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Cine y tradición clásica

Mo plo Alesso
In.titulo de E.ludlo. Clósicos
Univ<!rsidod Nocionol de ln Pompo
ANJcnlino·
~ Instituto de Estudios Clásicos. 6 (200i): 155-162

Orphée

Un filme de Jean Cocteau.


Reparto: Jean Marais
Maria Casares
Francois Périer
MarieDéa
Edouard Dhermitte
Juliette Greco
Producción: André Pauvel y Films du Palais-Royal.
Fotografía: Nicholas Hayer.
Musicalízaciún: Georges Auric ..
Filmada hacia fines de 1949.
Premiere: Cannes, l de marzo de 1950.
Premiére en París: septiembre de 1950.
Premio Internacional de la Crítica en el Festival de Venecia de 1950.

Un espacio poético sin umbrale~

El autor de la novela Les enfants terribles (1929) llevó a todas las


expresiones artfsticas el impulso vital de su actitud poética, más allá de la
calidad que pudiera tener su poesfa o la expresión literaria de sus
innovaciones estéticas.
Novelista, dramaturgo, guionista, ensayista, coreógrafo, artista
multifacético, Jean Cocteau (1889-1963) insistió, siempre, en que era ante
todo, un poeta.
Su primera realización cinematográfica fue Le sang d'un poéte (1930),
filme producido por el vizconde de Noailles, quien también produjo L 'áge
d'or de Buñuel, La última fue Le testament d'Orphée (1961), que en
opinión de los críticos conforma una trilogía con Orphée de 1949.
De Le testament d'Orphée, la escena de la muerte del poeta fue
señalada por Truffaut (1972) como una de las que marcaron su formación
como director. La diosa Minerva rechaza la flor que le ofrece el poeta: "Lo

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siento ." yo ... lo siento". Apenas se ha alejado un poco, Minerva blande la


lanza y se la arroja. La lanza penetra en la espalda del poeta. Un plano de
frente muestra cómo se lleva las manos al hierro que ha atravesado su
cuerpo y sale por el pecho. Cae de rodillas y rueda musitando: "[qué
horror ... qué horror .., qué horror!".
La escena tiene mayor fuerza que cualquier discurso lírico. El poeta es
el mismo Cocteau que se encuentra con la muerte en la pantalla. La diosa de
la razón y la sabiduría asesina al enamorado de la muerte. Minerva-Muerte
es una estatua que cobra vida como en los sueños. "Un film no es un sueño
que se cuenta, sino un sueño que soñamos todos juntos", afirma el director.
El último título de la trilogía sobre Orfeo, escrito 30 años después que
el primero, no tiene, probablemente, las mismas cualidades de los dos
anteriores.
El filme Le sang d'un poéte data de la época de mayor influencia del
surrealismo. Incorpora todas las virtudes y defectos del movimiento
artístico: estados oníricos, detalles autobiográficos, efectos visuales
inusitados. Cocteau intenta lo que pocos hubieran osado, abrir al espectador
un espacio interior: los fantasmas de su mente. El artista pasa a través de un
espejo una boca se abre en la palma de sus manos, una pareja indiferente
juega cartas en una calle nevada mientras un niño muerto levita a sus pies.
¿Son imágenes de una fantasía frívola o las obsesiones de una niñez
torturada por el suicidio de su padre? Más allá de otorgar -o no- valor
estético a un filme tan complejo, no puede negarse que es genuino
exponente de un período que enfatiza una protesta nihilista contra los
valores de la cultura occidental.
Cocteau trabajó en cine no sólo como director. Fue, en especial,
guionista. Colaboró en 1940 con Marcel L'Herbier, quien venía del cine
mudo. En 1943 escribió los diálogos de Le baron Famáme de Serge de
Poligny e interpretó al fantasma. Durante el mismo año colaboró con lean
Delannoy para L 'eternel retour basada en la leyenda de Tristán e Isolda.

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Una película de cierta relevancia, Les dame~ du Bois de Boulogne


(1945), basada en un relato de Diderot, lo contó también como guionista.
Al año siguiente, emprendió su segundo trabajo como director y autor: La
belle et la béte, donde encontró a su actor-fetiche, Jean Marais, quien
protagonizaba el papel de la bestia, gracias a una complicada caracterización
lograda por el maquillador Arakelian. El antecedente literario de esta
maravillosa creación fílmica fue el cuento de Mnze. Leprince de Beaumont,
del s. XVII, que atrajo al novel director por la magia y poesía de su temática
a la que logró dar forma merced a la escenografia de Christian Bérard.
Cocteau dejó narradas todas las jornadas de filmación en su Diario de
la Bella y la Bestia. Cuenta las dificultades que provocaban los continuos
cortes de corriente eléctrica, las pequeñas molestias que aquejaban aMarais
y, sobre todo, detalles de su estética, como los brazos-candelabro animados, .
la utilización -en ocasiones- de la cámara fija, las ambientaciones en
jardines dieciochescos, etc.
En 1948 rodó la adaptación de su propia pieza teatral L 'aigle a deux
tetes, para la cual Christian Bérard diseñó no sólo la escenografía, sino
también los trajes .de época.
Durante el mismo año dirigió la adaptación de otra de sus piezas
teatrales, Les parents terribles, un filme opresivo filmado en un escenario
opresivo: el atestado apartamento de una neurótica familia de clase media.
Cocteau utilizó el mismo elenco de la obra teatral donde se destaca la
interpretación de Yvonne de Bray como la madre posesiva (Sophie). El hijo
adolescente Michel (interpretado por Jean Marais) está enamorado de
Madeleine, quien ha tenido una relación con el padre (Georges) con
anterioridad. La tía de Michel (Leónie) a su vez ama en secreto a Georges y
colabora con los padres en un complot contra la joven pareja. 'Tragedia de
vaudeville' ha sido denominada la creación de Cocteau, en cuya escena final
el agudo sonido de un camión de bomberos contrasta con el silencio denso
del apartamento familiar.

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El magnífico Orphée está basado también en una antigua versión teatral


de ] 926. El mito que contiene numerosos mitos -el descenso al infierno en
busca de la figura femenina, la lira redentora, las bacantes tumultuosas, el
camino del héroe vivo al mundo de los muertos-, toma forma en un mundo
doblemente imaginario: el mundo moderno del ruidoso Saint Germain y el
universo infernal que se oculta detrás de los espejos.

Orphée

Para analizar la filmografía de Cocteau, y en especial Orphée, quizás


baya que poder liberarse de ese estado de atracción irresistible que reclama
cada escena, abandonar el cautiverio de la imagen que nos mantiene en
estado de fascinación. Decimos fascinación porque el film nos instala en ese
espacio de lo irresistible, tan enamorados de la personificación de la Muerte
como el poeta mismo. Los espectadores, aún después de más de medio siglo
-enfrentados a la implosión de un milenio que deberá defenderse de guerras
bacteriológicas y luchas nucleares- podemos todavía sufrir no sólo como
testigos, sino como cómplices de un deseo, de una pasión, que se desespera
por cruzar el límite que separa el amor de la destrucción.
Decía Cocteau a propósito de Orphée: "[ ... ] es un film que sólo puede
existir en la pantaJla. Traté de usar la cámara no como una lapicera sino
como la tinta. Entretejo muchos mitos. Es un drama de lo visible y lo
invisible. En Orphée, la muerte es una espía que se enamora del hombre que
está espiando. Ella se condena a sí misma para ayudar al hombre que debía
enviar a la destrucción. El bombre se salva pero la muerte muere; es el mito
de la inmortalidad" (Mahieu, 1989: 139).
Orfeo tiene una vez más que descender al Hades. Esta vez se trata de un
exitoso poeta (Jea n Marais) que es asediado por jovencitas que se agolpan
en un bullicioso café. Cuando cae muerto uno de sus rivales, Cegeste
(Edouard Dherrnitte) se le inculpa la responsabilidad del hecho. Una

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princesa misteriosa (Maria Casares) se acerca en un suntuoso automóvil


para llevarse el cadáver de Cegeste y se lleva también a Orphée al mundo de
los muertos. La princesa es la Muerte, irresistible y bella, a quien conduce,
por el camino de los infiernos el chofer llamado Heurtebise (Francois
Périer), un personaje que había cometido suicidio. El poeta queda fascinado
por ese mundo de ultratumba. Muerte y poeta se enamoran. La inquietante
mujer empieza a aparecer todas las noches en su habitación hasta que se
lleva a la esposa Eurydice (Marie Déa), Heurtebise le advierte a Orphée que
Eurydice podrá ser rescatada y permanecer en el mundo 'real' mientras él no
vuelva a mirarla jamás. La promesa puede .ser cumplida sin problemas
porque al poeta ya no le importa la esposa. La Muerte lo sedujo y él sedujo a
la Muerte. Permanecerán unidos por una pasión sin palabras y sin destino.
Es obvio que para Cocteau la Muerte no es una fuerza negativa, no es
una pérdida, sino una fuente de inspiración, una oportunidad de recuperar la
musa perdida. Es también una figura trágica, capaz de matar con sólo una
mirada. Pero no es omnipotente. Una especie de consejo de intimidantes
caballeros blancos controlan el cumplimiento de sus propias órdenes y
castigan cualquier desviación. No quedará impune la debilidad del amor. El
portal entre uno a otro mundo es el espejo, Cocteau usó mercurio para dar la
impresión de que el azogue es permeable.a la mano de Orfeo que traspasa el
cristal. La cámara de Nicholas Hayer se desliza por el Más Allá marcando
los claroscuros de un universo de edificios derruidos, cámaras sombrías y
senderos descuidados. Son las esperanzas perdidas de la humanidad. Allf
están los recuerdos de los hombres y la ruina en que han quedado sus
creencias (Morris, 2000).
Mucha de la seducción del filme descansa en los protagonistas. Maria
Casares personifica una Muerte atormentada e 'intensa, Francois Périer, el
chofer 'suicidado' del RolIs Royce va creciendo en los matices de las
complicidades con su ama y sefíora, Marie Déa, la Eurydice abandonada,
sigue amando sin comprender y el poeta, que encarna Jean Marais, copia Jos
poemas que le 'dicta' la radio de un auto guardado en un garage hasta donde

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llegan los mensajes en clave que recuerdan la escritura automática de los


surrealistas. Es el mundo posible e imposible de tantos personajes con quien
Cocteau convivió: Guillaume Apollinaire, Pablo Picasso, Amedeo
Modigliani, André Breton, Salvador Dalí. Cocteau, nacido en una familia de
clase media parisina, no fue posiblemente el mejor, pero sí el más versátil.
"Casi parecía un hombre del Renacimiento" afirma Mahieu (1989: 137),
pero en cambio fue un hombre de los "ismos": pasó del movimiento dadá al
surrealismo, de los mitos clásicos al existencialismo. Fue un hombre, un
poeta, un Orfeo, que se creaba continuamente a sí 'mismo, que
experimentaba con sus fantasmagorías, que hacía poesía con su
desesperación. Fue el hijo de la generación de las dos guerras mundiales y
los períodos de post-guerra. A la edad de 70 afias pintaba frescos en la
capilla de Saint-Pierre en la Ville-franche-sur Mer. Murió en Milly, en las
afueras de la capital de Francia; estaba preparando un programa de radio en
memoria de Edith Piafo Cuando escuchó que el gorrión de París había
muerto, exclamó: "Ah, la Piafes! morte,je peux mourir",

Bibliografia citada

TRUFFAUT, Francois (1972). Lesfi/ms de ma v/e. París: Flammarion.


MAHIEU, José Agustín (L989). Jean Cocteau (1889-1980) en Cuadernos
Hispanoamericanos N° 471. Madrid.
MORRlS, Gary (2000). Jean Cocteau. Electronic version.

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