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La xenofobia como resultante del proyecto europeo

Mucho se ha escrito, dicho y visto sobre las terribles penurias que sufren las personas que en
masa están buscando asilo en Europa. No parece necesario continuar agregando más líneas en
este sentido. Esta decisión no se debe a que se quiera ocultar el dolor y el sufrimiento, sino por
el contrario a que la continuación de altisonantes declamaciones de indignación, sin atacar a
las causas de la problemática y sin develar los entramados complejos que rodean este
fenómeno, sólo aportan al show mediatizado del “indignismo moralista” que se queja y se
pseudo-sensibiliza pero no se compromete en la resolución de ningún tipo de problema social.

Es por esto que proponemos una mirada que se aleje de la moralina pero que no olvide la
necesaria reivindicación de la solidaridad humana, eso de sentir en lo más hondo la injusticia
cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Pero no alcanza sólo con eso sino
que también hay que poner en discusión procesos generales y particulares que dominan a
nivel global y actuar para revertir sus ignominias. Debido a lo cual consideramos que la actual
problemática de los refugiados e inmigrantes en el Viejo Continente tiene que enmarcarse
dentro de la crisis general que vive la Unión Europea (UE).

El relato de una Europa como tierra de prosperidad, donde se encuentran garantizadas en un


alto nivel las condiciones de vida y erigida como el reino de los derechos humanos, continúa
deshilachándose. Esa misma Europa que hizo un culto y un mito fundante de su carácter
progresista y de defensa de la libertad con el derribo del Muro de Berlín, hoy construye vallas y
barreras físicas para evitar el arribo de refugiados e inmigrantes de regiones en peligro por
conflictos bélicos, dictaduras, terrorismo o pobreza grave.

El deterioro del proyecto de unificación continental y el estancamiento que no se resuelve,


muestran en el caso de los refugiados una vez más a cara descubierta al neoliberalismo, que
no es sólo una doctrina económica que hace un culto del ajuste y la austeridad de los pueblos
mientras salva a los bancos. Este proyecto de clase de los supermillonarios del mundo es tanto
responsable de las masacres bélicas en Irak, Libia, Siria, Afganistán, etc. –de donde provienen
la mayoría de los hombres, mujeres y niños que buscan asilo en Europa– como de la
expoliación de las economías de los países periféricos del sistema mundial –que aportan la casi
totalidad de inmigrantes que pretenden llegar a los países centrales en vísperas de conseguir
mejores de niveles de vida–.

Esta Europa dominada por la neoliberal UE, continua desarrollando expresiones donde se
puede observar, muchas veces de manera violenta, las contradicciones entre la más elemental
dignidad humana y las necesidades de reproducción del capital. La propia soberanía popular
ha sufrido una dura derrota en Grecia tras la imposición extorsiva de un nuevo “rescate”. Esta
Europa en donde los sectores dominantes de Alemania imponen sus condiciones a los pueblos
europeos, se encuentra en un punto de inflexión en donde los estados nacionales siguen
existiendo pero han perdido capacidad de decisión en manos de los poderes fácticos que
definen las políticas de la UE. Al mismo tiempo, los pedidos de los más fervorosos promotores
de la integración regional, que solicitan avanzar en grados de unificación en pos de constituir
una verdadera entidad transnacional, los famosos Estados Unidos de Europa, tampoco son
tenidos en cuenta. Es obvio que el estado actual de las cosas, después de la aprobación del
sistema del Euro, favorece a los sectores concentrados alemanes y su alianza con el
establishment y las oligarquías del resto de los países del continente.

Sin embargo, esta situación de desconcierto en donde convive una estructura de decisiones
supranacional al tiempo que continúan siendo dominantes las identificaciones nacionales de la
población, puede resultar en una combinación explosiva ante el arribo masivo de refugiados e
inmigrantes, en un escenario en donde desde años se viene llevando adelante una fuerte
ofensiva de los grupos concentrados sobre el conjunto de los sectores populares y que
encuentran en el desmantelamiento del Estado de Bienestar un ícono relevante. El crecimiento
de las fuerzas nacionalistas ultrarreaccionarias en muchos países se alimenta muy fuertemente
de la xenofobia frente a estos grupos que desplazados de sus lugares de origen buscan
continuar sus vidas en Europa. Es así que los inmigrantes son constituidos por estas fuerzas
como “el otro” al cual se lo acusa de todos los penares que sufren buena parte de los
europeos.

Aún cuando la UE encabezada por Angela Merkel quiera mostrar una cara humanitaria y
desarrollar un plan general para la recepción de refugiados (aunque dejando de lado los
llamados “inmigrantes económicos”), la contradicción central que vive hoy día el proyecto de
unidad continental refuerza las condiciones para el fortalecimiento de las ideas más
reaccionarias, violentas y xenófobas. No alcanza con establecer cuotas de asilados por países
sino se resuelve de fondo la crisis de la integración neoliberal de Europa.

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