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A RTE Y N A TU R ALEZA

(EL D O M IN IO T É C N IC O
D E LA NATURALEZA)
( 1980)

Este texto es un resumen del curso del año 1980 para los estudiantes
delprim er ciclo de París V

I )escartes considera la vocación del hombre como la de convertirse en


.uno y poseedor de la naturaleza. M alebranche retoma esta m ism a idea
milizando la expresión “contramaestre de la creación”, lo cual es acorde
• on su doctrina de la creación continua.
Ya antes del cartesianismo encontramos en el Renacimiento italiano
un esbozo del gusto por la artificialidad (jardines con autóm atas acciona­
dos m ediante energía hidráulica) y por la conquista técnica por parte de
ináquinas artificiosas” (Ramelli). Leonardo da Vinci, en sus Cuadernos,
Imsca los m edios para desplazarse debajo del agua (boceto de escafandra)
y para volar por m edio de m áquinas o de alas atadas a los brazos. Este
sueño de conquista de los elementos y las dimensiones generalmente fuera
<Id alcance del hom bre no es algo estrictamente nuevo; en la Antigüedad,
li >s sofistas habían exaltado el poder de la práctica de las técnicas y habían
considerado que saber coser uno m ism o las propias hypodemata era un
.u io noble; las conversaciones de Sócrates con los artesanos, los m odelos
que él extrae de las artes (por ejem plo, la definición del pescador de caña
y el arte de atrapar a los jóvenes i ú os que atribuye a los sofistas) lo acercan

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Curso ■

de hecho a los sofistas, porque hace penetrar en el c am po de la reflexión


los esquemas de las técnicas, que antes de él habían sido abandonados
a los esclavos o libertos que llevaban adelante las operaciones necesarias
para la vida cotidiana. Es lo que hay de menos platónico en Sócrates, y
quizás lo m ás innovador. Los sofistas veían en el desarrollo de las artes y
en las invenciones un resultado de la creatividad hum ana que perm itía el
progreso de las civilizaciones. Antes de ellos, la invención se consideraba
un robo a los dioses (Prometeo), un acto de audacia excesiva y punible
(com o ícaro que, con las alas fabricadas por D édalo, se había acercado
dem asiado al sol y sus alas, pegadas con cera de abejas, se habían soltado
porque la cera se había derretido, precipitándolo al mar). Los epicúreos
veían tam bién en las invenciones hum anas un producto del esfuerzo
hum ano que permitía el progreso de la civilización. Para Lucrecio, es un
D ios quien se atrevió a levantar primero su m irada hacia el cielo y desafiar
a los Dioses, en lugar de ceder al miedo.
L os alquimistas habían intentado domesticar a la naturaleza capturan­
do la clave de estas operaciones, por ejemplo, la clave de la generación
(fabricación del homunculus)', para ello, buscaban retirar la quintaesencia
de las sustancias por medio de la destilación (alam bique), y capturar las
energías naturales (recoger el rocío en lienzos y retorcerlos para tener rocío
en estado líquido en un frasco —ver el Mutus Liber y el Tratado simbólico
de la piedra filosofal: Lege, lege, perlege, ora et inuenies1). Se suponía que la
ferm entación dentro de un cuerno sellado im itaba la gestación ( Mutus
Liber)-, los alquim istas buscaban entonces fabricar técnicamente la vida
a partir de operaciones artesanales comparables a las de la metalurgia
prim itiva, la preparación de los alim entos (destilación del vino para
obtener alcohol, cocción, disecación) o incluso ciertos m odos culturales
(recolección del rocío en la m adrugada). En nuestros días, seguim os
buscando realizar técnicamente la síntesis de la vida, por ejemplo por
m edio de procedimientos físico-quím icos análogos a la fermentación de
los cristales en el agua sobresaturada que queda luego de la cristalización,
a partir de una suerte de inseminación por m edio de mi gn men cristalino
0 de una im pureza que inicia la transformación d<- I-\ d irig ía potencial;
las hipótesis físicas de formación de las primeras forma'. dr lo viviente se

1 “Lee, lee, lee hasta el final, ora, y encontrarás” (N. dr I' )

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

encuentran reunidas y descriptas en la obra de O parin sobre los Orígenes


de la vida , texto traducido por Gavaudan (de Poitiers); encontram os allí
el resumen de las experiencias de morfogénesis experimental e igualmente,
y sobre todo, la interesante hipótesis de los coarcevados; n o se supone
que la vida se produzca pasivamente, por m edio de simples condiciones
exteriores del m edio (temperatura, atm ósfera primitiva rica en metano,
pobre en oxígeno, irradiación solar), sino que se supone que utiliza ener­
gía potencial e invoca fenóm enos y procesos de automantenimiento y de
am plificación2. Actualmente, luego de los estudios de biología molecular
(Jacob, M onod, Lwoff) y el análisis del efecto y de los procesos del código
genético (codones, procesos de autoreparación, replicación, adn y arn
mensajero), la síntesis técnica de la vida bajo sus formas m enos complejas
(virus filtrante) no se nos presenta com o completamente impensable.
C orrelativam ente a la volun tad de dom inio de la N aturaleza, el
pensam iento cartesiano corresponde a una simplificación reductora de
la N aturaleza e incluso a una negación de la Naturaleza com o original
y separada del arte —m uy lejos de que el arte sea concebido como una
im itación de la Naturaleza—. Esta reducción es el sentido profundo del
m ecanicism o; los procesos de lo viviente son concebidos al m odo de
aquellos de los autóm atas de prim era especie que se conocían en el siglo
x v i i y que eran análogos a lo que será por ejemplo, en el siglo x vn , el
pato de Vaucanson, que im itaba el paso, el m odo de comer, la trituración
interna de la com ida, la expulsión de los desechos; naturalmente, el pato
de Vaucanson no puede sino imitar la digestión; de hecho, tritura el ali­
mento mecánicamente, pero no asimila ni es sede de ningún fenómeno
m etabólico ni de asimilación ni de desasimilación; ni siquiera es sede de
transformaciones termodinámicas (siglo x ix ) que den la apariencia, aun-

En este sentido, ver la síntesis realizada por Gilbert Simondon de esta obra
para la Revue philosophique, 1968 y La individuación a la luz de las nociones de
formay de información (Buenos Aires, Cactus, 2015) la tesis L’Individu etsagenése
physicobiologique, en particular el uso de la noción de equilibrio metaestable,
opuesta en su principio a todo empleo termodinámico o mecánico del equilibrio
estable, que conduce solamente a una morfogénesis más aparente que real (la
esfera como forma de equilibrio de una gota de agua en suspensión en el aceite;
Gestaltpsychologie que toma modelos físicos extraídos de la distribución de cargas
eléctricas sobre un cuerpo i otulm toi...). (N. de E.).

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Curso

que burda, del empleo de energía metabólica, com o por ejem plo sucede
con las com bustiones lentas por catálisis, de rendimiento m ás elevado
que las com bustiones vivas, o las fermentaciones aeróbicas y anaeróbicas
estudiadas por Pasteur. Descartes reduce los fenómenos metabólicos a
fenóm enos físico-químicos: la fermentación de los alimentos produce
calor animal (no tiene en cuenta los vegetales y los animales de sangre
fría), y este calor animal, com parable al de una pila de estiércol, es más
elevado en el centro del organism o que en la periferia, como sucede en
un m ontón de estiércol o un trozo de heno húm edo; es en este punto
central m ás cálido del organism o donde se encuentra, precisamente, el
centro concebido a la manera de las calderas -m o to r a vapor primitivo
(eolípila de Herón de Alejandría, bom bas de G iam battista D ella Porta y
de Salom on de Caus antes de Descartes)—; es el alba de la term odinám ica
com o demostración de laboratorio, mientras que las realizaciones indus­
triales serán más tardías: H uygens y su “cilindro de pólvora” , m ostrado
a Colbert; D enis Papin y su bom ba de fuego, luego New com m en, Watt;
la teoría científica de la transformación term odinám ica solo intervendrá
en el siglo x ix con C arnot (rendimiento teórico m áxim o, T 1 -T 2 /T 1 ) y
Clausius (transformación term odinám ica en círculo cerrado, lejos de la
degradación de la energía y del aumento de la entropía en el transcurso de
las transformaciones de un sistema cerrado; serie convergente e irreversible
de las transformaciones, evolución de un sistem a cerrado hacia el nivel
m ás bajo de energía potencial, es decir, hacia un estado estable). En esta
alba de la termodinámica, el Arte no estaba completamente disociado de
la Naturaleza; reflexionamos sobre el poder m otor del fuego de igual m odo
que reflexionábamos sobre la fuerza de los vientos, de las aguas, sobre la
capacidad de gestación de la Tierra-Madre (Lucrecio: vigetgenitabilis aura
Favoni-, el Favoniús es un viento que sopla en primavera). Por otra parte,
Lucrecio dice reserata viget genitabilis aura Favoni', lo que im plica una
cierta concepción de la energía potencial debida a una larga contención
del viento durante el invierno que todo lo bloquea, hiela las energías
pero les permite almacenarse (noción actual de los < n los biológicos).

3 Ernout traduce: “ [...] rompiendo sus cadenas retoma vi|?,ui rl aliento que
fecunda del Favoniu.s'" (Pe Rcrum N atura, I, 11) (N. de I )

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la -naturalezaj

L a reducción cartesiana no es solamente termodinámica y química,


haciendo del corazón un conjunto de caldera-motor térmico que utiliza el
calor animal y bombea la sangre gracias al aumento de presión interno pro­
vocado por la vaporización de la parte m ás volátil de la sangre constituida
por los espíritus animales, aum ento de presión que provoca la eyección de
la sangre todavía no vaporizadayla circulación sanguínea así com o el envío
al sistem a nervioso de vapor de sangre bajo presión; Descartes estaba al
corriente de la existencia de válvulas en el corazón que permitían la entrada
de sangre m ás fría por arriba (aurículas) y su eyección por la parte baja
(ventrículos) luego de un cierto calentamiento y aumento de la presión,
lo cual constituye un “golpe”, un ciclo térmico completo; la sucesión de
golpes (entrada, aumento de presión, eyección) es la pulsación rítmica
del corazón. La emisión de los espíritus animales alimenta en energía el
sistem a muscular; los músculos son relevos; dos músculos antagonistas
reciben permanentemente una presión de los espíritus animales que tiende
a inflarlos y, en consecuencia, a acortarlos; se equilibrarían uno al otro,
pero un pequeño chorro de espíritus animales, que viaja por los nervios
motores, controla en cada uno de los dos antagonistas la cantidad de vapor
de sangre que puede entrar efectivamente por unidad de tiem po; se trata
entonces de un control mediante relevos neumáticos que funcionan de
modo m ecánico; el sistem a m otor es un servomecanismo proporcional,
<on relevos progresivos de infinito número de estados (ver el trabajo
presentado en el Segundo C oloquio de M ecanología4).
Los nervios sensitivos, centrípetos, funcionan según el m ism o principio;
el vapor de sangre está controlado por los órganos de los sentidos, que son
iodos mecánicos y se remiten al esquem a del tacto, incluso la vista, que
i ransmite la presión de la luz (materia sutil que está dispuesta en pequeños

' Se trata del trabajo “Le reíais amplificateur”, presentado en el segundo Coloquio
sobre Mecanología del Centro Cultural Canadiense en París, el 21 y 2 2 de
marzo de 1976. Esta exposición fue publicada en los Cahiers du Centre culturel
¡ anadien (n ° 4), luego integrada a la compilación Comunicación e información.
C.ursosy conferencias, Buenos Aires, Cactus, 2016 En el primer Coloquio sobre
Mecanología, en 1971, Gilbert .Simondon había presentado “L’invention dans
les techniques” (luego publicado ni l,i ir« opilación L ’Invention dans les techniques.
Cours et conférences, París, Senil. .’()0’>) (N. de- E.).

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torbellinos de diámetros, y en consecuencia de í i a i inicias variadas, según


los colores, con energías diferentes); vemos cóm o tocam os por m edio de
un bastón que explora el barro, la nieve, la tierra, y que sostenemos en la
m ano y eventualmente a través de guantes. D e los receptores sensoriales,
que son relevos proporcionales, el vapor de la sangre va al cerebro, que es
un conjunto de relevos que permiten pasar a los nervios motores, por lo
tanto a los efectores musculares. Estos relevos son de un tipo particular
en la epífisis (“glándula pineal” de Descartes): están hechos de canales
que se pueden trazar en esa m ateria blanda com o la cera (Aristóteles ya
había concebido la mem oria y los hábitos com o una huella en una tabula
rasa , a la manera del estilete de las tablillas de m adera recubiertas de cera
que se utilizaban para escribir y que se borraban con la punta plana del
estilete). Para Descartes, el chorro de espíritus animales proveniente de
los órganos receptores abre un canal y, si se repite, lo am plía (apertura de
vías), desem bocando en el punto de partida de las tuberías de los nervios
motores; el reflejo y el reflejo condicionado se hacen así posibles por el
establecimiento de una nueva relación entre las entradas de la glándula
pineal y sus salidas. Este esquem a implica e inicia los desarrollos de la
reflexología en la explicación del com portam iento (Pavlov, Béjterev,
W atson), con la hipótesis suplementaria de que los reflejos condicionados
pueden condicionarse unos a otros, con la intervención, en Pavlov, de un
esquem a suplementario de excitación-inhibición.
Descartes concibe a los animales 5 como com pletam ente automáticos.
Malebranche da patadas a su perra ante un visitante afirmando que la perra
grita, pero no siente: “N o es sino viento que sopla dentro de las tuberías”
(se opone a esto La Fontaine en su “Epístola a M adam e de la Sabliére” ;
los animales sienten, e incluso razonan, com o aquel Búho que había
encerrado en un árbol hueco “gran cantidad de ratones, redondos com o
toneles pero sin patas”, luego del siguiente razonamiento: esta población
huye; tiene pies; cortémoselos y alimentém oslos, paia tener una reserva).
También un hombre podría ser concebido com o un autóm ata: cuando
m iramos po r la ventana, vem os pasar sombreros y al»¡¡-os, es todo, y se
podría tratar de autóm atas que parecen animados, i o rn o aquella estatua

5 Esta discusión está desarrollada en el curso publicado« un r| timlo / los lecciones


sobre el anim al y el hombre, Buenos Aires, La Cebra, 200M l! I tlr !•'.).

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

de Plutón escondida en una fuente de jardín y que, cuando un paseante


pisaba una baldosa, le lanzaba agua y “se la vomitaba en pleno rostro”. Pero
de hecho el hom bre tiene una conciencia, un alma, y esta alma, diferente
en tanto sustancia del cuerpo que es materia, y entonces solamente figura
y movim iento, se com unica con el cuerpo en la glándula pineal. Puede
influir en los espíritus animales; es la acción voluntaria. Hay que observar
que Descartes no concibe la sustancia alm a como sede de procesos m e­
cánicos y term odinám icos. Sin embargo, aun saliendo parcialmente del
marco de esta exposición, debemos observar que el Cogito es un procesó
de autom antenim iento, d efeedback positivo, de reacción circular; el ar­
gum ento del genio m aligno (Meditaciones) es un bucle suplementario de
retorno de la información: que me engañe cuanto quiera, pero cuando
me engaña, pienso, y en consecuencia existo. H ay que observar que la
existencia no es evidentemente una consecuencia lógica de la actividad
del pensamiento, sino aquella actividad captada en sí misma, causándose
y condicionándose a sí m ism a en el m om ento en que se produce; es a
c ausa de esta naturaleza de autom antenim iento que el alma siempre está
e n actividad, y es eterna, o puede serlo. Descartes no indica de qué energía
se sirve el alm a para alimentar su actividad de automantenimiento, porque
para el autom antenim iento de la oscilación de un relevo amplificador de
feedback es necesaria alguna energía, por más m ínim a que sea6.
L a laguna de Descartes no es esencialmente, com o se dice, la com uni­
cación de las sustancias, que habría ocasionado las tesis de M alebranche
(visión en D ios), de Leibniz (autom atism o de las m ónadas devenidas
sustancias, individuos) y de Spinoza (una sustancia única, Deus sive
Natura, atributos, m odos, y un paralelismo entre los m odos, lo que hace
(|ue la libertas humana sea el amor intellectualis Dei, no la independencia
y la autodeterm inación del individuo). Es la ausencia de una fuente de
energía para el autom antenim iento de la actividad del pensam iento.
Malebranche la buscó en la causalidad divina que aporta eficacia a las
acciones hum anas (teoría de las causas ocasionales); Leibniz la buscaba
en el encadenam iento de las etapas (de los términos) de una serie m ate­

6 Esta cuestión se debate en “Histoire de la notion d’individu”, complemento


de L’individuation a la lumiére des nolions dr form e et d ’information, Grenoble, J.
Millón, 2005. Ver en particular las páginas /Í42 a 454 (N. de E.).

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m ática que constituyera la noción individual com pleta (o concreta) de


cada m ónada, a partir de una energía inii tal única que es el fia t divino
luego del cálculo de las com ponibilidadcs de todas las m ónadas autom á­
ticas; la energía es la del D ios Creador que basta para que los program as
autom áticos de las m ónadas sean virtualmente inmortales: el alm a puede
conocer estados de menor vigilancia, de involución, por ejemplo en el
m omento de la muerte, pero puede despertarse y es virtualmente inmortal.
Spinoza buscó la alimentación en energía en la actividad y la infinidad de
la sustancia única, Deus sive natura. Encontró la libertad humana, como
para el estoicismo antiguo, en el acuerdo de voluntad entre el individuo
y Deus sive natura (pensamiento adecuado y amor intellectualis Dei). N o
se trata de contemplación mística, porque ni siquiera hay necesidad de
una participación, de una com unicación que supone la existencia de dos
términos (de dos sustancias, de dos individuos); de hecho es el individuo
hum ano el que se disuelve en tanto que limitado y constreñido dentro
del uso del pensamiento adecuado, luego de la intuición que es a la vez
conocim iento y amor intellectualis Dei. D e los tres sistemas cartesianos,
el de Spinoza es el m ás perfecto, com o respuesta al problem a planteado
por el pensamiento de Descartes.
E n efecto Spinoza, al disolver la individualidad del hom bre, permite
a aquello que ya no es una sustancia ni un ensam blaje de dos sustancias
(Descartes y M alebranche) ser y existir, com o el conjunto de lo que es
y sin que sepam os por qué “hay” . N o podem os al m ism o tiem po ser y
constatar “que hay” , lo que supondría un desdoblam iento. Este óptico
m atem ático, que trabajaba y pensaba, se ganaba la vida com o la serpiente
que se muerde la cola (Colerus) justo com o para vivir, y era en un m ism o
m ovim iento artesano, matem ático y redactor de la Ethique, in quinqué
partes et more geométrico demónstrate, no era una fuerza expansiva (intentó
una sola vez formar parte de la vida de la ciudad, cuando los hermanos D e
W itt fueron condenados a muerte, redactando un afiche contra los ultimi
hominum qu e eran los asesinos) pero existía, consistía, es decir, subsistía.
Spinoza, el m ás perfecto de los cartesianos, conservó las e xplicaciones de
Descartes sobre la apertura de vías y la form ación de los hábitos. Lo que
no retomó fue la posibilidad de un desacoplam ionio r u iir las entradas y
salidas para hacer intervenir el libre arbitrio del individuo I ,a libertad es
la de la existencia en el seno de la sustancia, no la dr una ,iutocreación.

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

C ad a vez que una nueva ciencia entrega modelos intelectuales y m e­


dios técnicos para abordar el m undo, volvemos a encontrar el ejemplo
de Descartes, que intentó pensar la naturaleza com o un sistema técnico
—y el saber da el poder (saber es prever a fin de poder, según los positi­
vistas del siglo x ix )- . La Q uím ica y la Física se desarrollaron en el siglo
xviii , y aportaron, junto con los progresos en biología (Lavoisier sobre la
combustión-respiración a partir de las investigaciones sobre la iluminación
con aceite de las calles de París), una audacia optim ista a los técnicos, y la
confianza en un progreso continuo. Quizás por primera vez se produjo una
cuasi-revolución en la agricultura y en la cría debida a la influencia de las
técnicas basadas en las ciencias. Los forrajes artificiales y la racionalización
del uso de los abonos se desarrollaron en el siglo xv iii . Hizo su aparición
la m odalidad de cría fuera del medio, independiente de las temporadas
y las condiciones climáticas. Réaum ur publicó un tratado sobre el arte
de hacer nacer pollitos en cualquier m om ento del año por medio de lo
que hoy denom inam os empolladoras o incubadoras artificiales. L as de
Réaum ur se calentaban mediante la fermentación de estiércol, con una
tem peratura que se controlaba mediante un termómetro (ver las láminas
de la Enciclopedia de D iderot sobre los “hornos para pollos” en la sección
“Arte aratoire”). Estos inicios de la cría fuera del m edio, que en nuestros
días, recientemente, se ha transformado en una verdadera industria, o más
bien en una tecnicización de la cría en el sentido de una independencia
en relación con el terreno -entonces, de uno de los aspectos de la natura­
leza—y de las temporadas, es evidentemente m odesta respecto de las aves,
pero las aves eran un m edio de subsistencia importante para el hombre
en el siglo xviii m ucho m ás que hoy en día. La tecnicización de la cría
comenzó bajo aspectos m odestos durante el siglo xviii , por ejemplo con
la instalación de palomares profesionales llamados “palomares de Estado”
[“fiiyes d ’É t a f 7} .

' Por ejemplo, en la calle des Cosses, nH 16, Chardonchamp, comuna de Migné,
departamento de Viena: es un palomar de estado \fuye d ’etat\ del siglo xvm , con
la forma de una torre con cisterna y subsuelo, una torre octogonal de muros
macizos para proteger, sin calefacc ión, solamente por medio de la conservación del
calor animal, a las palomas fu.ya.rddel liín y permitirles anidar en los 350 alvéolos
construidos en el interior, en el espeso! de las murallas; la paloma fiiyurd es una

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Curso

E l siglo xviii no opone arte y naturaleza; después ilc la racionalización


m ecanicista del siglo xvii, bastante particular en 1 rancia, por otra parte,
y que tuvo ecos en la civilización hasta bajo la forma de equipamiento
dom éstico (calefacción con calentadores en lugar de chimeneas: “el ca­
lentador”, es decir, la habitación calefaccionada con un calentador donde
Descartes se pudo aislar durante los cuarteles de invierno del ejército de
M aurice de Nassau; la naturaleza frenaba las campañas militares en el siglo
xvii , como las hará posibles en condiciones especiales bajo Napoleón: toma
de la flota por asalto en el m ar helado en Helder, en H olanda, lo cual es una
hazaña). En estos términos de aseidad tecnológica Descartes pudo escribir
y concebir los principios de su filosofía universal, en una condición aislada
de la existencia individual para los aspectos microclimáticos y teniendo
mentalmente el espíritu libre de toda pasión, com o socialmente una in-

especie cercana de la paloma salvaje y de la paloma bizet, que desapareció en el


siglo xix; esta especie se presta a la cría intensiva porque va a buscar su alimento en
los campos (de ahí los límites que imponía el antiguo derecho del palomar [droit
defuye\)-, pero esta especie también se presta a un comienzo de la cría fuera de su
medio por su aptitud para vivir en grandes comunidades al mismo tiempo que
para conservar su productividad (se consumen los especímenes jóvenes que están
terminando de crecer, todavía en el nido, y que son alimentados por sus padres
con leche en el buche). Un dispositivo técnico constituido por un pivote central
vertical, en el eje de la torre, que es cilindrica en su interior, tenía dos escaleras
que permitían a dos operadores visitar los nidos a lo largo de toda la altura de
la torre. Cuando nevaba, era posible dar a las palomas fuyard un complemento
de alimento artificial dentro del palomar, cuya población total, en el caso de un
palomar como el de Poitou o Touraine, podía alcanzar los 1000 individuos en
todas las temporadas. Los palomares de Puy-de-Dóme y del Alto Loira, mucho
menos masivos, de sección cuadrada, están menos tecnicizados, aunque sean
más tardíos; al no estar construidos como una torre, no se podían aislar muy
eficazmente contra el frío, y no podían recibir sino de 100 a 200 individuos;
dependen más completamente de una cría en el terreno, como los palomares
de granja, expandidos en toda Auvergne, sin una edificación especial, que están
simplemente incorporados al granero o desván, con una rni i ada provista de una
piedra plana que permite a la paloma volar y luego posarse (d< .10 a 50 individuos
promedio). Las técnicas de cría de la paloma en palomairs rdifu ados a tal fin
datan de la Antigüedad romana; por analogía, se denom ínala lolumbariums a
los cementerios subterráneos de múltiples celdas.

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

dependencia respecto de la “necesidad” o de las obligaciones colectivas.


Ksa aseidad aleja de la naturaleza. Semejante alejamiento o aislamiento
no tuvo lugar en Inglaterra, donde se concibe el em pirism o en el m ism o
m om ento en que la filosofía francesa, en el siglo x v i i i , e incluso en el
siglo de las Luces, se dirige hacia el racionalismo. M ás tarde, cuando la
Revolución haya hecho el redescubrimiento de lo colectivo, de la Nación,
de la Patria (obligación social según Durkheim, fuente de la trascendencia
porque la sociedad supera infinitamente y envuelve al individuo) —ver
lambién a H albw achs-, de la conjunción del empirismo (pequeños gru­
pos, clubes, propietarios terratenientes y cacerías de la aristocracia inglesa
en el siglo xvm ) y del racionalismo, nacerá, en favor de la presión de lo
colectivo y de la concentración industrial urbana termodinámica de la
prim era revolución industrial (vapor, carbón, acero), el positivismo, a la
vez em pirista y racionalista, que integra la Crítica de Kant, quien asigna
límites al alcance ontológico del pensamiento humano y lleva a la filosofía
a no em prender discursos sobre lo absoluto; un positivista, en la primera
m itad de ese siglo xix, sin dudas Renán, escribe que lo desconocido es
un océano para el cual no tenemos ni barco ni velas. C on la metafísica
se niega la religión, e incluso la explicación causal, que se ve reemplazada
por la explicación por m edio de leyes.
Pero en el siglo x v m , había barcos y velas para la Naturaleza de la
agricultura y la cría; esto desem boca en los fisiócratas, Quesnay, Gournay,
que hacen una integración de los progresos de la agricultura y de la cría
semi-intensiva inglesas: forrajes artificiales, rotación de cultivos, closures
o enclosures, y luego selección artificial por parte de los criadores que
permite aum entar el rendimiento y tender hacia la intensificación. La
m oda de los “escenarios pastorales”, que se reprodujo hasta en la corte
con las granjas para jugar a la pastora de M aría Antonieta en Versalles,
no constituye sino el reflejo m undano de un movimiento m ás profundo
de redescubrimiento de la naturaleza y de búsqueda positiva de contac­
to. E s uno de los temas m ás profundos del pensamiento de Rousseau,
luego de los prerrománticos com o R estif de la Bretonne [La Vie de mon
pere), o de Senancour: la naturaleza no es innoble; pero, por otra parte,
no dom ina de m odo absoluto al hombre; en la Profesión de fe del vicario
saboyano, Rousseau invoca la salida del sol en la m ontaña para suscitar el
sentim iento religioso según mía dim ensión de desborde, pero no del todo

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Curso

de trascendencia; la naturaleza, incluso grandiosa, no es una extranjera; no


es todavía la naturaleza fría que Vigny abandona, acercándose al hom bre y
adivinando el mensaje enfático que está escrito en las ciudades, al m ism o
tiem po que abandona la com unicación im posible con lo divino:

“Solo responderé con un frío silencio


Al eterno silencio de la D ivinidad”8.

Los Destinos descubren la grandeza de la vida industrial; un ángel vela


sobre “los divinos balancines” de la locom otora (de hecho, la poesía está
retrasada respecto de la actualidad técnica; en la época de Vigny, solo había
balancines sobre las m áquinas fijas). L a condición del hom bre frente al
m undo industrial naciente es la del estoicismo de “L a M uerte del lobo” .
Y si “La casa del pastor” da a la pareja hum ana

“Para nuestros cabellos unidos un lecho silencioso”

los destinos están al menos dentro del vasto grupo de las concentraciones
industriales. El movimiento rom ántico no opone naturaleza y técnica;
Chateaubriand exaltó la naturaleza, la de los bosques de C om bourg o
las riberas de América {Atala), pero m ás tarde Lam artine describió el
martillo pilón de las fábricas Schneider en el Creusot, y H ugo no desde­
ñó reflexionar y escribir sobre las alcantarillas de París, sobre la enorme
cantidad de materia orgánica disipada com o pura pérdida por las grandes
ciudades {Los Miserables).
Paralelamente a este m ovim iento de ideas filosófico y literario, el
desarrollo industrial encuentra su justificación política y social entre los
politécnicos y los centralistas9, surgidos de las escuelas fundadas por la
Revolución Francesa. Entre los politécnicos, se trata particularmente del
movimiento de Fourier, Saint-Sim on, Enfantin, Ba/ard: ciertamente la

8 Vigny, “La maison du berger” (N. de E.).


9 Simondon se refiere a las grandes escuelas creadas cu I i,inda a partir de
mediados del siglo xvn: las Escuelas Politécnicas [Écoles I'olyterhniques] y las
Escuelas Centrales [Écoles Centrales]-, de allí la referencia, en i elación con sus
estudiantes y egresados, a los “politécnicos” y los “centralista1." |N. de losT.]

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

finalidad es convertirse en am os y poseedores de la naturaleza, con la


perspectiva de llegar hasta “los signos celestes” , com o decía Rabelais en
rl elogio del cáñamo, que es un m odo de capturar la energía. Los poli­
técnicos captaron el rol esencial de la energía y los transportes a partir del
•iglo xxx y en su propio medio. La vocación del hombre es la de modificar
l,i naturaleza, horadar istm os (Panamá, Suez), cavar túneles, establecer
puentes. D espués de la red telegráfica, que no vehiculiza prácticamente
energía sino información, elim inando el retraso, y por lo tanto uno de
los aspectos de la distancia (tendido del cable transoceánico por el Great
liastem perteneciente a la Cunard Line, un paquebote gigantesco para la
• poca, abandonado comercialmente pero recuperado luego de su aban­
dono porque solo él podía guardar enrollado en sus bodegas un cable lo
suficientemente largo com o para ir sin empalmes desde Escocia hasta
América), y que se inaugura con la transmisión, en código M orse, de un
versículo de la Biblia, será la red ferroviaria, y los canales y ríos, luego la
ícd de cam inos y las vías marítim as en las que el carbón reemplaza las
velas, evitando por lo tanto depender del viento, los que encontramos
poco a poco rodeando la tierra entera; hacia fines de siglo, la anticipación
lecnocientífica comienza con gran potencia en el hijo de un navegante
que casi fue ingeniero, Julio Verne. El “género” de la anticipación no es
absolutamente nuevo, pero está m ucho más desarrollado que en el pasa­
do; franquear los límites de la tierra habitada es imaginado con medios
i rroanos a los posibles en Veinte m il leguas de viaje submarino, Viaje a l
i entro de la Tierra... y vemos tam bién allí proyectado el viaje cósmico; los
estadounidenses, que efectivamente lanzaron el submarino atómico capaz
i le hacer lo que Ju lio Verne im aginaba (pasar bajo el casquete glaciar del
l’olo Norte) lo llamaron N autilus en su honor.
Tras la época del energetismo term odinám ico y de la concentración
industrial del siglo xrx, que presta su confianza a las técnicas para tom ar
| losesión de la Naturaleza, remodelando la Tierra, y que tiende a dom ar
tanto lo infinitam ente grande com o lo infinitamente pequeño (impulso
de la m icrobiología, control de las enfermedades infecciosas animales y
humanas, incluso vegetales, intentos de control de la variabilidad de las
especies, incluida la especie hum ana, y de la evolución del régimen de la
I>ropiedad de los instrum entos de i rabajo a través de la historia por m edio
de la reflexión dialéctica sobre las condiciones socioeconóm icas de la pro-

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Curso

ducción, concebida por M arx com o una exploi ;k iói i de la Naturaleza por
parte de los hombres en sociedad), se abre en el siglo x x una nueva etapa
que trata al hombre m ism o com o objeto de ciencia y, en consecuencia,
en un cierto sentido com o Naturaleza. Este hombre-objeto está en la
m ira de todas las técnicas de m anipulación humana, com enzando por la
reflexión y la experimentación con el trabajo, por las perspectivas de una
optim ización de las operaciones; son los diversos m étodos propuestos
para el estudio y la racionalización del trabajo, com enzando con Taylor
(optim ización experimental de la excavación por m edio de la adaptación
del tam año de la herramienta a la densidad del material que hay que des­
plazar), continuando con la definición de los m étodos del trainingwithin
industry (búsqueda de los puntos-clave de las operaciones a partir del m o­
delo del aserrado de la madera por parte de un operador aislado), con una
prolongación, a partir de la Segunda Guerra M undial, en las operaciones
m ás com plejas de la vida militar, y luego desem bocando en la ergonomía,
todavía im perfectamente constituida (hay poca o ninguna ergonom ía de
las ocupaciones agrícolas o de la cría, porque interesan a grupos menos
vastos que en la industria) y en las técnicas de human engineering, que
consideran com o un sistema único y solidariamente estudiable y optimi-
zable el conjunto humano-técnico, con la teoría de los sistemas y de las
organizaciones, y con ayuda del cálculo de la inform ación y el registro
de sus canales de transmisión, directa o retroactiva. N orbert W iener no
se limitó a establecer una teoría del control y de la com unicación en el
anim al y la m áquina tom ados individualm ente ( Cybernetics, or Theory o f
Control and Communication in the Anim al and the Machine, París, Her-
m ann, 1948); intentó generalizar sus conceptos, extraídos de la teoría
m atem ática de las regulaciones y los servomecanismos al dom inio social
y político (Human Use o f Human Beings, traducido al francés con el título
Cybernétique etsociété, París, Ed. des D eux Rives), por una optim ización
y una autoestabilización de la sociedad en progreso, destinadas a evitar
conflictos y bloqueos y a alivianar las “voices ofrigidity" , en particular la
de las religiones y los diversos interdictos que tenían 0 1 ¡gen en todas las
formas de autoridad, en particular en la fuerza de los g< >1>iri nos. Este nuevo
mecanicism o, según la expresión de G eorges C anguilbrm , no se limita,
com o el de Descartes, al ser individual garantizando rl ejercicio de su
libre arbitrio mediante el respeto de las costumbres y del poder colectivo

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Arte y naturaleza (El dominw l¿ ním tlr l/i naturaleza)

político o religioso (la m oral provisoria tiene algo de m riodológicam ente


definitivo, porque la ciencia está en progreso gracias .il ejercicio de la
razón y la universalidad del sentido com ún, pero nunca está finalizada).
Para la cibernética, no hay diferencia de base entre naturaleza y sociedad:
los diferentes regímenes de la amplificación, del automantenimiento son
universales; existen sin diferencia entre los animales y los hombres tanto
en la escala cósm ica com o en la escala microfísica, y en los individuos ve­
getales y animales tanto com o en las sociedades, en los microcosmos tanto
com o en los m acrocosm os naturales o técnicos. E sta visión del m undo
lom a sus m odelos en las técnicas pensadas por m edio de las m atemáticas
(Norbert W iener era profesor de matemáticas en el Massachusetts Institute
o f Technology). En el final de su vida, en el C oloquio de Royaum ont
sobre el concepto de información en las ciencias contem poráneas10, en el
cual tam bién participaban Lw off y Jacob, W iener respondía en privado
a las preguntas de un interlocutor que las máquinas quizás tuvieran una
personalidad, en todo caso un carácter. Ashby y Grey Walter, en la m ism a
línea de investigación, construyeron m odelos electrónicos de lo viviente,
parciales pero eficaces y adecuados, por m edio de sistemas de relevos por
umbrales; la hom eostasis de Ashby rehace su equilibrio mediante ensayo
y error cuando se cam bian las condiciones del m edio; las tortugas de
Grey Walter no solamente tienen reflejos (evitamiento d é lo s obstáculos,
búsqueda de un recorrido libre com parable a aquel que Jennings describe
en el param ecio —Contribution to the Study ofLow er Organisms-), que
por su encadenam iento constituyen una verdadera conducta, sino tam ­
bién cam bios e inversiones de taxia que dependen del estado “fisiológico
interno” ; la prototaxia de la tortuga, negativa mientras sus baterías están
cargadas norm alm ente, hace que se quede en reposo en una cama o en
un rincón en som bras, com o si fuera un animal saciado; pero cuando las
baterías se descargan más allá de cierto umbral, la prototaxia se invierte y

10 El VI Coloquio de Royaumont tuvo lugar en 1962. Gilbert Simondon fue


un organizador muy activo y allí presentó a Norbert Wiener. Las actas de dicho
coloquio fueron publicadas con el título de Le Concept d ’information dans la
science contemporaine, París, Ed. De Minuit, 1965. La conferencia de Gilbert
Simondon, “L’amplification dans les pnu essus d’information”, fue publicada en
la recopilación Comunicación e información, op. cit. (N. de E.).

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Curso

se vuelve positiva; la tortuga, animal artificial, se convierte en el m odelo de


conducta de un animal en estado de necesidad, y va a cargar sus baterías a
un enchufe de corriente continua en cuya parte superior hay una lámpara,
que es la señal de la fuente de energía. Las calculadoras program adas para
jugar al ajedrez llegan a poder sostener una partida con los campeones más
hábiles, aprendiendo progresivamente su estrategia y m odificando la suya
propia en función de su aprendizaje; son entonces autóm atas de tercera
especie, ya que los de prim era especie son los autóm atas únicamente pro­
gram ados de m odo mecánico, com o los dispositivos de relojería o el pato
de Vaucanson; los de segunda especie están equipados con dispositivos
autorreguladores que reducen efectivamente el m argen entre la finalidad
a alcanzar y el com portam iento efectivo en función de las variaciones del
m edio, incluso aleatorias, gracias al feedback que extrae una inform ación
sobre el efecto de la salida en la carga variable (servomecanismos, pilotaje
autom ático, marcación autom ática por radar, seguim iento de un blanco
cualquiera por parte de una calculadora llam ada ordenador, que actúa
en el m ism o m om ento, com o el hombre, pero m ucho más rápidam en­
te, por ejem plo en el cam po de la defensa antiaérea). Los autóm atas de
tercera especie no solamente son autorreguladores (de la categoría de los
governors, cuyo prim er análisis tecnocientífico fue hecho por Maxwell en
On Governors)-, son también capaces de investigación y de aprendizaje, y
descubren así soluciones optim izadoras a los problem as que se les plantea;
de este m odo, un ordenador program ado com o m áquina para enseñar
adapta su ritmo y su tipo de preguntas al perfil intelectual del alum no
(ver el estudio de M aurice de M ontm ollin, retom ado en su reciente tesis
de Estado sobre el trabajo).
M ás lejos todavía en la asimilación del orden tecnológico y de lo vi­
viente vienen la percepción y la m áquina de leer, que exploran la estruc­
tura (nudos, topología) de los elementos, para reconocer sus caracteres
distintivos a pesar de las deform aciones debidas ;i la perspectiva o de las
diferencias de form a geométrica y de tamaño, de ini Ii nación del grosor
de la escritura manuscrita. L a m áquina de leer es <ap a* de reconocer los
encadenamientos, de efectuar un agrupam iento en palabras a pesar de los
intervalos. Según la misma perspectiva, podem os < ii.it uuibién la m áquina
de traducir, capaz de reemplazar a los intérpretes poi tratos en lenguaje
“básico” , sim plificado y c.siandarizado.

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Arte y naturaleza (El dominio técnico de la naturaleza)

Lo que la ciencia había realizado en el siglo x ix con el uso del micros-


i opio, fue com pletado en la segunda m itad del siglo xx, cien años m ás
i ,irde, m ediante la construcción de objetos técnicos que necesitan, para
ilistinguir su estructura, el uso del microscopio y que son de orden de lo
iiiicrofísico. U n circuito integrado contemporáneo yuxtapone y vincula
ni un sistem a funcional varios millares de transistores sobre una placa
i Ir silicio de algunos milímetros cuadrados de superficie. U n a pieza de
tecnología microelectrónica necesita, para la observación, el empleo del
microscopio. Ahora bien, el procedimiento industrial de fabricación de
l« >s circuitos integrados con horno de difusión y mediante el uso de la
máscara llam ada “wafer”, permite grabar de un solo golpe, en una pla-
queta de silicio de 5 cm de diámetro, más de 500 circuitos integrados a
la vez11. A sí las técnicas alcanzan, de m odo operatorio, en la tendencia

11 Para convertir a estos circuitos en utilizables en un montaje a la escala de

l.i manipulación humana, hay que operar un relevo dimensional que aumente
las conexiones externas, en dos etapas; el circuito integrado primero se suelda
a un soporte que evacúa el calor, en la escala macrofísica; sus entradas y salidas
(generalmente 40) están, en una primera etapa (puramente automática e
industrial), soldadas a cables que irradian en forma de estrella, y que se ocupan
de unirlos a los “flakes” dispuestos en los lados de un cuadrado de un centímetro
i Ir lado; en una segunda etapa, un dispositivo, siempre automático, conecta los
•1 0 microconductores radiales con otros tantos conductores enchapados en oro,

■ncastrados en una fila regular sobre los dos lados largos de un rectángulo aislante
de 5 cm por 1,5 cm. Los conductores, distantes entre ellos 2,5 mm, alcanzan esta
vez el orden de magnitud de lo manipulable, hincándose en los 40 empalmes que
i orresponden a un soporte que se puede soldar al cableado, contacto por contacto,
por medio de un cable conductor de menos de 1 / 1 0 de milímetro de diámetro,
i on su aislante. Al no prestarse este cable al decapado previo a la soldadura, en
iazón de su fragilidad, solamente está revestido de un aislante que se fundirá por
rlccto del calor hasta el lugar de la soldadura. Sin duda sería posible operar a
más pequeña escala por medio de un micromanipulador análogo a aquellos que
•r utilizan para las preparaciones estudiadas en el microscopio, cuando se trata,
por ejemplo, de actuar sobre un organismo intracelular, o de dar una inyección a
mía ameba. Pero como no podemos pensar en intervenir manualmente sobre un
rlcmento, microfísico, de un circuito integrado, es todo el circuito integrado el
ijiie se transporta y reemplaza en <aso dr incidente de funcionamiento que afecte
rventualmente a un único elemento cm ic los miles que constituyen al individuo

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Curso

hacia lo infinitamente pequeño, l.i cm iI.i mu un ó.smica de la célula y de


los organism os celulares que son los <oiiiponriiu s de lo viviente. El sueño
inicial de Descartes, poder construir autóm atas ron elementos tan peque­
ños como los que com ponen a los seres vivos, hoy se ha podido realizar.
A través de la técnica, el hombre franqueó la barrera de lo infinitamente
pequeño, com o está franqueando la de lo infinitamente grande. D espués
de la Segunda Guerra M undial, un radar potente y preciso obtuvo un
eco hertziano devuelto por la Luna. Hace diez años, una nave cósmico
desembarcó sobre la Luna y trajo de vuelta a la Tierra a dos cosmonautas.
Actualm ente, un equipo de varios hombres puede quedarse varios meses
en el cosm os comunicándose por radio y televisión con la red de bases en
la Tierra, m ediante una energía que lleva algunos watts y que ha sido to­
m ada del m edio cósm ico por medio de fotopilas de silicio, transformando
la radiación solar en electricidad. Vehículos espaciales giran alrededor de
los planetas y envían a la Tierra las mediciones que realizan, las imágenes
y otros datos que captan. Reciben órdenes desde la base y le transmiten
informaciones: el hombre opera a distancia en lo infinitamente grande,
bastante m ás allá de los límites de la Tierra habitada. L a información, y
luego de ella los transportes, operan en una escala cósmica. El impulso
hacia los dos infinitos no es solamente una m editación o una ciencia,
com o en tiem pos de Pascal; se convierte en una acción.
Finalmente, e} saber ecológico, vinculado de cerca con la futurología,
motivado por esta preocupación en su desarrollo, considera con una única
mirada, técnica y científicamente, al hombre, a los seres vivos y el medio,
geográfico y cósmico, como un solo conjunto organizado. D ilata la pers­
pectiva temporal hacia el pasado m ás lejano, el de las épocas geológicas, e
incluso el de la formación del sistema solar, eventualmente de los orígenes
del cosmos, como hacia el futuro, el cercano, el lejano y el infinitamente
lejano, de la evolución posible del sistema. Según esta perspectiva el pre­
sente inmediato (preocupación económico-política) se piensa en función
del pasado y del porvenir, particularmente en lo relativo al uso de las
energías que se reservan bajo la form a de carbón, de petróleo, de gas y de

manipulable; el elemento tiene entonces un destino técnico libado al conjunto


de la población manipulable; tiene una existencia colectiva, i 0 1 1 1 0 las células de
un vegetal superior, o de un metazoario.

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