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María Jesús Vernal Brito, Mitzio Infante Rosas, Jan Boelken Ellers
RESUMEN:
Esta ponencia trata principalmente sobre la necesidad de poner en el centro del debate
los conceptos de Territorio y Educación Pública, trabajados en el apartado de Desarrollo, y
la necesidad de seguir avanzando en la generación de dirigencias y la presencia
autonomista (dandole un sentido político y material a la disputa de espacios dirigenciales,
y no como un mero tareísmo burocratico), en CEE, Federaciones, Mesas Sociales, Senados
universitarios, como forma de hacer visible nuestra política y lograr liderar un movimiento
que sea capaz de vincularse efectivamente con el espacio en donde está inserto:
generando propuestas y movilizaciones en conjunto con otras organizaciones sociales;
levantando proyectos que permitan politizar la disciplina a través de proyectos en que el
eje sea el desarrollo local; incentivando espacios multiestamentales en los
establecimientos educacionales, haciendo avanzar la democracia interna (desde claustros
participativos hasta candidaturas progresistas a rectorías); abriendo espacios de reflexión
y discusión con la ciudadanía sobre el rol que debe cumplir la educación en un espacio
determinado.
Contexto
El movimiento social por la educación ha sabido sortear, con resultados dispares, los
embates de las políticas neoliberales de los gobiernos post dictadura, a través de procesos
de acumulación de fuerzas, de la instalación de demandas sentidas y compartidas por la
ciudadanía, de plantearse en franca disputa con los elementos conservadores de las
resoluciones institucionales frente al conflicto educacional.
Sin embargo esa capacidad de resistir y acumular orgánica, ha funcionado como una
política reactiva y no como una fuerza legítima que pueda hacer avanzar nuestras
demandas, desde nuestros términos. Es de esta forma que el frente estudiantil del MA no
ha podido dar una respuesta certera para generar una conducción del movimiento
estudiantil que pueda evitar la cooptación de nuestras demandas, quedando rezagados en
la discusión y sin posturas claras, más aún cuando después de nuestro congreso
“Construyendo Alternativa” nuestra militancia no radica en los espacios educacionales
sino que en el territorio, no sabiendo cómo darle claridad política a lo que eso se refiere y
a nuestra relevancia en dicho escenario.
A nivel frente amplio vemos que el escenario no es muy distinto, donde ninguna fuerza
estudiantil está pudiendo dar respuesta a las demandas que estos tiempos nos van
exigiendo, ni cómo articular la lucha social por la educación con el Frente Amplio. A pesar
de todo esto, creemos que el Movimiento Autonomista y su Frente Educacional deben
convertirse en una vanguardia política capaz de dirigir y liderar el movimiento estudiantil,
con mayor responsabilidad aún ahora que estamos presentes en las dirigencias de al
menos 8 federaciones universitarias y coordinadoras secundarias.
Desarrollo
Es necesario que veamos los espacios educativos como un territorio en el cual debemos
desplegar nuestra política, donde se produce conocimiento, y este debe ir al servicio de la
comunidad en la que está inserta, donde sea funcional a las demandas por derechos
sociales que se dan en el. No es posible que hoy existan facultades de arquitectura y estas
no puedan utilizar sus conocimientos para dar una salida alternativa a las problemáticas
del desarrollo comunitario, como son las inmobiliarias, que las facultades de medicina no
puedan fortalecer las necesidades y visión de salud pública, que las facultades de química
e ingeniería no puedan generar un método de purificación del agua para las poblaciones
que no tiene tuberías ni agua potable, o que las facultades de ciencias del mar no estén
desarrollando investigaciones que mejoren las condiciones de los pescadores artesanales.
El conocimiento que se genera en las Universidades sirve a intereses mercantiles, llegó la
hora de ponerlo al servicio de un proyecto que mire al futuro y que no deje a nadie
excluido del desarrollo de nuestra sociedad.
Entendernos como agentes políticos en nuestro territorio, es, también, entender el rol
que debe tener la educación pública. Ya que, lo público, como lo entendemos, es el
espacio social donde entre comunes nos encontramos y producimos nuestras vidas a
través del conocimiento compartido de acuerdo a un marco reglamentario generado de
forma horizontal y colectiva.
No podemos permitirnos dejar de lado la disputa por una educación pública mientras la
hacen pedazos, a pesar de (y debido a), un nuevo gobierno de Sebastián Piñera que a
pesar del amplio rechazo que pueda suscitar, nos mantenga en una posición reactiva
frente a sus políticas educativas, principalmente referentes a un aspecto económico (fin a
la deuda, aumento de la gratuidad, aportes basales a las universidades, etc). Es nuestro
deber generar espacios que nos permitan pasar a una ofensiva política y territorial que
salga a construir esa educación pública que queremos: al servicio de las transformaciones
que nuestro medio inmediato y Chile necesitan.
Detalle