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Refugiados, toda la miseria del mundo

¿Cambiará el destino de los refugiados sirios, eritreos, kosovares, paquistaníes, luego de la


difusión de la foto de Aylan Kurdi, niño sirio de tres años ahogado en la playa de Bodrum, en
Turquía?

Daniel Gatti – Brecha - 07-09-2015

Qué imagen elegir para mostrar el tremendo drama que se está viviendo ahora mismo en
Europa? ¿La del niño sirio muerto en una playa turca? ¿La de una madre, también siria,
aferrada a su bebé y a las vías de un tren en Budapest, negándose a ir a un campo al que la
conducen policías húngaros? ¿O aquella de junio, tomada en una playa de la frontera entre
Francia e Italia, que muestra a unos refugiados cubiertos de pies a cabeza con unas coberturas
metálicas para escapar a la lluvia, deambulando informes sobre unas rocas? ¿O esa otra de los
cuerpos flotando en círculo en pleno Mediterráneo? ¿Lo crudo o lo sugerido? ¿La foto del nene
muerto es más fuerte que la de las ropas expuestas en la arena que llevaban las otras 11
personas que se ahogaron junto a él? Las redacciones de todo el mundo están discutiendo
ahora mismo sobre deontología periodística, como cada vez que se plantea una catástrofe de
este tipo. ¿Una imagen vale más que mil palabras? Sí, decía Nick Ut, el fotógrafo de la
Associated Press que captó a aquella icónica niña vietnamita corriendo desnuda quemada por
el napalm yanqui. La guerra de Vietnam cambió por esa imagen, pensaba Ut. ¿Cambiará el
destino de los refugiados sirios, eritreos, kosovares, paquistaníes, luego de la difusión de la
foto de Aylan Kurdi, niño sirio de 3 años ahogado en la playa de Bodrum, en Turquía? Nada es
menos seguro, pero la reacción de Manuel Valls, el robótico primer ministro francés al que no
se le ha movido un pelo a la hora de expulsar gitanos a rolete, levanta una pizca de esperanza
de que el choque de las imágenes produzca algún efecto. “Tenía un nombre, Aylan Kurdi.
Urgencia de reaccionar. Urgencia de una movilización europea”, escribió Valls en 120
caracteres*

La historia –más que la foto de su cadáver, o la historia y la foto de su cadáver-– de Aylan


Kurdi, y su hermano Galip, de 5, y su madre Aylan, los dos ahogados junto a él en el Egeo, y su
padre Abdulá, el único sobreviviente de la familia, es en todo caso representativa de muchas
de las dimensiones de este drama. Los Kurdi son originarios de Kobani, la ciudad del Kurdistán
sirio que no sólo se convirtió en símbolo de la resistencia al Estado Islámico, sino en eje de una
experiencia socialista. Kobani ha sido bombardeada y asediada por los yihadistas, pero
también por la aviación turca. De su ciudad reducida en parte a ruinas, los Kurdi huyeron hacia
la vecina Turquía. Esperaban marchar hacia Canadá, donde tenían familia, pero debieron
esperar en un campamento. Las Naciones Unidas no los reconocía como refugiados, Canadá
les negó la visa, los turcos, como a muchos kurdos, los maltrataban. Los Kurdi se agenciaron un
barquito buscando llegar a Grecia. Hay que estar muy desesperados para embarcarse en un
barquito de morondanga por el Mediterráneo, pero los Kurdi lo hicieron junto a otras 16
personas. Naufragaron a poco de zarpar. Hasta que apareció la foto de Aylan y se les puso
nombre los Kurdi fueron parte de un titular como tantos de la prensa por estos días: “Otros 12
sirios se ahogan frente a las costas turcas”.
Hasta por el Ártico. Los cientos de miles de sirios que intentan escapar de una guerra que
están lejos de haber generado, los cientos de miles de afganos que intentan escapar de un
caos que están lejos de haber creado, los cientos de miles de iraquíes o libios que intentan huir
de sus países desmembrados, hacen lo que haría cualquiera en su situación: buscar llegar a
algún lugar en que la vida les sea menos horrorosa. Al menos en principio. Para ello, hacen lo
que también haría cualquiera en su situación: descosen las fronteras, las destrozan. Muchas
veces serán ellos los destrozados: quedarán a la vera de uno de los siete muros, de cemento o
de alambre, o de cemento y alambre, que Europa les ha levantado; se ahogarán en ese
enterradero humano en que se ha convertido el Mediterráneo; caerán del tren de aterrizaje de
algún avión… Si logran saltar muros o atravesar mares, terminarán acaso asfixiados en algún
camión frigorífico. Pero seguirán golpeando a la puerta hasta que se abra y saturarán todas las
fronteras. La de Grecia con Macedonia; la de Turquía con Grecia; la de Italia con Eslovenia; la
de Italia con Francia; la de Macedonia con Kosovo; la de Serbia con Hungría; la de Macedonia
con Bulgaria; la de Bulgaria con Serbia; la de Hungría con Austria; bajo tierra, por el túnel de la
Mancha, tratarán de pasar de Francia a Inglaterra. Y seguirán fluyendo en pateras o en barcos
de mala muerte hacia Grecia e Italia. En las últimas semanas se sumó al listado otro paso: el
del Ártico. Demasiado lejana (a más de 4.000 kilómetros de Damasco, por ejemplo) y gélida
como para ser usual, la frontera entre Rusia y Noruega –una de las pocas fronteras directas
entre Este y Oeste durante la Guerra Fría– se ha convertido ahora en un nuevo punto de
entrada a Europa, sobre todo para los sirios.

No son infinitas las fronteras, y están cada vez más cercadas, vigiladas, “pero algunas siguen
siendo porosas y hasta en las más supuestamente impenetrables se encontrarán formas de
burlarlas, de atravesarlas”, dice Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de
Ayuda al Refugiado (Cear). “Esa es la ley de los movimientos masivos de población: cuando en
un lado hay guerras, hambrunas, miseria y en otro se supone que prosperidad, se trata de
pasar de un lado al otro. Lo han hecho todos los pueblos del mundo, incluyendo los europeos
que hoy bloquean el ingreso a sus territorios.”

Al ex primer ministro socialista de Francia Michel Rocard se le atribuye una frase que luego
hicieron suya gobernantes de muchos otros países europeos confrontados a la llegada masiva
de refugiados e inmigrantes a sus fronteras: “No podemos recibir toda la miseria del mundo”.
Corrían los noventa, y Rocard pretendía hacer pasar la idea de que Europa era la zona del
planeta que más acogía inmigrantes y refugiados, y que más, a la pobre, no se le podía exigir.
La idea en buena parte se impuso y se convirtió en “sentido común”. En las últimas semanas
otro político francés, el derechista Alain Juppé, retomó la frase rocardiana: “Europa no puede
seguir acogiendo toda la miseria del mundo”, dijo.

El problema con la frase es que está lejos, muy lejos, de reflejar la realidad. Ni la de los
noventa ni la actual. Según un informe de las Naciones Unidas de junio pasado citado por el
diario Libération, Turquía, Pakistán y Líbano reciben, cada uno de ellos, más refugiados que los
28 países de la UE juntos: casi 1.600.000 el primero; algo más de 1.500.000 el segundo y más
de 1.150.000 el tercero; en la Unión Europea suman 1.090.000, no muchos más que en Irán
(982.000). Más aun: de los 14.400.000 refugiados que contabilizó el Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en 2014 en todo el mundo, alrededor del 50 por
ciento están en Asia, y más de 4.000.000 en África. La guerra afgana obligó a la salida de unos
2.600.000 personas, que se han repartido fundamentalmente entre Pakistán e Irán. En Líbano,
los refugiados representan el tercio de la población total, y de los 4.000.000 sirios desplazados
por la guerra desde 2011 la gran mayoría han ido a parar a los países vecinos, sobre todo a
Turquía, donde muchos, de origen kurdo, no reciben además ningún tipo de ayuda y la vida se
les hace imposible. Unos 2.000 por día buscan llegar a Grecia, como pretendieron hacerlo
Aylan, su hermano y sus padres.

“Los europeos no pueden hacerse los sorprendidos de que muchos de los que malviven en
Turquía o Líbano pretendan irse”, dice la diputada por la Izquierda Unitaria Europea Mariana
Albiol. “Estos refugiados pasan años en campamentos hundiéndose cada vez más en la
miseria, ante la indiferencia total de la llamada comunidad internacional, que les niega un
visado aunque reúnan las condiciones. Europa no encara los problemas hacia atrás, en el
origen. Los toma, y de costado, cuando la golpean puertas adentro, pero no ve que en las
guerras de las que esta gente huye la UE tiene buena parte de responsabilidad; no ve que
contribuyó a dividir Siria, Irak, Libia; no ve, o hace como que no ve, que si estos países, que
fueron sus colonias, están destrozados, alguna responsabilidad ella también tiene. La UE, por
un lado, se cierra, se desentiende, y, por otro, carga las culpas en terceros. La culpa de los
muertos en el Mediterráneo sería así de los tratantes de personas, y Europa se plantea
bombardear los barcos antes de que zarpen. Claro que estos tipos son unos sátrapas, unos
criminales, pero es como atacar el síntoma y no la causa. Además de inmoral, inútil.”

Mafias

Son las políticas europeas las que alimentan a las mafias de traficantes de personas que se
están enriqueciendo con este drama, le dijo Estrella Galán al diario digital español Público. Si
los refugiados se ponen en manos de estas mafias es porque se les cierran todas las puertas
legales a las que perfectamente podrían golpear. Si se lanzan al mar, corriendo los riesgos que
corren (sólo en lo que va de 2015 se ahogaron unas 2.500 personas en el Mediterráneo, y más
de 22.500 en 15 años), es porque no les queda otra. “Se necesita un cambio de enfoque
inmediato en la política migratoria y de asilo, que hoy está centrada únicamente en la
vigilancia y el control de fronteras”, propone Galán. Miguel Urbán, eurodiputado del partido
español Podemos que esta semana viajó a Serbia y Macedonia para acompañar en su travesía
a grupos de refugiados, dice que en cinco años la UE ha gastado más de 1.800 millones de
euros en blindar sus fronteras y menos de 700 millones en asistir a los refugiados. “La supuesta
idea de respeto de los derechos humanos y acogimiento que siempre ha defendido la Unión
Europea es puro maquillaje, borrado por las lágrimas de miles de inmigrantes y refugiados que
comprueban cómo lo que les decían de Europa era mentira. Con sus tratados, venta de armas
y geoestrategia, la UE es cómplice de las guerras que ocasionan estos movimientos
migratorios”, declaró Urbán, que integra Anticapitalistas, el sector más a la izquierda de
Podemos. “Los traficantes claro que hacen su negocio. Han ganado dinero a paladas gracias a
las políticas migratorias de la Unión.”

Los propios traficantes lo confirman. Corina Tulbure, enviada especial de Público a la frontera
turco-búlgara, entrevistó a uno que dijo llamarse Ahmed y le explicó que lo suyo consiste en
sortear las vallas y hacer que los refugiados logren entrar a algún país de la UE donde puedan
pedir asilo. “Necesitan a alguien que los guíe en el trayecto por bosques y pueblos
desconocidos. Huyendo de la policía, no pueden ir solos”, y él, dice, está allí para ayudarlos.
“La UE nos llama criminales, pero como los refugiados sólo se topan con alambradas se ven
empujados a contactar con nosotros.” Un poco cínico, para qué negarlo. Ahmed se considera
un traficante “barato”. Cobra, sí (“es mi trabajo”), pero menos que otros. Después de todo él
también es sirio, pasó por algo similar unos meses antes y tiene familia “allá”, que también
quiere huir. “Hay traficantes y traficantes. Algunos son verdaderos criminales. Unos cobran
menos, y otros son carísimos. Pero en la ruta nadie está nunca seguro, porque cada tramo está
controlado por distintos grupos. Es como si contrataras una agencia de viajes, el precio
depende del paquete que pagues: la ruta entera de Siria a Alemania vale más de 10.000 euros;
de Turquía a Bulgaria te puede salir 1.500 o 2.000. También hay distintos precios en función de
cómo pasas la frontera: en camión o por tierra caminando dos horas, cuatro horas, dos días.”
Por mar, el camino más inseguro, algunos traficantes han llegado a exigir hasta 6.000 euros y
han apaleado en las playas a hombres o violado a mujeres que intentaron subir a algún barco
sin pagar, pagando menos o pretendiendo colar “gratis” a algún niño. “El de los traficantes de
refugiados es como cualquier mercado negro: prospera donde hay una prohibición previa. El
problema en este caso es que estamos hablando de vidas”, dice una francesa de Médicos Sin
Fronteras.

Kinan Masalemehi es un adolescente sirio de 13 años que llegó a Hungría con su hermana
mayor. Esta semana lo entrevistó en Budapest el canal árabe Al Jazeera, y la entrevista, de
apenas unos segundos, se convirtió en “viral” en las redes sociales. “No queremos venir a
Europa. Sólo paren la guerra en Siria”, dijo Kinan.

La peor

Aunque no sea verdad que Europa capte toda la miseria del mundo, sí lo es que está
confrontada a su peor crisis humanitaria en décadas. Ni las que siguieron al desmembramiento
de la Urss a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa, ni la carnicería que fue la
guerra en la ex Yugoslavia, ni el propio genocidio ruandés de 1994 provocaron una huida en
masa hacia la UE tan grande como la generada por la guerra en Siria, la continuación de los
enfrentamientos en Afganistán y Pakistán, las debacles iraquí y libia. Sólo Alemania prevé
recibir este año unas 800.000 demandas de asilo, cuatro veces más que el año anterior. Según
Eurostat, la oficina europea de estadísticas, en 2014 las solicitudes de refugio en los 28 países
de la UE no habían alcanzado las 360.000, de las cuales 162.000 fueron aceptadas. Para este
año, superarían el millón.

Hay que hablar de refugiados, no de inmigrantes, piensa Estrella Galán. “No estamos ante una
crisis migratoria. En la medida que se confunde a refugiados con inmigrantes, los estados
justifican el incumplimiento de sus compromisos, y en este caso se está ante un drama
humanitario de refugiados”, causado fundamentalmente por guerras y persecuciones políticas,
dice la secretaria general del Cear. “Son personas que están huyendo de Siria, de Eritrea, de
Afganistán, de conflictos armados muy violentos en los que su vida está en peligro.” También
de Kosovo. Para Galán, al menos el 60 por ciento de quienes tocan hoy a las puertas de la UE
son susceptibles de protección internacional y la Unión debería verse obligada a recibirlos en
función de los tratados internacionales que ha firmado. No es que el hambre y la miseria no
den “derechos” a quienes buscan ser recibidos en otro país. “También, por supuesto, vulneran
derechos básicos. Pero no hay que confundir los mensajes, porque de esa forma se estaría
haciéndole el juego a quienes dicen que se trata de un drama migratorio al que hay que tratar
según las leyes migratorias, mucho más restrictivas que las que rigen el derecho de asilo.” Al
hablar de estas masas de aspirantes al refugio como de “inmigrantes ilegales”, los
responsables europeos “se colocan en un plano que les permite evadir responsabilidades”,
coincide Miguel Urbán. A un solicitante de asilo no se le puede exigir que tenga un contrato de
trabajo previo y garantizado, como se prepara a exigir el Reino Unido a los sirios, eritreos,
afganos que están llegando a sus fronteras desde otros países de la UE. El gobierno de David
Cameron tiene en gateras una reforma de sus leyes migratorias que de hecho significaría una
violación de los acuerdos de Schengen, que desde 1995 aseguran la libre circulación de
personas entre los 26 países que los firmaron. Y Francia se niega a dejar entrar a su territorio a
extranjeros que se agolpan en la frontera con Italia, en Ventimiglia. Son unos pocos miles, y ni
siquiera quieren establecerse en Francia: pretenden utilizarla como trampolín hacia el norte,
como país de tránsito. Es curioso que estados “que han demostrado su incapacidad para luchar
contra los efectos desestabilizadores de la libre circulación de capitales tomen como objeto
específico el control de esta otra circulación, la de las personas, y como objetivo la seguridad
de los nacionales” supuestamente amenazados por estos peligrosos extranjeros que a lo sumo
podrán conmoverlos con su drama, escribe el filósofo francés Jacques Rancière.

A Rancière le parece bien propio de este momento civilizatorio que se entre en disquisiciones
entre refugiados e inmigrantes, como si el hambre no tuviera también raíces políticas. Las
buenísimas intenciones, piensa, a veces hacen que no nos demos cuenta de algunos horrores.

No se puede, no se puede, no se puede

Todos –los que se largan al mar, los que llegan por tierra, los que cruzan por el túnel– aspiran a
desembarcar en Alemania, en Suecia, en el Reino Unido. Los países del Mediterráneo no son
los destinos más apetecidos, aunque son los que más gente reciben. Las cifras cambian –
aumentan– semana a semana, día a día. Naciones Unidas estimó la semana pasada en unas
330.000 las personas que han atravesado desde enero el Canal de Sicilia: algo más de 200.000
han llegado a Grecia y algo más de 120.000 a Italia. Tampoco son apetecidos como destino
final los países ex socialistas del este, pero son zonas de tránsito inevitables en el camino por
tierra hacia el norte.

No hay política común en Europa para tratar el tema. Cuando hace algunas semanas la
Comisión Europea quiso fijar una para repartir proporcionalmente (según territorio y medios)
a 40.000 personas entre los 28 integrantes de la UE –40.000, sobre una masa de cientos de
miles que buscan llegar a un espacio de más de 506 millones de habitantes–, todos dispararon
para lados diferentes. España se cerró. Le pidieron que recibiera a unos 4.000, lo que ya era
una miseria, y no aceptó más que la mitad. Y que vinieran sanitos: un ministro dijo que no
podían ser “portadores de enfermedades contagiosas”. Los del este se cerraron: ninguno
aceptó que se le fijaran mínimos, y casi todos anunciaron que aceptarían algunos cientos,
algunos miles quizás, siempre y cuando fueran “cristianos”. Porque los “musulmanes”, se sabe,
pueden ser terroristas. Cuando se planteó en una reunión europea, que bueno, está bien, no
podemos aceptar toda la miseria del mundo pero qué hacemos con los que ya están, qué
hacemos con esos 200.000 que sobrevivieron en el mar y están esperando en Grecia, en Italia,
en Hungría, hubo quien recordó que en la UE rige una convención, la Convención de Dublín,
que obliga a cada país a hacerse cargo de los refugiados que recibe. Es una pena que a los
griegos ya no se les pueda sacar más el jugo, pero bueno, para qué están en la UE, que asuman
sus responsabilidades.

Ayer jueves, en Bruselas, la CE volvió a presionar a los países miembros de la Unión. Dijo que
ya no debían ser 40.000 los refugiados a repartirse entre los 28, sino 160.000. ¿Por qué?,
preguntó el primer ministro húngaro, Víktor Orbán. Que se ocupe Berlín. “Esta crisis es un
problema alemán. Todos quieren ir a Alemania.”

Algunos países orientales dejan pasar a los refugiados, los dejan circular en los trenes mientras
no se queden en territorio propio. Hungría no. Los reprime. El gobierno liberal húngaro,
presionado por una extrema derecha en muy fuerte ascenso, decidió en los últimos días cerrar
una de las estaciones de Budapest a la que más gente había llegado en tránsito hacia Alemania
–unas 2.000 personas–. El miércoles la estación fue reabierta, y una jauría –“nos han
convertido en una jauría de tipos y tipas y niños pero con bastante menos fuerza que un
perro”, dijo un sirio a Libération– se lanzó a copar los vagones. Pero los destinos
internacionales fueron suprimidos. Un tren que iba rumbo a una localidad cercana a la frontera
con Austria fue frenado por la policía al llegar a una ciudad donde hay un centro “de acogida”.
Los húngaros y otros europeos pudieron seguir camino. Los sirios y otros refugiados fueron
obligados a bajar. Cuando un grupo de unos cincuenta se dieron cuenta de que los iban a
conducir a un campo, salieron corriendo por las vías. La policía los molió a palazos. “No nos
queremos quedar, vamos a Alemania”, gritó un sirio, antes de que lo tiraran contra la vía y lo
esposaran. Lo cuenta un cronista español al que su padre le contó que así trataban los
franceses, hace 80 años, a los españoles que pasaban del otro lado de los Pirineos escapando
del franquismo. Y concluye: “Mi padre decía que fue la indiferencia de las mayorías la que
permitió que el fascismo ganara terreno. Está pasando algo similar aunque los países sean
otros, o los mismos con los roles cambiados”

Germanos

No es que Merkel sea insensible, como que en el fondo es humana y capaz de conmoverse,
comentó semanas atrás un periodista de la Tageszeitung, el diario de izquierda berlinés, luego
de que la jefa del gobierno alemán hiciera llorar a una nena palestina a cuya familia se le
negaba el permiso a permanecer en tierra germana. Lo que pasa es que los alemanes son
apegados a las formalidades, a los papeles, a los tratados y si no cuadrás en las normas,
marchás, ironizó. Sin embargo, Alemania es hoy el país que más extranjeros ha aceptado y,
junto a Suecia, el que parece estar dispuesto a acoger mayor cantidad. No se sabe cuántos
tampoco, porque dependerá de cómo considere a los que lleguen a sus fronteras: si como
demandantes de asilo o como inmigrantes. Los paquistaníes y los eritreos corren riesgo de no
pasar los filtros. Los sirios, o algunos de ellos, tal vez tengan más suerte. Serán igualmente
cientos de miles los que esperarán en los refugios de los lander alemanes a que se decida su
suerte. En el ínterin podrán ver las dos caras de la potencia hegemónica europea. O las tres, o
las cuatro. Podrá pasarles como a esos dos sirios, uno de 7 años, otro de 15, a los que un par
de neonazis, con esvásticas y todo, los mearon, literalmente los mearon, en un tren. O que sus
refugios sean atacados (hasta agosto fueron 200 los “centros de acogida” incendiados), ellos
mismos apaleados, hasta asesinados. Pero podrá pasarles también lo otro: que una parte de la
sociedad se movilice en su favor. Las redes formadas en Berlín y en otras ciudades para asistir
a los refugiados involucran a miles de personas: les dan alimentos, ropa, “paquetes de
bienvenida” (mantas, kits de higiene, frutos secos: todo bien alemán), se han formado grupos
en Facebook para reunir voluntarios que puedan recibirlos en sus casas (un diputado de la Cdu,
el partido de Merkel, tiene en la suya a dos refugiados eritreos; Bern Pickert, periodista de
Internacionales de la Tageszeitung, alojó a cinco sirios), hay grupos de voluntarios que se
turnan para cocinar en los refugios, barras de algunos cuadros de fútbol los invitan a los
partidos… Incluso el Bild, un diario sensacionalista vinculado a las peores causas pero el más
leído del país y dicen que de Europa, lanzó una “gran operación de ayuda” y tituló en su
portada “El gran drama de los refugiados. Ayudamos”. La movilización de la sociedad civil
pretendió suplir inercias, dejadeces, burocracias estatales, explica Pickert. Los centros de
refugiados alemanes son los mejores de Europa, pero algunos no tenían agua, o poca (en
pleno verano), les faltaban camas, carecían de medicamentos, no estaban suficientemente
coordinados con los servicios de salud pública. “En un país como Alemania, que se precia de
ser la potencia hegemónica de Europa y lo propagandea, es inaceptable. En situaciones como
estas tenemos que definir bien claramente qué sociedad queremos”, dice el periodista.

Datos

Más de 400.000 personas pidieron asilo en países europeos en los primeros seis meses de este
año. Si se cumplen las previsiones, en 2015 se superarán largamente las 800.000 peticiones.
Alemania y Hungría suman más de la mitad. Cuatro de cada diez solicitantes en Europa lo han
hecho en Alemania (170.000), y en Hungría casi dos de cada diez (67.000).

No es lo mismo solicitantes de asilo que refugiados. Los solicitantes han registrado su petición
de protección internacional pero todavía no han recibido una respuesta definitiva. Según los
datos de Eurostat, hay grandes diferencias entre los países europeos a la hora de decidir
favorablemente una solicitud. Bulgaria se situó a la cabeza: nueve de cada diez solicitudes
formuladas en 2013 y 2014 de las que se tomó una decisión en primera instancia acabaron de
forma positiva. En Alemania, las respuestas positivas representaron el 42 por ciento del total
en 2013 y el 43 por ciento en 2014. En Hungría apenas una de cada diez.

Siria, en guerra desde 2011, encabeza el ranking de países con mayor número de peticiones
(200.000), seguida de Kosovo (101.000), territorio todavía en disputa, Afganistán (82.000), en
guerra constante desde hace más de una década, y Eritrea, que vive en un régimen dictatorial
en el que las violaciones a los derechos humanos se multiplican.

(Fuente: Eurostat, a través de Eldiario.es)


Ciudades refugio

Manuela Carmena, Ada Colau, Kichi González, Pedro Santisteve, Xulio Ferreiro, Joseba Asiron,
Joan Ribó son siete de los alcaldes electos en el Estado español en mayo pasado en listas de
“unidad popular” que aglutinan a varios partidos de izquierda. Carmena gobierna Madrid;
Colau, Barcelona; González, la andaluza Cádiz; Santisteve, Zaragoza; Ferreiro, La Coruña; Ribó
es alcalde de Valencia, y Asiron, de la vasca Irún. Los siete acordaron esta semana, a iniciativa
de Colau, formar una red de “ciudades refugio” para “paliar el drama de los refugiados y los
inmigrantes”. “Queremos ciudades comprometidas con los derechos humanos y con la vida,
ciudades de las que sentirnos orgullosos”, dijo la alcaldesa catalana. A Colau, que durante toda
su vida fue militante social y animó en Barcelona la Plataforma de Afectados por la Hipoteca,
una asociación que resiste a los desalojos, la actitud del gobierno de Mariano Rajoy le da
“asco”. “Regatear para recibir refugiados es vergonzoso. España ha quedado a la cola de la UE,
siendo bastante más rica que muchos otros países, como la vapuleada Grecia, que tiene que
hacer frente, con muy poca ayuda exterior, a desembarcos masivos de personas.” Si España
hubiera aceptado los 4.000 refugiados que le propuso acoger la Comisión Europea y los
hubiera repartido proporcionalmente en su territorio, Madrid hubiera debido recibir a unos
800 y Barcelona algo más de 500. “¿Qué es eso? Nada. Una ínfima gota de agua. Lo que el
gobierno del Estado no quiere hacer, nuestras ciudades intentarán hacerlo en la medida de sus
competencias”, dijo Colau. Alfred Bosh, portavoz del Ayuntamiento de Barcelona, recordó que
hace 20 años, cuando la guerra en la ex Yugoslavia, la capital catalana fue tierra de asilo de una
enorme cantidad de bosnios. “El drama de los refugiados es una cuestión de derechos
humanos que no puede dejar impasible a una ciudad diversa y acogedora como Madrid”,
declaró por su lado Manuela Carmena. La semana próxima, en una nueva reunión, los seis
alcaldes y otros que se les sumen acordarán medidas comunes. Ayer jueves Carmena anunció
que Madrid ciudad destinará 10 millones de euros a ayudas a refugiados en alimentación y
vivienda, y la Comunidad Valenciana, toda ella gobernada por una lista de “unidad popular”,
dijo que se declarará “comunidad acogedora” y “corredor humanitario” y que está dispuesta a
recibir, ella sola, a 1.500 refugiados.

Fuente: http://brecha.com.uy/toda-la-miseria-del-mundo/

El caso de Aylan en el tablero de ajedrez global


Alejandro López González - 07-09-2015

"This planet's overrun

There's nothing left for you or for me

Don't give in, we can


Walk through the fields

And feeling nature's glow

But all the land is owned

There's none left for you or for me"

“Explorers” Matthew Bellamy (The 2nd. Law; MUSE, 2.012)

"¡Ay de los que juntan casa a casa,

y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo!

¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?"

Libro de Isaías 5:8 (Siglo VIII A.C)

La fotógrafa Nilufer Demir nos ha mostrado, en una impactante fotografía, a un niño de no


más de 3 años bocabajo, sin vida pero todavía con shorts y franela, tumbado como durmiendo,
mojado por completo, en la orilla del mar de Turquía. Esta es una foto más de las que nos
muestran la miseria y la desesperación de quienes huyen de la pobreza y las guerras inducidas
por occidente y como la degradación humanitaria danza impunemente ante los ojos de una
Europa indolente y encerrada en crisis financieras, tableros de poder, nebulosas de anti-
valores y, sin duda, crisis de democracia. El nombre del niño era Aylan Kurdi y su padre Abdulá
Kurdi, que sobrevivió al naufragio, narra lo ocurrido de la siguiente manera: "Después de
alejarnos unos 500 metros de la costa, en el bote empezó a entrar agua y se nos mojaron los
pies. A medida que aumentaba el agua, cundía el pánico. Algunos se pusieron de pie y el bote
volcó. Yo sostenía a mi mujer de la mano (…) Las manos de mis dos niños se escaparon de las
mías, intentamos quedarnos en el bote, pero el aire disminuía. Todo el mundo gritaba en la
oscuridad. Yo no lograba que mi esposa y mis hijos oyeran mi voz" [1]. Esta familia vivía en
Kobane (Siria), una ciudad fronteriza con Turquía que, durante casi medio año, fue fieramente
asediada por el Estado Islámico. Desde Enero del presente año, la ciudad de Kobane se
convirtió en un símbolo de la resistencia kurdo-siria, tras un asedio que duró meses y que fue
repelido con éxito por los residentes de esa ciudad. Sin embargo, de acuerdo con Rami
Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, a finales del mes de Junio y
después de irrumpir en la ciudad de Kobane, al amanecer: "120 civiles fueron ejecutados por el
Estado Islámico en sus casas o fueron víctimas de ataques con cohetes o francotiradores [2]".
Se conoció que entre los cuerpos encontrados en las casas y en las calles había mujeres y
niños.

El Estado Islámico (EI), nace como Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) y ha hundido a Irak
en una situación de guerra terrible. Según algunas estimaciones, la milicia del Estado Islámico
cuenta con un fondo de 2.000 millones de dólares y un ejercito de 10.000 combatientes, lo que
permite a este grupo controlar una región que se extiende desde la ciudad de Alepo en Siria,
hasta las ciudades de Faluya, Mosul y Tal Afar en Irak. El EI se formó como una rama de Al
Qaeda en Irak y no actuaba directamente en Siria. A mediados de 2011 uno de sus miembros,
fundó el Frente al-Nusra, que pasó a ser el principal actor yihadista de la guerra civil en Siria y
se cree que los fondos del EI provienen del conjunto de campos petroleros de ese país, que el
grupo tiene bajo su control desde finales del año 2012 (¿Quien le compra petróleo al
EI?¿Quien le presta servicios técnicos a los campos petroleros bajo su control?¿A que precio
les pagan el barril de petróleo?). Los Estados Unidos de Norte-América han cometido,
nuevamente, un grave “error de cálculo” (¿?) cuando entrenaron por dos años, a través de la
CIA, a grupos fanatizados llamados 'Brigadas Yarmuk', que contaban con 2.000 efectivos que
han terminado uniéndose al movimiento yihadista Estado Islámico [3]. Ya es común en los
norteamericanos, este tipo de “errores de cálculo” que comenzaron cuando financiaron a los
Talibanes en Afganistán para combatir al gobierno pro-soviético, según confesión y
reivindicación del mismo Bin Laden. Continuó con el desarrollo de Al Qaeda que luego se
transformó (con el impulso de la llamada “primavera árabe” financiada y soportada por EE.UU)
en la formación del poderoso grupo terrorista Estado Islámico [4]. Todo esto puede
entenderse a través del libro “El Gran Tablero de Ajedrez: Primacía Americana y sus
Imperativos geoestratégicos” que es una de las principales obras de Zbigniew Brzezinski, quien
fuera asesor de Seguridad Nacional de EE.UU durante la administración del ex-presidente
Jimmy Carter. En ese libro, se establece que la masa continental de Eurasia es el centro del
poder mundial. Brzezinski formula una geo-estrategia de los Estados Unidos para Eurasia según
la cual es imperativo que ningún estado o grupo político en Eurasia pueda ser capaz de
dominar la región y, por lo tanto, desafiar la pre-eminencia global de Estados Unidos. Todo
este desastre humanitario, toda esta miseria humana y horror, todo el temblor de niños y
mujeres en las guerras fratricidas de Oriente Medio y Eurasia, todo ,deriva del juego norte-
americano y de su “Gran Tablero de Ajedrez”. Este nuevo y último imperio ve al mundo como
un tablero de ajedrez donde se pretende manejar a grupos humanos de carne, hueso y alma
como a piezas/peones de mármol, donde ningún movimiento puede dar resultados ni
humanitarios ni democráticos.

En este contexto, se ha conocido por fuentes oficiales de Naciones Unidas que la crisis
migratoria en Europa y en todo el mundo sigue creciendo hasta considerarse como la más
grande desde la Segunda Guerra Mundial. La guerra y la pobreza, estrechamente ligadas a
través de las luchas intestinas dentro del sistema de expoliación capitalista de los países
Eurasia y Norte de África que tengan recursos energéticos y/o minerales, obligan a cientos de
miles de personas a desplazarse de sus hogares para buscar una mejor vida en otros países. En
el regazo de los países responsables de la destrucción de sus propias tierras, por acción u
omisión. Europa está luchando por no perder su “paz social y bienestar” ante la enorme masa
de personas que buscan refugio en sus tierras, una inmensa oleada que parece poner en
peligro la estabilidad en el viejo continente [5].

Por su parte parece que Suiza espera lo peor para Europa y lo muestra con su gran simulacro
de guerra bajo el nombre de Conex15, a ser realizado entre el 16 y el 22 de septiembre del
presente año. En el ejercicio, se parte del escenario supuesto en que los grandes movimientos
migratorios que cruzan Europa resultaron en la destrucción de la U.E y surgieron nuevas
fronteras y nuevos países, el orden público se descompuso y se suceden sabotajes y asaltos
por toda la región. Este idílico país de Heidi, dedicado a ganar dinero como paraíso fiscal para
el narcotráfico, blanqueo de capitales, venta de armas a países y grupos no democráticos,
circulación de dinero negro, crimen organizado, evasión fiscal, entre otras muchas cosas
conocidas y aún por conocerse, se comporta como el más cínico al realizar este tipo de
ejercicios. Mientras la población suiza y europea ve todos los días a decenas de miles de
personas que se ahogan en el mar Mediterráneo huyendo de guerras y miseria, el gobierno y
ejército suizo se preparan ante una apocalíptica defensa contra la invasión de éstos migrantes.
Migrantes, que muchas veces han sido empujados al mar por quienes llenan las arcas de los
bancos de los paisanos de Heidi de dinero proveniente de la venta ilegal de armas a bandas
terroristas de oriente medio, bandas de narcotraficantes, trata de blancas y trafico de seres
humanos, todo esto llenando de horror y terror las tierras de Eurasia, del norte de África y, en
casos como el de Colombia, aún de América Latina. El contenido del plan Conex15 no podía ser
más cínico: "En una Europa de del futuro, con nuevos países y fronteras (…) las consecuencias
también tienen un impacto en Suiza: la escasez de suministros, mercado negro, las
organizaciones criminales hacen blanco de las reservas de petróleo, gas y granos a través de
sabotaje y saqueo. Por otra parte, las tensiones étnicas conducen a mayores flujos de
refugiados a Suiza" [6]. A Suiza no se le ocurre dar un aporte humanitario sino prepararse para
la defensa de sus verdes campos y montañas cubiertas de nieve, ante las hordas de pobres que
se avecinan e invaden a sus incómodos vecinos europeos, lamentablemente, afectándoles
también a ellos.

Mientras Europa se molesta y pierde su “paz social” y mientras Suiza se prepara para un futuro
apocalíptico donde habrá que exterminar “hordas de pobres migrantes”, en el mundo real
cada día miles de sirios siguen pretendiendo atravesar el mediterráneo con la esperanza de
poder llegar a las costas de Grecia e ingresar a la Unión Europea, huyendo de la guerra. Éste
fue el caso de Aylan y 23 emigrantes más que fueron arrastrados hacia una playa en Turquía,
donde por lo menos cuatro niños más murieron. Nilufer Demir, aseguró: “Cuando vi a Aylan
Kurdi ya no había nada que hacer. Allí había un cadáver con la camiseta roja levantada y
pantalón azul marino. No había nada que yo pudiese hacer por él. Podía darme cuenta por la
ausencia de gritos. Lo único que podía hacer era apretar el botón del obturador, e hice la foto
(...) [7]”. ¿Cuando perdimos la sensibilidad ante lo importante? Este tablero de ajedrez
humano donde unos pocos se creen con el derecho de jugar con la vida de millones de
personas solo por acumular más y más riqueza, más y más poder, esto debe acabar. Manipular
a jóvenes y pueblos para que se rebelen contra sus gobiernos (“primavera árabe”), solo por
obtener ganancias para sus propias industrias energéticas y garantizar el control hegemónico
del medio oriente, no es ético, no es moral, no es legal, no es humano y mucho menos es
cristiano. ¿Cuantas vidas más deben poner los pobres del mundo para que cese la explotación
descarnada de las tierras ricas en petróleo y minerales?¿Cuales son los limites de la ambición
de las grandes corporaciones energéticas?¿Cuales son las prioridades de seguridad del imperio
norteamericano?¿Donde quedó la izquierda europea y su socialdemocracia? ¿Hasta cuando los
amos del mundo acumularán casa sobre casa, tierra sobre tierra, minas tras minas,
yacimientos tras yacimientos?. Finalmente, me pregunto con el profeta Isaías: ¿Habitaréis
vosotros solos en medio de la tierra?

Alejandro López González @aleslogo

REFERENCIAS
[1] “Las manos de mis dos niños se escaparon de las mías” -
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/03/actualidad/1441232434_109669.ht
ml

[2] Estado Islámico mata a "120 civiles" en Kobane -


http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150626_estado_islamico_masacre_kobane_m
r

[3] Error de cálculo de EE.UU. en Oriente Medio: ¿Qué pasará con los precios del crudo? -
http://actualidad.rt.com/economia/161728-gran-fallo-occidente-eeuu-petroleo-precio-futuro

[4] Osama bin Laden - https://es.wikipedia.org/wiki/Osama_bin_Laden

[5] "La peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial amenaza con hacer colapsar
la UE" - http://actualidad.rt.com/actualidad/184560-europa-enfrentar-peor-crisis-humanitaria

[6] “CONEX 15: Aufruf gegen die Militarisierung unseres Lebens” -

http://antira.org/d/conex-15-aufruf-gegen-die-militarisierung-unseres-lebens/

[7] El desgarrador testimonio de la fotógrafa que captó la foto de Aylan -

http://www.clarin.com/mundo/Nilufer_Demirdesgarrador_testimonio_de_la_fotografa_que_c
apto_la_foto_de_Aylan_0_1424257886.html

Migración africana: Travesías de anhelo y frustración


Julio Morejón, Antonio Rondón y Luisa María González

Bolpress - 07-09-2015

Se registra en el Mediterráneo un incremento notable de las travesías de quienes buscan


alcanzar Europa para huir de la guerra y la miseria en África y el Medio Oriente. De acuerdo
con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya son casi 200 mil los llegados,
principalmente a Italia (92 mil) y Grecia (88 mil). Respecto a los países de procedencia, 44 mil
personas arribaron desde Siria, 19 mil desde Eritrea y 18.300 lo hicieron desde Afganistán,
aunque también los hay de Irak, Somalia, y otros. Algunos expertos en migraciones africanas
admiten la presencia muy marcada de un comportamiento horizontal en esos flujos, es decir
desplazamientos en el interior del continente, aunque continúa predominando la tendencia a
abandonarlo. Pese a que se ensayan fórmulas como el codesarrollo, que supone ventajas
relativas tanto para los Estados de partida como para los de destino, está demostrado que el
itinerario del emigrante porta un componente de peligro mortal, muchas veces relacionado
con el tráfico ilícito de personas.
La inseguridad constituye una parte importante en el módulo de riesgo que acompaña a
quienes -huyendo de guerras, hambrunas y sequías- se identifican con la idea de salvarse más
allá de la frontera y con eso poder atenuar la miseria propia, de su núcleo familiar y de su
parentela extendida. Según el máster Pablo Blanco, de la Universidad Nacional de Quilmes, en
Argentina, se entendía que las migraciones masivas forzadas por conflictos disminuirían en la
postguerra fría, pero en África se incrementaron en diversas regiones, con lo cual
paralelamente aumentaron los riesgos propios de la experiencia migratoria.

Si se pretende comprender la realidad de las sociedades africanas contemporáneas, se


requiere profundizar en los antecedentes y orígenes de sus desarrollos actuales, uno de ellos la
dirección de los flujos migratorios, que se reorientaron desde el siglo XVI al XIX y
posteriormente entre el XX y el XXI. Sobresalen los traslados de poblaciones para establecer
asentamientos en el interior del continente, como fue el caso de las colectividades del tronco
lingüístico bantú, que se movieron vertical y horizontalmente hacia zonas que posibilitaran el
desarrollo de su modo de vida, enclaustrado en un nivel primitivo de sus fuerzas productivas.

"Muchos de ellos tienen mitos de origen que resaltan la llegada a un lugar nuevo y la
incorporación o subordinación de los habitantes anteriores del territorio", explica Eduard
Gargallo, del Centre dâ€ÖEstudis Africans (CEA) de Barcelona, España, en referencia al
comportamiento inicial del migrante bantú.

Con posterioridad, el sentido de los flujos lo definió la trata esclava con su triangulación África-
Europa-América, cuyo soporte estructural fue el hecho colonial y cuya superación en el siglo XX
arraigó algunas dinámicas y trasformó a otras como ocurrió con las reorientaciones vinculadas
con la confrontación Este-Oeste.

La presencia de un polo político de izquierda, sin grandes idealizaciones, también varió las
direcciones de las migraciones africanas, toda vez que ante ellas se abrían posibilidades o
perspectivas de progreso no previstas en el modo -hasta entonces tradicional- de relaciones
socioproductivas.

Ahora, si bien muchos integrantes de la élite africana se formaron o tuvieron contacto con el
campo socialista, de igual forma sucedió con el Occidente, y la posterior pérdida de uno de
esos platillos en la década de 1990 desequilibró la balanza migratoria; fue cuando se
observaron estampidas hacia el oeste desde expaíses comunistas. Eso distorsionó el
comportamiento de los flujos, y los africanos con menos calificación científica y tecnológica, en
gran medida fueron relegados en el mercado laboral y así resultó gravoso participar en la
carrera por la supervivencia en el ámbito de esos movimientos de personas, ya afectadas por
prácticas xenófobas y/o vandálicas.

En cuanto a los emigrantes africanos, se repite la letanía de la ilusión asesinada por el


desengaño y las añoranzas mueren en el borde del Mediterráneo.

EL "GEN" DE LA DERROTA

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), desde el comienzo
de 2015 se reportó que 300 mil inmigrantes cruzaron el Mediterráneo para llegar a Europa, lo
que significó un incremento sustancial respecto a 2014, cuando hubo 219 mil. Tras un
naufragio en marzo de 2014, esa agencia de la ONU demandó a la comunidad internacional
adoptar medidas que redujeran o evitaran los viajes peligrosos de migrantes, pero no hubo
reacción seria sobre eso. Embarcaciones inadecuadas y regulaciones punitivas ahora integran
un sínodo que dispara las estadísticas. La invalidez política ante el incremento del fenómeno
evidencia la complejidad del sistema impuesto, el cual no solo es aupado por una ideología de
mercado incapaz de ayudar a revertir las direcciones de los flujos, sino que potencia
aprovecharse de la debilidad del inmigrante, quien mayormente se instala en áreas periféricas
del proceso productivo global.

Una opción que parece seducir en la Unión Europea es arreciar, desde el punto de vista del
rigor judicial, la selección de "aceptables" y "desechables" para que procediendo de África esos
peregrinos puedan acceder al supuesto paraíso y dejar atrás el hambre, el desasosiego, la
inseguridad y la desesperanza cíclica sufrida.

Es visible el drama humanitario en el asunto migratorio africano, pero existen condicionantes


que podrían redirigir los flujos; una de esas sería la aplicación equitativa de un orden justo en
las relaciones con el continente, lo que beneficiaría más que la limosna de la siempre
incumplida ayuda para el desarrollo.

Sin embargo, hay demasiados intereses por medio -económicos, geopolíticos, estratégicos e
ideológicos- para que los países centrales asuman con honestidad el tema, más simple es
proceder con medidas coercitivas, mientras se amontonan los cadáveres en las costas libias o
de Lampedusa.

Hace décadas el equilibrio mundial se perdió. Su desaparición arrastró lo que fue la versión
más cercana de la solidaridad humana integral, que al menos durante un buen tiempo de la
era postcolonial actuó sin camuflaje con respecto al continente, pero los tiempos cambiaron
tan rápido como lo hizo la dirección del viento.

Las amargas experiencias son incontables entre quienes fueron a la caza de un sueño y se
desencantaron como opinó el senegalés Mamadou Dia: "La emigración me decepcionó, pero a
la vez me enseñó muchas cosas. He descubierto, por ejemplo, hasta qué punto Occidente nos
ha colonizado la cabeza".

Europa y la hipocresía migratoria

La Unión Europea (UE) busca una balanza en su política migratoria en respuesta a las tragedias
en aumento en el mar Mediterráneo de cientos de inmigrantes fallecidos, mientras arrecia el
control de sus fronteras. A diferencia de políticas migratorias aplicadas por más de una década,
la UE debió buscar una mejora de su imagen pública con propuestas para evitar tragedias
humanas, aunque ello constituye una corriente contra natura de su propio funcionamiento.

Desde la puesta en práctica de la Estrategia de Lisboa, a principios del siglo XXI, la entidad
comunitaria buscó liberalizar al máximo sus movimientos internos, pero a la par selló cada vez
con más fuerza sus límites exteriores. Lo hizo sin miramientos ni temor de violar principios de
derechos humanos internacionalmente establecidos como ocurrió en junio de 2008, cuando
puso en práctica la llamada Directiva de Retorno, a raíz de un ingreso masivo desde Marruecos
a la zona autónoma española de Ceuta.
Tal directiva comprendía la detención de indocumentados hasta 18 meses, la prohibición para
regresar en cinco años en caso de resistencia o ser una amenaza, y la espera de solución de
casos en centros especiales de detención con asistencia legal gratuita. Pero el 3 de octubre de
2013 obligó a la UE a plantearse nuevas metas en su política migratoria, un tema escabroso,
sobre todo, en los últimos tiempos, incluso al interior del propio bloque.

El trágico naufragio cerca de las costas de la isla italiana de Lampedusa, con 366 muertos, llevó
a Roma a poner en práctica la operación Mare Nostrum que, con un gasto de 14 millones de
euros, estuvo dirigida a prestar auxilio a náufragos en alta mar. Pero en noviembre de 2014,
pasada la campaña mediática que acompañó a los 366 muertos de Lampedusa, el gobierno de
Matteo Renzi anunció que su país carecía de los recursos suficientes, sin el apoyo claro del
resto de los 28 miembros de la UE.

Italia recibió unos 500 millones de euros de la entidad comunitaria para contener la
inmigración, cuya mayoría llega a Europa por esa nación. En sustitución de Mare Nostrum se
creó la misión Tritón, que cuenta con 21 barcos, cuatro aviones, un helicóptero y 65 oficiales,
así como un presupuesto de tres millones de euros. Sin embargo, Tritón posee funciones más
bien de vigilancia de fronteras y no precisamente de asistencia, por lo que cambia no solo la
esencia de esa misión, sino la verdadera intención, con ella, de las naciones europeas.

En los primeros meses de 2015 se hicieron más frecuentes los casos en que un carguero era
abandonado en alta mar por su tripulación para dejar a cientos de extranjeros a la deriva,
antes de ser hallados por guardacostas. Pocos se atreven a negar que se trate de una acción
deliberada de traficantes humanos que cobran miles de dólares por cada pasajero, para luego
dejarlos a su suerte.

De acuerdo con Europress, a finales de 2014, el carguero Blue Sky M, con bandera moldava,
fue encontrado por buques de la operación Tritón con unos 900 inmigrantes a bordo, en su
gran mayoría procedentes de Siria y Libia, incluidos 35 niños. En 2014, siempre según ese
medio, llegaron a las costas italianas unos 166 mil inmigrantes, mientras que el Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) informó que tres mil perecieron al cruzar
el mar Mediterráneo en ese mismo año.

Además, en los últimos 15 años, 23 mil inmigrantes murieron ahogados al tratar de cruzar el
Mediterráneo, de acuerdo con la misma fuente, Italia, la principal puerta de entrada a Europa
desde África del Norte, recibió en 2014 más inmigrantes que en los tres años anteriores de
conjunto, incluidos los 43 mil que arribaron a las costas italianas en 2013, el mismo año de
tragedia de Lampedusa. Al año siguiente, entre enero y agosto llegaron a Italia 76 mil
foráneos, mientras en lo que va de 2015 la cifra se acerca a los 116 mil, en su mayoría
procedentes de Libia, Egipto, Túnez, Somalia y Siria. Sin embargo, la operación Tritón, que
llevó a tierra desde su puesta en funcionamiento a unas 100 mil personas, más bien busca
reforzar el control fronterizo, diferente a Mare Nostrum, en la cual el gobierno italiano gastó
300 mil euros diarios, con apoyo de nueve naciones.

Tritón vigila por mar, aire y tierra los límites exteriores europeos, sobre todo, a Italia y Grecia,
donde en los últimos tiempos se incrementó notablemente el arribo de inmigrantes a su
archipiélago de mil 500 islas. En este año, Grecia acogió a 20 mil foráneos, en su gran mayoría
sirios procedentes de Turquía, cuyo Gobierno reconoció que busca el derrocamiento del
presidente sirio, Bashar Al Assad, y es acusado por éste de financiar y pertrechar a grupos
armados opositores.

LA HIPOCRESIA EUROPEA

Aunque Europa realiza ingentes esfuerzos para parar la llegada de extranjeros a su predio, en
realidad está necesitada de fuerza laboral procedente de naciones del sur. De hecho, algunas
directivas aprobadas por la UE en política migratoria establecen una selección especializada,
para alentar el robo de cerebro, pese a que el bloque se declara favorable a aplicar medidas
para alentar el desarrollo de países del sur.

El Programa de Asistencia Financiera y Técnica a Terceros Países para Migración y Asilo


(Aereas), estipula el financiamiento para la cooperación al desarrollo de naciones emisoras de
inmigrantes con el anunciado objetivo de atacar las causas de ese problema. Entre los factores
de impulso a la inmigración se nombra la desigualdad económica, baja educación y salarios,
condiciones de vida de pobreza y subdesarrollo.

Pero un estudio del especialista James Patras, del Instituto Universitario de Estudios Europeos
(IUEE), indica que entre el 35 y el 55 por ciento del personal más calificado de naciones
africanas como Mozambique, Angola, Burundi, Ghana, Kenya, Marruecos y Tanzania, vive en
naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

De hecho, en 2006 los 15 países que entonces integraban la UE necesitaban 47,6 millones de
inmigrantes para una compensación demográfica en un plazo de 50 años, mientras que otros
67,4 millones deberán llegar al Viejo Continente para mejorar la relación entre activos y
retirados. Según datos aportados por la Universidad de Computtense, Europa podría ver
reducida su población en 34 millones de personas en un plazo de 25 años y necesitará 159
millones de trabajadores en ese lapso.

Ello deberá reducir la desproporción actual, cuando cuatro o cinco personas pagan la jubilación
de una. En 40 años ello podría llegar a dos activos por cada pensionado. Sin embargo, la UE
aprobó desde julio de 2000 el llamado Tratado de Amsterdam, el cual incluye las principales
líneas de la política migratoria europea.

Ello prevé el control fronterizo, una política común de visados, medidas contra la inmigración
ilegal, la gestión de flujos migratorios, en especial, los laborales, y la integración de
inmigrantes al bloque. De acuerdo con la Escuela Universitaria de Trabajo Social de Cuencas
(Castilla, España), las naciones europeas están interesadas en reforzar las restricciones al
ingreso de extranjeros para contar con una legión de dispuestos a trabajar por bajos salarios.

En muchas ocasiones, se produce el fenómeno del desperdicio de cerebros, cuando muchos


inmigrantes con alta calificación solo encuentran empleo de baja remuneración y alejados de
su especialidad, mientras que dejan de ejercer en sus países de origen. Por otro lado, crecen
las corrientes en Europa que buscan mantener la "pureza" frente a personas con diferentes
culturas y razas, en medio de claras manifestaciones racistas y xenófobas.
En estos momentos, Europa cuenta con un ejército de unos 20 millones de inmigrantes, los
cuales disfrutaron en las últimas décadas de políticas de integración respetuosa en sustitución
de la asimilación tradicional. De acuerdo con el IUEE, tal integración es un proceso de doble
dirección que exige de una condición esencial: la igualdad. Pero los movimientos
ultranacionalistas surgidos en los últimos años en Europa intentan eliminar esa política por
completo. Los gobiernos europeos, aunque proclaman públicamente intenciones humanistas,
también hacen lo suyo para preservar la "pureza".

Organizaciones de defensa de derechos civiles denunciaron que la UE gastó casi dos mil
millones de dólares entre 2007 y 2013 solo para asegurar sus fronteras, frente a los 700
millones dedicados a mejorar la situación de refugiados y solicitantes de asilo. Cerca de la
mitad de los foráneos llegados a Europa proviene de naciones en conflicto como Siria, Somalia,
Libia, Afganistán y Eritrea.

Europa habla de ayuda, pero en realidad sus propuestas toman aire hipócrita cuando en el
fondo emerge una fuerte tendencia al control fronterizo y la restricción para al ingreso al
espacio comunitario

Calais, una válvula de escape ante la presión migratoria en Europa

La presión migratoria sobre Europa no para de aumentar y algún lugar tenía que funcionar
como válvula de escape: en la ciudad francesa de Calais miles de indocumentados causan caos
al intentar cruzar el eurotúnel hacia el Reino Unido. Unos tres mil extranjeros, en su mayoría
eritreos, etíopes, sudaneses y afganos, permanecen en la urbe costera a la espera de una
oportunidad para ingresar al eurotúnel y llegar a suelo británico mediante ese paso submarino
que cruza el canal de la Mancha.

Principalmente en las noches, grandes cantidades de migrantes han tratado de entrar por la
fuerza, lo que ha generado enfrentamientos violentos con los agentes de seguridad así como
serias interrupciones en el transporte. En las últimas semanas se contabilizan nueve muertos,
mientras las empresas reportan pérdidas millonarias por los retrasos en el movimiento de
mercancías.

Los gobiernos de Londres y París se apresuran a actuar frente al hecho con medidas como la
decisión francesa de enviar 120 policías adicionales y el anuncio británico de que levantará una
valla para reforzar la seguridad.

"Todo está claro: poner fin a esta situación es una prioridad absoluta. Nuestros dos gobiernos
están decididos a lograrlo con un esfuerzo conjunto", indicaron en un comunicado los
ministros de Interior de ambas naciones, la británica Theresa May y el francés Bernard
Cazeneuve.

De acuerdo con el texto, las medidas "van en un mismo sentido y envían una señal fuerte:
nuestras fronteras son seguras, y los traficantes cometen un acto criminal cuando traen
migrantes a Calais pese a saber que no podrán ir más lejos".

El comunicado repite el tono radical usado por el primer ministro del Reino Unido, David
Cameron, quien aseguró que su país no será paraíso seguro para los migrantes y arremetió
contra la "plaga de personas que llegan a Europa a través del mar Mediterráneo en busca de
una vida mejor".

Los cuestionamientos a tal postura no se hicieron esperar, desde dentro y fuera del país. La
miembro del opositor Partido Laborista Harriet Harman llamó al jefe de Gobierno a "recordar
que está hablando de personas, no de insectos". Mientras, el ministro sueco de Justicia y
Migración, Morgan Johansson, calificó de irresponsables y poco constructivas las políticas anti-
inmigrantes del Ejecutivo de Cameron.

En declaraciones a la cadena de noticias BBC, el titular estimó que los culpables de la situación
en Calais son precisamente Londres y París, por no asumir la responsabilidad de aceptar a los
demandantes de asilo. De acuerdo con Johansson, Reino Unido debería acoger a más
solicitantes de refugio, sin embargo mantiene una política reacia a colaborar en este sentido.

Suecia recibe a todas las personas que llegan procedentes de Siria y en 2014 dio asilo a 30 mil
foráneos, mientras Londres solo lo otorgó a 10 mil, comparó. Ante el incremento este año del
flujo migratorio hacia el denominado viejo continente, la Comisión Europea presentó una
propuesta para ubicar a miles de foráneos en los 28 países del bloque, pero varias naciones se
niegan y entre ellas sobresale el Reino Unido.

El conflicto migratorio de Calais no es aislado, sino que se inserta en un panorama complejo


que tiene su escenario principal en el Mediterráneo, donde se registra un incremento notable
de las travesías de quienes buscan alcanzar Europa para huir de la guerra y la miseria en África
y el Medio Oriente.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya son casi 200 mil
los llegados, principalmente a Italia (92 mil) y Grecia (88 mil). Respecto a los países de
procedencia, 44 mil personas arribaron desde Siria, 19 mil desde Eritrea y 18 mil 300 lo
hicieron desde Afganistán, aunque también los hay de Iraq, Somalia, y otros.

Lo peor es que no siempre consiguen tocar tierra con vida y este año ya son más de dos mil los
fallecidos durante los viajes. Ante el fenómeno, la Unión Europea ha tomado medidas muy
cuestionadas y consideradas incapaces de solucionar la crisis, como impulsar una misión naval
contra el tráfico de personas.

Sin embargo, el bloque no se pronuncia por ampliar canales legales de migración, algo
demandado por activistas y organizaciones de derechos humanos en tanto sería una
contribución a aliviar los flujos irregulares. Uno de los reclamos principales es actuar en las
causas del conflicto, lo que implica volver la vista a países devastados en África y el Medio
Oriente.

El presidente de la República Checa, Milos Zeman, fue directo al aseverar que "la actual ola de
inmigración ha surgido a causa de la idea loca de Estados Unidos de invadir Iraq, donde
supuestamente se almacenaban grandes armas de destrucción masiva, pero donde al final no
se encontró nada".

En entrevista con el diario Blesk, el mandatario consideró que también influyó "la idea loca de
restaurar el orden en Libia y luego en Siria". Así se refirió a la cadena de intervenciones
militares protagonizadas por Washington en los últimos años: Afganistán en 2001, Iraq en
2003 y Libia en 2011, así como la promoción de una guerra en Siria desde 2011.

Zeman argumentó que tras las operaciones militares, en esos territorios la situación se agravó
al punto de reinar el caos, lo que ha empujado a miles de personas a aventurarse al mar en un
flujo descontrolado. Para el jefe de Estado, la culpa de todo recae en Estados Unidos, pero
también en las naciones europeas que han participado en las invasiones.

Julio Morejón es jefe de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina, Antonio Rondón
es jefe de Redacción Europa y Luisa María González, periodista de la Redacción Europa.

Fuente: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2015090501

La crisis de los refugiados, más allá de la inmediatez


Reseña de “El último holocausto europeo”, de la periodista Susana Hidalgo

08-09-2015 - Enric Llopis - Rebelión

La Comisión Europea tiene previsto proponer a los diferentes gobiernos de la Unión, la acogida
de 120.000 personas refugiadas procedentes de Italia, Grecia y Hungría en los próximos dos
años. Los tres países a los que correspondería una “cuota” mayor son Alemania (31.443),
Francia (24.031) y España (14.931). Con esta propuesta a los gobiernos, la Comisión amplía una
anterior del pasado mes de mayo, que consistía en la “reubicación” de 40.000 personas
refugiadas que se hallaban en Italia y Grecia. Estas cifras son las que se manejan para hacer
frente a la llamada “crisis de los refugiados”, que en las últimas fechas se ha manifestado en
los medios con imágenes de estaciones y trenes hacinados, o la de un niño sirio-kurdo
ahogado en una playa al oeste de Turquía.

El alud de cifras, partidas presupuestarias, “cuotas” y “repartos” en los que se enzarzan los
ministros de la Unión Europea, la inmediatez con la que se abordan los hechos, oscurece la
profundidad de lo que está ocurriendo: las cifras de refugiados en el mundo son las mayores
desde el final de la segunda guerra mundial. También pone en evidencia los números
raquíticos que se manejan en Europa. Según el informe de ACNUR (Agencia de Naciones
Unidas para los refugiados) “Mundo en guerra”, unos 13,9 millones de personas se
convirtieron en nuevos desplazados por los conflictos o las persecuciones en 2014.

Además, ese año se produjo el número de desplazamientos más elevado desde que se tienen
registros, 59,5 millones de personas en todo el mundo (8,3 millones más que el año anterior).
El número de personas obligadas a abandonar sus casas diariamente por los conflictos o las
persecuciones (42.500 diarias) se ha cuadruplicado en cuatro años. Frente al denominado
“drama europeo”, los principales países de acogida son, según el informe de ACNUR, Turquía
(1,59 millones), Pakistán (1,51 millones) e Irán (982.000). Además, las “regiones en desarrollo”
acogían en 2014 al 86% de los refugiados del mundo.
El libro “El último holocausto europeo”, de la periodista especializada en Derechos Humanos
Susana Hidalgo, contribuye a la comprensión de los hechos en profundidad, más allá del ruido
y la inmediatez. Porque la cuestión de los refugiados no sólo afecta a la Unión Europea ni es un
fenómeno de hace un mes. “Las aguas que rodean Europa se han convertido en una inmensa
lápida para los inmigrantes sin nombre”, recuerda la periodista en el texto de la colección “A
Fondo” de Akal.

Según el Observatorio Internacional para las Migraciones (OIM), entre enero y agosto de 2015
murieron 2.300 personas intentando atravesar el mar Mediterráneo, la mayoría en el Canal de
Sicilia. Pero “también hay inmigrantes que han muerto asfixiados en contenedores llegados a
Turquía, en trenes de aterrizaje en París o ahogados en maleteros minúsculos tratando de
pasar escondidos la frontera ceutí”, apunta Hidalgo. En Lampedusa (octubre de 2013)
murieron 366 personas, en muchos casos niños y mujeres embarazadas que viajaban en una
embarcación en busca de asilo y refugio. Además de esta tragedia, pocas voces recuerdan lo
que ocurrió con un barco que en 2011 partió de Libia a Lampedusa: 61 personas murieron
después de que un portaaviones de la OTAN denegara en aguas italianas auxilio a la barcaza.

En respuesta a la inmigración, Grecia levantó en 2012 una barrera en la frontera con Turquía
(el hecho llevó a que las personas inmigrantes emprendieran rutas más peligrosas, como la del
mar Egeo). Bulgaria construyó en la frontera turca otra valla, con el objetivo de frenar la
llegada de inmigrantes sirios que huían de la guerra. Susana Hidalgo apunta también las
situaciones a las que se enfrentan los inmigrantes que acceden al lugar de destino, por
ejemplo Italia. El Observatorio Internacional para las Migraciones señaló en su día la
explotación en el sector de la agricultura (recolección de fresas) y la construcción. Por este
motivo en Calabria se produjo el arresto de empresarios locales. Asimismo, entre discursos
amables y políticamente correctos, pocas conciencias se acuerdan de que en 2010, señala la
autora de “El último holocausto europeo”, “al gobierno francés no le tembló el pulso al
proponerse expulsar a todos los gitanos no franceses que estuviesen en situación irregular”.
Entre enero y julio de 2015, fueron atacados 200 albergues para refugiados en Alemania,
mientras que en todo el año 2014 se produjeron 170.

La UE, que en los discursos oficiales proclama valores democráticos y respeto por los derechos
humanos, coexiste con lo que en el capítulo segundo del libro Susana Hidalgo llama “El negocio
de la fortaleza europea”. Frontex es la agencia europea encargada de gestionar las fronteras y
el control de los flujos migratorios, también, explica la periodista, “de que haya beneficios para
las empresas privadas”. El director del Máster Universitario de Cooperación al Desarrollo de la
Universidad de Alicante, Carlos Gómez Gil, cita algunos ejemplos: empresas como Indra,
Thales, Eads, Selex; grandes proyectos europeos de Investigación+Desarrollo como Perseus,
Seabilla, Talos y Operamar, o compañías aéreas españolas como Air Europa o Swiftair
(dedicadas a los vuelos de deportación de inmigrantes). La periodista rescata un dato
demoledor: entre 2007 y 2013 la Unión Europea gastó entre 2007 y 2013 casi 2.000 millones
de euros en la protección de sus fronteras, y sólo 700 millones en la mejora de la situación de
las personas refugiadas. También se les paga a los países de origen -Libia, Argelia, Marruecos,
Ucrania o Turquía-, que cuentan con sus centros de detención, para contener la salida de
personas migrantes.
El diario El País recogía el 4 de septiembre de 2015 las declaraciones del presidente del
gobierno español, Mariano Rajoy, en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro
británico, David Cameron. “España va a tener una postura constructiva y positiva; a todas las
personas que tengan derecho a asilo se les va a atender, y colaboraremos en ello con la Unión
Europea”. “Es un deber moral”, concluyó Rajoy. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel
García-Margallo, se refirió en Irán a una “tragedia de dimensiones tremendas que resulta
inasumible para cualquier persona decente; España asumirá la máxima cuota (de refugiados)
que pueda”.

Sin embargo, el Informe 2015 de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), señala
que el número de personas que lograron solicitar asilo en España en 2014 fue “muy reducido”,
5.947 personas, lo que supone el 0,95% del total de los 28 países que integran la UE. Desde la
aprobación de la primera ley de asilo en 1984, agrega CEAR, sólo 180.580 personas accedieron
a este procedimiento en el estado español, menos que en Alemania únicamente en 2014
(202.645 personas).

La retórica política y los discursos altisonantes se compadecen mal con los hechos. Se
configuran huecos en la memoria que el libro de Susana Hidalgo contribuye a rellenar. Así, la
periodista recuerda a un inmigrante senegalés, Sonko, que murió ahogado en septiembre de
2007 “porque agentes de la Guardia Civil de Ceuta pincharon el salvavidas con el que intentaba
entrar en España; Sonko no sabía nadar, intentó subirse a la lancha de la Guardia Civil, pero los
agentes se lo impidieron y le empujaron al mar; los hechos fueron condenados por el Comité
contra la Tortura de Naciones Unidas”. La abogada Patricia Fernández Vicens destaca en el
libro que España “tiene muchísimas condenas de tribunales internacionales por no investigar
hechos ocurridos en rescates”. Otro caso que ya parece lejano es el de los 15 inmigrantes
muertos en la playa de El Tarajal (febrero de 2013), cuando intentaron atravesar nadando la
frontera entre Marruecos y Ceuta. La Guardia Civil disparó pelotas de goma y botes de humo,
lo que les obligó a retroceder hacia el mar. El libro aborda asimismo las “devoluciones en
caliente”, a las que califica de “pornografía jurídica”. Consisten en expulsar sin el respeto de las
garantías jurídicas básicas, a los inmigrantes que traspasan la frontera entre Marruecos y
España. Realidades que hoy se olvidan entre discursos que transitan entre el pragmatismo y el
humanitarismo.

En julio de 1996 el gobierno de Aznar expulsó a 103 personas inmigrantes en un vuelo que
partió de Melilla, y previo pago a los países destinatarios, recaló en Mali, Camerún, Senegal y
Guinea Bissau. Los inmigrantes viajaron esposados, encapuchados y drogados con haloperidol.
“Teníamos un problema y lo hemos solucionado”, zanjó Aznar. Pero “la persecución al
inmigrante se ha dado tanto con los gobiernos del PP como con el PSOE”, resume Susana
Hidalgo. La periodista recuerda que el 25 de enero de 2010, con Alfredo Pérez Rubalcaba a
cargo de Interior, el ministerio repartió por las comisarías una circular para que la policía
detuviera a los inmigrantes que no pudieran identificarse. Además se apuntaba a los barrios
con alta concentración de extranjeros y se establecían “cupos”.

Lo que se define como “crisis” y “problema”, cuando no se caracteriza como “avalancha” o


“invasión”, también tiene que ver con el lenguaje y, por lo tanto, con los medios de
comunicación. El periodista italiano Gabriele del Grande extrae una conclusión de la tragedia
de Lampedusa: “Pocas veces se da voz en los medios de comunicación a los propios
afectados”. En muchos casos la palabra de los inmigrantes es sustituida por la de los expertos.
En el último capítulo del libro (“El lenguaje nunca es inocente”), Hidalgo pone como ejemplo el
titular que El País resaltaba en la portada del 16 de febrero de 2014: “30.000 inmigrantes
aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla”. La periodista especializada en Derechos
Humanos, que ha trabajado en diarios como El País y Público, desmonta el titular: “Una noticia
totalmente absurda y sin fundamento para cualquiera que haya visitado el monte Gurugú,
Nador o incluso Tánger”. “Lo curioso es que el mismo periódico ya había titulado en octubre
de 2005 una información exactamente igual, basándose en ese momento en ese momento en
un informe de la Unión Europea”, remata.

Refugiados: de la foto a la reflexión y acción


08-09-2015 - Juan Manuel Karg - Rebelión

La imagen del niño Aylan Kurdi muerto sobre las playas turcas debe ser el puntapié para una
necesaria reflexión sobre la situación de los refugiados que viajan hacia los países de la Unión
Europea. Es preciso analizar algunos puntos para abarcar el tema en su complejidad:

1) ¿Qué dicen las estadísticas oficiales? ¿De dónde salen los refugiados?

Los datos fríos son contundentes. En los primeros seis meses de este año, más de 400 mil
personas solicitaron asilo en los países de la UE. De confirmarse la tendencia, estaríamos ante
la peor crisis migratoria desde al menos la década del 80, donde el inicio de la Guerra de los
Balcanes disparó las estadísticas.

¿Qué países de origen tienen los ciudadanos que piden asilo en países de la UE? Siria, Kosovo y
Afganistán, tres naciones que han sufrido diversos tipos de intervenciones militares/civiles
extranjeras durante las últimas décadas, son quienes encabezan aquellas cifras.

2) ¿Cómo se arma ISIS-Estado Islámico? ¿Por qué logró avanzar tanto en Siria?

En septiembre de 2014, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner advertía sobre


la expansión de ISIS/Estado Islámico, al decir ante el pleno de la ONU: “Mi país no produce
armas, ¿de dónde sacan los recursos? ¿Quiénes son los que les venden armas?” . Un año
después, aquella pregunta sigue vigente, puesto que la guerra emprendida por aquel grupo
contra el gobierno sirio de Bashar al Assad es lo que ha provocado la emergencia de refugiados
de aquel país, que huyen de la forma que sea posible, al punto de duplicar las estadísticas de
pedido de asilo de ciudadanos del segundo país, Kosovo.

En su voluntad de derribar a al Assad, ISIS contó en un principio con un indisimulable


patrocinio de algunas potencias internacionales, lo que amplificó su poderío, al punto de
extenderse en sus dominios hasta la ciudad de Palmira, hecho que aconteció meses atrás.

3) ¿Cuál es la actitud actual de Alemania y la UE respecto a los refugiados?


Esta es la pregunta más importante de la actual hora. De acuerdo a la propia Constitución de
Alemania, “los perseguidos políticos disfrutarán del derecho de asilo”. Sin embargo, un
ejemplo muy reciente muestra que del dicho al hecho hay largo trecho. Es un video que se
"viralizó" por las redes sociales, de julio pasado, que muestra a una joven palestina que, en
perfecto alemán, pide a la canciller el deseo de su familia de continuar viviendo en el país, a fin
de cumplimentarse su petición de asilo para que el padre pueda conseguir un trabajo formal
allí.

Ante ello, Merkel afirma "Hmmm... Lo entiendo. Y al mismo tiempo debo... A veces la política
es dura (…) Sos una persona increíblemente agradable. Pero en los campos de refugiados
palestinos en el Líbano aún hay miles y miles de personas. Y si ahora decimos 'Pueden venir
todos, pueden venir todos de África' es algo que tampoco podemos lograr”. Aquellas palabras
lograron el llanto de la niña, tras lo cual numerosos medios de Europa editorializaron sobre
aquella actuación "deshumana” de una de las principales líderes de la UE.

Pero vayamos más allá: un ejemplo de intransigencia total a la recepción de refugiados es el de


Hungría, país que construye una valla de unos 200 km para “contener” a los migrantes que
llegan desde Serbia. Este hecho es posiblemente el que muestra con mayor gravedad la
situación actual de algunos países de la UE que ya ni siquiera “miran para otro lado”, sino que
están compenetrados en expulsar refugiados a como de lugar.

La terrible imagen de Aylan Kurdi debe llevar a no naturalizar ambos escenarios. ¿Es la actitud
de Merkel la que debe llevar adelante la principal conductora de la Unión Europea? ¿Hasta que
punto puede legitimarse la hostilidad del gobierno húngaro sobre otras poblaciones? A fin de
cuentas, aquella unidad regional europea nacida al calor de la solidaridad internacional, la
defensa irrestricta de los DDHH y el Estado de Bienestar parece ser una página pasada en un
momento donde, además, buena parte de la “periferia europea” maneja preocupantes
estadísticas de empleo y pobreza -no hace falta más que ver los índices de países como Grecia,
Europa, Portugal e Irlanda-.

Más que nunca, la “refundación” de los valores democráticos de la UE que anhelan


determinados grupos políticos nacientes en aquella coyuntura debe tomar en cuenta también
la situación de estos miles de refugiados que, como Aylan, perecen en busca de una vida un
poco mejor. Por ende, hay que pasar de la foto a la reflexión y acción.

Crisis migratoria, xenofobia y discriminación


08-09-2015 - Aram Aharonian - Miradas al Sur

En lo que va de año, al menos 2.650 personas murieron al intentar atravesar el Mediterráneo,


el área fronteriza más mortífera en el mundo para los migrantes, ruta seguida por más de
310.000 refugiados que durante los pasados meses huyeron de la violencia o el hambre en sus
países de origen, unos 200.000 hacia Grecia, 110.000 a Italia.
La causa principal de estas migraciones es el miedo por lo que está ocurriendo en Oriente
Medio y África. Francia, Alemania, Italia, entre otras naciones, destinan sus armas a Oriente
Medio y son usadas por gobiernos como Arabia Saudí y Qatar para ofrecerlas a los rebeldes
que operan en Siria (causando 7,6 millones de desplazados dentro de un país que contaba con
23 millones de habitantes al inicio de la guerra y, hoy, el número de refugiados supera los
cuatro millones), Irak, El Líbano, Afganistán, Libia y Egipto, entre otros. Si un sirio quiere
escapar de la guerra no puede ir al país vecino porque estos también están sumergidos en la
inseguridad; así que debe subir a un barco, un tren o una balsa para llegar a una zona segura,
Europa.

Alemania recibirá este año 800.000 demandas de asilo, cifras parecidas a las de Grecia, Austria,
Italia, entre otros, lo que constituye un dilema socioeconómico y político. Es el efecto
bumerán: los migrantes que hoy viajan hacia Europa huyen de lo que el propio Occidente
sembró.

La mayor parte de los gobiernos del mundo, sobre todo los de la Unión Europea, se niegan a
admitir que la crisis de migración no consiste en la llegada de población extranjera a los países
receptores de mano de obra, sino en la prohibición de los flujos migratorios, que deriva en la
muerte o el encierro en estaciones de seres humanos que huyen de conflictos armados o
regímenes totalitarios, en general respaldados por las potencias europeas o Estados Unidos
para garantizar la expoliación de sus recursos naturales, que amenazan su existencia.

Lo cierto es que estas medidas en contra de los migrantes no se circunscriben a una Europa
occidental cada vez más xenófoba y discriminadora. También en Estados Unidos hay un
incremento de la persecución en contra de los migrantes y políticas xenófobas que se sienten
estimuladas por las declaraciones racistas del precandidato presidencial republicano Donald
Trump, pero también por la concentración de mujeres y niños extranjeros en centros de
detención irregulares y violatorios de los derechos humanos.

La xenofobia no es patrimonio de los países centrales. El matutino La Jornada recuerda que


también en México tienen lugar a acciones intolerables de acoso, persecución y atropello a
extranjeros, no sólo por parte de grupos de la delincuencia organizada, sino –más grave aún–
por funcionarios del Instituto Nacional de Migración, e incluso, en naciones que forman parte
del esfuerzo integrador sudamericano florecen actitudes de rechazo a los migrantes.

Una operación multinacional coordinada por Estados Unidos permitió la última semana la
captura de 36 traficantes de migrantes indocumentados –17 en El Salvador, 12 en México y
siete en Guatemala–, que eran transportados al sur de Texas. Se utilizaron métodos de
vigilancia electrónica, grabadoras ocultas y órdenes de cateo a lo largo de meses de pesquisas
en México, Guatemala, El Salvador y Estados Unidos.

En Europa, Luxemburgo, que ocupa la presidencia rotatoria de la UE, propuso la devolución de


los migrantes a sus países de origen y la búsqueda de mecanismos para impedir que lleguen a
Europa. Pero en realidad es esta prohibición de flujos migratorios la que obstaculiza,
criminaliza y convierte en peligroso un tránsito de personas que debiera ser reconocido como
un útil y necesario mecanismo de compensación y atenuación de las asimetrías económicas
globales.
El excanciller alemán Gerhard Schroeder habla de “legalizarlos” y Hungría levanta el muro de
alambre y púas en la frontera con Serbia y cerró la principal estación de trenes de Budapest a
cientos de inmigrantes rumbo a Europa occidental; Macedonia utiliza al ejército y la policía
para detenerlos; Austria y Hungría consideran la opción de la fuerza militar y en Francia piden
levantar un muro en Calais para impedir que crucen el canal hacia el Reino Unido.

Ante los más recientes hechos trágicos que han cobrado la vida de cientos de migrantes que
buscaban llegar a diversos países de la Unión Europea (UE), ésta convocó a los ministros de los
Estados miembros a una reunión urgente, el próximo 14 de septiembre, para buscar
soluciones a lo que considera una crisis de inmigración.

La cifra de víctimas sigue creciendo ante el desinterés de las autoridades. Más de 200
migrantes murieron el viernes 28 cerca de las costas de Libia al hundirse dos barcos. A esta
cifra hay que sumar la de los que no sobreviven el viaje: más de 2.500 personas han perdido la
vida en aguas mediterráneas. La portavoz del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados,
Melissa Fleming, destacó la crueldad de los traficantes que han expandido su negocio del
Mediterráneo a autopistas de Europa: se refería a los 71 refugiados muertos (entre ellos,
cuatro menores) que la policía austríaca encontró en un camión abandonado en una autopista
cerca de la frontera húngara.

La crisis mundial está causada por una embestida internacional de políticas antimigratorias que
trasciende sistemas políticos, económicos e ideologías y que mata a miles de seres humanos.
Los naufragios en el Mediterráneo no ocurren porque la gente emigre, sino porque está
prohibido que lo haga.

Esta política de los gobernantes europeos tiene sus cómplices en los medios hegemónicos de
comunicación e información, que alientan esta criminalización de los migrantes, lo que resulta
injustificable, en este momento que ellos mismos caracterizan como la integración de un
mercado y una sociedad que se pretenden globales y en los que ha sido impuesto el libre
tránsito de mercancías y capitales.

Esta persecución y criminalización de la migración significa un grave mentís a los propósitos


civilizatorios. Lo lógico sería que la ONU convocara a una reunión urgente orientada a reducir
las trabas al libre tránsito humano y a garantizar la vida y la integridad de las personas que se
ven forzadas a huir.

El niño que no conoció la paz

El cuerpo leve e inerte de Aylan Kurdi pesa sobre toda Europa. Ese niño de tres años que, en
lugar de patear las olas y jugarcon arena, yacía muerto y solo en la playa turca se ha convertido
en el símbolo de una tragedia que lleva más de cuatro años desangrando Siria, pero que ahora
llega a las puertas de nuestras casas y nos abofetea con su horror.

Aylan, siempre alegre en las fotos familiares, nunca supo lo que era la paz. Su corta vida
transcurrió entre la guerra y la huida. Tampoco su hermano mayor, Galip, que ha muerto a los
cinco años. Ambos procedían de la ciudad siria-kurda de Kobane, una población fronteriza con
Turquía que se convirtió en el escenario de una de las batallas más encarnizadas entre el
Estado Islámico y la guerrilla kurda que logró expulsar a los yihadistas a principios de este año.
Pero, para entonces, 300.000 personas, entre ellas la familia de Aylan, habían huido, muchos
de ellos a Turquía.

Allí, sus padres trataron de pedir asilo en Canadá, donde vivía la hermana de Abdulah, el padre
de los pequeños. Pero su solicitud fue denegada por problemas con las solicitudes procedentes
de Turquía. Fue entonces cuando decidieron probar suerte cruzando el mar. Quizás en Europa
fuera más fácil lograr un visado, pensaron.

Y así fue como Abdulah, Rehan, Galip y Aylan acabaron apretujándose en un bote con otras 17
personas en la playa turca de Bordum con la intención de recorrer los seis kilómetros que la
separan de la isla griega de Kos. Pero la embarcación acabó naufragando y, con ella, todos los
sueños de la familia Kurdi. Sólo Abdulah sobrevivió.

Su relato de lo sucedido en el mar es espeluznante. “Conseguimos un bote y empezamos a


remar hacia Kos. Después de alejarnos unos 500 metros de la costa, en el bote empezó a
entrar agua y se nos mojaron los pies. A medida que aumentaba el agua, aumentaba el pánico.
Algunos se pusieron de pie y el bote volcó. Yo sostenía a mi mujer de la mano. Las manos de
mis dos niños se escaparon de las mías, intentamos quedarnos en el bote, pero el aire
disminuía. Todo el mundo gritaba en la oscuridad. Yo no lograba que mi esposa y mis hijos
oyeran mi voz”.

Abdulah lo único que quiere es llevárselos de vuelta a Kobane para que los entierren allí.

Fuente: http://www.miradasalsur.com.ar/2015/09/06/revista/crisis-migratoria-xenofobia-y-
discriminacion/

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