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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA


“ANTONIO JOSÉ DE SUCRE”
VICE-RECTORADO “LUIS CABALLERO MEJÍAS”
Estudio y Compresión del Hombre

PENSAMIENTOS POLÍTICOS DE
HEGEL Y MARX

Profesor: Richard Camargo Autor: Nelson Correa


Exp:200520668

Caracas, 9 de julio del 2019


HEGEL
La tarea de Hegel es precisar lo que ensambla la naturaleza y el espíritu
en el todo del universo. Para Hegel la naturaleza y el espíritu tienen un
fundamento común que encierra en sí todo cuanto hay, constituyendo un
todo, del cual emerge todo lo que existe y retorna a él. A este Absoluto llama
espíritu. Así el punto de partida de la filosofía hegeliana es el Absoluto,
entendido como fundamento absoluto de todas las cosas. De este punto
inicial arranca el sistema hegeliano, como un titánico esfuerzo por mostrar
que el Absoluto tiene que brotar de sí mismo, para engendrar la totalidad de
las infinitas cosas que luego llamará naturaleza y espíritu. El Absoluto se
posee a sí mismo en su actividad fundante de todo cuanto existe y ésta auto
posesión es el concebir o concepto. Al concepto adecuado del Absoluto
llama Hegel, Idea. También, al igual que Parménides, identifica ser y pensar
en una misma y única realidad, que es el espíritu. La solución de Hegel al
problema entre la relación del ser y el pensar consiste en identificar a ambos.

En el presente ensayo se pretende abordar el polémico tema del


liberalismo de Hegel. La tesis principal será que, a diferencia de lo que
defienden algunos autores, que leen al filósofo alemán o bien en clave liberal
o bien en clave colectivista, Hegel inaugura una nueva corriente de
pensamiento político, que trasciende los parámetros de esa aproximación
dicotómica. En mi opinión Hegel plantea un “nuevo” liberalismo que apunta
tanto a superar como a conservar al liberalismo clásico. De allí que digamos
que lo que intenta Hegel es, para ponerlo en sus propios términos, una
Aufhebung del liberalismo convencional. Dado que lo que lo distingue del
liberalismo clásico es la introducción del método dialecto, bautizamos a este
liberalismo sui generis de Hegel como liberalismo dialéctico. Por su
oscuridad, riqueza conceptual y extensión, desde el inicio, la obra de Hegel
ha sido objeto de múltiples y hasta antagónicas interpretaciones.
Uno de los puntos que suscitó mayor rispidez entre los estudiosos de
Hegel es el referido al liberalismo del autor. Mientras que algunos vieron en
Hegel un pensador liberal, otros vieron en él un filósofo netamente antiliberal
y conservador. En estos precisos términos lo presenta quien fuera uno de los
primeros autores en hacer un estudio profundo sobre su obra. Pero quizás la
lectura más crítica de la Filosofía del Derecho (1821) la que es la obra
política y de derecho más importante de Hegel- haya sido aquella que culpó
al escritor alemán de haber suprimido al individuo y de haber allanado así el
camino para las tristes aventuras totalitarias, tanto de derecha como de
izquierda, que azotaron al siglo XX. Según esta lectura, que dominó buena
parte del siglo XX, la filosofía política de Hegel se ubicaba entonces en las
antípodas del liberalismo, siendo el principal cometido de su pensamiento el
defender la Restauración pos-napoleónica y el conservadurismo prusiano. La
tríada Estado, historia y nación, en la que supuestamente insiste Hegel,
habría sustituido así a la tríada individuo, contrato y Commonwealth que
había caracterizado al iusnaturalismo moderno que iba de Hobbes a Kant y
que había funcionado como el basamento filosófico indispensable del
liberalismo. Ésa es, aunque menos categórica, también la visión de Bobbio,
tal y como la expone, entre otros, en su escrito Hegel y el iusntauralismo
(1967), para quien el autor prusiano hace un argumento claramente en favor
de una concepción organicista del Estado y de la sociedad civil, que relega al
individuo a un segundo plano.

Sin llegar al totalitarismo, la visión comunitarista predica que la


existencia de la sociedad necesariamente presupone una fuerte identificación
de los individuos con ciertos valores que fundamenten una ética objetiva. En
ese sentido, la corriente comunitarista ve a Hegel como un filósofo que,
grosso modo, rompe con el racionalismo de la Ilustración y, en particular, con
la idea kantiana de la autonomía racional, para, como contrapartida,
amigarse con algunos conceptos románticos, que los comunitaristas
interpretan ex post como proto-comunitaristas, y que enfatizaban la idea de
pertenencia a una colectividad (Herder) así como la de comunión orgánica
con la sociedad (Schelling). Fundamentalmente, los comunitaristas plantean
que el concepto hegeliano de eticidad, (según el cual el individuo se identifica
inmediatamente con el todo ético social al que pertenece, constituye una
alternativa filosófica para combatir las teorías liberales y utilitaristas que, al
visualizar al Estado y sus instituciones como un mero instrumento al servicio
de la preservación de los derechos individuales, son incapaces de
fundamentar la necesaria cohesión ética de la sociedad.

El método dialéctico hace que Hegel se cuestione la validez de la


explicación hobbesiana y lockeana sobre el origen contractual e individualista
del Estado, representación típica de una razón abstracta. En contrapartida,
Hegel atribuye el origen del Estado a la lucha por el reconocimiento. Según
la razón dialéctica, el Estado es, para decirlo en pocas palabras, la síntesis
de todas las contradicciones históricas, aquellas que comenzaran con la
lucha entre amo y esclavo. A su vez, es sólo en el marco del reconocimiento
que se conceden mutuamente las consciencias que puede haber tal cosa
como “derechos”. No es que, como había postulado el iusnaturalismo, los
derechos estén atornillados en la subjetividad del individuo, sino que son
concretizaciones del Espíritu absoluto que toman cuerpo definido a través la

A modo de resumen, podemos decir que, tal y como lo vimos, el


“liberalismo dialéctico” de Hegel reviste las siguientes características: es
portador de un 1) individualismo atenuado, que conserva al individuo frente a
la comunidad aunque dé primacía a ésta, 2) es defensor de una concepción
positiva de la libertad, dado que se concibe que se es libre en tanto se actúe
racionalmente y, en alguna medida, 3) es nacionalista, por cuanto, y si bien
reconoce la existencia de un Weltgeist y de un Zeitgeist por encima del
Volkgeist particular, hace de la comunidad nacional una totalidad ética y, en
consecuencia, el único ámbito en donde la verdadera libertad puede
realizarse plenamente.

MARX

Marx es uno de los máximos exponentes del pensamiento


contemporáneo. Enmarcado en el siglo XIX, su filosofía es un reflejo de una
época revolucionaria: la extensión de la revolución industrial y las
revoluciones políticas y sociales. Su filosofía se inspira en tres fuentes,
principalmente: el idealismo alemán, la economía clásica inglesa y el
socialismo utópico. Con respecto a la filosofía alemana, hay que recalcar el
influjo de Hegel (dialéctica, alienación) y de Feuerbach (materialismo).

Su pensamiento es una praxis revolucionaria dirigida a transformar la


sociedad a partir de una teoría de la naturaleza (materialismo dialéctico) y
fundamentalmente de la historia (materialismo histórico). El objetivo de Marx
es ayudar al hombre concreto a emanciparse y a tener una vida plenamente
humana y justa. Para lograr esa meta elabora una ciencia que explique los
mecanismos y las leyes en las que se basa el desarrollo social.

El materialismo dialéctico es una concepción de la naturaleza y sus


fenómenos representada de manera dialéctica y materialista. Esto es, ni más
ni menos que el contrapunto de lo que sería una caracterización idealista y
metafísica de la naturaleza. A lo largo de la historia los filósofos se agruparon
en dos corrientes que defendían posturas antagónicas respecto a la prioridad
en el orden universal entre el espíritu y la naturaleza. Aquellos que opinaban
que el espíritu precedía a la naturaleza abrazaron el idealismo, mientras que
los que defendían la posición contraria optaron por el materialismo. En tanto,
la dialéctica se basa en encontrar las contradicciones de un adversario para
superarlas y encontrar la verdad mediante el análisis y la argumentación.
Este método amplió su umbral para aplicarse al estudio de la naturaleza,
llegando a la conclusión de que ésta se halla en perpetuo cambio y
movimiento, desarrollándose de tal manera que las contradicciones
inherentes en el todo, es decir, en el universo, son el motor y el resultado de
la acción recíproca de las fuerzas contradictorias de la misma naturaleza. Es
por ello que la dialéctica es el contrapunto de la metafísica, pues ésta
entiende el mundo desde el punto de vista de la verdad absoluta; de la
realidad estática de un universo ajeno a los procesos dialécticos.

De acuerdo a los fundamentos del comunismo o a los postulados de Marx


¿se puede considerar a los trabajadores como una categoría de las clases
sociales?, para responder esta interrogante, Karl Marx hace una serie de
consideraciones, donde se desprende o infiere que clase social o clases
sociales es un grupo de personas con los mismos intereses económicos y su
relación con los medios de producción.

En este sentido para Marx en el sistema capitalista las dos clases sociales
predominantes son la burguesía y el proletario. Donde la burguesía es la
propietaria de los medios de producción y el proletariado es el grupo de
asalariados que trabaja en esos medios de producción. Cuya definición para
asalariado es individuo que percibe un salario como contraprestación por su
actividad laboral a cuenta de otro y para la burguesía cuya definición
correspondiente a ese grupo personas que viven de sus negocios
empresariales, ya que son los propietarios de los medios de producción.

El posmarxismo es la revisión posmoderna del marxismo. Encuentra sus


bases en el posestructuralismo y el deconstruccionismo como variantes
idealistas de concebir el desarrollo social, como forma limitada y restringida
de análisis determinista que ubica al lenguaje y los discursos como sus
elementos sustantivos. Una suerte de eclecticismo que busca poner en duda
todo lo establecido anteriormente, pero no para “llenar ese vacío” sino para
declarar el fin de la historia, de los “grandes relatos”. Sustenta su crítica en el
supuesto esencialismo y determinismo economicista del marxismo, para
sustituirlo por un eclecticismo que sienta como fundamental la contingencia,
la inintecionalidad y el accidente. Una propuesta que tiene como objetivo
defender el capitalismo, y que los sectores explotados y marginados se
contenten con “radicalizar la democracia”. Esta crítica del marxismo, basada
en su supuesta crisis, no es sino la rehabilitación de los planteamientos del
revisionismo de la Segunda Internacional, donde se manifestaba que la lucha
de los explotados debía encaminarse a la consecución de reformas y no a la
revolución. Tergiversa deliberadamente los planteamientos del marxismo,
reduciéndolos a un simple dogma. El posmarxismo es pues anti-marxismo
posmoderno.

El marxismo provocó una revolución en la teoría del conocimiento, pues


partiendo del materialismo dialéctico demostró que es posible conocer la
realidad y transformarla, rompió con toda la tradición idealista, metafísica,
racionalista y mecánica. Dio a la sociedad una manera científica de
comprender el mundo. Constituyó una serie de categorías como parte de un
armazón teórico que continúa vigente en la actualidad. Pero el marxismo no
es simplemente teoría, sino que su objetivo fundamental es la revolución y
cuenta con una experiencia práctica muy importante a lo largo de la historia.

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