en todas las que no tienen entre si ninguna comunidn. De ese
modo serd necesario, aunque se vea alguna bestia venenosa y car-
nivora, juzgar lo que se ve como algo del mismo género y seme-
jante al que viere; ni mirar la cicuta como una cosa extrafia a su
naturaleza, ya que aun en las plantas se ve la naturaleza humana;
y hasta no carecera de tal sospecha acerca del mismo racimo de
uva que se produce para uso de la vida, pues también el racimo es
del género de las semillas, de los arboles y de las plantas que
nacen y provienen de la tierra; también las semillas son para noso-
tros frutos de las espigas que nos nutren.
{Cémo entonces aproximara la hoz para cortar las espigas?
{C6mo exprimira el racimo, 0 del campo sacara la espina, 0
cogeré la flor, 0 cazaré las aves, o con la leiia encenderé el fuego,
siendo incierto si se aplicaran las manos a los consanguineos, a los
parientes 0 a los paisanos y si con el mismo cuerpo de ellos se
encenderé el fuego, o se templar el vaso o se prepararé el ali-
mento?
Pues si alguien cree que el alma humana mediante alguna de
esas cosas se convierte en planta o en animal y no se pusiese
ninguna sefial que indique qué planta o animal se hace del hom-
bre y cual se ha hecho de otra manera, hacia todas las cosas y de
idéntica manera estara afectado y animado el que hubiese Ile-
gado a esa persuasién, como también necesariamente o se vol-
ver dspero y fiero para con los hombres que viven en el mundo
0, asf como por naturaleza es propenso y esta inclinado a la
humanidad con respecto a los préjimos y paisanos, de la misma
manera estard afectado hacia todo lo animado, aunque éste se
encuentre entre los reptiles o entre las fieras. Y si el que
hubiese abrazado esta doctrina penetrare en la selva, consi-
derard a todos los arboles como una agrupacién y reunién de
hombres.
{Cual es la raz6n de la vida de aquel que se hace piadoso, con-
descendiente y solfcito hacia todas las cosas a causa de la amistad
0 parentesco que juzga tener con ellas, 0 que se convierte en dspe-
ro, fiero, inhumano e intolerante para con los hombres por esti-
mar que nada de comin existe entre ellos y las demas cosas? Lue-
go, como resulta de lo que hemos dicho, debe ser rechazado
semejante lenguaje y doctrina, ya que muchas otras razones nos
apartan merecidamente de semejante opinién.
-81-3. Sigue la refutacidn de la metempsicosis. La ciudad celestial de las almas anics
de su encarnaci6n. Vicios de las almas celestiales. Reencarnaciones sucesivas.
Circulo transmigracionista, Absurdos de orden moral. Contradicciones.
He ojdo decir, a los que tales doctrinas ensefian, que estable-
cen ciertas naciones de almas en alguna ciudad peculiar donde
viven antes de llegar a la vida corporal (3). Esas almas, dicen,
vagan y yerran en su naturaleza dgil y tenue juntamente con la
revolucién y conversi6n universal con cierta propensién al vicio y
a la maldad, como si unas alas veloces llevasen las almas a los
cuerpos (4); primeramente a los humanos y luego a la misma
manera, a causa del uso de los afectos y perturbaciones de los que
carecen de razon, después de haber salido de la vida humana,
degeneran en animales y por ultimo se van deslizando hasta la
vida de las plantas que carecen de sentidos. De esa manera lo
tenue y gil por naturaleza, como es el alma humana, se convierte
en pesado, emigrando a los cuerpos humanos a causa del vicio y
de la maldad; y luego, extinguida la facultad dotada de raz6n,
pasa la vida en los que carecen de inteligencia; y por ultimo,
siendo despojado del don de los sentidos, recibe la vida de las
plantas que carece de sentidos; y luego nuevamente sube por los
mismos grados y es restituido al lugar celestial.
Semejante doctrina es por si sola facilmente aceptada por
aquellos que medianamente han ejercitado su juicio y no tiene
ningGn fundamento estable. Porque si el alma por el vicio y la
maldad es traida de la vida celestial a la vida de los arboles y luego
nuevamente corre a la vida celestial a causa de la virtud, se sigue
que su discurso vacila al juzgar sobre lo que es mas excelente
y digno de ser preferido, a saber: si la vida de la selva o la vida
celestial. Hay, efectivamente, aqui un circuito y casi una érbita
que es recorrida por semejantes seres, de modo que el alma, don-
dequiera que se hallare, carecera de lugar firme y cierto donde
permanecer. Pues si de la vida incorp6rea pasase a las cosas cor-
porales y de éstas a la que carece de sentidos y nuevamente retro-
cediese a la vida incorp6rea, entonces los que tales cosas ensefian
no hardn otra cosa que inventar y concebir una confusi6n indistinta
e indistinguible de males y de bienes. Entonces ni la vida celestial
permanecerd en la bienaventuranza, ya que el vicio invade a los
que alli viven; ni los arboles y las plantas careceran de virtud,
~82-porque estiman (los defensores de esta teoria) que el alma pasa de
aqui al bien y de alli comienza a participar de la vida viciosa.
Porque, si el alma que da vueltas con el cielo entra en conflicto
con el vicio y la maldad y a causa del vicio desciende a la vida
material y silvestre y de nuevo es transportada desde aqui para
vivir en las alturas celestiales, los tales (los partidarios de esta sen-
tencia) aducen y afirman una cosa contradictoria, a saber: que la
vida material contiene una facultad expiadora; que la conversién
y revolucién de las estrellas, que corren por el cielo, es causa y
principio del mal, ya que alcanzando aqui alas por medio de la vir-
tud se elevan hasta los cielos, contemplan las cosas celestiales y de
all, perdiendo las alas a causa del vicio y de la maldad, se hacen
bajas y abyectas y, descendiendo a la tierra se mezclan con la cra-
situd de la naturaleza material.
'Y todavia hasta ahora no ha logrado tener consistencia lo
absurdo de semejantes sentencias y doctrinas de modo que pue-
den ser consideradas como opiniones contradictorias. Ni tiene
certeza y estabilidad perpetuas el delirio de estas gentes. Porque,
si dicen que la naturaleza celestial es inmutable, ,cémo la pasién
y el afecto podran tener lugar en lo inmutable? Si la naturaleza
terrenal esta sujeta a los afectos y a los vicios, gde qué modo la
vacuidad y abolicién de las pasiones y afectos podra ejecutarse y
aprestarse en lo que esta sujeto a los afectos? Mezclan lo que no
puede mezclarse y unen cosas que no pueden tener ninguna
comuni6n; pues imaginan la inmutabilidad en la afeccién y conci-
ben en lo que es mudable la abolicion y vacuidad de las pasiones
y afecciones.
Y ni siquiera en estas ideas permanecen y perseveran siempre,
pues de donde sacaron al alma por el vicio y la maldad, alli mismo
la devuelven nuevamente como a una vida inmortal y segura sepa-
randola de lo material, como olvidados de que, gravadas por el
vicio, se habfa mezclado con una naturaleza terrenal después de
haber perdido las alas. Y de esta manera se mezclan y confunden
entre sf la maldicién y vituperaci6n de esta vida con la alabanza de
las cosas celestiales y superiores; pues aquella vida, que tiene mala
fama y nota de infamia, es autora y guia del bien (como ellos opi-
nan), y, la que es tenida por mejor, da al alma ocasién y motivo de
propensi6n al mal. Por lo tanto, debe arrojarse de la doctrina de la
verdad toda persuasion falsa e inestable acerca de estas materias (5).
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