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5. Los derechos del hombre y los derechos grupales se establecen como parámetros para
la construcción de ordenamientos políticos en los cuales los ciudadanos deciden
rechazar o ingresar.
Esto se debe a que la soberanía de cada de los Estados se ve deteriorada, en conjunto con su
capacidad para tomar decisiones autónomas. Hoy en día, las instituciones políticas y/o
económicas internacionales son las que influyen en las decisiones políticas de un país,
como ocurrió con la Unión Europea y la crisis de Grecia, convirtiendo así al Estado en una
especie de mediador entre los ciudadanos y las entidades extranjeras, el cual tiene un
destino determinado por decisiones, actividades y eventos que ocurren más allá de su
jurisdicción. Por otro lado, este debilitamiento también se deriva de una tendencia a la
heterogeneidad, es decir, a la interacción de diversas culturas y lenguas dentro de un mismo
espacio público, lo cual dificulta la labor política del gobierno al momento de atender los
asuntos que influyen en el orden público, tomando así un rol “pasivo-defensivo”
(Indiferencia a la demanda extranjera y preocupación por la demanda de los nativos) frente
al tema. La inmigración laboral proveniente de países vecinos es un fenómeno de la
globalización que apela a lo anteriormente dicho.
Esta visión considera que los derechos comunes de ciudadanía no se adecuan a las
necesidades particulares de los grupos minoritarios y que la idea de crear una concepción
universal de la ciudadanía que trascienda las diferencias culturales es injusta, porque
oprime a grupos históricamente excluidos, de lo que se derivan dos razones por las que la
igualdad genuina requiere afirmar en lugar de ignorar las diferencias grupales que los
grupos culturales excluidos lo son también políticamente y que tienen necesidades
distintivas, por lo que hay que proveerlos con los mecanismos y medios institucionales de
reconocimiento y representación.
En la actualidad no se puede concebir un Estado escindido de la comunidad internacional,.
De este modo, los nexos entre los órdenes local, nacional, global y universal, en este caso,
abren nuevas vías de mediación entre propuestas políticas y culturales que atienden los
derechos del hombre y los derechos grupales como parámetros para la construcción de
ordenamientos políticos. En esta línea de pensamiento, la ciudadanía puede ser vista y
construida como canal de comunicación entre comunidades múltiples.
La globalización puede entenderse desde un punto de vista cultural y político como un fenómeno
que provoca que “se intensifiquen los niveles de interacción e interconectividad entre estados y
sociedades y dentro de los mismos que conforman una sociedad internacional”.
Sin embargo, la democracia constituye un modelo político del que también somos
plenamente conscientes. Democracia proviene de la palabra de origen griego que significa
“gobierno y fuerza del pueblo”, e históricamente ha estado unida al concepto de estado-
nación. Mientras que el orden mundial internacional se ha vuelto a tejer para obtener un
patrón que reduzca el papel del estado-nación, la democracia no ha perdido su lustre. De
hecho, en un mundo cada vez más “globalizado”, parece que un mayor deseo de
democracia si cabe.