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ABUSO Y MALTRATO
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Impreso en México.
Contenido
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 6
JUSTIFICACIÓN ................................................................................................... 9
OBJETIVOS : ........................................................................................................................................... 11
7.5.- GUÍAS Y TALLERES DE TRABAJO CON NIÑOS Y PADRES DE FAMILIA. ...................... 210
El abuso infantil se presenta cuando un adulto o adulta, una institución o la sociedad en general,
causan o amenazan con provocar un daño físico, emocional o psicológico a un niño o niña. Lo
anterior, incluye el maltrato físico, emocional, psicológico y sexual así como la negligencia y el
abandono.
Por ello, abordar esta problemática refleja el maltrato de una comunidad que en general no es
conciente, o no quiere serlo, de la traumatización que produce en la infancia el abuso y el maltrato.
El maltrato y el abuso infantil es una temática que incluye a todas las personas y por ende a la
sociedad en su conjunto, cuya base fundamental es el mal uso del poder que los adultos y adultas
ejercen sobre niños y niñas.
Abordar este tema significa en insistir acerca de la traumatización que produce el abuso en la
infancia, sobre todo aquello que se invisibiliza, pero que sus efectos larvados generalmente
estallarán en la adultez de las víctimas y probablemente los hijos de estas víctimas serán quienes
paguen las consecuencias.
El maltrato emocional y psicológico, está siempre presente en todo tipo de abuso y el daño
provocado es proporcional a su invisibilidad y su naturalización. Es fundamental partir del hecho
del desbalance de poder y la dependencia que existe entre un adulto y el niño o la niña para
entender el tema de abuso.
Un niño, una niña no puede producirle daño alguno a un adulto, pero el adulto sí puede realizar lo
que quiere con el niño o la niña debido a la dependencia existente.
El maltrato infantil es además uno de los ejemplos más trágicos de la inhumanidad del hombre
hacia el mismo hombre; es el más oculto y el menos controlado de todos los crímenes violentos.
Acontece ampliamente y no va en disminución sino en aumento. A pesar de ello, se le ignora o se le
desprecia en los países subdesarrollados, lo que significa la desvalorización del niño como ser
humano.
Por otro lado, la forma en que una persona actúa se percibe y se estima, es comúnmente
denominada “el sí mismo real” o simplemente, el autoconcepto. El autoconcepto es la constelación
de actitudes, sentimientos y percepciones mantenidos por el individuo hacia sí mismo en todas sus
facetas (Hurlock, 1983).\
El objetivo principal del presente proyecto fue investigar las causas y consecuencias del maltrato
infantil. De igual manera, se logró averiguar cómo se encuentra el autoconcepto de los niños que
han sido maltratados por y en su núcleo familiar, desarrollando programas de apoyo por medio de la
terapia de juego y las técnicas adecuadas al problema del maltrato, en las cuales los niños y las
niñas interactúan con los materiales de juego que representan sus vivencias de abuso y maltrato y
las cuales les permiten revalorizarse cambiando su autoconcepto.
Ø La intervención terapéutica.
“Un niño o una niña que haya sido abusado no se convertirá en criminal o mentalmente enfermo, si
por lo menos una vez en su vida encuentra una persona que comprenda que no es el niño o la niña
abusado/a e impotente quién está enfermo/a sino su entorno. Hasta tal punto el conocimiento o la
ignorancia de la sociedad (parientes, asistentes sociales, profesores, doctores psiquiatras,
funcionarios, enfermeras, terapeutas) pueden salvar o destrozar una vida”1
1
Miller. Alice. Por tu propio bien. Internet.
En el mundo actual, la niñez y la adolescencia son los grupos menos favorecidos. El irrespeto
recurrente de sus derechos impiden su desarrollo integral, desvaloriza su potencial humano y
ciudadano, coartando su futura contribución como seres humanos plenos, éticos, respetuosos de los
otros, solidarios y participativos.
Conscientes de esta realidad y de la necesidad de apoyar a las herramientas creadas para normar las
relaciones positivas entre los más vulnerables de la sociedad y los demás integrantes de la
comunidad, se presenta este material que habla sobre uno de los mayores problemas que vive la
niñez y la adolescencia en nuestro país: El abuso y el maltrato infantil, catalogado como uno de los
factores que más influyen negativamente en el desarrollo de la personalidad de los seres humanos, y
que lamentablemente, está presente en la vida cotidiana de los niños y adolescentes.
Este documento conforma el maltrato y abuso a niños y adolescentes, por lo que contiene un
análisis de los diversos tipos de maltrato así como las causas y consecuencias, las formas de
maltrato y las diversas intervenciones terapéuticas para cada modalidad, junto con sus respectivas
técnicas de terapia de juego que pueden ayudar a la víctima, a su familia y a la sociedad en su
conjunto.
NIÑO O NIÑA:
ADOLESCENTE:
Se pretende motivar a los lectores para que desarrollen sus propias reflexiones y cambien su
actitud hacia este tema, comprometiéndose a proteger a la niñez y adolescencia.
Ø Dar a conocer qué es el maltrato infantil, cuáles son sus formas, consecuencias y efectos;
qué se puede hacer frente a él desde los campos legales, sociales, psicológicos y
terapéuticos.
Ø Sensibilizar a los adultos sobre la importancia del buen trato hacia los niños, las niñas y los
adolescentes, para que como resultado, las futuras generaciones sean más respetuosas de las
diferencias que existen entre los seres humanos, ya sea por edad, género, etnia, cultura,
entre otras.
Actualmente, se puede afirmar que el maltrato a los niños existe desde que la especie humana
habita sobre el planeta Tierra. Es importante que se entienda que es un fenómeno tan antiguo como
la misma especie humana y no una característica común de la sociedad actual. Las formas de abuso
han sucedido de diversas maneras. A continuación se presenta una semblanza de los hechos que
fundamentan estas afirmaciones.
La primera definición de maltrato fue conceptualizada por Kempe en 1962, quien originalmente
definió al maltrato infantil como “el uso de la fuerza física accidental, dirigida a herir o lesionar a
un niño por parte de sus padres o parientes (Kempe y Cols, 1884). Para Wolfe el maltrato implica la
presencia de una lesión no accidental, resultado de actos de perpetración (agresión física) o de
omisión (falta de atención por quienes están a cargo del niño y que requiere de atención médica o
intervención legal (Wolfe, 1991).
Guerra, por su parte, agrega que el concepto de maltrato infantil no sólo debe entenderse como la
acción y efecto de golpear, insultar o tratar mal a cualquier humano que se encuentre en la etapa de
su vida comprendida desde el nacimiento hasta la pubertad, sino a todo acto que atente contra los
derechos de los menores, ya sea de manera intencional u omisa, (Guerra, 2005).
En México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) define el maltrato como
“todo acto u omisión encaminado a hacer daño, aún sin esta intención pero que perjudique el
desarrollo del menor”.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF, 2005), define a los niños y niñas
maltratadas como “los menores de edad que enfrentan y sufren ocasional o habitualmente, violencia
física, emocional o ambas, ejecutadas por actos de acción u omisión, pero siempre en forma
intencional, no accidental, por padres, tutores, custodios o personas responsables de ellos”.
La Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y Descuido de Menores comparó las
definiciones de maltrato de 58 países. Con base en esta comparación, en 1999 la Reunión de
Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de Menores redactó la siguiente definición
(Organización Mundial de la Salud 1999):
“El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos, emocionales,
abuso sexual, descuido negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen daño real o
potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad por el contexto de una
relación de responsabilidad, confianza o poder”.
En México no se conoce la prevalencia de niños víctimas de maltrato infantil; los estudios que
existen sólo muestran facetas parciales de este problema, por lo que es necesario establecer
estrategias de investigación adecuadas para detectarlo. Los datos sistematizados con que cuenta
México provienen de las pocas denuncias que se hacen -muchas de las cuales no pueden ser
comprobadas- y de las investigaciones realizadas en algunos centros hospitalarios en donde los
menores son llevados para recibir atención médica aduciendo otras causas.
En una visión global sobre los datos descriptivos, en 1963 en el Hospital de Pediatría del Centro
Médico Nacional de México, se reconoció el primer grupo de niños maltratados. Posteriormente, en
1977, se realizó una amplia investigación con base en la observación de 686 casos de maltrato
infantil comprobado. A partir de ese año se empezó a estudiar sistemáticamente el fenómeno de
maltrato en menores, sin que se realizaran acciones para combatirlo o prevenirlo con eficacia como
se ha venido haciendo en países de mayor desarrollo (Torregosa, 1992). Fue a partir de 1984,
cuando se inició una serie de investigaciones sobre maltrato infantil, con la creación de la Clínica de
Atención Integral al Niño Maltratado (CAINM), en donde se han realizado múltiples
investigaciones de niños que llegan a recibir atención médica, generalmente aduciendo sus padres o
cuidadores otras razones.
La Encuesta Nacional de Uso de Drogas en la Comunidad Escolar levantada en 1991 mostró una
prevalencia de abuso sexual en estudiantes de 4.4%; considerando solamente el contacto físico
(Ramos – Lira, Saldívar, Medina – Mora; 1998). Un 28% de las víctimas sufrieron de agresión
entes de los 10 años y un 40%, entre los diez y los trece años. Respecto a la relación de la persona
que las agredió, alrededor de dos terceras partes de las víctimas de abuso lo experimentaron por
parte conocidos; de éstos, en casi dos de cada tres casos el perpetrador fue un amigo. Las mujeres
reportaron haber sido abusadas sexualmente por un familiar mientras que los hombres por amigos.
Perea Martínez y Laredo Abdala mencionan que uno de cada diez niños/as es víctima de violencia,
pero sólo se registran el 10% de los casos. Por su parte, Baeza Herrera y Cols han estudiado en el
Hospital Pediátrico Moctezuma a niños/as agredidos/as que han sufrido alguna lesión que requiere
atención quirúrgica (Baeza y Cols., 2005). La violencia física en su expresión máxima es ejecutada
por varones, es ejercida por padres sustitutos, generalmente por el padrastro, por el tutor o por la
pareja de la madre. El padrastro o el tío se sienten con derecho de agredir a la familia y en particular
a los/as niños/as por el simple hecho de ser la figura paterna alterna y quien los sostiene
económicamente.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF, 2005), registró de 1995 al 2000,
un promedio de 25 mil casos de maltrato a menores cada año.
Francia que forma parte de los países del “Primer Mundo” refiere diversas formas de maltrato y
abuso sexual. Un informe de 1987 notifica una alarmante cifra de 60 a 100 mil casos anualmente.
Suiza se caracteriza por ser un país que da seguridad a los niños, cuenta con un centro al que se
puede acudir si se es testigo de cualquier tipo de maltrato. Este lugar recibe el nombre de Social
Welfare Comitte. No existen registros exactos de casos atendidos en el país.
Dinamarca sigue el mismo esquema que Suiza; la incidencia del problema es once veces menor que
Estados Unidos. Las razones podrían ser dos: el nivel socioeconómico de la mayoría de la
población, y la otra el gran trabajo que se realiza dentro de los programas preventivos.
En Hong Kong hay tradiciones que marcan a la familia, por ejemplo, el hijo mayor debe absoluta
obediencia al adulto y al cual deberá cuidar en la vejez. Esto podría modificar en cierta manera que
los adultos maltratasen a los hijos; cabe mencionar que por ser país oriental se observa una
disciplina autoritaria que puede manifestarse en maltrato.
Se hará mención de algunos países en vías de desarrollo que se localizan en África, Asia y
Latinoamérica. En varios países africanos no existe un reporte real acerca
del maltrato a los niños ya que se considera que los padres son muy
amorosos brindándoles protección y seguridad. Egipto y Nigeria
presentan esta característica. En el año de 1979, el país de Ghana
determinó el “Año Internacional del Niño” y el gobierno legalmente
estableció la Ghana la Comisión Nacional del Niño con el único
propósito de tener un conocimiento exacto del problema y legislar en favor de los niños.
Pakistán y Filipinas no tienen contabilizados casos de maltrato, el gobierno parece importarle más
la política de sus países que la suerte que corran sus niños.
En la actualidad existen más niños que niñas en China e India. La idiosincrasia en China es que los
varones aportan a la economía familiar y del Estado con su trabajo y las mujeres sólo causan más
gastos al ingreso que lo que aportan. En la India también hay prácticas como el “baño” con leche
muy caliente y los tes catárticos que aún en pleno siglo XXI se siguen dando; quizás esto explique
el deceso de seis millones de niñas en el 2001.
En algunos países de Centroamérica, las guerras y la violencia política han dejado desempleo,
miseria, reducción de los niveles de vida así como la disminución de programas educativos y de
salud, por lo que miles de familias buscan desesperadamente la supervivencia a cualquier precio.
La lucha por subsistir a cualquier precio puede suscitar el abandono de los niños o su expulsión del
hogar resultando la desintegración familiar, la prostitución, el robo y la delincuencia.
Soranus, médico griego, hizo mención a principios del segundo siglo acerca del infanticidio, pues
en uno de sus escritos quedó registrado que los niños deben ser de “término, tener llanto vigoroso y
estar perfecto de todas partes”. Ambroise Tardieu, en uno de sus escritos menciona el problema, sin
embargo, no lo identifica como tal. Trabajó en 32 necropsias; encontrando que en 19 de ellas la
muerte había sido por asfixia o por quemaduras, hizo énfasis que estos menores presentaban
innumerables fracturas las cuales fueron causadas por el raquitismo según otras explicaciones. En
1883 en Liverpool, galenos ingleses y franceses analizaron en diferentes niños le diversidad de
fracturas que presentaban, esto no les permitió encontrar un correlación con el fenómeno de
maltrato, atribuyéndolo nuevamente a que era causado por el raquitismo y la
sífilis.
Está también el caso de los niños que se ven inmersos en conflictos bélicos. Dentro de las guerras
los pequeños están expuestos a violencia física, sexual o política. Infinidad de menores viven en
refugios sin contar los que mueren a consecuencia de tan duro infierno para se edad.
En años recientes se ha mencionado del riesgo que corren los niños que asisten a guarderías, o que
por diversos motivos viven en orfanatos o llegan a los reclusorios para menores. Se ha detectado
que el abuso sexual es el que más se presenta, causando no sólo daño físico sino también
emocional.
Los “niños de la calle”, muchos huérfanos, otros orillados por los propios padres a trabajar para
ayudar con el sustento familiar, quedan prácticamente ante la merced de la maldad de los adultos.
En nuestros días la pederastia es cada vez más evidente en innumerables países del mundo, los
menores son víctimas de esta acción tan ruin.
“Se entiende por violencia intrafamiliar aquel acto de poder u omisión recurrente, intencional y
cíclico dirigido a dominar, someter, controlar, o agredir física, verbal psicoemocional o sexualmente
a cualquier miembro de la familia, dentro o fuera del domicilio familiar, que tenga alguna relación
de parentesco por consanguinidad, tenga o lo haya tenido por afinidad, civil, matrimonio o
concubinato, o mantenga una relación de hecho y que tienda a causar daño, consistente en
cualquiera de las siguientes clases: físico, psicoemocional y sexual”. 2
Los malos tratos son una de las manifestaciones más dramáticas de la violencia intrafamiliar. La
violencia intrafamiliar es síntoma de un trastorno importante de las relaciones de cuidado y de
respeto que tienen que existir en toda familia para considerarla sana y protectora para sus miembros.
En términos generales, los diferentes tipos de malos tratos son la consecuencia de la violencia
humana, ésta a su vez resulta de las deficiencias o del fracaso de al menos dos características que
definen la condición humana:
2
www. monografias. com. Internet
Existen malos tratos infantiles, cada vez que existe un trastorno en los
procesos de apego, es decir, en vez de amor, cuidado y buen trato, el niño
recibe mensajes de rechazo, de odio, humillación y falta de respeto. Pero
también, cada vez que en los sistemas de pensamiento existan creencias e
ideas negativas con respecto a los niños.
Por otra parte, junto con estos dos factores principales existen a menudo situaciones ambientales
como una acumulación de estrés, así como pobreza y exclusión social que facilitan la violencia
familiar y los malos tratos. Es importante, además, recordar que los malos tratos infantiles al
interior de la familia son un abuso de poder de los adultos que provocan enormes sufrimientos en
los niños, que se expresan por diferentes tipos de lesiones y trastornos, entre otros de conducta y
aprendizaje. Pero, además, si los abusos no se detectan a tiempo y no se ayuda a las víctimas
correctamente, éstos pueden provocar diversos tipos de daño en el desarrollo de los niños, algunos
de ellos irreversibles. Se debe considerar que los malos tratos infantiles son la expresión de un
sufrimiento crónico de los padres y madres que no han conocido a menudo otras formas de tratar
con sus hijos. Los investigadores están de acuerdo en que los padres que maltratan sufren todavía de
las consecuencias de los malos tratos que ellos mismos recibieron cuando niños. De esta manera,
padres violentos que fueron niños maltratados sin protección, podrán maltratar a sus hijos; haciendo
de ellos futuros padres violentos. Se crea así la posibilidad de un ciclo transgeneracional de la
violencia.
A. Microsistema: Involucra a la organización social, las creencias, los valores de una cultura,
estilos de vida que una sociedad adopta, etc. (Larrain, 1994).
3
Martinez y De Paul, 1993, Internet
C. Mesosistema: Se refiere a los elementos estructurales de las familias que viven relaciones
violentas, las pautas específicas en que interactúan y las historias personales de quienes
conforman el núcleo familiar. En este sentido encontramos que las familias que viven
violencia han sido caracterizadas con pautas de comunicación deficientes, así como escasas
habilidades de negociación, alto niveles de dependencia entre sus miembros, entre otras
características. (Ravazzala, 1992 y Larrain, 1994).
En Bélgica ocurrió el caso de una familia donde el padre tenía la costumbre de dar una terrible
golpiza a sus dos hijos de 8 y 10 años, cada vez que traían malos resultados escolares que para él
eran notas inferiores a 7 en una escala de 1 a 10. Los niños estaban tan estresados con la situación,
que evidentemente no podían trabajar en la escuela de una forma adecuada, además, presentaban
problemas de comportamiento como consecuencia del estrés crónico que vivían.
Es sólo en ese momento que los malos tratos, hasta ese ahora impensables e
invisibles por los adultos, fueron reconocidos como tales. Para los niños se
terminó el calvario que duro muchos años; el padre fue condenado a 2 años
de prisión que no cumplió, pues no tenía antecedentes delictivos, la madre y la dirección de la
escuela fueron condenadas a pagar una multa por complicidad negligente. Al equipo del terapeuta
El mundo en el cual vivimos se construye de acuerdo a la manera en que es observado por los seres
pensantes. Pasaron años para que el fenómeno del maltrato infantil existiera como tal; para ello se
conjuntaron diversos observadores que le dieron carácter social. Desde que la humanidad existe,
hombres y mujeres se han levantado a favor de la niñez. Infinidad de autores que fueron relegados
en su tiempo, dejaron testimonios de que la norma era que los niños no debían ser respetados. La
historia tiene en sus registros datos alarmantes de niños lastimados brutalmente por los adultos,
además existen notas sobre la importancia de la infancia y los cuidados que deben
proporcionárseles, asegurando su crecimiento y bienestar. Estos datos vienen de los trabajos
realizados por Jean Jacques Rousseau en el siglo XXVII. (Martínez-Roig, y De Paul, 1993)
Uno de los tantos pensadores que se preocupó por la niñez, fue Platón, el cual dejó en los maestros
el consejo de usar el juego en la educación de los niños en vez de reprimirlos. Estos escritores y sus
ideas fueron relegados por la autoridad que se ejercía en aquella época por los adultos y los padres.
(Ruth y Kempe, 1978). Otro de los cambios culturales a favor de la infancia fue la fundación de los
“Movimientos para el bienestar del niño”, en 1820 en Canadá y Estados unidos; sumando la
creación en 1825 de la primera casa de acogida para “niños delincuentes”, en Nueva York.
Entre la publicación científica de Ambroise tardieu y Henry Kempe, pasaron cien años. Tardieu,
médico forense, escribió en 1860 un estudio médico-legal de la crueldad y malos tratos infligidos a
los niños en donde se refiere a 32 casos de niños y niñas brutalmente golpeados, la mayoría por sus
progenitores y de una niña que, además, fue sexualmente abusada por su padre. Los relatos de
Tardieu son de una triste actualidad y el sólo leerlos implica una pesadilla. Jeffrey Masson hace
mención de que “lo que entristece aún es ver que los lazos de sangre, en lugar de construir una
barrera para esas tendencias imperdonables, con harta frecuencia sólo sirven para favorecerlas: los
padres abusan de sus hijas, los hermanos de sus hermanas”.4 En relación a las aseveraciones de
kempe en 1961 ante la Academia Americana de Pediatría, dio a conocer “El síndrome del niño
golpeado”. Lo que permitió un año después, que la comunidad médica y diversos tipos de
profesionales se plantearan la existencia real del maltrato físico hacia los niños y dejara de ser un
fenómeno impensable.
Kempe tuvo antecesores que favorecieron sus resultados, uno de ellos fue John Caffey, quien
presentó una relación anormal entre hematomas subdurales y fracturas de huesos largos en niños,
vistos a través de rayos X. Para 1953 Silverman y él confirman el hecho.
Para que la sociedad acogiera la existencia de maltrato, fue necesario que ese descubrimiento se
transformara en un fenómeno social.
4
Masson, Jeffrey M: El Asalto a la Verdad. Barcelona, 1985.
A continuación se tratarán las diversas formas de abuso en lo niños desde el enfoque ecosistémico
La Biología del Amor es mostrar que es más fácil ser feliz que infeliz, amar que no amar.
Nuestra fragilidad viene de la falta de respeto y porque nos avergonzamos de ser amorosos. La
felicidad es no tener nada que ocultar, no tratar de defender imágenes, haber vencido las
apariencias, las máscaras, la competencia. La experiencia en la cultura actual es poco feliz
porque busca una apariencia que no se logra, trata de satisfacer las expectativas de otros con el
esfuerzo ajeno.
Dentro de la dinámica de la Biología del Amor cualquier niño es único es sus características
peculiares, haciendo de él un ser irrepetible. Los niños en el mundo deben ser lo primordial en
sus prioridades, al asegurarles una calidad de vida que les permita un desarrollo armonioso, con
la consigna de que le sean respetados sus derechos sociales, cívicos, económicos y políticos,
provocando el desarrollo de sus potencialidades para así tener la oportunidad de ser feliz y libre.
El tema central de este capítulo es el maltrato intrafamiliar, sin embargo, no puede aislarse del
fracaso de toda una comunidad. Por eso se han adoptado definiciones que consideran a los
adultos como principales causantes de la violencia en los menores.
Es importante que el lector analice el daño y el sufrimiento al que es expuesto el menor, cuando
recibe agresiones activas y pasivas como lo es el abandono y la negligencia; no debe olvidar
que detrás de estos hechos existen individuos con características muy propias, pero que también
pertenecen a un contexto social y que requieren ayuda para cambiar.
Es importante distinguir desde el punto de vista de los comportamientos de los padres los malos
tratos en: activos y pasivos.
El factor de la visibilidad de los diversos tipos de malos tratos, nos permite conocer mejor el
carácter aún impensable de estos fenómenos para muchos
profesionales y para una parte del mundo adulto. Por otra parte,
muestra la necesidad de observadores conscientes y
comprometidos. Estos deben ser capaces de distinguir las señales
directas e indirectas del maltrato para brindar ayuda, cuidados y
Este adulto debe estar dispuesto a escuchar sus problemas y a intervenir para apoyarle hasta
encontrar las mejores soluciones. Es evidente que pedirle al profesorado que además de participar
en la detección, tengan que intervenir para mejorar la situación familiar de sus alumnos es
inadecuado y hasta injusto. Lo que se trata es de ofrecerles a los niños fuentes de apoyo social, pero
al mismo tiempo movilizar los otros recursos disponibles en la sociedad para asegurar la protección
de los niños y de las niñas. Nos referimos a los servicios sociales de base, responsables de la
protección infantil, a los servicios sanitarios y también a
los miembros del sistema judicial. Es evidente, que el
papel de los profesores en los programas de protección
infantil es más aprovechable y menos difícil cuando se
les ha integrado realmente en prácticas de trabajos en
redes. Además cuando los responsables políticos y de
los organismos de protección infantil entregan los
recursos financieros y humanos necesarios, para apoyar
programas de prevención en el medio escolar. Mientras
Aunque en este capítulo nos hemos referido sobre todo al maltrato intrafamiliar, insistiremos a
menudo que abordamos un drama que refleja el fracaso de todo una comunidad. Hemos hecho
nuestra la idea de que el bienestar y la felicidad de una niña u de un niño, no es nunca un regalo o
el resultado de su buena o de su mala suerte. Al contrario, es el resultado de un proceso social,
nunca sólo individual, ni siquiera únicamente familiar, sino la consecuencia de un esfuerzo conjunto
de la comunidad.
2. Realiza un mapa conceptual acerca de la tipología de los malos tratos. Considera las
siguientes frases:
“Sólo por hoy, enseña con amor a los niños y a las niñas”
“Sólo por hoy, no descalifiques a nadie”
“Sólo por hoy, cuando un niño o una niña te hable de abuso sexual créeles”
“Sólo por hoy, no grites ni utilices el castigo físico”
“Sólo por hoy, ponte en el lugar del otro ser humano”
“Sólo por hoy, cambia tus pensamientos violentos en acciones de afecto, sentirás como a tu
alrededor todo se transforma”
“Sólo por hoy, cambiemos lágrimas por sonrisas”
“Sólo por hoy, diles a tus hijos cuanto los amas”
En el mundo actual la niñez y la adolescencia, son los grupos menos favorecidos. El irrespeto
recurrente de sus derechos impide su desarrollo integral, desvaloriza su potencial humano y
ciudadano, coartando su futura contribución como seres humanos plenos, éticos respetuosos de
los otros, solidarios y participativos.
Gloria, Arturo, Elena y José cuentan que los gritos de sus padres, maestros y demás adultos que
les rodean, son usuales en su vida cotidiana, sin embargo anhelan que sea distinta.
Esta misma forma de ver a otros como “diferentes” tiempo después se aplicó a los niños, niñas
y adolescentes, son vistos como imperfectos frente a lo que se cree que es perfecto; débiles
frente a los fuertes; incapaces frente a la capacidad del que se considera superior.
Algunas razones por las que se da el maltrato: la pobreza, el alcoholismo, la ira; todo por no
saber resolver conflictos entre adultos; esto además hace que al niño se le convierta en el objeto
de descarga de problemas personales no resueltos. Se maltrata también porque se cree que son
seres humanos incompletos, incapaces que deben obedecer ciegamente al adulto.
Se debe luchar contra esas falsas concepciones: “niños, niñas y adolescentes, todos incapaces
frente a la persona adulta” “sólo entienden órdenes” “son con quienes me puedo desquitar”
“sólo con castigos aprenden”.
A. MALTRATO FÍSICO
“Es el atentado que se comete contra el cuerpo de niños, niñas y adolescentes en su aspecto
físico. En el cuerpo se concentran las huellas simbólicas del maltrato: tensiones,
contracturas, heridas, moretones y otros síntomas”. 5
Las señales de maltrato físico son las lesiones en cualquier parte del cuerpo: cara, piernas,
brazos; algunas veces invisibles: espalda, nalgas, pies, zona genital; o cuando un niño, una
niña o adolescente tiene frecuentes fracturas.
· Laceraciones (raspones)
· Fracturas
· Hemorragia de la retina
· Ojos amoratados
5
Suárez Yolanda, El entorno familiar y las distintas formas de maltrato. Internet
· Es agresivo y negativo.
Se considera maltrato por negligencia cuando existe un descuido grave y frecuente para
satisfacer las necesidades de un niño, una niña o adolescente, tanto en el aspecto físico
como psicológico. Es el maltrato causado por las cosas que debemos hacer por los niños,
las niñas y adolescentes y no lo hacemos por descuido, desconocimiento o indiferencia.
6
Hernández González, Eduardo. Medico Cirujano y Especialista en Pediatría. Internet
· Es habitual que concurra a clases sucio, o con ropa inadecuada para la estación, sin
que la condición de los padres sea de pobreza extrema.
· “El niño/a comenta que frecuentemente se queda solo en casa o al cuidado de otro
menor”.7
Otra definición es cuando un adulto o niño mayor obliga al contacto sexual a un niño. El
abusador puede usar la fuerza física, soborno, intimidación, trucos o aprovechar la falta de
conocimiento del niño. Cualquiera de los siguientes actos de un adulto o niño mayor se
consideran abusos sexuales:
7
Castillo, Neyla. Psicología de la Educación para Padres y Profesionales. Internet
8
Paradise, J.E. Valoración medica del niño que ha sufrido abuso sexual. Internet
9
Cartón Duarte, José. Malos Tratos y Abuso Sexual. Internet
Niños en edad lactante – preescolar (edad media de tres años). Los padres/madres
someten al niño a exploraciones médicas, suministro de medicamentos o ingresos
hospitalarios, alegando síntomas ficticios o generados de manera activa por el adulto
(por ejemplo mediante la administración de sustancias al niño).
H. SÍNDROME DEL BEBÉ ZARANDEADO: “Se produce por una violenta sacudida del
cuerpo del lactante con el objeto de callar su llanto; se caracteriza por hemorragia
retiniana, hemorragia cerebral, hemorragia subdural o subaracnoidea y ausencia de
trauma craneal externo”11
10
Hernández González, Eduardo. Pediatra y Terapeuta de la Conducta. Boletín. Internet
11
www.monografias.com. Internet
12
LangaricaR. Gerontología y Geriatría Interamericana. Internet
13
Pepper C. Openning Statement. Elder Abuse. Internet
Maltrato al anciano: toda acción intencionada o que puede producir daño desde el
punto de vista biológico, social, material, financiero y las actitudes negligentes, ya sean
de forma transitoria o permanente.
Maltrato sexual: dado por cualquier forma de intimidación sexual realizada sin
consentimiento de la persona y donde se utilice la fuerza o amenaza de fuerza.
Maltrato social: todas las acciones que produzcan desconocimiento del anciano como
figura de valor y la falta de opciones recreativas.
El vocablo trauma proviene del griego y significa herida. En el TEPT lo central es el trauma
psíquico; es decir, el impacto emocional de un determinado suceso capaz de provocar una serie
de manifestaciones físicas y psicológicas. El acontecimiento traumático ha sido definido por la
Asociación Psiquiatrita Americana como “aquella situación psicológicamente estresante que
sobrepasa el repertorio de las experiencias habituales de la vida como puede ser un duelo, una
enfermedad crónica, una pérdida económica o un conflicto sentimental, que afecta
prácticamente a todas las personas y provocará un intenso miedo, terror y desesperanza, con
El impacto de un trauma puede durar desde algunas segundos hasta horas, días, o meses; puede
ocurrir en forma única (accidente de transito) o reiterada (maltrato infantil intrafamiliar),
podrá tener consecuencias físicas, psicológicas y sociales tanto a nivel individual como
colectivo (las que pueden aparecer de inmediato o a largo plazo) y pueden originar las mas
diversas manifestaciones clínicas que van desde síntomas emocionales aislados hasta un cuadro
sicótico. “Las diferentes respuestas psicológicas estarán en función del significado que adquiera
el hecho traumático, lo que dependerá de la interacción entre el tipo e intensidad del
acontecimiento traumático, la biografía del sujeto, los factores biológicos y el contexto
social”.15
14
American Psichiatric Association Diagnostic and Statistical Manual of mental Disorders. Internet
15
Ursano, R.J. Kao T. Fullerton CC. PTSD and meaning: structuring human Chaos. Internet
No todos los niños que son abusados y abandonados experimentaran consecuencias a largo
plazo. Los elementos que afectan los resultados varían ampliamente y están vinculados a una
combinación de factores, lo cual incluye:
Algunos niños y/o adolescentes experimentan consecuencias de largo plazo debido al abuso y
abandono, mientras que otras salen relativamente ilesos. La habilidad para sobrellavar y
después de una experiencia negativa es algunas veces referida como
“resiliencia”. Un número de factores protectores puede contribuir a la
resiliencia de un niño abusado o abandonado. Incluyen las características
individuales, tales como el optimismo, la autoestima, inteligencia,
creatividad, humor e independencia. Factores protectores pueden
también incluir el ambiente familiar o social, tales como el acceso del
Los efectos físicos inmediatos del abuso o abandono son relativamente pequeños (moretones o
cortadas) o severas (fracturas, hemorragias o hasta la muerte). En algunos casos los efectos
físicos son temporales, sin embargo el dolor y sufrimiento que ellos causan a un niño y/o
adolescente no deben ser descartados. El impacto a lardo plazo del maltrato en la salud física
que se han identificado son:
· Los efectos inmediatos del niño sacudido (una forma común de abuso infantil)
pueden incluir vómito, conmoción cerebral, dolor al respirar, convulsiones y la
muerte. Las consecuencias a largo plazo pueden incluir ceguera, problemas de
aprendizaje, retardo mental, parálisis cerebral (Conway, 1998).
Los efectos emocionales inmediatos del abuso y abandono –aislamiento, miedo e incapacidad
de confiar– pueden traducirse en consecuencias para toda la vida incluyendo baja autoestima,
2.2.3.-IMPACTO EN EL COMPORTAMIENTO.
Aunque el maltrato a menores casi siempre ocurre dentro de la familia, el impacto, en cambio,
no termina allí. Toda la sociedad paga el precio por el maltrato a menores, en términos directos
e indirectos.
Los pacientes pueden experimentar la sensación de estar reviviendo el hecho traumático; esto
en niños pude expresarse como reescenificaciones del evento traumático, como ensoñaciones
diurnas, alucinaciones en incluso estados disociativos. Pueden presentar malestar psicológico
severo y/o respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos (recuerdos, sensaciones) o
externos (lugares, fechas, eventos) que simbolicen el evento traumático.
“Los mecanismos de evitación incluyen los esfuerzos par evitar los pensamientos, sentimientos,
conversaciones, actividades, lugares o personas que se vinculen con el trauma. En ocasiones
puede incluso presentar amnesia en relación a aspectos importantes del trauma”. 16 En los niños
muchas veces es posible distinguir miedos específicos en relación al estrés o temores
16
Asociación Americana de Psiquiatría. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Internet
Además de las clásicas manifestaciones del TEPT, los niños víctimas de traumas presentan
habitualmente una serie de manifestaciones como lo son conductas regresivas (pérdida de
habilidades ya adquiridas, problemas esfintereanos etc.) ansiedad, síntomas depresivos, miedos,
quejas somáticas y problemas conductuales.
Los impactos emocionales, funcionales e incluso estructurales que estos traumas dejan en un
menor y en su cerebro en desarrollo, recién ahora se están comprendiendo a cabalidad, de ahí la
importancia de un plan destinado a la detección precoz de los niños sometidos a trauma y a la
intervención temprana buscando, de ser posible, prevenir la aparición de TEPT con todo su
correlato y secuela neurobiológica. En los menores que ya cursan con un TEPT, los
tratamientos integrales, que incluyen medidas de protección, psicoterapia y farmacoterapia son
indispensables para mitigar y acortar el sufrimiento del niño y minimizar el impacto a largo
plazo.
2.3.1.-ABUSO SEXUAL.
Jernberg (1979) describió cuatro diferentes tipos de técnicas iniciadas por el padre, que
conforman el fundamento para el desarrollo emocional positivo en el niño. Los tipos de
técnicas que inician los terapeutas de Terajuego se jerarquizaron dentro de cuatro grupos:
estructuración, desafío, intrusión y nutrimento. El modelo de terapia que desarrolló
Las técnicas de desafío invitan al niño a competir contra un objetivo expresado por el
terapeuta. Tienen el propósito de desarrollar en el niño la tolerancia a la ansiedad y la
frustración y de enseñar que el sentimiento positivo y negativo asociado con la
competencia podría canalizarse de manera juguetona y no destructiva, Las actividades de
desarrollo incluyen luchas con los brazos, peleas con almohadas y jugar a las escondidas.
Las técnicas de intrusión son aquellas en las cuales el terapeuta, de manera inesperada,
invade el espacio corporal del niño y, después, de un
modo igualmente inesperado, se retira. Dichas
actividades tienen el propósito de ser sorprendentes y
encantadoras y de atrapar al niño distraído, mientras
se hace énfasis en su existencia física separada
respecto a la del propio terapeuta. Las actividades de
intrusión alientan al niño para desarrollar la tolerancia a la ansiedad. El niño aprende a
tolerar una cantidad de incomodidad apropiada a su desarrollo, que resulto de hallarse
dentro de una relación en la cual depende de otro. Las actividades de intrusión incluyen el
hacer cosquillas, dar paseos, contar pecas, jugar a variaciones de esconderse y asustar y
enseñar al niño cómo es que los esquimales dicen “hola” (frotando las narices).
Las técnicas de nutrimento encauzan de manera directa las necesidades del desarrollo en
el menor. El terapeuta a cada momento comunica al niño que éste está seguro, que es
susceptible de recibir amor, que es normal tener ciertas necesidades y que el terapeuta
cuidará de él. Estas actividades comunican que el terapeuta y otros adultos están
Juegos y actividades que desafían a los integrantes del grupo a manejar el abuso sexual
Las siguientes actividades resultan útiles para ayudar a los miembros del grupo a manejar
asuntos correspondientes al abuso sexual del que fueron víctimas.
· Parecido y diferente
El promotor del juego evoca un rasgo de carácter, una preferencia personal o un incidente de
abuso y solicita a todos los que han padecido algo de esto que vayan a uno de los extremos de
la habitación. Por lo común, se comienzan estas situaciones con temas ligeros como: “todos
aquellos a los que les guste el helado de chocolate, vayan a ese lado de la habitación”.
Después se procede a desplazarse hacia las características de la agresión sexual, tal como
sucede cuando se dice: “todos los que recibieron la agresión por parte de un hombre, vayan a
este lado de la habitación”. Esto es como un procedimiento indirecto para demostrar a los
integrantes del grupo que todos los que se encuentran en la habitación comparten la
experiencia de abuso.
Se encontró que la música de rap es un medio útil para que los niños de
mayor edad expresen sus sentimientos acerca del abuso sexual. Los niños
pueden crear la música y el ritmo con sus cuerpos: el rap comercial es
por lo común iracundo, y habla acerca de realidades crudas, lo cual
motiva a los niños a hablar de sus duras realidades, de sus propias
experiencias; y el rap tiene la reputación de decir las letras indecibles (muchas de ellas
sexualizadas) que con frecuencia censura la sociedad. Los miembros del grupo de abuso
sexual han creado algunas canciones de rap inteligentes y pertinentes, con títulos como “Don’t
Éste es un procedimiento para hacer que los niños pongan en el lenguaje del cuerpo lo que
están sintiendo en el momento: “si tú fueras un animal ahora mismo, muéstrame cuál serías”.
Las instrucciones son las mismas que “Ilumina tu vida”(O’Connor, 1983), pero el niño recibe
la petición de colorear su experiencia sexual de abuso, más que su vida.
· Cartas para…
Las cartas al agresor sexual y al “padre no agresor” son las actividades grupales más
comunes. El autor ha hecho que los niños escriban cartas al abogado que defendió a su
agresor, a sus antiguos terapeutas y a sus padres, animales y parientes muertos que, de alguna
manera, estuvieron relacionados con sus experiencias de abuso sexual. Por lo común, estas
cartas se escriben fuera del grupo. El niño puede leerla en voz alta o seleccionar del mismo al
cual le gustaría leerle su carta. El objetivo de leer la cara es llevar al mundo “real” los
sentimientos reprimidos y negados por largo tempo.
Uno de los miembros del grupo es “la serpiente”. El mismo se tiende boca abajo sobre el
suelo. Los demás participantes colocan una mano sobre el cuerpo de la serpiente. La serpiente
grita “adelante” y comienza a deslizarse por sobre el piso, intentando alcanzar a los demás
integrantes, los cuales se encuentran parados. Cuando los alcanza, los demás jugadores deben
colocarse boca abajo a intentar ayudar a la serpiente original a alcanzar a los demás, hasta
que todo el grupo se convierta en serpientes.
Se han encontrado que las siguientes actividades y oficios son útiles durante la parte
correspondiente a las actividades dentro de la sesión grupal, para ayudar a los integrantes a
manejar conflictos correspondientes a su experiencia con el abuso sexual:
· Arcilla
La arcilla se puede aplastar, estirar, golpear y moldear par hacerla casi cualquier cosa. Esta
actividad es buena para la expresión de sentimientos.
· Dibujar
La ventaja obvia para esta variación de la carta al agresor es que todos – el niño, el terapeuta
y el agresor (si se decide que el mensaje ha de enviarse) – pueden, de manera real, percibir
cómo se siente el niño mientras pronuncia el mensaje.
· Desempeño de roles
Se trata de un proyecto de largo plazo que con frecuencia se deja a un lado antes de que se le
complete. Sin embargo, proporciona a los miembros del grupo la oportunidad de crear y tomar
el control del resultado de una experiencia de agresión sexual. La oportunidad para el
desempeño de roles, ensayos, direcciones de escena, hacer guiones e improvisar hace que este
proyecto esté lleno de posibilidades terapéuticas.
Dado que la mayoría de los niños víctimas de maltrato y negligencia tienen déficit de atención
y problemas en el control de impulsos, actúan automáticamente reprimiendo sentimientos
Objetivo: Generaliza el hecho de que la gente se enoja, ello permite la expresión verbal de
enojo del niño, así como la expresión kinestésica al final del juego.
· Casa de muñecas
Para un niño en terapia la casa de muñecas es muy importante, ya que convierte en un medio
de desahogo al vivenciar lo que vive en la realidad en casa con sus padres biológicos o
sustitutos. La casa de muñecas también tiene el enfoque de refugio, de aquello que en verdad
desea el niño en su hogar.
· Teléfono
· Trabajos de arcilla
Material: Arcilla y algunas herramientas para moldear, tabla para barro, palillos.
Indicaciones; El terapeuta le indica al niño que tome el material y realice un mundo de barro,
figuras, etc. No hay reglas de que es lo que puede crear. Si el niño requiere de otro material se
le debe indicar al niño para que tenga la confianza de tomarlo del salón de juegos. El
terapeuta utiliza técnicas apropiadas para facilitar el proceso del paciente, como el silencio o
2.3.3.-MALTRATO EMOCIONAL.
Murphy afirma que la entrevista facilita observar el contenido o sobre qué es el juego y la
forma cómo juega el niño. En tanto que el contenido dice qué es lo que lo perturba, la forma
indica que tanto se encuentra perturbado y el carácter de su proceso cognoscitivo, motor y
emocional, su variación y adecuación.
· Títeres
Se acomodan sobre el piso la gama de títeres, se le invita al niño a seleccionar lo mejor que le
parezca. Se le pide al niño que vaya detrás de un pequeño escenario o mesa y empiece la
historia “presentando a los personajes seleccionados”. Cuando el niño termina, se puede
ampliar el formato de la representación entrevistando al (los) títere (s), al titiritero o a ambos
para que produzcan asociaciones posteriores que permitan desenmarañar los diversos
significados de la historia.
“¿Qué tipo de arbusto eres?”. Se le pueden dar a oler las fragancias y que
seleccione una, ¿Eres chico? ¿Eres grande? ¿Eres ancho o delgado?
¿Tienes flores? ¿De qué tipo? ¿De qué color son? ¿Tienes muchas o poquitas? ¿Tienes hojas?
¿A qué se parecen? ¿Cómo son tus ramas? ¿Cómo son tus raíces? o posiblemente no tienes
ninguna. Y si son largas o derechas ¿Están torcidas? ¿Son profundas? ¿Tienes espinas? ¿En
dónde te encuentras plantado? ¿Qué hay a tu alrededor? ¿Quién te cuida? ¿Cómo es el clima
para ti ahora? Posteriormente se le pide que dibuje su árbol de rosas incluyendo el escenario
donde está, generosamente se le dice: “no te preocupes del dibujo no tiene que ser tu mejor
trabajo”. “Tu serás capaz de explicarlo”. A partir de ahí pregunta si el árbol se parece a él.
El terapeuta toma nota de lo que diga el niño, ya que le permitirá confrontarlo con su realidad
y así sacar sentimientos profundos y dolorosos para que se puedan sanar.
El maltrato infantil es un problema escondido en muchos países, debido a que no se cuenta con
datos ya que el tema está cargado de vergüenza y negación. No obstante el maltrato infantil es
un problema en los países tanto desarrollados como en desarrollo.
Este problema se presenta a lo largo y ancho de México, en donde cualquier niño sin importar
edad, sexo o condición socioeconómica puede ser víctima de maltrato infantil en cualquiera de
sus formas. Las estadísticas mundiales revelan que más del 60% de los niños que sufren
maltrato pertenecen a la edad escolar.
1. Elabora un dibujo sobre cómo fuiste maltratado en tu infancia y otro sobre cómo debió
ser la relación en tu hogar.
2. Construyan un periódico mural con todos los dibujos y al mural pongan el título “Qué
trato es posible” o cualquier otro que hable de dar amor y no golpes a la niñez.
EL TIGRILLO Y EL RATÓN
Según De Zubiria, 2005, el escenario afectivo en el que vivirán nuestros niños y niñas será
dramáticamente más complejo que el nuestro, lo cual dificultará significativamente la labor de
formarlos. Por lo menos el 35% de los niños y niñas crecerán con padres separados, vivirán
toda su vida mucho más solos, con menos hermanos, menos primos, tíos, hijos, sobrinos y
nietos. Alrededor del 50% se separará de su primer matrimonio y el 30% vivirá su vejez sin
una pareja. Un porcentaje significativo tomará medicamentos para la depresión desde los 30
años.
Las causas de este gigantesco fenómeno social son la disolución de la familia, el desempleo o el
exceso de trabajo al que se ven obligados los padres de familia del tercer mundo, el privilegio
de valores como el estatus, poder y reconocimiento social sobre la maternidad - paternidad, el
acceso de la mujer al mundo laboral, entre otros. Lo más importante y peligroso de este
fenómeno es su velocidad, de hecho, casi todos los cambios importantes: debilitamiento de las
familias nucleares y extensas, disminución de las redes de apoyo afectivo, la inversión de la
escala de valores, entre otros, han ocurrido tan sólo en las últimas dos décadas.
El maltrato a la niñez es un grave problema de salud pública, tanto por su magnitud como por el
dolor humano que representa. Constituye además una de las principales causas de la generación
y perpetuación de la violencia cotidiana.
Ojala que…
No insulte, no pegue…
Ojala es una palabra que repiten muchos niños, niñas y adolescentes que son víctimas de gritos,
insultos, golpes y abandono por parte de sus padres, maestros y adultos en general.
Maltrato es...
La palabra maltrato por sí sola dice mucho: mal-trato, un trato malo, habla de una relación
negativa, sin justicia, que ofende, que atropella los derechos, lastima y pisotea la dignidad, por
lo que se puede decir que maltrato es toda agresión que causa daño en el cuerpo, la mente y los
sentimientos.
Se sabe que el maltrato y la negligencia contra los niños se considera una disfunción de los
padres; las intervenciones terapéuticas instan a un cambio en el hogar primero, esto se da con
el tratamiento a los padres y la reubicación del niño en casas sustitutas; sin embargo, esto no es
suficiente para sanar las heridas emocionales del niño hacia el maltrato. En ocasiones el
separarlos de los padres provoca conductas irracionales y éstas se presentan en sus actividades
escolares y con diversos compañeros que vienen a alimentar soledad, fracaso y el rechazo de
los amigos.
A. INDICACIONES
Los niños que muestren perturbaciones emocionales son los candidatos ideales para la terapia
de juego diseñada para los niños víctimas de maltrato. Esta terapia da inicio cuando en el hogar
se han estabilizado las conductas agresivas por parte de los padres, lo cual confirma una línea
preventiva para que un nuevo maltrato se dé o continúe. Para los padres es muy difícil cambiar,
pueden dejar de golpear, sin embargo siguen utilizando al niño como “chivo expiatorio”,
debido a que éste no puede vivir para la identificación proyectiva que le asignaron. Si el menor
B. CONTRAINDICACIONES
Es importante hacer mención que la principal contraindicación para llevar a cabo la terapia de
juego con los padres es cuando éstos están expuestos a una ira tal, que es imposible de controlar
por ellos mismos y que puede provocar consecuencias graves hacia el niño que vivenció el
maltrato. A continuación se presenta un caso que permite analizar lo anterior.
CASO:
Peter, un niño de cinco años, fue referido por hiperactividad, ataques físicos a su madre y
compañeros del preescolar (como morder, dar puntapiés y jalar el cabello), y habilidades
deficientes en el lenguaje. Era hijo único de una mujer soltera y abandonada por el novio
cuando supo del embarazo.
La madre fue tratada con negligencia severa y utilizada como “chivo expiatorio” durante su
infancia y cuando tenía 14 años la corrieron de su casa. La culpan por haber disgustado a sus
padres y aunada a la ira por su rechazo, dieron paso a un patrón de relaciones interpersonales
altamente ambivalentes, hostiles, dependientes y violentas. Su autoimagen de una niña sin valor
se proyectó en su hijo, Peter, cuyos movimientos y cambios a partir de la infancia los veía y
sentía como hechos deliberadamente para lastimarla y desafiarla. Si él dormía, se sentía
ignorada y lo despertaba. Si lloraba, se sentía no amada. Cuando estaba enojada lo regañaba y
después lo golpeaba, o si su ira crecía, le cubría la cara con almohadas para
“asfixiarlo”. Cuando empezó a ir al jardín de niños, la maestra informó del
maltrato cuando Peter llegó al salón con un ojo morado.
Debido a que la madre parecía incapaz de separar sus propias necesidades emocionales de las
de su hijo, se recomendó la psicoterapia individual para ambos, administrada por terapeutas
diferentes. A pesar de que la madre accedió, se mostraba recelosa de las intenciones del
terapeuta del niño. Exigió saber en detalle lo que sucedió en la terapia de juego. Temía que su
hijo “mintiera” y fingiera ser un niño bueno, haciéndola quedar mal. Sus temores aumentaron
con rapidez hasta que perdió el control y golpeó severamente a Peter después de su tercera
sesión.
El caso de Peter demuestra que, para los niños cuyos padres no pueden tolerar ninguna
separación de sus hijos, la terapia individual puede aumentar el riesgo de maltrato, sin importar
si tienen lugar o no los cambios terapéuticos.
Se tiene como meta brindar el apoyo que le permita al niño fortalecerse para poder dominar las
innumerables perturbaciones recibidas a causa del maltrato y la negligencia, además de corregir
o prevenir alteraciones en el desarrollo psicosocial futuro. El juego es primordial y útil, pues la
mayoría de los niños expresan mejor sus sentimientos y fantasías más internas y al mismo
tiempo más rápido a través de la acción que da la verbalización. Se propone distanciar al niño
de los eventos que le fueron traumáticos al hacer uso de los materiales de
juego. Los niños tienen siempre presente que los adultos son en
verdad impredecibles y potencialmente peligrosos.
“Temor al ataque físico o abandono que conduce a la depresión y ansiedad. Esto dispara
defensa de agresión, desconfianza y problemas con el control de impulsos.
Mucho se dice que la terapia para los niños maltratados y tratados con negligencia no pueden
servirse de este medio para resolver sus conflictos. Estos niños presentan deficiencias en el
control de impulsos, prueba de realidad y relaciones objetales. Sin embargo, esto es un mito
pues cada una de las técnicas de la terapia de juego psicodinámica pueden modificarse según
las necesidades del niño. Se consideran las siguientes técnicas para conducir al niño en la
terapia de juego.
Ejemplo de un caso: Amy, de cuatro años, había estado en custodia durante tres meses de dos
episodios de maltrato físico que le causaron fracturas de cráneo y costillas. Amy asistió a
terapia por verbalización deficiente, aislamiento y llanto incontrolable cuando su madre
sustituta no estaba a la vista. Durante las dos primeras sesiones cortas de terapia, Amy no
toleraba que su madre sustituta se retirara. Sentada en sus piernas, ella veía los juguetes con
interés, pero no los tocaba, ni cuando su madre se los ofrecía. El terapeuta tomó algunos
llamándolos por su nombre *muñequita*, *silla*, etc., después los colocó cerca de Amy
sencillamente para ponerlos a su alcance. En la segunda sesión, Amy se dirigió a la mesa de
juego, tomó una pequeña muñeca, la miró intensamente, la agitó, olió y colocó en su boca tal
como un lactante examinaría un objeto nuevo. A medida que Amy se interesaba más en esto, su
madre pudo levantarse lentamente de la silla y caminar hacia la puerta sin ninguna señal de
pánico en Amy. En seguida el terapeuta colocó otra muñeca frente a ella, le dio un nombre y la
niña la cambió por la primera. En las sesiones subsiguientes identificó y aceptó más objetos.
Amy empezó a nombrarlos, imitando al terapeuta. Se sintió lo suficientemente a gusto para
tomar los juguetes que el terapeuta le ofrecía. El siguiente paso fue más fácil *introducir juego
concreto y sencillo*, por ejemplo, colocar la muñeca en una silla: “la muñeca se sienta en la
silla”, fue rápidamente imitado por Amy. Durante la octava sesión, súbitamente arrojó una
muñeca al piso, gritando: “muñequita mala”. Así fue el comienzo de la expresión de su propia
experiencia y percepción del maltrato mediante el juego imaginativo.
Garner (1979) señaló los riesgos de utilizar el alimento como sustituto del afecto, sin embargo,
se descubrió que al trabajar con responsabilidad terapéutica el niño obtiene valiosos beneficios.
Ejemplo de un caso: Wendy, de seis años, vivía en custodia desde seis meses atrás, asistió a
terapia debido a robos constantes de dulces en las tiendas, viajes nocturnos al refrigerador de
los padres sustitutos para tomar pan, carne o lo que pudiera encontrar para almacenarlo debajo
de la cama, en los cajones y en su mochila. La familia sustituta se encontraba muy alterada por
la conducta de Wendy, ya que le proporcionaban los alimentos regulares y la comida que le
gustaba.
Wendy había sido criada por dos padres alcohólicos quienes a menudo la descuidaban, no la
alimentaban y la mandaban a mendigar desde que tenía tres años. Cuando los vecinos
encontraron a Wendy sola en casa durante varios días y sus padres no aparecieron, la colocaron
en una casa sustituta. En terapia Wendy se presentó como una niña mandona, impulsiva y
contradictoria, que decía malas palabras, golpeaba la mesa y arrojaba los juguetes si no se
satisfacían sus deseos de inmediato. Toda su atención se centró en la charola de dulces. No
La terapia de juego con los niños neuróticos no maltratados, intenta recrear los conflictos desde
un fundamento sólido de fortaleza del ‘yo’. La regresión y la dependencia no se trabajan en
estos niños. La problemática que presentan los niños víctimas de maltrato y/o negligencia es
totalmente diferente, ya que, en el hogar esa dependencia no se vivió, por lo tanto no está
satisfecha y en terapia puede volcarse hacia el terapeuta y tiende a volverse abrumadora si se
abandona la postura inicial de distancia y desconfianza. Si se espera de ellos una independencia
temprana los riesgos que se corren serán para el menor de rechazo. Estos se presentan como
maduros, autónomos y competentes, inician tomando responsabilidades en el hogar como el
aseo, el cuidado de los hermanos, trabajan en hacer sentir bien a los padres. El menor hace
cambio de roles al asumir las responsabilidades de los padres y se va adaptando a los nuevos
papeles que asumió. Lo anterior trae como consecuencias un grave desarrollo del yo.
Ejemplo de un caso: Liza de ocho años, fue referida por insomnio, pesadillas frecuentes,
ensoñaciones excesivas, poco rendimiento escolar y aislamiento. No tenía amigos, afirmando
que sentía miedo porque sus compañeros querían lastimarla. Su madre la maltrataba con
golpizas frecuentes que le dejaron marcas, pero sin fracturas. A pesar de que las golpizas se
suspendieron hacía un año, después de que la madre empezó a recibir ayuda de los Chile
Protective Services, sus opiniones sobre Liza como “una niña llorona, tonta y obstinada”, no
habían cambiado y continuaba con el maltrato verbal. La madre pasaba mucho tiempo en cama
con quejas hipocondríacas, en tanto que Liza se hacía cargo de la casa y de su hermana de seis
años. El padre, quien según informes, llevaba una buena relación con su hija, se encontraba
muy poco en casa, por viajes de negocios.
Después de haber analizado las técnicas para introducir al niño víctima de maltrato y
negligencia a la terapia de juego, se abordará el proceso del tratamiento, el cual se desarrolla en
cuatro fases.
Fase III: Comprobación de relaciones reales, desarrollo del control de impulsos y autoestima.
A continuación se presenta un caso que denota estas cuatro fases. Más adelante se considerarán
los problemas que se suscitan en el trabajo con estos niños.
Ejemplo de un caso: Denny de siete años, fue referido por su familia sustituta por conductas
extrañas -hablar con amigos imaginarios- y violentas explosiones de ira en las que arrojaba lo
que tuviera a su alcance, orinarse en la cama e incapacidad para relacionarse con sus
compañeros de escuela.
Denny era el menor de tres hijos de una drogadicta y un alcohólico que golpeaba a su esposa,
no así a los niños. Debido a la situación matrimonial tan dura, la madre trató de abortar a
Denny cuando estaba embarazada; poco después de su nacimiento, ella intentó suicidarse. La
madre fue hija de padres alcohólicos que la maltrataban físicamente. Después de recuperarse de
la depresión, ella cuidó a Denny hasta que cumplió cuatro años. Lo describió como un lactante
muy irritable que lloraba en las noches, melindroso para comer y no tenía el peso adecuado.
Cuando empezaba a caminar, hacía berrinches lastimándose al golpearse la cabeza. Su
desarrollo motor estaba por debajo de lo normal y empezó a hablar hasta los tres años,
utilizando palabras sueltas. Cuando tenía tres años y medio, su madre se divorció. En un ataque
©2008 Centro de Especialidades en Desarrollo y Educación Página 73
de depresión se cortó las muñecas frente a los niños y estranguló a Denny hasta que se puso
azul. El incidente permaneció desconocido para las autoridades. Cuando Denny cumplió cuatro
años, la madre solicitó ayuda psiquiátrica para el niño, ya que sus conductas “raras” y
destructivas se volvieron incontrolables. Se recomendó un tratamiento interno para el niño, a
quien se diagnosticó como esquizofrénico. Con sorpresa, se descubrió que la madre era
básicamente cariñosa, experimentaba una considerable culpa por sus percepciones negativas de
Denny, culpándose por haberle causado su “enfermedad mental”. El estilo de personalidad de la
madre era dependiente y emocionalmente lábil y el mantenimiento de su casa y relaciones
interpersonales eran caóticos.
Al permanecer internado durante tres años, Denny aprendió habilidades básicas de autoayuda y
desarrolló un habla con alto significado de comunicaciones sencillas con adultos; los ataques
agresivos diarios a los niños más pequeños se redujeron a pocas ocasiones y por lo general
ocurrían cuando Denny estaba confundido o temeroso en alguna actividad de grupo no
estructurada con compañeros. Cuando se encontraba tenso, se aislaba en un mundo fantástico
de naves espaciales y animales, pero muy rara vez de personas.
Con la cooperación de su madre, se colocó a Denny en un hogar sustituto cuando fue capaz de
relacionarse con los adultos. Se recomendó psicoterapia posterior. Su diagnóstico de alta fue
“Trastorno límite”.
Denny tardó tres meses con una sesión semanal, para establecer una relación superficial con el
terapeuta. A pesar de que no tuvo dificultad desde el comienzo para separarse de sus padres
sustitutos, ignoraba y evitaba al terapeuta en el salón de juegos, llamándolo únicamente cuando
necesitaba un juguete o un crayón. Hacía dibujos repetitivos de hombres espaciales que siempre
estaban en guerra. Si el terapeuta trataba de hacer conversación sobre sus dibujos, se levantaba,
extendía los brazos para mantener su distancia de aquél y empezaba a hablar con un amigo
Talo, un monstruo feroz de papel que realizó Denny, causó desastres en la ciudad. Escupía
fuego, provocaba terremotos terribles o arrojaba bombas nucleares, destruyendo casas y
matando gente indefensa una y otra vez. Talo siempre se mantenía a una distancia segura de las
represalias, que tenían la forma de cohetes que el terapeuta colocó en la ciudad. La destrucción
fue tan escandalosa cuando Denny gritaba y se reía histéricamente de todos los muertos, al
grado que otras personas en los diversos consultorios comenzaron a protestar. El terapeuta
empezó a preocuparse de que Denny pudiera descompensarse en un episodio sicótico; sin
embargo, trató de estructurar las cosas para que contuvieran el fuego fantástico dentro del
consultorio. Cinco minutos antes de finalizar la sesión, introdujo el “tiempo plática’ apropiado
para un niño de ocho años (en tanto que los juegos eran para uno de dos años). Estas dos edades
reflejaron partes de Denny, la forma en que sentía en ocasiones diferentes. Esto lo ayudó a que
se reconstituyera rápidamente, el terapeuta, conociendo el terror de Denny, su temor a la
violencia y a la aniquilación, empezó a tomar el papel de un niño muñeco que sentía pánico por
los ataques de Talo. El niño quería un amigo fuerte que lo protegiera. Denny tomó la
sugerencia y Talo y el niño “Andy” se aliaron. A pesar de estar equipado con los padres
mágicos de Talo, Andy también era un niño humano así que podría entrar a la ciudad
disfrazado.
Andy, ahora con el poder de Talo, era muy hábil y sofisticado en sus ataques. Encantaba a la
gente en la ciudad diciendo “¿Cómo estás? ¡Espero que estés bien!” y después les destrozaba
la cabeza. Empezó a diferenciar a las personas, algunos que estaban “bien” -enviándolos a la
cárcel por su propia seguridad- y “personas en las que no podía confiar”. Separó a una mujer
muñeca, quien se aproximaba a Andy con un abrazo seductor, le decía que lo amaba y en el
proceso lo estrangulaba hasta la muerte. (Esto fue una réplica exacta de lo que sucedió cuando
Andy tenía tres años). Andy luchó y trató de matarla en defensa propia. Esta escena se repitió
varias semanas: mientras Andy se ahogaba, el terapeuta le decía que gritara “detente” en lugar
de matarla en el momento, para saber si ella podía escuchar. En forma gradual, Andy se volvió
más y más expresivo. Por ejemplo decía: “detente me asustas, duele”, después, la mujer se
disculpaba y apartaba. El terapeuta continuó evitando cualquier referencia directa a la madre de
Denny. La experiencia permaneció en reemplazo para que el niño no reaccionara con
suspensión y terminación del juego. Una vez que Denny dominó su temor al ataque a través de
Andy, el juego de la casa de muñecas se hizo más relajado y se trató con actividades más
comunes como visitas familiares al restaurante, ir a la escuela e incluso aprender.
El final de esta etapa se dio cuando Denny anunció que ya estaba cansado de estos ‘juegos para
niños de dos años’. Quiso aprender a jugar ajedrez. En este momento los padres sustitutos y la
maestra de la escuela (Denny asistía a una clase para niños emocionalmente incapacitados)
informaron que las conductas extrañas de Denny casi habían cesado. Aún se apartaba en
ensoñaciones en situaciones sociales confusas, pero imitaba entusiastamente las conductas y
actitudes adultas.
Denny aprendió los movimientos de las diferentes piezas del ajedrez muy rápidamente. A pesar
de que por lo general éste no se utiliza en la terapia de juego, se pensó que era importante estar
de acuerdo con la elección de Denny de un nuevo juego y nivel de funcionamiento. Desde
luego, el nuevo aspecto de este juego era que Denny tenía que interactuar con el terapeuta en
forma directa. Era impaciente y necesitaba ganar a toda costa, cambiando las reglas y haciendo
trampa abiertamente. Tenía sed de elogios y era hipersensible a la crítica, arrojaba el juego de
la mesa si el terapeuta trataba de enseñarle un mejor movimiento. Éste no retaba a Denny con el
fin de mantener su interés en el juego y por supuesto, cada vez que perdía causaba gran
beneplácito en Denny. Llamaba al terapeuta “tonto” y “retrasado”. Pero sólo proyectaba sus
propios sentimientos de inadecuación (o insuficiencia). Al mismo tiempo, preguntaba
seriamente si había lastimado los sentimientos del terapeuta. Se preguntaba si él no lo “odiaba”
como su madre cuando era “malo”.
La incapacidad para integrar los aspectos buenos y malos del autoconcepto, es algo muy común
en los niños maltratados, esta “grieta” entre los sentimientos buenos o malos sobre la propia
persona se proyecta en los demás. Si Denny se sentía bueno, el terapeuta era un amigo, si se
sentía malo, se volvía un enemigo. Mediante el ajedrez, el terapeuta pudo modelar y demostrar
el aprendizaje a partir de errores, que el perder era frustrante pero no “malo”, que ciertos actos
pueden ser “tontos o insulsos”, pero que eso no hace a la persona odiosa y que se pueden herir
los sentimientos, pero que eso no significa rechazo. Hasta ahora, la relación del niño con el
terapeuta se volvió lo suficientemente importante para él como para empezar a asimilar algunas
de sus actividades. Al obtener más gradualmente su autoconfianza, Denny fue capaz de
posponer la gratificación. Empezó a reconciliar e integrar sentimientos complejos sobre sí
mismo y de otros, y pudo valorar mejor las relaciones sociales. En esta etapa de la terapia, el
juego perdió algo de su significado y el habla prevaleció. Por primera vez habló de la
importancia de los amigos. Pudo verbalizar la decepción y el dolor cuando lo provocaban, pero
también tomó conciencia de que los hacía enojar si los insultaba, y esto era algo que estaba en
su poder para cambiar. Durante el catorceavo mes de terapia, Denny se sintió lo
suficientemente seguro para hablar de su madre, a quien visitaba en forma regular. Mencionó
haberle dicho que “dejara de ser tan débil y de llorar todo el tiempo”. Cuando ella le contestó:
A. REACCIONES POSTRAUMÁTICAS
Los niños maltratados son aquellos que reciben golpes que les
duelen, pero además los reciben en un contexto de terror y
desprotección donde las relaciones de poder son
En este tipo de ambiente, los niños viven casi de forma permanente en un clima de extrema
inseguridad e indefensión, donde repentinamente emergen momentos de terror intensos
provocados por las reacciones imprevisibles de alguno de los padres violentos o por la
proximidad del momento en el que el niño sabe que va a recibir un golpe (Foncerrada, 1982).
Los niños que están expuestos al constante maltrato por parte de sus padres, se dan cuenta que
ese tipo de interacción es la principal relación que conocen. Este tipo de relación lo conduce al
sadomasoquismo. Otros niños se vuelven duros, violentos con la única finalidad de
identificación con su agresor (los padres).
Es conveniente mencionar que los niños que forman parte de la terapia de juego
experimentarán temor de ser agredidos o abandonados por el terapeuta así como lo hicieron los
padres. El terapeuta se encargará de transmitirle al niño que su estancia en la sala de juegos será
de respeto y no agresión y que puede expresarse con libertad.
Ejemplo de un caso: John, un niño de nueve años quien fue severamente maltratado por su
padre alcohólico en forma periódica desde que tenía dos años, finalmente fue ubicado en la
casa de su abuela materna cuando uno de los ataques de su padre se fracturó un brazo. Su
Durante los dos meses siguientes, el juego de destrucción de gente continuó, las figuras eran
mutiladas, asesinadas y quemadas, las llamaba “cosas estúpidas”. Al separar a los fuertes de
los débiles, John eligió una figura masculina adulta (el padre), y la de un niño (él), como los
agresores, las víctimas eran niños, las mujeres eran observadores pasivos. John,
identificándose con su padre, procedió a representar los incidentes reales de la casa. Siguió
seleccionando el papel del atacante, pero la víctima con el brazo roto también parecía ser él.
Con la ayuda del terapeuta, John empezó a verbalizar los sentimientos tanto del agresor como
de la víctima. El agresor era “loco”, “fuerte” y “malo”; la víctima era “tonto” y “miedoso” y
“en el fondo muy enojado”. Los sentimientos de vulnerabilidad de John salieron a la superficie
cuando la figura del padre cambió su ataque hacia su aliado -el niño-. Cuando el terapeuta
señaló que el niño debía sentirse muy asustado y engañado, John estaba muy ansioso, no quiso
regresar a la terapia y acusaba al terapeuta de querer lastimarlo. Transferir sobre el terapeuta
la imagen de los padres es común en el proceso terapéutico. Pero aunque el terapeuta no podía
prometerle a John una conducta segura de sus padres, sí podía asegurarle que se encontraba
protegido de violencia dentro del consultorio, y lo más importante, dentro de éste era seguro
expresar los sentimientos temerosos de ira, temor, inseguridad y tristeza por la pérdida de su
padre.
Las personas que presentan el estilo de Apego Ansioso – Ambivalente constantemente están
lidiando con las amenazas y así minimizan la distancia entre ellas y las figuras de apego. Por
otro lado, maximizan las bases seguras que esas figuras les proveen. Estas personas suelen
sobrecargar su sistema de apego con intención de ganarse el cariño de los demás, aferrándose y
vigilándolos para así, controlar su comportamiento. Esta forma de actuar prevalece con una
gran ansiedad enfocada al apego y por las señales de amenaza ligadas a éste, (Bowlby, 1989;
Shaver y hazan, 1993).
Los padres maltratadores poseen un fuerte apego ambivalente, hostil y además de dependencia
con sus hijos (Gladston, 1979). Se anhela que el niño supla cada una de las necesidades
emocionales que el padre no logró, son seres que no reconocen la ambivalencia que contienen,
lastiman física y emocionalmente al niño ante la incapacidad de lograr sus propósitos. Cuando
el niño se confronta consigo mismo al ver que no suplió las expectativas de sus padres,
incorpora una imagen de “maldad” y un deseo inmenso de agradar y al no lograrlo surge la
frustración ante el rechazo inevitable. Para el niño vienen consecuencias lamentables como
“ansiedad, depresión, baja autoestima y relaciones objetales dependientes y
ambivalentes”.Green (1978) señala, que tanto la negación, la proyección y en especial la
escisión, hacen que el niño, viva la fantasía de tener un buen padre.
La imagen que proyecta de “maldad” es hacia ellos mismos y hacia otras personas, las personas
que son parte del mundo son consideradas para él, totalmente buenas o totalmente malas. Esta
“escisión” los previene de integrar aspectos amorosos y odiosos de sí mismos y los demás.
También interfiere en el análisis que el niño pueda hacer de la conducta que presentan sus
padres, él mismo y los demás de forma realista.
En las primeras sesiones de terapia de juego como ya se indicó, se trabaja el dominio de las
reacciones traumáticas, una vez controladas, se deben aumentar los sentimientos de
autovaloración del niño. “Las habilidades para enfrentarse en forma madura contra la depresión
y ansiedad y un sentido más fuerte de identidad, separada de los defectos y expectativas
distorsionadas de los padres, se desarrollan mediante la solución de la tendencia arreglada de
Ejemplo de un caso: Albert de ocho años, fue referido después de cortarse los brazos con una
navaja, gritando que quería estar muerto. Desde que tenía tres años, había sido golpeado
varias veces por el padre, quien se expresaba de él como “retrasado”. Cuando Albert tenía
siete años, dos de sus hermanas menores acusaron al padre de abuso sexual. Éste negó el
cargo afirmando que Albert era el “violador”; dijo en la escuela y en el vecindario que se
cuidaran de su hijo -era maniático sexual-. Tres meses antes de ser referido, mientras estaba
siendo golpeado por su padre, lo había amenazado con “matarlo” con una navaja. Un mes
más tarde su padre murió de una enfermedad de los riñones. Desde entonces, Albert se
llamaba a sí mismo asesino. A pesar de que su madre le aseguró que él no había causado la
muerte de su padre, sufrió una grave depresión. En la escuela describían a Albert como
solitario, con rabietas explosivas ante la menor provocación. Lo suspendieron en dos
ocasiones por lastimar a otros niños.
Durante las primeras sesiones de terapia, Albert estuvo virtualmente mudo. Repetidamente
acomodada bloques y los arrojaba sobre los muñecos que había colocado tras ellos. Si no se
cubrían por completo, arrojaba mas bloques sobre ellos. El terapeuta estaba molesto porque
no podía provocar verbalizaciones en el niño y comentó que la escena parecía un cementerio.
Albert respondió: “Eso es. Ahí es donde deben estar los asesinos”. Entonces, Albert lo miró
súbitamente y preguntó, “¿me vas a matar?”. Albert no creía que no existiera un complot
secreto, de que nadie sería lastimado en el consultorio. Una y otra vez buscaba armas y
acusaba al terapeuta de tener rayos mortíferos en su reloj. Albert identificaba al terapeuta con
su poderoso y temido padre, y también proyectaba sus impulsos asesinos en él, dando por
resultado un temor y una necesidad simultánea de ser castigado o “asesinado”. Albert se
volvió cada vez más provocativo, interpretando las respuestas pacíficas del terapeuta como
rechazo, hasta que en una sesión, preguntó desesperado: “Si me quieres, ¿Por qué no me
matas?”. Subsiguientemente, en el juego, el terapeuta empezó a aclarar y diferenciar los
sentimientos confusos y conflictivos de Albert. Entonces, tomó el papel de un niño malo al que
necesitaban poner en prisión y dispararle. El terapeuta tradujo estos deseos y sentimientos en
palabras. “El desear matar” se iguala con un sentimiento de ser “malo, tan malo que se desea
asesinar a alguien”. Sin embargo, el terapeuta era un adulto que podía contener tal impulso.
Durante la etapa final de la terapia (en el segundo año), Albert quería juegos competitivos
como las damas. La agresión se canalizó en la competencia, el ganar o perder en lugar de
asesinar o ser asesinado fueron experiencias totalmente nuevas para él. Al mismo tiempo,
empezó a expresar tristeza porque su padre nunca había jugado con él. Se dio cuenta que él
fue diferente de otros padres ¡Era injusto! Pero no podía cambiar nada. Empezó a ver su
padre como una persona que tuvo problemas propios que no le permitieron ser feliz, y que la
forma en que trataba a su hijo era más bien el resultado de sus problemas y no algo que Albert
hubiera hecho.
Seis meses después de terminar la terapia, Albert iba bien en la escuela, tenía algunos buenos
amigos y ya no se peleaba constantemente.
Los padres negligentes, carecen de amor, por lo cual son incapaces de “dotar al niño con un
valor personal”. Este tipo de niños está expuesto a una falta de atención, a un retraso en su
desarrollo, a desórdenes alimenticios, a problemas graves en los afectos interpersonales y están
llenos de apatía.
La relación dentro de la sala de juegos con el terapeuta puede llevar un tiempo indeterminado
por la poca responsiva del niño. En el caso de Wendy el uso de dulces permitió su
participación. El niño va a mostrar una gran resistencia o incluso se va a aislar, hay un dolor y
temor hacia el abandono. Tienden a manipular ante el abandono que pueda suscitarse por parte
del terapeuta.
Para que se dé una verdadera alianza terapéutica, la relación debe ser segura y real, a tal grado
que para el niño se vuelva tan importante que decida dejar de lado sus temores de abandono.
Las primeras sesiones de juego deben ser planeadas con el único fin de adentrar al niño al
Existe una gran cantidad de niños maltratados que caen en los hospitales
por los múltiples golpes que recibieron por parte de los padres, otros son
ubicados en hogares sustitutos porque la situación en el hogar no es segura.
Los cambios que experimentan estos niños tienen graves consecuencias
psicológicas, tienden a sufrir ansiedad, depresión y hasta culpa por ser
separados de la familia. Se sienten castigados, rechazados y lo que es más
confirman su “maldad”.
Estos puntos deben trabajarse dentro de las sesiones de terapia y así ayudar al niño a ajustarse a
su nueva vida.
Ejemplo de un caso: Mark, un niño de cinco años, fue referido a terapia porque no se
adaptaba a su hogar sustituto, a pesar de que había estado
bien en un tratamiento interno después de tres meses de
ubicación ahí. La corte lo separó de su madre después de
que ésta trató de apuñalarlo. La madre fue diagnosticada
como esquizofrénica crónica y se encontraba siguiendo la
orden alucinatoria de “deshacerse del diablo”. Durante su
estancia en el tratamiento interno, Mark, un niño
extremadamente brillante y verbal, había representado el incidente y al parecer había
aceptado que su madre estaba “loca”. Se negó a verla y estaba deseoso de vivir con sus padres
sustitutos, a quienes había conocido mientras se encontraba en el programa interno. Pero una
vez en el hogar sustituto, empezó a orinarse en la cama, robar comida y dinero y hacer
rabietas. Con frecuencia se apartaba durante horas sin razón. Los padres sustitutos indicaron
que quizá no podrían quedarse con él si continuaba su conducta, así que lo llevaron a terapia
de juego.
En terapia se tuvieron que reconocer los sentimientos de temor de Mark de no tener un control
real de su futuro, y al mismo tiempo debían sugerirse mejores habilidades para enfrentar su
aflicción. En vez de aislarse únicamente en fantasías, pudo desarrollar habilidades adecuadas
a la edad en juegos, deportes y en hacer amigos, si sólo pudiera confiar en su capacidad para
aprender a ser un verdadero niño de cinco años.
Otro de los temas principales de la terapia fue la necesidad de Mark de autocastigo, la que
perpetuaba con provocaciones pasivo – agresivas en el hogar sustituto. Pensaban que lo
habían apuñalado y retirado porque era “malo como el diablo”. En tanto en la conversación
directa se negaba a hablar de su madre, su juego revelaba culpa por la pérdida de ella.
Empezó un día cuando decidió casarse en su ‘castillo’. La novia era la imagen de su madre.
Un día el esposo fue al cine para “divertirse” sin decirle a su esposa. Ella estaba muy enojada
y cuando él regresó a casa lo apuñaló con una navaja y le dijo que la había lastimado
gravemente y que nunca debía volver a dejarla.
Se hizo evidente que la propia tendencia del desarrollo de Mark hacia la autonomía era
conflictiva con el apego simbiótico de su madre con él. Se tuvieron que ofrecer nuevas
soluciones para ayudar a que Mark saliera de este dilema. El terapeuta cambió en forma
gradual los papeles de esposo y esposa a los reales - una madre mentalmente enferma- y su
hijo. Debido a que la madre estaba enferma, no podía cuidar a Mark, aunque lo amaba. La
decisión de que Mark viviera en un hogar sustituto la tomó un juez, quien, “tiene poder de
decisión en la gente pequeña”, y no tenía nada que ver con lo que Mark era o había hecho.
Después de doce meses de terapia, Mark pudo escribir cartas a su madre, diciéndole que la
E. REACCIONES DE CONTRATRANSFERENCIA
Cuando el terapeuta tiene a su cargo a niños víctimas de maltrato o negligencia debe trabajar
con los sentimientos y las reacciones que de alguna manera puedan interferir en el proceso
terapéutico. En las primeras sesiones el terapeuta sin ser consciente se sobreidentifica con el
paciente, esto se da más rápido, cuando el terapeuta ha tenido escasa relación con los padres del
niño. De antemano existe cierto desprecio hacia aquellos que maltratan a sus hijos, esta
reacción puede provocar en el niño fantasías que nada tienen que ver con las necesidades reales
del niño, además pueden romperse los únicos vínculos positivos que existan entre el niño y los
padres. Cuando el terapeuta intenta ser para el niño un mejor padre, crea en él sentimientos de
confusión, ansiedad y recibe un mensaje que lo desvanece: “las personas más significativas en
su vida – sus padres – de quienes es parte, son malos”.
Este tipo de niños tiende a vivenciar juegos con temas de violencia, si el terapeuta tiene
problemas con la agresión y teme perder el control, proyectará en el niño una representación
del ciclo maltrato y rechazo.
Durante el proceso de las sesiones de juego, el terapeuta se siente satisfecho por los cambios
positivos en el niño, puede presentar graves dificultades conforme se llegue el final de la
terapia al perder la relación tan estrecha que tiene con el niño, y no sólo eso, estropeará las
habilidades ganadas a la hora de relacionarse más estrechamente en su entorno cotidiano.
Para que el terapeuta no sea parte negativa en el tratamiento del niño se sugiere que se discuta
el caso con diferentes colegas; esto hace que el terapeuta explaye sus sentimientos y asimismo
sea ayudado a reconocer las limitaciones que tiene en su participación en el proceso terapéutico
con niños maltratados y sus familias.
En forma similar Green (1978), informó que 15 de cada 16 niños en terapia, cuando menos
durante nueve meses, exhibían mejoras significativas en el control de impulsos, funcionamiento
cognoscitivo y relaciones objetales. Menciona que el pronóstico empeoraba si el niño era
pequeño al principio del maltrato. Descubrió que las desviaciones en el desarrollo y el grado de
sicopatología eran más graves en estos niños que en los que habían sido maltratados en una
edad posterior.
§ Alimentación
§ Terminación
§ Reacciones postraumáticas
Es importante que el terapeuta aprenda a sintonizar con aquella que llamamos “lógica” de la
terapia. Comparando esta última con un partido de futbol, el capitán,
que dirige, deberá captar con un vistazo lo que sucede en el campo y
deducir la oportunidad para un determinado pase o bien que la pelota
salga por el fondo, o también arriesgarse a un saque de esquina, con tal
de bloquear de inmediato acciones peligrosas. Aquí hay un instinto al
responder que ha desarrollado el capitán para beneficio del equipo.
Fuera de toda metáfora, en todas las terapias sucede algo similar y,
sobre todo, en aquellas, como en los casos de abuso sexual, en que las
emergencias psíquicas están a la orden del día
El terapeuta se entrenará en estas áreas porque se enfrentará ante hechos horribles y con
personas terriblemente desvastadas, por lo que hay que dominar las emociones.
LA VÍCTIMA
En todas las circunstancias en que un niño se ve privado de los cuidados que le son necesarios a
esa tierna edad o los ve sustituidos por hostilidades o perversiones, quedará dentro de él una
candente pregunta sobre el por qué eso puede haberle tocado precisamente a él: pregunta a la
que a menudo buscará respuesta durante toda su vida. Sin embargo, se puede afirmar que el
abuso sexual, entre todas las formas de perjuicio, es la que más estrecha a la víctima en una
opresión psicológica que repercute en el plano personal.
Mientras se puede sintetizar el pensamiento del niño maltratado o desatendido en la frase, que
ya hiere a fondo: “No me quieren porque no valgo nada” (Blassel, 1992), se puede sintetizar el
de la pequeña víctima de abusos sexuales como: “Me quieren porque no valgo nada”, es decir,
“porque siendo de entrada despreciable soy el sujeto adecuado para la elección perversa de mi
perseguidor”. Esta predestinación, además, es a menudo vivida por el niño como el fruto de
alguna iniciativa propia equivocada, aunque no inherente a la relación con el agresor, que ha
arruinado su originaria “bondad” o inocencia.
El primer y obvio efecto del secreto es permitir que el abuso empiece y se prolongue en el
tiempo sin que se susciten aquellas intervenciones externas que le pondrían fin. El niño al verse
obligado tanto por impulsos externos como internos al secreto, y aún más si advierte
confusamente que hay algo peculiar en aquello que le sucede, no tendrá la posibilidad de
mentalizar juicios, estados de ánimo o sensaciones personales.
El secreto se configura como una barrera que impide incluso mirarse a sí mismo y comunicarse
al respecto, es un poderoso atentado a las relaciones. Para el niño poseedor del secreto deriva
un vaciamiento de las relaciones (aquellas con los potenciales protectores), en las que no puede
ser volcada la comunicación más importante, y un reforzamiento cada vez mayor de la relación
(con el agresor).
Aún más doloroso es para los padres sentirse aplastados por una
inadecuación oscuramente culpable hacia los hijos victimizados,
que puede a veces cegarlos en cuanto a la desesperada necesidad
que éstos todavía tienen de encontrar en ellos seguridad y
contención, pero aún antes cercanía física y afectiva, aunque el
padre no sea “el mejor posible”. La depresión y la impotencia
también crean distancia dentro de la relación que más que
ninguna otra debería estar libre de ella, para expresar valores de contención, protección y
cuidado. A veces en el esfuerzo humano, de darse una razón de lo impensable (y por más que
los periódicos citen como frecuentes las situaciones de abuso, nadie piensa de verdad: “podría
ocurrirme a mí,”) se buscan los motivos de una especie de venganza del destino por alguna
culpa precedente. A veces problemas relacionales que no han sido del todo superados se
reactivan, creando enemistades y distancias allí donde habría tanta más necesidad de apoyo
EL RECHAZO.
La violencia de los sentimientos vividos por las víctimas de abuso sexual provoca reacciones de
rechazo de la conciencia del abuso. En el fondo, volver a una niebla que permita el beneficio de
la duda es, en principio, mil veces preferible que aquella tremenda certeza.
Si al adulto protector le queda valor tendrá que seguir su camino y tratar de reparar los daños
para darle sentido a su vida, para ello tiene tareas indispensables que afrontar como lo es la
familia.
Cuando se hace la denuncia del delito por abuso sexual existen serios riesgos. Se trata de
eventos que a menudo ponen a dura prueba a todos aquellos que se ven involucrados y que, en
particular, pueden exigir enormes energías precisamente al adulto protector, sea en la tarea de
acompañar a la víctima, sea el tener que ponerse a prueba con la carga
de testimoniar en condiciones a menudo difíciles, en las que siente
converger sobre sí mismo dudas y hostilidades que pueden herirlo
profundamente, añadiendo dolor al dolor.
EL AGRESOR
LA NEGACIÓN
FALTA DE EMPATÍA
Dice Felicity de Zulueta en su hermoso libro Fromm Pain ti Violence (1993) que la empatía se
aprende dentro de los procesos primarios de apego: la posibilidad de sentir que otros han
sintonizado en la longitud de onda de sus fundamentales necesidades de supervivencia física y
afectiva permite al niño dar a otros, convertido en adulto, la prueba de que sabe reconocer en
ellos emociones similares a las propias. Comprenderse el uno al otro, no sentirse solos, darse
mutuo consuelo y acogida son las consecuencias de esta preciosa facultad, tan importante para
establecer relaciones satisfactorias.
Es difícil reconocer con claridad los motivos por los que esta capacidad está tan vistosamente
ausente en los agresores: no es posible para todos remontarse a eventos familiares de algún
modo traumáticos que puedan haber secado esa fuente. Esta profunda carencia conforma la
conducta de los agresores.
LA ASUNCIÓN DE RESPONSABILIDADES
La pasividad es otro mecanismo que puede tomar la forma tanto de una sumisión a
intervenciones reguladoras de la conducta, como de la búsqueda de un super yo exterior, que
introduzca los pensamientos *adecuados*. Se puede correr el riesgo de que el agresor se
muestre impermeable a la evidencia de que el único camino para un cambio real es retomar las
riendas de las propias vivencias y comportamientos y, por tanto, un nuevo acuerdo que rija las
Por último, parece que el agresor no sabe cómo situar el hecho innegable y muy preocupante,
de que es atraído sexualmente por los niños.
En la familia: Mientras que el adulto protector siente que el mundo familiar se ha derrumbado
irremediablemente, el agresor a menudo se comporta como si pensara que puede continuar
como antes, si no estuviera la oposición de algún otro. El mundo al revés podría aguantarse:
basta quitar para el futuro el “lunar” constituido por el abuso. Sus consecuencias en el presente
y en el pasado pueden ser remediadas a través de la solicitud de perdón y de la promesa de que
nunca jamás volverá a ocurrir.
Forma parte del proceso de asunción de responsabilidad ser alcanzado al menos por este “baño
de realidad”. Además porque se piensa en el tratamiento, se puede requerir a quien tiene más
recursos que dé los pasos necesarios para que la relación terapéutica, en un sincero esfuerzo de
reparar y reconstruir, nazca con plena conciencia de todas las facetas del problema que hay que
afrontar.
A continuación se presentan los puntos clave para el tratamiento de cada una de las necesidades
expuestas anteriormente. Se intentará ilustrar las intervenciones que son útiles en estas áreas
problemáticas de abuso sexual.
Se trata de entender cuáles son los puntos débiles del sistema defensivo que lleva a la negación
(sistema nefasto, en tanto precipita en la catástrofe del propio mundo de los afectos al menor
Una actitud empática y firme del terapeuta frente a las defensas de negación puede constituir
para el paciente la experiencia útil de sentirse mirado, sin miedo y sin merma de interés, por
aquello que es, al menos fugazmente experiencia que, íntimamente, no puede más que
construir, aunque no se vean resultados aparentes. Es lícito y oportuno racionalizar poco a poco
los temores que detienen el abandono de tales defensas, poniéndolos al descubierto y
traduciéndolos en palabras, observaciones, reflexiones y expresiones de sentimientos con el fin
de presentar al paciente nuevas soluciones a los nudos problemáticos que ve en un primer
momento insuperable.
El primer nudo está constituido por el temor de acercarse a la hipótesis del abuso como tal: no
puede ser ni siquiera mirada, para entender mejor sus detalles. Por el contrario, es expulsada de
la conciencia de manera masiva, porque induce malestar.
El siguiente paso es recorrer con seriedad la hipótesis de que la sospecha de abuso sexual
derive de un malentendido, es decir, haya nacido de una interpretación equivocada de
comportamientos y circunstancias: equivocada porque está cargada de sentimientos que pueden
alterar su percepción o está distorsionada por procesos cognitivos inadecuados. Para el adulto
que no ha cometido el abuso, pero le cuesta creerlo y convertirse en protector para la víctima, la
intervención apuntará a afrontar aquella hipótesis por estadios sucesivos, sometiendo al examen
de la lógica y de las informaciones de primera mano que provengan del conocimiento de la
víctima las explicaciones elaboradas poco a poco por el paciente, en alternativa a la de un
trauma real, con el fin de evitar con el dolor y la revolución comportados por la toma de
conciencia del abuso. Para quien, en cambio lo ha cometido, se intentará alcanzar al menos dos
objetivos. En primer lugar, se dará prueba de comunicar con transparencia el método de
razonamiento diagnóstico de los psicólogos, construyendo un terreno interactivo de respeto
mutuo, aunque no se oculte la realidad de encontrarse en frentes de convencimientos opuestos
sobre la realidad del abuso. En segundo lugar, incluso una puesta a prueba puramente cognitiva
del producto de tales defensas, en la toma de conciencia de su insostenibilidad lógica –
conciencia activada justamente por la confrontación con datos y metidos de conexión de ellos
Realizar esta operación permite obtener informaciones precisas sobre el efectivo estado de las
relaciones dentro del núcleo familiar o de la familia extensa. A partir del cuadro que se habrá
delineado, el terapeuta podrá tratar de identificarse en los recorridos de elecciones posibles para
el sujeto y de producir empatía respecto de la gravedad, a menudo absolutamente real, de la
situación que se produciría en el caso de que accediera a la conciencia del abuso. Se puede
comenzar con otro ejercicio de fantasía: el *como si* esta vez en las manos del terapeuta, que
traduce en palabras, a menudo más articuladas y expresivas que las del paciente, los estados de
ánimo, las dudas y las angustias que sentirían en su lugar.
Si los pacientes han logrado comprender que hay alguien que puede empalizar con ellos,
incluso en sus embrollados pensamientos y sentimientos, esto puede abrir el camino para
pedirles el mismo esfuerzo de identificación con la víctima o con quien esté a su lado.
Prosiguiendo con el ejercicio del “como si” se lleva al sujeto, agresor o protector fallido, a
imaginar cuáles serían sus sentimientos y comportamientos si hubiera sido víctima de abusos.
A menudo se pone en marcha un provechoso ir y venir entre las experiencias infantiles del
sujeto y aquellas a las que es forzado a suponer en el hijo, con el resultado de sacar a la luz
otras interesantes informaciones sobre el contexto relacional en que se ha formado la
También puede suceder que las movilizaciones logren una percepción, de que el terapeuta no es
un adversario al que hay que destruir, sino un posible recurso, superando además las barreras de
la negación de los hechos.
El segundo paso será, por fin, la toma de conciencia de los daños infligidos a la víctima y la
atribución a los efectos de la violencia y del embrollo de aquellos rasgos patológicos que, en
cambio, el agresor tiende, a través de una confusa inversión de los términos del problema, a
querer considerar como intrínsecos al modo de ser de la víctima, a veces incluso como función
atenuante del propio comportamiento. El agresor está envuelto anestésicamente. Anestésico que
es imprescindible quitar, tanto para producir una demanda terapéutica de profundidad y vigor
adecuados a la gravedad del problema personal, como para allanar el camino para hacer justicia
a la víctima a través del reconocimiento, por fin sin equívocos, de los mutuos papeles en la
experiencia traumática. El tiempo disponible para realizar tales pasos, propedéuticos para la
construcción de un nuevo ordenamiento personal y relacional, no es infinito, porque debe
integrarse con la necesidad igualmente grande de los otros protagonistas de reorganizar lo antes
posible la propia vida mental y física, haciendo un rápido inventario de los recursos con los que
se puede contar.
Se hace inevitable, por tanto, arrancar los residuos de esperanza de que, al fin y al cabo, se
puede fingir que no pasa nada, que el niño no ha captado la gravedad de la situación hasta el
fondo y que el tiempo por sí solo curará las heridas: es preciso, en una palabra, quitar toda
ilusión de que, sin la propia iniciativa activa, las cosas se pondrán en su sitio.
Es necesario trabajar con el adulto protector sobre este nefasto conjunto de sentimientos
introduciendo comprensión sobre cómo, por más que monstruoso, el abuso ha podido ocurrir a
partir del enredo de exigencias plenamente humanas que, tomadas por separado, pueden incluso
legitimarse en algunos aspectos.
La víctima: Mientras que en el adulto protector el tema de la culpa emerge muy pronto con
violencia durante el recorrido terapéutico y, por tanto, se hace precozmente accesible a la
elaboración psicológica, en la víctima puede llegar a la conciencia más tarde. Aunque latente,
La culpa es un sentimiento que hunde profundamente sus raíces, sus efectos son
particularmente devastadores y cuando no se consigue reducirlo y gobernarlo, obliga al
terapeuta a dedicarle energías siempre que sea necesario, ya que, la culpa es el tema central en
todo recorrido terapéutico de la víctima.
Debe decirse que el problema es de difícil solución. Sólo la intervención terapéutica quita uno
tras otro los velos que impiden que el agresor se vea a fondo, sin atenuantes, y que compruebe
los gravísimos daños infligidos a las personas y a las relaciones más queridas.
C. DUELO Y RECONSTRUCCIÓN
A veces el trabajo de reconstrucción es aún más complicado por el simple hecho de que se
entrelazan en la reconstrucción de las relaciones: duelo y reparación se convierten en
operaciones simultáneas dirigidas a la misma persona. Importante, ya nada será como antes, por
más esfuerzos que se hagan.
Padres e hijos
Es doloroso especialmente para las madres que ven a sus hijas totalmente
cambiadas, y aún más casi desconocidas. Especialmente la presencia de
comportamientos erotizados es lo que las hace pensar a través de qué
experiencias han pasado y las inducen a temer que éstas hayan dejado en
ellas una huella indeleble
También los niños deben afrontar y elaborar la desilusión de no haber tenido los padres que
habrían querido, aquellos que a los que quizá consideraba que tenían derecho.
Quien emerge de una experiencia de abuso, víctima o adulto protector, deberá vivir un
importante duelo con relación a sí mismo. Tendrá que ajustar las cuentas con la amarga
realidad de que nadie es como habría querido y de que la vida ha dejado marcar y arañazos que
acompañan consistentemente el ideal del yo. Tampoco el mundo es como habría esperado: no
ha sido avaro en traiciones y desilusiones.
Es importante inducir la conciencia, por más que pueda ser difícil de que las vicisitudes nunca
se repiten iguales, que quizá también la injusticia de ayer puede encontrar redención a través de
la acción de hoy, sobre todo si la variable decisiva está constituida por la probabilidad que tiene
el adulto protector de ser para el hijo una madre mejor de la que ha tenido, en especial si ésta,
como ocurre casi siempre, no ha sabido o querido ver la realidad del trauma.
Luego hay situaciones en la que, por más esfuerzos que se hagan, nada, de las relaciones
precedentes puede ser recuperado. La mayoría de las víctimas no podrán contar después de la
revelación con un adulto protector en el interior de la familia. Cuando la víctima es bastante
mayor, renunciar a este apoyo puede convertirse en una elección, sufrida pero consciente;
cuando la víctima es de menor edad cierra aún más el horizonte de la curación.
La tarea más ardua, es construir el espacio psicológico para que, en el derrumbe de todo el
pasado, el niño conserve el derecho de un futuro sustitutorio.
El factor tiempo es una de las variables fundamentales del proceso terapéutico, al que están
ligadas de manera consistente las probabilidades de éxito de la intervención.
Competencias del terapeuta.-Otro punto importante son las competencias necesarias para el
terapeuta. Las técnicas de la orientación sistémico – relacional permiten en el paciente construir
una lectura diferenciada pero conectada de todo el panorama familiar. Se ha revelado como
necesarias la recuperación de competencias de diagnosis y terapia individual de orientación
psicodinámica, indispensables sobre todo para comprender, valorar y reconstruir el mundo
interior devastado de las pequeñas víctimas (pero también de los adultos de referencia y de los
mismos agresores).
En las familias incestuosas, también se encuentra el círculo vicioso, el cual está constituido por
la insatisfacción de las necesidades primarias durante la infancia, que lleva a la elección de una
pareja similar así mismo en la esperanza de ser mejor comprendidos, y desemboca en la
imposibilidad mutua de sanar los propios vacíos, mientras que los vínculos ya deficientes con
las familias de origen siguen confirmando en la actualidad antiguas heridas, es lo que se halla
con más frecuencia en este tipo de familias.
Se puede entender a quien, sexualmente insatisfecho, se dirija a una amante, o a quien, rabioso
al ver las propias exigencias afectivas crónicamente despreciadas, se vuelva violento con quien
en su opinión lo agrava, o hacia quien, por ejemplo los hijos, se ve posicionado con el propio
‘enemigo’. En el caso del abuso sexual nos asomamos, en cambio, a impulsos y emociones
desterrados del sentimiento común. A continuación se mencionan los pasos que presagian la
precipitación del comportamiento incestuoso.
El segunda paso se presenta bastante complejo. Nos introduce en él una primera reflexión
sobre el hecho de que, cuando al sujeto le parece alcanzar un compromiso entre el impulso y
los mecanismos de control personal y social que impedirían su ejecución – combinación muy
presente en el abuso sexual – dicho compromiso induce a tomar el camino de la descarga
sintomática. En el abuso sexual se produce, en cambio, un fenómeno peculiar, por el
compromiso entre el impulso y prohibición del paso a la ejecución es obtenido a través del
4.3.2.-MADRE E HIJA.
Como en la mayoría de los casos existe una fuerte resistencia por parte
de los agresores a admitir las propias responsabilidades, éste es el
formato de terapia realmente practicable. Ésta se dirige a núcleos
familiares constituidos sólo por la víctima, que según las estadísticas
También se puede utilizar una terapia individual en la cual se emplean técnicas psicodinámicas
para la elaboración postraumática y que deja, a la madre, un espacio aparentemente más
reducido de apoyo y acompañamiento en sus contenidos y formatos; en realidad, se trata de una
terapia de la díada, si bien respetuosa de todas las debidas modulaciones sobre las diferentes
exigencias de sus componentes.
Al tomar conciencia de tales daños, la madre deberá luchar también contra el propio, personal y
desgarrador sentimiento de extrañeza hacia su hijo tan distinto de cómo habría querido, hoy
contaminado y deformado de manera inquietante, pero aún más inimaginable en su futuro.
Por todas estas razones, a las madres de las pequeñas víctimas se les debe dedicar un cuidado y
atención particular: sobre todo comprensión y ternura equivalentes a aquella que, de manera
mucho más espontánea, el terapeuta se siente inclinado a expresar hacia el niño.
Será preocupación del terapeuta mantener a la madre lo menos separada posible del proceso de
elaboración psicológica del hijo: es más, se tratará de involucrarla en un recorrido paralelo a él
para ayudar a ambos a comprenderse y para multiplicar las repercusiones positivas del
tratamiento sobre su relación.
Por tanto, el terapeuta tendrá que vérselas con necesidades de apego hechas aún más intensas
por la toma de conciencia de la ausencia de sus padres y por la vivencia de la traición que le
provocaron. Estas necesidades deben confrontarse con el drama de la carencia, por tiempo
indefinido.
Conectado a este pensamiento nace el segundo “si las cosas están así,
aunque de verdad se encontraran para mi nuevos padres (en cualquier
formato: adopción, acogimiento a largo término, incluso la instalación en
una casa de familia o en pequeñas comunidades) sólo podrán ser de la
misma pasta que los viejos”. A veces es difícil para un niño víctima de
abusos que de veras existan padres de corte distinto de los que han marcado su vida.
Se ha encontrado que quienes manejan la tutela necesaria para los niños víctimas, poseen
consideraciones o conocimientos mínimos de la especificidad de su ordenamiento psicológico y
de las patologías de que son portadoras y de la particulares dificultades emocionales que afligen
a todos aquellos de los que ellos tienen que encargarse: todos estos aspectos hacen muy
arriesgada la elección adoptiva. Si lo anterior no es analizado en su profundidad la vida de estos
niños sería de riesgo.
El terapeuta debe ser cauto en su acompañamiento durante el proceso de arraigo del niño en su
nueva familia y en un nuevo ordenamiento de vínculos estables.
La terapia individual
Se abordarán las consecuencias defensivas que usan las víctimas. Para ellas todo ha quedado
congelado en lo irremediable, por lo que se refiere a su persona y su destino, su mundo interior
no podrá más que reproducir incansablemente el pasado. De ello deriva tanto la idea de que la
historia se ha detenido, como aquella que sigue perpetuándose idéntica a sí misma. La terapia
considerando las vivencias de partida creará un espacio mental en el que mantener viva la
esperanza de que, por más que inevitablemente imperfecto, puede haber en el futuro un lugar
para continuar viviendo después de la catástrofe de los propios
vínculos originarios. Hacer terapia en estas situaciones no es fácil ni
gratificante. El terapeuta orienta su trabajo al objetivo prioritario de
que el canal de alimentación de la vida psíquica de sus pequeños
pacientes permanezca despejado y en funcionamiento a toda costa.
Hay flores cortadas que, incluso si se vuelven a poner en agua, ya no recuperan su esplendor
original. El terapeuta debe tenerlo en cuenta. Además los factores que pueden influir al buen
éxito del ‘transplante” son muy complejos y específicos, mucho más allá de las variables obvias
Los velos caen de los ojos demasiado pronto. Hay dos cosas que golpean el corazón a los
padres adoptivos. En primer lugar, la dificultad del hijo de contraer vínculos de confianza, con
particular penalización de aquellos con la madre: problema que se le escapa y es advertido
como un doloroso rechazo hacia ellos; en segundo lugar, la erotización, a menudo grave, que
caracteriza el modo del niño de relacionarse con ellos y con los demás, se mencionan los
siguientes ejemplos: la solicitud de Magdalena de besar la colita de papá, a Ercilia que se baja
el braguitas delante de los amigos de los papás y la curiosidad molesta de Zaira por la intimidad
entre su padre y madre. Se comienza a sentir, aún antes de pensarlo, que se trata de niños para
los que parece imposible imaginar un futuro, en especial como identidad sexual adulta.
Se abre para los padres adoptivos un camino de fracaso, se reactivan nudos problemáticos en
sus vidas como: la enorme herida de no haber tenido hijos propios, para otros, desilusiones
sobre sí mismos, como personas o como padres; para otros más el estallido de conflictos
latentes con el cónyuge, arrinconados en el proyecto adoptivo. Las desilusiones de las propias
expectativas iniciarían movimientos depresivos, muy peligrosos. Debe tenerse presente que una
Existen dos mecanismos ejecutados, a menudo enfrentados entre sí. El primero es la negación,
orientada al mantenimiento de la idealización con la que ha partido el proyecto de adopción. El
problema de tener que vérselas con un hijo cuyo sentimientos son enigmáticos e inquietantes es
convertido en el problema de tener que hacer que el niño aprenda algo que “no sabe” porque no
se le ha enseñado: la deformación y contaminación que marca a la pequeña víctima es
reinterpretada como ignorancia. El hijo es sumergido en una organización vital rica en
actividades, se modifica su modo de peinarse y vestirse, y se hacen muchas presiones para que
aprenda las reglas de la buena educación, en la mesa por ejemplo. Señales de muy distinta
naturaleza que impiden la observación de tales reglas múltiples (la apatía o el miedo físico que
dificultan invertir en las actividades lúdicas o deportivas, la avidez de comida que imposibilita
el hecho de estar correctamente en la mesa, la erotización que hace saltar la costumbres basadas
en la buena educación y así sucesivamente).
Este impulso educativo encuentra un terreno obligado en las exigencias escolares. Es muy
común que gran parte de las interacciones cotidianas se centre, sobre todo entre madre e hijo,
en torno a tareas escolares. Precisamente en esto los padres adoptivos reconocen un plano
reconfortante de interacción: si sobre una serie de dificultades es inevitable sentirse impotentes,
al menos en esto, ayudar al hijo a estudiar y aprender, los padres se sienten ante exigencias
conocidas y abordables.
Algunos de esos vínculos pueden ser los hermanos pertenecientes al mismo núcleo de origen
cuando la relación entre ellos se da manera tortuosa y no le permite avanzar en la terapia. Otro
Una mención particular, en el razonamiento sobre los formatos, debe reservarse al trabajo de
grupo. Éstos parecen particularmente eficaces para las víctimas de abusos adolescentes, pero
también han sido aplicados a niños más pequeños, además de los adultos tanto protectores
como agresores (MzcFarlane, Waterman, 1986; Friedrich, 1990). En esta dirección se pueden
programar intervenciones episódicas, o mejor de duración limitada, en las que, según sea
oportuno, pacientes que ya realizan un programa terapéutico que comprende otros formatos de
sesión son a veces reunidos para afrontar algún asunto específico; se puede recurrir a temáticas
emergentes de un cierto número de personas tratados individualmente o como núcleo familiar
son similares o convergentes, a sesiones de grupo con la expectativa de que poner en común
vivencias y experiencias pueda acelerar o reforzar los efectos de la intervención terapéutica.
ACTIVIDADES ESPECÍFICAS :
3. PSICODRAMA
4. ROLE – PLAYING
5. DIBUJOS LIBRES
6. REDACCIONES
7. RELAJACIÓN
8. MUSICOTERAPIA
Ø Explicar que ellos no son culpables del abuso, aunque así lo crean. Para Nogueiras
(1994) y otros, el adulto aprovecha la ventaja de su posición de poder o autoridad para
envolver a la menor en la actividad sexual. Ésta carece de capacidad para negarse, o
incluso, criterios para saber si este tipo de conductas son las que hay que esperar de las
personas adultas. Su desarrollo emocional y cognitivo, todavía no se lo permite, y en
otros, son las mismas estrategias utilizadas por el adulto las que minan su capacidad de
decisión. En estos casos, “el consentimiento” es una falacia.
Ø Motivarle para que hable del suceso y/o los sucesos de abuso que el niño ha sufrido,
diciéndole que es conveniente para él aunque sin obligarle a que lo haga. No juzgar
cuando el niño relate los hechos e insistir en que él no es culpable.
Ø La sexualidad en relación con otros. Indicarle que las conductas sexuales pueden ser
adecuadas si cumplen las siguientes condiciones:
Las relaciones sexuales pueden darse entre personas adultas, no entre niños.
Es conveniente que sean entre personas de aproximadamente la misma edad; López
(1995) habla de la asimetría de edad entre el abusador y el abusado.
Deben ser con consentimiento mutuo.
Fuera del ámbito familiar.
En una relación de pareja estable.
Algunos niños que han sido abusados por varones, tienen miedo de sentirse homosexuales
(Glasser y Frosh, 1997) habría que mitigar la ansiedad sexual de estos niños insistiendo en la no
culpabilidad del menor, aunque haya habido consentimiento por su parte. Insistir en que su
consentimiento no es válido ya que aunque a él le parezca no tiene la madurez suficiente para
decidir ya que ésta se alcanza con la edad adulta.
Enseñar a los niños que el respeto a los mayores no quiere decir que
tengan que obedecer ciegamente a los adultos. Hablar a los niños de
lo que significa la “obediencia responsable”.
Puede recibir el nombre de ludoterapia. Existen dos modalidades de esta técnica: la no directiva
y la planificada. La forma de trabajo, en la primera, sería decir al niño que puede trabajar o
jugar como él quiera, y también que puede explicar todo lo que se le
ocurra durante el tiempo en lo que está haciendo, tanto del dibujo como
de lo que él quiera hablar.
Para las distintas actividades debe diseñarse un programa de actuación que incluya: preparación
del lugar de trabajo con distintas clases de objetos lúdicos como títeres, juguetes tanto de
figuras humanas como de objetos y objetos que no siendo juguetes puedan despertar la
creatividad del niño o el deseo de jugar como lápices y hojas para dibujar, o escribir, etc.
En el caso de abuso, los juguetes pueden ser muñecos con atributos sexuales bien definidos
(Del barrio, 1997), si se pretende que el niño se exprese y libere su angustia mediante la
manifestación de sus sentimientos en el juego.
4.4.3. PSICODRAMA.
Esta técnica que es una variedad del Psicodrama, aunque aquí los participantes desempeñan
papeles o roles distintos a los que tienen asignados en la vida real.
Consiste en que una persona actúe de forma y manera como lo haría otra. Gallardo (1997)
propone su utilización en el apartado que corresponde al tratamiento emocional en el abuso,
puesto que hay niños incapaces de expresar sus sentimientos y emociones después del mismo;
con el role – playing se pretende que aprendan a expresarse. Esta expresión, debe ser para ellos
una liberación.
4.4.6. REDACCIONES.
Cornejo (1996) trabaja con las redacciones, iniciando cada día una
pagina en la que coloca una frase como enunciado. Por ejemplo: “me
pone triste que”. Es conveniente obligar a algunos niños a que
escriban esta especie de diario y motivar con formatos divertidos si el
niño se resiste.
Martorell (1996), dice que el interés principal de la relajación, estriba en que los estados
alcanzados por medio de ella son incompatibles con la ansiedad y sus estados asociados.
Existen numerosos juegos de relajación para niños, en los que a veces el terapeuta sirve de
modelo. Algunos pueden ser como los que se exponen a continuación.
Decir a los niños que son muñecos de trapo, o un sauce, o globos que se van desinflando. Otros
juegos de relajación pueden ser los que indica Olba (2000), como la “ola del mar” o “pintar una
estrella antes de dormir”. El movimiento de las olas se representa con el movimiento de los
brazos, estirándolos hacia el frente y arriba para representar la llegada y hacia atrás para
representar el reflujo. También se puede emplear alguna grabación musical o la propia voz del
terapeuta dando las pautas para relajarse. Cautela y Groden (1989, integran los trabajos de
relajación tanto de Schultz como de Jacobson (clásicos y pioneros de esta técnica) e indican que
mediante la relajación el paciente va tomando conciencia, sintiendo y destensando cada una de
las partes de su cuerpo.
4.4.8. MUSICOTERAPIA.
Según Alonso (1994), consiste en utilizar audiciones musicales, actividad rítmica simple,
exploración de diferentes sonidos con el fin de relajar o evitar ciertas dolencias. La psicoterapia
actual considera la música como una técnica capaz de influir sobre las emociones, para
conseguir un determinado estado de ánimo o incluso para curar. Lo importante no es la calidad
de la música, sino que ésta determine la relajación de la persona. Algunos expertos abogan por
determinadas composiciones clásicas de Mozart, Strauss, Vivaldi, Bach, etc.
Pensamos que es difícil que los niños atiendan una composición musical, tal como hace un
adulto, pero sí puede utilizarse como música de fondo en combinación con algún otro trabajo
que se esté realizando.
A continuación se presentan diversas técnicas que son utilizadas en terapia grupal con niñas
abusadas sexualmente por un familiar. (Ver anexo uno).
Consiste en proporcionar platos blancos de cartón, palos de helado y plumones para que las
niñas confeccionen máscaras representativas de cuatro emociones distintas (alegría, pena,
enojo y vergüenza). Este material creado por las niñas puede utilizarse en diversos momentos
del proceso terapéutico.
Las máscaras pueden usarse para hablar sobre el estado emocional del momento o de la semana
transcurrida; también pueden utilizarse para promover la expresión de las vivencias afectivas
asociadas al abuso, aspecto que proporciona el hecho de no tener que mostrar el rostro o entrar
en contacto visual con el otro.
“Se levantó, se armó de valor y recordando las palabras del perro pudo contarle lo que
ocurría a su mamá. No puedo decirles que la mamá no sufrió, pero abrazando a Carola le
dijo algo que la hizo sentir mecho mejor”. A partir del trozo final del cuento, se les pide a las
niñas actuar lo que ellas creen que la madre de Carola le dijo cuando ella le contó lo ocurrido.
En aras de prevenir la identificación con modelos femeninos pasivos y debilitados, se les insta a
buscar formas protectoras de responder frente a la divulgación de la niña de la historia.
En el transcurso de la terapia se debe poner especial cuidado en ayudar a los niños a reconocer
sus recursos y competencias personales. Un trabajo dirigido a fortalecer la autoestima ayuda a
romper la dinámica de la estigmatización y sensación del daño que imprime el abuso.
Es importante no perder de vista, que si bien resulta fundamental hablar sobre el abuso, una
sobrefocalización en el tema contribuye a enfatizar el daño, el cual puede empezar a ser visto
como algo irreparable. En efecto, el proceso terapéutico debe dar cabida a otras preocupaciones
que los miembros puedan tener y ofrecer espacios que permitan contactarse con experiencias
gratas y felices. En muchos de los casos las niñas muestran un interés en el juego. El
entusiasmo, curiosidad y capacidad de asombro en ellas, es una clara demostración de la niñez
conservada a pesar de la experiencia de abuso sexual.
Si el niño cuenta con el apoyo de un adulto protector, éste se verá obligado a afrontar tareas
sumamente comprometedoras como: recrear una estabilidad de los vínculos familiares
destruídos, y aún más si el agresor es el padre; buscar una independencia económica desde el
punto de vista habitacional y laboral; dotarse de una red de apoyos adecuados para mediar
respecto de los innumerables eventos judiciales, en los que será sin duda testigo durante el
proceso penal. Todo esto tendrá que ser afrontado por el adulto protector en una etapa de gran
fragilidad personal y de profunda crisis al sentirse responsable del daño causado al hijo por
parte del padre.
Por otro lado, existe una pequeña víctima que apenas ha tomado conciencia del evento
traumático, que se encuentra doliente y que tiene que hacer frente a un recorrido cognitivo y
emocional que había quedado congelado en la sombra del silencio. Por otra parte, el niño
comprende demasiado pronto que de él, de su capacidad de cambio y de su posibilidad de
expresar tal cambio en todos los planos de la realidad, y no en último lugar el judicial, depende
mucho, quizá todo, su destino, y el del adulto protector, que es todo lo que le ha quedado.
En primer plano se tratará de dar una amplia ciudadanía en el trabajo terapéutico a los
componentes factuales para construir un análisis del pensamiento precedente y el estímulo de
dotarse de un pensamiento distinto, de veras más funcional para afrontar la realidad y
concretamente verificable como tal.
El primero y principal recurso al que hay que mirar es precisamente la relación entre padre
protector y niño; sintonizar sentimientos y vivencias para que la experiencia de comprensión
mutua permita formar equipo para hacer frente al derrumbe del mundo precedente y encontrar
las ganas de reconstruir, constituye la parte predominante de la intervención en esta fase.
Formar equipo comporta también la posibilidad de una multiplicación de energías frente al
mundo exterior y sus insidias, más actuales que nunca en esta fase.
Se valorarán también todas las relaciones útiles en la misma dirección: parientes, amigos,
abogados, maestros, policías u otras personas antes extrañas que atraviesan por los mismos
trances, deben ser mirados con favor y atención, promoviendo siempre que sea posible también
las conexiones directas con tales recursos. La idea – guía en todo caso deberá ser siempre la
centralidad de la valorización de la relación padre – hijo, a la que todas las demás ayudas deben
ser coordinadas y subordinadas.
Cuanto se ha obtenido con el apoyo terapéutico de crisis es también útil para definir cuáles
serán los objetivos de la verdadera terapia. La intervención en crisis tiene plena dignidad y
eficacia; sin embargo, no puede ser suficiente por sí sola para determinar una reconstrucción
No es fácil entender cuándo están maduros los tiempos para el pase de la primera a la segunda
fase de la intervención terapéutica. Se corre el riesgo de esperar demasiado para empezar una
revisión sistemática de los nudos problemáticos, con el peligro de dejar sin escucha durante
demasiado tiempo necesidades importantes; o bien de apresurar demasiado la terapia, con el
peligro de no tener a disposición el espacio psicológico interior para llenarlo y de encontrarse
en medio de otras tormentas debidas al apremio de acontecimientos externos
desestabilizadores.
La decisión exige una atenta consideración de una pluralidad de factores, unida a la sensibilidad
y la experiencia.
Es oportuna una mención a las secuencias con las que más frecuentemente son afrontados por
el niño los nudos problemáticos conectados con la experiencia traumática.
En esta fase, el formato diádico, madre – hija, se revela. Cada díada tiene sus propios tiempos
para superar el punto muerto, éstos puede ser incluso muy largos. Sólo cuando cada una haya
encontrado una solución aceptable las propias energías antes bloqueadas podrán volver a fluir
en dirección a una reconstrucción personal y de la relación. Tal solución no puede ser sugerida
o enseñada por el terapeuta, pero puede funcionar cuando brota, como un inesperado salto
cualitativo, desde el interior, iluminando la vida de nuevos horizontes. El trabajo terapéutico
tiene la función esencial de prepararlo, de hacer madurar su posibilidad y de sostener la
esperanza cuando la impresión de madre e hija es que todo está perdido, tragado por la vorágine
de aquello que ha ocurrido. A veces, en especial para la niña, en esta fase la relación se
convierte en la ocasión de apartarse un poco del problema aparentemente irresoluble en la
relación real, para intentar de todos modos, una reconstrucción provisional con una madre
imaginaria sobre la que pueden ser proyectados deseos idealizados.
4.5.4.-ALTA Y CONSOLIDACIÓN.
Este conflicto puede ser aún más acentuado por las madres, por más que estén dispuestas a la
terapia y, a su vez, sostenidas, a la larga pueden soportar mal la necesidad de que la reparación
de la que querrían ser protagonistas, para poner un remedio a sus vivencias de impotencia y
culpa, deba ser asistida por un tercero; y también tienen una necesidad real de ponerse a prueba
para no endurecer mecanismos de delegación que confirman como en un círculo vicioso la
percepción de la propia desvalorización. Por otro lado, si el terapeuta es de sexo femenino, es
posible que la niña, ya ambivalente hacia la madre, utilice instrumentalmente la posibilidad de
En esta fase del proceso terapéutico deberá observarse con atención, ante todo, la capacidad de
los pacientes de gestionar los problemas residuales, a veces incluso notables, en un
ordenamiento vital “normal” en el que la regularidad de los tiempos y de las tareas cotidianas
ya no sea puesta en peligro por la recurrente reagudización del sufrimiento, una especie de
convalecencia, por tanto, en la que seguir dando pasos controlados pero cada vez más cercanos
a la normalidad.
Es muy probable que un evento tan grave como el abuso en la vida de un niño deje secuelas que
puedan salir a la superficie en momentos diversos del recorrido evolutivo o en ocasión de
distintos acontecimientos de la vida. El anuncio de la posibilidad de una reanudación de la
terapia, siempre que se revele oportuna, debería hacerse en el contexto del alta.
4.5.5.-CONCLUSIONES.
Quien haya experimentado en esta área como terapeuta ya no podrá renunciar a ver florecer,
entre mil limitaciones y recaídas, a criaturas tan dañadas, y a contribuir a hacer para ellas
verdadera justicia, a través de la reparación del trauma.
2. En grupos de dos personas analicen qué tipo de técnica ayudará a la víctima, al adulto
protector y al agresor a alcanzar el mundo real siendo éste un objetivo terapéutico.
4. En equipos sorteen las diferentes técnicas y llévenlas a cabo, compartan experiencias con el
resto de los equipos.
5. Completen el siguiente cuadro ¿Qué tema trabaja cada una de las técnicas?
CAMINATA DE
CUENTOS
CONFIANZA
MAPA DE
SILUETAS
EMOCIONES
MIS ZONAS
ROLE - PLAYING
PRIVADAS
VÍCTIMAS DE INCESTO
En este capítulo encontrarán técnicas de terapia de juego para niños víctimas de abuso sexual y
en especial con niños víctimas de incesto padre e hija. Es importante dar a conocer el concepto
de padre en este tipo de abuso, padre se refiere a cualquier persona que funja como figura
paterna como el padrastro, el novio de la madre, padre adoptivo, etc. El tratamiento está
constituido por tres puntos principales que son los siguientes:
Ø Terapia de juego.
El incesto es un tipo grave de abuso sexual, que ocurre entre un niño y un familiar
consanguíneo. Es un fenómeno universal, que atraviesa a todas las clases sociales, culturas y
épocas, a pesar de que en casi todas las culturas existe un tabú al respecto y es sancionado
socialmente. Es de carácter transgeneracional y constituye una relación patológica de
atracción, dominio y posesión sexual, que requiere de un contexto de jerarquía y abuso de
poder. Suelen darse en familias herméticas, replegadas en así mismas, cuyas relaciones se
basan en la posesión, la sumisión y la pasividad.
Schecter y Reberge (1976) definen incesto como la participación de los niños y personas
jóvenes inmaduras en actividades que, por un lado, no comprenden completamente, por lo que
no pueden dar su consentimiento informado, y por el otro violan los tabúes sociales de la
cultura y están fuera de la ley.
En cuanto a las características personales del terapeuta que pueden influir en la relación de
ayuda profesional psicológicas, los autores narran diversas motivaciones facilitadoras de la
eficacia de dicha relación.
4. Posee cierto sentido de reverencia y respeto hacia lo que está ocurriendo, estimula la
curiosidad frente a la vida, además de usar paradojas, metáforas, enigmas y humor.
7. Contar con una identidad clara, sin que llegue a ser abiertamente dominante, alto nivel
de tolerancia para aquellos que son significativamente diferentes, hacer pocas
proyecciones o nada sobre sus propias necesidades sobre los otros.
8. El terapeuta debe estar alerta al “fenómeno del desgaste” y más por trabajar con niños
víctimas de incesto. Si el terapeuta cuenta con antecedentes de abuso,
tenderá a rescatar al niño de tal violencia, aquí se da la
contratransferencia. Por otro lado, al tratar de ayudar al niño de tan
duro trauma, le permitirá resolver sus propios conflictos de la
infancia. Lo anterior da un crecimiento real al terapeuta por lo que el
desgaste no se da.
McCann y Pearlman (1990) ratificaron que los terapeutas, en su desempeño durante cada sesión
con las menores víctimas de abuso, van creando lazos afectivos, que buscan resarcir el maltrato
del que fueron objeto. El avance de las sesiones dan respuestas al propio terapeuta de que la
comprensión de la familia, el apoyo del sistema judicial y el de los servicios sociales además
su gran trabajo terapéutico le dará al menor fortaleza contra el dolor que en él impera.
Otro punto en el que el terapeuta se ve inmerso durante su trabajo en abuso infantil, es cuando
se compara con los padres del niño y cree que él recibe toda la atención y no los padres.
También tiende a identificarse con su paciente ocasionando la contratransferencia.
En esta sesión de juego el paciente aflora su rabia, dolor, miedo, angustia, confusión, etc., que
experimenta dentro del contexto familiar. Sin embargo utiliza sus mecanismos de defensa
como: la proyección, el desplazamiento y la simbolización. El paciente sin darse cuenta que
esta dando a conocer su trauma, al desplazarlo en los muñecos o títeres. Al utilizar la casa de
muñecas, recrea su ambiente familiar la cual la hace más vulnerable y frágil.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Laura, a quien su padre agredió sexualmente durante un par de años, guardó el secreto por otros
dos años. Procedió de esta manera debido a que su padre le advirtió que, si contaba a alguien
acerca del ‘secreto de ambos’ él se mataría arrojándose de la ventana del tercer piso (la ventana
de la habitación de Laura); entonces, ella estaría sin un padre y su madre lloraría para siempre
Durante la sesión de terapia de juego, Laura dispuso que una familia de muñecos viviera dentro
de la casa de muñecas. Al comienzo, la niña, de manera compulsiva,
colocó un conjunto de muebles al frente de las ventanas de la casa de
muñecas. Junto a las ventanas colocó una muñeca y puso al muñeco
con la figura del padre en el primer piso de la casa, de manera que,
como dijo Laura: “él no puede saltar por la ventana y lastimarse”.
Con el tiempo, una muñeca que representaba a una vecina forzó su
entrada a la casa de muñecas y dijo a gritos: “Yo mato. Me gusta matar”. Esa muñeca tomó al
muñeco que representaba al padre, lo llevó hasta el segundo piso, retiró los muebles de una de
las ventanas y lo arrojó por ella. Sin embargo el muñeco con la figura del padre no recibió
daño alguno, debido a que su hija saltó por la ventana y lo sostuvo en el aire, antes de que se
golpeara contra el suelo. Este episodio se repitió varias veces.
Títere del terapeuta: ¡Oh! esta niña tiene gran cantidad de poder; tiene cuidado de su padre
y lo rescata.
Títere del terapeuta: Sí, ella también tiene el poder de permitir que su padre caiga y se
lastime.
Títere del terapeuta: Cuéntame más acerca de esta muñequita que representa a una niña.
Alguien le proporcionó un gran trabajo. Ella es una niña pequeña y se encuentra haciendo
cosas que son responsabilidades de adulto, como lo es el rescatar a su padre.
Laura: Esta niña pequeña está enojada. Lastimó a sus padres. Tiene miedo de que algo
malo suceda en su casa.
Laura: Vea, no fue el padre quien se golpeó contra el suelo, fue la otra
niña, la que lo estaba empujando fuera de la ventana. Esta vez ella, por
sí misma, cayó y se murió.
En esa sesión, el títere del terapeuta entrevistó a la muñeca que representaba a la hija y le dijo
que a él podía contarle todos sus secretos. Entonces la muñeca le contó al títere la historia de su
vida, la cual era similar a la vida de Laura.
En esta ilustración del juego, Laura estaba más preocupada por la posible muerte de su padre
que por la agresión sexual en su contra. Posiblemente, la pérdida de su padre sea más
traumática para Laura que la agresión sexual. También ella puede estar consciente de la actitud
de la sociedad en el sentido de que la sexualidad es “secreta” y no es un tema para hacer
polémica. Además, la percepción de Laura acerca de la agresión sexual en su contra pudiera ser
que la misma no constituye un acto doloroso de abuso, puesto que ella no se halla preocupada
por el mismo, no lo proyecta hacia el juego.
El sentimiento ambivalente de Laura hacia su padre, su papel en casa como hija parental (a la
que se habilita hasta el punto en que se siente responsable por la vida de su padre), se hacen
evidentes en el juego. Laura, también de manera simbólica, expresó su deseo (al asesinar a la
muñeca que representaba a la vecina) de que el abuso sexual se descubriría y que su padre no
moriría. La autorresponsabilización, los sentimientos de culpa y una imagen de una “niña
atemorizada” que en conjunto se proyectaron dentro del juego, fueron los propios sentimientos
y conflictos emocionales de Laura. En el juego respectivo, Laura tenía una solución para el
problema: su deseo de que la niña no revelara el abuso. De manera imaginable, la ira y los
Durante el diagnóstico de juego, se alienta a la niña para que se desplace y proyecte sus
sentimientos sobre los muñecos y títeres. A partir de ello, de manera simbólica y bajo un
disfraz, la niña respectiva puede representar el escenario de su vida dentro de la casa de
muñecas o en el juego con los títeres. El terapeuta observa el juego de la niña y participa en el
mismo sin provocar contaminación. El terapeuta es un seguidor que solicita a la niña que le
asigne un papel. Sin embargo, por momentos, el títere del
terapeuta se vuelve muy entrometido y desea saber muchas cosas
acerca de los sentimientos de la muñeca y respecto a lo que la
inquieta. El títere del terapeuta puede plantear preguntas como:
¿Dónde está la habitación favorita de esta niña dentro de esta casa
de muñecas? ¿Dónde está el sitio que le provoca temor? ¿Qué es
lo que sucede en la bañera que hace que esta pequeña muñeca se
asuste de estar en ella? O puede realizar afirmaciones como la siguiente: “Deseo que esta
muñeca hable, porque cuando las personas platican acerca de las cosas malas que les suceden,
se sienten mejor”.
Sucede por lo general, al inicio de las sesiones terapéuticas, que el profesional percibe más
violencia que abuso sexual. Una gran cantidad de familias en las que se da la relación padre e
hija se suscitan otros problemas como el alcoholismo, la violencia física y la agresión. Como se
sabe la casa de muñeca es una representación del hogar de la niña, en la cual proyecta cómo la
percibe y cómo le gustaría vivir.
Julia, una niña de ocho años de edad, era la favorita de su padre, tanto, que se presentaban
incidentes de incesto entre ambos. Julia, durante una de las entrevistas iniciales de diagnóstico,
representó un escenario dentro de la casa de muñecas: un muñeco con la efigie del padre
deseaba hacer un viaje y seleccionó a su hija, antes que a su
esposa, para que lo acompañara. Cuando el títere del terapeuta
preguntó: ¿Dónde esta la madre?, la niña integró la muñeca
respectiva a la presentación, la cual manifestó: ‘me di por
vencida, todo el mundo sabe que mi hija es mejor que yo’.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Jaime era un niño de ocho años de edad cuyo padrastro no deseaba adoptarlo, pues no tenía
interés alguno en él. La madre del niño era un poco sobre protectora con él, mientras que el
padrastro los maltrataba a ambos emocionalmente. Durante el
juego, Jaime realizó un escenario en el cual se podía observar una
granja con animales de todas las edades. Todos los días, un animal
bebé vagaría por allí y desaparecería. Cuando la madre corría
hacia el padre para pedirle ayuda y encontrar al hijo perdido, el
padre diría: “no me importa él; ese hijo no es mío”. Al día
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Miriam, una niña de nueve años de edad, presenció la violación de su madre dentro de su casa.
El violador irrumpió en su casa al romper la cerradura de la puerta. Durante la sesión de juego,
Miriam repitió una y otra vez un escenario en el cual un hombre rompe la puerta de la casa de
muñecas, se introduce en ella, lastima a la muñeca que representa a la madre en su panza y
huye. Este patrón de juego se repitió varias veces y, de manera gradual, Miriam halló una
solución para el desvalimiento de la muñeca que representaba a la madre. En una ocasión, esta
llamó a la policía; en otra oportunidad, el violador se sentó sobre la cama de la madre, donde
encajó en su cuerpo un cuchillo oculto, lo que le provocó la muerte. De manera gradual, el
desvalimiento, impotencia y pasividad del juego fue en decremento y “la ayuda llegó con
prontitud”.
Durante el diagnóstico del juego, la niña puede repetir el trauma, pero también modificar el
final del mismo al crear mayor esperanza y optimismo que el desvalimiento y la victimización
que alguna vez padeció de manera pasiva.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
4. Durante el diagnóstico del juego, pueden observarse los conflictos de la niña y sus
mecanismos de enfrentamiento y de defensa del yo.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Sabrina, a quien su padre agredía sexualmente, tenía sentimientos negativos y positivos hacia
él. Después de que se descubrió la agresión, se procedió a arrestar al padre. El
conflicto de la niña se debía a la tristeza por la pérdida del padre al cual
amaba y, aún así, se esperaba que estuviera enfadada con el mismo. Su
madre solicitó el divorcio e intentó crear sentimientos negativos en su hija. El
conflicto de Sabrina comenzó cuando intentó satisfacer la necesidad de su madre al
creer que “papito es un tipo malo”. El conflicto se demostró durante el juego, cuando la muñeca
se atormentó por causa de su ambivalencia hacia su padre. Durante el juego, se desarrolló una
solución mágica para el conflicto. La muñeca tenía dos padres: uno al que amaba y era
amoroso, y otro que la lastimaba y respecto del cual ella estaba enojada. La ambivalencia de la
niña hacia su padre se proyectó sobre los dos muñecos que representaban al padre. En ciertos
sentidos, la división la ayudó a ser capaz de amar a su padre y, también, de sentir ira hacia él.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Una niña que fue víctima de abuso sexual y maltrato emocional durante años, a cargo de sus
dos padres, reveló, durante el juego, su percepción de que el mundo es ultrajante e injusto. Ella
creía que todo era cruel, que los becerros pequeños mueren a causa de las tormentas de nieve y
arena. Que no había ayuda ni esperanza para un rescate. El juego correspondiente reveló que la
percepción del mundo en esta niña era la de un lugar ultrajante, frío y desatento.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Paty representó la historia de un padre y una madre que, de manera constante, se peleaban uno
con el otro. La madre echó al padre, pero la hermana pequeña lo recogió y lo llevó de regreso al
hogar. En realidad, los padres de Paty se peleaban en múltiples ocasiones. Ellos se separaban,
pero en poco tiempo se volvían a reunir debido a que tenían algo en común: la hermanita de
Paty. Ésta, que provenía de un matrimonio anterior de la madre, no era considerada como
“punto común” de los padres.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
v Naturaleza del acto ultrajante. Durante la entrevista se pretende que la niña a través
de las muñecas anatómicas o de manera verbal informe si fue amenazada o si hubo
penetración.
1. ¿Alguien te dijo lo que deberías decirme hoy? Se presenta el siguiente ejemplo para
darle seguimiento:
Niña: Porque ella me dijo que le contara a usted estas cosas el día de hoy.
Doctor: Dime con exactitud ¿Qué fue lo que ella te dijo que me contaras?
Niña: Ella me dijo que le contara la verdad al doctor y que no tuviera miedo de nada.
Entrevistador: Si yo tuviera huevos para el desayuno, pero si te dijera que tengo cereal ¿Cómo
le llamas a eso?
Entrevistador: ¿Cómo sabes que lo que me contaste no se hallaba dentro de tus sueños?
Niña: Lo sé porque eso sucedió primero en la casa de él; después llegué a mi casa muy
enojada, me dormí y entonces, aquello sucedió de nuevo en mi sueño.
¿Esta niña tiene la capacidad de falsificar o ponerse de acuerdo con otras personas?
¿A qué edad aprendió por primera vez esta niña acerca del buen y del mal contacto?
¿Tiene esta niña algunos amigos que han sido víctimas de abuso sexual?
¿Podrían estar conectados en este caso sentimientos de culpabilidad con una falsa acusación de
abuso contra el padre de esta niña?
¿Está usted consciente de la conducta de las niñas que no han sido víctimas de abuso sexual
hacia las muñecas anatómicas? ¿Dónde se entrenó usted en la utilización de estas muñecas?
¿Tiene usted conocimiento de los estudios más recientes acerca de los alegatos falsos durante
procesos por divorcio y custodia de menores de edad?
v Trastornos psicosomáticos.
v Infecciones venéreas.
v Anorexia – bulimia
v Baja autoestima.
Los niños tienen la oportunidad a través del poder del juego, de expresarse libremente y sin
temor a las consecuencias. Los juguetes terapéuticos se transforman en las palabras de los
5. Encubrimiento, lealtad a la familia, una sensación de ser especial, al igual que, por
momentos “islas de amnesia” y retractación en relación con los incidentes que implican
el abuso.
8. Baja autoestima y una autoimagen deficiente, lo mismo que, algunas veces, de manera
paradójica, sentimientos de pseudograndeza.
NIVELES DE TRATAMIENTO
Nivel uno, objetivo terapéutico: Se lleva a cabo el diagnóstico del juego, se usan las
muñecas anatómicas, se evalúa la sicopatología de la niña.
Es importante dar explicación a cada uno de los tres niveles. A continuación se presenta con
detalle la terapia de juego con una niña víctima de incesto:
NIVEL UNO
El terapeuta trabaja en el estado de ánimo de la niña considerando las siguientes preguntas, las
cuales le serán resueltas durante las observaciones que se tengan durante las primeras sesiones.
“¿La niña es hiperactiva? ¿Es tímida y se halla excesivamente inhibida? ¿Evita el contacto
físico con el terapeuta? ¿Toca su zona genital? ¿Es agresiva, controladora, mandona y
exigente? También dentro de estas sesiones se evalúa el lenguaje, la inteligencia y el nivel de
madurez. Durante ese espacio se le anima a la niña a utilizar las muñecas y los títeres durante el
juego en el cual proyectará y desplazará sentimientos vividos durante el abuso.
Durante esta fase el terapeuta debe extraer información completa sobre la dinámica familiar y la
percepción que tenga la niña sobre su trauma. Es conveniente que el terapeuta vea el mundo
como es percibido por la niña ya que en ocasiones la preocupación de la menor no es el abuso
sexual del que fue objeto sino otros como: el terror por perder a uno de sus padres así como
eventos realmente dolorosos vividos antes de la agresión sexual.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
Fredy, un niño de ocho años de edad nacido fuera del matrimonio, fue ubicado en varias casas
adoptivas. En la última colocación, se reveló que fue víctima de agresión sexual a cargo de un
adolescente varón en el transcurso de un año. Durante la terapia de juego, Fredy se involucró
con la casa de muñecas y un monstruo que podía volar al ir de una casa de muñecas a otra.
Cuando el monstruo entró a la casa de muñecas, los adultos lo alimentaron, para después
echarlo fuera mientras le decían: “no te queremos bastardo”.
Títere del terapeuta: ¿Qué es lo que ha hecho para que lo llames malo?
Fredy: Se trata de un monstruo, se como las galletas de todos; cuando siente hambre, se como
a las personas, pero todos la dan comida, de manera que ya no se los come.
Fredy: Se trata de un bastardo y se encuentra en proceso para que lo adopten; sus padres están
muertos. Creo que el monstruo mató a sus padres.
Títere del terapeuta: ¿Tiene algún amigo? ¿Hay alguien a quien él le agrade?
Fredy: Sí, sólo un tipo que se encuentra en la cárcel. El monstruo va a sacarlo de allí, pero
primero va a matar a un policía; después ambos van a escapar volando.
Con el tiempo, se hizo evidente que el monstruo representaba al *enojado Fredy*, y que el
*tipo* era el adolescente agresor sexual. Parecía, desde el punto de vista del niño, que la
agresión sexual se consideraba un signo de atención y nutrimento.
EJEMPLIFICACIÓN DE UN CASO
NIVEL DOS
En este segundo nivel el terapeuta remueve los mecanismos de defensa del ‘yo’ de la niña a
través de la información recabada en el primer nivel, puede hacer uso de la interpretación, la
instrucción, la persuasión y la clarificación. De forma gradual se llevarán a cabo los siguientes
objetivos:
· Resolución de fijación del desarrollo, la cual fue resultado del incesto y el haber crecido
dentro de una familia disfuncional.
En esta fase del nivel dos, la víctima de incesto experimenta libertad, establece nuevas
relaciones en las que los patrones interpersonales pueden reevaluarse y volverse a vivir, además
hay una concientización sobre su potencial. Con el paso del tiempo la niña requiere
experimentar afecto y emociones dentro de un contexto razonable.
NIVEL TRES
En las niñas victimizadas, algunas veces una terapia de juego grupal y homogénea puede
resultar más benéfica que cualquier sesión individual, en especial si la terapia de grupo incluye
a coterapeutas varones y mujeres (Marvasti, 1994).
La terapia de juego en niñas víctimas de incesto, es uno de los componentes del programa
extensivo del tratamiento para ellas como miembros de familias
disfuncionales/multiproblemáticas. La rehabilitación de la madre en el incesto padre/hija y la
restauración del vínculo madre/hija resultan excelentemente esenciales.
2. Elabora un collage sobre las características que resaltan en el terapeuta del juego.
3. Razones por las que el terapeuta utiliza los muñecos anatómicos dentro de la sala de
juegos, realiza un dibujo de uno de esos muñecos.
4. Analiza un caso para que expliques cada uno de los pasos de la entrevista de juego
forense:
5. En equipo y con material creativo plasma los indicadores de un posible abuso sexual
incestuoso.
6. Si conoces a alguna persona que haya sido abusada por algún familiar, puedes narrar su
caso ante tus compañeros y analizarlo.
El enfoque ecosistémico de un fenómeno tan complejo como lo es el caso del maltrato infantil
y su intervención a través de prácticas de redes, planteó el reto de encontrar un programa de
intervención que asegurara no solamente una coherencia en una atención no violenta de las
familias que lo provocan, sino que además protegiera a los profesionales de caer en el síndrome
del agotamiento profesional (Burnout), que los españoles nombran el síndrome del Queme.
(Masson O. 1990; Arruabarrena M.I. 1995).
La eficacia de los programas de atención infantil depende en gran parte del compromiso de los
profesionales, el cual de algún modo está sujeto a la capacidad de las instituciones de
desarrollar programas habilitados para proteger a éstos del “síndrome de tensión y agotamiento
profesional” o Burn Out and Stress Síndrome”.
Para Jorge Barudy en sus años de trabajo apoyando equipos de profesionales a mantener dicho
compromiso ya sea en Bélgica como responsable de SOS Enfants-Famille dedicado al
tratamiento y la prevención del maltrato infantil, o como supervisor y formador de equipos
clínicos de protección infantil en Francia, España, Bélgica y América Latina fueron base de una
profunda convicción de que para mejorar las condiciones de vida de los niños y asegurar su
protección en situaciones de maltrato, el compromiso profesional es fundamental.
Lo anterior permite afirmar que cualquier programa que se declare coherente y adecuado en
relación a la protección infantil, debe tener en su interior un dispositivo para despertar,
promover, proteger la implicación emocional, ética y política de los profesionales. Esto como el
mejor antídoto al “síndrome del queme profesional”.
En este sentido todo programa e institución incapaz de proteger a sus profesionales, ejerce una
doble violencia a las personas de los profesionales y por ende, a los niños que dice proteger.
La prevención y la terapia de los malos tratos deben ser entendidas como un conjunto de
acciones que tenderán a visualizarse en tres momentos diferentes durante su evolución en
contra de la violencia.
El programa puede iniciar por: acciones primarias de prevención, las que actuarán
directamente sobre las causas que generan el maltrato; las acciones secundarias de prevención,
tendrán la responsabilidad de detectar y tratar los casos de maltrato; por último las acciones
terciarias de prevención, que su misión será reducir la proporción y la gravedad de las
secuelas.
Otro grupo de padres con características similares. La idea fundamental del programa integral
es que el bienestar de la niñez o la “felicidad del niño” no es un regalo, sino un trabajo siempre
incompleto, porque no es ni individual ni familiar, sino la responsabilidad de toda una
comunidad en acción. Dentro de este enfoque terapéutico la erradicación de los malos tratos
hacia los niños entra bajo la perspectiva de la comunidad. Algunos autores la definen como
mesosistema, es decir, un grupo o conjunto de personas que comparten elementos en común,
tales como un idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación
geográfica (un barrio por ejemplo), estatus social, roles etc. Por lo general en una comunidad se
crea una identidad común, mediante la diferenciación de otros grupos o comunidades que es
compartida y elaborada entre sus integrantes y socializada. Uno de los propósitos de una
comunidad es unirse alrededor de un objetivo común, como puede ser el bien común. Las
instituciones interactúan con gran eficacia porque al igual que la comunidad busca estrechar
lazos a favor del bienestar y la salud. (Véase cuadro A)
Las instituciones que fortalecen este modelo abarcan responsabilidades en los siguientes
ámbitos:
2. En el ámbito escolar.
Al hablar de “redes sociales”, se entiende que son agrupaciones vinculadas por el afecto y la
amistad, cohesionados por compartir una postura ética y política de defensa de los niños. Estas
redes son una manifestación de la capacidad de auto organizarse por parte de los miembros de
la comunidad civil, en este caso, para contribuir al bienestar infantil a través de acciones
destinadas a promover los buenos tratos. El participar en redes
permite el intercambio de información, de recursos, además de una
acción colectiva y coordinada, así como el apoyo social entre sus
miembros.
El trabajo realizado por el equipo SOS Enfants Famille, en Bélgica está organizado de acuerdo
a niveles propuestos por el modelo piramidal de
Marconi (1971) que representa las diferencias
jerárquicas en relación a las finalidades,
mandatos y tareas de los profesionales y actores
que pertenecen a cada uno de estos niveles. “Este
ordenamiento jerárquico se establece a partir del
nivel 1, que corresponde al de mayor
especialización, hasta el nivel 5, que es el menos
especializado”
Nivel 3: Está conformado por los profesionales que se desempeñan en los distintos servicios de
las diversas áreas de la comunidad cuya labor les implica un contacto directo con la población y
consecuentemente con sus familias. En este nivel se ubican profesionales que se desarrollan en
los servicios de salud, municipales y educacionales. “Este equipo trabaja en la detección precoz
de situaciones de maltrato, al mismo tiempo que orienta a los padres, implicados en violencia
intrafamiliar, a consultar profesionales del nivel 2”. Tienen a su vez como tarea específica
desarrollar estrategias educativas con el fin de trabajar con las personas y los recursos de la
comunidad para así conformar el nivel 4 de la pirámide.
Nivel 4: Lo integran “los líderes formales de la comunidad, (las asociaciones de padres, así
como dirigentes o personas significativas de los organismos sociales)”. Su responsabilidad es
acceder en forma más cercana a la población, sensibilizando a quienes tienen un contacto más
cercano con las personas y que resultan ser líderes validados por la comunidad.
(2)
PROF. SVS.
PEDIATRICOS
(3)
PROF. DE LA SALUD Y
ATENCIÓN PRIMARIA
(4)
RECURSOS DE LA COMUNIDAD
(5)
LA COMUNIDAD
DE UNA COMUNIDAD
El modelo presentado en este trabajo surge de los programas desarrollados en: COPRES
(Colectivo de Prevención del Sufrimiento Infantil) que desarrolla desde 1985 un trabajo en red
en prevención y tratamiento infantil en un barrio desfavorecido en la ciudad de Bruselas,
correspondiente a la comunidad de St. Josse (Barudy y col. 1993); el programa desarrollado a
partir de1994 en la diputación de Guipúzcoa en el país vasco-español por iniciativa de los
trabajadores de la infancia de esa región, (Lezana J.M 1995) y el programa desarrollado a partir
de la coordinación de diferentes instituciones y profesionales de la infancia organizados en una
coordinación social en Waremme comuna rural en Bélgica desde 1992.
De los tres sectores anteriores se escogió la comuna de St. Josse en Bruselas, la cual para 1989
contaba con una población de 200,000 habitantes y en sus colindancias con 6000; el 40% de los
habitantes son de origen Belga y el 60% son de origen turco y norteafricano, considerando que
éste porcentaje son emigrantes. El equipo multidisciplinario de SOS Enfants-Famille sostuvo
con anterioridad un trabajo de colaboración con las diferentes instancias de la comunidad
médico-social en relación a las familias que la integraban, concluyendo que el espacio
geográfico de la comuna es muy limitado, además de la convivencia de familias de origen turco
y las familias belgas, existiendo una diversidad de grupos sociales. El equipo fortaleció el
proyecto con personas realmente motivadas e interesadas por poner en práctica el proyecto de
Primera etapa: Se partió del conocimiento de la diversidad existente de los tipos de maltrato,
por lo que se planteaba la investigación de instituciones que colaboran en el proyecto y que al
mismo tiempo fueran susceptibles de ser movilizadas para la acción preventiva. Con lo anterior
se realizaría un mapa red.
Segunda etapa: “Convocatoria y movilización de la red”. Esta etapa se trabaja en tres fases.
Etapa de formación: (1856-1986) Planeada para diez sesiones; se abordará el diseño del
modelo así como ejercicios de practica en situaciones concretas vivenciadas. También se
conjuntarán los conocimientos y los afectos de todos los interventores del proyecto para
estructurar la red. Cada participante se desligó de prejuicios unificando lazos a favor de la
prevención del maltrato al menor.
Tercera etapa: La red fue constituida. La prevención hacia el maltrato infantil comenzó en
octubre de 1986, considerando los siguientes lineamientos:
17
BARUDY, Jorge. El Dolor Invisible de la Infancia, 1998; Pág. 274.
Cada mes se lleva a cabo una reunión de COPRES en el Centro de Planificación Familiar
en la cual se da un intercambio de experiencias vividas a través del modelo de redes.
Aproximadamente participan alrededor de veinte personas que representan las once
instituciones de la comunidad que interactúan activamente en relación al programa de
prevención del sufrimiento infantil, asimismo tienen la responsabilidad de “mantener y
recrear tres pilares que mantienen la cohesión de la red”.
Cada uno de los casos referidos por maltrato en los sectores de la comunidad será
analizado por la red y por el apoyo de SOS Enfants-Famille.
Este proyecto atrajo la participación más activa de los centros de salud al grado de crear
espacios de juegos y esparcimiento para los pequeños, esto con la finalidad de fortalecer
lazos de calidad de vida entre los padres y los niños; también están considerando a las
madres que por circunstancias diversas se aíslan de sus hijos así como a las jóvenes, esto
permite una interacción entre los padres permitiendo la ayuda mutua y la estimulación que
estos brinden a sus hijos. Lo anterior se lleva a cabo en las instalaciones de ONE,
específicamente en los consultorios posnatales.
Las tres unidades animadas de los centros de salud permitieron que sus trabajadores se
vieran inmersos en factores considerados de riesgo como lo son: (personales, familiares y
sociales) “como el aislamiento, la falta de límites hacia la función parental que podrían
18
Ibidem. Pág. 274
19
Ibidem. Pág. 275
El tipo de intervención terapéutica será acorde a la situación que presente la familia ante el
menor. Si el maltrato viene de una familia sana, que por situaciones adversas se ve involucrada
en prácticas de violencia infantil que no logra manejar por incapacidad o al contrario una
familia que es por naturaleza violenta ya que es transgeneracional.
20
Ibidem, pp. 276, 277
“El segundo grupo de las familias corresponde a lo que hemos llamado las “familias
crónicamente maltratadoras” o “transgeneracionalmente maltratadoras”, en las cuales los
procesos de maltrato juegan un rol homeostático porque mantienen una cultura familiar que se
transmite de generación en generación”.21 Los malos tratos dentro del ambiente familiar es la
consecuencia de una negación al cambio. La crisis generalizada surge del ámbito social. Será
esa crisis social el punto de partida de la intervención.
A diferencia del anterior grupo familiar; en este existe la negación es una característica de los
padres que abusan y descuidan y pueden interpretársela como un comportamiento protector que
persistirá hasta que la familia llegue a la conclusión de que no necesita ampararse o defender su
situación con tanta fuerza como han hecho hasta ese momento.(Gil,1999).
21
Ibidem Pág. 278
Los niveles 1 y 2 tienen a su cargo la responsabilidad de dirigir estos dos momentos del proceso
terapéutico a través de díadas psicosociales. La díada cuenta con un psicólogo y un trabajador
social que intervendrán en el encuadre del primer momento de la terapia social. Si después del
análisis la familia está en condiciones de seguir con el tratamiento se da el “ritual de
derivación”.
Los profesionales que estuvieron a cargo del primer momento y que son conocedores del
entorno social de la familia tienen que reportar al equipo de intervención social terapéutica
conjuntar la información y analizar los recursos con que se cuentan en estos niveles.
Las díadas cuentan con el respaldo de un equipo llamado “servicios generales” es un grupo
conformado por un psiquiatra, un pediatra y un abogado. El psiquiatra diagnosticará las
patologías que presenten los padres, el pediatra trabajará directamente con los niños para dar o
no una orden de hospitalización, y el abogado se coordinará con las autoridades administrativas
y judiciales en relación a la protección del menor y de todas las personas involucradas. Estos
equipos podrán determinar quienes están listos para la intervención social y la de terapia.
a) Validación.
b) Análisis del contexto y de la demanda de la denuncia.
a) Trabajo de diferenciación
b) C,Reconstrucción
Cuadro Modelo generaldepara
las relaciones.
una intervención socio-jurídico-terapéutica.
c) Rituales de exoneración y reparación.
22
Ibidem Pág. 281
Los profesionales tendrán que explicar al niño la importancia de una denuncia ante el
organismo responsable de su seguridad y protección.
La notificación o el señalamiento
Significa el traslado del problema del menor al ámbito social. Dentro de SOS Enfants-Famille
se establecieron para el manejo del señalamiento dos puntos: “análisis del contexto y de la
demanda de la denuncia, y proceso de validación”. 23
23
Ibidem Pág. 282
· Puntualizar los factores de gravedad, que desencadenaron los malos tratos así como la
reincidencia de los mismos y el grado de sufrimiento del menor.
- Indicadores directos.
- Indicadores indirectos.
_________________________________________________________________________
Cuadro D: La validación
Cuando la violencia intrafamiliar es de tipo sexual, los abogados por parte de la red se
contactarán con la fiscalía con el único propósito de obligar al padre abusador a formar parte
del proceso terapéutico junto con la familia.
No importa si se trabaja con una familia con violencia transgeneracional o una en crisis,
siempre se considerarán los riesgos a los que están expuestos los niños en las diversas
situaciones de maltrato, por lo que se tomarán las medidas necesarias de protección y seguridad
tanto para ellos como para sus familias.
Una vez que los profesionales detectan situaciones de maltrato se comprometen en la seguridad
plena de los niños. La intervención hacia el menor puede tomar
caminos diferentes, siempre se buscará la que cause menos daño y
que apoye el trabajo con los padres. Cuando el maltrato se da en
familias en situaciones de crisis la modalidad será la separación
temporal del niño del hogar para ser llevado a otro que le brinde los
cuidados de calidad que merece, mientras tanto se evaluará a la
familia para dar un pronóstico terapéutico a largo plazo.
Las instituciones que toman a su cargo la responsabilidad de proteger a los niños que reciben
malos tratos se convierten en parte de la red. También se busca acoger a los padres con él o los
niños en un nuevo hogar.
Los niños que viven experiencias de maltrato por negligencia, abuso sexual y físico serán
separados por largo tiempo de sus hogares sin llegar a los extremos de romper los vínculos
afectivos con los padres. El modelo de redes a través del proceso de tribalización mantiene
lazos de unión entra la familia, el niño y el medio de acogida. El niño es separado totalmente
del padre o la madre cuando ha sido víctima de uno de ellos por abuso sexual. Esta medida es
apremiante por el bienestar del menor.
Durante el proceso terapéutico, las sesiones podrán ser en pareja, familiar, individual o sólo con
los niños tenderán a trabajar con temas sobre el abuso infantil, las agresiones físicas y verbales,
los cuidados que debe brindársele a los niños, la sexualidad, el amor el odio, el cuerpo, etc. Con
lo anterior se trata de confrontar a través del drama nuevas formas de interacción positivas y la
posibilidad de reconciliación al ser exonerados de la violencia ejercida. Aquí entra el trabajo de
dejar de lado las dinámicas del abuso y adquirir lo que Maturana, (1991), trabaja: La biología
del amor.
Los terapeutas trabajan técnicas diversas, para clarificar con sus pacientes las experiencias
dolorosas que no les permiten salir de ese círculo vicioso, llevándolos a un cambio al
redescubrir sus potencialidades de ser mejores.
24
Ibidem. Pág. 290
La víctima tiene el derecho de expresar rabia, cólera, coraje hacia quien le lastimó de forma
brutal, además a quienes que no le creyeron ni defendieron; aquí entran también los policías,
jueces que por falta de pruebas dejaron libre a su agresor. La terapia en estos casos trabajará el
odio, el rencor, y la impotencia que el niño haya desarrollando contra su abusador. Es
fundamental que el niño entienda que no es culpable del maltrato recibido y se reconozca como
víctima. La siguiente etapa es apoyar a los niños a ser “supervivientes de la situación
maltratadora” por medio de una buena integración escolar y una creciente relación de
confianza con los adultos a volver a ser niños; lo anterior les permite transformarse en
“vivientes”.
“Ayudar a una víctima de violencia a exonerar a su agresor quiere decir ayudarle a tomar
distancia a fin de que esto pierda su significado en el proyecto existencial de la víctima; para
ello es necesario que la víctima se reconozca como tal, teniendo acceso a la información que
le permita dar sentido a los comportamientos de su agresor, sobre todo cuando éste haya sido
su padre o su madre”.25
6.5.-CONCLUSIONES.
La protección y la defensa de los derechos del niño constituyen por consiguiente la tarea de
todos los que se reconocen como seres humanos. Esto en lo que se refiere a la asistencia a los
niños víctimas de maltrato infantil y abuso sexual, el desafío es facilitar dinámicas sociales
25
Ibidem. Pág. 294.
Nadie tiene el derecho e abusar de otro ser humano, sean cuales sean sus razones, experiencias
o contextos, por lo tanto, la tarea esencial de todo ser humano, particularmente de todo
terapeuta, es hacer todo lo posible para comprometerse en la defensa de la vida. Hay que tener
presente que la felicidad y el bienestar del niño no es nunca el efecto de la casualidad, de la
mala suerte; muy al contrario, es una producción humana nunca puramente individual, ni
siquiera únicamente familiar, sino el resultado del esfuerzo de la sociedad en su conjunto.
2. Como futuro terapeuta de Juego, explica cómo intervendrías en un caso de maltrato infantil
cuando la víctima viene de una familia maltratadora de tipo crónico o transgeneracional.
· Prevención Primaria
· Prevención Secundaria
· Prevención Terciaria
EN LA ESCUELA
Cualquiera que sea maestro sabe que hay días en que la escuela
es un pequeño manicomio de maravillosas pero indomables
criaturas que se empeñan en gritar, brincar, jugar y en ocasiones
se pasan de la raya. Cuando estos días aparecen los pobres
maestros terminan agotados intentando poner un poco de orden
y calma en la multitud. En realidad los niños hacen muchas
locuras en la escuela.
Los niños, las niñas y los adolescentes no son propiamente ángeles venidos del cielo. Son
personas. Personas con todas las cosas buenas y las cosas malas
que los seres humanos recogen desde que nacen en los
ambientes en los cuales transcurre su vida. Niños y jóvenes
llenos de sueños, expectativas, problemas y temores llegan a las
aulas escolares. Muchos vienen cargados de dolor, porque sus
primeros años han transcurrido en medio de dificultades y
limitaciones. No pocos llegan cargados con los signos de una
violencia implacable que se respira en la familia, en el vecindario, en los campos donde la
muerte y la tragedia esparcen su huella. Muchísimos de ellos y ellas, muchos más de lo que
sería inimaginable entre los seres humanos, han sido maltratados, sometidos a torturas,
abusados sexualmente, explotados sin misericordia en trabajos que sobrepasan sus
posibilidades físicas. Estos seres humanos son los que vienen a poblar las aulas y los patios de
recreo con sus enormes capacidades, opacadas con frecuencia por cargas de soledad, de
desamor, de desconfianza en los demás, de rabia…
En la institución esos niños, de procedencia heterogénea, son puestos bajo la tutela de maestras
y maestros que tampoco son ángeles, sino seres humanos. Hombres y mujeres que, como sus
alumnos, viven en este mundo, se tropiezan con el éxito y con el fracaso, con la sensación de
ser personas plenas en su ejercicio profesional o profundamente frustrados por la adversidad de
circunstancias que los dejaron sin mejor opción que la de ser docentes. Maestras y maestros que
Todos ellos entran en la maquinaria de una institución donde muchos suponen que las historias
personales deben quedarse en la puerta para dar lugar a la disciplina, al uso correcto del
uniforme, a los buenos modales, por supuesto al alto rendimiento académico. Esta maquinaria
comienza a funcionar para los niños desde que están muy pequeños, marcándoles el tiempo del
silencio y de la risa, regulando sus necesidades fisiológicas, enseñándoles a hacer las filas como
en el cuartel, diciéndoles qué enfermedades tienen como en el hospital, dejándolos encerrados
en el salón como en la cárcel.
Así han transcurridos los días, los años y los siglos de la escuela. Los rituales
de disciplina, orden silencio, obediencia y castigo se han ido reproduciendo de
generación en generación como parte de una tradición que se aprende de unos
a otros. Nunca a lo largo de la escuela han faltado los conflictos entre
compañeros que se agraden.
La conducta del profesor respecto de la verbalización de los niños en relación con situaciones
de abuso y maltrato debería ser responsable, seria y comprometida, por ello es importante:
Creer siempre lo que el niño diga en relación al trato que recibe en el hogar.
Contribuir a atenuar el sentimiento de culpabilidad que los niños experimenta al ser víctimas
de abuso o maltrato.
Buscar el asesoramiento por personas especializadas en la materia para abordar los pasos a
seguir.
Realizar ante los organismos competentes la denuncia del hecho, siempre y cuando sea
respaldada por los especialistas a los que se les pidió asesoría.
Decidir junto con el director o equipo directivo, qué intervenciones educativas se pueden
llevar a cabo desde el propio centro para que el niño pueda superar sus dificultades y para
garantizar ante todo su integración escolar y social.
Todas las observaciones realizadas sobre un niño que, indiquen una posible situación de
maltrato o un riesgo clara de padecerlo, deben ponerse en conocimiento de los profesionales
que pueden iniciar una intervención adecuada con esta problemática. De nada sirve reconocer o
identificar una situación de maltrato si no se comunica a las personas que tienen la capacidad
de hacer algo para solucionarlo. La escuela debe dar a conocer la situación detectada y no dejar
que permanezca oculta. Cuanto antes se notifique, antes no podrán activar los recursos
necesarios para atender al niño y a su familia, evitando el agravamiento y la cronicidad del
posible maltrato.
Los profesionales que trabajan con la infancia, pueden reconocer con facilidad una situación de
riesgo o posible desamparo y tienen la responsabilidad y obligación de considerar los siguientes
señalamientos:
7.2.2.-DENUNCIA O COMUNICACIÓN.
El siguiente paso ante la sospecha o evidencia de un incidente de
maltrato es su comunicación o denuncia ante los organismos
oficiales pertinentes. El maltrato a un niño está penalizado ante la
ley y el comunicarlo a la autoridad es un derecho para el ciudadano
común y una obligación para los empleados públicos en general y
maestros, docentes, médicos, enfermeras, asistentes sociales, en
particular por las características de su trabajo. El denunciante no
tiene que probar el maltrato, ni cómo o cuándo sucedió el mismo ni
por qué investigar, una vez hecha la denuncia, será la justicia quien lo haga.
Cuando “la escuela” sospecha que uno de los suyos es un abusador, más aún en aquellos
casos en que se trata de un empleado de larga trayectoria, una respuesta puede ser que se
niegue o ignore lo sucedido. Antes de cualquier intervención se deberá solicitar el
asesoramiento de profesionales y/o docentes capacitados en el abordaje de esta
problemática.
· Elegir la persona más apropiada para · Tratar de probar que hubo maltrato;
esta situación. ésta no es función del docente.
· Ser lo más directo, honesto y · Hacer juicios sobre el niño sus tutores
profesional posible. o su relación.
· Avisar a los padres que la escuela, por
· Interrogar sobre asuntos familiares que
su obligación ha hecho o deberá hacer
no tengan que ver con la situación
la denuncia.
especifica.
· Si la situación es leve.
· Si con los recursos del ámbito escolar se puede hacer frente al problema.
· Si la situación es grave.
13) Los niños tienen derecho a la protección contra las minas terrestres.
14) Los niños tienen derecho a la protección contra todas las formas de explotación y
abuso sexual.
16) Los niños tienen derecho a crecer en una familia que les dé
afecto y amor.
25) Los niños tienen derecho a la protección contra cualquier forma de abuso.
26) Todos los niños tienen derecho a vivir libres de cualquier discriminación.
Los profesores, al observar determinadas señales de que algo le está ocurriendo al niño, pueden
estar reconociendo una posible situación de maltrato.
Ninguna de estas señales demuestra, por sí sola, que el maltrato esté presente en la vida de un
niño, aunque pueden ser un signo de alerta. Se debe considerar la frecuencia de estas señales,
cómo. Dónde y con quién se producen.
· Parece tener miedo a sus padres o · Expresa que no hay nadie que le cuide.
cuidadores
· Ejerce responsabilidades parentales
· No quiere volver a casa con hermanos pequeños.
En la conducta y personalidad
Rendimiento académico
Sexualidad
· Tendencia a culpabilizarlo o
despreciarlo.
ANTES:
· A través de actividades que favorezcan la toma de conciencia sobre las propias ideas,
acciones y estructuras relacionadas al maltrato infantil que permitan descubrir y superar
estereotipos o actitudes rígidas sobre la temática del maltrato.
· Recibiendo capacitación específica para identificar los casos de maltrato, abordar esta
problemática y evaluar la mejor derivación o denuncia a los organismos pertinentes.
Líneas de trabajo que la escuela puede desarrollar con los niños y sus familias
Los agentes de ayuda, realizan su función de una relación con el menor y su familia. Las
posibilidades de ayuda e intervención dependen sobremanera del tipo de relación que se
establezca. Se pueden establecer relaciones que intensifiquen la propia “disfuncionalidad” de la
familia o que brinden un modelo de relación diferente a aquél que la ha generado.
Un menor, al igual que una familia, podrán sentirse con capacidad para determinadas tareas en
función de cómo sean mirados. Si se considera que no va a ser posible que desarrollen ciertas
capacidades y se establece un tipo de relación con una actitud infantilizadora y dependiente,
haciendo por ellos en lugar de ser acompañantes en el proceso apropiación y desarrollo de las
capacidades hasta el momento no manifiestas.
Algunas funciones que se pueden desarrollar en la relación de ayuda desde el marco escolar
son, entre otras las siguientes:
El desarrollo de las partes más funcionales actuará en detrimento de los más disfuncionales, sin
perderse de vista que estas últimas existen y han sido generalmente el centro de atención y la
base para la activación de los recursos.
El centro escolar es una pieza más de la intervención con el menor y su familia, esto es un
trabajo en equipo, donde debe ir revertiendo la información de los diferentes ámbitos de
intervención.
En algún momento de su carrera casi todos los maestros con experiencia han estado en contacto
con niños/as que han padecido algunas de las formas de maltrato infantil, los daños que el
maltrato produce no siempre son iguales ya que dependerá de ola persistencia en el tiempo, de
la severidad del maltrato, de las características sociológicas del niño/as, entre otros factores.
Advertir la existencia de una amenaza real hacia el niño no es
sencillo. Si bien el maltrato no siempre deja lesiones físicas
fácilmente visibles, siempre deja marcas en la conducta que da
indicios para sospechar que un niño/a está sufriendo maltrato.
· La detección del maltrato exige una intervención que tenga como objetivo producir
modificaciones que garanticen el resguardo y la integridad psicofísica de los niños y los
adolescentes
1. Realicen una historieta sobre cómo abordarían una detección de maltrato si fueran
docentes de nivel primaria, utilicen recortes de revistas o el material que más les sea útil
para el desarrollo de la actividad.
2. Realiza una campaña, sobre “el buen trato” que debe brindar la escuela a los alumnos
y que al mismo tiempo aminore en aquéllos que están sufriendo un maltrato.
3. En equipo elaboren un collage sobre los “Derechos de los Niños” de tal forma que
impacte al resto del alumnado de una institución.
· De Comportamiento.
· Físicos
· En padres
CAPITULO I
· Conway, E. E. Non Accidental Head Injury in Infants: The Shaken Baby Sydrome
Revisited. (1998). Internet
· Morrison, J.A.; Frank, S.J. Holland, C.C. & Kates, W.R.(1999). Emotional
Development and Disorders in Young Children in the Child Welfare System.
· Paradise, J.E. Valoración Médica del Niño que ha Sufrido Maltrato. Internet.
CAPITULO III
CAPITULO V
· Schaefer E., Charles y O’Connor J., Kevin. Manual de terapia de juego. Manual
Moderno. 1988.
· www.artisan-tech,net. Internet
· www.diccionarios-online.com. Internet.
CAPITULO VI
· Barudy, Jorge. El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistemita del maltrato
infantil. Barcelona: Paidos.
CAPITULO VIII
· Bringiotti, Maria (2000). La escuela ante los niños maltratados. Argentina: Paidos.
· Cirilo, Stefano (1997). Niños maltratados: Diagnóstico y terapia familiar. España: Paidos.