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Puntuaciones acerca del ensayo

Por: Néstor Alonso Sánchez Cardozo.

El ensayo es un juego. Complejo y difícil, pero es un juego.

Creímos poder definir este concepto como sigue: el juego


es una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro
de unos límites temporales y espaciales determinados,
según reglas absolutamente obligatorias, aunque
libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí
misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y
alegría y de la conciencia de "ser de otro modo" que en la
vida corriente. Definido de esta suerte, el concepto
parece adecuado para comprender todo lo que
denominamos juego en los animales, en los niños y en
los adultos: juegos de fuerza y habilidad, juegos de
cálculo y de azar, exhibiciones y representaciones. Esta
categoría, juego, parece que puede ser considerada
como uno de los ELEMENTOS ESPIRITUALES MÁS
FUNDAMENTALES DE LA VIDA.

(HUIZINGA, Johan. Homo Ludens).

Aunque nuestro maestro clásico afirme que los animales juegan y ello
concite discusiones, por el momento aceptaremos que el ser humano ha
inventado el juego como práctica de la libertad frente a las imposiciones que la
realidad le niega y que en ese inconmensurable número de juegos producidos
se han generado perspectivas que los han estudiado y, en consecuencia,
asignado ordenamientos y clasificaciones. En la brega por ordenar el juego,
hay quienes fijan un lugar a los juegos del pensamiento. Es decir, a aquellos
que imponen, de diverso modo, el ejercicio de las capacidades intelectuales.
Uno de tales juegos, es el ensayo.

El ensayo es el juego del pensamiento mediante el cual le es posible, al


ser humano, expresarse con libertad de manera simbólica y aunque cercano a
las regulaciones que imponen las ciencias y otras disciplinas, su compromiso
fundamental es entregarse a pensar demostrando a través de la
argumentación.

Su consistencia (la de aquel quien juega a hacer un ensayo) la obtiene de


un asidero constituido de: la realidad que detecta por la vía de la observación,
la cultura: El trabajo acumulado y desplegado por medio de diferentes materias
simbólicas (arte, ciencia, filosofía, tecnología, religión) y de un tercer elemento
que es fundamental, la imaginación o el esfuerzo por pensar de manera
particular aquello que trata.

El ensayo es, entonces, un acontecimiento del pensamiento, puesto que


nadie lo ha pensado tal como lo enseñan las características con las que
emerge en cada ocasión y con cada autor.

Condiciones necesarias en la producción de la idea que se da a


hacer un ensayo.
1. Identificación de una temática. (Es personal y corresponde
a incitaciones emotivas e intelectuales del individuo que la define).
2. Acceso a la información que brinda las referencias tomadas
de la realidad, captada a través de observaciones realizadas y la cultura,
aprehendida a través de lecturas de diversa índole, esto es, no solo
escritas con letras, también con imágenes, con sonidos, con palabras
articuladas verbalmente, con pintura, teatro, fotografía, cine, entre otras).
3. Despliegue de inquietudes que surgen del trabajo hecho a
través de observaciones y lecturas a las referencias tomadas de la
realidad y la cultura.
4. Síntesis de las preguntas dispersas en uno o dos
cuestionamientos que guiarán la reflexión o en una o dos afirmaciones
que sugieren respuesta a la cuestión.
5. Finalmente, en estas puntuaciones, diremos que el ensayo
se inicia afirmando una tesis. Seguidamente, esto es, el resto del
ensayo, se da a demostrarla.

Vale decir, finalmente, que del rigor, sistematicidad o meticulosidad con


que se produzcan estas condiciones, dependerá la calidad del ensayo. Pero
tanto el rigor como la sistematicidad no dependen de un marco teórico, de una
epistemología en el sentido científico de sus usos; se trata de un juego en el
que el jugador se arriesga a pensar y su principal método es la imaginación;
imaginar de un modo tal que su aspecto estricto lo deriva de los argumentos
que se vienen construyendo en la reflexión; recuérdese que jugar exige la
seriedad que, en general, no reclaman los ejercicios cotidianos del trabajo y
muchas veces tampoco, los estudios escolarizados.

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