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Sin embargo, desde esa concepción hasta la que se conoce hoy en día, lo que ha
llevado al vulgo a brindar ciertas definiciones que sirven de base para lograr que el
derecho pueda darle un sentido mucho más exacto y preciso para el objeto de este
trabajo.
Son muchos los autores que han definido el patrimonio y, por tanto, muchas han sido
las definiciones que se han dejado al respecto, no obstante, Eloísa Sánchez Brito[2]
aporta una que se ajusta, en términos generales, a las necesidades de su
entendimiento.
Es decir, se conforma una masa, un conjunto de bienes que bien pudieran ser el
haber como el deber de una persona, que brinde la posibilidad de ser valorados
económicamente
Características
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· Se constituye como la prenda tácita y común de todos los acreedores del titular o
de los perjudicados por éste.
Del estudio y análisis de los distintos doctrinarios se pueden resaltar dos teorías o
posiciones que pretenden explicar la naturaleza del Patrimonio dentro del ámbito
jurídico. Estas posiciones se reducen a las siguientes:
Para Aubry y Rau, citado por Aguilar Gorrondona [3], “el patrimonio es el conjunto de
relaciones jurídicas de una persona, valorables en dinero, consideradas como una
universalidad jurídica y ligadas entre sí por estar sujetas a la voluntad de una misma
persona.”
Características
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a) Se le critica haber confundido el patrimonio con la personalidad. Muchos
autores rechazan la afirmación “solo las personas tienen patrimonio”. Por lo que
se considera que existe una inconsistencia en la vinculación del patrimonio con la
personalidad.
Esta crítica está fundada, en el derecho guatemalteco, en el artículo 1,031 del Código
Civil guatemalteco. Este artículo establece que “El termino para aceptar la herencia
es de seis meses a contar de la muerte del testador, si el heredero se encuentra en el
territorio de la República, y de un año en el extranjero. Si pasa el término de la
aceptación sin que nadie se presente a reclamar la herencia, ni haya heredero a
quien manifiestamente pertenezca, o han renunciado los que tenían derecho a ella,
se declarará vacante” arreglándose a las prescripciones del código procesal Civil,
482 al 487.
(En latín, hereditas iacens. Se llamó así a la herencia en el intervalo que transcurría
entre la muerte del causante y la adquisición del heredero, porque la herencia
quedaba temporalmente sin titular y se decía que dormía o yacía.” [1]
La herencia yacente era considerada res nullis debido a que era una cosa (res) que
no tenía ningún dueño y podía ser adquirida por usucapio. Con el emperador
Justiniano se reconoció la herencia yacente como una persona jurídica.
Los casos que se presentan en nuestro derecho y que difícilmente pueden explicarse
dentro de la doctrina clásica, son los siguientes:
1º Patrimonio familiar. 2º Patrimonio Conyugal, 3º Patrimonio del ausente.
4º Patrimonio hereditario. 5º Patrimonio del concursado quebrado, es decir del fallido
en una liquidación, concurso o quiebra. Este último caso tiene su aspecto civil para
los concursos y su aspecto mercantil para las quiebras.
6º Por último, hay un caso en el derecho mercantil relativo al fundo de comercio
que constituye un patrimonio especial del comerciante distinto de su patrimonio
particular. Sin embargo, en nuestro derecho es discutible esta posibilidad.
En todos estos ejemplos, encontramos un régimen jurídico distinto para separar del
conjunto de bienes de una persona, cierta masa integrada por activo y pasivo, es
decir, por derechos y obligaciones, a la que el régimen jurídico le da autonomía, para
reconocer no sólo desde el punto de vista económico, sino también jurídico, una
independencia de patrimonios. Como ya vimos el derecho positivo presenta casos
claros en que la división del patrimonio es un hecho innegable, por lo que se inició
un movimiento que tenía por objeto demostrar que la división del patrimonio puede
ser factible y efectiva.
Esta teoría surge como una respuesta a la teoría anterior, desvirtuando el postulado
central de la teoría clásica. Para los alemanes lo que hace que los elementos que
conforman el patrimonio se vinculen entre sí es la afectación, es decir, el destino o
fin que, en un momento dado, la persona le imponga a los derechos y obligaciones
de contenido económico.
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Parten de la idea del “destino”, del fin que un núcleo o conjunto de derechos y
obligaciones de contenido económico tengan en un momento determinado. Es por tal
motivo que la teoría la denominan “del patrimonio-afectación”, de manera que
ellos no se fijan en la personalidad.
Siendo así, contrario a lo que dicen los clásicos, los alemanes plantean la posibilidad
de transmisión del patrimonio y, por supuesto, también consideran que una persona
puede tener más de un patrimonio ya que, si se basa solo en el fin o destino, puede
tener tantos patrimonios como destinos tenga.
En tal virtud existirán tantos patrimonios como fines jurídico-económicos tenga una
persona, siempre que a la protección de los mismo sean asignados un conjunto de
bienes para protegerlos, los que a su vez generarán obligaciones. Sobre esta base
es perfectamente factible la transmisión patrimonial entre vivos, especialmente por
contrato.
También plantearon que podía transmitirse el patrimonio de una persona. Una vez
que una persona haya destinado la masa patrimonial a un fin determinado y ya no
quiera continuar con esa destinación puede, perfectamente, transmitirla. Asimismo,
de la misma manera que pueden existir personas sin patrimonio, pueden existir
núcleos patrimoniales sin sujeto
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La persona pueda tener más de un patrimonio, cuando el fin que persigue es jurídico-
económico, es decir, cuando la separación dentro del patrimonio ordinario de la
persona la regula el derecho, para conseguir una finalidad tanto jurídica como
económica, y crea una institución especial para este fin, organizando, régimen
también distinto, encontramos el patrimonio de afectación.
El derecho considera necesario para la conservación de la familia crear un patrimonio
familiar. Hay un fin económico y, además, un fin reconocido por el derecho. Al
reconocer este fin, se hace necesaria una reglamentación jurídica que le dé
autonomía al conjunto de bienes que constituyen el patrimonio familiar. Entonces
tenemos perfilada la separación no sólo de hecho, sino de derecho, para
consecución de un fin jurídico-económico.
En el patrimonio familiar, indiscutiblemente hay un fin económico que es reconocido
por el derecho. Protege los bienes en forma especialísima; los declara inalienables,
inembargables; prohíbe que se constituyan derechos reales sobre los
mismos. Reconoce un mínimum de bienes dentro del patrimonio de aquél que es el
jefe de una familia, para proteger a ésta.
En la sociedad conyugal tenemos también una separación en los bienes de los
consortes que no se aportan a la sociedad conyugal y que por consiguiente,
permanecen como bienes personales, de aquel otro conjunto de bienes que
constituyen el activo social y que puede también comprender obligaciones y cargas.
Existe un verdadero patrimonio integrado por activo y pasivo en la sociedad
conyugal. Existe una separación entre el patrimonio de la sociedad y el patrimonio de
los consortes. Hay una finalidad jurídico-económica reconocida y protegida por el
derecho: hay, por consiguiente, autonomía en tal conjunto.
En el patrimonio del ausente existe, sobre todo, una finalidad de orden jurídico: la
conservación de los bienes de una persona que en un momento dado no se sabe si
existe y en dónde se encuentra; el derecho tiene que organizar ese patrimonio para
conservarlo y nombrar un representante. Esta situación provisional debe ser
transitoria en cierto momento debe también procederse a la declaración de ausencia
para encomendar la adquisición de los bienes a los presuntos herederos.
Posteriormente, debe venir la presunción de muerte del ausente a efecto de regular
el patrimonio del mismo, bajo el régimen hereditario, abriéndose la sucesión para
conceder la posesión a los presuntos herederos, y garantizar a los acreedores del
ausente. Pero esto tampoco es definitivo; se necesita tener la certeza de su muerte
para operar la transmisión hereditaria en definitiva; hasta entonces el patrimonio del
ausente se convierte en patrimonio del heredero. Se acepta la posibilidad de que
aparezca el ausente y exija la restitución de sus bienes. Esta serie de problemas van
afectando el conjunto de bienes, derechos y obligaciones a regímenes jurídicos
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diversos, y es en estos distintos sistemas en donde existe la necesidad de separar el
concepto de patrimonio del de persona.
Lo mismo podemos decir, razonando en términos semejantes, para el patrimonio
hereditario o el que existe en el concurso, en la quiebra o en el fundo mercantil.