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Los estatutos del PRI exigen que la fórmula de su dirigencia esté integrada por
militantes de ambos sexos. La candidatura de Humberto Moreira a la presidencia del
PRI le abrió las puertas de la secretaría a la yucateca Ivonne Ortega. Con Emilio
Gamboa, por razones de paisanaje, la gobernadora Ortega no hubiera tenido
oportunidad de aspirar al segundo cargo de la dirigencia priísta.
Pero, ¿será que Ivonne Ortega llegaría al cargo sólo por ser mujer? No. El hecho de
que sea LA ÚNICA GOBERNADORA en el escenario nacional resulta clave para su
postulación, pero pesa además que Ibóm Ortega es una ficha en el tablero de Carlos
Salinas y que ha sabido labrar cercanía personal y política con Enrique Peña Nieto.
Un elemento más que influiría en la salida de Ivonne Ortega del gobierno de Yucatán
es, por paradójico que resulte, el pésimo papel que viene realizando la Ñora de los
Pibes en su estado. Siento necesario abundar más en este último argumento, en
atención a los lectores que pudiera tener fuera de Yucatán y alejados de sus
asuntos.
Los estrategas electorales de Peña Nieto han podido medir con precisión que la
gubernatura de Ortega Pacheco rinde a la causa del mexiquense intereses
decrecientes, lo que quiere decir que el grado de rechazo que ha alcanzado Ivonne
Ortega por su frivolidad y por su desempeño dispendioso es muy alto y crece día con
día. Ese deterioro de la imagen personal, que es muy palpable a nivel local, no
corresponde con el grado de aceptación que ha logrado la gobernadora yucateca a
nivel nacional y que mantiene gracias al soporte mediático que le brindan las
cadenas de televisión nacional, beneficiarias que son de las sumas escandalosas de
dinero que la yucateca dilapida.
Hasta aquí no parece haber daños a terceros ni resistencias que hubiera que vencer.
La bronca estriba en la identidad de su sustituto, quien deba cubrir la ausencia de
Ortega Pacheco en calidad de gobernador interino por 18 meses. Obviamente, la
inquieta y gastadora Ibóm pujaría por dejar a un incondicional, que le cubriera las
espaldas y, más que eso, que le garantizara pagar sus tareas electorales en el PRI
con recursos del erario yucateco, como lo ha hecho siempre. Todavía más: Ibóm
Ortega aspiraría a reeditar el cacicazgo de su tío, erigiéndose en la “gran electora” en
el 2012, replicando en Yucatán, paso a paso, el proceso sucesorio que se piensa
seguir en Coahuila. En Coahuila, la salida de Humberto Moreira dejaría paso libre a
la candidatura de su hermano; en Yucatán, Ibóm entronizaría a la actual alcaldesa de
Mérida, su compañera en el “joint adventure” personal-político-empresarial:
Ibóm+Angélica= IBÓNICA. Pero allí es donde la marrana torció la cola…
También pudiera reclamar el interinato doña Beatriz, tampoco para ella sino para su
fiel vasallo, el diputado Ramírez Marín, ya que el regreso de la Paredes a la Cámara
de Diputados implicaría asumir también la Presidencia de la misma, dejando al
yucateco en la incómoda condición de desplazado, pese a la lealtad y eficacia con
que le cuidó el lugar a la tlaxcalteca. Ramírez Marín, sin ser enemigo de la veleidosa
gobernadora mantiene recomendable distancia con la rompecorazones. Una manera
de compensar a Jorge Carlos sería que pidiera licencia en la Cámara, justamente
para atender la invitación que le formularan el PRI y el Congreso yucateco para
ocuparse del gobierno vacante en calidad de interino.
Concluyo este análisis con un juicio, que pudiera parecer mero formulismo pero que,
tratándose de la administración de un estado y, en el caso de Yucatán, una sociedad
con tantas carencias y con oportunidades tan escasas, debe ser tomada con la
gravedad que merece: es lamentable que en este acomodo de personajes y de
fuerzas no se consideren ni remotamente los intereses del estado, las urgencias de
la sociedad, en el corto, el mediano o el largo plazo.