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Miguel Ángel
Rolón Lógica y Filosofía de la Ciencia
En este texto se dará a conocer una breve y concisa explicación sobre uno de los
libros más conocidos y reconocidos en cuanto a introducción a la filosofía cabe,
especialmente en cuanto a la adquisición del pensamiento intelectual, el cual es
clave en una persona humana y objetiva que busca desempeñarse en el área de las
ciencias, sin importar cual disciplina escogiese: Los Hábitos del Pensamiento
Riguroso de Roberto J. Brie.
Desde su primer capítulo, Brie nos habla de la actitud del Hombre de Ciencia (que
consideramos no es solo el investigador formal, pero cualquiera que se adentre a la
ciencia de manera estable), específicamente sus hábitos, los cuales él considera
son una competencia principal dentro de las ciencias subjetivas más que nada. El
hábito o costumbre del entendimiento que Brie gusta destacar se refiere más que
nada al del pensamiento riguroso, mediante el cual se tiene como fin llegar a la
resolución de problemas de cualquier índole al encarar a estos problemas con un
punto de vista abierto, pero a la vez definido a ciertos procedimientos exactos que
se inclinan a la exactitud y la sistematización del escepticismo del hombre.
Retomando el tema de los hábitos, Brie propone a estos como una solución
progresiva de la crisis previamente mencionada. Según Santo Tomás de Aquino, el
hábito es una forma o cualidad de una potencia permanente, que funciona como
productor de actos; o dicho en palabras más simples, una cualidad que adquiere el
hombre y lo induce a hacer un acto. Como se puede apreciar, los hábitos son en su
definición neutros, pero se pueden usar tanto para bien como para mal. Para el
autor, se consideran buenos hábitos aquellos que facilitan de una manera
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considerable el desenvolvimiento de la existencia humana. Los hábitos, que se
asignan regularmente su creación a la educación, se consideran totalmente
necesarios para alcanzar tres cualidades codiciadas: la firmeza, la prontitud y la
deleitación, esto también definido por Santo Tomás de Aquino. Y finalmente, estos
consideraban que la mente podía ser perfeccionada por dos métodos: el
conocimiento del objeto y el conocimiento del método para el estudio del mismo,
este último pudiendo considerarse un hábito alcanzable.
Referencia
Brie, R. J. (Julio de 2001). Pontificia Universidad Católica Argentina. Recuperado en Septiembre de
2017, de Los Hábitos del Pensamiento Riguroso:
http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo20/files/Los_habitos_del_pensamiento_riguros
o_2017.pdf