Los evangelios ayer y hoy

Una introducción hermenéutica

 CEP - 292 - 2006 Eduardo
Arens
Los EVANGELIOS AYER Y HOY. UNA INTRODUCCIÓN HERMENEUTICA
© Eduardo Arens

ISBN: 9972-223-01-9
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2006-3258
Código de barras: 9789972223013
Lima, mayo del 2006
Tiraje: 1,200 Los evangelios
Diseño de carátula y composición: CEP

Una primera edición fue publicada en 1982 por el Centro de Proyección

ayer y hoy
Cristiana, Lima; una segunda en 1988 por las Ediciones Paulínas, Lima.
Una introducción hermenéutica
ASOCIACiÓN HIJAS DE SAN PABLO
Av. El Santuario 1800 - Mangomarca
Telf.:459-3863 Fax: 459-3842
Apartado 982 - Lima 1 - Perú 3a. edición, revisada y aumentada
Librería: Jr.Callao 198, Lima l
Telf.:427-8276 427-9017
paulínasl peruémerra.com. pe

CENTRO DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES (CEP)

Camilo Carrillo 479, Jesús María
Apdo. 11-0107, Lima l l.Perú
Telf.:433-6453 Fax: 433-1078
cepu@amauta.rcp.net.pe
www.cep.com.pe

3a. edición, revisada y aumentada

Mayo 2006

e.
 A la memoria de
Marie-Emile Boismard, o.P.
maestro y amigo que me introdujo
al estudio ilustrado de los evangelios.

y en gratitud a
"los bienaventurados pobres" de
Villa el Salvador; Villa Maria del Triunfo,
Tablada de Lurin, Pamplona Alta (Lima-sur)
que me enseñaron a comprender el
evangelio con el corazón de Jesús de Nazaret.
 Indice

Prólogo 13

PRIMERA PARTE:
INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS 19

OBERTURA: Planteamiento 21

PRIMER MOVIMIENTO
La etapa oral: de Jesús a la predicación misionera TI
1. El término "evangelio" y sus connotaciones 28
2. El kerigma: origen, contenido, destinatarios,
evolución, propósito 32
3. El papel hermenéutico de la Resurrección 41
4. Jesús y sus discípulos 45
5. La tradición oral: la tradición como comunicación;
la tradición cristiana primitiva; tendencias transformadoras 51
6. El recorrido de la tradición oral: formación y
evolución de la tradición; proceso de sistematización;
las corrientes palestina y helenística 62
7. La "situación vital" 68
8. El contenido de la tradición oral y su desarrollo 84

SEGUNDO MOVIMIENTO
La etapa escrita: de la predicación de Jesús a los evangelios ff7
1. Del evangelio oral a los evangelios escritos ff7
2. Cuatro evangelios, cuatro perspectivas: constataciones 92

7
3. La cuestión sinóptica. El documento "Q". El "Mateo-arameo" % SEGUNDA PARTE
4. La redacción de los evangelios 110 INTRODlJCCIONES PARTICULARES A LOS EVANGELIOS 257
5. El contenido estructural de los evangelios 114
6. Las formas literarias y su situación vital 121 EVANGELIO SEGílN MARCOS 259
7. Propósito y naturaleza de los evangelios. ¿biografias?
Propósito de los Evangelios. Conciencia de la presencia de Jesús 126 A. Coordenadas históricas: autor destinatarios
8. Los autores de los evangelios 144 lugar y fecha de composición' , 259
9. Fechas y lugares de composición 146 B. La obra literaria:
10. Los destinatarios de los evangelios 148 composición, rasgos literarios, estructura, trama 268
C. Temática: la identidad de Jesús, el camino, el discipulado 279
TERCER MOVIMIENTO D. ¿Cómo leer Mc? 287
Cuestiones hermenéuticas: de ayer a hoy 151 Bibliografía 291

1. El problema del lenguaje 151 EVANGELIO SEGÚN MATEO 293

2. El texto y las traducciones 163
3. La Iglesia y los evangelios 169 A. Coordenadas históricas: autor, destinatarios,
4. Los evangelios y la Tradición 172 lugar y fecha de composición 293
5. La normatividad de los evangelios 178 B. La obra literaría:
6. La canonicidad 180 composición, rasgos literarios, estructura, la trama de Mt 304
7. Los evangelios como Palabra de Dios 184 C. Temática: cristología, el reino de los cielos, eclesiología 311
8. Los evangelios y la historia 188 D. ¿Cómo leer Mt? 320
9. ¿Retomo a Jesús de Nazaret? 201 Bibliografía 322
10. El método histórico-crítico 205
11. Los evangelios como narraciones 210 EVANGELIO SEGílN LlICAS 325
12. Cómo leer hoy los evangelios 216 A. Coordenadas históricas: autor, destinatarios,
lugar y fecha de composición 325
Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: B. La obra literaria:
Un relato y una sentencia 229 composición, rasgos literarios, estructura, la trama de Le 334
1. La curación de la suegra de Pedro: C. Temática: la historia salvífica, cristología, el Espíritu santo,
Mc 1,29-31/Mt8,I4-15/Lc4,38-39 229 la Iglesia. Cuestiones sociales. Relación con el Estado 340
2. Invitación a la tolerancia: Me 9,38-401 Le 9,49-50 236 Bibliografia 349

TEXTOS DEL MAGISTERIO 245 EV:4NGELIO SEGÚN JUAN 351

Bibliografía general 254 A. Coordenadas históricas:

composición del cuarto evangelio, el autor,
los destinatarios, lugar y fecha de composición 351

8 9
B. La obra literaria: relación con los Sinópticos, Abreviaturas frecuentes
redacción, rasgos literarios, estructura, la trama de Jn 363
C. Temática: trasfondo ideológico.
Jesús el hijo del Padre: identidad.
El enviado del Padre: misión de Jesús.
La fe en Jesucristo: la respuesta. a.C. = antes de Cristo
Que tengan vida: el fruto. aprox. = aproximadamente
El Prólogo. 374 AT = Antiguo Testamento
o. El cuarto evangelio frente a la historia. ¿Cómo leer Jn? 387 cap. = capítulo
Bibliografia. 392 d.C. = después de Cristo
IBI = La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, Vaticano 1993
DV = Dei Verbum, Concilio Vaticano 11.
incl. = inclusive
NT = Nuevo Testamento
par. = (textos) paralelos
s. = siglo
v. = versículo

la 11
 Prólogo

A partir del Concilio Vaticano 11 se despertó en la Iglesia Católica un

interés sin precedentes por la Biblia, y por el Nuevo Testamento en
particular, que dejó de ser un libro "vedado" o de interés de unos pocos. El
interés por la Biblia se viene observando claramente en el creciente núme-
ro de iglesias evangélicas, movimientos y sectas, que se fundamentan en la
Biblia. Notoriamente muchas de ellas están constituidas por ex-católicos
que han encontrado unfundamento a sus creencias religiosas en la Biblia
(no lo hallaron satisfactoriamente en el catecismo), de la que se alimentan
asiduamente. De hecho, las personas que recurren a la Biblia lo hacen por
lo general por razones de carácter existencial, en busca de conocer y
seguir "la voluntad de Dios ", y no por inquietudes doctrinarias (propias
del catecismo en el que no hallaron satisfaccion espiritual ni existencial).

Sin duda, el protestantismo ha contribuido positivamente a la revalo-

ración de la Biblia dentro de la Iglesia católica, lo que a su vez está
permitiendo un acercamiento más realista entre las diversas "iglesias"
abiertas al diálogo'. De hecho, la unidad entre las iglesias -y dentro de

Este acercamiento en torno a la Biblia ha tomado forma concreta en las traduccio-

nes ecuménicas de la Biblia, en el trabajo de conjunto en las Sociedades Bíblicas,
en la publicación de comentarios bíblicos a nivel ecuménico, además de un sinnú-

13
 PRÓLOGO
Los EVANGELIOS AYER Y HOY. UNA INTRODUCCiÓNHERMENÉUTICA

creen que los escritos bíblicos fueron compuestos pensando en ellos'. El

ellas- pasa ineludiblemente por esa norma normante que es la Biblia, la
salto olímpico de diecinueve o más siglos lo dan argumentando que, pues-
palabra fundante de Dios, tanto para los católicos como para las diversas
to que los redactores estaban inspirados por Dios y sus escritos son Pala-
iglesias protestantes.
bra de Dios, el factor circunstancial y el histórico-cultural carecen de
relevancia. Sólo si se reconoce que no basta con saber leer para compren-
La necesidad de una introducción a los evangelios se debe al simple
der lo que se está leyendo, se admitirá que es necesaria una introducción
hecho de que éstos son documentos históricamente situados, es decir, que
previa a la lectura del texto bíblico para que éste sea bien entendido.
fueron compuestos en tiempos y bajo circunstancias distantes y diferentes
Sucede aquello del funcionario de la reina Candace a quien, según He-
de los nuestros. Sin embargo, muchas personas los leen como si fueran
chos 8,26ss, se le acercó Felipe y "le oyó leer al profeta Isaias, y le dijo:
"historias de Jesús ", y otras como si fueran manuales de teología o de
¿Entiendes lo que vas leyendo? Y él contestó: ¿cómo podría entenderlo si
ética. Muchos los leen como si fueran palabras dictadas por Dios, sin
alguien no me lo explica? ".
influencia humana, con validez eterna tal como se entendió en aquellos
lejanos momentos históricos y culturales. En efecto, la incomprensión de
Por cierto, no es absolutamente necesario estar familiarizado con el
los evangelios (y de la Biblia en general) se observa en las interpretacio-
mundo de los evangelistas y la prehistoria o génesis de los evangelios,
nes literalistas e imaginativas, en la expansión del fundamentalismo, y
para un mínimo de comprensión. Todo texto dice algo por sí mismo, aun-
también en elfenómeno de las sectas. Saber leer no necesariamente signi-
que se desconozca su origen. Pero, para comprender e interpretar correcta-
fica comprender lo que se lee, especialmente si se trata de escritos de la
mente un texto compuesto en tiempos anteriores a los nuestros, no basta
antigüedad y de otro mundo cultural. No basta con poner en las manos de
con preguntarse por lo que pueda decir o significar el día de hoy, sino que
la mayoría de las personas una Biblia o un Nuevo Testamento; es necesa-
hay que situarlo previamente en su momento histórico y su contexto cultu-
rio ayudarlas a comprenderlo.
ral. Si se comprende mal, se interpretará mal. Para comprender algo a caba-
lidad es indispensable tener la información necesaria acerca de lo que se
No obstante ser la Biblia el libro más difundido, en gran medida es
quiere conocer. Esto es más cierto si se trata de escritos de autores cuya
uno de los menos comprendidos. Muchos simplemente ignoran, por ejem-
inspiración se dio en determinadas coordenadas históricas y culturales, y
plo, que sus redactores no pensaban igual que nosotros, que sus ideas cada evangelista escribió dentro de ellas. Precisamente por ignorarlas se
acerca del mundo, de Dios y del hombre eran distintas de las nuestras,
ha llegado a interpretaciones absurdas, incluso contradictorias.·
inclusive que las palabras no significaban en aquellos tiempos lo que hoy
para nosotros, y que la cultura y la sociedad de esas comunidades eran
Conocer el origen y la naturaleza de los evangelios es una ayuda
diferentes a las nuestras.
para su correcta interpretación. No se trata de una suerte de "curiosidad
arqueológica ", pues no se puede interpretar correctamente lo que no se
En la opinión de muchos, los evangelios son biografías o crónicas de
conoce, y no se puede conocer algo si no se informa previamente). Conocer
la vida de Jesús. Pocos son conscientes de que tienen una prehistoria y que
los evangelistas entretejieron en sus obras las tradiciones sobre Jesús con
reflexiones teológicas y sus vivencias en la fe cristiana. No faltan quienes Es indispensable tener un conocimiento bien informado sobre los orígenes, alean-
ces y ¡imites de la Biblia. Vea para ello alguna introducción crítica e informativa, p.
ej. E.Arens, La Biblia sin mitos, CEP-Asociación Hijas de san Pablo, Lima, 2004.
Vea a todo esto el documento de la Pontificia Comisión Bíblica de 1993: La
mero de eventos. El cristianismo se dividió a partir del siglo XVI en torno a la interpretación de la Biblia en la Iglesia. En relación a los evangelios como tales,
Biblia; en torno a ella se debe reunir. Es notorio que la Pontificia Comisión Bíblica
concretamente E. Arens, "Los evangelios y el Magisterio", en Id., La Biblia leída
publicó en ese sentido en 2002 una toma de postura dialogal con el judaísmo: "El
en Iglesia, CEP, Lima, 2003, 51-72 (= Páginas 141, octubre 1996,97-110).
pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana".

15
14

l. IS IV,\Nl dl.ll ,s AYI'R Y IIOY. UNA INTRODUCCiÓN HERMENÉUTICA
e/ O/'l.I~"1I l'
/0 nut uralc:a de los evangelios no constituye una interpreta_
curn ,'11 si /111.1'/1111 de ellos, pero es un paso previo indispensable para inter-
prrt arl.»: /egililllu y correctamente, de manera que nos proteja de la tram-
/'U dI'! .1'11h/l'!iI-ismo y del dominio de los prejuicios "ideológicos ", por
t ann¡ d,' l.¡ nianipul acion y la tergiversación de sus mensajes.
/ le otra parte, conocer los evangelios (y la Biblia en general) no se
redll(,,' u ,\('/' capaz de citarlos de memoria, sino más bien afamiliarizarnos
,'¡¡II .1'11 o/'igen, su naturaleza y sus contenidos reales. Comprenderlos es
,'1111'01' ('11 su mundo, su historia y sus circunstancias, pues conocimiento y
('OIIl/I/'('lIsÍlín son necesarios para una interpretación correcta.
/~/ origen de esta introducción a los evangelios se encuentra en mis
inquicnides hermenéuticas yen mis insatisfacciones con respuestas super-
[icialcs. ingenuas o dogmáticas que se suelen dar, las cuales remontan a
mis W70S de estudiante, y fueron agudizándose a través de mis múltiples
contactos. los cursos dictados y las conversaciones con alumnos, amigos y
criticos.
Cuando un psicólogo desea conocer la identidad y comprender el
ccnnportamiento de una persona se remite a su pasado, pues su presente es
inconiprensible al margen de aquél y de las circunstancias que lo rodea-
1'011. Cuanto más conozca del pasado, mejor conocerá a la persona y com-
prenderá su comportamiento actual. Por eso, no extraña que, de ser posi-
bl c, el psicólogo busque hablar con los padres del paciente e indague
sobre la concepción, gestación y nacimiento de su hijo/a. Ése es el recorri-
do que seguiremos en esta introducción: de la gestación de los evangelios
o .1'11 nacimiento. Nos detendremos en su genética, el porqué de estos evan-
.I:"lios, Y nos detendremos especialmente en su naturaleza de "evange-
lios ". de buena noticia.
En mi experiencia, resulta casi estéril discutir con alguien sobre el
/I/'·II.\Ujc de un texto bíblico cualquiera si el interlocutor no ha comprendi-
du prcvianrente su prehistoria y su naturaleza, <peor si insiste en ignorar-
//1 rctnitíéndose a la inspiración divina como única fuente, como si ésta se
d/,'I'II ('11 una suerte de gran vacío, "sin contaminación ambiental">. No
/I¡¡./.'JIIOS decir que conocemos los evangelios si no nos adentramos en su
", ilniu ". COI/IO una persona no conoce a otra si no ha entrado en su "alma ",
16
PRÓLOGO
Conocer los evangelios no se reduce a tener información sino que es nece-
sario para ello comprenderlos, lo cual supone ser capaz de ingresar en el
mundo de sus autores, en su historia, en las circunstancias que influyeron;
es entrar en sus sentimientos, convicciones y expectativas existenciales.
Conocimiento y comprensión del sujeto son indispensables para toda in-
terpretación correcta. Sólo en un segundo momento, nos detendremos en
las particularidades de cada uno de los evangelios canónicos.
Una introducción digna de este nombre debe, ante todo, ayudar al
lector a comprender, a apreciar y a valorar la obra para la cual sirve de
"introducción ". Esto lo logrará ayudando al lector a comprender y a
tomar conciencia de los factores que intervinieron en la composición de
ese producto final que son los evangelios, así como de todo aquello que
podríamos denominar el "subconsciente" de esos escritos, o el pre-texto
del texto. Sólo cuando conozcamos los ingredientes, la formacion, el por-
qué (causas y propósitos), así como las peculiaridades de cada uno de los
evangelios, podremos apreciarlos como portadores de mensajes pertinen-
tes para el hombre de hoy, y no como meras biografias o tratados ético-
filosófico-teológicos. Con esta finalidad he escrito estas páginas, en la
esperanza que sean realmente una "introducción a los evangelios ".
El lector observará que ocasionalmente soy repetitivo. Por un lado,
la repetición es la madre del aprendizaje, y estas páginas nacieron de mis
notas de e/ase. Por otro lado, en mi afán de ser lo más e/aro posible, he
optado por tratar cada punto de tal modo que se pueda comprender como
un tema completo en sí mismo, y eso produce algunas repeticiones, que
espero no cansen al lector. En estas páginas tengo en mente a todas las
personas que desean conocer informada y reflexivamente la génesis, la
naturaleza y la razón de ser de los evangelios. Por eso he procurado evitar
el lenguaje técnico y sofisticado, y he reducido las referencias bibliográfi-
cas al pie de página. Tampoco he querido complicar el texto con discusio-
nes con opiniones diferentes a las mías o con citas de otros autores.
17
 PRIMERA PARTE

Introducción general a
los evangelios
 Obertura

L Os evangelios son para el cristianismo lo que el Pentateuco para el

judaísmo: el bloque de escritos que establecen la identidad del cristia-
nismo. Son los testimonios fundamentales en los que todo cristiano asienta
su fe, que es una relación existencial con la persona de Jesucristo', y en los
que sus autores expusieron expresa y ampliamente la respuesta a la pregunta
de Jesús a sus discípulos que reverbera aún hoy: "¿Quién dicen ustedes que
soy?" (Mc 8,29).

Ser cristiano es esencialmente ser discípulo de Jesucristo, es responder

afirmativamente a la invitación "tú, ven y sígueme", Por tanto es importante
conocer a quién se sigue y cuál es el camino al que el discípulo se comprome-
te a seguir', El cristiano no es discípulo de un desconocido ni se compromete
sin conocer lo esencial que lo involucra y supone. Conocer a una persona no
se puede reducir a la posesión de información sobre ella -la policía, por
ejemplo, tiene información sobre muchas personas, pero eso no significa
que las conoce-o Conocer a una persona significa sobre todo entrar en su
mundo, sus vivencias, su historia; significa entrar en diálogo con ella, como
sucede entre dos amigos o dos enamorados.

Pues bien, los escritos del Nuevo Testamento, en particular los evange-
lios, quieren dar a conocer a Jesús, el Cristo. Éstas son las únicas fuentes
que poseemos sobre su persona y la significación de su existencia. Dado
que los evangelios no son simplemente biografías (una serie de datos infor-
mativos), sino que se proponen llevar al conocimiento de la persona de
Jesucristo, en quien depositar la fe y las esperanzas últimas, es necesario
empezar por conocer esas fuentes, su naturaleza y su finalidad. Más aún, si

Emplearé el nombre Jesús para referirme al hijo de María en su vida histórica en

Palestina; el calificativo Cristo(griego,castellanoungido, hebreomesías)para refe-
rirme al resucitado-exaltado. En todos los idiomasse usan separados, Jesús Cristo,
comoen el griego; en el castellano en cambiose usanen unasolapalabra,Jesucristo.
En Hechos, repetidas veces se califica al cristianismo "el camino".

21
 INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS
ser cristiano es seguir a Jesucristo, entonces es necesario conocer el camino
("yo soy el camino, ..." Jn 14,4ss), y éste se halla trazado especialmente en los
testimonios que los evangelistas dejaron. Los evangelios son la vara primor-
dial de la ortodoxia y la ortopraxis. Con respecto a ellos se mide nuestra
condición de cristianos, pues en ellos se expone expresamente la vida que
debe seguir el que se ha comprometido a seguir a Jesús.
En los evangelios está expuesta la identidad cristiana; son su DNI, su
referencia insustituible, en los que se afirma la fidelidad a la Revelación
expuesta en las perspectivas trazadas por Jesucristo. La Revelación históri-
ca en la persona de Jesucristo está atestiguada precisamente en los evange-
lios; son éstos los que más nos acercan a Jesús de Nazaret. En otras pala-
bras, es en estos textos en los que se asienta la identidad cristiana y la
fidelidad al Señor de la historia, Dios mismo. Por eso hay que conocerlos
bien para poder entrar en sus entrañas históricas y vivenciales.
En las epístolas se trata de problemas puntuales de teología y cristología,
y de aclarar determinados aspectos pastorales y éticos. En los evangelios en
cambio se habla expresamente sobre Jesús de Nazaret como tal; su identi-
dad, su proyecto, su vida "apostólica", su destino, su legado, y su relevan-
cia histórica y escatológica. Y es que el cristianismo es una religión histórica,
no del "libro". La fe del cristiano, que no es unagnosis (conocimientos), es
primordialmente una relación existencial con una persona real: Jesucristo
(no un libro o una doctrina). Esto es lo que exponen los evangelios, que se
constituyen como referencias indispensables, pues son, además, las únicas
fuentes confiables y cercanas que tenemos para conocer a Jesús y familiari-
zarnos con su propuesta y su camino.
Pero, ¿por qué estudiar los evangelios como tales? ¿Acaso no son com-
prcnsibles por sí mismos? ¿No basta con leerlos sin mayor preámbulo y
practicar lo allí estipulado?
Si bien los evangelistas se propusieron dar a conocer a Jesucristo, el
problema principal que ofrecen los evangelios para su comprensión provie-
Ill' de su condición de documentos históricos, condición que con frecuencia
Sl' suele ignorar u olvidar. Datan de una época y pertenecen a una cultura del
pasado, emplean categorías diferentes a las nuestras, y reflejan una visión
22
OBERTURA
d.el ho.mbre ~ d~l mundo distinta a la que nosotros tenemos; respondían a
situaciones distintas de las actuales y se dirigían a un público en el pasado.
Son testimonios de fe históricamente vivida. Hoy, los evangelios están sien-
do "re-descubiertos" gracias a la conciencia que ha despertado el reconoci-
miento de que se trata de documentos históricamente situados y condicio-
nados, gracias a su estudio mediante los mismos métodos aplicados a otros
documentos históricos.
Lamentablemente, las interpretaciones alegóricas, historicistas y simila-
res, no siempre han ayudado a preservar vivo el mensaje que los evangelis-
tas originalmente transmitieron. Muchos siglos de celosa piedad religiosa
contribuyeron inconscientemente a fosilizar los evangelios y a considerar-
los casi exclusivamente como relatos biográficos, privándolos así de su di-
namismo y vitalidad originales. En la apreciación de muchas personas, pre-
sentaban a un Jesús del pasado, a un maestro venerable. En el fondo, preva-
lecía (y aún subsiste) una comprensión miope de lo que es la tradición. Se
olvidaba que tradición es historia y vida -y que así lo había sido para los
evangelistas-o Dominaba una visión estática de la tradición, que propugna-
ba la preservación inmutable de su contenido, entendido como recuerdos
del pasado, como si se tratase de una reliquia venerable, la cual se debe
transmitir sin la más mínima alteración o actualización. Precisamente por eso,
los evangelios (y toda la Biblia) se preservaron celosamente como piezas de
museo, para ser admirados y venerados; dejaron de hablar y perdieron su
lozanía y relevancia originales. A partir de la incomprensión de la naturaleza
de los evangelios, Jesús era visto y presentado casi exclusivamente como el
Hijo de Dios que demostró su divinidad y debía ser adorado (de aquí la
importancia dada a los milagros), y por lo mismo, su mensaje fue considera-
do como un sistema doctrinario perfecto.
Pero los evangelios deben volver a hablar una vez más y hacer sentir el
palpitar de ese Jesús que presentan, de aquí que sea preciso entrar en su
mundo y dialogar con ellos, lo que es principio fundamental de toda herme-
néutica, de toda interpretación. Para comprenderlos hay que conocer su
naturaleza; para esto es necesario conocer su origen y su formación.
Un ejemplo nos introducirá en el mundo de los evangelios ayudándonos
a tener una idea más clara de los problemas que un intento de su recta
23
 OBERTURA

INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS

comprensión nos plantea. Conocemos el "Padre Nuestro". La mayoría lo
hemos aprendido desde pequeños. Probablemente pensará el lector que la
versión que nos es tan familiar se encuentra en los cuatro evangelios y con
la misma formulación. La primera sorpresa con la que nos topamos es que se
encuentra solamente en Mt y en Le; no está en Me ni en Jn. La segunda es
mayor: la versión que rezamos es la que se encuentra en Mt (6,9-13); la de Le
(11,2-4) es más breve y no todas las palabras son idénticas:
Padre, sea santificado tu nombre, venga tu reino.
Nuestro pan cotidiano dánoslo cada dia.
Perdónanos nuestros pecados pues también nosotros mismos
perdonamos a todo el que nos debe.
r no nos introduzcas en tentación.
No sólo eso, sino que el momento y las circunstancias en los cuales
Jesús habría enseñado esta oración son distintos. Según Mateo fue durante
el Sermón del Monte (5, 1), mientras que según Lucas fue muchísimo tiempo
después, al term inar de orar "en cierto lugar" (11,1).
De estas simples constataciones surgen una serie de interrogantes:
¿enseñó Jesús el "Padre Nuestro" en dos ocasiones y de dos formas diferen-
tes, o en una sola ocasión? ¿Cómo explicar entonces que se encuentre en
momentos y lugares diferentes? ¿Es posible que uno de los evangelistas lo
haya ampliado (Mt), o que el otro lo haya abreviado (Le)? ¿Por qué lo habría
hecho? ¿Cómo comprender y explicarse esas diferencias? Más aún, ¿por qué
no está incluido en los evangelios según Marcos y Juan?
¿Qué decir de los evangelios que no han sido incluidos en el Nuevo Testa-
mento (apócrifos)?
Hay otras interrogantes más profundas que surgen a propósito de los
evangelios mismos: ¿Por qué se escribieron? ¿Por qué cuatro? ¿Por qué no
fueron más fieles los evangelistas en lo que narraron? ¿Cuál fue el propósito
de los evangelistas y qué papel jugaron? ¿No hicieron intervenir sus propias
apreciaciones e interpretaciones de Jesús? ¿Por qué siguen siendo normati-
vos los evangelios?, etc.
En resumen, el estudio de los evangelios es importante porque la fideli-
dad a Jesucristo depende de nuestro conocimiento de su persona y de su
proyecto o camino. Si queremos asegurarnos de que estamos en continui-
dad con nuestros orígenes, que no nos hemos desviado de las proyeccio-
nes trazadas por Jesús, es indispensable que conozcamos y comprendamos
correctamente las fuentes de nuestras raíces, aquellas de las que deriva
nuestra identidad cristiana. Vale decir, si queremos entender correctamente a
Jesús y su proyecto, así como los orígenes mismos del cristianismo, es
indispensable entender correctamente las fuentes en las que nos basamos,
en este caso los evangelios.

Si tomamos una sinopsis (visión de conjunto), es decir una presentación

de los evangelios en columnas mostrando los temas o episodios que tienen
en común, nos llevaremos muchas más sorpresas, y surgen preguntas más
profundas aún, como por ejemplo: ¿Por qué no incluyen todos los evange-
lios los mismos materiales? ¿Por qué sólo Lucas y Mateo narran la Natividad,
y de manera tan distinta? ¿Por qué no están narrados los episodios con la
misma secuencia? ¿Por qué no fueron más fieles en lo que narraron? ¿Por qué
se escribieron cuatro evangelios, y no uno solo "completo"? ¿Qué papel
jugaron los evangelistas? ¿Para quiénes escribieron? ¿Cuál fue, al final de
cuentas, el propósito para escribir evangelios, y cuatro, y tan tardíamente?

25
24
 Primer movimiento

LA ETAPA ORAL:
DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA

L a historia de los evangelios comienza con Jesús; de no haber aparecido

en escena, éstos no se hubieran escrito. No sólo es Jesús el centro de
los evangelios, sino que su persona misma, su misión, su pasión y su resu-
rrección, constituyen el contenido de éstos, Sin embargo, Jesús no escribió
nada, y no pidió en vida que se le predicase a él. Fue tan sólo a partir de su
resurrección cuando "se les abrieron los ojos" a sus discípulos, y empeza-
ron a comprender quién era en realidad Jesús y cuál era la significación y el
alcance de su misión, A partir de su resurrección, como veremos más adelan-
te, empezó a cobrar interés e importancia la vida y la actividad de aquél a
quien reconocieron como enviado definitivo de Dios, y como tal se le empe-
zó a predicar. El predicador pasó a ser el predicado.

En vista de lo anotado, podemos destacar tres grandes momentos que

condujeron a nuestros evangelios: el tiempo de Jesús, el de la predicación de
la iglesia naciente, y el momento de composición de los evangelios propia-
mente dichos. Podemos, pues, hablar de dos grandes etapas, en las que
dividimos esta introducción a los evangelios: la etapa que va desde Jesús de
Nazaret hasta la predicación misionera, incluida ésta, en la cual la transmi-
sión era básicamente oral, y la etapa que gira en torno a la composición
escrita de los evangelios. Evidentemente, todo esto es una simplificación.
pues la predicación oral (en la que hay que incluir la catequesis, las instruc-
ciones diversas, la apologética, etc.) no cesó allí donde se escribió un deter-
minado evangelio. La división que hacemos no tiene otra finalidad que la de
facilitar la comprensión de la formación y la naturaleza de los evangelios

En la Primera parte, que pasaré a exponer de inmediato, considcrarcmo- l'l

origen, la formación y la evolución de la tradición oral. Esta elapa I il'lIl' lOIl \()
centro focal dos realidades: la resurrección de Jesús como clave dl' íllll'lpll'LI
ción de su persona, misión y actualidad, y las vivencias de las UlllllllliLi;rLil'S
cristianas como formadoras y transformadoras de las tradicionc-, S(lhll' ,k'IIS.

27

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
1. El término "evangelio" y sus connotaciones
Nuestro término castellano "evangelio" proviene del griego euaggelion
(léase euanguelion), que es un compuesto del prefijo eu y el término agge-
lion. El prefijo adverbial eu califica al sustantivo como "bueno, correcto,
favorable" (eulogio> palabra agradable; eutanasia> buena muerte; eufemis-
mo > designación favorable, etc.). El término aggelion procede del sustanti-
vo ággelos (mensajero, de allí nuestro vocablo ángel), y significa un mensa-
je, noticia o nueva. Euaggelion significa, pues, literalmente "buena nueva,
mensaje o noticia favorable".
En el Antiguo Testamento hallamos el término evangelio seis veces, para
indicar una buena noticia en sí misma (2Sam 18,20.25.27; 2Re 7,9), o como la
recompensa que se da al mensajero de la buena noticia (2Sam 4, I O; 18,22). Se
refería tanto al mensaje mismo como a su efecto: una buena noticia se anun-
cia por la alegría que es capaz de producir -de allí su ligazón con una recom-
pensa por traerla-o Siendo un término poco frecuente en el AT (sea en he-
breo o en griego) y en el judaísmo apenas conocido, resulta dudable que su
empleo en el cristianismo provenga de allí. Cierto, una palabra no lo dice
todo. Si bien el vocablo euagge!ion o su equivalente hebreo (besoráh) es
poco frecuente, la idea de una "buena nueva" por parte de Dios estaba en la
atmósfera desde los profetas post-exílicos: Dios enviaría a un mesías que
traería la liberación y la prosperidad para su pueblo, y así se expresaron
varios de los profetas, en especial Isaías.
En el mundo greco-romano, el término evangelio es más frecuente y tenía
básicamente los mismos significados que hallamos en el AT. Designaba una
buena noticia, generalmente asociada con un don o favor divino: el anuncio
de una victoria obtenida, las grandes manifestaciones del Emperador (su
nacimiento, sus visitas, sus decretos a favor de sus súbditos) que se feste-
jaban con júbilo. El mismo término se empleaba también para designar la
recompensa dada al mensajero, pues su mensaje era causa de alegría. Hay
que tener presente que el Emperador -y no pocos reyes- era considerado
como representante de Zeus, Júpiter, u otra divinidad, de modo que su vo-
luntad constituía un decreto de carácter divino. En lo positivo, la voluntad
imperial era para sus súbditos garantía de paz, seguridad y prosperidad. Hay
pues una cierta semejanza entre el sentido grecorromano y el sentido cristia-
28
EL TÉRMINO "EVANGELIO" Y SUS CONNOTACIONES
no del término "evangelio", sólo que en este último caso, no son las manifes-
taciones del Emperador, sino las de Jesús, las que son proclamadas como la
verdadera y gran "buena nueva".
Es notorio que los cristianos hayan recurrido a este vocablo tan poco
común, pero tan cargado de significación l. En efecto, en la Iglesia primitiva,
el término evangelio fue tomado del lenguaje de su medio ambiente y trans-
ferido con significación propia a Jesús. Evangelio significaba el anuncio y la
realización de la salvación que Dios le ofrece al hombre mediante Jesús, el
Cristo. La aceptación de la "buena nueva" produce lo que anuncia: la libera-
ción de los pecados y la participación en la salvación.
Leyendo los escritos del Nuevo Testamento, se observa que la iglesia
naciente era consciente de que Jesús no sólo fue el mensajero de la buena
nueva de la irrupción del reino de Dios, sino que él mismo la encarnaba. Por
ello, el acontecimiento-Jesucristo (su vida, muerte y resurrección) era el tema
central de la predicación apostólica. Eso se observa claramente en los escri-
tos de san Pablo, quien empleó el término evangelio con mayor frecuencia
que los demás escritores (más de 50 veces).
San Pablo empleaba el vocablo "evangelio" para designar inseparable-
mente el contenido (qué se anuncia) y la realización de lo anunciado (salva-
ción): el acontecimiento-Jesucristo (especialmente su muerte y resurrección,
así como su posición de juez soberano) es la buena nueva, y ella es salvífica
para el que la acepta y confiesa. El "evangelio", que es casi sinónimo de
"Jesucristo", es salvación. Por cierto, el término evangelio en los escritos
paulinos no se refería a ninguno de los cuatro escritos que conocemos con
ese nombre, pues todavía no se habían compuesto, ni a un género literario,
sino más bien a la "palabra" viva encarnada por Jesucristo, la cual era predi-
cada de viva voz. Por eso, san Pablo podía hablar de "mi/nuestro evangelio"
(Rom 2,16; 16,25; lTes 1,5; 2Cor 4,3), pues él predicaba lo mismo que los
apóstoles: el "evangelio de Cristo" (ICor 9, 12; 2Cor 2, 12; 9,13; Gáll ,7), es
decir, el evangelio es lo que Dios ha puesto de manifiesto y ha realizado en la
Las connotaciones primeras son sociopolíticas, como hemos visto. En la misma
línea, es notorio que las comunidades se designasen ekklesía (iglesia), vocablo que
denota las asambleas para tomar decisiones importantes, y no sinagoga u otro
vocablo griego o latino que designe una reunión (éranos, thíasos, collegia, etc.).
29

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MIS10NERA
persona de Jesucristo (a la vez sujeto y objeto del anuncio). Por eso la
salvación es inseparable de la fe en Jesucristo (Rom 10,9), que no es otra
cosa que estar "en Cristo", "revestido de Cristo", "crucificado con Cristo".
Es notorio que san Pablo, escribiendo en la década del 50, siempre em-
pleó el término en el singular, pues no había más que un único evangelio, un
solo acontecimiento-Jesucristo. Pablo nunca explicó el significado del térmi-
no evangelio, lo cual quiere decir que suponía que era conocido. Los cristia-
nos sabrían bien a qué se refería. Además, al escribir a cristianos del mundo
grecorromano, no extrañaría que lo entendiesen como una transposición de
las acostumbradas referencias al Emperador, a su nuevo soberano, Jesucristo.
En los evangelios que poseemos, el término euaggelion es menos fre-
cuente. En Mt aparece cuatro veces (4,23; 9,35; 24,14 Y 26, 13), Y en Mc ocho
(1,1.14.15;8,35; 10,29; 13,10; 14,9y 16,15).Nunca es empleado en LcyenJn.
De esto se deduce que tenía una sígnificación teológica propia al cristianis-
mo. Sistemáticamente, el término evangelio vino a ser sinónimo de "el acon-
tecimiento-Jesucristo" visto como totalidad. Esto sugiere que Jesús mismo
nunca empleó ese término, aun si aparece en sus labios (vea más adelante)
-si lo hizo alguna vez, no fue en el sentido en que es empleado en los
evangelios-. Por cierto eso no significa que Jesús no haya considerado su
anuncio del reino de Dios como una "buena nueva". Pero, tal como se em-
pleó en el cristianismo, evangelio se refería a todo lo que Jesús representaba:
su misión y su persona misma -que es el tema central en los evangelios-. Lo
importante no eran los hechos o las palabras mismas, sino lo que significa-
ban, su valor y su relevancia para el hombre: causa y fundamento de libera-
ción del pecado y de participación en el reinado de Dios. Así, el sentido
grecorromano de evangelio adquirió una connotación netamente religiosa,
cristiana: evangelio no se refería tanto a un acontecimiento ya ocurrido,
como a la salvación que a partir de él está a la mano de todos los hombres. El
término no se limitaba a etiquetar el acontecimiento histórico de Jesús de
Nazaret, sino que desde entonces conlleva la significación de ese aconteci-
miento: salvación ahora.
El evangelio según Marcos, el más antiguo que poseemos, empieza con
las palabras "Comienzo del evangelio de Jesús Cristo". Se refiere, a modo de
síntesis, al contenido de la obra: Jesucristo, que es la buena nueva que
Marcos presenta, y con la que inicia su relato de la misión propiamente dícha
30
EL TERMINO "EVANGELIO" Y SUS CONNOTACIONES
de Jesús afirmando que "después de ser encarcelado Juan, se fue Jesús a
Galilea, donde proclamaba el evangelio de Dios" (1,14), Ylas primeras pala-
bras que hallamos en labios de Jesús lo reafirman: "Se ha cumplido el tiempo
y está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en el evangelio" (1,15).
Evidentemente, "evangelio" no se refería a algún escrito, sino a la buena
nueva de la cual Jesús era el portador: la cercanía del reino de Dios, puesto
de manifiesto en la misión de Jesús y en su persona. Con la referencia al
"evangelio" en el cual urge creer, Marcos tenía en mente (al igual que en
14,9) la presentación del acontecimiento-Jesucristo. Es decir que considera-
ba su obra como evangelio, con el mismo título que Pablo daba a su predica-
ción. El evangelio escrito plasmó en papiro lo que se predicaba oralmente
-aunque ciertamente mucho más desarrollado-o Para eso, Marcos no pre-
sentó un relato o una exposición acerca de Jesús, sino que dejó que fuese
Jesús mismo quien hablase, y lo hizo mediante el frecuente empleo gramati-
cal del presente histórico. La presentación de palabras en labios de Jesús, y
la narración colorida y vivaz, exhortaba al auditorio, de la misma manera que
un guión de cine puede apelar a los espectadores: como si Jesús estuviese
presente; aún HOY. En Mc 8,35; 10,29 y 13,10, el término "evangelio" denota
la predicación oral de la iglesia, sin aludir a la presentación escrita. Es, pues,
improbable que Jesús mismo hubiese utilizado el término "evangelio" en el
sentido que aparece en Mc.
El paso del empleo del término evangelio como anuncio oral del aconteci-
miento-Jesucristo al contenido fijado por escrito, se observa más claramente
en MI. Mientras que en 4,23 y en 9,35 Jesús aparece predicando "el evange-
lio del reino", que es aquel expuesto por Mateo en su obra, en 24,14 Y 26,13
se especifica que se trata de "este evangelio (del reino)", es decir, de la obra
escrita por Mateo. Para este autor, "evangelio" es sinónimo de su presenta-
ción del acontecimiento-Jesucristo o, puesto en otros términos, su exposi-
ción del "evangelio (del reino)". En eso, Mateo siguió el ejemplo de Marcos
(que fue una de sus fuentes de información), quien había calificado su obra
como "evangelio" (Me 1,1). Pero, valga la repetición, "evangelio" no se
limitaba a una calificación literaria de una obra o a un género, sino que se
refería al acontecimiento-Jesucristo, es decir, a la totalidad de la revelación
de Dios en la persona de Jesús, incluyendo su resurrección. Es eso lo que
los evangelistas presentaron por escrito. En el resto de los escritos del NT el
término evangelio o bien tiene la misma connotación que tenía para Pablo.
31
 EL KERIGMA
LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA

Jesús que leemos, por ejemplo en Me 1,15 ("Se ha cumplido el tiempo y está
Marcos y Mateo, o está referido a la predicación apostólica (Hech 15,7 y
cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en el evangelio") y Le 4,21
20,24).
("Hoy se ha cumplido esta Escritura ante sus oídos"). El término predicación
se reserva para designar el kerigma ampliado y elaborado en forma de discur-
Desde un principio, lo proclamado por la Iglesia era un único evangelio,
so, que tiene como finalidad inducir a la reflexión y a la conversión, como
puesto que el término evangelio se refería esencialmente al contenido único
hallamos en Hechos 2,14-36 y 3,12-26.
que se anunciaba en todos ellos. No es sorprendente, pues, que en el NT el
término siempre aparezca en el singular. La denominación "evangelio", para
Los discípulos anunciaron en forma breve e interpelante el hecho de la
designar los cuatro escritos que conocemos con ese nombre, es posterior, e
resurrección de Jesús, con el fin de atraer a la fe en él y reconocer lo que Dios
indudablemente correcta, por cuanto éstos contienen y anuncian el mismo
había realizado mediante la persona de su Hijo. Las implicaciones eran en ese
mensaje de salvación, si bien cada uno con rasgos y un enfoque propios.
momento evidentes y no necesitaban ser elaboradas. El kerigma es el cora-
zón del evangelio.
En resumen, en sus orígenes, "evangelio" no se refería a alguna categoría
literaria o a escritos como tales. Evangelio es la buena noticia en sí, indepen-
2.1 Origen del kerigma
dientemente de la modalidad en que se comunica. La buena nueva era que
Jesús de Nazaret, el crucificado, ha resucitado, lo que significa que él es el
El origen del kerigma se halla en la fe que la resurrección de Jesús suscitó
mesías, el enviado definitivo de Dios, revelador de su voluntad salvadora.
entre los discípulos. Con el arresto de Jesús y su muerte, creyeron haber
visto el final de la "aventura" que habian estado viviendo con su maestro ,
¿Qué hace que el mensaje anunciado constituya una "buena nueva"? El
una aventura que no comprendieron bien. No sólo abandonaron a Jesús tras
hecho mismo de su proclamación indica que aquellos que lo pregonaban lo
su arresto, sino que después de esperar que se apaciguaran los ánimos se
consideraban pertinente para todos, que lo que anunciaban realmente afecta
aprestaban a reintegrarse a sus pueblos. La eventual resurrección de Jesús
positivamente la existencia del hombre y su destino, es decir, que el mensaje
no estaba incluida entre sus expectativas; por eso se resistieron a creerla.
produce lo anunciado: la salvación para el que lo acepta. "Les evangelizo
Los inesperados encuentros personales con Jesús, y el reconocimiento de
una gran alegría, la cual será para todo el pueblo: que les ha sido dado a luz
que realmente se trataba de él, resucitado, produjeron la reunión de los
hoy un Salvador, que es Cristo, Señor, ..." (Le 2, l Os; vea Rom 10,14-17). ¡Se
discípulos dispersos (Le 24,33; Jn 20,26; Hech 1,13s), y al poco tiempo se
trata de algo más que de simple información!
lanzaron a proclamar abiertamente esta buena nueva (Hech 2, 14ss; 3, 12ss):
iJe~ús de Nazaret, el que había sido crucificado, ha resucitado! El origen del
El evangelio, la "buena nueva", es pues mucho más que una biografía de
kengma y del evangelio se halla de forma inmediata en esa fe que la resurrec-
Jesús.
ción de Jesús hizo surgir, una fe que no podían guardar en secreto por la
significación trascendental que encerraba para todos los hombres, y que
2. El kerigma ellos empezaban a experimentar y a comprender. El kerigma, evidentemente,
era a la vez proclamación y testimonio de lo que Jesús les significaba. No
solamente hablaban acerca de ello, sino que lo testimoniaban. Querían com-
La proclamación o anuncio solemne y público que hicieron los discípulos
partir la buena noticia precisamente por lo que su aceptación había produci-
de Jesús, que el que había sido crucificado ha resucitado, se designa con el
do existencialmente en ellos.
término griego kerygma (proclama, declaración, bando). Es más preciso que
nuestro término predicación. El kerigma es una proclamación breve, pública
La buena nueva de la resurrección de Jesús fue proclamada al inicio por
y sole~ne hecha por un heraldo, de un hecho que concierne al auditorio y
aquellos que tuvieron el privilegio de un encuentro con él. l.os utticos "/I/OS
que exige que sea aceptado, al estilo de los profetas o de los anuncios de

33
32

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
para empezar a proclamar esa buena nueva eran los que habían estado con
Jesús antes, pues eran los únicos capaces de reconocer la significación de
los hechos vividos con él y, en consecuencia, de anunciarlos como revela-
ción de Dios. Por eso Jesús no se apareció a otras personas. No se trataba de
proclamar simplemente el acontecimiento en sí mismo, sino su significación
vital.
2.2 Contenido del kerigma
Si bien Jesús no se había proclamado a sí mismo, sino la inmediatez del
reino de Dios, los discípulos, a partir de la Resurrección, empezaron a procla-
mar el acontecimiento-Jesucristo, es decir, lo que Dios había hecho y seguía
realizando por los hombres en la persona de Jesús, y lo que ello ineludible-
mente significa para todos. El contenido del kerigma, lo proclamado, no era
una "verdad", una doctrina o un mandato, sino un acontecimiento sucedido
en una persona: la resurrección del Jesús crucificado. Proclamaban la reali-
dad de un Señor vivo, presente e interpelante, que asegura la salvación
anhelada por el hombre. Ese acontecimiento significativo resum ía en pocas
palabras la identidad y la vida de Jesús en favor de los hombres, como
veremos luego.
Lo característico del kerigma no es tanto la forma de su presentación,
como el contenido que se proclamaba y su relevancia para el hombre: un
acontecimiento inaudito y salvador: el que murió vive, constituido ahora por
Dios como juez y Señor. No debe extrañarnos que en un inicio, cuando se
proclamaba este acontecimiento, al poco tiempo de ocurrido, los discípulos
no se interesasen por simples memorias de un pasado más o menos remoto
y datos de corte periodístico, sino primordialmente por la trascendencia y
pertinencia actual de lo que Dios realizó en Jesucristo, y la salvación que la
fe en este resucitado asegura. Tampoco debe extrañarnos que el punto focal
del kerigma lo constituyese la resurrección de Jesús, pues era lógico que se
centraran en este hecho inaudito. Su misión y su vida eran suficientemente
conocidas y no eran lo más llamativo, por lo que no era necesario detenerse
en ellas. Lo novedoso y trascendental lo constituía el hecho de su resurrec-
ción'. Fue su resurrección lo que encendió la fe cristiane en los discípulos:
La resurrección de Jesúsno fue un resucitar comoel de Lázaro. LaResurrección
implica laliberación de laslimitaciones deltiempo y del espacio, la imposibilidad
34
EL KERIGMA
era la certeza de la presencia siempre actual del Señor, y la garantía de la
salvación para todos los que creyesen en él'.
En los textos más antiguos se observa aún que el acento estaba puesto
en la resurrección de Jesús. En su carta a los romanos Pablo citó al inicio un
breve credo: Jesucristo es
aquel nacido del linaje de David según la carne;
constituido hijo de Dios con poder según el espíritu santificador,
a partir de su resurrección de entre los muertos
(1 ,3s; cf. 2Cor 13,4;2Tim 2,8).
Similar es el cántico incluido en l Timoteo:
El fue manifestado en carne, justificado en espíritu;
visto por ángeles, proclamado entre gentiles;
creído en el mundo, ascendido en gloria (3, 16; cf. Rom 8,34; 10,9).
En el famoso himno incluido por Pablo en su carta a los Filipenses, se
afirma de Jesucristo que,
siendo de condición divina no hizo alarde de ser igual a Dios,
sino que se despojó a sí mismo tomando condición de esclavo ....
haciéndose obediente hasta la muerte (y muerte de cruz).
Por lo cual Dios lo exaltó y le concedió el nombre que está sobre todo
nombre,... (2,6-11; cf. Ef 4,10).
de una nueva muerte; lo sitúa en "el otro lado" de la vida y el mundo que nos
caracterizan. Estenuevo modo deexistencia explica ladificultad quetuvieron los
discípulos en reconocer a Jesús(resucitado).
Según la teología dcljudaísrno, sóloal final de lostiempos resucitarían losmuer-
tos (vea Jn 11,23). Admitir la resurrección de Jesús significa admitir que nos
hallamos en los tiempos en que Dios se manifiesta definitivamente. Ningún
hombre resucita por sí mismo, sino por la intervención de Dios, el Creador. Por
eso,el kerigrna anuncia implícitamente la "nueva y definitiva alianza". Loquees
"escándalo paralosjudíos y necedad paralosgentiles" (1 Cor 1,23; Hech 17J I ss)
es quese proclame comoresucitado a alguien quefuecrucificado comoblasfemo
y revoltoso. Si Dios resucitó a ese Jesús, entonces Dios lo reivindicó, y la fe en
Jesús es fe en Dios mismo. Vea al respecto, especialmente, U. Wilckcns, l.a
Resurrección de Jesús, Salamanca, 1981.
35

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
En su carta primera a los Corintios, Pablo citó el credo fundamental que él
había recibido, a saber,
que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras,
quefue sepultado; y
que al tercer día fue resucitado según las Escrituras;
que se apareció a Celas, después a los doce .. (15,3ss; cf. l Pdr 3,18).
Como vemos, el kerigma no se limitaba a proclamar la resurrección de
Jesús, sino que inseparablemente hacía mención de su muerte. Estos dos
acontecimientos antitéticos del destino de Jesús constituyeron desde el
principio el núcleo del kerigma apostólico (cf. Hech 2,22ss; 3, l3ss; 4,10; 5,30;
10,39s; 13,27-30). ¿Por qué también la muerte de Jesús? Simplemente porque
la resurrección por sí misma carece de sentido sin ella, y porque ambos
acontecimientos se apoyan mutuamente constituyendo una unidad indiso-
luble: muerte y vida, humillación y glorificación.
En los textos citados se observa que, por su carácter confesional, el
kerigma fue adquiriendo laforma de credo, con fórmulas fijas". Éstas se
repetían en reuniones comunitarias y otras ocasiones, como en los bautis-
mos (vea Rom 6,3s), ya fuesen recitadas o cantadas. Pero siguió siendo
fundamentalmente la proclamación de un acontecimiento inusitado, de una
persona, no simplemente de unos conceptos. La importancia de los credos
es conocida; en ellos se sintetizan las convicciones distintivas de una per-
sona o un grupo.
El credo citado en ICor. 15 nos permite apreciar que el kerigma no se
reducía a una enumeración de puros hechos (murió-fue sepultado; resucitó-
se apareció), sino que éstos ya eran interpretados, es decir se explicitaba su
significación existencialmente salvífica: "por nuestros pecados ... según las
Escrituras .. ."s.
En general, vea J. Guillet, Lasprimeras palabras de la fe. Estella 1982.
"Según las Escrituras" es un término técnico que equivale a decir "según la
voluntad de Dios", y no según algún texto. La voluntad de Dios está plasmada en
las Escrituras.
36
ELKERIGMA
2.3 Destinatarios del kerigma
El kerigma estaba destinado a todos, sin excepción, pues los creyentes
comprendieron que el acontecimiento-Jesucristo era de trascendental im-
portancia para todos los hombres, y era absolutamente novedoso",
Como era lógico, en un principio, por razones históricas y circunstancia-
les, la proclamación de la buena nueva se dirigía a los judíos -Jesús mismo lo
había hecho-, con el fin de exhortarles a que moldeasen su fe en Dios a la luz
de su manifestación eminente y definitiva en la persona de Jesucristo. A
decir de Hechos (9,20; 13,5; 18,4; etc.), Pablo también empezaba su predica-
ción por las sinagogas, pues los judíos (como lo había sido él), como hijos de
la Alianza, tenían el terreno preparado para recibir al enviado definitivo de
Dios (mesías). Eventualmente, la proclamación de la buena nueva se exten-
dió hacia el mundo gentil-pagano, con el fin de que, abandonando sus dio-
ses, aceptasen la fe que se les proclamaba. l.vidcntcmcntc, la proclamación
en este mundo no-palestino, de mentalidad y concepciones tan diferentes,
exigió la adaptación del kerigma a ese otro mundo, una inculturación. El
mayor exponente de esta nueva modalidad de proclamar la buena nueva fue
san Pablo.
2.4 Evolución del kerigma
El kerigma no es un resumen o una síntesis del evangelio, sino que es más
bien su fuente o núcleo? A partir del kerigma se desarrolló la predicación, y
posteriormente el evangelio narrativo que conocemos y leemos.
En sus escritos, que son los más antiguos del NT, san Pablo concentra-
ba su teología en la muerte y resurrección de Jesús. Tan sólo excepcional-
El kerigma que Jesús mismo había anunciado, al igual que toda su predicación,
también se dirigía a todos, y exigía conversión de todos, sin excepción, pues su
mensaje era novedoso: su manera de entender a Dios y hacer manifiesta su
presencia. su concepcíón del reino de Dios y su cercanía, su manera de enfocar la
Ley, eran diferentes de aquello que sus contemporáneos pensaban. Por eso era
"piedra de escándalo" y terminó en un una cruz, condenado como blasfemo y
revoltoso.
Vea en especial la instructiva presentación de este desarrollo en CH. Dodd, La
predicación apostólica y su desarrollo, Madrid, 1973.
37
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDlCACION MISIONERA
mente hizo alguna referencia a la vida terrena o a las enseñanzas de Jesús.
En los Hechos de los Apóstoles, escritos hacia el año 90, hallamos un
esquema de predicación más elaborado, especialmente en los discursos
apostólicos (2, 14ss; 3, 12ss; 4,9ss; 5,30ss; etc.). Aunque se deben en gran
medida a la concepción teológica de Lucas, y no a la recopilación de notas
estenográficas de lo que Pedro, Esteban o Pablo proclamaron y predicaron,
como inocentemente se pensaría, preservan el esquema de la predicación
apostólicas. Este esquema básico de predicación constaba de los siguien-
tes puntos:
1. Introducción al tema, desde la perspectiva histórico-salvífica (Hech 2,14-
21;3,12-13a; 13,16-23);
2. Resumen de la misión pública de Jesús (Hech 2,22; 13,24s);
3. El kerigma propiamente dicho:
a) Jesús fue entregado y crucificado (Hech 2,23; 3, 13b-15a; 13,26-29);
b) Dios lo resucitó y exaltó (Hech 2,24-36; 3, 15b; 13,30-37);
e) Exhortación a la conversión (Hech 2,38s; 3,19-26; 13,38-41).
Así, en Hechos 2 leemos el discurso de Pedro después de Pentecostés:
Hombres de Judea y ustedes todos los que habitan en Jerusalén, quede
esto bien claro y escuchen mis palabras: No están borrachos estos
hombres, como ustedes suponen, puesto que es la hora tercia del día;
sino que esto es lo dicho por medio del profeta Joel: "Y sucederá en los
últimos días -dice Dios- que derramaré mi espíritu sobre toda carne. Y
profetizarán sus hijos y sus hijas, y sus jóvenes verán visiones, y sus
ancianos soñaran sueños ... Y haré portentos arriba en el cielo, y señales
abajo en la tierra...y sucederá que todo el que invoque el nombre del
Señor será salvo" [JoeI3, 1-5].
"Hombres de Israel, oigan estas palabras: A Jesús de Nazaret, hombre
acreditado por Dios ante ustedes con milagros, prodigios y señales que
por él realizó Dios entre ustedes, como bien saben, a éste, entregado
según el plan definitivo y el previo designio de Dios, ustedes, crucifi-
cándolo por manos de paganos, lo quitaron de en medio. Pero Dios lo
Un estudio detallado y crítico de Hechos se encuentra en E. Arens, Serán mis
testigos. Historia. actores y trama de Hechos de Apóstoles, Lima (CEP). 1996.
38
ELKERIGMA
resucitó rompiendo las ataduras de la muerte, dado que no era posible
que ella lo retuviera en su poder. Porque David dice a propósito de él:
"Yo veía al Señor delante de mí continuamente, porque está a mi dere-
cha para que yo no vacile...Y hasta mi carne reposa en la esperanza de
que no abandonarás mi afma af Hades, ni dejarás que tu consagrado
experimente corrupción ... [Sal 16,8-11]. Hermanos: séame permitido de-
cirles resueltamente acerca del patriarca David... previendo el futuro,
habló de la resurrección de Cristo: que no sería abandonado al Hades
ni su carne experimentaría corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y
todos nosotros somos testigos de ello. l-Levado a la diestra de Dios y
recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado lo que
ustedes están viendo y oyendo ... Sepa por tanto COI/ absoluta seguridad
toda la casa de lsrael que Dios ha hecho Seiior y ( 'risto a este Jesús a
quien ustedes crucificaron (Hech 2,14-36).
En los Hechos de los Apóstoles hallamos más bien predicación que pro-
clamación, como se observa en el citado discurso de Pedro, y en otros más
en la misma obra. La predicación ampliaba el contenido del kerigma. Era más
exposición que proclamación. Tal como la leemos en Hechos, esta predica-
ción (discurso) estaba destinada sobre todo a los neófitos y simpatizantes
del cristianismo. Los evangelistas, por su parte, no hicieron otra cosa que
detallar la vida de Jesús, destacando su relevancia. Así, de la proclamación
(kerigma) se pasaba a la predicación, y en los evangelios a la narración
detallada. Es instructivo comparar, por ejemplo, el texto de 1COI' 15,3ss, cita-
do en el párrafo anterior, con el discurso de Pedro arriba citado, y observar
cómo los detalles mencionados en este discurso son ampliados en forma
narrativa en los evangelios. Puesto esquemáticamente:
Formas:
KERIGMA - - - - ---. PREDICACIÓN - - - ---. EVANGELIOS
Contenido:
Cruz-Resur. +- - - - - - Cruz-Resur. +- - - -. Cruz-Resur. ~
39
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACION MISIOI\:ERA
A esta evolución de contenido, que hemos esbozado, le acompañó otra:
la evolución conceptual y lingüística, debida a las diferencias culturales. El
kerigma proclamado a los judíos de Judea no se podía proclamar en el mundo
pagano en los mismos términos, pues no estaban familiarizados con el tras-
fondo veterotestamentario, y pensaban en otras categorías. Menos aún la
predicación. Era necesario adaptar el lenguaje y las categorías empleadas
para transmitir la misma buena nueva, de modo que fuese comprensible a los
de mentalidad grecorromana (helenística). Sobre esto volveremos cuando
hablemos de la tradición palestina y la helenística.
Tanto en el mundo judío como en el gentil, el elemento central de procla-
mación era la muerte y resurrección/exaltación de Jesús. Una evolución re-
sultaba lógica y necesaria, pues con el transcurrir del tiempo, se iba reflexio-
nando más y más sobre la significación del acontecimiento-Jesucristo. Sur-
gían nuevas interrogantes acerca de éste y empezaron a brotar nuevas nece-
sidades, como la catequesis, la liturgia y las orientaciones éticas. No basta-
ba, pues, con proclamar la muerte y resurrección de Jesús. Eventualmente,
se hizo necesario delinear el camino de Jesús y las razones que condujeron
a su crucifixión, así como la necesidad de explicar el porqué de una muerte
tan ignominiosa. Igualmente, era indispensable afianzar la afirmación de que
Jesús resucitó de la muerte; ¡no bastaba con mencionarla! No menos impor-
tante era mostrar que la misión de Jesús realmente provenía de Dios. Even-
tualmente, incluso se hizo necesario afirmar la historicidad del acontecimien-
to proclamado, que no solamente parecía increíble, sino que se sentía como
lejano, tanto cronológica como geográficamente. Así, fueron surgiendo dife-
rentes necesidades, que contribuyeron a la evolución de ese núcleo que era
el kerigma, a la par que se proseguía profundizando y madurando en su
comprensión.
2.5 Propósito del kerigma
La proclamación de la buena nueva de la resurrección de Jesús tenía
como finalidad interpelar, invitar a la conversión, es decir, la aceptación no
sólo del anuncio como tal, sino de la persona de Jesús como Señor. Se trata
de una proclamación que espera ser aceptada y acogida; confronta al hom-
bre con una realidad, con un acontecimiento de perenne y trascendental
importancia para él. La proclamación de lo acontecido era un cuestionamien-
to que confrontaba con una decisión de fe con respecto a la persona de
40
EL PAPEL HERMENÉUTICO DE LA RESURRECCION
Jesús: creer en él o rechazarle. Aceptar el kerigma es un acto de fe y produce
lo que conlleva: salvación. La proclamación de la buena nueva por parte de
los discípulos, que partía de una profunda fe -sólo así se puede explicar que
ellos se lanzaran a proclamar públicamente la resurrección de Jesús-, tenía
por objeto contagiar a su auditorio de esa fe que vivían y testificaban en la
persona de Jesucristo, que según su testimonio, estaba vivo, tanto "senta-
do a la diestra de Dios" como presente con ellos por medio de su Espíritu.
En la proclamación de la buena nueva, el anunciador no venía a ser más
que un mediador: hablaba en nombre de Dios, como los profetas de antaño.
y su palabra era eficaz: aceptada produce la salvación que revela la resurrec-
ción de Jesús. De aquí que se hablase del cristiano como partícipe en la
muerte y resurrección de Jesús (vea: Rom 6,3-11). Podríamos decir que el
acontecimiento-Jesucristo era el kerigma acontecido -Ja palabra de Dios
hecha carne- que ahora confronta al hombre, y exige decisión ante este
kerigma: "el que les escucha, a m í me escucha" (Le 10,16).
El kerigma era, como ya dijimos, más que una simple transmisión de da-
tos, "ese Jesús que crucificaron ha resucitado". El kerigma (y luego la predi-
cación y el evangelio mismo) incluía la interpretación de la significación del
acontecimiento-Jesucristo, tanto en sí mismo (quién fue y es Jesucristo)
como para el hombre (su razón de ser y vocación profética). La nueva fe traía
consigo una nueva comprensión de la vida y del hombre. De aquí que se
exhortase a la conversión, a aceptar el kerigma y seguir el nuevo camino.
He aquí esbozados a grandes rasgos los orígenes remotos de nuestros
evangelios. Ciertamente, hubo otros factores que intervinieron; pasaremos
a continuación a considerar los más importantes.
3. El papel hermenéutico de la Resurrección
Hemos visto que el kerigma era la proclamación de que "Jesús el Nazare-
no, el crucificado, ha resucitado" (Me 16,6). El anuncio de ese hecho inaudi-
to se debió al encuentro de los discípulos con su Maestro resucitado. De no
haber sido por la resurrección de Jesús y la fe que la constatación de ese
acontecimiento suscitó en los discípulos, no habría kerigma. Y, de no haber
41
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
proclamado los discípulos ese acontecimiento no tendríamos los evange-
lios. En otras palabras, la Resurrección (constatada y proclamada) fue el
punto focal, o el "detonador" de un proceso que desembocó en los evange-
lios. Es el núcleo de nuestra fe: "si Cristo no ha sido resucitado, vacía es
nuestra proclamación (to kérygma); vacía también es vuestra fe" (1Cor 15,14).
La Resurrección proporcionó a los discípulos la clave para la interpre-
tación de los acontecimientos que la precedieron (la vida y muerte de Jesús),
de ese tiempo que habían vivido con él, y para la comprensión de las implica-
ciones que ese acontecimiento tiene para el futuro del hombre, es decir, de
sus esperanzas. La Resurrección fue su "principio hermenéutico?".
La vida y misión de Jesús de Nazaret fue contemplada retrospectivamen-
te a la luz de la Resurrección, y los discípulos comprendieron que todo lo
que habían vivido con él tenía un significado profundo, que en aquel tiempo
no habían comprendido (cf Jn 2,22; 12,16; 13,7; 14,20.26; 16,13). Fue, pues, la
Resurrección la que indujo a la Iglesia naciente a comprender e interpretar el
acontecimiento-Jesucristo, y a ver su significación salvífica.
No fue por azar si la Cruz y la Resurrección, unidas inseparablemente,
constituyeron el meollo del kerigma y el bloque más grande y constante,
tanto del kerigma como de la predicación, de los credos e himnos, así como
de los evangelios. No fue tampoco por azar si los evangelistas con cierta
frecuencia destacaron la falta de comprensión por parte de los discípulos
durante la vida terrena de Jesús, pues recién con su resurrección empezarían
a comprenderle a él y a su misión. En una escena altamente significativa, al
final del relato de la transfiguración (¡ un anticipo de la Resurrecciónl), Mar-
cos explícitamente indicó que Jesús "les advirtió que a nadie contaran lo que
habían visto, sino cuando el Hijo del hombre se levantase de entre los muer-
tos" (9,9). No habían comprendido lo que habían visto, hasta después de la
Resurrección. Los anuncios de la Pasión y Resurrección les resultaban in-
comprensibles a esas alturas (vea Le 9,45; 18,34; etc.). A la hora del arresto
huirían y, confrontados con el hecho de la resurrección de Jesús, se mostra-
rían escépticos. Juan también destacó el papel hermenéutico de la Resurrec-
ción. Después de relatar la entrada en Jerusalén, Juan comentó que "esto no
La hermenéutica es el proceso que busca determinar la significación de un acon-
tecimiento o un texto. Es la ciencia de la interpretación.
42
EL PAPEL HERMENÉUTICO DE LA RESURRECCIÓN
lo entendieron sus discípulos al principio; mas, cuando fue glorificado Je-
sús, se acordaron de que esto estaba escrito sobre él y esto le habían hecho"
(12,16; vea también 14,26 y 16,13).
En cuanto al papel hermenéutico de la Resurrección con miras a las espe-
ranzas para el hombre, de su salvación y su propia resurrección, basta leer lo
que Pablo escribió extensamente en 1Cor 15, por mencionar el texto más
vasto. En pocas palabras, la Resurrección sirvió de clave de comprensión e
interpretación de la vida de Jesús, tanto mirando hacia atrás (incluso sus
antecedentes) como hacia delante, en la llamada escatología (el destino de
Jesús y de todos los hombres).
Es importante tener presente, no sólo que los evangelios fueron escritos
varias décadas después de la resurrección de Jesús, sino que fueron redac-
tados en base al kerigma y su evolución, así como por la creciente convic-
ción y la profunda reflexión sobre el acontecim iento-Jesucristo, como totali-
dad A LA LUZ DE LA RESURRECCiÓN Y la FE de los discípulos, y eventual-
mente los evangelistas. Dicho en otras palabras, leyeron el pasado (la vida
terrena de Jesús) a partir de la Resurrección, retrospectivamente, con el "pre-
juicio" de la fe en el Señor resucitado, que sigue actuando y hablando aquí
y ahora. El final (la Resurrección) constituía así el inicio:
Jn 20,31: "estas cosas se han escrito para que crean que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre ",
Mt. 28,20: "yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo ".
El kerigma, la predicación, y eventualmente los evangelios son esencial-
mente testimonios de esta fe en el Resucitado.
Un ejemplo sencillo quizás ayude a visualizar el papel hermenéutico de la
Resurrección en lo tocante a la comprensión de la vida y misión de Jesús.
Durante la vida terrena de Jesús, la curación de ciegos produjo admiración,
y para algunos además era una señal de que era "un hombre de Dios", lo que
hubiese sido recordado como un acto extraordinario del Jesús "taumatur-
go". Después de la Resurrección, al reflexionar los discípulos sobre las cura-
ciones de ciegos, llegaron a comprender la significación profunda de aque-
llos gestos: Jesús es quien otorga la "luz" necesaria para que el "ciego"
43
 LA ETAPA ORAL: DE JESUS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
logre "ver" los designios de Dios; es decir, Jesús abre los ojos a la vida (luz)
y a la salvación anunciada y mediada por él.
En el evangelio según Juan (cap. 9) se narra una tal curación, destacando
clara y ampliamente su significación profunda. Allí todo se concentra en la
afirmación cristológica (confesional) "yo soy la luz del mundo" (9,5; cf. v.
39ss), afirmación sólo comprensible desde la fe -en los relatos de los evan-
gelios sinópticos, toda curación está inseparablemente unida a la fe del
enfermo-o La curación del ciego, como todos los milagros, era una parábola
en acción, una predicación escenificada. En Jn 9 no se narra la curación del
ciego como un simple acontecimiento fáctico, objetivamente narrado como
un reportaje, sino que predomina la interpretación de lo que ese aconteci-
miento significa, el mensaje que comunica, que ha sido comprendido a la luz
de la resurrección de Jesús: da a conocer quién fue y quién es Jesús el Cristo,
y cuál es su importancia para el hombre: él es la luz para el mundo. Puesto
gráficamente:
el hecho: significación:
curación de un ciego "Jesús es y otorga luz"
CV REFLEXiÓN CD FE
t Resurrección
vida terrena kerigma -. predicación -. evangelios
de Jesús de Nazaret
COMPRENSIÓN E
Q) INTERPRETACIÓN
La FE, que surgió en los discípulos por el encuentro con el Resucitado, y
por la aceptación del kerigma por parte de los convertidos, condujo a la
REFLEXIÓN sobre el significado de la acción de Jesús de Nazaret. La luz que
la Resurrección arrojaba sobre su identidad y su misión, llevó a COMPREN-
DER E INTERPRETAR el sentido de esa acción divina en la historia. El
resultado de ese recorrido lo tenemos elaborado en Jn 9. La clave de la
interpretación, o "luz hermenéutica", era la resurrección de Jesús. Es así
44
JESÚS y SUS DIScípULOS
como, a partir de laje suscitada por la Resurrección, se reflexionó, se com-
prendió e interpretó la vida de Jesús.
Este hecho, sin embargo, puede plantear serías ínterrogantes: ¿no habrán
mirado imaginariamente hacia atrás los discípulos e inventado una vida que
real e históricamente no se vivió? ¿No habrán distorsionado los hechos con
el fin de resaltar la heroicidad, la santidad o la divinidad de Jesús? Al final de
cuentas, ¿hasta qué punto es fidedigno, desde el punto de vista histórico, lo
narrado en los evangelios? A éstas y similares preguntas críticas iremos
respondiendo en el resto de este libro. Sin embargo, es necesario detenemos
brevemente a considerar la etapa previa a la resurrección de Jesús, lo histó-
ricamente vivido con él por sus discípulos y, sobre todo, su interés por
"guardar en su corazón" lo que Jesús decía y hacía.
4. Jesús y sus discípulos
Aquellos que aceptaban el kerigma, los convertidos al cristianismo, evi-
dentemente tenían que ser instruidos más detalladamente acerca de la perso-
na y la vida de Jesús: es la catequesis. Los evangelios, que en parte son
catequéticos, están compuestos mayormente de escenas que se sitúan en la
vida terrena de Jesús. ¿Cuál es el origen del material que constituye los
evangelios? Para responder a esta pregunta hay que remontarse a Jesús y
sus discípulos, que vivieron con él y habían proclamado la buena nueva de
su resurrección. Después de todo, el sujeto del kerigma y de la predicación
era el mismo Jesús de Nazaret que vivió, murió, y luego fue resucitado. Con
la Resurrección empezaron a hablar de Jesús de otra manera que antes de
ella, y la nueva comprensión que tuvieron la proyectaron hacia el Jesús pre-
pascual. Pero esto no significa que se tratara de otra persona, o que inventa-
ran aspectos de su existencia histórica.
Partimos del hecho de que Jesús históricamente existió; que vivió y ac-
tuó públicamente en Galilea y Judea, y que murió crucificado en tiempos de
Poncio Pilato. La historicidad de la existencia de Jesús está hoy fuera de toda
duda razonable, aunque se puede discutir sobre los pormenores de su vida.
Las tradiciones que leemos en los evangelios son resultado de un largo y
complejo proceso de comunicación, que analizaremos luego. En éstos (las
45
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
fuentes principales de información acerca de Jesús), hallamos una mezcla de
datos e interpretaciones, que están tan entretejidos que resulta difícil re-
construir la vida de Jesús. A lo sumo se logra trazar un perfil con ciertos
puntos fijos.
Aunque se han escrito muchas "biografías" de Jesús, la mayoría de ellas
son producto de la incomprensión de la naturaleza de los evangelios, de
anacronismos y de mucha imaginación -al estilo de algunos de los evange-
lios apócrifos-o Algunos estudiosos han expresado serias dudas sobre la
posibilidad de remontarse históricamente a la vida de Jesús, basándose pre-
cisamente en la naturaleza de los evangelios, entendidos mayormente como
productos de interpretaciones post-pascuales. Otros han negado categóri-
camente que se pueda hacer, afirmando que el material que constituyen los
evangelios, con pocas excepciones, no tuvo su origen en la vida histórica de
Jesús, y son más bien relatos edificantes, leyendas y reflexiones proyecta-
dos hacia su vida.
¿Qué decir a todo esto? ¿Hay suficiente razón para ser tan escépticos y
minimalistas? Si bien no nos detendremos sobre la espinosa cuestión del
acceso al Jesús histórico, pues no es el tema de este libro!", algunas reflexio-
nes y observaciones son indispensables con miras a los evangelios. Las
tradiciones acerca de Jesús, en su inicio, y durante algún tiempo, fueron
formuladas y transmitidas oralmente. Pero ¿empezaron ya a ser transmitidas
o compartidas durante la vida terrena de Jesús? En otras palabras, ¿se re-
montan las tradiciones -al menos un cierto número de ellas- a Jesús mismo?
Antes que nada, es importante tener presente que la única fuente que
poseemos es precisamente ese conjunto de escritos que constituyen el Nue-
vo Testamento, especialmente los evangelios, sobre cuyo origen nos esta-
mos preguntando. Como veremos, el hecho de poseer cuatro evangelios, no
uno solo, es una ventaja en cuanto a la credibilidad de lo que allí leemos, y
I () Entre la abundante literatura sobre la cuestión del Jesús histórico, vea especial-
mente W. Tril1ing, Jesús y los problemas de su historicidad, Barcelona, 1970; R.
Latourel1e, A Jesús el Cristo por los evangelios, Salamanca. 1982; R. Fabris, A
Jesús de Nazaret. Historia e interpretación, Salamanca, 1986, y sobre todo G.
Theissen - A. Merz, El Jesús histórico, Salamanca. 1999 y 1. P. Meier, Unjudío
marginal, 3 vols., Estel1a 1997.
46
JESÚS y SUS DISCípULOS
nos ayuda a rescatar el meollo más antiguo, que luego fue ampliado y elabo-
rado tal como lo leemos ahora.
Segundo, además de admitir como indiscutible la existencia histórica de
Jesús de Nazaret!', debemos admitir que tuvo discípulos que luego lo predi-
caron. Los discípulos se habían interesado en él, por eso le siguieron, le
oyeron, fueron testigos de muchas escenas, y habían quedado perplejos en
muchas ocasiones. Jesús era para ellos una incógnita que se despejó con la
Resurrección; era un incomprendido que empezó a ser comprendido poste-
riormente.
Finalmente, hay que distinguir entre las narraciones de acontecimientos
situados en la vida de Jesús y las palabras que aparecen en los evangelios
en labios de Jesús y de otros personajes. Indudablemente, es más fácil acor-
darse de un acontecimiento vivido o presenciado, que de las palabras que en
alguna ocasión fueron pronunciadas. Hay, pues, mayor probabilidad de que
el relato de un acontecimiento se remonte a los hechos mismos, a que las
palabras o discursos correspondan textualmente a lo que fue pronunciado.
En cuanto a los acontecimientos de la vida de Jesús, es perfectamente
comprensible y natural que los discípulos atesorasen en sus memorias un
cierto número de ellos, que los comentasen y que luego reflexionasen acerca
de su significación y sobre lo que revelaban acerca de la persona misma de
su Maestro. Así, naturalmente se acordarían del día en que Jesús los invitó
a seguirle, de las cenas que tuvieron con él, de las disputas, discusiones y
controversias que tuvo con escribas y fariseos, de ciertos milagros, de la
manera en que enseñaba, del impacto que producía, de su autoridad, de la
misericordia y el calor humano de Jesús, del viaje a Jerusalén, de la última
cena y su arresto, etc. En otras palabras, se acordarían de lo vivido con él, y
después de su resurrección empezarían a comprender mejor el significado de
aquello que habían vivido y presenciado, de lo que le sucedió a Jesús, y se
informarían sobre la muerte ignominiosa en la cruz (que no presenciaron:
habían huido) -como sucede con una película, que se empieza a comprender
\1 La existencia histórica de JeSÚS está atestiguada por no-cristianos como el judío
Flavio Josefa, la literatura rabínicajudía (que no tenía interés alguno en recordar
a Jesús), y los historiadores romanos Suetonio y Tácito. Vea los datos en G.
Theissen y en J.P. Meier, op. cit.
47
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
cuando se ha llegado a la última escena-o Esto eventualmente fue transmiti-
do y llegó a ser parte de los evangelios. Como se comprenderá, los aconteci-
mientos que se relataban ya no se limitaban a ser crónicas sino que destaca-
ban el significado de esos acontecimientos, es decir, habían sido interpreta-
dos a la luz de la resurrección de Jesús.
Diferente es la pregunta por las palabras, sentencias y discursos de
Jesús: ¿preservaron los discípulos fielmente en sus memorias sus palabras y
enseñanzas? Espontáneamente nos inclinamos a pensar que "sí". Debemos
tener presente que Jesús no era un rabino, dedicado a entrenar a sus alum-
nos a memorizar ciertas frases o sentencias, sino que era fundamentalmente
un predicador itinerante. Pero eso no significa que los discípulos no co-
mentaran e incluso trataran de recordar ciertas enseñanzas, como determina-
das parábolas, refranes o sentencias impactantes, especialmente si eran re-
petidas por él. Eran gente sencilla que, por un lado eran discipulos, seguido-
res de Jesús, más que simplemente acompañantes suyos, y él era su maes-
tro. Por otro lado, si bien no hay pruebas de que Jesús exigiera de ellos la
memorización de ciertas frases o sentencias suyas (menos aún que las escri-
biesen), pasó mucho tiempo con ellos y con frecuencia les instruía, como se
recalca en los evangelios, especialmente a ese grupo más íntimo de "los
doce".
Todo eso sugíere que los discípulos, especialmente «los doce», reten-
drían en sus memorias ciertas frases, sentencias y pronunciam ientos de
Jesús, tales como el Padre Nuestro, ciertas parábolas, frases impactantes de
forma rítmica, bienaventuranzas, proverbios, sentencias gráficas, etc .. ade-
más de la idea general de ciertas enseñanzas, y no por último, el tenor de
algunas de las discusiones que Jesús tuvo con los fariseos y escribas, entre
otros.
No es improbable que Jesús mismo hubiese recurrido a ciertas técnicas
didácticas (como el empleo de parábolas), o que hubiese repetido ciertas
frases e ideas, de modo que se hiciese fácil para los discípulos recordarlas.
Eso ciertamente no significa que se acordasen al pie de la letra lo que Jesús
en talo cual ocasión dijo, como se observa fácilmente al comparar las pala-
bras que aparecen en labios de Jesús en uno y otro evangelio. Eso tampoco
significa que todas las palabras que aparecen en sus labios, al igual que de
otros personajes, remonten históricamente a él, como veremos más adelante.
48
JESÚS y SUS DISCÍPULOS
Hay una diferencia muy importante que no se debe olvidar: Jesús predi-
caba el reino de Dios -no se predicó a sí misrno-, pero después de pascua los
discípulos empezaron a predicar a Jesús. Es decir, hay que estar conscientes
de la diferencia entre el tiempo pre-pascual y el post-pascual. Como vemos,
a los discípulos más les importaba en el inicio de su misión la etapa post-
pascual, vale decir la persona misma de Jesús, su autoridad y su relación con
Dios, que los detalles de su vida y sus enseñanzas, como se observa en el
kerigma y la predicación apostólica.
De lo anterior se deduce que fue Jesús con sus palabras y obras quíen
dio inicio a la tradición sobre sí mismo. Ahora bien, hay que distinguir entre
la tradición DE Jesús y la tradición ACERCA de Jesús. La "línea divisoria"se
sitúa en la Resurrección.
La tradición DE Jesús es aquella que se sitúa en el periodo pre-pascual,
que acabo de esbozar. Fue el periodo de su misión terrena, ~n la que estuvo
mayormente acompañado de sus discípulos. La tradición que se origina de
aquí se funda en sus palabras y su praxis.
El mensaje de Jesús no era repetición de las enseñanzas tradicionales
judías, sino que tomó conceptos tradicionales, como aquel sobre el "reino
de Dios", o la idea misma de Dios, y los expresó de una manera totalmente
novedosa, dándoles un cariz nuevo e inaudito. Habló de una manera como
nunca se había hecho antes, y actuó con una autoridad que no se apoyaba
en otra que la que provenía directamente de Dios, con quien estaba estre-
chamente unido ya quien llamaba abba, padre.
Los detalles de las enseñanzas de Jesús que hallamos en los evangelios
tienen paralelos en la tradición judía de su tiempo. Lo novedoso, sin embar-
go, era la manera en que los combinaba y expresaba, la clave con la que los
interpretaba, manifestando una concepción diferente acerca de Dios y del
hombre: hablaba de lo mismo que sus contemporáneos, pero visto desde
otro ángulo.
Jesús entendía a Dios de una manera diferente de sus contemporáneos.
[Por eso pedía conversión de todos, sin excepción! Pedía que aceptasen
como auténtica y proveniente de Dios la presentación que hacía de Él. De
otra parte, su interpretación de la Leyera en consecuencia notoriamente
49
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN \1ISIONERA LA TRADICIÓN ORAL

novedosa, diferente de lo tradicional, lo que contrastaba con la interpreta-

ción de los fariseos y los escribas por su liberalidad: "el sábado se ha hecho Tradición Tradición Tradición
para el hombre, y no el hombre para el sábado" (Me 2,2:). Por eso Jesús no DE Jesús ACERCA de Jesús ACERCA DE Jesús
era comprendido, era criticado y rechazado; era un enigma para muchos:
¿quién es? ¿de dónde viene su autoridad? La tradición DE Jesús se centraba Sus palabras Kerigma- - ~predicación catequesis ",evangelios
en su manera novedosa de entender a Dios y su reinado, al hombre y a la Ley, y praxis
que se ponía de manifiesto no sólo en sus palabras, ~i~o también con su "Reino de Dios" "Jesús Cristo resucitó" El Jesús de ayer, HOY
comportamiento. Eso lo oyeron, vieron, y atesoraron -SI bien no lo compren-
dieron hasta después de Pascua- sus discípulos, que más tarde hablarían de
esa tradición DE Jesús.
5. La tradición oral
La tradición ACERCA de Jesús se sitúa en el periodo post-pascual. Su
Hemos visto que, con su misión pública, Jesús dio origen a una nueva
núcleo lo constituía el kerigma, que se expandió luego con la predicación.
tradición, la "DE Jesús". A partir de su resurrección, empezó a tomar cuerpo
Después de la Resurrección, los discípulos empezaron a hablar acerca de
la tradición ACERCA de Jesús, desde la cual se configuró la "tradición cris-
Jesús, lo que Dios había realizado por él y mediante él. Eventualmente, la
tiana" propiamente dicha, que confiesa que Jesús es el Cristo, el mesías. Con
tradición acerca de Jesús incluyó la tradición DE Jesús, especialmente en la
la necesidad de preparar a otros agentes predicadores, y de instruir adecua-
catequesis y en las instrucciones para los convertidos al cristianismo. La
damente a los recién convertidos, la tradición ACERCA de Jesús fue enri-
tradición de Jesús, después de pascua fue repensada, profundizada, de modo
quecida con la tradición DE Jesús, interpretada a la luz de la comprensión
que se entretejió son la tradición acerca de Jesús, destacando así la signifi-
que arrojaba la Resurrección.
cación del acontecimiento-Jesucristo y su pertinencia para el hombre, tal
como lo leemos en los evangelios.
¿Qué es estrictamente una tradición? El término proviene del latín tradere
(pasar de uno a otro), que designa la transmisión a lo largo del tiempo, por lo
El primer paso en la tradición ACERCA de Jesús fue dad.o ?~r su~ discí-
tanto de una persona y una generación a otra, de memorias,. conceptos, y
pulos con la proclamación de su resurrección (kerigma). AIll11C10 lo Impor-
noticias importantes de hondo significado para un grupo". Estos son pre-
tante era llamar a creer que Jesús verdaderamente era el Cristo (mesías) y
servados y transmitidos por ser parte de su identidad. Durante muchos
Señor. El interés por rescatar y transmitir las palabras y los acontecimientos
decenios, la tradición cristiana fue eminentemente oral. Lo que Pablo recibió
de la vida de Jesús fue posterior. Eso no quiere decir que entre tanto se
a modo de formación en la fe fue la tradición oral (vea ICor II ,23ss y 15,3ss),
hubiesen olvidado, sino simplemente que hasta entonces no tenían la impor-
así como los evangelistas recogieron y preservaron parte de la tradición oral
tancia que tenía la persona misma de Jesucristo y lo que él representaba,
que tuvieron a su alcance (vea Le 1,1s).
especialmente a la luz de su resurrección. Puesto esquemáticamente:

Hablar de la tradición en este caso (en el singular) es una simplificación,

pues rápidamente surgieron varias tradiciones, como veremos luego. Em-

12 Cf. y. Congar, La tradición y las tradiciones, San Sebastián, 1964: P. 1.l:I1t'skld.

"La Tradición en el periodo constitutivo de la revelación", en Mvsteriutu S,r/IIIIS.
vol.I/1, Madrid 1969,288-331; Y P. Grelot, "La tradición, fuente y I1lL',iJO \11;11 ,k
la Escritura", en Concilium 20(1966), 360-383.

50 51
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDlCACION MISIONERA
pleamos el singular por razones de simplificación pues lo que se dice de una
se puede decir de las otras, y porque se trata de la misma tradición cristiana
(que es una) expresada y matizada de diferentes maneras. En los distintos
lugares se preservaron y transmitieron diferentes relatos y dichos de (o
acerca de) Jesús, o los mismos fueron transmitidos de forma diferente en una
y otra comunidad, como se observa al comparar los cuatro evangelios, por la
sencilla razón que la transmisión oral por lo general no es memorística, y por
ende está sujeta a los cambios que el receptor introduce al mensaje del
emisor, como veremos más adelante.
5.1 La tradición como comunicación
El fenómeno de la tradición oral no era novedoso, pues se daba (y se
sigue dando) en todas las culturas. La tradición oral así como sus costum-
bres, era de vital importancia en el judaísmo (vea Mt 5,21.27.31.33.38.43;
15,2ss; Gál 1,14). Jesús mismo dio origen a una nueva tradición con su pro-
clamación, predicación, enseñanzas y conducta inauditas, y especialmente
con su resurrección.
Tradición es fundamentalmente la comunicación de valores significati-
vos. La actividad de Jesús no hubiera llegado a ser tradición si no se hubiese
transmitido de unos a otros. Fueron los discípulos quienes, a través de su
predicación del acontecimiento-Jesucristo, dieron definitivamente origen al
proceso que se conoce como "la tradición cristiana".
La tradición es un fenómeno lingüístico y de comunicación. Se solía
referir a la tradición ya sea con el par de verbos "transmitir-recibir" (1 Cor
11,23; 15,3), o con uno de éstos ("transmitir": Le 1,2; 1Cor 11,2; "recibir":
1Cor 15,1; Gál 1,9). Tanto Pablo como Lucas hicieron referencia explícita a la
tradición cristiana (2Tes 2,15; 3,6; Le 1,1s). La tradición es, pues, esencial-
mente un proceso de comunicación, de transmisión y recepción.
Como un hecho del lenguaje, la tradición no es estática y no puede existir
aparte de los hombres. Por tratarse de un fenómeno de la comunicación
concreta, se inicia con un individuo: alguien habló primero (Jesús, Pedro,
Pablo); y pasa a ser tradición en e l-momento en que se comunica a terceros
que a su vez la transmiten a otros. Así se expresó Pablo: "les transmití lo que
yo ami vez recibí: .." (ICor 11,23; 15,3).
52
LA TRADICIÓN ORAL
En todo proceso de comunicación "alguien transmíte algo a alguien".
Entra enjuego, por lo tanto, una persona que transmite (u origina) un mensa-
je, a quien se denomina emisor. En nuestro caso, ésta es la función que
asumieron, primero Jesús y luego los discípulos y sus continuadores. Lo
que el emisortransmite es, evidentemente, un mensaje: el kerigma, la predi-
cación, etc. Aquel a quien se dirige el mensaje es el receptor del mismo. El
emisor, por su parte, puede haber sido a su vez receptor del mensaje que
ahora transmite.
Igualmente, el receptor pasará a ser emisor si eventualmente transmite el
mensaje recibido. San Pablo aludía a ello en Rom 10,14s: "¿cómo podrán
invocar a aquel en quien no tuvieron fe? y ¿cómo podrán tener fe en aquel de
quien no oyeron hablar? y ¿cómo van a oír, sin que nadie se lo proclame?". El
esquema básico de! sistema de comunicación se presenta así:
EMISOR - - - - - - - mensaje - - - - - - . RECEPTOR
Las ciencias de la comunicación han llamado la atención sobre los facto-
res que entran en juego y que, por su sutileza, se suelen pasar por alto
cuando se habla de la comunicación humana. Es importante que estemos
conscientes de ellos, pues explican el proceso de la tradición y los cambios
que ocurrieron en ese proceso.
Ambos polos, el emisor y el receptor, intervienen activamente en la comu-
nicación: el emisor debe decir algo de valor, y el receptor debe sentirlo como
valioso, para acogerlo. Por eso, el emisor debe adaptar el lenguaje al recep-
tor, destacar el valor de su mensaje y despertar el interés del receptor, pues
las realidades vividas por ambos no son idénticas. En su deseo de resaltar el
valor de su mensaje, el emisor (parte activa en la tradición) tiende a alterar el
mensaje, a ampliarlo, y a profundizarlo. En el paso del emisor al receptor, se
da ya un proceso de modificación del mensaje mismo.
Tomando en cuenta los factores mencionados, se entiende por qué las
tradiciones DE Jesús y ACERCA de Jesús sufrieron desde el principio modi-
ficaciones. Si el receptor, como sucede con las tradiciones orales, pasa a ser
53
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
emisor del mensaje recibido, el proceso de alteraciones, adaptaciones y am-
pliaciones se volverá a producir, como se conoce en el "juego del teléfono
malogrado". Lo mismo sucede entre un padre y sus hijos: ése les comunica-
rá, por ejemplo, lo que él recibió como formación moral, pero modificado por
sus propias experiencias y conocimientos; no les transmitirá exactamente lo
mismo que él recibió de su propio padre, y los hijos eventualmente harán lo
mismo. Más aún, a cada uno le hablará según su edad y circunstancias; y
cada uno lo comprenderá según su personalidad, capacidad y condiciona-
mientos, y responderá en consecuencia. Con esto quiero decir que la tradi-
ción es vida y que ambas son inseparables.
El método o modo usado en aquella época para recordar una tradición
era, en buena medida, el mismo que utilizaban los rabinos y los maestros en
tantos pueblos de ese tiempo!'. Quien hacía las veces de relator, acentuaba
los datos centrales de lo que había sucedido. Para la retención de sentencias
se empleaban técnicas de memorización, especialmente la forma rítmica (pa-
ralelismos) y la asociación de ideas. Frases rítmicas son fáciles de retener
gracias a su cadencia.
En los evangelios hallamos todavía preservados una serie de dichos
construidos mediante el uso de varios de estos procedimientos:
El paralelismo sinonímico, que repite la misma idea en palabras diferentes,
como es frecuente en los Salmos:
Pidan y les darán, busquen y encontrarán, llamen y les abrirán.
Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que
llama, le abren (Mt 7,7s).
El paralelismo antitético, que estable un contraste:
El que se ensalza será humillado.
y el que se humilla será ensalzado (Mt 23,12).
13 Cf. B. Gerhardsson, Prehistoriade los evangelios, Santander, 1980. Contrario a
la opinión predominante, el autor está convencido que los discípulos memoriza-
ban las palabras de Jesús, como si se tratase de escuelas rabínicas. Jesús no fue un
maestro al estilo de los rabinos, ni se autopredicó.
54
LA TRADICiÓN ORAL
El paralelismo progresivo, donde se desarrolla una idea:
Quien a ustedes recibe, a mi me recibe;
y quien a mi me recibe, recibe a aquel que me envió (Mt 10,40).
El enlace o asociación de términos claves semejantes es una técnica por
la cual una palabra evoca otro dicho. Por ejemplo, en Mt 5,22-25, los dos
primeros dichos están atraídos por asociación, por el término "hermano", y
los dos últimos por la referencia a la reconciliación:
"Todo el que se enoje con su hermano...y el que diga a su hermano
'estúpido '...por tanto, si al ir a presentar tu ofrenda ante el altar recuerdas
allí que tu hermano tiene algo contra ti...vete primero a reconciliarte con tu
hermano.. .procura hacer pronto las paces con tu contrario... "
En la comunicación de una tradición permanece inalterable un núcleo,
que consagra incluso términos y expresiones claves. Éstos son posterior-
mente interpretados y aclarados, como se observa en el caso de las fórmulas
confesionales y de los credos. La tendencia a perennizar el núcleo de una
tradición es una de las razones por las que las tradiciones orales son puestas
por escrito.
5.2 La tradición cristiana primitiva
En los parágrafos anteriores, dedicados a Jesús y sus discípulos, vimos
que era poco probable que los discípulos memorizasen las palabras pronun-
ciadas por Jesús, más allá de lo que, ya sea por su forma rítmica o por
repetición, pudiesen retener en sus memorias. Es mucho más probable que
recordasen las ideas generales de la predicación, de las discusiones y ense-
ñanzas de Jesús, como se observa en las diferencias que hallamos, al com-
parar los mismos textos en uno y otro evangelio, por ejemplo, con respecto
a las importantes palabras de la institución de la eucaristía:
55
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA LA TRADICIÓN ORAL

Otro tanto se puede decir de los acontecimientos vividos por los discípu-
los con Jesús.

A eso hay que añadir que, por un lado, no nos consta que Jesús hubiese
ordenado a sus discípulos memorizar lo que decía. Por otro lado, Jesús no
parece haber estado preocupado por la perpetuidad de sus palabras, aunque
sí de su mensaje. Es así que, después de la Resurrección, los discípulos
predicaron a Jesús, relatando lo que Dios había realizado a través de él, y no
lo que Jesús había estado predicando o les había enseñado, como se des-
prende claramente de las cartas de Pablo y de los Hechos de los Apóstoles.
Jesús no se había propuesto fundar una escuela o "secta" en tomo a él: ¡SU
mensaje se refería a Dios, su Padre, y no a sí m ismo!

La primera tradición propiamente cristiana, es decir, post-pascual, la cons-

tituye el kerigma, Cuando se impuso la necesidad de catequizar a los con-
vertidos, cobraron importancia las tradiciones DE Jesús':'. En ese momento,
ante la necesidad catequética en particular, se impuso la necesidad de recor-
dar y retener ciertos dichos y detalles importantes de su vida, a semejanza de
la manera de instruir en las escuelas de los rabinos.

o cd
San Pablo, por su parte, tenía formación rabínica y estaba entrenado en
e-
<U
'"C:I
cd
Scd su metodologia de transmitir tradiciones (Gál 1,14; Hech 22,3), y observamos
;:l <U ¡¡j
00 U '"C:I
1: en sus cartas cómo lo hacía pues la transmisión fiel de las tradiciones apos-
'"
"'1
"'1
¿
·s <U
....
eo
cd'
N '"C:I
O
d.l ...c:
U
;:l tólicas era de vital importancia para Pablo: vea 1Cor 11,2.23; 15,1ss; Gáll ,9;
":1-'
....., '" '"
<U ¡:: ¡::
'"
d.l S
~ ~
d.l <U
S d.l ro ._
tn ro d.l .... FiI4,9. El mismo dijo haber sido receptor de tradiciones que transmitió expre-
~ ¡stO 'd.l 'U-l S ...::l
;:l O
O' e, samente en ICor 11,23ss y 15, lss, además de las referencias (1Cor 7, I O; 9,14)
Yalusiones a palabras o conceptos de la tradición DE Jesús incorporadas en
sus cartas".

O
'"
O
'"C:I cd

¡¡f e- .8 '"C:I
cd <U
14 Vea especialmente A. Piñero (ed.), Fuentes del cristianismo, Córdoba, 1993, cap.
~
<U '"C:I
;:l ...::l <U ¡:: ¡¡j
1: Las formas anteriores a los evangelios (A. Salas), cap. 2: 'Evangelio' y prime-
00 S U V '"
<U '"C:I
1: '"
O ,O O ras tradiciones evangélicas (A. Piñcro),
'"
'O
"'1
O .-
U, S ~ .s ....
<U
co
cd'
N
d.l ...c: '"C:I '"C:I
'"C:I U .... cd Il Compare: Rom 12,14 ("Bendigan a los que los persiguen; bendiganlos y no los
'O'
¡::
<U '"
<U
¡:: '"
'<U ¡:: ¡::
.;:! d.l
;:l <U U
'" S.... o.. <U
"'1 cd Ul <"':l cd o.. maldigan") con Mt 5,44 ("amen a sus enemigos y oren por los que los persi-
S <U ..D <U Ul
0Il d.l ....
~ ¡stO '<U
d.l
¡:o e,
;:l . -
S ...::l
;:l O cd O
O' e, o.. -
'" guen"); Rom 12,17; ITes 5,15 ("a nadie devuelvan mal por mal") con Mt 5,39ss
("no resistan al malo; sino que a aquel que te abofetee en la mejilla derecha,
vuélvele también la otra; ..."); Rom 13,8ss con Mc 12,28ss (sobre la preeminen-
cia del mandamiento del amor fraterno como síntesis de toda la Ley, ambos con la

56 57

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
En el prólogo a su evangelio, Lucas expresamente indicó que, para com-
ponerlo, había "investigado con exactitud todos esos sucesos" que "se han
cumplido entre nosotros, según nos lo transmitieron los que fueron desde
el principio testigos oculares y luego servidores de la Palabra" (1,1-3). Es
decir, Lucas era receptor, tanto de las tradiciones DE Jesús como de aquellas
ACERCA de él, que él a su vez transmitía en su evangelio.
En Hech 1,21s, Lucas indicó que el reemplazante de Judas para completar
el número de Doce, debía ser alguien "de entre los hombres que nos han
acompañado todo el tiempo en que anduvo el Señor Jesús entre nosotros ...",
No bastaba, pues, haber visto al Resucitado (como era el caso de Pablo),
sino que debía poder testimoniar y transmitir de manera confiable lo que vio
y oyó de Jesús durante su vida pública. Debía ser un emisor de la tradición
DE Jesús digno de credibilidad. Más adelante, en 2,42, Lucas anotó que los
primeros cristianos "se mantenían adheridos a la enseñanza de los apósto-
les", es decir de los que fueron testigos de las tradiciones DE Jesús, e inicia-
ron aquellas ACERCA de él.
En el evangelio según Juan, también hallamos referencias al origen de
ciertas tradiciones en los tiempos de Jesús. Así en 12,16, después de relatar
su entrada en Jerusalén, el evangelista comentó que "esto no lo entendieron
sus discípulos al principio; mas cuando fue glorificado Jesús, se acordaron
de que esto estaba escrito de él y esto le habían hecho" (vea también Jn
2,22). Al referirse al envío del Espíritu Santo, se destaca que él "les enseñará
todo y les recordará lo que les he dicho" (14,26). Nótese que en estos textos
se expresa claramente que la tradición DE Jesús fue objeto de interpreta-
ción, producto de la reflexión y la meditación, alimentada por la lectura del
cita de Lev 19,18); Rom 14,14 con Mc 7,15 Cno hay nada impuro" por sí
mismo); 1Tes 5,2 C'saben perfectamente bien que el día del Señor vendrá como
un ladrón en plena noche") con Mt 24,43; Le 12,39; lTes 5,6 ("no durmamos
como los demás, sino que mantengámonos en vigilancia y sobriedad") con Me
13,35ss; ITes 5,3 con Le 12,39ss; 1 Cor 9,14 Cel Señor dispuso que quienes
anuncian el evangelio, del evangelio vivan") con Le 9,7; Mt 10,10 ("el obrero
[=evangelizador] es digno de su jornal"), Cabe añadir que en I-lch 20,35 hallamos
el único dicho que no está en evangelio alguno: "recuerden las palabrasdel Señor
Jesús, que dijo: Se es más feliz en dar que en recibir".
58
LA TRADICiÓN ORAL
AT, Yque no se Iimitaba a reproducir al pie de la letra las mismísimas palabras
de Jesús.
Tal como hemos indicado, la tradición ACERCA DE Jesús ponía el peso
en la interpretación del acontecimiento-Jesucristo, a la luz de su resurrec-
ción, destacando la importancia de su significación para el hombre. La tradi-
ción ACERCA de Jesús absorbió a la tradición DE Jesús, y la expandió. De
hecho, no todas las tradiciones que encontramos en los evangelios se re-
montan históricamente a Jesús de Nazaret. No pocas se originaron en el
seno de la Iglesia post-pascual, como veremos luego más ampliamente, ante
la necesidad de iluminar, guiar y responder a determinadas inquietudes y
problemas que iban surgiendo en las comunidades. Es así como la tradición
cristiana se fue enriqueciendo con diversos aportes, guiados por el espíritu
de Cristo e iluminados por la significación de la Resurrección y la palabra del
AT.
Las tradiciones cristianas se tornaron estables y fijas con el transcurrir
del tiempo. Pablo retransmitió las tradiciones que él a su vez había recibido,
y los evangelistas en buena medida hicieron lo mismo. La importancia de la
fidelidad a las tradiciones se observa especialmente en las cartas tardías del
NT, como las de Santiago, de Pedro, y especialmente las Pastorales (1-2
Timoteo; Tito).
5.3 Tendencias transformadoras de la tradición
En virtud de su transmisión oral, las tradiciones siguieron las "leyes
transformadoras" comunes a toda tradición oral. Éstas han sido estudiadas
atentamente, y los evangelios atestiguan que la tradición cristiana siguió
idéntico proceso de transformación. Por cierto, estas "leyes" no se limitan a
la tradición oral, pues se observan igualmente en todo tipo de tradición
(costumbres, ritos, vestimenta, etc.).
Las transformaciones que sufre toda tradición son ocasionadas especial-
mente por el contenido mismo de ésta, por la naturaleza de lo transmitido, y
por la situación (vital) dentro de la cual se vive y se comunica la tradición en
cuestión, además del propósito e intereses por los cuales se transmite. Ya
hemos considerado los factores que intervienen en la comunicación de la
tradición. El fenómeno de transformación es fácilmente observable cuando,
59

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
por ejemplo, se pide a varias personas que relaten una experiencia que han
vivido juntas, y más claramente aún, cuando se pide a los receptores que a
su vez lo transmitan a terceras personas, y así sucesivamente. ¿Qué sucede
cuando A le comunica a algo a B, y B a su vez a C, y C a O? ¿Por qué se altera
aquello que se comunica?
Entre las tendencias transformadoras más notorias que toda tradición es
capaz de sufrir, cabe destacar las siguientes:
a) Tendencias a embellecer el relato, a ampliarlo, no en su esencia pero si en
cuanto al marco dentro del cual se sitúa ya ciertos detalles. El meollo es
preservado, pero detalles llamativos son introducidos, especialmente en
cuanto a lo circunstancial (cómo, cuándo, dónde). Es la tendencia a que-
rer presentar lo escuchado o visto de forma cada vez más atractiva o
significativa. Obsérvese, por ejemplo, la diferencia entre el relato de las
tentaciones de Jesús en Me (1, 13) Yen Mt(4,1-1l) o Le (4,1-13). Marcos
simplemente indica que Jesús "estaba en el desierto cuarenta días siendo
tentado por Satanás. Y estaba con los animales del campo y los ángeles
le servían". Mateo y Lucas, que son posteriores a Marcos, proporcionan
el conocido relato de las tres tentaciones y otros detalles adicionales.
b) Al relatar lo increíble, se tiende a elaborarlo y a introducir "datos" y
posibles testimonios con el propósito de proporcionar credibilidad al
relato. Asi, por ejemplo, tras mencionar el traspaso del costado de Jesús
por una lanzada, Juan añade que "el que lo vio ha dado testimonio de
ello..." (19,35).
e) Los discursos, pronunciamientos y dichos, tienden a recibir, en el trans-
curso de su transmisión, una forma poética, rítmica, que facilita su memo-
rización, como ya hemos observado.
d) Cuando se produce un distanciamiento temporal y cultural, se tiende a
actualizar lo transmitido, a fin de que preserve su pertinencia para el aquí
y ahora del receptor. Es extremamente importante tener presente esa pro-
pensión actualizadora, pues ella explica muchos de los cambios y adapta-
ciones de las tradiciones que se hallan en los evangelios. Después de
todo, se trata de presentar a un Jesús que vive, habla e interpela en el aquí
y ahora del evangelista. El interés de actualizar es fácil de comprender por
60
LA TRADICIÓN ORAL
cuanto, en el momento en que una tradición dejara de ser significativa
para los miembros que la recibieron, dejaría de ser transmitida.
e) Se introducen aclaraciones o se producen cambios en expresiones lin-
güísticas cuando, por razones del distanciamiento temporal y cultural
con respecto al contenido y la formulación, se corre el riesgo de que no se
comprenda algo importante. Así, por ejemplo, en el evangelio según
Marcos, se explica al lector no judío que "los fariseos y todos los judíos,
no comen sin antes lavarse hasta el codo, ..." (7,3s). Para el lector que no
conoce el arameo, se le aclara que Gólgota "quiere decir lugar de la cala-
vera" (Mc 15,22).
En el proceso de transmisión de las tradiciones, generalmente se produ-
cen simultáneamente interpretaciones, adaptaciones y aplicaciones de lo
transmitido con la finalidad de preservar la significación y el valor del conte-
nido. El sentido o significación que hace que lo transmitido sea pertinente
es, en consecuencia, ampliado, como hemos observado en algunas de las
tendencias que ya destacamos. Así, por ejemplo, las parábolas en boca de
Jesús eran cortas y sencillas, pero en los evangelios ya son generalmente
más largas, y algunas han sido incluso alegorizadas"; ya no eran usadas
como método de predicación sobre el reino de Dios, sino como ejemplos que
ilustran alguna exigencia ética. La alegorización está inclusive explicitada a
propósito de la parábola del sembrador, a continuación de ésta, como se lee
en Mc4,14-20; Mt 13,18-23; Lc8,11-15.
Con no poca frecuencia, un relato y un dicho (o más) han sido unidos de
tal manera que el relato sirve de apoyo o de ilustración para el dicho mismo;
incluso se compusieron relatos con ese fin. El relato de la cena de Jesús con
"pecadores y publicanos", en Me 2,15-17, ha sido compuesto en virtud del
dicho del v.17, "no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores", a fin
de ilustrarlo; en este caso, lo importante y central era el dicho de Jesús, no el
relato de la cena.
1(, Alegoría es una composición literaria en la cual cada elemento tiene una significa-
ción, simbólicamente representada en el texto: a = p, b = r, e = s, etc. La semilla
es la Palabra, el sembrador es Jesús, etc.
61
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACION MISIONERA
6. El recorrido de la tradición oral
Hasta ahora hemos hablado de la tradición en general, con sólo algunas
referencias a la tradición cristiana de los orígenes. Es hora de detenemos en
aquella etapa de la tradició~ oral que va desde la resurrección de Je~ús hasta
la redacción de los evangelios. Empecemos por un par de observaciones. La
tradición oral no fue toda ella fijada por escrito ni cesó con la composición de
los evangelios; tampoco se circunscribió a los lugares donde se escribieron
los cuatro evangelios. En cada comunidad se preservaban y transmitían
oralmente una serie de tradiciones sobre Jesús, algunas de las cuales desco-
nocemos, por ejemplo las de la creciente comunidad de Alejandría. Recorde-
mos que el término "tradición oral" es una simplificación, por razones prác-
ticas de estudio, pues no había una sola tradición sino muchas tradiciones.
6.1 Formación y evolución de la tradición oral
No es dificil comprobar que, en un inicio, la mayoría de los relatos y de los
dichos que contienen los evangelios existieron como unidades indepen-
dientes las unas de las otras. La mayoría de los relatos son unidades fácil-
mente aislables de su contexto literario actual, y son autosuficientes, cual
mini-evangelios. Con no poca frecuencia, el mismo relato se encuentra en
contextos diferentes en uno y otro evangelio: han sido "artificialmente"
unidos después. Así, por ejemplo, la visita de Jesús a Nazaret, según Marcos
(6,1-6) tuvo lugar después de resucitar a la hija de Jairo, y antes de enviar a
los doce en misión. Según Mateo (13,54-58) ocurrió al concluir Jesús las
parábolas sobre el reino y antes de recibir la noticia de la muerte del Bautista
(con lo cual no guarda ninguna relación), mientras que de acuerdo a Lucas
(4,16-24), Jesús visitó Nazaret después de haber sido tentado en el desierto
y antes de curar a un endemoniado en Cafarnaún -yen los tres evangelios
se trata de la misma visita a Nazaret-. Ocasionalmente, el mismo relato es
narrado en dos circunstancias distintas por el mismo evangelista, con cier-
tas adaptaciones. Por ejemplo la curación del mudo endemoniado ocurre en
Mt 9,32ss y en 12,22ss. Todo esto indica que estas (y muchas otras) tradicio-
nes circulaban y se comunicaban como unidades independientes y autóno-
mas las unas de las otras, antes de ser coleccionadas y ordenadas en una
determinada secuencia.
62
EL RECORRIDO DE LA TRADICiÓN ORAL
La existencia de dichos (O logia) independientes de todo contexto antes
de haber sido integrados en los evangelios, es igualmente fácil de compro-
bar. Algunos dichos del Señor aún preservan su carácter independiente y se
hallan artificialmente concatenados en los evangelios, como por ejemplo los
que constituyen el cap. 7 de Mateo. Otros se repiten dentro de un mismo
evangelio, o se encuentran en contextos diferentes, como por ejemplo la
sentencia que "el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado" que se halla en Mt 23,12 y, en contexto diferente e incluso repe-
tido, en Le 14,11 Y 18,14. Dichos del Señor se encuentran también aparte de
los evangelios, como en Hech 20,35 ("Se es más feliz en dar que en recibir")
yen los Padres de la Iglesia, además de los apócrifos!". Con frecuencia un
relato (y ocasionalmente una parábola) concluye con uno o más dichos que
han sido posteriormente añadidos para dar al relato un clímax, o para propor-
cionarle una aplicación práctica. Al retirar el dicho en cuestión, el relato (o la
parábola) recupera su sencillez original, como por ejemplo el que se refiere al
sábado en Me 2,28, o los dos dichos en Mt 9, 12-13a.
Con el transcurrir del tiempo, y por acción de los múltiples factores que
ya hemos considerado (y por la "situación vital", que estudiaremos en el
parágrafo siguiente), las diversas tradiciones fueron paulatinamente adqui-
riendoformas (estructuras) bastante estables. Así, por ejemplo, los milagros
de curaciones se llegaron a narrar según una forma fija: indicación de la
seriedad del mal, encuentro con Jesús y diálogo, curación (por palabra, ges-
to, o ambos), prueba de la curación, y reacción del público presente. Los
dichos de Jesús tomaron diferentes formas, breves y cargadas de significa-
ción. Con el método denominado "historia de las formas", se ha venido
estudiando la evolución de las diversas formas literarias que hallamos en los
evangelios.
6.2 Proceso de sistematización de la tradición oral
Con el correr del tiempo, y posiblemente desde muy temprano, las tradi-
ciones que circulaban fueron paulatinamente reunidas. Ante la multiplicidad
de tradiciones, se fue imponiendo un lento proceso de sistematización agru-
pando los materiales ya sea temáticamente, o en una secuencia cronológica
17 Vea a este propósito, J. Jeremias. Palabras desconocidas de Jesús, Salamanca,
1976.
63
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
aproximada, como observamos en los evangelios. Un tal orden se imponía
por razones prácticas y pedagógicas. Ciertamente no se concedió igual valor
a todas las tradiciones disponibles; no pocas de ellas terminaron por perder-
se en el olvido.
Como suele ser el caso, la pertinencia del contenido de lo que se transmi-
te con respecto a las circunstancias y necesidades concretas del momento,
determinó en buena medida la valoración de las tradiciones disponibles. Al
iniciarse las polémicas con el judaísmo, por ejemplo, se reconoció gran valor
y pertinencia a aquellas tradiciones que ayudaban a responder a las objecio-
nes planteadas, tales como aquellas referentes a la resurrección de Jesús
(tumba vacía, posible robo de su cuerpo, etc.), entre muchas otras. Nos
detendremos más adelante en el papel determinante que jugaron las circuns-
tancias concretas del momento.
Los primeros bloques de tradición fueron narrativos. El kerigma procla-
maba el acontecimiento realizado por Dios en la persona de Jesucristo, es-
pecialmente su muerte y resurrección, en forma breve y concisa. Paulatina-
mente, lo proclamado se fue ampliando en forma de relatos. El contenido
esencial era el acontecimiento-Jesucristo, y por ello la forma predominante
fue la narrativa, como se observa aún en el evangelio según Marcos, donde
los relatos predominan sobre los dichos de Jesús. El relato de la pasión y
resurrección de Jesús fue, sin duda, el primer gran bloque de tradiciones, ya
que constituía el tema central del kerigma. La necesidad de instruir a los
neófitos y de proporcionarles pautas de conducta, condujo a la valoración y
colección de dichos del Señor, y eventualmente a integrarlos en relatos, en
discursos o en instrucciones. Los dichos o logia adquirieron especial im-
portancia como palabra autorizada del Señor para zanjar cuestiones de con-
ducta o de praxis, como se observa ya en el uso que hizo de ellos Pablo y
luego especialmente Mateo.
6.3 Las dos grandes corrientes: la palestina y la helenística
Hemos considerado la tradición como si se tratase de un todo más o
menos uniforme, pese a que, como ya indicamos, esto es una simplificación.
En realidad, desde muy temprano surgieron dos corrientes diferentes en su
manera de comprender el acontecimiento-Jesucristo, debido a la mentalidad
y a los conceptos propios de las dos culturas donde se efectuaba la predica-
64
EL RECORRIDO DE LA TRADICiÓN ORAL
ción: la helenística y la palestina. Es necesario advertir que la diferencia entre
éstas no era tajante, como son el blanco y el negro; nos es difícil distinguir
todos los matices culturales que existían en aquel tiempo. Eljudaísmo no era
uniforme. Judea (Palestina), especialmente Galilea, sufrió desde la conquista
de Alejandro la influencia del movimiento cultural helenístico.
Los discípulos, como Jesús mismo, y posiblemente los primeros conver-
sos, eran de cultura y mentalidad distinta de los gentiles y del mundo paga-
no. El sustrato filosófico y religioso, y por ende las categorías y la compren-
sión del mundo, del hombre y de lo divino, eran diferentes en ambos mun-
dos. No extraña, pues, que al extenderse el cristianismo, pronto surgiese,
paralela a la originaria tradición palestina, otra tradición, la helenística (vea
Hech 6,1-5). Así, en el cristianismo tomaron cuerpo dos tradiciones bastante
diferentes la una de la otra, cada cual con sus categorías y acentos caracte-
rísticos. Veamos brevemente cada una de éstas.
a) La tradición palestina. En los inicios la prédica se dirigía exclusivamente
a los judíos, herederos naturales de la revelación definitiva, para lo cual
Dios los había preparado a lo largo de su historia. Jesús y sus discípulos
eran judíos de Judea; su lengua, el arameo; sus Escrituras, el "Antiguo
Testamento" (incluidos algunos escritos luego catalogados como apó-
crifos), además de las tradiciones y leyendas religiosas (midrashim, ha-
gadot). Para empezar a comprender la significación de la vida, muerte y
resurrección de Jesús, sus seguidores naturalmente se refirieron a estos
escritos y tradiciones judíos. La proclamación de la buena nueva fue
hecha, especialmente en Judea, en términos de las categorías, los con-
ceptos y los esquemas que les estaban a la mano y que además eran
familiares a su auditorio judío.
Fue la tradición palestina la que vio en Jesús al profeta esperado (anun-
ciado en Deut 18, l Sss), al mesiánico hijo de David, al esperado Hijo del
Hombre (de Daniel? y apócrifos). Sus enseñanzas fueron valoradas como
las del maestro de la '~ueva Ley, del nuevo Moisés. Su vida humilde y su
muerte ignominiosa fueron interpretadas como las del Servidor Sufriente
(de Isaías 42; 49; 53; así como del Salmo 110). Jesús fue presentado como
el mesías", pero no con los rasgos que el judaísmo contemporáneo espe-
l' El término "mesías" es hebraico y corresponde al griego "cristo", que significa "el
ungido".
65
 LA ETAPA ORAL: DE J ESIJS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
raba, sino con los de un mesías escatológico'"; si bien fue del linaje de
David, fue humilde y sufriente. La concepción y el nacimiento de Jesús
(narrados con esquemas veterotestamentarios) como iniciativa de Dios,
los relatos sobre Juan Bautista, las teofanías o manifestaciones divinas
(en el Bautismo y la Transfiguración), la irrupción del reino de Dios y su
estrecha relación con la persona y la misión de Jesús, el interés por las
parábolas, las frecuentes referencias al AT y a las tradiciones y costum-
bres judías, la preocupación por la cuestión de la validez de la Ley de
Moisés, son todas tradiciones que originaron y se alimentaron del am-
biente palestino, no así del mundo pagano para el que todo esto resulta-
ba incomprensible.
La esperanza de una pronta Parusía", al igual que de un próximo juicio
universal, así como los textos de colorido apocalíptico (Me 13), provie-
nen de esa tradición. Como es de esperarse, los relatos y dichos de carác-
ter polémico y apologético contra el judaísmo, o las tendencias judaizan-
tes dentro de la Iglesia, así como las frecuentes referencias y alusiones al
AT, tuvieron su fundamento allí donde eran comprensibles y vitales: en el
mundo palestino y en el judaísmo ortodoxo en general (aun lejos de
Judea)".
Posiblemente provenían de la tradición palestina el pre-Marcos, la fuente
"Q" (el material común a Mt y Le, pero ausente en Me, que se suele datar
en la década deI40)ZZ, buena parte del evangelio según Mateo, y la prime-
ra fase o composición del evangelio según Juan.
b) La tradición helenística. La tradición helenística empezó en Judea mis-
ma, al extenderse la proclamación de la buena nueva a los judíos que
habían adoptado la cultura helenística y a los habitantes no judíos que
19 Escatológico es lo que pertenece a los "últimos tiempos" y se proyecta más allá
de la historia terrena. Evoca lo definitivo.
20 Parusia (presencia)designala segundavenida de Cristo. ahora como Señorsobe-
rano y juez del mundo.
21 Judea era el nombre con el que se conocía en los tiempos bíblicos a la tierra de
Israel; para los "judíos" designaba concretamente la región al sur de Samaria.
Recién en el s. 11 se empezó a emplear el término Palestina.
22 Acerca de la fuente "Q", vea más adelante.
66
EL RECORRIDO DE LA TRADICiÓN ORAL
"temían a Dios" (simpatizantes). De éstos hablan los Hechos de los Após-
toles: los primeros "diáconos" eran helenistas (6,5). Al extenderse el cris-
tianismo fuera de las fronteras palestinas, la tradición de corte helenístico
tomó definitivamente cuerpo. San Pablo fue el mayor exponente que co-
nocemos de esta corriente. La tradición helenística es la que mayormente
ha influido en la Iglesia.
El helenismo, cuyas raíces son griegas, tiende a la filosofía y muestra gran
interés por lo intelectual. Se inclina por la abstracción y la contemplación
teórica. Su religiosidad estaba influenciada por corrientes orientales, ten-
diendo a la mística, a lo esotérico y lo mistérico. Aquí tienen su asiento
los dualismos (oposiciones): cuerpo-alma, carne-espíritu, luz-tinieblas,
etc. La relación misma entre la divinidad y el hombre era concebida en
esquemas dualistas que se debían superar. La lengua era el griego "vul-
gar" o koiné, y las categorías y esquemas conceptuales eran indudable-
mente diferentes a las palestinas, como lo eran sus costumbres. Al pro-
clamar la buena nueva en este mundo, era necesario adaptar no sólo el
lenguaje sino las categorías y los esquemas mentales a este nuevo audi-
torio, para que pudiera establecerse la comunicación, y para que el men-
saje pudiese ser comprendido y aceptado. Los hechos y dichos de Jesús
se "tradujeron"; aquello de interés sólo dentro de la tradición palestina
se acomodaba, se sustituía, o simplemente se omitía por carecer de inte-
rés en el mundo helenístico.
En la tradición helenística, Jesús fue presentado como aquél que descen-
dió de Dios y luego fue exaltado y ascendió a los cielos (vea FiI2,6-II). Su
origen divino cobró importancia (Jn 1). Los milagros, que acreditaban su
proveniencia y misión divina, tenían especial relevancia en este mundo
que se interesaba por lo maravilloso y por la intervención divina en el
cosmos y en la vida del hombre. Jesús aparece como el que conoce el
corazón y lee los pensamientos del hombre. Es presentado como el Hijo
de Dios, como el Salvador (soter¡ que ofrece la comunión con Dios, y
especialmente como el Señor (kyrios), soberano del universo y objeto de
veneración y culto, pues en este mundo politeísta era necesario distin-
guir y destacar a Jesús de entre tantas otras divinidades.
A Jesús se le muestra no tanto como el Maestro, sino más bien como el
camino y la luz, la fuente del conocimiento (gnosis) de Dios mismo. 1'1
67
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
interés por largos discursos, en lugar de frases cortas y coloridas, provie-
ne de este mundo, así como los diálogos profundos (típicos de Juan). El
evangelio según Lucas, y ciertamente la última redacción de los evange-
lios según Marcos y Juan, provienen de la tradición helenística. Todos
fueron compuestos en un ambiente predominantemente grecorromano.
El propósito primordial del kerigrna, de la predicación, y luego de los
evangelios, era testimoniar el acontecimiento-Jesucristo. Para ello usaron
categorías, esquemas y un lenguaje adecuados, que expresasen la significa-
ción del acontecimiento-Jesucristo y sus oyentes pudiesen comprenderlo
según sus conceptos culturales, acercándolo a aquellos que no conocían ni
participaban de la cultura ni de las tradiciones judías. Fueron medios que
utilizaron tanto los diversos autores cristianos como los catequistas con el
fin de lograr una comunicación inteligible y fluida con el mundo ajeno a la
Palestina de Jesús, y por ello corresponden a un tiempo y a una cultura
determinados.
7. La "situación vital"
En repetidas ocasiones he hecho referencia a "circunstancias", sin ma-
yor especificación. Es necesario que nos detengamos a considerar más pro-
fundamente este importante factor condicionante. Las circunstancias, más
precisamente la "situación vital", es el conjunto de factores que intervienen
y determinan, directa o indirectamente, laformación de toda tradición.
Por "situación vital" (del alemán Siiz im Leben: asiento o lugar en la vida)
se entiende el conjunto de circunstancias o factores que en un determinado
momento ocasionan que el hombre actúe o comunique algo a modo de
respuesta. Estas circunstancias o factores pueden ser generales o concre-
tos. Circunstancias genera/es son las que afectan la vida en un determinado
momento histórico: la cultura, la situación política, económica, social, etc.
-que podrían subdividirse en condiciones colectivas y condiciones perso-
nales-. Condiciones colectivas son las antes mencionadas; personales son
las propias del individuo: su temperamento, estado de salud, nivel de educa-
ción y cultura, etc. Todas estas circunstancias afectan al individuo de una
manera directa o indirecta, y determinan en mayor o menor grado su compor-
68
LA "SITUACIÓN VITAL"
tamiento y su comunicación. Circunstancias concretas son las que afectan
la vida de una manera inmediata, en un aquí y ahora, y que por tanto ocasio-
nan una reacción inmediata.
Cuando preguntamos por la circunstancia que determinó de una manera
inmediata que Jesús dijera talo cual cosa, o que actuara de una determinada
manera, estamos preguntando por la "situación vital" de lo dicho o hecho
por Jesús. Su palabra o su comportamiento, en ese caso, habría sido ocasio-
nado por una circunstancia concreta, que, de no haberse dado, no habría
producido esa palabra o ese comportamiento. ¡Comprenderemos el porqué
de esa palabra o ese comportamiento, cuando entendamos lo que lo ocasio-
nó! Exactamente lo mismo puede decirse sobre las tradiciones y la escritura:
¿qué ocasionó que se transmitíera talo cual tradición? No hay nada que se
comunique que no proceda de una "situación vital" concreta y determinan-
te. Y lo que se comunica refleja la situación vital que ocasionó su comunica-
ción. Como se observará, hay una estrecha relación entre la "situación vital"
y el propósito de la palabra o acción del emisor: se responde a una situación.
Puesto esquemáticamente":
SITUACIÓN VITAL - - .... Texto (oral o escrito) - - .... PROPÓSITO
¿por qué lo dice? ¿cómo lo dice? ¿qué dice?
En lo tocante a las tradiciones cristianas, tenemos que distinguir tres
diferentes situaciones vitales generales:
a) Jesús de Nazaret, con las características propias de Judea del primer
tercio del siglo primero;
b) La Iglesia naciente, en el segundo tercio del siglo, sobre la cual nos
detendremos a continuación;
e) La situación vital de cada uno de los evangelistas. La diferencia se debe
al momento histórico (tiempos y circunstancias diferentes) así como a las
culturas en que se movían los escritores (Judea, mundo helenístico, Roma j.
23 Una explicación más detallada se encuentra en 4.1.1 del volumen La Bibiia SI/I
mitos.
69

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
A esto hay que añadir la diferencia de los destinatarios: Jesús se dirigía
esencialmente a sus compatriotas judíos; la Iglesia naciente se fue paulati-
namente moviendo hacia el mundo gentil-pagano, y los evangelistas, como
veremos, se dirigían a simpatizantes y cristianos convertidos, ya del judaís-
mo, ya en la gentilidad.
No nos detendremos en las diferentes situaciones vitales que ocasiona-
ron las palabras y el comportamiento de Jesús de Nazaret. La mayoría de
éstas son fáciles de determinar y comprender. Por el momento nos limitare-
mos a las situaciones vitales de la Iglesia naciente, de su expansión inicial
-en el curso de la cual aparecieron las tradiciones ACERCA de Jesús, y su
creciente interés en las tradiciones DE Jesús-.
Dentro de las situaciones vitales de la Iglesia, hay que tener presentes las
diversas circunstancias, especialmente las necesidades del momento que
dieron origen u ocasionaron la adopción de las tradiciones y la sustentación
de las mismas. Estas circunstancias fueron tanto de orden interno en la
Iglesia (p. ej. problemas dentro de las comunidades), como de orden externo
a ella (p. ej. conflictos con el judaísmo).
Conviene aclarar que, cuando hablamos de "dar origen a una tradición",
no queremos necesariamente decir que fue creada o inventada. Indudable-
mente, como es conocido, ciertas necesidades pueden ocasionar la creación
de una tradición (por ejemplo, la necesidad de explicar los orígenes de algo),
que generalmente se califica como "leyenda". Sin embargo, hay ciertas nece-
sidades concretas que conducen a laformulación de una narración toman-
do como fundamento algún acontecimiento o hecho del pasado. Evidente-
mente, Jesús no formuló aquello que se narra acerca de él; Jesús realizó
milagros, por ejemplo, pero no los narró. Indudablemente, Jesús hizo y dijo
mucho más que lo que los evangelios han preservado. Pero, también ha
habido tradiciones ACERCA de Jesús, sobre hechos que históricamente no
ocurrieron o dichos que no fueron pronunciados, y que, por diversas razo-
nes o circunstancias, fueron "creados", como lo muestran de la manera más
clara los denominados evangelios apócrifos. La situación vital que se vive
tiene un poder estructurador y creador de tradiciones.
Situaciones vitales sucesivas -como es evidente en el caso de la situa-
ción vital de los evangelistas con respecto a aquella que caracterizó al tiern-
70
LA "SITUACiÓN VITAL"
po y a la misión específica de Jesús-, circunstancias y necesidades diferen-
tes, impulsaron a los cristianos a llevar a cabo una constante reactualización
y adaptación de las tradiciones recibidas. Lo que heredaron los evangelistas
fue un conjunto de tradiciones que ya habían sufrido transformaciones (ac-
tualizaciones y adaptaciones), y ellos hicieron otro tanto.
Veamos un ejemplo que ilustre lo expuesto. La situación vital que ocasio-
nó el empleo de la parábola del Buen Samaritano por parte de Jesús, no era la
misma que la de Lucas (o anterior a él), cuando la narró varias décadas más
tarde. Jesús utilizó esta parábola como un modo de predicación: ésa era la
situación vital general; más concretamente, la dirigió a un público que se
creía superior a otras personas, a quienes despreciaban como indignas del
reino de Dios. Jesús empleó esta parábola -como tantas otras- con la finali-
dad de llamar a la conversión, a un cambio radical de mentalidad, específica-
mente a todos aquellos que debían dejar sus prejuicios de lado -como era el
supuesto de pensar que amaban a todos, cuando en realidad limitaban su
amor a sus conciudadanos, lo que excluía a los sarnaritanos-, para poder
acoger la palabra de Dios que Jesús anunciaba como auténtica expresión de
la voluntad divina:
Cierto homhre bajaba de Jerusalén a Jericó, y ccryó en manos de unos
salteadores que, despojándolo y dándole de palos, sefueron dejándolo
medio muerto. Ahora bien, casualmente cierto sacerdote (¡judío!) baja-
ha por aquel camino, y, viéndolo, dio un rodeo. Igualmente tamhién un
levita (¡judío!), yendo al lugar y viéndolo, dio un rodeo. Pero, cierto
samaritano, viajando, fue al mismo lugar y, viéndolo, sintió compasión,
y acercándosele, vendó sus heridas, derramando encima aceite y vino,
y, montándolo en su propia cabalgadura, lo condujo a un hotel, y cuidó
de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al hotelero y
dijo: "Cuida de él, y lo que gastes demás, al retornar yo te lo pagaré"
(Lc 10,30-35).
Obsérvese que la parábola se dirigía a un auditorio judío (no samaritano),
y pone de relieve que fue uno de sus odiados enemigos, un samaritano,
quien cuidó deljudío malherido. i Esto sería chocante! ¿Por qué no lo dijo al
revés, que un samaritano cayó malherido y fue unjudío quien sintió compa-
sión de él? Simplemente, porque la actitud del samaritano invita a la reflexión
71
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDlCACION MISIONERA
y la conversión: hasta ellos pueden ser "buena gente", y por eso no deben
ser excluidos o marginados ~y menos aún del reino de Dios-.
Más tarde, en tiempos de Lucas, la misma parábola fue usada con otro
propósito a raíz de una nueva situación vital: se empleó como un ejemplo de
conducta en un ambiente de instrucción (no de predicación) para cristianos
(no judíos), que necesitaban que se les aclarase hasta qué punto se extiende
el concepto de prójimo.
¿Cómo saber quién es mi prójimo? En tiempos de Lucas y lejos de Pales-
tina, la enemistad entre judíos y samaritanos era desconocida, de modo que
poco interesaría saber quién ayudó a quién. Además, esta pregunta no es
original, de tiempos de Jesús, sino una que invita a una explicación o instruc-
ción, y no a una prédica. Si Jesús hubiese querido ilustrar quién es el próji-
mo de cualquier judío (su auditorio), hubiese invertido la figura: un samarita-
no herido, del que tendría compasión un judio.
La situación vital en tiempos de Jesús era su confrontación con un audi-
torio judío reacio a su predicación: se sitúa en su misión predicadora. De no
haber surgido la necesidad de sacudir a su auditorio que, tan seguro de su
fidelidad a Dios, rehusaba aceptar la predicación de Jesús, no habría pro-
nunciado esa parábola. Y, de no haber sido por la necesidad de aclarar a sus
correligionarios cristianos -mayormente provenientes del mundo grecorro-
mano, donde no se estilaba el amor al prójimo salvo que fuese del mismo
estrato social-, Lucas no habría narrado la escena como lo hizo, utilizando la
misma parábola como un ejemplo de amor cristiano. Esas son las dos situa-
ciones vitales que motivaron el empleo de la parábola del Buen samaritano.
Vemos a través de este ejemplo, cómo las viejas tradiciones no fueron
simplemente repetidas, sino que las adaptaron a las nuevas circunstancias y
a las nuevas situaciones vitales, de modo que mantuviesen viva su capaci-
dad de comunicar el mensaje. Observamos la estrecha relación entre la situa-
ción vital y el mensaje, y a la vez el propósito del género literario utilizado: la
comunicación (género-propósito), que es respuesta a una situación vital
concreta.
72
LA "SITUACION VITAL"
7.1 Origen de las tradiciones
En los resúmenes de Hechos 2,42-47 y 4,32-35, acerca de la vida de la
comunidad cristiana en sus orígenes, hallamos mencionadas tres situacio-
nes vitales que forjaron tradiciones: la liturgia, la predicación misionera, y la
instrucción catequética. Veámoslas de cerca.
a) Fue en un ambiente litúrgico en que, muy probablemente, surgieron los
himnos (FiI2,6-11), inspirados en las prácticas de las sinagogas. El relato
de la Pasión y el de la Última Cena, fueron narrados inspirándose en la
costumbre de explicar la celebración de la Pascua judía, en el curso de la
cual se narraban los acontecimientos históricos que justifican su celebra-
ción. Las referencias bautismales y los credos confesionales se inspira-
ron probablemente en prácticas análogas del judaísmo, con las cuales
estaban familiarizados. Además, los evangelios fueron escritos para ser
leidos en público ~no eran manuales de consulta o estudio-. En otras
palabras, ciertas tradiciones tuvieron su "situación vital" en el ámbito
litúrgico, y fue en él donde cobraron importancia.
b) La predicación misionera contribuyó a la formulación del kerigma en
forma narrativa, con la paulatina inclusión de las grandes etapas de la
vida de Jesús. A raíz de la predicación misionera, adquirieron relieve las
tradiciones acerca de la práctica m isionera de Jesús y sus instrucciones
acerca de ella para sus discípulos. Fue en razón de la predicación en el
mundo helenístico-gentil como los relatos de milagros (que acreditan la
divinidad de Jesús) cobraron trascendencia, asi como en el auditorio
judío las referencias y alusiones mesiánicas del AT relacionadas ahora
con Jesús se volvieron significativas. Fue en consecuencia de la predica-
ción misionera como surgieron las polémicas, tanto con el auditorio judío
como con el pagano, yen esa "situación vital" las tradiciones sobre las
polémicas y discusiones que Jesús mismo había tenido con los judíos de
su tiempo cobraron importancia. Los relatos de carácter apologético (p.
ej. aquel sobre la guardia sobornada de la tumba de Jesús, que respondía
a la objeción de que se habían robado el cuerpo de Jesús, en Mt 28, 15b),
Y el recurso de apelar alATcon el afán de defender la confesión cristiana
que Jesús era el mesías o que tenía que morir violentamente, tienen su
"situación vital" en las polémicas entre los cristianos y sus detractores,
especialmente judíos.
73
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACiÓN MISIONERA
e) Las instrucciones catequéticas para los neófitos y los catecúmenos in-
cluían exposiciones y reflexiones, así como orientaciones para la vida
cristiana. En razón de las necesidades catequéticas ganaron relevancia
ciertos dichos y parábolas de Jesús, así como relatos edificantes que
sirviesen de orientación ética. Los discursos de carácter pedagógico,
como por ejemplo los que hallamos en Mt 5 a 7, tienen su origen en las
necesidades de instruir a los creyentes. En esa "situación vital" tomaron
forma muchos de los relatos que hallamos en los evangelios. El interés
por las instrucciones DE Jesús se sitúa en este contexto, pues él es el
maestro.
En el cristianismo empezaron a surgir problemas nuevos, no planteados
antes, inclusive no previstos por Jesús, que exigían una respuesta: ¿dónde
hallarla? Los conflictos entre judeo-cristianos y gentil-cristianos, por ejem-
plo en tomo a la cuestión del valor de la Ley judía, ¿cómo resolverlos ade-
cuadamente? La situación de rechazo, incluso de persecución, que experi-
mentaban los cristianos, ¿cómo explicarla? Las objeciones y críticas que los
no-cristianos planteaban (o que surgían de los cristianos mismos), ¿como
responderlas? Por el pasado no-cristiano de los neo-conversos, y por diver-
sas influencias ambientales, aparecieron desviaciones e incluso errores, ex-
cesos y conflictos entre los mismos cristianos, como se observa claramente
en las comunidades paulinas, ¿cómo resolverlos sin la presencia física del
Maestro?
Estas y otras circunstancias determinaron la valoración de ciertos dichos
de Jesús, de relatos de sus discusiones con los judíos, y de ciertas instruc-
ciones que Jesús había dado a sus discípulos, que respondían a estas nece-
sidades. Todas estas situaciones y otras similares, determinaron la búsque-
da de respuestas en las tradiciones DE Jesús, su adaptación a esas nuevas
circunstancias, e incluso la composición de tradiciones pertinentes ACER-
CA de Jesús, en su espíritu. Los cristianos necesitaban conocer mejor su fe
y ser afianzados en ella, necesitaban ser guiados para poder vivirla y crecer
en ella, necesitaban se les deletrease "el camino" del Señor.
Entre los dichos DE Jesús se buscaron las respuestas, especialmente
instrucciones y orientaciones necesarias. Fue entre las memorias de los inci-
dentes y la praxis de la vida de Jesús, donde se buscaron modelos de com-
portamiento. Pero las nuevas circunstancias y situaciones que vivía la Igle-
74
LA "SITUAClÓN VITAL"
sia no siempre correspondían a aquellas de la vida de Jesús; las inquietudes
y problemas no siempre eran los mismos que los de su tiempo. No extraña
que, al no poseer un dicho o pronunciamiento de Jesús de Nazaret que
respondiese a las interrogantes y los problemas planteados, hubiese quie-
nes, como los profetas del AT, se atreviesen a "crear dichos" en nombre de
Jesús y a ponerlos en sus labios, de modo que la autoridad del Señor res-
pondiera a esas necesidades.
La oración de Jesús en el huerto de Olivos fue compuesta por la voz
profética de la Iglesia. Jesús se hallaba solo, había dejado atrás a sus discí-
pulos y ellos se habían dormido. La oración "AMa, Padre, todo te es posi-
ble; aparta esta copa de mí, pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que
tú quieres" (Me 14,36), se compuso con fines catequéticos y ella destaca de
un modo paradigmático para el creyente la disposición de Jesús de someter-
se a la voluntad de Dios, por más incomprensible que ésta pudiese ser. El
anuncio de los signos del final de los tiempos (Me 13,24-27), que se asemeja
a lo que leemos en el Apocalipsis, también es producto de la voz profética de
la Iglesia y no de Jesús de Nazaret. Cualquiera que en tiempo de Jesús le
hubiese oído decir que "verán al Hijo del hombre que viene en unas nubes
con mucha fuerza y gloria" (v.26), habría pensado que se trataba de una
persona diferente de Jesús. Pero este anuncio, igual que en el Apocalipsis,
se comprende bien cuando se entiende que Jesús ya resucitó, y ese dicho
expresa la fe en su retorno glorioso al final de los tiempos. Lo mismo ocurre
con lo que Mateo consigna como las últimas palabras de Jesús: "Yendo,
hagan discípulos a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo..." (28,19). En el caso que fueran palabras que
históricamente Jesús pronunciara, esperaríamos que se refiriese a sí mismo
en términos de "(en el nombre) mio", y no "del Hijo". Se trata de la fórmula
creada por la Iglesia para el rito del bautismo.
Los famosos "yo soy (la luz, la verdad, la resurrección, etc.)", que leemos
exclusivamente en el evangelio según Juan, son todos confesiones de fe en
Jesucristo como la luz, la verdad, etc. Fueron proyectados retrospectiva-
mente hacia la vida terrena de Jesús por Juan, quien reconocía y proclamaba
su misión salvífica, evidente por su resurrección. Es el Jesús glorioso, post-
pascual, el que se autoproclamaba por la voz de sus profetas, como la luz, la
verdad, etc. Muchos de los discursos que hallamos en el evangelio según
Juan, por ejemplo el extenso discurso de despedida en los capítulos 14 a 17,
75

LA ETAPA ORAL: DE JEsús A LA PREDICACIO~ MISIONERA
tuvieron idéntico origen. Quizás esto sea chocante para el lector acostum-
brado a pensar que todas las palabras que leemos en los evangelios fueron
históricamente pronunciadas por Jesús mismo.
La composición de palabras, incluso de largos discursos, puestos en
labios de un determinado personaje, no era ni es un recurso novedoso. Lo
encontramos ya en el AT, en escritos judíos del primer siglo, como los de
Filón de Alejandría, que puso palabras en labios de Moisés, y en las obras de
Flavio Josefa, y también en los apócrifos, tanto judíos como cristianos. Se
atribuían al espíritu de la vida y del pensamiento de la persona a quien se
adjudicaban las palabras -o a quien se le imputaban determinados aconteci-
mientos-. Se trata de un procedimiento que tenía porfinalidad, o bien resal-
tar la grandeza del personaje en cuestión, o la de destacar algún aspecto de
su personalidad o de sus enseñanzas, o dar respuesta a alguna interrogante
importante que se esperaba que el personaje en cuestión hubiese respondi-
do en ese sentido, o con alguna razón similar.
No sólo fueron compuestos palabras y discursos, sino también relatos y
leyendas ACERCA de Jesús. Tal es el caso de las ya mencionadas tentacio-
nes de Jesús. Igual sucede con la mención de los fenómenos que, según Mt
27,51-53, ocurrieron en ocasión de la muerte de Jesús: "el velo del Santuario
se desgarró en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partie-
ron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que estaban
dormidos se despertaron; y saliendo de los sepulcros después del despertar
de él, entraron en la ciudad santa y se manifestaron a muchos". Se trata de un
símbolo que representa el final de la antigua alianza (la rasgadura del velo del
Santuario), y dos signos clásicos del final de los tiempos (terremoto y resu-
rrección de muertos).
Esto no tenía otra finalidad que la de expresar gráficamente el significa-
do de la muerte de Jesús; y los lectores de origen judío de la comunidad de
Mateo lo habrían entendido muy bien. El relato de la guardia puesta frente a
la tumba de Jesús, que se lee sólo en Mt 27,62-66 y 28,11-15, es una leyenda.
Es incomprensible que los pontífices y fariseos supiesen que Jesús iba a
resucitar "después de tres días" (27,63). No hay indicios de que lo hubiera
dicho en público -inclusive los discípulos eran escépticos-o Tampoco nece-
sitaban pedir la vigilancia de la tumba a Pílato, pues los judíos contaban con
guardia propia. Que tratasen de convencer a Pilato es inverosímil, pues sus
76
LA "'SITUACION VITAL"
relaciones no eran en lo más mínimo cordiales. La afirmación en 28,15 da la
clave: "se divulgó esta versión entre los judíos hasta hoy". El relato tenía
por finalidad desbaratar la explicación del robo del cuerpo de Jesús como
causa de la proclamación de la Resurrección: es un recurso literario de carác-
ter netamente apologético.
De igual índole es el relato de Zaqueo, que se lee sólo en Le 19,1-10: una
leyenda con una finalidad netamente catequética. El relato del envío de los
72 discípulos, en Le 10,1-12, está calcado en parte en el envío de los Doce (Le
9,1-6). Se lee sólo en Lucas, quien además distingue claramente entre após-
tol y discípulo: los primeros son los que fueron testigos de la vida de Jesús
(vea Hech 1,21s) ~no hay más apóstoles después que los doce murieron-, y
los segundos son todos los creyentes. Ese relato tenía como finalidad des-
tacar que la misión de la predicación debía de continuar, después de muertos
los apóstoles, y en consecuencia se extiende hasta el tiempo del evangelista
(y más allá de él). Ciertos relatos y leyendas servían un fin pedagógico
(Jesús como modelo o inspiración) o un fin catequético, entre otros. La
composición de relatos se extendió marcadamente en la tradición cristiana,
como se observa claramente en los evangelios apócrifos -en ellos encontra-
mos relatos sobre la vida de María y de José, sobre la niñez de Jesús, sobre
la manera en que resucitó, etc.-.
¿Qué mejor manera de destacar la autoridad última de Jesús que "oír sus
palabras"? ¿Qué mejor manera de responder a ciertas inquietudes e interro-
gantes que necesitaban respuestas autorizadas, que ponerlas en los labios
del Maestro? ¿Qué mejor manera de ofrecer ciertos modelos de conducta
que de presentar relatos edificantes de Jesús? Y, ¿qué mejor manera de dar a
entender el hecho de que Jesús fue el enviado definitivo de Dios, el mesías
y salvador, que mediante relatos y palabras que lo evidencian? Valga la
aclaracíón: no todo lo que leemos en los evangelios fue "creado"; no todo
carece de fundamento histórico (incluso muchos relatos y pronunciamien-
tos tienen un núcleo histórico); pero no todo remonta históricamente a Je-
sús de Nazaret.
Por cierto, los relatos y las palabras que no remontan históricamente a
Jesús de Nazaret pero se proyectaron retrospectivamente sobre su vida, es
decir, que se presentan como si fuesen históricos, no eran producto del
77
 LA ETAPA ORAL: DI' Jrxus A LA PREDICACiÓN MISIONERA
capricho o de la imugjnación ". Eran fieles a la intención de Jesús. Por lo
pronto, mientras vivían los testigos de la vida de Jesús, especialmente los
discípulos y apóslo!L:s, se esperaría que fueran ellos quienes dieran origen a
esas u.ulirionc«, en el espíritu de su Maestro, pues habían vivido con él y
lOIlOll'II;IU SIIS pensamientos y sus sentimientos. Lo que se decía ACERCA
(k .lcxux, dcbia ser coherente con la tradición DE Jesús, ahora iluminada por
LI IUI que arrojaba su resurrección e inspirada por el Espíritu. Posteriormen-
tv, LIS autoridades en las comunidades, herederas de las tradiciones DE
JeSIIS y ;\CERCA de él, se mantendrían fieles a ese mismo Espíritu, y en
comunión las unas con las otras. Todo esto no es novedoso, pues se halla
ya en el AT. Es lo que se conoce como "voz profética": la que habla en
nombre de Dios y es inspirada por Él. Finalmente, cabe destacar que había
una clara conciencia de la continua presencia del Señor entre ellos, como se
destaca en textos tales como Mt 18,20 ("donde están dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy en medio de ellos"; vea también 28,20); Le 10,16 ("el que
les oye a ustedes, a mí me oye"); y Jn 14,26 ("el Espíritu Santo, que enviará
el Padre en mi nombre, aquél les enseñará todo, y les recordará todo lo que
les he dicho").
De todo lo expuesto, podemos concluir que el material de la tradición, que
luego heredarían los evangelistas, no tuvo todo el mismo origen, ni fue
utilizado por cada uno de ellos con el mismo fin específico. La necesidad de
enriquecer las reuniones litúrgicas, las enseñanzas y la predicación, la nece-
sidad de dar pautas orientadoras para la vida cotidiana, de resolver las dis-
putas y tensiones, de responder conflictos y objeciones, fueron factores
que constituyeron "situaciones vitales" de la tradición cristiana, y que con-
tribuyeron a su formación y formulación. En todas esas circunstancias se
recurría a Jesús mismo y su mensaje, o al Espíritu del Señor siempre presente,
como norma definitoria y orientadora.
24 Ciertos relatos y palabras "de Jesús" no son históricos en el sentido que realmen-
te ocurrieron y fueron pronunciados por .Jesús de Nazaret. Pero, si a través de
ellos se pone de manifiesto la realidad "histórica", como veremos más adelante,
de que Jesús es Dios-hombre, de que sigue actuando y guiando como "camino,
verdad y vida", entonces no se trata de invenciones o creaciones sin fundamento
histórico. pues su anclaje es histórico y se remite a la realidad histórica del
acontecimiento-Jesucristo. Esos relatos y pronunciamientos cumplen la funcion
de poner de manifiesto que Jesús realmente sigue siendo "el camino, la verdad y
la vida", que él es el Señor.
78
LA "SITUACiÓN VITAL"
Las tradiciones, en base a las cuales se compusieron los evangelios, son
en gran medida productos de la predicación y de las ensefíanzas de la Igle-
sia, de los que celosamente ansiaban compartir su fe apostólica. De no haber
sido por la predicación y por las instrucciones, impulsadas por una fe viva,
no se habrían preservado las tradiciones en cuestión. Evidentemente, detrás
de todo esto, está el papel propulsor de la fe referida a la Resurrección, que
le dio origen. Como se puede entrever, la tradición no tenía como finalidad
simplemente preservar recuerdos de un pasado como memorias de un acon-
tecimiento remoto y admirable, ni como consignas para un grupo exclusivo,
sino que tenía como fin presentar ese pasado como algo siempre actual y
relevante: presentar un Señor vivo e interpelante, guía e inspiración para el
hombre. El pasado se retuvo, pero se profundizó, destacando su significa-
ción para el presente, y se enriqueció con otras tradiciones más recientes
que complementaban las más antiguas, a raíz de las vivencias y reflexiones
que iban tomando cuerpo en las comunidades cristianas. En todo ese proce-
so de formación de la tradición cristiana, las comunidades se mantenían
unidas entre sí y en torno a la tradición apostólica, fieles al espíritu y a la
intención de su Señor y Maestro.
Todo lo expuesto se puede visualizar esquemáticamente:
Sil. Vitales:}
"judíos } " polémicas
Kerigma -.predicación a {cateqUeSiS evangelios
~ gentiles ~ liturgia
ética
7.2 ¿Cómo se utilizaban los textos del Antiguo Testamento?
Jesús y sus discípulos eran judíos. El hecho de que naciese en Nazaret,
de raza hebrea, y misionara primordialmente entre sus compatriotas, indica
que, en "el plan de Dios", había una estrecha relación entre los designios
divinos para ese pueblo a lo largo de su historia y la persona de Jesús. Para
la Iglesia naciente, Jesús se situaba en ese designio divino: era el enviado
definitivo, y por eso los primeros destinatarios del anuncio de la buena
nueva fueron los judíos.
79

LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACION MISIONERA
La única "Biblia" de Jesús, de sus discípulos, y de la Iglesia naciente, fue
el Antiguo Testamento. En ella están plasmados los designios de Dios, sus
acciones, promesas y anuncios salvíficos. La Iglesia recurrió al AT por razo-
nes internas y por razones externas a ella.
La Iglesia mantuvo durante cierto tiempo determinadas costumbres reli-
giosas judías, entre ellas la lectura y el comentario de las Escrituras en sus
reuniones litúrgicas y comunitarias, como se nos presenta a Jesús haciendo
en la sinagoga de Nazaret (Le 4, l6ss). Embebidos en las "Escrituras", los
apóstoles y los primeros cristianos que provenían del judaísmo, pronto las
leyeron a la luz del acontecimiento-Jesucristo. Eso lo atestiguan comenta-
rios tales como los de Jn 2,22, después de la expulsión de los mercaderes del
templo ("cuando Jesús fue resucitado de entre los muertos ...creyeron en la
Escritura yen la palabra que Jesús les había dicho"); Jn 12,16 en relación a
la entrada de Jesús a Jerusalén ("Esto no lo entendieron sus discípulos al
principio; pero, cuando fue glorificado Jesús, se acordaron de que esto esta-
ba escrito sobre él y esto le habían hecho"); Jn 20,9 con respecto a la Resu-
rrección ("todavía no sabían la Escritura"); Le 24, 45, antes de la Ascensión
("Entonces les abrió su inteligencia para entender las Escrituras"); y más
específicamente Hech 17,11 ("Diariamente examinaban [los judíos que luego
se convirtieron] las Escrituras para ver si las cosas eran así"), y Hech 18,28 a
propósito de la predicación de Apolo ("refutaba vigorosamente en público a
los judíos, demostrando por las Escrituras que el Cristo era Jesús").
De los textos citados, vemos que los cristianos partian de la convicción
de que Jesús era el mesías, y desde ella leían, meditaban y comentaban el A'I.
Para ellos era claro que, si Jesús era el mesías, por tanto parte de los desig-
nios de Dios, entonces esa realidad debería perfilarse expresamente en el AT.
La lectura del AT desde la perspectiva de la fe en Cristo, condujo a la con-
ciencia de que en él se cumplieron las promesas y esperanzas de la antigua
Alianza y sustentaba sus convicciones.
Sus reflexiones sobre el significado de este acontecimiento extraordina-
rio, que se relacionaba directamente con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob,
de Moisés y de los profetas, fueron aclaradas y apuntaladas refiriendo al AT,
que se utilizaba como una indispensable clave de interpretación del designio
de Dios centrado en la persona de Jesucristo.
80
LA "SITLJACION VITAL"
El hecho de que el judaísmo fuese la cuna del cristianismo, y que los
judíos fuesen los destinatarios privilegiados de la Buena Nueva, llevó a los
predicadores a recurrir al argumento escrituristico, es decir, a argumentar a
partir del AT yen referencia a él, para mostrar que en Jesús se realizaron las
promesas y los anuncios mesiánicos. Las controversias, especialmente con
los judíos, condujeron al recurso al AT confines apologéticos. Conforme la
predicación se extendía hacia el mundo gentil-romano (¡no familiarizado con
el AT!), el argumento escriturístico perdió significación y se limitó a expre-
siones tales como "según las escrituras":".
En pocas palabras, el Antiguo Testamento fue utilizado como una clave
de interpretación de los acontecimientos que predicaban los seguidores de
Jesús, -Ja otra clave de interpretación, anterior y más importante, fue la
resurrección de Jesús-. La lectura del AT era retrospectiva, a partir de la fe en
Cristo:
Las Escrituras (AT)'- - - -+ Jesucristo-e- - - - --. cristianos
~
De esta manera podían mostrar los cristianos que los acontecimientos en
la vida de Jesús eran el cumplim iento de los designios de Dios; parte de una
trayectoria salvífica que culminó con la resurrección de Jesús. El propósito
era asentar que Jesús era el mesías. El lector podía concluir que, si una
constelación de "anuncios" en el AT se cumplieron en Jesús, entonces cier-
tamente él fue el enviado largamente esperado y definitivo de Dios, y que
con él empezaba una nueva era en la historia salvífica.
Si se observa el empleo de textos, alusiones y figuras del AT en los
evangelios, se llega a la conclusión que, más que demostrar que Jesús cum-
plió con determinadas "predicciones", los cristianos ponían de manifiesto la
25 Expresionestales como "según las Escrituras" y "la ley y los profetas", frccucn-
temente son sinónimos de "los designios de Dios", pues el AT era la fijación
escrita de esos designios y voluntad divinos. El empleo de esos términos refleja
el papel interpretativo que el ATjugó en la comprensión del acontecimiento-
Jesucristo. El NT,evidentemente, todavía no había sido compuestoy menos aún
constituido en Escritura.
81
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
continuidad de Jesús con el AT. Veamos cómo lo utilizaron, pero tengamos
presente que el AT era citado libremente por los cristianos, con frecuencia
de memoria y no al pie de la letra (sin mencionar que algunas citas provienen
de un texto bíblico en hebreo, y otras de una traducción griega), y que se
trata de textos seleccionados según su aplicabilidad.
a) Los textos citados fueron referidos e identificados por los cristianos con
Jesús de Nazaret, si bien en sí mismos no se referían expresamente a su
persona. No es evidente que texto mesiánico alguno se refiriese a Jesús,
y no a alguna otra persona. Así, por ejemplo, el conocido e importante
cántico del Servidor de Yahvéh, en Isaías 53, en su contexto se refería al
pueblo de Israel (personificado en el "Servidor"), y es así precisamente
como ha sido comprendido en el judaísmo. Fueron más bien los cristia-
nos quienes lo entendieron e interpretaron en términos de Jesús, espe-
cialmente en relación con su Pasión.
La muerte de Jesús, inocente pero ejecutado, se parece al destino esboza-
do en Isaías 53 de este misterioso "Servidor Sufriente" de Yahvéh, Los
cristianos observaron el paralelismo, incluso la analogía. Es así como
interpretaron el sentido de la muerte de Jesús por medio del texto de
Isaías 53 -entre otros-o El relato de la muerte de Jesús se hizo entretejien-
do rasgos del Servidor Sufriente, estableciendo una relación entre ellos,
como si Isaías se hubiese referido a Él. No es extraño, pues, que cuando
leemos la Pasión, [notamos una semejanza con el Servidor Sufriente del
que hablaba Isaías! La semejanza fue introducida por los cristianos que
encontraron en el texto del profeta una expl icación a la muerte violenta e
ignominiosa de Jesús.
b) Casi infaliblemente, el texto citado del AT difiere en el NT de su formula-
ción original (hebrea o griega), lo que no significa que se debiera al hecho
de haber sido citado posiblemente de memoria, sino a que algunos textos
fueron aplicado directamente a Jesús, incluso cambiándoles el sentido
que poseían en su contexto y su formulación originales. Es el caso, por
ejemplo, de Isaías 7,14, referido a la concepción virginal de Jesús. En su
contexto, esta profecía era una señal para el rey Ajaz en el siglo VIII, no
para un futuro lejano, varios siglos después. Más aún, en Mt 1,23, donde
es citado, se cambió de la segunda persona singular ("tú lo llamarás") al
plural ("lo llamarán"), por la obvia razón de que el nombre de Jesús no fue
82
LA "SITUACIÓN VITAL"
Emmanuel. Otros textos fueron acomodados de tal manera que hubiese
correspondencia entre el relato y la cita. Así, por ejemplo, con respecto a
la entrada de Jesús a Jerusalén, en la versión de Mateo (21, lss), dado que
se cita a Zac 9,9, el relato se acomodó al texto citado de modo que a Jesús
le traen "una asna y un pollino". Marcos (11,1 ss) y Lucas (19,28ss) no
citan a Zacarías y mencionan tan sólo un pollino. Juan, por su parte
(12, 12ss), habla de un asnillo y cita a Zac 9,9 modificándolo a "sentado en
un pollino de asna". Ocasionalmente se fusionaron varios textos delAT
de modo que formaran un todo, como es el caso en Mt 2,6, donde se ha
juntado Miq 5,1 Y 2Sam 5,2.
e) Ciertas citas del AT no tienen en su contexto ninguna referencia mesiáni-
ca, y sin embargo fueron empleados como tales en la tradición. Así, por
ejemplo, en relación con el empleo de parábolas por parte de Jesús, en Mt
13,35 se cita el Sal 78,2 ("en parábolas abriré mi boca, declararé lo que
desde la creación está oculto") como si fuera un anuncio de "el profeta"
(!), no siendo en realidad ni un anuncio ni un texto profético. Jer 31,15
("Una voz se oyó en Ramá,... Raquel está llorando a sus hijos ...") se
refería al exilio babilónico, pero lo hallamos aplicado en Mt 2, 17 a la ma-
tanza de los inocentes. La cita de "Jeremías" (es más bien de Zac 11,12)
que leemos en Mt 27,9, relacionada a las treinta monedas que se pagó a
Judas por su traición, no era un vaticinio sino una queja profética.
d) Los cristianos no utilizaron todos los textos mesiánicos del AT, sino que
seleccionaron algunos. Muchos rasgos de la vida de Jesús no se presen-
tan en los evangelios como cumplimientos de supuestos vaticinios pro-
féticos. No se aplicaron a Jesús (porque no se podía!) textos que, por
ejemplo, presentan al mesías como un guerrero victorioso (vea Núm 24,17;
Zac 9; JoeI4). La imagen que se obtiene acerca del mesías a partir del AT
no corresponde en mucho a la vida y misión de Jesús, menos aún a su
destino -no extraña, pues, que Jesús no haya sido aceptado como me-
sías por la mayoría en eljudaísmo-.
El recurso al AT no se limitaba a citas de textos concretos, sino que se
extendía al empleo de formas y estructuras típicas veterotestamentarias (com-
pare, por ejemplo, el relato de laAnunciación en Le 1,26-33 con Gén 16,7-12
y Gén 17,15-19), a meditaciones en base a ciertos pasajes del AT(por ejemplo
el relato de las tentaciones de Jesús en Le 4, Iss, en base a las que se prcscn-
83
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACION MISIONERA EL CONTENIDO DE LA TRADICION ORAL y SU DESARROLLO

taro n durante el Éxodo), al empleo de títulos mesiánicos (por ejemplo Hijo de Con la necesidad de instruir a los catecúmenos y neófitos se amplió el
David), a tipologías (por ejemplo Jesús como el nuevo Moisés, o el maná horizonte, narrando diversos episodios de la vida de Jesús, eventualmente
como tipo de la eucaristía), etc. remontándolos hasta sus orígenes. Es la tradición ACERCA de Jesús. La
necesidad de orientar la vida cotidiana de los conversos, condujo especial-
El recurso al AT, que ciertamente ya era parte de la predicación de Jesús mente a recurrir a dichos DEL Señor, por su valor normativo. Así tomaron
mismo, cobró especial importancia en la tradición palestina. Los cristianos forma la catequesis y la parénesis (exhortación ética). Ambos, tanto los rela-
leyeron el AT en clave mesiánica, ya convencidos de que Jesús era el mesías tos como los dichos, se multiplicaron, ampliaron y sistematizaron con el
y, acertadamente, comprendieron el AT como Palabra de Dios actualizable, transcurso del tiempo. No pocos fueron enmarcados o introducidos en un
como Palabra viva y relevante. "La Palabra se hizo carne..." (Jn 1,14). contexto narrativo. Muchos relatos tomaron una forma vivencial incluyendo
diálogos, ya fuesen de carácter polémico o de carácter instructivo. Si bien
ciertos dichos carecen de un contexto narrativo, pocos relatos quedaron sin
8. El contenido de la tradición oral y su desarrollo algún pronunciamiento de Jesús. La tradición vino a estar constituida por
relatos y dichos de Jesús. Entre los relatos, además del de la Pasión, desta-
can los milagros y las controversias. Entre los dichos, destacan las parábo-
A modo de síntesis, veamos el recorrido de la tradición cristiana tomando
las y los pronunciamientos de diversa índole.
en cuenta todo lo anteriormente expuesto. La evolución de la tradición se
deduce del Nuevo Testamento, puesto que sus autores utilizaron las tradi-
La paulatina ampliación del kerigma, el contenido central de la tradición,
ciones que les eran asequibles.
se puede observar en los escritos del NT. El escritor más antiguo, san Pablo,
no escribió prácticamente nada sobre la vida misma de Jesús, concentrando
Se empezó anunciando que Aquel que había sido crucificado estaba vivo,
su teología en la muerte y resurrección del Señor. No mencionó siquiera las
resucitado por Dios. Esto era el kerigma. Para poder ganar creyentes, era
parábolas, las disputas y los milagros de Jesús, que tanto espacio ocupan en
imperativo explicar más ampliamente cómo era posible que Jesús hubiese
los evangelios. De los evangelistas, Marcos (el más antiguo) no narró aún el
realmente sido el enviado escatológico de Dios, y fuese condenado y muer-
nacimiento de Jesús, lo cual harán posteriormente Lucas y Mateo. Marcos
to en una cruz. Para ello se recurrió al esquema del "plan de Dios", apelando
muestra poco interés en explayarse en la Resurrección, pero contiene mucho
a la historia del pueblo escogido y a las promesas de Dios: la voluntad divina
material narrativo; concentró su atención especialmente en la muerte de
está manifiesta en las Escrituras (recurso al AT). Son éstas las que sirvieron
Jesús (ya desde 3,6). Por su parte, Lucas y Mateo dedicaron más espacio a la
de orientación para descubrir el sentido de ese aparentemente deshonroso
Resurrección e incorporaron relatos sobre los orígenes de Jesús. Se observa
"escándalo" de la cruz. La Resurrección fue entendida como la ratificación
en ambos evangelistas un mayor interés en los dichos de Jesús, sus instruc-
por parte de Dios de la misión de Jesús -de aquí el frecuente empleo del
ciones y pronunciamientos que en sus gestos y acciones. Lucas y Mateo
transitivo "lo resucitó n_. Así, el kerigma pronto se extendió y se amplió en
usaron a Marcos como una de sus fuentes. Juan por su parte se remontó al
predicación propiamente dicha, del tipo que hallamos en los discursos en
origen divino de Jesús, y dio más peso a la Resurrección y glorificación que
los Hechos de los Apóstoles. No se hicieron esperar las controversias y las
a la cruz. En Jn destacan los discursos más que los relatos. Es instructivo
disputas con el judaísmo en torno al kerigrna, y con ello se intensificó el
observar esquemáticamente la paulatina ampliación narrativa de la vida de
recurso al AT y surgió el interés por relatos de carácter apologético. Con la
Jesús y el cambio de acento teológico:
expansión del cristianismo, se hizo necesario narrar, a grandes rasgos y
sucintamente, lo más resaltante de la misión de Jesús y los hechos en torno
a su crucifixión.

84 85
 LA ETAPA ORAL: DE JESÚS A LA PREDICACIÓN MISIONERA
Autor: Origen divinolNacimiento Vida pública Muerte y Resur.
Pablo (50-60)
Mc(70)
Mt-Lc(85)
Jn (90) (
A esta elaboración y ampliación de contenido, se puede añadir la tenden-
cia, anteriormente mencionada, hacia lo legendario-cuya máxima expresión
se halla en los apócrifos a partir del s. 11-.
Debemos recordar que, mientras Jesús fue quien habló y actuó, fue la
tradición la que lo relató. Ni se filmó ni se tomaron notas estenográficas o se
grabó en cintas magnetofónicas lo que Jesús dijo, ni hubo al inicio intención
de preservar o memorizar todo Jo acontecido. Fue en respuesta a circunstan-
cias y necesidades concretas, "situaciones vitales", como se fue constitu-
yendo la tradición cristiana, y gracias a ellas poseemos los evangelios. Es
extremamente importante no olvidar nunca que los evangelios son tributa-
rios de esas tradiciones, y que los evangelistas no hicieron otra cosa que
presentar la tradición de manera escrita y no oral como hasta entonces.
86
Segundo movimiento
LA ETAPA ESCRITA:
DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
H asta ahora hemos co~centrado nuestra ~t.ención en la tradición oral
como un todo, sus ongenes y su evolución. Desde el punto de vista
de la génesis de los evangelios, podemos calificarla como una "etapa",
distinguiéndola de aquella en la que se fijaron por escrito las tradiciones.
Valga aclarar que no me refiero a etapas cronológicas propiamente dichas,
puesto que la una no sustituyó a la otra, ni dio inicio a un momento históri-
co diferente, ya que nada cambió en la vida de la iglesia primitiva a raíz de la
escritura de los evangelios. En el análisis de esta segunda "etapa", centra-
remos nuestra atención en la naturaleza yen la composición de los evange-
lios canónicos.
1. Del evangelio oral a los evangelios escritos
Durante varias décadas la Iglesia no poseyó evangelios escritos, sino un
único evangelio, que era predicado y enseñado oralmente, y en torno al cual
vivía y se alimentaba su fe. Cabe anotar que, además de la tradición oral, no
se excluye la posibilidad de que se hicieran anotaciones de ella, e incluso
que se redactara un pequeño evangelio. Algunos estudiosos han postulado
la existencia de un mini-evangelio, conocido como "fuente de logia" o "Q"
(el material compartido por Mateo y Lucas, pero ausente en Marcos), el cual
habría consistido en una colección de dichos y pronunciamientos diversos
de Jesús. También se ha postulado la existencia de un Mateo en arameo.
Ambos textos datarían de la década del 40. Pero se trata de conjeturas. 1-:1
hecho cierto es que los evangelios se basaron en las tradiciones orales de la
época en que fueron escritos.
Al ser puesta por escrito, la tradición oral mantuvo su vigencia e impor-
tancia y coexistió por un buen tiempo paralelamente con los cvauuclio-,
Estos congelaron, por así decirlo, un momento de la existencia (como s\lcl"lk
87
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDlCACION A LOS EVANGELIOS
cuando se toma una fotografía) de unas tradiciones en un contexto determi-
nado. La continuidad de la tradición oral se observa en el hecho que los
Padres de la Iglesia prosiguieron citando algunas palabras de Jesús y refi-
riéndose a algunos hechos que no encontramos en ninguno de los evange-
lios. Los llamados "apócrifos", que son posteriores a los cuatro canónicos,
son igualmente testimonios de la continuidad de la tradición oral. Ni siquiera
en las comunidades de los evangelistas cesó la tradición oral; prueba de ello
son las ediciones y repetidas redacciones de los evangelios, tema sobre el
cual retomaremos.
La búsqueda de una mejor comprensión del acontecimiento-Jesucristo,
especialmente de su persona, continuó activa a lo largo de varios siglos,
como lo atestiguan las controversias con las corrientes heréticas y los im-
portantes concilios de Nicea (325), Efeso (431) YCalcedonia (451). Por eso,
toda oposición entre el NT y la tradición en la que se basó es infundada ya
que ésta se mantuvo viva.
Debemos también tener presente que, por un lado, los evangelios fueron
escritos para ser escuchados, es decir, para su comunicación oral, y por otro
lado, que (contrario a lo que inconscientemente se piensa) no fueron escri-
tos en grandes tirajes, sino que cada uno fue trabajosamente escrito a mano,
y tan sólo posteriormente se empezaron a hacer copias'. La mayoría de per-
sonas eran, además, analfabetas.
La tradición oral no fue fijada por escrito sino varias décadas después de
la muerte y resurrección de Jesús, por estas posibles razones:
1) Los primeros cristianos esperaban el pronto retorno del Señor (vea 1Tes
4, 15ss). La fijación por escrito de tradiciones orales presupone la existen-
cia más o menos larga de la comunidad, así como su proyección hacia el
futuro.
Las copias que se hicieron fueron para uso en otras tantas comunidades. no para
uso y posesión personal. -ni siquiera el de Lucas, dirigido a Tcófilo-. Con ello
estamos indicando que los evangelios no fueron escritos para ser difundidos.
"propaganda" para repartir. como algunos piensan. La facilidad de la multiplica-
ción impresa de copias del NT para uso personal no debe sustituir a la lectura. el
comentario y la reflexión comunitaria.
88
DEL EVANGELIO ORAL A LOS EVANGELIOS ESCRITOS
2) Al igual que en el judaísmo, la tradición oral tenía preferencia sobre la
escrita. El discurso escrito no tiene la misma espontaneidad, vitalidad y
dinamismo que el discurso oral, especialmente cuando se trata de comu-
nicar un testimonio personal de fe.
3) En las primeras décadas del cristianismo, además, las comunidades eran
pequeñas y dispersas, poco asentadas. No se pone por escrito una obra
de la envergadura de los evangelios para un grupo pequeño, donde bas-
ta con la comunicación oral. Los evangelios provienen probablemente de
comunidades más o menos grandes, bien constituidas y estables. En
pocas palabras, si no se escribieron los evangelios hasta pasadas casi
cuatro décadas después de la muerte de Jesús (Marcos, el más antiguo,
fue escrito hacia el año 70), fue porque simplemente no se sintió la nece-
sidad de hacerlo.
Generalmente, una obra se escribe porque su autor se siente movido a
responder a determinadas necesidades, y éstas se reflejan en la obra. ¿Por
qué se escribieron los evangelios? Por razones de diversa índole; cada evan-
gelista tenía alguna razón especial para la composición de su obra, alguna
necesidad predominante; la de Marcos y de Juan fue particularmente cristo-
lógica, la de Lucas fue doctrinal, y la de Mateo catequética.
En términos generales, podemos destacar las siguientes razones por las
que fueron escritos:
1) La conciencia de que, conforme pasaba el tiempo (y la Parusía parecía
postergarse), se iban alejando del acontecimiento que anunciaban, y con
ello se percibía el peligro de una progresiva disolución del mensaje evan-
gélico original. Así lo indica Eusebio de Cesarea (+ 339) en su Historia de
la Iglesia (iii,24.39 y vi, 14).
2) El creciente peligro de desviaciones doctrinarias, falsificaciones, e inclu-
so de errores, que los líderes de la Iglesia observaron que se introducían
en la tradición, tales como la mitificación de la persona de Jesús (de ahí la
estructura histórica de los evangelios) y la errada interpretación del sig-
nificado del acontecimiento-Jesucristo, peligros que se mencionan en las
cartas de san Pablo y otras. De hecho, los evangelios se escribieron para
afianzar y aclarar la identidad cristiana, tanto en cuanto a la persona de
Jesús (quién es) como a lo que distingue al discípulo.
Posiblemente influyeron otras razones, tales como:
89
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACION A LOS EVANGELIOS
3) La necesidad de tener un texto ordenado y claro para fines catequéticos y
parenéticos (éticos) que sirviesen de pauta objetiva y normativa, y
4) el deseo de proporcionar un "texto de lectura" para las reuniones comuni-
tarias.
La fijación escrita de determinadas tradiciones orales implica que ambas
gozaban de igual valor y que ambas servían al mismo propósito de predicar
la fe, de instruir en ella y de guiar en la vida. Por eso, el contenido de los
evangelios nos refiere siempre al único evangelio, a la Buena Nueva en su
sentido original: quién es y qué significa Jesucristo. Después de todo, la
forma narrativa debe su origen a la predicación oral, la cual tenía como con-
tenido un acontecimiento real histórico (no una idea o un mito).
El Evangelio cuadriforme
Jesús no dejó nada escrito, ni mandó a sus discípulos que relataran los
incidentes de su vida. A partir de la Resurrección se empezó a proclamar un
solo evangelio, el acontecimiento-Jesucristo, y eventualmente se escribie-
ron versiones de ese único evangelio. El resultado fue, no uno sino cuatro
extensos documentos (descontando Q u otros esbozos). Cada uno de ellos
es evangelio en el sentido pleno de la palabra, cuyo centro es el kerigma, que
desarrollaron y ampliaron amalgamando la predicación, la catequesis y las
enseñanzas, de acuerdo a las necesidades de la comunidad a la que respon-
dían. Pero, ¿por qué no se escribió un solo evangelio?
La razón por la que poseemos cuatro evangelios' es fácil de comprender.
Cada uno de ellos fue escrito bajo el influjo de circunstancias particulares,
en un tiempo yen un lugar determinado, dirigido a un auditorio específico,
teniendo en cuenta las idiosincrasias y los problemas propios de sus desti-
natarios, escrito por un autor que poseía una personalidad y una visión
teológica personal, etc. Es decir, cada evangelio fue circunstancial, produc-
to de un momento histórico y de situaciones vitales únicas.
El evangelio según Mateo, por ejemplo, se dirigía especialmente ajudeo-
cristianos y, entre otras circunstancias, su comunidad sufría de tensiones
La cantidad, cuatro, es fortuita y no tiene en sí ninguna significación simbólica u
otra. Pudieron haber sido más como pudieron haber sido menos.
90
DEL EVANGELIO ORAL A LOS EVANGELIOS ESCRITOS
internas y se hallaba en constante polémica con el judaísmo, además de
experimentar persecuciones. El evangelio según Marcos estuvo destinado a
cristianos provenientes en su mayoría de la gentilidad, que sobrevaloraban
la Resurrección y olvidaban el camino de la Cruz. Cada uno de los evangelios
fue, pues, una adaptación del único evangelio a circunstancias históricas
concretas. No debe extrañamos entonces que, al ponerse por escrito este
único evangelio, se presentasen matices, énfasis, preocupaciones y pers-
pectivas diferentes en cada una de las cuatro versiones escritas. Tampoco
debe extrañamos que se observen muchas y notables diferencias entre ellos,
como veremos. Por todo esto, cabe advertir que debemos evitar todo intento
de sistematizarlos y de hacerlos coincidir y armonizar de manera arbitraria,
como si los cuatro evangelios se complementasen y juntos constituyesen
un todo uniforme. Igualmente, conviene prevenir al lector contra la tentación
de absolutizar uno solo de éstos sobre los demás, por ejemplo el de Lucas,
por sus preocupaciones sociales. Si el Espíritu Santo inspiró cuatro evange-
lios, ¿por qué querer arman izarlos y reducirlos a uno solo? No olvidemos
que los evangelios, como toda la Biblia, son palabra de Dios en palabras de
hombres.
Al poseer cuatro textos de la Buena Nueva, poseemos cuatro puntos de
vista no-idénticos sobre el significado del único acontecimiento-Jesucristo,
pues cada autor lo escribió desde su perspectiva. La existencia de cuatro, y
no de uno solo, refuerza la veracidad histórica de base de lo que relatan, al
haber sido escritos separadamente y contener perícopas diferentes (aun si al
origen está una tradición más o menos común, o tuvieran como base otra
versión). De haber habido un solo evangelio, se podría pensar que se trata
de una ficción religiosa o de un grandioso mito. Igualmente, el hecho de ser
cuatro y no uno, proporciona una comprensión más rica de la persona y de
la misión de Jesús, así como de su significación para el hombre. Finalmente,
la posesión de cuatro evangelios nos permite apreciar con claridad la gama
de respuestas que la Iglesia primitiva, adherida a las orientaciones apostól j-
cas, daba a diversas situaciones y problemas, y que para nosotros constitu-
yen otros tantos modelos.
91
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS CUATRO EVANGELIOS, CUATRO PERSPECTIVAS: CONSTATACIONES

2. Cuatro evangelios, cuatro perspectivas: Ustedes [=la muchedumbre] Les dijo [a sus discípulos]:
pues, oren así: Cuando oren, digan:
constataciones
Padre nuestro Padre,
Si por simple curiosidad ponemos los cuatro evangelios en columnas que estás en los CIelos,
paralelas, de manera que Jos mismos relatos y los mismos dichos que se santificado sea tu nombre santificado sea tu nombre,
hallan en dos o más de ellos se encuentren el uno al lado del otro, obtendre- venga tu Reino, venga tu Reino,
mos un cuadro sinóptico. Cuando se pone todo el material de los evangelios sea hecha tu voluntad
de esta manera, se obtiene lo que se denomina una sinopsis (palabra griega como en el cielo [ver 22,42]
que significa "visión de conjunto"), que resulta extremamente reveladora e también en la tierra.
instructiva, pues de inmediato saltan a la vista una serie de diferencias nota- Nuestro pan cotidiano Nuestro pan cotidiano
bles entre unos y otros. Son precisamente las diferencias las que permiten dánoslo !lQy dánoslo cada día
obtener una primera comprensión de la perspectiva de cada evangelista. A y perdónanos nuestras deudas y perdónanos nuestros pecados
fin de ayudar a señalar algunas de las diferencias más notorias entre estos, como también nosotros pues también nosotros
retomemos a modo de guía la enseñanza del "Padre Nuestro", con la que hemos perdonado mismos perdonamos
empezamos este libro', a nuestros deudores. a todo el que nos debe.
y no nos introduzcas y no nos introduzcas
en tentación en tentación.
Mateo (cap. 6) Lucas(cap.ll) sino líbranos del Malo.

Lugar: en "el monte", en Galilea Lugar: cerca de Samaria, en

Escena anterior: Sermón del Monte.
Enseñanza sobre la limosna (6,1-4)
Ysobre la oración en general (6,5-8).
Perícopa: 6,9-15
ruta hacia Jerusalén (9,51 ss)
Escena anterior: Parábola del
Buen Samaritano (1 0,30ss) y
visita a Marta y María (1O,38ss).
Perícopa: 11,1-4
Escena posterior:
Aplicación: saber perdonar,
y enseñanza sobre el ayuno.
Jesús irá luego a Cafarnaúm.
Escena posterior:
Parábola del amigo inoportuno
y enseñanza sobre el poder de
la oración.
Jesús continuará hacia Jerusalén.

y sucedió que mientras estaba Guiándonos por el texto expuesto y tomando en cuenta los evangelios
[Jesús dijo:] él en cierto lugar orando, como una totalidad, podemos destacar, en términos generales, las siguientes
"Cuando estén orando, no cuando cesó, le dijo uno de sus divergencias:
ensarten palabras y palabras, discípulos: "Señor, enséñanos a
como los gentiles.... orar como también Juan ha a) El "Padre Nuestro" no se encuentra ni en el evangelio según Marcos ni
No se parezcan a ellos .... enseñado a sus discípulos". aquel según Juan. Es un hecho que no todo el material se encuentra en
todos los evangelios. Hay pericopas" que están en los cuatro, otras que
Texto(literal) tomadode la Sinopsis de los Cuatro Evangelios preparadapor P.
Benoit,M. E. Boismardy J. L. Malillas,Bilbao 1975,con adaptación al castella- Se denomina "perícopa" a una unidad literaria que tiene sentido completo, un
no latinoamericano. relato o un discurso.

92 93
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
están sólo en tres o en dos, y una buena proporción que se encuentran
en sólo uno. Así vemos que sólo Juan relata la resucitación de Lázaro
(cap. 11), pero no relata la institución de la Eucaristía. Lucas es el único
que narró el envío de Jesús preso a Herodes (23,6ss).
b) La secuencia topográfica del desarrollo de la vida pública de Jesús difiere
en los cuatro evangelios. Si se hiciera un mapa del itinerario de Jesús
según cada evangelista, se obtendrían cuatro mapas diferentes. Por ejem-
plo, los tres primeros lugares hacia donde Jesús va, después de su bau-
tismo, son, según Lucas: Nazaret (4,16), Cafamaúm y alrededores (4,31ss),
Naím (7,11). Mientras que según Juan son: Caná (2,1), Cafamaúm (2,12) Y
Jerusalén (2,13).
e) El orden cronológico es con frecuencia diferente. Así, por ejemplo, el
llamamiento de los Doce ocurrió, según Marcos después de la visita de
Jesús a Nazaret (6,7ss), según Mateo antes de dicha visita (IO,2ss), y
según Lucas cinco capítulos después de la visita a Nazaret (9,1 ss). La
expulsión de los vendedores del Templo ocurrió, según Juan, al inicio de
la vida pública de Jesús (2, 13ss), mientras que según los otros tres evan-
gelistas ocurrió hacia el final de su vida (Me 11, l5ss; Mt 21,1 Oss; Le
19,45ss).
d) En la mayoría de los relatos encontramos diferencias en cuanto a los
detalles de los mismos. Algunos son de poca importancia, como por
ejemplo, mientras que Marcos indica que Jesús curó a un ciego al salir de
Jericó (10,46), según Lucas esto ocurrió al entrar en la ciudad (18,35), y
según Mateo eran dos los ciegos que se hallaban a la salida de Jericó
(20,30). Otros detalles son de mayor importancia, como es el caso de las
apariciones del Resucitado a sus discípulos: según Lucas y Juan se les
apareció en Jerusalén, mientras que según Marcos y Mateo habría sido
en Galilea.
e) Con algunas excepciones, los discursos, enseñanzas y dichos de Jesús
presentan, en cada uno de los evangelios que paralelamente los tienen,
una formulación diferente, como es evidente en el caso del "Padre Nues-
tro". Lo mismo ocurre con las palabras de la Institución de la Eucaristía.
94
CUATRO EVANGELIOS, CUATRO PERSPECTIVAS: CONSTATACIONES
f) El contexto, tanto de relatos como de dichos, a menudo varía de un evan-
gelio a otro, Como se observa en el caso del "Padre Nuestro". Mientras
que en un evangelio varios dichos se hallan juntos, en los otros se en-
cuentran dispersos. Por ejemplo, los cinco dichos que hallamos en Me 4,
21-25 se hallan dispersos en Mt:
4,21 (la lámpara es para ser puesta en el portalámparas) en Mt 5,15;
4,22 (lo oculto se expondrá) en Mt 10,26;
4,23 (el que tenga oídos, que oiga) en Mt 11,15 Y 13,43;
4,24 (con la medida con que midan, serán medidos) en Mt 7,2; Y
4,25 (al que tenga se le dará, al que no, se le quitará) en Mt 13,12 Y25,29.
Otro tanto ocurre con las secuencias de conflictos entre Jesús y los fari-
seos en Mc 2,1-3,6, que en Mt se hallan dispersos entre los capítulos 9 y
12.
Un corolario de la variación de contextos es, entre otros, el empleo de un
mismo dicho con diferentes aplicaciones, como es el caso del referido a la
lámpara, que en Me 4,21 se aplica a las enseñanzas de Jesús, mientras que
en Mt 5,15 se refiere a la conducta de los discípulos. Incluso los elemen-
tos de una perícopa pueden hallarse en lugares diferentes dentro de la
misma. Así, por ejemplo, la referencia a Deut 24, 1, que en Me se halla en
medio de la discusión sobre el divorcio (10,3ss), en Mt se encuentra hacia
el final (19, 17s).
g) Además de las divergencias mencionadas, existen diferencias globales
de estilo, de la manera en que Jesús se expresaba y de los tópicos trata-
dos. En lo que a la forma narrativa se refiere, Marcos tiende a narrar los
sucesos con muchos detalles, Mateo a ser más escueto en lo narrativo,
Lucas más sobrio y literario, y Juan más solemne y hierático. Mientras
que Marcos incluye más milagros que los demás, Juan es esencialmente
discursivo en tanto que Mateo y Lucas se centran más en las enseñanzas
de Jesús.
Cada redactor escribió en circunstancias y para un auditorio bien concre-
to, en un momento histórico y cultural determinado, y sobre todo desde su
propia perspectiva teológica. Eso explica las diferencias y divergencias.
Además, la significación del acontecimiento-Jesucristo y sus implicaciones
tenía prioridad sobre la fidelidad histórico-biográfica. Los evangelios son
95
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
LA CUESTiÓN SINOPTICA

"buena nueva", no crónicas de lo que Jesús de Nazaret hizo o dijo, cual y he aquí, y llega donde él, y he aquí,
recuerdos de un pasado más o menos lejano. un leproso, llegándose un leproso un hombre lleno
suplicándole de lepra.
De todo lo expuesto se puede advertir que cualquier intento de armonizar
los evangelios, especialmente con el fin de extraer de ellos una biografía de Ahora, viendo a
Jesús, se verá frustrado por los mismos textos. Los relatos de la Natividad, Jesús, cayente
le adoraba y cayendo de rodillas rostro a tierra
que se hallan sólo en Mt y Le, no son armónicos entre sí, como se podrá
diciendo: diciéndole que: le pidió diciendo:
fácilmente comprobar. Refiriéndonos al "Padre Nuestro", ¿lo enseñó Jesús
"Señor, "Señor,
una o dos veces?, ¿a quiénes: a los discípulos o a la muchedumbre?, ¿cuán-
si quieres "Si quieres si quieres
do? En el caso de los mercaderes del Templo, ¿fueron expulsados una o dos
puedes purificarme" puedes purificarme" puedes purificarme".
veces, y cuándo? Más sensiblemente, ¿dónde se apareció el Resucitado a
sus discípulos: en Jerusalén o en Galilea? ¿Cuál de las secuencias topográfi-
1'; Y, movido a 1';
cas y cronológicas se prefiere, aquella según Me, Mt, Le o Jn? ¿Por cuál de
las versiones de la Institución de la Eucaristía se va a optar: la de Me, la de compasión,
Mt o la de Lc?, etc. Cualquier intento de hacerlas concordar se logrará sólo extendiendo la mano, extendiendo la mano, extendiendo la mano,
al precio de descartar cierto material, de añadir lo que no está explicitado, y le tocó diciendo: le tocó y le dice: le tocó diciendo:
de interpretar arbitrariamente los datos de los evangelios, ya sea en términos "Quiero, "Quiero, "Quiero,
de factibilidad o de simbolismo. queda purificado", queda purificado", queda purificado".
Y,al momento, Y,al momento, Y, al momento,
su lepra se fue de él la lepra la lepra se fue de él.
3. La cuestión sinóptica quedó purificada. y quedó purificado.

Los tres primeros evangelios, Mt, Me y Le, son denominados "evange-

lios sinópticos" porque en muchísimos aspectos son semejantes, siguen La impresionante semejanza entre las tres versiones, tanto en la formula-
aproximadamente un mismo esquema, y pueden fácilmente compararse me- ción como en los detalles, invita a sospechar que existe algún tipo de rela-
diante una sinopsis. El evangelio según Juan, en cambio, sigue un esquema ción o parentesco literario entre los tres evangelios. Esto es más notorio por
diferente y su contenido, mayormente compuesto de discursos, es casi en cuanto tales semejanzas ocurren en un relato, dado que generalmente un
su totalidad material exclusivo, sin paralelo en los otros tres. Observemos escritor es más libre y creativo cuando narra que cuando cita palabras, di-
atentamente el siguiente relato, de la curación de un leproso: chos o pronunciamientos. Esta sospecha se refuerza cuando se toma en
cuenta que tales semejanzas se encuentran en muchos relatos, y en no po-
Mt 8, 1-3 Me 1,40-42 Le 5, 12-13 cos dichos del Señor. Esto difícilmente puede ser el producto del azar o de la
casualidad. Se impone, pues, pensar en términos de un contacto o de una
Ahora bien, bajando dependencia literaria -además de las tradiciones orales que pudieran com-
él del monte, le partir- entre los evangelios. La búsqueda de una explicación a esta relación
siguieron muchas se conoce como "la cuestión (o el problema) sinóptica".
gentes Y, sucedió, mientras
estaba él en una de Una rápida observación del material que es exclusivo a uno solo de los
las ciudades, evangelios sinópticos, o que se halla en dos o en los tres, es reveladora.

96
97
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS LA CUESTIÓN SINÓPTICA

Según la Sinopsis de los Evangelios de K. Aland', hay un total de 367 En consecuencia, el parentesco entre los evangelios sinópticos debe
perícopas (unidades temáticas completas) si se consideran los cuatro evan- postularse en términos de dependencia literaria, y no sólo desde las tradi-
gelios. Éstas se dividen de la siguiente manera": ciones orales comunes a ellos. El evangelio según Juan comparte con los
sinópticos tan sólo 19 perícopas, pero todas narradas de una manera drásti-
camente diferente, lo cual sugiere la ausencia de una dependencia literaria
Mateo Marcos Lucas
de este evangelista con respecto de aquellos".
Perícopas en ............... 178 115 186
110 110
{
X)O(
¿Cómo visualizar y explicar esta innegable relación sinóptica? Se han
Comunes a dos de ellos X)O( 96 % propuesto varias explicaciones: ya sea que todos se basaron en la misma
131 )O(X 13] colección de tradiciones orales a su disposición (y quizás algunas anotacio-
Exclusivas de cada uno 34 5 53 nes), o que uno de ellos fue empleado en la composición de los otros dos, o
que uno de ellos tuvo ante sus ojos a los otros dos. Por cierto, esas explica-
ciones no excluyen la posibilidad de que los evangelistas hayan tenido
Esto significa que casi todo el material en Mc (excepto 5 perícopas: 1,1; acceso a varias fuentes, sean orales o proto-evangelios. En todo caso, cual-
3,20-21; 4,26-29; 7,31-37; 8,22-26) se encuentra también en los otros sinópti- quier intento de explicación de la relación entre los evangelios sinópticos
cos (temática, no verbalmente). De las 855 frases que contiene Me, 709 se será hipotético, con un mayor o menor grado de probabilidad. No hay una
hallan en Mt y 565 en Lc. explicación universalmente aceptada por los estudiosos del problema, debi-
do al simple hecho que hay posibles fuentes y factores heredados que inter-
Visto más detalladamente, tomando en cuenta el número de verslculos, vinieron en su composición, y que hasta la fecha nos son desconocidos. Sin
se obtiene el siguiente cuadro": embargo, los estudiosos han llegado a una explicación que es avalada (con
posibles variantes) por una mayoría, y que para ellos constituye una hipóte-
Mateo Marcos Lucas sis de trabajo. Esta explicación se basa en las siguientes conclusiones:
Total de versículos en ......... 1,068 661 1,149
a) El evangelio según Marcos es anterior a las versiones segú. Mateo y
568 568 X)O(

Comunes a dos de ellos

{ xxx
270
480
X)O(
480
270
Lucas, y fue utilizado por ellos en la composición de sus respectivos
evangel íos. Cuando Mt y Le tienen la misma secuencia de perícopas, ésta
concuerda con la de Me, El grado de dependencia literaria se observa
Exclusivos de cada uno 230 29 400 más claramente cuando se compara el vocabulario de los textos que tie-
nen en común, en particular las palabras de menor significación ("minar
agreements ").
K. Aland, Synopsis Quattuor Evangeliorum, Deutsche Bibelstiftung, Stuttgart,
1978.
Véase J. B. Tyson, "Sequential Parallelism in the Synoptic Gospels", New Tes- b) El material común a Mty Le, pero ausente en Me (p. ej. el Padre Nuestro),
tament Studies 22 (1975/6),276-308, Yel estudio de B. Reicke, The Roots ofthe muestra un grado tal de semejanza que se puede pensar que, o bien uno
Synoptic Gospels, Filadelfia 1986, cap. 2. "plagió" del otro, o ambos tuvieron una fuente común. El hecho es que
Los cálculos son aproximativos, pues es imposible tener certeza absoluta. El
estudio clásico es el de R. Morgenthaler, Statistik des ntl. Wortschatzes, Zürich, Para mayores detalles, vea J. Blinzler, Juan y los Sinópticos, Salamanca, 1968, y
1958. Más detallados aún son los de Mgr. de Solages y de F. Neirynek y su la introducción de R. Schnackenburg a su comentario a Juan, Barcelona, 1980,
equipo de Lovaina. Hoy contamos con estudios en base a la computación, p. ej. vol, 1, §2.
Tyson-Longstaff, The Computer Hible, Ohio, 1978.

99
98

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
ninguno de los dos evangelistas conoció la obra del otro, de aquí que se
postule que recurrieran a una fuente común, un mismo documento que
ambos conocieron. Esta fuente, por sernas desconocida en sí misma, es
designada con la sigla "Q" (del alemán Quef!e, fuente), y se denomina
"fuente de logia", porque se trataría mayormente de una colección de
dichos (logia) de Jesús.
e) El material exclusivo tanto de Mt como de Le, probablemente provenía de
tradiciones orales que eran conocidas en las comunidades en las que
vivían los evangelistas en cuestión. El material que se encuentra exclusi-
vamente en Mt se suele designar con la sigla "M", y aquel que es exclu-
sivo a Le, "L". Evidentemente, esta conclusión no siempre se impone,
pues en buena medida es conjetural.
La explicación de la interrelación entre los evangelios sinópticos que se
impone cada vez más, en base a las observaciones que hemos destacado, se
representa así:
Algunos estudiosos no postulan una fuente exclusiva ni para Mateo ni
para Lucas (M y L); es lo que se conoce como "la teoría de las dos fuentes"
(estas fuentes serían sólo Mc y Q para Mt y Lc). Entre Mt y Le no se suele
postular relación literaria alguna. El evangelio según Juan, por su parte,
muestra más semejanzas con aquel según Lucas que con los otros dos, pero
es discutible una dependencia que no pasa de ser ocasional. Menos del 8%
del total que constituye Jn se encuentra de alguna manera en alguno de los
sinópticos, y de modo muy disperso.
100
LA CUESTIÓN SINÓPTICA
Es posible que cada uno de los evangelios que poseemos haya sido
precedido por una primera redacción, que fue posteriormente reelaborada.
Así, el evangelio según Marcos que ha llegado a nosotros corresponde
probablemente a la última redacción de un pre-Mc; igualmente Mt y Le de un
pre-Mt y un pre-Lc respectivamente, lo que significa que han sufrido mu-
chos retoques redaccionales". No cabe duda alguna que el evangelio según
Juan ha pasado por un mínimo de dos redacciones. Esto explicaría la multipli-
cidad de glosas, aclaraciones añadidas, incongruencias y desniveles que
hallamos dentro de cada uno de los evangelios. El hecho de que se hayan
perdido sus fuentes (las primeras redacciones, Q, M, L) no es nada novedo-
so. Se perdieron debido a que perdieron valor al escribirse la obra definitiva,
como sucede con el borrador respecto a la obra final -además que se basa-
ron en la tradición oral-o Tal fue también el destino de las fuentes de los
escritos de Platón, de Livio, de Flavio Josefa, y de tantos otros.
3.1 El documento "Q"
Desde inicios del S. XIX se empezó a sospechar que Mateo y Lucas
utilizaron para sus respectivas versiones del evangelio un documento que
ambos conocieron, no así Marcos. De los detallados estudios que se han
realizado, tanto de la tradición patrística como de los evangelios canónicos
mismos, poca duda queda hoy de que existió una suerte de evangelio centra-
do en sentencias del Señor, por eso se la bautizó como "fuente de dichos
(logia)", y con el tiempo se designó simplemente como "Q" (Quelle, fuen-
te)". Su reconstrucción se basa en estudios histórico-críticos del material
que comparten exclusivamente Mt y Le!', Q ha sido mejor preservado, en
El estudio más detallado de lejos es el de M.-E. Boisrnard, Sinopsis de los 4
evangelios, vol. 11: Comentario, Bílbao 1977.
10 Vea .I.M. Robínson - P. Hoffmann - .I.S. Kloppenborg, El Documento Q. Sala-
manca, 2002, una instructiva síntesis de los estudios al respecto, que incluye el
documento en griego y en español. El estudio más detallado se debe a .Iohn
Kloppenborg, Q. El evangelio desconocido, Salamanca, 2005 (trad. de sólo la
primera mitad del original Excavating Q. The flistory and Setting ofthe Sayings
Cospel. Minneapolis, 2000).
II Q incluía (por lo menos) Le 3,7-9.16-17; 4,1-13; 6,20-23.27-49; 7,1-10.18-35;
9,57-60; 10,2-16.21-24; 11,2-4.9-20.23-2629-35.39-52; 12,2-12.22-31.33-34-
39-46.51-53.57-59; 13, 18-21.23-30.34-35; 14,16-24.26-27.34-35; 15,4-7;
16,13.16-18; 17,3-4.6.23-24.26-30.33-37; 18,14; 19,12-27; 22,28-30, con sus
101
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
general, por Lucas. Este texto sería más o menos contemporáneo a Marcos
e inclusive posterior. ' tuvo conflictos con los fariseos, a quienes se acusa de hipócritas (Le 11,37-
Aunque no es imposible que haya sido originalmente escrito en arameo
del grado de coincidencias lingüísticas en los textos de Q en Mt y Le (vea p:
ej. Le 12,22-31/Mt 6,25-33), se deduce que los evangelistas lo leyeron en
griego". "La tesis de un origen arameo de Q es extraordinariamente débil. El
origen de la especulación, el informe de Papías sobre Mateo [vea la discu-
sión a continuación, 3.2], es, en el mejor de los casos, legendario. Los datos
lingüísticos empleados para demostrar un origen arameo son escasos y lo
poco que existe admite explicaciones más sencillas que evitan la hipótesis de
otro documento. Finalmente, la imponente e improbable logística necesaria
para explicar que Mateo y Lucas pudieran ocasionalmente revisar su texto
griego de Q recurriendo a una versión aramea escrita, a la que ambos debe-
rían haber tenido acceso (¡y deberían haber sido capaces de leerl), reduce
casi a cero la posibilidad de demostrar la existencia de un Q arameo", senten-
ció John Kloppenborg, uno de los connotados eruditos sobre el terna!'.
Es imposible determinar el origen de este documento, pero lo mínimo que
podemos afirmar es que se escribió en una comunidad que atesoraba el
mensaje evangélico de Jesús de Nazaret, su predicación, más que su Pasión
o su glorificación, y por cierto su calidad divina. Sendos estudios detallados
de Q han puesto al descubierto al menos tres estratos, lo que ha llevado a la
conclusión que este documento es producto de un proceso de enriqueci-
miento y ampliación en su redacción (agregado de logia, comentarios). La
comunidad responsable era judeocristiana, y mantenía una actitud conside-
respectivos paralelos en Mt. Uno de los problemas es sabersi Mt o Le incluyó
material de Q que el otroevangelista omitió (algo másque probable). portanto
estaría presente en solo uno de ellos. El estudio másdetallado de cadaunade las
perícopas se debe a S. Schulz (Q. Die Spruchquelle del' Evangelisten, Zürich,
1972).
12 Como veremos cuando estudiemos su evangelio, Lucas era un helenista cuya
lengua materna eraelgriego; nadaindica quedominara el hebreo o el arameo. Por
tanto, podemos asumir que Lucas al menos no habríatraducido Q del arameo.
sinomásbien leído directamente engriego.
13 Citado en J .M. Robinson et al, El Documento Q, 42. Baste como botón de
muestra el hecho que sus referencias al AT vienen de la LXX (griego), no del
hebreo.
102
LA CUESTiÓN SINÓPTICA
rablemente conservadora con respecto a la Ley judía (cf. Le 16,17)14, aunque
52).
El documento Q no incluía dichos relacionados con la muerte y resurrec-
ción de Jesús, ni por cierto las narraciones sobre ellos. Parte importante era
el Sermón del Monte (Le 6,20b-23b.27-49), instrucciones sobre el discipula-
do (Le 9,57-62; 10,2-11,16; 14,26-27) Yla oración (Lc 11,2-4.9-13),Y la cues-
tión escatológica (tiempos finales: Lc 3,7-9; 6,46-49; 10,9; 12,39-40.42-446;
17,23-37; 19,12-27).
La intención de Q era, aparentemente, preservar la proclamación del men-
saje de Jesús, mantenerlo vivo y por tanto válido; por eso consta predomi-
nantemente de dichos del Señor, presentados a menudo con la introducción
"Yo les digo ... ", Eso explica también la abundancia de advertencias sobre un
pronto juicio y fin del mundo. En este documento se respira un clima de
crisis; son frecuentes las polémicas contra "esta generación", causante de
sus sufrimientos. Dos temas veterotestamentarios palpitan en Q: el del pro-
fetismo y el de la sabiduría. Los cristianos son maltratados hoy como los
profetas de antaño (Le 6,22s; 11 ,49ss; 13,34s). Jesús es visto fundamental-
mente como el escatológico "Hijo del hombre", que es rechazado en vida
pero que vendrá como juez universal.
3.2 El "Mateo-arameo"
En su Historia Eclesiástica, Eusebio de Cesarea (+ 339) reportó que el
obispo Papías de Hierápolis había afirmado dos siglos antes que oyó decir a
un tal Juan el Presbítero que "de todos los discípulos del Señor, sólo Mateo
y Juan nos han dejado memorias escritas ... Mateo, que primero habia predi-
cado a los hebreos, cuando estaba a punto de marchar hacia otros, entregó
por escrito su evangelio en su lengua materna" (3,24.6). Más precisamente,
"Mateo puso en orden los dichos (ta logia) en dialecto hebreo (' ebraidi
14 Es costumbre citar los textos de Q con esa siglay referida al texto de Le, pues
éste, engeneral, hapreservado mejor el tenordeloriginal-asi Q 16,17 remite a Le
16.17 y su paralelo en Mt 5,18. Pero, para simplificarnos las cosas, he optado
porcitar a Lucas, sobreentendiéndose que hayque tenerpresente el paralelo de
Mateo.
103
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACION A LOS EVANGELIOS
dialéktói)" (3,39.16). Esto lo aseveraron también Ireneo de Lyon" y otros
Padres de la Iglesia, todos apoyándose en Papías.
En base a esas afirmaciones se ha sostenido que el evangelio escrito más
antiguo habría sido éste, conocido como el "Mateo arameo" (el idioma que
se hablaba en Judea, ya que el hebreo había dejado de ser lengua hablada),
que fue escrito por el apóstol Mateo, y que posteriormente fue traducido al
griego.
Sin embargo, esas afirmaciones han sido cuestionadas seriamente y, de
hecho, no son admitidas como correctas por la mayoria de los exegetas, en
base a las siguientes observaciones:
1. Eusebio de Cesarea se basaba en las tradiciones de Papías, de dos siglos
antes, quien a su vez se basaba en una tradición, en lo que oyó decir a
Juan el Presbítero, no en haber visto el evangelio de Mateo en arameo.
Eusebio asentó que Papías "había claramente escrito en el prefacio de su
obra que él nunca fue un oyente ni un testigo presencial de los santos
apóstoles" (H.E. 3,39.1; énfasis míos). Dice que su información la obtuvo
de los discípulos de éstos. A modo de acotación marginal, es conocido
que no pocas de las afirmaciones de Eusebio sobre los evangelios no son
correctas, p. ej. en 3,24.11 sobre Juan.
2. En la cita de Papías se habla de logia (dichos, sentencias), plural (ésos
-autá (plural)-los interpretaba), no de un "evangelio", como lo hicieron
a continuación Ireneo, Orígenes y Eusebio, entre otros. Estos logia "los
puso en orden (sunetáxato)". Podría haber estado pensando en el docu-
mento Q, una colección de logia (vea abajo). No tiene por tanto sustento
la afirmación común que Papías hablaba de un evangelio (en forma narra-
tiva, como lo es Mt) y no de una colección o florilegio de sentencias de
Jesús. Si Papías se refería a un primer esbozo de Mt, "en lengua hebrea",
no lo sabemos tampoco. En cualquier caso, Papías no estaría hablando
del Mt que hemos heredado sino de otra obra asignada a Mateo (vea más
adelante lo dicho sobre el autor de Mt).
15 Ireneo (+202) afirmó que "Mateo compuso también una escritura del evangelio
entre los hebreos en su propia lengua" (Adv. haer. 3,1.1).
104
LA CUESTiÓN SINÓPTICA
3. La expresión' ebraidi dialéktoi puede entenderse como "en dialecto he-
breo" y también como "según la manera hebrea (judía) de exposición (de
algo)", o sea al estilo rabínico". De hecho, diálektos denotaba en primer
lugar el arte de la retórica, el estilo, el discurso. Además, en la expresión
de Papías la referencia a "hebreo" está sin artículo, lo que sugiere que no
se refería al idioma: el énfasis está en diálektos, no en "hebreo" que más
bien actuaría aquí de calificativo. Como sea, el hecho es que la expresión
fue entendida más tarde en el sentido de idioma, no de retórica".
Las afirmaciones de los Padres de la Iglesia, empezando por Ireneo de
Lyon, en términos de un "dialecto hebreo", se deben probablemente a
que pensaban que Papías se refería al "Evangelio de los Nazareos", que
fue escrito probablemente en arameo y se asociaba a Mateo.
4. Papías mencionó los cuatro evangelios canónicos, pero el único' asigna-
do a Mateo es aquel supuestamente escrito "en lengua hebrea" y com-
puesto por logia del Señor. Hablaba de un único evangelio asignado a
Mateo, no de dos "Mt", uno en "hebreo" y otro en griego. Esto es impor-
tante. Pues bien, el evangelio según Mateo que poseemos no es produc-
to de una traducción griega de un supuesto original en "hebreo" (ara-
meo) sino que fue escrito originalmente en griego". Esto sugiere que
Papías no conocía el evangelio según Mateo que hemos heredado. Ya
sea que Papías se equivocara, o que lo que Eusebio reportó fuese erró-
neo, el Mt al que se refería no es el que conocemos bajo ese nombre.
1(, CfU. Luz, Mtl, 63.
17 A continuación menciona Papías que "cada uno las traducía ihérménéusen) como
mejor podía". El verbo gríego herménéuein sígnifica traducir en el sentido de
interpretar algo, explicarlo, no de traducción de un idioma a otro (metherme-
néuein) -que además no se haría "como (cada cual) mejor podía (o era capaz,
dynatos)". Marcos es llamado por Papías "el herméneutés de Pedro" (H.E.
3,39,15).
1H No se puede demostrar que Mt sea traducción de un original arameo porque no
tenemos ese supuesto original. La única referencia es la de Papías, que estamos
tratando de comprender. Si de lenguas semíticas se trata, Mt podría ser traduc-
ción del siríaco o del árabe, por últímo escrito en gríego por alguien que no
domínaba esa lengua -como algunos quechua-hablantes cuando se expresan en
castellano-o Los semitismos que aparecen no prueban nada en ese sentido (vea
abajo).
105

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
Semitismos (frases de sabor semítico, arameo), que son un argumento
clave para los defensores de la tesis de un Mt en arameo, se encuentran
en todos los evangelios. Mt tiene tantos semitismos como los otros evan-
gelios", con el agravante que ha omitido algunos vocablos hebreos de
Me (abba de Mc 5,41; Boanergés de Mc 3,17; rabbouni de Me 10,51).
Los semitismos se explican igual que los anglicismos en el habla castella-
na". Recordemos que en las comunidades se leía asiduamente el AT y
que la de Mateo estaba impregnada de preocupaciones propias del ju-
daísmo. El nuestro es un evangelio escrito desde el inicio íntegramente
en griego, como se ha demostrado ampliamente. ¿Es que Papías ignoraba
la existencia del evangelio que conocemos, a pesar de haber sido amplia-
mente utilizado en la Iglesia? o, ¿quizás Papías se equivocó en cuanto al
origen de este evangelio, o estaba mal informado?
5. Es notorio que Eusebio menciona a Mt después de Me, Sabemos que Me
fue escrito en griego hacia el año 70, y que el evangelio según Mateo se
apoya fuertemente en aquel según Marcos. Esto indicaría que la obra de
Mateo ni fue la primera en escribirse ni fue una obra totalmente indepen-
diente ya que se apoya en Marcos. La obra de Mateo que poseemos fue
escrita después de la destrucción de Jerusalén (año 70) -por las múltiples
referencias que hace a ese evento- (vea más adelante, cuando hablemos
de este evangelio).
6. Mateo, en efecto, se apoyó masivamente en Me, que fue escrito en grie-
go. Todos menos unos 40 versículos de los 675 que constituyen Me se
encuentran en Mt, incluido el relato (literal) de la conversión de Levíl
Mateo. No sólo eso, sino que siguió el mismo orden y en muchas partes
19 Se han contabilizado 329 semitismos en Mt, 113 en Me y nada menos que 422 en
un evangelio tan griego como es Le (B. Rigaux, Pour une histoire de Jésus.
Témoignage de l 'évangile de Matthieu, Paris, 1967 [hay trad. castellana], 36).
zo No faltan quienes afirman que los semitismos se deben a que "los traductores de
lengua griega no conocían perfectamente el hebreo y el arameo. La suya ha sido
una traducción al pie de la letra", por tanto los semitismos demuestran que son
traducciones de un original semitico (arameo o hebreo) (Comunión y Liberación,
De la tierra a las gentes. Los orígenes históricos del cristianismo, Madrid 1998,
61, que sorprendentemente cita como ejemplo Hebr. 2,9 Y no un pasaje evangé-
lico!).
\06
LA CUESTIÓN SINÓPTICA
es calco de su vocabulario. Si Mt es producto de una traducción griega
del arameo, ¿por qué se basó su autor en Me? Si Mt se escribió tal como
leemos de Papías, no usó a Me y no sería el evangelio que tenemos hoy".
y si Me es posterior y usó a Mt, ¿por qué habría omitido el Sermón del
Monte, de Mt 5-7, por ejemplo?
Por otro lado, de haber sido el apóstol Mateo el autor de esta versión del
evangelio, surgen preguntas tales como: ¿Por qué un testigo presencial
basaría su obra en una escrita por alguien que no fue testigo (Me), en vez
de relatar testimonialmente su propia experiencia? ¿Habría vivido hasta la
década del 80, sin que existiese rastro de él hasta esa fecha (¿ni tan
siquiera en Hechos, que se detiene ampliamente en Antioquía?)? Más
aún, si el apóstol fue el autor, ¿por qué no aparece en alguna otra escena
aparte de aquella de la vocación?
El interés en afirmar la suposición de un original en arameo no es científi-
co, como se le suele presentar, sino ideológico o dogmático: "Si los sinópti-
cos están escritos en una lengua semítica (como lo son el hebreo y el ara-
meo), significa que fueron redactados no mucho después de la muerte de
Jesús, cuando aún vivian los protagonistas; que son el testimonio de perso-
nas que estaban presentes cuando ocurrieron los hechos, que vieron y
oyeron, y no elaboraciones posteriores de anónimos transcriptores de tradi-
ciones'?".
21 La comunidad cristiana se dispersó pronto en Palestina y se estableció como
comunidades en otras regiones del Imperio romano. ¿Se escribiría un evangelio
para un grupo reducido en lengua aramea, siendo además que desde temprano en
la misma Judea no pocos miembros eran helénicos (cf. Hch 7), es decir que
hablaban más bien el griego? Recordemos que Pablo escribió todas sus cartas en
griego, y Marcos su evangelio en el mismo idioma.
22 Revistade Comunióny Liberación, 30 Dias en la Iglesia y en el mundo, n.53(1992),
p.3, a propósito de una visceral defensa de .lean Carrnignac, que se limitó a
estudios sobre el Magnificat y el Benedictus en Lucas (!), y sobre semitismos
sueltos, además del Padre Nuestro -todos ellos textos reconocidos por su sabor
semítico. Vea la rigurosa pero serena réplica a la postura de Carmignac de otro
erudíto en lenguassemíticas y (éste si) exégeta, Pierre Grelot, en su libro L 'origine
des Évangiles, París, 1986, esp. cap. 2.
107
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
El interés por el idioma es inseparable de aquel por la fecha de composi-
ción de los evangelios: de confirmarse que fueron escritos en arameo, se
argumentaría, "se derrumbarían muchas ideas que hoy se consideran segu-
ras: '" la idea de que (los evangelios) serían el resultado de una elaboración
de las comunidades primitivas que duró 40 ó 50 años, durante los cuales lo
'legendario' suplanta a la 'historia"?',
Como se ve, la hipótesis es simple: si el original fue en arameo, la lengua
de Jesús, entonces la fecha es temprana y tenemos mayor certeza de la
fidelidad histórica. Sin embargo, surgen serias preguntas: ¿por qué no hay
testimonios en la tradición, otro que el de Papías en relación a Mateo, sobre
originales en arameo? ¿Acaso la antigüedad de un documento (o el empleo
del idioma de sus personajes) automáticamente garantiza la fidelidad histó-
rica de lo que se narra? Dada la rápida expansión del cristianismo al mundo
greco-hablante, ¿tendría sentido escribir obras en un idioma desconocido
por sus receptores, o sea en arameo para quienes son de lengua griega?
¡Pablo mismo, un hebreo (FiI3,5), escribió todas sus cartas en idioma grie-
g024!
23 lbidem.
24 No faltaron quienes, como J. Carrón P. y .T.M. García Pércz, han afirmado que
Pablo también escribió sus cartas en arameo, no en griego (Cuándo fueran escri-
tos los Evangelios. Ed. Encuentro, 2001). En la misma línea estos autores publi-
caron luego otro libro en el que aseguran que, por estudios filológicos, se demues-
tra que el original de los evangelios fue el arameo y que por lo tanto "no sólo no
hay nada que se oponga a la historicidad de lo narrado, sino muchos y claros
argumentos en su favor": Los supuestos relatos de ficción y leyendas en los
Evangelios (Ed. Encuentro, 2004). Aquí se oculta un problema de fondo sobre
lingüística, además de un asunto de presupuestos y, sobre todo, de visión de
conjunto. El hecho de que una narración (a diferencia de la poesía, como lo son los
himnos en Lucas) se pueda reproducir en otro idioma, inclusive con mayor
belleza o precisión literaria, no es garantía alguna de que haya sido escrita origi-
nalmente en ese otro idioma. ¡Es una simple petición de principio! La presencia
de semitismos, cosa que todos reconocemos, no lleva a fortiori a concluir que
toda la obra era en lengua semítica. no menos que el hecho de encontrar anglicis-
mos en una novela castellana significa que el original haya sido en inglés. Un
estudio lingüístico, filológico o afín, es solamente un aspecto a considerar; que-
dan los aspectos históricos, situacionales, teológicos, y literario-criticns, entre
otros, que deben ser tomados en consideración y puestos a dialogar entre sí.
108
LA ClJESTION SINÓPTICA
En resumen, si ha existido un evangelio de Mateo "en dialecto hebreo",
no nos quedan rastros reconocibles y definitivamente no es aquel que po-
seemos en griego. Probablemente se pensó que el evangelio según Mateo
se escribió originalmente en arameo porque proviene (supuestamente) de un
apóstol, tiene un fuerte sabor judío, se preocupa de temas de interés primor-
dialmente entre judíos, e incluye grandes bloques de "sentencias" que, en
efecto, están ordenadas. El hecho es que, de no ser por la afirmación de
Papías citada por Eusebio de Cesarea, ¡no estaríamos especulando sobre la
existencia de un posible "evangelio de Mateo en arameo"!
Una consideración más. Como hemos visto, los primeros cristianos man-
tuvieron viva durante varias décadas la expectativa de la pronta venida del
Señor (parusía): ¿para qué escribir un evangelío entonces? Además, desde
temprano la mayoría de convertidos al cristianismo provenían de sectores y
regiones de lengua griega, incluso en Jerusalén (cf. Hch 6): ¿escribiría Ma-
teo para una minoría que conocía el arameo, marginando al grueso de la
comunidad, que era de lengua griega? Aparte de Papías y todos los que se
apoyan en él, no tenemos referencias de un Mateo-arameo. Por todo lo
dicho, con contadas excepciones, los estudiosos concuerdan en que la afir-
mación de Papías y la consecuente hipótesis de un Mateo-arameo carecen
de credibilidad; es una conjetura sin fundamento; es "wishful thinking':"
25 El asunto de un evangelio en arameo tiene gran importanciapara laspersonas que
leen los evangelíos como crónicas, no como "buena noticia" existencial, y por lo
mismo atacan a la exégesis crítíca (vea al respecto, E. Arens - M. Diaz Mateas.
El escándalo de la Palabra, Lima (CEP) 1997). Es la lectura fundamentalista, La
misma cuestión surge en torno al mínúsculo trozo de papiro 7Q5, que creen que
"prueba que Marcos fue escrito muy cercano a Jesús, en los años 40,por lo tanto
es históricamente confiable" (volveremos sobre esto).
La discusión sobre un supuesto evangelio original en arameo se dio en el ámbito
de habla francesa. Sus portavoces, kan Carmignae y Claude Tresrnontant (luego
se sumaron Mariano Herranz y J.M. García Pérez), fueron apasionadamente
respaldados por los grupos fundamentalistas, no así por los cxégetas. Eso ya es
de por sí sintomático. Su tesis es simple: si es en arameo es cercano a (o de) Jesús,
por tanto históricamente fiable. La discusión la redujeron a una cuestión funda-
mentalmente lingüística, sin consideración del género literario de la obra como tal,
de la historia de la Iglesia naciente, ni siquiera del problema sinóptico. Vea las
demoledoras observaciones críticas del exégeta y erudito en lenguas semíticas
Picrrc Grclot, L 'origine des Evangiles, Paris 1986, que quedaron sin respuesta.
109
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
4. La redacción de los evangelios
Hemos visto que, para la composición de los evangelios, sus autores
contaron con material que les precedía: la tradición oral, Q y el evangelio
según Marcos para Mt y Le, además de posibles notas sueltas. No es posi-
ble determinar si el material que se halla exclusivamente en Mt (M)y en Le (L)
(al menos parte de él) era escrito u oral. El hecho es que lo que estaba a su
disposición, fue susceptible de ser incluido en la composición de los evan-
gelios.
Cada perícopa tiene un inicio y un fin que la delimitan claramente. Y cada
relato y una gran proporción de dichos, son fácilmente aislables de sus
contextos actuales sin con ello perder su inteligibilidad. Como ya indiqué
anteriormente, relatos y dichos existieron como unidades autónomas antes
de ser unidas dentro de un contexto. Este hecho explica la repetición y la
concatenación de dichos, las inconsecuencias, la inesperada introducción
de una escena, y la integración de un dicho dentro de un relato y el empleo
del mismo dicho sin un contexto narrativo inmediato (por ejemplo, acerca del
divorcio en Mt 5,32 Y en 19,9). El hecho que un cierto número de relatos y
dichos se encuentren en contextos diferentes, es un indicio suplementario
de su existencia como unidades autónomas en la tradición oral. Estos fueron
los materiales con los cuales se construyeron los evangelios,
No obstante que los evangelios están compuestos en base a unidades
autosuficientes, al leer cualquiera de ellos, se tiene la impresión de estar ante
un todo armónico y orgánico debido a la labor redaccional del autor. Las
diversas unidades fueron artificialmente unidas mediante lazos a menudo
vagos, especialmente en las introducciones a las perícopas; lazos de unión
tales como "luego...", "yen la noche", "llegando a...", "cierto día ...", La
artificialidad de estos lazos se desprende de la falta de precisión sobre datos
El hecho de que una frase pueda retrotraerse al arameo no prueba que haya sido
dicha por el personaje, y no acuñada más tarde en una comunidad de lengua
aramea. El idioma no es prueba de que "los evangelios son (históricamente)
fiables", no menos que la película La Pasión, de Mel Gibson, que hace hablar
arameo a los actores. ¡No es solo cuestión de idiomas, sino también de historia y
de marcos conceptuales de la época y la cultura bajo consideración!
110
LA REDACCION DE LOS EVANGELIOS
cronológicos y topográficos, así como de las inconsistencias que apare-
cen>, y del hecho de que una misma perícopa es introducida de modo distin-
to por diferentes evangelistas, según el contexto donde la sitúan. Algunos
pueden tener cierta extensión, como las introducciones a los anuncios de la
Pasión en Me 9,30s y 10,32ss. La finalidad de estos lazos es simplemente
literaria; la de darle continuidad a la narración, no la de reportar datos
cronológicos o topográficos exactos sobre la vida de Jesús. No extraña,
pues, que con los "ladrillos" que tenían a su disposición, y siguiendo una
determinada perspectiva unieran esas unidades autónomas, y que cada evan-
gelio muestre una construcción particular, un itinerario, un desarrollo y una
cronología distinta.
Hasta hace algunas décadas, los evangelios fueron considerados por
muchos estudiosos como el producto de coleccionistas y recopiladores que
ensamblaron los distintos materiales con los que se compusieron los actua-
les evangelios. Sin embargo, como se puede deducir de todo lo que hemos
expuesto, y de lo que añadiremos a continuación, los evangelistas fueron
auténticos redactores de sus obras. El papel que cumplieron no fue el de
zurcidores, costureros de retazos o engarzadores de unidades pre-existen-
tes, sino el de verdaderos compositores que utilizaron los materiales que
estaban a su alcance, modificándolos, dándoles la forma que cada uno de-
seaba darles, añadiendo comentarios y resúmenes, y empleando un estilo
personal. Su tarea fue similar a la de Garcilazo de la Vega con respecto a las
tradiciones dellncanato en sus "Comentarios Reales", y de Ricardo Palma
con las "Tradiciones Peruanas".
Para la composición de su evangelio, cada redactor procedió:
1) a seleccionar el material que era más pertinente a su propósito, de entre
todo aquel que estaba a su disposición. Así lo indicó el redactor del
evangelio según Juan: "otras señales hizo Jesús ante sus discípulos que
no están escritas en este libro" (20,30; cf también 21,25). Esto explica por
26 Porejemplo, en Le 9,51 se indicaque Jesús "tornó la decisión irrevocable de ir
hacia Jerusalén". Estando ya por Samaria (9.52). repentinamente lo encontramos
condenando a las ciudades del norte del lago, en 10, l Jss, como si estuviese allí.
Todavía no llegó a Jerusalén (cf 17,11) Ylanza una condenación a la mísma como
si estuviera allí, cn 13,34ss,
III
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
qué cierto material fue de hecho omitido (O pudo serlo) como por ejemplo
la ausencia del relato de la Institución de la eucaristía en Jn. La selección
implica un propósito.
2) El material seleccionado fue ordenado según un esquema premeditado,
que esencialmente era el de la predicación, siguiendo las grandes etapas
de la vida de Jesús en su misión salvífica. Así lo indicó expresamente el
redactor del evangelio según Lucas al inicio de su obra: "me ha parecido
también a mí... escribírtelo con orden,..." (1,3). Dentro de la estructura
general, el orden de las perícopas y capítulos varía en los cuatro textos.
Frecuentemente agruparon materiales de contenido semejante. Así, por
ejemplo, Mateo dedicó el capítulo 18 al tema de la vida de comunidad y
agrupó las parábolas del Reino de los Cielos en el cap. 13; Lucas agrupó
las parábolas de lo perdido en el cap. 15, y Marcos agrupó una serie de
controversias entre Jesús y los fariseos en el texto que va de 2,1 a 3,6. Su
ordenamiento también entraña un propósito.
3) El material fue adaptado por cada evangelista a su situación vital, al
auditorio al cual se dirigía, y según su propia perspectiva. El pronuncia-
miento sobre el divorcio, por ejemplo, fue adaptado por Marcos a su
auditorio que vivía bajo la ley romana (no la judía), donde también la
mujer tenía derecho de divorciarse del marido: "Aquel que repudia a su
mujer y se casa con otra, comete adulterio respecto a ella; y si ella,
repudiando a su marido se casa con otro, comete adulterio" (10, lOs; com-
párese con las versiones de Le 16, I 8 y Mt 5,32; 19,9). Aquí hay que incluir
las aclaraciones, traducciones de términos hebreos, y comentarios edito-
riales. Lucas llamó al lugar donde Jesús fue crucificado "el lugar de la
calavera" por el arameo "Gólgota" (23,33). Para identificar a José de Ari-
matea, Marcos indicó que era "miembro ilustre del Sanedrín, y también
"esperaba el reino de Dios" (15,43). El material fue utilizado con cierta
libertad: el autor era un auténtico redactor. Relatos y dichos fueron acor-
tados, extendidos, o alterados por el redactor, es decir, adaptados. Eso se
observa en la manera en que trataron los dichos, los cuales tenderían a
sufrir menos alteraciones. Así, por ejemplo, mientras que en Mt 10,39
leemos "El que haya encontrado su vida la perderá, y el que haya perdido
su vida a causa de mí la encontrará", en 16,25 el m ismo dicho lee "Quien
quiera salvar su vida la perderá, mas quien pierda su vida a causa de mí la
encontrará".
112
LA REDACCION DE LOS EVANGELIOS
Todas estas observaciones son perfectamente comprensibles si enten-
demos a los escritores de los evangelios como verdaderos redactores, que
tenían un propósito preciso, que respondían a situaciones concretas, que
estaban motivados por la preocupación de responder a las necesidades e
inquietudes de su auditorio, y que se situaban en una perspectiva teológica
particular. En otras palabras, la selección, el ordenamiento y la adaptación
del material del que dispusieron, obedecían a una intención determinada. El
autor quería comunicar algo, y para ello seleccionó lo que más convenía a su
propósito, ordenándolo de la manera más adecuada para comunicarlo, y
adaptándolo a las preocupaciones y necesidades de su auditorio.
Al leer atentamente los evangelios, frecuentemente nos encontramos
con añadiduras, glosas, aclaraciones e incongruencias. Este hecho apunta a
otro aspecto, a saber: que los evangelios son el producto de más de una sola
y única redacción. La crítica literaria, mediante el estudio estilístico y gra-
matical del texto, es el método por el cual se determina lo que es residuo de
una primera redacción y lo que es producto de una probable redacción pos-
terior. El método de la crítica redaccional complementa las constataciones
de la crítica literaria, con la descripción de la evolución de la obra y ofrece la
explicación más probable de las razones operantes para los cambios realiza-
dos en ella.
La mano del último redactor es detectable a menudo por el hecho de que
sus alteraciones o añadiduras ya sea quiebren la continuidad, o introduzcan
una tensión o anomalía en la perícopa bajo estudio. Así, por ejemplo, en Me
12,18, la inserción de la aclaración de que los saduceos "afirman que no hay
resurrección", interrumpe la continuidad original: "Después vienen a él unos
saduceos y le preguntaban ...". La introducción del v.21 en la perícopa de Le
7,18-23, no sólo interrumpe la continuidad entre la pregunta y la respuesta
sobre el mesianismo de Jesús, sino que también es inconsecuente con la
respuesta: Jesús no había mencionado exorcismos como una de las "prue-
bas" de su mesianismo (vea v.22), pero el redactor final se propuso comple-
tar la respuesta indicando que "en aquel momento curó... de espíritus malig-
nos ...". En Le 3 encontramos una extraña secuencia: primero Juan Bautista
es encarcelado (v.18ss) y luego Jesús es bautizado (v.21 s). El redactor final,
queriendo descartar toda impresión de que el Bautista fue en algún aspecto
superior a Jesús, antepuso la perícopa sobre el encarcelamiento de Juan, y
eliminó el nombre del Bautista en el relato del bautismo de Jesús (cf. Le
113
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACION A lOS EVANGELIOS
16,¡ 6). La misma razón expl ica la inserción de las referencias al Bautista en Jn
¡ ,6-8 Y 1,¡ 5, que interrumpen la secuencia del prólogo del evangelio. El capí-
tulo 21 del evangelio según Juan ha sido introducido por el redactor final,
como se deduce de la conclusión al evangelio que se halla en 20,30s. Por
cierto, algunas (¡no todas!) añadiduras pueden haber sido originalmente
anotaciones que se hicieron al margen (o entre líneas) del texto y que, al
producirse nuevas copias, fueron incorporadas en el texto como si desde
siempre hubiesen sido parte de él. No poseemos los originales, tan sólo
copias".
¿Por qué ha habido más de una redacción? Varias explicaciones son posi-
bles: deseo de corregir, de aclarar algo oscuro o ambiguo, de completar la
obra, etc. El denominador común ha sido el deseo de "poner al día" la obra,
respondiendo a nuevas inquietudes, cambios de circunstancias, puntos de
vista y concepciones más matizados. Este hecho es un indicio más de que,
para la Iglesia primitiva, el Señor era alguien siempre vivo, que habla aquí y
ahora. Pero -~se podrá objetar-, ¿por qué no ha seguido ese proceso de
"puesta al día"? A eso responderemos más adelante, cuando hablemos de la
normatividad de los evangelios.
Una última acotación antes de pasar al contenido de cada evangelio.
Contrario a la opinión de algunos círculos conservadores, los evangelios
fueron escritos todos originalmente en lengua griega. La hipótesis de un
evangelio escrito en arameo, asociada al de Mateo, la hemos discutido más
arriba en éste capítulo, y la retomaremos cuando estudiemos este evangelio.
Sobre las fechas de composición, volveremos con mayor detenimiento más
adelante.
5. El contenido estructural de los evangelios
Mientras que la literatura rabínica judía está constituida predominante-
mente por colecciones de pronunciamientos y sabios refranes, y las biogra-
fías grecorromanas de la época daban poca importancia a los discursos, los
evangelios son narraciones dentro de las cuales los diálogos, los discursos
y el relato mismo se apoyan mutuamente. Si bien las palabras del Señor
27 Vea más adelante, y La Biblia sin mitos, pár.11.
114
EL CONTENIDO ESTRUCTURAL DE LOS EVANGELIOS
ocupan un lugar importante, es el marco narrativo lo que las sostiene e
ilustra su sentido.
La genialidad de Marcos es la de haber creado el género evangelio, en el
que predomina la narración, no las palabras de Jesús, culminando en el
amplio relato de la Pasión. Poco después Mateo y Lucas siguieron sus hue-
llas ampliando sus relatos con los de la Natividad y las apariciones del
Resucitado, en vez de utilizar otras formas literarias, como por ejemplo la del
evangelio apócrifo según Tomás, que es una concatenación de sentencias
de Jesús. Incluso Jn, con la enorme cantidad de discursos que contiene, lo
enmarcó todo dentro de una estructura narrativa.
Lo característico del evangelio escrito por Marcos es laforma externa de
biografía, pero con un contenido kerigmático. El contenido (Jesús y su men-
saje) es interpretado (ya antes lo fueron las tradiciones que empleó), no
desde otros hechos, sino desde la perspectiva de la fe, El evangelio es
confesión de fe narrada. Este género literario es una conjunción de lo bio-
gráfico y lo teológico, en la que sale a relucir la identidad de Jesucristo y su
significación -el dato y su relevancia-o El género evangelio no se conoce
aparte del NT (nos detendremos en el tema más adelante).
La labor de Marcos fue la de redactar, más que la de juntar tradiciones y
unirlas para luego unirlas. Más bien integró aquellas que llegaron a su cono-
cimiento organizándolas y modelando un relato confesional (kerigmático).
Hizo de las tradiciones sueltas una unidad, con una estructura biográfica, de
tal modo que resulta una grandiosa interpretación del acontecimiento-Jesu-
cristo, en la que relucen Su humanidad y Su divinidad. Es cristología narra-
tiva. Como él mismo dice en su obra, el Jesús que presenta es el Cristo, el Hijo
de Dios (1,1; 8,29; 15,39).
Para lograr este efecto, juntó y ordenó las tradiciones DE Jesús y aque-
llas ACERCA de él, de tal modo que se integraran en un todo, en un vasto
relato de "la vida pública (o ministerial) de Jesucristo". La razón por la que
integró las tradiciones en un esquema "biográfico" se encuentra en la situa-
ción vital de su comunidad. Marcos fue el primero que se detuvo en la
cuestión acuciante de la identidad propiamente cristiana: quién es Jesús,
cuál fue su misión y su significación para el hombre, y qué significa y com-
115
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
porta ser su discípulo. El Jesús que presenta está en continuidad con el AT
pero a la vez contrasta con él.
La importancia y el acierto de Marcos se observa ya en el simple hecho de
que Mateo y Lucas lo utilizaron y siguieron su esquema, si bien adaptándolo
y modificándolo según sus perspectivas.
La pregunta que viene a la mente es, ¿por qué escogieron los evangelis-
tas la forma narrativa, pudiendo haber elegido cualquier otra? Por un lado,
el origen inmediato de los evangelios se halla en la predicación oral, que era
narrativa, a la que se añadieron material catequético e instrucciones para la
vida cristiana. El contenido de los evangelios, como antes el del kerigma y la
predicación, es el acontecimiento-Jesucristo y su significación e implicacio-
nes, que desde la Pascua quedó claro era inseparable del acontecimiento
total, es decir de la vida y Resurrección de Jesús.
Los dichos y discursos no eran más que explicaciones de lo que, en otro
lenguaje, comunicaba la praxis y la vida misma de Jesús de Nazaret. Por otro
lado, Jos evangelios son testimonios de fe, no compendios de doctrinas o
tratados de teología, pues la fe es la experiencia de un acontecimiento que
se vive; no es una idea o un concepto, ni simplemente el asentimiento inte-
lectual a un conjunto de ideas o doctrinas.
Ahora bien, toda experiencia se comunica espontáneamente en forma
narrativa, pues sólo ésta permite re-vivirla. Mediante el relato de "la vida de
Jesús", los evangelistas testimoniaban lo que significaba en su tiempo vi-
vir como discípulo de Jesús: "hagan esto en conmemoración mía". La vida
y las enseñanzas de Jesús narradas en los evangelios servían a la cateque-
sis como paradigmas o modelos para los tiempos del evangelista. Por eso
presentan a un Jesús "actualizado", tal como le "sentían", presente, ha-
blando y actuando entre ellos, guiándolos como un Maestro siempre cerca-
no. Se trataba del acontecimiento-Jesucristo HOY; del Jesús de ayer, sí,
pero actualizado y anclado en el HOY, cuyas llamadas, exhortaciones y
ejemplos mantienen aún el día de hoy plena vigencia. Yeso sólo lo podían
compartir en forma narrativa, no en forma de reportaje o como un conjunto
de doctrinas.
116
EL CONTENIDO ESTRUCTURAL DE LOS EVANGELIOS
La narración es vivencial, dinámica, por su propia naturaleza invita a
identificarse con lo narrado (piense en el cine o las novelas), y permite actua-
lizar lo que se narra; ¡trata de algo existencial! Las crónicas y los reportajes,
en cambio, son distantes y fríos, limitándose a presentar los hechos ocurri-
dos; los pronunciamientos y tratados (teológicos, filosóficos u otros) son
abstractos y se dirigen al intelecto. La narración por el contrario es marcada-
mente subjetiva, en tanto que el reportaje busca la objetividad. El reportaje
se limita a un recuento de los datos y hechos, mientras que la narración
destaca la significación de lo relatado, en la cual entra en juego la aprecia-
ción y perspectiva del narrador, su vivencia personal, y lo que le significa
-por eso lo narra y, al hacerlo, comparte-o
Si la tradición se hubiera limitado a reportar la Pasión, por ejemplo, hubie-
ra sido breve, fría; circunscrita al pasado, a los hechos crudos. Pero, tal como
la leemos en los evangelios, la Pasión está narrada, no reportada: destaca la
significación de dicho acontecimiento, y lo hace mediante la inclusión de
elementos legendarios, de diálogos, de textos del AT que relacionan el acon-
tecimiento con la voluntad salvífica de Dios, entre otros. Después de todo, la
Pasión, como todo el evangelio, es narrada a la luz de su comprensión a
partir de laJe que suscitó la Resurrección, es decir, ha sido interpretada y lo
que se destacó fue su significación salvífica".
Los evangelios contienen dichos y discursos del Señor, entretejidos
con relatos sobre su actividad misionera, ocupando el lugar predominante
entre éstos la Pasión y la Resurrección. Concretamente, en los evangelios
hallamos:
DICHOS (logia):
- De corte profético, que exhortan a la conversión: "Se ha cumplido el
tiempo y está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en el evan-
gelio" (Mc 1,15).
- Apocalípticos, que anuncian un acontecimiento futuro en lenguaje
simbólico, sobre el fin de Jerusalén (Me 13,5-27).
2M El texto bíblico "se presenta como el producto de un largo proceso de reinterpre-
tación de los acontecimientos fundadores en relación con la vida de las comunida-
des de los creyentes .... los acontecímientos relatados en la Biblia son aconteci-
mientos interpretados" (lB! n.A.2).
117
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
De corte sapiencial: "al que tenga se le dará, y al que no tenga, aun lo
que tenga se le quitará" (Me 4,25).
Sobre la persona de Jesús: "No he venido a llamar a los justos, sino a
los pecadores" (Mc 2,17).
De corte jurídico-legal: "El sábado se ha hecho para el hombre, y no el
hombre para el sábado" (Me 2,27).
Parábolas y comparaciones diversas.
Cada una de estas formas de dichos tiene un propósito específico que
la caracteriza. Los discursos están compuestos de una o más de estas
formas de dichos.
RELATOS, pueden clasificarse en:
~ Relatos de milagros.
- Relatos paradigmáticos o anecdóticos, con una intención pedagógi-
ca para el lector, por ejemplo aquellos sobre los verdaderos parientes
de Jesús (Me 3,31-35).
Controversias o polémicas (Me 2,1-3,6).
Discusiones sobre la autoridad de Jesús (Me 11,27-33).
"Leyendas ", como la entrada de Jesús en Jerusalén en forma triunfal.
No olvidemos que, si bien Jesús pudo haber vivido lo que se narra, no fue
él, sino la tradición la que compuso el relato en sí. La "crítica de las formas"
es la que ha estudiado y clasificado todo el material de los evangelios, en
base a su género literario ya la situación vital que le dio origen".
Una lectura atenta de los evangelios conduce a la conclusión que, prác-
ticamente, todas las perícopas tienen los siguientes rasgos:
1. Todo relato converge siempre en un dicho (y/o gesto) clave de Jesús,
generalmente situado al final de la perícopa. Incluso algunos relatos fue-
ron elaborados en términos de un dicho, al cual ilustran, como es el caso,
por ejemplo, de la perícopa sobre la cena de Jesús con los publicanos y
pecadores, en Me 2,15-17.
2. El centro focal es siempre la persona de Jesús. Otros personajes aparecen
y desaparecen caprichosamente; su función es instrumental. Sólo oca-
29 Cf. R. Bultmann, Historia de la tradición sinóptica, Salamanca, 2000.
118
EL CONTENIDO ESTRUCTURAL DE LOS EVANGELIOS
sionalmente algunos personajes son caracterizados, y ello siempre en
función de su relación con Jesús. Es el caso de Judas Iscariote, por
ejemplo: es "el que luego lo entregó" (Me 3,19).
3. Las perícopas fueron compuestas pensando en el auditorio del evange-
lista, no en el que Jesús tuvo ante sí. No es extraño, pues, el frecuente
empleo del presente verbal (en lugar del pretérito), la caracterización de
actitudes frente a Jesús, el poco interés en detalles de índole histórico-
cronístico, y el que los diálogos e instrucciones siempre tengan actuali-
dad (en primer lugar para el auditorio del evangelista). Un ejemplo claro
es la perícopa sobre las tres personas anónimas que, separadamente, se
ofrecieron a seguir a Jesús dondequiera que fuese, en Le 9,57-62: es un
simple intercambio, que culmina en cada caso con una sentencia de Je-
sús, sin que se nos diga si el individuo en cuestión se sometió a la
exigencia que Élle formulara. ¿Por qué? ¡Es el lector quien, interpelado,
debe responder a la invitación hecha por Jesús!
4. Una lectura atenta, especialmente teniendo en cuenta los paralelos si-
nópticos (cuando los hay), muestra que no hay elementos superfluos:
cada elemento tiene su razón de ser, dentro de la perspectiva del evange-
lista. Por eso los incluyó; no para satisfacer la curiosidad del lector.
A modo de síntesis, observemos atentamente el ya mencionado relato de
la cena de Jesús con los publicanos y pecadores, en Mt 9,10-13:
(10) y sucedió que, estando él a la mesa en la casa, he aquí que muchos
publicanos y pecadores habiendo ido, estaban a la mesa con Jesús y sus
discípulos. (11) Y viéndolo los fariseos, decían a sus discípulos: "¿Por qué
con los publicanos y pecadores come su maestro? ",
(12) Pero él oyéndolo, dijo: "No tienen necesidad de médico los que están
sanos, sino los que están mal. (13) Yendo, aprendan qué es: Misericordia
quiero y no sacrificio. Pues no vine a llamar ajustos, sino a pecadores ".
La perícopa consta de dos partes: una narrativa (v.l 0-11) y otra discursi-
va (v.12-13). La ambigüedad en la mención de "la casa" (¿de quién?, ¿de
Jesús o de Mateo?) indica que la perícopa es una unidad autónoma. En
algunas traducciones se ha querido obviar esta ambigüedad añadiendo "de
éste" o incluso "de Mateo".
1.19
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
El desarrollo abrupto e incluso ilógico del relato muestra que se trata de
una tradición ACERCA de Jesús, no DE Jesús, es decir, que es una "crea-
ción" posterior a Jesús, como se observa en:
a) la repetición en el v.lO: "estando él a la mesa...", "estaban a la mesa con
Jesús..."; igualmente la repetición de la mención de "publicanos y peca-
dores";
b) "los fariseos" aparecen inesperadamente en la escena: ¿cómo sabían que
Jesús estaba allí? y, ¿quién los invitó y cómo entraron en la pequeña
casa? Dice que eran "los fariseos ", como si ya fuesen conocidos.
e) Los fariseos se dirigen a los discípulos y no a Jesús. Su objeción no es
secreta, pues Jesús los oye: ¿por qué no se dirigieron directamente a Él
(como en Me y Le)? Nótese el empleo del imperfecto "decían", que en
griego denota que se hacía con insistencia o frecuencia.
d) Sorprendentemente es Jesús, y no los discípulos, quien responde a la
objeción. La razón para poner la respuesta en labios de Jesús es obvia: él
es el Maestro y Señor, y su respuesta es la voz autorizada para todos los
presentes.
Los tres dichos que constituyen la respuesta de Jesús, han sido concatc-
nadas. De éstos, el primero y el tercero están directamente relacionados
("los que están mal", es decir los pecadores; "los que están sanos", es decir
losjustos). El segundo logion es una cita de Oseas (6,6) que ha sido forzada
en el contexto. Mateo es el único en citar a Oseas: se repite en Mt 12,7. En la
versión del mismo episodio en Me 2,17 se encuentra solamente el último
dicho.
El breve análisis de la perícopa muestra que:
El relato ha sido compuesto para ilustrar el pronunciamiento final de
Jesús.
- Los fariseos y los discípulos son figuras representativas, medios litera-
rios, que permiten situar en un contexto las palabras de Jesús.
Mateo tenia en mente a su comunidad y no al supuesto auditorio de
Jesús: la objeción se dirige a los discípulos, representativos de la comu-
nidad cristiana, y el que responde es el Señor.
- Los dichos tuvieron existencia independiente del relato, y son éstos los
que ocupan el centro, y de ellos, el último es el más importante. El relato
120
LAS FORMAS LITERARIAS Y SU SITUACIÓN VITAL
fue compuesto para ilustrarlos y darles sentido. La palabra autorizada del
Señor zanja un problema existente en la comunidad de Mateo.
La situación vital a la que responde la perícopa es propia de la comuni-
dad de Mateo: los judíos (representados por "los fariseos") plantean la
objeción que, según la Ley de Moisés, los judea-cristianos (representados
por "los discípulos") no deberían aceptar "en la mesa" (celebración comuni-
taria) a los gentil-cristianos (representados por los "publicanos y pecado-
res"). Fue con los objetores judíos (¿incluso algunos judea-cristianos?) en
mente por lo que Mateo citó a Oseas, mientras que para el auditorio gentil-
cristiano utilizó el conocido proverbio griego del médico. El dicho final (I) es
la palabra definitiva del Maestro (note que aquí ya no se habla de "publica-
nos", tan sólo de "pecadores"): su misión fue llamar al reino de Dios a los
"pecadores", invitarlos a la "mesa" con él, y sus discípulos deben hacer otro
tanto, especialmente en la Eucaristía (vea ICor I 1,I7-34).
A modo de resumen de todo lo dicho hasta aquí, podemos afirmar que los
evangelios contienen una variedad de formas literarias, entre lo narrativo y
lo discursivo, que están en función de la comunicación del acontecimiento-
Jesucristo y su significación salvífica para el hombre. El corazón de los
evangelios es la persona de Jesucristo vivo y presente, exhortando y guian-
do, aquí y ahora, ayer y hoy.
6. Las formas literarias y su situación vital
Hemos hablado de la "situación vital" (el contexto inmediato en la vida
concreta). Es momento de detenernos a considerar su estrecha relación con
la comunicación lingüística.
El hombre responde a determinadas situaciones o circunstancias; a me-
nudo lo hace comunicándose con otra persona. La manera o "forma" en que
se expresa obedece a la situación a la que responde. La liturgia, por ejemplo,
da origen a himnos, que son una forma literaria. Pero, antes de proseguir,
¿qué es precisamente una "forma literaria"?
La forma de una silla, de un gesto, o de una celebración, está determinada
por su funcionalidad, es decir, por el hecho de responder a una necesidad.
J 21

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACION A LOS I'VANGELlOS
En literatura, una forma lingüística es más que una simple estructura externa
de palabras. Una determinada forma literaria ("literaria" porque se estudia en
su presentación escrita) responde a la pregunta: ¿cómo expresar adecuada-
mente "x" (el propósito, lo que quiero decir)? A modo de definición, podría
decirse que una forma literaria es una unidad de expresión con sentido pro-
pio, que se distingue por la modalidad particular de formular su contenido
con miras a un propósito particular. La forma literaria puede ser extensa (un
relato) o corta (un refrán). Es un mini-género literario.
Todos conocemos y empleamos muchas formas literarias: cartas, recetas,
chistes, anuncios, proverbios. Cada una de ellas tiene una estructura seme-
jante que la distingue; toda carta se escribe básicamente de la misma/orma,
por eso se la reconoce como carta. Pero cada una se distingue a su vez por su
contenido y su propósito; así, tenemos cartas familiares y cartas comercia-
les, recetas de cocina y recetas médicas. Las formas literarias son bastante
fijas y estables dentro de un mismo contexto cultural, puesto que responden
de la manera más adecuada que se conoce a una m isma necesidad de com u-
nicación. ¿Qué otra manera conocemos de participar un matrimonio, por
ejemplo, si no es dando los nombres de los contrayentes, y el lugar y la fecha
de la ceremonia? Un parte matrimonial nace de una situación vital concreta
de celebración, y tiene por finalidad invitar a participar en la alegría del
acontecimiento que anuncia -y no simplemente de informar-o Cuando se
conoce una forma literaria determinada, es posible identificar la situación
vital de la cual procede y el propósito de la misma. El estudio de las formas
literarias existentes en la Biblia ha sido la labor y el aporte de la "crítica de
formas", que se intensificó en la primera mitad del siglo XX.
Si queremos comprender bien un texto bíblico, es necesario determinar la
forma literaria que empleó el escritor, pues él se expresaba (al igual que
nosotros) por medio de ella. Para un primer intento de determinación de una
forma literaria, es necesario observar atentamente su estructura y su lengua-
je, que es lo que la distingue de tantas otras formas. Así, por ejemplo, "el que
despida a su mujer, que le dé un certificado de divorcio" (Mt 5,31), tiene una
estructura jurídica, bimembre (situación-obligación), y emplea un lenguaje
típicamente legal, que permite determinar su origen y su propósito, en este
caso la paz y la armonía entre las partes. Pensemos en la estructura y el
lenguaje de una carta familiar, y bien podremos anticipar su propósito gene-
ral. A menudo es posible adivinar anticipadamente qué forma literaria tene-
122
LAS FORMAS LITERARIAS Y SU SITUACIÓN VITAL
mas ante nosotros por la manera en que se inicia y concluye. Lo que comien-
za con "Había una vez" y termina por vy vivieron muy felices", es un cuento.
Las formas literarias son medios de comunicación, adecuados al propó-
sito del emisor. No se inventan repentinamente, sino que nacen de necesi-
dades de comunicación efectiva, dentro de una cultura y una situación
determinadas, dentro de las cuales una forma es más comprensible que otra.
Se hace evidente, entonces, la ineludible necesidad de estar familiarizados
con el mundo cultural y con las diversas situaciones vitales de los evange-
lios y de toda la Biblia, ya que las formas que los escritores emplearon están
marcadas por éstas. Muchas de las formas literarias que hallamos en los
evangelios nos son extrañas, pues corresponden a aquellas que eran típi-
cas en aquellas culturas. Sin embargo, hay un peligro que es necesario
advertir. Ciertas formas literarias en la Biblia pueden asemejarse a las que
empleamos hoy, y sin embargo no ser más que apariencia, pues su fin puede
ser diferente.
Después de haber determinado la forma literaria que se está consideran-
do, mediante la observación de su estructura y su lenguaje, es necesario
preguntarse por el propósito del escritor: ¿se propone exhortar, informar,
convencer, confrontar, advertir, etc.? Si sabemos que un refrán, a pesar de su
forma afirmativa, no se debe tomar al pie de la letra, sino como una invitación
a actuar sabiamente, otro tanto debe hacerse en el caso de una serie de
afirmaciones de los evangelios. Y así, como, por ejemplo, "Mafalda" tiene la
forma de una tira cómica pero se propone invitar a la reflexión, así también
tenemos que estar atentos a frases tales como "si tu ojo derecho es para ti
ocasión de escándalo, sácatelo y arrójalo de ti" (Mt 18,9), cuya estructura
externa es la de una sentencia legislativa, pero su intención profunda es la de
exhortar a tomar en serio la necesidad de evitar el escándalo a todo precio;
por tanto no debe ser tomada literalmente, pues ésa no es la intención del
autor, como se desprende de su contexto literario" Por eso, se puede con-
cluir con la advertencia antes mencionada, que la estructura y el lenguaje
empleados no siempre son indicativos infalibles de la intención del autor.
30 La forma es la misma que aquella citada antes sobre el divorcio! Esto, que es
fundamental, invita a reflexionar seriamente sobre el sentido y propósito de
aquélla: ¿era legislar y al pie de la letra? Vea al respecto G. Lohfink, Ahora
entiendo la Biblia, Madrid, 1977, esp. 201-216.
123
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
Lamentablemente, con frecuencia se olvida o ignora esto y proyectamos
nuestra mentalidad en el evangelio, cayendo en elliteralismo.
Hemos indicado que las formas literarias están estrechamente relaciona-
das a las situaciones vitales de las cuales proceden. Las formas literarias
responden a situaciones concretas, con fines de comunicación. Podríamos
decir que ése es su contexto espiritual: situaciones vitales concretas que
determinaron el empleo de una específica forma literaria, así como la preser-
vación y la eventual modificación de las tradiciones, como en el caso de los
evangelios. Ello explica por qué se preservó lo que se preservó (así como por
qué no se salvaguardó lo demás), y por qué se puso por escrito lo que se
escribió. Evidentemente, entre la situación vital y el propósito del autor, hay
una relación estrecha en cuanto a la forma Iiteraría se refiere:
Situación vital - - - - ---. Forma literaria - - - - ---. propósito
¿Qué ocasiona ¿Cómo dice? ¿qué dice?
la comunicación?
(causa) (medio) (finalidad)
La situación vital da origen a la forma en cuestión, y el autor responde a
la necesidad que brota de su situación vital mediante la forma literaria que
emplea. Por la función misma del lenguaje, existe una estrecha relación entre
lo que se "dice y lo que se vive". Por eso, toda forma literaria (especialmente
la manera en que se expresa el tema) lleva impresa la huella de la situación de
la que surgió (a la que responde). El descubrimiento de la situación vital
concreta que dio origen al empleo de una forma determinada de comunica-
ción, es una etapa complementaria en la búsqueda de la intención del autor.
Una misma forma literaria, pero proveniente de dos situaciones vitales dife-
rentes, no expresará una idéntica intención profunda. Cuando no se toma en
cuenta la situación vital, se corre el riesgo de caer en errores de interpreta-
ción. La confesión de Juan Bautista, "yo no soy el Cristo" (Jn 1,20; 1,19-36),
en un contexto de catequesis tendría por finalidad hacer resaltar la figura de
Jesú.. Sin embargo, en un contexto polémico, como es el caso aquí, la misma
confesión tenía por finalidad refutar la pretensión de los seguidores del
Bautista sobre el mesianismo de éste. Puesto que toda forma literaria emplea-
da es ocasionada por una situación vital concreta, es necesario preguntarse
124
LAS FORMAS LITERARIAS Y SU SITUACIÓN VITAL
¿por qué se relata esto?, y ¿por qué se describe de esta forma y de esta
manera? Las respuestas a estas y similares preguntas conducen a determi-
nar la situación vital del texto en cuestión, y dan a conocer la intención
última del autor, la que él tenía en mente ~y no la que suponemos o le
proyectamos-o
La manera de expresarse obviamente refleja la esfera histórico-cultural en
la que se sitúa el autor, de la cual procede. Cambios culturales, momentos
históricos (políticos, sociales, económicos, etc.) nuevos, tienen como efecto
un cambio en las maneras de expresarse, en el lenguaje empleado, e incluso
en las formas literarias adoptadas. Bajo nuevas circunstancias, la misma
forma literaria tiende a cambiar de función (de finalidad). Las parábolas de
Jesús, por ejemplo, tal como él las utilizó, revelan su condicionamiento pa-
lestino y su contexto de predicación, y revelan que su finalidad era la de
interpelar y llamar a la conversión a los que le escuchaban. En la tradición
evangélica, algunas de estas mismas parábolas fueron empleadas con otro
fin: ya sea en la catequesis, para ilustrar la necesidad de estar abiertos a la
palabra de Dios predicada por Jesús (por ejemplo, la parábola del sembrador,
Me 4, 13ss), o en las instrucciones, para ilustrar la conducta propiamente
cristiana (por ejemplo, la del buen samaritano, Le 10,29ss).
En los parágrafos anteriores, al hablar del contenido estructural de los
evangelios, hice mención de una serie de formas literarias, entre ellas los
dichos y relatos. Los dichos del Señor sirvieron para una multitud de propó-
sitos en la Iglesia, razón por la cual fueron preservados. Varían precisamente
en razón de la diversidad de situaciones vitales a las que respondían. Tal
como se hallan en los evangelios, tuvieron una situación vital inmediata en
la Iglesia: la predicación, la catequesis, las instrucciones, las polémicas. Eran
palabras del Señor que hablaba con autoridad en un aquí y ahora concretos,
no simplemente recuerdos del pasado.
Los relatos, en la forma en que los encontramos en los evangelios, tam-
bién respondían a situaciones vitales concretas de la Iglesia, de las comuni-
dades de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan. Sirvieron a la reflexión
sobre la persona e identidad de Jesús., y su relevancia, particularmente en
situaciones de predicación y de catequesis. Los relatos paradigmáticos, las
controversias y disputas, provienen de una situación didáctica: son instruc-
ciones para la vida y el testimonio cristianos. En síntesis, la situación vital
125

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
del contenido de los evangelios se halla en la vida de la Iglesia misma, de la
comunidad donde se compuso el evangelio a diferencia de la situación de la
predicación y actuación de Jesús de Nazaret. Incluso la manera en que cada
evangelista estructuró su obra, sus acentos y énfasis, respondían a situa-
ciones vitales determinadas. Así, Mateo agrupó material temáticamente por-
que respondía a la necesidad didáctica de su comunidad, y Juan subrayó la
primacía del amor fraterno porque no se vivía ese amor en su comunidad
(nadie hace hincapié en lo innecesario).
En resumen, para comprender el propósito del evangelista en talo cual
pasaje, es necesario tener presente la forma literaria de la que se valió y la
situación vital concreta que lo motivaba, y a la cual respondía. Quien desee
profundizar sobre esta materia, cuenta con la excelente obra de G. Lohfink,
Ahora entiendo la Biblia (Ed. Paulinas).
7. Propósito y naturaleza de los Evangelios
Para comprender y valorar correctamente una obra, es necesario tener
presente la intención o propósito de su autor. Si sabemos que el propósito
de una determinada obra es entretener, no la leeremos como leemos un libro
de historia, ni esperamos que la posible información que contenga sea nece-
sariamente verídica. En base a todas las observaciones que hemos venido
haciendo acerca de los evangelios, es posible tener una primera idea del
propósito de sus autores.
7.1 ¿ Biografías?
Es común pensar que los evangelios son presentaciones de "la vida de
Jesús", en el sentido de ser biografías, tal como entendemos esta palabra
hoy. Ésta es, de hecho, la impresión primera que se tiene cuando se leen,
pues ésa es su estructura. Ésa ha sido por siglos la convicción en el cristia-
nismo, y fuera de él. Por cierto, en los evangelios se trata de la vida de una
persona histórica, su blos. En el caso de Jesús, es una vida que discurre
entre dos puntos históricos firmes: su bautismo y su crucifixión. La cuestión
es saber si la perspectiva del evangelista era la de un historiador, la de un
biógrafo de la antigüedad, u otra. ¿Se queria contar la vida de Jesús y sus
acontecimientos, o dar a conocer la persona de Jesús, o ambos? Luego nos
126
PROPÓSITO y NArURALEZA DE LOS EVANGELIOS
preguntaremos si los evangelios son biografías en el sentido moderno, afín
a crónicas. Recordemos que el género literario responde a una necesidad
comunicativa, y está relacionado al propósito del emisor.
Cuando afirmamos que son biografías, lo hacemos pensando en lo que
nosotros consideramos como tal, en nuestra definición de biografía, que no
corresponde exactamente a la de antaño, por nuestras exigencias de veraci-
dad verificable']. Para apreciar y juzgar correctamente una obra de otros
tiempos tenemos que hacerlo en primer lugar desde su propio mundo, no
desde el nuestro, y para ello la mejor manera es la de comparar la obra con
biografías de aquellos tiempos.
Los cuatro evangelios se escribieron en ambientes grecorromanos, en
lengua griega, y para comunidades inmersas en la cultura helénica. Sus po-
sibles referencias literarias eran básicamente dos: los géneros propios del
mundo helénico y aquellos de la Biblia, con la que estaban más familiariza-
dos los miembros de origen judío, pues ésta era su sagrada Escritura y la
leían con frecuencia. Por tanto sus lectores los encuadrarían dentro de algu-
no de los géneros literarios que les eran familiares. Veámoslos de cerca.
En su introducción a la biografía que escribió sobre Alejandro Magno, el
renombrado historiador griego Plutarco (+ 125 d.C.) advirtió al lector en sus
Vidas Paralelas: "No estoy escribiendo una obra de historia, sino unas
biografías ... a menudo una anécdota, una frase, una broma, revelan el ca-
rácter de un individuo más que lo que puedan hacerlo grandes batallas ... ha
de concedérseme adentrarme más prolijamente en aquellos hechos o aspec-
tos de cada uno en los que se revela su ánimo", y por tanto el lector no debe
esperar encontrar un relato completo ni preciso de la vida y acciones de
Alejandro Magno tVita Alex. 1). Y es que antaño se escribía la biografía de
alguien cuando se quería presentarlo como modelo a imitar, a diferencia de la
historia que se dedicaba a presentar los hechos en forma precisa y fiel. La
biografia tiene un fin parenético, de servir de enseñanza o modelo ético,
según "la verdad" ética, no la histórica como tal". En cuanto a ésta, Dionisio
31 En un capítulo aparte, más adelante, nos ocuparemosampliamentede la cuestión
de la verdad histórica. Aquí la pregunta es por el género literario.
J2 El griego entendía por bios. no la vida en cuanto biológicani en cuanto secuencia
de actividades, sino primordialmente cn cuanto al "carácter" de la persona, su
127
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
de Halicarnaso (+ 8 a.C,) dio algunas pautas sobre la manera de escribir
historia: se debe considerar "dónde conviene y hasta dónde se ha de lle-
gar. .. qué hechos conviene escoger para el escrito y cuáles hay que dejar. ..
(en las descripciones) la vivacidad es una de las primeras cualidades ... En
los discursos, la primera de todas las cualidades ha de ser la congruencia... "
(Epist. adPomp. 3,8.11.17.20). En otras palabras, la historia narrada debía ser
antes que nada una obra de arte. Ya antes, Herodoto (+ 421 a.C.), "el padre de
la historia", consideraba la historia como una experiencia viva y personal,
que aporta reglas provechosas de conducta. En la misma vena, Tucídides (+
396 a.Cv) había advertido en su Historia del Peloponeso, que "cada uno de
los personajes habla tal como me parecía a mí que él diría las cosas según la
oportunidad y las circunstancias" (1,22). Polibio (+ 125 a.C.) por su parte
introdujo en su Historia general de Roma un factor nuevo: encuadrar la
historia particular en la universal, mirando además al presente como resulta-
do de aconteceres pasados y con proyección al futuro, es decir, vio la histo-
ria en términos lineares, no cíclicos como era tradicional, es decir como carre-
ra de la humanidad propiamente dicha.
Por su parte, siglos más tarde, en su influyente tratado sobre Cómo se
debe escribir historia, Luciano de Samosata (+ 190 d.e.) aclaró que "el mejor
historiador debe venir equipado con estas dos cualidades fundamentales:
inteligencia política y capacidad de expresión ... Lo útil debe ser el fin que
cualquier autor sensato ha de proponerse al escribir la historia ... En cuanto
a los acontecimientos mismos, no deben reunirse al azar, sino con una inves-
tigación laboriosa y concienzuda de los mismos ... debe ordenar con belleza
los acontecimientos y exponerlos con la mayor claridad posible ... Si en algu-
na ocasión hay que introducir a alguien pronunciando discursos. su lengua-
je debe acomodarse al personaje y ajustarse al tema ante todo. y además
debe ser lo más claro posible; ahí se te permite también actuar como orador
y demostrar tu elocuencia... " (34.42.47.51.58). En opinión de Luciano, el
aspecto artístico tiene más importancia que la exactitud de los hechos y
discursos; la obra histórica debe asemejarse a la de un escultor como Fidias
y Praxíteles.
manera de viviry su incidenciaen otros. Se narra una "vida" por su calidad moral
y su valor parenético. Por eso no importan ni las precisiones y la fidelidad a los
hechos como tales (sino en cuanto significativos)ni el ser completos en cuanto a
lo que se incluye (por eso se escoge qué narrar).
128
PROPOSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
Recapitulando, puesto que la tradición griega entendía la biografía" como
la presentación de un modelo de vida moral, el autor escogía qué incluir,
introducía discursos adecuados, pero sobre todo se esmeraba en hacer la
obra estéticamente atractiva y agradable, como una obra de arte, poniendo el
contenido de la misma al servicio de la estructuración y el estilo, pues enten-
día que son las acciones las que revelan el carácter del héroe, y no al revés.
Lo que contaba era la significación que transmitía el relato biográfico en
términos morales. La historia, en cambio, se entendía como ocupada con una
plétora de personajes y el recuento de escenas, los cuales también trataban
de hacer vivenciales y cercanos al lector, con la diferencia que todas éstas se
centraban en el campo político y militar. Ocasionalmente se interesaban por
algún filósofo, como Diógenes Laercio (s. III a.Ci), y Filostrato (+245 d.C.),
que escribió la Vida de Apolonio de Tiana, pero no se cultivó ni la historia ni
la biografía religiosa.
"La indagación histórica griega era pragmática en un sentido absoluta-
mente dístinto del nuestro: los griegos querían saber a fin de obtener una
orientación en su mundo. ajin de vivir como era debido; el conocimiento
estaba estrechamente vinculado a la acción, era de hecho parte de la ac-
ción'?".
En su Vida de Moisés, el filósofo judío Filón de Alejandría (+45 d.C.)
aclaró que su propósito era que los lectores supiesen "quién fue él realmen-
te ... (para eso) expondré cuanto concierne a Moisés tal como lo he aprendi-
do, por una parte, de los libros sagrados, ... y por otra, de algunos hombres
de los de mayor edad dentro de nuestra nación", y procedió a exponer "el
alma bien dotada" del patriarca (i,2.4.22). Su íntención fue la de revelar al
mundo no judío la grandeza de Moisés, digno de la máxima admiración (i,22-
29), no de fidelidad histórica. De hecho, la vida de Moisés narrada por Filón
difiere notablemente de aquella de la Bíblia. Note la mención de sus fuentes:
la Escritura y las tradiciones orales.
33 Vea R. Pcnna, Ambiente histórico-cultural de los origenes del cristianismo, Bil-
bao, 1994,235-260, que ofrece sendos textos que aclaran el sentido de historia y
de biografíaantaño.
34 E. Kahler, ¿Qué es la historia? FCE 1966,36 (énfasis míos).
129
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICAClON A LOS EVANGEliOS
Por su parte, el historiador judío Flavio Josefo (+ l 00 d.C.), radicado en
Roma, subrayó que se preocupaba por "la exactitud histórica" (BJ 1,2.9.16);
pese a que a menudo se dejaba llevar por la imaginación y por la exaltación
de su pueblo. En Las guerras judías y Antigüedadesjudías escribió la histo-
ria de su pueblo, no biografías, y lo hizo de manera a congraciarse con Roma.
En la misma época, en Roma, biógrafos como Suetonio (+ 124 d.C.), en sus
Vidas de los Doce Césares, y luego Tácito (+ 120 d.C.) en su Vida de Agríco-
la, se preocuparon más por acercarse a la exactitud histórica, pese a que en
todos predomina el interés por la personalidad del héroe, su impacto, sobre
sus actividades y la veracidad fáctica de los hechos; la intención no aparece
en términos de crónicas sino de retórica, de influenciar a los lectores con una
determinada visión política.
Sin embargo, fue en el ámbito romano donde se acercó el género biográ-
fico a la historia, como ésta se entendía en el mundo griego: proporcionar la
información sobre determinados hechos. Pero, como ya dije, las biografías
romanas se centran en el carácter del personaje, y los datos y episodios se
escogen con el fin de resaltarlo, no con un fin cronístico imparcial y exacto.
Aunque los evangelistas no conocieran estas obras, se les asemejan
formalmente en cuanto presentan el concepto griego de biografía en una
estructura historiográfica como la entendían los romanos (R.A. Burridge). La
sustancia de las biografías antiguas y de los evangelios, cubre la actividad
pública y la muerte del personaje. Su interés se centraba en la personalidad
del héroe o del personaje por el atractivo que pudiese tener y por los patro-
nes éticos que pudiese inspirar, más que en los datos concretos o cronoló-
gicos. Pero el interés no era simplemente biográfico".
Si miramos atentamente a los evangelios, tanto en la manera de presentar
al héroe y su personalidad, se constata que hay notables diferencias entre
éstos y las biografías e historias grecorromanas (A. Dihle). Las diferencias
se comprenden: el héroe de los evangelios no es un ser común, es el Hijo de
Dios, y es presentado como tal. Por otro lado, si se trataba de comunicar lo
35 Un indicador de que el interés de los evangelistas al escribir no satisfacía una
curiosidad biográfica es que, al poco tiempo, se escribieron evangelios apócrifos
con el afán de completar lo que se esperaría de una biografía. Se empezó a
agudizar el interés por lo propiamente biográfico.
130
PROPÓSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
que una persona como Jesús significaba para los cristianos, no era necesa-
rio escribir un evangelio, una narración de estructura biográfica; hubiera
bastado escribir una carta, al estilo de aquella a los Hebreos, por ejemplo.
Vale decir que hay un aspecto biográfico, sin ser biografías, inclusive en el
sentido grecorromano.
Por otro lado, si se comparan los evangelios con los géneros literarios del
AT y la literatura judía, que desde el punto de vista religioso le es más afín al
cristianismo, pues éste la leía asiduamente y su cuna era judía, vemos que se
asemejan a las vidas de grandes personajes narrados allí, que son historias
de héroes en las que se destaca lo admirable, es decir el significado de su
actuación, y no los detalles exactos de lo sucedido. De hecho, las citas y
alusiones al AT en los evangelios los acercan.
Si miramos atentamente las narraciones de la vida de Moisés, Jueces,
Samuel, Saúl, David, Salomón y Elías en 1Samuel- 1Reyes, vemos que los
episodios relatados no interesan en sí mismos, sino lo que éstos reflejan
sobre la personalidad del héroe, lo que explican de su carácter y también de
su destino -siernpre interpretado desde su fe religiosa-o Leyendas como
Tobías, José y Asenet, la Vida de los Profetas (del s. I d.C.) que se asemejan
en forma y estilo a las historias de los reyes, ya las narraciones épicas como
Rut, Judit Y Ester, inclusive la parábola de Jonás, que pudiesen haber influi-
do en la presentación narrativa de Jesús que leemos en los evangelios, son
sólo remotamente semejantes desde la perspectiva literaria biográfica.
El recurso de los evangelistas al AT indica con meridiana claridad que
éstos no pretendían escribir una biografía como tal, sino lo que Marcos
mismo dijo al introducir su versión: "inicio del evangelio" (por eso empezó
citando a "el profeta Isaias", 1,2s): es lo que Pablo ya antes repetía como
contenido de su predicación: "el evangelio", no una biografía ni una historia
pasada". Se trata de lo que Dios ha hecho por la humanidad en y a través de
la persona de Jesús de Nazaret.
36 Dada la importancia concedida a la predicación de Jesús (Me 1,145),Yel hecho
de que Marcos escribió resaltando que la Revelación se daba en Jesús (el predica-
dor es predicado), de acuerdo con D. Dormeyer se le puede calificar como "una
biografía kcrigrnática" (Evangelium als literarische und theologische Gattung,
Darrnstadt, 1989, 188).
131
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACION A LOS EVANGELIOS
En resumen, si se comparan los evangelios con las biografías más o
menos coetáneas, y aun con los apócrifos, la diferencia salta a la vista. El
interés de los evangelistas no era biográfico (parenético) sino soteriológico
(fe), no era tampoco histórico sino teológico. Jesús no es modelo sino maes-
tro y kyrios. Por eso, si de historia se trata, no lo era según el género helénico
o romano sino más cercanamente el judío, es decir histórico-salvífica. Con
este trasfondo teológico están escritos los evangelios -por eso refieren al
AT-. Pero tenemos que recordar que Marcos, el primero de los cuatro, que
fue seguido de cerca por Mateo y Lucas, escribió para una comunidad de
cultura grecorromana, no hebrea"; sus lectores se guiarían básicamente por
los patrones literarios que conocían del mundo grecorromano, y pensarían
en términos del género bios, pero una "vida" especial en la que importa el
significado perenne del personaje (resucitado), más que su pasado histórico
como tal.
Conviene advertir aquí, una vez más, que una obra de la antigüedad no
debe ser juzgada con criterios modernos, ni nuestros conceptos deben ser
proyectados sobre ella. Cuando nosotros usamos el vocablo biografía lo
entendemos según nuestros patrones, no los helénicos o hebreos, aunque
se acercan a los de los romanos. Lo cierto es que, según nuestros patrones,
para ser catalogados como biografía, los evangelios deberían ser más impar-
ciales, dando menos importancia a las palabras de Jesús y más a los datos y
hechos objetivos, y deberían haber reducido a un mínimo la interpretación
teológica de Su vida. Pero eso son expectativas nuestras.
Algunas observaciones, además de las ya mencionadas, conducen a la
conclusión de que los evangelios na son ni se escribieron con el propósito
de ser primordialmente biografías de Jesús de Nazaret, en nuestro sentido de
la palabra:
a) Los evangelios difieren entre sí, e inclusive imposibilitan establecer una
secuencia de los acontecimientos. Muchos datos de tipo biográfico son
imposibles de armonizar cuando se toman en cuenta los cuatro evange-
lios.
37 Vea la descripción del autor y los destinatarios de Mc en el capítulo a él dedicado,
más abajo.
132
PROPOSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
b) Se observa una notable falta de interés por las coordenadas importantes
en toda biografía: lugares, fechas, nombres de los personajes que intervi-
nieron, etc. ¡Ni siquiera la muerte de Jesús está datada!
e) Los evangelios no dicen nada acerca del ambiente familiar, el crecimiento
y la formación de Jesús, su carácter y personalidad (incluyendo su apa-
riencia física). Piénsese en el famoso vacío entre su nacimiento y su vida
pública. Mucho de esto será proporcionado posteriormente por evange-
lios apócrifos.
d) No pocas veces, lo que se relata es cuestionable desde el punto de vista
histórico. Por ejemplo, las escenas del juicio de Jesús (ante Herodes, en el
Sanedrín, ante Pilato), los ultrajes, descritos con todo lujo de detalles: es
seguro que ninguno de los discípulos estuvo presente y mucho ocurrió
a puertas cerradas.
e) Aquello que es relatado, generalmente lo está en un estilo directo e inter-
pelante, que confronta al lector. Con frecuencia predominan las palabras
de Jesús sobre el relato mismo. Más que biografías, a menudo se impone
la impresión de estar ante una serie de protocolos de conversaciones,
diálogos, discusiones y discursos. Esto es evidente en el evangelio se-
gún Juan, que es tanto o más "evangelio" que los otros tres.
f) La figura del supuesto testigo desaparece del relato. De hecho, los evan-
gelios son concatenaciones de escenas, de origen muy diverso, con va-
cíos más o menos grandes entre no pocas de ellas. No son narraciones
continuadas.
g) El carácter fragmentario del material, el hecho de haberse seleccionado y
adaptado al auditorio, la secuencia artificial y arbitraria, las incoherencias
y tensiones tanto internas a cada evangelio como con los demás, son
otros tantos indicios que apuntan en otra dirección que la de una inten-
ción meramente biográfica y son éstos los que imposibilitan la composi-
ción de una biografía de Jesús en el sentido estricto. Esto salta a la vista
cuando se trata de reconstruir el nacimiento de Jesús en base a Le 1-2 y
Mt 1-2.
133
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
La mayoría de pequeñas unidades que sirvieron de base a los evangelios,
son en sí mismas de poco o ningún valor biográfico. Pensemos, por ejemplo,
en el que pueda tener un dicho o un relato aislado; y éstos son los "ladri-
llos" con los cuales se construyeron los evangelios. Para convencerse de
esto, bastaría tomar una perícopa cualquiera y leerla atentamente, anotando
las posibles incongruencias, las tensiones en el texto, la información que
necesitaríamos para su valoración como historia pero que no nos proporcio-
na el texto, los desacuerdos con los posibles textos paralelos en los otros
evangelios", Tomemos, por ejemplo, el relato de las tentaciones de Jesús en
Mt 4,1-11 Yparalelos en Le, 4,1-12 Y Me 1,12-13. Mientras que Marcos no
menciona un ayuno, los otros sí, e inician la primera tentación. Y, mientras
que Marcos no da ninguna razón para la ida al desierto, Mateo indica que lo
fue "para ser tentado por el diablo". Ninguno nos dice qué desierto era. Las
referencias al Espíritu, al diablo y a los ángeles, todos seres "espirituales", le
dan al relato más bien un carácter mitológico que biográfico. En cuanto a las
tentaciones mismas, no mencionadas por Marcos, lo que predomina es el
diálogo entre el diablo y Jesús, especialmente las respuestas de éste, que
van en forma de crescendo: la palabra de Dios - no tentar a Dios - adorar
sólo a Dios; además de la temática de cada tentación (el placer, el orgullo y el
poder), ¿quién fue testigo de estas conversaciones? Las traslaciones, del
desierto al Templo, y de allí a la cima de un monte (¿cuál?), pertenecen al
orden de lo increíble. Finalmente, ¿qué pasó después de que esta odisea
concluyó? Desde un punto de vista biográfico, éste, como otros relatos
tomados aisladamente, es difícilmente aceptable como tal, si bien Jesús pro-
bablemente pasó un tiempo decisivo en un lugar desértico, como luego lo
haría san Pablo, y en su vida sufrió múltiples tentaciones. Pues bien, el
conjunto de unidades autónomas, que han sido unidas entre sí y retrabaja-
das por el redactor, es lo que produce como efecto la impresión deseada, la
de ser una biografía de Jesús. Pero esto sólo es una impresión, y no el
propósito primordial de los evangelistas. Sobre la historicidad del contenido
de los evangelios nos detendremos más adelante.
Precisamente porque la Iglesia primitiva no se interesaba mayormente en
conservar los recuerdos de un pasado más o menos remoto, como simples
3M Todo esto se estudia mediante el método histórico-crítico, que es fundamental
para discernir la cuestión histórica. Sobre su importancia, vea el documento
vaticano La interpretación de la Biblia en la Iglesia ( 1993).
134
PROPOSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
memorias, no se preocupó en preservar muchos datos de corte histórico-
biográfico, y dejó grandes lagunas. Tampoco se interesó en exaltar a "su
héroe", como en las gestas heroicas. Para la Iglesia, Jesús no era simplemen-
te un modelo o un héroe del pasado, sino su Señor, y era a éste a quién
predicaba: un Señor vivo e interpelante aquí y ahora. El de ayer - hoy.
Valgan un par de observaciones adicionales. Ser cristiano significó, y
sigue significando, ser discípulo de Cristo, seguir el camino que él abrió e
indicó (Me 8,34). Por esta razón, entre otras, los evangelios fueron compues-
tos en forma de una biografía, que es el recorrido de un camino: la "vida"; la
de Jesús fue un camino que condujo a la Cruz ya la Resurrección. Jesús es,
más que su vida, "el camino". Este camino que esbozaron los evangelistas
no fue descrito periodísticamente, sino de manera que quedara estrecha-
mente entrelazado con sus implicaciones y su significación última para el
hombre ji-ente a Dios. Por eso, los evangelios son a la vez un llamado a la
conversión total y una guía en la vida del discípulo. Este camino no es para
ser "imitado" (a la manera de la conocida obra de Tomas a Kempis o del
remedo artístico), sino para ser seguido: "tú, ven y sigueme'?". Por ello los
evangelios son la actualización pertinente al aquí y ahora de sus destinata-
rios, del acontecimiento-Jesucristo. Son retratos, no fotografías de Jesús.
"Tú, ven y sígueme" es un llamado por el que Jesús conmina al hombre a
seguir el camino de la fe y de la transformación que lo acerque al reino de
Dios, proceso que Él mismo vivió: la conmiseración, la compasión, el perdón,
la tolerancia, la acogida del desvalido, que entre otras, eran manifestaciones
de esa motivación del amor que fluía de Él hacia los demás, y que sus segui-
dores deben asumir y manifestar en su actuar y en su visión del mundo".
39 Vea especialmente sobre esto M. Hengcl. Seguimiento y carisma, Santander,
1981; .J.M. Castillo, El seguimiento de Jesús, Salamanca, 1987; B. Fernández,
Seguir a Jesús, el Cristo, Madrid, 1998; J.D.G. Dunn, La llamada de Jesús al
seguimiento. Santander, 200 l.
40 El personaje quc se describe en esta forma cuasi biográfica ya la vez kerigmática
en la Buena Nueva es tan humano. que sus autores no dudaron en relatar también
las emociones perturbadoras a las que nadie ni Él mismo fue ajeno: la ira (los
mercaderes del templo), el miedo y la rebelión frente a los designios del destino
que le imponía su Padre (en la oración del Huerto) y hasta el caprichoso despre-
cio que mostró hacia la higuera sin frutos, a la que incluso maldice.
135

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
Los evangelios no fueron escritos como panfletos propagandísticos, con
el propósito de convertir a los no creyentes. No corresponden a ese género
literario, como algunos creen. Para empezar, hay que tener presente que no
existían muchas copias, y es muy probable que ninguno fuera escrito con la
intención de que fuese copiado. La mayoría, además, eran analfabetos. Más
aún, la terminología y los conceptos que hallamos en los evangelios presu-
ponen un mínimo de familiaridad con el cristianismo y con el trasfondo vete-
rotestamentario que se respira en ellos. Este hecho es fácil de comprobar.
Baste con poner en las manos de alguien que no está absolutamente familia-
rizado ni con el judaísmo ni con el cristianismo, una copia de cualquiera de
los evangelios, y preguntarle si comprende lo que está leyendo. Finalmente,
la cantidad de problemas a los cuales se dirigen muchas de las perícopas,
eran de interés tan sólo para las comunidades cristianas para las que fueron
escritas.
Podemos resumir lo expuesto hasta aquí afirmando que ninguno de los
evangelios es biografía en el sentido literario moderno. Lo que se resalta no
es lo ordinario de la vida de Jesús, sino lo extraordinario asociado a una
suerte de designio divino, destacado con citas y escenas que rememoran el
espíritu profético de las sagradas Escrituras. Lo que predomina es el signifi-
cado de los episodios narrados, lo que éstos dicen sobre la personalidad del
héroe, y no su verdad cronística verificable.
El calificativo "evangelio" para designar estas obras, como vimos, ya se
conocía desde temprano, antes que Marcos escribiese -por eso empleó el
vocablo en 1,I como conocido (usado a menudo por Pablo, por ejemplo). Si
hablamos del género evangelio para referirnos a Me, Mt, Le YJn, es porque
Marcos calificó así su obra (1, 1) Y los demás lo imitaron, además que luego
así fueron calificadas esas narraciones (euanguelion katá ... ). Lo novedoso
no es el contenido como tal, que ya estaba in nuce en el kerigma, y más
explícito en la predicación (cf. Hch 10,34-42), sino el hecho de ampliarlo
dándole la forma de una extensa narración en la cual, además, los persona-
jes cobran vida (hablan, actúan, sufren) y por tanto implícitamente interpe-
lan al lector. Esta novedad en la composición de un relato fue utilizada por
primera vez por Marcos (o quizás por un pre-Marcos), que centra su relato
en la Pasión -un punto central de la predicación junto con la Resurrección.
Los episodios que preceden la Pasión, provenientes de la tradición cristiana,
explican cómo y por qué motivos se llegó a ese trágico final, y resaltan a la
136
PROPOSlTO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
vez el sentido teológico y el valor soteriológico de ese hecho. Como dijo
Martin Kaehler, el de Marcos es "un relato de la Pasión con una extensa
introducción".
Los lectores grecorromanos ubicarían los evangelios en términos gene- .
rales dentro de la categoría de "vidas" (híoi). Pero, dado el tema mismo, y la
naturaleza de las fuentes usadas por los evangelistas (provenientes del ke-
rigma, la catequesis, la parénesis), constituyen una subcategoria especial,
la "vida de Jesús, el hijo de Dios", en algo afín a las "vidas de filósofos". Son
biografías en el sentido helenístico, más no en el moderno.
Sintetizando lo expuesto, los evangelios constituyen una categoría espe-
cial dentro de los géneros literarios que se caracteriza,fórmalmente por su
estructura de una biografía (género literario) que recorre la vida pública de
Jesús de Nazaret, con el peso puesto en la Pasión, y materialmente (conte-
nido dominante) por tratarse del mensaje salvífica de Dios revelado en la
vida del hijo de María de Nazaret, que concretiza las esperanzas mesiánicas
expresadas en el AT. Su finalidad es dar a conocer lo que Dios ha hecho en
favor de la humanidad en la persona de Jesucristo. Tienen elementos biográ-
ficos, pero no son biografías per se (según nuestros criterios y tal como
entendemos el vocablo nosotros); en ellos predominan sobre los datos his-
tóricos las interpretaciones teológicas, sin tratarse de obras de teología pro-
piamente dichas. Se trata más bien de composiciones literarias en forma
narrativa (como las biografías) que combinan un acontecimiento histórico
con la interpretación del mismo en términos de revelación divina. Quizás la
respuesta correcta a la pregunta por el género literario de los evangelios
-que no corresponde exactamente a ninguno de los que conocemos- es la
de una narración teológica en forma de biografla",
La tendencia a presentar más detalles de la vida de Jesús -como ya se da
en Le, comparado con Mc-, pero con episodios de carácter legendario o
41 Es común considerar el tema de los evangelios en términos de cristología. Sin
embargo, es Dios quien es el fundamento y referente último: Jesús predicaba el
reino de Dios, su mesianismo se fundamenta en las Escrituras inspiradas por
Dios, y Jesús es visto como el Hijo de Dios. Jesús es loque es por su relacióncon
Dios. Los evangelistas no pensaban en términos de dos naturalezas(humana y
divina) al presentar a Jesús, sino come una única persona: en vida, la humana.
137

LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
creaciones piadosas, se observa en algunas obras apocrífas (vea más aba-
jo). Tenemos, por ejemplo, los evangelios de Santiago, de Tomás, y Seudo-
Mateo dedicados a narrar los orígenes de Jesús, desde Joaquín y Ana hasta
la niñez del hijo de María, y el evangelio de Pedro que se concentra en la
Pasión y resurrección. Eso indica que había un creciente interés por cono-
cer más de la vida misma de Jesús, por la historia, insatisfechos con lo que
legaron los evangelios canónicos. Interés centrado más en lo biográfico que
en lo catequético, que es el motivo principal de los evangelios canónicos.
En resumen, los evangelios, como el kerigma mismo, se basan en hechos
de carácter histórico, el personaje central es real, y en ningún momento
quieren dar la impresión que se trata de un personaje mitológico, sino todo lo
contrario: Marcos reaccionó fuertemente contra esa tendencia. Vistos aten-
tamente, y tomando en cuenta nuestras observaciones sobre el material que
los evangelistas emplearon y la manera en que lo hicieron, se observa que,
debajo de la superficie biográfica. aparece un propósito más profundo en la
composición de los evangelios que hace que nos preguntemos, ¿cuál es. al
final de cuentas, el propósito de los evangelios?
7.2 Propósito de los Evangelios
La cuestión del género literario es inseparable de aquella del propósito
del mismo; son dos lados de una misma medalla. El uno es el medio para el
otro ". Para determ inar con precisión el propósito general de los evangel íos,
es necesario tener presente lo que hasta ahora hemos expuesto sobre ellos,
en especial su prehistoria y su trasfondo.
Si los evangelios son productos del evangelio oral, como venimos di-
ciendo, entonces no difieren en perspectiva, pues son testimonios de la fe
viva de comunidades concretas; de una fe que paulatinamente había ido
adquiriendo forma y expresión cada vez más reflexiva y responsable, sin
embargo no del todo libre de vicisitudes.
Puesto que los evangelios fueron puestos por escrito desde la fe, de la
cual son testimonios, y su propósito sólo se puede captar en términos de
<2 Vea la detallada exposición de esta correlación en G. Lohfink, Ahora entiendo la
Biblia, Paulinas, 1977. y E. Arens, La Biblia sin mitos. Lima. 2004, cap. 9.
138
PROPOSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
ella, no se les podrá comprender plenamente si no es leyéndolos con los ojos
de esa fe -cierto, una fe informada, debido a su condición de escritos cir-
cunstanciales y condicionados-, de la que brotaron. De lo contrario, serán
entendidos simplemente como recuerdos de un remoto pasado, que no es lo
que se propusieron compartir los evangelistas. Cabe añadir aquí que la fe
evangélica no se reducía a un asentimiento intelectual-cognitivo a hechos
del pasado, sino que era un compromiso con un Señor vivo y presente, de
quien se era seguidor y con quien se mantenían en comuníón.
Puesto que los evangelios, como su prehistoria, se propusieron presen-
tar a un Señor vivo, son adaptaciones y actualizaciones de las tradiciones
que tuvieron a mano. El que se pone de manifiesto en ellos es un Señor que
seguia hablando, interpelando, guiando, orientando, enseñando e instru-
yendo, al cual oraban, recurrían, y que estaba presente con sus discípulos
en las celebraciones comunitarias. La constante adaptación y actualización
que resultó de la conciencia de la presencia del Señor, se observa en las
diferencias que existen entre los evangelios.
Puesto que los evangelios se dirigían a los creyentes, respondiendo a
necesidades de afianzamiento y de orientación en la fe, contienen elementos
de catequesis y de instrucción paren ética, así como respuestas a diversos
problemas. Sin embargo, no pretendieron ser manuales de catequesis, de
predicación, de moral, o de apologética, aunque todos estos aspectos son
parte de ellos. Los evangelios son y se proponen ser la palabra del Señor que
se dirige a esta u otra comunidad, palabra que es llamado, exhortación y
orientación. El evangelista, inspirado, escribió consciente de la contempora-
neidad entre el Señor y su comunidad, al igual que nosotros que buscamos
en sus textos la palabra que el Señor nos dice hoy, es decir su actualidad,
cuando por ejemplo instintivamente decimos que "en este pasaje el Señor
nos / me dice que ...",
De lo expuesto se desprende una implicación: la tarea de adaptar y actua-
lizar el mensaje evangélico nunca podrá darse por concluida. Así como lo
hicieron los evangelistas (y el resto de los autores del NT), así también
debemos hacerlo nosotros. Si ese mismo Señor sigue vivo, presente en nues-
tro aquí y ahora, entonces es necesario entrar en un proceso hermenéutico
de constante actualización. De lo contrario, su palabra se convertiría en letra
muerta.
139
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
A través de los evangelios nos habla el Señor mismo. Los evangelios
presentan a Jesús hablando directamente, en lugar de resumir en forma na-
rrativa lo que dijera en talo cual ocasión. En lugar de leer "Jesús dijo que no
vino a llamar a los justos, sino a los pecadores", por ejemplo, hallamos
"Jesús dice: 'No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores' " (Me
2,17). No en vano encontramos en los evangelios un elevado porcentaje de
palabras y discursos en labios de Jesús. De éstos, algunos tienen probabili-
dad de remontarse a él, si bien son excepcionales los casos en que no hayan
sido modificados, debido principalmente a la imperfección del proceso de
transmisión de la tradición oral. Otros muchos, en cambio, tienen muy poca
o ninguna probabilidad de remontarse a él, siendo productos de la Iglesia
profética, como por ejemplo, todos los "yo soy (el camino, la luz, la vid, etc.)"
que se hallan exclusivamente en el evangelio según Juan, que son revelacio-
nes de identidad que se comprenden perfectamente como puestas en labios
de Jesús por parte de una Iglesia consciente de la identidad del Resucitado.
El Jesús que habló antaño, hablaba en el hoy del evangelista. Los evangelis-
tas presentaban al Jesús de ayer hoy.
Es notorio y significativo que los evangelistas mismos indicaron, explíci-
ta o implícitamente, su propósito. Así, el evangelio según Marcos empieza
con las palabras "Comienzo del evangelio de Jesús Cristo", lo que corrobora
que el autor consideraba su obra como un "evangelio", es decir, como la
Buena Nueva, que no es otra que el acontecimiento-Jesucristo que presen-
taba en su obra, porque la consideraba pertinente y significativa para su
auditorio. En consecuencia, Marcos anticipaba que no pretendía escribir
una biografía de Jesús, sino sobre la "buena nueva" que, más que en accio-
nes y palabras, se centra en la persona misma de Jesucristo, en quien depo-
sitó su fe, y sobre quien escribió. De hecho, su evangelio consta de dos
partes: ¿quién es Jesús? (1,2-8,30),y ¿cuál es su razón de ser? (8,31-16,8).
En el evangelio según Mateo el autor da a conocer el propósito primor-
dial de su obra al final de la misma, cuando en 28, 19s el Resucitado exhorta a
los suyos, ce••• hagan discípulos..., bautizándolos..., enseñándoles a guardar
todo cuanto les he mandado". La enseñanza se dirigía a los ya convertidos,
y ésta es lo que constituye el evangelio según Mateo. Es la enseñanza del
Señor mismo, no la de Mateo -él es sólo el portavoz, "profeta"-. El evange-
lio según Mateo es, de hecho, una obra de carácter eminentemente catequé-
tico y parenético que tiene como finalidad hacer discípulos y seguidores del
140
PROPÓSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
Señor, lo que conlleva, como se afirma en el Bautismo, un significado y unas
exigencias propias.
En el caso de Lucas, vemos desde el inicio de su obra el propósito que la
motiva: ee••• muchos han intentado componer una narración de las cosas que
se han cumplido entre nosotros (¡solidaridad con el pasado!), ... me ha pare-
cido también a mí, ... escribírtelo con orden, ilustre Teófilo, para que conoz-
cas la solidez de las palabras en que has sido instruido" (1,1-4). Su propó-
sito era fundamentar las enseñanzas ya impartidas a Teófilo, y a través de él
a su comunidad. Su cimiento se halla en el acontecimiento-Jesucristo ("las
cosas que se han cumplido entre nosotros"; Lucas escribió lejos de Judea!),
no en cuanto algo perteneciente al pasado, sino en cuanto a su actualidad
en su significación y exigencias. La certeza o "solidez" de lo que Teófilo
había aprendido, se la dio Lucas al situar las instrucciones (catequesis y
parénesis) en la vida misma de Jesús: no se trata de verdades o doctrinas en
sí mismas, sino del acontecimiento-Jesucristo como un todo. Lo que Lucas
presenta es la historia salvífica, del Señor para los hombres ("nosotros").
El evangelio según Juan también indica expresamente su propósito, al
final de la obra: " ...estas (cosas) se han escrito para que crean que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre"
(20,31). j Más claro no podía ser!
En resumen, los cuatro autores coinciden al redactar su obra, en hacer de
la Buena Nueva un testimonio defe, y tienen también en común la finalidad
de afianzar, extender y orientar la fe de sus destinatarios en Jesús el Cristo,
con el cual se hallan existencialmente comprometidos. Pero ese Jesús es el
histórico, no mítico. El Cristo no es otro que Jesús de Nazaret, ahora glorifi-
cado.
Para despejar posibles dudas que puedan haber sembrado estas páginas
sobre la naturaleza de los evangelios, permítaseme aclarar que su género
literario atestigua la importancia que la Iglesia concedía al Jesús de la histo-
ría". Si no hubiese estado interesada en la persona y la vida terrena de Jesús,
la Iglesia no hubiera producido "vidas de Jesús" (bioi), como describí págí-
43 Vea. capitulo aparte, la discusión de la relación entre evangelios e historia, y la
cuestión del Jesús histórico como tal.
141
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
nas arriba, sino más bien discursos de un revelador divino al estilo de los
evangelios gnósticos o alguna carta al estilo de Hebreos. El simple hecho de
que los evangelistas escogieron expresarse -jncluido Juan- mediante un
"evangelio", con estructura narrativa y marco cronológico real, indica que
hay una vida histórica real en la base de los testimonios allí expresados, la de
Jesús de Nazaret.
7.3 Conciencia de fa presencia de Jesús
Tanto la modificación de los dichos que probablemente se remonten a
Jesús de Nazaret, como la puesta en sus labios de otros tantos que no se
remontan verbalmente a él, obedecieron fundamentalmente a la conciencia
de la presencia siempre actual y hablante del Señor, que no es otro que Jesús
de Nazaret ahora glorioso. Para los evangelistas existía una continuidad sin
interrupción entre el Jesús de entonces y el de ahora, el de antes y el de
después de la Resurrección: es el mismo Jesús que seguía hablando y orien-
tando.
Los evangelistas dejaron claros indicios de la conciencia de la presencia
del Señor entre ellos. Así, después de la Transfiguración (glorificación anti-
cipada de Jesús), se oyó una voz del cielo que proclamaba: "Este es mi Hijo
amado; escúchenle" (Mc 9,7 par.), refiriéndose al Señor glorificado que ha-
bla, quien es a quien se debe escuchar. Pero, ¿cómo habla? Por medio de sus
"profetas" en la comunidad. En Le 10,16 leemos: "Quien a ustedes escucha,
a mí me escucha", refiriéndose a los enviados del Señor (Le 10, I ss). En el
evangelio según Mateo encontramos dos menciones explícitas de la con-
ciencia de la presencia siempre actual del Señor en la comunidad. La primera
en 18,20, donde leemos la afirmación que "donde están dos o tres reunidos
por razón de mi nombre, allí estoy yo entre ellos". Y al concluir el evangelio,
el Resucitado exhorta a sus discípulos a enseñar lo que él les mandó, asegu-
rándoles: "yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". En el
evangelio según Juan también encontramos indicios de esa misma concien-
cia de la presencia del Señor entre ellos, en textos tales como 14,18ss: "No
les dejaré huérfanos; vendré a ustedes ... ", y en 14,26, "El Paráclito, el Espí-
ritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todo, y les
recordará cuanto les he dicho" (vea también Le 24,45; Me 4,9; Mt 7,24; Jn
10,27; 12,47s; etc.). Todas estas referencias se dirigían al auditorio de los
evangelistas, no al que Jesús de Nazaret había tenido ante sí -que de poco
142
PROPÓSITO y NATURALEZA DE LOS EVANGELIOS
serviría ahora-. Note que emplean los tiempos verbales presente y futuro,
mas nunca el pretérito. En resumen, el Señor seguía hablando a sus seguido-
res y simpatizantes, por medio de la boca profética de sus líderes, guiados e
inspirados por su Espíritu.
Al poner ciertas palabras en los labios de Jesús, éstas adquirían todo el
peso y la autoridad de aquel en cuyo nombre se estaban pronunciando.
Muchas de esas palabras y discursos que Icemos en los evangelios, explici-
tan el significado profundo del acontecimiento-Jesucristo, significado que
los discípulos fueron lentamente descubriendo, inspirados por el Espíritu
Santo, como lo dan a entender las múltiples alusiones a la incomprensión por
parte de los discípulos.
Tanto las actualizaciones como las palabras puestas en labios de Jesús
no son, históricamente hablando, reproducciones del pasado, por lo tanto
son inauténticas; pero, desde el punto de vista del propósito y la naturaleza
de los evangelios, cristologicamente hablando, son auténticas. De haberse
limitado a aquello que históricamente Jesús dijo y exactamente Como lo dijo,
la tradición eclesial hubiera reducido el acontecimiento-Jesucristo a un acon-
tecimiento totalmente del pasado, sin mayor validez para el hombre en su
aquí y ahora concreto. Pero los evangelistas no se propusieron presentar a
un Jesús que(zw, ni tampoco en primer lugar demostrar que es alguien que es
Hijo de Dios, el mesías, el Profeta, etc., sino más bien presentar a un Jesús
que es alguien para alguien, es decir su significación e implicaciones salví-
ficas para las personas -no es una cristología óntica, sino relacional-.
¿Qué garantía podemos tener de que las palabras del Señor en los evan-
gelios sean cristológicamente auténticas? Los evangelios fueron reconoci-
dos por la Iglesia como normativos (canon), como expresiones auténticas de
Jesús el Señor, porque exponen la fe que desde antaño sustentaba y expre-
san la intención de Jesús de forma consistente con el testimonio de sus
discípulos. Para la Iglesia naciente, fue de vital importancia que quien tomara
el lugar de Judas hubiese sido testigo de ese acontecimiento para poder ser
incluido en el círculo de los apóstoles (vea Hch 1,21 s). Posteriormente, para
ser miembro de la Iglesia continuó siendo indispensable estar en estrecha
comunión con la tradición apostólica.
143
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
Así pues, los evangelios se hallan en el mismo cauce de Jesús de Nazaret,
completando lo que él físicamente no pudo hacer, dando expresión a las
perspectivas trazadas por él: hay una continuidad de contenido e intención
-garantizada por la presencia del Espíritu (inspiraciónj-, en la discontinui-
dad del tiempo y de las circunstancias. Toda garantía es sólo aceptable
dentro del marco de la fe, y en el cauce de la tradición cristiana. Jesús es para
la Iglesia alguien que seguía actuando (Me 16,17s; Jn 14,12; Hch 3,6ss:
4,29s; 5,16; 8,7).
8. Los autores de los evangelios
La tradición ha supuesto, desde muy temprano, que los evangelios fue-
ron escritos por testigos oculares de aquello que relatan (Mt, Jn), o por
discípulos inmediatos de éstos (Me, Le), Esto está estrechamente relaciona-
do a otro supuesto: que los evangelios son biografías de Jesús. Con ello
supuestamente está garantizada la veracidad histórica de todo lo relatado en
los evangelios. ¿Es esto así?
Por un lado, hay que tener presente el proceso de evolución que va
desde el kerigma hasta la composición de los evangelios, del cual sus auto-
res son tributarios. No hay que olvidar tampoco el papel formativo de las
diversas situaciones vitales, ni el hecho de que los evangelios ni son ni
pretendieron ser primordialmente biografías de Jesús de Nazaret. Por otro
lado, si los autores de los evangelios fueron testigos presenciales, o discí-
pulos de éstos, ¿cómo explicar que Mateo y Lucas dependieran de Marcos
(quien no fue testigo) y de la fuente Q para la mayoría de su material? ¡Un
testigo no necesita apoyarse en fuentes para escribir acerca de lo que él
mismo ha vivido! Más aún, ¿cómo explicar las varias redacciones y las ten-
siones, tanto internas como externas, entre los evangelios? Incluso, desde el
punto de vista de la fecha de la composición final de los evangelios, halla-
mos materia para la reflexión.
Los evangelios según Mateo y Juan son los únicos asociados a apósto-
les de Jesús. Marcos y Lucas no lo fueron. El evangelio según Marcos, el
más antiguo, se escribió hacia el año 70. La versión de Mateo se escribió en
la década del 80 y la de Juan a inicios de la del 90. Si a ello le restamos 30 años
144
Los AUTORES DE LOS EVANGELIOS
(fecha aproximada de la vida pública de Jesús), y asumimos que siguieron a
Jesús cuando tenían unos 20 años de edad, ¿qué edad debían de tener
cuando compusieron sus evangelios? Mateo por lo menos 70 años, y Juan
sería octogenario --edades excepcionales en esa época.
Más adelante estudiaremos detenidamente la autoría de cada uno de los
cuatro evangelios canónicos. Por ahora valga aclarar que en ninguno de
ellos su autor se identifica. El prescrito "evangelio según (katá) Marcosl
Mateo/Lucas/Juan" fue añadido a inicios del siglo segundo para distinguir-
los; en él se expresa la perspectiva del autor mencionado, pero no se pronun-
cia sobre su autoría (no es el "evangelio de ..."). La asociación obra-nombre
ciertamente no fue caprichosa o fortuita, sino producto de una tradición.
Cabe pensar que los evangelios se asociaron a los nombres que conocemos
en base a la identificación de la comunidad donde surgió talo cual evangelio
con, ya sea su fundador o garante, o un miembro representativo y líder en
dicha comunidad.
De los cuatro nombres asociados con los evangelios, tan sólo dos co-
rresponden a discípulos de Jesús: Mateo y Juan. Marcos es tradicionalmen-
te asociado con Pedro, y Lucas con Pablo (que no fue testigo presencial de
Jesús). La asociación de escritos con nombres de discípulos se observa
igualmente en los apócrifos: Evangelios según Tomás, Felipe, Pedro, Santia-
go, etc. Así como en la Edad Media, ya en la antigüedad era frecuente el uso
de seudónimos para firmar una obra, por lo general el de un nombre famoso.
Ello obedecía a dos razones. Por un lado, el autor hacía aceptable su obra, al
mismo tiempo que con ella honraba al personaje cuyo nombre tomaba pres-
tado. De otra parte, la obra había sido escrita en la vena del pensamiento de
la persona bajo cuyo nombre se presentaba, la cual la aprobaría. Estas razo-
nes han podido estar en la base de las asociaciones de nuestros evangelios
con Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Con ello se les impregnaba con un sello
de garantía de ortodoxia apostólica, que los hacía dignas de confianza; un
factor que jugó un papel importante al momento de decidir sobre el canon.
Dos observaciones finales. Primero, en cuanto a los supuestos autores,
no sabemos prácticamente nada acerca de ellos (con excepción de Juan).
Aun si fuesen discípulos de Jesús, o cercanos de ellos, los evangelios se
presentan primordialmente como testimonios de fe en un Señor presente
aquí y ahora, no como memorias del pasado. Segundo, el valor de una obra
145
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIO:" .A LOS EVANGELIOS
no depende del nombre o la calidad del autor, sino de su contenido. La
trascendencia e importancia de los evangelios se halla en su contenido de fe,
no en su autoría, ni en la posible calidad de testigo de los hechos que se
atribuya a sus autores. Todos conocemos obras escritas por personajes
famosos que no valen casi nada, y también conocemos obras de autores
desconocidos (por ejemplo, el Cantar del Mío Cid) que son de gran valor
literario.
9. Fechas y lugares de composición
La fecha y lugar de composición de cada uno de los cuatro evangelios
será estudiada más adelante, cuando nos detengamos en ellos. Sin embargo,
valgan algunas observaciones al respecto en este momento.
Quizá parezca de poca importancia conocer la fecha y el lugar de compo-
sición de cada uno de los evangelios. Sin embargo. fácilmente se compren-
derá su importancia cuando se considere su relación con el acontecimiento-
Jesucristo que ocurrió históricamente en el primer tercio del primer siglo en
Judea (o Palestina), y la distancia cronológica y geográfica con respecto a
los evangelios, que explica una serie de aspectos que los caracterizan. Un
evangelio escrito en la década del 40 en Judea, tendría notorias diferencias
con otro de fines de siglo en Roma. Como ya observamos repetidas veces,
cualquier obra está condicionada por el tiempo histórico y por las circuns-
tancias ambientales en los que es compuesta.
Cuanto más cercana a los hechos que se narran, mayor será la confiabili-
dad histórica de la obra. especialmente si los testigos viven cerca; cuanto
más distante, mayor facilidad para entretejer las interpretaciones, y profun-
dizar en su significado y contenido. Si conocemos el tiempo y el lugar de
composición, podemos familiarizamos y percibir la influencia del mundo en
el que la obra en cuestión fue compuesta.
Lamentablemente, ninguno de los evangelistas indicó la fecha y el lugar
de composición de su obra. ¿Cómo, entonces, podemos determinarlos?
Mediante la observación atenta de ciertos detalles en la obra misma, que
inconscientemente, cual huellas digitales, revelan algo del mundo de su
146
FECHAS y LUGARES DE COMPOSICiÓN
composición, del momento histórico y las circunstancias que vivían sus
autores al redactar su obra. El estudioso investiga si hay alguna correlación
entre determinadas afirmaciones o alusiones en la obra con la realidad en el
imperio romano. Es una tarea de "detectives" que los estudiosos han lleva-
do a cabo, y nos permite llegar a ciertas conclusiones o a formular una
hipótesis.
Una nota parentética: en algunos círculos la cuestión de la datación de
los evangelios es de vital importancia para su interpretación historicista de
los mismos, como lo ilustra la siguiente afirmación: "Si los evangelios han
sido redactados después del año 70 (como sostiene la mayoría de exégetas
críticos), esto significaría que quienes escribieron los Evangelios se encon-
traban muy lejos de los hechos que narraban (40,50,60 años o más), tan lejos
como para no estar en condición de reconstruir prácticamente nada de lo
realmente acontecido en los tiempos de JesÚs"44. Pero, ¿acaso el haber sido
escritos después del año 70 implica necesariamente falta de fidelidad histó-
rica, o el haber sido escritos en la década del40 garantiza fidelidad histórica?
Más seriamente, ¿de dónde se deduce que la fidelidad histórica era el interés
primordial de los evangelistas (ni siquiera en Le 1, 1-4)? ¿No será éste un
supuesto infundado? Por otro lado, ¿qué nos revela la comparación sinópti-
ca de los evangelios en cuanto a fidelidad histórica, p. ej. entre Me y Jn,
como hemos visto más arriba y retomaremos en el capítulo dedicado al cuar-
to evangelio? Para algunos, el trocito de Qumrán que supuestamente sería
del evangelio según Marcos (7Q5) respaldaría su suposición de que data de
los años 40, y no posterior como sostiene la exégesis histórico-crítica".
Las razones de fondo para estas preocupaciones, comunes en círculos
fundarnentalistas, no son de índole científica o por la historia como tal-que
también preocupa a todo exegeta- sino de carácter ideológico: la defensa de
sus posturas dogmáticas. Su lógica es como sigue: si la fecha de composi-
ción es temprana, entonces está garantizada la fidelidad histórica de lo que
44 Comunión y Liberación, De la tierra a las gentes, Madrid 1998, 62 (énfasis mío).
Como prueba para una datación temprana remite a "el análisis histórico (=?), los
datos arqueológicos (=?) y los papiros más antiguos", sin mencionar uno solo,
excepto el dudoso 7Q5 (p. 57).
45 Vea al respecto la discusión en el capítulo dedícado a Me, el apartado sobre la
datación.
147
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACIÓN A LOS EVANGELIOS
Jesús exacta y precisamente hizo, y no es producto de una interpretación
de la tradición; por lo tanto, debe tomarse al pie de la letra y -en sintonía
con su particular idea de tradición en términos de invariabilidad- debe acep-
tarse sin variaciones ni adaptaciones a otras culturas o momentos históri-
cos. Es un postulado que para ellos debe aceptarse "sin dudas ni murmura-
ciones". Pero la afirmación de que los evangelios reportan con fidelidad lo
que Jesús dijo e hizo, es decir la exactitud cronística, se estrella contra las
simples observaciones sinópticas que estamos viendo, cuando se compara
un evangelio con otro, se observan sus particulares tendencias, y se les
ubica en sus contextos histórico-religiosos.
10. Los destinatarios de los Evangelios
Instintivamente tendemos a acercamos a los evangelios como si éstos
hubiesen sido escritos para nosotros, o como si sus autores nos hubiesen
tenido en mente. Sin embargo, la realidad es diferente. Los evangelios fueron
escritos para personas bien concretas, que vivieron en un tiempo y un mun-
do bastante lejano del nuestro. Sus autores estaban inmersos en situaciones
vitales concretas y escribieron teniendo en mente las circunstancias, pre-
ocupaciones y necesidades que vivían en aquel entonces, a las cuales res-
pondieron y que se descubren fácilmente en la obra misma. Recordemos que
los evangelios son documentos históricamente situados que respondían a
necesidades de un momento histórico único e irrepetible, y fue a ese momen-
to y a ese auditorio al que se dirigían. Sobre su valor normativo para el
presente volveremos más adelante.
Cada uno de los evangelios fue escrito tanto para creyentes de una deter-
minada comunidad, como para los que dudaban y los que simpatizaban con
el cristianismo. No fueron escritos para extraños. Esto lo muestran tanto el
propósíto de los evangelistas, como el hecho de que las preocupaciones y
problemas, así como el lenguaje y los conceptos que emplearon, conocidos
sólo para un "iniciado", son aquellos propios de la comunidad cristiana.
Fueron escritos de la comunidad y para la comunidad.
No olvidemos que en aquel entonces no había imprentas, y que no
fueron folletos que se distribuían masivamente para convencer a los paga-
148
Los DESTINATARIOS DE LOS EVANGELIOS
nos o a los no creyentes en general. Las pocas copias que se hicieron
fueron preservadas celosamente en las comunidades, especialmente para
su lectura pública durante las reuniones comunitarias. El evangelio según
Mateo fue escrito para su comunidad, aquel según Marcos para la suya, y
así los otros dos.
En resumen, los evangelios son documentos histórica y culturalmente
condicionados, que no fueron escritos para nosotros hoy, diecinueve siglos
más tarde, sino a sus destinatarios que vivían circunstancias concretas, que
nada tienen que ver con las nuestras. Esto se observa ya en las adaptacio-
nes que los evangelistas hicieron de las tradiciones a sus propias situacio-
nes vitales. Nosotros nos damos cuenta claramente del resultado de este
hecho cuando, al leerlos, sentimos que estamos entrando en un mundo
diferente al nuestro, que no tocan nuestros problemas e inquietudes, que no
emplean nuestras categorías, y que incluso emplean un lenguaje que, cultu-
ralmente, no es el nuestro. En otras palabras, que los evangelios no fueron
escritos con nosotros en mente, se observa desde el momento en que nos
cuesta comprenderlos, y que es necesario escribir introducciones y comen-
tarios a ellos.
Puesto que los evangelios no fueron compuestos para nosotros, no pro-
ducen el mismo efecto que entonces, y no son comprensibles hoy como lo
fueron para su auditorio original, al cual se dirigían. Tomemos, por ejemplo,
el símbolo del "reino de Dios" y las parábolas que se refieren a él. No los
comprendemos en sus términos originales, pues provienen de una cultura y
un trasfondo diferente del nuestro, y necesitamos que alguien nos explique
y enseñe incluso su sentido y su propósito. Por eso, para comprender los
evangelios (al igual que toda la Biblia), tenemos que familiarizamos con esa
cultura y con esa historia pues su comprensión no es fácil, aunque sepamos
leer. Para comprenderlos en su intención original, queramos o no, tenemos
necesidad de ayuda y de orientación. Cuanto más familiarizados estemos
con ellos y su mundo, más nos dirán y mejor los comprenderemos. Para
escuchar, comprender y dialogar con los evangelios, somos nosotros quie-
nes tenemos que acercarnos a ellos.
Si bien los evangelistas escribieron directamente para sus respectivas
comunidades, no consideraron que sus obras se limitaran exclusivamente a
sus auditorios inmediatos. Marcos contemplaba la propagación de su ver-
149
 LA ETAPA ESCRITA: DE LA PREDICACiÓN A LOS EVANGELIOS
sión del evangelio por todo el mundo, como lo deja entrever al final del relato
de la unción de Jesús en Betania: "Dondequiera que se proclame el evange-
lio en todo el mundo, se hablará también de lo que ésta (la mujer que lo
ungió) ha hecho, en memoria suya" (14,9). Mateo expresó su intención uni-
versalista al referirse a las persecuciones, en 24, 14: "este evangelio del reino
será predicado en toda la tierra como testimonio para todos los pueblos". A
ello se refiere el mandato último del Resucitado: "Yendo, hagan discípulos a
todas las naciones bautizándolas..." (28, 19s). Si bien se dirigía directamente
a su comunidad, Mateo no limitó su concepto de Iglesia a su comunidad,
sino que se refería al cristianismo como totalidad (16, l8s); las instrucciones
de Jesús a sus discípulos eran válidas para todas las comunidades de todos
los tiempos. El reino de Dios, como el juicio final, es de alcance universal.
Lucas es el evangelista que más consistentemente se refería a un cristia-
nismo universal, como se observa claramente en su composición de Hechos
de los Apóstoles: "serán testigos míos en Jerusalén y en toda Judea y Sama-
ría y hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8); es también el encargo del
Resucitado antes de su ascensión (igualmente Le 24,47: "en su nombre ha-
bía de predicarse la conversión para perdón de los pecados a todas las
naciones"). Lucas mostró una clara preocupación con la tarea misionera, lo
que significa que su evangelio debía servir de estímulo (junto con Hechos)
para ello. No pretendió suplantar la "narración de las cosas que se han
cumplido entre nosotros" compuesta por otros, sino más bien componer
una narración que le permitiese a Teófilo ver "la seguridad de las palabras en
que ha sido instruido" (1,1-4). Aunque Juan escribió su evangelio pensando
casi exclusivamente en su comunidad, mucho más que los demás, dejó entre-
ver que no se restringía a ella, especialmente en el discurso de despedida
(cap. 13-17), donde destacan las promesas del Paráclito a sus discípulos
(esp. 14,16s.25s; 16,8-11). Los evangelistas estaban conscientes de que la
presencia del Resucitado era la presencia de un Señor universal, no regional.
Si bien, como hemos visto, los evangelios no fueron directa y específica-
mente escritos para nosotros, no por ello tienen nada que decirnos. Los
evangelios siguen siendo Palabra de Dios, pero en palabras dichas por hom-
bres concretos (los evangelistas), con todo lo que esto implica para nuestra
fe en el acontecimiento-Jesucristo.
150
Tercer movimiento
CUESTIONES HERMENÉUTICAS:
DEAYERAHOY
H asta ahora h.em.os concentrado nuestra aten.ción en el desarrollo y los
aspectos mas Importantes de la trayectoria que va desde Jesús de
Nazaret hasta la redacción de los evangel ios. Sin embargo, en el transcurso
de nuestra presentación, posiblemente el lector se habrá planteado pregun-
tas de fondo, más profundas, en torno a la naturaleza de los evangelios. A
algunas de éstas volvemos ahora nuestra atención. Trataremos cuestiones
de no poca importancia para la comprensión de los evangelios como palabra
de Dios expresada en palabras de hombres.
1. El problema del lenguaje
Lo primero que nos sale al encuentro, al tomar contacto con los evange-
lios, ya sea al leerlos o al escucharlos, es que son textos, formulados en un
lenguaje determinado, el de sus escritores. El lenguaje es un medio de comu-
nicación, por lo que es necesario y perfectamente justificado su estudio
desde el punto de vista literario y lingüístico.
J.J La comunicación lingütstica
Informaciones, conceptos, ideas, vivencias, etc., se comunican mediante
el lenguaje. Este puede ser hablado, escrito, gesticular, u otro. La Buena
Nueva fue comunícada al principio en forma oral, y posteriormente también
en forma escrita. Lo que hemos heredado es su forma escrita, de modo que
hoy nos hallamos confrontados con textos.
El lenguaje es esencialmente un sistema de signos; es el medio o vehículo
que nos remite a aquello que quiere SIgnificar. Como todo signo, el lenguaje
apunta a otra cosa, a aquello a lo que nos refiere. Una luz roja en un cruce no
151
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
es un adorno, sino una señal que por un acuerdo consensual nos da la
orden: "alto, pare". La palabra "mesa" no es un compuesto de cuatro fone-
mas (m-e-s-a), sino un conjunto de ellos que se refiere a un mueble que todos
conocemos, y empleamos esa palabra cuando nos referimos a ese mueble.
Ahora bien, comprender es captar la significación que el emisor desea co-
municar mediante el lenguaje que emplea: "comprendo lo que quiere decir-
me". Mientras el símbolo empleado signifique la misma realidad para el emi-
sor y el receptor, cumple su función de medio adecuado de comunicación.
Por eso es posible la comunicación mediante palabras dentro de una misma
cultura y con el mismo lenguaje.
El lenguaje está culturalmente condicionado. Los signos que lo consti-
tuyen cumplen su función como medios adecuados de comunicación dentro
de la cultura que los ha constituido precisamente como signos convencio-
nales. Con el cambio de cultura. o con el transcurrir del tiempo, la significa-
ción de estos signos que constituyen el lenguaje suele cambiar. Esto es,
indudablemente, parte de nuestra experiencia, y es una de las limitaciones
del lenguaje convencional-al margen del problema de los idiomas-. El térmi-
no "burguesía", por ejemplo, en la Edad Media se refería a los habitantes de
la ciudad (burg), pero hoy se refiere a la gente acaudalada. El térm ino "cuer-
po" (utilizado por Jesús en la institución de la eucaristía), en el mundo pales-
tino se refería a la persona total desde el punto de vista de su comunicabili-
dad, pero en el mundo griego (igual que entre nosotros) se refería a la mate-
rialidad: "Esto es mi cuerpo", en labios de Jesús (palestino) significaba "esto
soy yo en cuanto comunicable", por eso se entregó a sus discípulos bajo la
forma del pan.
El hombre se expresa según las concepciones que tiene del mundo, de sí
mismo, y de lo trascendental. Aquel que sostiene que el cuerpo es la prisión
del alma (visión platónica), hablará de ello como si se tratase de una realidad
indiscutible. En consecuencia, lo primero que es necesario asegurarse, es la
comprensión lingüística de aquello que se lee (o escucha). Cuando no se
comprende talo cual término o expresión, especialmente si proviene de otra
cultura, se impone recurrir a un diccionario que explique su significación en
el contexto de la cultura en que ha sido empleado.
Aunque el emisor y el receptor sean coetáneos y participen de una misma
cultura, empleando un mismo lenguaje, la manera de comprender un mensaje
152
EL PROBLEMA DEL LENGUAJE
a menudo difiere entre ellos. Esto se debe al hecho de que la comunicación
lingüística conlleva una interpretación: el emisor comunica el mensaje de la
manera en que él lo ha comprendido y con los términos que él mejor conoce,
y el receptor lo comprende según su interpretación de lo que se le comunica.
Esto también es parte de nuestra experiencia, y sobre ello ya nos hemos
detenido cuando hablamos de la tradición oral. Lo importante es tomar con-
ciencia de que es necesario comprender bien lo que el emisor (el evangelista)
quiso comunicar, no sea que lo interpretemos incorrectamente, especialmen-
te por la distancia cultural que nos separa. Ésta es la labor que desempeña el
exegeta, y se encuentra en los comentarios bíblicos.
Por darse mediante signos, la comunicación lingüística ofrece una gama
de posibles significaciones en tomo a un mismo signo o vocablo: a menos
que sea unívoco, presenta una gama de connotaciones. Las diferentes de-
notaciones y connotaciones de un vocablo son precisamente las que halla-
mos en los diccionarios. El contexto en el cual se emplea un vocablo, sea el
literario, cultural o ideológico, determina su significado preciso. El término
"Reino de Dios", por ejemplo, es susceptible de varias connotaciones: para
unos es un mito, para otros una realidad temporal (incluso topográfica), y
otros lo entienden en un sentido espiritual. Lo cierto es que este término ni
expresa adecuadamente la realidad a la que nos remite, ni la abarca en su
totalidad; por ello Jesús lo presentó mediante diferentes parábolas.
Una lectura atenta de los evangelios revela que el lenguaje y las catego-
rías que emplearon sus autores, su concepción del mundo, del hombre y de
lo trascendental, no eran los nuestros. La distancia cultural nos resulta bas-
tante evidente; hoy se hubiesen escrito con un lenguaje y en categorías
diferentes. No sólo fueron escritos en otro idioma (griego) y con frecuencia
reflejan un modo de pensar que mezcla lo semítico con lo griego, sino que
incluso las imágenes empleadas provienen de un contexto distante del nues-
tro. ¿Qué significa para el hombre de hoy el término "Reino de Dios", las
expresiones "hacer la verdad" y "negarse a sí mismo", etc.? ¿Qué le pueden
decir al hombre de la ciudad las imágenes tomadas del campo? ¿Significan lo
mismo para nosotros las imágenes de la Biblia (a menudo con un trasfondo
veterotestamentario) que para sus destinatarios originales? En síntesis, ¿po-
drán comprenderse los evangelios sin un mínimo de información que nos
sitúe en su mundo, en su contexto cultural?
153
 CUESTIOI"ES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
Los evangelios no son un compendio de ideas o de conceptos. Su len-
guaje no es filosófico ni abstracto, sino más bien concreto y vivencial, con
abundancia de imágenes y de narraciones. El breve episodio después del
bautismo de Jesús, por ejemplo, según el cual "saliendo de dentro del agua,
vio los cielos que se desgarraban y al Espíritu como una paloma que bajaba
a él. Yuna voz, de los cielos: 'Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido?'
(Me 1,1Os), es la manera narrativa e imaginada de decir aquello que en forma
conceptualizada equivale a la afirmación que "la misión de Jesús le venía
del Padre"; por ello se sitúa al inicio de su vída pública y "la voz" es, eviden-
temente, la del Padre. Como se ve en este ejemplo, la comunicación mediante
referencias a realidades concretas y visuales es más fácil de comprender que
aquella a través de conceptos abstractos, al mismo tiempo que el lenguaje de
imágenes es más fácil de reinterpretar que el de conceptos. Jesús mismo
recurrió con frecuencia a metáforas y parábolas, y los evangelios han preser-
vado esa manera de expresarse como algo que le era connatural. La gente
sencilla, como los niños, comprende por imágenes, no por abstracciones, y
fue para ese tipo de gente para quienes Jesús hablaba y los evangelistas
escribieron.
Lamentablemente, por un lado, es común tratar los evangelios como bio-
grafías de Jesús y exposiciones de verdades atemporales. Por otro lado, con
frecuencia se interpreta el lenguaje de imágenes de una manera demasiado
literal, sin estar conscientes que es aquél propio de otra cultura: se leen los
evangelios (y la Biblía en general) como si hubiesen sido escritos aquí y
ahora. Los evangelistas, como Jesús, emplearon el lenguaje convencional
de sus tiempos, pues sólo así podían comunicarse con sus respectivos audi-
torios.
1.2 Texto y contexto
El término "infierno" connota sufrimiento, negación, desgracia, pérdida,
etc. El contexto en el cual se emplee determinará la connotación que se le
deba atribuir: "esto es un infierno", "cuesta un infierno de plata", "vive en
los quintos infiernos". Hemos hablado anteriormente del contexto cultural
dentro del cual se emplea el lenguaje, y en el cual se debe comprender al
escritor. Puesto que es muy frecuente leer textos bíblicos desencarnados de
sus contextos literarios, lo que permite darles significados otros que los que
154
Er, PROBLEMA DEL LENGUAJE
tienen en sus contextos, queremos detenernos ahora en este importante
aspecto para la lectura de los evangelios.
Existe una estrecha relación significativa entre un texto y sus contextos,
entre ellos el literario. Las palabras suelen darse en frases, las frases en
párrafos, y los párrafos en una obra, siendo cada uno el contexto del otro -
la frase es el contexto de la palabra, el párrafo lo es de la frase, etc.- Tene-
mos, pues, una serie de contextos literarios, desde el más inmediato hasta
los más amplios y totalizantes. Es extremamente importante tener presente
la relación texto-contexto para la correcta interpretación de un pasaje evan-
gélico. Pero lamentablemente se suele olvidar este simple hecho, y así, es
muy frecuente comprobar que se toman pasajes de la Biblia y se citanfuera
de su contexto, dándoles un significado que no tienen dentro del esquema,
mentalidad y cultura en los que fueron escritos. El dicho: "Si tu ojo derecho
te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti; etc.", en sí mismo parece ser un
mandato o una prescripción. Pero, en el contexto de Mt 5,29 es una exhorta-
ción a no codiciar la mujer del prójimo, y en el contexto de Mt 18,9 el mismo
dicho es una exhortación a evitar escandalizar a los miembros más débiles
de la comunidad.
El contexto más amplio y totalizante es el evangelio como unidad. Cada
evangelio presenta una determinada perspectiva, una teología y cristología
propias, de modo que cada perícopa (dicho o relato) hay que entenderla
dentro del contexto del evangelio donde se encuentra: ¿qué quiso comuni-
car Mateo (Marcos, Lucas, o Juan, según sea el caso) en esta perícopa?
¿Cómo la comprendió él? Además, el evangelista adoptó un cierto orden en
la composición de su obra: puso las perícopas en una determinada secuen-
cia, a menudo diferente de otro evangelista, no por casualidad, sino porque
el escritor quería que el texto o perícopa en cuestión fuese comprendido
dentro de ese contexto.
De lo hasta ahora expuesto, se podrá tener una idea de una parte del
problema lingüístico-comunicativo que presentan los evangelios (y la Biblia
en general). Su lenguaje tiene que ser comprendido como lo que es, como
medio de comunicación. Si no se entiende bien el lenguaje, mal se podrá
comprender el mensaje.
155
 CUESTIONES IIERMENÉUTICAS: DE AYER A 1I0Y
EMISOR - - - - - ---. LENGUAJE - - - - - ---. MENSAJE
El problema lingüístico no se resuelve totalmente ofreciendo traduccio-
nes que empleen equivalentes modernos a giros antiguos, si bien pueden
ser una ayuda, pues lo que está en juego es la cosmovisión de una determi-
nada cultura lejana y antigua.
Dado que el lenguaje es tan sólo un medio, la comunicación (la finalidad
del lenguaje) se obtendrá cuando, pasando a través del lenguaje mismo,
logremos comprender las realidades y vivencias que el autor pretendía trans-
mitir. Tengamos presente que, anterior a un texto escrito hubo un pre-texto,
que es el "texto" en la vida, lo vivido. El escrito es testimonio de ese otro
"texto" anterior a él, que es la realidad o la vivencia acerca de la cual se
escribió. Volviendo a los evangelios, la tradición oral precedió a la puesta
por escrito, y la tradición oral hablaba de realidades vividas, sea por Jesús de
Nazaret o por sus discípulos, incluso más allá de la Resurrección. Los evan-
gelios, como he insistido, son testimonios (textos) de vivencias de fe (pre-
textos). Las tradiciones orales, fuente de los evangelios, fueron tomando
forma según las situaciones vitales a las que respondían. Toda tradición es
inseparable de la vida misma; la tradición le da expresión comunicativa a las
vivencias, y éstas le dan forma a las tradiciones. La puesta por escrito no es
más que la cristalización o congelación de un momento dado (y para ese
momento) de la tradición oral y vivida.
Vivencia- - ---'tradición oral- - -'fijación escrita- - -'mensaje
pre-texto texto
De lo escuetamente dicho, surge la ineludible necesidad de familiarizarse
tanto con el texto como con el pre-texto y sus condicionamientos, con la
cosmovisión y la cultura en la que se desenvolvieron y comunicaron, con el
lenguaje que emplearon (modos de expresarse) y los contextos en los que se
sitúan. Dicho con otras palabras: para comprender los evangelios, hay que
empezar por "transportarse" al mundo de sus redactores. Tan sólo cuando
se logre dar ese primer paso, se podrá "traducir" o transportar los textos a
156
EL PROBLEMA DEL LENGUAJE
nuestro mundo, de modo que hablen, sean auténticamente "palabra de
Dios", expresada en palabras de hombres, como lo fue en su origen. Sólo así
podremos escuchar al autor a través de su texto, y no hacerle decir lo que
queremos que nos diga proyectándole nuestros prejuicios, como sucede
entre los fundamentalistas. Pero, -se objetará-, los evangelios fueron escri-
tos para todo hombre de buena voluntad, no sólo para unos cuantos selec-
tos, ni para que se apropiasen de ellos los exegetas. Cierto. Pero su carácter
de documentos situados en un momento históricamente determinado, con
todo lo que ello implica en términos de condicionamientos y limitaciones, así
como de riquezas, establece una distancia entre ellos y nosotros, y depende
de nosotros acortarla. Sobre este problema y los niveles de lectura y com-
prensión de los evangelios, retomaremos detenidamente más adelante.
1.3 Mito y realidad
El problema de la presencia de "mitos" y de un lenguaje "mitológico" en
los evangelios (yen la Biblia en general), así como la necesidad de "desmiti-
ficarlos", se ha planteado seriamente desde principios del siglo XX. Esta
preocupación suele asociarse al nombre de su mayor expositor, el exegeta
alemán RudolfBultmann (1884-1976). ¿Cuál es el problema y cuál su verdad?
En el habla popular, el término "mito" se aplica a todo aquello que se
circunscribe a lo fantástico, la ficción o la fábula, producto de la imaginación
creadora o proyección de ésta, generalmente haciendo hincapié en la inter-
vención de seres y acontecimientos sobrenaturales. Sin embargo, en el cam-
po bíblico, así como en la teología, la antropología, la literatura y la filosofía,
el término "mito" se aplica al modo de hablar de experiencias de realidades
existenciales y trascendentales en un lenguaje esencialmente simbólico y
analógico, generalmente producto de la reflexión no-científica. La explica-
ción de la esquizofrenia como posesión demoníaca, por ejemplo, es en este
sentido, mitológica.
El mito como tal es un relato, producto de una concepción o una cosmo-
visión mitológica. Responde a la necesidad de dar expresión comunicativa a
las experiencias, vivencias e intuiciones de situaciones cuyas causas u orí-
genes se encuentran (supuestamente) fuera de este mundo, en el mundo de
lo sobrenatural. En el relato mítico -producto de una cosmovisión primitiva-
intervienen generalmente fuerzas, poderes y/o seres que no son de este
157
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A IIOY
mundo: espíritus, dioses, demonios. En el mito se habla de realidades signi-
ficativas para el hombre que se sitúan más allá de las limitaciones de su
humanidad y que intentan explicarlas -situadas en un pasado remoto, en un
futuro lejano (los orígenes de algo o su destino final), o en un "lugar" no
accesible al hombre (cielos, infierno )~.
Las realidades de las que se habla en los mitos se expresan por medio de
imágenes y símbolos, tomados de realidades que le son familiares al hombre;
del mundo empírico y objetivo. El mito se expresa en términos no-conceptua-
les; no emplea un lenguaje abstracto, sino visual, similar al de los cuentos
(por eso se suelen confundir). Ahora bien, el modo de hablar en imágenes
(que forman el relato mítico) para expresar una realidad que es de otro modo
inexpresable -r-O difícilmente expresable, aparte del lenguaje filosófico-, se
denomina mitológico. Es así que en la Biblia se habla de Dios utilizando
imágenes de nuestro mundo: padre, rey, juez, que habla, actúa, ve, se enco-
leriza, etc. Como sus contemporáneos, Jesús habló frecuentemente en imá-
genes y símbolos míticos, por ejemplo al referirse al reino de Dios, al infierno,
al juicio final. Ese modo de hablar se denomina lenguaje mitológico, por ser
típico de los mitos. Se trata, pues, de un modo de hablar de lo meta-humano
en términos tomados de este mundo, de lo divino en términos humanos, del
"otro lado" en términos de "este lado". Esto obedece a una necesidad fun-
damental de comunicación: ¿cómo si no, hablar de esas realidades?
Es necesario recordar que el mito es producto de conceptos arcaicos. Una
cosa es el mito, y otra el lenguaje mitológico -que se puede tomar prestado, sin
por eso ser empleado para referirse a un mito-. Un mito como tal es un relato,
por ejemplo el de la creación y el del paraíso en Génesis. Un concepto mítico no
necesariamente constituye un mito, por ejemplo, la idea de que la epilepsia es
producida por posesión demoníaca (es una idea, no un relato), como leemos en
Me 9,17-27' en cierta ocasión le trajeron a Jesús para que curara a unjoven "que
está poseído de un espíritu mudo; y cuando se apodera de él lo tira por tierra, y
el niño echa espumarajos y rechina los dientes, y se queda rígido", mal que lo
aquejaba "desde la infancia"; traído ante Jesús "inmediatamente el espíritu
agitó al muchacho con violentas convulsiones, el cual cayendo por tierra se
revolcaba echando espumarajos".
Si bien en los evangelios no hay mitos como tales, sí encontramos con-
ceptos miticos y el empleo de un lenguaje mitológico, debidos a la natural
158
EL PROlJLEMA DEL LENGUAJE
influencia de la manera de hablar y de pensar de esa época -piénsese en la
mitología religiosa en el mundo grecorromano y en la herencia cananea y
mesopotámica presente en la literatura judía, incluida la apocalíptica-o
Los mitos y las expresiones míticas están culturalmente condicionados,
como lo están las concepciones del hombre y del cosmos (incluyendo el
ámbito de lo divino) y, en consecuencia, las imágenes y símbolos con los
que se expresan. Hablan de Dios en términos antropomórficos (ve, habla, se
encoleriza o compadece), y del mal en términos de personajes malignos (de-
monios) que se representan de diversas maneras. Cuando en el mundo bíbli-
co se relataba un mito, o se empleaba un concepto mítico (¡que no se llamaba
así!), el que lo hacía estaba convencido que aquello de lo que hablaba era
una realidad indiscutible. El cielo "arriba" era tenido por la morada o el lugar
donde habita Dios, con su corte celestial, de modo que la Encarnación era
considerada corno un indiscutible descenso, y la glorificación como un as-
censo al cielo. Obviamente, estas convicciones se debían a los conocimien-
tos pre-científicos y a las ideas pre-filosóficas propios de aquella época.
Si hemos de hallar algún valor en los mitos y en las expresiones míticas,
tenemos que fijar nuestra atención en el valor significativo de las imágenes,
los símbolos y las expresiones empleados, es decir, tenemos que situamos
detrás de ellos y descubrir la realidad a la que nos remiten. El "cielo" como
lugar de residencia de Dios, por ejemplo, remite a la realidad de un modo de
existir libre de las limitaciones de la existencia humana, infinitamente feliz (en
oposición al infierno) y que domina la tierra (está arriba, no debajo de ella).
Debido a las limitaciones en los conocimientos que se tenían en los
tiempos bíblicos sobre el mundo, el hombre y la trascendencia, los concep-
tos y las expresiones míticas con las que el hombre se comunicaba en mu-
chos casos se pueden traducir en términos que son concordes con nues-
tros conocimientos y que expresan la realidad profunda a la que se referían.
Las imágenes que constituyen el relato del juicio final en Mt 25,31-46 refle-
jan una visión mítica del "más allá" y por lo tanto no deben tomarse como
descripciones de aquello que realmente sucederá aquel "día". Sin embargo,
este relato se refiere a una realidad significativa' habrá un encuentro defini-
tivo con Dios, a otro nivel que el nuestro actual, y pasaremos a un modo de
existencia irreversible que está estrechamente relacionado con nuestra con-
159
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A HOY
ducta en la vida terrena -ésta es la esencia de lo significado y aceptado por
lafe-.
Ante un mito o una expresión mítica, hay que preguntarse por sufunción
significativa, por aquello a lo que nos remite (¿de qué se habla?), no por su
veracidad histórica o científica. El lenguaje mitológico (y los mitos mismos)
es una manera de expresar realidades más profundas, existencialmente más
pertinentes y significativas para el hombre, que aquellas captadas por la
ciencia y la lógica. Por eso, su verdad es de orden existencial, no científico.
Los mitos y el empleo del lenguaje y de conceptos mitológicos son más
frecuentes en el campo de lo religioso que en cualquier otro. Esto se debe a
que lo divino y el "más allá" es difícilmente descriptible de otra manera, y la
fe no es fácilmente comunicable de otro modo. El lenguaje mitológico es
inevitable desde el momento en que se desea comunicar lo trascendental,
especialmente a los no intelectuales (sin recurrir a términos filosóficos abs-
tractos), puesto que nuestro lenguaje común proviene del mundo de nues-
tras experiencias sensibles, especialmente visuales. ¿Cómo comunicar y com-
partir la experiencia del encuentro con el Señor resucitado, por ejemplo, si no
es con el lenguaje mitológico que hallamos en los evangelios? Esos relatos
remiten a una realidad de fe que en sí no se puede definir ni circunscribir a lo
sensitivo, pero que es significativa y pertinente para el hombre -que con-
cierne a su existencia ya su destino, pero que no es de conocimiento empí-
rico o sensible-, a saber, lo que Dios llevó a cabo en la persona de Jesús,
resucitándolo de la muerte. La realidad es que Jesús está vivo y se dio a
conocer a sus discípulos de una manera indescriptible. Pablo, que también
fue testigo de que Jesús resucitó, nunca intentó en sus cartas describir sus
encuentros o experiencias, limitándose a mencionarlos (cf. ICor 15,8; Gál
1,15s). El significado mismo del acontecimiento-Jesucristo es expresado en
términos míticos, entretejidos con los relatos de los evangelios, pues en este
tipo de lenguaje las imágenes son tomadas de nuestro mundo, y su visión o
concepto del "más allá" está culturalmente condicionado, inclusive influen-
ciado por otros mitos ya existentes.
La verdad de que el acontecimiento-Jesucristo no se puede comprender
si no es a partir de su Resurrección (y la fe que de allí nació), fue expresada
por medio del relato de la Transfiguración, cuyo lenguaje es mitológico. La
Transfiguración es la Resurrección (Jesús glorioso) por anticipado; el rela-
160
EL PROBLEMA DEL LENGUAJE
to es una retroproyección. Por eso se destaca que Pedro no sabía lo que
decía, y el relato concluye con el comentario de que Jesús les prohibió
contárselo a nadie "hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los
muertos" (Mc 9,9).
Cuando el lenguaje mitológico se convierte en extraño e incomprensible,
cuando las concepciones del hombre y el cosmos cambian, y cuando se
arriesga confundir lo que es lenguaje simbólico con realidad, entonces se
hace necesaria una re-interpretación de aquello que mediante el mito o el
lenguaje mitológico se quería decir. Este proceso necesario de reinterpreta-
ción, que se conoce como "desmitificación", tiene la finalidad de hacer com-
prensible y comunicable para el hombre de hoy la significación que origi-
nalmente proponía la expresión mítica, pero que por razones histórico-cultu-
rales ya no significa -e inclusive se interpreta literalmente-. Desmitificar,
entonces, significa procurar comprender la realidad a la cual los símbolos e
imágenes empleados remitían, para luego otorgarle significado a esa misma
realidad profunda en términos comprensibles al hombre de hoy. Desmitificar
no significa por tanto eliminar el relato mítico, sino cambiarle de ropaje:
desnudarlo del ropaje mítico con el cual ha sido preservado para descubrir la
realidad que encierra, y revestirlo con uno tomado del ajuar contemporáneo.
Esto, evidentemente, es un proceso que constantemente tendrá que repetir-
se si la expresión mítica ha de seguir hablando, y no convertirse en letra
muerta. Por eso, mejor sería hablar de re-mitización. Puesto esquemática-
mente:
expresión
mítica
(3)
remitizada o
conceptual izada
En la Biblia, la desmitificación será más o menos radical, dependiendo del
mayor o menor cambio que sea necesario. Ciertas concepciones míticas ne-
cesariamente son abandonadas, dando lugar a la desmitologización. Así,
161
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
por ejemplo, hemos abandonado la concepción tripartita del cosmos (con un
cielo arriba y abismos infernales abajo), la asignación de males de tipo psí-
quico o neurológico a posesiones demoníacas, etc. El relato de la Ascensión
refleja la concepción tripartita del cosmos, con el cielo arriba (la residencia de
Dios), y emplea un lenguaje mitológico (por ejemplo: "fue elevado y una
nube lo ocultó", Hch 1,9) tomado del judaísmo (la ascensión de Enoc y de
Moisés, el rapto de Elías, etc.). Sin embargo, la realidad a la cual este relato
apunta, la ausencia física de Jesús de nuestro mundo y su existencia real
como meta-humano, como ser divino, es su significación válida: es eso lo
que, mediante ese relato mítico, se quiso comunicar].
Algunos estudiosos han propuesto desmitificar, especialmente el Nueve
Testamento, cambiando el lenguaje de imágenes por el conceptual, en el que
predomine el lenguaje filosófico, especialmente el del existencialismo de
Heidegger (por ejemplo: Bultmann). El pecado por ejemplo, no es entendido
como una ofensa a Dios, sino como la existencia inauténtica, el hecho de
someterse a la creación en lugar de al Creador; el demonio sería "la dictadura
del hombre mismo" que optó contra Dios, y no una fuerza o un ser ajeno al
hombre. La conversión del lenguaje mitológico en filosófico abstracto tiene
sus limitaciones y sus peligros; arriesga convertir la fe en ideología y deshis-
torizar el acontecimiento-Jesucristo, además de hacerlo comprensible sólo a
los intelectuales. Pero tiene la ventaja de proteger de la tentación delliteralis-
mo al que no dejamos de estar proclives en la lectura de conceptos mitológi-
cos -jY a crear otros tantos más basados en ellos!-. Por otro lado. la traduc-
ción del lenguaje mitológico al filosófico hace menos comunicable su signi-
ficado a la gente sencilla. El lenguaje de imágenes es comprensible a todos,
por eso es el predominante en la Biblia".
La ascensión de Jesús es realidad en cuanto paso de las coordenadas materiales
del mundo a la dimensión propia de Dios. Tomarla literalmente es confundir
lenguaje(ascensión)con realidad(fin de la presencia Iísica). Desdeel momentoen
que murió, .Jesús ya no estaba sujeto a las coordenadas espacio-temporales. Vea
el sencillo pero instructivo estudio sobre la Ascensión, y otros pasajes del N.T..
en V VAA. Exégesis bíblica, Ed. Paulinas, 1979.
El lector interesado en profundizar sobre esto, puede referirse, entre otros estu-
dios, a aquel de A. Salas, Mito y desmitificación en el Nuevo Testamento. Madrid.
1971.
162
EL TEXTO Y LAS TRADUCCIONES
2. El texto y las traducciones
No pocas veces se discute sobre el texto original y con frecuencia las
personas se sienten perplejas ante la cantidad y variedad de traducciones
que existen en nuestro idioma. Ambos son problemas relacionados. Su im-
portancia se pone de manifiesto cuando se discute acerca del significado de
algún término clave que es traducido de una o de otra manera según la
versión que se lea. Veamos brevemente el problema más de cerca.
El texto
Lamentablemente, no poseemos ningún manuscrito original (autógrafo)
de ninguno de los escritos del Nuevo Testamento. Lo que poseemos es una
cantidad abundante de copias, de las cuales la gran mayoría son copias de
copias]. De los manuscritos conocidos, el más antiguo es el Papiro de Man-
chester n. 52 (P52), que data del año 130 aproximadamente. Se trata de un
pequeño fragmento del evangelio según Juan (18,31-33.37-38). Cuatro papi-
ros datan de fines del siglo segundo; una veintena del siglo tercero, y otros
tantos del siglo cuarto. Los papiros que se han encontrado provienen todos
de lugares donde las condiciones climatológicas eran favorables (calor seco),
casi todos en Egipto". Las copias más antiguas fueron hechas en papiro,
material proveniente de la planta llamada "papyrus", que abunda en el Nilo.
Si bien también se utilizó el cuero, este material se descompone con más
facilidad; las copias que poseemos en cuero son todas tardías, del siglo
cuarto d.C. en adelante. La cantidad de copias de escritos del NT que posee-
mos asciende al sorprendente orden de cinco mil, ciertamente no todas de
igual valor textual.
Antigüedad no necesariamente es garantía de fidelidad al texto original.
En efecto, en el proceso de hacer una copia, como se podrá fácilmente com-
prender, el copista ha podido incurrir en una serie de errores, de los cuales no
VeaA. Piñero - J. Peláez, El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los
primeros escritos cristianos, Córdoba, 1995, cap. 2: El texto.
Famosos son los documentos de Qumrán, en el Mar Muerto, escritos en papiro,
en cuero, e inclusive en láminas de cobre, que se preservaron por la misma razón:
clima seco y caluroso. En cambio, no se han encontrado en Jerusalén, o enAtenas
o Roma.
163

CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
siempre estaba consciente: saltos de una línea a otra, omisión de palabras,
lectura errada del texto base, errores gramaticales debidos al cansancio, a la
distracción, o a conjeturas. A todo ello se suma el hecho que algunos copis-
tas introdujeron cambios intencionales por una variedad de posibles razo-
nes: mejoras estilísticas, correcciones, añadiduras o expurgaciones debidas
a razones doctrinales, etc. Una copia hecha en base a un texto que ya ha sido
alterado, fácilmente produce más alteraciones, y así sucesivamente. Al to-
marse en cuenta todos los manuscritos importantes y fidedignos, se obtiene
una cantidad sorprendente de variantes de un mismo texto. Muchas de
éstas son fácilmente descartables al detectarse sin dificultad cuáles son las
variantes debidas a errores o a cambios introducidos por el copista. A esto
hay que añadir que, por un lado, en la antigüedad el griego se escribía sin
separación entre palabras y sin signos de puntuación, y que, por otro lado,
algunos manuscritos antiguos son traducciones del griego al copto, al arme-
nio, al latín o al siríaco.
<
M3: "Cristo Hijo de Dios"
M]: "Cristo Hijo de Dios"
/ M4: "Cristo Hijo del Señor"
Mcl,]
-, <M5:"cristo"
M2: "Cristo Hijo del Señor"
M6: omite todo
\.. ) \.'- ~ 1
V V
Perdidos ¿Cuál de estos cuatro preser-
vó el texto autógrafo de
Mc I,I?
La crítica textual es la ciencia que, mediante una metodología y criterios
probatorios, busca recomponer, en la medida de lo posible, la lectura del
texto original. Si bien se ha establecido un texto que tiene un alto grado de
probabilidad de corresponder al original autógrafo, quedan cierto número de
pasajes cuya lectura es conjetural. El exegeta, quien trabaja en base al texto
griego, antes de proceder al estudio del contenido de un pasaje, se ve obli-
gado a considerar seriamente las variantes más importantes ya determinar
cuál es, en su opinión, la lectura más probable. Otro tanto tendrá que hacer
164
EL TEXTO Y LAS TRADUCCIONES
aquel que se aboque al trabajo de traducción. Aquí tenemos un factor que
puede explicar ciertas diferencias en las traducciones que existen, al preferir-
se una lectura sobre otra, como es el caso del añadido "porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" en Mt 6,13, en la
versión Dios llega al Hombre (2" edición), que efectivamente se encuentra
en algunos manuscritos. Muchos ejemplos de variantes se podrán encon-
trar en las notas al pie de página de la Biblia de Jerusalén, entre otras. Los
Testigos de Jehová, en su pretensión de poseer la única traducción correcta,
hacen mucho hincapié en la cuestión de los manuscritos "originales", razón
por la que rechazan como equivocadas todas las otras traducciones'.
Las traducciones
El idioma que hablaban Jesús y sus discípulos fue el arameo, pero la
lengua en que se escribieron los evangelios fue el griego popular (koiné).
Los evangelios fueron escritos para auditorios de lengua griega, y no pocas
tradiciones se originaron también en griego. Al extenderse la predicación
fuera de Judea, las tradiciones de origen arameo fueron traducidas lingüísti-
camente y en términos de categorías griegas. Sin embargo, en los evangelios
todavía se observan expresiones, giros y construcciones que no son propia-
mente griegas, sino semíticas; por ejemplo, "el reino de los cielos" (en lugar
de "de Dios"), "el que hace la verdad" (Jn 3,21). Tanto la traducción como la
reformulación en griego de tradiciones arameas, fue más que un simple "tra-
bajo de diccionario", Toda traducción conlleva modificaciones tanto de or-
den lingüístico como conceptual. Cada idioma tiene su riqueza de giros y
expresiones propios, de términos con matices exclusivos. Cada idioma es
expresión lingüística de un cierto modo de concebir y evaluar al hombre ya
su mundo. Por ello, cuando interviene la necesidad de adaptar un mensaje a
otra mentalidad y cosrnovisión, surgen alteraciones con respecto al original,
tanto en lo lingüístico como en lo conceptual. Es lo que sucedió cuando
Es notorio que los mismos Testigos de Jehová han revisado repetidas veces la
traducción que presentan como única correcta. Compare su versión Traducción
del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras de 1967, con aquella "revisada
basada en la versión de 1984 en inglés(! !) ... " publicada en 1987. Las variantes
que escogen se guían por sus doctrinas, y NO por la crítica textual como dicta el
trabajo científico y está publicado en las versiones en lengua hebrea (Biblia
Hebraica Stuttgartensia) y griega (Nestlé, Aland et al.),
165
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY EL TEXTO Y LAS TRADUCCIONES

Pablo predicó el evangelio entre los griegos. Más aún, cuando no se com- un texto literal, que es útil para el estudio. Entre éstas están las traducciones
prende bien el original, por falta de familiaridad con el idioma o sus concep- de Bover-Cantera, de Serafín Ausejo, y de Reina- Valera. Ciertas traduccio-
tos y cosmovisión, se arriesga oscurecer o incluso cambiar su sentido origi- nes intentan preservar la cadencia, sonoridad y significación conceptual del
nal. Cuanto más remoto y ajeno es el original al mundo del receptor, más texto original. de modo que produzca en la medida de lo posible, el mismo
susceptible es de alteraciones e inclusive de transformaciones significati- efecto que originalmente produjo en sus destinatarios inmediatos, sin ser
vas. Este es uno de los problemas de toda traducción de escritos tan anti- rígidamente literales. Tal ha sido el monumental esfuerzo del equipo dirigido
guos como los de la Biblia. A pesar de los esfuerzos que se hagan, toda por L. Alonso Schokel, en su edición de la Nueva Biblia Española. Las
traducción será siempre un alejamiento del pensamiento, el dinamismo y las conocidas traducciones de Nácar-Colunga y del equipo de la Biblia de Jeru-
riquezas originales, incluso del sabor y el impacto original; el texto habla salén, se sitúan entre los dos últimos tipos de traducciones.
entre líneas, "se deja sentir". De aquí el conocido dicho "traduttore, tradi-
tare" (el traductor es un traidor). A fin de ilustrar las diferencias en traducciones, baste como ejemplo el
texto de Mt 5,32:
Toda traducción es, en mayor o menor grado, una interpretación. Por un
lado, el original es comprendido bajo la influencia de una serie de supuestos BIBLIA LATINOAMERICANA:
por parte del receptor. Por otro lado, no pocas expresiones y términos son "El que despida a su mujer
susceptibles de varias posibles traducciones, e incluso de ser comprendi- -fuera del caso de infidelidad-
dos en más de un sentido. Así, por ejemplo, mientras que en Le 11,3 leemos la empuja al adulterio"
"nuestro pan cotidiano danos cada día", una referencia al pan material, en
Mt 6,11 leemos "nuestro pan cotidiano danos hoy", que se refiere al pan DIOS LLEGA AL HOMBRE:
escatológico, de vida. El término arameo 'bd puede significar "obras", "hi- "Si un hombre se divorcia de su esposa,
jos", y "siervos". En Mt 11,19 Y Le 7,35 hallamos dos de estos sentidos a no ser por motivo de inmoralidad sexual,
empleados en griego por el mismo término original: "ha sido justificada la la pone en peligro de cometer adulterio"
sabiduría por las obras/los hijos de ella". Ante una variedad de posibles
traducciones, el traductor escoge aquella que en su opinión considera más BIBLIA DE AMERICA:
acertada, pero su opinión puede ser orientada por supuestos e intereses de "Todo el que se separa de su mujer,
diversa índole, ya sean ideológicos, teológicos, dogmáticos, u otros. El im- salvo en caso de unión ilegítima,
portante término griego dikaiosune, por ejemplo, ha sido traducido por jus- la expone a cometer adulterio"
tificación, liberación, salvación, términos que no son exactamente equiva-
lentes. BOVER-eANTERA:
"El que despidiere a su mujer,
Algunas personas se quedan perplejas ante la cantidad de traducciones excepto el caso de fornicación
castellanas existentes. La explicación de este fenómeno es fácil de compren- la hace cometer adulterio"
der a la luz de lo que he expuesto: cuestión de manuscritos, de léxico y
lenguaje, de pre-juicios. Algunas traducciones buscan ofrecer un texto lin- REINA-VALERA:
güísticamente asequible, fácil de leer, con un vocabulario sencillo. Tal es el "El que repudia a su mujer,
caso de la Biblia Latinoamericana, la versión Dios llega al Hombre, la a no ser por causa defornicacián,
Biblia de América y la Biblia de nuestro pueblo. Otras traducciones se hace que ella adultere"
proponen ser lo más fieles posible a las formulaciones originales, ofreciendo

166 167
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
NUEVA BIBLIA ESPAÑOLA
"Todo el que despide a su mujer,
fuera el caso de unión ilegal,
la lleva al adulterio"
NACAR-COLUNGA
"Quien repudia a su mujer
-excepto el caso de fornicacion-
la expone al adulterio"
BIBLIA DE JERUSALÉN:
"Todo el que repudia a su mujer,
excepto el caso de fornicación,
la hace ser adúltera"
Se trata de un texto cuya importancia está demás subrayar. En las diver-
sas traducciones se observan dos importantes diferencias: la excepción que
permite el divorcio (infidelidades, inmoralidad/fornicación, unión ilegítima/
ilegal) y el efecto que pueda tener para la divorciada (la hace cometer adulte-
rio, la expone al adulterio). ¿A qué se deben estas diferencias?
Algunas traducciones son defectuosas, ya sea por no haberse traducido
de las lenguas originales sino de la traducción latina (Vulgata), por ser clara-
mente tendenciosas, como es aquella de los Testigos de Jehová (Traduc-
ción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras), o por ser una paráfrasis
marcada por supuestos dogmáticos, como es el caso del Nuevo Testamento
"traducido" por C. Ballester (además de basarse en la Vulgata y no el griego).
¿Cómo decidir qué traducción es "buena" o recomendable? Hoy no pue-
de partirse del supuesto que una "traducción protestante" no es recomen-
dable para un católico, excepto para el caso de aquella de los Testigos de
Jehová. Hay traducciones protestantes que son lingüísticamente superiores
y más fieles al texto de base establecido que algunas católicas. Lo decisivo
es que se mantengan fieles al texto original (hebreo y griego, no latino)
establecido por la crítica textual. Todas las traducciones antes destacadas
son buenas para la meditación y reflexión, pero no todas son de igual valor
para el estudio bíblico. N inguna traducción es perfecta. Toda traducción
tiene sus limitaciones y ninguna podrá sustituir al original griego (o hebreo).
168
LA IGLESIA Y LOS EVANGELIOS
3. La Iglesia y los evangelios
La Iglesia existió antes que los evangelios. La Iglesia, comunidad de
creyentes, se constituyó en base a la fe que expresaba el kerigma primitivo,
yen torno a la persona de Jesús el Cristo, a quien se predicaba. No se puede
hablar de Iglesia, es decir, de una comunidad de creyentes, si no es en base
a aquello que los reunió: la fe en el Resucitado, que se originó en los encuen-
tros que algunos tuvieron con el que había sido crucificado y ahora se
manifestaba vivo. Hay una simultaneidad entre la constitución de la comuni-
dad de creyentes y la predicación del evangelio: Cristo los reunía y su fe en
él era proclamada.
En los evangelios canónicos hallamos la predicación y las enseñanzas de
la Iglesia, tal como se realizaba en esas cuatro comunidades. Pero también
hallamos en ellos las preocupaciones, vicisitudes, inquietudes y problemas
que se vivían en esas comunidades, tanto entre sus miembros como en sus
relaciones con el mundo ajeno a ellas. Por eso, los evangelios son a la vez
testimonios de laje de esas comunidades y de lo que significaba vivir esa fe
concretamente; son testimonios deje vivida y expresiones defecomparti-
da. Los evangelios son, pues, más que simplemente textos acerca de Jesús.
Los evangelios, que se fundamentan en el evangelio único (expresado se-
gún cuatro vivencias diferentes), son los testimonios más cercanos a los
orígenes mismos de la Iglesia; en cierto sentido son sus actas de fundación.
En cuanto documentos históricos, los evangelios son posesión de la
Iglesia: surgieron de ella y fueron escritos dentro de ella. En cuanto testimo-
nios de fe.justifican la razón de ser de la Iglesia y dan sentido a su existencía:
fueron escritos primordialmente para comunidades de creyentes. En cuanto
testimonios de vida, son productos de la fe vivida dentro de una comunidad
humana y son orientaciones para esa vida.
Los evangelios fueron escritos, pues, en la Iglesia y para ella. Por eso,
para comprenderlos adecuadamente hay que acercarse a ellos dentro del
marco de la comunidad de creyentes, no al margen de ella. Sólo viviendo
unidos a la comunidad de creyentes, y leyendo y escuchando los evange-
lios en Iglesia, podrán ser apreciados en su plenitud, puesto que sólo vivien-
do una experiencia de vida comunitaria se podrán comprender documentos
169
 CUlSTIONES JIERMlNÉlITICAS: DE AYER A HOY
que provienen de una tal experiencia; no fueron escritos para ser leídos por
individuos aislados. Visto desde otro ángulo, los evangelios no se podrán
comprender si no son leídos o escuchados desde la fe -fueron escritos
desde la fe y son testimonios de ella-, yeso de por sí implica su comprensión
en Iglesia, dentro de la comunidad de aquellos que profesan su fe en ese
mismo Señor que los une y reúne. No debe extrañamos, pues, que la lectura
de los evangelios ocupe un lugar privilegiado en la celebración de la eucaris-
tía y en tantas otras celebraciones litúrgicas y reuniones comunitarias.
La Iglesia está al servicio de la Palabra de Dios (D V 10). Por un lado, la
misión de la comunidad de creyentes es evangelizar, testimoniando y com-
partiendo su fe con todos los hombres, a ejemplo de Jesús y sus primeros
discípulos. Para asegurar su fidelidad a esta misión y su contenido, tiene que
referirse siempre a los evangelios, escucharlos y dejarse guiar, interpelar y
cuestionar por ellos".
Vistos desde hoy, la Iglesia es posterior a los evangelios, que pennane-
cen como su insustituible punto de referencia crítica. Los evangelios de
hecho median entre nosotros y los testimonios apostólicos, de los cuales la
Iglesia se considera heredera y continuadora. Los evangelios son testimo-
nios de la Iglesia naciente, de la cual los cristianos nos decimos herederos
solidarios. Por tanto, para ser fieles a su proyecto y proyección, es necesario
estar en constante diálogo, a la escucha de sus orígenes, de ese Señor que a
través de los evangelios nos guía, no sea que nos desviemos .... Por eso no
hablan sobre Jesucristo, sino que él mismo habla en ellos, en un estilo direc-
to e interpelante. Por otro lado, dialécticamente, la Iglesia está llamada a
interpretar los evangelios, pues surgieron de ella, fueron escritos para ella, y
el Señor está presente en ella con su Espíritu. fue la Iglesia la que reunió los
escritos que constituyen el "canon del Nuevo Testamento", reconociendo
en ellos (varios siglos más tarde) la expresión de su propia fe, de esa fe que
la constituyó en Iglesia.
En resumen, si bien los evangelios son inseparables de la Iglesia y fue
ésta su cuna, también es cierto que los evangelios son una constante inter-
Vea a este propósito el documento magistral del papa Pablo VI, Evangelii nun-
tiandi. La Evangelización fue el tema de los obispos latino-americanos reunidos
en Puebla en 1979.
170
LA IGLESIA Y LOS EVANGELIOS
pelación, un camino y una orientación indispensable e insustituible para
ella, es decir, para toda la comunidad de creyentes. El lugar privilegiado que
ocupan se debe al simple hecho de que éstos nos refieren directamente, a
través del testimonio apostólico que encierran, a la persona de Cristo mismo.
Los otros escritos del NT son relativos con respecto a los evangelios por
cuanto, por un lado, presuponen de sus destinatarios el conocimiento de los
principales rasgos del acontecimiento-Jesucristo y su significación, y por
otro lado estos escritos complementan dentro del canon lo que exponen los
evangelios explicitando ciertos aspectos de la Buena Nueva y de sus impli-
caciones y exigencias para la vida concreta.
En Hechos de los Apóstoles, mediante la forma externa de la historia
(parcial) de los orígenes y la expansión de la Iglesia, Lucas presentó un
cuadro actualizado y paradigmático de las grandes interrogantes y proble-
mas planteados en su comunidad. Hechos -donde Pedro y Pablo (los perso-
najes en quienes se centra) hablan el mismo lenguaje, el de Lucas-, tenía por
finalidad presentar tanto una síntesis del contenido de la fe cristiana (me-
diante los múltiples discursos apostólicos que incluye), anteriormente ex-
puesta por Lucas en su evangelio, como la significación comunitaria de esta
fe (modelada en el ideal de la iglesia primitiva), y la exigencia evangelizadora
y misionera que de ella se desprende (que es evidente por la concentración
en la actividad misionera de los primeros cristianos). Hechos saca a relucir,
por medio de modelos, las implicaciones de la Buena Nueva para la Iglesia:
ce ••• serán testigos míos en Jerusalén y en toda Judea y Samaría y hasta los
confines de la tierra" (1,8).
Las Cartas son en su mayoría escritos circunstanciales, dirigidos a co-
munidar'es ya formadas, que explicitan las implicaciones de la fe en ciertos
aspectos concretos. Su contenido es tanto de orden doctrinario como pare-
nético: advierten sobre amenazantes desviaciones en cuanto a la compren-
sión de la realidad y el significado del acontecimiento-Jesucristo, tales como
las provenientes de las corrientes gnósticas y docetistas, y corrigen a aque-
llos que muestran una conducta que no es consecuente con la fe que han
abrazado. Algunas epístolas, como aquellas a los Romanos, a los Efesios y a
los Hebreos, se centran en exposiciones sobre aspectos doctrinales.
171
 CUESTIONES IIERMENEUTIC\S: DE ,\YER A 110\
El Apocalipsis, y de un modo similar la Primera carta de Pedro, exhorta a
sus destinatarios a permanecer fieles a la fe en Cristo, a pesar de las adversi-
dades y rechazos que les afligen. Todos estos escritos presuponen la fam i-
liaridad con la Buena Nueva, que es el tema central de los evangelios.
4. Los evangelios y la Tradición
La relación entre Escritura y Tradición ha sido desde hace varios siglos
materia de discusión, especialmente entre católicos y protestantes", A los
católicos se les acusa de darle tanto o más valor a la Tradición (prácticas,
ritos, dogmas, costumbres) que a la Biblia. Lo cierto es que, en buena medi-
da, hay una falta de claridad sobre el tema e incluso en cuanto a los concep-
tos mismos, especialmente el de tradición.
Por lo pronto, Tradición (con mayúscula) es el conjunto de tradiciones
(con minúscula) que configuran la vida de un grupo humano. Pensando en el
judea-cristianismo, no es una cantidad de material o información comple-
mentaria a la Biblia, sino que es la fe vivida. Por eso hablamos de "la tradi-
ción judía", "la tradición luterana", o "la tradición católica", las cuales a su
vez se pueden matizar, por ejemplo conservadora, liberal. oriental. medieval.
En su sentido más amplio, es el conjunto de costumbres, estructuras y modo
de pensar y de actuar de un grupo humano CI7 1117 momento histórico y
cultural.
Las personas nacen. crecen y viven en el marco de un conjunto de tradi-
ciones, las cuales les permiten comprenderse y comprender al mundo en el
que se encuentran. Tradición es, pues, situación e historia: es vida. La tradi-
ción no existe como concepto abstracto, sino que es lo vivido por el hombre
en una determinada sociedad o comunidad. No existe nada aparte del hom-
bre y la sociedad, donde converjan el pasado y el presente, y la proyección
No nos detendremos a considerar la tradición como proyección del evangelio. tal
como lo hallamos por ejemplo en la tradición patrística, ni como respuesta a
nuevas necesidades. Nos limitaremos a considerar la relación Escritura-tradición.
Para ahondar el tema, vea P. Lengsfcld, Tradicion, Escritura e Iglesia en el diálo-
go ecuménico, Madrid, 1976. En general, vea E. Arcns, La Biblia sin mitos, Lima,
2004, cap. 23 (con vasta bibliografía).
172
Los EVANGELIOS Y LA TRADICIÓN
de un futuro. Por esto, la decisión de fe se sitúa dentro de una tradición y de
una comunidad, y no fuera o al margen de ella: la fe no nos llega sin la
comunicación humana, sin alguien que nos lleve hacia ella -además de
Dios-. Se nace y se crece cristiano, budista, musulmán, etc., y eventualmen-
te se hace una opción religiosa en el seno de una comunidad humana. Tradi-
ción implica continuidad y solidaridad comunitarias; implica evolución y
proyección históricas. Es todo lo contrario de estatismo o inamovilidad (que
es como comúnmente se entiende tradición).
En un sentido más estricto tradición es comunicación, es el acto de
transmitir algo (traditio, parádosis). Por el camino de la tradición podemos
remontarnos a los orígenes de lo heredado y transm itido (traditum), e inclu-
sive identificarnos y solidarizarnos con ello. La tradición es, pues, de orden
lingüístico. Como comunicación continuada, la tradición nos conduce hasta
los evangelios, y a través de ellos a la tradición que les precedió, que nos
lleva hasta Jesucristo mismo. ¡No llegamos a él directamente! Ahora bien, la
Revelación tuvo lugar y fue transmitida en un momento histórico y cultural
determinado, dando lugar a la tradición judea-cristiana. Parte de esta Tradi-
ción, que era eminentemente oral y vivida por medio de costumbres e institu-
ciones, fue fijada por escrito. No es necesario recalcar una vez más el papel
que jugó la Tradición en la Iglesia primitiva, que desembocó en gran parte en
los escritos que constituyen el Nuevo Testamento. Pero, sí es importante
tener presente que el hecho de ser puesta por escrito no significó que la
Tradición dejaría de existir. Es más, ésta no sólo no llegó a su fin sino que
siguió transformándose y adoptando nuevas expresiones. Tratándose de
multitud de relatos orales, no todos fueron incluidos en los evangelios canó-
nicos, prueba de lo cual es que más tarde a partir de ellos se escribieron los
evangelios apócrifos.
El creyente es, pues, receptor de una tradición religiosa y se alimenta de
ella, a la vez que la asimila y la transforma proyectándola hacia el futuro y
hacia otros. No es un "algo" estático, sino que es tan dinámica como lo es la
historia y la vida misma, de las que es inseparable
A lo dicho, hay que añadir una observación importante. Las tradiciones
plasmadas por escrito en el NT no llegaron a su máximo desarrollo, sino que
se "congeló" o fijó la comprensión a la que se había llegado en el !IlOl/lCII/O
de la composición de los diversos escritos, por ejemplo, con respecto a la
173
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
comprensión de la persona de Jesucristo o a la manera de vivir el cristianis-
mo en comunidad. El NT muestra un desarrollo en la comprensión del acon-
tecimiento-Jesucristo y sus implicaciones: la manera de entender a Jesús por
parte de Pablo es más rudimentaria que aquella que hallamos en el evangelio
según Juan, por ejemplo; o la manera de organizar la vida comunitaria está
más detallada en las Cartas Pastorales (1-2 Tim ; Tito) que en el resto del NT.
Son como fotografías que fijaron el estado de evolución en ese momento.
En los escritos neotestamentarios hallamos caminos, perspectivas y pro-
yecciones, pero no el máximo desarrollo en la comprensión de la Revelación.
Prueba de ello es el desarrollo que siguió dándose a través de la teología de
los Padres de la Iglesia en los siglos siguientes, que se extiende hasta hoy, y
en la exégesis bíblica misma: los mismos textos fueron entendidos y predica-
dos de distintas maneras en distintos momentos. Cuando se decidió, varios
siglos después de haber sido compuestos los escritos del NT, sobre su valor
normativo (el canon), se reconoció su suficiencia normativa para la salva-
ción. Pero, "suficiencia" no quiere decir que todo está explícitamente ex-
puesto allí, y que lo que no está expresado en el NT debe rechazarse, como
los fundamentalistas predican Biblia en mano. La tarea de explicitar lo impli-
cito, de comprender mejor el acontecimiento-Jesucristo y sus exigencias, fue
asumida por la Tradición. Con la fijación escrita de la Tradición, ésta no cesó
ni se paralizó: la vivencia de la fe continuó, y se expresó en formas nuevas a
lo largo del tiempo. ¡Tradición es vida! Pretender paralizarla es negar su
influencia en la historia del hombre, además de anti-histórico pues converti-
ría la Palabra de Dios en letra muerta.
El problema de la relación entre Biblia y Tradición surgió cuando la con-
junción "y" fue entendida como aditiva, dando a entender que la Tradición
es una adición a la Revelación, lo que implica que la Biblia es insuficiente
para la salvación. A diferencia de una larga tradición que afirmaba que había
dos fuentes de la Revelación, la Biblia y la Tradición, en la Constitución
sobre la Divina Revelación, el Concilio Vaticano 11 afirmó que "la Sagrada
Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la
palabra de Dios" (n. 10).
El papel primordial de la Tradición eclesial es el de comunicar la Revela-
ción. Este papel lo realiza interpretando y actualizando el contenido de la
Revelación plasmada por escrito, de manera que transmitir es un re-animar,
174
Los EVANGELIOS Y LA TRADICiÓN
re-vivir aquel acontecimiento-Jesucristo en el que desea hacer participar, de
modo que la predicación sea siempre anuncio, y no se reduzca a un simple
recuerdo del pasado: "la fe viene de la predicación, escuchada, y esta predi-
cación se hace en virtud de la palabra de Cristo" (Rom 10,17). La ininterrum-
pida transmisión e interpretación de la Revelación es el papel vital y el servi-
cio que presta la Tradición.
Si tradición es vida, entonces debe ser pertinente y actual para el hombre.
No se trata de pasar algo muerto, una momia o un cuadro, de una generación
a otra, sino la palabra viva del Señor. Puesto que la tradición no existe aparte
de los hombres, pues es configurada por hombres y vive entre ellos, como se
podrá fácilmente comprender, cabe la posibilidad del error o de la desviación.
Por esta razón, el protestantismo rehúsa darle un peso normativo a la Tradi-
ción, y se aferra a la Escritura como única y exclusiva norma de fe y vida, sin
caer en la cuenta de que también hay una "tradición protestante". Lo cierto,
sin embargo, es que, para evitar caer en la infidelidad a la intención y revela-
ción del Señor, la Tradición debe ser constantemente confrontada con la
Escritura y debe dejarse criticar por ella.
Como hemos visto al hablar de la formación de los evangelios, la Tradi-
ción se dio mucho antes de que se escribiese el primer renglón. Y la puesta
por escrito no le puso punto final, sino que continuó profundizando en la
comprensión del acontecimiento-Jesucristo yen las costumbres y prácticas,
incluso en la organización eclesial, que fueron tomando forma a lo largo del
tiempo. El protestantismo mismo ha desarrollado sus propias tradiciones.
Prueba de ello es que cada comunidad o grupo "evangélico" tiene su propia
identidad, organización, prácticas, y sobre todo su manera particular de in-
terpretar la Biblia, reclamando cada grupo ser auténtico seguidor de Cristo.
¿A qué se debe tanta variedad? ¿No es acaso a las diversas tradiciones, y no
a la Biblia misma?
Así como la Revelación se transmitió como tradición viva y vivificante
(no sólo como textos escritos), como palabra de Dios aquí y ahora, así debe-
rá asegurarse que no se convierta en letra muerta o en un recuerdo del
pasado preservado sagradamente inalterado -como sucede en ciertas co-
rrientes "conservadoras" y fundamentalistas-. Valga la redundancia: la Tra-
dición tiene por función primordial hacer accesible y mantener vigente aquí
y ahora, aquello que en la Escritura se halla expresado en las formas de un
175
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
lenguaje de tiempos y culturas remotos. La Tradición ni es primordialmente
una cantidad de material suplementario (dogmas, costumbres, instituciones)
a la Escritura, ni tampoco se reduce a ella, de modo que podemos afirmar que
la suma de Escritura más Tradición es el total de la Revelación, que no se
manifestó mediante afirmaciones o verdades, sino en acontecimientos sig-
nificativos vividos, cuyo epítome fue la muerte y resurrección de Jesús.
Biblia y Tradición son inseparables, como lo son el envase y su conteni-
do. Tienen el mismo origen (la Revelación que testimonian) con el cual vin-
culan al creyente; tienen la misma finalidad (testimoniar la fe y guiar en ella)
y el mismo contenido (la Revelación que culminó con el acontecimiento-
Jesucristo).
Entre Biblia y Tradición hay una gran interdependencia e interacción, de
modo que no cabe hablar de dos fuentes complementarias y autónomas de la
Revelación, ni de una alternativa excluyente, "sólo la Escritura" o "Escritura y
Tradición". Si bien la Biblia es la fuente normativa insustituible (sellada como
canon: norma), sin la Tradición vivificadora y comunicante sería estéril, letra
muerta. La Tradición es la transmisión, interpretación y actualización de la Es-
critura de modo que se mantenga siempre como la palabra viva e interpelante
del Señor vivo. Si la Escritura es la norma normante no nonnada, la Tradición es
la norma normada: debe siempre escuchar atentamente los testimonios bíbli-
cos que son la fuente original (su norma fija y objetiva, normante), a fin de
permanecer fiel a sus origenes. La Escritura tiene, pues, una función crítica ante
la tradición. Resumiendo lo dicho esquemáticamente:
critica a la
Tradición
no-escrita
transmite,
interpreta, actualiza la
176
Los EVANGELIOS Y LA TRADICIÓN
No se trata de dos caminos convergentes o fuentes complementarias de
la Revelación, sino de un todo "íntimamente unido y compenetrado" (DV
n.9). La Tradición es el "río" en el que la Biblia navega y llega hasta nosotros,
como palabra de Dios que habla aquí y ahora.
Toda tradición es histórica. Así como los escritos de la Biblia fueron
cristalizaciones de determinados momentos de la Tradición, en la cultura y
en el lenguaje de su tiempo (sus límites), así también, bajo nuevas circuns-
tancias y con la inspiración divina, se dio y se sigue dando una paulatina
maduración y profundización del sentido y de las implicaciones profundas
de la Revelación histórica. Esto es evidente cuando se comparan los escritos
bíblicos según su momento histórico de composición. Precisamente porque
la Tradición es viva e histórica, por ejemplo, no seguimos aceptando la
esclavitud, aunque los autores del NT lo hicieran. Igualmente por eso, en
nuestro Credo profesamos las concepciones cristológicas y trinitarias que
no se hallan explicitadas en el NT, sino que provienen de la reflexión post-
bíblica fijadas recién en el siglo cuarto. j No podemos retroceder las maneci-
llas del reloj y pretender pensar y vivir "como en los tiempos bíblicos" sin
adaptación alguna! La fe se vive y se expresa en un determinado momento
histórico y cultural, y el de hoyes diferente del de esos tiempos, como lo era
el de la comunidad de Mateo y el de las comunidades griegas en tiempos de
Pablo. Rechazar la Tradición, como se pretende en algunos sectores "evan-
gélicos", limitándose a la Biblia, es negar la propia historia. Lo mismo se debe
decir de aquellos que pretenden sacralizar un momento determinado de la
Tradición, llámense ritos o teologías, sin dejarse criticar por la Palabra de
Dios. Ambos tienen una visión miope de la tradición y de la Biblia.
La Tradición no existe aparte de la sociedad y de los hombres que la
constituyen. En su sentido amplio constituye, determina e identifica a un
grupo o comunidad: la Tradición los unifica y les da su identidad propia,
porque es viva y vive en ella. La Iglesia es una comunidad constituida en
torno a una tradición de fe en un mismo Señor. En consecuencia, Tradición e
Iglesia son inseparables, pues la primera tiene siempre su asiento en la co-
munidad: parte de ella, refiere a ella, y vive en ella. En conclusión, quien dice
Tradición, dice comunidad, vida, evolución y continuidad histórica.
177
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A IIOY
5. La normatividad de los evangelios
En el parágrafo anterior he afirmado que la Escritura es normativa. Es
necesario detenemos es este punto centrándonos en los evangelios. El tér-
mino "normativo" no se refiere aquí a un supuesto valor legal o jurídico, sino
que es una referencia al lugar dominante de los evangelios como testimonios
fundamentales e imprescindibles de la fe. ¿Qué hace que los evangelios (y
todo el NT), y no otros escritos, tales como la Suma Teológica de Santo
Tomás y obras similares, sean la norma de fe y vida para el Cristianismo? ¿Por
qué se recurre a ellos como corte de apelación decisiva? ¿Por qué son sólo
estos cuatro, y no tantos otros evangelios (apócrifos) los que fueron acep-
tados como canónicos, y por ende como normativos para la Iglesia? ¿Por
qué se preservan tal como están y no se traducen en un lenguaje más com-
prensible, el de nuestra cultura y teología actuales, incluso consolidándolos
en un solo evangelio "puesto al día"?
Para la Iglesia primitiva, al igual que hoy, la autoridad última ha sido y
sigue siendo el Señor. Esta autoridad fue asumida y delegada por los após-
toles, compañeros y testigos de su resurrección. Su testimonio del aconteci-
miento-Jesucristo está preservado en los evangelios, y éste es el único auto-
rizado, pues sólo los que estuvieron con Jesús durante su vida terrena esta-
ban en condiciones de comprenderlo e interpretarlo correcta y auténtica-
mente. En consecuencia, su testimonio apostólico recogido por la tradición
fue preservado y continuó vivo en los evangelios, que son los únicos que
nos muestran que la propia fe se apoya en la fe apostólica: creemos porque
ellos creyeron y en lo que ellos creyeron.
Jesucristo +- - - Apóstoles +- - - Evangelio +- - - Nosotros
El testimonio apostólico preservado en los evangelios es, no sólo crono-
lógicamente el más cercano a los acontecimientos, sino también el que repre-
senta la autoridad del mismo Jesús, como lo evidencia la orden del Resucita-
do en Me 16,15ss; Mt 28, 18ss; Le 24,27ss. Por esa misma razón, encontramos
en los evangelios un gran número de instrucciones dirigidas a los apóstoles
y no a las multitudes. Con el mandato del Resucitado de ser sus testigos y
178
LA NORMATlVIDAD DE LOS EVANGELIOS
con las enseñanzas e instrucciones dirigidas exclusivamente a ellos, se des-
taca el hecho de que el testimonio apostólico es el único que conduce al
Señor, que es un testimonio autorizado, normativo, indispensable e insusti-
tuible. Puesto que este testimonio, único garante de fidelidad y continuidad,
se halla eminentemente en los evangelios canónicos, éstos son normativos
e insustituibles.
Los evangelios son mediacionesfundamentales e insustituibles. A tra-
vés de ellos llegamos a la fe apostólica, en la cual apoyamos la nuestra. Los
evangelistas median entre nosotros y la fe apostólica de la cual fueron here-
deros y portavoces. En cuanto lenguaje, los evangelios no son la voz misma
del Señor, sino mediaciones de su palabra siempre actual; de ahí la necesidad
de escuchar siempre de nuevo lo que mediante ellos el Señor dice hoy. Lo
autorizado no son los evangelios como tales, sino lo que éstos comunican.
Los evangelistas no se propusieron hablar sobre Jesucristo (no narraron de
esa manera), sino que dejaron que fuese él mismo quien hablase a través de
ellos aquí y ahora (por eso emplearon el estilo directo). El lugar privilegiado
de los evangelios se debe precisamente a que, mediante ellos, habla el Señor
mismo.
La normatividad de los evangelios se revela también en el simple hecho
que, desde relativamente temprano, antes que se constituyese oficialmente
el canon, eran citados por los Padres de la Iglesia como escritos autorizados,
y se leían en las celebraciones comunitarias junto con el Antiguo Testamen-
to, lo que revela que implícitamente eran considerados como "Escritura", es
decir, como obras que gozaban de una autoridad religiosa única.
En resumen, la normatividad de los evangelios proviene del hecho que
contienen testimonios insustituibles del acontecimiento-Jesucristo, inter-
pretado a la luz de la fe apostólica, de forma excepcionalmente fidedigna y
autorizada. Los evangelios median entre nosotros y el acontecimiento-Jesu-
cristo. Si nos referimos a estos escritos como autoridad directriz es para
dejamos guiar.juzgar y criticar por su testimonio apostólico de Jesucristo, y
para asegurarnos que se predica a ese mismo Señor, y no a otro, en nuestro
empeño de serle fieles.
179

CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE WFR A \-I0Y
6. La canonicidad
El hecho de que Mateo y Lucas hayan recurrido al evangelio según
Marcos para la composición de sus obras. además de haber utilizado otras
tradiciones (orales y/o escritas), es un claro indicio de que ninguno de ellos
consideraba su obra como sagrada. Más aún, el hecho que sufrieran reto-
ques y añadiduras posteriores, apunta en el m ismo sentido. A esto hay que
añadir que cada evangelista compuso su obra para su comunidad y no para
la Iglesia universal. Eventualmente se empezaron a hacer copias, lo cual es
un primer indicio del valor autorizado que se les reconocía.
La producción de evangelios no se limitó a esos cuatro que, sólo más
tarde, fueron "canonizados", es decir, sellados como normativos v exclusi-
vos. En el siglo segundo se escribieron, entre otros: el Evan~eíio de los
Nazareos, el Evangelio de los Ebionitas, el Evangelio de los ~Hebreos, el
Evangelio de los Egipcios, los evangelios según Pedro, según Felipe. según
Tomás y según Santiago, todos los cuales contaron con buena aceptación
en diversas comunidades. Hay otros más que datan de la misma época, pero
que sólo conocemos por nombre o poseemos en pequeños fragmentos (P.
Ox. 840; P.Eg. 2). Esto indica que hasta fines del s. I1 los cuatro "canónicos"
no eran los únicos existentes, ni gozaban de una autoridad exclusiva. De
hecho, algunos eran considerados en pie de igualdad con los cuatro. Pero
también indica que, cuando se decidió a favor de "los cuatro canónicos", se
procedió a una selección en base a determinados criterios, y que por ello a
éstos se les reconoció una autoridad exclusiva.
Si bien no todos los evangelios tuvieron el mismo origen, al principio
todos tuvieron básicamente la misma función, la de servir para la catequesis
y la instrucción; cada uno reflejaba las inquietudes y perspectivas teológi-
cas dominantes en sus comunidades de origen; y todos eran reconocidos
como autorizados, almenas en aquellas para las que fueron escritos. Ciertas
comunidades o grupos (los gnósticos), que se alejaron de la tradicional
apreciación de Jesucristo, apelaban a determ inados evangelios para susten-
tar sus posturas no-ortodoxas, de donde nació la necesidad de determinar la
fidelidad apostólica de los evangelios existentes --por eso su paternidad se
solía asignar a algún apóstol (Mateo, Juan, Pedro, Tomás, Felipe, etc.j-, Esta
necesidad fue en parte acelerada por la aparición de herejías y evangelios de
origen dudoso o de tendencias netamente diferentes del denom inador co-
180
LA CANONICIDAD
mún de la tradición apostólica. A ello contribuyó especialmente el hecho de
que, hacia el año 140, el influyente Marción, con un espíritu anti-judío, dicta-
minó que el único evangelio auténtico era aquel según Lucas -pero depura-
do de sus referencias al Antiguo Testarnento-, y su opinión recibió sorpren-
dente acogida en diversos sectores de la Iglesia. Así, hacia la segunda mitad
del siglo segundo, empezó un paulatino proceso de selección de aquellos
escritos considerados como autorizados y fieles al espíritu de Cristo, que
eventualmente constituirían el canon o colección de escritos normativos
para la fe y la vida de la Iglesia apostól ica.
A inicios del s. 11, el obispo Papías (reportado por Eusebio de Cesarea dos
siglos más tarde) destacaba como únicos apostólicos los cuatro que cono-
cemos como tales, es decir, aquellos según Marcos, según Mateo, según
Lucas y según Juan. Su tono era apologético. A mediados del mismo siglo,
Justino Mártir consideró en gran estima a los tres sinópticos como "memo-
rias de los apóstoles", y menciona que se leían en las reuniones litúrgicas
(Apo/. 1,67). Pero Justino también recurrió a otras tradiciones acerca de Je-
sús que no conocemos a través de los cuatro canónicos. Hacia el año 170,
Taciano compuso su "Armonía de los Evangelios" (Diatessaron), que es
una vida de Jesús a modo de "collage" en base a los evangelios, para lo cual
empleó los cuatro canónicos que conocemos, pero no literalmente (lo que
indica que no les concedía sacralidad) ni exclusivamente (lo que indica que
empleó otras fuentes: ¿evangelios?). La primera evidencia clara que tenemos
a favor de un reconocimiento de una autoridad exclusiva de los cuatro evan-
gelios canónicos se halla en los escritos de san Ireneo de Lyon, en el último
tercio del s. 11, quien repetidamente los destaca apologéticamente, implican-
do un rechazo hacia cualquier otro evangelio (vea Adv. Haer. 3,11). Otro
tanto hicieron Tertuliano, Orígenes y Clemente de Alejandría, por citar nom-
bres representativos, si bien todavía se tendía a concederle importancia a
ciertos evangelios, como el de Pedro y el evangelio a los Hebreos. Conforme
avanzaba el tiempo, la atención se empezó a centrar y luego se focal izó en los
cuatro canónicos hasta que se les reconoció oficialmente una autoridad
exclusiva.
La lista de escritos normativos que se halla en el "Canon de Muratori"
(Roma, inicios del s. 111), menciona como autorizados sólo los cuatro evange-
lios, y todavía lo hace con un tono netamente apologético, especialmente a
favor del evangelio según Juan. Eso significa que a inicios del siglo tercero,
181
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A HOY
los cuatro todavía no habían recibido reconocimiento universal como los
únícos evangelios autorizados y normativos, y que el evangelio según Juan
era el más discutido -probablemente porque desde temprano fue el predilec-
to de los grupos gnósticos (herejes)-. En el siglo cuarto, se había llegado
prácticamente a un consenso: sólo los cuatro canónicos gozaban de valor
normativo, Así lo atestiguan el catálogo de escritos bíblicos del Código
Claromontano, la lista del obispo Atanasia de Alejandría (en 367), y los
Concilios de Laodicea (363), de Hippo (393) y de Cartago (397).
Al plantearse la necesidad de fijar un canon de escritos normativos, la
Iglesia se planteaba la cuestión de su identidad y se obligaba a autodefinir-
se, no en base a escritos existentes sino a su propia vivencia de la fe. Aún no
existían textos normativos, pero las cuatro versiones habían sido compues-
tas en la iglesia y desde una perspectiva que correspondía a su vivencia de
"el evangelio". Si algún evangelio ofrecía garantías de ser auténtico testimo-
nio de la fe apostólica y de fidelidad al Señor, debía hallar eco en la vida a
pesar del tiempo transcurrido, máxime si ambos (Iglesia-vida y evangelio-
texto) eran fieles a la proyección apostólica en la cual se fundamentaban. La
Iglesia debería poder reconocer en esos evangelios la fe que vivía, como si
de un espejo se tratara -de no ser así, no podían ser auténticos testimonios
apostólicos de Jesucristo-. Por ello los cuatro evangelios canónicos son
garantía de la auténtica fe apostólica, al mismo tiempo que documentos
históricos que preservan esa fe apostólica a la que la Iglesia siempre se ha
remitido como referencia insustituible y como parámetro que salvaguarda de
posibles desviaciones, que fue una de las razones por las que se constituyó
el canon.
Si bien no se establecieron criterios explícitos en base a los que se deter-
minaría los escritos que serían incluidos en el canon (colección normativa),
ciertamente operaron algunos criterios que implícitamente fueron determi-
nantes en este proceso vital de autodefinición. Los textos que se eligieran
deberían reflejar la fe vivida por la iglesia; ser lo suficientemente cercanos al
tiempo de Jesús, y a su vez guardar coherencia con otros escritos de induda-
ble origen apostólico (por ejemplo, las cartas de Pablo); haber sido acepta-
dos y reconocidos como apostólicos por la mayoría de las comunidades
(con lo que se descartaban aquellos escritos utilizados en pequeños gru-
pos), lo que significa que sobre todo debían ofrecer confiabilidad apostólica
y recibir un reconocimiento universal, no sectario.
182
LA CANONICIDAD
La determinación de incluir nuestros cuatro evangelios en el canon indi-
ca, sin lugar a dudas, el valor normativo que la Iglesia reconoció en ellos,
tanto por cuestiones de fe como de un modelo de vida, haciendo de ellos
testimonios insustituibles, auténticos y fidedignos de la fe apostólica, de la
cual somos tributarios. Los evangelios canónicos ofrecen la perenne garan-
tía de fidelidad a la revelación definitiva de Dios en Jesucristo, de la que
siguen siendo los testimonios. Son documentos de identidad del cristianismo.
Los apócrifos
Se denominan "apócrifos" (del griego, "oculto, oscuro") a aquellos escri-
tos que, a pesar de una cierta apariencia "bíblica", no fueron incluidos en el
canon. Los evangelios apócrifos, que rebasan los cuarenta, no fueron inclui-
dos en él ya fuese por mostrar tendencias disconformes con la fe de la
Iglesia, o por tener un origen dudoso, o por haberse concentrado en lo
legendario. Todos son de origen tardío, posteriores a los cuatro canónicos.
Un buen número de éstos han querido llenar el vacío biográfico que han
dejado los cuatro canónicos, y de ellos hemos heredado muchos de los
detalles que han alimentado la fantasía piadosa, especialmente en tomo a los
padres de Jesús, su nacimiento e infancia, así como su pasión y resurrec-
ción". Su contenido carece de valor histórico.
Otros evangelios apócrifos son netamente sectarios, especialmente mar-
cados por el gnosticismo". El lector interesado puede referirse a la colección
Evangelios Apócrifos realizada por Aurelio de Santos (B.A.C., Madrid 1963)
A. Piñero ofrece unaexcelente visión panorámica en Id. (ed.), Fuentes del cristia-
nismo, Córdoba. 1993, cap. 10.
Elgnosticismo es unsistema filosófico-teológico queconsidera lasalvación como
resultado del conocimiento (gnosis) de sí mismo. de su origen y su destino. El
"yo" de lapersona es considerado comounfragmento de luz. unachispa caídade
la sustancia divinaque. extranjera, es prisionera de los poderes maléficos, y no
puede liberarse si no es por la revelación que permite al hombre conocer su
"hogar"enelde Dios. Suliberación sedaconlamuerte, y estachispa dedivinidad
viajaal destino que conoce. su patria. Elgnosticismo es dualista y noconsidera a
Dioscomo responsable de lacreación visible. queseríaobrade lasfuerzas malig-
nas. Cristo descendió solamente para impartir el conocimiento del orígen y des-
tino del hombre. y no fue auténticamente humano (docetismo).
183
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A HOY
7. Los evangelios como Palabra de Dios
De la presentación que hicimos de los evangelios, posiblemente se tenga
la impresión que se trata de escritos exclusivamente humanos y que, en
cuanto Palabra de Dios, carecen de valor, pues no he mencionado el papel
inspirador de Dios en su formación. Sin embargo, generalmente no es tanto
esto lo que constituye un problema en la comprensión de los evangelios,
como lo es su paternidad humana. De hecho, los evangelios, como toda la
Biblia, son "Palabra de Dios en palabras de hombres". Algunas reflexiones
en torno a la primera parte de esta afirmación se imponen a estas alturas.
La inspiración
La inspiración es un carisma, un don gratuito de Dios, otorgado a ciertas
personas (¡no a libros!) con el fin de edificar la Iglesia, que capacita a los
agraciados para comprender, interpretar y transm itir fiel y correctamente la
revelación salvífica de Dios en la historia". La inspiración, expresión de la
presencia activa del Espíritu en la comunidad y sus miembros, abarca todo el
proceso de formación de los escritos bíblicos, y los condicionamientos
histórico-culturales en los cuales se gestó.
La presencia divina no ignora ni anula la libertad del hombre ni sus limita-
ciones y condicionamientos naturales. Esto explica la multiplicidad de pers-
pectivas y la redacción de cada uno de los evangelios, incluso el hecho de
que sean cuatro y no uno. En virtud de esta presencia del Espíritu. los
evangelios son testimonios deje, de la fe apostólica en Jesucristo y la acción
salvífica de Dios por Cristo para los hombres (Jn 7,39; 14, 17s; 16, 12ss). Por
eso, para comprenderlos plenamente, y para que hablen hoy como lo hicie-
ron ayer, es necesario estar abiertos a esa fe y a ese Espíritu que movió a sus
autores humanos a testimoniarla.
Por su propia naturaleza, la inspiración no es susceptible de comproba-
ción objetiva, sino tan sólo admisible por la fe. La Iglesia reconoció el carác-
ter inspirador de los evangelios al "canon izarlos" y elevarlos al rango de
1 () Para una exposición más detallada y sustentada, vea el cap. 17 de E. Arens, La
Biblia sin mitos, Lima, 2004.
184
Los EVANGELIOS COMO PALABRA DE DIOS
sagrada Escritura -lo cual ciertamente no habían previsto sus redactores,
pues escribieron para sus comunidades, y no para el cristianismo de todos
los tiempos-o Como he indicado con anterioridad, los evangelistas estaban
conscientes de la presencia del espíritu del Señor entre ellos.
Conjuntamente con la inspiración, se suele plantear el problema de la
inerrancia o, en términos más acertados, de la verdad. Así como la inspira-
ción fue en vistas a la edificación salvifica de la Iglesia, así también la verdad
de los evangelios (y de la Biblia en general) se sitúa en el orden de lo salví-
fica, y no de lo científico (histórico, gcopolítico, cosmológico, etc.): ee ••• Ios
libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad
que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación"
(DV n.II). Por cierto, dado que la inspiración no hacía genios de los compo-
sitores bíblicos, sino que se daba dentro de las limitaciones propias de la
naturaleza humana, no los preservó de la ignorancia. j Ignorancia no es sinó-
nimo de error! Esto explica por qué en los evangelios no encontramos una
comprensión tan profunda acerca de Jesucristo como en la teología post-
bíblica. Hasta donde alcanzaban sus conocimientos, los redactores de los
evangelios expresaron correctamente su comprensión del acontecimiento-
Jesucristo!'. Pero la inspiración divina no cesó con la plasmación escrita de
la tradición en aquellos tiempos: Dios no ha cesado de guiar a los hombres
en su búsqueda de una mayor y más profunda comprensión del aconteci-
miento-Jesucristo. Esto debe ser fácil de comprender a la luz de todo lo hasta
ahora expuesto, y de lo que consideraremos a continuación.
Palabra de Dios
He insistido en que los evangelios no son primordialmente memorias del
pasado, sino testimonios auténticos de la fe apostólica, garantizados y guia-
dos por la presencia activa del Espíritu del Señor quien, a través de los
11 Baste a modo de ejemplo observar la cristología de san Pablo expresada en 1COI'
15,23-28, donde afirma que Cristo al final se someterá a Dios "para que Dios sea
todo en todos": Jesucristo no era visto por Pablo c xno Dios! Y difícilmente
podría, pues como buen judío tenía como dogma fundamental que hay un solo
Dios, y no dos (el Padre y el Hijo). Fue necesario esperar varios siglos para
aclarar esas relaciones y tener el vocabulario preciso para evitar pensar en tres
dioses. Esa es una de tantas limitaciones de san Pablo.
185
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A ¡¡OY
evangelistas, se dirigió a sus respectivas comunidades. Los evangelios son
calificados como "Palabra de Dios" por cuanto, mediante ellos. el que está
hablando, guiando e interpelando a la comunidad a la que se dirige, es el
Señor vivo, presente aquí y ahora, por la boca (o pluma) profética de sus
enviados. No debe extrañarnos que predominen los diálogos, las sentencias
y los discursos de Jesús, sobre todo los de tono interpelante: es una palabra
que exige una respuesta, que no se reduce a simple información, sino que es
dialogante y transformadora, por cuanto es vitalmente pertinente para el
hombre y su existencia.
En los evangelios, el Señor habla en un lenguaje humano, en aquel de los
evangelistas, con todos los condicionamientos que hemos considerado a
propósito del lenguaje: el empleo de expresiones y categorías culturalmente
condicionadas. Es "palabra de Dios en palabras de hombres", en las que hay
que redescubrir constantemente la palabra de Dios. Desde un punto de vista
metodológico, hay que distinguir entre lo inspirado (el contenido) y su ex-
presión lingüistica (la forma literaria), si bien en la realidad no se da el uno sin
el otro. Para que sea accesible al hombre la Revelación, tenía que darse en
términos comprensibles; el mensaje es el fin, y el lenguaje en el que se
expresa, el medio.
A menudo nos referimos a los evangelios (y a la Biblia en general) como
"Palabra de Dios" en términos absolutos, como si en ellos nos hablase Dios
directamente y como si el texto hubiese sido escrito para nosotros. Con
frecuencia se ignora o se olvida que fueron escritos circunstancialmente:
escritos a partir de circunstancias lejanas de las nuestras (situaciones vita-
les, condicionamientos múltiples) y para un auditorio que no éramos noso-
tros; fueron "Palabra de Dios" directa para aquellos a quienes estaba dirigi-
da: Mateo para su comunidad, Juan para la suya, etc. ¿Hubiese sido "Palabra
de Dios" para los cristianos de Roma la primera carta que Pablo escribió a los
corintios? ¿Qué dirían los romanos al recibir la carta que en realidad estaba
destinada a los corintios, con todos sus reproches? Pues bien, algo similar
ocurre con respecto a nosotros, que no somos los destinatarios originales
de ninguno de los escritos de la Biblia. Si son "Palabra de Dios" para noso-
tros, lo son de modo indirecto. Hay que saber distinguir entre los aspectos
circunstanciales de esos escritos, y su valor o mensaje perenne.
186
Los EVANGELIOS COMO PALABRA DE DIOS
Con cierta frecuencia se consideran los evangelios como una serie de
doctrinas o verdades a-temporales y eternas, como una especie de manuales
de teología dogmática y moral, y con ese espíritu se citan textos, desprovis-
tos de todos sus contextos (literario, histórico, cultural, etc.). Se olvida que
son fundamentalmente testimonios de fe, circunstanciales y condicionados.
Ahora bien, si los evangelios son realmente "Palabra de Dios", deben ha-
blar, guiar, interpelar, fortalecer a su auditorio, tanto hoy como ayer. Sin
embargo, no existe "Palabra de Dios" en sí, sino "Palabra de Dios para
alguien". Los evangelistas mismos lo comprendieron así al haber adaptado
cada uno el material del que disponían, en vistas a su auditorio y sus circuns-
tancias concretas, lo cual era necesario si a través de ellos iba a hablar el
mismo Señor al aquí y ahora de su auditorio. Por eso tenemos cuatro, y no
un solo evangelio escrito, y éstos se diferencian entre sí.
Lo dicho conduce a la pregunta si los evangelios son de alguna manera
"Palabra de Dios para nosotros". Por lo pronto, hay que reconocer que todo
texto, una vez salido de la pluma de su autor, tiene un valor y una significa-
ción para su lector, sea quien fuere y cuando fuere, independiente de la
intención inmediata de su autor. El valor y la significación que se halle en un
texto variará de lector en lector; ésta es nuestra experiencia con cualquier
documento o libro que leamos. Lo importante es, sin embargo, estar en con-
sonancia con la intención del autor, si se va a ser fiel a su razón de ser.
Después de todo, la inspiración divina se dio al autor del texto, que es
inspirado por haberlo sido su escritor -¡no a pesar suyol-: Por ello, es
indispensable leer y escuchar los evangelios con el mismo espíritu defe con
el que fueron escritos (D V n.12).
Los evangelios hablan todavía hoy por cuanto marcan claramente el ca-
mino que se proyecta desde el acontecimiento-Jesucristo, camino que no
termina con los evangelios escritos, sino que llega a nuestro hoy. Aquí se
sitúa el papel de la tradición, anteriormente destacado: asegurar que el mis-
mo Señor siga hablándonos. El hecho de que los evangelios no hayan sido
escritos para nosotros directamente, ni que sus autores nos tuvieran en
mente, no significa en modo alguno que, despojados de sus elementos pura-
mente circunstanciales y revestidos del ropaje de nuestro aquí y ahora, no
tengan nada que decirnos. Serán "Palabra de Dios para nosotros hoy" en la
medida en que los traduzcamos a nuestras circunstancias y cultura, en la
medida en que, manteniéndonos dentro de su proyección, recojamos la pers-
187
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A HOY
pectiva y orientación de aquella Palabra de Dios que le hablaba a sus desti-
natarios originales, es decir, en la medida en que los mantengamos como voz
de un Señor vivo, presente aquí y ahora. Por ello, hay que escucharlos
primero, entrar en su mundo, para luego traducirlos al nuestro.
8. Los evangelios y la historia
Cuando hablamos del género literario de los evangelios, vimos que la
perspectiva desde la cual fueron escritos es histórico-salvífica. En esto se
inspiran del AT, especialmente en los escritos de los profetas; por eso se
citan pasajes y se alude al AT. Esto es lo que los distingue, como hemos
visto, de las biografías helénicas y romanas. Lo novedoso no es la forma
literaria de biografía, sino la persona de la cual trata y su actuación salvífica.
En efecto, a diferencia de las biografías helénicas, Jesús no es sólo una
figura ejemplar que sirve de modelo e inspiración. sino que es el portador del
Espíritu de Dios; es el Hijo de Dios, el mesías (Mc 1,1). Lo que tenemos,
pues, no es la historia de un héroe idealizado, sino el retrato de una persona
real (no mitológica) que nos invita a seguir sus huellas hacia el reino de Dios.
Ese retrato está pintado, además, desde la perspectiva de la Resurrección; el
"héroe" es el histórico Jesús de Nazaret visto desde su resurrección, que es
la clave hermenéutica desde la cual es releída su vida. Los evangelios ates-
tiguan esa fe en la Resurrección -lo que nos lleva más allá de la simple
biografía y trasciende los límites del pasado histórico. Pero pasemos ahora
del aspecto biográfico en sí, a la pregunta por la historicidad de los episo-
dios narrados en los evangelios.
El "biblicismo" popular y piadoso ha fortalecido durante muchos siglos
el supuesto de que los evangelios son historias absolutamente fidedignas
de lo que hizo y dijo Jesús. Todo hallaba fácil explicación en base al dogma
de la doble naturaleza (la divina y la humana) en la persona de Jesús. Ade-
más, se asumía que los autores de los evangelios habían sido testigos ocu-
lares, o discípulos de éstos. Pero muchos se sienten comprensiblemente
consternados hoy cuando se afirma que no todo es así. La Iglesia católica
defendió oficialmente la estricta y total historicidad de los evangelios, hasta
que Pío XII publicó en 1943 la encíclica Divino afflante Spiritu. En abril de
1964, la Pontificia Comisión Bíblica publicó un documento que trata explíci-
188
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
tamente este problema, de acuerdo con los avances en los estudios bíblicos
intitulado Instrucción sobre la Verdad Histórica de los Evangelios, -Jos
pasajes pertinentes se encuentran en el Apéndice-, y en 1993 la Comisión
Bíblica nos proporcionó la brillante guía sobre La interpretación de la Bi-
blia ~n la Iglesia, qu~ en gran medida tiene en mente a los evangelios,
especialmente en su Pnmera parte",
Puesto que nuestro estudio ha puesto de relieve que los evangelios no
son primordialmente biografías de Jesús, sino testimonio de fe, parecería
que hemos movido el péndulo al extremo opuesto al historicismo, hacia un
escepticismo total sobre el posible contenido histórico de los evangelios.
Surge, pues, la válida pregunta por el valor histórico que los evangelios
puedan tener: ¿contienen datos históricos?, ¿hasta qué punto se puede con-
fiar en ellos, históricamente hablando?, ¿no son, tal vez, creaciones o pro-
yecciones de la fe de la Iglesia primitiva?, ¿no estamos siendo demasiado
escépticos y minimalistas?
Sijuzgamos que los evangelios (no) son biografías o historia, es en base
a nuestros criterios sobre lo que constituye biografía o historia!', Decir que
no son historia significa que no responden satisfactoriamente a nuestras
preguntas y exigencias de objetividad y verificabilidad. Sin embargo, esto
no significa necesariamente que sean falsos o invenciones, que sean a-
históricos o que, desde otro punto de vista (el de un tiempo y una cultura
diferentes), no pudiesen haber sido considerados como históricos (Lc 1,1-
4). Por eso, es indispensable procurar comprender el sentido de lo histórico
en la antigüedad que nos ocupa.
Para nosotros, histórico es todo relato que corresponde exactamente a
los hechos que se narran, cual crónicas. Para poder ser calificado como
histórico, el relato deberá contener información precisa, objetivamente veri-
ficable, y explicarse por causas naturales: lo relatado sucedió tal y como se
relata. Este concepto de historia no acepta como tal el ámbito de lo trascen-
dental y divino, por no ser objetivamente verificable. La historia se circuns-
cribe y explica íntegramente dentro de los límites de nuestro mundo físico.
12 Vea también E.Arcns, La Biblia leida en Iglesia, Lima, 2003, esp. cap. 2 y 3.
1) Vea todolodichoenel capítulo dedicado al género literario de losevangelios. en
relación a lahistoria y la biografía griegay romana.
189
 ( "'1' 11< INI' III'RMI':Nl'IITICAS: DE AYER A HOY
In \'1 ( )11\'111\' Medio antiguo (los evangelios son tributarios de tradiciones
de (111/',1'11 mayonncutc palestino), era tenido por histórico, verdadero y real,
Iodo :lqudlo qUl' de alguna manera tuviese incidencia en la vida del hombre,
;¡f\'cLllldo su existencia. Un hecho era considerado histórico, no por haber
,,,cedido en el pasado, sino por el efecto que ese hecho produce al ser
I rl.u.rdo, es decir, por su significación para el hombre; no se distinguía entre
hechos fácticos y la interpretación significativa de los mismos, El acento
esl;lb;1 puesto en lo que el pasado significaba para el hombre en el momento
qUl' lo Ida o escuchaba, Es así como se consideraba histórica toda experien-
cia personal, no objetiva (por ejemplo, un sueño); al ser narrada, si se logra-
ba comunicar esa experiencia, era considerada histórica, verdadera y real
para su auditorio, en la medida que le fuese significativa, Por eso, esta con-
cepción de lo histórico no descartaba lo trascendental y lo divino. Por tanto,
la concepción antigua de la historia era menos objetiva y más subjetiva que
la nuestra: no se interesaba tanto por el pasado fáctico como por el presente
vivencial (lo que me dice y significa para mí). La idea griega de historia, y la
romana, no era mayormente diferente, aunque en los últimos había un cons-
ciente deseo y esfuerzo por ser más fieles a los acontecimientos acaecidos
(vea más arriba, sobre el género evangelio).
Generalmente, cuando se habla de historia, o se dice que tal aconteci-
miento es histórico, se piensa en lo que (el suceso) realmente sucedió en tal
o cual ocasión. No nos solemos percatar que algo no es historia hasta que ya
sucedió y alguien lo ha relatado. Y es que solemos establecer una identi-
dad casi absoluta entre el suceso y el relato del suceso. Un suceso no es
historia por el hecho de haber sucedido, sino a partir del momento en que es
relatado. No existe historia en sí, sin alguien que relate determinado aconte-
cimiento. Ahora bien, el que relata el suceso (supuestamente ocurrido) inevi-
tablemente lo hace desde su punto de vista, lo cual, a pesar de su objetividad
en describir los hechos, le introduce un sesgo personal 14.
No hay historia objetivamente narrada. Toda historia, como toda narra-
ción, es una interpretación. La interpretación se da desde el momento en que
el narrador selecciona, ordena y describe los datos, es decir, desde el rno-
14 "El desarrollo de la exégesis se debe repensar teniendo en cuenta la hermenéutica
filosófica contemporánea, que ha puesto en evidencia la implicación de la subje-
tividad en el conocimiento, en particular en el conocimiento histórico" (fBI 11.2).
190
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
mento en que valoró el suceso y decidió narrarlo. La interpretación es inevi-
table, y lo es porque el suceso es interiorizado por un sujeto. Fue precisa-
mente el significado o valor que el narrador vio en el suceso lo que le condu-
jo a relatarlo, y no el mero hecho que haya sucedido. Sólo la significación
(objeto de interpretación) de un acontecimiento permite que éste traspase el
umbral del pasado y sea relevante para el presente.
A diferencia de las matemáticas, la historia no se limita a datos fríos
(fechas, nombres, lugares, resultados), sino que se narra. La narración se
hace desde el punto de vista del narrador, quien es su intérprete. Tan sólo el
ingenuo cree que lo narrado es idéntico al suceso, que es un reportaje obje-
tivo, completo e imparcial, como si él mismo lo hubiese visto, tipo video-
cassette; que tampoco sería imparcial, ya que una filmación es también enfo-
cada desde cierto ángulo, el del director.
Para ser aceptable, nosotros exigimos que toda interpretación de los he-
chos históricos lo sea en términos lógicos y verificables, fundamentada en
datos a su vez históricamente verificables, y con causas y efectos igualmen-
te verificables objetivamente. Ahora bien, los evangelistas interpretaron el
acontecimiento-Jesucristo en términos de fe, fundamentada en un "hecho"
no verificable: la Resurrección de Jesús". Hay que tener presente el papel
hermenéutico de la Resurrección, que destacamos anteriormente: los evan-
gelios fueron escritos en base a la comprensión del acontecimiento-Jesu-
cristo que proporcion -) la Resurrección.
Con cierta frecuencia, los evangelistas indicaron que los discípulos no
comprendieron lo que Jesús les decía, e incluso que lo comprenderían recién
a partir de su resurrección (cf. Me 9,9; Jn 2,22; 13,7). Estas incomprensiones
se mencionaron porque eran parte de la experiencia misma de los discípu-
los, tanto antes como después de Pascua. A partir de la Resurrección, la vida
15 La resurrección de Jesús no es verificable; sólo es admisible en el ámbito de la fe:
es una realidad que se sitúa al "otro lado" de nuestro mundo temporal y sensible.
La tumba vacia sólo se puede interpretar como resultado de la Resurrección (y no
de un robo, p. ej.) si se admite previamente que .Iesús resucitó. Vea al respecto
más ampliamente X. Léon - Dufour, Resurrección de Jesús y mensaje pascual,
Salamanca. 1973. Y los artículos de J. Delorme y G. Lohfink, en Selecciones de
Ieologia n. 33 ( 1970).
191
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
de Jesús fue "vista" e interpretada con los anteojos de la fe pascual, y por lo
tanto dejó de transmitirse como una simple crónica. Fue precisamente la
significación de lo sucedido, y no lo sucedido en sí mismo, lo que dio origen
a la predicación; no lo fue la muerte y resurrección en sí misma, sino su
significación ("para nuestra salvación") lo que se predicó.
Evidentemente, la comprensión del acontecimiento-Jesucristo no fue ins-
tantánea. Conforme se comprendía mejor su significado en todos sus aspec-
tos, se les daba una mejor interpretación. A esto hay que añadir que la
interpretación de los sucesos que leemos en los evangelios no se limitaba al
pasado, las tradiciones de Jesús, sino que incluía las inquietudes y situacio-
nes del presente del relator (situaciones vitales), y que incluso se extendió a
sus consecuencias escatológicas: su pertinencia salvífica para el hombre,
puesto que Jesús fue comprendido como el enviado definitivo de Dios,
mesías y Señor.
Hay dos niveles de "historia" que se deben tener presentes ante un
relato evangélico, siendo ambos igualmente historia, pero que en los relatos
aparecen entretejidos: (1) la historia pasada, aquella del tiempo en que ocu-
rrieron los sucesos relatados en los años 30, y (2) la historia y circunstancia
del narrador, la de su comunidad y sus vicisitudes, de la cual el relato puede
ser reflejo o expresión. Esta última, que es la que menos se nos suele ocurrir
tomar en cuenta, a menudo se expresa mediante la retroproyección de algún
problema, interrogante o anhelo propio del tiempo del narrador, hacia el
tiempo en que se sitúan los sucesos relatados (años 30). De hecho, los
relatos evangélicos nos cuentan, tanto la historia de Jesús de Nazaret como
la historia de la comunidad que narra esa historia. Así, por ejemplo, la pará-
bola del sembrador (Me 4,3-8) no se narró sólo porque Jesús en alguna
ocasión la dijo, sino porque lo que decía seguía siendo válido, y es asi como
posteriormente se le añadió una explicación que refleja la realidad que cono-
cían los misioneros cristianos y que, inclusive, era conocida dentro de la
comunidad misma (Me 4,14-20), pero que en el texto aparece como si su
explicación la hubiese dado el mismo Jesús (Me 4, 13). La frecuente pregunta
que diferentes personas se hacen acerca de la identidad de Jesús, en el
evangelio según Marcos (2,7; 4,41 ; 6,3 .14s.49s), concluye con una pregunta
que revela una preocupación con ese tema aun en tiempos del evangelista:
"¿quién dicen ustedes que soy yo?" (8,29) ....
192
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
Además de destacar la diferencia en la concepción de lo histórico, y el
hecho de que toda historia es interpretada, es necesario recordar que el
propósito primordial de los evangelistas fue esencialmente el de guiar en la
fe, no el de narrar la vida (biografía) de Jesús. Lo que relataron lo hicieron en
función y en términos de laje. No es sorprendente pues que lo narrado,
históricamente hablando, pudiese o no haber sucedido de la manera en que
fue descrito, e inclusive, que pudiese o no haber sucedido". Lo narrado es el
medio mediante el cual el relator comunicó su mensaje. Por eso, como en
toda obra, hay que comprender los evangelios en sus propios términos y en
consonancia con su propósito rector.
Recordemos que el material empleado en la composición de los evange-
lios provenía predominantemente de la predicación y de la catequesis. En
éstas, el interés no era tanto la vida de Jesús en sí misma, como su relación
con la salvación. Por eso se concentraron en la vida pública de Jesús y en el
sentido de su Pasión, y no se interesaron por su juventud, por ejemplo. Su
niñez y su juventud eran la vida privada de Jesús, no relacionada directa-
mente con el mensaje de salvación, el cual recién irrumpió a partir de su
bautismo!". No era tanto la vida pasada de Jesús, como su importancia para
el hombre aquí y ahora, la que la tradición mantuvo viva y que se manifestó
poderosamente en los evangelios. Entonces, lo que nos sale al encuentro
directamente en los evangelios, ya desde sus orígenes orales, es un conjun-
to de testimonios de fe; de donde se entiende que predomine la interpreta-
ción de los hechos, debido a su significación existencial para el hombre. TLI1
sólo indirectamente son testimonios de hechos históricos.
Después de esta breve presentación introductoria de la cuestión, quizá
se tenga la impresión de que hemos ido alejando una vez más a los evange-
lios de la historia narrada. Queda pues en pie la pregunta por su posible
contenido y valor histórico. El que los evangelistas (y la tradición que les
1(, "Cuando se trata de un relato, el sentido literal no comporta necesariamente la
afirmación de que los hechos narrados se han producido efectivamente, ya que un
relato puede no pertenecer al género histórico, sino ser una obra de imaginación"
(IBIII.B.I).
17 Mateo y Lucas relataron el nacimiento de Jesús porque de esa manera se respon-
día a la pregunta por su origen, como se hará luego en Jn mediante el Prólogo, al
empezar más bien con su pre-existencia.
193

CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
precedió) no pusiesen en primer plano lo histórico y que predominase la
interpretación sobre los hechos objetivos y verificables, no significa que se
desinteresasen de la historia como tal ni que sus obras no contuvieran datos
históricos, pero sí significa que no es siempre fácil determinar con certeza si
talo cual perícopa corresponde a un hecho objetivamente sucedido, es decir
que podamos calificar lo narrado como historia.
Los evangelistas, por haber escogido la forma externa de una biografía
para presentar los testimonios de fe, ciertamente revelan un interés por la
historia de Jesús de Nazaret -aunque sea limitado-o Hay una serie de datos
que difícilmente pudieron ser inventados: el hecho de su nacimiento, los
nombres de sus padres y otros muchos personajes, su bautismo por Juan, el
círculo de apóstoles, el hecho de que entrara en repetidas ocasiones en
conflicto con las autoridades religiosas judías, su actitud frente a la Ley y
ciertas tradiciones, el hecho de que realizara ciertos milagros y que predicara
utilizando parábolas, que su mensaje haya sido el anuncio de la inminencia
del reino de Dios, etc. Sin embargo, la probabilidad histórica de cada períco-
pa en particular tiene que ser estudiada separadamente: Jesús expulsó "de-
monios", pero, ¿lo hizo en talo cual ocasión y de la manera en que está
relatado? ¿Sucedieron las tres tentaciones de Jesús, y tal como se narran?
¿Qué decir de la caminata sobre las aguas?
Los evangelios, como la predicación, se concentraron en quién es Jesús,
no tanto en quién fue; presentaron al Jesús de ayer HOY. Sin embargo, el
hecho que pusieran palabras en su boca y que relataran episodios que a
todas luces no ocurrieron, es un claro indicio que para los evangelistas, y
para la Iglesia en general, no habia una diferencia abismal entre el Jesús
anterior a la resurrección y el de después: es el mismo encarnado el que
ahora está gloriosamente presente y sigue vivo": Más aún, la importancia y
el significado que alguien pueda tener es inseparable de lo que fue, de lo que
realizó y dijo: de su pasado se desprende su importancia para el presente.
Igualmente, para conocer a una persona es necesario familiarizarse con su
pasado: lo que se es ahora es inseparable de lo que se era antes. Así, el
significado de la persona de Jesús y el conocimiento de ella es inseparable
1" Nótese cómo, por ejemplo, el relato de la pesca milagrosa es situado después de
la Resurrección en Jn 21,3ss, mientras que en Le el mismo acontecimiento se
sitúa en la vida pública de Jesús (5,4ss), y difiere en no pocos detalles.
194
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
de lo que históricamente fue. Y es así como el kerigma y la predicación tenía
como contenido a un personaje histórico, y la fe que se pedía era fe en
alguien que fue y es. Los evangelistas tuvieron sumo cuidado en asentar la
historicidad del acontecimiento-Jesucristo, probablemente advertidos por
las desviaciones de tipo docetista y gnóstico!", a fin de evitar que Jesús se
diluyera en una suerte de ser mitológico (como tantos de la mitología griega)
y la fe se convirtiera en ideología o se transformara en religión mistérica.
Como se observa en las cartas de Pablo, la predicación se remontaba a lo que
sucedió, y en el cristianismo naciente era de suma importancia la figura de
los testigos. Lo que éstos interpretaban y valoraban eran acontecimientos
históricos. El cristianismo es una religión histórica: no está forjado a partir
de verdades aternporales, sino desde la revelación histórica que se sitúa en
unas coordenadas en el espacio y el tiempo, en la persona histórica del hijo
de María de Nazaret.
He indicado insistentemente que los evangelios presentan de manera
estrechamente entrelazada los hechos y su significación, es decir que pre-
sentan el acontecimiento-Jesucristo de manera interpretada. Ahora bien, no
hay interpretación posible si no hay qué interpretar. Si se interpretan he-
chos, entonces debe haber sucesos ocurridos, o al menos ciertos rasgos
históricos de la vida que se presenta y que son significativos. La afirmación
"Jesús murió por nuestros pecados", por ejemplo, es la interpretación ("por
nuestros pecados") de un hecho ("Jesús murió"); si no murió, tampoco
expió. Igualmente "Jesús Cristo" es la afirmación combinada de un dato
("Jesús") y una interpretación ("Cristo" = mesías).
Uno de los rasgos que distinguen a los evangelios de otros documentos
históricos profanos, es el predominio de la interpretación; interpretación en
base a un "hecho histórico", pero que no es "objetivo" ni verificable, la
Resurrección, y que no se limita al pasado sino que se proyecta hacia el
futuro y conlleva una serie de implicaciones existenciales. La veracidad de
las interpretaciones que hallamos en los evangelios no es posible confirmar-
1'J El docetismo es la concepción cristológica que sostiene que Jesús poseía un
cuerpo celestial. no humano. y sufrió y murió sólo en apariencia. La gnosis
sostiene que la salvación depende fundamentalmente del conocimiento, no de un
salvador. cuya única misión es la de proporcionar la gnosis, los conocimientos
necesarios para caminar hacia la salvación.
195
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
la mediante métodos estrictamente históricos; es sólo aceptable en el ámbito
de la fe y en la medida en que se confíe en los testimonios allí ofrecidos
-"verificables" tan sólo en cuanto son consistentes con la multiplicidad de
testimonios que hallamos en los escritos neotestamentarios-. La persona
misma de Jesús era interpretable en varios sentidos: para unos fue un poseí-
do (Me 3,30), para otros un alucinado (Me 3,21), o un reformador rebelde,
mientras que para sus discípulos era "el Cristo": "¿quién dicen los hombres
que soy yo?" (Me 8,27s). Los evangelios presentan una línea de interpreta-
ción de su persona y de los diversos episodios y rasgos de su vida que
destacan, aceptable tan sólo en la fe -no es objetivamente demostrable que
sea correcta-o Precisamente por la variedad de interpretaciones posibles, era
necesario ofrecer una interpretación autorizada, si la Iglesia deseaba que se
pusiese la fe y confianza existencial en el Jesús que predicaba. De haberse
limitado al simple reportaje histórico o a una crónica de lo sucedido, sin una
clara interpretación, los evangelistas hubieran dejado las puertas abiertas a
cualquier posible interpretación de los hechos y de la persona misma de
Jesús. Si querían compartir su fe, tenían que hacer evidente quién era Jesús
para ellos, es decir, su importancia y significación actual para la vida. Valga la
redundancia: que se predicase a Jesús no quiere decir que el contenido de lo
predicado no fuese histórico, sino que no se informaba sobre el pasado por
interés propio de una curiosidad pasajera, sino en cuanto a su significación
para el presente como para el futuro de la comunidad, interpretado desde la
fey para lafe.
Dicho sucintamente: los evangelios contienen historia, pero no se redu-
cen a ser el recuento de una serie de hechos; es mediante la historia interpre-
tada como los evangelistas comunicaron su fe en Jesucristo. Por lo tanto,
preguntar si los evangelios son testimonios de acontecimientos históricos o
testimonios de fe predicada, es una alternativa excluyente ilegítima. La predi-
cación y la fe son inseparables de lo que se predica y en quién se cree: la
revelación definitiva de Dios en la persona de Jesús de Nazaret. Los evange-
lios, repito, contienen historia y contienen testimonios de fe, estrechamente
entrelazados, pero no tienen por finalidad primordial la historia, sino lafe 20 .
20 Por eso se hablaba de euanguelion, buena noticia (Me 1,1), no simplemente de
anguelion, noticia. Vea lo dicho al respecto al inicio de este libro.
196
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
Acerquémonos un paso más en el camino hacia la comprensión de la
verdad histórica de lo narrado en los evangelios canónicos. Si resultase que,
tras un estudio serio y con criterios históricos, tal discurso o milagro no lo
pronunció o realizó Jesús de Nazaret, habríamos llegado a una conclusión de
orden histórico. Afirmar que "no lo pronunció" o que "no sucedió" es un
juicio sólo sobre la historicidad de lo "reportado", pero no significa que el
dicho o el relato no tenga ningún valor -rio menos que una fábula o una
parábola-o Con la pregunta histórica ni se agota ni se determina todo el valor
que un texto pueda encerrar.
Hay un segundo aspecto que considerar: el valor comunicativo de lo
relatado, independientemente de su historicidad que exige tener presente el
propósito del autor de la obra. Dado que el propósito de los evangelios no
fue el de hacer historia, sino que se sitúa en el campo de lafe, como produc-
tos de la predicación y de la catequesis, es a este nivel, el teológico, en el que
hay que considerar y evaluar primero los evangelios. Si, por ejemplo, con
criterios históricos, se concluyese que es improbable que Jesús haya resuci-
tado al hijo de la viuda de Naím, se habría emitido un juicio sobre el valor
histórico de lo relatado en Le 7,11-1 TI. Sin embargo, no por ello carece de
valor alguno o de verdad, pues, teológicamente este relato afirma que Jesús
es la fuente de vida: "un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha
visitado a su pueblo" (v. 16) en la persona de Jesús. Históricamente, Le 7,11-
17 sería inauténtico y falso, por cuanto no sucedió realmente como se relata,
pero teológicamente es auténtico y verdadero. La valoración teológica (que
es de orden interpretativo y es el mensaje), como se observa, es indepen-
diente de la valoración histórica (que es de orden fáctico). Preguntas de tipo
histórico obtendrán respuestas sólo a nivel histórico. Si preguntamos por la
fecha del nacimiento de Jesús, no obtendremos respuesta alguna de los
evangelios. Si preguntamos a cuántos ciegos curó Jesús al salir (o al entrar:
Lucas) de Jericó, obtendremos dos respuestas: según Mateo a dos, y según
Marcos y Lucas a uno; pero sólo una puede ser verdadera y la otra será,
históricamente hablando, falsa.
21 El hecho de que sea narrado sólo por Lucas debería hacernos pensar. Vea el
cuidadoso estudio de A. Harbart al respecto, en VY.AA. Exégesis Bíblica. Ma-
drid, 1979, 115-125.
197
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
Para muchas personas, lamentablemente, es significativo para su fe sólo
aquello que es estrictamente histórico, es decir, lo que realmente sucedió-y
tal y como se narra-o Esto se debe a una ingenua identificación de lo histó-
rico con lo verdadero, con la tácita suposición que lo no-histórico no es
verdadero, lo que da la impresión de afirmar que la única verdad es la histó-
rica, y que los otros géneros literarios (leyendas, mitos, epopeyas, etc.) se
sitúan en el ámbito de la falsedad, incluso la mentira. Quien así piensa recha-
za como indigno de atención aquello que, en nuestros evangelios (y la Biblia
en general), no es histórico, a menos que sea evidente, como es el caso de las
parábolas -aunque no dirá que son verdaderas, pues asocia verdad con
suceso ocurrido-. Caso típico son los milagros": se afirma su veracidad
inseparablemente de su estricta historicidad; son verdad porque (presunta-
mente) ocurrieron, como se relatan. Pero, no se percatan que están leyendo
un relato, y que como todo relato ha sido producto de interpretación, y su
origen debe ser previamente investigado antes de afirmar categóricamente
que realmente sucedió. Prueba de que inconscientemente se asocia verdad
con historia, es la reacción instintiva de aquellos que se enteran que talo
cual relato que creían tenía la condición de tal, en realidad no lo es: o
rehúsan creer que pueda ser así, o descartan el relato como si fuera una
falsedad; no se les ocurre que pueda haber una verdad no-histórica, y me-
nos que un relato de apariencia histórica (o sea, una narración) pueda ser
verdad sin ser historia fáctica. ¿Cómo reacciona Ud. si se le demuestra que
no hubo una visita de "reyes magos" al niño Jesús, ni una matanza de "niños
inocentes" (Mt 2), o que el relato de las tres tentaciones de Jesús es un
midraslr"l
El valor y la verdad teológica, catequética, parenética, u otra, de un relato
en los evangelios no están supeditados a la historicidad del episodio narra-
do. Lo contrario significaría que lo histórico tendría preeminencia sobre lo
teológico, catequético, parenético, etc., y que determinaría lo que es relevan-
te para la fe, como hacen los fundamentalistas. En ese caso, tendríamos que
desterrar de nuestros evangelios todas las confesiones de fe, las interpreta-
22 Vea al respecto la magistral exposición de A. Weiser, ¿A qué llama milagros la
Biblia], Madrid, 1979.
23 Género popular judío que se caracteriza por la construcción de un relato en base
a textos bíblicos con fines instructivos.
198
Los EVANGELIOS Y LA HISTORIA
ciones, y un porcentaje de relatos y discursos que demostrablemente no se
remontan a Jesús de Nazaret y que por lo tanto no son históricos en el
sentido antes descrito. Inversamente, la fe no determina lo que es o no es
histórico; la significación teológica, catequética, etc., no determina la factici-
dad de lo relatado. Tengamos pues muy presente que ¡la verdad histórica ni
es la única, ni agota el significado de un suceso o de un relato!
La significación y pertinencia para la fe de aquello narrado es algo distin-
to de su facticidad y veracidad histórica: son dos niveles diferentes, y deben
enfocarse separadamente. Limitarse a aquello que históricamente es fidedig-
no, auténtico y veraz, a lo que realmente Jesús hizo y dijo, sería olvidar el
papel central de la Resurrección, la presencia orientadora del Espíritu en la
Iglesia primitiva, y el sentido de la inspiración -que conciernen a la fe que
brota del significado de los sucesos históricos-o Reducir el objeto de la fe a
lo que históricamente sucedió, sería relegar a Jesús al pasado, haciéndolo
objeto de admiración (no de fe-confianza), lo que sería a su vez contrario al
propósito que comparten todos los evangelios canónicos, que era y es el de
presentar a un Señor siempre presente, un Señor vivo; el de ayer hoy", Si
alguien conociese exactamente todo lo que hizo y dijo Jesús, toda su vida
(incluso filmada y grabada, sí se quiere), no significaría necesariamente que
creyese en él. Hay ateos que conocen tanto o más acerca de Jesús que
muchos creyentes. No hay que confundir información cognitiva con fe vi-
vencial-si bien la fe es siempre fe informada-o Valga la repetición: la verdad
histórica (si sucedió o no) no agota el significado del relato (teológico u
otro).
Un hecho histórico cobra vida sólo cuando se le interpreta, cuando se
pone de relieve su valor y significación para el hombre. Por eso los evange-
lios presentan el acontecimiento-Jesucristo a través de una multiplicidad de
relatos interpretados desde la fe cristiana -relatos que pueden ser históri-
cos, legendarios, paradigmáticos, etc.-. De haberse filmado la muerte de
Jesús, por ejemplo, mostraría solamente a unjudío que moría condenado en
una cruz; la película no proporcionaría el significado de este acontecimiento.
La interpretación se impone desde el momento en que se presenta a un Señor
24 "No se es fiel a la intención de los textos bíblicos, sino cuando se procura
encontrar, en el corazón de su formulación, la realidad de fe que expresan, y se
enlaza ésta a la experiencia creyente de nuestro mundo" (IB1II.A.2).
199
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
vivo, Aquel en quien el hombre puede confiarse como el único realmente
significativo para su existencia. Pero las interpretaciones evangélicas no
son susceptibles de verificación por medios históricos, como ya destaqué,
sino que son admisibles como veraces por medio de la fe y la confianza".
Resumiendo: al acercarse a los evangelios, hay que distinguir claramente
el punto de vista desde el cual se enfocan: histórico o teológico, desde la
ciencia o desde la fe. A preguntas de carácter histórico se obtendrán res-
puestas de carácter histórico, no teológico; a preguntas teológicas, res-
puestas teológicas. Dada la naturaleza de los evangelios, en éstos no tene-
mos ciencia de la historia, sino teología de la historia de Jesús, y la verdad
que afirman no es tanto de orden histórico (sobre lo cual persiste una inse-
guridad) como teológico. Por eso, no podemos esperar obtener de ellos
estricta fidelidad histórica en absolutamente todo lo relatado, y menos aún
debemos utilizarlos como si fueran reportajes o crónicas históricas, o inclu-
so intentar historizar aquello que no lo es" Lo importante no es cuándo,
dónde, y cómo sucedió talo cual acontecimiento o pronunciamiento, sino
más bien, qué es lo que se quiso comunicar mediante el relato y cuál es la
significación de lo narrado. Metodológicamente, y en conformidad con el
propósito motor de los evangelistas, al acercarse a un texto evangélico, la
primera pregunta debe ser sobre la significación teológica, pues fue escrito
desde esa perspectiva y es la única que se sitúa en la esfera de la fe. Si bien
2' De ser objetivamente verificable, no se explica cómo -aparte de una razón de
conveniencia personal- se pueda negar la significación que la tradición vio en el
acontecimiento-Jesucristo.Igualmente, de ser objetivamente verificable. es inex-
plicable que eljudaismo hubiese negado la resurrección de Jesús, y ~:·.)n ello sus
implicaciones.
26 La tendencia a historizar, es decir, a tratar como si fuese histórico aquello que no
lo es, se observa con frecuencia en catecismos y entre predicadores que descono-
cen la naturaleza y el propósito de los relatos evangélicos. A menudo se tratan
textos de los evangelios como si fuesen reportajes estrictamente histórico-biográ-
ficos. Más aún, se suele rellenar los datos de los evangelios con otros que son
producto de la imaginación piadosa -al estilo de algunos apócrifos-oIgualmente,
es frecuente la psicologización de la persona de Jesús: Ios relatos son tratados
como biográficos y, en base a ellos. se busca determinar el temperamento. los
sentimientos, e incluso la posible conciencia que se presume que Jesús tuvo de su
identidad (Hijo de Dios, mesías, etc.). Estas y similares tendencias muestran una
ignorancia de la naturaleza de los evangelios.
200
¿RETORNO A JESÚS DE NAZARET?
la pregunta por la historicidad de lo narrado es legítima, no debe ser la
primera que se imponga al texto, ni la que prime y determine su valor último,
sino que debe ser posterior a la pregunta por lo que el texto comunica
teológicamente, y su significación en términos de fe.
9. ¿Retorno a Jesús de Nazaret?
Hemos visto que, externamente, los evangelios tienen la forma y el aire
de ser biografías, y así son considerados por la mayoría de personas. Esta
impresión no es del todo falsa, si bien es más aparente que real pues no
corresponde al propósito primordial de los evangelistas. De hecho, estruc-
turalmente se asemejan a los bloi (vidas) de la literatura grecorromana, como
ya hemos visto. La forma narrativa, la secuencia de acontecimientos en la
vida del biografiado según una sucesión ordenada, con localizaciones y
nombres concretos, producen la impresión de ser biografías. Pero ... podría
ser una biografía ficticia de un personaje imaginado -y no faltan quienes así
lo afirman-o Por eso, entre otras razones, la pregunta por el Jesús histórico es
de vital importancia.
Por otro lado, no pocas personas se sienten inclinadas a hacer normativo
y determinante exclusivamente aquello que se remonta a la vida terrena de
Jesús de Nazaret. Para ello, buscan determinar lo más exactamente posible
aquello que supuestamente hizo y dijo durante su vida terrena (sus ipsissi-
mafacta e ipsissima verba), haciendo de él un objeto de imitación y culto. Es
el interés que muestran muchas de las biografías que se han escrito sobre
Jesús.
¿Podemos recuperar datos importantes incuestionables sobre un tal Je-
sús de Nazaret? ¿Nos lo permiten las fuentes que poseemos, primordiales
entre ellas los evangelios canónicos?
A partir del hecho de que los evangelios son escritos culturalmente con-
dicionados e "ideológicamente" interpretados, algunos objetan que éstos
presentan a un Jesús que ha sido moldeado por las preocupaciones e intere-
ses de los evangelistas y de sus respectivas comunidades, que no son las
nuestras; se objeta que los evangelistas "leyeron" la vida de Jesús desde su
201
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
situación vital, la cual no es precisamente la nuestra. Por ello, -continúan-
se impone la necesidad de "leer los datos sobre el Jesús histórico desde
nuestro mundo concreto (desde el pobre, el obrero, el sufriente, etc.)", Es
decir, se propone dejar de lado la interpretación de Jesús hecha por el evan-
gelista, para retomar al Jesús terreno despojado de las interpretaciones cir-
cunstanciales con las que aparece en los evangelios, y reinterpretarlo nor-
mativamente desde nuestra realidad: no interesa quién era Jesús para Mar-
cos, sino quién es Jesús para mí. Si bien las objeciones aqui enumeradas son
válidas, es necesario tener presente lo siguiente:
a) No es posible determínar con absoluta certeza todo lo que Jesús hizo y
dijo durante su vida terrena. Nuestra fuente fundamental de información
(y casi exclusiva) es el conjunto de los cuatro evangelios que poseemos.
Ahora bien, éstos, como ya debe estar claro, presentan a un Señor "ac-
tualizado", que ya había sido interpretado y reinterpretado a lo largo de la
tradición oral; presentan a un Jesús visto desde la fe, confesado por los
creyentes. Su interés es religioso, no biográfico. Aun aquellos episodios,
sucesos y escenas narrados en los evangelios que parecerían acercarse
a la historicidad, con pocas excepciones presentan un margen de incerti-
dumbre desde el punto de vista de la verdad histórica.
Las biografías de Jesús que se han escrito han mostrado que, para llevar
a cabo esa tarea, es necesario violentar las fuentes mismas (los evange-
lios) manipulándolas, ignorando su naturaleza, presentando a un Jesús
distorsionado (místico, revolucionario, reformador, etc.) por los intere-
ses, prejuicios y la óptica del biógrafo (A. Schweitzer).
b) El deseo de conocer al Jesús histórico, especialmente su actuación y
comportamiento, no sólo es válido sino necesario, y porque se trata de
conocer a aquel en quien depositamos nuestra fe (no un personaje mito-
lógico) y porque, en el aspecto ético, sólo se pueden seguir las huellas
de alguien humano (histórico). Si ser cristiano es fundamentalmente ser
discípulo de Jesucristo, es decir, haber respondido afirmativamente a la
invitación "ven y sígueme", entonces están involucradas dos dimensio-
nes: la fe y la expresión de ésta, la conducta. El comportamiento caracte-
rístico cristiano (moral, ética, praxis) es primordialmente el seguimiento
del Jesús histórico, terreno y humano: "ámense como yo (de la misma
manera) les he amado". Esto lo comprendió muy bien san Pablo cuando
202
¿RETORNO A JESÚS DE NAZARET?
exhortó a los cristianos a tener "los mismos sentimientos que tuvo Cris-
to Jesús" (Fil 2,5), a "poseer la mente de Cristo" (1 Cor 2,16), a ser sus
imitadores (1Cor 11,1). Aquí se vislumbra la importancia que tiene cono-
cer a ese Jesús histórico, humano, cuyas huellas debemos seguir. El
comportamiento histórico de Jesús tiene un carácter normativo para sus
discípulos.
e) Pero limitarse exclusivamente al Jesús histórico sería olvidar el lugar cén-
trico que, desde los orígenes del cristianismo, han tenido la Resurrección
y la fe que suscitó este hecho. De no haber sido por éstas, no hubiese
surgido el cristianismo, la persona de Jesús no hubiese cobrado impor-
tancia religiosa, y no se hubiesen escrito los evangelios. Es bastante
significativo el hecho que la Iglesia misma, desde sus orígenes, no se
haya limitado al aspecto biográfico de la vida de Jesús y que, incluso en
los evangelios, este aspecto no ocupase un lugar de preeminencia. La
prioridad fue dada a la fe (cierto, una fe vivida concretamente), no a una
ética o praxis que no brotase consecuentemente de la fe en Jesús el
Cristo, Hijo de Dios y Señor de señores.
d) Limitarse a lo que Jesús de Nazaret históricamente hizo y dijo sería perma-
necer en el pasado, contemplarle como a un héroe que a lo sumo produce
admiración o inspira imitación, pero que no necesariamente confronta a la
persona con una opción deje en él. Para el cristiano, Jesús no es sólo un
héroe, un gran filósofo o humanista, incluso un maestro, sino su Señor,
objeto de su fe. Esto se destaca precísamente en las interpretaciones de
la persona y la misión de Jesús que leemos en los evangelios. Ahora bien,
las interpretaciones de "la vida de Jesús" que hallamos en los evangelios
canónicos son las únicas normativas, pues son estrictamente tributarias
de la comprensión y valoración del acontecimiento-Jesucristo por parte
de sus discípulos, los únicos que podían hacerlo por su privilegiado
lugar de testigos de los acontecimientos. Nosotros, ni hemos sido testi-
gos ni podemos relativizar válidamente esos testimoníos fundacionales.
El Jesucristo en quien los cristianos creemos es el mismo de los evange-
listas. En los evangelios, la interpretación es en términos de fe, de la
relación Jesucristo-hombre, y solamente en térmínos de comportamiento
o ética.
203
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
Ampliemos lo expuesto, retornando a la pregunta inicial. Las fuentes
que poseemos no nos permiten delinear con trazos precisos y claros la vida
de Jesús. San Pablo y los testimonios de los restantes autores de los escri-
tos del NT -así como los pocos testimonios extra-bíblicos- no nos propor-
cionan nada que no se encuentre ya en los evangelios. Varias décadas de
estudios y de debates acerca de la problemática en torno al "Jesús históri-
co" (aquel cuya vida concluyó con su muerte), han arrojado como balance
la toma de conciencia de la dificultad de recuperar más que unos pocos
datos y rasgos seguros acerca de Jesús de Nazaret, desde una perspectiva
estrictamente histórica. Entre nosotros y el Jesús histórico se interponen la
fe y la teología de la Iglesia primitiva, mediadas por los evangelistas, los
cuales a su vez son tributarios de una más o menos larga tradición, en la
cual predominaba igualmente la interpretación significativa sobre los datos
históricos; interpretación marcada por adaptaciones, intereses, perspecti-
vas teológicas, etc.
Lo expuesto no debe empujarnos al extremo de afirmar que simplemente
no sabemos nada acerca de Jesús, lo cual sería falso, pero sí nos pone en
guardia acerca de la dificultad de obtener información histórica exacta sobre
él, y de la cautela que se debe tener al intentar construir alguna tesis en base
al Jesús histórico. Los evangelios contienen información histórica, sí, pero
ésta no es fácil de destilar",
Dada la naturaleza de nuestras fuentes -predominantemente los evange-
lios-, las conclusiones a las que se llegue sobre el histórico Jesús de Nazaret
serán en la mayoría de los casos tentativas, probables. Cada episodio narra-
do debe ser estudiado críticamente. Para determinar aquello que posible-
mente se remonta a la vida terrena de Jesús, los estudiosos han establecido
rigurosos criterios a partir de las ciencias históricas, entre ellos la compara-
ción con el medio ambiente de tiempos de Jesús, la multiplicidad de testimo-
nios independientes sobre el episodio o el pronunciamiento supuestamente
27 De entre todos los estudios realizados sobre Jesús desde la perspectiva histórica,
vea las sobrias e informativas obras de G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, Salaman-
ca, 1976, y de E.P. Sanders, Lafigura histórica de Jesús, Estella, 2000. El estudio
más detallado es el de 1.P. Meier, Unjudio marginal, 4 vols., Estella, 1997, y la
exposición metodológica e informativa más útil viene de la pluma de G. Theis-
sen-A. Merz, El Jesús histórico, Salamanca, 1999:
204
EL MÉTODO HISTÓRICO-CRiTICO
histórico del mismo, la objetividad de los testimonios, la imposibilidad de un
origen eclesial de lo relatado (vea abajo).
Si llegásemos a determinar con absoluta certeza aquello que se remonta a
Jesús de Nazaret (y no poco se ha "recuperado"), no habríamos ganado
mucho, ya que los hechos crudos no pueden proporcionarnos por sí mis-
mos su significación. Por eso, en el Nuevo Testamento, no se separa al Jesús
de Nazaret histórico pre-pascual del Señor resucitado, como se ha pretendi-
do hacer en algunos círculos.
Una biografía de Jesús que se limite a los brutafacta (hechos crudos) no
puede ser normativa en sí misma, ni será testimonio de lare apostólica (en la
cual nos basamos). Tampoco conducirá a lafe en ese Jesús de los evange-
lios, ya que su personaje pertenecería al pasado y, al no trascender los
hechos hacia el presente y el futuro, no tendría nada que ofrecer y nada que
prometer, puesto que pertenecería al "reino de los muertos". A lo sumo pro-
duciría admiración y respeto, como a un héroe. Tan sólo el Señor de los
evangelios, ese Señor cuya vida terrena ha sido interpretada por sus segui-
dores, ese Señor vivo e inspirador, es digno de fe, y puede garantizar la
liberación total que todo hombre anhela. Si prescindimos de la Resurrección,
y todo lo que ese hecho conlleva de significativo e interpretativo, nos ha-
bríamos quedado en la humanidad de Jesús, que no podría ser objeto de fe y
de confianza ya que perteneceria exclusivamente al pasado.
Sintetizando: las interpretaciones de la persona y la misión de Jesús que
hallamos entretejidas con los hechos históricos en los evangelios, son nor-
mativas para la dimensión de lafe. La praxis histórica de Jesús, al margen de
su interpretación posterior, es normativa especialmente para la dimensión de
la expresión de la fe, que es el comportamiento "al estilo de Jesús". Ambas
son indispensables y deben permanecer inseparablemente unidas, como el
Jesús pre- y el post-pascual: los datos históricos y su interpretación desde
la fe, la praxis cristiana y su razón de ser o fundamento (fe en Jesucristo).
10. El método histórico-crítico
Si admitimos que los evangelios son documentos históricos, entonces se
les debe estudiar utilizando el mismo método que los estudiosos han esta-
205
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A IIOY
blecido para lograr la comprensión integral y objetiva de cualquier texto
histórico. Este método se conoce con el nombre de "histórico-crítico". No
hay que olvidar que los evangelios son testimonios en lenguaje humano, de
un determinado tiempo histórico y ambiente cultural, y que son el producto
de un largo proceso de transmisión y adaptación -adernás de inspirados-.
Si los evangelios han de hablarle al hombre de hoy, hay que empezar por
entrar en diálogo con ellos, escuchándolos en sus propios términos. Lo
lograremos si primero entramos en su mundo. La tarea de la exégesis, con sus
métodos e instrumentos de estudio, es precisamente sacar a la luz lo que
esos viejos documentos comunicaban a sus lectores; es el estudio del texto,
su lenguaje, su origen, el mundo de su autor y de sus destinatarios, y su
mensaje original. La exégesis es parte (y el primer paso) de la hermenéutica,
la ciencia de la interpretación. El exegeta busca primero comprender el texto
en su mundo, para luego traducirlo al nuestro. Llevar a cabo esta tarea no es
posible para la gran mayoría por lo exigente que es, por el tiempo que requie-
re y por las energías que pocos pueden dedicarle.
Lamentablemente, muchos no comprenden la importancia del servicio
que rinden quienes se dedican a esa labor, los exegetas, y otros tantos los
consideran "destructores de la fe" por no poder armonizar sus prejuicios
con los resultados de los trabajos que realizan. La Iglesia católica, comen-
zando por Pío XII (con su encíclica Divino afflante Spiritu, de 1943) hasta
llegar al Concilio Vaticano 11 (con la Constitución Dei Verbum) y la Pontificia
Comisión Bíblica (con su lnstruccion sobre la verdad historica de los Evan-
gelios, en 1964, y recientemente con sus lineamientos para La interpreta-
ción de la Biblia en la Iglesia, en 1993 28 ) , ha incentivado la tarea exegética,
exhortando explícitamente a emplear el método histórico-crítico, que durante
muchas décadas había sido atacado. "El método histórico-crítico es el méto-
do indispensable para el estudio científico del sentido de los textos anti-
guos", sentenció el último documento vaticano sobre la Biblia (lBI LA).
Entre los "instrumentos" con los cuales el exegeta debe estar armado
para llevar a cabo un estudio histórico-crítico, cabe mencionar: el conoci-
2" Este documento ha resaltado reiteradas veces la importancia que tiene para la
exégesis tomar con toda seriedad como base los estudios histórico-críticos. Vea
especialmente la Primera parte: Métodos y acercamientos.
206
EL MÉTODO HISTÓRICO-CRÍTICO
miento de las lenguas originales (hebreo, arameo y griego), de la cultura y el
medio ambiente dentro de los cuales la obra estudiada se originó, la historia
en todas sus dimensiones, conocimiento de los estudios más importantes
que se han realizado, y una buena dosis de paciencia, disciplina y absoluta
honestidad.
Puesto que no poseemos los textos autógrafos originales, sino una can-
tidad considerable de copias no-idénticas, por medio de la CRÍTICA TEX-
TUAL el estudioso determina el texto (manuscrito) que, a su criterio, tiene el
mayor grado de probabilidad de aproximarse al original. Para eso se ha esta-
blecido una serie de reglas y principios críticos, que no es necesario mencio-
nar aquí, pero que son de fácil acceso al interesado:". El segundo paso es el
estudio atento del vocabulario empleado, la construcción gramatical (lin-
güística) y la semántica, con la finalidad de comprender idiomáticamente el
texto.
Llevando a cabo una CRÍTICA ESTILÍSTICA O LITERARIA, el cxegcta
observa atentamente las posibles tensiones, incongruencias, redundancias,
y otros "desniveles estilísticos" que el texto pueda revelar, tanto desde el
punto de vista gramatical (por ejemplo, cambios en los tiempos verbales) y
desde el estilístico, como de los significados (por ejemplo, empleo repetido
del mismo término con distintas connotaciones), pues estos indicios permi-
ten detectar las posibles tradiciones utilizadas. Este trabajo le permite al
exegeta adelantar una primera hipótesis sobre la evolución del texto.
Mediante la denominada CRÍTICA DE FORMAS, el exegeta busca determi-
nar la forma primitiva del texto tomando en cuenta otros de similar forma y
estructura. Puesto que toda forma literaria obedece a un propósito determi-
nado, el estudioso indaga sobre la probable situación vital, tanto del texto
en su estadio final como en su forma original. Mediante la crítica de formas y
la crítica estilística (por la cual se determina qué se debe al redactor y qué es
anterior a él), el exegeta habrá llegado a establecer el origen del supuesto
texto (escrito u oral) anterior al actual, que puede ser el original. Dos cuestio-
29 El método histórico-críticoes explicado y aplicado a ejemplos,en las obras de H.
Zimmermann, Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento, Madrid,
1969, y 1. Schreiner (ed.), Introducción a los métodos de la exégesis bíblica,
Barcelona, 1974.
207
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
nes suplementarias se le plantean: la probable relación de interdependencia
e influencias de otros textos o tradiciones, así como las fuentes (entre ellas la
cuestión sinóptica) y la cuestión histórica, en un intento por determinar si el
relato o el dicho bajo estudio tiene origen histórico en la vida de Jesús de
Nazaret.
En una última etapa, el exegeta recorrerá el camino inverso, desde su
probable origen hasta su fijación en el evangelio escrito, tal como lo hemos
heredado. Por la HISTORIA DE LA TRADICIÓN, el exegeta explica los cambios
que detectó, que ocurrieron en el proceso de transmisión previo a la redac-
ción. A continuación describe la HISTORIA DE LA REDACCIÓN, observando
las supuestas adiciones y modificaciones hechas por el evangelista, con lo
cual determina su teología y las necesidades de su comunidad, a las que
respondía. El texto es estudiado tanto en sí mismo como en sus contextos
(histórico, cultural, literario), teniendo en cuenta las posibles situaciones
vitales, intereses y perspectivas teológicas del evangelista y de la tradición
que le precedió. Así, el exegeta habrá puesto en evidencia la tendencia teo-
lógica del evangelista, la situación a la que respondía, y su labor como
redactor.
Si el texto pertenece al género histórico o parece narrar un acontecimien-
to, el exegeta procede a la CRÍTICA HISTÓRICA, para determinar la posible
historicidad de lo narrado. Para ello apela a conocim ientos sobre la historia y
cultura del tiempo narrado", así como sobre las tendencias literarias y teoló-
gicas del narrador. Hay varios criterios que se aplican, como para cualquier
relato de la antigüedad: la verosimilitud, la concordancia con la época, la
credibilidad de las fuentes, la posible influencia literaria e ideológica de otras
obras, el estudio de las supuestas causas y efectos del episodio narrado,
pero sobre todo los testimonios externos, tanto los provenientes de la ar-
queología como los de escritores de la época.
En forma diagramática, el método histórico-crítico recorre el siguiente
camino:
JO "La tarea que incumbea la exégesis, de comprender bien el testimonio de fe de la
Iglesia apostólica, no puede ser llevada a buen término de modo riguroso sin una
investigación científica que estudie las estrechas relaciones de los textos del
Nuevo Testamento con la vida social de la Iglesia primitiva" (lBI 1.0.1).
208
EL METODO HISTORICO-CRIT1CO
Pre-evangelio . - - - - - - - - - - - - - - Evangelio
crit ica estilística crítica (texto)
y crítica de formas textual
(
Pre-evangelio - - - - - - - - - - - - - --.. Evangelio
historia de la historia
tradición redaccional
Generalmente, la labor del exegeta se da por concluida cuando ha pene-
trado en el mundo del texto y ha expuesto sus particularidades. Sin embargo,
la tarea de comprensión de un texto no se puede dar por totalmente conclui-
da con eso, pues no ha completado el circuito de comunicación: debe retor-
nar del mundo en el cual el texto nació y respiró hasta ubicarlo en nuestro
mundo. Esta es la tarea hermenéutica. Es necesario que el texto recobre su
pertinencia y vivacidad de modo que hable al hombre de hoy".
Una vez captada la idiosincrasia, la línea de desarrollo en la cual se pro-
yecta el texto antiguo, y las vivencias que se expresaron por escrito, es
necesario que esta línea de desarrollo se extienda hasta el presente. Esto fue
lo que proponía RudolfBultmann al llamar la atención sobre la importancia
de la desmitificación del Nuevo Testamento, a la vez que ofrecía una reinter-
pretación existencialista. Otros lo han ensayado mediante aproximaciones
sociológicas, económicas y antropológico-culturales (entre ellas la feminis-
ta). Lo cierto es que hay que hacer aquello que los evangelistas mismos
hicieron: actualizar y hacer pertinente para hoy la misma Buena Nueva. Para
esto, lo primero que se requ iere es conocer el mensaje evangélico tal como lo
presentaron los evangelistas. En este proceso de comprensión y de actuali-
zación, como en todo proceso hermenéutico, interviene un factor que juega
un papel importante: el de los supuestos. La intervención de supuestos, es
decir, de pre-concepciones, especialmente de tipo filosófico-teológico, es
inevitable. Todo aquel que se propone interpretar y traducir para el hombre
3I La exégesis histórico-crítica se interesa por el origen del texto; lo usa como una
suerte de ventana a través de la cual procura ver a Jesús de Nazaret. La hermenéu-
tica invita a ver el texto como una suerte de espejo en el cual el lector se vea
reflejado, por tanto le hable a él aqui y ahora.
209
 CUESTIONES HERMEI'ÉUTICAS: DE AYER A ¡¡OY
de hoy un documento histórico (su mensaje y significación), lo hará a partir
de una determinada concepción del mundo, del hombre y de su existencia, y
eventualmente de Dios. Los escritores del NT hicieron lo mismo: interpreta-
ron y actualizaron el kerigma en términos de su particular manera de com-
prender al mundo, al hombre y su existencia, a Dios mismo, y la misión de
Jesucristoy su persona. Esto explica la multiplicidad de teologías en el NT,
así como las diferencias de opiniones entre los exegetas -diferencias que no
se deben a defectos metodológicos necesariamente, sino a los supuestos
operantes-o La tarea hermenéutíca es tal que, a fin de cuentas, cada exegeta
tiene que hacerla, puesto que se trata de destacar el mensaje evangélico para
el aquí y ahora concretos de cada uno.
En esta línea se sitúa el método estructuralista, de relativamente reciente
aparición en la escena. Este método (y todos los estudios desde la perspec-
tiva lingüística) se concentra en el texto tal como lo hemos heredado, y
observa atentamente el estado de interdependencia entre los componentes
lingüísticos del mismo, así como las posibles significaciones de cada uno de
éstos. Otro tanto sucede con el enfoque literario que, por su importancia y
novedad en el campo bíblico, expondremos en el parágrafo siguiente. Mu-
chas luces han arrojado los estudios narratologicos de los evangelios, que
ven el texto como un relato continuado dirigido al lector según el esquema
de la comunicación humana (vea abajo). Estos enfoques son complementa-
rios al método histórico-crítico, que es el fundamental para el exegeta que
quiere conocer el texto desde sus orígenes e interpretarlo por tanto correcta-
mente, y cuyos frutos ya he expuesto.
11. Los evangelios como narraciones
Todo texto nos habla; significa algo para el lector. El lector establece una
relación con el texto, tratando de descubrir lo que dice, y lo hace como si
fuera escrito para él. Pero todo texto tiene una prehistoria, un pre-texto. Así,
son dos las preguntas que se plantean en torno a su mensaje: qué me dice
ahora el texto, y qué decía (o quería decir) originalmente. Las dos no siempre
coinciden, especialmente si no ha sido escrito directa y expresamente para mí.
Sí se desea saber lo que el texto dice ahora, se debe relacionar con él
proyectándolo hacia adelante, hacia mí, independientemente de su origen y
210
Los EVANGELIOS COMO NARRACIONES
sus coordenadas histórico-culturales. Cuando se desea saber lo que decía
originalmente, se da un paso hacia atrás y el lector se sitúa en las coordena-
das históricas del texto. En el primer caso, se considera el texto como una
totalidad acabada. En el segundo, se procura comprender sus contextos
culturales e históricos y las circunstancias que lo motivaron, para conocer lo
que el autor quiso comunicarles a sus receptores inmediatos.
Cuando leemos o escuchamos los evangelios, lo hacemos refiriéndonos
a ellos como textos terminados, tal como los hemos heredado, sin preguntar-
nos por su origen o la historia de su composición. ni por lo que el autor quiso
comunicar a sus destinatarios inmediatos. De hecho, cada evangelio tiene
plena capacidad comunicativa, transmite un mensaje en la forma en que lo
conocemos. Después de todo, una obra es capaz de comunicar un mensaje
en sí misma; desde el momento en que salió de la pluma de su compositor,
adquiere vida propia. Si calificamos los textos bíblicos como palabra de Dios,
lo es porque reconocemos que a través de ellos Dios nos comunica algo a
nosotros, no sólo a sus destinatarios originales. ¿Significa esto que es inne-
cesario el estudio histórico-crítico o preguntarse por el mensaje original?
A lo largo de este libro he venido destacando la importancia que tiene la
comprensión del origen y de la naturaleza de los evangelios para su recta
interpretación. Para interpretar algo correctamente, hay que conocerlo y com-
prenderlo. La interpretación es la traducción de lo que el texto significaba
originalmente a lo que significa hoy. Y, si esa traducción ha de ser correcta, y
en el espíritu y la intención de su autor inspirado, deberá tomar en cuenta lo
que significaba originalmente, empezando por comprender su lenguaje y sus
referencías históricas y culturales. Después de todo, sus autores fueron
inspirados en el contexto de su historia y con miras al auditorio para el cual
escribieron directa e inmediatamente. Por eso es indispensable conocer y
comprender el mundo en el cual se expresaron esos autores inspirados, pues
escribieron en referencia directa a un mundo que era el suyo, no el nuestro.
Un ejemplo clásico lo proporciona la frecuente incomprensión del Apocalip-
sis y las consecuentes interpretaciones caprichosas que abundan hoy, pro-
ducto de la ignorancia del mundo de su autor, de la naturaleza de ese escrito,
y de su función original.
La relación texto-lector (o auditorio) considera al texto como un todo
acabado, al margen de toda consideración histórica; es lo que practica el
211
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
común de los lectores, que se pregunta por lo más importante y pertinente: lo
que el texto mismo es capaz de comunicarle, su mensaje para él como lector.
Si la relación con el texto se reduce al estudio histórico, como una ventana a
través de la cual se pueda contemplar la vida de Jesús o de la comunidad del
evangelista, se arriesga reducir el valor comunicativo del texto al de simples
memorias irrelevantes para el presente, o a lo sumo a ser admirables modelos
y sabias disquisiciones. Pero, por otro lado, si no se toma en serio el origen,
los condicionamientos histórico-culturales y la naturaleza (género literario)
del texto, se arriesga caer en el literalismo ingenuo. En este caso, no se
llegaría a la traducción de lo que significaba antaño a lo que significa hoy,
sino que se haría una traslación simplista del significado de ayer a hoy,
dando un salto olímpico de diecinueve siglos. Sabiamente advertía un re-
ciente documento vaticano que "el método histórico-crítico es el método
indispensable para el estudio científico del sentido de los textos antiguos"
(lBIl.A).
El enfoque histórico-crítico y el literario, son ambos necesarios para la
recta valoración del texto y del mensaje que encierra. La consideración histó-
rica del texto y la relación texto-lector son complementarias, no excluyentes.
La relación texto-lector es la que más nos concierne, pues nos involucra y
nos confronta. Pero, en esa relación, tarde o temprano nos sabemos remiti-
dos a la prehistoria del texto y al mundo de su compositor. La búsqueda del
significado o mensaje para hoy, inevitablemente conduce a la búsqueda de
su sentido original (que sólo el ingenuo cree que es idéntico al sentido que
le damos hoy), y de la razón oor la que se narró. Puesto que ya nos hemos
detenido ampliamente en la relación texto - pre-texto, consideraremos sucin-
tamente la relación texto-lector, la dimensión dramática o literaria del texto,
visto como una narración comunicativa.
El relato, que consiste esencialmente en acontecimientos, personajes y
situaciones, interrelacionados especialmente por conflictos, une al narrador
con su auditorio. En general, es más fácil relacionarse con un relato o una
narración que con un discurso. Un relato tiende a ser universalista ya tras-
cender el tiempo y las circunstancias que le dieron origen, por eso es más
plástico que un discurso. Es el caso de los evangelios en su presentación del
acontecimiento-Jesucristo.
212
Los EVANGELIOS COMO NARRACIONES
El medio más idóneo para transmitir una experiencia es la narración (hoy
incluiría la narración visual, el cine). La narración permite darle vida, invita al
lector o auditorio a que se inserte en el relato, que viva la experiencia aproxi-
mativamente. Permite identificarse con ese estilo de vida, esa ideología, ese
credo del héroe. Conocemos a alguien a través de lo que hace y dice, más
que a través de datos históricos o periodísticos. Conocer es entrar en su
mundo, entrar en su espíritu, como un amigo. Desde esa perspectiva la pre-
gunta histórica, es decir si lo que leo sucedió o se dijo tal como lo leo, pasa
a segundo plano, eso si no resulta irrelevante. Lo fundamental es la pregunta
por la postura frente a Jesús y su propuesta. De hecho, las perícopas evan-
gélicas no tienen otra finalidad que la de acercarnos a Jesús, de invitarnos a
escuchar su mensaje (mediado por el discurso y la praxis), y alentarnos en el
camino de su seguimiento. Por eso la fe es una relación existencial de com-
promiso con Jesucristo, y el cristianismo se llamó "el camino" (Hch).
En la relación texto-lector", el texto viene a ser como un espejo, en el cual
el lector es confrontado con el mundo de lo narrado, con los valores que el
narrador expresa a través de su manera de presentar al personaje principal y
los diferentes momentos conflictivos de la trama. El significado y el mensaje
de la narración fluye de su relación con el lector (o auditorio). Es la confron-
tación de los valores que el narrador proyecta en su narración, con aquellos
del lector. Por medio de la trama de su narración y la manera en que presenta
a los personajes, el narrador se propone introducir al lector en su mundo,
atraerlo a sus conceptos y valores, concientizarlo y convertirlo. El valor
comunicativo y la capacidad de "absorber" al auditorio de un relato son
obvios. Esto lo experimenta el lector que se deja guiar por el narrador, como
sucede en los cuentos y en el cine. Aquí no entran en juego consideraciones
de carácter histórico, cultural o circunstancial en relación con el texto: la
relación texto-lector es inmediata. Refiriéndonos a la relación evangelios-
lector, no se trata del mensaje para los destinatarios del primer siglo, sino
para los lectores de hoy.
32 La relación texto (narrativo) - lector (auditorio) es estudiada en la crítica literaria,
especialmente por la narratología, profundizada hoy por los aportes de las cien-
cias de la comunicación. Vea al respecto M. Bal, Teoría de la narrativa, Madrid,
2001, YD. Marguerat (Y. Bourquín, Cómo leer los relatos biblicos. Iniciación al
análisis narrativo, Santander, 2000.
213
 CUESTIONES HERMENELJTICAS: DE AYER A HOY
Valga una aclaración. La trama de una narración es la estructura de las
acciones descritas, ordenadas y relacionadas de cierto modo, con el fin de
producir un determinado efecto emocional en el lector. En toda trama hay
una secuencia, marcada por una serie de causalidades, y una consecuente
capacidad de involucrar afectivamente al lector. La trama lo "absorbe" pre-
sentando oposiciones y conflictos entre situaciones y entre personajes, de
tal manera que se identifique con uno o con otro, y al final responda emocio-
nalmente, ya sea con aprobación, solidaridad, desilusión, o simple rechazo e
incluso oposición.
En toda trama, el héroe encarna valores apreciados y defendidos por el
narrador, como una especie de alter-ego perfeccionado e idealizado, incluso
divinizado, el cual se encuentra en conflicto con otros valores, representa-
dos por sus adversarios. El narrador desea que el lector se identifique con
sus mismos valores, encarnados en el héroe. Éstos se subrayan especial-
mente en las funciones de los personajes, en los conflictos, y en las escenas
en las que se detiene e incluso repite. La trama está determinada por el
mensaje que el narrador desea comunicar; por eso, el mismo relato puede ser
narrado de diferentes maneras, siguiendo diferentes tramas. La trama es la
manera en que el evangelista presenta su particular interpretación del acon-
tecimiento Jesucristo; ¡por eso hay cuatro evangelios!
El género literario de los evangelios, que ya hemos caracterizado ante-
riormente, se parece al guión de una película: personajes que se interrelacio-
nan, actúan y hablan, se confrontan, y mediante conflictos llevan la trama
progresivamente a su conclusión. Los discípulos, las diversas figuras ju-
días, y la muchedumbre, se entrelazan en torno al personaje principal, Jesús,
ya sea simpática o antagónicamente. Los conflictos van definiendo los cam-
pos, y mediante ellos la trama lleva a la crucifixión de Jesús. El lector (o
auditorio) se siente involucrado y toma parte afectivamente, identificándose
con el héroe, Jesús. Su posición frente al personaje principal queda definida
en la escena final, que es la Resurrección, la victoria del "héroe" después de
su aparente derrota. El lector ha sido conducido a asumir los valores repre-
sentados por Jesús y su drama: son los valores del evangelista, que corres-
ponden a los de la tradición cristiana.
El evangelista escogió el género narrativo, que dinamizó al máximo con
múltiples diálogos, por su capacidad de involucrar al lector y de conducirlo
214
Los EVANGELIOS COMO NARRACIONES
a aceptar su visión acerca de Jesús, porque quería comunicarle la Buena
nueva en toda su amplitud, y no simplemente hacer historia del pasado. El
evangelista quería que su narración fuese un espejo, no una ventana, que
confronte al lector. En otras palabras, la intención del evangelista era que su
auditorio fuese partícipe de su manera de apreciar y de entender a Jesucristo,
y de su fe en él. Por eso la trama gira en torno a la identidad de Jesús
(cristología) y lo que supone estar de su parte (discipulado). Este propósito
del evangelista es una de las razones por las que su obra no haya perdido
actualidad.
La comunicación del narrador con el lector se observa especialmente en
sus comentarios editoriales, aclaraciones y observaciones, por ejemplo en la
manera en que describe a los diferentes personajes o ciertas escenas. Co-
mentarios son introducidos para asegurarse que el lector comprenda bien su
punto de vista. Es precisamente en los comentarios -además de las escenas
en las que se detiene e incluso repite- donde más claramente se pone de
manifiesto aquello que el evangelista quería compartir: su manera de ver al
mundo, a Jesucristo y a la fe cristiana. La implicación de todo esto es que el
evangelista se presenta como intérprete autorizado de Jesús -así lo toma-
mos y así fue reconocida canónicamente su obra- de modo que, a menos
que el lector valore a Jesús desde esa perspectiva o punto de vista, no podrá
comprender a Jesucristo (quién fue y quién es) yen consecuencia no podrá
ser discípulo suyo. En otras palabras, el evangelista compuso su obra para
atraer a su auditorio a su manera de apreciar y de valorar a Jesucristo, con
todo lo que ello comporta. Es la teología del evangelista; y por eso tenemos
cuatro evangelios con cuatro puntos de vista, cuatro teologías y cristolo-
gías, cuatro tramas diferentes.
Dicho de manera más directa, los evangelios nos llevan a vivir una expe-
riencia de vida con Jesucristo. Son mediaciones de la experiencia primera
vivida por los discípulos originales. Esa experiencia primigenia fue transmi-
tida tanto verbalmente como por la nueva visión de la vida que el autor
traduce en la necesidad de una conducta consecuente con la de un discípulo
de Jesús de Nazaret: "en esto conocerán (las gentes) que ustedes son mis
discípulos: en que se aman los unos a los otros -como yo los he amado" (Jn
13,34s).
215
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
12. Cómo leer hoy los evangelios
Nadie lee, así como nadie escucha, sin interpretar lo que lee o escucha.
Esto es inevitable, ya que comprendemos según nuestra cultura, formación,
historia, y la información que tenemos sobre el tema, elementos todos que en
su conjunto nos introducen a la circunstancia, calidad y sentido del texto
como paso previo a su interpretación". Es decir, leemos con una serie de
condicionamientos que en gran medida están en consonancia con la com-
prensión que tenemos de nosotros mismos. de nuestro mundo, y de nues-
tras expectativas a partir de una determinada filosofía de vida. Éstos son
nuestros supuestos inconscientes, que provienen de nuestra historia. Por
eso, no existe una comprensión e interpretación totalmente neutra u objeti-
va: ese alguien que comprende e interpreta aquí y ahora lo hace desde los
supuestos de su propia historia, lo cual no necesariamente significa que lo
que interpreta hoy de una manera, no pueda hacerlo diferentemente mañana.
Toda comprensión e interpretación responde a la búsqueda de la inciden-
cia del mensaje en nuestra existencia, de su pertinencia para mí. A su vez,
todo texto está abierto a una gama de posibles interpretaciones, como es
evidente cuando un mismo texto es leído por varias personas, pero no todas
son igualmente válidas o legítimas, algo evidente cuando se dan interpreta-
ciones contradictorias. Nuestros prejuicios y preconceptos nos inclinan a
proyectar nuestras expectativas hacia el texto en cuestión. Esto explica la
dificultad que experimentamos en dejamos cuestionar por él, o el escándalo
que nos producen ciertas afirmaciones que podamos leer sobre los evange-
lios, por ejemplo.
Entre los condicionamientos que tenemos al leer un texto están las ideas
previas que se tiene sobre él. En el caso de los evangelios, el más común y
firmemente arraigado es el de considerarlos como crónicas de la vida de
Jesús, y por lo tanto se asume que no hay nada que interpretar sino que
simplemente se deben asumir como reportajes incuestionables y objetivos
33 Comprender e interpretar son dos momentos cognitivos diferentes. El primero es
la aproximación al texto y su mensaje entrando en su propio mundo; el segundo
es la valoración que le doy al texto para mi, es mi apreciación. La comprensión
depende de la información que tenga; la interpretación depende de la compren-
sión que tenga del texto.
216
CÓ\10 LEER HOY LOS EVANGELIOS
debido a que (supuestamente) fueron escritos por testigos oculares (Mt, Jn)
o por discípulos de éstos (Me, Le), Esta preconcepción de los evangelios ha
dado origen al sinnúmero de "vidas de Jesús" que todavía hallamos en
bibliotecas y escaparates, tantas y tan variadas como sus autores. Esta
manera de entender los evangelios centra la atención del lector en el pasado
histórico, y suele conducir a todo tipo de especulaciones historizantes. Es
una lectura que produce admiración por Jesús pero que no compromete.
Igualmente frecuente es considerar los evangelios como textos de teolo-
gía o manuales de moral; se les reduce a un conjunto de doctrinas de Jesús,
o recetarios de "verdades eternas", de los cuales se extraen pasajes que
supuestamente responden de un modo absoluto, inalterable e indiscutible
a talo cual problema. En este caso la atención se fija en las "palabras de
Jesús" como orientaciones éticas, pero poco o nada tienen que ver con la fe
como tal. Estas dos ideas que se tienen sobre los evangelios han sido
reforzadas en las enseñanzas en los colegios, en la catequesis y también en
las hom ilias.
Existe también un tercer grupo de personas que lee los evangelios con
ciertos prejuicios de carácter ideológico, y recoge tan sólo aquello que les
conviene e interesa, incluso acomodando caprichosamente el texto a sus
supuestos (lectura feminista, neoliberal, doctrinaria). Esta manera selectiva
de acercarse a la Biblia, arriesga desfigurarla y tergiversarla en aras de ideas
preconcebidas.
El denominador común a estas tres maneras de acercarse a los evangelios
(y a la Biblia en general) es su carácter fundamentalista: parten de un su-
puesto absolutizado y leen el texto sin tener presente su naturaleza de "pa-
labra de Dios en palabras de hombres". Su preocupación dominante es co-
nocer la verdad cognitiva, con un fuerte carácter doctrinario, mas no "hacer
la verdad" (Jn 3,21). El subjetivismo con el que se acercan al texto, conduce
tanto a unos como a otros a pensar que éste está diciendo "x", cuando
probablemente está diciendo "z". Nos hallaríamos en tal caso ante un pro-
blema de comunicación: el receptor (el lector de hoy) no comprende al emi-
sor, pero cree comprenderlo debido al predominio de sus ideas previas, es
decir sus prejuicios sobre el emisor (el evangelista) o sobre el mensaje del
mismo.
217
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
En el camino hacia la comprensión correcta
Una vez salido de la mano de su autor, un texto puede ser comprendido e
interpretado de diferentes maneras. Para evitar la interpretación ingenua,
caprichosa o acomodaticia, es indispensable estar bien informados acerca
del género literario, de los condicionamientos culturales y del contexto vital
del cual brotó". "La Biblia no se presenta como una revelación directa de
verdades aternporales, sino como el testimonio escrito de una serie de inter-
venciones por las cuales Dios se revela en la historia humana. O Los escri-
tos bíblicos no pueden, por tanto, ser correctamente comprendidos sin un
examen de sus condicionamientos históricos. Las investigaciones 'diacró-
nicas' serán siempre indispensables a la exégesis", nos recuerda la Comisión
Bíblica (lBl, Conclusión). Aquí entra a tallar la tradición, de la cual el lector
no puede desligarse si es solidario con la historia y si se sitúa en continuidad
con la comunidad de la cual surgió el texto. Seremos cristianos si nos situa-
mos en comunión y en continuidad con la interpretación apostólica del
acontecimiento-Jesucristo que hallamos en el NT.
El problema fundamental en la comprensión de los evangelios (y de la
Biblia en general) tiene su raíz en el hecho que son escritos provenientes de
un tiempo, una mentalidad y una cultura muy diferentes de los nuestros, y en
la naturaleza de su contenido, la relación Dios-hombre. Por lo tanto, es por
allí por donde debemos empezar nuestro recorrido.
a) El primer paso es comprender lo que el autor tuvo la intención de comu-
nicar, es decir, el mensaje original": "Es no solamente legítimo, sino
indispensable, procurar definir el sentido preciso de los textos tal y como
han sido producidos por sus autores; sentido llamado 'literal"?". Éste es
34 "Para evitar el subjetivismo, una buena actualización debe estar fundada sobre el
estudio del texto, y los presupuestos de lectura deben ser constantemente some-
tidos a la verificación por el texto." (lB! ¡I.A.2)
ss "Todo el esfuerzo de la exégesis histórico-crítica se dirige a definír "el" sentido de
talo cual texto bíblico en las circunstancias de su producción" (lBllI.B).
36 Más preciso sería hablar de sentido literario, pues se trata del sentido que pro-
viene del género literario utilizado por el autor. En el habla común, sentido "lite-
ral" es el que ignora los géneros literarios y toma todo como realidades; entiende
las palabras y frases en su sentido denotativo, primero. En su sentido "literario"
218
CÓMO LEER HOY LOS EVANGELIOS
el inspirado por Dios. Para esto hay que tener presente (1) la situación
vital en la cual originó, (2) el género literario empleado, y (3) el modo de
pensar y de expresarse del autor.
No olvidemos que estamos ante "la Palabra de Dios en palabras de hom-
bres": el Espíritu Santo se expresó a través del lenguaje humano de los
redactores de los evangelios -y de aquellos que les precedieron-o En
consecuencia, debemos comenzar comprendiendo ese lenguaje condi-
cionado por múltiples factores, siendo el cultural el más notorio. Esto
significa que quien quiera comprender los evangelios y su mensaje, tiene
que entrar primero en el mundo del autor, empezando por familiarizarse
con su modo de pensar y de expresarse". Antes de preguntarnos por lo
que dice, debemos fijar nuestra atención en la manera en que lo dice, ya
que nuestra manera de hablar (incluido el significado de las palabras) no
es idéntica a aquella de los evangelistas o de Jesús.
Si queremos comprender el mensaje que el evangelista quiso comunicar
a su auditorio inmediato, tenemos que conocer algo acerca de lo que lo
movió a hacerlo: las circunstancias y necesidades a las que respondía.
Con demasiada frecuencia se piensa ingenuamente que los evangelios
fueron escritos para todos los cristianos de todos los tiempos, sin tomar
en consideración que sus autores lo hicieron sin pensar en la importancia
que tendrían para la posteridad". Esto es característico de aquellos que
leen la Biblia literalmente: no sólo toman cada palabra al pie de la letra,
haciendo caso omiso de los géneros literarios que fueron empleados,
sino que (y esto es más grave) omiten toda consideración de la situación
una parábola es un relato imaginario; tomada en sentido "literal" se la entiende
como reportaje de un hecho real.
]7 Todo esto ya lo resaltó Pío XII en su encíclica Divino afJlante Spiritu, y ha sido
reiterado en la Dei Verbum y el documento de la Comisión Bíblica, La interpre-
tación de la Biblia en la Iglesia.
3" El hecho que los escritos bíblicos responden a alguna necesidad concreta surgida
en ese momento es evidente en las cartas de san Pablo, que responden a proble-
mas y necesidades de orientación surgidas de las comunidades para las cuales
escribió. Lucas escribió el evangelio para Teófilo motivado por la necesidad que
surgió de asegurarle "la solidez de las enseñanzas que has recibido" (1,1-4). Las
circunstancias a las que respondía cada evangelista están expuestas en el estudio
detenido de cada uno de ellos, más adelante.
219
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A ¡¡OY
vital en la que fueron compuestos, argumentando que, puesto que se
trata de la Palabra de Dios, debe ser válida tal cual para todos los tiem-
pos, independiente de las circunstancias en las que fue escrita.
Se ignora que no sólo es "palabra de Dios en palabras de hombres", sino
que son testimonios escritos de la fe vivida, y del grado de comprensión
al cual habían llegado acerca del acontecimiento-Jesucristo, en aquellos
tiempos. Es decir, ignoran que el texto escrito proviene de uno anterior, el
de la fe vivida, es decir de una tradición encarnada. Lo único que parece-
ría contar es el texto en cuanto tal, y no el autor y su mundo, los destina-
tarios, y las circunstancias de aquellos tiempos que condujeron a la escri-
tura de los mismos; ni siquiera se toma en cuenta seriamente el género
literario que nos lleva a hacernos preguntas tales como ¿qué implica que
sea un evangelio y no una novela?, o ¿cuál es la naturaleza y el propósito
del género evangelio?
b) Además de la necesidad de comprender el texto lingüística, cultural e
históricamente -que puede ser una suerte de trabajo de arqueología-, en
última instancia lo que nos interesa es descubrir lo que, como "palabra de
Dios", nos pueda decir aquí y ahora.
Los evangelios son palabra viva de Dios, palabra que habla al hombre
que la escucha. Las llamadas e interpelaciones son las mismas hoy que
ayer. Las preocupaciones que guiaron a los autores de los evangelios
pueden bien pasar por circunstanciales, pero las hay análogas en nues-
tra época, y el mensaje que se dirige al hombre es el mismo mientras el
hombre sea humano: las vicisitudes e inquietudes existenciales del indi-
viduo han sido y serán fundamentalmente idénticas; su búsqueda de
liberación y realización, de salvación y expansión. de felicidad y eterni-
dad, son las mismas en cualquier tiempo y a ellas responden los evange-
lios. Pero, tenemos que escucharlos con desprendimiento por debajo del
ropaje lingüístico y de sus elementos circunstanciales, y saber trasponer
o traducir las situaciones a las que se refieren los evangelistas a aquellas
que vivimos hoy: los fariseos son un grupo del pasado, pero la actitud
que los caracterizó no ha desaparecido; la incomprensión sigue presente,
así como el escándalo y las marginaciones, etcétera.
220
COMO LEER HOY LOS EVANGELIOS
Así se establece un diálogo entre el texto y el lector. Los evangelios me
hablan desde su situación y yo los escucho desde la mía, y éstos no
tendrán incidencia en m i existencia (1) si no los comprendo en su situa-
ción, y (2) si no soy capaz de traducirlos para mi aquí y ahora; lo cual no
será posible si no estoy familiarizado con la situación y el mundo de los
evangelistas. Sólo así el acontecimiento de entonces puede seguir sién-
dolo hoy, mediado por el texto y su comprensión e interpretación.
El que lee o estudia los evangelios desde el ángulo histórico o informati-
vo solamente, estará leyendo o estudiando un documento que pertenece
al pasado y se mantendrá en esas coordenadas, pero no vibrará con el
mensaje sino que, a lo sumo, admirará lo que allí lee. En efecto, como nos
recuerda el documento vaticano, "el sentido de un texto no se da plena-
mente si no es actualizado en la vivencia de lectores que se lo apropian.
A partir de su situación, éstos son llamados a descubrir significaciones
nuevas, en la línea del sentidofundamentai indicado por el texto" (IB!
II.A.l), que ha sido puesto de relieve por el estudio exegético. Una con-
secuencia inmediata de lo dicho es que quien quiere comprender los
evangelios (y la Biblia en general), deberá estar dispuesto a dejarse inter-
pelar; dispuesto a cambiar y a abandonar sus ideas pre-concebidas; a
dejar caer las murallas de sus prejuicios y supuestas seguridades; en una
palabra, estar dispuesto a la conversión.
Los evangelios hay que escucharlos con humildad. Así como Jesús
llamaba a abandonar el camino del orgullo y la autosuficiencia (aun la
religiosa), así la lectura o escucha de los evangelios es una llamada a la
conversión, para seguir humildemente y con confianza el camino que nos
están indicando. Los evangelios no son de por sí "palabra de Dios"; tan
sólo lo serán para quien asuma las actitudes mencionadas y las sienta y
las entienda como palabra viva que habla hoy y da vida.
En resumen, la actualización de los textos bíblicos es absolutamente in-
dispensable si éstos han de seguir hablando al hombre de hoy como lo
hicieron en aquellos tiempos, yeso supone adaptación. "La actualización
es necesaria porque, aunque el mensaje de la Biblia tenga un valor duradero,
sus textos han sido elaborados en función de circunstancias pasadas y en
un lenguaje condicionado por diversas épocas. Para manifestar el alcance
que ellos tienen para los hombres y las mujeres de hoy, es necesario aplicar
221
 CUESTIONES HERMENHJTlCAS: DE AYER A HOY
su mensaje a las circunstancias presentes y expresarlo en un lenguaje adap-
tado a la época actual. Esto presupone un esfuerzo hermenéutico que tiende
a discernir a través del condicionamiento histórico los puntos esenciales
del mensaje" (lB! lV.A.]).
Leer narraciones
Es sumamente instructivo tener presente el circuito de toda comunica-
ción: "alguien (emisor) dice algo (mensaje) a alguien (receptor)". Esquernáti-
camente,E- - M - ~R.
Visto desde nuestra lado, "yo leo en (p. ej. la parábola del buen samarita-
no) lo que Lucas (E) estaba diciendo (M) a Teófilo (R)". El episodio narrado
es el medio a través del cual comunica su mensaje -por eso la importancia de
conocer el género literario-o Consciente de esto, evitamos la lectura histori-
cista, preocupada con lo que Jesús dijo o hizo históricamente, en vez de lijar
la atención en el mensaje (palabra de Dios) comunicado mediante la obra
que leo.
El emisor actúa como "narrador", es decir como la voz que relata la histo-
ria -pero una voz anónima-. Aunque no estuvo históricamente presente, el
evangelista narra como si lo hubiera estado, tanto con Jesús como con los
otros personajes (omnipresente), inclusive como si hubiese conocido los
pensamientos íntimos de los personajes (omnisciente). Este proceder permi-
te que el lector se sienta introducido en la trama al punto de sentirse involu-
crado y muy próximo a los personajes. Más aún, el emisor comunica su
ideología, su punto de vista, sus apreciaciones, en la persona del héroe de la
obra, con el cual espera que el lector se identifique!'). Este es el "emisor
virtual" (el "real" es el autor), su alter ego.
No olvidemos que lo que leemos es la interpretación (valoración, apre-
ciación) de Jesucristo y su camino por parte del evangelista, no un frío
reportaje; eso es lo inspirado por Dios: i la interpretación! (De esto he habla-
do ampliamente en la introducción general.)
39 Una explicación detallada de la narración como medio de comunicación se en-
cuentra en E. Arens, Serán mis testigos, Lima (CEP). 1996. cap. 3.
222
CÓMO LEER HOY LOS EVANGELIOS
En cuanto al receptor de los evangelios, éste no es un lector inocente que
por primera vez conoce a Jesucristo y su camino; es un cristiano, que por lo
mismo ya está familiarizado con la vida de Jesús de Nazaret, razón por la cual
el autor puede presuponer muchas cosas, por ejemplo que sus lectores co-
nocen suficientemente el AT,y que es innecesario explicar términos técnicos
o ciertas costumbres.
Desde la perspectiva literaria, debemos leer los evangelios como lo que
son: narraciones. Este es su marco literario y desde él fluye el relato, por
tanto debemos dejar que la narración nos vaya conduciendo, involucrando,
integrando". Los personajes debemos verlos como caracteres de la narra-
ción, no como personas históricas (lo que no significa negarlas ni tomarlas
como ficticias). Por eso, por ejemplo, cuando nos topamos con alguna ac-
ción o pronunciamiento de Jesús (o de Pedro) que nos desconcierte, debe-
mos preguntarnos por qué hizo o dijo eso el personaje Jesús (o Pedro) en la
trama del evangelio que estamos leyendo, y no por qué el histórico Jesús de
Nazaret (o Simón) habría hecho o dicho tal cosa en los años 30. No debemos
preocuparnos (al menos al inicio) si aquello "realmente sucedió", sino más
bien interesarnos por lo que nos trata de decir el autor del relato, su mensaje
-que es "palabra de Dios".
Desde la perspectiva temporal, dos observaciones. Primero, no debemos
confundir el año 70 con el año 30, el de la escritura de los evangelios con el
de la vida terrena de JesÚs4 1• Segundo, debemos escuchar los evangelios en
estéreo: en un canalla que el texto decía a su auditorio original e inmediato,
yen el otro lo que nos pueda decir hoy. Para esto es de gran ayuda introdu-
cirse mentalmente en la trama de la narración, como hacemos en el cinema, y
escuchar como si fuéramos los destinatarios originales.
Ahora bien, ¿qué sucede en el acto de lectura de una narración? El lector
recuerda algo de lo ya leído y se anticipa o se crea expectativas sobre lo que
40 Un buen ejemplo es la presentación de Lucas por J.-N. Aletti, El arte de contar
a Jesús. Salamanca. 1992.
41 "En lo que concierne a los evangelios, el fundarnentalisrno no tiene en cuenta el
crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente el estadio
final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el estado inicial (las
acciones y las palabras del Jesús de la historia)", advierte el documento vaticano
del 93 (/BII.F).
223
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY
sigue pero aún no leído. Se forma opiniones acerca de los personajes, se
identifica más con unos que con otros, y espera, con su cuota de ansiedades
y temores, un desarrollo favorable para unos y desfavorable para otros. En
todo este proceso el lector es un participante activo en la narración -aunque
entra y sale de la historia, a veces tomando distancia y otras involucrándo-
se-o Pero el proceso no se detiene allí: la narración nunca es completa, siem-
pre al lector le queda algún aspecto de la obra que ha quedado sin respuesta,
sea un diálogo o la descripción de un suceso o cualquier otro aspecto de la
trama. Haciendo uso de sus fuerzas imaginativas y emocionales llenará los
vacíos y silencios, y hasta se proyecta más allá del final de cada episodio. Al
final, el lector le asigna un significado al relato leído, y no pocas veces
reflexiona sobre algún aspecto concreto de la vida, y de la suya en particular.
El lector no es el escritor, pero, concluida su lectura de la narración, la ha ido
reescribiendo en su interior basado en sus experiencias y apreciaciones, y
hasta podría escribirla pero ahora desde su punto de vista, que fue lo que en
buena medida hicieron Mateo y Lucas con respecto a Mc.
Diacronía y sincronía
La lectura de los evangelios se puede realizar de dos maneras, según la
razón por la cual se leen. Una lectura vertical (sincrónica) o continuada, es
decir, cada evangelio leído en sí mismo, como un todo, es la más natural, y asi
lo hicieron sus destinatarios originales. En esta lectura hay que estar atento
a no añadir nada a lo que se lee. mediante la transposición armonizante o
historizante de aquello que no se halla en el texto pero que quizá se encuen-
tre en otro. Este tipo de lectura permite apreciar los intereses y la perspectiva
de su autor. Antes de empezar una lectura vertical, es altamente recomenda-
ble familiarizarse a grandes rasgos con el mundo del autor, su comunidad,
sus preocupaciones, y su manera particular de entender a Jesucristo (cristo-
logía). Es recomendable tener una visión panorámica de la obra como uni-
dad, antes de concentrarse en algún texto en particular, a fin de comprender
su relación con el conjunto. Esto es necesario si se quiere comprender una
obra, pues los textos son productos y expresiones de vivencias que es
indispensable conocer para poder comprender el texto en su integridad: ¿por
qué se escribió este episodio", ¿por qué de esta manera", ¿por qué se sitúa
en este lugar? etc. Lamentablemente, con frecuencia se leen los pasajes
aislados de todo contexto, y la interpretación de los mismos resulta a menu-
do distorsionada, incluso errónea. Si se lee un pasaje del evangelio según
224
CÓMO LEER HOY LOS EVANGELIOS
Marcos, debe tomarse en serio el hecho de que es según Marcos, y no
según otro evangelista.
La lectura horirontal (diacrónica) en forma sinóptica, es decir, compa-
rando un mismo pasaje en sus diferentes versiones (Mt, Me, Le, Jn) es la más
recomendable para quien desee estudiar más a fondo los evangelios. Este
modo de aproximarse a ellos permite descubrir las variantes en el texto y el
contexto, haciendo posible discernir la evolución de uno a otro, y el enfoque
particular de cada evangelista. Es un tipo de lectura más de estudio, que
plantea una serie de preguntas, como las que hemos venido considerando a
lo largo de estas páginas.
Puesto que los evangelios ni son ni se propusieron ser estrictamente
biografías de Jesús de Nazaret, hay que evitar la gran tentación de leerlos
como si lo fueran. evitando centrar toda la atención en los detalles de índole
histórico-biográfica, o inclusive interpolando detalles que el texto mismo no
incluye. Escritos desde la fe y con la finalidad de testimoniarla concretamen-
te en el mensaje que mediante el relato comunican, hay que empezar por fijar
nuestra atención en este aspecto: ¿cuál es el mensaje que quiso comunicar el
evangelista en este texto", distinguiendo siempre entre las preguntas de tipo
histórico (qué, cómo, cuándo, algo sucedió) y aquellas de tipo teológico. La
pregunta histórica, si bien es válida y necesaria, no debe plantearse al inicio,
sino alfinal. Se debe empezar por descubrir el mensaje que se propuso
compartir el evangelista, antes de preguntarse por lo que nos pueda decir
aún hoy, y antes de cuestionar los aspectos de su historicidad.
Después de todas estas observaciones y sugerencias, quizás el lector se
preguntará si no resulta difícil y exigente comprender los evangelios, y si
éstos fueron escritos para ser comprendidos por eruditos o para gente sen-
cilla, sin necesidad de tanto estudio y preparación. ¿No son acaso los evan-
gelios palabra de Dios para todos los hombres? ¿No fueron acaso los desti-
natarios originales de los evangelios gente sencilla, incluso casi analfabeta?
En principio, todo esto es cierto: los evangelios no son ni pueden ser propie-
dad exclusiva de ningún grupo. Sin embargo, por un lado, hay una incuestio-
nable distancia histórica y cultural que franquear y, por otro lado, saber leer
o escuchar no necesariamente implica comprender lo que se lee o escucha, al
menos en la intención de su autor.
225
 CUESTIONES HERMENEUTICAS: DE AYER A HOY
Por su naturaleza, los evangelios no son tan fáciles de comprender como
se presupone o pregona. Quien desea comprender, necesita tener un mínimo
de instrucción sobre aquello que desea comprender, especialmente si vive
otra época o un mundo como el nuestro. Aquí se sitúa el reto a la catequesis
y la evangelización. Eso no significa, sin embargo, que no sea posible enten-
der al menos aproximadamente el mensaje real del texto. De hecho, la sintonía
entre el texto y el lector se da más significativamente al nivel de las vivencias
que les son comunes (vea abajo) -la fe en un primer momento se vive; en un
segundo momento se discurre-o
Tres niveles de lectura
Podemos distinguir tres niveles de lectura de las Escrituras. Un primer
nivel es el sencillo, inocente, sin mayor preparación que la buena voluntad.
Un tal acercamiento, que es el de la mayoría, no necesariamente implica
comprensión o incomprensión. Todo texto por sí mismo comunica algo al
lector, de allí que cuanto mayor sea su actitud de escucha, más le dirá el texto.
Los evangelios fueron escritos por gente sencilla y para gente sencilla -no
por teólogos y para teólogos o exegetas- como productos de vivencias
reflexionadas en la fe: "Te bendigo. Padre, porque has ocultado estas cosas
a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños" (Mt 11,25; cf.
1Cor 1,17-2,9).
A menudo se percibe una cierta afinidad entre lo que vivieron los cristia-
nos en aquellos tiempos y lo que vivimos hoy; entre su fe y la nuestra, así
como las vicisitudes de la vida. La empatía o connaturalidad que se puede
sentir entre la vivencia sobre la cual se habla en el texto y la nuestra, hace
que se lo comprenda intuitivamente. Sin embargo, este nivel de lectura tiene
ciertas limitaciones, provenientes de los evangelios mismos (su distancia
histórica), y se presta a incomprensiones de diversa índole, especialmente
debido alliteralismo.
Un segundo nivel de lectura es el informado. Es fácil comprender que,
cuanto más familiarizado se está con el mundo del cual han surgido los
textos, mejor se les podrá comprender, y más enriquecedora será su lectura.
y que cuanto más se les comprenda, mayor será la probabilidad de llegar a
una interpretación correcta.
226
Coxio LEER HOY LOS EVANGELIOS
Un tercer nivel es el de la lectura desde la profundidad de la fe. Los
evangelios son fundamentalmente testimonios de fe: escritos desde la fe y
para la fe, esa fe apostólica de la cual los cristianos somos herederos, y con
la cual nos identificamos. Esa fe se vive, y se vive en comunidad -recorde-
mos que los evangelios son productos de vivencias personales y comunita-
rias del seguimiento de Jesucristo-: Los evangelios son testimonios de fe
vivida. Este nivel de lectura es el único que nos permite comprender los
evangelios en su plenitud y profundidad. No obstante, valga la aclaración
que estos niveles de lectura no son paralelos o exclusivos, sino complemen-
tarios.
Sugerencias complementarias
Leer, en contraste con escuchar, sugiere un contacto atento con el texto,
pues lo escrito generalmente está más sopesado y ponderado que lo habla-
do. Generalmente, la lectura es privada. Para obtener un máximo de provecho
de ella, es recomendable hacerlo con atención con la ayuda de un comenta-
rio serio y sobrio, para así entrar en el mundo cultural y teológico del autor.
Leer y releer es extremamente provechoso: una segunda lectura suele revelar
más que la primera. Una lectura pausada y meditativa, sin apuros, será espe-
cialmcnte fructífera para la oración y para entrar en ese mundo de fe.
Cada obra debe ser leída como una unidad independiente, pues así se
escribió, no mezclando elementos de un evangelio con los de otro. En el
relato de la Natividad en el evangelio según Lucas, por ejemplo, no debemos
introducir a los "reyes magos", que están exclusivamente en Mt. El papel
que cumplen los personajes en Me, por ejemplo, no es el mismo papel que
cumplen en Jn --el Bautista en Me actúa como precursor del mesías, en Jn es
su testigo, no precursor. Tampoco debemos proyectar nuestras ideas doctri-
narias, que son posteriores y más elaboradas, cayendo en anacronismos.
Así, en los relatos de la Natividad no debemos proyectar la doctrina de los
Concilios del S. IV sobre la Encarnación o la Trinidad".
42 "Toda precomprensión comporta sin embargo peligros. En el caso dela exégesis
católica, existe el riesgo de atribuir a los textos bíblicos un sentido que no expre-
san, sino que es el fruto de un desarrollo ulterior de la tradición" (fB! I1I).
227
 CUESTIONES HERMENÉUTICAS: DE AYER A HOY

Para comprender los evangelios y su mensaje hay que dedicarles tiempo Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS:
y esfuerzo. Individualmente es difícil. Felizmente, hoy contamos con publi-
caciones, círculos de estudios, charlas, y ocasionalmente un predicador que UN RELATO Y UNA SENTENCIA
orienta su prédica en este sentido. La situación es semejante a la de un
viajero -y para comprender la Biblia hay que seguir un carnino-, que al ir a
tierras extrañas debe "perder tiempo" si desea conocerlas, y logrará su pro- 1. La curación de la suegra de Pedro:
pósito en menos tiempo y con mayor eficacia si se deja guiar por alguien que Mc 1,29-31; Mt 8, 14-15; Lc 4,38-39.
las conoce. ¿No es acaso ésa la experiencia que tenemos cuando queremos
comprender algo -Ilámese arte, literatura, ciencia-, con lo cual no estamos Por razones metodológicas, consideraremos cada evangelista indepen-
fam iliarizados? dientemente (lectura vertical, sincrónica). No nos detendremos en la cues-
tión sinóptica, por ser un problema complejo y que no aporta mucho al que
Es importante que estemos conscientes de nuestros supuestos, de modo se inicia en el estudio de los evangelios.
de no acomodar o tergiversar el mensaje del texto bíblico a nuestras ideas,
pues terminaría diciéndonos lo que ya sabemos de antemano. Si queremos Mt 8, 14.1' Me 1, 29-31 Le 4, 38.1'
escuchar la Palabra de Dios en los evangelios, tenemos que afinar el oído,
14. Y 29. Y de inmediato 38. Ahora bien,
ponemos en sintonía con ellos, y dejarles hablar. Callando nuestros prejui-
saliendo de la sinagoga levantándose
cios, curiosidades, intereses, debemos dejar que la Palabra tenga la iniciati-
de la sinogoga
va en retamos, cuestionamos, ilustramos. Una de las dificultades en la com-
prensión del mensaje evangélico es que no se escucha lo que el texto dice, cuando Jesús fue fueron entró
escuchamos sólo lo que conviene, o proyectamos sobre ellos lo que quere- a la casa de Pedro, a la casa de Simón a la casa de Simón.
mosoír. y de Andrés.
con Santiago y Juan.
Para concluir, cabe recordar que, si los evangelios interpelan y exigen una
respuesta vivencial, entonces, como bien dice Santiago 1,22: "pongan por vio a la suegra 30. Pero la suegra Pero la suegra
obra la palabra y no se contenten solo con oírla" (cf. Le 8,21; 11,28; Mt de éste de Simón de Simón
7,24ss; Jn 14,21). De lo contrario, nos estaríamos acercando a los evangelios echada yacía era presa
como curiosos, desde fuera. Vivir la palabra es "hacer la verdad", lo que y con fiebre. con fiebre, de una fiebre grande,
equivale a "vivir" los evangelios para de esa manera entender lo que sus y de ínmediato y
autores vivieron y transmitieron. le hablan en su favor le rogaron en su favor

15. Y 31. Y acercándose 39. E inclinándose

la levantó encima de ella,
tocó su mano cogiéndole la mano,
increpó a la fiebre,
y la fiebre la dejó. y la fiebre la dejó, ya la dejó.
y Al instante,
se levantó alzándose,
y le servía. y les servía. les servía.

228 229
 Dos EJEMPLOS DE EXEGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA
La versión de Marcos (1,29-31)
a) Crítica textual
La única variante textual que merece nuestra atención es aquella del v. 29:
"salíendo...fue" o "saliendo...fueron". El autógrafo probablemente leía
en el plural, como suponen la mayoría de los exegetas. Por un lado. no
hay ninguna indicación explícita de que Jesús estuviera acompañado por
Simón y Andrés, de modo que se comprende un cambio posterior al
singular: "y fue a casa de ... con ...". Por otro lado, como se observa en el
texto, el supuesto original es gramaticalmente incoherente: "y fueron
(¿quiénes?) a la casa de ... con ...". Es más comprensible un cambio del
plural al singular, que a la inversa. El testimonio de los manuscritos está
dividido entre ambas lecturas; no hay una que predomine.
b) Contexto literario
Nuestra perícopa se halla precedida por la curación de un endemoniado
en la sinagoga (v. 23-28), y seguida por una serie de curaciones (v. 32-34).
entre las cuales se detallan las de un leproso (v. 40-45) y de un paralítico
(2,1-12). Como veremos, el contexto en el cual Marcos ha situado el epi-
sodio es intencional, y nos ayudará a comprender su mensaje. Es un
contexto de curaciones que son liberaciones de algún mal.
c) Crítica literaria
Desde el punto de vista literario, en base a criterios estilísticos, lingüísti-
cos y teológicos, los siguientes detalles se deben probablemente al re-
dactor final (= RMc):
d) Crítica de formas
La introducción, V. 29. La expresión "y de inmediato" al final del v.30, es
típica de RMc. La mención de la sinagoga, que cumple la finalidad de
empalmar con el relato anterior, también se debe a RMc. De haber sido
original, supondría que Jesús realizó otro milagro en día sábado, lo cual
estaba prohibido por la Ley judía. Todo lo relatado en 1,21-34 ha sido
concentrado en un día en Cafarnaún, a modo de paradigma de la activi-
dad de Jesús, resumido en el V. 39. La expresión "saliendo fueron", es
típica del estilo de RMc. Todo esto significa que la perícopa no estaba
originalmente unida a la anterior, sino que tenía una existencia propia e
independiente. Así lo entendió (¿o recibió?) Mateo.
230
LA CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO
La inclusión de Andrés, Santiago y Juan obedece al relato de la vocación
de éstos (v. 16-20); no fueron incluidos por Mateo y Lucas que la relatan
posteriormente. No sólo extraña la asociación Simón-Andrés, sino que
introduce una aspereza gramatical que ya he destacado en la crítica tex-
tual, lo que obligó a RMc a subrayar que la suegra era "de Simón" (y no
de Andrés también). Posiblemente la tradición que recibió Marcos reza-
ba: "Cuando Jesús entró a Cafarnaún, fue a la casa de (¿la suegra de?)
Simón". La mención del nombre de Jesús y del pueblo de Cafamaún
desapareció cuando se unió esta perícopa a la anterior.
El v. 30, cuyos trazos redaccionales ya he destacado, posiblemente leía
"Su suegra yacía con fiebre y le hablaron en su favor". El vago "le habla-
ron" (el griego está en el presente indicativo) es un indicio adicional de
que originalmente nombraba sólo a Simón; los que "le hablaron" eran los
que estaban en la casa -Io que es más comprensible-o
La forma transitiva, "la levantó", probablemente se debe a la mano de
RMc. La secuencia coger la mano-levantar se encuentra también en 5,41 s
y 9,27. Más aún, el griego "levantó" es el mismo vocablo utilizado para
decir "resucitó". ¿Es que Marcos quiso introducir el tema de la resurrec-
ción? Nótese que en 5,41 s se trata de la hija muerta de Jairo, y en 9,27 de
un epiléptico que "estaba como muerto". De ser así, cogerle la mano y
levantarla correspondería a resucitarla. Posiblemente el texto heredado
por Marcos rezaba, "y cogiéndole la mano, la fiebre la dejó, y ella levan-
tándose les servía" (similar a Mt y Le),
El texto de Marcos sigue el esquema típico de tantas otras curaciones: (1)
encuentro, (2) indicación del mal, (3) petición de curación, (4) la curación
propiamente dicha, mediante un gesto o una palabra, (5) constatación de
la curación, y (6) demostración de ello. Esto no es tan insignificante como
podría pensarse. Si estamos ante un esquema de curaciones, entonces el
detalle que la suegra "les servía", por ejemplo, es prueba de su curación,
sin otra significación. Sin embargo, el contexto puede sugerir una signifi-
cación más profunda que RMc le haya querido proyectar.
La situación o contexto vital que le dio forma al relato de la curación de la
suegra de Pedro, ha sido probablemente catequética, ya que los milagros
231
 Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA
de Jesús se narraban especialmente con este fin; generalmente para trans-
mitir alguna enseñanza acerca de su persona.
e) Historia de la redacción
Originalmente se relataba simplemente la curación de la suegra de Simón.
No es seguro que se mencionara que "les servía". El empleo del imperfec-
to implica un acto continuado, y evoca el servicio diaconal, tal como se
refiere de las mujeres en la iglesia primitiva. Es muy probable que en el
transcurso de la tradición, a pesar de no ser un elemento del esquema de
curaciones, este detalle (al menos en el imperfecto) fue incorporado, dán-
dole así un matiz suplementario al relato: ya no es tanto la curación en sí,
como una que hace posible el servicio en comunidad. Este detalle confir-
ma el hecho de que la situación vital del relato se hallaba ya en la cate-
quesis. El significado profundo es que Jesús sana del mal cuando se le
recibe, y ello obliga al servicio eclesial. No es del todo imposible que "la
casa de Simón" hiciese alusión a un centro de reunión de discípulos/
cristianos. Desde alli el Señor cura "a muchos pacientes de diversas
enfermedades" que venían a esa casa (v. 32ss). El empleo del término
"casa" en ese sentido es frecuente en el Nuevo Testamento.
El redactor final, Marcos, encerró esta perícopa en su contexto actual y
llevó a cabo las alteraciones que hemos observado. En este contexto,
entre exorcismos, y con la alteración en el v. 31 ("la levantó cogiéndole la
mano"), la perícopa adquiere un carácter netamente cristológico. Jesús,
adversario del mal (fiebre-demonio), restituye la plenitud de la vida, lo
cual hace factible la plena participación en la comunidad de creyentes, y
explicaría también la mención específica de los (hasta ahora) cuatro discí-
pulos. Marcos habría querido subrayar una vez más el poder salvífica de
Jesús, del cual tienen necesidad incluso los parientes de los discípulos.
Más aún, la fe (y gratitud) se debe expresar en el servicio (diakonía).
j) Historicidad
Este relato, que frecuentemente se asigna a los recuerdos de Pedro, difi-
cilmente habría sido creado por la Iglesia. Su carácter sobrio, escueto, así
como la asociación con la suegra de Pedro, nos obligan a reconocer la
historicidad del hecho, si bien no todos ios detalles del relato. Nótese
que no se menciona el nombre de la suegra, la presencia de los otros tres
discípulos es cuestionable, y el relato ya está cristológicamente interpre-
232
LA CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO
tado. Cabe añadir que, si creemos a Jn 1,44, Pedro era de Betsaida, no de
Cafarnaún. Sabemos por ICor 9,5 que estaba casado, por lo que cabe
deducir que Pedro no vivía en Cafarnaún con su suegra (¿con Andrés?).
Estos detalles introducen un halo de duda sobre ciertos detalles del rela-
to, si bien toda elucubración historizante, en base a esta perícopa, es
gratuita. No estamos, pues, tanto ante un simple recuerdo biográfico
como ante una composición de carácter (y mensaje) cristológico.
g) Significación estable
Si bien Jesús es quien restituye la integridad de la vida, la fe que se
muestra en él y hace posible tal restitución, debe expresarse activamente
en el servicio, de la misma manera que él hizo con nosotros, y los v. 32ss
nos lo muestran. Cierto, Marcos puso el acento en Cristo y lo presenta
como liberador -pero, no sólo liberador de, sino liberador para el servi-
cio- y éste es el mensaje que permanece en nuestra perícopa.
La versión de Mateo (8,14-15)
a) Crítica textual
La versión de Mateo (así como la de Lucas) no ofrece ningún problema
textual digno de mención.
b) Contexto literario
En Mateo, la perícopa se encuentra en un contexto distinto al de Marcos.
Se halla precedida por [as curaciones de un leproso (8, 2-4) Y del siervo
del centurión (v. 5-13), y le sigue el mismo resumen de curaciones que
mencionó Marcos y las exigencias que plantea el seguimiento de Jesús
(v. 19-22), con lo que existe una relación significativa.
e) Crítica literaria
El texto de Mateo muestra muy pocas alteraciones, Es más sucinto que el
de Marcos y Lucas. El cambio de nombre, de Simón a Pedro, se debe
probablemente a RMt (vea 4,18 Y luego 16,18). Es muy probable que el
texto de Mateo represente, sin alteraciones significativas, aquél que éste
recibió.
233
 Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA LA CURA ero» DE LA SUEGRA DE PEDRO

d) Crítica de formas muestra. Así, nuestra perícopa le ha servido a Mateo de transición entre
En su forma escueta, desprovista de todo detalle superfluo, el relato la actividad taumatúrgica de Jesús y las exigencias vocacionales que
entreteje dos formas literarias: la de curaciones y la de vocaciones. Por un plantea a los dos personajes anónimos que se le presentan con la inten-
lado, nuestra perícopa sigue el esquema de curaciones, que ya hemos ción de seguirle, en los v. 19s y 21 s. En algún momento de la tradición
visto a propósito de Marcos. Por otro lado, es significativo que la versión premateana (?) se introdujo el verbo ver ("vio a..."). Este verbo es emplea-
mateana también siga el esquema de vocaciones. Comparemos nuestro do en los relatos de llamamientos vocacionales (vea Mt 4, 18.21; 9,9).
texto con el relato de la vocación de Mateo, en Mt 9,9:
La versión de Mateo es marcadamente más cristológica que las otras dos.
La concentración cristológica es evidente: no hay mención de acompa-
Mt 8,14s A1t 9,9 ñantes o de otras personas presentes, se nombra a Jesús por nombre, él
es quien toma la iniciativa (nadie le ruega), y ella le servía solamente a él.
y cuando Jesús fue a la casa y pasando por allí Jesús Jesús la cura simplemente tocándola (no cogiéndole la mano o inclinán-
de Pedro, dose sobre ella), con lo que destaca su fuerza salvadora. Seguir a Jesús,
ser su discípulo, exige servirle como único Señor.
vio a la suegra de éste vio a un hombre
echada y con fiebre sentado en el despacho de impuestos j) Historicidad
llamado Mateo, Si consideramos la versión mateana por sí misma (sin referimos a las otras
dos), y si no se tratase de la suegra de Pedro, podría pensarse que este
y tocó su mano y le dice "Siguerne".
relato es una posible creación de la Iglesia. No hay mención de testigos,
y la fiebre la dejó.
ni siquiera de Pedro. La carga cristológica es masiva. Sin embargo, valen
las observaciones destacadas a propósito de la versión de Marcos.
y se levantó y, levantándose
y le servía. le siguió.
g) Significación estable
Aquello que quiso comunicar Mateo mediante este relato, en su contexto,
permanece válido para todos los tiempos: Jesús sana por propia iniciati-
En Jn 12,26 se establece explícitamente el paralelismo entre servir y seguir
va, por pura gracia, y ello constituye un llamamiento a servirle. Él es
a Jesús. ¿Ha sido concebido este relato en algún momento como un relato
quien, solidariamente, tomó sobre sus hombros nuestras enfermedades y
vocacional? ¡Vea Jn 12,19-22! Mediante este caso concreto podemos
dolencias (Isa. 53,4, citado en el v. 17) para así otorgamos la plenitud de
observar que la "crítica de formas", lejos de ser un ejercicio superfluo,
la vida y hacer factible que "nos levantemos y le sirvamos".
ayuda a descubrir la probable intención profunda del texto. La situación
vital de este relato, como vimos al hablar de Marcos, ha sido catequética,
La versión de Lucas (4,38-39)
tocante al tema del servicio al Señor cómo vocación, previa a la curación.

Dejaré la versión de Lucas sin analizar, con el fin de que el lector, por
e) Historia de la redacción
iniciativa suya y ayudado con la breve exposición hecha de los paralelos en
En un inicio, como hemos visto al hablar del texto en Marcos, el relato
Marcos y Mateo, pueda ejercitarse. Valgan algunas preguntas que sirvan de
probablemente se centraba en la curación misma. Posteriormente, fue
orientación:
desprovisto de algunos detalles, se centró más en la persona de Jesús
(¡hay testigos!), y fue marcado por la perspectiva vocacional que ahora

234 235
 INVITACIÓN A LA TOLERANCIA
Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA

¿Es éste el contexto original de la perícopa? ¿Hay alguna relación que se La versión de Marcos (9,38-40)
observe entre ésta y la perícopa anterior?
¿Qué diferencias se observan con respecto a Marcos? Como se observa en la presentación sinóptica, la versión de Marcos es
¿Cómo trata Jesús a la fiebre? (vea Le 4,35; 9,42). idéntica a aquella de Lucas, con algunas pequeñas variantes y la notoria
¿Cómo sana Jesús, según esta versión, y por qué? ausencia en Lucas del logion que hallamos en Me 9,39. Esto nos lleva a
- ¿Por qué no incluyó Lucas a Andrés, Santiago y Juan? concluir que existió una dependencia literaria, ya sea de uno con respecto al
- ¿Qué imagen de Jesús resalta en esta versión? otro, o de ambos con respecto a una fuente común. Dejaremos de lado esta
¿Cuál es el mensaje específico de Lucas? cuestión sinóptica, contentándonos con la afirmación de que ambos depen-
¿Es coherente con el desarrollo del evangelio la mención de Simón? (vea den de un pre-Marcos.
5,1-11). ¿Qué sugiere con respecto a nuestra perícopa?
a) Crítica textual
Además de la lectura tenida por la mayoría de los exegetas como la más
probable en el v. 38, "que no nos sigue, e intentamos impedírselo porque
2. Invitación a la tolerancia:
no nos seguía", un cierto número de manuscritos presentan dos lecturas
Mc 9,38-40; Lc 9,49-50
simplificadas: (a) "e intentamos impedírselo porque no nos seguía", y (b)
"que no nos sigue e intentamos impedírselo". Ambas han eliminado la
Me9 Le 9
redundancia del seguimiento. Por un lado, (a) representa el punto de
49. Pues bien, tomando la palabra vista historizante, por cuanto limita el "nos" al grupo de los doce y el
38. Le manifestó Juan: Juan dijo: pretérito "seguía" haría eco al tiempo de Jesús. Por otro lado, (b) repre-
"Maestro, "Preceptor, senta el punto de vista eclesial al preservar el presente, "no nos sigue".
hemos visto a uno hemos visto a uno Mientras que (a) eliminó la primera cláusula para mantener así la acción
echando demonios echando demonios más cerca del objeto bajo discusión (exorcizar), (b) eliminó la tercera cláu-
en tu nombre, en tu nombre, sula para centrar el dicho más en la importancia del seguimiento/discipu-
que no nos sigue, lado. Es posible que (a) haya sido influenciado por la lectura que halla-
e intentamos impedírselo e intentamos impedírselo mos en Le. No sólo es fácil comprender el deseo de simplificar el texto,
porque no nos seguía". porque no (nos) sigue con eliminando la aparentemente inútil redundancia --como lo hiciera Lucas-,
nosotros. sino que también la lectura preferida está atestiguada por importantes y
fidedignos manuscritos.
39. Pero Jesús dijo: 50. Pero le dijo Jesús:
"No se lo impidan: "No lo impidan; b) Contexto literario
pues nadie hay que haga Nuestra perícopa se halla precedida por aquella en que se narra la discu-
un portento por (medio de) sión entre los discípulos sobre la primacía (v. 33-37). En ambas perícopas
mi nombre y pueda de se habla de actuar "en mi/tu nombre" (v 37 y 38). Posiblemente esta
inmediato hablar mal de mí.
expresión las atrajo, y en consecuencia fueron puestas la una a continua-
ción de la otra. El mismo fenómeno de atracción se observa en los dichos
40. Pues aquel que no está pues aquel que no está
que siguen: el v. 41 asegura una recompensa al que da de beber a los
contra nosotros contra ustedes
por nosotros está", por ustedes está". discípulos "en nombre de que ustedes son de Cristo (en lugar de "mío")",
y el v. 42 hace eco a la referencia a los niños mencionados en los v. 36s. Es

236 237
 Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA
probable que los v. 4 I Y42 seguían inmediatamente al v. 37, en una colec-
ción de proverbios. Los v. 43 y 48, sobre el escándalo, han sido atraídos
por la temática del v. 42, así como el v. 49 fue atraído por la referencia al
fuego, y el v. 50 por aquella a la sal.
El contexto vital de nuestra perícopa es un conjunto de discusiones
sobre la manera de comportarse entre sus miembros y con «los de fuera»:
con humildad y receptividad, no con arrogancia, asuntos de gran interés
para la Iglesia. La perícopa precedente es una discusión sobre la prima-
cía, y se pone de ejemplo la simplicidad del niño. El v. 41 aplica lo dicho en
el v. 40 y, al igual que el v. 39, es un ejemplo de la manera positiva como se
debe ver a los que, si bien no se profesan seguidores de Cristo, no sólo
no se oponen sino que se muestran generosos hacia los discípulos. En
los v. 42-44, ampliando el v. 37, los pequeños, es decir los sencillos que
fácilmente pueden ser alejados (en lugar de atraídos) por el escándalo,
deben ser tratados con atención. El contexto literario de nuestra perícopa
nos da ya una primera idea sobre su orientación general. Más aún, obser-
vamos que nos hallamos ante una concatenación netamente redaccional
de dichos introducidos por relatos. El marco de nuestra perícopa es,
pues, artificial.
e) Crítica literaria
La mano del redactor final es apenas perceptible. A él se debe la califica-
ción de Jesús como "maestro", que es uno de los acentos en Me, En el v.
39, ya sea el redactor final o su predecesor, añadió el logion que allí
hallamos. A esta conclusión conducen, no sólo su ausencia en Le, sino la
duplicación del "pues" (v. 39 y 40) Yel cambio de "por (en tói. usando) tu
nombre" (v. 38) a "en (epi tói) mi nombre" (v. 39). Ellogion del v. 40 es de
origen independiente: es fácilmente aislable y se encuentra, si bien con
otra formulación, en otro contexto en Le I 1,23/Mt 12,30 (que es anterior a
Mc9,40).
d) Crítica de formas
La perícopa muestra la estructura típica de una discusión escolástica
(¿qué hacer en caso de ...?), en la que predomina el pronunciamiento del
maestro (apotegma):
238
INVITACiÓN A LA TOLERANCIA
v. 38: planteamiento del problema (formulado aquí en "nosotros")
v. 39: respuesta n.1 (formulada en primera persona)
v. 40: respuesta n.2 (formulada en "nosotros", como el v. 38).
El logion del v. 39 tiene una estructura condicional, y la forma de un
principio. Ellogion del v. 40 es una sentencia sapiencial. Nos hallamos
pues ante un relato con fines instructivos.
El empleo del plural colectivo "nos(otros)" en los v. 38 y 40 nos sugiere
una situación vital originaria en la Iglesia (post-pascual). Ambas res-
puestas ofrecen un principio general a tener presente frente a aquellos
que no integran la Iglesia. Esa situación vital eclesial se vislumbra más
claramente cuando se tiene en mente que el v. 38 explicita "no nos sigue",
en lugar del esperado "te sigue". Se refiere a los discípulos como un
grupo homogéneo, como comunidad de creyentes (seguidores de Cristo)
que continúa su misión en comunión con el Señor. Esto representa el
tiempo post-pascual, y la perícopa ofrece una respuesta a una problemá-
tica que surgió de sus experiencias misioneras (vea Mt 12,24.27, Yespe-
cialmente Hch 19, l3ss): ¿qué actitud tomar frente a aquellos que actúan
en nombre de Jesús pero no son miembros de la Iglesia o pertenecen a
una comunidad "desviada"?
e) Historia de la redacción
Nuestra perícopa ha pasado por tres etapas. Los v. 38s y 40 no estaban
unidos desde el principio. Al v. 40 se le antepuso el incidente narrado en
el v. 38 a modo de ejemplo concreto de lo expresado en el pronunciamien-
to sapiencial del v. 40, respondiendo al mismo tiempo al problema plan-
teado paradigmáticamente en el v. 38 -nótese que ambos versículos em-
plean la primera persona plural (nosotros)-. Posteriormente, el redactor
final, o probablemente su predecesor, añadió ellogion del v. 39 -nótese
aquí el empleo de "por tu (v. 38) / en mi (v. 39) nombre", además del
cambio de persona gramatical-, a fin de dar una respuesta más directa a la
problemática planteada por el v. 38. La perícopa tiene su centro de atrac-
ción en ellogion "aquel que no está contra nosotros, está por nosotros",
y fue paulatinamente compuesta en base a él. Un procedimiento similar se
halla, por ejemplo, en el relato de la cena de Jesús con pecadores y publi-
canos en Me 2, I 5ss. Allí el centro es el logion "no he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores" (Me 2, I 7b). A éste se le antepuso, a modo
de explicación gráfica, el problema concreto que planteaba el incidente
239
 Dos EJEMPLOS DE EXÉGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA
paradigmático relatado en v. 15-16. Posteriormente se le añadió el prover-
bio sapiencial del v. 17a.
Ellogion de Me 9,40 refleja una situación ambiental de adversidad, e
invitaba a los cristianos ("nosotros") a ser tolerantes con los que, si bien
no confesaban la fe en Cristo, no se manifestaban contrarios al cristianis-
mo. Es una situación diferente de aquella que refleja Le II ,23a /Mt 12,30a:
"quien no está conmigo, está contra mí; y quien no recoge conmigo,
desparrama", que se refiere a una situación de tensiones dentro de la
comunidad de seguidores del Señor.
Al juntarse este dicho con el relato del v. 38, por un lado se aclaraba que
no era posible estar contra Cristo y expulsar demonios "en su nombre", y
por extensión se entiende que menos aún se podía estar al mismo tiempo
de parte del adversario. Esta aclaración encontró una formulación afirma-
tiva en el logion del v. 39. Por otro lado, visto desde la historia de la
tradición de nuestra perícopa, el peso y la amplitud que encierra el v. 40 se
restringió al tipo de problema referido en el relato: el caso de aquellos que
expulsaban demonios (¿y hacían curaciones?) recurriendo al nombre de
Jesús (por su poder mágico), que sabemos que ocurrieron. Visto desde
nuestra perícopa, en orden inverso, el caso (paradigmático: ejemplo de
otros tantos) planteado en el v. 38 se generalizó y amplió con es logion del
v. 40. Así, la problemática ilustrada en el v. 38 y las soluciones ofrecidas
por los v. 39 Y 40 se apoyan mutuamente.
Mediante esta perícopa, la Iglesia exhortaba a la tolerancia y apertura
hacia aquellos "de fuera" que, sin confesarse cristianos, apelaban al "nom-
bre" de Jesús para realizar el bien. Lo cual se afianza con ellogion del v.
41: "Aquel que les dé a ustedes de beber una copa de agua en nombre de
que son de Cristo, en verdad les digo que no perderá su recompensa".
Aquellos "de fuera" tácitamente reconocen el poder salvífica de Jesús, y
por ello no están "en contra".
j) Historicidad
Después de haber considerado esta perícopa desde el punto de vista
histórico-crítico, es fácil observar que la pregunta por su anclaje en la
vida de Jesús de Nazaret no reviste la primacía que de otro modo tende-
ríamos a concederle. En su forma actual, la perícopa refleja claramente
240
INVITACIÓN A LA TOLERANCIA
uno de los problemas de la iglesia de aquel entonces. Valga la redundan-
cia: notoria es la insistencia en el "nosotros", referido a los seguidores de
Jesús en tiempos post-pascuales. El incidente narrado en el v. 38 tiene su
origen en la Iglesia, al igual que ellogion del v. 39, que proviene de la
boca profética de la Iglesia de pre-Marcos, Esto se refleja, además de las
observaciones ya hechas, en la práctica del empleo del nombre de Jesús
con fines taumatúrgicos (no sólo en el caso de exorcismos: vea Hch 3,6;
9,34; 16,18; Sant 5,14). Que sepamos, Jesús nunca curaba "en nombre de
Dios/el Padre". La máxima sapiencial del v. 40, de la cual conocemos
paralelos inclusive en la literatura profana (por ejemplo, Cicerón la atribu-
ye a Julio César y a Pompeyo), podría en su esencia remontar a Jesús pero
en la primera persona singular ("mí" en lugar de "nosotros?"), tal como se
halla en Le 11,23a/Mt 12,30a. Sin embargo, este logion tiene claras alusio-
nes confesionales, pues se supone el reconocimiento de Cristo como
Señor, tal como sucede con el v. 39 al referirse al "hablar mal de" él y hacer
portentos en su nombre.
g) Significación estable
Si bien no vivimos exactamente el problema planteado en el v. 38, las
respuestas siguen teniendo plena actualidad. Basta que pensemos en las
actitudes que frecuentemente encontramos de parte de algunos cristia-
nos hacia aquellos "de fuera" que, sin profesar una afiliación con la
Iglesia, actúan benéficamente en nombre de Cristo; o la adversidad e
intolerancia que ciertos grupos cristianos muestran hacia aquellos que
no comparten su particular apreciación de Cristo. El recurso al nombre y
al poder salvífica de Jesús no es privilegio exclusivo de nadie, pues el
Señor está entre aquellos que le invocan. El Señor cuenta con más simpa-
tizantes que aquellos que se suscriben a la Iglesia o a una determinada
comunidad. Toda obra (poder, milagro) que se haga en su nombre, aun-
que no sea dentro del marco de la Iglesia, no debe ser obstaculizada ni
rechazada. La exhortación a la tolerancia y a la apertura mantiene hoy
plena vigencia.
La versión de Lucas (9,49-50)
a) Crítica textual
La versión lucana no ofrece ninguna dificultad textual digna de mención.
Cabe resaltar que algunas traducciones han optado por la pobremente
241
 Dos EJEMPLOS DE EXEGESIS: UN RELATO Y UNA SENTENCIA
atestada lectura de "nosotros", en el v. 50, que se halla en algunos ma-
nuscritos en lugar de la aceptada segunda persona plural, "ustedes".
¿Intento de armonizar con la versión de Marcos?
b) Contexto literario
Nuestra perícopa se halla precedida por la disputa sobre la primacía, igual
que en Me, pero le sigue el inicio del gran viaje de Jesús hacia Jerusalén,
que empieza por no hallar hospitalidad entre los samaritanos. Nuestra
perícopa se sitúa entre aquella sobre la arrogancia de los discípulos y la
que expone la hostilidad samaritana. Los v. 40-50 concluyen el ciclo de la
misión de Jesús en Galilea, y el logion del v. 50 sirve de transición. Esto es
significativo dentro de la teología universalista de Lucas.
c) Crítica literaria
Lucas llama a Jesús "preceptor", apelativo que emplea otras cinco veces
en su evangelio. En el mismo v. 49, omitió la primera cláusula del logion
que hallamos en Me, asociando así más de cerca las acciones bajo consi-
deración, y evitando la redundancia. Lucas tiende a pulir y mejorar el
estilo de sus fuentes; su griego es el más literario de los cuatro evange-
lios. En el v. 50, cambió la primera por la segunda persona plural en el
logion, dándole así un cariz marcadamente eclesial.
d) Crítica de formas
La forma de nuestra perícopa es idéntica a la de Me, como es natural, al
seguirle de cerca.
La situación vital original era similar a la de Me: discusión escolástica
sobre aquellos que exorcizan apelando al nombre de Jesús, tenido como
poseedor de un poder mágico, sin ser discípulos suyos. A partir de esta
problemática común, ya sea la comunidad lucana o el evangelista mismo,
centró la atención más en las implicaciones eclesiales que planteaban los
simpatizantes pero no miembros de la Iglesia: "con nosotros", "por uste-
des". En Le se detecta más claramente que en Me una atmósfera de
hostilidad hacia el cristianismo: "quien no está contra ustedes... ".
e) Historia de la redacción
Lucas siguió de cerca la perícopa en su versión pre-marcana. Omitió el
logion que hallamos en Me 9,39 con el probable fin de centrarse más en
242
INVITACiÓN A LA TOLERANCIA
el discipulado, como revelan sus cambios en v. 49, "con nosotros", y v.
50, "ustedes". Su interés era marcadamente eclesiológico (como lo es en
general característicamente su evangelio), acentuando el alcance y la
importancia de la comunidad de seguidores de Jesús. A fin de no debilitar
su punto focal, tam bién omitió el logion que hallamos en Me 9,41, Ysituó
esta perícopa a modo de transición entre la misión de Jesús en Galilea y el
inicio del largo "viaje" hacia Jerusalén, especialmente en el relato sobre el
rechazo samaritano (9,51 ss).
Lucas delimitó más claramente que Marcos el grupo de seguidores de
Jesús, al mismo tiempo que invitaba a reconocer que no se debía rechazar
ni temer a aquellos que no adoptasen una postura abiertamente hostil al
cristianismo. Para Lucas, como ya para Marcos, era importante subrayar
que el cristianismo no debía cerrarse al mundo ambiente ni adquirir un
espíritu de ghetto, marcado por temores.
f) En cuanto a la historicidad de lo narrado en nuestra perícopa, así como
su valor actual, remítase a lo dicho a propósito de Marcos.
Ejemplos de perícopas detalladamente analizadas se podrán encontrar en
las obras de Delorme, Lohfink, Quesnell y Grelot, mencionadas en la
Bibliografía, así como en la obra colectiva Exégesis Biblica, Ed. Paulinas,
Madrid 1979; en los "Cuadernos Bíblicos" n.50, Jesús. 13 textos del Nue-
vo Testamento, y n.l03, Lectura sinóptica de los evangelios, de Ed. Ver-
bo Divino.
Para un estudio más detallado, centrado en cada uno de los evangelios
en particular, vea la bibliografia al final.
243
 TEXTOS DEL MAGISTERIO

A. Pío XII: Encíclica Divino afflante Spiritu (1943)

19. El intérprete debe esforzarse con todo esmero, y sin descuidar ninguna
luz que hayan aportado las investigaciones modernas, por averiguar cuál
fue la índole y condición de vida del escritor sagrado, en qué edad creció,
qué fuentes utilizó, sean escritas u orales, y qué formas de decir empleó.
Porque nadie ignora que la norma principal de interpretación es aquella que
lleva a averiguar con precisión ya definir qué es lo que el escritor pretendió
decir. A nadie se le oculta que la suprema norma para la interpretación es
precisar y delimitar qué pretendió decir el escritor, como egregiamente lo
advierte San Atanasio: "Aquí, como conviene hacerlo en todos los otros
lugares de la divina Escritura, debe observarse con qué ocasión habló el
Apóstol; ha de atenderse con cuidado y exactitud a cuál es la persona a
quien escribe y cuál el motivo de que le escriba, no sea que al ignorar tales
cosas o al malentender una cosa por otra se aleje del verdadero pensamiento
del autor".

20. Es absolutamente necesario que el intérprete se traslade mentalmente a

aquellos remotos siglos del Oriente para que, ayudado convenientemente
con los recursos de la historia, arqueología, etnología y otras disciplinas,
discierna y vea con distinción qué géneros literarios quisieron emplear y de
hecho emplearon los escritores de aquella edad antigua. Porque los anti-
guos orientales no empleaban siempre las mismas formas y las mismas mane-
ras de decir que nosotros hoy, sino más bien aquellas que estaban acepta-
das por el uso corriente entre los hombres de sus tiempos y países. Cuáles
fueron éstas, no lo puede el exegeta establecer de antemano, sino después
de la escrupulosa indagación de la antigua literatura del Oriente.

21. Por esta razón, el exegeta católico,... debe buscar cuál es la forma de
decir o el género literario adoptado por el escritor sagrado que contribuye
a la recta y genuina interpretación, y debe estar persuadido de que esta parte
de su oficio no puede ser descuidada sin causar grave perjuicio a la exége-
sis católica.

245
 INTRODLJCCION GENERAL A LOS EVANGELIOS
25. Y tengan, en primer lugar, ante los ojos que en las normas y leyes dadas
por la Iglesia se trata de la doctrina tocante a las cosas de fe y costumbres, y
que de lo mucho que en los Libros Sagrados, legales, históricos, sapiencia-
les y proféticos se contiene, son muy pocas las cosas cuyo sentido haya
sido declarado por la autoridad de la Iglesia y no son tampoco más aquellas
en que unánimemente convienen los Padres. Quedan, pues, muchas y muy
graves cosas en cuyo examen y exposición puede y debe ejercitarse lihre-
mente el ingenio y la agudeza de los intérpretes católicos, para la utilidad de
todos, para un adelantamiento cada día mayor de la doctrina sagrada, para la
defensa y el honor de la Iglesía. Esta es la verdadera libertad de los hijos de
Dios, el mantener fielmente la doctrina de la Iglesia y el recibir como un don
de Dios, con gratitud, y aprovechar todo cuanto los conocimientos profa-
nos aporten.
B. Instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica sobre la
verdad histórica de los evangelios (AA S 56, 1964, p.712-18)
1. Que el exegeta católico, bajo la guía del magisterio eclesiástico, aproveche
todos los resultados conseguidos por los exegetas que lo han precedido,
especialmente por los santos padres y los doctores de la Iglesia, sobre la
inteligencia del texto sagrado, y se dedique a proseguir su obra. Con el fin de
poner a plena luz la verdad y la autoridad de los Evangelios, siguiendo
fielmente las normas de la hermenéutica racional y católica, será diligente en
servirse de los nuevos medios de exégesis, especialmente de los ofrecidos
por el método histórico universalmente considerado. Este método estudia
con atención las fuentes, define su naturaleza y valor sirviéndose de la
crítica del texto, de la crítica literaria y del conocimiento de las lenguas. El
exegeta pondrá en práctica la recomendación de Pío XII, de v.m., que le
obliga a "prudentemente... buscar cuánto la forma de la expresión o el género
literario adoptado por el hagiógrafo pueda llevar a su recta y genuina inter-
pretación; y debe estar persuadido de que esta parte de su oficio no puede
ser descuidada sin causar grave perjuicio a la exégesis católica". Con esta
246
TEXTOS DEL MAGISTERIO
advertencia, Pío XII, de v.m., enuncia una regla general de hermenéutica,
válida para la interpretación de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento,
pues para componerlos los hagiógrafos siguieron el modo de pensar y de
escribir de sus contemporáneos. En suma, el exegeta utilizará todos los me-
dios con que pueda penetrar más a fondo en la índole del testimonio de los
Evangelios, en la vida religiosa de las primitivas comunidades cristianas, en
el sentido y en el valor de la tradición apostólica.
2. El exegeta, para afirmar el fundamento de cuanto los Evangelios nos refie-
ren, atienda con diligencia a los tres momentos que atravesaron la vida y las
doctrinas de Cristo antes de llegar hasta nosotros.
Cristo escogió a los discípulos, que Lo siguieron desde el comienzo,
vieron sus obras, oyeron sus palabras y pudieron así ser testigos de su vida
y de su enseñanza. El Señor, al exponer de viva voz su doctrina, siguió las
formas de pensamiento y expresión entonces en uso, adaptándose a la men-
talidad de sus oyentes, haciendo que cuanto les enseñaba se grabara firme-
mente en su mente, y pudiera ser retenido con facilidad por los discípulos.
Los cuales comprendieron bien los milagros y los demás acontecimientos de
la vida de Cristo como hechos realizados y dispuestos con el fin de mover a
la fe en Cristo y hacer abrazar con la fe el mensaje de salvación.
Los Apóstoles anunciaron ante todo la muerte y la resurrección del Señor,
dando testimonio de Cristo, exponían fielmente su vida, repetían sus pala-
bras, teniendo presente en su predicación las exigencias de los diversos
oyentes. Después que Cristo resucitó de entre los muertos y su divinidad se
manifestó de forma clara, la fe no sólo no les hizo olvidar el recuerdo de los
acontecimientos, antes lo consolidó, pues esa fe se fundaba en lo que Cristo
había realizado y enseñado. Por el culto con que luego los discípulos honra-
ron a Cristo, como Señor e Hijo de Dios, no se verificó una transformación
suya en persona "mítica", ni una deformación de su enseñanza. No se puede
negar, sin embargo, que los Apóstoles presentaron a sus oyentes los autén-
ticos dichos de Cristo y los acontecimientos de su vida con aquella más
plena inteligencia que gozaron a continuación de los acontecimientos glo-
riosos de Cristo por la iluminación del Espíritu de la verdad. De aquí se
deduce que, como el mismo Cristo después de su resurrección les interpreta-
ba tanto las palabras del Antiguo Testamento como las Suyas propias, de
esta forma ellos explicaron sus hechos y palabras de acuerdo con las exigen-
247
 INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS
cias de sus oyentes. "Asiduos en el ministerio de la palabra", predicaron con
formas de expresión adaptadas a su fin específico y a la mentalidad de sus
oyentes, pues eran "deudores de griegos y bárbaros, sabios e ignorantes".
Se pueden, pues, distinguir en la predicación que tenía por tema a Cristo:
catequesis, narraciones, testimonios, himnos, doxologías, oraciones y otras
formas literarias semejantes, que aparecen en la Sagrada Escritura y que
estaban en uso entre los hombres de aquel tiempo.
Esta instrucción primitiva hecha primero oralmente y luego puesta por
escrito -de hecho muchos se dedicaron a "ordenar la narración de los he-
chos" que se referían a Jesús- los autores sagrados la consignaron en los
cuatro Evangelios para bien de la Iglesia, con un método correspondiente al
fin que cada uno se proponía. Escogieron algunas cosas; otras las sintetiza-
ron; desarrollaron algunos elementos mirando la situación de cada una de
las iglesias, buscando por todos los medios que los lectores conocieran el
fundamento de cuanto se les enseñaba. Verdaderamente de todo el material
que disponían los hagiógrafos escogieron particularmente lo que era adap-
tado a las diversas condiciones de los fieles y al fin que se proponían,
narrándolo para salir al paso de aquellas condiciones y de aquel fin. Pero,
dependiendo el sentido de un enunciado del contexto, cuando los evange-
listas al referir los dichos y hechos del Salvador presentan contextos diver-
sos, hay que pensar que lo hicieron por utilidad de sus lectores. Por ello el
exegeta debe investigar cuál fue la intención del evangelista al exponer un
dicho o un hecho en una forma determinada yen un determinado contexto.
Verdaderamente no va contra la verdad de la narración el hecho de que los
evangelistas refieran los dichos y hechos del Señor en orden diverso y
expresen sus dichos no a la letra, sino con cierta diversidad, conservando su
sentido. Pues dice San Agustín: "Es bastante probable que los evangelistas
se creyeran en el deber de contar, con el orden que Dios sugería a su memo-
ria, las cosas que narraban, por lo menos en aquellas cosas en las que el
orden, cualquiera que sea, no quita nada a la verdad y autoridad evangélica.
Pues el Espíritu Santo, al distribuir sus dones a cada uno como le parece, y
por ello también, dirigiendo y gobernando la mente de los santos con el fin
de situar los libros en tan alta cumbre de autoridad, al recordar las cosas que
habían de escribir, permitiría que cada uno dispusiera la narración a su modo,
y que cualquiera que con piadosa diligencia lo investigara lo pudiera descu-
brir con la ayuda divina".
248
TEXTOS DEL MAGISTERIO
Si el exegeta no pone atención en todas estas cosas que se refieren al
origen y composición de los Evangelios y no aprovecha todo lo bueno que
han aportado los recientes estudios, no cumplirá realmente su oficio de
investigador, cuál fue la intención de los autores sagrados y lo que realmen-
te dijeron. De los nuevos estudios se deduce que la vida y la doctrina de
Cristo no fueron simplemente referidas con el único fin de conservar su
recuerdo, sino "predicadas" para ofrecer a la Iglesia la base de la fe y las
costumbres; por ello el exegeta, escrutando diligentemente los testimonios
de los evangelistas, podrá ilustrar con mayor penetración el perenne calor
teológico de los Evangelios y poner de manifiesto la necesidad y la impor-
tancia de la interpretación de la Iglesia.
Quedan muchas cosas de gran importancia, en cuya discusión se puede
y se debe ejercer libremente el ingenio y la agudeza del intérprete católico,
para que cada uno, por su parte, aporte su contribución en beneficio de
todos, para un creciente progreso de la doctrina sagrada, para preparar el
juicio de la Iglesia y documentarlo, en defensa y honor de la Iglesia. Sin
embargo, esté dispuesto a obedecer al magisterio de la Iglesia y no olvide
que los Apóstoles predicaron la Buena Nueva llenos del Espíritu Santo y
que los Evangelios fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, que
preservaba a sus autores de todo error. "Verdaderamente, nosotros, no por
medio de los demás hemos conocido la economía de la salvación, sino por
medio de aquellos por los que nos viene el Evangelio, que primero predica-
ron y luego, por voluntad de Dios, lo transmitieron en las Escrituras, destina-
do a ser columna y fundamento de nuestra fe. No se puede, pues, decir que
hemos predicado antes de tener un conocimiento perfecto, como algunos
osan decir, gloriándose de ser los que corrigen a los Apóstoles. Pero luego
que el Señor resucitó de entre los muertos y ellos fueron investidos de lo alto
por la virtud del Espíritu Santo descendido sobre ellos, fueron adoctrinados
sobre todas las cosas y tuvieron un conocimiento perfecto, y partieron lue-
go para los confines de la tierra evangelizando los bienes que nos vienen de
Dios y anunciando la paz celestial a los hombres, para que todos y cada uno
poseyera el Evangelio de Dios".
Si se observan las normas expuestas, el estudio de las Sagradas Escritu-
ras resultará ciertamente de utilidad para los fieles. Aún en nuestros días
cualquiera podrá experimentar el dicho de san Pablo: las Sagradas Letras
"pueden instruir para la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la
249

INTRODUCCION GENERAL A LOS EVANGELIOS
Escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, argüir, corregir, educar
en la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y capaz de toda obra
buena".
C. Constitución dogmática sobre la Divina Revelación
(Dei Verbum), del Concilio Vaticano Il (18 de noviembre de 1965).
9. La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y
compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se fun-
den en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es
la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del
Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los suceso-
res de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y
por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden
fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue
que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca
de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas
con un mismo espíritu de piedad.
12. Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la
manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo
que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendie-
ron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las
palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que
atender a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se
expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, pro-
fético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intér-
prete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en
cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según
los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo
250
TEXTOS DEL MAGlSTER10
que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidado-
samente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar
vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época
solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
18. Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamen-
to, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son
el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro
Salvador.
La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen
origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de
Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apos-
tólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el
Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
19. La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los
cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican
fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y
enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al
cielo. Los Apóstoles, ciertamente, después de la ascensión del Señor, predi-
caron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida
inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos glo-
riosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados
escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas
que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicán-
dolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de
proclamación de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera
acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria o recuerdos,
ya del testimonio de quienes "desde el principio fueron testigos oculares y
ministros de la palabra" para que conozcamos "la verdad" de las palabras
que nos enseñan (cf. Le 1,2.4).
251
 INTRODUCCiÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS
D. En su breve alocución del 5 de Abril de 1986 al comité
ejecutivo de la Federación Bíblica Católica Mundial, el Papa Juan Pablo II
reiteró un principio fundamental del proceso de comprensión de los textos
bíblicos, principio que se debe aplicar en particular al estudio de los evange-
lios:
"Debe prestarse atención a las formas literarias de los diversos libros
bíblicos con el fin de determinar la intención de los escritores sagrados.
y es muy útil, a veces crucial, ser conscientes de la situación personal del
escritor sagrado, de las circunstancias culturales, del tiempo, el lenguaje
y cosas semejantes, que influyen en la forma como está presentado el
mensaje ... De esta manera se puede evitar unfundamentalismo estrecho
que desfigura la verdad completa...''.
E. Pontificia Comisión Bíblica: La interpretación de la
Biblia en la Iglesia (Abril 1993).
1. F. Lectura fundamentalista.
La lectura fundamentalista parte del principio de que, siendo la Biblia palabra
de Dios inspirada y exenta de error, debe ser leída e interpretada literalmente
en todos sus detalles. Por "interpretación literal" entiende una interpreta-
ción primaria, literalista, es decir, que excluye todo esfuerzo de comprensión
de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico y su desarrollo. Se
opone, pues, al empleo del método histórico-crítico, así como de todo otro
método científico para la interpretación de la Escritura.
El fundamentalismo insiste también, de un modo indebido, sobre la inerran-
cia de los detalles en los textos bíblicos, especialmente en materia de hechos
históricos, o de pretendidas verdades científicas. Frecuentemente considera
como histórico lo que no tenía pretensión de historicidad, porque incluye en
tal categoría cuanto es referido o narrado con verbos en pretérito, sin la
atención necesaria a la posibilidad de un sentido simbólico o figurativo.
252
TEXTOS DEL MAGISTERIO
En lo que concierne a los evangelios, el fundamentalismo no tiene en cuenta
el crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente
el estadio final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el
estadio inicial (las acciones y las palabras de Jesús en la historia). Descuida
por eso mismo un dato importante: el modo como las primeras comunidades
cristianas han comprendido el impacto producido por Jesús de Nazaret y su
mensaje. Ahora bien, éste es un testimonio de origen apostólico de la fe
cristiana y su expresión directa. El fundamentalismo desnaturaliza así la lla-
mada lanzada por el evangelio mismo.
El fundamentalismo tiene tendencia también a una gran estrechez de puntos
de vista, porque considera conforme a la realidad una cosmología antigua
superada, solamente porque se encuentra expresada en la Biblia. Esto impide
el diálogo con una concepción más amplia de las relaciones entre la cultura
y la fe. Se apoya sobre una lectura no crítica de algunos textos de la Biblia
para confirmar ideas políticas y actitudes sociales marcadas por prejuicios,
racistas, por ejemplo, y completamente contrarias al evangelio cristiano.
El acercamiento fundamentalista es peligroso, porque seduce a las personas
que buscan respuestas bíblicas a sus problemas vitales. Puede engafiarlas,
ofreciéndoles interpretaciones piadosas pero ilusorias, en lugar de decirles
que la Biblia no contiene necesariamente una respuesta inmediata a cada
uno de sus problemas. El fundamentalismo invita tácitamente a una forma de
suicidio del pensamiento. Ofrece una certeza falsa, porque confunde incons-
cientemente las limitaciones humanas del mensaje bíblico con su sustancia
divina.
253
 INTRODUCCiÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS
1
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Aguirre, R. - A. Rodríguez C. Evangelios sinópticos y Hechos de los
Apóstoles (Introducción al Estudio de la Biblia, 6), Verbo Divino, Estella
1992.
- - - - , La investigación de los evangelios sinópticos y Hechos de
los Apóstoles en el sigloXX(lntroducción al Estudio de la Biblia, Instru-
mentos 1), Verbo Divino, Estella, 1996 (colección de artículos).
Aune, D.E. El Nuevo Testamento en su entorno literario, DDB, Bilbao,
1993, cap. 1-2.
Aune, J. Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Cristiandad,
Madrid,1983.
Bea, Cardo A. La historicidad de los evangelios sinópticos, Ed. Razón y
Fe, Madrid, 1965.
Beaude, P. ¿Qué es el Evangelio? (CB 96), Verbo Divino, Estella, 1998.
Boismard, M.E. - A. Larnouille, La vida en los evangelios, DDB, Bilbao,
1981 (sumamente instructivo).
Brown, R.E., Introducción al Nuevo Testamento, t. 1: Evangelios, Trotta,
Madrid, 2002 (magistral, crítica y didáctica).
- Bultmann, R. Historia de la tradición sinóptica, Sígueme, Salamanca,
2000 (perspectiva de la historia de las formas literarias y sus contextos).
- Caba, J. De los evangelios al Jesús histórico, BAC, Madrid 1971 (buen
estudio de conjunto).
- - - - , El Jesús de los evangelios, BAC, Madrid, 1977.
- Cerfaux, L. Jesús en los orígenes de la tradición, DDB, Bilbao, 1970.
Charpentier, E. (ed.), Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles,
Cristiandad, Madrid, 1983.
- Davies, W.D. Aproximación al Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid,
1979.
- De la Calle, F. Aproximación a los evangelios, Marova, Madrid, 1978
(excelente).
- de Solages, B. Cómo se escribieron los evangelios, DDB, Bilbao, 1974.
Delorme, J. De los evangelios a Jesús, Ed. Mensajero, Madrid, 1973 (muy
Esta bibliografía no incluye las Introducciones al Nuevo Testamento, ni obras
dedicadas a alguno de los evangelios en particular (la bibíografía para éstos se
encuentra al final del tratado de cada uno de ellos).
254
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
instructivo y didáctico).
- Dibelius, M. La historia de lasformas evangélicas, Institución san Jeró-
nimo, Valencia, 1984 (obra pionera; un clásico).
Dodd, C.H. La predicación apostólica y su desarrollo, FAX, Madrid,
1973.
Gerhardsson, B. Prehistoria de los Evangelios. Los orígenes de las tra-
diciones evangélicas, Sal Terrae, Santander, 1980 (perspectiva rabínica).
- Gnilka,1. Teología del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, 1998: cap. 3 y
4 (los evangelios).
Grelot, P. Las palabras de Jesucristo, Herder, Barcelona, 1988.
- - - - , Los evangelios y la historia, Herder, Barcelona, 1987 (obra
clara de un erudito; con ilustraciones).
- - - - , Los evangelios (CB 45), Verbo Divino, Estella, 1984.
- Guijarro, S. La buena noticia de Jesús, Atenas, Madrid, 1987.
- Herranz, M. Los evangelios y la crítica histórica, Cristiandad, Madrid,
1978.
- 1. Kloppenborg, Q. El evangelio desconocido, Sígueme, Salamanca, 2005.
- Latourelle, R. A Jesús el Cristo por los evangelios, Sígueme, Salamanca,
1982.
Léon- Dufour, X. Los evangelios y la historia de Jesús, Cristiandad, Ma-
drid, 1982 (obra clásica, de fácil lectura).
- - - - - - - , Los evangelios sinópticos, en A. George - P. Grelot
(eds.), Introducción crítica al Nuevo Testamento, vol. 1, Herder, Barcelo-
na, 1983, cap. V a VII (técnico).
Lohfink, G. Ahora entiendo la Biblia, Paulinas, Madrid, 1977.
Lohse, E. Teología del Nuevo Testamento, Cristíandad, Madrid, 1978.
Malina, B. Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del si-
glo 1, Verbo Divino, Estella, 1996 (el factor socio-cultural).
Marconcini, B. Los sinópticos. Formación, redacción, teología, San
Pablo, Madrid, 1998.
Mateas, J - F. Camacho, Evangelio, figuras y símbolos, El Almendro,
Córdoba, 1989.
Moitel, P. Relatos del Evangelio (CB 93), Verbo Divino, Estella, 1997
(visión narratológica).
Maule, C.F.D. El nacimiento del Nuevo Testamento, Verbo Divino, Este-
Ha, 1974.
Pi ñero, A. - Peláez, J. El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de
los primeros escritos cristianos, El Almendro, Córdoba, 1995.
255
 INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS EVANGELIOS

- - - - - , Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre

Jesús, El Almendro, Córdoba, 1993.
- Pikaza, X. Teología de los evangelios de Jesús, Sígueme, Salamanca,
1980.
- - - - - , El evangelio. Viday pascua de Jesús, Sígueme, Salamanca,
1993.
- Quesnell, Q. Esta Buena Nueva, Verbo Divino, Estella, 1974.
- Ramos, F. El Nuevo Testamento, vol. 1,Atenas, Madrid, 1988.
- Sánchez Mielgo, G. Claves para leer los evangelios sinópticos, San Es-
teban, Salamanca, 1998.
-----Evangelios sinópticos, Univ. Santo Tomás, Bogotá, 1983.
- Scheiffler, J.R. Así nacieron los evangelios, Mensajero, Bilbao, 1968 (pre-
sentación minuciosa e informativa).
- Schnackenburg, R. La persona de Jesucristo. Reflejada en los cuatro
Evangelios, Herder, Barcelona, 1998.
- Schreiner, J. (ed.), Forma y propósito del Nuevo Testamento, Herder,
Barcelona, 1973, cap. VIll a XlV.
- Sicre, J.L. El Cuadrante, Parte 1: Introducción a los evangelios, Verbo SEGUNDA PARTE
Divino, Estella, 1996.
- Stanton, G. ¿La verdad del evangelio? Nueva luz sobre Jesús y los evan-
gelios, Verbo Divino, Estella, 1999 (colección de estudios). Introducciones particulares a
- Theissen, G. La redacción de los evangelios y la política eclesial. Un
enfoque socio-retórico, Verbo Divino, Estella, 2002 (perspectiva socio- los evangelios
política).
- Voegtle, A. "Génesis y naturaleza de los evangelios", en L. Klein (ed.),
Discusión sobre la Biblia, Herder, Barcelona, 1967, 71-124 (presentación
de fácil lectura por un gran maestro).
- Weren, W. Métodos de exégesis de los Evangelios, Verbo Divino, Este-
1Ia,2003.
- [Wikenhauser]-J. Schmid, Introducción al Nuevo Testamento, Herder,
Barcelona, 1978.
- Zedda, V. Los evangelios y la crítica hoy, Paulinas, Madrid, 1967.
- Zimermann, H. Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento,
BAC, Madrid, 1969 (obra básica sobre exégesis).

256
 Evangelio según Marcos

El evangelio según Marcos, el primero en ser escrito, al que siguieron los

de Mateo, Lucas y Juan, inauguró un género literario muy particular, que su
autor calificó como "evangelio" (1, 1). Pero, ¿qué sabemos de su origen:
autor, fecha, lugar, destinatarios, y propósito?

A. Coordenadas históricas

Para comprender correctamente cualquier escrito debemos tener presen-

te, además de su género literario, su matriz vital: el autor y las coordenadas
espacio-temporales en las que vivió, así como las circunstancias que moti-
varon su composición las cuales explican su contenido y sus acentos, que le
dieron la personalidad que distingue esta obra.

El autor

Empecemos por observar que, al igual que en los otros evangelios, el

autor de Mc no se identificó", Su nombre aparece solo en el epígrafe que se
agregó hacia fines del primer siglo para distinguirlo de los otros evangelios:
"(evangelio) según Marcos". El autor no se identificó porque, probablemen-
te, era conocido por sus destinatarios. Para él era más importante dejar que

Sobre el sentido de "evangelio" en Me, vea el tercer estudio de W. Marxsen, El

evangelista Marcos, Salamanca, 1981, Ymás ampliamente P.-M. Beaude, ¿ Qué
es el Evangelio", Estclla, 1998.
Habria que distinguir entre autor y escritor. El primero es el que produce las
ideas, el otro es el que las fija por escrito, que puede ser secretario o quien
tomando las ideas las desarrolla y escribe. El escritor puede ser también el autor
mismo. Pero, por amor a la simplicidad hablaré de autor y escritor intercambia-
blemente.
Emplearé el nombre "Marcos" cuando hable del autor; y la abreviación «Me»
cuando me refiera a la obra.

259
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
Jesús mismo se presente: es "el evangelio de Jesucristo", no el de Marcos
(1,1)3.
La mención más antigua que tenemos acerca del autor de este evangelio
es la que Eusebio de Cesarea escribió a inicios del siglo IV en su Historia
Eclesiástica, refiriéndose al obispo Papías que, a inicios del siglo II, a su vez
se remitía a lo que oyó decir al "anciano Juan" (cuya identidad desconoce-
mos): "Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió cuidadosamente, aun-
que no en orden, cuanto recordaba de lo dicho y hecho por Jesús. Pues él no
había escuchado personalmente al Señor ni había sido discípulo suyo, sino
posteriormente de Pedro, como ya dije. Pedro no se propuso presentar una
exposición sistemática del ministerio del Señor, sino que adaptaba sus ense-
ñanzas según las necesidades. Así, pues, Marcos no se equivocó al poner
por escrito algunas cosas tal como las recordaba, porque su única preocupa-
ción fue no omitir ni falsear nada de lo que había oído" (3,39.15). La relación
de Marcos con Pedro se sustenta en IPdr 5,13: "Los saluda la iglesia que
está en Babilonia (= Roma), elegida como ustedes, y mi hijo Marcos" (cf.
H.E. 2,15.2). Pero la teología del autor de 1Pedro en nada se parece a la
teología de Marcos". Como es el caso con otras afirmaciones basadas en
Papías, lo dicho por Eusebio no corresponde en todos los detalles a lo que
sabemos por otras fuentes y por el estudio mismo del evangelio, por ejem-
plo, la relación de Marcos con Pedro: Pedro no ocupa un lugar de preeminen-
cia en el evangelio, ni es presentado bajo una luz favorable (vea p. ej. 8,32s).
De haber sido Marcos un discípulo de Pedro se esperaría relatos más detalla-
dos en los que le atribuyera una mayor relevancia al apóstol, por ejemplo en
el relato de su vocación, si se trata de auténticas memorias personales (1,16-
18), o en relación con el arresto de Jesús. Por otro lado, el evangelio muestra
ser una colección de tradiciones de diverso origen, y no se puede demostrar
una relación entre Marcos y una supuesta tradición petrina. Eusebio de
Es importante, por eso, distinguir entre el evangelio de Jesucristo, y el evangelio
según Marcos. La Buena Nueva es Jesucristo, no Marcos, que entiende su tarea
literaria como solamente mediadora. Es, además, la versión (según, katá) de
Marcos, como los otros son las versiones según Mateo, Lucas y Juan.
La mayoría de exegetas hoy sostienen que 1Pedro data de fines del siglo 1y que
no se debe al apóstol(como en otros escritos, el nombre es un seudónimo), lo cual
invalida la referenciaa 1Pdr5,13 para afirmar que Marcos fue discípulode Pedro.
260
COORDENADAS HISTÓRICAS
Cesarea dejó entrever sus dudas cuando escribió que Marcos es "de quien
se dice que es el evangelio y que era compañero de Pedro" (2,15.1).
Entonces, ¿de quién obtuvo Marcos la información de todos los episo-
dios en los que no participa Pedro, por ejemplo de la Pasión? iSi no fuera por
la mención de Papias, no pensaríamos que Marcos hubiese mantenido algu-
na relación con Pedro! Posiblemente Papías repitió sin mayor averiguación
lo que oyó, y la relación que describe no tenía otro propósito que afirmar el
sustento apostólico de este evangelio -escrito por alguien que "no fue
discípulo de Jesús", sino más bien producto de un "intérprete de Pedro".
Hay otros textos en el NT que mencionan a personas de nombre Marcos,
relacionadas más bien con Pablo: "Juan, por sobrenombre Marcos", en cuya
casa se reunía la comunidad de Jerusalén (Hch 12,12.25; 15,37ss), que fue
compañero de viajes de Bernabé, el tutor de Pablo (Hch 13,5-13); y un Mar-
cos ayudante de Pablo (Col 4, IO; Film 24; 2Tim 4, 11). ¿Fue este Marcos el
evangelista? Es dudoso pues en el evangelio no se vislumbra la teología
paulina ni existe alusión alguna que lo conecte con Pablo. Como sea, no por
azar ni por capricho se asoció este evangelio con el nombre "Marcos", y se
le puso el epígrafe "evangelio según Marcos", que además no es el nombre
de ninguno de los apóstoles. Sin duda quien así se llamara debió ser una
persona importante, y estar de alguna manera relacionado con esta obra, eso
si de hecho no fue su autor.
Salvo por el nombre, no sabemos prácticamente nada del autor de este
evangelio, excepto que no fue discípulo de Jesús pero que posiblemente
estuvo cercano a tradiciones apostólicas, en las cuales se basó para escribir
su obras, de la cual se deduce que fue una persona criada en la cultura griega
No han faltado quienes han querido ver al autor en el anónimo joven que huyó
desnudo durante el arresto de Jesús (14,51s). Por un lado, no sólo no hay susten-
to alguno para esa identificación, sino que, de haber sido así, cabe preguntarse si
hubiera incluído episodio tan vergonzoso que en sí no añade nada al relato. Por
otro lado, hay un evidente paralelismoentre éste y eljoven también anónimo que
aparece sentado sobre la tumba vacía, de quíen se dice que "está a la diestra (I),
vestido con una túnica blanca (color de triunfo)" (16,5). ¿No será que Marcos
introdujo el personaje para sugerir simbólicamente que a Jesucristo no se le
puede retener? Es la única vez que se habla de un joven, que es muy cercano a
261
 EVANGELIO SEGUN MARCOS
-su nombre es grecolatino (Markos, Marcus}-. Su estilo poco elegante re-
vela un nivel más bien popular que culto. No proviene de Palestina, ni cono-
ce bien su geografía'. Escribía en griego, y su obra no refleja una mente
semítica (M. Reiser, H. Cancik). Desconocemos si fue un judío helénico de la
diáspora, o un pagano convertido al cristianismo que conocía bastante bien
el judaísmo. Probablemente fue un miembro de la comunidad para la cual
escribió, por eso no necesitaba poner su nombre.
En resumen, desconocemos quién exactamente fue el escritor. Esto care-
ce de importancia pues lo que debemos tener presente es que el valor de la
obra proviene de su contenido, que calificamos como "palabra de Dios", no
de la identidad del escritor.
Los destinatarios
Marcos escribió para una comunidad de cristianos convertidos mayori-
tariamente del paganismo (3,4), razón por la que explicaba las costumbres y
prescripciones judías que les eran en gran medida desconocidas (7,3s; 14,12;
15,42). La Ley de Moisés, de capital importancia para todo judío, es tenida en
Me como relevante sólo en cuanto ley moral, no cultual (10,1-27). Amplio
espacio ocupa la discusión sobre las prescripciones judías tocantes a las
comidas, que culmina con su abolición (7,1-23), -lo que obviamente tiene en
mente a los no-judíos-. Según este evangelio, luego Jesús se dirige a tierras
paganas, a Tiro y Sidón y luego a la Decápolis, donde realiza sendas sana-
ciones (7,24-37), para terminar con una nueva multiplicación de panes para
"una gran multitud ... ; algunos de ellos vinieron de muy lejos" (8,1-1 O)". Ya
antes había exorcizado a un endemoniado en la Decápolis (5,1-20) -notar
que éste "comenzó a pregonar por la Decápolis todo lo que Jesús había
hecho con él y todos se maravillaban" (5,20}-. En la misma región, la cura-
Jesús, y se menciona su vestimenta. Hay una suerte de juego de luces y sombras,
de realidades y apariencias, del mismo modo que hace con el nombre de Galilea
(vea abajo) en contraste con Jerusalén.
No conoce la distancia de Gerasa al lago de Galilea (5, 1.13); Sidón está al norte de
Tiro, no al revés, y cllago no está en el medio de la Decápolis (7,31); confunde las
ubicaciones de Bctsaida y Gcncsaret con respecto aliaga (6,45.53).
Cf. S.R. de Lima, En territorio defrontera. Una lectura de Marcos 724-30, San
José de Costa Rica (DEI), 200 l.
262
COORDENADAS HISTÓRICAS
ción del sordomudo provocó la admiración; decían: "Todo lo ha hecho per-
fectamente: hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (7,37).
Marcos presentaba así a Jesús como el profeta que puso fin a la distin-
ción entre lo puro y lo impuro, categorías que incluían a las personas (judíos-
paganos). Las discusiones con los judíos sobre la Ley concluyen con el
mandamiento del amor como síntesis de ella (12,28-34). Es notorio que no se
emplea el vocablo mismo "ley" (nomos). Todo eso se entiende si la comuni-
dad era predominantemente de origen pagano, no judío. Cuando leemos que
Jesús habla de la predicación a "todos los pueblos" (13,10.27; 14,9), obvia-
mente incluye las tierras paganas. Paralela a la confesión de la identídad
mesiánica de Jesús en boca del judío Pedro (8,29) es aquella del centurión
romano al pie de la cruz: "Realmente este hombre era hijo de Dios" (15,39). El
calificativo "hijo de Dios" tenía para el oído pagano la misma resonancia
básica que "mesías" (Cristo) tenía para el oído judío (note que ambos títulos
están yuxtapuestos al inicio del evangelio, 1,1).
Por cierto, la comunidad incluía a judeo-cristianos, como lo atestigua el
hecho de que se discute la validez de las tradiciones judías sobre los alimen-
tos (7,1-23). Esta perícopa, tan ampliamente desarrollada, cumple la función
en el evangelio de aclarar un punto esencial para la convivencia entre cristia-
nos provenientes del judaísmo y cristianos convertidos del paganismo (vea
sobre lo mismo Hch 10 Y 15). Más importante que el sábado es el hombre
(2,23-3,6).
En la comunidad había otros problemas, además del de la aceptación por
parte de judíos conversos de sus hermanos provenientes del paganismo,
como era el deseo de algunos de dominar o encumbrarse por sobre los
demás. Esto se deduce de las advertencias que Marcos incluyó sobre la
tentación de buscar "ser el primero" (9,33-37; 10,31.35-45).
Esta comunidad sufría rechazos y persecuciones (4,17; 10,30; 13,11-13.19),
por eso Jesús advierte que quien quiera seguirlo deberá estar dispuesto a
"tomar su propia cruz", y se anticipa tres veces la pasión del Maestro que
será "rechazado" por las autoridades judías (8,31), anuncios que están estre-
chamente ligados a anticipos de persecuciones (8,31-35; 9,30-32; 10,32-34.44s).
Es particularmente en el cap. 13 donde se advierte sobre la necesidad de
mantenerse firmes frente a persecuciones: "Los entregarán a los tribunales,
263
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
serán azotados en las sinagogas y tendrán que comparecer ante gobernado-
res y reyes por mi causa... y entregará a la muerte el hermano al hermano, y
el padre al hijo, ... y serán odiados por todos a causa de mi nombre, pero
quien se mantenga firme hasta el final se salvará" (v.9.12s). No era una reali-
dad futura, sino actual: 10,30 ("ahora ... , persecuciones"); 13,19 ("ahora").
Lugar de composición
¿Qué importancia tiene saber dónde se escribió una obra? La misma que
tiene saber cuándo y para quiénes se escribió. Se trata de las características
históricas, culturales, sociales, religiosas y afines, que nos permiten com-
prender la obra en su integridad así como las razones que indujeron al autor
a introducir los temas tratados y los acentos que la caracterizan".
El evangelio mismo no indica el lugar de composición. Eusebio de Cesa-
rea, basado en la mención de un tal Marcos en 1Pdr S, 13 Y la tradición que
heredó que asegura que Marcos fue discípulo de Pedro, afirma que "se dice
que (su evangelio) fue compuesto en Roma misma" (HE. 2,15.2). Sin embar-
go, el hecho es que este evangelio fue escrito en un lugar donde el griego era
la lengua común, y se conocía el latín", lengua que se usaba entre romanos y
Una descripción de las condiciones sociales y económicas en Asia Menor en
tiempos de los evangelistas se podrá encontrar en E. Arcns, Asia Menor en
tiempos de Pablo, Lucas y Juan, Córdoba. 1995; M. Rostovtzcff, Historia
social y económica del Imperio Romano, 2 vols .. Madrid, 1962; M. Sartre, El
Oriente romano, Madrid, 1994; M.I. Finley, La economía de la Antigüedad.
México, 1974; E. Y W. Stegernann, Historia social del cristianismo primitivo.
Estella, 2001; W.A. Meeks, Los primeros cristianos urbanos. El mundo social
del apóstol Pablo, Salamanca, 1988, y J. González Echegaray, Los Hechos de los
Apóstoles y el mundo romano, Estella, 2002. El mundo religioso y filosófico está
descrito en J. Leipoldt - W. Grundrnann, El mundo del Nuevo Testamento. 2 vols.
Madrid, 1973, y H. Koster, Introducción al Nuevo Testamento. Historia, cultura
y religión de la época helenística e historia y literatura del cristianismo primitivo,
Salamanca, 1988. En cuanto a Roma, vea especialmente J. Guillen. Urbs Roma.
Vida y costumbres de los romanos, Salamanca, 1995. Y L. Friedlander, La socie-
dad romana, Madrid, 1982.
Aunque escrito en griego, encontramos vocablos latinos: modius (4,21), legio
(5,9.15). speculator (6,27), denarius (6,37; 12,15; 14,5), sextarios (7,4), qua-
drans (12,42),flagellare (15,15), praetorium (15,16), centuria (15,39.44). A
264
COORDENADAS HISTÓRICAS
se hablaba predominantemente en Italia. El hecho de que los vocablos lati-
nos que usa son solamente del mundo military económico, y que en 12,42 el
evangelista indique el equivalente romano (quadrans) de las monedas que
puso la viuda en el Templo, dos lepta, que era moneda griega en uso en
Palestina, apunta a que Me fue escrito fuera de Italia. A ello se suma el hecho
de que no se percibe en el evangelio ninguno de los problemas que algunos
años antes había enfrentado san Pablo en su carta a la iglesia en Roma, en
particular el tema de la Ley de Moisés. Además, el evangelio como tal mues-
tra poco o ningún interés en asuntos romanos, ni siquiera en su relato de la
Pasión, y a su vez tampoco manifiesta mucho interés por lo propiamente
judío.
¿Dónde pues exactamente se escribió este evangelio? Lo único que po-
demos decir con seguridad es que fue en algún lugar entre Italia y Palestina,
posiblemente en Asia Menor no muy lejos de esta zona, donde se fundaron
muchas comunidades gentil-cristianas. El hecho que en 10,12 Marcos adap-
tara el dicho sobre el divorcio extendiendo la iniciativa a la mujer, según el
derecho romano, indica que fue escrito fuera de Palestina y de sus áreas de
intluencia.
No sabemos si el autor vivía en un lugar distinto de sus destinatarios,
pero suponemos que vivía en un centro de poder romano (cf. 10,42) con
intluenciajudía como Siria, una región de importantes comunidades cristia-
nas, donde fácilmente llegaban reportes de "guerras y rumores de guerras"
(13,7) en Palestina". Esa localización explicaría la importancia dada a Galilea
(revestida de sentido simbólico; vea abajo) como lugar de encuentro con el
resucitado (16,7), Yexplicaría la mención de las misiones de Jesús fuera de
Galilea". También haría más comprensible que Mateo y Lucas tuvieran acce-
ellos se suman expresiones más bien latinas que griegas, como "hacer camino"
(2,23), "estar en las últimas" (5,23), "dar consejo" (3,6).
111 En algunos aspectos Me nos recuerda a Pablo: llama su obra "evangelio", vocablo
frecuente de Pablo; y se interesa por la pureza ritual, igual que Pablo. Por eso
algunos piensan se trata de Juan Marcos, mencionado en Hch 12,12.25; 13,5, que
estuvo activo en esa parte del mundo.
11 Vea F. de la Calle, Situación al servicio del kerigma, Salamanca, 1975, el excurso
"Galilea", en el comentario a Marcos, por J. Gnilka, y el segundo estudio de W.
Marxsen, El evangelista Marcos, Salamanca, 1981.
265
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
SO a Me, si bien no se escribió en un ámbito donde se hablara arameo, pues
tradujo las palabras arameas al griego, incluidas sencillas como talitá, kumi
(niña, levántate), effathá (ábrete), abbá (padre), eloi, lamá sabachthani (Dios
mío, ¿por qué me abandonaste?), además de Golgothá (de la calavera) y
Boanergés (hijo del trueno).
Fecha de composición
La obra no menciona la fecha de su composición. Son ciertos indicios y
referencias en ella los que permiten deducirla, especialmente el cap. 13, que
alude a la destrucción de Jerusalén y su Templo, hecho que ocurrió el año 70
a manos de los romanos para sofocar la rebel ión judía. La datación depende
en buena medida de la comprensión de Me 13,2 y 14 en particular: refiriéndo-
se al Templo, Jesús dice que "no quedará piedra sobre piedra que no sea
derribada" y, preguntado cuándo ocurrirá eso, responde que será "cuando
vean la abominación de la desolación (expresión de Daniel 9,27; 11,31) que
ha sido instalada donde no debe", es decir cuando se introduzca el culto
pagano en el Templo (cf. 1Mac 1,54-59).
Si ese pasaje se entiende como un reportaje de lo que Jesús históricamen-
te habría anticipado que sucedería, puede pensarse que el evangelio se
escribió algunas décadas antes del año 70. Si por el contrario lo entendemos
como una composición de Marcos con fines catequéticos, referido a un
hecho ya ocurrido o inminente (Jerusalén estuvo sitiada varios meses por
los romanos), podemos atribuir al autor la intención de resaltar el carácter
profético de la prédica de Jesús (similar a la maldición de la higuera, en 11,12-
14), Y se podría comprender que fuera escrito hacia el año 70, por eso la
advertencia en 13,14 "entiéndalo bien el que lee". La mayoría de estudiosos
piensan que Me se escribió en ese tiempo!'. Ahora bien, si tomamos en
cuenta otros pasajes, como la maldición de la higuera (figura de Israel), la
mención en la parábola de los viñadores homicidas de que Dios "acabará
con los viñadores" que crucificaron a Jesús (12,9), y que al expirar Jesús "el
velo del templo se rasgó de arriba abajo" (15,38), podemos pensar justifica-
12 Calígula había accedido a que se introduzca una estatua suya en el Templo de
Jerusalén, pero antes que se concretara el emperador falleció y el proyectó quedó
trunco (Josefa, Ant.Jud. 18,8.2-9), por tanto no se refiere a este episodio, como
algunos afirman.
266
COORDENADAS HISTÓRICAS
damente que Me fue escrito hacia el año 70, posiblemente después, a la
sombra de la destrucción de Jerusalén, entendida como castigo divino por
rechazar a Jesús. La preocupación por las persecuciones también apunta a
una fecha más bien tardía que temprana -quizás estaba fresca aún la perse-
cución de Nerón el año 64, además de los hostigamientos que los cristianos
empezaban a sufrir por parte de los judíos (13,9).
Desde hace unas décadas, basándose en un minúsculo trozo de un papi-
ro (2.7 x 3.9 cm) conocido como 7Q5, hallado en Qumrán, que supuestamente
corresponde a Me 6,52-53, en ciertos círculos se ha impugnado la datación
tardía de Me afirmando que tiene que haber sido escrito en la primera mitad
del primer siglo, mucho antes del año 70, pues ésa es (dicen) la datación de
ese manuscrito (basada en la caligrafía que dataría entre los años 50 a.c. y 50
d.C.). Esta suposición sin embargo está plagada de problemas que por razo-
nes de espacio no puedo abordar aquí", salvo hacer mención de los más
saltantes: (1) la datación de este trozo es aproximativa, basada solamente en
la caligrafía (no en carbono 14); (2) sus 20 letras no forman una palabra
(excepto la conjunción kai, "y"), además que 9 de ésas son dudosas; (3) se
asume a priori que el fragmento pertenece a Me y que no puede correspon-
der a otro texto, inclusive inédito p. ej. a una carta; (4) para encuadrarlo en
Me 6,52-53 al que supuestamente corresponde, hay que eliminar "en tierra"
(epi ten gen) como se lee en todos los manuscritos; (5) es cuestionable, por
no decir sorprendente, que un documento cristiano hubiese sido parte de la
biblioteca de esos judíos radicales que eran los esenios de Qumrán, y que
éste fuera el único trozo cristiano hallado en medio de millares de fragmentos
todos judíos".
13 Para un estudio más detallado vea E. Arens - H. Cáceres, Evangelios, papiros y
fundamentalismo: 7Q5, Lima (CEP), 1995 (abreviado en Páginas 135(1995),
57-65); F. García Martínez, "¿El Nuevo Testamento en Qurnrán?", ReseñaBibli-
ca 19 (1998) 59-63; A. Piñero - J. Peláez, El Nuevo Testamento. Introducción al
estudio de los primeros escritos cristianos, Córdoba, 1995, 243-246, especial-
mente G. Stanton, ¿La verdad del evangelio", Estella, 1999, cap. 1II-Y.
14 Se pretendió identificar otros trocitos del mismo lugar con sendos textos neotes-
tamentaríos. 7Q4 sería un fragmento de 1Tim 3,16; 4,1.3; 7Q6.1 de Me 4,28;
7Q6.2 de Hch 27,38; 7Q7 correspondería a Mc 12,17; 7Q8 a Stgo 1,23-24; 7Q9
a Rom 5,11-12; 7Q 10 a 2Pdr 1,15 y 7Q 15 correspondería a Mc 6,48. Todos
éstos han sido desbaratados como meras quimeras, productos de la imaginación.
267
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
La convicción de fondo de quienes sostienen que la redacción de Me es
temprana es que, si fue redactado en la década del 40 (supuesta fecha de
7Q5), y en Palestina, entonces podríamos estar seguros que este evangelio
es mucho más fiel a los hechos que reporta que lo que sostiene la mayoría de
los exegetas críticos -y no faltan quienes lo toman como una suerte de notas
tomadas en tiempos de Jesús-, inclusive no falta quien afirma que "el Evan-
gelio de Marcos fue escrito por un testigo directo de la vida de Jesús". Por
tanto, Me sería una biografía plenamente fiable de la vida de Jesús. Quedaría
así descalificada la exégesis histórico-crítica (contrario a lo afirmado por el
magisterio Vaticano en La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 1993).
Pero esta argumentación no se impone: antigüedad no es garantía de fideli-
dad. Por lo demás, al no existir pruebas inimpugnables de que 7Q5 sea un
texto de Me, ya que esta datación es conjetural, el estudio de este evangelio,
por las razones expuestas en los párrafos precedentes, apunta a una circuns-
tancia y contexto político social que correspondería, como ya he menciona-
do, a la época de la destrucción de Jerusalén, o sea en tomo al año 70.
Nadie menos que Ireneo de Lyon (+ 202) afirmó que "después de su
muerte (de Pedro y Pablo), Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, nos
transmitió él también por escrito lo que había sido predicado por Pedro, ...."
(Adv. haer. 3,1.1). Los apóstoles murieron a fines del reinado de Nerón, poco
antes del año 68. Si le creemos a Ireneo, tenemos que afirmar que Me no se
escribió antes de la década del 60, como lo viene confirmando la exégesis
histórico-crítica. Sorprende que en esta discusión se ignore la afirmación de
Ireneo, que inclusive Eusebio de Cesarea tomó como una de sus más confia-
bles fuentes para su Historia eclesiástica.
B. La obra literaria
El segundo evangelio", como los demás, es una obra compuesta con una
estructura que conforma su género literario. La conjugación de giros y ex-
Estas pretendidas identificaciones demuestran la facilidad con la que se presenta
como si fuera real lo que sólo es imaginario, producto de la fuerza de prejuicios
doctrinarios que llegan a proyectarse sobre textos.
1j La frecuente designación de los evangelios como "primero", "segundo", etc., es
una referencia a su posición en el canon. El "primer evangelio" es Mateo, es decir,
268
LA OBRA LITERARIA
presiones, así como la sintaxis y el léxico mismo, llevan las huellas de la
personalidad y la cultura del mundo del autor. Por ser la obra el medio de
comunicación de su autor, su estudio literario permite determinar su cuna y
también su propósito.
Composición
El evangelio como lo tenemos está constituido en base a materiales a los
que tuvo acceso Marcos, que llamamos "pre-Mc". El bloque pre-existente
más elaborado era un relato de los últimos días de Jesús en Jerusalén, sobre
todo relativos a su Pasión. Existían además relatos de controversias de Je-
sús con judíos (2,1-3,6; 11,27-12,37), que reflejan conflictos entre cristianos
y judíos. También un bloque de parábolas (4,3-8.26-29.30-32) que luego se
hizo más extenso al agregársele otras; un discurso apocalíptico (13,5-8.21-
27), que también fue luego ampliado; un conjunto de enseñanzas éticas
(lO, 1-12. 17-31.35-45) que fue reelaborado por Marcos, y un bloque con rela-
tos de milagros que se atribuían a Jesús, algo común en esos tiempos cuan-
do se trataba de héroes. Además de esos, Marcos tendría acceso a tradicio-
nes sueltas sobre Jesús, algunas quizás en forma escrita (p. ej. 12,1-12), y
otras más que se transmitieron oralmente (p. ej. 9,33-50)16.
Los materiales escritos de lo que llamamos "pre-Mc" eran escuetos. Esto
se deduce de las inserciones que rompen la secuencia de ciertos relatos,
inserciones provenientes de la pluma de Marcos. Es el caso del relato del
poseído en Gerasa (5, 1-20), al que el redactor añadió 5,2b-5.9-12.14-17, lo que
resulta en dos encuentros con Jesús (5,2.6) y se pasa de un solo demonio a
una legión (5,2.9). Haciendo uso de todos estos materiales que el evangelis-
es el primero que encontramos en el Nuevo Testamento; el "segundo evangelio"
es Marcos, es decir, está a continuación del de Mateo; etc. No es una referencia
a un orden cronológico de composición. Mateo fue puesto al principio (primero)
porque era el más apreciado en la Iglesia, considerado como el evangelio más
completo.
1(, Es dificil determinar con absoluta certeza y precisión qué relatos, partes, frases,
conocía Marcos de forma oral y cuáles conocía de forma escrita, inclusive lo que
posiblemente él mismo compuso e incluyó en su obra. Vea al respecto las atina-
das observaciones de R.E. Brown, Introducción al Nuevo Testamento, Madrid,
2002, par.?, "Fuentes".
269
 EVANGELIO SEGUN MARCOS
ta tuvo a su alcance, hizo no pocas aportaciones propias elaborando períco-
pas e introduciendo comentarios, apreciaciones, ilaciones y resúmenes, al
redactar la narración que conocemos como "evangelio según Marcos".
Es fácil observar que Me está compuesto por unidades (perícopas) inde-
pendientes, muchas de ellas con inicio y fin propios, que han sido yuxta-
puestas unas junto a otras pero no siempre con una relación directa entre
ellas. Por ejemplo, en 6,6-13 Jesús envía discípulos en misión; acto seguido
leemos la opinión de Herodes sobre Jesús, que nada tiene que ver con lo
anterior (6,14-16), a la que Marcos adjuntó el relato de la ejecución del Bau-
tista (6,17-29), después de lo cual traslada la atención al retorno de los
misioneros (6,30s). Lo que tenemos es una suerte de cuadros puestos uno al
lado de otro. Por eso encontramos aporías en Me, p. ej. la inserción del relato
de la caminata de Jesús sobre las aguas (6,45-52) tras la multiplicación de los
panes crea confusión, pues según 6,45 Jesús ordenó que fueran a Betsaida,
pero terminan en Genesaret (6,53). Es poco probable que Jesús se dedicara
dos días a no hacer otra cosa que milagros (l ,21-45), Y luego dedicara varios
días sólo a discutir con sus adversarios (2,1-3,6). Ha sido Marcos quien ha
unido escenas similares para formar esos bloques, así como juntó las pará-
bolas en el cap. 4. El efecto es claro: deja un impacto en el lector, el destina-
tario de la obra. El evangelio según Me resulta ser una suerte de collage
compuesto con materiales (pre-existentes) que el autor usó, adaptó y com-
plementó (vea abajo, Trama).
No obstante basarse en materiales pre-existentes para la composición de
su obra, Me es el evangelio con más vida y movimiento, con un sabor narra-
tivo. Sus anotaciones concretas, su caracterización de los personajes y sus
descripciones lo manifiestan. Se siente a los actores vivientes. A eso se
añade que Me contiene pocos discursos, aparte del bloque dedicado a pará-
bolas en el cap. 4 y aquel centrado en la parusía en el cap. 13; no hay un
discurso como el del Sermón del Monte!', En cambio, en contraste con Mt,
los relatos son amplios por incluir elementos que les dan colorido y vivaci-
dad (vea p. ej. 2,1-12; 5,21-43; 7,31-37).
17 Compare, p. ej. el discurso sobre la misión en 6.8-11 con el mismo en Mt 10,5-
41, o la crítica a los escribas en 12,38-40 con la misma en Mt 23.1-36/Lc 11,37-
52.
270
LA OBRA LITERARIA
¿Cómo concluía Mc?
El texto que hemos heredado termina en 16,8, un final desconcertante: no
hay aparición alguna del resucitado, y las mujeres no comunican a los discí-
pulos que vayan a Galilea para encontrarse allí con Jesús resucitado "por-
que tenían miedo (ephobounto)". Sorprende el silencio de las mujeres, y uno
se pregunta a qué tendrían miedo. La advertencia de Jesús en 14,28, que
después de su resurrección se aparecería en Galilea, recordada en 16,7, invita
a suponer que Me originalmente incluía un relato de dicho encuentro. Sin
embargo, el silencio de las mujeres conduce más bien a pensar que 16,8 era el
final, y que los encuentros los debe suponer el lector, cristiano y por tanto
conocedor de la Resurrección -isi no, no habría cristianismo! 18
Los manuscritos más confiables, Vaticano y Sinaítico (s. IV), terminan
ambos en 16,8, así como las versiones siríacas y vetero-latinas. Gramatical-
mente lo llamativo es la construcción final: ephobounto gar, literalmente
"tenían miedo porque". Copias más recientes terminan con algunas líneas
más, la conclusión breve. Otras incorporan la llamada terminación larga,
16,9-20, que es en la que concluye el texto en nuestras Biblias (véalo). El
estilo y el vocabulario son notoriamente diferentes del de Me, y está cons-
truido por una combinación de frases de los otros evangelios, especialmente
de Lc'", Esta conclusión era conocida por algunos padres de la Iglesia ya en
la primera mitad del siglo III (Ireneo, Taciano), en tanto que otros la descono-
cían (Orígenes, Clemente Alej.). En ningún caso se da una transición fluida y
natural de 16,8 a 16,9, ni gramatical ni temáticamente (v. 1Ocontradice al v.8);
el quiebre es notorio sea con una conclusión o con otra.
Algunos explican la abrupta conclusión como resultado de la pérdida del
último folio; otros piensan que por alguna razón se eliminó intencionalmen-
te. Una supuesta pérdida de un folio sugeriría poca estima por la obra de
Marcos. En todo caso, si se perdió tuvo que ser antes que se hicieran copias
1" Si el autor, que escribió para cristianos, que por tanto conocían la vida de Jesús,
decidió por un propósito netamente instructivo centrarse en "el camino", cuyo
final terrenal es "la cruz", entonces no tenía necesidad de narrar apariciones del
resucitado. Recordemos que Me tampoco incluye un relato de la natividad.
1') Mc 16,9-10 = Jn 20,11-18; v.12-13 = Le 24,13-35; v.14-15 = Le 24,36-49; v.15
= Mt 18,18-20: v.19 = Le 24,50-53.
271
 EVANGELIO SEGUN MARCOS
de Me, pues aparentemente Lucas y Mateo no conocieron otra conclusión
en Me que 16,8. Es precisamente a partir de la visita a la tumba que los relatos
de encuentros con Jesús difieren notoriamente en ambos evangelios, es
decir, no tuvieron a Me como base, a pesar de que en ambos leemos la orden
de ir a anunciar el kerigma, igual que en Me. Por todo eso, afirmamos que 16,8
fue la conclusión original.
Desde la perspectiva literaria, no es estrictamente necesario un "final
feliz" o una conclusión a la trama de una narración. Un tipo de conclusión
abrupta se encuentra en Hechos con Pablo preso en Roma sin que la obra
diga qué le sucedió luego. Se encuentran conclusiones gramaticalmente
similares en el Tracto 32 de Plotino (... teleióteron gar) y el Tracto 12 de
Musonio Rufo (... gnárimon gar). El relato deja al lector con la interrogante
para que sea él quien, en su propia vida, empalme y decida sobre la continua-
ción del camino: ¿irá al encuentro con el resucitado? Lo que Marcos parece
haber querido hacer, como en ciertas tragedias griegas, fue invitar a los
lectores a caminar hacia la conclusión que falta explicitar: los cristianos
están invitados a ir a "Galilea" al encuentro con el resucitado, concretamente
a recorrer hasta las últimas consecuencias "el camino" de Jesús, que había
empezado en la Galilea palestina, pero sin "miedos" pues el Señor está con
ellos (4,40).
El hecho que desde relativamente temprano se haya incluido la conclu-
sión larga (16,9-20), y Mc fue incluido con ella en el canon del Nuevo testa-
mento, la canoniza. La tradición lo consagró como un final válido -corno
aceptó a Mt y Le, que reelaboraron a Me,
Rasgos literarios
Escrito en un griego popular, Me revela su origen y su finalidad oral, que
fue la de ser escuchado como narración. Su carácter oral se trasluce en la
sobreabundancia de la conjunción kai (y, aun, también) sobre todo al co-
menzar una frase; por la sencillez del vocabulario", las redundancias" y la
20 De un total de 11,242 palabras, 1,345 son diferentes. Frecuente también es la
ausencia de la partícula coordinativa (asíndeton).
21 Notorias son expresiones como "les enseñaba y decía en sus enseñanzas" (4,2),
"enseñan enseñanzas" (7,7), "la creación que Dios ha creado" (13,19), "los elegi-
272
LA OBRA LITERARIA
ausencia de proposiciones subordinadas. El segundo evangelio es una yux-
taposición de perícopas, logia y elementos redaccionales, en un estilo vivaz,
más que con una sintaxis cuidada o elaborada.
La narración, que es relativamente breve, se desarrolla con agilidad y
velocidad. Esto lo resalta, además de lo dicho, la recurrencia de euthús (in-
mediatamente), y érxato (comenzó/aba). El autor gusta de cifras y de diminu-
tivos. Excepto por media docena de episodios extensos, todos son narrados
brevemente (vea p. ej. las tentaciones y las vocaciones: 1,12s.16-20)22y, al
margen de las parábolas y el discurso del cap. 13, los personajes hablan en
frases cortas; en cambio, las situaciones son descritas con detalles. Marcos
tendía a generalizar y universalizar: todos, mucha gente, etc. (1, 14s.21 s.28;
2,2.13; etc.). Pero también usaba con frecuencia el plural impersonal "ellos",
sin especificación del sujeto". Igualmente, es notoria la abundancia de resú-
menes, algunos incluso amplios, como los de 1,32-34; 3,7-12, Y 6,53-56, todos
de la pluma de Marcos". No son raras las frases incompletas (anacolutos,
una veintena de veces), p. ej. "Cada día estaba entre ustedes enseñando en
el Templo y no me arrestaron; pero para que se cumplan las Escrituras"
(14,49). Podría pensarse que Marcos escribió como hablaba.
Es notoria la frecuencia con la que el autor cambiaba los tiempos verba-
les; frecuente es el empleo del presente histórico, como si los personajes
estuvieran hablando ahora (normal en griego es el aoristo, pasado puntual).
El personaje principal, Jesús, a pesar de pertenecer ya al pasado, habla tam-
bién en diversas ocasiones de un futuro que ya es presente para el lector, p.
ej. el ayuno cuando hayan arrebatado al novio (2,20), la venida del reino con
dos que Dios ha elegido" (13,20), "estaba inscrita una inscripción" (15,26). A
esas podemos añadir las redundancias como "por todas partes en toda la región"
(1,28), "llegada la noche, cuando se hubo puesto el sol" (1,32), "por la mañana,
mucho antes del amanecer" (1,35; cf. 16,2), "entonces ayunarán en aquel día"
(2,20), "calla, cállate" (4,39), etc. Cf B. Rigaux, Para una historia de Jesús.
Testimonio del evangelio de Marcos, Bilbao, 1967, 87s.
22 Excepciones son la curación de un paralítico (2, 1-12), exorcismo en Gerasa (5, 1-
17), la resucitación de la hija de Jairo (5,21-43), la ejecución del Bautista (6,17-
29), la curación del epiléptico (9,14-29), Ypor cierto la Pasión.
23 Vea 1,21.22.29.30.45; 2,3.18; 3,2.32; etc.
24 Vea ],5.14s.21s; 2,13; 4,2; 6,6.34; 10,1; etc.
273
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
poder (9, 1), el anuncio de la Buena Nueva porel mundo entero (14,9), además
de todo el cap.13 y la advertencia de que aparecerán falsos mesías (13,21;
14,62). Todo esto es reflejo de la intención de Marcos de involucrar al lector
en la trama de su obra para que al leerla la viva, y así refuerce su compromiso
de seguir a su Señor.
Estructura de Mc
Marcos no escribió pensando en una estructura previa, sino que ésta
surgió naturalmente. La estructura resulta de lalorma en que el autor comu-
nica el mensaje que quería compartir con sus lectores, es decir que está en
función de los temas que configuran su obra, aquellos que tenía por impor-
tantes". A grandes rasgos podemos discernir la siguiente estructura (1,1 es
una suerte de título o epígrafe):
Prólogo: 1,2-14.
A) En Galilea: 1,15-8,21. La identidad de Jesús.
B) De camino: 8,22-10,52. El camino del discípulo.
A') En Jerusalén: 11,1-15,47. El desenlace.
Epílogo: 16,1-8.
Mirando atentamente el texto se observa que,
- La sección central (8,22-10,52) está enmarcada por las únicas dos histo-
rias de curación de ciegos. La primera (8,22-26), después de cuestionar a los
discípulos "¿Todavía no comprenden?" (8,21), tiene lugar cuando llegan a
Betsaida, al extremo oriental de la Galilea, y hace eco a la advertencia de
Jesús a los discípulos de que son ciegos (8,15-21). El silencio impuesto al
ciego se reitera tras la confesión de Pedro (8,26.30). La segunda curación
(10,46-52) tiene lugar en Jericó, al extremo oriental de la Judea, estando "en
25 Una estructura se observa por la manera (arte) en que se organiza el material
(claro en arquitectura). No hay una estructura evidente en Mc. Hablamos de una
estructura para ayudarnos a tener una visión de conjunto de la obra y entender la
relación de las diferentes partes. Para descubrir la estructura implícita es necesa-
rio ignorar las divisiones que encontramos en las Biblias, que han sido hechas por
los traductores, y leer el texto como en su original: de corrido, sin títulos, subtí-
tulos, ni números. La estructura que propongo es aproximativa, y no tiene otra
finalidad que ayudar al lector a ver sintéticamente el derrotero de la narración.
274
LA OBRA L1TERARlA
camino", antes de entrar a Jerusalén, y cierra el capítulo centrado en las
exigencias de la aceptación de la buena nueva. Ceguera y visión tienen un
sentido más-que-literal: "¿Teniendo ojos, no ven?" (8,18). En esta sección se
intercalan los tres anuncios de la Pasión, los que no caben en el esquema
mental de los apóstoles (8,33): son ciegos. Esta sección presenta a Jesús
constantemente en camino (8,27; 9,33s; 10,32). El tema del camino, que tiene
un sentido metafórico", ya está indicado al inicio (I,2s) y el autor vuelve
tácitamente a él al final de la obra (16,7). Se descubre así que un tema de Me
era la ceguera de algunos cara a los riesgos del camino del Cristo; es Jesús
quien puede curar de esa ceguera.
- Antes y después de esa parte central, la atención se centra en la activi-
dad de Jesús en Galilea, y su destino en Jerusalén, respectivamente. Así
como la sección centrada en Galilea tiene un amplio discurso, el de parábolas
en el capA, aquella en Jerusalén tiene el extenso discurso sobre el fin de
Jerusalén en el cap.13. El uno es una exposición en lenguaje figurado del
reino de Dios con la invitación a tener parte en él; el otro es una anticipación,
también en lenguaje figurado (apocalíptico), de las consecuencias del recha-
zo del reino de Dios. Además, a modo de gran marco del evangelio, hay
semejanzas notables entre Juan Bautista y el joven sentado sobre la tumba:
ambos son mensajeros y con ellos se inicia un proceso, se menciona sus
vestimentas, hablan del camino de Jesús, y hay un trasfondo bautismal.
Mientras 1,2-11 es el anticipo de la "buena noticia", 16,1-8 es el inicio de la
"buena noticia" para la comunidad -cuya fe se basa en la Resurrección.
TAREA: Rellene la estructura dada con la secuencia de episodios, de
modo que al ver esa secuencia se obtenga una visión sintética del
desarrollo de la trama de la obra.
2(, El cristianismo fue llamado "el camino" en Hch 9,2; 19,9.23; 22,4; 24,14.22. La
opción cristiana se describía como un caminar (Rom 6,4; 13,13; 14,15; Gál 5,16;
Fil 3,17; 1 Tes 2,12), hasta llamar a Jesús mismo "el camino" (Jn 14,6). Esa
metáfora probablemente tenga como trasfondo la teología del éxodo, camino a la
tierra prometida, que ciertamente está tras la carta a los Hebreos (2,10; 3,7-4,16;
10,19s; 12, Is).
275

EVANGELIO SEGÚN MARCOS
El esquema más amplio y englobante de Mc es de una narración que se
centra en las dos grandes regiones geográficas de Palestina: los cap. I a 10
se sitúan en Galilea, y los cap. II a 16 en Judea. Las dos, Galilea y Judea, son
más que simplemente regiones geográficas; a nivel narrativo tienen un ca-
rácter simbólico. Están contrapuestas. En Galilea empieza Jesús su misión y
a Galilea remite eljoven sentado en la tumba (16,7). La comunidad cristiana
está en "Galilea", más cercana al mundo (gentil) de Tiro y Sidón y de la
Decápolis, que de Jerusalén. De Jerusalén (capital de Judea) en cambio pro-
vienen los adversarios de Jesús; allí no cura a nadie, sino más bien advierte
de su trágico fin (suyo y de Jerusalén). Jerusalén es lugar del rechazo de
Jesús; de allí inclusive vienen hacia Galilea las autoridades religiosas (vea
3,22; 7,1).
Las dos confesiones, en 8,29 en boca de un discípulo ("tú eres el me-
sías"), yen 15,39 en boca de un centurión ("este hombre verdaderamente era
hijo de Dios"), son los centros focales de carácter cristológico de la obra. La
primera es la culminación de un recorrido en el que reiteradamente se trata de
determinar quién es Jesús, y se centra en Galilea". La segunda parte, a partir
de 8,29, pone los ojos en Jerusalén: se abre con el primer anuncio de la
Pasión. La concentración es soteriológica y la pregunta de fondo es: ¿cuál es
el sentido de la misión de Jesús? Es una misión salvadora, pues su vida es
una pro-existencia. Se trata de una misión paradigmática; por lo mismo, la
misión del discípulo es en términos de su seguimiento hasta la cruz. Estas
dos partes están concentradas en la secuencia 8,27-38.
La trama del evangelio según Marcos
Como en toda narración, la intención fundamental para la composición de
Me, escrita para cristianos, se detecta en las relaciones del héroe (Jesús) con
los otros personajes, es decir en la trama de la obra". Marcos escribió con-
vencido de que hay una semejanza de actitudes entre esos personajes y sus
pares hoy.
27 Mc 1,22.24.27.34b; 2,7.10.28; 3,11.22s; 4,41; 5,7; 6,2ss.14s; etc.
28 En castellano, una aproximación es la de 1.0. Kingsbury, Conflicto en Marcos,
Córdoba, 1991; más instructiva y precisa, O. Rhoads - O. Michie, Marcos como
relato. Introducción a la narrativa de un evangelio, Salamanca, 2002.
276
LA OBRA LITERARIA
¿Cómo se desarrolla la narración de Mc? Es una secuencia concebida
como el recorrido de un camino: empieza con el Bautista como el que exhorta
al pueblo en Judea a que "preparen el camino del Señor" (I,2s), camino que
es recorrido por Jesús hasta sus últimas consecuencias. Es un camino que
se va recorriendo a través de una serie de episodios que conducen inevita-
blemente a la cruz, a lo largo del cual se va develando "la buena noticia", la
cual provoca respuestas diversas. La trama de este evangelio se asemeja a
las tragedias griegas.
Para apreciar el desarrollo de la trama, hay que observar aquellos elemen-
tos que constituyen un giro determinante en la historia. En Mc se observan
tres giros significativos: el inicio de la misión de Jesús en Galilea (1, 14s), el
anuncio de su decisión de enrumbar hacia Jerusalén que terminará en su
ejecución (8,31), Y el descubrimiento de la tumba vacía (16,1-4). Esta es la
manera en que Marcos presentó su narración -en Jn, en cambio, Jesús sube
a Jerusalén tres veces para la Pascua-o Con éstos en mente, se deduce que
hay dos grandes etapas en la trama: un ministerio que va planteando la
pregunta "¿quién es éste?" (1 ,27.45; 2, 12; 3,22; 4,41; 5,20; 6,2s.48-50; 7,37), y
un camino hacia Jerusalén marcado por anticipos de una Pasión, con el
desenlace fatal, con la pregunta implícita "cuál es el sentido de su existen-
cia?".
A lo largo de este evangelio el camino recorrido, desde la vocación hasta
la cruz, es aquel al cual el discípulo está siendo invitado: "ven y sigueme".
Las dos partes presentan, primero, quién es el que invita a ser seguido y,
luego, cuál es ese camino y sus condiciones, es decir qué supone ser un
discípulo de Jesús y caminar con él.
La historia que expuso Marcos es la de una serie de fracasos: de los
discípulos, del pueblo de Israel, y aparentemente de Jesús mismo. Pero ter-
mina en una inversión de sus apreciaciones con la resurrección que es la
clave del triunfo: el seguimiento de Jesús, a pesar de los fracasos en el
camino, term ina siendo victorioso -ya lo anticipa la transfiguración-. A eso
invita cuando dice: "quien quiera venir en pos de mí, niéguese, tome su cruz,
y sígame'' (8,34). Es el mensaje del "camino" (8,27-10,52). Por eso Marcos
calificó su relato como "buena nueva".
277
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
Lo que Marcos quería decir a su comunidad era que ser discípulo implica
un compromiso y una fidelidad al Maestro "hasta la muerte", a cualquier
precio, aun a costa de persecuciones e inclusive la cruz misma. El capítulo
final es la victoria sobre "la muerte", como dirá Pablo. Todo eso deja entrever
que en la comunídad había miembros temerosos y timoratos, que "apenas
sobreviene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, fallan"
(4,17) -como de hecho, a pesar de los anticipos, todos huyen al ser arrestado
el Maestro-. Las tres escenas en un bote (4,35-41; 6,45-52; 8,14-21), donde
están ellos en primer plano, resaltan la carencia de fe y la incomprensión por
parte de los discípulos.
A partir de lo dicho se podrá entender por qué en reiteradas ocasiones
Jesús ordena que "guarden silencio" (el llamado "secreto mesiánico'?") a
los exorcizados (1,25.34; 3,12) ya los curados (1,44; 5,43; 7,36). Su orden de
no propagar sus milagros se debe a que éstos no bastan para saber quién es
Jesús, es decir no lo revelan por sí mismos como hijo de Dios. También
prohíbe a los discípulos propagar quién es Jesús (8,30; 9,9) porque, como se
afirma en 9,9, no lo conocerán correctamente «hasta que el Hijo de hombre
(=yo) haya resucitado de entre los muertos».
A todo lo largo de la misión de Jesús, los discípulos demuestran una y
otra vez sus incomprensiones (4, 13.40s; 6,52; 8,17 .21.32s; 9,5s.32). Es un
centurión quien, "al ver de qué manera había expirado", reconoce quién es
Jesús verdaderamente: el hijo de Dios (15,39). En otras palabras, las órdenes
de guardar silencio en el relato son un artificio literario de Marcos (no de
Jesús) para alertar al lector que a Jesús no se le comprende correctamente al
margen de su camino, que desemboca en la pasión y resurrección.
Como vemos, Marcos fue un verdadero autor. No fue un compilador de
datos o un sastre que unía retazos (tradiciones, perícopas, sentencias). Com-
puso una obra con elementos básicos, perícopas y sentencias que existían
como unidades independientes, y las ordenó de tal manera que comunicaran
lo que él pretendía, y las concatenó dándoles una estructura narrativa. No
sólo eso, sino que Marcos escribió con su estilo, y con las libertades de todo
escritor, añadiendo, quitando, resaltando, reformulando el material a la mano.
29 Sobre el tema vea el excurso "El secreto mesiánico", en el comentario de 1. Gnilka
a Marcos.
278
TEMÁTICA
De hecho, él puso los acentos y los tonos dramáticos que lo distinguen (vea
abajo).
La secuencia no corresponde en todo a la de la vida de Jesús -basta
compararla con las de los otros evangelios (¡todas son distintaslj's-. La
suya es una secuencia lineal que parte del inicio de una misión en Galilea y
concluye con la muerte en Jerusalén (Jn tiene varias idas y venidas entre
Galilea y Judea). En pocas palabras, Marcos escribió según lo que quería
compartir, un plan, con ideas claras en mente, y no con la finalidad de un
reportero o un cronista: fue un evangelista.
La trama revela el propósito o finalidad motora de la obra, que no es otro
que el mensaje existencial, que el autor quería compartir con sus lectores,
que calificó como "la buena noticia" (evangelio; 1,1), dada por la venida del
mesías. Jesús invita a los hombres a ser sus discípulos (1,16-20), lo cual
supone conocerlo y asumir las implicaciones del seguimiento (8,27-38) que
tiene por finalidad instaurar el reino de Dios (1, 14s).
C. Temática
La obra escrita por Marcos se desarrolla en base a unos temas que cons-
tituyen su mensaje, que calificamos "palabra de Dios". Ésos son desarrolla-
dos porque tenían particular importancia, en la óptica del autor, para su
comunidad. ¿Cuáles son los temas que distinguen al evangelio según Mar-
cos?
JO Si nos guiamos por Mc, concluiremos que la misión de Jesús no duró siquiera un
año. La única visita a Jerusalén fue fatal. Y su ejecución fue decidida a los pocos
días por las autoridades de Jerusalén (no en Galilea)! Es cuestionable si los
hechos históricamente se desarrollaron así. Si nos fiamos de Jn concluimos, como
es tradicional pensar, que la misión de Jesús duró al menos tres años, pues fue
tantas veces a celebrar la Pascua a Jerusalén, y además su misión allí fue mucho
más intensa, y atraería paulatinamente la enemistad del sanedrin hasta decidir su
condena a muerte.
279
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
La identidad de Jesús
Todos los evangelios son sustancialmente exposiciones en tomo a Jesu-
cristo, el personaje central. Estas presentaciones varían según las aprecia-
ciones de cada evangelista, matizadas por sus experiencias como cristiano.
¿Cuál es la concepción cristológica de Marcos, que se proyecta y comparte
en su obra?
Hay dos avenidas para descubrirla: aquella comúnmente tomada, la que
se fija en los títulos cristo lógicos, y la que mira entre líneas la imagen que se
proyecta de Jesús. La una es cristología explícita, la otra implícita.
La cristología de títulos se centra directamente en la identidad de Jesús
como tal. La cristología implícita presenta a Jesús en sus relaciones con su
mundo; en Me ésta es la dominante, cuya cuestión central es la cruz y el
seguimiento de Jesús por el camino a Jerusalén. De hecho, la cristología de
Me enfoca desde temprano el destino fatal de Jesús, como se observa ya en
3,1-6 y en el antecedente del Bautista. La última semana de Jesús es la más
detalladamente relatada. Jesús es el mesías, pero un mesías sufriente (10,45).
En el prólogo Marcos anunció al lector que su obra es "la buena nueva de
Jesús (el) Cristo?", Este título, el primero que encontramos, por tanto funda-
mental, se encuentra siete veces en Me -además de las dos menciones de
"hijo de David" (10,47; 12,35s)-. Es la confesión en boca de Pedro: "tú eres
el mesías (= Cristo)" (8,29). Es también lo que hallamos reiterado en el relato
de la Pasión; es la pregunta central y condenatoria por parte de Caifás:
"¿eres el mesías?" (14,62). Sin embargo, mesías es un calificativo no siempre
bien comprendido, también en la comunidad de Marcos. Por eso la adverten-
cia sobre falsos cristos en 13,21s y su empleo en forma de burla en boca de
los sacerdotes en 15,32, así como la aclaración que Jesús hace a Pedro me-
diante el primer anuncio de la Pasión.
3I Un número de manuscritos tienen también "hijo de Dios" a continuación, y suele
estar en las traducciones. Es dificil saber con certeza si estaba en el texto original.
Como sea, corresponde plenamente a la apreciación que Marcos tenía de Jesús,
y bien hubiera podido incluirlo en su prólogo.
280
TEMÁTICA
La confesión explícita más frecuente sobre Jesús en boca de otros es
"hijo de Dios", que aparece tempranamente en la voz del cielo: "tú eres mi
hijo amado" (1,11). Pero este título o calificativo se alterna reiteradas veces
con el de "hijo del hombre" (aquel solidario con la humanidad) y, excepto por
la primera parte de Me, siempre es usado en relación a su Pasión, refiriéndo-
se a que es el hijo de Dios sufriente e incomprendido. En relación a este
título, reiteradas veces Jesús pide que se guarde silencio.
Por cierto, Jesús también es maestro. Con frecuencia dice Marcos que
Jesús "enseñaba" o "decía la palabra". Actúa como maestro y se le reconoce
así de manera expresa; no como tantos otros sino uno diferente, que habla y
actúa con autoridad (1,22.27; 2,10; 3,15; 4,41; 6,2.7; 11,28s.33), lo que hace
que su fama se extienda (1,28). Esto lo resalta vivamente la primera escena de
Jesús, un exorcismo (1,21-28) -que por ser la primera escena, es de suma
importancia: es programática-o Su autoridad le viene de ser portador de la
presencia del Espíritu santo (1,8; 3,29s), y la manifiesta por medio de la
eficacia de su palabra, especialmente en exorcismos. Su enseñanza es respal-
dada por su praxis, particularmente los "milagros", que podrían calificarse
como enseñanza audio-visual, cual palabra escenificada.
Me es el evangelio que más milagros relata (17), tan es así que se le ha
denominado "el evangelio de las epifanías". Eso se comprende en razón del
contexto cultural donde se escribió: en el mundo pagano las divinidades se
presentan como tales por sus milagros, que hacen las veces de credenciales.
En la primera parte destacan los exorcismos (es su primera acción: 1,23ss).
Los milagros, llamados en Mc "actos de poder" (dynámeis) 32, provocan la
pregunta por su identidad y su autoridad.
32 Debemos comprender que en la antigüedad los llamados milagros lo eran por lo
que a través de ellos Dios mostraba su cercanía y favor salvífica (epifanía); no lo
eran por lo que nosotros admiramos, su carácter sobre-natural o extra-ordinario.
Nuestra cosmovisión es diferente de la de antaño. Para nosotros el mundo está
regido por leyes de la naturaleza (erigida ésta a menudo al rango de diosa); antaño
lo entendían como regido por Dios, por tanto lo extra-ordinario no era dejar en
suspenso o pasar por alto alguna ley de la naturaleza, sino el hecho que Dios se
digne intervenir.
281
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
En resumen, el Jesús de Me es un mesías sufriente, es un salvador incom-
prendido y rechazado. ¿Por qué ese énfasis en particular? Porque los discí-
pulos están expuestos a vivir la misma experiencia, y deben tener presente
que ya antes les precedió en esas vicisitudes su Maestro, y recordarles que
no están por encima de Él.
La historia de Jesús la conocerían los cristianos, destinatarios de Me,
mas no así la historia de los discípulos ni la calidad de su vínculo y su
relación con Jesús. Es esto precisamente lo desarrollado por Marcos en su
obra, pues ésta no es un tratado de cristología, sino una narración retórica
sobre lo que constituye la esencia del verdadero discipulado.
Me es un evangelio que se interesa en particular en la misión pública de
JesÚs33 • Los antecedentes los presenta muy brevemente en boca del Bautis-
ta (1,1-13), y en lo relacionado con la resurrección es igualmente escueto
(16,1-8). Dos hilos conductores son claros: la misión es un camino, y éste va
bajo la sombra de la cruz.
El camino
Como ya indiqué, Me es un relato del "camino" de Jesús, acompañado de
sus discípulos, más concretamente, es "un relato de la Pasión con una exten-
sa introducción" (M. Kaehler). Apenas se da espacio a la resurrección, em-
pezando por el hecho de que no se relata encuentro alguno con el resucita-
do. Por otro lado, desde temprano Jesús aparece bajo la sombra de su muer-
te, ya en 2,6s.19s, y claramente en la decisión en 3,6 de ver "la manera de
acabar con él" (cf. 11,18 Y 12,8.12), además de los tres anuncios de su Pasión.
Estamos, pues, ante un "tema" de suma importancia para Marcos y, según él,
para la comunidad.
¿Por qué dio Marcos tanta importancia a la Pasión -relato pensado para
el lector-? Para destacar que, si ése fue el final del maestro, también el discí-
pulo está expuesto a la cruz, y que debe estar dispuesto a correr el riesgo, es
B J.M. Robinson, "Historia a partir del año 30 d.C. en Marcos", y G. Minette de
Tillesse, "Marcos y la historia", en R. Aguirre (ed.), La investigación de los
evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles en el siglo XX, Estella 1996, 75-
89, Y91-108.
282
TEMÁTICA
decir, al tema de la cruz Marcos entretejió el del discipulado. Ambos deben
ser tenidos en cuenta inseparablemente cuando se lee este evangelio, pues
es la fe, la fortaleza y la convicción en el camino, lo que distingue a un
verdadero discípulo de los indecisos y temerosos de la comunidad, que
quedan advertidos. Y es que no pocos ya habían abandonado su compromi-
so cristiano frente a las vicisitudes de la época, al igual que los que huyeron
ante el arresto de Jesús. Por eso las advertencias sobre persecuciones.
La primera acción de Jesús, en la narración de Me, tras el anuncio de la
buena noticia, fue llamar a algunos a ser discípulos suyos. Eso era vital; sólo
después llevó Jesús a cabo su primera acción, un exorcismo -gesto suma-
mente significativo: opone el reino de Dios al reino de Satanás (espíritu
"impuro"; Jesús es poseedor del espíritu "santo": 1,23-26).
Ya vimos que la parte central de Me presenta explícitamente a un Jesús
"en camino" desde Galilea hasta Jerusalén. El Leitmotiv o tema de fondo está
dado en lo que bien podría considerarse como el núcleo sintético de Me:
8,27-9,13. Tras el recorrido por Galilea, pregunta Jesús a modo de síntesis del
camino recorrido, "¿quién dicen que soy?". La respuesta de Pedro, "tú eres
el mesías", es seguida por la reacción de Jesús con la orden de "no decir
nada acerca de él". Mirando ahora hacia el futuro, ese "mesías" anuncia que
será ultrajado y ejecutado. Pedro rechaza la idea misma de tal fin -no ha
escuchado que a los tres días resucitará-o "Y llamando junto a sí a todo el
pueblo (sin distingos) ... dijo (Jesús): El que quiera venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, cargue con su cruz, y sígame" (8,34), a lo que sigue la
exhortación a anteponer la fidelidad al evangelio sobre la vida misma. Culmi-
na con una escena que es el anticipo de la resurrección: la transfiguración.
Pero los discípulos no sólo no entendieron lo que pasaba, sino que dudan
de su mesianismo (9, 11-13).
La razón para desarrollar el evangelio desde esta perspectiva tiene que
ver con otro tema del cual es inseparable, que era importante para Marcos: el
discipulado y sus implicaciones.
TAREA: Haga un esbozo del recorrido de Me en clave de "camino"
283
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
El discipulado
Marcos tenía como uno de sus principales propósitos aclarar el sentido,
el alcance y las implicaciones del seguimiento de Jesucristo". Eso respondía
a necesidades circunstanciales de su comunidad, una comunidad que vivía
bajo la sombra de hostilidades, especialmente por parte de las autoridades
judías, inclusive de persecuciones. Es así que Jesús, el mesías que invita a
seguirlo como discípulo, aparece desde temprano como un hombre conflic-
tivo que no observa las santas leyes, por lo que las autoridades buscan
pronto su eliminación (3,6).
Para Marcos no bastaba hablar o saber mucho sobre Jesús, inclusive
sobre su identidad, sino que desea mostrar el compromiso del seguimiento
con él, que implica un camino de coherencia ética y de fidelidad a su persona.
Las confesiones de fe están vinculadas a determinadas acciones: si Jesús es
mesías hay que seguirlo (8,29ss). Es reconocido como hijo de Dios por "la
manera como murió" (I 5,39); inclusive los demonios lo reconocen como tal
por su praxis liberadora (I,24). Lo determinante no es la ortodoxia, sino la
ortopraxis. Por eso en Me Jesús es un hombre más de praxis que de predicación.
La identidad cristiana en su dimensión ética y como compromiso fiel al
Maestro fue una de las preocupaciones de Marcos. Él dio a conocer a la
comunidad qué significa e implica ser un verdadero cristiano en clave de
discipulado. Lo hizo mediante la presentación narrativa de Jesús e historias
de los discípulos. Y lo expuso, no sólo en ciertas narraciones y discursos,
sino en modos tan sutiles como la presentación de la vida misma de Jesús
como un camino.
En Me están en primer plano la praxis de Jesús, y las reacciones de los
escribas y fariseos, y las de los discípulos en particular -que incluyen al lector
cristiano cuestionado en su propia reacción-o Es hacia la Pasión hacia la que
Marcos orientó su narración, y no por casualidad es en lo que más detallada-
mente se detuvo, anticipándola desde temprano, pensando en lo que signifi-
34 Cf. J. Mateas, Los Doce y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos,
Madrid, 1982; G Segalla, "Marcos. El camino de Jesús y el seguimiento del
discípulo", en G. Barbaglio (ed.), Espiritualidad del nuevo testamento, Salaman-
ca, 1994, 166-175; E. Arens, "El caminante: el seguimiento de Jesucristo según
Marcos", en Id., Caminar con Jesús, Lima (CEP), 2002, 29-47.
284
TEMÁTICA
ca para el lector. El comportamiento y la propuesta de Jesús eran subversivos,
ya que era una praxis "con autoridad" en nombre de Dios mismo.
Ahora bien, la praxis de Jesús pasa a ser norma suprema de la praxis
cristiana, y ésta supone tomar su cruz es decir seguirle hasta las últimas
consecuencias, sabedores que el suyo es camino dador de vida. Fue por su
praxis liberadora (expiatoria, decíamos antes) por lo que Jesús fue condena-
do y ejecutado, no por sus doctrinas como tales y en sí mismas. Fue por
anteponer el hombre al sábado (2,27s); por compartir la mesa con los peca-
dores (2, 15s); por acoger a mujeres y niños en su camino (5,25-34; 10,13s);
por solidarizarse con leprosos y paganos tocándolos salvíficamente (1,40ss;
7,25-30); por atreverse a denunciar la distorsión de la intención de Dios por
parte de la religión oficial (7,8- 13); por denunciar la esterilidad del culto en el
templo, y la falsedad y el vacío de ciertas tradiciones (korbán, pureza ritual,
divorcio). La resurrección confirma la rectitud de la praxis de Jesús, razón por
la que Me termina invitando a encontrarlo en Galilea a donde "les precede"
(16,7); es la invitación al pro-seguimiento de la misión liberadora de Jesús.
El llamado a los discípulos constituye comunidad --es eclesiológico--.
Esto está claro en la elección de los doce, que hace eco a la comunidad de la
alianza de las doce tribus entre sí y con Dios para constituir así el pueblo de
Dios. Los discípulos no son llamados para vivir solos, para asegurarse su
propia salvación, sino para constituir y vivir en comunidad. Jesús no predi-
caba una doctrina para religión individual, sino para vivirla y compartirla
entre los hombres en comunidad, donde se encame el "reino de Dios" al cual
exhortaba entrar.
La dimensión comunitaria es central en el cristianismo. Por esa razón, a
menudo y con notoria frecuencia, en Me se mencionan casas: Jesús instruye
en casa, va a casa (I ,29; 2, I.I 5; 3,20; 7,17; 9,28.33; 10,10; 13,35). Casa es el
lugar donde se separan de los no convertidos, es la comunidad misma, don-
de reciben instrucción (3,20.25-27; 7,17; 9,28.33; 10,10); allí están sus herma-
nos, hermanas, madres (I 0,28-3 1). En efecto, la comunidad es entendida
como casa y como familia (3,31-35)35. Y allí nadie debe buscar preeminencia,
sino estar al servicio unos de otros (I0,35-45).
35 El vocablocasa, oikos/oikia, fue usado para designarel lugardonde se reunia la
comunidad, inclusive como tal -del mismo modo que usamos hoy el vocablo
285
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
Haciendo eco a la insistencia de J.B. Metz en el valor de la memoria, se
puede perfectamente afirmar que Me constituye una memoria de Jesús.
Memoria no se reduce a simple recuerdo, sino que es mantener vivo median-
te ritos y comportamientos aquello que es vital, que as! mantiene vivo y por
tanto actual el pasado. iz memoria identifica con aquel(lo) recordado y com-
promete. Eso significa que el discípulo es el que vive la memoria, hace pre-
sente y actual lo recordado, que es algo normativo y orientador. Por cierto,
como toda memoria, se vive en el presente, con todo lo que implica de actua-
lidad y actualización. No es una contemplación romántica de piezas de mu-
seo, sino un reto constante a hacer vivo el pasado en su espíritu y fuerza
vivificante. Se predica al Jesús de ayer -hoy; lo hace de palabra y sobre todo
por la vivencia de su praxis, de su camino. Hacer memoria de Jesús crucifica-
do en un contexto de persecuciones hoy, igual que ayer, es cuestionador e
inquietante, y para algunos, una amenaza que debe tratar de borrarse...
TAREA: ¿Por qué no empezó Marcos con el nacimiento de Jesús, y
más bien citando a Isaías? Y, ¿por qué 1,15 son las primeras palabras
en labios de Jesús? y, acto seguido, ¿por qué la primera escena en que
Jesús actúa en Me es la de vocaciones, seguida por un exorcismo?
En resumen: estos temas o ejes convergen en el corazón de Me,
conformado por el bloque 8,27-9,13. Primero, a modo de resumen de lo que
han entendido del camino que han recorrido con él hasta ese punto, Jesús
pregunta por la apreciación de su identidad: "¿quién dicen que soy?". La
respuesta de Pedro es representativa: "tú eres el mesías". Pero, mirando al
conjunto, se proyecta ahora al futuro, anticipando que ese mesías, que pare-
cía serlo sólo de "milagros", será rechazado por las autoridades religiosas.
Es un sufriente. Pedro, una vez más, representativo de muchos discípulos,
rechaza este aspecto del caminar con "el mesías". Por eso Jesús convoca "al
pueblo conjuntamente con sus discípulos" para aclarar lo que supone ser un
auténtico seguidor suyo, un cristiano: "El que quiera (condicional) venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo (su egocentrismo), tome su cruz (acepte el
precio), y sígame" (8,34). Por eso se contrapone la búsqueda de "poner a
iglesia. Cf. Hch 11,14; 16,15.31.34; 18,8; 1Cor 1,16; Flm 2; Ef 2, 19ss; l Tim
3,15; Hbr3,6; 10,21; lPdr4,17.
286
¿CÓMO LEER Me?
salvo su vida" y "perder la vida por mí y por el evangelio", como se contra-
puso "la manera de pensar humana" y la manera de pensar como Dios (8,33).
Finalmente, se aclara cuál es el destino final del seguidor: la transfiguración.
La vida triunfa sobre la muerte, el amor vence al egoísmo: "[Qué bueno sería
quedamos aquí!" (9,5). Pero a ella se llega, una vez más, solamente si se
"escucha al hijo amado" (9,7), pues él, y no otro, es el mesías.
D. ¿Cómo leer Me?
El evangelio según Marcos es una narración, y debe ser leído como tal".
Eso significa que reconocemos que el autor asume un papel especial en su
obra y sus destinatarios deben asumir también el suyo, el uno como emisor
de un mensaje vía el texto y los otros como receptores del mismo. Probable-
mente Me era leído en las reuniones comunitarias, como lo eran las cartas de
Pablo. Puesto que Mc debe ser leído como una narración, no como una
biografia o crónica (recuerdo lo dicho sobre el género evangelio), debemos
vencer la tentación de leerlo (o escucharlo) en clave de reportaje histórico,
mirando al pasado, para centramos en el mensaje que el escritor quería
comunicar. Las preguntas históricas, si bien legítimas y válidas, deben ser
relegadas al final, para dar prioridad al mensaje que calificamos como "pala-
bra de Dios", que fue comunicado por Marcos (E) a través de su texto (M) al
lector (R).
El hecho que Marcos presentara el evangelio en forma narrativa (en vez
de una epístola, por ejemplo) es por sí mismo revelador: es la forma literaria
natural para invitar a identificarse con el "héroe" de la trama (Jesucristo) y
reafirmar la opción de seguir sus huellas. La narración, que pone el acento en
comportamientos, no en ideas, conceptos o doctrinas como tales, involucra,
compromete al lector. Tengamos presente que una narración ilustra el modo
de entender y enrumbar la vida encamada en el héroe, con el cual el narrador
desea que uno se identifique y asuma sus valores. Una narración a menudo
36 Para un estudio detallado, vea O. Marguerat - Y. Bourquin, Cómo leer los relatos
bíblicos, Santander, 2000; o. Rhoads - O. Michie, Marcos como relato. Intro-
ducción a la narrativa de un evangelio, Salamanca, 2002; S. Bar-Efrat, El arte de
la narración en la Biblia, Madrid, 2002; M. Bal, Teoría de la narrativa, Madrid,
2001.
287
 EVANGELIO SEGUN MARCOS
constituye una exposición visualizada de una "ideología", constituyéndose
en un paradigma para la vida.
Ahora bien, el narrador, Marcos, habla como si hubiese presenciado lo
que narra, aunque no estuvo históricamente con J.esús pero se ha ident.ifi~a­
do con él y lo siente como presente (resucitado). El proyecta sus apreciacio-
nes, intuiciones, identificación personal con el héroe, etc. a través de sus
personajes. El narrador no aparece en la obra, razón por la que recurre a la
tercera persona. Toda la obra está escrita desde un punto de vista, el del
narrador (no el de los personajes en sus momentos históricos reales), que
escribe pensando en la impresión que quiere dejar en el lector o destinatario.
Por eso incluye aclaraciones, comentarios diversos, traducciones de voca-
blos arameos para una más clara comprensión del lector, es decir que se
dirige directamente a él.
Hay una serie de pasajes que están expresamente pensados en el lector
-no los discipulos de antaño- aunque parezca lo contrario, pasajes que no
tienen ningún efecto o consecuencia en el episodio donde aparecen, p. ej. la
segunda y tercera predicciones de la Pasión, que se podrían omitir sin que
nada cambie en las actitudes de los personajes, ni siquiera cuando arrestan
a Jesús: parecen monólogos cuya importancia sólo el lector (cristiano, que
ya conoce el final de la historia) capta. Otro tanto sucede con los resúmenes
y las generalizaciones: ¿para quién son? Las confesiones de la identidad de
Jesús (bautismo, demonios, transfiguración), sin mayor impacto en los per-
sonajes presentes ni de consecuencias para ellos, están pensadas en el
lector.
El narrador está omnipresente y es omnisciente, hasta conocer los pensa-
mientos y sentimientos de sus personajes; no está limitado por el tiempo o el
espacio en su narración. Por eso Marcos no hablaba en primera sino en
tercera persona, que no es la del testigo presencial sino distante. No contaba
su historia (en primera persona), sino la de Jesús -aunque es el Jesús de su
apreciación y con el que se identificaba al punto de ser su otro yo-o Al hacer
hablar directamente a los personajes, acorta la distancia e introduce al lector
en la narración misma; la hace casi vivencialmente actual, presente". Por eso
37 Al "héroe" de la narración, Jesús, que es el protagonista. lo identificó Marcos
desde el inicio, al dar a conocer su calidad de mesías (1,1). que repetirá luego en las
288
¿CÓMO LEER Me?
mismo también, predomina en Me el empleo del presente histórico en los
verbos, especialmente donde se esperaría el pretérito (más de 150 veces). El
que escribe en primera persona, como reportando algo sucedido (p. ej. en
biografias), sitúa al lector en el pasado reportado, resultado de una visión
retrospectiva. En Me, en cambio, el empeño de la narración es más bien
prospectivo, se proyecta hacia adelante, inclusive anticipando frecuente-
mente sucesos.
El lector a menudo inconscientemente se identifica, o al menos estájunto
a los discipulos en la narración: junto con ellos escucha, ve a Jesús, lo
admira. A veces también se distancia, como es el caso de las incomprensio-
nes de ellos o las negaciones de Pedro. Como sea, junto con ellos el lector se
siente cercano a Jesús; no vemos y oimos lo mismo que ellos históricamente
vieron y oyeron, pues lo comprendemos diferentemente debido a que tene-
mos mayores conocimientos y vivimos en un mundo distinto, el de la moder-
nidad, sin mencionar que el cristianismo mismo ha estado evolucionando en
su teologia y sus costumbres. A pesar de esas distancias, precisamente por
el arte narrativo del evangelio y nuestra fe fácilmente tomamos el partido de
Jesús y nos identificamos con él, de manera que se establece una continui-
dad. Esto lo ilustra muy bien el episodio en Cesarea de Filipos, 8,27-9,1:
empezamos estando del lado de los discipulos que reportan a Jesús las
opiniones que se tienen sobre él; nos identificamos con la de Pedro, pero
luego nos distanciamos de él por su reacción ante el anuncio de la Pasión y
tomamos el lado de Jesús. Con la confesión de Pedro nos imaginábamos que
finalmente comprendieron quién es Jesús -cosa que nosotros ya sabíamos
desde 1,1-. Nos desconcierta la orden de callarse dada por Jesús, y acto
seguido nos sentimos decepcionados con Pedro al enteramos de su reac-
ción tras la aclaración de Jesús en términos de su Pasión venidera. Y es que
Pedro no comparte el punto de vista de Jesús sobre lo que significa "me-
sías". El lector se ve obligado a tomar partido; no puede permanecer como
simple espectador.
preguntas (1,27; 4,41; 6,3 .15s) y las confesiones sobre su identidad (1,24; 3,11;
5,7; 8,27-30). El protagonista es el emisor virtual de Marcos, o una especie de
alter ego: ambos están identificados de modo que el Jesús en Me es el Jesús de
Marcos.
289
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS
En resumen, la intención fundamental para la composición de Me, como
en toda narración, se evidencia en las relaciones del héroe (Jesús) con los
demás personajes. Marcos escribió convencido de la semejanza de actitu-
des entre esos personajes y sus lectores, a quienes deseaba llamar a una
conversión y un verdadero seguimiento de Jesucristo, hasta las últimas
consecuencias. Y esto se debe a que había entre los cristianos de su tiempo
una comprensión insuficiente, si no deficiente, manifiesta especialmente en
sus comportamientos, en el desfase entre la confesión de fe y el seguimiento
real cotidiano, especialmente en un entorno hostil. A través de los persona-
jes de su obra, Marcos se comunicaba con sus lectores. Lo que Marcos
presenta de los discípulos es una "revelación" para sus lectores, o al menos
una invitación a cotejar su vida con las actitudes de los personajes que
describe.
Llegados a este punto, con suficiente información para situar contextual-
mente el evangelio y entender su origen y su propósito, es el tumo del lector
de coger el texto mismo y leerlo. Leerlo al hilo, como se lee cualquier relato,
dejándose llevar por la narración.
290
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía
(* = recomendados)
Además de las Introducciones generales al Nuevo testamento (o a los evan-
gelios), mencionadas más arriba, específicamente sobre Me:
- Biguzzi, G. "Yo destruiré este templo ". El templo y el judaísmo en el
evangelio de Marcos, El Almendro, Córdoba, 1992.
- * Bonríeau, G. San Marcos. Nuevas lecturas (CB 117), Verbo Divino,
Estella,2004.
- * Calle, F. de la Situación al servicio del kerigma. Cuadro geográfico
del evangelio de Marcos, Universidad Pontificia de Salamanca, 1975.
- * Delorme 1. El evangelio según san Marcos (CB 15), Verbo Divino,
Estella, 1968.
- Herranz, M. Milagros y resurrección de Jesús según san Marcos, En-
cuentro, Madrid, 200 l.
- Kingsbury, J.D. Conflicto en Marcos. Jesús, autoridades, discípulos, El
A Imendro, Córdoba, 1991.
- Leal, G. El seguimiento de Jesús, según la tradición del rico en el evan-
gelio de Marcos. Estudio redaccional y diacrónico de Me JO, 17-3 J.
Facultad de Teología de Granada, 1993.
- Levine, A.-J. (ed.), Una compañera para Marcos, DDB, Bilbao, 2004.
- Maggi, A. Jesús y Belcebú, Satán y demonios en el evangelio de Mar-
cos, DDB, Bilbao, 2000.
- Maggioni, B. El relato de Marcos, San Pablo, Madrid, 1988.
Marxsen, W. El evangelista Marcos. Estudios sobre la historia de la
redacción del evangelio, Sígueme, Salamanca, 1981.
Mateas, J. Los Doce y otros seguidores de Jesús en el evangelio de
Marcos, Cristiandad, Madrid, 198L
- Parsis, G. Jesús, Marcos y nosotros, Madrid, 1987.
- Pérez Herrero, F. Pasión y Pascua de Jesús según San Marcos. Del texto
a la vida, Facultad de Teología del Norte de España, Burgos, 2001.
- * Pikaza,X. Para leer el evangelio de Marcos, Verbo Divino, Estella, 1998.
* Rhoads, D. Marcos como relato. Introducción a la narrativa de un
evangelio, Sígueme, Salamanca, 2002.
Rigaux, B. Para una historia de Jesús. Testimonio del evangelio de Mar-
cos, DDB, Bilbao, 1967.
291
 EVANGELIO SEGÚN MARCOS

- Trevijano, R. Comienzo del evangelio. Estudio sobre el Prólogo de san

Marcos, Facultad de Teología del Norte de España, Burgos, 1971.
Evangelio según Mateo
Comentarios:

Bravo, C. Jesús, hombre en conflicto. El relato de Marcos en América

Es el más extenso de los cuatro, y el más frecuentemente citado y comen-
Latina, Sal Terrae, Santander, 1986.
tado por los padres de la Iglesia primitiva. Es el evangelio más popular en la
- - - - , Galilea año 30. Para leer el evangelio de Marcos, El Almen-
Iglesia católica, por ser precisamente "el evangelio de la Iglesia", ya que es
dro, Córdoba, 1991.
ésta su motivación y preocupacíón principal. Por esta razón se decidió po-
Femández Ramos, F. El primer evangelio: Marcos, Kadrnos, Salamanca,
nerlo primero en la colección o canon del Nuevo testamento y con frecuen-
1991.
cia se le designa como "el primer evangelio" (no lo es cronológicamente).
* Gnilka, 1. El evangelio según Marcos, 2 vals. Sígueme, Salamanca,
Éste es el evangelio con más orientaciones éticas; ¿quién no conoce el Ser-
1986-87.
món del Monte o la descripción del juicío final? Es también el que más
González Ruiz, J.M. Evangelio según Marcos, Verbo Divino, Estella, 1988.
claramente delinea la identidad cristiana en contraposición al judaísmo del
Lentzen-Deis, F. Comentario al evangelio de Marcos, Verbo Divino, Es-
cual ya había sido marginado.
tella, 1998.
Mateas, 1. - Camacho, F. Marcos. Texto y comentario, El Almendro, Cór-
daba, 1994.
- Mateas, 1. - Camacho, F. El Evangelio de Marcos. Análisis lingüistico y Á. Coordenadas históricas
comentario exegético, 2 vals. El Almendro, Córdoba, 1993,2002.
* Pikaza, X. Para vivir el evangelio. Lectura de Marcos, Verbo Divino, ¿Quién escribió este evangelio tan popular? ¿Fue el apóstol san Mateo?
Estella, 1995. ¿Cuándo, en qué circunstancia, y para quiénes fue escrito? ¿Qué ocasionó la
- - - - - , Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos, Sígueme, Sala- redacción de este evangelio y cuál fue el propósito de su autor? Son pregun-
manca, 1998. tas que queremos contestar para poder comprender la razón de ser de este
Schmid, J. El evangelio según Marcos, Herder, Barcelona, 1967. evangelio, y sus diferencias y aportes con respecto a los otros, así como su
Schnackenburg, R. El evangelio según san Marcos, 2 vals. Herder, Bar- enfoque y sus acentuaciones.
celona, 1973.
Taylor, V. Evangelio según san Marcos, Cristiandad, Madrid, 1979. El autor

Cuando preguntamos por la identidad del autor, aquí como en el caso de

los otros evangelios, la tradición nos da una respuesta, y el estudio crítico
otra. Y es que, como en los otros, aquí tampoco se identificó su autor. Recor-
demos que el título "evangelio según ..." fue aplicado más tarde a los cuatro
por igual, variando el nombre, para distinguirlos. La asociación de este evan-
gelio con el nombre de Mateo debe remontarse a una antigua tradición cris-
tiana.

292 293
 EVANGELIO SEGlIN MATEO
En el evangelio mismo, en la escena del publicano que luego se hizo
discípulo (9,9-13), el autor dice que su nombre era "Mateo", el mismo que
Marcos y Lucas ídentificaron como "Leví". No sabemos si fue un cambio de
nombre hecho por el autor porque correspondía a su propia historia, o si
sustituyó al desconocido "Levl" por el más conocido "Mateo", uno de los
Doce'. Lo más probable es que el evangelista cambió el nombre de Leví por
Mateo, en 9, 9, porque pensó que aquel discípulo debió haber sido uno de
los Doce (Leví no lo era). Es así como en la lista de los Doce, el autor de este
evangelio fue el único en calificar al apóstol Mateo como "el publicano"
(10,3)2. Como fuere, el apóstol y el publicano convertido son asociados,
sugiriendo que se trata de la misma persona, y así se relacionaba más firme-
mente este evangelio al círculo de los Doce cercanos a Jesús. En base a
estos detalles y la afirmación de Papías trasmitida por Eusebio de Cesarea de
que el apóstol Mateo escribió una versión del evangelio en arameo, se ha
deducido que el autor fue el discípulo de Jesús, por tanto estaríamos ante
una obra escrita por un testigo presencial'. Pero, vea la discusión sobre el
supuesto "Mateo en arameo" en la Introducción general, que apunta a la
improbabilidad de que el evangelio asignado a Mateo que hemos heredado
corresponda a una versión original en arameo.
En la misma línea, la desconocida Salomé de Mc 15,40 es reemplazada por Mateo
por la más conocida "madre de los Zebedeos" (Mt 27,56; cf. 20,20). No faltan
quienes afirman que el publicano tenia dos nombres, Leví y Mateo (ambos son
semíticos). Pero, eso sería excepcional pues en Palestina se usaba un solo nombre
semítico. No se trata de un apodo, porque el autor lo presenta como "llamado
(Mateo)" -Iegámenos. usado para nombres propios (cf. 2,23: 26,36; 27,16.33),
no ho legomenos, con artículo, que es como se refiere a un apodo (cf. 1,16: 4,1S:
10,2; 27,17.22).
En Me y Le, Leví, cuya vocación es narrada, no es mencionado entre los Doce,
dejando así la impresión que este publicano fue una suerte de apóstol de segunda
categoría. El autor del primer evangelio resolvió el problema reemplazando el
nombre "Lcví" por "Mateo", y remarcando en la lista de apóstoles que se trata de
"el publicano", salvaguardando así la lista exacta de Doce, cifra que juega un
papel simbólíco en relación a las doce tribus de Israel (cf. 19,2S). El hecho de
calificar al apóstol Mateo como "el publicano" (que remite a 9,9), y no como el
autor del evangelio, sugiere que no son la misma persona, es decir que este Mateo
no es el evangelista.
Eusebio afirmó que "Mateo y Juan nos han dejado memorias de las conversacio-
nes del Señor" (HE. 3,24.5).
294
COORDENADAS fllSTORICAS
Es probable que la indicación en 13,52 describa al autor: "Todo escriba
convertido en discípulo del reino de los cielos se parece a un dueño de casa
que saca de su almacén lo nuevo y lo viejo". Como fuere, Mt es obra de un
maestro versado en la Biblia (cf. 23,34a), un "escriba", que ha reflexionado
sobre el acontecimiento-Jesucristo a la luz del AT; de allí su manera áspera de
presentar a los escribas judíos opuestos a Jesús.
De Mateo (= don de Dios) mismo no sabemos prácticamente nada. Fue
unjudeocristiano de la segunda generación, que conocía muy bien el griego,
quizás porque era su lengua materna, criado en la diáspora'. No fue un
discípulo directo de Jesús, con el que se le ha asociado tradicionalmente en
razón del nombre. Era buen conocedor de las tradiciones judías, jurídicas y
narrativas (leyendas, midrashim; cf. p. ej. 12,5s y 12, II s), familiarizado con la
Biblia (LXX) y el rabinismo. La Ley ocupaba un lugar importante en sus
intereses (vea cap. 5r, pese a que era alguien con amplitud de criterio, abier-
to a la inclusión de gentiles en la comunidad de seguidores del Maestro, y
dispuesto a flexibilizar las exigencias de la Ley, inclusive a repensar su nor-
matividad, como evidencia su obra.
Dadas las características de este evangelio, en el que predomina lo cate-
quético y parenético, no pocos estudiosos piensan que tras el nombre "Ma-
teo" se escondía en realidad un grupo, una especie de escuela, es decir que
Mt habría sido producto de un grupo directivo de discusiones y reflexiones
para el fortalecimiento de la comunidad. Cierto o no, Mateo fue ciertamente
un maestro importante para la comunidad (13,52; 23,34), que en su obra dio
enseñanzas catequéticas e instrucciones éticas. Sólo así se entiende que el
La aparición de semitismos, frases de sabor semitico, y algunos vocablos, es tema
discutible, nada unívoco. Semitismos y vocablos hebreos aparecen en todos los
evangelios. Es parte del acervo de la cuna palestina del evangelio y el contacto con
el mundojudío. Semitismos no prueban de modo alguno que el texto original fuera
semítico (hebreo o arameo).
El hecho que Mateo omita o traduzca vocablos hebreos de Me, como talitá
kum, korbán, Bartimaios, rabuni, Abbá, puede deberse a razones simplemente
estilísticas. Igualmente, que junte a fariseos y saduceos, cosa inconcebible en
tiempos de Jesús, se puede comprender al escribir en los años SO, cuando ya
dominaba el fariseísmo -vea 22,34 donde Mateo revela conocer las diferencias
entre ellos. Los juntaria para unir a los adversarios representativos de Jesús
bajo un solo sombrero.
295
 EVANGELIO SEGUN MATEO
autor pueda ser identificado como un "escriba que saca de su tesoro cosas
nuevas y cosas viejas" (13,52), es decir lo tradicional y lo nuevo, lo heredado
desde antiguo y lo nuevo aportado por Jesús -lo antiguo es la Ley, lo nuevo
su relectura y ampliación vía Jesucristo.
No sabemos si el autor vivía o no en la misma comunidad para la cual
compuso su obra. Lucas escribe su obra para Teófilo, lo que indicaría que era
en lugares distintos",
Destinatarios
Recordemos que los evangelistas eran hombres de su tiempo que narra-
ron su historia de Jesús, no pensando en la posteridad, sino en sus comuni-
dades, con las que compartían las preocupaciones y las esperanzas. Eso
significa que la comunidad para la cual el evangelista escribió tuvo un im-
pacto en él e influyó definitivamente en la composición de su obra. De aquí
la importancia de conocer las comunidades destinatarias y su mundo, cono-
cimiento que nos viene principalmente del evangelio mismo, pues no tene-
mos fuentes más confiables.
En el caso de Mateo, la comunidad a la que se dirigía era predominante-
mente de origen judío. Por eso mencionó con relativa frecuencia costumbres
judías, como la de lavarse las manos antes de comer o el uso de filacterias,
sin tomarse la molestia de explicarlas. Tampoco necesitaba explicar las prác-
ticas y fiestas religiosas; la tarea de los sacerdotes en sábado (Mt 12,3), los
diezmos (23,25) y otras normas que todo judío conocía, como sí hizo Marcos
(Mateo omitió, p. ej. la explicación de Me 7,2-5).
Mateo utilizó vocablos y expresiones conocidos por judíos sin traducir-
los (p. ej. raka, mamonah, Baalzebul, korbanan; "atar y desatar" en 16,19;
18,18 para designar una decisión jurídica; "el final del mundo (ai6nos)" en
13,39.40 para referirse al tiempo final; referencias a la sangre en 16,17 Y27,24,
Ya la justicia en sentido de santidad en 5,20; 6,1)7. La versión matean a del
Padre Nuestro, que ha ampliado la original que leemos en Le 11,2-5, es profu-
En 24,15 se dirigió al lector ("que el lector comprenda"); y en 27.8 y 28,15
hablaba del momento en que escribía ("hasta este día").
Pero también tradujo algunas. como en 1,23; 27,33.46; Yomitió palabras semíti-
cas que estaban en Mc 3,17; 5,41; 7,11.34; 10,46.51; 14,36.
296
COORDENADAS HISTÓRICAS
samente judía". La legislación sobre el divorcio es la judía, no romana (19,9:
sólo el hombre puede divorciarse, compare con Me 10,12). Todo esto apunta
a un auditorio de origen predominantemente judío y a un autor empapado
del judaísmo. A ello se suma su particular interés en lo relacionado con la
observancia de la Ley -claro que desde una perspectiva cristiana (cf. 5, 17ss}-
y las frecuentes alusiones y citas del AT. Es en Mt donde encontramos a
Jesús con más frecuencia debatiendo con autoridades religiosas judías. No
extraña que se pensara que el original fuera palestino, y que inclusive hubie-
se sido escrito en arameo (según 10,5 Y 15,24 la misión era sólo a Israel"),
La comunidad mateana estaba marcada por sus orígenes judíos, com-
puesta por un núcleo notable de judea-cristianos, pero evidentemente en
conflicto con su historia y su entorno. La abundancia de referencias a la
Biblia se explica desde un auditorio familiarizado con ella, y con la exégesis
rabínica, el midrash y conceptos tradicionales como la consumación de los
tiempos y el día del juicio. El cumplimiento de las Escrituras, especialmente
los profetas en lo relativo al advenimiento del mesías, era importante para un
auditorio judío, como también la cuestión de la validez de la Ley (5, 17-19).
Mateo tiende a no mencionar a Dios, respetuoso de esa norma judía: se
refiere a él como "su Padre (celestial)", y habla del "reino de los cielos" (en
lugar de "reino de Dios"). Igualmente, por ser una comunidad de origen
judío se entiende que Mateo aclarase la visión cristiana de las prácticas
judías de piedad (6,1-8: limosna, oración y ayuno). La imagen de Jesús pre-
sentada por Mateo es notablemente judía.
La suya era una comunidad citadina'". Jesús crece en "la ciudad" de
Nazaret (2,23; 21,11), de adulto se afinca en "la ciudad" de Cafamaún (4,13;
Expresiones añadidas como "(Padre) que estás en los cielos", "voluntad (del
Padre)", "cielo y tierra". "(tu) nombre". "el malo", son todas características del
léxico judío.
Es notorio que el encargo del Resucitado es la antítesis de aquel del Jesús histó-
rico: ahora deben ír "a todas las naciones" (28,19), o sea ya no limitados a Israel,
como se dijo en 10,5s. Esa final de Mt afirma la apertura hacia nuevos horizontes,
es decir "a un pueblo que produzca los frutos del reino" (21,43; cf. las parábolas
de los viñadores y de las bodas, 21,33-22,10).
10 Mateo habla 26 veces de "ciudad" y sólo 4 de pueblos; Me en cambio menciona
ciudades 8 veces y pueblos 7 veces.
297

EVANGELIO SEGUN MATEO
9,1), su ministerio lo lleva a cabo por "las ciudades" de Galilea (9,23.35; 11,1);
sus discípulos son enviados a "ciudades" (10, 11.14s; 23 ,23s). Además, no
pocas veces Jesús actúa en casas (9,10.28; 10,12ss; 17,25). Los sabios de
Oriente van a visitar al niño a una "casa" (2,11), no a una choza o una cueva.
Aparentemente, el promedio de sus miembros era de condición acomoda-
da: en 10,9 se exhorta a los discípulos a no llevar oro o plata (metales repeti-
das veces mencionados, en contraste con Mc y Lc).11 Los "magos" son
ricos y llevan dones preciosos; en las parábolas en 18,23ss y 25,14ss, se
trata de grandes sumas de dinero. José de Arimatea "era rico" (27,57).
La comunidad receptora del evangelio estaba conformada por varias "co-
munidades" domésticas, es decir grupos de entre 20 y 40 personas que
vivían relativamente cerca, tenían algunos lazos comunes, y se reunían en
una casa (lo que supone alguien acaudalado). Estaba organizada (de aquí las
advertencias a no buscar los primeros puestos ni a encumbrarse! 20,26s;
23,6.11); tenía a la cabeza a "Pedro", el que actuaba como portavoz del gru-
po, a quien Jesús dio "las llaves del reino" (16,19)12, Y contaba con "profe-
tas", personas que hablaban imbuidas del espíritu de Dios, algunos de ellos
probablemente misioneros itinerantes (10,41; 23,34.37; 24, 11.24; cf. 5,12; 7,15-
23) 13; además de contar también con "maestros" (23,8.34).
11 Si se considera la cantidad de veces que Mateo menciona oro, plata y talentos.
nos damos con que ocurre al menos 28 veces (Mc usa "plata" una sola vcz y Le
4 veces) (Kingsbury).
12 Es importante anotar que Pedro es designado "piedra" cn razón de su confesión
de fe; es ésta el fundamento de la Iglesia: la confesión que Jesús es "el mesías, el
hijo de Dios". En ese papel Pedro es el garante de lafe en la persona de Jesucris-
to, piedra de la Iglesia. Igualmente importante es observar que el poder de "atar
y desatar" (tomar decisiones vinculantes) no cs limitado a la persona de Pedro,
sino que se ejerce en comunidad, como claramente se afirma en 18,18 (léalo: en
plural!). Estos pasajes, los únicos donde aparece cl vocablo "iglesia", son exclu-
sivos al primer evangelio. En cuanto a las enseñanzas, en 23,10 se advierte que la
comunidad tiene un solo maestro supremo, Cristo -sus enseñanzas están expues-
tas en este evangelio (28,20: "enséñenlcs a observar cuanto yo les he mandado").
13 Es notorio que en 23,34 se anticipa que el Resucitado les "va a enviar profetas y
sabios y escribas". Esta sentencia tendría importancia en una comunidad, como la
de Mateo, donde YA se contaba con esos ministerios. Por eso en 10,41 se habla
de acoger a profetas en la comunidad, y en 5,12 se advierte que serán perseguidos.
298
COORDENADAS HISTÓRICAS
La comunidad mateana estaba básicamente definida por su ruptura con
Israel, la que se manifestó inclusive en persecuciones (5,11.44; 10,17s.23;
23,34), pero también sufría de hostilidades por parte del entorno pagano
(10,18.22; 13,21; 24,9), e internamente por la influencia de un grupo de judeo-
cristianos que se oponían a la incorporación de gentíles si no eran obligados
a vivir bajo la ley de Moisés. De aquí el fuerte sabor judío que caracteriza a
Mt (vea abajo, Eclesiología), que sin embargo tenía poco de positivo que
decir del judaísmo como institución religiosa. A pesar de ello, no por ello cesó
en su afán misionero, especialmente entre judíos (10, 17s.22s; 23,34; 28, 19s).
La comunidad de Mateo vivió la transición entre la sinagoga y el judaís-
mo que se aglutinó alrededor de los fariseos luego del exilio al que los obligó
la destrucción de Jerusalén. Por esta ruptura con el judaísmo tradicional, la
comunidad, hasta entonces predominantemente judeo-cristiana, pasó a ser
una mayoritariamente gentil-cristiana; de tener sus raíces en Palestina a in-
sertarse y universalizarse en el Imperio romano. Todavía no tenía bien defini-
da su identidad y su relación con el judaísmo que los había "excomulgado".
Por esta razón el evangelista dedicó mucho espacio a presentar a Jesús
discutiendo con los fariseos acerca de determinados puntos de la Ley de
Moisés y las costumbres judías.
La de Mateo era una comunidad donde fácilmente se daban escándalos
(18,5ss) y divisiones entre sus miembros, y se confundía lo bueno con lo
malo (10,21; 13,24-50), probablemente debido a la diversidad de orígenes de
esos cristianos "gentiles y judíos (helénicos, no palestinos)". En esa línea se
orientan las instrucciones sobre las relaciones entre los miembros de la co-
munidad en el cap. 18.
Lugar de composición
La mayoría de estudiosos asume que Mt fue escrito en Antioquía de Siria,
ciudad importante cerca de Palestina". La Didajé y san Ignacio, ambos de
Por otro lado, no en vano en 7,15-23 Y24,10-12 se advierte a la comunidad sobre
los "falsos profetas"! Eso supone que habia profetas en la comunidad, es decir
predicadores inspirados y con cierta autoridad.
14 En 4,24 Mateo añadió "Siria" a los lugares de Me donde .Jesús predicaba. Cf. R.
Aguirre, La iglesia de Antioquia de Siria, Bilbao, 1988. Fue allí donde los segui-
299

EVANGELIO SEGÚN MATEO
Antioquía, recurrieron a Mt pues esta ciudad contaba con una gran propor-
ción de judíos (cf. Hch 8, 1; II ,19s; 13, 1), Ycon el tiempo se convirtió en un
importante centro cristiano. Eso explicaría la preeminencia de Pedro en Mt
(en contraste con los otros evangelios), pues en Antioquía fue figura impor-
tante (vea el episodio que reportó Pablo en Gá12, 11-14), Yel probable cono-
cimiento que el autor de 1Pedro tuvo de Mt 15• También explicaría en parte el
antijudaísmo en este evangelio.
Fecha de composición
Puesto que Mateo utilizó Me, no puede ser anterior (post quem) al año 70,
y si pensamos que muy probablemente pasarían algunos años antes que Me
se hiciese conocido y apreciado, podemos suponer que pasaría una década.
Mt 22,1-14 asume conocida la destrucción de Jerusalén (vea esp. v.7; cf.
21,41; 23,38). Además, la ruptura con Israel ya se había producido (8, II s;
21,43; 22,9); era una realidad consumada en los años 80, como lo era la
inclusión de los gentiles (12,21; 13,38; 21,41; 22,9s; 24,14; 26,13; 28,19)16.
Que Mateo mencione j untos a fariseos y saduceos, cosa inconcebible en
tiempos de Jesús, se puede comprender sólo si escribe en los años 80, cuan-
do ya dominaba el fariseísmo -vea 22,34 donde Mateo revela conocer las
diferencias entre ellos-. Están unidos en un solo grupo como adversarios de
Jesús.
Por otro lado, este evangelio fue escrito antes de la I carta de Pedro, de
las cartas de Ignacio de Antioquía y de la Didajé que son de inicios del s. 11,
pues éstos se han alimentado ostensiblemente del texto de Mateo.
dores del Nazareno fueron llamados por primera vez "cristianos", según Hch
11,26-note que en 2,23 Mateo dice que Jesús "sería llamado Nazareno".
15 IPdr 2,7= Mt21,42; IPdr 2,12 = Mt 5,16; IPdr 2,25 = Mt 9.36; IPdr 3,8s = Mt
5,39.44; 1Pdr 3,14 = Mt 5,10; 1Pdr 5,13 = Mt 5,11s. La fuerte dependencia de
Q también sugiere Siria como posible residencia.
1(, La inclusiónde "los gentiles" en 10,18 apunta a una misión ya universal al mundo
pagano, lo cual supone una clara ruptura con el judaísmo, no sólo un distancia-
miento, lo que lleva a pensar en una fecha más hacia el 90 que el 80. Se ha pasado
de la etapa de misión exclusivamente a losjudíos (10,5), a una de distanciamiento
y diferenciación (5,17-20), Ya la etapa final de ruptura con Israel y misión a los
gentiles (21,43; 22,9).
300
COORDENADAS HISTÓRICAS
La sensacionalista tesis de Carsten Thiede, en base a unos papiros ree-
valuados (Magdalena y Barcelona, conocidos como P64 y P 67), de que Mt
fue escrito a mediados del siglo I (como antes se afirmó de Me en base a 7Q5
para decir que data de los años 40), ha sido reiteradamente refutada": esos
papiros son de fines del s. IIJ, y son de la misma mano que escribió el códice
que está en Paris conocido como P4. La mención del rey que manda quemar
la ciudad (Jerusalén) en la parábola sobre Israel en 22,7 refleja el tiempo post-
70. La inclusión de la tríada bautismal en 28,19 es teológicamente de lo más
avanzado en línea hacia la trinidad. Otro tanto hay que decir de la mención de
la permanencia de Jesús en 28,20 en contraste con la parusía. Además, no
olvidemos que Mt depende de Me, escrito hacia el año 70.
Después de la destrucción de Jerusalén, con la dispersión que siguió, el
judaísmo se vio forzado a repensar su identidad. La voz cantante la llevaban
los fariseos, honrados como rabinos, reunidos en Jarnnia, quienes pusieron
particular énfasis en la estricta observancia de la Ley y las tradiciones judías
-eventualmente codificadas, tanto en la fijación del canon como en la Mish-
na-o Es esto lo que se observa en los evangelios, especialmente en Mí. Los
fariseos, que históricamente en tiempos de Jesús trataban de hacer "vivible"
la Ley, y eran vistos inclusive como liberales en su manera de manejar la
tradición oral, paulatinamente se volvieron legalistas inclusive en relación
con la tradición oral, al punto de eventualmente codificar los detalles de las
observancias, primero en la Mishna y luego el Talmud.
Por otro lado, en tiempos de Mateo la comunidad cristiana ya contaba
con un notable porcentaje de gentiles convertidos, a la vez que el judaísmo
se tornaba conservador e intransigente hacia los que no observaban sus
normas. Las conversiones de judíos obviamente se hacían más difíciles; dar
ese paso era más comprometedor y radical. Nada tiene de extraño que surgie-
ran conflictos, tanto dentro del cristianismo, como de éste cara al judaísmo,
y también al mundo gentil.
La comunidad de Mateo vivía en un lugar donde había una fuerte e
influyente comunidad judía celosa de sus tradiciones y observancias reli-
giosas. Se entiende que, por parte del judaísmo organizado, empezaron las
17 Ce. G.N. Stanton, ¿La verdad del evangelio", Estella, 1999, cap. 2.
301

EVANGELIO SEGÚN MATEO
excomuniones, previas a las "persecuciones", e.d. medidas de fuerza para
alinear a los desviados (10,16-22; 23,34; cf. 5, 10; 13,21). Tengamos presente
que eso era posible por cuanto los judeo-cristianos eran parte del judaísmo,
y por tanto las autoridades judías podían imponerles su disciplina -no así a
los de origen no judío (cf. el caso de Pablo de Tarso: 2Cor 11,24)-. En reali-
dad, más que hostilidad hacia el cristianismo (los "nazarenos") como tal, era
cuestión de afirmar y afianzar la propia identidad judía. En el proceso se
trataba de menospreciar a los "herejes", pues no había lugar para desviacio-
nes o diferencias. Nada tiene de extraño que empezasen difamaciones y
ataques contra ese grupo de "nazarenos", como contra Jesús en relación a
su origen, presentándolo como hijo ilegítimo y la resurrección como produc-
to de un engaño, a lo que Mateo respondió en 1,18s y 28,11-15 respectiva-
mente. De aquí las advertencias que serían perseguidos, calumniados y lle-
vados ante los tribunales (5, lOs; 10,22s).
Dentro de la comunidad para la que escribió, Mateo sale al paso de los
judeo-cristianos extremamente conservadores (cf. cap. 23), y de los gentil-
cristianos que vivían como si no hubiera Ley (cf. 5, 17ss) (problemas que ya
antes había confrontado Pablo). Esto lo veremos luego detalladamente.
Mateo escribió precisamente en esa etapa de redefinición, en la que los
judeo-cristianos tenían que definirse cara al judaísmo; por eso las "persecu-
ciones" mencionadas. Al optar por el camino de Cristo era necesario redefi-
nirse religiosamente: judíos pero ya no según la definición y pautas de "los
escribas y fariseos", sino según las de Jesucristo. Hay continuidad pero
también discontinuidad.
No siendo ya parte integral del judaísmo oficial, la comunidad de Mateo
se vio obligada a definir su propia identidad: su relación con Jesucristo, sus
costumbres y celebraciones, sus reglas éticas. No olvidemos que para ese
entonces el número de convertidos de la gentilidad debió haber sido mucho
mayor que los venidos del judaísmo -rnás bajo la estrecha adhesión exigida
ahora a los judíos por su religión-. La reacción del cristianismo no fue sim-
plemente pasiva. Los acérrimos enemigos de Jesús en Mt no son otros que
los fariseos. Se habla de "sus sinagogas", lenguaje alienante": Se reafirma la
l' Mt 4,23; 9,35; 10,17; 12,9; 13,54; 23.34. El mismo modo de hablar se encuentra
en Jn y por el mismo motivo.
302
COORDENADAS HISTÓRICAS
infidelidad de Jerusalén al Señor (23,37). Se redefinen las prácticas y se toma
posición frente allegalismo rabínico (5,21 ss; 6,25ss). La "justicia" del discí-
pulo "debe superar la de los escribas y fariseos" (5,20). El cristianismo se
define en relación a Jesucristo, no a la Ley; se abre al mundo gentil, no se
encierra en una sinagoga, por eso es ekklesia, la comunidad de los convoca-
dos por Jesucristo. Y para ello era indispensable asentar el mesianismo de
Jesús, del cual ya hablamos, especialmente refiriéndolo al AT. El no vino "a
abolir la Ley sino a llevarla a su plenitud" (5,17), tal como lo exponen las
antitesis en 5,21-48, y las reiteradas críticas a los fariseos.
En síntesis, para la comunidad de Mateo se había dado una dolorosa
ruptura con el judaísmo oficial. Por eso también la importancia que tenía para
el autor dejar en claro que Jesucristo es el mesías, el anunciado por las
Escrituras (por eso los textos citados), engendrado por el Espíritu Santo, hijo
nada menos que de Dios como se escucha en su bautismo y luego las tenta-
ciones evidencian, y que se expresa en el apóstrofe a Jerusalén en 23,37-39:
"[Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollue-
los bajo sus alas! Pero ustedes no quisieron ... " (léalo). En las parábolas en
21,28-22, 14 se refleja tam bién la relación de la Iglesia con el judaísmo: para
entonces ella ya no era parte integral de éste, sino que estaba en pleno
proceso de fijar su propia identidad al margen de la sinagoga. Sin embargo,
a pesar de la separación, Mateo insistía en una continuidad con la tradición
judía, la historia salvífica: hagan lo que los maestros de la Ley dicen, pero no
hagan como ellos lo hacen (23,2s). En otras palabras, Mateo definió las
relaciones con el judaísmo con otros parámetros. Para él, los seguidores del
mesías constituían el auténtico Israel, fiel a los designios previstos por Dios
-razón para las frecuentes citas del AT-r-. Esta situación se refleja también en
la perícopa sobre la paga del impuesto para el Templo (17 ,24ss): ¿están toda-
vía obligados a pagar el impuesto para el Templo (y otras obligaciones afi-
nes) los judeo-cristianos? Si bien "los hijos" (cristianos) son libres, "para no
darles motivo de escándalo" aceptan pagarlo; después de todo el cristianis-
mo no está opuesto al culto judío a Dios. Es el mismo principio constante en
Mt: las tradiciones y la Ley se observan siempre y cuando no estén reñidos
con los principios dados por Jesús. Notemos que el garante de esa relación
armoniosa es Pedro! Es él quien a nombre de todos se confronta con los
judíos, y su actitud se basa en la orientación dada nada menos que por
Jesús.
303

EVANGELIO SEGÚN MATEO
B. La obra literaria
Inspirado en Me, Mateo compuso una presentación de Jesús en forma
narrativa, que sirviera de sustento y medio de comunicar a su comunidad las
enseñanzas fundamentales del Maestro. Dos son las grandes diferencias
con respecto a Me: la agrupación de dichos de Jesús en forma de largos
discursos, y la introducción de los relatos de la Natividad y de encuentros
con el resucitado (ausentes éstos en Me), al inicio y al final respectivamente.
Composición
Si bien, como hemos visto, Mateo se basó en gran medida en Mc al
redactar su evangelio, no podemos dejar de reconocer su originalidad en la
primera parte del texto, en particular del cap. 3 al 11. Mientras éstos son
predominantemente de otro origen, como veremos a continuación, del cap.
12 en adelante siguió bastante cercanamente -aparte de los discursos- el
desarrollo de Me", sin olvidar que también tuvo ante sus ojos la fuente "Q",
un florilegio de enseñanzas de Jesús pensado para los judea-cristianos.
Hemos visto también que Mateo tiende a agrupar materiales según su
género literario: sentencias, parábolas, controversias, milagros, etc. No sólo
eso, sino que ha "creado" escenas y sentencias. Por ejemplo, debido a la
manera en que unió y enlazó las perícopas en cap. 5 a 7, creó un "Sermón del
monte" (conformado por la yuxtaposición literaria de material muy diver-
so), que es una suerte de paralelo a la revelación de Dios por Moisés en el
Sinaf"; para el que compuso cinco bienaventuranzas que añadió a las cuatro
originales (5,3-II/Lc 6,20-23). Igual hizo con el Padre Nuestro, comparado
con el de Lucas (6,9-13/Lc 11,2-4), o con los relatos de la Natividad y de la
Pasión, entre otros. Por eso, en comparación con Marcos y Lucas, Mateo
fue un verdadero compositor.
19 Si bien sigue cercanamente el desarrollo en Me, Mt 12-18es una nueva edición
aumentada de Me 2,23-4,34; 6,1-9,32, como lúcidamente ha remarcado U. Luz
(Mt, 1, 18, 24).
20 En diferentes momentos Mateo ha revestido a Jesús con el ropaje de Moisés.
Esto se observa ya en el relato de la natividad, que recuerda la de Moisés -no en
vano la "huida" de la matanza de "inocentes" es a Egipto. La finalidad es obvia:
resaltar el mesianismo de Jesús a su auditoriojudea-cristiano; Jesús es el Moisés
definitivo, anunciado en Deut. 18,18s.
304
LA OBRA LITERARIA
Mateo recurrió con frecuencia al AT, sea adaptando algunas citas, o
haciendo alusiones a personajes o escenas de la historia bíblica, para respal-
dar la confesión de fe que Jesús es el mesías, según el esquema promesa-
cumplimiento en una visión histórico-salvífica. No pocas citas del AT las
introdujo con la observación "así se cumplió la Escritura/lo que fue dicho
por. .. " (1,22; 2,5.15.17.23; 4,14; etc.), con lo que Mateo situaba claramente a
Jesús en las proyecciones del AT, identificándolo como el mesías esperado.
Mateo citó más veces el AT que todos los otros evangelios combinados (36
veces).
¿Cuál fue el punto de vista desde el cual Mateo seleccionó los materiales
(de Me, Q y M) para su obra? ¿Cómo retrabajó los materiales que constitu-
yen su obra? ¿Qué determinó su particularidad, qué lo diferencia de Me y
Le? Son preguntas que refieren al evangelista como redactor, que en su
calidad de tal compuso su obra con una finalidad determinada. Si no se
contentó con Me y decidió escribir otra versión del evangelio, fue porque
tenía otras preocupaciones y otro enfoque. Vea, por ejemplo, cómo retrabajó
en 15,29-31 el episodio del sordomudo de Mc 7,31-37, en el que no describe
como Me, la escena pormenorizadamente, sino que incluye esta curación
entre otras varías para que los presentes "glorificaran al Dios de Israel", lo
que supone una suerte de catecismo en forma narrativa. Eso explica la dispo-
sición del material (vea abajo, Estructura), la manera didáctica de exponerlo,
la preferencia de presentar a Jesús como maestro, y la conclusión de la obra
que exhorta a "hacer discípulos bautizándolos ... y enseñándoles a observar
todo lo que les he mandado" (28, 19s).
Rasgos literarios
Mateo da una sensación de agilidad y de continuo movimiento a los
bloques narrativos por el frecuente empleo del "entonces'?' (tote), "en ese
día/tiempo ... ", "a fin de que" (hopós), "acercarse" (prosélthen )22. Frecuen-
tes son también los sem íticos "amén" (31 veces), "y respondiendo dijo" (18
veces), así como la referencia a la justicia (24 veces). Gusta jugar con can-
21 90 veces, pero apenas 6 en Me y 14 en Le,
22 52 veces, apenas 5 en Mc y lOen Le,Añadamos otros vocablos frecuentes en Mt
como retirarse (anachóreó), postrarse a tierra (proskynein), las muchedumbres
tochloi, plural), hipócrita.
305

EVANGELIO SEGUN MATEO
tidades numéricas, las triadas (tres tentaciones, tres prácticas piadosas, tres
negaciones de Pedro, etc.), especialmente con la cifra siete (siete demonios,
perdonar setenta veces siete, siete invectivas contra los fariseos, etc.)".
Igualmente recurre con facilidad a figuras literarias (paralelismos, quiasmos,
inclusiones), con un cierto aire poético>,
Mateo tiende a ser breve en las narraciones, especialmente las de mila-
gros; no es proclive a dar nombres, y omite las descripciones pintorescas
centrándose así en lo esencial. Jesús asume en Mt una postura majestuosa
cuando habla, como en el Sermón del monte, en el que es el maestro que
domina el escenario dictando cátedra.
Raymond Brown resume sus apreciaciones literarias sobre Mt basadas
en sus detallados estudios sobre la Natividad y la Pasión: "Característicos
de este material sobre la natividad y la pasión son, una imaginación vívida
(sueños, asesinato de niños, homicidio, suicidio, complots, mentiras), ex-
traordinarios fenómenos celestiales y terrestres (intervenciones angélicas,
una estrella moviéndose hacia el oeste y reposando sobre Belén, terremoto,
resurrección de muertos), y un volumen inusual de influencia escriturística
(casi como si las historias hubiesen sido compuestas basándose en el AT, en
lugar de haber sido simplemente glosadas con referencias al AT), y (oh
sorpresa!) una aguda hostilidad hacia los judíos que no creyeron en Jesús a
la par que una presentación benévola de gentiles (magos, la mujer de Pilato)
-características que reflejan la imaginación, intereses, y prejuicios de perso-
nas ordinarias, que en gran parte están ausentes en Mat"25.
El estilo es más tluido que el de Marcos; se asemeja mucho al de la
Septuaginta (versión griega del AT). Tiende a ser repetitivo, especialmente
23 La genealogía está agrupada en tres bloques de 14 antepasados (2x7), siete son las
peticiones en el Padre Nuestro, siete son las parábolas en el cap. 13 y de nuevo
siete en cap. 24-25; siete son los panes multiplicados que dan 70 canastas, siete
maridos tuvo la mujer sin descendencia..
24 Cf. C.H. Lohr, 'Técnicas orales en el evangelio de Mateo", en Sel. Teol. 3(1962),
166-172. Ejemplo de inclusión es 7,16.20: "Por sus frutos los conocerán" es la
frase que enmarca la perícopa; de quiasmo de forma A-B-B'-A' es 18,10-14
(v.IO.12.13.14).
25 R.E. Brown, Introducción al NT, Madrid, 2002, pár. 8 (traducción mia del
inglés).
306
LA OBRA LITERARIA
en ciertas expresiones y frases como si fueran fórmulas. Su manera de argu-
mentar recuerda aquella típica de la escuela rabínica. Esta tendencia didácti-
ca se observa también en la cantidad de frases relativas: "quien sea que
(hostis)", "cualquiera que (has eán)", y el condicional "si ... ",
En lo tocante a un supuesto evangelio de Mateo originalmente escrito en
lengua aramea (Mt-arameo), vea lo dicho al respecto en el párrafo dedicado
al problema sinóptico en la introducción general.
Estructura de Mt
Formalmente Mateo mantuvo el marco biográfico de Me, pero supropó-
sito fue más bien catequético, no biográfico, lo cual determinó un desarrollo
distinto de su obra. Mt presenta claros indicadores de las separaciones por
secciones temáticas: 4,17 Y 16,21, "A partir de ese momento Jesús empe-
zó ...", marcan una etapa nueva. Así tendríamos la siguiente estructura en la
narrativa de Mt:
La venida del mesías: 1,1-4,16
Actividad en Galilea: 4,17-16,20
Destino de Jesús: 16,21-28,20
Sin embargo, la mayoría de exegetas descubren otra estructuración, ba-
sados en otros indicadores de índole más bien pedagógica: cada bloque de
discursos termina, como estribillo, con la expresión transitoria hacia un blo-
que narrativo: "Y sucedió que, cuando Jesús terminó estas palabras/instru-
yendo/ parábolas...." (7,28s; 11,1; 13,53; 19, 1; 26,1 )26. Esos cinco discursos,
en los que se Jesús se dedica predominantemente a hablar, son una suerte de
pilares de la estructura de Mt; éstos van precedidos y seguidos por bloques
de narraciones. Se obtiene así la siguiente secuencia:
21> Antaño no se escribía con títulos y capítulos que indiquen separaciones. Por
cierto, esos indicadores que dan paso a una sección narrativa-dialogal, no son
totalmente homogéneos. No significa que Mateo hubiese pretendido dividir su
obra en cinco partes -y nada indica que fuera como una especie de nuevo Penta-
teuco. Después de todo, Mt es una narración del recorrido de Jesús.
307
 EVANGELIO SEGÚN MATEO LA OBRA LITERARIA

Preludio: Origen de Jesús Mesías (cap.l-2) La trama de Mt

l. Proclamación del reino de Dios (cap. 3-7): La trama es el desarrollo de una narración mediante la interacción de los
narración": Juan Bautista; personajes guiados por un objetivo. La trama de cada obra está determinada
- discurso: Sermón del monte (5-7). por la manera en que el autor organiza los acontecimientos. Toda trama tiene
2. Ministerio en Galilea (cap. 8-10): un inicio, un medio y un fin, y la dinámica la dan las causalidades -se llega al
- narración: milagros; fin por medio de una secuencia de causas-o Al inicio todo es posible, en el
- discurso: sobre la misión (lO). camino muchas cosas son probables, y al final todo es necesario. Viendo Mí:
al inicio es posible que Israel acepte a Jesús como el mesías, en el camino
3. Cuestionamientos a Jesús (cap. 11-13):
aparece cada vez más claramente que es probable que lo rechace, y al final es
narración: situaciones controvertidas;
necesario para Israel repeler y negar a Jesús su condición de mesías (cf.
- discurso: parábolas del reino (13).
27,25).
4. Identidad de Jesús y su futuro (cap.14-18):
narración: Rechazos e incomprensiones; La simple observación de la estructura de Mt presentada líneas más arri-
- discurso: la vida eclesial (18). ba nos permite ver un desarrollo paulatino desde la misión en Israel hasta
una apertura universal, que pasa por el creciente rechazo por parte de Israel
5. Cara a Jerusalén (cap. 19-25):
del reino predicado por JesÚs28 . El encargo final a los discípulos es que
- narración: diálogos y aclaraciones sobre el juicio divino;
prediquen "a todas las naciones".
- discurso: el fin de los tiempos (24-25).
Conclusión: Pasión, muerte y resurrección (cap. 26-28). El inicio del relato en Mt es el nacimiento de Jesús, y el final es su resu-
rrección". De por medio, la trama tiene cuatro momentos decisivos que mar-
El cap. 13 es formalmente el centro del evangelio, que el autor mismo can su derrotero: el encarcelamiento del Bautista, que provoca la retirada de
calificó como "evangelio del reino" (4,23; 9,35; 24,14). Jesús a Galilea y el inicio de su misión (4, 12s); la indagación por la identidad
mesiánica de Jesús por parte de los discípulos del Bautista, que produce
Temáticamente, el Sermón del monte y el ciclo de milagros a continuación diversas reacciones (11,2-6); la profesión de Pedro que induce a Jesús a
constituyen la magistral presentación de Jesús como el mesías salvador en hacer el primer anuncio de su Pasión y la incomprensión de los discípulos
palabras y en obras (este bloque está enmarcado por la misma síntesis en (16,13-20); Y la expulsión de los mercaderes del Templo, que incita a la.,
4,23 y 9,35: "Y recorría toda Galilea enseñando ... predicando el evangelio del autoridades religiosas judías a encontrar la manera de matar a Jesús (21.1.1 , )
reino, y sanando ... ").

El segundo y cuarto discurso están temáticamente relacionados: se diri-

gen a los discípulos, a su misión ad extra y ad intra respectivamente.
2X Cf. G Streckcr, "Mateo y su comprensión de la historia". en SI'! ¡""¡ \ \\ 1'1111)
41-49.
21) Observeque Mateo antepusoal relatounagenealogía. que rl'1l1il11LI ;1 ¡\!Jr .ih.uu \
terminó con un encargo asegurando la presencia "hasta cl fin.rl ,k 1,,·, 1"''''1 ur. "
decir que Mateo extendió la narración por ambos l'\tll'llI"" l'll .l 1','"'1''' \
27 Narraciones van acompañadas de diálogos, pero éstos están enmarcados en situa- también en el espacio (predicar a todo el mundo)..ks'·I' c. l" I 111"'. , "" 1'" ,"11"
ciones narradas. El diálogo es parte vivencial de la narración; no es un discurso. (1.23; 28,20).

308 30')
 EVANGELIO SEGÚN MATEO
La primera acción pública de Jesús que despliega Mateo en su versión
del evangelio es la proclamación de las bienaventuranzas (5,1 SS)30, y la últi-
ma antes de empezar el camino de su Pasión es el despliegue del cuadro del
juicio final (25,31ss). Éstas constituyen una suerte de gran arco que sostiene
la misión evangélica de Jesús. El criterio del juicio final es la respuesta a "los
pobres" y afligidos: "tuve hambre y (no) me dieron de comer...", A ellos se les
aseguró "el reino de los cielos'?'.
El tema central de la obra es el mesianismo de Jesús, ante el cual hay que
tomar postura. Mateo empezó entroncando a Jesús en una genealogía que
tiene como estrellas a Abraham y David (1,1.17); se afirma su origen "por
obra del Espíritu santo" (1,18), es identificado para el lector como Jesús
("salvará a su pueblo" 1,22) Y Emmanuel ("Dios con nosotros" 1,23), Yes
reconocido como "rey de los judíos" (2,2), "mesías" (2,4) e "hijo de Dios"
(3,17; 4,3)32. Termina en la misma nota, con la ejecución de Jesús como
"mesías" (26,64s), "rey de losjudíos" (27,11.29.37.42) e "hijo de Dios" (27,54),
y la promesa "estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos"
(28,20). De por medio, lo que empezó siendo una misión geográficamente
limitada a Israel (2,6; 10,6; 15,24), se va abriendo al mundo (8, I O; 28,19); Ylo
30 Va precedida por los llamamientos de los primeros discípulos, seguidos de una
síntesisde su actividad, pero sin detenerse en escena alguna: "y recorría toda
Galileaenseñando en sus sinagogas. predicando el evangelio del reino y curando
en el pueblo toda enfermedad.... " (4,23-25). El Sermón del Monte, que empieza
por las bienaventuranzas. es la primera escena en la que Mateo se detiene. La
primeraescenaen Lees la visitade Jesúsa la sinagoga enNazarct (4,16-30) Y en
Mees unexorcismo en unasinagoga (121-28); enJn es la fiesta debodas enCaná
(2,1-11). Las primeras escenas son programáticas (representan el aspecto de la
misión de Jesúsque el evangelista va a resaltar) y marcan el tono del resto de la
obra, por eso deben ser vistascon detenimiento.
3I Note que en la primera y la última bienaventuranza universal. "los pobres" y
"los perseguidos poratenerse a lajusticia' (5,2.10), se afirma que"de elloses el
reino de los cielos" (5.11-12 cambia a la segunda persona y se asocia con la
opción de seguira Jesucristo). Estees otro"arco" o encuadramiento literario. Mt
contiene muchas de estasestructuras concéntricas. producto del arte literario del
redactor.
32 Es notorio que en Mtencontramos 8 vecesel verboadorar(lit. postrarse a tierra.
proskynein) en relación a Jesús, mientras en Le y .In aparece una sola vez. y en
Mc 2 veces.
310
TEMÁTICA
que empezó siendo una admiración por Jesús, va tomando paulatinamente
un giro de rechazo de parte de "los hijos de Israel" (27,9).
El camino mesiánico de Jesús, que se expuso en palabras (cap. 5-7) y
obras (cap. 8-9), es encomendado a los discípulos para su continuación
(cap. 10), a partir de la cual se va desarrollando una dimensión eclesiológica,
que se resaltará e irá tomando forma a partir de la confesión de Pedro (16, 13-
20), y luego con una serie de instrucciones a los discípulos, especialmente
en el cap. 18. Con la venida del mesías Jesús se estableció el nuevo pueblo
de Dios (ekklesía), que tiene como Carta magna el Sermón del Monte.
En pocas palabras, la trama de Mt se desarrolla en base a la postura frente
a Jesús como mesías (o su rechazo), y la exposición y expansión de la salva-
ción hacia el mundo.
c. Temática
El propósito o finalidad principal de Mateo para escribir su particular
versión del evangelio, provenía de su preocupación de orden catequético,
mencionada al final de su obra en el encargo final del Resucitado a los
discípulos: "Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos bautizándolos ...
y enseñándoles (didáskontes) a observar todo lo que yo les he mandado"
(28, 19s). La enseñanza en cuestión es para los bautizados (observe que se
abre a "todos", no sólo a Israel, cf. 24, 14), es decir es una catequesis para la
comunidad de discípulos -rnás precisamente, un cuerpo de enseñanzas fun-
damentales para ser verdaderamente un discípulo de Jesús. ¿Dónde está
expuesto "todo lo que les he mandado" que deben "enseñar"? ¡En Mt!
Eso es Mt, una obra con fines catequéticos. Observemos que lo que
deben enseñar es 10 que Jesús ha enseñado, no los escribas y fariseos! Hay
un claro tono polémico y apologético a la vez que de hecho ha marcado la
trama de la obra. El propósito de Mateo explica, como hemos visto, la manera
como estructuró y agrupó los materiales en la configuración de su obra,
especialmente los cinco bloques de discursos instructivos.
311
 EVANGELIO SEGÚN MATEO
Por eso Mateo veladamente describió su obra como "las enseñanzas que
les he mandado" (28,20), y la calificaba como "el evangelio del reino" (4,23;
9,35; 24,14). Es decir, no sólo es la persona de Jesús en cuanto mesías la que
es central, sino éste en cuanto maestro del "reino", de aquí la importancia de
los cinco bloques de discursos en este evangelio. El reino se establece
siguiendo las "enseñanzas" de Jesús (cap. 13). El primer evangelio es sus-
tancialmente una obra de catequesis.
Los acentos y enfoques en Mt son distintos de las otras versiones del
evangelio. En efecto, Mt es un evangelio eminentemente cristológico y ecle-
siológico. Son preocupaciones dominantes y que están entrelazadas: la Igle-
sia se fundamenta en Jesucristo (16,18).
Cristología"
Mt es un evangelio eminentemente cristológico. ¿Quién es Jesucristo,
según Mateo? Fundamentalmente es el mesías (Cristo), el hijo de Dios. Es lo
que Pedro proclama a la pregunta por la identidad de Jesús: "Tú eres el
mesías, el hijo de Dios vivo" (16,16). Lo que esos títulos significan está
expuesto a todo lo largo de la narración de Mt.
El reconocimiento del mesianismo de Jesús era el factor definitorio de la
identidad cristiana en una comunidad de origen judío. Mateo usó el título
mesías (Cristo) más frecuentemente que los otros evangelistas (17 veces),
con el artículo definido "el" (mesías). Con la misma connotación aparece en
Mt el título "hijo de David" (lO veces), ya desde el inicio en la genealogía
(1,1: Jesús Cristo, hijo de David), y en la aclamación a la entrada en Jerusalén
(21,9.15; dif. Mc y Le). La gente se preguntaba si Jesús no sería quizás el hijo
de David (12,23; dif. Me y Le). Sorprendentemente la mujer cananea (paga-
na) califica a Jesús como hijo de David (15,22; dif. Me), El medio más impac-
tante de resaltar el mesianismo de Jesús en Mt es la citación de pasajes del
AT, a los que ya me he referido.
El cap. 2 presenta a Jesús como el nuevo Moisés: es salvado de la matanza
de los inocentes decretada por el rey (= faraón), y la familia huye nada menos
33 M. Quesnel, Jesucristo según san Mateo, Estclla, 1993.
312
TEMÁTICA
que a Egipto, cumpliéndose así "lo que dijo el Señor por el profeta: De Egipto
llamé a mi hijo" (2,15); a la muerte del rey, José es ordenado a retomar y
"entró en la tierra de Israel" (2,21). La primera acción de Jesús es subir "al
monte" (5,1), que no lleva nombre pero que, por la proclamación desde allí de
los nuevos principios, evoca al Sinaí. Él da la clave para la lectura de la Ley:
no será de la manera que "se dijo a los antiguos", sino de la manera en que lo
~xpone Jesús, desde la clave del amor incondicional al prójimo (5,21-48)34.
Esa es la nueva "justicia" que "supera la de los escribas y fariseos" (5,20).
Es notorio que Mateo presentó a Jesús con más reverencia que Marcos.
Omitió de éste frases sentidas como poco respetuosas, p. ej. en 9,22 eliminó
la implicación de Me 5,30s que, tras la sanación de la hemorroisa Jesús no
sabía quién lo había tocado y que por tanto estaba haciendo preguntas
tontas; en 13,55 cambió la descripción de Jesús como "el carpintero" en Me
6,3 por "el hijo del carpintero"; en 19,16s eliminó la implicación de Me 10,17s
de que Jesús no puede ser calificado como "maestro bueno".
Jesús es confesado como "el hijo de Dios" (con artículo definido; 23
veces). Ese es el título cristo lógico más importante para Mateo. A diferencia
de Me, en Mt no sólo no es un secreto a guardar que Jesús sea el hijo de
Dios sino que es afirmado abiertamente (vea 3, 17; 14,33; 16,16). En el mismo
sentido Jesús varias veces llama a Dios su padre (7 ,2l; 18,10 .19; 26,29.53 )35.
En la confesión de Pedro, Mateo añadió "(tú eres) el hijo de Dios" (16,16; dif.
Me y Le), En la cruz (igual que la primera tentación: 4,3) es retado a salvarse
"si eres el hijo de Dios" (27,40; dif. Me), lo que es enfatizado en 27,43: "pues
él dijo: Soy (el) hijo de Dios".
3-l Algunos cxegetas son de la opinión que los cinco bloques de discursos en Mt
corresponden a los cinco libros de la Torá (Pentateuco). Si bien Mateo recogió
una tradición judea-cristiana que veía a Jesús como la presencia del esperado
Moisés definitivo (tipología), como está claro en 2, l Jss, 4, Is y 5, J, no sólo no
hay indicios de que los discursos constituyeran una suerte de Pentateuco, sino
que debemos cuidarnos de forzar los textos en esquemas prefabricados.
35 En Me 1,1] la voz del ciclo dice "Tú eres mi hijo... ", pero Mateo escribió "Éste
es mi hijo ... ", para ser oído por todos. En 7,2\ y 26,29 Mateo añadió la referen-
cia a Dios como "mi padre". Contrario a su costumbre de evitar usar el nombre de
Dios, en el juicio en el sanedrín Jesús es conjurado en Mt a decir si es "el hijo de
Dios" (26,63; Me lee "hijo del Altísimo"). Estos textos muestran la intención de
Mateo de resaltar que Jesús es "el hijo de Dios".
313
 EVANGELlO SEGUN MATEO
Es instructiva la manera en que Mateo citaba pasajes del AT adaptándo-
los a su intención catequética o apologética. Así, por ejemplo, en 1,23 citó
Isa. 7,14, que en su contexto original trataba de un anuncio al rey Ajaz en el
s. VIII, "sobre una doncella que está en cinta", del que el autor se valió para
anunciar a José en sueños mediante la presencia de un ángel, la concepción
de Maria (1, I 8-25). Además cambió la segunda persona singular del original
("lo llamarás tú") a la tercera plural ("!o llamarán") por la obvia razón de que
el nombre de Jesús no fue Emmanuel. Al revés, en el relato de la entrada
triunfal de Jesús a Jerusalén, Mateo citó Zac. 9,9 donde se menciona "una
asna y su pollino" y adaptó el relato al texto bíblico de manera que Jesús
entra ¡montado sobre dos animales (21 ,2ss)! En 2,6 Mateo dice citar a "el
profeta" pero el texto viene de la yuxtaposición de Miq. 5,1 Y2Sam. 5,2. Hay
textos en el AT que no tienen ninguna referencia mesiánica, pero que han
sido citados por Mateo como si fueran profecías: en 2, 17s cita Jer. 31,15, que
se refería al exilio de Babilonia, como si fuera "lo anunciado por el profeta"
sobre la matanza de los inocentes. En 13,35 Mateo citó el Sal. 78,2 como si
fuera un anuncio de "el profeta", cuando en realidad es una declamación. Y
en 27,9 Mateo dice citar a "el profeta Jeremías" en relación a las treinta
monedas, cuando corresponde a Zac. 11,12 y era una queja profética, no un
vaticinio. Todo esto revela que la intención de Mateo no era guardar fideli-
dad a estos textos como tales, sino apuntalar la convicción de que Jesús
era el profeta anunciado por Dios y esperado desde antaño.
Pero Jesús es también el "maestro" (usado 40 veces, de un total de 59 que
encontramos este título en todo el NT). Y es que, como vengo diciendo, Mt
es una obra catequética. Los judíos se dirigen a los discípulos refiriéndose a
Jesús como "su maestro" (9,11; 17,24): Jesús no es un maestro como los de
los judíos. En efecto, los cristianos tienen "un solo maestro, el Cristo" (23, 1O).
El reino de los cielos
El reino de Dios (o de los cielos"), tema central de Jesús mismo, ha sido
resaltado en particular por Mateo". Es una realidad celestial pero que empie-
)e, Como buen judío, como lo fue Jesús, Mateo evitaba usar el nombre de Dios,
razón por la que sistemáticamente mencíonaba el reino como "de los ciclos" en
lugar de "de Dios".
37 La expresión, poco común en el judaísmo de su tiempo, fue usada con cierta
frecuencia por Jesús. Trae a la mente la esperanza mesiánica judía, asociada a
314
TEMÁTICA
za aquí ("venga a nosotros tu reino"), y alcanza su plenitud solamente en el
futuro divino. Ésa era en esencia también la esperanza judía, aunque según
ellos sería una realidad sustancialmente política, una institución en un terri-
torio, la restauración de la gloria davídica. Esta estrecha relación entre pre-
sente y futuro, terrenal-celestial, se observa en los diferentes dichos sobre el
reino de Dios, algunos acentuando más el momento presente-terrenal (p. ej.
4,17; 6,33; 12,28), otros su plenitud futura (p. ej. 5, 19s; 8,11s: "entrar en el
reino"). Las parábolas en el cap. 13, que constituye el mero centro de Mt, lo
presentan como una realidad dinámica: ya sembrada pero en proceso de
crecimiento. Por eso la importancia y el énfasis en la vigilancia (24,27-25,30).
Pero también el primer discurso (cap. 5-7: proclama) y el último (cap. 24-25:
consumación) están dedicados al reino de Dios. Como vemos, el "reino de
Dios (cielos)" era tema de especial importancia para Mateo". El suyo es "el
evangelio del reino" (4,23; 9,35; 24,14).
Al reino de Dios "se entra" (5,20; 7,21; 18,3; 19,23s) ya aquí, en este
mundo, mediante una conversión y una conducta consecuente: "venga tu
reino" se concretiza en "hágase tu voluntad en la tierra". La ética del reino
está expuesta en el Sermón del monte. El corazón de la misma es el amor que
incluye al enemigo. Esa es la "justicia mejor" (5,20)39, y esa es la "perfección"
(5,48), expresada en "la regla de oro" en 7,12. La ética expuesta por Mateo
sigue en buena medida el clásico esquema judío de la retribución divina:
David. En boca de Jesús no se refería a una situación política, sino como el
reinado de Dios en realidades concretas. Sus rasgos son los que Jesús destacaba
a través de sus enseñanzas y su praxis: compasión, fraternidad, perdón, en una
palabra el amor incondicional e irrestricto, sin discriminaciones ni limitaciones.
Para más detalles vea un diccionario bíblico o un estudio de teología bíblica, p. ej.
.J.M. Castillo, El reino de Dios, Bilbao, 1999, y el incisivo estudio de A. Gonzá-
lcz, Reinado de Dios e imperio, Santander, 2003. Una resumida visión panorámi-
ca es la de Y-M. Blanchard et al., Evangelio y reino de Dios (CB 84), Estella,
1995.
JX Mateo ha sido quien empleó la expresión con más frecuencia (55 veces, de las
cuales 15 fueron introducidas por él-no vienen de alguna fuente). A veces habla-
ba simplemente de "el reino", otras lo calificaba como "del Padre" (6,10.33;
13,43; 26,29), o "del/lijo" (13,41; 16,28).
1') El concepto de justicia y sus derivados (dikai-) es frecuente en Mt; ocurre 24
veces, y apenas 2 veces en Mc. La ética del reino está esbozada por R. Schna-
ckenburg, El mensaje moral del Nuevo testamento, vol.Il, Barcelona, 1991, pár.
lO.
315

EVANGELIO SEGUN MArEO
premio y castigo". Empieza por una pública declaración de las bienaventu-
ranzas (5,3-11), Yconcluye con unjuicio final universal (anticipado en 7,21-
27; 10,40-42; 13,49s; 18,23-25; 24,42-51 )41 que se resume en la afirmación
final: "éstos irán a un castigo eterno, pero los justos (dikaioi) a una vida
eterna" (25,32-46).
TAREA: ¿Cómo se presenta el "reino de los cielos" en Mt? Liste
textos que lo presentan como una realidad presente, y textos que lo
presentan como una realidad futura. Explique cómo se conjugan en
una sola realidad (notar los tiempos verbales, p. ej. 5,3.10 "de ... es
[presente] el reino"). ¿Qué constituye, en pocas palabras, ese "reino
de los cielos/Dios"?
Ecleslología?
A diferencia de la sinagoga, la iglesia está cimentada en la confesión de
Pedro, cuyo fundamento es Jesucristo confesado como "mesías, hijo de
Dios" (16, I8s). Mateo es el único evangelista que empleó la palabra "iglesia"
(ekklesía: 16,18; 18,17), frecuente en las cartas de san Pablo. Famosa es su
mención en 16,18: "sobre esta piedra edificaré mi iglesia". Notemos que la
iglesia es de Jesucristo (mi iglesia), por tanto no es simple continuidad de la
sinagoga; está constituida por los discípulos de Jesús (28,19)43, Y él estará
con ella "hasta el final de los tiempos" (28,20; 18,18). Jesucristo es elfun-
40 Premio: 5,1 2.19: 6,1. 19-21: 10.41 s; 18,1-5: 19,17.28: 20,16.23 ~ 25.14s5): casti-
go: 5,22; 7,1.21; 13,49s; 22,13: 24,5 L 25,30. Recordemos su famosa expresión
"allí será el llanto y rechinar de dientes" (8, 12; 13,42.50; 22,13; 24,51; 25,30; en
Le sólo en 13,28).
41 El último discurso, cap. 23-25, se orienta al juicio divino, que concluye con el
famoso cuadro del juicio universal en 25,32ss. El Hijo del hombre vendrá como
juez (7,22s; 13,30.41; 16,27; 24,29ss; 25,3 1)
42 Vea esp. M. Diaz Mateos, Ustedes todos son hermanos. La Iglesia en san
Mateo, Lima, 2005; G. Bornkamrn, "Espera del final e Iglesia en el evangelio de
Mateo", en R. Aguirre (ed.), La investigación de los evangelios sinópticos y
Hechos de los Apóstoles en el siglo XX, Estella, 1996,201-239.
43 Es notorio que, más que ningún otro, Mateo empleó con frecuencia la designación
discípulos (40 veces). Jesús se dirige principalmente a sus discípulos. La iglesia
es sustancialmente la comunidad de los discípulos.
316
TEMATICA
damento de la Iglesia (no el "fundador"). La "roca" sobre la que se construye
la Iglesia es la confesión de fe de Pedro: "tú eres el mesías, el híjo de Dios".
Cuando Mateo escribió, la separación del judaísmo ya era una realidad
(8,11s; 21,43; 22,9), Y su obra tenía como uno de sus propósitos aclarar la
identidad de la Iglesia en contraste con la de la sinagoga. De aquí la abun-
dancia de referencias al judaísmo que lo caracterizan.
La tensión entre la comunidad de Mateo y el judaísmo, que ya había
excomulgado a los judíos que confesaban a Jesús como mesías, se revela
por la animosidad adversa del autor: caricaturiza a los fariseos (personas
sinceras, religiosas, apreciadas por el pueblo), habla ocasionalmente de "sus
sinagogas" (4,23; 9,35; 10,17; 12,9; 13,54; 23,34); "sus escribas" (7,29), como
si Jesús no fuera judío". Advierte, además que serán perseguidos por ellos
(10,17.23; 23,34). Interpreta la destrucción de Jerusalén como un castigo
divino por rechazar a Jesús (21,41.44; 22,7; 27,25). Esto ha dejado un cierto
sabor antijudío. Sin embargo, la preocupación primordial de Mateo no era
con respecto al judaísmo como talo sus autoridades, sino al fariseísmo
dentro de la comunidad misma: el legalismo inhumano, la autosuficiencia
excluyente, la búsqueda de papeles de dominación, y la hipocresía en parti-
cular de parte de ciertos cristianos. En la figura de los fariseos están repre-
sentados quienes por sus actitudes se les asemejan dentro de la comunidad.
Como Lucas, Mateo tenía una particular preocupación de aclarar la rela-
ción entre Israel y la Iglesia", entre la sinagoga y la ekklesia. Sin embargo,
Jesús proviene de Israel, es el anunciado "jefe que gobernará a mi pueblo
Israel" anticipado en 2Sam. 5,2 (citado en Mt 2,6). La Iglesia es "el verdade-
ro Israel" (Trilling), el de los que creen en los profetas y tienen fe en el Dios
de la historia que opera en Jesús de Nazaret (cf. 8,10), los calificados como
"ovejas perdidas de la casa de Israel" (10,6; 15,24)46. Los doce apóstoles
44 U. Luz llama la atención al hecho que Mateo nunca habla de "sus fariseos" (Corn.
a Mt, 1,60), de donde se puede pensar que la Iglesia tenía "nuestras sinagogas" y
"nuestros escribas". Mateo habría sido uno de éstos (13,52).
45 Mientras Marcos mencionó Israel sólo 2 veces, Mateo y Lucas lo mencionaron
cada uno 12 veces.
4(, El término casa (oikos) por lo general se usaba para designar a la comunidad, pues
ésta estaba conformada por familias y se reunían como comunidad en casa de
alguien.
317

EVANGELIO SEGÚN MATEO
juzgarán al final a "las doce tribus de Israel" (19,28). El Israel que rechaza a
Jesús es calificado en Mt como "esta generación perversa" (11,16;
12,39.41.42.45; 16,4; 17,17; etc.). La Ley debe ser leída desde el principio del
amor a Dios y al prójimo como lo ha expuesto Jesús; la Ley tiene valor, sí,
pero no en el sentido de los fariseos sino en el de Jesús (5,17-19). Lajusticia
del discípulo debe superar la de los escribas y fariseos (5,20-47).
Por un lado en Mt se exhorta a observar la Ley (5,17-20; 10,5s; 23, 1-3); por
otro lado es re interpretada (5,21-48; 23,4-36). Son notorias las severas críti-
cas a los escribas y fariseos (p. ej. 6,1-18; 23,1-36), maestros de la Ley, a
quienes con frecuencia se califica de hipócritas, y el contraste entre éstos y
los discípulos de Jesús (5,20). Ya vimos que en Mt en particular Jesús es
calificado con frecuencia por los judíos como "maestro". Ente los discípulos
el único que le habla así es Judas (26,25.49). Sin embargo, a los discípulos se
les advierte que "uno solo es su maestro": Cristo (23,8).
Ante la excomunión de la sinagoga, la reacción del cristianismo no fue de
simple resignación. Esto se refleja en las versiones del evangelio de Mateo y
de Juan en particular. Los acérrimos enemigos de Jesús en Mt no son otros
que los escribas y fariseos (los rabinos en tiempos de Mateo). Se reafirma la
infidelidad de Jerusalén al Señor (23,37; cf. 8,10-12). Se redefinen las prácti-
cas y se toma posición frente allegalismo rabínico (5,21 ss; 6,25ss). La "jus-
ticia" del discípulo "debe superar la de los escribas y fariseos" (5,20). Se
critica a los fariseos y sus teólogos (rabinos) en el cap. 23, y se redefine la
lectura de la Ley y los profetas en el Sermón del monte. Finalmente, en el cap.
21 se afirma claramente que a Israel "se le quitará el reino" para darlo a otros
que sí den frutos (cf. 8, I1s). Es así como el "judaísmo" de la comunidad de
Mateo es profundamente distinto del judaísmo de los "escribas y fariseos",
que no hacen la voluntad de Dios (7,21; 12,50; 15,1-9; 21,28-32). Mateo resal-
tó claramente la diferencia con respecto al judaísmo, y puso de relieve la
particularidad de "el verdadero Israel"; es una discontinuidad dentro de la
continuidad.
El verdadero cristiano se reconoce y distingue como tal por sus frutos. El
énfasis en Mt está precisamente en la praxis cristiana -basta recordar los
contrastes con la visión legalista (5,21-48) y ritualista (6, 1-18) judía-o No son
pocas los divergencias con la conducta vivida y enseñada por los escribas
y fariseos (5,20; 7,15-27; 12,33-37; 21,18-22; cap. 23). De aquí también la
318
TEMÁTICA
advertencia sobre la presencia de "seudoprofetas" en la comunidad (¿ju-
deocristianos legalistas al estilo fariseo? cf. 7, 15s; 24,11 s).
TAREA: Delinee las diferencias entre el judaísmo mateanoy eljudaís-
mo de los "escribas y fariseos". Explique la continuidad dentro de la
discontinuidad con "la Ley y los profetas".
El cap. 10 está dedicado a la iglesia como misionera (ad extra), y el 18 a
resaltar algunos aspectos concretos que en ese momento eran importantes
para apuntalar la vida de la Iglesia como fraternidad, lo que supone respon-
sabilidad de unos hacia otros (ad intra). Por eso con cierta frecuencia habla
de "tu hermano" (5,22-24.4 7; 18,15.21; etc.; vea 23,7-10), y de Dios como
"vuestro padre" (5,16.45.48; etc.; 17 veces). Notemos que la iglesia no es el
reino de Dios, sino la comunidad de discípulos que va creciendo en el rnun-
do, y "va haciéndose reino".
Los cristianos son "discípulos" tmathétés¡ de Jesús. Mateo empleó este
término con notable frecuencia" y con una connotación clara, la de su sen-
tido literal: aprendiz, oyente, estudiante. Ser cristiano es ser discípulo, pero
no solo como aprendiz sino también como acompañante de Jesús, haciendo
"la voluntad del Padre" (7,21; 12,50; 21,28-32) Y como misionero: "vayan y
hagan discípulos míos" es el encargo final (28,19).
Los discípulos, por serlo de Cristo, han de vivir como hermanos: "todos
ustedes son hermanos" (23,8-12); éste es un rasgo distintivo del verdadero
Israel". Los que dirigen la comunidad deben distinguirse de los escribas y
fariseos: no han de buscar los primeros puestos, ni pontificar, ni aceptar
distintivos (rabbi, padre), ni que los saluden por las plazas (6,2.5; 23,1-12).
De aquí las reiteradas advertencias y exhortaciones a no buscar encumbrar-
H 72 veces, en contraste con Marcos que lo usó 46 y l.ucas 37 veces. Vea U. Luz,
"Los discípulos en el evangelio de Mateo", en R. Aguirrc (cd.), La investigación
de los evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles en el siglo '>':X, Estella,
1996,241-276.
49 Mateo empleó 34 veces el vocablo "hermanot.s)", en contraste con Me que lo usó
17 veces y Lucas 21 veces.
319
 EVANGELIO SEGUN MATEO
¿CÓMO LEER MT?

se: el que quiera ser el primero, actúe como servidor (18, 1-4; 20,20-28; 23,5.lls).
contra los "escribas y fariseos" de su tiempo. Cuando en Mt Jesús se dirige
El cap. 18 está íntegramente dedicado a aspectos de la vida comunitaria
a sus discípulos, el evangelista estaba pensado en la comunidad receptora
fraterna. A diferencia del judaísmo, la iglesia se distingue por anteponer la
de su obra. Por eso, por ejemplo, las instrucciones para los misioneros van
fraternidad a la institucionalización jerárquica.
seguidas de advertencias sobre el trato al que se exponen, trato que corres-
ponde a las experiencias ya en tiempos de Mateo (10,5-15.16-22); igual hay
que decir del cap. 18 dedicado a aspectos de la vida comunitaria.
D. ¿Cómo leer Mt?

Los evangelios son narraciones, y deben ser leídos primordialmente en

ese nivel, no como tratados teológicos. Son teología narrativa; teología, sí,
¡pero narrativa! (Vea lo dicho al respecto en el capítulo dedicado a Mc). El
"evangelio del reino", como Mateo calificaba su obra, se despliega en la vida
de Jesús narrada a la luz del AT. Esa "vida de Jesús" en Mt tiene como telón
de fondo y como estructura la historia salvífica".

Mt, el evangelio más instructivo (2S, 19), fue escrito para la comunidad
receptora (en Antioquía?), por lo cual debemos leerlo en primer lugar como
un mensaje para ella, y no como un simple reportaje de memorias históricas
de tiempos de Jesús. Recordemos que la preocupación primordial de Mateo,
y la razón de ser para escribir un evangelio distinto, eran de orden pedagógi-
co y catequético, pensando en su auditorio -no el de Jesús-. Así, por ejem-
plo, el Sermón del monte, tal como está presentado, al igual que los otros
capítulos de discursos, debemos leerlos como dirigidos por inspiración del
Espíritu de aquel que "estará con ustedes hasta el final de los tiempos"
(28,20) a la comunidad mateana. No en vano dejó Mateo entrever esa inten-
ción cuando empezó ese discurso anotando que "se sentó (Jesús) y se le
acercaron sus discípulos, y abriendo sus labios les instruía (imperfecto de
duración) así: ... " (5,1 s).

Jesús hablaba en el evangelio a los lectores de los años SO. Los discípu-
los son la comunidad; la Iglesia la constituyen los discípulos de Jesús. De
igual manera, el cap. 23 debemos entenderlo como advertencias a la comuni-
dad sobre actitudes farisaicas, y no como memorias de invectivas de Jesús

511 Es la impresión primera que todos hemos tenido alicer un evangelio, la de estar
ante una narración de "la vida de Jesús". El aspecto biográfico es el sostén del
evangelio.

320
321
 EVANGELIO SEGÚN MATEO BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía - * Luz, U. El evangelio según san Mateo, 3 vols., Síguerne, Salamanca,

1993-2003. (La introducción a Mt es espléndida).
Aguirre, R. Exégesis de Mateo 27.5 lb-53. Para una teología de la muerte - Mateas, J. - Camacho, F. El evangelio de Mateo, Cristiandad, Madrid,
de Jesús en el Evangelio de Mateo, Eset, Vitoria, 1980. 1981.
- Muñoz Iglesias, S. Comentario al evangelio según san Mateo, Espiri-
- * Aguirre, R. (ed.) Mateo, el escriba cristiano (Reseña bíblica n.2), Verbo
tualidad, Madrid, 1998.
Divino, Estella, 1994.
Schmid, 1. El evangelio según Mateo, Herder, Barcelona, 1968.
Caldevilla, J.J. Jesús el Mesías. Trasfondo mesiánicojudío y novedad
cristiana en el evangelio de Mateo, Universidad Pontificia de Sal aman-
_ * Trilling, W. El evangelio según Mateo, 2 vols., Herder, Barcelona, 1970.
ca,2002.
- * Díaz Mateas, M. Ustedes todos son hermanos. La Iglesia en san Ma-
teo, CEP, Lima, 2005.
- Levine, A.-J. (ed.), Una compañera para Mateo. DDB, Bilbao, 2003.
- Maggioni, B. El relato de Mateo, San Pablo, Madrid, 1982.
Neyrey, J. Honor y vergüenza. Lectura cultural del evangelio de Mateo,
Sígueme, Salamanca, 2005.
- Poittevin, P. le, El evangelio según san Mateo (CB 2), Verbo Divino,
Estella, 1976.
- Quesnel, M. Jesucristo según san Mateo, Verbo Divino, Estella, 1993.
- Rigaux, B. Para una historia de Jesús. Testimonio del evangelio de Ma-
teo, DDB, Bilbao, 1969.
- Segundo, J.L. El caso Mateo. Los comienzos de una éücajudeocristia-
na, Sal Terrae, Santander, 1994.
- Trilling, W. El verdadero Israel. Estudio de la teología de Mateo, FAX,
Madrid, 1974.
- * Schweizer, E. La iglesia primitiva: medio ambiente, organización y
culto, Sígueme, Salamanca, 1974.
* Zurnstein, J. Mateo el teólogo (CB 58), Verbo Divino, Estella, 1987.
Comentarios:

* Bonnard, P. Evangelio según san Mateo, Cristiandad, Madrid 1976.

Galizi, M. Evangelio según Mateo. Comentario exegético-espiritual, San
Pablo, Madrid, 2005.
Gomá, I. El evangelio según san Mateo, 2 vols., Facultad de Teología de
Catalunya, Barcelona, 1980.
Guijarro, S. Evangelio según San Mateo. Texto bíblico, La Casa de la
Biblia, Madrid, 1989.

323

322
 Evangelio según Lucas

La versión de Lucas del evangelio de Jesucristo fue escrita respondiendo

a circunstancias y necesidades diferentes de aquellas de Marcos, y en un
contexto también distinto, como veremos. Es una obra más "académica",
con una percepción teológica desde la perspectiva griega, pero que al mismo
tiempo pone de relieve la dimensión humana de la Buena nueva.

A. Coordenadas históricas

¿Quién fue su autor y qué sabemos de él? ¿A quiénes tenia en mente

como destinatarios y qué le motivó a escribir su particular versión del evan-
gelio? Son preguntas a las que intentaremos dar respuestas.

El autor

Al Igual que los otros, el autor de esta versión del evangelio tampoco se
identificó. Desde temprano fue asociada a un tal Lucas, nombre precisado en
el epígrafe: "evangelio según Lucas", Este personaje, que es también el
autor de Hechos de los Apóstoles. es tradicionalmente asociado con san
Pablo, basándose en Co14, 14; Flm 24 y 2Tim 4, 11 , como en otros textos que
mencionan a un tal Lucas cercano al apóstol, y en una lectura literal de los
pasajes escritos en primera persona plural (nosotros) en Hechos (16,10-17;
20,5-15; 21,1-18; 27,1-18,16) que narran viajes de Pablo, de donde se deduci-
ría que el autor estuvo con él.

El primer testimonio, ajeno a los textos bíblicos, que asoció al autor del
evangelio con san Pablo es el de san Ireneo, quien hacia fines del siglo 11
escribió: "Lucas, el compañero de Pablo, escribió el evangelio que éste pre-
dicaba" (Adv. haer. 3,1.1; cf. 3,14.1; Eusebio, H.E. 5,8.3), afirmación que se
basa en los textos mencionados. Eusebio de Cesarea reportó que, según
Clemente de Alejandría (segunda mitad del S. 11), Lucas había sido secretario
de Pablo (H.E. 6,14.2; cf. 3,4.6).

325
 EVANGELIO SEGlJN tUCAS
Esas asociaciones han sido cuestionadas en razón de una serie de obser-
vaciones y aporías. La relación entre "Lucas" y Pablo es relativamente fácil
de establecer, en función a los escritos de ambos. Si Lucas hubiese sido
compañero de Pablo, una comparación de la teología y la cristología de
ambos debería mostrar ciertas afinidades, al menos con los elementos cen-
trales de la predicación paulina, cosa que no encontramos. Si Lucas fue
compañero de Pablo, esperaríamos que estuviera mejor informado sobre sus
viajes y actividades misioneras, cosa que tampoco encontramos en Hechos.
La exposición del importante encuentro en Jerusalén que ambos mencionan,
por ejemplo, es notablemente diferente (Hch 15; Gá12, 1-1O). Lucas no hizo
mención alguna de las cartas paulinas y le niega a Pablo el título de "após-
tol", que le era muy importante (cf. ICor 1, I ; 9, I s: 15,9; etc.). Lucas, que se
sentía cercano a Pablo y por eso le dedicó la máxima atención en Hechos. se
basó en tradiciones sobre Pablo, pero no estuvo con él'. No extraña enton-
ces que el perfil de Pablo según Hechos contraste considerablemente con el
de las cartas, y que fuese la tradición cristiana la que asociara al autor del
tercer evangelio con Pablo basándose en los textos mencionados (los cita)'.
Por tanto nos encontramos en un círculo vicioso en el que el valor histórico
de la relación entre ambos es cuestionable.
Pero, ¿qué decir del argumento que en Hechos el autor escribió usando la
primera persona plural ("nosotros ... ") como si hubiese sido compañero de
viajes de Pablo? Sin entrar en una extensa discusión, valgan unas observa-
ciones elementales. Es solamente durante los viajes por mar que Lucas
empleó el "nosotros", que si se juntan dan un itinerario (16,10-17; 20,5-15;
21,1-18; 27, 1-28,16). Sin embargo no lo empleó cuando narra los viajes y las
peripecias, incidentes, diálogos e intercambios de Pablo por tierra. ¿Por qué
listó lugares por donde pasaba sin detenerse en detalle o incidente alguno
salvo fugaces excepciones? Sorprende que no hiciera mención de los "tres
Vea al respecto, ampliamente, E. Arens, Serán mis testigos, Lima (CEP), 1996,
cap. 14.
A lo dicho se suma el hecho que la carta 2Timoteo, que nombra a un tal Lucas en
4,11 como "el único que está conmigo" en la prisión de Pablo en Roma, empalma-
ría con la conclusión de 1lechos: Pablo estuvo preso en Roma (llch) y Lucas lo
acompañaba (2Tim). Sin embargo, 1Tim no hace alusión alguna a un contexto de
cárcel, y es sabido que 2Tim es un plagio con cambios de 1Tim (como 2Tes lo es
de 1Tes).
326
COORDENADAS HISTÓRICAS
naufragios, pasando un día y una noche en medio del mar" indicados por
Pablo en 2eor 11,25. Por otro lado, el cambio repentino de primera a tercera
persona y viceversa se encuentra con cierta frecuencia en el AT (pensemos
en los Salmos), además de "Hechos" apócrifos como los de Tomás, Pedro y
Juan, pues era frecuente en la antigüedad recurrir como artificio literario al
"nosotros", especialmente en travesías y guerras, para hacer que el lector se
sienta cercano a los hechos, dando la sensación al lector de estar ante un
testigo presencial. Estamos ante un recurso retórico con fines parenéticos,
no un recuerdo biográfico, con el que se nos invita a asumir el espíritu
misionero de Pablo}.
¿Quién era Lucas? El nombre, LuciuslLoukas era bastante común en el
mundo grecorromano (cf. Hch 13,1; Rom 16,21). No siendo un nombre judío,
podemos suponer que de nacimiento fue pagano, por tanto un converso.
Dado su buen conocimiento del AT y del judaísmo, podemos aventurarnos
a pensar que antes de ser cristiano había sido judío, o quizás "temeroso de
Dios" o tal vez prosélito atraído por el judaísmo. Del prólogo de su evangelio
sabemos que se trata de un cristiano de la tercera generación (no estuvo con
Jesús ni apóstol alguno), es decir no fue un testigo presencial (vea Le 1,1-3);
que era una persona culta y leída, que se nutrió de testimonios de otros para
poder escribir sus obras.
La descripción más antigua de Lucas que tenemos proviene del llamado
Prólogo antimarcionita, del siglo III: "Lucas era sirio, deAntioquía, médico
de profesión, discípulo de los apóstoles y luego seguidor de Pablo hasta su
martirio. Sirvió al Señor sin desfallecer, sin esposa ni hijos. Murió a la edad
de 84 años en Boecia lleno del Espíritu Santo... Aunque ya existían evange-
lios, aquel según Mateo, escrito en Judea, y aquel según Marcos en Italia,
movido por el Espíritu santo compuso este evangelio íntegramente en las
regiones de Acaya.... Más tarde ese mismo Lucas escribió los Hechos de los
Apóstoles". El valor histórico de esta descripción es discutible y su origen
incierto. Además de esta, existen otras tradiciones sobre el autor del tercer
evangelio, algunas de ellas haciéndolo una suerte de confidente de María y
pintor de un retrato de la Madona. ¿Qué sabemos con cierta seguridad sobre
él?
Para una discusión detallada, vea E. Arens, op. cit., cap. 15.
327
 EVANGELIO SEGUN LUCAS
Sea quien fuere Lucas, era un hombre netamente helénico, de mentalidad
y cultura griega. Esto se deduce tanto del nombre como de su gran familiari-
dad con el mundo grecorromano. La tradición antigua y algunos exegetas
afirman que era natural de Antioquía, lo que explicaría la cantidad de tradicio-
nes de ese lugar que incluyó en Hechos. Lucas se movía en un mundo
cosmopolita, y debió ser un hombre receptivo a las diferentes etnias, cultu-
ras y posiciones sociales. Vivía en un lugar donde había gran actividad
adm inistrativa y comercial, y desde donde era fáci I viajar por mar. El autor de
este evangelio conocía la manera en que se dividían jurídicamente los territo-
rios así como el manejo poi ítico, pues evidentemente estaba bien familiariza-
do con la administración de justicia y los cargos públicos. Pero no conocía
Palestina",
El conocimiento del griego y el vocabulario de Lucas son notables, lo que
hacen de él un hombre culto y educado". Su manera de presentar el evange-
lio, y el propósito narrativo que menciona colocan a Lucas en la tradición
grecorromana, no judía. Sin embargo, un rasgo llamativo es su familiaridad
con la Biblia, en su versión griega, a tal punto que no sólo la citaba sino que
incluso ocasionalmente imitó su estilo (Le \-2). Estaba bien informado acer-
ca de las costumbres, estructuras y religión judías; conocía bien el Templo
(¿estuvo allí?); se interesaba por asuntos relacionados con la religión judía,
y resaltaba la importancia de Jerusalén, pero a su vez también simpatizaba
con los samaritanos.
Todo eso nos lleva a sospechar que, antes de ser cristiano, Lucas había
sido un judío de la diáspora, aunque no se excluye que haya sido un gentil
Desconoce la topografía y el clima (4,29; 9,10; 12,55; 21.29), las costumbres
(6,29; 7,14; 8,5s), y la manera palestina de construir casas (5,19; 6,47ss).
Es tradicional afirmar que Lucas fue médico, para lo cual se remite a Col 4,14
("les saluda Lucas, el querido médico") y se suele sustentar con las descripciones
bastante precisas, aunque breves, de diversas enfermedades mencionadas en sus
obras. Esto, sin embargo, solamente revela que se trataba de una persona culta,
suficientemente bien informada. Con ese mismo raciocinio se podría afirmar que
Lucas fue abogado, pues conocía muy bien los procedimientos legales y jurídi-
cos, incluso parece que le interesaban sobre manera. Hay que recordar que la carta
a los colosenses no es de Pablo mismo, sino de un discípulo suyo, y no es seguro
que el Lucas allí mencionado sea el mismo quc el que escribiera el evangelio y
Hechos. Después de todo, se trata de un nombre bastante común.
328
COORDENADAS HISTÓRICAS
cercano al judaísmo, de aquellos "temerosos de Dios". Sin embargo, en su
versión del evangelio, en particular, observamos que dejó de lado o redujo
muchas de las discusiones de Jesús con las autoridades judías sobre cues-
tiones tocantes a la Ley y a las tradiciones judías que encontramos en Me (y
en Mt), lo que ha llevado a algunos estudiosos a sostener que Lucas habría
sido más bien de origen pagano. Notemos que, en Le 4,15; Hch 13,5 y 14,1, al
referirse a las sinagogas lo hace como alguien ajeno a ellas: "sus sinagogas",
"laís) sinagoga(s) de los judíos". Como sea, si nació gentil y luego se convir-
tió al judaísmo antes de ser cristiano, no es posible saberlo con certeza.
Lucas repetidas veces dejó la impresión de que el cristianismo era bien
visto por las altas autoridades romanas, pues en Lc-Hch no sólo no tenían
nada que objetar sino que inclusive lo defendían. Es notorio el número de
centuriones destacados por Lucas, incluida la conversión de uno, Camelia,
narrada ampliamente en Hch 10. Lucas mostraba particular interés en los
poderosos y ricos, a quienes tuvo en mente especialmente en su versión del
evangelio, exhortándoles de múltiples maneras a compartir sus bienes. Todo
esto revela que el estrato social al que pertenecía era más bien alto que bajo;
que era un hombre socialmente bien situado.
Es muy probable que Lucas fuese una persona muy importante en la
comunidad para la cual escribió sus obras. No sabemos qué función tenía o
qué cargo ocupaba, pero debió haber sido alguien de reconocida autoridad;
por eso se dirigía a la comunidad de Teóf lo con la confianza propia de
alguien que tiene una voz autorizada.
Los destinatarios
Este es el único evangelio donde se explicita para quién escribió el autor:
Teófílo (1,3). ¿Quién era Teófilo? ¿Escribió Lucas una obra tan extensa para
uso particular de una sola persona o para una comunidad? Por ser "Teófilo"
un nombre teofórico (theós + philos = amigo de Dios), algunos piensan que
no se trataba de una persona concreta sino que es un calificativo para deno-
minar a quien es "amigo de Dios", aplicable a cada miembro de la comunidad.
Pero ésta sería una forma extraña y excepcional de referirse a los cristianos,
y puede uno bien preguntarse si los destinatarios reales lo comprenderían
así. Lo más probable es que se tratara de una persona real, y así lo entiende
la mayoría de estudiosos. Era un cristiano ya iniciado, por eso Lucas no
329
 EVANGELIO SEGUN LUCAS
necesitaba explicar el vocabulario y los conceptos propiamente cristianos
que empleaba en sus obras.
De Teófilo, cuya identidad está rodeada de leyendas y suposiciones, no
sabemos prácticamente nada, salvo que el nombre es griego, y además teo-
fórico, lo que sugiere que no habría sido pagano ~a menos que fuese el
nombre que asumiera al ser bautizado-.
Algunos piensan que Teófilo podría haber sido el patrocinador o mece-
nas que apoyó económ icamente a Lucas para que pudiese escribir sus obras.
Sin embargo, es dudoso que fuera simplemente el patrocinador de Lucas a
quien éste dedicaba su versión del evangelio (y luego Hechos), ya que al
exponer su propósito al inicio le comunica que lo escribía "a fin de que
conozcas bien la solidez (o confiabilidad) de las enseñanzas que has recibi-
do" (1,4). En otras palabras, la razón para escribir era la necesidad para
Teófilo de ser reafirmado y enriquecido en la catequesis que recibió, y que,
como responsable de la comunidad, debía de compartir con ella.
El título empleado por Lucas al dirigirse a Teófilo en 1,3 es sumamente
revelador: "ilustre (krátistos) Teófilo", Es el mismo título que en Hechos
emplearon el tribuno Claudia en el prescrito de su carta al procurador Félix
(Hch 23,26), el orador Tértulo al dirigirse al mismo Félix (24,3), y más tarde
Pablo al responder al procurador Festo (26,25). Se trata de un título de cate-
goría social que expresaba el reconocimiento de la posición de autoridad y
superioridad del interlocutor. Por lo tanto, es muy probable que Teófilo fuese
un líder de la comunidad (si no e/líder) o, por lo menos, una persona muy
importante e influyente en ella, conocida de Lucas. A éste dirigió sus dos
obras, el evangelio y luego Hechos (1,1).
De lo dicho se desprende que los escritos lucanos no tenían como desti-
natario exclusivamente a Teófilo. Él era pars pro toto; en su persona se
dirigía Lucas a la comunidad de la cual era responsable. De hecho, los temas
y las preocupaciones expuestos son propios de un grupo, no de un individuo.
¿Qué sabemos acerca de la comunidad de Teófilo? Que estaba compuesta
de un buen número de cristianos provenientes del judaísmo, y de una consi-
derable proporción de cristianos procedentes del paganismo (gentil-cristia-
nos). Es difícil saber con certeza cuál de los dos grupos era el predom inante.
330
COORDENADAS HISTÓRICAS
En favor de la suposición de que el grupo predominante era el gentil-
cristiano está el hecho de que, en su versión del evangelio, Lucas dio prefe-
rencia a títulos usados para referirse a Jesús que eran significativos a los
oídos paganos, no a los judíos, p. ej. Señor (kyrios) y preceptor (epistates),
en lugar de maestro (rahhi: Le 18,41 /Mc 10,51; Le 9,33/Mc 9,5); padre en
lugar de abba (Lc 22,42/Mc 14,36). Más significativo es el hecho que dejó de
lado cuestiones de interés sólo para personas provenientes del judaísmo.
Por otro lado, las dataciones en 2,1 s y 3,1 se refieren a gobernantes romanos,
lo que indica, al igual que otras referencias al imperio, que el autor veía al
mundo romano con ojos positivos. Más aún, las autoridades romanas siem-
pre aparecen en la pluma de Lucas favorables al cristianismo. También apun-
taría a un grupo gentil-cristiano la sentencia final de Pablo en Hch 28,28:
"Sepan que a los gentiles ha sido enviada ya esta salvación de Dios y ellos
escucharán", que muy probablemente corresponde a una realidad en tiem-
pos de Lucas y Teófilo, Ellos acogieron la "salvación de Dios". En Hechos,
además, hay un claro interés por la predicación a los gentiles.
En favor de la suposición de que el grupo predominante era de origen
judío, está el espacio que Lucas dedicó, por ejemplo, a la asamblea en Jeru-
salén (Hch 15), en la cual puso de relieve una actitud conciliadora hacia la
genti 1idad por palie de 1"í udaísrno", es decir, los j udeocristianos. Que tuvie-
se en mente a un público judeocristiano explicaría por qué Lucas, a todo lo
largo de Hechos, destacó que la predicación empezaba siempre por los ju-
díos, como tambíén hizo Jesús yendo primero a la sinagoga (Le 4). También
quedaría claro por qué presentó a la Iglesia como el verdadero Israel, firme-
mente anclada en la historia del pueblo elegido, absolutamente fiel a los
designios divinos, en la cual se cumplen las promesas hechas a los patriar-
cas y reiteradas por los profetas. De tratarse de una comunidad predominan-
temente de origen judío se comprendería por qué Lucas presentó a Pablo
como unjudío a carta cabal y defendió su fidelidad a los designios del Señor.
Así mismo, Lucas podía hablar de los samaritanos sin tener que explicar cuál
era su relación con los judíos si su público era judío, que por serlo ya lo
sabría. Finalmente, sería comprensible que fueran judeocristianos quienes
se preguntaran cómo pueden los gentiles ser herederos de promesas hechas
por Dios al pueblo de Israel. No obstante, todas estas descripciones eran
necesarias, pues siendo Jesús un judío, Lucas necesariamente debía remitir-
se al entorno cultural en el que había predicado pues, ¿de qué otra manera
podría haber entendido el mundo pagano la idea de un único Dios?
331
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
Visto todo lo expuesto, es probable que la comunidad fuera predominan-
temente de origen pagano, gentil, con profundas raíces helénicas, como lo
fueran Teófilo y Lucas mismos. El autor y los personajes principales de sus
dos obras, Jesús y Pablo, simpatizan notablemente con los gentiles. En He-
chos una y otra vez se destaca que los judíos rechazaban el evangelio,
inclusive perseguían a los misioneros, y en cambio los gentiles lo aceptaban.
Concluye con la lapidaria afirmación: "Sepan (auditorio judío) que a los
gentiles ha sido transferida esta salvación de Dios, y ellos escucharán"
(Hch 28,28). Aunque el grupo de origen judío fuese minoritario en la comuni-
dad, que en todo caso vive en la diáspora, éste tendría un peso específico
por su herencia histórico-salvífica. Después de todo, la salvación no es
exclusivamente para los judíos. Como buen helenista, Lucas evidencia una
visión universalista e histórica. Sabía que las raíces del cristianismo se hun-
den en el judaísmo, cuna de Jesús y los apóstoles, razón por la que citaba
con frecuencia el Antiguo testamento. El origen de esa historia la remontó
Lucas a Adán, no como Mateo que se remitió a Abraham (Le 3,23-38; cf. Mt
1,1-17).
Socio-económicamente, la comunidad incluía a un buen grupo de perso-
nas acomodadas, y una notoria proporción de «pobres», que vivían ajusta-
da, si no precariamente. Por eso la notoria preocupación del Jesús lucano
por los pobres y las advertencias a los ricos (vea abajo).
Lugar de composición
Es usual pensar que el evangelista escribió en el lugar donde vivían los
destinatarios de su obra. Sin embargo, es más lógico suponer que, si escri-
bió, lo hizo porque no era posible comunicarse oralmente con ellos y había la
necesidad de un texto escrito. En el caso de Lc-Hch, es de suponer que
Lucas escribió desde una ciudad distante de aquella donde vivía Teófilo,
dado que se dirigió a éste y su comunidad.
Una serie de indicadores apuntan a Roma como el posible domicilio de
Lucas. Es la opinión de san Ireneo (Adv. haer. 3,1.1; 14.1; cf. H.E. 2,226) y de
san Jerónimo (De vir. 7), entre otros. Es allí donde concluyó Hechos, con
Pablo predicando "con toda valentía y sin obstáculos" (28,31), a pesar de
que supuestamente estaba preso. Lucas mostró estar bien enterado del des-
tino de Pablo y que conocía Roma; las precisiones que ha dado sobre ambos
son notables.
332
COORDENADAS HISTÓRICAS
¿Y la comunidad receptora, la de Teófilo? Una serie de indicios apuntan a
Éfeso: (1) Es el lugar de mayor preeminencia en Hechos, aparte de Jerusalén.
(2) Es la única comunidad de la que Lucas menciona que tuvo un "Pentecos-
tés": 19,6s (note que se trata de "unos doce hombres", que nos recuerdan la
experiencia de Jerusalén). (3) El discurso más importante de Pablo es su
testamento, dirigido en Mileto a los ancianos (autoridades) de Éfeso; es el
único dirigido a una comunidad cristiana. (4) Lo que en Hch 20,28-30 leemos
a modo de advertencias de Pablo acerca del futuro, ya era una realidad
cuando, décadas más tarde, en nombre suyo se escribió la carta primera a
Timoteo, destinada precisamente a Éfeso (1 Tm 1,3).
Fecha de composición
Lucas empleó el texto de Me, que fue escrito en tomo al afio 70, para
redactar su propia versión del evangelio. En 21,24 aludió expresamente a la
masacre en ocasión de la toma de Jerusalén por los romanos en el afio 70:
"Caerán al filo de la espada y serán llevados cautivos a todas las naciones"
(vea 13,34s; 19,41-44; 23,28-31). Por lo tanto, Le fue escrito algunos afias más
tarde". Según el arriba citado Prólogo Antirnarcionita, Le fue escrito después
de Mt, pero fue compuesto antes de Hechos de los Apóstoles, que es su
segunda parte, redactada antes de los hostigamientos de cristianos en Asia
Menor hacia fines del reinado de Dorniciano (81-96). De hecho, Lucas no
presentó ninguna recriminación hacia las autoridades romanas; más bien
simpatizaba con ellas. No conoció la colección de cartas paulinas (hacia el
afio 100). Eso nos ubica entre los afias 70 y 90. La mayoría de estudiosos
piensan que Le se escribió en la década del 80.
Es opinión común que Hch fue escrito antes de la muerte de Pablo, vale decir,
hacia el año 64, puesto que Lucas concluyó Hechos con Pablo predicando en
Roma. Para muchos resulta impensable que, de haberlo sabido, Lucas no narrase
la muerte de Pablo. Estas opiniones reposan en la suposición de que Hechos es
una crónica y que pertenece al género literario historia. Sin embargo, Lucas había
dejado entrever en el discurso en Mileto que sabía que Pablo había muerto: "ya
no verán más mi rostro" (20,25; cf. v.38 y 21,13). El final con un Pablo predican-
do "sin obstáculos", a pesar de haber ya muerto, como el abrupto final en Me,
tiene por finalidad pasar la posta de continuar la tarea inconclusa a la comunidad
receptora de la obra (cf. E. Arens, op. cit., cap. 17).
333
 EVANGELIO SEGlJN LUCAS
B. La obra literaria
Todo escritor tiene su estilo propio, que refleja su personalidad y su
temperamento. Pero no sólo esto es revelador, sino también la manera en que
trabaja sus fuentes; la organización de los capítulos que orgánicamente
unidos constituyen la obra, así como el modo en que desarrolla la trama,
pues en éstos se reflejan los aspectos que eran importantes para el autor y el
propósito que tuvo para escribir su obra.
Composición
El autor expresamente escribió en el prólogo que "después de haber
investigado con cuidado todos esos sucesos (que se han cumplido entre
nosotros) desde su origen, he decidido escribírtelos ordenadamente ... " (1,3).
Lucas se alimentó de testimonios y fuentes diversas, algunas de ellas en
forma escrita, como díce expresamente: "muchos emprendieron el trabajo de
componer un relato de los sucesos ... " (1,1 s). Entre éstas estarían Me y Q
además de las tradiciones orales y quizás algunas escritas, que designamos
como "L". La cuestión de las fuentes está relacionada a la cuestión sinóptica
(vea la Introducción general). Más de un tercio de la obra de Lucas tiene un
origen distinto al de Me y Q.
Como indicó en su prólogo, Lucas se propuso presentar su obra "orde-
nadamente". En efecto, reordenó algunas escenas de Mc para presentar una
secuencia más lógica, p. ej. la escena en la sinagoga de Nazaret la puso al
inicio de la misión de Jesús (4, 16-30/Mc 6, 1-6), de modo que se comprendie-
se mejor la razón por la que se centró en Cafarnaúm que no era otra que el
rechazo a Jesús en Nazaret; la vocación de los primeros discípulos la situó
después de la primera actividad de Jesús haciendo así más verosímil su
aceptación(5,1-Il/Mc 1,16-20).
Con respecto a Me, Lucas siguió bastante fielmente la secuencia de epi-
sodios y respetó sus formas de presentar su material-lo que no le cohibió de
introducir sus acentos propios-, pero optó por abreviar los relatos y omitir
perícopas duplicadas (p. ej. la segunda multiplicación de panes en Mc 8, Iss)
o aquellas que no tendrían interés para una comunidad de origen gentil (p. ej.
la explicación sobre Elías en Me 9,9-13). Eso no significa que no haya retoca-
334
LA OBRA LITERARIA
do Me (y Q) estilísticamente. El material que provenía de otras fuentes, lo
intercaló sin por ello alterar el orden de Mc 7 • Al igual que Mateo, introdujo
un vasto relato de la Natividad y una genealogía de Jesús, para concluir con
los relatos de las apariciones del resucitado.
El enfoque o la intención de Lucas al redactar su versión del evangelio, él
mismo lo deja entrever en su prólogo: 1) que proporcione la necesaria "soli-
dez de las enseñanzas" recibidas hasta entonces, y 2) que éstas estén con-
textualizadas en la trama de la vida del Maestro (cf. 2,ls; 3,1). El autor
quería ser "servidor de la palabra" (1,2) preservada en la tradición de la
Iglesia, de la que era heredero.
Como lo anunció en su prólogo, Lucas empezó con la intención de hacer
una presentación histórica de Jesús por lo menos en los primeros capítulos.
Paulatinamente fue tomando un giro más bien teológico pues fue abando-
nando el cuidado por especificaciones de coordenadas geográfico-tempora-
les. A este giro probablemente contribuyó el hecho de que no tenía los datos
necesarios que le permitiesen hacer una obra de carácter histórico; no los
encontró en Mc y las demás tradiciones acerca de Jesús, que no se preserva-
ban tanto por un interés histórico como por su relevancia existencial-salvífi-
ca. Por eso termina Le siendo una obra que se dirige a intereses más apre-
miantes de corte catequético-instructivo, que son los indicados al inicio: "a
fin de que conozcas la solidez de las enseñanzas recibidas" (1 ,4). La mención
de un censo en tiempo de César Augusto (2,1-3), con el que Lucas asoció el
nacimiento de Jesús, apunta en esta dirección, ya que no concuerda con lo
que sabemos por otras fuentes más confiables", De hecho, el Leitmotiv o
fuerza dominante en Le no es la facticidad sino la significación salvífica de
los hechos, con miras a consolidar la fe de la comunidad de Teófilo.
Hay ocho trasposiciones significativas de -naterial de Me en Le, todas ellas
comprensibles: la prisión del Bautista (3, 19s) la visita de Jesús a Nazaret (4, 16ss),
las primeras vocaciones (5, Iss) y la elección de los Doce (6, 12ss), los parientes
de Jesús (8, 19ss), la parábola de la semilla de mostaza (13, 18s: Q7), el anuncio de
la traición de .ludas (22,21 ss) y cl orden del interrogatorio en el sanedrín (22,54ss).
Cf. W. Trilling, Jesús y los problemas de SI: historicidad, Barcelona, 1970, cap.
11.1; .1.1'. Meier, Unjudio marginal, t.I, Estella, )998, cap. 11.
335
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
Que la intención dominante es teológica se desprende del hecho que
Lucas concentró su material instructivo en un largo bloque que presenta a
Jesús de viaje hacia Jerusalén, que se extiende desde 9,51 hasta 19,27, y que,
imitando el modelo de Me, reunió los materiales según temas (p. ej. las con-
troversias en 11,14-14,24 Y las parábolas de misericordia en cap. 15) y no
según una secuencia cronológica o topográfica, además sin alterar la se-
cuencia de Me (que no es histórica). La intención teológica se observa sobre
todo, como veremos luego, en el predominio de las explicaciones de los
acontecimientos en clave de las Escrituras y de la voluntad de Dios, así
como en la intervención de espíritus y de lo numinoso o sobrenatural. Lucas
es el primer escritor cristiano (que conozcamos) que ha reflexionado cons-
cientemente sobre el sentido de la historia, a la que trata como portadora de
la buena nueva. El evangelio de Lucas es historia teológica.
Rasgos literarios
El autor mezcló lo helénico con lo semítico, haciendo uso de términos y
giros semíticos (semitismos) e imitando la manera bíblica (AT) de narrar
-claramente en los relatos de natividad (Le 1-2)- lo que resulta en mayor o
menor grado en un griego con sabor semítico. Sin embargo, la obra es profu-
samente griega. San Jerónimo, que sabía lo que decía, afirmó que "entre
todos los evangelistas, Lucas se distingue por su admirable conocimiento
de la lengua griega" (Epist. 19,4). De hecho, Lucas hizo gala de un admirable
manejo del vocabulario, con precisión y elegancia. El suyo es un vocabula-
rio muy rico, con muchos términos precisos"; gusta variar su terminología y
evita términos foráneos en lo posible. Aunque no se le puede calificar de
gran literato, sin duda un hombre culto!". Esto se descubre cuando se ven
las mejoras lingüísticas hechas al material tomado de Me, Así, por ejemplo,
cambió los frecuentes verbos en el presente histórico por el más correcto
tiempo pasado, y eliminó los pronombres personales superfluos. En con-
traste con Mc, introdujo adecuadamente las perícopas y cuidó las conclu-
Tiene 2.080 palabras diferentes, de las cuales 715 son exclusivas de Lucas
I o De las 2,055 diferentes palabras usadas en Le (según R. Morgenthaler), más de la
mitad son palabras usadas ya sea solamente por Lucas (971, hapa.x legómena) o
que se hallan una sola vez en otro escrito del NT (335, dis legómena). Es decir
que manejaba un léxico excepc.onal en el NT, sin mencionar la cantidad de giros
lingüísticos propios de Lucas.
336
LA OBRA LITERARIA
siones, dando así una sensación de fluidez, no de yuxtaposición de materia-
les. De hecho, Le es el evangelio con un estilo más uniforme, con menos
desniveles estilísticos que los demás, señal de que ha reescrito práctica-
mente el material que decidió incluir en su obra -lo que dificulta al exegeta
poder determinar qué proviene de su pluma y qué ha sido tomado de su
fuente.
En contraste con la narración en Me, que es vivaz y ágil, Le es una obra
más literaria e impersonal. Por eso evita las preguntas y disminuye los diálo-
gos (cambia el estilo directo al indirecto); evita las redundancias, las pala-
bras superfluas y las exageraciones (frecuentes en Mc).
Es notorio que Lucas escribió proyectando sentimientos, de allí que supo
darle el aire correspondiente a muchos episodios: es romántico en la Anun-
ciación y festivo en la Natividad; es delicado en las escenas con mujeres y
sensible al encuentro con Zaqueo; es serio frente a los fariseos y categórico
en sus advertencias sobre las riquezas; es misterioso en la transfiguración y
sufriente en la Pasión; es solemne en la última cena y en la despedida, y
hierático en la ascensión de Jesús.
Estructura de Le
Prólogo: 1,1-4
A) Venida del mesías: 1,5-2,52
B) Preparación para la misión de Jesús: 3,1-4,13
C) Predicación en Galilea: 4,14-9,50
D) Enseñanzas a sus discípulos camino hacia
Jerusalén: 9,51-19,27
C') Predicación en Jerusalén: 19,28-21,38
B') Pasión y resurrección: 22,1-24,43
A') Partida del mesías: 24,44-53.
El relato de la Natividad constituye un bloque en sí mismo, claramente
delimitado por las coordenadas históricas del inicio de la misión del Bautista
(3, Is). Note los paralelismos entre el nacimiento del Bautista y el de Jesús. Lo
que sigue es la presentación de la actividad de Jesús en Galilea, en la que
destaca la exposición programática de su misión aplicándose la cita de
lsaías en la sinagoga de Nazaret, con la descripción de la reacción del audi-
337
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
torio: "todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación" y
quisieron matarlo, lo que anticipa su destino (4,16-30).
Le 9,51-19,27 es la parte central de este evangelio, que introduce con la
anotación que, "Sucedió que, al cumplirse el tiempo de su elevación
(analémpseós), tomó (Jesús) la decisión irrevocable de ir hacia Jerusalén, y
envió por delante a unos mensajeros ... ", y concluyó la secuencia anotando
que, "cuando terminó de decir estas cosas (tauta), caminaba (Jesús) delan-
te, subiendo a Jerusalén ... ", Lucas reiteró una y otra vez que Jesús estaba
en camino, con la mirada puesta en Jerusalén (10,38; 13,22.31.33; 14,25; 17,11;
18,31; 19,11). En este recorrido, se encuentra el corazón de la narrativa de Le,
conformado por el bloque 13,22-17, l 0, que se inicia con la indicación que
Jesús "atravesaba ciudades y aldeas enseñando y siguiendo su camino a
Jerusalén" y concluye "mientras él iba de camino a Jerusalén ... ", Esta parte
tiene por tema la magnanimidad de Dios hacia los perdidos, que contrasta
con la avaricia humana, resaltada particularmente en la parábola del "padre
misericordioso"!" (15, 11-32).
Debemos destacar el espíritu de alegría que se destila a lo largo de la
narración. Le es el evangelio del gozo, el cual proviene de la actitud de
servicio, y de alabanza agradecida por las maravillas del Señor; es el evange-
lio del Magnificat y el Benedictus (1 ,46ss, 1,68ss), del coro de ángeles en
Belén (2,14) Y del cántico de Simeón (2,29-32.38). Lucas mencionó expresa-
mente la alegría que produjo la Encarnación: en el anuncio a María (1,28), en
la visita a Isabel (1,41.44), en el anuncio celestial a los pastores (2, 10), etc.
TAREA: ponga por escrito en paralelo el relato de la natividad del
Bautista y el de Jesús, y explique por qué ese paralelismo: origen e
intencionalidad de Lucas. Haga una rápida comparación con la nati-
vidad según Mateo, y explique las razones de su diferencia.
11 Mal llamada "del hijo pródigo": la atención está en la actitud del padre. y no se
debe marginar la actitud del otro hijo, fiel a los normas fijadas por el padre. pero
incapaz de perdonar, aceptar y celebrar con su otro hermano, que incluso califica
como "ese hijo tuyo" (v.30).
338
LA OBRA LITERARIA
Latrama de Le
El tercer evangelio es el mejor representante neotestamentario de una
teología narrativa". La fe es expuesta y fundamentada (1,3s) en forma narra-
da, relacional, centrada en la persona de Jesucristo en su caminar por el
mundo. Ejemplo magistral de ello es el relato de la Natividad, donde la actua-
ción de Dios es presentada, casi dramatizada, en forma narrativa (diferente
en Mateo). Desde la primera escena, con la aparición de un ángel a Zacarías
en el santuario, queda claro que no es una historia humana ordinaria. Lucas
puso magníficamente de relieve la confesión de fe de que la venida de Jesús
fue por gratuita iniciativa de Dios, y con fines salvíficos. Otro tanto pode-
mos decir del relato de la Pasión, marcado por motivos teológicos (sobre
todo de Isa. 53), lo que en la literatura se conoce como "historia de mártires".
Lucas es el único autor que presentó la trama de su relato en términos de
designios divinos; todo está previsto y dirigido por Dios. La primera escena
empieza con la aparición de "un ángel del Señor" a Zacarías en lo íntimo del
santuario del Templo (1,11). Antes de haber concluido la lectura de Le, gra-
cias a las voces proféticas que aparecen, al final de los relatos de la Nativi-
dad (cap. 1-2) el lector ya sabe de la misión y el destino de Jesús. La identi-
dad de los personajes principales, Juan y Jesús, ha sido revelada por voces
celestiales antes que las humanas. Esta direccionalidad divina la resaltó
Lucas también mediante su manera particular de citar las Escrituras y sobre
todo por el recurso a la partícula griega dei, que denota necesidad imperiosa
de llevar a cabo algo por algún designio ("es/era preciso que .... ")13. Las
últimas escenas, sin excepción, resumen la vida de Jesús como el recorrido
de un imperativo divino (vea 24,6s.25-27.44-47).
Una parte importante en la trama de Le es el largo viaje de Jesús de Galilea
a Jerusalén, que va desde 9,51 hasta 19,27. Este viaje se encuentra sólo en
Le, y el hecho que el evangelista lo haya incluido (no figura ni en Me ni en
Q), indica que estamos ante una composiciónnctamente lucana. Ya el hecho
de ponerlo bajo la forma de un largo viaje (en Hch el cristianismo será repe-
12 Vea esp. J.-N. Aletti, El arte de contar a Jesucristo, Salamanca, 1992, y J.D.
Kingsbury, Conflicto en Lucas, Córdoba, 1992.
13 Le 2,49; 4,43; 9,22; 13.16.33; 17,25; 19,5; 22,37; 24,7.26.44, y a menudo en
Hechos.
339
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
tidas veces calificado como "el camino") y de presentar a un Jesús que
fundamentalmente se dedica a instruir sobre el ser cristiano, confirma esa
sospecha.
La narración está presentada de tal manera que predomina el papel de los
múltiples testigos de los designios divinos, que Lucas extendió luego en
Hechos, empezando por las Escrituras mismas que remiten a la antigua alian-
za, y concluyendo con el encargo a los discípulos de, "revestidos de la
fuerza de lo alto", ser "testigos de esto" que se ha desplegado en la historia
(24,47-49). La escena que lo resume es la de los discípulos de Emaús, la más
instructiva y larga escena postpascual (24,13-35). Con estas claves el lector
puede comprender la perspectiva del autor. Notemos que Lucas es el único
evangelista que usó el verbo evangelizar (1,19; 2,1 O;3,18; 4,18.43; 7,22; 8,1;
9,6; 16,16; 20, 1)14, pero nunca el sustantivo evangelio.
Los grandes hitos en la narración son: los relatos de la natividad (cap. 1-
2), el programa de Jesús (4,16-30), la declaración de bienaventurados (6,20-
26), el envío de discípulos en misión (10,1-20), el samaritano paradigma de
compasión (10,25-37), el destino de Jesús y de Jerusalén (13,31-35), la adver-
tencia a los indolentes avaros (16, 19-31), el llanto sobre Jerusalén (19,41-44),
Jesús ante Herodes (23,6-12), y camino a Emaús (24,13-35), casi todas períco-
pas exclusivas del tercer evangelio.
C. Temática
Lucas entretejió varios temas en el desarrollo de su obra. El argumento de
fondo es la venida del esperado mesías a la historia de la humanidad. De aquí
que este evangelio deje una fuerte impresión de ser historia, y que Jesús
aparezca como alguien que se preocupa por la humanidad como tal, que es
su "salvador" (término acariciado por Lucas): se preocupa especialmente
14 Lucas ha mostrado una particular preocupación porque se haga conocer, se anun-
cie, la buena nueva. Los anuncios y las proclamaciones públicas de parte de
diferentes actores son notorios en Le. Es el único evangelio que menciona, ade-
más, el envío de 72 discípulos en misión (10,1-20), aparte de aquella de los Doce
(9,1ss), y lo hace ampliamente.
340
TEMÁTICA
por los pobres y marginados, se abre a la universalidad, y sigue presente por
medio de su Espíritu (tema que desarrollará en Hechos). En Hechos en parti-
cular, Lucas enfatizará que la Iglesia es el Israel fiel a Dios, la que ha acogido
sus designios manifiestos en el acontecimiento-Jesucristo.
La hístoria salvífica
Lucas tuvo un particular interés en ser más apegado a la historia que los
otros evangelistas". Eso se observa ya en detalles como las coordenadas
históricas en las que sitúa el nacimiento de Jesús (2,1-3) Y el inicio de la
predicación del bautista (3, l S)16. Pero la preocupación primordial de Lucas
era si la fe de hoy está en sintonía con la fe de los orígenes de la Iglesia
(fidelidad y continuidad), y no si esto o lo otro sucedió así y no de otra
manera. No es historia fáctica, cronística, sino salvífica, de y para la salva-
ción!", anticipada en el AT, anunciada en la aclaración de Gabriel a María
(1,31 ss) yen los cánticos de Zacarías (1,68-79) Yde Simeón (2,29-32), y luego
asumida por el mismo Jesús en su declaración en la sinagoga de Nazaret en
4, 18s. Es una historia prevista por Dios, guiada por el Espíritu (vea abajo),
"como había prometido por boca de sus santos profetas desde tiempos
antiguos" (1,70; cf. 1,55; 2,26-32.38), por lo mismo de dimensión escatológi-
ca. Esa intención teológica es ostensible ya en el paralelismo entre el relato
lucano del nacimiento del Bautista y el de Jesús.
15 Por lo mismo Lucas consideró su obra "una narración" (diegesis, 1,1.3); no como
Marcos, "evangelio" (Me 1,1).
1 r, Cuando no estaba seguro de la cronología, Lucas indicaba que fue "aproximada-
mente... " (L56; 3,23; 9,28; 22,59; 23,44).
17 Debemos tener presente que el concepto de historia antaño no corresponde al de
exactitud cronística que tenemos hoy, y que mitología e historia se entretejían,
donde lo de origen natural se fusiona con lo sobrenatural.A eso debemos añadir el
hecho que Lucas no podría saber si el origen de cada una de las tradiciones que
heredó era legendario, mitológico, o fáctico; si remontaba históricamente a Jesús
mismo o fue tejido posteriormente. Distinguirlos es un problema moderno. Para
Lucas se aparecieron ángeles a los pastores cuando Jesús nació (2,13»),y punto;
y Jesús tuvo tres encuentros con el diablo en el desierto (4, lss), y en Getsemaní
"un ángel se le apareció y lo confortaba" (22,43), y punto. El mundo de Lucas en
particular está lleno de espíritus y "maravillas", que permiten "reconocer" a Dios
en el mundo.
341
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
Esa historia salvífica", según su afirmación en 16,16, Lucas la entendía
como dividida en un tiempo de preparación y uno de realización: "La Ley y
los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia el evangelio del
reino de Dios, y cada uno entra a viva fuerza" (cf. Hch 1,21 s). Con la presen-
tación de Hechos, Lucas pondrá de relieve un nuevo momento a partir de
Pentecostés". Es lo que ilustró ya al inicio, al contrastar la natividad del
Bautista con la de Jesús y sus respectivos bautismos (agua-Espíritu: 3,16),
además de la secuencia en torno al bautismo de Jesús: primero Juan es
encarcelado, luego Jesús bautizado (vea 3, 18-22).
Es una historia de alcance universal; por ello la genealogía de Jesús se
remonta aAdán (3,38). En el nacimiento de Jesús, el cántico celestial es "paz
en la tierra entre los hombres que Dios ama" (2, 14), Yen su cántico Sirneón
dice que Jesús es la "luz para iluminar a las naciones" (2,32). Citando a Isaías,
el Bautista llama a todos a la conversión porque en Jesús "todos han de ver
la salvación de Dios" (3,6). Concluye el evangelio con la orden de Jesús que
"en su nombre había de predicarse la conversión ... a todas las naciones»
(24,47). Ese universalismo es reafirmado en Hechos, donde se aclara que la
evangelización debe llevarse «hasta los confines de la tierra" (1,8).
Cristología
A diferencia de Marcos y Juan, Lucas no ha centrado su atención en la
identidad de Jesús (cristología). Sin embargo, al igual que ellos, tiene de Él
su particular apreciación que va revelando a través de sus acentuaciones y
puntualizaciones. En contraste con Me, es la resurrección, no la Pasión, la
que da la tónica a la trama de la obra, en la que, desde la perspectiva de la
18 Cf. H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid, 1974; A. George, "La cons-
trucción deltercerevangelio", Sel. Teol. 33(1970).62-71.
19 Lucas es el único querelató laAscensión -repetida en Hechos 1,9-11, pero muy
diferente a Le24,50s. El relato de laAscensión en el evangelio tieneporobjetivo
cerrar el ciclode la misión histórica de Jesús: así como vinodel ciclo, vuelve al
cielo. En Hechos, la Ascensión apunta a Pentecostés. abre una nueva etapa:
"¿quéhacen allíparados mirando al cielo?" (1.11). Debemos cuidarnos de pensar
que se tratade una división en dos tiempos aparte, el de Jesúsy el de la Iglesia,
pues hayunacontinuidad: esJesús quien encarga anunciar el evangelio (1.8) cuyo
contenido noes otroqueél mismo; se predica el acontecimiento Jesucristo (cf. el
discurso de Pedro en Hch2).
342
TEMÁTICA
historia salvífica, Jesús es resaltado por Lucas como el mesías designado
por Dios y como el profeta escatológico, "poderoso en obras y palabras
ante Dios y ante todo el pueblo'?".
La designación más frecuente para Jesús es kyrios, Señor (30 veces),
equivalente en significado al hebreo mesías. Pero, muy particularmente, y en
sintonía con su universalismo, Jesús es entendido por Lucas como sáter,
salvador, un título distintivo lucano. Es lo anunciado a los pastores (2,11) Y
aZaqueo (19,9; cf. 1,69), Ylo señalado por el anciano Simeón (2,30) y por el
Bautista (3,6).
Él es salvador universal. Es lo que se anuncia a los pastores: "en la tierra
paz a los hombres, objeto de su amor" (2,14). Es lo que proclama Simeón:
"Luz para iluminar a las naciones" (2,32; cf. 13,29); y luego el Bautista: "to-
dos verán la salvación de Dios" (3,6). Su genealogía la remonta Lucas hasta
Adán (3,38). La salvación viene del Señor que acompaña por el camino hacia
Emaús.
El Espíritu santo
Le es el evangelio predilecto de los carismáticos". El Espíritu, menciona-
do unas 18 veces", está presente en la historia expuesta por Lucas desde
temprano, especialmente al inicio de los momentos fundamentales: Juan
Bautista "estará lleno de Espíritu santo desde el seno de su madre" (1,15),
María concebirá "por obra del Espíritu santo" (1,35).
El Espíritu es la fuerza motriz que mueve la historia salvífica, la que cons-
tituye iglesia. Juan y Jesús actúan "llenos de espíritu santo" (1,15; 4,1). Es el
Espíritu precisamente el que conduce al rompimiento con la estrechez de una
religión centrada en la Ley de Moisés, para abrirla al mundo "ancho y ajeno",
es decir hacia una universalización. Jesús, que "bautizará con Espíritu san-
20 Vea Le 4"24~ 7,] 6~ 9,8.19; 11,29-32; 13,33; 22,64; 24,19.
21 J. Borrernans, "El Espíritu Santo en la catequesis evangélica de Lucas", en Sel.
Teol. 39(1971),286-293.
22 En Me sólo 6 veces, y en Mt 12veces. Lucas mencionó el Espíritu 57 veces en
Hechos. Lomencíonó indistintamente como "el espíritu". "el espíritu santo", "el
espíritu del Señor", "el espíritu de Jesús".
343
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
to" (3,16), anuncia el programa de su misión aplicándose el pasaje en Isaías
61,1: "El espíritu del Señor está sobre mí" (4,18). Él es el portador del Espíritu
(4,1.14.18), el cual promete enviar sobre sus discípulos (24,49; Hch 1,8; cf. Le
12,12). Por la fuerza del Espíritu Isabel, Zacarías y Simeón cantan las maravi-
llas de sus hijos (1,41.67; 2,25.27), Ytambién por el Espíritu se realizan "por-
tentos" (milagros).
Aquí tenemos que mencionar la cantidad de veces que Lucas mencionó
que alguien oraba, especialmente Jesús (3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28; 10,21;
11,1ss; 22,32.41-44), y las enseñanzas acerca de la oración (6,28; 11,5-9; 18,1-
14; 22,40.46). A Lucas le debemos los conocidos cánticos litúrgicos Bene-
dictus (1,45ss), Magnificat (1 ,68ss) y Nunc dimittis (2,29ss).
La Iglesia
La relación Israel-Iglesiajuega un papel importante, en particular porque
cuando Lucas escribió ya se había materializado el divorcio entre el judaísmo
y el cristianismo. Mientras que Mateo resaltó la ruptura con Israel, Lucas
destacó la identidad cristiana como el Israel fiel a los designios divinos, el
que acogió a Jesús como mesías. No fue la persecución por parte de los
judíos, como en Mt, sino el rechazo del evangelio lo que determinó la perso-
nalidad del cristianismo, y según Lucas tampoco hubo una ruptura con el
judaísmo sino una diferenciación de él. Se dio una discontinuidad histórica
dentro de la continuidad salvífica, La continuidad con el judaísmo Lucas la
destacó a través de los personajes iniciales que esperaban la venida del
mesías (Isabel, Zacarías, Simeón, Ana), con las referencias a las Escrituras, y
con la importancia que le dio a Jerusalén. Siendo un hombre versado, Lucas
destacó la evolución y el contraste, poniendo el acento en la universalidad
del evangelio, que es designio divino, como lo mostrará a lo largo de He-
chos.
La Iglesia es designio de Dios (por eso ci-ta el AT), más concretamente,
del Espíritu con la cooperación en primer lugar de los testigos de la resurrec-
ción. Lucas es el evangelista de "la voluntad de Dios" (vea el discurso de
Esteban en Hch 7). Esto se va insinuando ya en el relato de la Natividad,
sobre todo en el Magnificat y el Benedictus, y en las escenas centradas en
el Templo (empezando por Zacarías, y terminando con Jesús entre los docto-
res). La Buena nueva empezó en Israel, concretamente en Jerusalén.
344
TEMÁTICA
Es notorio que Jerusalén ocupa un Jugar importante en LC23 • Empieza en
Jerusalén (1,5) Ytermina en Jerusalén (24,52s), centro de la religiónjudía. La
ida de Jesús a Jerusalén es para "su elevación" (9,51). La predicación debía
empezar en Jerusalén (Hch 1,8), Yla Iglesia enraizarse en esta ciudad, eviden-
ciando así su continuidad con el judaísmo, pero con el que se mantiene fiel a
los designios divinos, que pasan por Jesucristo.
El encargo final es que el evangelio debe predicarse "a todas las nacio-
nes" (24,47; cf. Hch 1,8; 2,21.39). Ese universalismo en vida de Jesús lo
ilustró Lucas en la perícopa del centurión crédulo (7,2ss), en las escenas de
samaritanos -aquel de la parábola que responde a la pregunta "¿quién es mi
prójimo?" (10,25ss), con la del leproso sanado que regresa para agradecerle
(17,11 ss)-, y en la acogida del publicano Zaqueo (19, Iss).
Cuestiones sociales
El tercer evangelio destaca particularmente por la sensibilidad humana
que su autor ha mostrado hacia los pobres, las mujeres, y los sufrientes, que
reciben especial atención". Lucas es el evangelista de la "opción preferen-
cial por los pobres"; pobreza-riqueza, posesión-desprendimiento, son temas
recurrentes, a veces en tono agudo.
El niño Jesús nace en un pesebre, no en una casa (cf. Mt 2,11). Los que
visitan al niño no son magos (Mt) sino pastores, despreciados por la socie-
dad, y la ofrenda de presentación en el Templo es aquella propia de los
pobres (dos pichones; 2,24). El Bautista responde a los que preguntan por lo
que deben hacer como señal de conversión: "El que tiene dos túnicas dé una
al que no tiene; y el que tiene alimentos, haga otro tanto ... No exijan más de
lo estipulado ... No extorsionen a nadie ni denuncien falsamente" (3,10-14),
es decir que se debe respetar un mínimo de justicia social.
La misión que Jesús asume, ungido por el Espíritu, es aquella prevista en
Isaías: "anunciar el evangelio a los pobres, ... " (4,18; 7,22). Como en las
23 Mencionado por nombre 32 veces, contra 11 en Me, 12 en Mt y 13 en .In.
24 Sobre esto vea esp. R..J. Cassidy, Jesús, política y sociedad. Estudio del evangelio
de Lucas, Madrid, 1988.
345
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
primeras bienaventuranzas, en el Magnificat se anuncia que Dios "derribó
del trono a los potentados y elevó a los humildes; colmó de bienes a los
hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías" (1,S2s). Una serie
de parábolas advierten sobre las actitudes condenables de los ricos, (p. ej. el
rico insensato: 12,16ss), además de las abundantes sentencias en el mismo
sentido (p. ej. 12,15; 16,9.10-12.13), de las cuales la más conocida es: "Es más
fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino
de Dios" (18,25). En 12,13-34; 16,1-31 Y 18,15-30 en particular, se discute
ampliamente el asunto de las riquezas (léalos!).
Las bienaventuranzas en Le hablan de los socio-económicamente po-
bres, como las imprecaciones se refieren a los ricos que "ya tienen su con-
suelo" (6,20s.24s). Un rasgo distintivo del cristiano es precisamente des-
prenderse de todo para poder seguir a Jesús: "Ninguno de ustedes que no
renuncie a todos sus bienes puede ser mi discípulo" (14,33; cf. 5,11.28; 9,3;
10,4; 14,25-32; 18,28; Hch 4,32). La diferencia con eljudaísmo en este aspecto
la ilustra la escena en Le 18,18-23 del dignatario que pregunta a Jesús sobre
los requisitos para la vida eterna: al ser requerido que venda sus posesiones
y los distribuya entre los pobres se retiró "muy triste, pues era extremada-
mente rico". Este contrasta con Zaqueo, que ofrece dar la mitad de sus
bienes a los pobres y devolver cuatro veces más a los defraudados (19,8). Es
cierto que en todos los evangelios se habla de renunciar a los bienes, pero
Lucas es reiterativo y radical.
La actitud de servicio, propia de quien es sencillo y humilde, contraria a la
de querer encumbrarse (vea 14,7-11 Y IS,9-14), fue ilustrada por Lucas en
particular reiteradas veces, especialmente al poner como ejemplo a los niños
(9,46ss; 18,17). La existencia cristiana no se realiza en las riquezas, en la
abundancia, ni en el poder, sino en la solidaridad y la disponibilidad a servir
al prójimo, como el buen samaritano, que es emblemático; hay que ser como
el Padre celestial que acogió sin miramientos al "hijo pródigo". Es especial-
mente en 6,30-3S donde Lucas presentó la orientación ética de la ideología
de la pobreza (vea v.3I.3Ss.3Sc).
Estos acentos de Lucas responden a la necesidad de orientaciones claras
para la comunidad de Teófilo, especialmente los ricos, en un mundo donde la
solidaridad material se daba solamente entre las person::lS del mismo esta-
346
TEMÁTICA
mento socioeconómico (cf. Hch 2,42; 4,32.34-37)25 -no existía la noción de
caridad como la conocemos-. Desde la perspectiva cristiana, los ricos eran
por naturaleza avaros y codiciosos (cf. Le 12,13-21; 16,9-14) Yse apoyaban
sólo entre ellos (cf. 14,12-24: inviten a cenar a "los pobres, tullidos, ciegos y
cojos", v.13 .21), por eso (el Jesús de) Lucas se dirige repetidas veces a ellos
en un tono admonitorio.
TAREA: Enumere las escenas que directamente conciernen la cues-
tión social, y aparte enumere las parábolas y las sentencias relacio-
nadas con las riquezas y los pobres. ¿Se condena a los ricos por ser
ricos?
Las mujeres, tan minusvaloradas en el judaísmo, ocupan un lugar impor-
tante en Lc 26: la madre de Jesús, que recibe amplia atención, Isabel, Ana,
Marta y María, las mujeres que seguían a Jesús (8,2s), las que están al pie de
la cruz; las que permanecen anónimas como la viuda de Naím (7,11), la peca-
dora (7,37), la que bendice a la madre de Jesús (11,27), la mujer encorvada
(13, 11) Y las que lloran en el via crucis (23,27), además de las mencionadas en
parábolas (13,20s; IS,8ss; 18,2ss).
Es en el tercer evangelio donde la madre de Jesús recibe más atención.
Maria por ser madre de Jesús es aclamada "bienaventurada" (1,48; 11,27) y
es la representante de todas las personas piadosas, humildes y serviciales,
que desde "la humilde condición de su esclava" (1 ,4S) cuentan con la justi-
cia de Dios para "derribar del trono a los potentados" (1,52).
Conjuntamente con las mujeres y los pobres, también los leprosos (mar-
ginados, S,12ss; 17,11 ss) y los calificados como "pecadores" (S,S.30ss;
7,36ss; IS,9ss; 19,7), reciben especial atención en Le. No podemos olvidar el
25 Vea al respecto E. Arens, Asia Menor en tiempos de Pablo, Lucas y Juan. Aspec-
tos sociales y económicos para la comprensión del Nuevo Testamento, Córdoba,
1995.
26 Vca 1. Górnez-Acebo (ed.), Relectura de Lucas, Bilbao, 1998.
347
 EVANGELIO SEGÚN LUCAS
capítulo 15, en el que con especial esmero se centra la atención en los peca-
dores", cuyo epítome es la parábola conocida como "del hijo pródigo".
Relación con el Estado
Los encuentros de Jesús con representantes del mundo político Lucas
los presentaba desde la situación de la naciente Iglesia en el Imperio roma-
no, o sea a fines del primer sig10 28 . La apreciación de Roma es claramente
positiva; no hay preocupación por persecuciones. Así, en la versión lucana
del evangelio, Pilato intenta tres veces exculpar a Jesús y aboga por su
liberación (23,4.14-16.20.22), de modo que son los judíos quienes aparecen
como únicos responsables.
Hay una serie de pasajes que tratan sobre Herodes: 3, 19s; 9,7-9; 13,31 s y
23,6-12. Tal como Lucas lo presentó, éste tomaba a Jesús como un excéntri-
co, por tanto políticamente inofensivo, no como un rebelde por cierto. La
advertencia en 13,31 s que le hacen a Jesús que Herodes (que reinaba en
Galilea) quiere matarlo no tiene otra finalidad en Le que la de resaltar que "no
cabe que un profeta pierda la vida fuera de Jerusalén".
En la cuestión del impuesto a Roma, Lucas empezó indicando en su ver-
sión del episodio que querían atrapar a Jesús "con el fin de entregarlo al
poder y autoridad del procurador" (20,20), cuestionando su lealtad a Roma,
cosa que no lograron (v.26). Es de lo que acusaron a Jesús ante Pilato, de
"prohibir pagar los tributos al César" (23,2), pero el procurador ignora el
tema, restándole credibilidad a la acusación. De hecho, como mencioné,
Pilato defiende a Jesús de sus acusadores hasta que éstos claman porque
libere a Barrabás en su lugar. El lector deduce que la autoridad romana no vio
nada de subversivo en Jesús, ni en su movimiento religioso. Lucas elaboró
más ampliamente esta postura defensiva por parte de las autoridades roma-
nas en Hechos. Esto tiene un claro propósito apologético, pensado espe-
cialmente en función de los cristianos grecorromanos.
27 En Le se explicita 17 veces "pecadort a/es)", mientras en Mt solo 5, en Me 6 y en
Jn 4 veces.
2X Recomiendo meditar con Arturo Paoli sus reflexiones La perspectiva política de
San Lucas, Buenos Aires, 1973.
348
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía
* Aletti, J-N., El arte de contar a Jesucristo. Lectura narrativa del evan-
gelio de Lucas, Sígueme, Salamanca, 1992.
* Cassidy, R.J. Jesús, politica y sociedad. Estudio del evangelio de
Lucas, Biblia y Fe, Madrid, 1988.
- Coleridge, M. Nueva lectura de la infancia de Jesús. La narrativa como
cristología en Lucas 1-2, El Almendro, Córdoba, 2000.
- Conzelmann, H. El centro del tiempo. La teología de Lucas, FAX, Ma-
drid,1974.
- * Flichy, O. La obra de Lucas (CB 114), Verbo Divino, Estella, 2003.
García Pérez.J .M. La infancia de Jesús según Lucas, Encuentro, Madrid,
2000.
- * George, A. El evangelio según san Lucas (CB 3), Verbo Divino, Estella,
1976.
Górnez-Acebo, I. (ed.), Relectura de Lucas, DDB, Bilbao, 1998 (lectura
feminista).
- Kingsbury, J.D. Conflicto en Lucas. Jesús, autoridades, discípulos, El
Almendro, Córdoba, 1992.
Laconi, M. San Lucasy su iglesia, Verbo Divino, Estella, 1982.
López Melus, FM. Pobreza y riqueza en los Evangelios. San Lucas el
evangelista de la pobreza, Studium, Madrid, 1963.
Rasco, E. La teología de Lucas. Origen, desarrollo, orientaciones, Pon-
tificia Universidad Gregoriana, Roma, 1976.
- Rigaux, B. Para una historia de Jesús. El testimonio del evangelio de
Lucas, DDB, Bilbao, 1973.
Comentarios:
- * Bovon, F El evangelio según san Lucas, 3 vols., Sígueme, Salamanca,
1995.
- Dillmann, R. - M.e. Mora, Comentario al evangelio de Lucas, Verbo
Divino, Estella, 2004.
- * Fitzmyer, 1. El evangelio según Lucas, 3 vols., Cristiandad, Madrid,
1986-88. Vea esp. la extensa y detallada introducción.
- García Viana, L.F Evangelio según san Lucas, Sígueme, Salamanca, 1989.
Harrington, Wf El evangelio según san Lucas, Studium, Madrid, 1972.
349
 EVANGELIO SEGUN LUCAS

Rius-Camps, J. El éxodo del hombre libre. Catequesis sobre el evange-

lio de Lucas, El Almendro, Córdoba, 1991.
Schmid, J. El evangelio según Lucas, Herder, Barcelona, 1968.
Stoger, A. El evangelio según san Lucas, 2 vols., Herder, Barcelona, 1970. Evangelio según Juan

La versión del evangelio según Juan se distingue notablemente de los

otros que son estructuralmente similares, razón por la que se les conoce
como sinópticos. Para apreciar las particularidades de "el cuarto evangelio",
conocido también así por ser el último de la secuencia de evangelios en la
Biblia, necesitaríamos una amplia exposición y explicaciones, pero me limita-
ré a resaltar los aspectos más notorios e importantes. Quien desee una expo-
sición más amplia, vea la bibliografía al final.

A. Coordenadas históricas
Para poder ubicar adecuadamente esta obra, y responder a las preguntas
referentes a su autor, lugar y fecha de composición, es indispensable aproxi-
marnos a la historia de su composición.

Composición del cuarto Evangelio

Una observación atenta del evangelio revela que la obra que hemos here-
dado es producto de un proceso, en el que intervinieron a lo largo del tiempo
más de una persona. He aquí algunos indicios:

- el prólogo (1,1-18) Y el cap. 21 son añadidos. El prólogo tiene a su vez

añadidos (glosas) en forma narrativa, no poética, que hablan del Bautis-
ta: 1,6-8y 1,15.

El evangelio concluía originalmente con la declaración del propósito del

autor en 20,30-31; posteriormente se le añadió el cap. 21 1•

Indicios que el cap. 21 fue añadido más tarde son: 20,29 que da por concluidas las
apariciones del Resucitado; la numeración en 21,14 Ces la tercera vez que Jesús
se manifestó ... ") se entiende como legitimación de algo añadido posteriormente;
sorprende que recién en 21,2 se mencione a los Zebedeos y que recién aquí se diga
que Natanael era "de Caná de Galilea"; se corrige la relación entre "el discípulo a

350 351
 EVANGELIO SEGUN JUAN
Jn 14,30s marca el fin del discurso de la última cena, que termina con la
orden "[Levántense! ¡Vámonos de aquí!"; Jesús sin embargo sigue ha-
blando. De hecho, IS,1 es un non-sequitur . Recién en lS,1 se levantan
para ir a Getsemaní: "terminado de decir esto, salió Jesús ... ",
- Jn IS-17 constituyen una suerte de relectura (por tanto posterior) elabo-
rada de los cap. 13- I4.
- No obstante las señales (milagros) hechas según 2,23 en Jerusalén, en
7,3-S los discípulos hablan de Jesús como si nunca hubiese hecho señal
alguna en Judea.
- El discurso testimonial del Bautista que empieza en 3,27, a partir del v.31,
sin advertencia alguna, cambia a un discurso que, en contenido y forma,
corresponde más bien a los discursos propios de Jesús.
- En el cap. 10 Jesús se presenta como "la puerta" (v.6- IO)Ycomo "el buen
pastor" (v. I-S. 11- I S), dos metáforas distintas, la primera probablemente
ha sido introducida posteriormente; si ponemos entre paréntesis 10,6-10
se descubre la unidad y fluidez original del discurso centrado en Jesús
como buen pastor.
- En 13,36 y 14,S Pedro y Tomás preguntan a Jesús adónde va, sin embargo
en 16,5 Jesús se queja que nadie le pregunte adónde va!
Los cap. S y 6 parecen invertidos: el cap. 4 termina "cuando volvió de
Judea a Galilea" (4,~4), pero el cap. S empieza indicando que "Jesús
subió a Jerusalén", y el cap. 6 comienza con Jesús "al otro lado del mar
de Galilea" (habla como si en el capítulo anterior estuviese en Galilea). El
cap. 7 empieza cuando "andaba Jesús por Galilea, pues no quería andar
por Judea", es decir antes estuvo en Judea (¿cap. S?). Vista desde el
ángulo geográfico, la secuencia natural sería cap. 4.6.S.T. Sin embargo,
quien Jesús amaba" y Pedro, elevando de rango la figura de éste (lo que choca con
la entrega al pie de la cruz, 19,2555); el escritor distingue en 21,24 entre su aporte
y el texto precedente del evangelio (Jn 1-20).
En varios pasajes se observa la facilidadcon la que en .In se brinca geográficamen-
te: vea 2,12.13; 4,3.43; 7,9.10; 10,40; 11 ,54ss. Por otro lado, 6,2 presupone los
352
COORDENADAS HISTÓRICAS
hay que preguntarse si la secuencia actual tenía sentido temáticamente
para quienes la mantuvieron (¿o escribieron?), y así leyeron.
- Lo dicho en S, I 9-2S en términos de una escatología realizada, se repite
casi literalmente a continuación en S,26-30 pero como escatología futura.
Igualmente, lo dicho sobre la revelación de Jesús como pan de vida en
6,3S-S I b se reitera a continuación en 6,S Ic-SS, pero el pan ahora es la
carne y sangre de Jesús.
Por lo tanto, ¿a quién calificamos como "el autor"? ¿Al que escribió la
primera edición o al que más tarde introdujo material suplementario?
TAREA: Esboce en un mapa de Palestina el recorrido de Jesús según
Jn 1-7. Haga otro mapa de los primeros capítulos de la misión de
Jesús según uno de los sinópticos, y compare ambos. Explique las
diferencias.
Se han dado varias explicaciones de estas y otras observaciones de in-
congruencias y desniveles literarios en Jn. Según unos, algunos se produje-
ron accidentalmente por desplazamientos de perícopas. Pero, ¿qué decir de
los párrafos más pequeños? Otros lo postulan sólo para grandes bloques,
como los cap. S y 6, Yla perícopa de la adúltera, que podrían haber sido folios
independientes. Otra explicación es que el autor recurrió a diversas fuentes
(una colección de señales, otra de discursos), y fue entresacando perícopas
y entretejiéndolas sin cuidar su secuencia lógica. La explicación más común
y natural es que el evangelio es producto de varias ediciones. Qué se debe
exactamente a cada edición es debatible, pero está claro que hubo más de
una, dados los indicios antes mencionados y otros más.
Es cierto que, en general, este evangelio muestra una uniformidad de
estilo (Schweizer, Ruckstuhl). Pero ésta es relativa; corresponde a la mano
del evangelista, autor principal que redactó (yen buena medida compuso)
este evangelio, y no a la obra íntegra en su última redacción.
relatos de curaciones en los dos capítulos anteriores, del hijo del funcionario
(4,4655) y del paralítico (5,255), el uno en Caná y el otro en Jerusalén.
353
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
Todos los críticos coinciden en afirmar que hubo una última mano, dife-
rente, la de un redactor final, que introdujo comentarios y algunos párrafos
-sin que sepamos si eliminó otros al proceder a producir la última copia de Jn.
La configuración de Jn habría pasado por las siguientes etapas':
(1) Tradición oral, después de la Resurrección.
(2) Primera composición escrita (¿por el discípulo amado, o por el que había
sido discípulo del Bautista (1,40)?). Presentaba a Jesús como mesías (1,29-
49), sostenía una escatología realizada; estaba en Palestina (?). El autor
conocía bien la Palestina de antes del año 70: los detalles acerca de los
samaritanos y el pozo de Jacob en el cap. 4 son exactos, como lo son
aquellos sobre las piscinas de Bethesda en 5,2 y de Siloam en 9,7, así
como los detalles sobre las ceremonias en Jerusalén durante la fiesta de
Tabernáculos en los cap. 7-8.
(3) Segunda edición, que fue una reescritura y ampliación considerable del
texto original. Tenía como trasfondo la confrontación con el judaísmo, la
"expulsión" de la sinagoga (cap.9), y la presentación de Jesús como
divino (Hijo de Dios, los "yo soy"). La comunidad ya no vivía en Palesti-
na, y admitía samaritanos. Su autor fue aquel que podemos llamar "el
evangelista", pues escribió el grueso de la obra, sobre todo los episodios
narrados; introdujo el relato de Lázaro presentándolo como causa de la
muerte de Jesús (11,1-12,11), razón por la que en este evangelio la expul-
sión de mercaderes del templo aparece al inicio, en el cap. 2.
(4) Tercera edición, en la que se añadieron sobre todo discursos como 5,26-
30; 6,51-58; 12,44-50 Y los caps.15, 16 y 17, entre otros. A esta época
corresponde la introducción del prólogo y el capítulo final (21). El lector
acucioso notará que el evangelio concluía en 20,30 donde el redactor de
la segunda edición hace referencia a "otros muchos signos que no están
Además del intento de reconstrucción de la historia de la comunidad juánica, por
R.E. Brown, La comunidad del discípulo amado, Salamanca, 1983 (más breve.
J.-O. Tuñí, Las comunidades joánicas, Bilbao. 1988). vea más puntualmente
S.A. Panirnolle, "Tradición y redacción en Jn 1-12". en R. Fabris (ed.). Proble-
mas y perspectivas de las ciencias biblicas, Salamanca. 1983. cap. 10.
354
COORDENADAS HISTÓRICAS
escritos en este libro", para terminar explicando a modo de conclusión, el
objetivo del mismo. Su escatología es futurista, su cristología es antido-
cética (corresponde al tiempo de I Jn 4,2s).
(5) Un último redactor, a inicios del s. II hizo añadidos al prólogo, por ejemplo
el v.15, repetido en el v.30, y comentarios como en 4,2. Posteriormente se
incluyó el relato de la adúltera (7,53-8, 11).
El autor
Dado el largo proceso de elaboración del evangelio que hemos heredado,
hablaré de "autor", o evangelista, para referirme a la persona responsable de
la personalidad o el carácter que distingue al cuarto evangelio de los Sinóp-
ticos. Tengamos presente que el escritor no fue necesariamente el autor.
"Autor" puede designar a la persona cuyo pensamiento ha sido asumido, o
a la autoridad que está a la base (como es el caso de las cartas Pastorales en
relación a Pablo); "autor" se emplea también a veces para referirse a una
escuela de discípulos de alguien ("sabemos" en 21,24)4.
Hacia el año 180, Ireneo de Lyon consignó por escrito una tradición sobre
el autor de este evangelio que rápidamente se fue imponiendo: "Juan, el
discípulo del Señor que se había recostado sobre su pecho, escribió el evan-
gelio una vez más mientras residía en Efeso en Asia" (Adv. haer. 3,1.1; Euse-
bio, H. E. 5,8.4). De esta manera se asumió sin más que ese "discípulo del
Señor" era el hijo de Zebedeo, de aquí que tradicionalmente se identifique
este evangelio con el apóstol Juan.
Si bien el evangelio mismo no identifica al autor', en dos pasajes el escri-
tor remite a un testigo. En 19,35 indica que el que vio cuando se atravesó el
costado de Jesús en la cruz "ha dado testimonio de ello, y ese testimonio
suyo es verdadero". La razón para mencionar su testimonio está expresa-
mente indicada: "para que también ustedes crean" (cf. 20,31), y remite a la
O. Cullmann, R.A. Culpepper. G. Richter. De ésta provendrían las cartas y luego
el Apocalipsis.
Recuerde lo dicho sobre los títulos "Evangelio según ... ": fue puesto posterior-
mente. y el nombre viene de la tradición asociada a la obra. Recuerde también que
"Juan" era un nombre común (vea más adelante).
355
 EVANGELIO SEGlJN JUAN
Escritura. El escritor no dice quién fue ese testigo, ni lo asoció con "el discí-
pulo a quien Jesús amaba" aunque en la tradición es común hacerlo; lo
menciona como si fuera otra persona. Si remite a un testigo para afirmar que
lo dicho es verdad, entonces el que escribe no estuvo presente y podría no
ser el autor. En el cap.21, que fue añadido más tarde al evangelio como un
apéndice, en el v.24 encontramos una identificación entre "el discípulo a
quien Jesús amaba" (v.20) y el escritor, presentándolo además como testigo
de lo escrito: "Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y que las
escribió". El escritor añadió la misma frase que leemos en 19,35: "sabemos
que su testimonio es verdadero". Es decir, el que fue presentado como testi-
go presencial en 19,35, es presentado en 21 ,24 como el escritor mismo ("las
escribió"). Pero, si tomamos literalmente el tiempo verbal, el que "las escri-
bió" sería alguien que había escrito antes, distinto del que ahora escribe
(grapsas, un pasado ya concluido )6, lo que es reforzado por la cláusula
"nosotros sabemos que su testimonio es verdadero". Los dos verbos en
primera persona (nosotros/yo) sugieren que el escritor de estas frases no es
"el discípulo a quien Jesús amaba". En el v.24 se afirma: "(nosotros) sabemos
(óidamen) que su testimonio (de él) es verdadero?", lo que sugiere que el
sujeto es otro que el testigo, y que al escribir lo hacía junto con otros", En el
v.25 el escritor emplea la primera persona singular al opinar sobre las "mu-
chas cosas" que hizo Jesús: "si se escribieran, (yo) pienso (óimai) que ni en
todo el mundo cabrían los libros ... ", por lo que nos podemos preguntar por
qué recién aquí habla en primera persona y no en el curso de sus testimo-
nios, si él fue realmente ese testigo". Todo esto sugiere que el autcr no fue
"el discípulo a quien Jesús amaba".
Es notorio que los tiempos verbales son diferentes: el que "atestigua" en presen-
te, y el que "escribió" en pasado (aoristo: puntual, ya acaecido). Tomado literal-
mente, significaría que aquel a quien el escritor actual se refiere como el "que las
escribió" ha sido otra persona.
¿Se refiere el testimonio a la escena anterior. a todo el cap. 21. o tiene en mente
todo el evangelio? Por estar al final, se puede pensar que se refería a todo el
evangelio, en cuyo caso sería cuestionable que se tratara de un discípulo de Jesús
pues al escribirse el cap. 21 lo que se tenía era obra de un teólogo posterior.
Ese "nosotros" nos recuerda 5,32 y 1Jn 1-4,que es de la época final del evangelio:
tiene un sentido comunitario.
Como piensan muchos exegetas, es muy probable que 21,25 sea una glosa añadi-
da más tarde, por tanto no provendria de la misma mano que escribió el v.24.
356
COORDENADAS HISTÓRICAS
En resumen, es posible que "el discípulo" mencionado en 19,35 y 21,24
sea el que "escribió" (¿dictó o encomendó?) un primer esbozo del evangelio,
al menos sobre la Pasión y Resurrección; no era el "evangelista", es decir el
autor del grueso del evangelio -éste se refiere a él-o El "discípulo" no fue el
autor principal pues en ningún otro momento aparece como testigo, ni escri-
bió en primera persona. Su esbozo, si lo hubo, fue reescrito posteriormente
precisamente por el evangelista. La identificación autor-evangelio es en rea-
lidad una que se funda más en la autoridad que sustenta la obra que con el
autor literario como tal-aunque en la mente de muchos habría sido la misma
persona.
Pero, ¿quién es "el discípulo a quien Jesús amaba"!"? Es un personaje
importante, que aparece en escena recién en la última cena. La primera men-
ción, a modo de presentación, es que es aquel que "estaba recostado junto
al pecho de Jesús", es decir intimaba con él (13,23). Seguirá a Jesús hasta la
cruz (19,26), Y será el primero en reconocerlo resucitado (20,8; 21 ,7).
Uno de los más serios problemas frente a la tradicional identificación del
"discípulo a quien Jesús amaba" con el apóstol Juan se encuentra en la
escena de Jn 18,15-16: Pedro y "otro discípulo" seguían a Jesús, y aquel
"que era conocido del sumo sacerdote" entró al patio del palacio e hizo
posible que entrara también Pedro. Este discípulo permanece anónimo y está
estrechamente asociado a Pedro, dos rasgos propios del "discípulo amado",
lo que invita a pensar que podría ser la misma persona. El único discípulo
cercano a Jesús durante la Pasión es "aquel a quien Jesús amaba", que
estará al pie de la cruz. Ahora bien, este personaje contrasta con el hijo de
Zebedeo, el pescador de Galilea (Mc 1,16-20 par.), que por lo mismo no
tendría alguna vinculación con el sumo sacerdote. Sería en todo caso algún
discípulo que no era del círculo de los doce apóstoles. Podría ser también el
discípulo anónimo del Bautista que, junto con Andrés, decidió seguir a Je-
sús (1,35-40).
Ireneo afirmó que Juan "permaneció allí (en Éfeso) hasta el tiempo de
Trajano" (Adv. haer. 2,22.5; H. E. 3,23.4), cuyo reinado se extendió del año 98
al 117. Esto supone que, si se trataba del apóstol, éste vivió hasta alta ancia-
111 Veael extensoexcurso de R. Schnackenburgal finalde su comentarioal evangelio,
vol. 111.
357
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
nidad, lo cual es algo dudoso. Pero, más notorio es que Papías, supuesta-
mente cercano a lreneo y que reportó sobre la escritura de otros evangelios,
si bien mencionó al apóstol Juan (cf. H.E. 3,39.4), no dijo nada de él como
autor de un evangelio 11•
Si el autor fue el apóstolo un discípulo cercano a Jesús, entonces espe-
raríamos la obra propia de un testigo presencial de la vida de Jesús -que no
se calificaría a sí mismo como "el discípulo a quien Jesús amaba" ni apelaría
a otro testigo 12_. Es difícil explicar desde la perspectiva histórica que un
testigo presencial, discípulo, haya situado la expulsión de los mercaderes
del Templo -el motivo principal para la condenación de Jesús- al inicio de la
misión de Jesús (2,14-22), Y no al final como en los tres Sinópticos, y que no
fuese por ello arrestado. Es incomprensible que un discípulo de Jesús se
refiera tan escasamente a su amplia misión en Galilea, y se concentre más
bien en Judea. La predicación de Jesús que leemos en Jn apunta a una
persona que no fue discípulo de Jesús durante su vida, pues lo presenta
auto-predicándose ("yo soy ... "), en vez de predicar el reino de Dios como en
los sinópticos, además de no incluir una sola parábola.
"Si Juan hubiese sido escrito por un testigo ocular y no así los sinópti-
cos, se esperaría una mayor consistencia en la antigüedad y confiabilidad de
la tradición juánica" (R.E. Brown)". De hecho, como vimos, el que escribió
refiere en 19,35 y 21,24 a un testigo que es otro que él mismo, en cuyo
testimonio se apoyaba. El que escribió avalaba así la verdad de su evangelio,
que es una verdad teológica, no periodística. Por ello, en sendos pasajes se
refirió al Paráclito, que es "el espíritu de la verdad que proviene del Padre,
que dará testimonio" de Jesús, y que "les enseñará todo y les recordará
11 A todo esto hay que añadir que había una confusión entre dos Juanes: el hijo de
Zebedeo (el apóstol) y un .Juan Presbitero (autor de 2 y 3.Jn. ¿es éste el que vivió
hasta tiempos de Trajano?).
12 El sistemático anonimato no deja de ser desconcertante. dejando al lector con un
enigma. Si era conocido por la comunidad, ¿por qué callaría el evangelista su
nombre, siendo que sí ha dado los nombres de otros (Pedro, Andrés, Felipe,
Natanael, Tomás, Judas)? (R. Schnackenburg).
13 R.E. Brown, An Introduction to the Gospel 01 John (ed. por F.J. Moloney),
Nueva York 2003, 195. Brown menciona como ejemplo la unción de los pies de
Jesús en 12.1-7, que es una mezcla de detalles de las versiones de los sinópticos.
que no son de testigos oculares.
358
COORDENADAS HISTÓRICAS
cuanto ha dicho" Jesús (14,26; 15,26s; cf. 14,15-20; 16,12-14), pues lo que se
escribió es "para que crean" (19,35; 20,30s).
En resumen, la identificación del "discípulo a quien Jesús amaba", así
como la del autor, es una incógnita no resuelta, pero ciertamente no fue el
autor. Algunos piensan que se trata de una figura literaria, pero la pregunta
por su muerte en 21,20-23 la presupone, por tanto se trataba de una persona
real. Por sus rasgos, queda claro que este discípulo ha sido encumbrado por
la tradición de manera que sirviese a la vez de modelo del verdadero discípu-
lo de Jesús: el que intima con él, que está al pie de la cruz, y que cree sin
dudar. Por eso fue calificado como "el discípulo a quien Jesús amaba". Su
verdadera identidad ha sido absorbida por la imagen ideal que proyecta; ha
pasado a ser un símbolo -j bien en sintonía con la predilección juánica por
símbolos!- como lo son Nicodemo, la samaritana, el nacido ciego, y Tomás,
entre otros. Encarna al discípulo ideal, modelo del creyente. Así se entiende
el contraste con Pedro.
La tácita relación del "discípulo a quien Jesús amaba" con el autor de Jn
tiene como finalidad afirmar la continuidad de la tradición apostólica -como
la composición en nombre de Pablo de cartas tardías que él no escribió quíere
afirmar la continuidad paulina (2Tes, Ef, Col, 1-2Tim, Tito}-. Éste se convierte
en "el exponente decisivo de una auténtica y primitiva tradición cristiana
sobre JesÚs"14. El es el puente entre Jesús y la comunidad juánica".
¿Qué podemos decir entonces del "evangelista"? Que sus raíces se hun-
den en el judaísmo; que fue un hombre de impresionante fe y profundidad
teológica, con cierta cercanía a un discípulo que había estado con Jesús
(¿"el discípulo a quien Jesús amaba"?), en lo que asienta su autoridad. Sabía
comunicar las experiencias vividas en forma dramática, con habilidad retóri-
ca, gustaba usar de figuras literarias (símbolos, paralelismos, etc.), y era
capaz de estilizar los personajes. El autor era un gran teólogo de apreciacio-
nes e ideas maduradas en el tiempo. Probablemente fue el mismo que escri-
bió la primera carta "de Juan?".
l. .J. Blank, El evangelio según san Juan, 1.3, Barcelona 1987, 214.
l' La fuerza inspiradora es el Paráclito: vea 14.16s.26; 15,26s; 16,7-14.
11, Esta carta la escribió para corregir la idea que su evangelio había dejado en la
mente de algunos cristianos que la humanidad de Jesús, por tanto su vida terrena,
359

EVANGELIO SEGÚN JUAN
Los destinatarios
Jn se dirige a una comunidad que vive en una ciudad importante de habla
griega, en la cual tiene mucho peso el segmento judea-cristiano, es decir los
judíos conversos al cristianismo, que sufren el hostigamiento de la comuni-
dad judía, así como el influjo de ideas de sabor gnóstico sostenidas dentro
de la misma comunidad.
El conflicto con la comunidad judía, que se centraba en la confesión
cristiana de la mesianidad de Jesús y su relación con Dios, fue indudable-
mente doloroso. Los judíos cristianos han sido excomulgados por eso de la
sinagoga (9,22; 12,42). No sólo eso, sino que inclusive los hostigan. La
comunidad ya siente en carne propia la advertencia en 16,2s: "Los echarán
de las sinagogas. Más aún, llega la hora en que todo aquel que los mate
creerá dar culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre
ni a mí."
No hay continuidad entre Moisés y Jesús: "la Ley fue dada por medio de
Moisés; la gracia y la verdad por Jesucristo" (1,17; cf. 4,20-24; 13,34s). Lo
propio del judaísmo es la observancia legalista de la Ley de Moisés (7, 19;
8,17; 10,34), mientras que en el cristianismo es la fe en Jesucristo. La comuni-
dad está distante del judaísmo, más aún, sus sentimientos son a menudo
adversos, pues hay un marcado sabor antijudío en Juan por el tono en que
se expresa de ellos cuando habla de "los judíos''!", o al referirse a sus fiestas
calificándolas como "de los judíos?", o cuando Jesús habla de la Ley como
si él no fuerajudío diciendo "en su Ley"19. La animosidad de las autoridades
era irrelevante --con la implicación que, aparte del amor comunitario. entendido
en sentido tradicional griego que distingue estamentos sociales. el resto de la
moral no era tan importante. Eso produjo un cisma en la comunidad. De aqui la
insistencia en Un sobre la importancia de reconocer y confesar que Jesús fue
plenamente humano.
17 70 veces, más de la mitad de las cuales refiriendo a ellos como adversarios: en los
sinópticos apenas se usa la expresión "losjudlos" y nunca en sentido adversativo
(Mt 5 veces; Me 6; Le 5).
18 .In2,13; 5,1; 6,4; 7,2.11; 11,55.
19 Cf..In 8,17; 10,34; 15,25; igualmente habla de "sus padres (patriarcas)" en 6,49.
360
COORDENADAS HISTORICAS
judías contra Jesús es repetida reiteradas veces: querían matarlo", acusán-
dolo de hacerse "igual a Dios" (5, 18; 10,33; 19,7). Esa actitud contraria a la
comunidad judía es evidente en su presentación de personajes como N ico-
demo, José de Arimatea, los padres del ciego, y por supuesto los discípulos
que, dice el texto, tenian "miedo a los judíos" (3,2; 7,13; 9,22; 19,38; 20,19)21.
TAREA: Lea y analice Jn 9 desde la perspectiva de la realidad vivida
en la comunidad juánica y de su relación con el judaísmo de su entor-
no. Compare con Jn 16,1-4.
Lugar de composición
Nuevamente, hay que distinguir el lugar de composición original del de
residencia del evangelista o autor principal. Hablamos de este último. Desde
Ireneo, el lugar tradicionalmente relacionado con Jn es Éfeso: "Juan el discí-
pulo del Señor que aprendió de su pecho, compuso un evangelio durante su
estadía en Éfeso" (Adv. haer. 3,l.l). Era una ciudad donde habitaba una
importante comunidad judía, al punto que podía excomulgar a los que confe-
saban a Jesús como mesías (9,22), y lograba que algunos seguidores de
Jesús lo abandonen y vuelvan a la sinagoga (6,66-70). El antijudaísmo de Jn
se entiende bien en Éfeso, por su poderosa e influyente comunidad judía.
Por su teología, Jn es afín al Apocalipsis, escrito en Asia Menor (las "siete
iglesias"), no lejos de Patmos, lo que nos acerca a Éfeso". Otro indicio claro
de esta localización es la tensión que sostenía con los seguidores del Bautis-
211 Jn 5.18; 7,1.19: 8.22-24.59; 10,31-33; 11,8.53 (tratan de tomarlo preso: 7,30.44:
8.20; 10,39). Durante la Pasión, los judíos son insistentes en pedir la muerte de
Jesús: 18,36.38; 19,7.12.20. Esa hostilidad hacia Jesús es representativa en Jn de
la hostilidad hacia los discipulos. Por eso. los actores son "los fariseos" -"los
sumos sacerdotes" se mencionan sólo en relación a la Pasión histórica de Jesús-
que en tiempos de Juan eran las autoridades supremas (rabinos).
21 Los judios son descalificados como hijos de Abraham (8,33-40), inclusive de
Díos (8,41-47), en cambio son acusados de ser "hijos del diablo" (8,44), de
desconocer a Dios (5.37s: 8,19.55). Ellos son parte de "el mundo" (estructuras
contrarias a Dios), cf. Jn 14-17 (vea 18,20).
22 Hay también una cierta cercanía a la teología paulina. Recordemos que Efeso fue
el lugar más importante y uno de aquellos en los que Pablo permaneció más
361
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
ta (vea Jn 1,6ss.15.26s; 3,28ss; 4,1; 5,36). Por Hch 19,1-7 sabemos que en
Éfeso había un grupo de éstos y bautízaban "con el bautismo de Juan".
Todos estos indicadores, además de que cerca de Éfeso había una sinagoga
de samaritanos (Jn 4), apuntan a Éfeso como lugar de composición. Esa es
también la opinión de la mayoría de exegetas.
Fecha de com posición
El primer esbozo del evangelio se ubica probablemente en Palestina y
data antes de la destrucción de Jerusalén, después de la cual desgracia las
comunidades se dispersaron (diáspora). Lajuánica, como vimos, probable-
mente se reconstituyó en Éfeso.
La obra misma no da fecha alguna, pero hay claros indicadores de la
fecha post quem de su composición -que ciertamente es posterior al año 70
(11,48 alude a ellaj-. Las autoridades religiosas en Jn, aparte de la Pasión
(por su raíz histórica), siempre son los fariseos. Esto corresponde a la situa-
ción después de la destrucción del Templo, cuando el judaísmo se redefinió
y se unificó en torno a los fariseos que configuraron el judaísmo rabínico,
que se estableció en Jamnia en la década del 80. Esta es la razón por la que no
hace distingos entre fariseos, saduceos, maestros de la Ley y sacerdotes,
sino que se habla simplemente de "los judíos" o "los fariseos".
La ruptura con el judaísmo ya era un hecho consumado, cargado de
sentimientos adversos, y marcado por hostilidades, que se ven reflejados
en Jn en su lenguaje. Por tanto, nos encontramos al menos en torno o algo
más allá del año 80 -lo que se confirmaría si es cierto que el autor conoció
los sinópticos-o No hay referencias a la destrucción de Jerusalén, lo que
sugiere que, a diferencia de los sinópticos, ese drama ya había sido asimila-
do, por tanto nos lleva más allá de los 80. Pero, a diferencia del Apoc, no se
respira un clima de persecuciones, por tanto es anterior a éste, que data de
los años 90.
El papiro P52, hallado en Egipto y que corresponde al cuarto evangelio
(18,31-33.37-38), apunta a la fecha tope (ante quemy: hacia el año 130 (o más
tiempo (Hch 19, I O). Cf. R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan. vol. IV,
Barcelona, 1987, Excursus 5: comparación de la cristología paulina y lajuánica.
362
LA OBRA LITERARIA
tarde). Si suponemos que han pasado unas décadas antes que una comuni-
dad en Egipto se interesara en Jn y obtuviese una copia, y que ésta tuviese
autoridad, cosa que se adquiere sólo con el tiempo, podemos pensar que Jn
habría sido escrito a más tardar hacia el año 100. El redactor final, a quien
debemos las menciones del Paráclito (que responde a la ausencia de la paru-
sía) y la reivindicación de la autoridad de Pedro en el cap. 21 (ignorada en el
resto de Jn), entre otras, debe haber reeditado Jn hacia el año 100.
Eusebio de Cesarea reporta que lreneo afirmó que el "apóstol y evange-
lista" Juan "permaneció en ella (Efeso) hasta los tiempos de Trajano" (HE.
3,23.4). Si bien el hijo de Zebedeo y el discípulo amado ya habían muerto, la
asociación con Trajano (98-117) es interesante: sitúa a Jn tardíamente, nada
menos que a inicios del s. ll -lo cual podría ser una referencia al redactor
final" .
B. La obra literaria
Si leemos cualquier página de los otros evangelios y comparamos el
estilo, el tono y los intereses con el de Juan, notaremos de inmediato una
gran diferencia. En lugar de las pequeñas simples unidades narrativas con
sabor oral de los sinópticos, las juánicas son más amplias y coloreadas con
abundancia de símbolos, que sirven de base para una extensa enseñanza.
Los discursos tienen el sabor de ensayos teológicos cuidadosamente pen-
sados; son largos y elaborados, pero a la vez repetitivos.
Relación con los sinópticos
Para empezar, Juan ha seguido el mismo género literario de Mc (a quien
siguieron Mt y Le), es decir una narración teológica en la cual los personajes
vivazmente dialogan. El autor, además, comunica al lector el mundo interior
de los personajes (qué piensan, qué motivos tienen) e interpreta con fre-
cuencia las ideas centrales. Sin embargo, su punto de vista, la manera como
estructura la trama y las acentuaciones, lo diferencian notoriamente de los
2] En contraste con los sinópticos. el uso más antiguo que conocemos de Jn es el
comentario a éste hecho por Herakleon, recién hacia el año 160. No hay prueba de
que los padres de la Iglesia de la primera mitad del S. II hayan usado Jn.
363
 EVANGELIO SEGÚN J LJAN
otros evangelistas. De hecho, las diferencias son tan notables que se estu-
dian separadamente, como indiqué al inicio. He aquí las más notorias:
(1) En Jn el desarrollo de la misión de Jesús sigue un recorrido totalmente
diferente de los sinópticos. Jesús habría actuado la mayor parte del
tiempo en Jerusalén y alrededores, y no en Galilea como en los sinópti-
cos. Según Jn, Jesús fue a Jerusalén para la Pascua tres veces (2, I 3; 6,4;
11,55), no una sola como se lee en los sinópticos, es decir su ministerio
público habría durado más de dos años (como es tradicional afirmar).
(2) Aparte de los grandes bloques dedicados a la Pasión y la Resurrección
-que son relatados de una manera muy "juánica"-, hallamos sólo diez
relatos que también se encuentran en los sinópticos, pero narrados de
una manera bastante diferente en cuanto a lenguaje y detalles, a su lugar
en la obra, y sobre todo en cuanto a su mensaje cristológico". Entre
esos se encuentran tres milagros, pero notoriamente no se encuentra
exorcismo alguno ni curación de leprosos.
Por otro lado, es en Jn solamente donde encontramos conocidos episo-
dios como las bodas de Caná, la conversación con Nicodemo y luego
con la samaritana, la resucitación de Lázaro y el lavatorio de los pies.
(3) En el evangelio según Juan hay solo siete milagros", que además son
calificados como "señales" (semeia) y no como obras de poder (erga).
Entre ellos hay algunos famosos que sólo se narran en Jn y están enri-
quecidos por disquisiciones teológicas: las bodas de Caná, el ciego de
nacimiento y la resucitación de Lázaro. Estas "señales" de la gloria de
Jesús tienen como finalidad suscitar la fe, no la exigen previamente como
en los sinópticos (vea Me 6,5s), de modo que en la visión de Jn juegan
un papel totalmente diferente que en la de los sinópticos.
(4) Si las narraciones son pocas, abundan en cambio los discursos. Sin
embargo, no encontramos ninguna parábola, ni instrucciones de carác-
ter ético, que son tan frecuentes en los sinópticos. Brillan por su ausen-
24 Vea J. Blinzler, Juan y los Sinópticos. Sigueme, 1968.
25 El séptimo, la pesca milagrosa, ocurre en el apéndice (cap. 21), después de la
Resurrección (no antes), y es notoriamente diferente de los sinópticos.
364
LA OBRA LITERARIA
cia el bautismo y las tentaciones de Jesús, las discusiones sobre la Ley
de Moisés, la confesión de Pedro y la transfiguración.
(5) En el cuarto evangelio encontramos pocos dichos sueltos de Jesús,
pero abundan los diálogos y extensos discursos de alto calibre teológi-
co. Jesús habla con un tono y una profundidad que no hallamos en los
sinópticos, casi como un teólogo; habla con solemnidad y majestuosi-
dad, no con la sencillez que hallamos en los otros evangelios. Podría
decirse que el Jesús que habla y actúa en Jn es el Señor glorioso, no el
maestro de Nazaret.
(6) Las discusiones con "los judíos" no son sobre cuestiones de la Ley,
sino sobre la persona misma de Jesús, su origen y su relación con el
Padre. Los "judíos" son sus enconados adversarios.
(7) Mientras que en los sinópticos Jesús predica el Reino de Dios (expre-
sión ausente en Jn, salvo por 3,3.5 en otro sentido) y exhorta a la conver-
sión, en el cuarto evangelio Jesús se predica a sí mismo -su origen, su
mesianismo, su relación con el Padre- y pide fe en él-no en Dios, como
en los Sinópticos-o Los famosos "yo soy (la luz, el camino, la verdad,
etc.)", se encuentran exclusivamente en Jn.
(8) Nada en la versión juánica de la última cena se asemeja a la de los
Sinópticos: no hay "institución de la eucaristía" sino lavatorio de pies,
al que sigue un extenso discurso exclusivo a Jn (cap. 13-17).
(9) La pasión y muerte de Jesús no aparece en Jn como humillación, sino
como su "hora", la de su "glorificación", su "elevación". En ella se
manifiesta la majestad de Jesús; la Cruz es menos un patíbulo que un
trono. El relato de la Pasión es notoriamente diferente de los Sinópticos;
es un Jesús victorioso, seguro de sí mismo, ¡es el "rey"!
(IO) La diferencia más notable que caracteriza este evangelio es la imagen de
Jesús que proyecta: un Jesús consciente de su calidad divina y su pre-
existencia (8,58; 10,30-38; 14,9; 17,5). Es el enviado del Padre, que vino al
mundo para ser el camino y la luz que conducen al Padre, y que retomará
al Padre. A diferencia del Jesús sencillo que nos sale al encuentro en los
sinópticos, el que actúa y habla en Jn es majestuoso y solemne, seguro
365
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
de sí mismo, consciente de su identidad mesiánica, es el "yo soy ... " que
domina absolutamente los escenarios.
Como veremos, las diferencias obedecen al propósito del evangelista,
que era más de corte kerigmático y teológico que el de los sinópticos, pro-
fundizando sobre la naturaleza y la significación de la persona misma de
Jesucristo, cuya misión reveladora es salvífica: fue escrito "para que crean
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en
su nombre" (20,31).
Ahora bien, el recurso al género evangelio (iniciado por Marcos) y las
analogías en la composición de Jn con los Sinópticos, sugieren que el evan-
gelista conocía la existencia de al menos uno de esos evangelios -además
de la posibilidad de que en la década del 80 Me ya era conocido pues lo
usaron como base Mateo y Lucas. El conocimiento de Le o al menos de sus
tradiciones se hace más verosímil si el lugar de composición es la misma
región, en o cerca de Éfeso. El que Jn sea una versión prácticamente inde-
pendiente y notoriamente diferente de los sinópticos no significa que no
los haya conocido.
No se puede sostener que Juan quiso complementar a los sinópticos. La
cercanía con éstos se debe al hecho de haber heredado tradiciones orales
similares, no a la lectura de sus textos, y menos de haberlos copiado. Esto es
tanto más verosímil si tenemos presente que la comunidad juánica no vivía
desconectada de otras comunidades cristianas, más si su composición se
dio sea en Antioquía o en Éfeso. De aquí que tenemos que asumir que esta
comunidad estuvo familiarizada con tradiciones que también eran conocidas
en otras comunidades, que los autores de los sinópticos habían tenido pre-
sentes al escribir sus versiones del evangelio. Las semejanzas se encuentran
en pocas perícopas y dispersas, y no todos los elementos de las perícopas
similares provienen de un solo evangelio sinóptico, sino que a veces se
asemejan más a uno, y otras a otro, por lo que habría que pensar que picó de
los tres.
La posibilidad de que Juan haya tenido acceso a alguna tradición que
conoció Marcos se puede sospechar especialmente del hecho de que ambos
han preservado ciertos detalles que sólo ellos tienen: el dinero necesario
para obtener panes es de "doscientos denarios" (Me 6,37/Jn 6,7); el perfume
366
LA OBRA LITERARIA
vertido sobre Jesús es "hecho de nardo puro" (Mc 14,3/Jn 12,3) y se podría
haber vendido por "la suma de trescientos denarios" (Me 14,5/Jn 12,4). Más
llamativos son los paralelos entre Le y Jn: sólo ambos mencionan a un tal
Lázaro(Lc 16,20/Jn 11,1)Z6 y a las hermanas Marta y María(Lc 10,38s/Jn
11,1); sólo en Le y Jn las apariciones del resucitado son en Jerusalén, no en
Galilea; sólo ambos mencionan una pesca milagrosa (Le 5/Jn 21); la unción
de los pies es parecida en ambos (Le 7,36ss/Jn 12,lss). En síntesis, lo más
natural es pensar que en la comunidad juánica se conocían las tradiciones
que se conocían en las comunidades donde se escribieron los sinópticos.
Recordemos que en las etapas iniciales se tenía más interés en relatos que en
discursos de Jesús.
En cuanto a las posibles fuentes a las que el evangelista haya tenido
acceso, desde Rudolf Bultmann es común pensar en una colección escrita
de "señales" (semeia), de donde provienen los relatos de milagros, una
colección de "discursos de revelación", y un relato de la Pasión. Esto es en
términos generales. Si bien es imposible determinar con certeza el origen de
las perícopas que constituyen el cuarto evangelio, es seguro que una buena
parte de Jn ha sido elaborado en la comunidad misma, especialmente los
discursos, con su característica profundidad teológica". Por cierto recurrió
alAT.
Es frecuente afirmar que las diferencias entre Jn y los sinópticos obede-
cen a la intención de Juan de complementarlos o corregirlos. ¿Fue así? Vea-
mos algunos indicadores. Hay varias escenas compartidas con los sinópti-
cos (p. ej. expulsión de mercaderes del Templo, multiplicación de panes,
unción de Jesús). Otras importantes son omitidas o reciben otro enfoque (p.
ej. el bautismo de Jesús, la última cena). Algunas escenas importantes están
en momentos distintos, o sea no concuerdan (p. ej. la expulsión de los
mercaderes del Templo, el día de la última cena y Pasión). En pocas palabras,
Jn es una versión del evangelio que, independientemente de aquellas de los
sinópticos, se para en sus propios pies sin alusión alguna a ésos. Nada
indica que el evangelista pretendiese complementar o corregir a los sinópti-
l(, Note que en la parábola de Lucas se trata el tema de la resurrecciónen 16,27-31.
27 En el relato juánico de la Pasión, son ciertamente añadidos redaecionales 18,4-
9.13b-16.19b-21.23-24.28b-29.32-38a; 19,4-5. 7-11.20-23a.26-28a.34b-35.39 (A.
Dauer).
367
 EVANGELIO SEGUN JUAN
coso Su enfoque es notablemente diferente. Allí donde Jn parece presuponer
conocimientos de los sinópticos (p. ej. el bautismo de Jesús o la institución
de la eucaristía), no se debe saltar a la conclusión de que el evangelista
refería a los lectores a los sinópticos para la "información supuestamente
conocida", cosa que ni siquiera insinúa; son más bien tradiciones orales
compartidas con el resto del cristianismo y que los lectores, cristianos ellos,
conocerían.
Dado que las diferencias más notorias se observan en los diálogos y
discursos, algunos han querido explicarlas afirmando que Juan preservó los
discursos que Jesús dirigiera a los letrados y sabios de su tiempo, mientras
que los autores de los sinópticos preservaron las relaciones que Jesús tuvo
con la gente sencilla. Sin embargo, es notorio que en Jn el tono y la profun-
didad de las palabras de Jesús son siempre los mismos, indiscriminadamente
de su auditorio (vea por ejemplo 6,26s; 7,37s; 12,235). Juan Bautista habla en
este evangelio exactamente como lo hace Jesús (vea 3,27-31.32-36). El tono,
la profundidad y la majestuosidad del Jesús juánico son rasgos que el escri-
tor le ha dado al personaje de su obra. Además, ¡el estilo es el mismo del
autor de la carta primera de Juan!
Es posible que el evangelista profundizara en la significación teológica
de ciertas escenas conocidas en los sinópticos, por ejemplo el papel del
Bautista (vea 1,29-31), el sentido de la expulsión de los mercaderes del Tem-
plo (vea la explicación en 2,18-22), la entrada triunfal a Jerusalén (vea la
explicación en 12,16-18), o el sentido de la Eucaristía al sustituir la última
cena por el lavatorio de los pies (vea la explicación en 13,13-17).
TAREA: Compare Lc 11,14-20 con Jn 5,10-20, o Lc 10,29-37 con Jn
10,1-18. ¿Qué diferencias en la manera de narrar yen los discursos de
Jesús encuentra? ¿Cuál son las diferencias más notorias en vocabu-
lario?
Redacción
Si bien no podemos descartar a priori que la primera composición haya
sido en arameo, 10 cierto es que el autor principal, el evangelista, el que le
368
LA OBRA LITERARIA
imprimió carácter y personalidad, escribió en griego, que era la lengua co-
mún en el Imperio romano y en las comunidades cristianas". Las citas delAT
provienen de una versión griega, no hebrea.
La relación entre relato y discurso es un rasgo característico de Jn. Los
relatos son sobrios, mientras los discursos son largos, elaborados; aunque
repetitivos, fluyen con una temática netamente teológica. Son produccio-
nes literarias, no herencia de tradiciones orales. Basta compararlos con los
discursos más largos en los sinópticos, como el Sermón del Monte o las
invectivas contra los fariseos en Mt 23, que son sentencias yuxtapuestas.
Juan en cambio dedica casi todo un capítulo para explicar a Nicodemo los
requisitos para ver el reino de Dios, otro para explicar a la samaritana el
sentido del "agua viviente", y otro para exponer el sentido del "pan de
vida", por ejemplo.
El lenguaje en Jn es relativamente sencillo, con un vocabulario simple,
repetitivo, de apenas más de mil vocablos". La gramática es igualmente
sencilla y llana.
Rasgos literarios
El cuarto evangelio revela un deleite literario por parte de su autor princi-
pal. Jn es una obra en la que el estilo está claramente al servicio de la teología
del autor. Así, el estilo de los discursos es solemne, hierático a veces; con-
trasta notablemente con el estilo del Jesús de los sinópticos, con lo que
2" Los semitismos (giros y construcciones típicas hebreas o arameas), como en los
otros evangelios y el mismo Pablo, se explican fácilmente como resultado de la
misma predicación apostólica en el mundo judío, incluido el de la diáspora, y por
tanto impregnado de expresiones tradicionales judías, además de la influencia de
la lectura del AT. Es la misma explicación para la presencia de anglicismos en
nuestra habla castellana, por ejemplo. Semitismos no prueban que el original
haya sido escrito en lengua aramea! Si bien no se puede demostrar que existiera un
original en arameo, en cambio la composición en griego está a la mano.
29 De 15,416 palabras (en griego), apenas \.011 son palabras diferentes, lo que
contrasta con Me que tiene 1,345 palabras diferentes de un total de 11,242 que
usó, y Mt que tiene 1,691 de un total de 18,305, y Le que tiene 2,055 palabras
diferentes de sus 19,428 palabras en total (B. Rigaux, Para una historia de Jesús.
Testimonio del evangelio de Marcos, Bilbao, 1967,84).
369
 EVANGELIO SEGÚN JUAN LA OBRA LITERARIA

revela el carácter de la misión de Jesús, que les dice lo que oye del Padre
(8,26.40). La prosa tiene a menudo un tinte poético, lo que nos recuerda el
estilo de la sabiduría, cuyo origen está en Dios".
Son frecuentes los paralelismos, donde una idea es repetida a continua-
ción con otras palabras (p. ej. 3, 11; 4,36; 6,35s) o es reforzada por una idea
contraria (p. ej. 3, 18.20s; 8,35). El autor gusta jugar con el lenguaje; recurre a
palabras con doble sentido, p. ej. "ser elevado/exaltado/crucificado" (hup-
.1'06) en 3,14; 8,28; 12,34; "nacer de nuevo/de arriba" (ánoten) en 3,3; "vien-
to/espíritu" (pneuma) en 3,8; "enviar/entregar (a morir)" (did6mi) en 3,16;
"agua vivificante/fresca" (hud6r z6n) en 4,10; "mundo" para el cosmos y
para las fuerzas contrarias a Dios; "conocer" en sentido cognitivo y en
sentido de compenetración existencial. No solo las ideas, sino también las
cosas a veces llevan implícito un doble significado, p. ej. al referirse al Tem-
plo lo hace al edificio y también simbólicamente al cuerpo de Jesús (2,19-22);
el pan adquiere más de un sentido en 6,35-58, además del primario del alimen-
to material con el que sació a la muchedumbre: se refiere a la presencia
reveladora de Jesucristo, y también a su cuerpo eucarístico.
Un artificio literario frecuente en Jn es la incomprensión, que consiste en
la intervención súbita de un personaje que interrumpe con una pregunta u
objeción que expresa incomprensión sobre un asunto que el autor considera
sumamente importante. La respuesta dada es una aclaración pensada en el
lector, p. ej. en 2,19-21; 3,3s; 4,1Os; 6,26s.41 s.51s; 8,31-33.
Afín es el recurso a fa ironía en boca de extraños o de adversarios de
Jesús; se trata de afirmaciones sarcásticas o burlonas que, sin embargo,
resultan ser verdaderas: p. ej. en 4, I2, tras ofrecerle agua viva, la samaritana
pregunta si Jesús será acaso "más que nuestro padre Jacob que nos dio este
pozo"; en 7,35 los judíos preguntan socarronamente si Jesús "acaso se irá a
la diáspora entre los griegos" (donde está la comunidad de Juan) por haber
dicho que no lo encontrarán. En ambos casos, la respuesta es "sí", El relato
de la Pasión incluye también una serie de ironías, siendo la más notoria la
burla de la chusma y de la soldadesca sobre la pretensión de ser Jesús un
30 No pocos piensan que en la comunidadjuánica se apreciaba a Jesús como una
suerte de Sabiduríaencarnada(veaestafiguraliterariaen Prov. 1-9, Sab. 6-8 y Sir.
24, por ejemplo). Ése es el tenor del Prólogo.
"rey", sin comprender que en efecto lo es aunque en un sentido no político,
pues su reino no es de este mundo.
Por cierto, un rasgo literario distintivo de Jn es el frecuente recurso a
metáforas, vale decir que compara a Jesús tácitamente por ejemplo con el
cordero pascual, o como la puerta, la luz, el camino, la vid. Característico de
este evangelio es el empleo frecuente de una serie de theologúmena, voca-
blos teológicamente preñados de significación: conocer, ver, gloria, perma-
necer en, verdad, vida, mundo, hora, luz, señal, obras .
Estructura de Jn
Este evangelio es el más nítidamente estructurado pues consta de dos
partes claramente delimitadas.
Prólogo: 1,1-18
1. El libro de señales
Introducción: quién es Jesús: 1,19-51
Primer itinerario: Jesús se revela: cap. 2-4
Segundo itinerario: primeros conflictos: cap. 5-10
Ultimo itinerario: resucitación de Lázaro, sentencia de Jesús: cap. 11-12
Resumen: 12,44-50.
11. El libro de la glorificación
Introducción: lavatorio de los pies: 13, 1-30
Primer discurso de despedida: 13,3 1-14,3\
Segundo discurso de despedida: cap. 15- I6
Oración final: cap. 17
Pasión: ¿eres rey? cap. 18-19
Resurrección: j Señor mío y Dios mío! cap. 20
Conclusión: 20,30-3\
Epílogo: cap. 21.
El prólogo (1,1-18) Yel epílogo (cap. 21) fueron añadidos posteriormente.
El primero, proveniente probablemente en una forma más elemental de un
himno recitado en comunidad, sitúa la encarnación en su origen divino. El

370 371
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
epílogo insiste en el realismo de la resurrección de Jesús y su encargo a
Pedro de cuidar su iglesia siguiendo las huellas de su maestro.
La primera parte de Jn empieza con la misión del Bautista cuya única
actividad es apuntar a Jesús como el esperado "Cordero de Dios", la cual
concluye con un resumen de toda esta parte, que centra la atención de forma
exhortativa en la importancia soteriológica de la fe en Jesús] l. Esta parte está
conformada por discursos que invitan a reconocer en Jesús al enviado del
Padre, intercalados con extensos relatos seguidos de exposiciones homiléti-
cas (parecen sermones), entre los que destacan las bodas de Caná (2, 1-11), la
conversación con Nicodemo (3,1-21); el diálogo con la samaritana (4,1-42); la
multiplicación de panes y el discurso del pan de vida (cap. 6), la curación del
ciego de nacimiento (cap. 9) y la resucitación de Lázaro (11,1-44).
La segunda parte empieza indicando que estamos "antes de la fiesta de la
Pascua" y que lo que sigue es expresión del amor de Jesús por los suyos
"hasta el extremo". El relato del lavatorio de los pies, que ocupa un lugar
clave en Jn, funge de prólogo al "libro de la glorificación". Concluye como
en el "libro de señales", exhortando a creer en Jesús "para que tengan vida
en su nombre" (20,31). Esta parte consta de tres momentos: el extenso dis-
curso-testamento de Jesús (cap. 13-17), la Pasión (cap. 18-19) y las aparicio-
nes del resucitado (cap. 20). El discurso de despedida o testamento fue
compuesto en dos momentos: al primero corresponden 13,31 a 14,31; a un
segundo momento corresponde la relectura del primero que constituye los
cap. 15y 16, que por lo mismo reiteran su temática; y concluye con la llamada
"oración sacerdotal" en el cap. 17.
La trama del evangelio según Juan
La trama de la narrativa que constituye el cuarto evangelio, se desarrolla
en un constante contrapunteo entre fe e incredulidad. Y es que es una cris-
tología narrativa en la que el lector está constantemente confrontado con
una decisión fundamental frente a Jesús: creer o no creer en él (cf. 20,30).
]1 Notemos que en 12,36 se dijo que Jesús "se ocultó de la vista" del público, pero,
sin mayor explicación, súbitamente aparece proclamando públicamente lo que
resume toda la primera parte de Jn, en 12,44ss.
372
LA OBRA LITERARIA
Esta confrontación, que pasa por conflictos y tensiones, se encama en los
personajes que aparecen en la narración.
Parte importante en una trama es el discurso, pues en él se explicitan las
intenciones y el sentido de las acciones de los personajes. El discurso es el
medio que permite al narrador resaltar y explicar el sentido de algunas accio-
nes o comportamientos para producir la reacción deseada en el lector. El
evangelista manejó hábilmente en su trama los discursos.
Mientras en Jn 1-4 se describe a los judíos en una actitud positiva, o al
menos neutral, frente a Jesús, a partir de la curación del paralítico en Bethe-
sda (5,1-9.10-18) se da un giro y, conforme se avanza en la lectura, nos
percatamos que la animosidad entre Jesús y "los judíos" aumenta en inten-
sidad y frecuencia, hasta que el deseo de matarlo toma posesión de sus
mentes para así librarse de él. Un acontecimiento decisivo en este recorrido
es la resucitación de Lázaro, que fue el detonante para que las autoridades
judías decidiesen reunidas en consejo deshacerse de Jesús: "desde aquel
día tomaron la resolución de quitarle la vida" (11,47-53). En el relato de la
Pasión las posturas antagónicas están absolutamente claras; allí se exponen
abiertamente los motivos. Los sumos sacerdotes se enfrentan a "el rey de
los judíos?", y declaran públicamente: "No tenemos más rey que al César"
(19,15). Por eso, en el desarrollo de la trama el evangelista presenta a Jesús
inclinado a ir a Jerusalén y quedarse allí, donde las confrontaciones abiertas
con el judaísmo llegan a su clímax".
Es notorio también que el cuarto evangelio está pintado con rasgos pro-
pios de un juicio: abundan los términos jurídicos, en particular los vocablos
juicio/juzgar (kris is/krínein) y testimonio/testigo/atestiguar (martyría/mar-
tyrein). Es notoria la cantidad de veces que Jesús apela a las Escrituras
(5,39), a los patriarcas (8,56), a Moisés (5,45s), al mismo Padre (5,37; 8,18), Y
,2 Desde esa perspectiva está narrada la Pasión (mencionado 9 veces; vea esp. la
escena sobre la inscripción en la cruz, en 19,19-22), aunque ya fue reconocida la
realeza de Jesús en 1,49; 6,15 y 12, 13ss.
33 Esto explicaría la falta de secuencia lógicageográfica como la que se observa en
cap. 4-7 (vea lo dicho sobre la composición). Esa suerte de dialéctica entre Galilea
y Judea es intencional: marca la diferencia entre el mesías Jesús y el judaísmo
rabínico.
373
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
a las señales que hace (10,25) que avalan sus afirmaciones, sobre todo su
carácter mesiánico, además de los testimonios del Bautista.
Lo que más impresiona en Jn es la constante revelación que hace de
Jesús como enviado del Padre, y las reacciones que se traslucen a lo largo de
sus capítulos. La identidad de Jesús es el tema más saltante. La revelación
consiste además en apuntar a las consecuencias que esto tiene para el hom-
bre cuando es confrontado con ella -por eso hallamos frecuentes vocablos
gnoseológicos (ver, oír, conocer, verdad) y relacionales (amar, juzgar, testi-
moniar, permanecer)- es decir, la dimensión soteriológica.
La encamación dellogos es el inicio de ese proceso de revelación, que
culmina con la elevación-glorificación del Hijo. Entre ambos polos discurre
la trama de este evangelio en el que es fundamental el contrapunteo entre fe
e incredulidad (representada por "los judíos") -el que lleva adelante la
trama-o Los actores secundarios -y el lector- son confrontados con señales
(semeia) y con testimonios de las Escrituras y de figuras centrales del judaís-
mo que apuntan al mesianismo de Jesús (cf. 20,30: se escribió "para que
crean que Jesús es el mesías"). No por otra razón la actividad de Jesús se
desarrolla predominantemente en Jerusalén y alrededores, es decir en el
corazón del pueblo al cual Dios se ha estado revelando, y al que se dirige en
sendos discursos, entre expositivos e interpelantes.
La primera parte (cap. 2-12) resalta el testarudo rechazo de los judíos a
Jesús, y por ende a su papel revelador del Padre y de su oferta de "vida"; él
es la revelación encarnada. La segunda parte se centra en la relación entre el
discípulo, Jesús y el Padre, la cual se expresa en la fidelidad, la unidad y el
amor fraterno; el énfasis ya no está puesto en "entrar en la fe", sino en "estar
en la fe", fidelidad; Jesús es pues, la revelación glorificada.
c. Temática
El cuarto evangelio es básicamente una exposición teológica, cuyo tema
es la revelación de Dios en la persona de Jesús, su enviado. De hecho, Jn es
el más teológico de los evangelios. Según Eusebio de Cesarea, Clemente de
Alejandría calificó al de Juan como "evangelio espiritual (pneumatikón)", en
374
TEMÁTICA
el que Jesús es presentado claramente como el rostro visible del Dios invisi-
ble, contrastando con los sinópticos que calificó de "carnales (sarkikoi)"
(H.E. 6,14.7), por su presentación tan humana de Jesús.
Trasfondo ideológico
Juan empleó con frecuencia un lenguaje dualista: luz-tinieblas (1,5), arri-
ba-abajo (8,23), espíritu-carne (3,6), vida-muerte (3,36), verdad-mentira
(8,44s), cielo-tierra (3,31). Nos recuerda el tratado de los monjes de Qumrán
expuesto en su libro "La guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las
tinieblas" (1QM). Para el autor de Jn, los creyentes en Jesús son "hijos de
la luz" (12,36); son los "de abajo" que han nacido "de arriba (de nuevo)"
(3,3.5s). La visión dualista era típica de las corrientes gnósticas, por sus
raíces platónicas.
En efecto, el cuarto evangelio respira un cierto aire gnóstico. El gnosticis-
mo es la creencia que la salvación depende fundamentalmente del conoci-
miento (gnosis) de sí mismo, de su origen y de su destino, y de ciertas
prácticas rituales. Ese conocimiento es revelado por un enviado divino. El
gnosticismo fue una tentación en el cristianismo desde temprano", Jesús
fue visto como un maestro descendido del cielo que revela cómo obtener la
vida celestial y cómo sortear los obstáculos en el camino a la salvación]'. Sin
34 El gnosticismo es una corriente filosófico-religiosa, de origen platónico, que fue
ganando terreno en ámbitos inclinados al esoterismo y la mística. Su ética es
dualista, y sus doctrinas están envueltas en mitos. En 1945 se encontró en Nag
Hammadi (Egipto) una colección de escritos gnósticos, algunos de los cuales son
traducciones captas de originales griegos del s. 11 d.C. Cf. A. Piñero (cd.), Textos
gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi, Ed. Trolla, Madrid, 1997 (en curso,
varios volúmenes). San Pablo tuvo que liar con elementos gnósticos en algunas
comunidades.
J5 La idea básica gnóstica es que la divinidad envía un salvador que desciende de un
mundo celestial, que revela el camino a seguir para llegar hasta ese mundo, y que
retoma a él "para preparar una morada" a los que lo escuchan. Toda persona tiene
en sí algo de la divinidad, una chispa divina, que anhela regresar a su hogar de
origen. El asunto es cómo llegar. Para eso lo primero es conocer (gnosis) quién se
es, de dónde se ha venido y euál es su verdadero hogar. Lo segundo es conocer
(gnosis) cómo llegar allá, qué virtudes practicar y vicios evitar, qué ritos realizar
para acercarse a una comunión con la divinidad. Todo esto, como se observa,
375
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
embargo, el evangelio no es producto de un gnóstico, y no es seguro si su
autor sufrió de su influencia. El evangelista contrapuso a la gnosis la impor-
tancia de la fe como relación existencial con la persona de Jesús -no sus
doctrinas-, y ha utilizado el vocablo "conocer" en el sentido semítico clási-
co de intimidad con una persona (vea abajo). Por eso su notoria insistencia
en la necesidad de creer en la persona de Jesús, y que esafe en él es la que
da vida.
La cercanía del cuarto evangelio al pensamiento gnóstico ha sido obser-
vada muchas veces, además del hecho de que éste fue el evangelio favorito
en grupos gnósticos, inclusive el nombre de Juan fue tomado hacia fines del
s. II para un evangelio netamente gnóstico, el "Apócrifo de Juan", además
de otro documento llamado "Hechos de Juan". El gnóstico Herakleon escri-
bió a fines del s. II un comentario a Jn. A esto se suma el hecho de que Jn no
fue aceptado desde temprano por todas las comunidades precisamente por
su aparente cercanía al gnosticismo y su diferencia con los ya aceptados
sinópticos. Las cartas 1 y 2Jn fueron escritas probablemente para refutar a
las corrientes gnósticas que apelaban al evangelio afirmando que Jesús no
fue plenamente humano (docetismo), y que la salvación que ofrece viene del
reconocimiento (gnosis) de su revelación, no de su muerte.
No hay relación entre Juan y el "monasterio" de Qumrán (con el que se
suele asociar al Bautista) -conocido a través de los documentos (del Mar
Muerto) allí hallados hace medio siglo-. Las semejanzas, p. ej. los dualismos,
esp. luz-tinieblas y el "nacer de agua", se deben más a la familiaridad con un
tipo de pensamiento común en ese mundo y época, que a influencias de uno
sobre el otro. Tampoco hay influencias visibles de las religiones paganas del
entorno o de alguna filosofía griega.
El trasfondo más amplio e importante de Jn es el judaismo, tanto por el
origen judea-cristiano de la comunidad como por los conflictos que por eso
tuvo con el judaísmo del entorno. El autor se apoyó masivamente en el AT,
depende de uno mismo; no interviene la divinidad. El salvador lo es por cuanto
revela esos conocimientos (gnos is). Valga acotar que la tentación del gnosticis-
mo sigue vigente (p. ej. al priorizar la doctrina o las prácticas virtuosas) -y no
faltan grupos que se califican como gnósticos, siendo el más conocido "Nueva
Acrópolis" .
376
TEMÁTICA
sea citándolo (19 veces), mencionando "la Escritura (graphe)" o "la Ley" o,
más a menudo, aludiendo de diversas maneras a ella, especialmente en los
discursos de Jesús. De hecho, no pocos de los temas provienen del AT y
fueron entretejidos en la trama del evangelio, especialmente lo concernien-
te a Moisés y al Éxodo (señales, maná, agua de la roca, serpiente de bronce).
En Jn Jesús es más claramente el mesías, el rey de Israel, el profeta espera-
do, y menciona a los patriarcas y a Moisés más a menudo que en los otros
evangelios. En forma y estilo, los discursos nos recuerdan los de los libros
sapienciales (Prov, Sir, Sab). (Vea además lo dicho arriba sobre los destina-
tarios.)
Jesús el hijo del Padre: identidad
Los discursos de Jesús en Jn giran principalmente en torno a tres temas
entrelazados: su origen, su identidad y su misión reveladora. La relación
entre Dios y Jesús es un tema que recorre a lo largo de este evangelio, que
responde a la pregunta por la identidad del Hijo. Para ello recurre tanto a
testimonios diversos, como a las "señales" hechas por Jesús. Todos los
discursos, directa o indirectamente, desembocan en la exigencia de una toma
de postura frente a Jesús: creer o no creer en él.
La centralidad de Jesús en este evangelio es evidente". Él es el centro de
todo; acapara todo el escenario. La clara impresión que se tiene de Jesús,
desde muy temprano, es que se está ante una persona de "naturaleza divi-
na", que contrasta notoriamente con el Jesús humano de los sinópticos.
Pero es Jesús en su relación con Dios y con los hombres el tema constante
(cristología, teología y soteriología son inseparables), así como lo que Dios
ha hecho por los hombres por medio de Jesús.
Para el evangelista Jesús es esencialmente el hijo del Padre, quien lo
envió; es la revelación encarnada del dios de Abraham, de Jacob y de
Moisés; por eso es que sistemáticamente habla de Dios como su padre", Él
le, El nombre propio, Jesús, se encuentra 238 veces en Jn, en contraste con 150 en
Mt, 82 en Mc y 87 en Lc.
37 Padre, para referirse a Dios, ocurre en J n 120 veces, en contraste con un total de
42 en Mt, 5 en Me, y 17 en Lc. En general, vea M.A. Ferrando, Dios Padre en
el evangelio según san Juan, Santiago de Chile, 1996.
377
 TEMÁTICA
EVANGELIO SEGÚN JUAN

simplemente el mesías judío; en Jesús se ve y se oye a Dios mismo. j Ése es

es "aquel que bajó del cielo" (3,13; 6,41), Y allí volverá (6,62; 16,28). Jesús se "el camino, la verdad y la vida" de la comunidad"! Y, [no es otro que "el hijo
autodefine también como "el enviado del Padre". El Padre es "el que me del Padre"!
envió" (ha pempsas me), expresión que a menudo funge de título para Dios 38 .
Es decir, su identidad está dada por su relación con Dios y por la misión que
le ha encomendado. En eso radica la legitimidad de Jesús: en su ser el envia- TAREA: Observe y anote el contexto en el cual se encuentra cada
do del Padre. Para asentar la identidad de Jesús, Juan apela a testimonios en una de las afirmaciones "yo soy.,. ". ¿Qué papel juega cada uno, el
las Escrituras, los patriarcas, la Ley, y también a las señales que hace. La
contexto y la afirmación, y cómo se conjugan?
relación de Jesús con Dios expuesta en este evangelio fue fundamental en
las discusiones cristológicas de los primeros siglos.
Jesús se presenta consciente de su calidad divina (8,42.58; 10,30-38; 14,9;
La identidad mesiánica -el otro aspecto de Jesús- está expuesta en la
17,5). En 5, 18es acusado de "hacerse igual a Dios" por hablar de Él como "mi
serie de títulos que, cual cascada, van apareciendo a partir del testimonio del
padre" (vea 10,33; 19,7). ¿Es Jesús otro dios? se preguntan. No, Jesús es la
Bautista en boca de los futuros discípulos que entran en contacto con Jesús
manifestación perfecta de Dios Padre; lo que se predica de Dios se predica
(véalos: 1,35-51). El origen del mesías era una credencial fundamental (cf.
de Jesús. A través de él se ve quién es Dios, lo que equivale a decir que Jesús
7,41-43).
es la revelación de Dios: "el que me ve a mí, ve al Padre" (14,9). La expresión
de esta manifestación de Dios en Jesús alcanza su plenitud cuando llega "la
Los ego eimi (yo soy) son las expresiones más explícitas de la identidad
hora" (2,4; 7,30; 8,20; 12,27; 17,1) Y el hijo es "elevado" (3,14; 8,28; 12,31 s),
de Jesús: "yo soy..." (con un "yo" enfático en el griego)". En forma absolu-
que puntualmente es la Crucifixión -en la cual es públicamente proclamado
ta, "yo soy" (8,24.28.58; 13,19) recuerda la presentación de Dios ante la
"rey de los judíos"-. Jesús es el rostro visible del Dios invisible. En este
pregunta de Moisés frente a la zarza ardiente: "Soy el que soy" (Ex 3,14).
sentido destacan dos confesiones de fe en Jn: la de Pedro en 6,68s ("Tú eres
Descriptivos de alguna función son los "yo soy + predicado": "Yo soy" el
el santo de Dios") y la de Tomás en 20,28 ("mi señor y mi dios").
buen pastor, el pan de vida, la luz del mundo. la resurrección, la vid verdade-
ra. Cumple una función salvífica -jior eso, cristología y soteriología son
El enviado del Padre: misión de Jesús
inseparables en Jn-. Si tomamos en cuenta que en el mundo griego alzunas
divinidades se presentaban como "yo soy + predicado", entonces e: pro-
La teologlajuánica se centra en la unidad esencial y activa entre el Padre
bable que Juan lo emplease para contrastar a Jesús con aquéllas, y habría
y el Hijo (10,30.38). Las funciones de Éste son las del Padre: hace lo que haría
que entenderlo afirmativamente como "yo (ningún otro) soy ... (para uste-
el Padre ---es el dador de vida eterna (3, 13-15; 6,27.53}-. Una de las funciones
des)". Todo esto sugiere la presencia de Dios en Jesús (una teofania)" -o al
primordiales de Jesús es dar a conocer al Padre (13,31). El es el revelador del
menos es el que revela al verdadero dios salvador". Jesús es más que
Padre, el verdadero dios, el que da la vida".

3" Jn 4,34; 5,24; 6,38.39; 7,16.28.33; 8,26.29; 9,4; 12,44.45; 13,20; 16,5.
Potterie, "Yo soy el camino, la verdad y la vida", en Id. La verdad de Jesús,
39 Vea el apéndice 4 en el comentario a Jn de R.E. Brown. vol. 1.
Madrid 1979, 107-144 (= Sel. Teol. 28(196S), 313-322).
4() En la traducción griega del AT hebreo, en ciertos pasajes leemos "yo soy ... "
42 J.-O. Tuñí.JesÚs yel evangelio en la comunidadjoánica, Salamanca, 1987.69-142:
donde el original hebreo lee literalmente "yo, Yahvéh", p. ej. en Isa 41,4; 45,18;
Id., Jesús en comunidad, Santander, 1988, cap. 5: Jesús en la comunidad joánica.
Os 13,4; Joel 2,27.
43 1. de la Potteric. "Cristo corno figura de revelación según San Juan", en Id., La
41 Quizás por eso el último "yo soy" del evangelista, en 14,6, presenta a Jesús
verdad de Jesús, BAC 1979, 299-320; J.-O. Tuñí, El testimonio del evangelio de
como "el camino, la verdad y la vida". Recordemos que los cap. 15-17 fueron
Juan, Salamanca, 1983, cap. V.
introducidos más tarde, incluido el "yo soy la vid verdadera" (15,1.5). Cf. 1. de la

378 379
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
Tal es la comunión, que Jesús hace lo que ve hacer al Padre (3,11.32; 5,19;
8,38), Ydice lo que le oye decir(3,32; 8,26.28.40; 12,49; 15,15)-aunque nunca
se dice expresamente qué ve o qué oye del Padre-o En otras palabras, en
Jesús se ve al Padre actuando en este mundo: "el que me ve a mí, ve al
Padre" (14,9; cf. 5,23; 8,19; 14,7). Sin embargo, también está claramente dicho
que "el Padre es mayor que yo" (14,28; cf 4,34 )14. Ésta es la gran paradoja:
subordinación pero identificación, individualidad pero unidad; son dos pero
son uno. El Padre es el que lo envió; Jesús es el enviado.
El hijo es uno con el Padre, pero no son idénticos. Él es "el equivalente
funcional de Dios" (Kysar). Lo que los une es el amor (3,35) -por tanto son
dos individualidades-o El mensaje que Juan comunica es claro: responder al
Hijo es responder al Padre (5,23). Por eso, el que cree en Jesús ya tiene la vida
eterna (5,24); el que lo rechaza ya ha sido juzgado (3, 18).
La misión de Jesús no sólo es revelar al Padre, sino lograr "que todos
tengan vida, y la tengan en abundancia" (10,10). Es una teología soteriológi-
ca. A esa "vida" se llega por el "conocim iento" de Jesucristo, que se logra
por el "ver" y "oír" (vea abajo).
La misíón de Jesús continúa con el Paráclito": "él les enseñará todo y
les recordará cuanto les he dicho" (14,26). Es el mediador de la revelación de
ayer y de hoy. Él es el "otro Parácl ita, que estará con ustedes para siempre"
(14,16)46. El Paráclito es el continuador de la misión de Jesús (16,14s), por
44 Por eso, debemos cuidarnos de proyectar nuestros conceptos teológicos más
modernos, o los dogmas del s. IV, sobre los textos bíblicos. Juan entendía la unión
de Jesús con el Padre como tan estrecha como la que puede darse entre dos
personas que piensan y hacen lo mismo unidas por un mismo espíritu. pero
también estaba consciente de que no son dos dioses! Cada uno tiene su individua-
lidad, por eso el Hijo es obediente al Padre.
45 El término paráklétos lo usó solamente Juan. Entre sus diferentes acepciones, en
Jn tiene básicamente el sentido juridico de "abogado", y según el contexto tam-
bién de consolador, ambos con la connotación de asistencia. Vea F. Porsch, El
Espíritu Santo defensor de los creyentes, Salamanca, 1983; el apéndice 5 del
comentario de R.E. Brown a Jn, vol. II, y el excurso 16 de R. Schnackenburg en
su comentario a Jn, vol. IlI.
46 Note la identidad con Jesús. Es Paráclito en cuanto que tiene el mismo papel que
tuvo Jesús: dar testimonio del Padre, solo que el Paráclito lo hace dando testirno-
380
TEMÁTICA
eso, todo lo que se dice de él, se dice también de Jesús. Él es el Espíritu santo
visto desde su papel de testigo de Jesús, asistente de los discípulos (15,26s).
Ese testimonio está plasmado en el evangelio, y su veracidad está garantiza-
da precisamente por la presencia del Paráclito.
TAREA: Escriba los textos sobre el Paráclito uno tras otro (14,15-
17.25-26; 15,26-27; 16,7-15. Observe su relación con Jesús y con el
Padre. Compare su misión con la de Jesús. ¿Por qué están estos tex-
tos todos en el discurso de despedida? Compare los textos del primer
discurso (cap.14) con los del segundo (cap.15 y 16).
La fe en Jesucristo: la respuesta
Quizá el lector pensará que la fe en Jesucristo era tema en los otros
evangelios también, pero en ésos la fe que se pide tiene como objeto a
Dios 47 ; en Jn el objeto de fe es Jesús mismo, el enviado de Dios. Sólo aquí
leemos reiteradamente la invitación "crean en mí", y de ello se hace depen-
der la salvación. El que cree "ya está salvado" (lo que nos recuerda el discur-
so paulino de la justificación por la fe)".
nio de Jesús, tarea que deberán actualizar los discípulos (15,26s). Juan empleó
este vocablo, que es una suerte de título funcional, en lugar del común "Espíritu"
obviamente para marcar una diferencia; Espíritu denota presencia divina, Pará-
clito denota una función --en esencia la misma misión que tuvo Jesús. Paráclito
se asocia más con Jesucristo, y Espíritu con Dios (ef. 4,24). En 20,22 el resuci-
tado sopla sobre los discípulos "el Espíritu santo".
47 La afirmación "tu fe te ha salvado" (Me 5,34; 10,52; etc.) sin indicar el objeto,
debida cuenta de la religión de entonces y la perspectiva del evangelista, se
puede entender ya sea como "tu confianza en mi" o, más probablemente, "tu fe
en Dios": Jesús actúa en nombre de Dios, no en nombre propio, no se predica a
sí mismo, ni pide expresamente una fe teológica en él-como lo es la fe en Dios.
Sólo en el cuarto evangelio el objeto de fe es Jesús, quien pide fe en él y se
autopredica.
4" Juan usa J 07 veces el verbo creer (pistéuein) de un total de 241 que ocurren en
todo el NT. Todos en referencia a Jesús o algo relacionado con él.
381
 EVANGELIO SEGÚN .lUAN
La función de las señales (semeia) era provocar la fe: "Ésta (Caná) es la
primera de las señales que Jesús realizó ... Así manifestó su gloria y sus
discípulos creyeron en él" (2,11; cf. v.23)49. Jesús las hace para poner en
evidencia que él es el mesías (cf. 2,18); son sus credenciales. Las señales se
"ven"; no un ver físico solamente, sino un ver en sentido de comprensión de
lo que trasluce del actor (como una suerte de ventana a través de la cual se
ve quién realmente es el Jesús):". Como toda "señal", apunta a otra cosa que
a sí misma: apunta a Jesús. Hay pues dos niveles de experiencia: la satisfac-
ción de una necesidad humana y la percepción de estar ante el revelador de
Dios, el mesías.
Si bien las señales provocan fe a la cual invitan, también se advierte en Jn
que la fe no debe depender de las señales, aunque puede empezar por ellas:
"Si no ven señales y prodigios no creerán" (4,48). El resucitado sentencia:
"bienaventurados los que creen sin haber visto" (20,29; contraste con J 2,37:
"a pesar de tantas señales no creían"). Menos aún debe depender la fe de la
satisfacción de necesidades inmediatas (cf. 6,25ss). Los intercambios y dis-
cursos en los relatos resaltan que las necesidades humanas no sólo son
físicas (salud, hambre, vida), sino también espirituales: la ceguera no es sólo
física, sino también existencial -ceguera sugiere oscuridad en la vida, en
contraste con luz; la curación del ciego simboliza el don de la luz de la vida en
sintonía con Dios, cosa que "no ven" los fariseos (vea 9,39-41). No se en-
tienden las señales si no se "ve" su función simbólica: "me buscan porque
han comido pan hasta saciarse, no porque han visto señales" (6,26).
De 10 dicho se desprende que debemos prestar atención a los verbos ver
y oír, pues a menudo están relacionados a la fe misma. Así, "ver" tiene el
sentido sensorial (denotación) pero también el de la percepción de fe (con-
notación): "el que ve al Hijo y cree en él tiene vida eterna" (6,40); "el que me
ve a mí, ve al Padre" (12,45)51. Es exactamente el mismo sentido en el que
Jesús "ve" al Padre (5,19).
49 A diferencia de los sinópticos, en Jn los «milagros», llamados señales, no presu-
ponen un mínimo de fe, sino que los realiza .Jesús para invitar a creer en él.
50 Cf. F. Ramos Pérez, Vera Jesús y sus signos, y creer en ¡i" Roma (PUG), 2004.
51 Cf..Jn 1,14.51;3,11.32; 5,19; 6,40; 9,39 (todo el cap.): 11,45; 14.7-9.17; 17,24;
20,8.25.29.
382
TEMÁTICA
También "oír" y "escuchar" se pueden dar en un nivel más profundo que
el simplemente sensible, en el sentido de comprensión: "quien escucha mi
palabra y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna" (5,24)52. Es una
escucha que discierne la palabra de Dios en la del hijo. Por no "oír", los
judíos no pueden creer (8,43).
En resumen, la fe se enraíza en una experiencia sensorial pero va más allá
de ella para afirmar que, además de lo observable, se encuentra también la
fe5]. En efecto, la fe religiosa resulta de la comprensión de una experiencia, de
la apreciación de su significado para el individuo, que desemboca en una
decisión que lo compromete con alguien. Oír/ver al Padre en Jesucristo a su
vez presupone receptividad, disponibilidad al cambio o a lo nuevo-. Para el
evangelista se "ve" a Jesús en su década del 80 en el testimonio de los
cristianos en la praxis del amor viviéndolo "como Jesús amó" (13,35; vea
cuántas veces Juan habló de testimonio), y se le "oye" en la predicación
guiada por el Paráclito (vea 15,26s).
Ver y oír son medios de conocer. Ya mencioné que no se reduce a un
conocimiento intelectual o la aceptación de una doctrina, sino que se extien-
de a una compenetración existencial con quien es objeto de ese conoci-
miento, en línea con su sentido metafórico semítico, que involucra a la perso-
na en su totalidad en una relación interpersonal". ¡Eso es fe! Por eso, no
debe extrañar que en ocasiones el evangelista haya empleado el verbo cono-
cer en el sentido de creer (14,7.17; 17,3). Y es que, para Juan (y Pablo), fe es
52 Cf. .In 3,32; 5,24-26.30.37; 6,45.60; 8,26.40-47; 10,3.18.265; 12,45-47; 15,15;
18,37.
53 Fe no es producto de mera meditación, ni es un asentimiento a conceptos. Para la
religión judea-cristiana, la fe se basa en experiencias sensibles, no imaginarias; no
resulta de una mitología. Por eso eran importantes los testimonios de las expe-
riencias religiosas fundantes, que ponen de relieve el "contacto real" con la divi-
nidad. Y .luan insiste en su evangelio en que viendo a .Iesús y sus señales es como
se llega a conocer a Dios, que es padre, y al verlo se tenga la fe verdadera, no
ilusoria.
54 Cf.Jn6,69; 7,28s;8J9.31s.55; 10,145.27.38; 14,7.9.]7; 15,21; 16,3; 17,3.75.25.
Vea 1. de la Potterie, "Oida y ginosko. Los dos modos de conocimiento en el
cuarto evangelio", en Id. La verdad de Jesús, Madrid, 1979,284-298.
383
 EVANGELIO SEG(¡N JUAN
esencialmente una relación personal confiada entre dos sujetos, al punto del
intercambio íntimo entre ambos".
El propósito del cuarto evangelio es alimentar la fe, fortalecer la relación
existencial con Jesucristo, en un clima de incomprensiones, miedos, aposta-
sías y pruebas en la comunidad, amén de las hostilidades sufridas por el
rechazo del entorno. Por eso su insistencia en la fe, y en ésta como una
decisión y un proceso; no como algo que se tiene (estático) sino como algo
que se va viviendo (dinámico). Las diversas actitudes frente a Jesús refleja-
das en el evangelio corresponden a actitudes sim ilares en tiempos del autor.
Por eso Jn no es un tratado de teología, menos de filosofía o doctrina. Es una
invitación a entrar en la trama para reconocer en Jesús al "yo soy", y seguir
la estela de su "palabra de vida" (6,68r 6 .
Que tengan vida: el fruto
Juan declaró al final que escribió para que, creyendo que Jesús es el
mesías, "tengan vida en su nombre" (lO,3 I). h el sentido juánico de salva-
ción: vida, y ésta para siempre. Por eso el autor no siempre emplea el califica-
tivo "eterna". Vida es un tema central en este cvangclio". Este vocablo es el
equivalente juánico de "salvación". Esta se obtiene mediante el "ver", "oír"
y "conocer" a Jesús.
Creer en Jesucristo introduce en el ámbito de la salvación: "el que cree en
míya está salvado" (5,24; cf. 3,36; 6,40.47); "el que no cree ya está condena-
do" (3,18). La escatología (el fin) es una realidad presente. El creyente tiene
asegurada la vida eterna, que es lo mismo que la resurrección (5,24s; 8,5 1;
lI ,25s), que nos recuerda la certeza de lajustificación por la fe, en la teología
de san Pablo.
55 Juan nunca emplea el sustantivo "fe" (o creencia), siempre el verbo (creer), que
denota dinamismo. Por cierto. el acto de creer también tiene ocasionalmente
como objeto una afirmación o confesión (p. ej. 6,68s: 11.27). Vea el excurso n.7
en el comentario a Jn de R. Sehnaekenburg, vol. 1.
56 En Jn hay toda una teología de "la palabra": vea 1,1 ss; 4,50; 5.24.38; 6,63;
8,31.37.43.51 s.55; 12,48; 14,23.24; 15,3.7.20; 17,6.8.14.17.
57 R. Schnackenburg, "Vida y muerte según san Juan", en Id., Existencia cristiana
según el Nuevo Testamento, vol. Il, Estella, 1972, cap. VI. Vida ocurre en Jn 66 de
las 135 veces que se encuentra en todo el NT. es decir la mitad de las veces'
384
TEMÁTICA
Hay pasajes en Jn que hablan de una salvación futura (5,28s; 12,25.48;
14,2s), y otros que hablan de una salvación ya presente (3, 18s.36; 5,24; 9,39;
17,3)5&. Éstos corresponden a dos convicciones sucesivas. Con la resurrec-
ción de Jesús se pensaba que su segunda venida (parusía) sería pronto para
juzgar al mundo tras una resurrección universal (vea 1Tes 4,13-18). Como
eso no se realizaba, se empezó a pensar que para los creyentes en Jesucristo
la salvación era una realidad que empezaba". Representativo de esto es el
intercambio entre Marta, la hermana de Lázaro, y Jesús, en 11,21-27 (Iéalo).
Ambas convicciones están yuxtapuestas en el discurso en 5,20-30. En todos
los textos, sin embargo, está claro que la salvación plena, que incluye la
resurrección, se da sólo cuando se esté con Jesucristo en su gloria (6,40;
14,2s; 17,23s).
La cruz acompaña a la revelación de Jesús en Jn, pero no en el sentido de
los sinópticos de pasión y redención, sino en el de glorificación y vivifica-
ción. La crucifixión es "la hora" de Jesús, en la que él es glorificado. Esa es la
grandiosa ironía en la presentación de Jesús en el cuarto evangelio. La cruz
es la meta de la misión reveladora, por eso la última palabra es "(todo) se ha
cumplido (tetélestai)" (l9,30); en ella se manifiesta plenamente su gloria.
Bien podría decirse que en Jn "la cruz no es patíbulo sino trono" (R.E. Brown).
A partir de esa "hora" se fija el juicio.
En torno a la cruz -no la resurrección- se deciden las fidelidades. La cruz
es rechazo de Dios al rechazar a su enviado -por eso los judíos podían decir
"no tenemos más rey que el César" (19, l 5)-. Ese rechazo ya está anticipado
en la designación como "cordero de Dios" (1,29.36) y luego en la escena de
la expulsión de los mercaderes en el Templo, que por eso Juan puso al inicio:
será "destruido" su cuerpo (2, 14-22Y'°.
jX La presencia de ambas "escatologías" en Jn es una evidencia adicional de momen-
tos distintos de redacción. Si están juntas ha sido porque, probablemente, se
pensaba que ambas se complementan: la salvación no es plenamente ahora, pero
el creyente vive ya su garantía por anticipado -lo que se parece en mucho a la
convicción de Pablo.
;0 Compare, en relación a la resurrección, 6,39s.44 con 5,21.24.26.
,,(, Vea 3,14-16; 10,15.17s; 11,51s: 12,27-32; 19,30. Con el trasfondo de la Pasión
hay que entender la escena que abre la última cena: el lavatorio de los pies,
enmarcado por referencias a su muerte (13,1-3.18s).
385
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
El Prólogo
Es un himno famoso, muchas veces recitado, considerado por algunos
como un resumen de Jn, por tanto merece unas palabras explicativas" . Éste
tiene la función de "texto programático", que oriente al lector de Jn. Fue
introducido como una clave de lectura después de la redacción principal del
evangelio. Es eminentemente cristológico. De hecho, fue un texto capital en
la discusión posterior sobre la pre-existencia y la divinidad de Jesucristo.
El vocabulario y las expresiones son notoriamente diferentes del resto
del evangelio; sólo aquí se habla de Jesús como "ellogos (palabra, verbo)".
Este vocablo denota en griego lo que consideramos como discurso, propo-
sición, tratado, en contraste con la acción iergonv", Difiere del dabar he-
breo (Gén. 1) que designa el hecho de hacerse lo que se dice: "Dios dijo ... , y
(como resultado) se hizo"; es dinámico, no estático. La palabra de Yahvéh
creó y mantiene el orden en el mundo; es la misma palabra dirigida a los
profetas, el puente (medio de comunicación) de Dios a los hombres. En los
escritos sapienciales la sabiduría es personificada (vea Prov 1-9); en el rabi-
nismo se hablaba de la Ley como una persona. En síntesis, ellogos (de Dios)
vino a ser una suerte de personificación de Dios mismo. En Jn 1 Jesús es la
personificación de ese logos, englobando de alguna manera todos los sen-
tidos expuestos (según quién lo lea), pero se trata de una persona, no de un
concepto, una idea o un mito (subrayado en el v.14). Su trasfondo inmediato
es la creación en Gén. 1 (cf. 1Cor 8,6) -en ambos lo primero que se crea es la
luz, y se contrasta con las tinieblas.
El himno se inicia afirmando la pre-existencia de la palabra, antes de la
creación del mundo; de hecho afirma su participación en la creación (como la
Sabiduría). Nos recuerda el himno en Col. 1,15-20 (véalo). Se afirma la divini-
61 Vea esp. M.-E. Boismard, El prólogo de san Juan, Madrid, 1967; 1. Jeremias,
"La palabra reveladora", en Id. Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento,
Salamanca, 1989,cap. 18.
62 Ellogos era un elemento fundamental en muchas filosofías griegas; era algo así
como la mente o la conciencíadel universo,extensióndel mundo divino.Es el que
establece el orden del cosmos: todo está impregnado de logos y es lo que une al
hombrecon el cosmos, mantieneel orden. Por eso es pre-existentey está al origen
de todo.
386
EL CUARTO EVANGELIO FRENTE A LA HISTORIA
dad de Jesús: "la Palabra era Dios" (v. I), sin embargo es diferente de Dios:
"estaba junto a Dios" -debemos cuidamos de leer el Prólogo (del s. 1) como
si fuera el dogma de siglos más tarde.
La encamación nos recuerda el himno en Fil. 2,6-11: "la Palabra se hizo
carne y acampó entre nosotros" (v.14). Es lo que afirman los relatos de la
anunciación en Mt y Le: fue concebido por obra del Espíritu santo, nació de
María, y vivió con nosotros compartiendo un tiempo histórico.
En Jos v.I-5 del prólogo el tema es Dios, creación y palabra; v.6-8 son un
añadido posterior sobre el papel del Bautista, como lo es el v.15; v.9-13 que
se refieren allogos en el mundo, en tanto que los v.14-18 son una afirmación
de la realidad de Jesús y su misión.
D. El cuarto evangelio frente a la historia
Si bien el cuarto evangelio contiene datos desde la perspectiva histórica
que son confiables, por ejemplo las descripciones de costumbres judías, ~I
ha preservado memorias de algunas escenas históricas de Jesús, por ejem-
plo que Jesús también bautizaba (3,26; 4,1) o la duración de su ministerio
(tres Pascuas, por tanto al menos dos años) que incluía más tiempo en Jeru-
salén, una lectura atenta nos introduce rápidamente en un mundo de re-
flexiones teológicas, lo que resulta evidente si se compara con Me.
El au.or no estaba interesado en presentar la historia de Jesús -cosa que
los cristianos conocerían-, sino una apreciación teológica de Jesús con
miras a lo que indica al final de su obra: esto "se ha escrito para que crean
que Jesús es el mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en
su nombre" (20,31). No se ubica en la Palestina de los años 30 sino en el
vasto judaísmo del último tercio del síglo", Los discursos y pronunciamien-
(,3 Sobre la angustiosa pregunta por la historicidad en los evangelios, vea P. Grclot,
Los evangelios y la historia, Barcelona, 1987; P. Moitel, Relatos del Evangelio
(eB 93), Estella, 1997; G. Lohfink, Ahora entiendo la Biblia, Madrid, 1977,
todos con ejemplos desarrollados; con respecto al Magisterio, E. Arens, "Los
evangelios y el magisterio", en Id. La Biblia leída en Iglesia, Lima 2003,51-72 (=
Páginas n.141, 97-110).
387
 EVANGELIO SEGÚN JUAN
tos ciertamente provienen de la cristologíajuánica, no de Jesús de Nazaret:
es el Jesús juánico el que habla, con lenguaje y vocabulario juánicos -j que
son los mismos de la carta primera de Juan! Vea por ejemplo el diálogo con
Nicodemo (3,3-21): tiene en mente al público cristiano. Es el Señor glorioso y
presente por el Paráclito (14, 16s.28; 15,26s) quien habla a través de la boca
profética del evangelista, en consonancia con las tradiciones de los que
estuvieron con Jesús de Nazaret. Y es que, para Juan, hay una continuidad
entre el Jesús histórico y el Cristo glorioso, así las palabras del uno son las
del otro y Jesús habla en Jn como si ya tuviera conciencia de la plenitud de
su ser -de aquí la insistencia en su unidad con el Padre y su carácter de
enviado. El que habla es el Señor que ya ha sido glorificado (lea el cap. 11,
esp. v.ll-12.20-26).
Su propósito era a todas luces presentar el significado profundo y pre-
sencial del acontecimiento-Jesucristo. Por eso se insiste en lare en Jesús, se
habla de aquellos que dan testimonio de él, y de su relación con el Padre -no
de la historia como tal-, aunque por cierto, se trata del histórico Jesús de
Nazaret, no de una figura mitológica. Por eso Juan insiste también en la
humanidad de JesÚs 64 •
Si se pregunta si Jesús verdaderamente resucitó a Lázaro, por ejemplo, la
respuesta que se espera es de índole histórica, es decir un juicio sobre la
probabilidad de su facticidad: sucedió o no sucedió. Para ello hay que recu-
rrir a las fuentes que hablan de eso, y hay que conocer la naturaleza o género
literario de esa(s) fuente(s). Pues bien, la única fuente que tenemos es el
cuarto evangelio, y se trata de un evangelio y no de una crónica. (¿Qué es un
evangelio? Vea lo dicho en la introducción general.) Al margen de esto, la
lectura .nisma de Jn 11 nos va dando la respuesta; el acento está en el
significado de lo narrado, no en hechos como tales: "Esta enfermedad no es
de muerte, sino ... para que por ella sea glorificado el hijo de Dios" (v.4.15;
vea 9,3). El relato tiene como centro la afirmación cristológica "Yo soy la
resurrección y la vida" (v.25) -por eso los judíos, a pesar de la supuesta
resucitación, no sólo no creen en Jesús, sino que quieren matarlo (v.45-53)-.
64 Vea los usos de "hombre" (ánthropos) refiriéndose :1 Jesús, en 4,29; 7,46;
9,11.16.24; 10,33; 11,47.50; 18,14; 19,5.-además de designarlo como "hijo del
hombre" (ef. 12,34).
388
EL CUARTO EVANGELIO FRENTE A LA HISTORIA
A todo esto se suma una consideración marginal pero incisiva: ¿por qué
es Juan el único en relatar esta escena si, supuestamente, éste es el gesto
más portentoso de todos? ¿No se conocía en la tradición cristiana primitiva?
En resumen, ¿hubo realmente una resucitación física de Lázaro? Lo más
probable es que no. ¿Por qué se narró entonces? En línea con la razón de ser
del evangelio, el autor lo hizo por su función catequética que ilustra el
sentido de la afirmación soteriológica central: "Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá" (v.25; vea 5,21.24s), con lo que
se afirma su especial relación con el Dios de la vida (v.22.4ls)65. Lo dicho
sobre este episodio se aplica también al importante episodio catequético de
la curación del ciego de nacimiento, en Jn 9, con la serie de pequef'ías esce-
nas de diálogos en forma de obra de teatro". La posible veracidad histórica
de los hechos (cosa que, además, no se podría verificar) no era para Juan tan
importante como el mensaje que su relato puede comunicar", que en este
1,; Podemos añadir que, asi como en los sinópticos encontramos a Jesús presentan-
do el reino de Dios en parábolas, en Jn, que no incluye parábolas en boca de
Jesús, tenemos relatos que bien pueden calificarse como "parábolas acerca de
Jesús", entre ellas los relatos de la curación del ciego de nacimiento y la resucita-
ción de Lázaro, que ilustran la afirmación que Jesús es "la luz del mundo" y "la
resurrección y la vida" respectivamente.
(,6 Sobre esta perieopa transcribo lo que leí hace unos días: "Un equipo de arqueó-
logos descubrió en la antigua Jerusalén las ruinas de la piscina de Siloé, donde
Jesús hizo lavar sus ojos a un ciego de nacimiento.... El hallazgopone puntofinal
a la discusión de algunos estudiosos que negaban la existencia de la piscina de
Siloé y, en consecuencia, consideraban al Evangelio de san Juan como un docu-
mento puramente teológico, sin fundamento en la realidad." (revista Heraldos
del Evangelio, sept. 2005, p.42, énfasis míos). La conclusión es tan simplona
como aquella de quien sostuviese que, porque se descubrió que existió la ciudad
de Cafamaúm, el evangelio tiene "fundamento en la realidad". El descubrimiento
de un lugar -en este caso, la piscina ¡cuya existencia nunca se ha negado!- no
prueba en lo absoluto la historicidad de un relato (o de una obra) que lo mencione;
una cosa es la historicidad de la curación de un ciego y otra la existencia de una
piscina. La preocupación historicista para fundamentar una lectura literalista es
evidente; es aquella de las sectas fundamentalistas.
67 DV 11 nos recuerda que "los libros de la Escritura enseñan firmemente, con
fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras
para nuestra salvación". Es una verdad soteriológica la decisiva -aquella "para
nuestra salvación'<- no una verdad cronistica o periodística. Así, p. ej., mientras
los sinópticos afirman que los soldados se rifaron los vestidos de Jesús (Me
389
 EVANGELIO SEGÚN JUAN EL CUARTO EVANGELIO FRENTE A LA HISTORIA

caso es teológico: Jesucristo es "la resurrección y la vida". Ésa también debe
ser la pregunta rectora del lector: ¿cuál es el mensaje, que calificamos como
"palabra de Dios"? Y, en relación al autor, la pregunta rectora debería ser:
¿qué pretendía el evangelista (informar, enseñar, exhortar, alentar, corregir)?
es decir la intención del autor inspirado.
¿Cómo leerJn?
Toda obra debe ser leída e interpretada de acuerdo a su género literario:
novelas como novelas, poesía como poesía, evangelios como evangelios. Si
Jn es, como advertí al inicio, el más evangelio de los cuatro, debemos leerlo
como tal, es decir como el anuncio de una buena nueva: " ... para que creyen-
do (que Jesús es el mesías) tengan vida en su nombre" (20,31). Concreta-
mente, los relatos deben ser entendidos como catequesis narrativa; los dis-
cursos, como dirigidos directamente al lector", como revelación de la identi-
dad de Jesucristo e invitación a creer en él. Son invitaciones a reafirmar la fe
en la persona de Jesucristo. Deben ser leídos por tanto "con el mismo espí-
ritu con que fueron escritos" (D JI; 12).
El propósito de Juan para escribir su versión del evangelio está expresa-
mente indicado en 20,30-31: "para que crean que Jesús es el mesías (Cristo),
el hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre". Aunque se
refiere sólo a las señales (v.30: "estas señales se escribieron para ... "), proba-
blemente incluye las apariciones del resucitado, que deben ser entendidas a
la luz del resto de la trama, especialmente de los discursos que las acompa-
ñan. Por eso hay que complementar esa conclusión con la final de la Primera
parte, en 12,44-50, que se refiere expresamente a los discursos. Como sea, el
propósito indicado en 20,31 manifiestamente le ha acompañado al evangelis-
ta a lo largo de la redacción del evangelio.
No deja de ser cierto que la preocupación primordial de Juan era afirmar
en la fe en Jesucristo y aclarar la identidad de Jesús a los miembros de la
comunidad. ¿Por qué? Porque eran cuestionados y atacados por quienes
recusaban a Jesús, y habían sufrido la traumática experiencia de la excomu-
nión de la sinagoga. Esto se observa en los tonos polémicos y apologéticos
que constantemente afloran, tonos que reflejan un clima de controversias y
dolores, de incertidumbres y dudas".

En el caso de Lázaro, por ejemplo, debe quedar claro que las preguntas
que planteemos tienen que sintonizar con la naturaleza de los documentos:
a libros de historia, preguntas históricas; a libros de catequesis preguntas
catequéticas; a tratados de teología preguntas teológicas. Los relatos deben
ser leídos como relatos, involucrándonos en la trama, respondiendo así a la
invitación a creer en Jesús como revelación del Padre (vea lo dicho sobre la
narratología).

15,24 par.), Juan 19,23s afirma que los soldados "dividieron en cuatro partes los
vestidos" y se rifaron la túnica y "así se cumplió la Escritura... (cita Sal 22.19)":
sacrifica la historia en aras de resaltar el significado de la ejecución de Jesús (se
cumplió la Escritura).
68 Es notorio las veces que se presenta a Jesús dirigiéndose a la comunidadjuánica:
"Nosotros hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos
visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio" (3,11); "Ustedes adoran lo
que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos" (4,22); "mientras es de
día tenemos que trabajar en las obras de aquel que me envió ... " (9,4). Las frecuen-
tes menciones de "permanecer en (mí) (ménein: 6,56; 8,31; 14,10.17; 15,2-10; 69 Observe la mención expresa de discípulos que abandonan a Jesús (apostasía), en
19,35)" están dirigidas a la comunidad postpascual, igual que las promesas del 6,66-68; la advertencia del odio de parte del mundo en 15,18-25; 17,14; las
envío del Espíritu-Paráclito. invitaciones a "permanecer en" (ser fieles a) Jesucristo (8,.11; 15,2-10).

390 391
 EVANGELIO SEGlIN JUAN BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía Ramos Pérez, F. Vera Jesús y sus signos, y creer en El. Estudio exegético-
teológico de la relación "ver y creer" en el evangelio según san Juan,
Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 2004.
- Blinzler, J. Juan y los Sinópticos, Sígueme, Salamanca, 1968.
- * Rigaux B. - B. Lindars, Para una historia de Jesús. El testimonio del
Boismard, M.-E. El prólogo de san Juan, FAX, Madrid, 1967.
evangelio de Juan, DDB, Bilbao, 1979.
* Brown, R.E. El evangelio según san Juan, Cristiandad, Madrid, 1979:
Sabugal, S. Cristos. Investigación exegética sobre la cristologlajoanea,
Introducción en el vol. 1.
Herder, Barcelona, 1972.
- - - - , La comunidad del discípulo amado, Sígueme. Salamanca,
1983. - * Schnackenburg, R. El evangelio según san Juan, Herder, Barcelona,
Cárdenas, J. Para seguir el vuelo del águila. Pistas para leer a San 1980, especialmente la Introducción en el vol. 1, y los excursos.
Juan, Ed. Dabar, México, 1993. - - - - El evangelio según san Juan, vol. IV: Exégesis y excursos com-
plementarios, Barcelona, 1987.
Cothenet, E. "Evangelio según Juan", en ld., Escritos de Juan y
Talavera, S. Pasión y resurrección en el IV evangelio, Universidad Pon-
Carta a los Hebreos, Cristiandad, Madrid, 1985, p.19-138.
tificia de Salamanca, 1976.
- * Destro, A. - M. Pesce, Cómo nació el cristianismo joánico, Sal Terrae,
Santander,2002. . *Tuñí, J. El testimonio del evangelio de Juan, Sígueme, Salamanca, 1984.
- * - - - , Jesús y el evangelio en la comunidad juánica, Sígueme, Sala-
Dodd, C.H. La tradición histórica en el cuarto evangelio, Cristiandad,
manca, 1987.
Madrid, 1977.
----Interpretación del cuarto evangelio, Cristiandad, Madrid, 1978. --, Las comunidadesjoánicas, DDB, Bilbao, 1988.
- * Tuñí, J. - X. Alegre, Escritosjoánicos y cartas católicas, Verbo Divino,
Dorado, G. Moral y existencia cristianas en el IV Evangelio y en las
Estella, 1995.
Cartas de Juan, Covarrubias, Madrid, 1989.
- Vidal, S. Los escritos originales de la comunidad del discípulo "amigo"
Ernst, J. Juan. Retrato teológico, Herder, Barcelona, 1992.
- García-Viana, L.F. El Cuarto Evangelio. Historia, teología y relato. San
de Jesús, Sígueme, Salamanca, 1997.
- Wengst, K. Interpretación del evangelio de Juan, Sígueme, Salamanca,
Pablo, Madrid, 1997.
1988.
* Guillet, J. Jesucristo en el evangelio de Juan (CB 31), Verbo Divino,
- Mateos, J. - J. Barreto, Vocabulario teológico del evangelio de Juan,
Estella, 1980.
Cristiandad, Madrid, 1980.
Jaubert, A. El evangelio según san Juan (CB 17), Verbo Divino, Estella,
1969.
Comentarios:
-- Kasernann, E. El testamento de Jesús. El lugar histórico del evangelio
de Juan, Sígueme, Salamanca, 1983.
- * Barrett, C.K. El evangelio según san Juan, Cristiandad, Madrid, 2003.
La Potterie, 1. de, La verdad de Jesús. Estudios de cristología joanea,
Bartolomé, J.J. Cuarto evangelio. Cartas de Juan, CCS, Madrid, 2002.
BAC, Madrid, 1979.
* Blank, J. El evangelio según san Juan, 4 vols., Herder, Barcelona, 1984-
López E., El mundo joánico, Oviedo, 1998.
87.
Martín Moreno, J.M. Personajes del cuarto evangelio, DDB, Bilbao,
* Brown, R.E. El evangelio según san Juan, 2 vols., Cristiandad, Madrid,
2002.
1979.
Poffet, 1.M. Jesús y la samaritana (Jn 4), Verbo Divino, Estella, 1999.
- Bussche, H. van den El evangelio según san Juan, Studium, Madrid,
Porsch, F. El Espíritu Santo defensor de los creyentes, Secretariado Tri-
1972.
nitario, Salamanca, 1983.

392 393
 EVANGELIO SEGÚN JUAN

Castro Sánchez, S. Evangelio de Juan. Comprensión exegético-existen-

cial, Universidad de Comillas, Madrid, 2001.
Espinel, J.L. El evangelio según san Juan. Introducción, traducción y
comentario, San Esteban, Salamanca, 1998.
* Léon-Dufour, X. Lectura del evangelio de Juan, 4 vols., Sígueme, Sala-
manca, 1989-98.
- Mateos, J. - J. Barreto, El evangelio de Juan. Análisis lingüístico y
comentario exegético, Cristiandad, Madrid, 1971.
- * Moloney, F.J. El evangelio de Juan, Verbo Divino, Estella, 2005.
Ramos, F.F. Evangelio según San Juan. Texto bíblico, La Casa de la
Biblia, Madrid, 1989.
* Schnackenburg, R. El evangelio según san Juan, 3 vols., Herder, Bar-
celona, 1980-86.
- Tilborg, S. van Comentario al evangelio de Juan, Verbo Divino, Estella,
2005.
Wikenhauser, A. El evangelio según san Juan, Herder, Barcelona, 1972.
Impreso en los Talleres Gráficos de
Ediciones SERRAL S.R.L.
Pasaje Adán Mejía 180
Lima 11 - Perú
Teléfono: 471-1411 /994-5996

394