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El fin de la poesía y la escisión de la lírica.

Desarrollo de un subgénero que se convirtió en género totalizador.

Seguido de una clasificación aproximativa de la escritura del poema en verso


libre.

Lectores y lectoras:

La manifestación de pensamientos y/o sentimientos estéticos a través de un tipo


de escritura tuvo en su origen una fuente, a este principio se le llamó Poesía y al
artesano o persona dedicada a esta clase de escritura se le señaló como Hacedor.
Hay una leyenda muy linda donde el poeta es conocido como La memoria de la
aldea, este apelativo, no obstante condesciende a la generalización ya que
abarca al poeta, al filósofo y al orador. Para franquear este dilema, es necesario
entonces comprender la función del poeta como artesano de aquella palabra
que produce belleza en sí misma; el filósofo sería quien la hace pensante, la hace
razonar en sí misma y el orador quien la hace influenciable y/o persuasible, o
sea, la hace inevitable en sí misma.

Por lo tanto la poesía estaba dividida en tres grandes áreas; la lírica, la


dramática y la épica, Platón, le apostó a otros nombres, llamó imitativa a la
dramática, no imitativa a la lírica y dejó como épica a aquella que reunía
personajes y sentimientos por igual.

Heidegger afirma que la poiesis es la iluminación, o sea, podríamos decir,


siendo más específicos y menos metafóricos que el filósofo, que la poiesis es el
momento preciso, singular y único, casi nunca repetible, donde la aglomeración
de variados y heterogéneos fenómenos logran ser asociados por la percepción
relacionándose hasta fusionarse para generar un hecho, un acontecimiento o un
objeto nuevo en el mundo, a este suceso estético es al que llamamos obra de
arte, pintura, escultura, novela, poema, etc.

Es interesante observar cómo el más débil de los tres estilos de poesía


practicados desde la antigüedad tomó tanta fuerza hasta convertirse en el más
robusto. A decir verdad, la poesía épica, rama a la que debemos los más
descomunales y maravillosos poemas: La Ilíada, la Eneida, El cantar de Roland,
Las Eddas mayores y hasta aquellos cantos de trovadores en honor a las
hazañas de rey Arturo son cosa del pasado.

El último intento por acuñar en la historia un poema épico lo hizo, quizá,


William Morris con su Sigurd the Volsung, o sea, estamos hablando de que el
último intento de una hazaña épica por parte de la poesía se lo debemos a un
autor decimonónico. Y eso sin contar que en la edad media el poeta Jean Bodel,
en su Chanson des Saisnes conjuró para la eternidad o el instante —las dos
cosas vienen siendo la misma egocéntrica ambición—, que en la poesía sólo se
podía escribir sobre tres grandes temas: «la matière de France», «la matière de
Bretagne» y «la matière de Romme la grant». Fin del asunto, la poesía tenía que
remitirse a la aventura de tres grandes naciones y nada más. Así como así,
Bodel despachó al olvido grandes cantos épicos como lo son El Gilgamesh, el
Majábharata, el Ramayana, El Kaleva, el Shahnameh, el Sundiata, el Beowulf, El
Mal’abat Al Kafif ez-Zarhoouni, el Heike Monogatari, o La Araucana, hermosa
epopeya que nacería en nuestra américa.

Hace poco, apareció un curioso libro que destrona a Morris, el manuscrito se


titula: La leyenda de Sigurd y Gudrún, el autor es, quizá, para mí, el último de
la estirpe de los épicos; el gran J. R. R. Tolkien. Este poema consta de unos 300
versos o un poquito más, algo menor a aquel otro gran poema épico del siglo
XX: El puente de Hart Crane, que por estar dividido en 15 poemas particulares
y no en partes continuas como generalmente se hace con la epopeya, se le ha
llamado poema híbrido, algo entre lo épico y la miscelánea arbitraria de temas
poéticos.

El esfuerzo tiene su mérito: que grandes poetas hayan intentado rescatar una de
las ramas clásicas —el tema que durante siglos había sido el oro de la poesía—,
es una empresa admirable, si no envidiable, mas no compite con la lírica. Lo
mismo podemos decir de la poesía imitativa o dramática.

El último gran poeta dramático fue sin lugar a dudas Shakespeare. Lorca en el
siglo XX, de la mano del más dramático de los poetas estadounidenses,
Tennessee Williams y nada más.

Las estirpes de Sófocles y Homero han muerto.

Becquer diría lo contrario:

“No digáis que, agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira;

podrá no haber poetas; pero siempre

habrá poesía….”

Pero para ser honestos, los dos grandes géneros que fueron la crema y la nata
del oficio, se han apagado, leves briznas se mecen en uno que otro campo y con
cada nueva generación se puede notar que es cada vez menos el interés por esta
clase de poesía.
La lírica tomó el trono, desterró a sus hermanos y se convirtió en el género
mismo.

Quién iba a creer que aquel trabajo de rimar aquí, contar allá y sobre todo, de
esquematizar bajo especies la forma de expresar sentimientos y emociones
completamente íntimas y subjetivas pasaría a ser el semillero de la poesía
misma.

La lírica comenzó siendo una herramienta de la escritura que se basaba en el


uso y abuso de un conjunto elementos retóricos, no obstante su estudio
conllevaba el análisis de los tropos y de otras figuras que se pedían prestadas
de las demás formas del discurso.

La vanguardia comenzó de la mano de la décima musa, Safo de Lesbos, quien


creó su propio sistema de escritura y de confesión poética. De ahí en adelante
todo es historia, de Los nueve poetas líricos de Grecia, pasamos al medioevo
con sus dantes y sus petrarcas y de un salto, aquella poesía que consistía en
romances, odas, sonetos y letanías, pasó a ser libre; sin reglas, sin amarres,
criatura proteica que sólo obedecía el registro interno del poeta, o sea, a aquello
que era la voz de quien la escribía.

El portento lo debemos no a Whitman quien se ha considerado como padre del


milagro, sino a Blaise de Vigenère, traductor de los Salmos y padre, quizá, a mi
entender, del verso blanco allá por los 1500.

Ya antes de Whitman y su imitación del versículo bíblico de los Salmos y Los


Cantares, Goethe intentó, sin derrota, grandes poemas en este estilo, cabe
nombrar el enorme poema Prometheus, Haine lo utilizó en 22 poemas, pero
serán Rimbaud, Laforgue y Kahn quienes más experimenten con la nueva
fórmula para crear.

El siglo XIX por ello fue un gran siglo, siglo, asombroso en casi todo. Yo lo
comparo con la Grecia de los filósofos, donde se inventó todo. ¿De qué lugar
que no haya sido el siglo XIX, fue que nació con verdadero ímpetu la novela
policial, el cuento fantástico, la novela de ciencia ficción, los grandes cambios de
las escuelas plásticas, el simbolismo, el decadentismo, las grandes filosofías de
la sospecha, los inventos de acero, vapor y electricidad y el verso libre como
poesía en sí mismo?

No hay otro sitio. Gracias a este siglo es que Mallarme pudo decir:

“Asistimos ahora a un espectáculo verdaderamente extraordinario, único, en la


historia de la poesía: cada poeta puede esconderse en su retiro para tocar con su
propia flauta las tonadillas que le gustan; por primera vez, desde siempre, los
poetas no cantan atados al atril”.

Ahora que comenzamos el tercer milenio, la lírica es el único asunto poético y el


verso libre su dominio.

Hasta aquí, todo bien, se extrañan los antiguos ritos, las antiguas formas, pero si
algo es cierto, es que el verso libre fue quien hizo posible otras formas de
expresión que hasta entonces jamás se habían podido concebir. Esta evolución
ha generado miles y miles de expresiones y grandes, eternas obras para la edad
humana. Apenas si llevamos un siglo y unas décadas de jugar y crear con está
forma y ya es notable el desconcierto y la ambigüedad, la confusión y la
orfandad a la hora de analizar, comprender y darle orden a la diversidad de
expresiones que conlleva el verso libre.

Siendo el verso libre la tendencia de nuestra era, quiero exponer, una teoría:

La poesía actual puede dividirse en categorías, estas categorías se pueden


nombrar y enumerar a partir de dos juicios de valor: el primero que se remite a
la extensión del poema y el segundo a la forma como está estructurado y/0
pesando el poema.

Así cada poeta puede, más allá de su propio concepto de poesía, identificar bajo
qué tipo de categoría es que se encuentra escribiendo.

La clasificación la establezco así:

1) Poemas de largo aliento (poesía confesional, conversacional, poema extenso,


elegía, etc.)

2) Poemas concisos (haiku, poema minimalista, el dístico moderno, el micro


poema, el tanka, etc.)

3) Poemas herméticos (poesía pensante, filosófica, artefacto, aforismo poético,


etc.)

4) Metapoesía (epigrama, collage, automatismo, caligrama, afiche, poesía


virtual, etc.)

5) Poemas expandidos (recital mixto, juego, amasijo narrativo, libro-objeto,


poesía colonizadora de espacios: performance, etc.)

6) Prosa poética (poesía fragmentaria, ejercicio de estilo, canto prosaico, etc.)

7) y Poemas convencionales (poesía estructurada en estrofas divididas por


blancos y hemistiquios, generalmente no muy extensa dada a la página o a las
dos páginas impresas)
Muchas gracias.

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