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Nadie puede hacer la obra, llevar a cabo el propósito de Dios, seguir la voluntad del Señor y
hacer proezas, si Dios realmente no está con él. Debemos procurar que la manifestación del
poder de Dios no sea una vez por año o esporádicamente, sino que realmente se cumpla lo
que dijo Jesús: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
A Dios le interesa más lo que somos, que lo que hacemos. No se puede impresionar a Dios
por las muchas cosas que podamos hacer, ni haciendo alarde de lo que se ha hecho. La
Biblia dice que: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y
en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” (Mt. 7:22).
Refiriéndose a la obra que hicieron el Señor les dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad” (Mt. 7:23). Quiere decir que no vivieron para Él, no caminaron como Él
quería. Entonces de nada le sirvió todo lo que pudieron haber hecho, por no haberse
cuidado, por no haber hecho la voluntad de Dios, por no haberse mantenido en la obediencia
de Su Palabra.
También sabemos que el mundo entero está lleno de cobardes. No hay nada positivo escrito
sobre los cobardes. Actualmente encontraremos a muchos que son simples religiosos, que
asisten a un templo, pero que son cobardes; porque estos constantemente viven rindiéndole
culto a la mundanalidad, rindiéndole culto a cuanta moda aparece, rindiéndole culto a
cuantas cosas y embelecos de las tinieblas aparecen, e inclinados ante estos y adorándolos.
Si buscamos, notaremos que son pocos los que viven una vida de integridad, una vida de
testimonio, una vida de servicio, una vida de entrega.
Debemos saber que el reino de los cielos lo arrebatan los valientes. “El que venciere heredará
todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero LOS COBARDES e incrédulos, los
abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán
su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Ap. 21:7-8). “Desde los
días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo
arrebatan.” (Mt. 11:12, RV 1909).
Amado lector, Dios quiere que le rindamos toda nuestra voluntad, quiere una entrega total
tanto a Él como a su Obra. Y que podamos decir como dijo el salmista: “Jehová cumplirá su
propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus
manos” (Sal. 138:8). Amén
Es un salmo de acción de gracias por la liberación que obtuvo David de muchas penas y problemas. Variado en
pensamiento y con lecciones aptas para todos.
V.1 Deberíamos poder alabar a Dios con todo el corazón siempre delante de la corte divina y de todos los
hombres, pero la vida nos oprime y a veces no es posible hacerlo debido al vivir en un mundo lleno de congoja
e incertidumbre. No significa que si alguna persona no puede cantar o alabar que éste se encuentre en pecado.
El sabio Salomón nos advierte que podemos tener el espíritu triste, pero el corazón alegre constituye buen
remedio (Prov. 17:22) .
Dios tiene misericordia y fidelidad (V.2), responde en el día de la debilidad y de la angustia (v.3), atiende al
humilde y mira de lejos al arrogante (v.6).
El salmo completo nos enmarca la vida de David que tuvo muchas bajas, decepciones, persecuciones,
aborrecimiento, escapes y penuria de lo que no le fue fácil salir. Más de una década estuvo huyendo, aún de un
familiar suyo, su propio hijo Absalón, en espera del camino hacia la promesa, siempre con esa esperanza.
Cuando por fin logra obtener lo que tanto tiempo ansió canta este salmo precioso con palabras sobresalientes
que dan fortaleza a cualquier caído en una experiencia similar.
David recibió todo lo contrario a lo que se había imaginado cuando era joven y ya ungido rey, el proyecto de
Dios parecía diluirse en medio de catastróficas experiencias. Sin embargo Dios, cumplió su designio, cuando ni
él ni los hombres pensaron que era el momento, sino justo cuando todo parecía perdido, Dios se manifiesta.
En este mismo tiempo cuando ya todo se desvanece en nuestra vida, Dios va a cumplir su propósito en
nosotros. Será cuando hayamos aprendido todo lo planeado por Él y cuando el tiempo de la prueba se acabe
en Su soberanía, mientras tanto debemos ejercitar la paciencia, soportar el dolor y no abandonar el camino. El
tramo hacia la cúspide de un servicio cuesta, y mucho de esto lo aprendimos a lo largo de estos salmos.
El proceso hacia la meta propuesta, puede desgastar todas nuestras armaduras y volvernos sensibles, o puede
fortalecer como roble el carácter y darle contenido a lo que llegaremos a ser para el momento preciso por Dios.
Solo leer el canto de David de corrido, alienta nuestra alma y fortalece el espíritu.
Muchas veces los propósitos de Dios suelen ser en apariencia ásperos. Sus promesas pueden llegar a
parecernos una fantasía y en ocasión podemos llegar a creer que nosotros hemos inventado lo que una vez
antes creímos y que lo que Dios nos dice en Su Palabra es una sugestión humana y que son ambiciones
carnales de nuestra parte tantas promesas. Pero Dios es fiel y “si anduviere yo en medio de la angustia, tú me
vivificarás…extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí” (vs 7-8).
Confiemos en Dios porque Él va a cumplir sus propósitos y no es hombre para mentir.
Cuando soñemos y hagamos planes para el futuro, trabajemos arduamente para ver que esos sueños y planes
se vuelven realidad. Pero para hacer lo mejor de esta vida, debemos incluir todos nuestros planes en los de
Dios. Solo Él conoce lo mejor para nosotros.