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Pedimos a la Virgen María por todos aquellos que no la conocen y

no la valoran como su Madre, especialmente en nuestra patria


Argentina. Rogamos por todas las mujeres, para que descubran el
Rosario a la Virgen Guadalupana valor de su vocación.

Segundo Misterio: Juan Diego comparte a la Virgen su humildad y


su pequeñez a los ojos de los hombres.

“Te ruego encarecidamente, Señora y niña mía, que a alguno de


los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que
lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo,
soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy
gente menuda”.

Pedimos a la Virgen que nos ayude a darnos cuenta del valor de la


humildad y la sencillez de corazón, que nos permita ser
instrumentos dóciles en las manos de Dios.

Rosario a la Virgen Guadalupana


Tercer Misterio: María de Guadalupe escogió a Juan Diego por su
sencillez y no por su sabiduría.
En estos misterios se medita en las apariciones de la Virgen de
Guadalupe. Al iniciar cada misterio, se lee el pasaje y se hace la “Oye hijo mío, el más pequeño, ten entendido que son muchos mis
petición, se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria y al servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi
final, se canta alguna estrofa de las canciones propias de la Virgen mensaje y hagan mi voluntad, pero es de todo punto preciso que tú
de Guadalupe. mismo solicites y ayudes y con tu mediación, que se haga mi
voluntad”.

Primer Misterio: La Virgen de Guadalupe trae un mensaje de paz Pedimos a la Virgen que nos ayude a saber transmitir la palabra de
a su pueblo. Cristo a los demás, para que Él reine en los corazones, en las
familias y en la sociedad.
“Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo
la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien Cuarto Misterio: La Virgen María cura a Juan Bernardino como
se vive; del Creador, en quien está todo; y es Señor del cielo y de la signo de que quiere salud y felicidad para su pueblo.
tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él
mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que
soy su piadosa Madre”. te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas a esa
enfermedad ni alguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu
Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No
estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te
apene ni te inquiete otra cosa, no te aflija la enfermedad de tu tío, Letra María Tú
que no morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó".
María, tú que me llenas de amor
Pedimos a la Virgen que, como san Juan Diego, sepamos
Eres la luz que me lleva al Señor
acompañar en la enfermedad, la angustia y el dolor a los que están
cerca de nosotros. También rogamos por nuestras familias. En mi canción te traigo poemas
Que me hablan de ti.

Quinto Misterio: María nos deja su imagen para recordarnos su Y en las mañanas cuando sale el sol
ternura, su amor y su constante protección. Veo tu rostro cerca del Señor
En la estampita que cuelga del cuadro
Juan Diego trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue De mi habitación.
a cortar; las que, así como las vio, cogió con sus manos y otra vez
se las echó en el regazo diciendo: “Hijo mío, el más pequeño, esta Dios te salve María, María, María.
diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo, le Virgen pura en el parto,
dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que
Y toda la vida,
cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza”.
Y en tus manos ponemos
Pedimos a la Virgen que, como Ella, sepamos escuchar y ayudar a Nuestra fe y esperanza.
nuestros hermanos, especialmente los de nuestra Fraternidad de Madrecita querida
Vida Nueva. También rogamos por el papa y los Obispos en No te apartes de mí.

Comunión con él . Y en las mañanas cuando sale el sol


Veo tu rostro cerca del Señor
En la estampita que cuelga del cuadro
De mi habitación.

Dios te salve María, María, María.


Virgen pura en el parto,
Y toda la vida,
Y en tus manos ponemos
Nuestra fe y esperanza.
Madrecita querida
No te apartes de mí.
No te apartes de mí.
No te apartes de mí.
Letras
María, la madre buena (Kairoi) ¡Cuánto He esperado este momento!
¡Cuánto He esperado que estuvieras así!
Tantas cosas en la vida nos ofrecen plenitud, ¡Cuánto He esperado que Me hablaras!
y no son más que mentiras que desgastan la inquietud. ¡Cuánto He esperado que vinieras a Mí!
Tú has llenado mi existencia al quererme de verdad.
Yo quisiera Madre Buena amarte más. Yo Sé bien lo que has vivido,
Y Sé también porque has llorado.
En silencio escuchabas la Palabra de Jesús, Yo Sé bien lo que has sufrido,
y la hacías pan de vida meditando en tu interior. Pues de tu lado nunca Me He ido.
La semilla que ha caído ya germina, ya está en flor. Pues nadie te ama como Yo (bis)
Con el corazón en fiesta cantaré. Mira la Cruz, esa es Mi más grande prueba,
Nadie te ama como Yo,
Ave María, ave María. Pues NADIE te ama como YO (bis)
Ave María, ave María.
Mira la Cruz,
Desde que yo era muy niño has estado junto a mí, Fue por ti, fue porque te Amo,
y guiado de tu mano aprendí a decir sí. Nadie te ama como Yo.
Al calor de la Palabra nunca se enfrió mi fe, Yo Sé bien lo que Me dices,
y en la noche más oscura fuiste luz. Aunque a veces no Me hablas.

No me dejes Madre mía, ven conmigo al caminar; Yo Sé bien lo que en ti sientes,


quiero compartir mi vida y crear fraternidad. Aunque nunca lo compartas.
Muchas cosas en nosotros son el fruto de tu amor. Yo a tu lado He caminado,
La plegaria más sencilla cantaré. Junto a ti Yo siempre He ido
Y aún a veces te He cargado,
Yo He sido tu mejor amigo.
Nadie te ama ni te amará como Yo.
1. Como una tarde tranquila,
como un suave atardecer,
era tu vida sencilla
en el pobre Nazaret,
y en medio de aquel silencio
Dios te hablaba al corazón.

VIRGEN MARÍA, MADRE DEL SEÑOR,


DANOS TU SILENCIO Y PAZ
PARA ESCUCHAR SU VOZ. (2v)

2. Enséñanos, Madre buena,


cómo se debe escuchar
al Señor cuando nos habla,
a través del Evangelio,
la Palabra que nos salva,
que nos cambia el corazón.

3. Y también, Madre nuestra,


cuando nos habla en los hombres,
en el hermano que sufre,
en la sonrisa del niño,
en la mano del amigo,
en la paz de una oración.

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