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El agua del océano se evapora aceleradamente cuando tiene una temperatura igual o mayor a 26° C. Al
ocurrir la condensación del vapor en forma de nubes, se libera la energía que fortalece el sistema tormentoso
preexistente.
Vientos
Los vientos cálidos cercanos a la superficie del mar hacen que la evaporación ascienda rápidamente. Con ello
se forma una presión negativa que va arrastrando el aire en forma de espiral, hacia adentro y hacia
arriba. Luego, los vientos débiles a altos niveles de la atmósfera hacen que el ciclo continúe.
La rotación de la Tierra
La humedad
La humedad es propia de las cercanías al mar. Es el elemento que sirve como combustible para la
evaporación. Por esto los huracanes se van debilitando al tocar tierra, dado que los niveles de humedad
disminuyen.
El efecto global de los huracanes depende de la velocidad de sus vientos; es decir, depende de la categoría a
la cual correspondan. Sus más graves consecuencias son las siguientes:
Más que los mismos vientos, las lluvias son la principal y más grave consecuencia de los huracanes.
Las intensas lluvias que producen los huracanes en pocos días —muchas veces superiores a las ocurridas
durante todo un año— arrasan con objetos materiales, estructuras, edificaciones y vidas humanas.
Estas lluvias ocurren de manera prolongada y colapsan los sistemas de desagüe; con ello se producen los
deslaves y las inundaciones tierra adentro.
A razón de las intensas lluvias se ocasiona la rápida elevación del nivel del mar, con lo cual sobrevienen las
peligrosas marejadas costeras. Estas marejadas son las responsables del 90 % de las pérdidas humanas que
se atribuyen al paso de los huracanes.
Actualmente ha sido reconocido el agravamiento del potencial destructivo de los huracanes por acción del
hombre, en el contexto del calentamiento global.
Con la campaña global para el favorecimiento del cambio climático, se espera disminuir la temperatura del
mar y de la atmósfera, principales agentes causantes de los huracanes.
Causas de un terremoto
Procesos geológicos. Las placas tectónicas de la Tierra se mueven bajo la superficie, sobre el
magma, y a menudo chocan unas contra otras, generando ondas sísmicas que repercuten hacia la
superficie. Esto también puede ocurrir en presencia de actividad volcánica.
Instalaciones geotérmicas. La mano humana también puede ocasionar accidentalmente temblores,
como ocurre con los microsismos que a menudo se producen al inyectar agua fría en yacimientos
geotermales, donde el calor propio de la tierra hace hervir al líquido y produce géiseres.
Fracking. Existe debate sobre la posibilidad de que los métodos de fracturación hidráulica o fracking,
consistentes en la inyección de agua y materiales químicos dentro de pozos de hidrocarburos para
aumentar o propiciar la extracción de la materia valiosa, puedan incrementar la inestabilidad sísmica
de la zona y causar terremotos.
Pruebas nucleares. Los ensayos de armas atómicas son tan destructivos que deben hacerse lejos de
la vida humana y salvaje, por lo que a menudo se llevan a cabo bajo tierra. Estas explosiones son tan
fuertes que pueden repercutir en las placas tectónicas y transmitir vibraciones que ocasionen
pequeños sismos.
Consecuencias de un terremoto
De acuerdo con la intensidad de los vientos máximos sostenidos asociados (velocidad media del viento en 1
minuto medidas en superficie) los ciclones se clasifican en:
Depresión tropical: Un ciclón tropical con viento máximo en superficie de 62 km./h. (38mph), (33 nudos) o
menos.
Tormenta tropical: Un ciclón tropical con núcleo caliente y viento máximo en el rango de 63-117 km/h. (39-73
mph), (34-63 nudos).
Huracanes: ciclón tropical con núcleo caliente en el cual el viento máximo es a 118 km./h. (74 mph), (64
nudos).
Causas de un maremoto
Los maremotos son producto, tal y como los terremotos, de los desplazamientos de las placas tectónicas
por debajo de la corteza terrestre. Dichos movimientos a menudo las llevan a chocar, enfrentarse, y a
cambiar su forma, generando una fricción cuya energía se transmite en forma de vibración, en este caso, a las
aguas.
Similarmente, los tsunamis se deben en un 90% a los maremotos, o a terremotos que ocurren muy cerca de la
costa. Otros posibles causantes de un tsunami son la explosión de volcanes submarinos o el impacto en
el mar de meteoritos de gran tamaño.
Consecuencias de un maremoto
La primordial y más temida consecuencia de los maremotos la hemos mencionado ya: los tsunamis. La
capacidad destructiva de las olas gigantescas y veloces son ampliamente temidas en
las poblaciones costeras del océano Pacífico, y han quedado demostradas una y otra vez en su historia de
desastres naturales.
Por otro lado, los maremotos propiamente pueden inducir cambios momentáneos o permanentes en la
distribución de las corrientes oceánicas, o incluso en la flora y fauna de los fondos marinos.
Las tormentas tropicales son un fenómeno meteorológico natural, nacido del encuentro en condiciones muy
específicas de dos frentes de viento húmedo: uno cálido y otro frío que se “empujan” recíprocamente.
Por su combinación, se imprimen cada vez más velocidad a medida que absorben energía del agua cálida
evaporada y luego condensada. Es por esta razón que se dan sobre los océanos más cálidos del mundo, y en
condiciones de baja presión muy puntuales.
En cambio, cuando ingresan a tierra firme, suelen perder intensidad y disiparse, ya que el ciclo de viento
cálido y frío se interrumpe.
Incluso cuando no llegan a convertirse en huracanes, las tormentas tropicales pueden ocasionar enormes
destrozos sobre las poblaciones.
Su efecto se ve especialmente en zonas costeras, azotándolas con vientos intensos que pueden derribar
objetos, forzar la crecida de las olas costeras, o lluvias torrenciales que pueden causar inundaciones.
Todo ello puede costar numerosas vidas humanas. Si la población no se encuentra preparada y alerta para
las condiciones climáticas tan extremas, los daños materiales suelen ser abundantes y la recuperación de las
regiones afectadas puede tomar mucho tiempo.
Paradójicamente, también hay consecuencias positivas para el clima mundial de los ciclones: llevan las lluvias
a regiones secas o áridas. Así contribuyen indirectamente con la humidificación de terrenos que, de otro
modo, sufrirían procesos de desertificación, como el sur de los Estados Unidos o Japón.