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DIACONÍA E INCIDENCIA PÚBLICA

RESUMEN

Desafíos y dilemas: Una cosa es la participación pública a partir de la fe y otra es la que se hace a
partir de las ideologías. Para hacerlo desde la fe es necesaria una lectura actualizada de cuál va a
ser la acción y la contribución y desde allí interconectar diaconía, incidencia pública y
evangelización.

Ideas para reflexionar: La acción pública y social debe superar el carácter asistencial que ha tenido
hasta ahora. Debe considerarse el evangelismo como desde una perspectiva integral, no de lo
remedial sino a partir de una transformación. Entonces los desafíos incluyen una revisión de lo
integral a partir, no de sumar elementos, sino de un nuevo sentido de la misión. Una nueva lectura
de la acción social a partir de y como testimonio de fe. Definir las relaciones entre diaconía,
incidencia pública y evangelización. Sin olvidar el carácter humanitario y caritativo de la iglesia, se
debe avanzar a una incidencia pública sistémica y responsable.

Ubicando algunas problemáticas:


El mensaje de la encarnación de Dios se hace presente en el “aquí y ahora” como
presencia de gracia y salvación. Proclamar el evangelio y vivir la realidad en la que Dios nos ha
puesto son dos cosas simultáneas. Después de ir al desierto, Jesús vuelve a la sinagoga y hace
lectura de un pensamiento profético que convocaba un ministerio de responsabilidad social y un
llamado al servicio, agregando que la escritura se cumple en ese momento. Y mientras que los
pensamientos modernos, como la Nueva Era basan sus pensamientos en el pedir, creer y recibir, la
lógica de Jesús es completamente distinta al señalar que quien quiera recibir, que comparta, que
entregue, que sirva; analizando la realidad desde una perspectiva transformadora. La bendición
del llamado a seguir a Cristo está en la vocación de servicio, de solidaridad que hemos recibido. De
dar testimonio de Jesucristo.
En el análisis de la obra de la iglesia latinoamericana la pregunta surge de si hemos
actualizado el ministerio frente a los desafíos de los actuales cambios de época, y si se ha
incorporado, luego de esa comprensión, la perspectiva integral de la misión. De aquí que se
presenten dudas en cuanto a la presencia de la diaconía en el escenario público, político y social.
Esto ha estado siempre marcado por prejuicios, sectarismos, temores y desconfianzas. Si bien, se
ha realizado servicio social, lo más frecuente es que se haga por proselitismo. En lo relativo al
escenario público se ven distintas motivaciones que pueden ir desde una afirmación de identidad
a la búsqueda del poder. Esto ha generado el problema de la poca incidencia de la iglesia en estos
temas. Si, por ejemplo, en el momento de discutir cambios a la constitución de Ecuador, la Iglesia
Católica protestó por una pérdida de poder e influencia frente a nuevos grupos que se levantaban,
las Iglesias Evangélicas presentaron argumentos que fueron calificados de “ignorancia”. Como
cristianos debemos tomar conciencia de una ciudadanía plena y comprometerse desde esta área.
A veces quienes tienen menos conocimiento intelectual tienen mayor conciencia de la real
incidencia social y pública que puede realizar la iglesia.
Juan Sepúlveda caracterizaba lo que dio fuerza al pentecostalismo en las sociedades urbanas
(aunque esto no siempre se realizó de manera consciente): 1) Supo hablar el lenguaje del pueblo.
2) Ofreció una oportunidad de aproximarse directamente a Dios sin mediación. 3) Fueron
comunidades participativas. 4) Fueron comunidades sanadoras 5) Ofrecieron salvación,
acompañamiento y esperanza en el aquí y el ahora. 6) Proyectaron un mundo simbólico asentado
en las culturas populares. El pentecostalismo debe proyectarse sin complejos, como
ciudadanos/as plenos de sociedades caracterizadas por sus complejidades. Imitar el ejemplo de
Jesús, es un llamado hoy en día. Su ternura y afecto hacia los pobre, no de manera exclusiva, pero
sí prioritaria. Ese fue el mensaje del movimiento pentecostal, ser pobre y estar junto al pobre
ofreciendo esperanza y demandando transformación.
Los cambios son importantes, pero deben realizarse en proceso de una búsqueda de
superación y renovación, no es simplemente cambiar por cambiar. Esto no tiene que ver con una
mentalidad en la que lo viejo se vuelve obsoleto, alimentado por una necesidad de consumo, que
provoca cambios innecesarios. Inevitablemente esto puede afectar lo religiosos, porque hay
mucho de novedad y hasta de “novelería”, pero no se debe ignorar que la realidad va cambiando,
por lo tanto se debe buscar una renovación en lo personal e institucional.
En la actualidad se observa una crisis de triple dimensión. Una crisis de la cultura
occidental, con su racionalidad, su búsqueda del progreso, su afán consumista y creciente
individualismo. La incertidumbre hace anhelar el cambio. Por otro lado es una crisis de
hegemonías. La caída del muro de Berlín significó la orientación hacia un modelo, que hoy está en
crisis, lo que ha producido la aparición de diversos polos de poder. El modelo único de los noventa
ya no es suficiente como respuesta a los males de la humanidad. Por último está la crisis de una
historia que se hace y deshace. No hay una única alternativa con respuestas, sino múltiples
alternativas y la necesidad de convivir con el arte de enseñarnos unos a otros.
Por esto es necesario reconocer nuestra limitación para entender los problemas, e ir
aceptando las nuevas realidades, a la vez que complementar nuestro conocimiento con el de
otros. Aceptar el cambio, no ser intransigentes al intentar mantener la comodidad del “status
quo”. La Biblia nos llama a salir de la esclavitud de Egipto, a soñar con cielos y tierra nuevos, a ser
renovados y transformados por el Espíritu.
Si bien las iglesias pentecostales han desarrollado un gran trabajo en sectores pobres de
nuestra sociedad, por ejemplo en cuanto a la autoestima del pobre; aún falta mucho por hacer en
cuanto a concientizar por cambios transformadores en la labor social de la iglesia, potenciar
nuevas labores en la sociedad y lograr impactos significativos que provoquen cambios
cuantitativos. Algunas limitaciones de las iglesias han sido:
1. Las intervenciones se han producido de manera fragmentada, abarcando espacios micros.
Se hace necesaria la unidad de esfuerzos para una actuación eficaz en las macro-
relaciones.
2. El afán de competitividad ha producido un activismo impresionante. A veces se hacen
cosas por hacerlas, simplemente, aunque no siempre sean significativas.
3. La tentación, o la encrucijada entre mantenerse fieles a una tradición de servicio social y
discipulado bíblico, o abrirse a un modelo de intervención social que busque la
transformación por el éxito individual y la competencia.
4. Se ha avanzado en un discipulado intramuros, pero poco en formación ciudadana. Esto es,
se prepara a las personas para una vida activa en la iglesia, pero no para una vida activa en
la sociedad asumiendo derechos y deberes como ciudadano. Falta unir presencia social y
evangelización.
Eamon Kelly, ha definido algunas premisas que nos ayudan a encontrar sentido a esta
época de cambios.
1- El mundo nunca ha sido seguro.
2- Esta incertidumbre es claramente visible. Junto con ello y, menos visible, está el
desmoronamiento de mucho de lo que hemos supuesto y pensado.
3- Los cambios son complejos y sistémicos, a la vez que son paradójicos y contradictorios.
4- Estamos en el umbral de la nueva era.
5- Ningún actor único puede, aisladamente, aspirar a controlar el futuro los problemas
actuales del mundo.
Por lo tanto, para entender mejor la realidad debemos revisar nuestras formas de pensar.
Recordar que el Espíritu nos ayuda a discernir la presencia de Cristo en el mundo. Según Kelly este
es el mejor momento para sembrar y cosechar la verdad de Cristo, pero también es el peor
momento, porque como nunca antes, se ha visto amenazada la confianza de que esto se puede
hacer. Se necesita recordar que el carácter político testimonial de la comunidad pentecostal se
sustentó en tres ejes centrales: el sentido de este mundo, el sentido del ser humano, el sentido de
ser de la Iglesia.

Desafíos hacia una presencia social y política profética:


La iglesia pentecostal ha crecido junto con la acción hacia los pobres, pero en la actualidad
se requiere que este accionar vaya más allá. Es fácil notar lo visible que se hace este grupo en
momentos de elecciones como un sector clientelar de votos. Entonces el problema es pasar de
esto a una presencia profética de la iglesia en nuestra sociedad. Pasar de ser una minoría poco
significativa a un grupo con presencia pública y con capacidades propositivas, facilitadoras y
motivadoras de cambios. Es necesario aprovechar el momento, antes de que se pierda la
oportunidad y volvamos a ser minorías fragmentadas, marginadas, sin capacidad de incidencia.
Cuatro desafíos se presentan en el campo del testimonio social:
1. Hacia una diaconía de impacto: algunos consideran que la acción social se ha parecido
más bien al asistencialismo y ha contribuido a mantener el “Status Quo”. Se ha actuado sin mucha
conciencia de los problemas estructurales detrás de la pobreza, marginación, exclusión, etc. Se ha
vinculado la diaconía al proselitismo, con un pensamiento más en la institución que en las
personas. Pero el ministerio de Jesús, se desarrolló de manera integral abarcando tanto la
demostración del amor de Dios por los necesitados y junto con ello, el sentido de justicia
defendiendo los derechos fundamentales del ser humano.
El CLAI, previo a una reunión en Washington con el BID, elaboró un documento que
resume parte de la acción de la iglesia en América Latina. Se ha considerado en varias tipologías:
1- La dimensión social y cultural de la iglesia ha constituido redes de personas, de grupos, de
comunidades que han ayudado a la distribución de bienes espirituales, humanos, y
materiales a la sociedad.
2- La comprensión de la diaconía se presenta como un “crecer en comunidad”, permitiendo
desarrollar un ministerio de sanidad restaurando daños psico-sociales, espirituales y físicos
consecuencia de la pobreza y reconstruyendo la comunidad cristiana como un lugar de
encuentro de aceptación, inclusión y participación de todos(as).
3- Su perspectiva de amor ha permitido la realización de proyectos de vida, especialmente
para grupos sociales más vulnerables y expuestos. Esto ha significado trabajos con niños,
jóvenes, adultos mayores, mujeres víctimas de violencia. Etc. Ha sido importante la labor
en la recuperación de la dignidad y autoestima de las personas.
4- La diaconía se ha entendido también como un llamado a cuidar la creación y a reconstruir
nuestras relaciones con la naturaleza. Manteniendo el sentido del carácter sagrado de la
creación que conlleva en nosotros la responsabilidad de cuidarlo.
5- La perspectiva que conlleva el ejercicio de una opinión pública profética y testimonial.
6- El enfrentar la pobreza buscando el mejoramiento económico y social de personas y
comunidades y la participación en emergencias y desastres naturales en sociedades donde
el riesgo es permanente.
Lo que esto demanda es una nueva visión que busque nuevas redes de relaciones,
participar de la agenda de otros, incidencia pública real, llevar a cabo una misión integral y
avanzar en el discipulado de ciudadanos responsables.
2. Una diaconía social y pública responsable: la presencia socio-política pentecostal en la
sociedad latinoamericana ha transitado a veces por caminos contradictorios y no siempre
articulados, pero con una gran fuerza social. Se ha caracterizado por:
- La labor realizada proviene más de una visión de necesidades específicas concretas que de
un análisis sistémico de la realidad.
- A veces las prácticas sociales han sido poco coherentes y/o ingenuas, producto de un
discurso basado más en la fe que un discurso ideológico de coherencia doctrinaria.
- La participación social y política ha tenido su fundamento en la conversión. En esto se ha
presentado como propuesta de identidad y búsqueda de sentido de la vida.
- En la fe cristiana convive el “aquí y ahora” con la perspectiva del Reino del “aún no”. Se
buscan alternativas y se lucha para un mundo mejor, pero la lealtad última es siempre con
Dios.
- El número creciente de personas en el movimiento pentecostal ha hecho que fuerzas
políticas los consideren un sector interesante de captación de votos. Ahora lo importante
sería reconocerse más que una fuerza expuesta al clientelismo, como un grupo que posea
la reflexión consciente que haga presencia política madura y responsable.
- Existe un grupo considerable de cristianos en organizaciones de base de la sociedad, en las
que se buscan soluciones a problemas diversos. El problema es la falta de experiencia para
interactuar en este mundo, los esquemas teológicos no contribuyen a una inserción
dinámica y hay deficiencia en la calidad de la participación.
- El desafío para el mundo pentecostal presente en política está en la capacidad de
aprender de esos nuevos escenarios y descubrir que el lenguaje de la fe no es siempre se
ajusta al lenguaje que el escenario político requiere y demanda.
Algunas experiencias de participación política de parte de los evangélicos no han sido muy
agradables: la creación de partidos políticos evangélicos cuya experiencia ha sido poco
constructiva y la por otro lado casi la totalidad de los evangélicos que ha accedido a puestos
públicos y políticos no ha dejado buen testimonio y han sucumbido a la corrupción, a la falta de
capacidad, manipulaciones, etc. No es que todo esto sea malo en sí, pero es necesario distinguir
entre la participación política de la que todos somos responsables en un sentido u otro, de la
participación política partidista.
La participación política requiere de la humildad, del aprendizaje de unos de otros y del
trabajo en colaboración y unidad. No hay dueños de verdades absolutas que puedan trabajar
solos. Se debe reconocer que el ministerio de la reconciliación, bajo la vocación por la justicia nos
convoca a fomentar espacios de diálogo entre las diversidades y a buscar alternativas múltiples y
diversas. En esta búsqueda se deben reconocer algunas acciones como banderas de unidad.
- Una visión distinta de la articulación de la realidad global.
- Una visión de sustentabilidad diferente de los modelos de desarrollo.
- Una visión distinta sobre la unidad de la humanidad.
- Una vocación por la solidaridad, contra la pobreza, las desigualdades y las exclusiones.
En el campo de la acción política pública hay preguntas que debemos responder y se
refieren a los aportes que debemos realizar, cuáles son las dinámicas económicas, políticas y
sociales en las que vamos a participar y cómo lo haremos; la relación entre crecimiento numérico y
los cambios que la sociedad necesita, el significado real de la misión, del evangelio, de la
participación política, cuales son nuestros sustentos teológicos y bíblicos, cual es nuestra
contribución espiritual y cómo unimos pastoral y proféticamente el servicio y la evangelización.
3. Una misión móvil: el ejemplo del tabernáculo, que se mueve, nos enseña que nuestro
actuar en la sociedad también debe serlo. Frente a los cambios que esta experimenta debemos ir
acompañando a las personas desde lo cotidiano y próximo para ir respondiendo a sus necesidades.
No solo formar células para crecer en lo numérico. Aquí se descubren nuevos temas de interés:
medio ambiente, violencia, democracia, fortalecimiento de la sociedad civil. En este sentido se
debe considerar la apertura de los templos para la colaboración con la comunidad durante la
semana.
4. Un aprender a trabajar en redes: el mundo actual, en el que la sociedad civil va tomando
protagonismo, el trabajo en redes se hace esencial ya que vivimos en un mundo de redes e
interacciones. Ante esto las iglesias constituyen un sistema de redes que une lo local y lo global
que debe ser potenciado para el servicio de nuestra incidencia pública y así pasar de lo aislado en
la búsqueda de alternativas a la interrelación e integración, pasar de lo local a lo global y viceversa.
Se puede avanzar en distintas acciones en la búsqueda de un mundo mejor:
- Una actitud política que aúne esfuerzos y propuestas más allá de los institucionalismos,
formando plataformas de esfuerzos e iniciativas comunes.
- Buscar una nueva definición del papel del estado, ante su constante disminución en la sociedad y
el avance del mercado como regulador de todo, creando una enorme crisis de lo económico y lo
social.
- Enfocarse en la superación de la pobreza no excluye el análisis de concentración de la riqueza.
- Hacer esfuerzos para la participación ciudadana en busca de alternativas.
- Más allá de reconocer la pluralidad y la diversidad se deben buscar soluciones diversas que
atiendan a las diferentes problemáticas.
- Los problemas van más allá de lo económico y político, también se relacionan con lo ético y lo
espiritual. Aquí la iglesia debe promover la adopción de nuevos estilos de vida, fortalecer
principios valóricos y profundizar la espiritualidad que nos identifica.
Muchas de estas problemáticas no pueden dejarse en manos del Estado o el mercado. La
sociedad misma puede proponer algunas alternativas. El trabajo en redes a partir de esto puede
tener muchas ventajas en lo evangelístico, en lo participativo profético y en la incidencia púbica.
Recordar que se es sal del mundo también implica el trabajo considerando agendas de otros y
saliendo de nuestros muros. Trabajar como iglesia también implica reconocer los aportes de otros
y salir de nuestra marginalidad casi clandestina para promover cambios en la sociedad desde la
visión del Reino.
Sin pensar en recetas propias, ni soluciones exclusivas, la iglesia pentecostal es convocada
a contribuir a cambios constructivos y a cambiar el espíritu de esta época afianzados en valores
éticos y espirituales. Si en el pasado se contribuyó de manera importante a nuestra realidad
latinoamericana el Espíritu nos convoca a nuevas aventuras de fe.

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