionales del empleado o trabajador. En la relación la-


boral se configura una situación de disparidad donde el empleador asume un status
particular de preeminencia ante el cual el derecho y, en particular, el derecho consti-
tucional, se proyecta en sentido tuitivo hacia el trabajador. Desde tal perspectiva, las
atribuciones o facultades que la ley reconoce al empleador no pueden vaciar de con-
tenido los derechos del trabajador; dicho de otro modo, no pueden devenir en una
forma de ejercicio irrazonable. Es por esto que la Constitución precisa que ninguna
relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales ni desco-
nocer o disminuir la dignidad del trabajador (art. 23, segundo párrafo). Es a partir de
esta premisa impuesta por la Constitución que debe abordarse toda controversia sur-
gida en las relaciones jurídicas entre empleador y trabajador, en todo momento: al
inicio, durante y al concluir el vínculo laboral. Por esta razón, la culminación de la
relación laboral por voluntad unilateral del empleador, como en la presente contro-
versia, debe también plantearse tomando como base a la eficacia inter privatos de los
derechos constitucionales.
(…)

SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

168
índice
general
AMPARO Y RESIDUALIDAD

ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO I
UN REPASO AL DERECHO COMPARADO

1. La experiencia mexicana............................................................................................ 9

2. La experiencia argentina............................................................................................ 10

2.1. La Ley 16986 y el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación................... 11

2.2. La reforma constitucional de 1994...................................................................... 13

3. La experiencia española............................................................................................ 15

4. La experiencia colombiana......................................................................................... 18

CAPÍTULO II
RESIDUALIDAD Y “VÍAS PREVIAS”

1. Antecedentes............................................................................................................. 21

2. La Constitución de 1993............................................................................................. 22

3. La derogada Ley Nº 23506 y el Código Procesal Constitucional............................... 22

4. Concepto y fundamento. Crítica a la necesidad de agotar la vía administrativa........ 23

5. Las vías previas en el ámbito administrativo.............................................................. 25

5.1. Alcances............................................................................................................. 25

5.2. La jurisprudencia durante la vigencia de la Constitución de 1993...................... 26

6. ¿Existen vías previas en el ámbito judicial? .............................................................. 28

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

7. Vía previa y arbitraje.................................................................................................. 30

7.1. La necesidad de agotar el recurso de anulación ............................................... 30

7.2. La precisión efectuada por el TC en el caso Proime Contratistas Generales

S.A.: el amparo directo contra laudos................................................................. 32

7.3. Un posible debate: el “recurso de anulación” ¿vía previa o vía paralela?.......... 32

7.4. Necesidad de agotar el recurso de anulación: la residualidad precisada por la

nueva Ley de Arbitraje........................................................................................ 33

8. Las vías previas en las relaciones entre particulares................................................. 34

9. Consecuencias por su falta de agotamiento.............................................................. 35

10. Excepciones al agotamiento de las vías previas........................................................ 36

10.1. La ejecución de una resolución administrativa.................................................. 37

10.2. La irreparabilidad de la agresión....................................................................... 41

10.3. La ausencia de regulación o su empleo innecesario........................................ 45

10.4. El vencimiento del plazo establecido para su resolución.................................. 47

10.5. ¿Existen otras excepciones?............................................................................ 49

CAPÍTULO III
RESIDUALIDAD Y VÍAS PARALELAS

1. Antecedentes............................................................................................................. 55

2. La Constitución de 1993............................................................................................. 56

3. La derogada Ley Nº 23506 y el cambio introducido por el Código Procesal Consti-

tucional: del amparo “alternativo” al amparo “residual”.............................................. 57

4. Concepto y fundamento............................................................................................. 60

5. La jurisprudencia durante la vigencia del Código Procesal Constitucional ............... 63

5.1. Vía igualmente satisfactoria y proceso contencioso-administrativo................... 63

5.2. Vía igualmente satisfactoria y proceso laboral................................................... 65

5.3. Los criterios establecidos por la Sala Plena de la Corte Suprema .................... 68

6. La reforma del proceso contencioso-administrativo: el proceso urgente para tutelar

el contenido esencial del derecho a la pensión.......................................................... 69

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AMPARO Y RESIDUALIDAD

JURISPRUDENCIA VINCULADA

J1 EXP. Nº 1042-2002-AA/TC-LIMA. Sindicato Unitario de Trabajadores Municipales


del rímac.................................................................................................................... 73

J2 EXP. Nº 150-96-AA/TC-HUANCAYO. Valentina Román Vilcapoma y otros............... 75

J3 EXP. Nº 0499-2002-AA/TC-LORETO. Triplay Iquitos S.A. ......................................... 76

J4 EXP. Nº 076-96-AA/TC-CALLAO. José Díaz Roldán y otro........................................ 78

J5 EXP. Nº 441-98-AA/TC-JUNÍN. Roberto Segundo Balbuena Guarniz........................ 79

J6 EXP. Nº 728-98-AA/TC-LIMA. Pedro Augusto Espinoza Lazo.................................... 81

J7 EXP. Nº 782-99-AA/TC-LIMA. María Antonia Morales Mayorca................................. 82

J8 EXP. Nº 3741-2004-AA/TC Y ACLARACIÓN-LIMA. Ramón Hernando Salazar

Yarlenque.................................................................................................................... 83

J9 EXP. Nº 4242-2006-PA/TC-PIURA. Germania América Véliz de Zevallos.................. 95


J10 EXP. Nº 3179-2004-AA/TC-HUAMANGA. Apolonia Ccollcca Ponce.......................... 99
J11 EXP. Nº 9300-2006-PA/TC-LIMA. Pesquera Balsamar S.A.C. .................................. 102
J12 EXP. Nº 6167-2005-PHC/TC-LIMA. Fernando Cantuarias Salaverry......................... 103
J13 EXP. Nº 1567-2006-PA/TC-LIMA. Compañía de Exploraciones Algamarca S.A........ 105
J14 EXP. Nº 04195-2006-AA/TC-LIMA. Proime Contratistas Generales S.A.................... 107
J15 EXP. Nº 02513-2007-PA/TC-ICA. Ernesto Casimiro Hernández Hernández.............. 109
J16 EXPS. NºS 6149-2006-PA/TC Y 6662-2006-PA/TC-LIMA. Minera Sulliden Shahuindo
S.A.C. y Compañía de Exploraciones Algamarca S.A. .............................................. 111

J17 EXP. Nº 067-93-AA/TC-LIMA. Pedro Arnillas Gamio.................................................. 113


J18 EXP. Nº 1142-99-AA/TC-CUSCO. Telecomunicaciones y Servicios E.I.R.L. Telser... 114
J19 EXP. N° 139-97-AA/TC-HUARAZ. Inocente Dextre Chauca....................................... 115
J20 EXP. Nº 904-98-AA/TC-LIMA. Stepcar Representaciones E.I.R.L. ............................ 116
J21 EXP. N° 076-99-AA/TC-CALLAO. Gerardo Joaquín Rodrigo Mamani........................ 118
J22 EXP. Nº 581-2000-AA/TC-ICA. Lino Hilario Flores Cano............................................ 119
J23 EXP. Nº 73-2001-AA/TC-LIMA. Félix Germán Vásquez Solís.................................... 120
J24 EXP. Nº 2826-2003-AA/TC-LIMA. Aquilino Pedro Cayetano Sanabria....................... 121
J25 EXP. Nº 257-2001-AA/TC-PUNO. William Alberto Apaza Enríquez............................ 122

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SAMUEL B. ABAD YUPANQUI

J26 EXP. Nº 112-98-AA/TC-LIMA. Baruch Ivcher Bronstein.............................................. 123


J27 EXP. Nº 996-99-AA/TC-PUNO. Leonidas Mamani Herrera........................................ 125
J28 EXP. Nº 1310-2000-AA/TC-MOQUEGUA. Santiago Jesús Gómez Gamio................ 126
J29 EXP. Nº 206-2000-AA/TC-LIMA. Vilma Delia Vásquez Rodríguez............................. 127
J30 eXP. Nº 1266-2001-AA/TC-LA LIBERTAD. P.J. Bingos S.A........................................ 128
J31 EXP. Nº 601-97-AA/TC-CHICLAYO. Juan César Cubas Quijano............................... 130
J32 EXP. Nº 3778-2004-AA/TC-PIURA. Tito Martín Ramos Lam...................................... 131
J33 EXP. Nº 0091-2005-PA/TC-ICA. Yeni Zoraida Huaroto Palomino y otra..................... 134
J34 EXP. Nº 022-2000-AA/TC-LIMA. Gaming and Services S.A....................................... 136
J35 EXP. Nº 598-2000-AA/TC-PUNO. Mateo Ccopa Páucar............................................ 138
J36 EXP. Nº 973-98-AA/TC-HUAURA. Félix Javier Castro Mandamiento......................... 141
J37 EXP. Nº 1003-98-AA/TC-LIMA. Jorge Miguel Alarcón Menéndez............................... 143
J38 EXP. Nº 1417-2005-AA/TC-LIMA. Manuel Anicama Hernández................................. 146
J39 EXP. Nº 007-2001-AI/TC. Defensor del Pueblo.......................................................... 149
J40 EXPS. NºS 050-2004-AI/TC; 051-2004-AI/TC; 004-2005-PI/TC; 007-2005-PI/TC;
009-2005-PI/TC. Colegio de Abogados de Cusco...................................................... 152

J41 EXP. Nº 3283-2003-AA/TC-JUNÍN. Taj Mahal Discoteque y otra................................ 154


J42 EXP. N° 0905-2001-AA/TC-SAN MARTÍN. Caja Rural de Ahorro y Crédito de San
Martín ......................................................................................................................... 156

J43 EXP. Nº 4196-2004-AA/TC-LIMA. Celia Rosario Arburua Rojas................................ 158


J44 EXP. Nº 0206-2005-PA/TC-HUAURA. César Antonio Baylón Flores.......................... 160
J45 EXP. Nº 1767-2007-PA/TC-LIMA. Elard Jesús Dianderas Ottone.............................. 162
J46 EXP. Nº 976-2001-AA/TC-HUÁNUCO. Eusebio Llanos Huasco................................ 164
J47 EXP. N° 1124-2001-AA/TC-LIMA. Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica
del Perú S.A. y Fetratel .............................................................................................. 167

Índice general........................................................................................................................ 171

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