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BOLILLA 1.
INTRODUCCION.
1)- Contenido de la materia.
Etimológicamente obligación viene del Latín que significa ligar alrededor, es atar a alguien,
en el caso, el deudor.
La obligación es el vínculo jurídico establecido entre dos personas (o grupo de personas)
por el cual una de ellas puede exigir de la otra la entrega de una cosa o el cumplimiento de
un servicio o de una abstención. La obligación presenta, por tanto un aspecto activo: un
poder o facultad de exigir algo; y uno pasivo: un deber de dar, hacer o no hacer. Toda
obligación supone un sujeto activo o pretensor, llamado acreedor, y uno pasivo u obligado,
llamado deudor; implica también la existencia de una cosa o conducta debida, denominada
prestación.
Otra clasificación: son situaciones por las cuales un sujeto debe realizar un determinado
comportamiento con respecto a otro sujeto. El concepto de obligación se encuentra siempre
en la idea de un vínculo que limita la actividad de una persona.
La corriente mayoritaria describe a la obligación como una relación jurídica, donde un
sujeto (acreedor) tiene derecho a exigir de otro (deudor) el cumplimiento de determinada
prestación.

2)-Definición de las institutas:


La definición de las institutas de Justiniano dice que “la obligación es un vínculo de
derecho por el que somos constreñidos con la necesidad de pagar alguna cosa, según el
derecho civil”.
La definición dada por las institutas está ya desactualizada y discordante con una realidad
socioeconómica diferente, porque, por un lado no hay vínculo de constreñimiento, ya que la
mayoría de las obligaciones se cumplen voluntaria y espontáneamente, sin necesidad del
uso de la coacción. Y por otro lado dicha definición sólo tiene en mira un aspecto de la
obligación: el lado pasivo, sin considerar la situación del acreedor, y, además, sólo observa
el aspecto patológico de la obligación.

Definición de Georgianni y Betti:


Giorgianni la define como una relación jurídica en virtud de la que una persona
determinada llamada deudor, está vinculada a un comportamiento patrimonialmente
valorable para satisfacer un interés, aunque no sea patrimonial, de otra persona
determinada, llamada acreedor, que tiene derecho al comportamiento por parte de la
primera.
Betti dice que es una relación jurídica patrimonial entre dos personas en virtud de la cual,
una de ellas (el deudor) es responsable para con la otra (acreedor) de que se verifique un
acontecimiento determinado que por lo general es debido por el deudor. Y agrega que
considerándolo del lado del acreedor, en su función de asegurar la satisfacción de un
particular interés privado es “aquella expectativa de un determinado bien que tiene un valor
económico social”. Y considerada del lado del deudor es el débito correlativo al crédito.
Betti sigue la corriente objetivista moderna, donde se tiene más en consideración el
cumplimiento en sí y la satisfacción del acreedor que el comportamiento del deudor.

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Para Compagnucci la obligación es una situación jurídica instrumental por la cual un sujeto
activo (acreedor) tiene derecho a ver satisfecho su interés mediante el cumplimiento de una
prestación por parte de otro obligado (deudor) o un tercero.

3)- Deber jurídico y obligación: similitudes y diferencias.

El deber jurídico responde a un sentido de obediencia a la ley; se tiene en consideración el


aspecto pasivo de la relación jurídica. Por un lado quienes tienen derecho a exigir y por otro
los que deben cumplimentar alguna obligación.
Los deberes jurídicos generales que corresponden a la totalidad de los habitantes, o a
ciertos sectores del grupo social, son aquellos que imponen respetar ciertas situaciones
jurídicas legítimamente constituidas. El deber exige una conducta de obrar.
Los autores italianos diferencian entre los deberes jurídicos generales, a los que llaman
oblighi, y la obligación civil, que denominan obligazione. En el primero se distingue un
comportamiento generalizado sin individualización del obligado, y en ciertos supuestos son
deberes sin contenido económico; en el segundo se está en presencia de la verdadera
obligación civil. La obligación constituye una “subespecie” de los deberes jurídicos.
Por ejemplo, en el derecho de familia: el deber de los padres de educar a sus hijos (art.
265), es un deber jurídico pero no una obligación civil.
El incumplimiento de la obligación genera siempre el resarcimiento del daño, no
ocurriendo ello en los otros supuestos. Otro elemento para el distingo fue el de la
coercibilidad, que se da siempre en la obligación.
Savigny y Dernburg consideraban que los bienes no patrimoniales no pueden ser objeto de
la prestación, ya que en tal caso y ante el incumplimiento, no sería posible fijar el importe
del daño. En cambio, la prestación con contenido patrimonial puede traducirse en un valor
económico.
Savigny decía que la prestación debe tener siempre carácter económico.
Interés del acreedor: dicho interés queda dentro de la órbita de los deberes jurídicos y se
integra a ella. La ley admite que un sujeto se encuentra en una posición de deber con
respecto a otro, y que con ello se dirija a satisfacer un interés ajeno.
Este interés puede no ser patrimonial; el objeto se dirige comúnmente hacia el acreedor, o
también hacia una tercera persona, o excepcionalmente a favor del propio deudor, pero es
necesario que siempre el acreedor mantenga “interés” en la prestación.
Es necesario que existan dos sujetos, determinados o determinables, para que la obligación
quede diferenciada del deber jurídico.
Por una parte, tenemos el sujeto activo (acreedor), y por otra el sujeto pasivo (deudor). El
sujeto activo está siempre investido de un poder jurídico, y el pasivo cargado con un deber
jurídico.

4)- La obligación como deber libre:

Binder, en Alemania, y Brunetti, en Italia, han sostenido que las obligaciones civiles no son
subespecies de los deberes jurídicos.
Binder dice que la ley no impone normas a los ciudadanos, sino que se dirige al Estado
quienes tienen el deber de castigar a quienes no obran conforme a la ley.
Brunetti dice que existen deberes jurídicos, pero la obligación no está entre ellos, porque
pertenece a la categoría de deberes libres. Según el hay que distinguir entre normas

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jurídicas absolutas y normas jurídicas finalistas. Las absolutas limitan la actividad de los
individuos, mientras que las finalistas consagran deberes libres, ya que imponen al sujeto
un comportamiento cuando éste quiera evitar un resultado perjudicial ante su conducta. En
la obligación el deudor que no hace efectiva la prestación deberá soportar que el
acreedor satisfaga su derecho creditorio sobre sus bienes.
Compagnucci considera errónea la postura de estos autores, especialmente la de Brunetti.
Pensar que la obligación no es un deber jurídico sino un deber libre es sostener que el
deudor tendría una especie de opción: cumplir o no cumplir. También es observable la
denominación, pues un “deber libre” es una expresión contradictoria en sí misma.

5)-Evolución histórica:
En el Derecho Romano: la teoría de las obligaciones tiene su origen y mayor desarrollo en
el derecho romano. También es dable anotar que las instituciones sufrieron
transformaciones importantes en razón de nuevas necesidades, modificación de las
costumbres, cambios de situación geográfica, y de sistemas económicos, etc., todo lo cual
llevó a que en numerosos casos se continuase utilizando la misma institución con algunas
ficciones necesarias a fin de adecuarla a los nuevos tiempos.
En el derecho romano deben anotarse dos principios rectores: el individualismo y el
formalismo. El primero implicaba la soberanía de la voluntad individual, con exclusión de
toda actividad e intervención del Estado, la sola voluntad de los particulares era la creadora
de las obligaciones. El formalismo, en cambio, consistía en la necesidad de emplear ciertas
prácticas preestablecidas (ritos en los cuales se utilizaban determinadas palabras, gestos u
objetos), en los lugares y momentos prefijados, y ante cierto número de personas, para que
el acto tuviera los efectos jurídicos deseados.
En Roma, las formalidades eran necesarias para comprender y dar validez al acto. Hoy se
exigen para protección de las partes intervinientes, o como medio de publicidad frente a los
terceros.
El derecho canónico: se desarrollo paralelamente al derecho romano.
El derecho canónico se ve imbuido por la moral cristiana, lo cual lleva a la aplicación del
principio de la equidad y consecuente protección de la figura del deudor.
En el derecho canónico nace el juramento como manera de hacer obligatoria una promesa:
la deuda era con Dios, no sólo dirigida al acreedor.
Indicaba que la causa en los contratos reales estaba contenida por la entrega de la cosa. La
causa resulta el conocimiento legal de ciertos modos de obligarse.
La idea de causa dio origen a ciertos institutos que llegan hasta nuestros días, como la
exceptio non adimpleti contractus, la teoría de la imprevisión, la resolución tácita por
incumplimiento (art. 1204), etc.
El individualismo: tiene su origen en el humanismo jurídico del siglo XVI y la escuela de
derecho natural del siglo XIX.
Emerge como regla básica el principio de la autonomía de la voluntad, en virtud de la cual
la ley presupone la igualdad jurídica y económica de quienes acuerdan. Se apoya en los
principios de la libertad de contratar y en la fuerza obligatoria de la palabra empeñada.
Tendencia socializadora: es la intervención del Estado en la economía y en el derecho
privado. La mayor intervención se produce fundamentalmente en el contrato: así, por
ejemplo, la locación de servicios, la locación de cosas, los arrendamientos rurales, los
seguros, la compraventa de inmuebles, etc.

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Esta tendencia propugna la intervención para una más equitativa distribución de la riqueza,
anteponiendo los intereses colectivos a los individuales.

6)-Notas características del derecho de obligaciones:

Abstracción normativa: los principios que se estudian y sus generalizaciones proceden del
particularismo de sus fuentes. Para la elaboración de toda esta temática se exige una mayor
intelectualización de los principios; ello a veces dificulta una cabal comprensión de la
materia.
Es necesario por su utilidad conocer dichos principios para comprender las instituciones en
particular. La captación de esta materia se logra mediante la referida abstracción, que si
bien se ofrece como un terreno árido y espinoso, resulta de suprema utilidad.
Espiritualización: otra nota característica se brinda en la espiritualización de los principios.
De la consideración del deudor en el primitivo derecho romano, a la aplicación del
principio del favor debitoris se observa un cambio sustancial. Vale como ejemplo la
derogación de la prisión por deudas, la inembargabilidad de ciertos bienes excluidos por
ello de la garantía común, la institución del bien de familia, etc.
El principio de la autonomía de la voluntad: este principio implica el poder y las facultades
que tienen los contratantes de dictarse sus propias normas. Nuestro Código Civil lo
establece en el art. 1197, permitiendo así que los contratantes establezcan las condiciones
que mejor resguarden sus intereses.
Atenuación de la responsabilidad del deudor: es una mitigación de la responsabilidad del
deudor. Aún el fallido puede realizar ciertas actividades que permitan su subsistencia y la
de su familia. El art. 1069 permite que el juez evite excesos en la indemnización que deba
pagar el deudor, considerándole la situación patrimonial, siempre que no haya dolo en el
incumplimiento.
Socialización de los riesgos: es la reparación de las víctimas de daños personales, mediante
la aplicación del sistema de seguridad social. Este sistema toma en cuenta la protección de
quien ve disminuidas sus fuerzas físicas. Los sistemas impuestos en Nueva Zelanda,
Australia y Canadá tienden a estos fines.

7)-Técnica legislativa:

El Código Civil argentino tiene cuatro libros, dos títulos preliminares y un título
complementario. El libro primero trata “de las personas”; el segundo “de los derechos
personales en las relaciones civiles”; el tercero “de los derechos reales”; y el cuarto, “de los
derechos reales y personales”. El primer título preliminar se ocupa “de las leyes” y “de los
modos de contar los intervalos del derecho”; el segundo trata “de la transmisión de los
derechos en general”, y por último el título complementario “de la aplicación de las leyes
civiles”.
El libro segundo es el que interesa en esta materia, y se divide en tres secciones: la primera
“de las obligaciones en general”; la segunda “de los hechos y actos jurídicos que producen
la adquisición, modificación, transferencia o extinción de los derechos y obligaciones”; y la
tercera “de las obligaciones que nacen de los contratos”.

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Códigos anteriores. El código civil francés: también llamado Código de Napoleón, fue
sancionado en el año 1804, contiene 2283 artículos. En su metodología siguió a las
institutas de Justiniano.
Se divide en tres libros: el primero trata sobre “las personas”; el segundo sobre “los bienes
y las diferentes modificaciones de la propiedad”, y el tercero sobre “las diferentes maneras
como se adquiere la propiedad”. Este último libro se ocupa de las sucesiones, las
donaciones entre vivos, los testamentos, les engagements y la prescripción. Les
engagements se cualifican por formarse sin convención (son extracontractuales), mientras
los contratos se forman por la misma convención.

Los códigos posteriores. El código Civil Alemán.


Hasta fines del siglo XIX el sistema privado alemán fue regido por las costumbres locales y
el derecho romano. Hubo una polémica entre Thibaut (partidario de la codificación) y
Savigny (quien no quería la codificación, por considerarla perjudicial, ya que congelaba el
derecho de un solo tiempo).
El día 1º de julio de 1896 fue aprobado el Código Civil alemán, entrando en vigencia el 1º
de enero de 1900. Este código tiene 2385 artículos y se divide en cinco libros: el primero se
ocupa de las personas y los negocios jurídicos; el segundo de las obligaciones; el tercero de
los derechos de cosas; el cuarto del derecho de familia, y el quinto del derecho hereditario.

La unificación de las obligaciones en el derecho interno:


Algunos de los países que han concretado la unificación son el Código Federal Suizo de las
obligaciones, puesto en vigencia el 30 de marzo de 1911, en el código polaco, el código
civil ruso, el del Líbano, el de Túnez, el paraguayo y el cubano (en 1987), etc.

Derecho argentino:
Desde hace tiempo se vienen llevando a cabo reuniones con ese fin.
Así en la VI Conferencia de Abogados celebrada en La Plata en 1959, en el II Congreso de
Derecho Civil de Córdoba (1961), en el Congreso de Derecho Comercial (Buenos Aires,
1940), en las jornadas de Derecho Comercial de Rosario (1969), y en la Conferencia
Nacional de Abogados de Rosario (1982), se declaró la necesidad de unificación de las
obligaciones civiles y comerciales. En 1987 se elaboró un proyecto de código civil que tuvo
como finalidad la unificación de la legislación civil y comercial. Fue aprobado por la
Cámara de Diputados de la Nación, pero posteriormente fue vetado por el Poder Ejecutivo.
La Comisión federal de 1993 propuso una modificación al Código Civil, unificando la
legislación y derogando el Código de Comercio.

8)- Derechos personales o creditorios y derechos reales.

Los derechos patrimoniales se pueden dividir en derechos reales y derechos personales o


creditorios. El derecho real constituye una relación jurídica inmediata entre una persona y
una cosa, siendo su ejemplo más elocuente el derecho de propiedad. Por otra parte, el
derecho personal se basa en una relación jurídica entre dos personas, su mejor
caracterización es la potestad que tiene el acreedor para exigir a su deudor el cumplimiento
de una prestación.

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Teorías: existen cuatro criterios para analizar los derechos reales y los derechos personales:
1) la teoría llamada “clásica”; 2) la tesis monista obligacional; 3) la otra tesis monista, y 4)
las posiciones intermedias.
1) La tesis clásica: los derechos reales constituyen siempre un vínculo jurídico directo e
inmediato entre una persona y una cosa. Se ejercitan erga omnes.
Cuando alguien es titular de un derecho real y le arrebatan o quitan la cosa objeto de ese
derecho, tiene acción para reclamarla de quien en ese momento tenga el bien. Ejerce una
acción reipersecutoria, en este caso, la acción reivindicatoria. Por otra parte, cuando una
persona promete, por ej., la venta de una casa, el comprador sólo puede demandar
válidamente a quien le enajenó el bien, y carece de acción contra otros, aunque sean
eventualmente los propietarios del inmueble. Y ello porque la acción es personal y carece
de efectos hacia terceros: el poder es a que se haga entrega de la cosa, no a la cosa en sí
misma.
Los derechos personales relacionan a dos personas o más; son relativos, pues, en principio,
carecen de efectos frente a terceros (arts. 1195 y 1199), e implican un deber tener.
En los reales se exige para su nacimiento el título y modo (acuerdo y tradición); para los
personales basta con el consentimiento.
2) Tesis monista obligacional: según la cual todos los derechos son personales ya que las
relaciones jurídicas se entablan solo entre personas, y las cosas no pueden ser sujetos ni
objetos de derecho. Sostienen que el derecho de propiedad no consiste en lo que el dueño
pueda hacer, sino en que los demás deben respetar lo que él haga. Luego el derecho real
sería una “obligación pasivamente universal”, donde el sujeto pasivo estaría constituido por
el resto de las personas.
3) Tesis monista realista: el derecho o relación creditoria es un derecho subjetivo de una
persona sobre un patrimonio ajeno.
En la obligación la relación no es entre personas, sino que siempre está referida a las cosas.
Ante el incumplimiento voluntario, el acreedor arremete los bienes del deudor que puede
hacer vender, y así satisfacer su derecho creditorio. La relación es entre el sujeto titular y
los bienes del obligado.
4) Tesis intermedias: son posiciones críticas.
a) Ginossar sostiene que la propiedad y los derechos creditorios se complementan en
una especie de obligación pasivamente universal a cargo de todos; aunque en verdad
los derechos reales sobre cosa ajena son los únicos que asumen esa categoría, ya
que son créditos reales que tienen como objeto una prestación negativa o positiva,
correlativa de una obligación real, vinculando así al propietario de la cosa gravada.
Y que los derechos de crédito se encuentran subsumidos en los derechos reales, ya
que configuran una propiedad de cosa incorporal.
b) Para Giorgianni existen situaciones jurídicas calificadas como derechos reales
dónde el titular no tiene un poder inmediato sobre la cosa; en cambio, en ciertos
derechos creditorios el acreedor consigue su interés mediante un poder inmediato
sobre la cosa. Así, para el primer supuesto da como ejemplos a los derechos reales
de garantía y a las servidumbres negativas; para el segundo al arrendamiento y al
commodato.

9)-Situaciones jurídicas intermedias.


Son el ius ad rem, las vocaciones al derecho real y las obligaciones reales.

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Ius ad rem: es una figura que surge en la Edad Media. El ius ad rem es un derecho que
corresponde a quien, teniendo título para adquirir, carece de la posesión de la cosa.
Ha sido utilizado para calificar al primer comprador en su derecho a reclamar del segundo
que recibió la posesión del bien, la posesión, siempre que a ello sume buena fe.
Vocaciones al derecho real: son especies remozadas de los ius ad rem. Cuando para
constituir un derecho real es necesaria la inscripción en los registros, y alguien recibe la
promesa de transmitir hasta su inscripción, tiene para sí la vocación al derecho real. Ese
virtual derecho puede ser amparado mediante una inscripción provisional.
Obligaciones reales: las obligaciones reales (propter rem) consisten en imponer el
cumplimiento de una prestación al titular de ciertos derechos de señorío sobre una cosa.
El deudor es el poseedor de la cosa, y el acreedor es otro titular de un derecho real.
Si se modifica la relación con el derecho real, cambia la persona del deudor; que es posible
liberarse de la obligación haciendo abandono de la cosa, y además que son siempre
impuestas por las leyes (ex lege), y no mediante convención.
Naturaleza: algunos autores diferencian a las “obligaciones reales” de las scripta in re
(escritas en la cosa), y de las “cargas reales”, ya que en estas últimas no sería posible
desobligarse mediante el abandono.
La naturaleza divide a la doctrina en tres corrientes.
a) Los que consideran que son una categoría intermedia que participa de los derechos
reales y los personales (Alsina Atienza, Espín Canovas, etc.).
b) Los que entienden que se trata de un cierto tipo de derechos reales donde la
obligación constituye una especie de “lado pasivo” (Gatti, Alterini, Fadda, etc.)
c) Quienes piensan que se trata de vínculos personales y resultan una subespecie del
género “obligación” (López de Zavalía, Borda, etc.).

Recepción en el Código Civil argentino.


El art. 497 del C.C., refiriéndose expresamente a las obligaciones reales, niega su inclusión
en la legislación civil.
Sin embargo, lo dispuesto en los arts. 3266 y 3268 vienen a dar base para sostener la
existencia de estas obligaciones reales en el Código Civil.
Casos de obligaciones propter rem en la legislación civil:
Las obligaciones inherentes a la posesión (arts. 2416 a 2418); el derecho del tercer
poseedor del inmueble hipotecado (arts. 3162, 3165, 3167, 3169, 3179); el derecho del
condómino a hacer pagar los gastos que demanda el condominio (art. 2685); el derivado de
la condición de usufructuario (arts. 2846, 2881, 2883, 2887, 2894); las obligaciones del
acreedor prendario (art. 3225 y 3228); las obligaciones del propietario del fundo gravado
con servidumbre (arts. 3006, 3036 a 3038), etc.

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