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CORRUPCIÓN Y GASTO PÚBLICO

Es habitual en algunos debates en canales oficiales y oficialistas, convocar a


políticos, empleados públicos, punteros, ñoquis o economistas decadentes,
para discutir sobre las virtudes de la “inversión pública”. Que como todos tienen
un interés creado, la defienden fervorosamente; pues eso les daría la
oportunidad de gastar grandes sumas de dinero en los más alocados proyectos.
Lo cierto es que la inversión hecha por el Estado es siempre más ineficiente
que la realizada por una persona con dinero propio.-
En las obras que hacen los privados no pagan sobreprecios, no cobran ni
pagan coimas, no generan subcontratistas sello de goma, no pagan
“consultoras” fantasmas, no hacen paredes que se rajan solas, no hacen
caminos que se disuelven con la lluvia, no hacen puertos en bajos a los que no
llegan ni los botes, no crean “fundaciones” en las que sus gerentes se hacen
ricos sin cumplir ningún contrato... en definitiva, en la inversión privada es
mucho más difícil la corrupción, porque la plata que se gasta es la del dueño.
En la obra pública lo que gasta el político es nuestro dinero.-
Es un lugar común repetir que el gobierno peronista liderado por los Kirchner ha
hecho numerosas obras públicas. Lo cierto es que este gobierno es uno de los
máximos mentirosos de toda nuestra historia. Ha anunciado miles de obras que
nunca se han hecho, y las pocas que se hicieron fueron una cloaca de
corrupción.-
Como muestra basta apreciar los gastos en infraestructura. Electricidad, gas,
combustibles se agotan rápidamente. Caminos y rutas se hacen, pero se
rompen más rápido de lo habitual. Puertos no se hizo nada. Aeropuertos
menos. Ferrocarriles, puras promesas. Dragados de ríos y canales ni se les
ocurre. Puentes no se hizo ninguno.-
Fueron 8 años con los niveles de gasto público más altos de la historia, con
recaudaciones tributarias fabulosas, y con la mayor discrecionalidad para gastar
cientos de miles de millones de pesos, y no se hizo absolutamente nada que
permanezca en el tiempo.-
El numerosísimo conjunto de parásitos ansiosos por vivir del gasto público se
atropellan para alabar al caudillejo de turno y su corrupta obra pública; ya que
ellos ven el enriquecimiento tan ilícito como asombroso que tienen esos
déspotas; y ellos quieren disfrutar también de esos privilegios.-
El aumento del gasto público sólo ha permitido en Argentina que oscuros y
mediocres lúmpenes, salgan de su miseria y empiecen a vivir con lujos que
jamás hubieran logrado cobrando por su nula capacidad.-
Mediocres sin ningún título, o con títulos dudosos, se trepan al gasto público,
para vivir de los impuestos de todos los contribuyentes. Y luego hacen
programas de TV en los que esos mismos mediocres a sueldo del Estado, le
preguntan a otros oportunistas que les parece el gasto público. Una
obscenidad.-
Mientras tanto los legítimos destinatarios del gasto público sólo reciben alguna
atención si el demagogo de moda se le ocurre hacer su fantochada en el barrio
repartiendo miserias. Caso contrario los hospitales, las escuelas, las
comisarías, los juzgados, carecen de los implementos más elementales para
realizar su labor. Pero como ninguno de estos hipócritas se atiende en
hospitales públicos, ni sus hijos van a la escuela pública; y comisarios y jueces
le resuelven los problemas con favores; a ninguno le importa.-
En esta época todos alaban al Estado, y nunca el estado argentino fue tan
impotente, ni estuvo tan desguazado como ahora.-
No tenemos prácticamente fuerzas armadas; no poseemos control soberano
sobre ningún lugar del espacio aéreo ni zona marítima. Todos los organismos
de control están desguazados o neutralizados. No se puede garantizar la más
mínima seguridad a nadie.-
El Estado argentino se ha reducido con el peronismo en el gobierno a una fétida
cloaca de corrupción, en donde a los ciudadanos sólo les queda hacer alguna
cola para recibir subsidios denigrantes a la vagancia.-
Lamentablemente ni oficialismo ni oposición hoy en Argentina expresan
alternativas políticas reales; ambos son lo mismo, un populismo demagógico
más o menos despótico, pero ninguna variante real; por lo que deberemos
seguir viendo a los oportunistas enriquecerse con el gasto público, y los
contribuyentes escondiéndonos de los recaudadores de impuestos.-

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