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Jean-Jacques Rousseau
Huérfano y de familia rica, Emilio crece lejos de las convenciones urbanas, sin
más guía que su voluntad y las leyes de la naturaleza; más en contacto con las
cosas que con los libros, se halla al margen de la esclavitud de la tradición, y,
tomando ejemplo en la historia de Robinson Crusoe, aprende un oficio, hasta
que advierte que espontáneamente surgen en él los sentimientos morales,
sociales y religiosos. Habiendo conocido, gracias a un ardid de su maestro, a
Sofía, la muchacha que ha sido educada en el campo con la única finalidad de
hacer feliz a un hombre y de dedicarse a los íntimos goces de la familia, Emilio
se enamora de ella.
El segundo período, de los cinco a los diez años, es aquél en que el niño
adquiere la experiencia del mundo externo. Viviendo siempre en el campo, en
directo contacto con la naturaleza, se habitúa por sí solo a educar los sentidos
y los órganos, a servirse de ellos para satisfacer sus deseos; se acostumbra a
sacar conclusiones justas de las experiencias propias y ejercita así con la
mayor rectitud la propia razón, descubriendo por sí solo los principios de todo el
saber. Aprender a leer es algo secundario comparado a todo esto: un niño
acostumbrado a interesarse por todo llegará a ello por sí mismo. El educador
es sólo un guía. Los castigos por las equivocaciones, y por tanto el concepto de
lo que no se debe hacer, tienen que nacer de la experiencia directa.
Se llega luego al cuarto período, de los quince a los veinte años: "en este punto
(a los quince años) acaba el curso ordinario de la educación: pero en un
sentido estricto es aquí cuando debería empezar... Mientras el hombre sólo
conoce la propia existencia física, debería estudiar únicamente las propias
relaciones con las cosas. Cuando empieza a darse cuenta de su propia
existencia moral, entonces debería investigar sus relaciones con la humanidad:
ésta es, de hecho, la verdadera ocupación de toda su vida, a partir del período
al que acabamos de llegar".
La audacia del libro de Rousseau no puede ser medida plenamente hoy día,
cuando varias de sus ideas han penetrado ya en la misma práctica de la
educación y sus principios son seguidos con frecuencia. Con Rousseau
adquiere importancia el estudio sistemático del alma del niño y la introducción
en la educación de los principios del método experimental. Muchos educadores
posteriores (entre ellos Pestalozzi, Herbart y Froebel) se inspiraron en
Rousseau, en ocasiones polemizando contra él. Su forma apasionada,
elocuente y personal es una manifestación de la vitalidad de la obra.