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para la autoevaluación
Alejandra Ojeda
Julio Moyano
Universidad Nacional de Lanús, Argentina
Las últimas décadas han sido testigo de cambios estructurales en el rol que la
producción y distribución del conocimiento ocupan en la economía global, así como
de reformas estructurales que han intentado –aún desde visiones políticas
opuestas- actualizar la capacidad de las organizaciones tanto públicas como
privadas, de comprender rápidamente los cambios que las involucran, aprender de
ellos y adaptarse a la dinámica de cambio, articulando la exigencia de mayor
sincronización en el marco de una economía y sociedad crecientemente
mundializadas, con la capacidad de respuesta flexible, creativa y eficaz a una
realidad abrumadoramente más compleja que unas pocas décadas atrás.
En este último sentido, es la obra de Peter Senge (1990) la que en los años ’90
inscribe el concepto de learning organization, traducido al español como
organización en aprendizaje, organización abierta al aprendizaje, organización que
aprende, o el más extendido por su uso en la industria editorial en español:
organización inteligente. El concepto de Senge, fundacional en varios aspectos,
hace referencia al programa de una organización capaz de aprender de su propia
praxis y transformarse a sí misma en forma permanente. Como sucede con otras
producciones teóricas e instrumentales orientadas a una mejor comprensión del
universo organizacional en tiempos de crisis, las tesis de Senge también abrevan
en tradiciones diversas.
1 Entre otros, Schultz et. al. (1997) resumen el corrimiento estratégico de las disciplinas de Marketing
desde el enfoque productivista y asociado a las teorías de la información clásicas, hacia una visión
centrada en el universo significante del consumidor y las comunicaciones. El argentino Alberto
Wilensky (1986) fue pionero, en tal sentido, en reconocer la adscripción del Marketing al campo de
las Ciencias del Discurso. Los desarrollos de Flores (1983, 1987, 2000) y Echeverría (1994, 2000)
abrieron numerosos vasos comunicantes entre las ciencias de la computación, la filosofía del
lenguaje, la dinámica de las organizaciones y las ciencias cognitivas, habilitando conceptos y
técnicas pluridisciplinares orientadas a la innovación organizacional, y a la articulación armónica
entre las dimensiones impulsoras básicas del sujeto en la cultura occidental: el productor
emprendedor, el ciudadano comprometido y el cultivador de la solidaridad.
Las marcas de la psicología social, la teoría de la comunicación humana y la teoría
de sistemas son notables en su conceptualización del Pensamiento sistémico, que
Senge utiliza para resolver las tensiones producidas en una época de crisis de
marcos organizacionales verticales y burocratizados y de reclamos de mayor
individualidad, sin perder la noción de totalidad. Para Senge el pensamiento
sistémico permite preservar el pensamiento en totalidades sin anular la condición
plural y de agregación de individuos –con sus respectivos dramas biográficos
específicos- del sistema en su conjunto. La ampliación del campo de observación
se amplía así por sobre el horizonte limitado del individuo o de eventos particulares,
reconociendo un proceso en arcos temporales y relacionales mucho más amplios,
tornando inteligibles para la organización y sus integrantes eventos que de otra
manera no podrían siquiera ser reconocidos como relevantes.
La irrupción de la perspectiva filosófica del lenguaje es, por su parte, notoria en otros
conceptos clave de la teoría sengeriana2: la conversación es el factor decisivo del
aprendizaje organizacional. La conversación adecuadamente desplegada, no sólo
articula relaciones de mayor calidad entre individuos y grupos y entre éstos y la
organización en su conjunto, sino que produce –o al menos promueve-
percepciones (y desde allí visiones y acuerdos de misión) compartidas como
conjunto, lo cual favorece y realimenta el trabajo en equipo a escala organizacional.
2 Aunque él ha preferido definirse como un “pragmático idealista”, abrevando así en una larga
tradición que problematiza tanto las articulaciones entre filosofía, lógica y semiótica, como las
reflexiones en torno a la articulación entre individuo y sociedad como construcción de consciencia.
3 “Component technologies” en el original.
4 Personal mastery, mental models, Building shared vision, team learning, systems thinking,
respectivamente.
garantiza el aprendizaje organizacional. Pero sin él, éste no ocurrirá” (Senge, 1990:
139). La maestría personal no sólo “suma” capacidad individual en términos de
habilidades y competencias individuales, sino en apertura de nuestra visión
personal, nuestra capacidad de ver la realidad objetivamente, asumir la paciencia
como recurso y aún de lograr una apertura espiritual que nos permita
comprendernos como parte de un todo mayor, de un proceso continuo de
aproximación y cambio. El cultivo del desarrollo y apertura personales en los
integrantes de una organización es parte necesaria del desarrollo organizacional en
su conjunto.
Tras estas cuatro, es claro que la “Quinta Disciplina” es la nuclear, la que articula y
da un sentido superior a la mera yuxtaposición de las otras cuatro. El pensamiento
sistémico es así la piedra angular de la teoría, su disciplina fundamental y también
el punto de llegada de las anteriores. El pensamiento sistémico es posible si las
otras cuatro disciplinas son puestas en tensión, y a su vez, es desde el pensamiento
sistémico que estas adquieren plena significación. “Aprendemos mejor de nuestra
experiencia, pero nunca experimentamos directamente las consecuencias de
muchas de nuestras decisiones más importantes” (Ídem: 23).
Tendemos a perder de vista las relaciones complejas entre causa y efecto cuando
se trata, precisamente, de organizaciones complejas, y cuyos procesos se
despliegan en plazos mucho más largos que los que organizan el ciclo vital del
individuo. Lograr desde la apertura de modelos mentales y capacidad de
aprendizaje en grupo la elevación hacia un pensamiento y un aprendizaje a escala
del conjunto del sistema resulta, pues, un valor agregado distinto que el asignado a
la suma de aprendizajes individuales, y diferente también de la transmisión
sistémica de órdenes de funcionamiento coordinado desde el aparato de liderazgo,
más allá de su mayor o menor grado de burocratización. En este nivel de la quinta
disciplina, podemos aproximarnos a su expresión óptima en tres niveles, al igual
que respecto de las otras cuatro: los niveles de prácticas, principios y esencias. En
el primero, individuos, grupos y organización tienen claras y coordinadas,
precisamente, las prácticas: qué les corresponde hacer; en el segundo, las
percepciones e ideas-guía permiten una mayor flexibilidad, tomando decisiones
sobre qué hacer frente a diferentes situaciones concretas, en el tercero, se ha
alcanzado un auténtico nuevo estado de ser, con altos niveles de maestría en cada
una de las disciplinas.
5 “En las universidades son frecuentes las resistencias a los nuevos métodos pedagógicos, a la
informatización de los procedimientos administrativos, a las técnicas de gestión moderna... Lo
sorprendente es que mientras en las universidades todavía no se asume plenamente la centralidad
del conocimiento como objeto de la gestión, en el campo empresarial esta perspectiva avanza
rápidamente.” (Pérez Lindo, 1998, 90-92).
6 “Mientras que las grandes empresas ya han instituido “gerencias del conocimiento” partiendo de
una revalorización de sus bienes intangibles (recursos humanos, científicos y técnicos) es difícil
encontrar su equivalente en las universidades argentinas. La cultura organizacional y de gestión es
eminentemente burocrática. Todavía estamos en los umbrales de una gestión inteligente de las
instituciones universitarias. La nueva cultura de la información y (…) de conocimientos obligan a
fortalecer la capacidad para procesar, organizar, distribuir el flujo de las informaciones científicas y
tecnológicas. Por otro lado, casi todos coinciden en la necesidad de reformar el currículum
universitario a fin de mejorar las competencias cognitivas básicas: aprender a aprender, a procesar
información, a aplicar los conocimientos en la resolución de problemas. Las nuevas exigencias llevan
a fortalecer las funciones cognitivas del aprendizaje por sobre las funciones enciclopédicas,
descriptivas o meramente operatorias. Una organización inteligente fundada en la gestión del
conocimiento y un currículum orientado hacia el fortalecimiento de las competencias cognitivas para
el aprendizaje permanente de los individuos serían respuestas adecuadas para enfrentar el cambio
en el modo de producción y de transmisión de conocimientos” (Pérez Lindo, 2003: 8).
7 “Construir una Institución de Educación Superior de calidad es gestionar la misión institucional en
cada una de sus acciones, con el liderazgo de quien desarrolla el sentido de pertenencia con una
organización en crecimiento. Es una labor permanente de cambio, de autoconstrucción, de sentir
que la participación, la innovación, la creatividad, la autonomía cognoscitiva y, en una palabra, el
desarrollo humano particular, profesional e institucional, constituyen el sentido del quehacer
pedagógico. Esto sólo se logra con un «compromiso de calidad» por parte de todos los miembros de
la Institución (…) se debe en primer término crear la conciencia y compromiso de cambio por parte
de las Autoridades de la Institución, para que ellos se conviertan en voceros para los demás
miembros (…). Las Universidades deben conseguir la calidad en sus procesos, funciones y
resultados. Existen elementos que identifican la calidad en este tipo de organizaciones, entre ellos
se tienen: el producto educativo, la satisfacción de los alumnos, la satisfacción del personal y el
impacto de la educación en su entorno. Cuando en una Institución Universitaria se logra la calidad,
se generan verdaderos resultados productivos que pueden estar relacionados con los contenidos de
los programas, con la forma de dirección, con la orientación de la organización, con su proyección
externa, con el personal, los alumnos y el clima organizacional (Carrero, 2020: 75 y 79).
oportunidades de mayor diálogo entre el universo del management, las teorías de
la organización y la organización universitaria8.
8 En “El aprendizaje en las organizaciones inteligentes ¿un problema para la didáctica universitaria?”,
Benítez Trujillo y González Agudelo (2009), reflexionan en torno a los desafíos de articulación entre
la concepción de organización inteligente y los requerimientos didácticos de un proceso de
aprendizaje sistemático y formal: “Si las organizaciones tienen procesos de aprendizaje y la
educación, la pedagogía y, especialmente, la didáctica se encargan de esos procesos ¿se pueden
armonizar lo organizacional con procesos de aprendizaje desde lo educativo? ¿Cómo es que algunas
se puedan llamar “organizaciones inteligentes” y que aprenden sin basarse en modelos educativos?
Algunos indicios muestran que no sólo es posible sino adecuado: la empresa busca a la universidad
para que le ayude a solucionar sus problemas de aprendizaje. La universidad busca a la empresa
para cualificar sus perfiles de formación. Se puede sospechar que si la universidad ha aplicado
dentro de sí modelos educativos basados en la solución de problemas, que posibilitan el aprendizaje
desde lo pedagógico, lo didáctico y lo curricular ¿es posible traducir estos modelos para el
aprendizaje a las organizaciones?” (Benítez Trujillo y González Agudelo, 2009: 9).
9 “Según Kotter (1990), lo que las organizaciones necesitaban hace 20 o 30 años, eran buenos
administradores; hoy, en cambio, lo que toda organización necesita son personas capaces de un
liderazgo “transformacional”, capaces de cambiar y mejorar el sistema para competir en una
sociedad en la que el ritmo del cambio crece en progresión geométrica. Este tipo de liderazgo será
el motor fundamental del éxito en cualquier tipo de organización “inteligente”. La universidad no
puede eludir su responsabilidad ante la sociedad de ser una “organización inteligente”.
aunque no imposible, concebir el cambio hacia “una organización inteligente” (…)
Por otra parte, la posibilidad de transformaciones innovadoras, en términos de
gestión, pueden entenderse mejor si distinguimos entre “cambios sustantivos” 10 y
“cambios adaptativos” (Cambours y Donini, 2002: 22 y 23).
Sin embargo, las tensiones entre los niveles individual y organizacional han sido
puestas en discusión contemporáneamente a la difusión de las tesis sengerianas
en el ámbito empresarial, y no son privativas de un ámbito como el universitario que
se caracteriza, precisamente, por una particular configuración de aspectos en los
cuales dimensiones de muy alta resistencia al cambio debido a su carácter
burocrático y representatividad corporativa coexisten con otras cuya resistencia se
sostiene en su inverso: la coexistencia de una muy dispersa y en ocasiones
centrífuga gama de intereses, visiones y representaciones.
Como indica Smith (2001), esta tensión se hace presente en sus dos extremos: por
una parte, se trata de un proceso de cambio que apunta a la transformación de
aspectos sustanciales de la visión, modelos mentales y habilidades de articulación
con el grupo y la totalidad de la organización por parte de sus miembros, proceso
que parece poder ponerse activamente en marcha, precisamente, a partir de la
preexistencia de ese cambio. Desde allí, es posible imaginar el rol particular –y
multiforme- del liderazgo. Pero es aquí donde se manifiesta la tensión entre el
interés por el diálogo y el interés en la construcción de una visión compartida. Puede
10Esta distinción es especialmente útil para comprender la evolución del sistema en América Latina.
Podemos afirmar que debido a la débil capacidad de producción de conocimiento, la poca diversidad
y especialización disciplinaria de nuestras universidades, así como su fuerte impronta
profesionalista, la universidad argentina y latinoamericana tiene un estilo de cambio básicamente
exógeno (...) Al mismo tiempo, las reformas para ser viables deben considerar: a) la consistencia,
congruencia y adecuación de los objetivos, b) la pertinencia de la teoría del cambio que preside el
proceso de reforma, c) la existencia de recursos, d) el grado de compromiso de los iniciadores de la
reforma, e) el contexto sociopolítico general, f) la sustentabilidad de las innovaciones” (Krotsch, P.,
2001: 17).
notarse en la obra de Senge cierto esfuerzo por alejarse de los aspectos políticos
de la vida organizacional y una tendencia a percibir peligro en la pluralidad y
diferencia, en tanto “disgrega” las energías que apuntan a la construcción de una
visión común11. Si esto puede percibirse en la mirada teórica sobre la empresa como
organización característica, razón de más para comprender ciertas prevenciones en
ámbitos plurales por definición estatutaria.
Bibliografía
Benítez Trujillo, Marta Cecilia, y González Agudelo, Elvia María (2009): “El
aprendizaje en las organizaciones inteligentes. ¿Un problema para la didáctica
universitaria?”. En: Revista Uni-Pluri-Versidad, Vol. 9, N° 1, 2009, Universidad de
Antioquía, Facultad de Educación, Medellín.
Carrero, Mary (2010): “La Universidad como organización inteligente”. En: Revista
AGORA N° 26, julio-diciembre de 2010, pág. 57-80.
11La referencia de Smith al riesgo de una lectura comunitarista de Senge considera tanto esta
perspectiva en pensadores clásicos comunitaristas (como Amitai Etzioni), como en lecturas críticas
como la de Senett (1998: 143, cit. Por Smith, 2001, 14): [El comunitarismo político] “…falsamente
enfatiza en la unidad como la fuente de fortaleza en una comunidad, y erróneamente teme que
cuando se desarrollan conflictos en su interior, los valores y beneficios sociales se ven amenazados”.
Echeverría, Rafael (2000): La Empresa Emergente, la confianza y los desafíos de
la transformación. Granica, Santiago de Chile.
Flores, Fernando (1983): Inventando la Empresa del Siglo XXI. Hachette, Santiago
de chile.
Glasser, B., y Strauss, A.: The discovery of grounded theory. Strategies for
qualitative research. Aldine Publishing, New York, 1969. Traducción de Floreal
Forni. Mimeo (UNER, Maestría en Metodología de la Investigación).
Senge, Peter M. (1990): The Fifth Discipline. The art and practice of the learning
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Smith, Mark K. (2001): “Peter Senge and the learning organization”, En: The
Encyclopedia of Informal Education. [www.infed.org/thinkers/senge.htm. Last
update: May 29, 2012]
Strauss, A., & Corbin, J. (1990): Basic of qualitative research: Grounded theory
procedures and techniques. Sage, Newbury Park.