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Guillermo O’Donell

Apuntes para una teoría del Estado

Primera sección: Sociedad y Estado


Algunas definiciones preliminares

Estado: Componente específicamente político de la dominación en una sociedad terriotrialmente delimitada.


Dominacion (o poder): Capacidad, actual y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero
no necesariamente, contra su resistencia.
Lo político: Como una parte analítica del fenómeno más general de la dominación: aquella que se halla respaldada
por la marcada supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio determinado.
La dominación es relacional: también es por definición asimétrica, es una relación de desigualdad. Esta asimetría
surge del control diferencial de ciertos recursos: (Principalmente), el control de los medios de coerción física, los
recursos económicos, los recursos de información y el control ideológico, mediante el cual el denominado asume
como justa y natural la relación asimétrica de la que es parte, y no la entiende ni la cuestiona como dominación.

Bases de la dominación

El control de recursos de dominación no está distribuido al azar. Son muy variados los factores que determinan el
desigual acceso a dichos recursos.
Existe un gran diferenciador de acceso a los recursos de dominación, tanto directamente como porque genera
situaciones a que su vez permiten dicho acceso.
Ese gran diferenciador es la clase social o, más bien, la articulación desigual de la sociedad en clases sociales. (Por
clase social el autor entiende posiciones en la estructura social determinadas por comunes modalidades de ejercicio
del trabajo y de creación y apropiación de su valor).

El Estado que interesa es el Estado Capitalista.


La modalidad de apropiación del valor creado por el trabajo constituye a las clases fundamentales del capitalismo, a
través de la relación social establecida por dicha creación y apropiación.
La principal relación de dominación en una sociedad capitalista es la relación de producción entre capitalista y
trabajador asalariado, mediante la que se genera y apropia del valor del trabajo.
Esa apropiación no es sólo una relación desigual. Es un acto de explotación, implicando que es también una relación
inherentemente conflictiva, independientemente que sea reconocida.

¿En qué sentido las clases sociales son el gran diferenciador del acceso desigual a los recursos de dominación? En
primer lugar, directamente: por sí la posición de la clase determina en gran medida de la desigualdad.
Además de esa posición surgen probabilidades diferenciales de lograr situaciones (prestigio social, educación, acceso
a info., entre otros), que a su vez permiten el acceso a los controles de los recursos de dominación.
En lo político, hay relaciones sociales requeridas por órdenes respaldadas por la supremacía de la coacción sobre un
territorio (EJ, las disposiciones que rigen la prestación de servicios en las FF.AA o la sentencia de un juez).

Aspectos y sujetos sociales concretos

Es cierto que los actores sociales suelen vivir la “intervención del Estado” como algo exterior y a posteriori,
incorporando a sus relaciones cuando algo en ellas ha “fallado”. Esto refleja el plano de la conciencia ordinaria lo que
numerosos autores han señalado: el capitalismo es el primer caso histórico de separación de la coerción económica
y la extraeconómica. Entre otros, el amo de esclavos y el señor feudal concentraban recursos de poder económicos,
de información, de coerción física e ideológica. En cambio, en su relación con el trabajador, el capitalista no controla
directamente todos esos recursos. Pero ese contraste se ha exagerado.
Es un error deducir de ese contraste que el capitalista sólo conserva la coerción económica. Si bien no lo acapara,
suele ejercer control ideológico, aunque su contenido y modalidad de concreción sean diferentes de los de otras
situaciones históricos.
El capitalismo es el primer caso histórico de separación de la coerción económica y la extraeconómica: no sólo está
el trabajador desposeído de los medios de producción: también el capitalista está desposeído de los medios de
coacción. De esta separación, emerge un tercer sujeto social que son las instituciones estatales. Suelen poner en
acto esa garantía a las relaciones de dominación.

El vendedor de la fuerza de trabajo no es traído a dicha relación mediante la coacción (es libre), diferente a la
situación del esclavo y del siervo.
La relación atrae una coerción económica resultante de que su única manera de contar con medios de subsistencia
es convertirse en trabajador asalariado. Coerción económica difusa: las instituciones estatales no obligan a vender
fuerza de trabajo, ni los capitalistas pueden imponer esa obligación por si mismo a ningún sujeto social concreto. La
necesidad de hacerlo no aparece impuesta, la articulación social lleva a que el trabajador no podría subsistir si no lo
hiciera. Implica esto que el Estado no respalda directamente al capitalista, sí a la relación social que lo hace tal.

Organización

El Estado es un aspecto de relaciones sociales. Esta es su característica fundamental, de la que otros atributos
dependen. Porque las relaciones capitalistas presuponen que la clase dominante no posea recursos de coacción, el
Estado tiende a objetivarse en instituciones primariamente coactivas.
En términos sociales, la relación capitalista-trabajador conlleva la escisión de un tercero: las instituciones estatales.
La escisión planteada entre sociedad y el Estado y la mutua externalidad a que los lleva, es el fundamento principal
del encubrimiento del Estado como garante de la dominación en la sociedad y de la complicidad de esta.
El Estado capitalista no es directamente el Estado DE los capitalistas ni suele ser vivido como tal por ellos. Algo que
se ve cuando la imposición de límites negativos al capitalista suele ser vivida por estos como un acto no ya sólo
externo sino también hostil de ese alguien que los impone.
La igualdad formal del sujeto social ante el dinero es de carácter paralela.
El derecho racional-formal surge juntamente con la expansión del capitalismo. Ese derecho hace el trabajador
asalariado lo que no es, siervo o esclavo. Es un sujeto que en ciertos planos tiene iguales derechos que los de las
otras clases. Por otro lado, el sujeto jurídico creado por el derecho racional-formal es el ente abstracto despojado de
todo atributo que no sea el de ser tal sujeto formalmente, libre y por lo tanto válidamente, la venta de su fuerza de
trabajo. También, el derecho codifica la dominación al consagrar y hacer coactivamente respaldarle la propiedad
privada, de tal manera que se conforma la desposesión de los medios de producción por parte del trabajador que
queda sin necesidad de coacción, forzado a vender su trabajo.
La explotación queda oculta por una doble apariencia, la de igualdad formal y la de la libre voluntad con que pueden
o no entrar en relación de trabajo.

Exterioridad

Que se haya diferenciado el sujeto social que efectiviza la garantía coactiva no impide que la relación social está
constituida conjunta y originariamente por diversos aspectos, entre los que se cuenta lo estatal o político en sentid
propio y la coerción física.
Las relaciones de dominación no son burdamente económicas. Son también inherentemente políticas y también
ideológicas. El plano concreto de la objetivación en sujetos sociales e institucionales es secundario y derivado de la
imbricación de aquellos aspectos como conjuntamente constitutivos de una relación social.
Tiene varias consecuencias: - Si los sujetos sociales se constituyen en y mediante su condición de portadores de
relaciones sociales, las clases no son un fenómeno sólo económico, porque no lo son las relaciones capitalistas de
producción que las plasman como tales.
- Si lo estatal ( o lo político) es un aspecto de las relaciones sociales de dominación, la
oposición entre lo “privado” y lo “público” o estatal es falsa. Y lo es en el sentido específico que no sólo lo privado
está impregnado por lo político-estatal sino también porque al ser constituyente este de lo social, es parte de esto
último.

Racionalidad acotada
El Estado garantiza y organiza la reproducción de la sociedad qua capitalista porque se halla respecto de ello en una
relación de “Complicidad estructural”. El Estado es parte de la sociedad (incluso de las relaciones capitalistas de
producción). El Estado ya es capitalista por eso, sin que sean necesarias decisiones y voliciones de sus agentes para
que llegue a serlo.
La sociedad capitalista es un sesgo sistemático y habitual hacia su reproducción en tanto tal: lo mismo es el Estado,
aspecto de aquélla.
Fundamentalmente, en dos ocasiones: Las instituciones de garantía y reproducción a la sociedad capitalista.
1) Administración burocrática que cumple tareas latinizadas de organización general de la sociedad. El entramado de
sostén y organización estatal de la sociedad se teje por sus instituciones en diarias decisiones y rutinas, repeticiones
“naturales” del ayer capitalista.
2) Situaciones percibidas como crisis ¿Qué es una crisis? Algo que es percibido como que “anda mal”. Políticamente
como rupturas del orden y económicamente como obstáculos interpuestos a la acumulación de capital. Son lo
opuesto a lo que se construye como la “normalidad”.

Los capitalistas suelen tener una capacidad aun mayor de plantear sus problemas, con menos probabilidad de que se
generen reactivamente sanciones. El control de recursos y canales de información, así como su autoridad permiten
privilegiadamente plantear cuestiones y definir crisis.
Es así como el Estado, cosificado en sus instituciones, es la máscara de la sociedad, apariencia de fuerza extrema
movida por una racionalidad superior que se muestra (y se cree) encarnación de un orden justo al que sirve como
árbitro neutral.

El estado es inherentemente contradictorio. La contradicción del Estado capitalista es ser hiato y, a la vez, necesidad
de mediación con la sociedad civil. Esas mediaciones, que examinaremos en la segunda sección, son la expresión
ambigua y contradictora de esto.

Segunda sección: mediaciones entre estado y sociedad

Introducción

Todo Estado supone una comunidad política, en el sentido de que es condición necesaria para una dominación
aceptada y de que su continua reconstitución es una de las metas a las que tienden las instituciones estatales.
Comunidad política: solidaridades colectivas, vigentes en gran parte de una población territorialmente aceptada por
un Estado, resultantes de la creencia de que comparten importantes valores e intereses, y de que es posible
proponerse metas comunes imputables a esos valores e intereses.
Fundamento del Estado: El sustento de su control de recursos de su dominación y de su pretensión, respaldada por
esos recursos, de ser habitualmente obedecido.
Referente del Estado: Los sujetos y relaciones sociales cuyo interés de vigencia y reproducción sirven.
El Estado capitalista no es su propio fundamento ni referente. Ambos le son externos. Buena parte de las acciones de
las instituciones estatales y de lo que transcurre a través de la normatividad del derecho es el entretejimiento de
esas mediaciones y la organización de consenso de la articulación de la sociedad. El resultado es un vasto control
ideológico, ejercicio pleno pero encubierto de la dominación en la sociedad, respaldado por un Estado que aparece
como custodio de un sentido de vida en común, asumido como natural y éticamente justo.

La ciudadanía, fundamento del Estado capitalsita

Este es el primero que postula su fundamento en base a la igualdad de todos.


Ciudadano es: postulación de una igualdad abstracta que sería el fundamento principal del Estado capitalista.
La ciudadanía es la negación de la dominación de la sociedad. La ciudadanía es la máxima abstracción en el plano
político. Es a su vez la modalidad más abstracta de mediación entre Estado y sociedad; es por ello por lo que la
ciudadanía no puede ser referente de Estado ya que las instituciones estatales hacen y dejan de hacer tiene que
estar referido a algún interés general. Dicho interés no puede ser imputado al entre abstracto del ciudadano.
La Nación, referente del Estado

La nación: arco de solidaridades que une al “nosotros” definido por la común pertenencia al territorio acotado por
un Estado. La postulación de la Nación como una colectividad superior a los intereses particularizados de la sociedad.
La invocación de los intereses de esta justifica imponer decisiones contra la voluntad de los sujetos, incluso contra
segmentos de las clases dominantes, en beneficio de la preservación del significado homogeneizante de la nación. En
tanto la nación niega las rasgaduras estructurales de la sociedad, es análoga a la ciudadanía. Pero si esta es una
mediación abstracta, la nación alude inevitablemente a los actos, omisiones e impactos concretos de las
instituciones estatales. La ciudadanía es fundamento óptimo, pero no puede ser referente porque es una
generalidad abstracta. La nación en cambio es una generalidad concreta: a) es una homogeneización indiferenciada
respecto a los clivajes de clase; b) el sujeto de la nación no es uno desencarnado. Ser miembro de la nación es verse
como integrante de una identidad colectiva superior a los clivajes de clase. Se presupone una identidad colectiva que
contiende negando las rasgaduras de la sociedad y que no sea abstracta. El Estado capitalista tiende a ser un “Estado
nacional”.

El pueblo, ambiguo fundamento y referente del Estado

La postulación indiferenciada del interés general de la nación no alcanza a tapar las evidencias de desigualdad. Esto
suele llevar a que se pretenda que las instituciones estatales actúen en un sentido que tiende a la equiparación,
amparando a los relativamente desposeídos. Los pobres, los seres comunes, los no privilegiados, el pueblo o lo
popular. Lo popular: por un lado tiende un arco de solidaridades por encima de clivajes de clase, pero el reclamo de
justicia no puede hacerse sino a los que también son parte de la nación: los poderosos. Las luchas alrededor de lo
popular conllevan la pretensión de que su ámbito es el de la nación “verdadera”, fusión de lo nacional y popular. El
Estado puede aparecer como acogiendo a lo popular, haciendo verosímil el planteo de “un estado para todos”;
además el acogimiento por el Estado de demandas de los relativamente desposeídos que invocan su condición de
tales facilita su reproducción como clases subordinadas. Lo popular es una mediación menos digerible para el Estado
capitalista que la ciudadanía y la nación. Lo popular no es la mediación abstracta de la ciudadanía ni la mediación
concreta pero indiferenciada de la nación. Sus contenidos son más concretos que los de esta. Al mismo tiempo, son
más genéricos que los contenidos de clase. Por esto, lo popular puede ser tanto fundamento como referente de las
instituciones estatales. El Estado capitalista solo puede ser realmente un Estado popular en circunstancias históricas
muy especiales y de corta duración.

Encubrimiento y ruptura

Ninguna sociedad es “puramente” capitalista, el abarcamiento de una población territorialmente delimitada que
hace el Estado en nombre de la nación, suele incluir en grados variantes otros clivajes (étnicos, lingüísticos,
regionales, religiosos) cuya conexión con los de clase debe ser estimada cuidadosamente caso por caso.

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