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"La angustia y la culpa son la sustancia del síntoma" escribió Néstor Braunstein.

La angustia y la culpa son la sustancia del síntoma y su alma es el deseo.


La culpa es un afecto que opera como regulador psíquico expuesto a disfunciones que
generan una clínica, por defecto o por exceso, siendo el plus de culpa lo propio de la
neurosis.

Pese a la vastísima variedad de presentaciones posibles del síntoma, las podremos


dividir en dos categorías:
- las que portan un sentido inconsciente (síntomas semánticos), y
- las que no (síntomas somáticos).

Los síntomas semánticos son el campo propio del psicoanálisis.

El síntoma es el resultado de un miedo a saber que se manifiesta en un rechazo a


saber. A saber sobre algo que es propio del sujeto y de lo cual el sujeto no quiere
saber. Hay en cada uno de nosotros un saber que no se sabe, es decir, un
saber inconsciente. El término original freudiano que traducimos como "inconsciente"
es das Umbewuste, 'lo no sabido'. Un saber no sabido por reprimido. Y el síntoma es
(Freud) el retorno de lo reprimido.

El miedo es una respuesta lógica a un peligro real (Freud). Si vas por la calle y te
encuentras con un león lo propio es que tengas miedo, salgas corriendo y te escondas en
el primer portal que encuentres porque en caso de no hacerlo te expondrías a un riesgo
importante. Un caso bien distinto es cuando en tu caminar te cruzas con un ratoncillo.
Mi prima se llevará un gran susto porque los ratones y las ratas le dan mucho miedo, así
que basta presentir su presencia para salir huyendo y cuando te refiera la escena
exclamará "¡Una rata! (da igual que sea un ratoncillo, siempre le parecerá el tamaño
XXL) ¡Qué horror! ¡Qué asco!"
En términos de peligro no es lo mismo un león que un ratón. Y ya puestos no es lo
mismo 'miedo' que 'horror', pero además de esa desproporción, la clave está en el 'asco',
que se solapa con el miedo pero no hace serie, pues apunta a otro ámbito. ¿A qué
ámbito apunta? Pues esa es la cuestión.

Apunta Freud: Ese temor, más que proceder de afuera procede de adentro, por más
que el afuera, en este caso el ratón, sea el desencadenante. Pero es el desencadenante
de una película interna, de algo que uno lleva dentro. Ese temor desencadenado por
algo interno que despierta estaría del lado de la angustia. El peligro pues, no es la
'amenaza' exterior. El agente exterior sería el mediador, el que convoca el peligro
interno. Es decir, que el ratón no es el peligro, el ratón lo representa. Y para saber qué
representa, el analista formulará su pregunta estrella: "¿Qué asocia usted con ratón?"

Decíamos que el síntoma respondía a un no querer saber sobre algo que es propio del
sujeto. Eso de uno que uno rechaza saber tiene que ver con su deseo, un deseo que se
vive como insoportable, inaceptable, intolerable, horroroso.
El lado oscuro del deseo: Su naturaleza es intrínsecamente conflictiva, pues es hijo del
conflicto, y de ahí el síntoma.
Lacan llega a plantear el psicoanálisis como una ciencia del deseo.
En el caso en que uno da el gatillazo y la angulatriz cae a cero, o el del atribulado
eyaculador precoz que se derrama angustiado, ¿no hay ahí deseo?, por supuesto, quizás
demasiado...

Freud era del club de la bata, se pasó la carrera de Medicina en el laboratorio de Brücke,
fisiólogo del ala dura del positivismo y seguidor de Helmholtz, que sostenía que "el
funcionamiento de todo organismo se explica en términos físico-químicos, únicamente".
El estudio del sistema nervioso fue su base y el microscopio, su instrumento, y por más
que su práctica clínica le llevó por las sendas del lenguaje a paisajes enigmáticos como
los sueños, intentó establecer un método riguroso que diera cuenta de su lógica y su
sentido siempre desde un pragmatismo racionalista, sustrayéndose a los campos
esotéricos y espiritualistas como los que Jung frecuentó. De hecho, tras su ruptura,
Freud acusó a Jung de ceder al "lodo negro del ocultismo" y quiso desmarcarse
claramente de esa deriva acientífica y reafirmar su intención de darle un estatuto
científico al psicoanálisis. Lo que ocurre es que hay un problema estructural insalvable
en relación al material que trabaja.
Y hay un ideal de Ciencia que en aras de la objetividad más aséptica pretende posible
dejar fuera la subjetividad del observador. Y es precisamente esa subjetividad excluida
la que el psicoanálisis atiende.
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