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MAQUIAVELO Y MARX, DOS GIGANTES DEL

PENSAMIENTO POLÍTICO (I)


2 de mayo de 2013 a la(s) 18:57

Nicolás Maquiavelo nació en 1469, en Florencia, cuandoreinaba la familia Médici, y


recién empezó a escribir sus reflexiones sobre lapolítica, en 1513. En 1494 fue
derrocado Piero de Médici, que había sucedido asu padre Lorenzo, dos años antes, y se
restableció la República. Maquiavelo sirvió a éstacomo diplomático y asesor en asuntos
militares. Era una época tumultuosa.

En 1512, Juan de Médici, futuro Papa León X, recuperó elpoder y Maquiavelo se retiró
de la política activa.

Ha pasado a la posteridad por su obra “El Príncipe”, la másfamosa e infame, según sus
adversarios. Pero su obra principal, que redactócuidadosamente durante siete años, em
su retiro, son los “Discursos sobre losdiez primeros libros de Tiro Livio” (1520). Su
preocupación fue encontrar en lahistoria los elementos fundamentales para construir una
república democrática, libre, estable y sensible a las necesidadespopulares.

Como todos los humanistas del Renacimiento, leyó ávidamentela filosofía y la historia
antigua. Se alineó en las antípodas de Platón y máscerca de Demócrito y Epicuro que de
Aristóteles, el pensador más influyente en esemomento. En historia sus referencias
fueron Tito Livio y el griego Jenofontespor su obra “La educación de Ciro”.

Hoy se considera a Maquiavelo como el fundador de la cienciapolítica y el primer


pensador moderno porque comprendió que estaba viviendo acomienzos del siglo XVI
un cambio de época: la Europa Feudal,dominada por el poder espiritual y temporal de la
Iglesia, en gran parte deItalia, cedía terreno al desarrollo burgués que dotó, en breve
tiempo, de granpoder a ciudades-estados como Venecia, Génova y Florencia; y el
descubrimiento de América, en 1492,desplazó ese poder hacia el Atlántico. Las ciencias
y las artes comenzaban adar grandes saltos. La observación y la experiencia se
convertían en lasherramientas fundamentales del conocimiento; nuevas técnicas e
instrumentosenriquecían la vida práctica. Pero rodeando esta exhuberancia,

el hedonismo y la corrupción se entronizaron en los palaciosprincipescos, incluyendo a


la Iglesia. Las guerras y los crímenes se convirtieron enherramientas habituales de la
política. Las ambiciones no parecían tener límites.
El fraile domínico, Jerónimo Savonarola, pronunciabaencendidos sermones contra la
depravación del Príncipe Lorenzo el Magnífico –banquero y mecena de artistas como
Botticcelli, Leonardo da Vinci y MiguelAngel Buonarrotti; también dirigía susdardos
contra el Papa español, Alejandro VI (Rodrigo Borgia o Borjas), quehabía convertido la
sede de San Pedro en un harén donde proliferaba el vicio yel crimen. El puritano fraile
terminó condenado por la Inquisición, a instanciasdel Pontífice, y ahorcado (1498), en
la “Piazza della Signoria”; luego su cuerpo fue arrojado a las llamas.

Para Maquiavelo, en cambio, la salvación de Italia y ellogro de su unificación, no


podían venir de un retorno al pasado imperial de la Iglesia. Había quecrear nuevas
instituciones.

Recurriendo a la historia, recordaba que en la Antigüedadhabían existido Monarquías y


Republicas. Todas habían pasado por tres etapas:ascenso, apogeo y decadencia. El paso
a esta última etapa era causado por lapérdida de apoyo popular y la instauración, para
controlar el poder, de la tiranía. A efectos desuperar esta situación eran necesarias leyes
que regularan el poder de lanobleza, garantizando los derechos del pueblo. Consideraba
que la república másperfecta fue la romana porque creó la institución “Tribunos de la
plebe”.

En un pasaje de los “Discursos…”, expresa: “Los que hanorganizado repúblicas,


instituyeron prudentemente entre las cosas másnecesarias, una guardia de la libertad y,
según la eficacia de aquélla es laduración de ésta. Habiendo en todas las repúblicas una
clase poderosa y otrapopular, se ha dudado a cuál de ellas deberá confiarse esa guardia.
EnLacedemonia antiguamente y, en nuestros tiempos, en Venecia, estuvo y erapuesta en
manos de los nobles; pero los romanos las pusieron en las de la plebe. Preciso es,por
tanto, examinar cuáles de estas repúblicas tuvieron mejor elección”.

“Diré que la guardia de toda cosa debe darse a quien tengamenos deseos de usurparla y
si se considera la índole de nobles y plebeyos severá en aquellos gran deseo de
dominación y en éstos de no ser dominados y, portanto, mayor voluntad de vivir libres
porque en ellos cabe menos que en losgrandes la esperanza de usurpar la libertad.
Entregada,pues, su guardia al pueblo, es razonable suponer que cuidará de
mantenerla,porque no pudiendo atentar contra ella en provecho propio, impedirá
losatentados de los nobles”.

La institución de los Tribunos fue una concesión que tuvoque hacer la nobleza ante una
violenta rebelión de los plebeyos que puso enpeligro la existencia de Roma. Estos
acontecimientos, reiterados en la historiade la ciudad, le merecen al escritor florentino la
siguiente reflexión: “Si losdesórdenes de Roma originaron la creación de los tribunos,
merecen elogios,porque además de dar al pueblo la participación que le correspondía en
elgobierno, instituyeron magistrados que velan por la libertad romana”.

Es interesante asimismo, el pensamiento de Maquiavelo sobreel origen de las


sociedades y el poder de la nobleza. Al respecto,escribe: “En el principio de la
humanidad, los hombres vivieron, largo tiempodispersos, a semejanza de los animales;
después, multiplicándose lasgeneraciones se concentraron y para mejor defensa
escogían al que era másrobusto y valeroso, nombrándole jefe y obedeciéndole”.

“Entonces se conoció la diferencia entre lo bueno y honradoy lo malo y vicioso que


cuando uno dañaba a su bienhechor se producían en loshombres dos sentimientos, el de
odio y la compasión censurando al ingrato yhonrando al bueno. Como estas ofensas
podían repetirse, a fin de evitar dicho mal acudieron a hacer leyes y ordenarcargos para
quienes las infligieran, naciendo el conocimiento de la justicia ycon ella que la elección
de jefe no se hiciera al más fuerte, sino al más justoy sensato”.

Estos textos revelan varias cosas. Desde el punto de vistahistórico-social, la noción de


“desarrollo de las civilizaciones” (ascenso,apogeo y decadencia), concepción a la que
Hegel, tres siglos más tarde, inscribirá ensu lógica dialéctica historicista
(“Fenomenología del espíritu”, 1807, y las “Lecciones sobre la Filosofía de la
Historia”,1822-31); la existencia de una lucha de clases que, en Roma, fue entre
laaristocracia, dueña de la tierra, y los campesinos explotados; desde el ángulopolítico,
la necesidad de leyes que dieran garantías a la plebe y laconvirtieran en “guardiana de la
libertad” y permitieran la elección, como jefedel gobierno, al “más justo y sensato”.

Por otra parte, la concepción de la moral que tieneMaquiavelo, lo sitúan completamente


como un hombre moderno. La distinción entreel bien y el mal, ya no es un mandato
divino sino el producto de unaexperiencia social, donde la cohesión del grupo solo
puede perdurar con hombresrespetuosos de las leyes. La conclusión de esa experiencia
es que la sociedad“honra al hombre bueno y censura al ingrato y malo”.

En síntesis, Maquiavelo apoyándose en los hechos que, comohombre moderno


considera la “prueba de la verdad”, indica el camino que, a sujuicio, debe seguir la
burguesía como futura clase dominante.
MAQUIAVELO Y MARX, DOS GIGANTES DEL
PENSAMIENTO POLÍTICO (II)
5 de mayo de 2013 a la(s) 12:08

Carlos Marx comienza a elaborar su pensamiento crítico delmodo de producción


capitalista, a temprana edad, en la década de 1840. Lahistoria, en la primera mitad del
siglo XIX, en la fase de ascenso del sistemaburgués en Europa Occidental, mostraba
que la expectativa de una conciliaciónde clases, como era la idea fundamental de
Maquiavelo, basada en unalegislación justa, no era confirmada por los hechos. Por ello,
Marx y Engels,en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, comienzan con la que
será latesis fundamental del marxismo: “La historia de las sociedades humanas es
lahistoria de la lucha de clases”. Es, como puede observarse, un punto decontacto con
Maquiavelo, pero luego los distancia radicalmente la solución: noserá una “legislación
justa” sino la revolución social la que desplace delpoder a la burguesía.

Marx y Engels llegaban a esta solución a través de lafilosofía materialista dialéctica que
invertía el idealismo dialéctico deHegel, su maestro.

Pero la filosofía no podía explicar cuál era el motor quepermitía el desarrollo del
capitalismo. Y el filósofo Carlos Marx, licenciadocon una tesis sobre la diferencia entre
la filosofía de Demócrito y Epicuro,comenzó a estudiar apasionadamente todas las
teorías económicas que describíanel sistema, centrándose especialmente en la “teoría
del valor”. Comenzó con losclásicos ingleses Adam Smith (escocés) y David Ricardo.
Al primero lo llamó el“economista de la época del capitalismo manufacturero”; en
Ricardo, encontró una pista que sería fundamentalpara su teoría del valor cuando el
banquero inglés sostiene que el aumento delos salarios no aumenta los precios de las
mercancías sino que reduce laganancia de los empresarios.

Marx nació en 1818. En los 40, cuando la lucha de losobreros, ya organizados en


sindicatos, en Inglaterra y Francia, se rebelancontra el régimen de explotación que
padecían, tenía 22 años de edad y en laregión renana de su país, donde había nacido, se
dedicaba a analizar en laprensa la situación del campesinado. Tuvo que abandonar su
tierra y se dirigióa Francia que era un verdadero laboratorio social. Así nació el
Manifiesto, perola Revolución de 1848 fracasó y debió refugiarse en Londres. Es aquí,
en elMuseo Británico, en un agotador trabajo de casi diez años de investigación dela
literatura económica, que llegó a descubrir el mecanismo que accionaba elmotor del
modo de producción capitalista. En 1859 publica “Contribución a la ccíticade la
Economía Política” que luego incorporará al primer tomo de “ElCapital” (1867).
Engels dirá más tarde en su “Anti-Duhring” (1878), que latesis de la lucha de clases y la
teoría de la plusvalía, son los fundamentosdel “socialismo científico”.

Estos fundamentos se mantienen inconmovibles y lo seránmientras exista el modo de


producción capitalista, sacudido periódicamente porlas crisis económicas y financieras
sin que los teóricos del sistema hayanencontrado la fórmula que lo consagre como “el
fin de la historia”.

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