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Curso:
1° Semestre.
Paralelo:
“B”.
Carrera:
Terapia Ocupacional.
Docente:
CLELIA CELESTE RICAURTE JIJON.
Asignatura:
Pensamiento Laico y Proyecto de vida.
Ecuador ha sido un país tradicionalmente católico-romano desde su coloniaje. Con la
revolución liberal de fines del siglo XIX e inicios de siglo XX, el catolicismo perdió –
temporalmente– su hegemonía política dado el fuerte anticlericalismo que tuvo el
movimiento alfarista. Sin embargo, la Iglesia Católica nunca dejó de tener una fuerte
influencia en el Ecuador, a tal punto que, pese a la nominal separación de la Iglesia y el
Estado en el país, podemos decir que somos un Estado confesional de facto. Basta recordar
que nuestras constituciones, de manera invariable, han invocado a la divinidad en su
preámbulo. Acuerdos con la Santa Sede, fruto del lobby de la jerarquía eclesial católico-
romana, como el Modus Vivendi, son también evidencia de dicho carácter confesional, más
aún cuando la Iglesia Católica ha tenido privilegios que han sido negados a otras religiones
(capellanías en las Fuerzas Armadas, capillas en hospitales públicos, la posibilidad de tener
escuelas y colegios cofinanciados por el Estado o “fisco-misionales”, etc.).
Sin embargo de esta clara disposición constitucional, el presidente Correa, en una de sus
primeras muestras de irrespeto a la separación de Iglesia y Estado, expidió en 2009 el
Decreto 1780, mismo que concedió a la Iglesia Católica un sinnúmero de privilegios,
especialmente en materia educativa, en zonas vulnerables del país como la Amazonía y la
provincia de Esmeraldas. Una de las disposiciones de ese decreto –posteriormente
reformado para atenuar su evidente orientación reaccionaria- encargaba a la Iglesia que
integre a las poblaciones de esas provincias a la “vida socioeconómica y cultural del país”,
mostrando la mentalidad neocolonial del gobierno. Pese a varias demandas de
inconstitucionalidad, la Corte Constitucional no hizo nada frente a esta flagrante violación
al laicismo, manteniéndose en vigencia este decreto3.
En la actualidad, las políticas públicas generadas desde el poder político dan cuenta de la
importancia que tiene para el gobierno no pelearse con la Iglesia Católica: temas sensibles
como la despenalización del aborto, la legalización del matrimonio igualitario, entre otros,
han sido obstaculizados por el Presidente de la República Rafael Correa Delgado. Las
pocas voces críticas en el bloque oficialista de la Asamblea Nacional, cuyos esfuerzos
aislados buscaron impulsar cambios en la legislación para reflejar la realidad social, fueron
silenciadas sin ningún reparo. El mismo Presidente Correa ha repetido en varias ocasiones
que no permitirá un cambio de
rumbo en ese sentido por su
condición de “católico
practicante”. El único logro –un
triunfo a medias– ha sido la
aprobación de reformas al
Código Civil para permitir el
reconocimiento de la unión de
hecho de parejas del mismo
sexo.