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Reinicios y más que días especiales…

Este número es más que un número que se presenta en un día más que especial.
Nuestro recorrido como editorial independiente ha tenido hitos que se han
expresado en las ediciones pasadas. Cuatro números pensados para generar una
opción real de información diversa y abierta a la creatividad y a la comunidad.
En los caminos de todo proyecto independiente, vivimos en carne propia las
dificultades de la falta de recursos, sin embargo, el precio de la libertad deja el
rastro de un perfume difícil de olvidar. En una primera etapa de este proyecto,
intentamos jugar a ser una editorial de temas atingentes y contingentes al territorio
piducano, con visiones múltiples de personalidades geniales que quisieron ser parte
de este espacio, tocando materias no tan expuestas a la comunidad, rescatando
miradas de antaño, nuevas, creativas y conscientes del medio en el cual nos
desenvolvemos.
Uno de nuestros objetivos es centrarnos en lo que sucede en el Maule y en Talca, en
esta ocasión renovamos los votos comprometiéndonos no solo a reforzar nuestra
mirada crítica, sino también a expandir el ojo a toda la región del Maule,
entendiendo a esta como un espacio complejo, lleno de contradicciones,
costumbres, hitos, personajes, tradiciones, entre otras muchas cosas por descubrir de
este territorio.
Para poder cumplir con esta nueva etapa de desafíos, contamos con un “no tan
nuevo integrante”, Claudio Leppe, quien se desempeñó más que como
colaborador en el primer ciclo de este proyecto, con él, se rearticula el equipo
editorial, el cual pretende seguir tensionando múltiples temas y problemáticas más
allá del Piduco, esta vez del Maule.
Para esta vuelta a las pistas, regresamos en un día muy especial, pero más allá de
un día, este número responde a hacer visible y dedicar en su totalidad este especial
a la mujer.
Profundamente invisibilizada en la historia, queremos abrir puertas y ventanas, a
diversos procesos de los cuales esta ha sido más que participante, sino protagonista
de la construcción de la historia, una historia de la cual todos hemos sido partícipes.
En alusión a esto abrimos un trozo de la historia, desde una mirada retrospectiva
acerca de lo que constituyó y significa el 8 de marzo, como fecha conmemorativa
del Día Internacional de la Mujer, rescatando con esto el pasado que se hace carne
en la historia a través de la mirada de increíbles mujeres que colaboraron en este
especial, Adriana Bórquez, mujer, escritora y ex presa política, que nos comparte
una lúcida reflexión acerca de los alcances de ser mujer, situada principalmente
desde la niñez y su juventud. También contamos con la participación de Jeanette
Vicencio dirigenta social de Maule, que nos cuenta en primera persona las
implicancias y enseñanzas de ser mujer y trabajar con pares de comunidades
rurales y lo complejo de sus realidades.
Desde la complejidad que significó y significa ser mujer en estos tiempos, nos
adentramos en conocer mejor el nacimiento, y labor de Domodungu, organización
dedicada a poner el acento en la mujer desde hace ya años en Talca.
Lo anterior complementado desde una visión histórica del movimiento feminista
en Chile, desde la mirada de Sandra Vera, quien nos brinda detalles y reflexiones
interesantes del movimiento feminista en Chile, los debates de hoy y las coyunturas
que median la discusión acerca de la equidad de género.
Lo anterior sin olvidar los panoramas que alberga Talca y sus calles. Este número
está dedicado a tod@s quienes creemos en la equidad, y en el peso que ha tenido
en la historia el rol de la mujer… las mujeres geniales, luchadoras y atentas a librar
luchas diarias por lo que consideramos justo.
Por lo tanto, este es por lejos, más que un día especial, más que un día marcado
en los calendarios, más que un día de saludos, flores, chocolates, es un día de
reconocimiento, conmemoración y reflexión del gran impacto de la mujer en la
historia, en nuestras historias, por eso, hoy es más que un día especial.

EQUIPO EDITORAL
María Paz Rojas Monares
Amanda Ávila Reynaldos
Claudio Leppe Moreno
Fabiola San Cristóbal Aburto (colaboradora)

CONTACTO

convergenciapiducana.revista@gmail.com

Revista Convergencia Piducana

Revista Convergencia Piducana


Fotografía: Vivian Maier
SER MUJER.

A
l acercarse el Día Internacional de la Mujer, 8 de Marzo de cada año, es
inevitable el llamado de la fecha a repensar la cuestión del “ser”, el rol, las
luchas - los éxitos y los fracasos -, la cultura societal, en torno a este “ente”
sacado de la costilla del Hombre. (¡Es decir…!)
Tengo el inmenso privilegio de haber sido testigo de los grandes cambios, de toda
índole, acaecidos durante el lapso de una larga vida, en que la historia de la
humanidad ha apresurado el paso y la Tierra se muda vertiginosamente hacia
nuevos estadios.
Los recuerdos de la abuela emprendiendo
viajes al pueblo en carreta, fueron parte de
la realidad en mi propia infancia sureña,
cuando el camino de ripio se interrumpía
abruptamente frente a la cerrazón del
bosque virgen interpuesto entre el Ford 8 de
mi padre y la montaña maderera de su
propiedad. Yo era el “concho”, la menor de
las hijas, la esperanza desvanecida de la
llegada de un “hijo hombre”; el viejo nunca
pudo aceptarlo: me crió con la libertad y la
complicidad con que un papá educa a un hijo
añorado; era su camarada, su socio, su
discípulo. Por eso es que me llevaba consigo
en sus incursiones a la lejana propiedad,
mientras “las mujeres de la casa” – mi madre
y mis hermanas – permanecían en la
comodidad de la ciudad. Mis huesos guardan
los trastabillones de kilómetros y kilómetros viajados en la carreta a bueyes por la
huella abierta en la maraña de mil verdes de quilas, raulíes y robles adornados del
rubí esplendoroso de copihues engarzados a ramas y troncos, bajo el embrujo de
los gritos de alerta de los chucáos, la fiesta parlanchina de choroyes y treiles y el
zumbido inalterable de insectos misteriosos. Sí, igual a los relatos de la abuela
Eudomilia, en su juventud por los fines del siglo 19. (Es por ese anecdotario que
aprendí a ser Mujer de un modo diferente.)
Ya joven estudiante, una mañana cerca del mediodía, parada a los pies de Andrés
Bello a la entrada de la Casa Central de la U de Chile, contemplaba extasiada, con
los ojos fijos en el azul del cielo, el paso del Sputnik – ¡el primer satélite artificial
que la humanidad lanzaba al espacio! Años más tarde, vimos al primer hombre
pisando la superficie lunar y después… ¡seguimos los avatares de la Guerra del Golfo
por televisión! La semana recién pasada escuché en las noticias que la NASA
anuncia el descubrimiento de la existencia de una estrella, no demasiado lejana,
con un sistema planetario donde, probablemente, haya vida. De las
comunicaciones mejor ni hablar. En mi niñez las comunicaciones urgentes se
realizaban a través del telégrafo o los llamados telefónicos “de larga distancia”;
hoy tenemos Internet, Skype, el wasap; mañana … es inimaginable para mi
obsolescencia. Los progresos en las ciencias avanzan sin aceptar límites; nos
proyectamos hacia lo impensable.
Y, sin embargo, hay un asunto que no hemos logrado resolver: el lugar propio de
la mujer en este concierto. Aún discutimos, en las diferentes culturas recostadas en
religiones patriarcales, el rol que le corresponde desempeñar en la sociedad. Aún
nos pena “el mito de la costilla de Adán”, cuestión que va desde ideas de
inferioridad, incapacidad, sujeción e inacabables etcéteras que, quienes hacemos
frente a dichos aberrantes prejuicios, no necesitamos abundar.
Lo que quiero agregar es lo que la sabiduría de la experiencia me dice: antes que
nada, somos PERSONAS – con la totalidad de lo que el concepto involucra:
dignidad, respeto, autonomía, libertad, justicia, oportunidad, entre mucho más -.
Si nos reconocemos como tales, reconoceremos los derechos que implica el serlo; “re-
clamaremos” nuestra individualidad, nuestras diferencias en la igualdad, y un rol
propio pero igual, codo a codo con quienes nos han menoscabado a través de los
tiempos – tanto hombres como mujeres.
Me gustaría sentir, un día, que el 8 de Marzo fuera, en vez de una bandera de
lucha, una Fiesta celebrada por PERSONAS de un sexo junto a PERSONAS de otro.
Pero… “el horno todavía no está para bollos”; por ello, queridas hermanas, ¡las
saludo en un abrazo combatiente en el Día Internacional de la Mujer!

Adriana Bórquez Adriazola.


“He amado la vida, he ido tras la felicidad y la justicia para todos los humanos y
que he tratado de ser consecuente y fiel a los sueños de un mundo mejor.”

Talca, Marzo del 2017.


Continuas Realidades y Conflictos de las Mujeres

Mediante este documento quiero dar a conocer el trabajo territorial que se ha


efectuado con mujeres rurales de diferentes sectores de Maule y de otras comunas
de esta región, entregando desde la experiencia de lo vivido. Mediante este trabajo
de sensibilización en prevención de violencia, VIH, derechos reproductivos y
sexuales, ciudadanía, género y alfabetización nos damos cuenta que las mujeres
siguen siendo el mayor tesoro, con sus diversas experiencias vividas.
¿A qué me refiero con esto? Cuando se trabaja con mujeres rurales en su desarrollo
y sensibilización en talleres, se va evidenciando a través de estos sus emociones,
trabajo y violencias que han vivido en el transcurso de sus vidas. La falta de
educación formal, la crianza, el trabajo en el campo, los engaños que han vivido
tanto en sus trabajos como en el transcurso de sus vidas personales, los esfuerzos
que han hecho para su superación y la dificultad que alberga el tener que generar
los recursos económicos necesarios para vivir en lo rural.

Nos damos cuenta que muchas mujeres todavía son dependientes de las decisiones
de los hombres y viven cuidando a otras y otros, perdiendo experiencias en sus
vidas, sus espacios propios de desarrollo y siguiendo una vinculación desde la culpa,
-amparado desde la visión de la mujer cuidadora, desde una esfera de lo privado-
pasando por la frustración y vulnerabilidad emocional y económica. Estas
situaciones de vida no las han dejado disfrutar ni realizar sus sueños,
conformándose con su diario vivir y normalizando la violencia que vivieron y viven
hasta ahora. Para mí, el vincularme con las mujeres rurales me ha permitido tener
una oportunidad de desarrollo personal al igual que a ellas, porque aprendemos
unas de las otras empatizando y creando vínculos con los cuales generamos
confianza, mostrando la perspectiva de género y educando en el hacer, generando
con esto un aprendizaje conjunto.
Es importante vincularse promoviendo confianza para que nuestro trabajo sea
valioso tanto para ellas como para nosotras, valorando sus historias y emociones. A
medida que uno las va conociendo, entra en un mundo de historias personales las
cuales no han sido fáciles de superar. Por este motivo, se van creando las confianzas
necesarias para ir construyendo un trabajo real de desarrollo personal y
autocuidado con ellas, empezando a emerger conversaciones y empatizando con
sus historias.
Podemos encontrar mujeres dirigentas sociales, dueñas de casa, trabajadoras
agrícolas, mujeres con múltiples enfermedades -entre ellas adultas mayores-, las
cuales, están cumpliendo una doble función, cuidando nietos y parientes enfermos
cargadas de trabajo y de preocupaciones.
Resulta complejo no empatizar con las mujeres rurales, porque uno va
evidenciando que cada una de ellas, es un mundo donde todas han tenido
múltiples funciones y trabajos. A veces me pregunto: ¿Cuándo se han sentido
realmente felices y gozado de su tiempo en lo que ellas deseen sin recriminaciones
ni culpas? ¿Serán capaces sus hijos y esposos de comprender que esa mujer necesita
su espacio propio? ¿Podrán ellas darse cuenta que el tener su espacio propio es un
derecho de cada ser humano, y no sentirse culpable por tomarlo? ¿Seremos capaces
como monitoras, educadoras o profesionales de mejorar o cambiar algunas
situaciones y la cultura machista que se nos ha instalado por siglos?
Al menos tengo esperanza que a través de la educación y la responsabilidad social
que tenemos muchas mujeres feministas, seguiremos insistiendo en los cambios y en
el entregar conocimiento e información clara y real a las mujeres, provocando en
ellas el “bichito” de conocer más y valorarse como personas, comprendiendo y
sintiendo que todas y todos somos libres de decidir, hacer las cosas que nos gustan
y nos hacen felices. Tengo esperanza en la desconstrucción de esta cultura machista
y el nacimiento de una cultura inclusiva y respetuosa de la decisión de muchas
mujeres que hasta el día de hoy piden permiso para salir y a las cuales les entregan
$1000 diarios para cocinar.

Jeannette Vicencio Patirro


Dirigenta Social de la comuna de
Maule, quien trabaja y
compromete sus esfuerzos desde
una visión feminista con mujeres en
zonas rurales.
DOMODUNGU: voz de mujer
En una calurosa tarde de verano en el Albergue La Leona (Vilches centro) *,
conversamos con Luz María Troncoso y Anna Kok -unas de las fundadoras de la
organización- sobre el origen e historia de Domodungu, los principales nudos que
atraviesan la vida de las mujeres que llegan a estar organización y las tareas
pendientes que aún tenemos como género.
Por Amanda Ávila Reynaldos

MOTIVACIONES INICIALES
A: ¿Desde cuándo funciona Domodungu y cuáles fueron las motivaciones
que llevaron al surgimiento de la organización?
LM: El Domodungu como Corporación nace en el ‘91 con personalidad jurídica,
pero la historia del Domodungu es más antigua. Por el año 85 u 86 más o menos,
a partir de una constatación mía, cuando dejé de ser asesora de la JOC (juventud
obrera cristiana) y dejé de trabajar en la pastoral juvenil, me fui a la casa a ser
una dueña de casa y a estar tiempo completo en la población.
Ahí empecé a visitar a compañeras, y en ese momento me di cuenta que estas
compañeras con las que nos conocíamos desde muy jovencitas en la fábrica CALAF,
y que éramos todas sindicalistas y mujeres muy luchadoras, por todo lo que
significaba haber participado en el sindicato y haber formado una cooperativa de
vivienda, con la llegada de la dictadura habían perdido ese protagonismo que
tenían anteriormente. Entonces las mujeres estaban muy dependientes de sus
maridos, de los recortes que se podían hacer para poder comprar algo para ellas
mismas.
De eso me di cuenta, y fui
a contarle a la Rosalina
Yáñez, y decirle lo que a mí
me pasaba cuando yo veía
a mis compañeras que
andaban sirviendo, o
contaban que se echaban
unas monedas de recorte, o
le lavaban los pies al
marido. Entonces eso fue lo
que a mí me hizo decir
¿qué podemos hacer?, y la
Rosalina me dijo: ya,
enseñémosle a hacer arpilleras, tú las convocas, tú tienes el poder de convocatoria,
van formando los grupos y conversamos con las mujeres, y nos valemos de las
arpilleras para que las mujeres expresen y hablen de ellas, de lo que están pasando.
Algunas también vivían con sus maridos alcohólicos, entonces no lo pasaban muy
bien.
Esa fue la constatación y el empezar, y después de eso, pasamos harto tiempo en
diferentes lugares, y vino todo el tema de pensar en cómo se iba a volver a la
democracia, y empezó todo un movimiento grande en Talca.
Después de eso, nace este sentir que yo muchas veces he expresado de decir que
nosotras no pertenecemos a nada y considerarnos un poco huachas. De ahí viene
la iniciativa un hermano holandés con el que paralelamente teníamos muchas
reuniones por las otras actividades cristianas-, y ahí él dijo: bueno, organícense, yo
busco recursos, voy a Holanda y traigo recursos para que ustedes se organicen.
A: ¿Podría contarnos más sobre la relación entre el Domodungu y la
religión católica/cristiana?
LM: Yo siempre digo que una de mis grandes escuelas fue la JOC, todo un
movimiento que pertenece a la Iglesia Católica (internacional) y nace en Bélgica.
Entonces yo vengo de eso, es parte de mi formación todo este método que cala
muy fuerte que es el “ver, juzgar y actuar”… Teníamos mucho vínculo con la Iglesia
porque también en ese tiempo estaba todo lo que era la teología de la liberación,
que habían muchos curas comprometidos con el movimiento social, con el
movimiento sindical, habían muchos curas obreros… Los movimientos sindicales
eran fuertes y ahí estaban insertos muchos curas, pero la base de fondo era la
teología de la liberación.
Anna: Y la educación popular también, iban de la mano las dos cosas.
A: ¿Y cómo se podían organizar en tiempos de dictadura, en donde
cualquier tipo de organización era perseguida?
LM: Mira, nosotras cuando quisimos en
tiempos de dictadura reactivar algún
movimiento como la pastoral obrera en
Talca, fue todo un trabajo clandestino.
Nosotros funcionábamos en ese tiempo al
alero de las ollas comunes, esa también
era una forma de juntarnos, hablar y
darnos cuenta de que alguna manera
teníamos que salir y enfrentar la
dictadura.
Pero los movimientos más reflexivos se organizaban al alero -de forma escondida-
de iglesias, en algunas parroquias con curas que estaban comprometidos, pero todo
calladito, no eran abiertos, no eran grupos masivos, se invitaba de boca en boca a
las amistades.
A: ¿Cuál era el principal objetivo al que apuntaba la organización en
ese tiempo, cuando surgió?
LM: Antes era todo lo relacionado al desarrollo integral, desarrollo personal. Por
eso decíamos voz de las mujeres, mujeres con voz… Porque encontrábamos que era
importante que nosotras las mujeres creciéramos, que nos valoráramos, que nos
respetáramos, que nos diéramos el valor que teníamos… Y después surgió como
gran objetivo el mejorar la calidad de vida de las mujeres, pero la Corporación
dice: Corporación de apoyo integral de la mujer.
Anna: Ese concepto de lo “integral” siempre se ha traducido en lo que abarcaba
toda la vida. Lo económico, la política, lo cultural, la recreación, -como derechos-
la salud, y también la espiritualidad. Entonces esto de lo integral de Domodungu
siempre lo hemos tratado de mantener no solamente en las actividades temáticas,
sino que en la totalidad de lo que abarca la “persona” de la mujer.
Yo recuerdo que me asusté muchas veces cuando hablaron al principio de la mujer
como persona. A mí me chocó, como que ¿hay que enfatizar que la mujer es
persona?. Esas son cosas que marcan, para las mujeres también, cuando se
empiezan a considerar como personas… Eso fue muy fuerte los primeros años y
sigue siéndolo. Y no un mueble como a veces han dicho o como esclava…
LM: Y todavía vas a
encontrar a mujeres que
dicen que se están
valorando como
personas.
Sobre la espiritualidad,
noté que la Iglesia hizo
un repliegue para atrás
y empezaba a
concentrarse en todo lo
sacramental, y toda la
otra vida no la van
tomando en cuenta… Y
muchas nos fuimos
yendo de la Iglesia…
Y de ahí también en el
Domodungu
empezamos a crear esto,
la Annita cuando
empieza con todos los
talleres de teología
desde la perspectiva
feminista, y darnos
cuenta que ahí estamos desarrollándonos, creciendo y fortaleciendo nuestra
espiritualidad.
A: Es interesante lo que dicen, porque me costaba entender la relación
de esta organización con la religión católica, que en general promueve
una visión más sumisa de la mujer. Pero al abordarlo desde una teología
feminista se comprende mejor…
Anna: Para mucha gente y muchas mujeres ese salto es difícil de entender. Pero
yo me acuerdo muy bien de ver el fenómeno de cuando uno trabaja con ellas para
trabajar el desarrollo y autoestima de las mujeres hay muchos nudos en sus vidas
que tienen que ver con su socialización religiosa…
A veces hablábamos de teología, o hacíamos talleres de relectura bíblica donde
uno mete mucho lentes de género, análisis del patriarcado, contribuyendo así
también a la liberación de muchos mitos y de falsas interpretaciones. Domodungu
era un espacio libre… Domodungu era un espacio donde las mujeres podían
expresarse y hablar de sus dudas, sus preguntas.
PESARES QUE COMPARTIMOS
A: Bueno quizás han ido cambiando, pero ¿cuáles eran esos principales
nudos que más aproblemaban a las mujeres que llegaban a
Domodungu?
LM: Por ejemplo, uno de los nudos grandes cuando estábamos trabajando en todo
lo que es el desarrollo personal al hablar de su historia, de su vida, fue el hablar
sobre cómo ellas fueron abusadas al interior de sus familias, que fueron muchas
veces abusadas por los padres, los tíos.
O mujeres que se hicieron un aborto o dos abortos porque la situación no daba y
se tuvieron que hacer esos abortos clandestinamente y que nunca lo dijeron, nunca
lo hablaron porque lo consideraban como el “gran pecado”. Como decíamos
anteriormente influye fuertemente toda esta formación religiosa, de este Dios
castigador, de este Dios que te está mirando y que es penalizador, y está la creencia
de que vas a ser castigada por Dios y vas a ser una criminal cuando te haces un
aborto. Por eso algunas mujeres jamás lo habían hablado.
Yo tengo testimonios de mujeres de sesenta y tantos años que por primera vez
hablaron de que ellas se hicieron un aborto. Y era una cuestión súper heavy porque
en el círculo mismo cuando se llegaba a ese tema la mayoría decían “no”, o se
producía silencio. Cuando había silencio yo decía algo pasa aquí. Y algunas que se
atrevían a hablar decían: “no, yo nunca jamás”; “ese crimen no lo cometería
jamás”, ¿cachai?.
Cuando al final del taller se lograba hablar del aborto, y todas estas mujeres que
dijeron que no cometerían ese “crimen” o que no entendían a las mujeres que lo
hacían, obvio que después cambiaban mucho su postura ante el grupo y esas
mujeres, y se volvía a toda esta descarga, esta catarsis que hacíamos
colectivamente después de darnos cuenta de cómo a veces nuestro lenguaje es tan
enjuiciador que no nos damos cuenta que como mujeres estamos con nuestro
lenguaje castigando a otra mujer, sin saber la historia. Por eso que es tan
importante conocer la historia de nosotras las mujeres, porque cuando yo hablo de
mi historia y conozco la tuya yo te puedo entender más.
Esos han sido los grandes nudos… O soportar la violación de su propio marido
porque ellas no tenían ganas de tener relaciones con su marido, pero te habías
casado entonces tenías la “obligación” de tener sexo con tu marido… Entonces
cuando nos vamos dando cuenta que esa también es una forma de violación
podemos ir hablándolo. Porque siempre la violación la veíamos como que un
extraño era el que te violaba, pero nunca con conciencia de decir: oye, yo también
estoy siendo víctima de violación.

Anna: Tú abarcas varios nudos. Primero la autoestima, después el pecado y la


culpa, yo creo que son cosas fuertes que hemos trabajado. La relación con su propio
cuerpo, y la sexualidad…
EL PODER DE LA ORGANIZACIÓN
A: Desde su perspectiva, ¿Cuál es la importancia de organizarnos como
mujeres?
LM: Desde mi perspectiva, las mujeres todavía no nos hemos liberado de estos
“nudos” y no podemos hablar con libertad, y hay que saber que esta cuestión viene
de un sistema que nos sigue jodiendo. Por eso es importante que desde algún
círculo se denuncie lo malo y que se haga consciencia de todos los productos del
patriarcado y preguntarse “¿hasta cuándo lo aguantamos o sostenemos?” o “¿me
voy a morir bajo esta estructura?” y tomar consciencia para las mujeres de las
generaciones futuras.
Anna: Hay que pensar que es muy difícil cambiar un sistema que tiene 5.000
años, pero cuando se toma consciencia y nos ayudamos, no estamos reproduciendo
el mismo modelo, porque no lo aceptamos. Los círculos de apoyo entre mujeres
también ayudan a identificar algunos comportamientos “machistas” o
“patriarcales” entre nosotras mismas, y no tiene nada de malo mientras nos
sinceremos y tratemos de no perpetuar estos “micro-machismos”. Esas son algunas
de las cosas con las cuales como mujer te sientes cómoda de desentrañar en un
grupo de confianza.
LM: Por otra parte, para mí es una gran amenaza todos estos talleres que ofrecen
las municipalidades hacia nuestro proceso de liberación y de desarrollo, porque
hacen caer a las mujeres en este individualismo. Así las mujeres dicen “yo vengo
aquí, aprendo la técnica y luego me voy, no me interesa cómo estás tú no me
interesa nada de la política”… Entonces se está formando una cosa tan
individualista, un desinterés, una apatía, con mucha razón porque estamos
desilusionadas de tantas cosas… Yo me atrevo a decir que eso es producto y que
está pensado así por este sistema macabro.
Anna: Yo quisiera decir algo positivo, porque también hay grupos de mujeres
jóvenes que buscan alternativas y las buscan fuera del sistema, por eso están un
poquito dispersas, están en una búsqueda de alternativas…
Esos grupos me dan aliento, porque nosotras hemos criticado mucho el sistema y
estábamos en esa etapa de mucha crítica y de proponer pocas alternativas porque
estamos muy inmersas en el sistema, y las mujeres jóvenes de alguna manera no
tienen esa carga que nosotras las mujeres católicas de nuestra edad tenemos, y que
necesitamos de toda una vida para deshacernos de estos mitos y culpas… Pero las
mujeres jóvenes no necesitan tanto de deshacerse de esas cosas, entonces ahí queda
espacio para buscar cosas nuevas, aunque hay mujeres de nuestra generación que
están en eso también, que están en el eco feminismo, en la salud alternativa,
entonces igual ahí hay perspectivas distintas.

*Domodungu tiene a disposición


el Albergue La Leona en Vilches
Centro, que cuenta con cabañas
para 4 y 6 personas. Además,
ofrecen terapias alternativas, todo
ello en un entorno armónico y en
contacto con la naturaleza.
Si reservas estarás colaborando
con el financiamiento de este
proyecto y así ayudarás a que
continúe.
Contacto y reservas:
alberguelaleona@gmail.com
Fotografía: Sebastião Salgado
Feminismo en Chile: Una visión histórica, de cambios y
discusiones abiertas en relación a la equidad de género.
“Más allá de los hitos en la historia y de los días que se conmemoran en relación a
las reivindicaciones de los derechos que las mujeres hemos conquistado en largas
luchas, vale realizar una revisión que integre diversos elementos de este movimiento
en Chile. De la mano de Sandra Vera –mujer, socióloga, feminista, profesora, etc.
Nos adentramos desde su prisma para conocer desde su mirada lo que ha sido el
recambio generacional del movimiento, los cambios y continuidades al interior de
este, las transformaciones de consciencia, el rol gubernamental y los debates y
discusiones para nada cerrados que sucinta la equidad de género en Chile. De esto y
otras coyunturas como cuotas, salario y aborto, en las siguientes líneas”.
Por: María Paz Rojas Monares

MP: Lo primero de lo que me gustaría que habláramos es de su afiliación


con el movimiento feminista, ¿por qué se acerca, ¿cuál fue su
motivación?
S: Cuando estaba en la universidad, estudié sociología en la Chile, pero no había
ramos de género en ese tiempo. Ahora hay, fui generando la inquietud al
comenzar a reunirme con personas que también la compartían. Estamos hablando
desde principios del 2000, cuando quisimos tratar de entrar al movimiento
feminista nos enteramos que existían los Encuentros Nacionales Feministas, y
supimos que se pensaba hacer uno el 2005.
Algunos conocidos
fueron acercándose a la
organización y nos
dimos cuenta que las
mujeres que lo
componían eran en su
mayoría mujeres
mayores de 50 años,
eran mujeres históricas
que provenían de
movimientos en contra
de la dictadura y
seguían estando. Las
jóvenes que querían
ingresar de alguna manera sintieron que no había espacio para ellas, tema que
tenía más que ver con un asunto generacional, pero ellas también nos querían
acoger, porque nosotras queríamos estar presentes.
Lo que resolvimos fue hablar de feminismo joven, convocamos a una asamblea de
feministas jóvenes, arrendamos un pequeño lugar en donde llegaron bastantes
personas con mucho entusiasmo y así formamos la “Coordinadora de Feministas
Jóvenes” con la posibilidad de generar coordinaciones aparte.
En las feministas antiguas había preocupación por un relevo generacional, ya que
en días históricos –como el 8 de marzo- nadie iba a marchar. El MEMCH
(Movimiento Pro-emancipación de la Mujer Chilena) que tiene su origen en un
movimiento social para promover el derecho a voto para la mujer, no facilitó la
sede para hacer nuestras asambleas.
MP: En relación a eso ¿cómo ha visto el desarrollo del movimiento en
Chile, por ejemplo, se admiten hombres?
S: En ese momento fue una gran discusión, porque nosotras planteamos el ¿por
qué no podrían participar hombres en el movimiento feminista? La respuesta de
las mujeres más antiguas fue que esa discusión ya estaba zanjada, y que no habría
hombres en el movimiento. Nosotras –jóvenes- no estábamos de acuerdo, y
queríamos que esa discusión se diera, y a raíz de eso iríamos al encuentro a dar
nuestra opinión en relación al tema, ahí se notó un tema generacional.
Desde mi perspectiva la participación de hombres oficialmente todavía no lo veo
tan claro, pero sí he visto hombres interesados en las demandas feministas, es
impresionante. Lo que también he notado son organizaciones de hombres
cuestionándose los privilegios de la masculinidad, criticando a la masculinidad
hegemónica, como “Los Porotos” de Santiago, quienes apuntan más bien a un
movimiento contracultural, con ellos tuvimos vínculos, lo cual fue muy novedoso.
Luego nos fuimos separando por cosas de la vida, pero seguimos asistiendo a
marchas juntas. En lo personal me fui a estudiar afuera (Barcelona). Para mí fue
muy impresionante cuando volví hace dos años, ver la convocatoria que tenía, por
ejemplo, el 8 de marzo, cosa que antes no pasaba.
MP: En relación a ese cambio de vuelta a Chile, socialmente, ¿qué
siente/sintió que ha cambiado?
S: Yo lo sigo pensando con lo que he ido viendo, porque ahora sí que hay
generaciones jóvenes participando desde distintos lugares, desde la izquierda, el
movimiento anarquista que también acogen las demandas feministas.
Creo que esto también tiene que ver con un cambio a nivel país. Los movimientos
sociales que se han venido desarrollando en Chile, desde el movimiento del 2006
de “los pingüinos”, el cual mostró un cambio en las formas de manifestarse, con
otros repertorios de protestas más lúdicos como carnavales, batucadas, y eso se
extendió a marchas de todo tipo, “No más AFP”, manifestaciones asociadas a no
más violencia en contra de la mujer, socioambientales, y así (…).
Lo que llamó mi atención fue la conmemoración del 11 de septiembre, ya que
siempre fue más sobria, ahora es distinto, las manifestaciones tienen más amplitud.
Por otra parte, y en relación al cambio cultural, la resonancia cultural, el eco que
generó las demandas de género aumentó. Hay puntos de consenso antes
impensados, antes estos puntos de consenso eran muy mínimos, como el derecho a
posnatal. Todo lo que tuviera que ver con lo que pudiera conciliar vida laboral con
vida familiar.
Pero ahora esos mínimos están bastante más altos, podemos hablar de una visión
hegemónica de los cuerpos que está siendo criticada, los derechos sexuales y
reproductivos son temas más conversados. Imagínate que la Ley de Divorcio es
muy reciente, siento que han sido muy lentos ese tipo de cambios culturales. Ahora
han tenido que instalarse los temas, el hecho de que el gobierno ponga en agenda
estas demandas históricas del movimiento feminista, tiene que ver con estas
demandas ciudadanas que no se pueden eludir.
MP: Institucionalmente, ¿qué rol ha jugado el Estado en políticas de
equidad de género?
S: Tuve la suerte de trabajar en el SERNAM, lo cual en su momento me generó
conflictos al ingresar a un organismo que no había prestado atención a las
demandas del movimiento feminista.
Ingreso justo en el momento de la efervescencia del movimiento feminista donde
participaba, pero ver desde dentro como funciona el Estado es una suerte y hay
que vivirlo.
Me tocó estar ahí en el primer gobierno de Michelle Bachelet, donde hubo un
cambio de lógica, el cual buscaba la tranversalización del enfoque de género en el
Estado, referido a que los asuntos de género no estuvieran solo encerrados en el
SERNAM. Básicamente trabajé en ir a molestar a los otros ministerios, a decirles el
problema de género no es solo del SERNAM, y ese cambio creo que fue clave, ya
que todas las políticas en Chile deben tener un enfoque de género.
En ese momento los FONDECYT incorporaron los pre y post natal, porque antes no
importaba que yo
hubiese estado
embarazada y te
pudieran quitar el
proyecto. Hoy no
se concibe estar sin
esto, yo lo
reconozco como
un cambio en la
política pública de
género que
impulsó
transformaciones
reales.
MP: En este contexto y desde lo más visible, ¿qué opinión tiene de las
cuotas de participación en la política?
S: Ese tema es controversial y genera discusiones bien bonitas, tienen que ver con
cómo comprendemos la democracia. Diría que aquí primero hay que asumir un
punto base que es que la motivación de ese tipo de leyes, -que en otras sociedades
fue como incorporar a la comunidad negra, promoviendo esa participación- y
homologándolo con esto.
Para apurar ese proceso, lo que se hace es poner cuotas, se cuestiona si eso es
democrático o no, si es justo o no, pero también es querer equiparar las condiciones
para promover la incorporación. Por ejemplo, en Latinoamérica donde la
participación de las mujeres es baja en política, falta esa discusión.
Algunos partidos han incorporado esa política en sus colectividades. A veces las
medidas legales apuntan a lo cultural. Pero no hay que confundir la dimensión de
ese cambio, porque el hecho de que no haya más candidatas mujeres, significaría
que estas representan un cambio cultural en relación a las demandas de género.
Un tema recurrente en las discusiones cotidianas tiene relación con las demandas
de igualdad de salario (…)
Desconozco estadísticas actuales, pero cuando las manejé los datos eran bien
interesantes. A mayor especialización, aumenta la desigualdad salarial. En relación
a los hombres, lo mismo pasaba en los quintiles más bajos.
Lo que sí, se ha comprobado es que cualquier trabajo en el que empiezan a
ingresar más mujeres, los salarios bajan. La otra razón que es más cultural y consiste
en que los trabajos realizados comúnmente por mujeres son más desvalorizados,
respecto a labores del funcionamiento del mercado, (no considerando las encuestas
del uso del tiempo en relación al cuidado de un niño o niña, de una casa, de un
adulto mayor). ¿Cuánto dinero se ha ahorrado el Estado en estas labores que
desempeñan las mujeres?
Por una parte, es interesante cómo se mide el valor del trabajo, y esto genera una
discusión urgente que tiene que ver con la reproducción de estas condiciones, ligado
a la conciliación de estas labores con el trabajo (lo que soluciona parcialmente el
problema por dar una solución precaria del problema económico), pero esto no
propone que la mujer se desarrolle y que el hombre tome más responsabilidad en
las tareas, porque finalmente se requiere tener una co-responsabilidad.
MP: Y en relación a su experiencia como académica, ¿se advierte este
tipo de desigualdad en este trabajo?
S: Creo que a nivel de sueldo eso está regulado. Sí hay diferencias en las
posibilidades de posgrados, ahí sí que hay diferencias. Pueden ocurrir sutilezas del
machismo, como los roles que a las mujeres se les cargan más, como por ejemplo
labores de gestión, quizás también querríamos dedicarnos a escribir. Además, con
esa lógica de que las mujeres hacen más cosas a la vez, también se promueve un
tipo de explotación que debería comenzarse a revisar. Hay una serie de sutilezas
culturales que afectan el trabajo que pueden ser inconscientes.
MP: ¿Considera algún hito que haya dado origen a la discusión en
relación a la violencia contra la mujer?
S: Creo que fue importante la organización de la “Red Chilena de la Violencia
Contra las Mujeres”, y ellos fueron muy insistentes en las denuncias a “La Cuarta”.
Por los titulares de “Mató por amor, por celos”. Ellos desarrollaron el slogan
“Cuidado: el machismo mata” para decir que lo que mata es el machismo en casos
de femicidios, lo que implica que matar a alguien cuyo factor de riesgo es ser mujer,
se considere como femicidio. Recuerdo más bien esos hitos articulados en estos
temas.
MP: En relación a la contingencia ¿cuándo entra el aborto a esta
discusión?
S: Ha estado desde
principio de la vuelta a
la democracia, como
amarre de la transición
para la demanda del
movimiento feminista.
Desde el 2000 hay una
presión de organismos
internacionales como la
ONU, Amnistía
Internacional, dentro de
la perspectiva de los
derechos humanos, ya
que cuando se impide el
aborto terapéutico se
está atentando en
contra de los derechos humanos de las mujeres.
En este contexto, el gobierno de Michelle Bachelet (segundo gobierno), recoge esta
demanda ayudada por peticiones emblemáticas como la de Karen Espíndola,
quien no podía realizar un aborto de un hijo que venía con múltiples
complicaciones de salud, niño que –finalmente- vivió hasta los dos años.
A raíz de esto, demanda al Estado chileno. Luego ella queda en la ruina como
muestra de las contradicciones de un Estado neoliberal que no apoya las
consecuencias de este impedimento. Por esto también el aborto es parte de la
agenda gubernamental (…) Creo que el debate no podía esperar más, ya era
insostenible (…)
MP: Socialmente existen múltiples opiniones, ¿cuál es la lectura que
usted hace de como abordó el tema del aborto la sociedad?
S: Creo que el debate del proyecto de ley sí democratizó la discusión, porque el
debate estaba muy encerrado en los movimientos feministas y los movimientos pro
vida, y así no se podía generar una discusión real.
Discutir implica la posibilidad de opción. Además, el tema empieza a salir en los
medios como algo relevante, pero creo que estamos recién empezando. Con esto
cada vez se han ido develando más posturas, como la de personas de la derecha y
de organizaciones católicas, que sí estaban de acuerdo con este aborto de las tres
causales.
Esto significa que era un tema latente desde hace mucho tiempo, y eso contribuye
a la democracia. También existe la opinión de la Iglesia que es clara y respetable,
pero siempre entendiendo los límites de la acción en la política estatal.
MP: ¿Cuáles son los pasos a seguir en relación a los derechos sexuales y
reproductivos?
S: Creo que la gran deuda en Chile es una política integral que aborde la educación
desde la infancia. Porque si pensamos sobre la autonomía de los cuerpos notamos
que este tema no está bien trabajado desde la educación. Esto no se da porque no
está bien conversado, faltan muchas cosas como una educación sexual con enfoque
de género. Así todos los debates encajarían de forma más igualitaria, por ejemplo,
las personas menores de 18 años no pueden exigir cuidado en sus derechos sexuales
y reproductivos.
MP: Y para finalizar ¿Qué significa para las mujeres la aprobación de
las tres causales del aborto? Entendiendo que esto también constituye
un problema de desigualdad y de clase.
S: Independiente de la posición que tenga cada una frente al aborto no abran
menos abortos. Lo que si pasará, es que se generarán menos abortos clandestinos,
y se evitará que mujeres pasen por una condición de ilegalidad, ya que esta hace
que salgan beneficiados unos pocos, y que se lucre. Yo diría grandes cosas no van
a cambiar, pero sí las condiciones. De alguna manera se genera un debate para
discutir acerca de los derechos humanos de las mujeres.
Sandra Vera. Fotografía: Dante Valdera
8 de marzo: Conmemoración v/s celebración. La historia
detrás del “día de la mujer”
Lo que hoy en día todas y todos conocemos en torno al día de la mujer, en estricto
rigor, es una mutación del movimiento original. Si bien, hoy en día se hace alusión a
la fecha exacta del 8 de marzo, ¿Por qué se adoptó a nivel mundial dicha fecha como
el día de la mujer?
Por Claudio Leppe Moreno

T
odo se remonta a fines del siglo XIX en los países altamente industrializados,
específicamente Estados Unidos. En la ciudad de Nueva York, la alta
industrialización del sector textil propició que muchas mujeres de la época
trabajaran como operarias de máquinas recibiendo un salario ínfimo, además de
contar con tratos y condiciones inhumanas en su labor impuestos por sus
empleadores burgueses.
Fue así como un 8 de marzo de 1857, un grupo numeroso de trabajadoras y
trabajadores sindicalizadas y sindicalizados de una fábrica textil decidieron
organizar una manifestación en un barrio acomodado neoyorquino para captar
la atención ciudadana. Como era de esperar, la manifestación fue interrumpida
drástica y violentamente por la policía.

¿Qué era lo que pedían las trabajadoras?


Entre las peticiones del movimiento original de mujeres se encontraban: la
reducción de 12 horas laborales a 10, descansar los domingos, mejores sueldos y
mejores condiciones de trabajo (libre de hacinamiento y horas de colación).

“We shall fight untill we win” (Pelearemos hasta vencer). Foto de una de las primeras
manifestaciones sindicalistas en NY, donde la mayoría eran mujeres.
Aunque el movimiento sindical original del 8 de marzo de 1857 fuera relativamente
un intento frustrado por la violencia, éste sentó las bases a muchos movimientos
masivos posteriores.
Una de estas manifestaciones, la cual está erróneamente vinculada al 8 de marzo,
ocurrió el 5 de marzo de 1908. Nuevamente, en una fábrica textil neoyorquina
donde ésta vez alrededor de 140 operarias se encerraron en el edificio para
reclamar por sus derechos, muchos de los cuales no habían sido tomados en cuenta
desde la marcha original de 1857.
A las 24 horas de iniciada la movilización de las trabajadoras y la toma del edificio,
el dueño y un puñado de secuaces deciden quemar el edificio y no dejar salir a
ninguna trabajadora. El resultado es relativamente conocido, las 140 operarias
murieron por el actuar de un puñado de cobardes.

A la izquierda: bomberos tratando de apagar el incendio. A la derecha arriba: las


operarias textiles durante la jornada laboral. A la derecha abajo: los cadáveres de
las valientes mujeres.
Las repercusiones del asesinato masivo de 1908 se dejaron ver en el primer Congreso
Internacional de Mujeres Socialistas en 1910, donde Clara Zetkin, una de las líderes,
propuso que se estableciera el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer,
conmemorando al primer movimiento sindical de mujeres en contra de la
burguesía capitalista, además de honrar a las trabajadoras asesinadas en el
atentado incendiario en 1908.
Clara Zetkin (Alemania 1857 - URSS 1933).
Política, feminista, líder organizadora de los
Congresos Internacionales de Mujeres y
luchadora pionera por los derechos de la
Mujer.
“Las mujeres socialistas de todas las
naciones reconocemos al imperialismo
como el enemigo que ahora está
conduciendo a los pueblos a luchar
entre sí”.

Hoy en día, el 8 de marzo hace alusión a una postura ante un conjunto más
ecléctico de situaciones de desigualdad. Si bien en tiempos pasados como los
mencionados anteriormente el movimiento de las mujeres trabajadoras respondía
a una desigualdad abismal dentro del área laboral.
Hoy los factores de desigualdad que existen en el mundo que afectan directamente
a las mujeres de todas las nacionalidades son la educación (o segregación de ella),
trabajo -remunerado o no remunerado- y, sobre todo, violencia. Éste último factor
hace alusión a muchas organizaciones (ya sean establecidas legalmente o no) de
apoyo y unión que, en mi punto de vista, son acertadas y funcionales dado los
acontecimientos brutales de violencia contra mujeres alrededor del mundo.

Lamentablemente, el marketing y las sociedades pro-neoliberalismo adoptan el


día de la mujer como celebración o como algún tipo de ritual consumista en el cual
mujeres y hombres compran cosas. Más ridículo aún son aquellos hombres que
regalan flores el 8 de marzo, como si se tratase de un segundo 14 de febrero para
honrar a la mujer.

Considerando todos los aspectos a los que alude el 8 de marzo, tanto históricos
como personales, en mi opinión, la fecha en sí es un símbolo con una potencia
bastante subvalorada por hombres y más triste aún por mujeres que no conocen,
respetan, ni se sienten identificadas con movimientos en pro de la igualdad y de
decir, de una vez por todas, ¡BASTA DE VIOLENCIA!
“Disculpe las
molestias, pero
nos están
¡ASESINANDO!”.
Talca, Chile 19 de
octubre de 2016.
Congregación por
Ni Una Menos.

“Vivas nos
queremos” y
“Mujer, no me
gusta cuando
callas”. Talca,
Chile 19 de
octubre de 2016.
Congregación por
Ni Una Menos.
Panoramas Piducanos
No diga que Talca es fome. Aquí les mostramos actividades culturales y eventos
para marzo en distintos puntos de la ciudad.

Ciclos de cine y documentales:


• Estreno película “7 semanas” + conversatorio con protagonista + lanzamiento
N5 Convergencia Piducana: miércoles 08 y 15 de marzo, 20:00Hrs. Ubicación:
Cinespacio (Coworking COWIT ubicado en 2 sur entre 1 poniente y 1 oriente).
Entrada general: $2.000

• Proyección documental Maule Nativo: Provincia de Talca: martes 21 de


marzo, 19:00Hrs. Ubicación: Centro extensión Universidad de Talca. Entrada
gratuita.
• Documental “Yo soy el Ñaño”: jueves 16, 20:00Hrs. Ubicación: Centro de
extensión UCM. Entrada gratuita.

Cine arte UCM: Derechos Humanos.


• Calle Santa Fe (2007): martes 14, 20:00Hrs. Ubicación: Centro de extensión
UCM. Entrada gratuita.
• El Color del Océano: martes 21, 20:00Hrs. Ubicación: Centro de extensión
UCM. Entrada gratuita.

Exposiciones:

• “Altares de la Ausencia” del


fotógrafo Gastón Salas.
Inauguración jueves 9, 20:00Hrs
(hasta el 15 de abril). Ubicación:
Centro de extensión UCM.
Entrada gratuita.

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