Você está na página 1de 27

1

De sus lenguas, líbranos


señor
De Carlo Goldoni

Adaptación: grupo de Teatro Academia de Artes Guerrero


Dirección: Daniel Maldonado

PERSONAJES

PANTALEÓN, Padrino de los novios Diego


BEATRIZ, Supuesta hija de la Capitana Carolina
SILVIO, Novio de Beatriz Fabián
ELEONORA, Amiga de Silvio Lady
PEPA, Ropavejera Johanna
CATA, Lavandera Gabriela
ANGÉLICA, Modista xxxxxxx
DUQUESA, Madre de Beatriz Catalina
ESMERALDINO: Criado de Beatriz Miguel
CHENCHA: Criada de la Duquesa, vendedora de cocadas. Miguel

Tiempo: Siglo XVII – XIX


Espacio: La acción transcurre en la ciudad

1
2

ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA

ESPACIO: SALA DE LA CASA DE BEATRIZ

ESMERALDINO: (Cantando) “Cásate conmigo…” Póngase alegre, futura esposa…


ELEONORA: Este debe ser el día más feliz para ti.
BEATRIZ: Claro que estoy feliz. Hoy me comprometo. (Ilusionada – todas
suspiran)
PEPA: Bueno, ¿cuándo llega el novio?
BEATRIZ: (Beatriz mira a esmeraldino nerviosa) Dejó dicho que ya venía.
CATA: Dime, Beatriz: ¿el padrino te envió las flores de azahar?
BEATRIZ: No me envió ni siquiera una flor. (Decepcionada)
TODAS: ¡Esmeraldino!
ESMERALDINO: ¡Ay, qué miserable!
PEPA: ¿Te mandó chocolates?
BEATRIZ: Ni siquiera una almendra.
ESMERALDINO: ¡Qué padrino tan tacaño le tocó, señorita!
BEATRIZ: ¡Esmeraldino! Eso no quiere decir nada. El señor Pantaleón es
todo un caballero, sin importar si regala o gasta.
PEPA: Parece que quieres más al padrino que al novio.
BEATRIZ: Ten cuidado con las palabras, Pepa, la gente podría
malinterpretarlas. (Seria)
PEPA: Ten cuidado con lo que haces, amiga, la gente podría
malinterpretarlo.
ELEONORA: No le pongas cuidado, Beatriz. Las de su clase, tienen la lengua
muy afilada.
PEPA: Cuidado, señora, que a lo mejor nuestra lengua es igual a la suya.
ELEONORA: Deberías hablar con más respeto. No somos de la misma
clase.
PEPA: ¿Oíste, Cata?
CATA: Claro que oí. Y estoy empezando a sentir cosquillas en los puños.
BEATRIZ: Calma, señoras.
ELEONORA: Doña Pepa: ¿Sigue vendiendo ropa vieja y chucherías en su
negocio?
PEPA: ¡Claro que sí, ilustrísima! Pero hoy me tomé el día libre.
ELEONORA: (A Cata) Y usted, ¿no tiene ropita para lavar, hoy?
CATA: Pierda cuidado, que sus camisas harapientas estarán lavadas en
la mañana.
ELEONORA: ¿Qué modo de hablar es ése? Me parece una impertinencia.
ESMERALDINO: (Repite) ¡Me parece una impertinencia!
CATA: Pepa, vamos que el horno se está calentando.
ESMERALDINO: “Cuchillo… pa matarte… se formó el…”
ELEONORA: Beatriz, me invitaste a tu compromiso y yo vine porque estimo
mucho a Silvio. Pero no quiero tratar con esta clase de gente.
BEATRIZ: Señorita Eleonora, no se vaya, por favor.
CATA: Cuidado, Pepa, hazte a un lado, no las vayas a manchar.
ELEONORA: Vine a acompañar a Beatriz. Tengan un poco de modales.
Estudien; vagas
2
3

PEPA: ¿Lo dice por mí?


ELEONORA: Sí, por usted.
PEPA: Voy a cerrarle esa bocota. (Están que se van a los puños)
BEATRIZ: ¿Quieren callarse por favor? (Grito)
ESMERALDINA: Al fin; llega el novio.
(Todas corren a la ventana)
BEATRIZ: (Emocionada) Sí. Ahí vienen; mi novio… y mi padrino (suspira)
(Todas la miran)

ESCENA SEGUNDA

ESPACIO: SALA DE LA CASA DE BEATRIZ

PANTALEÓN: ¡Felicidades Beatriz! ¡Feliz boda!


ESMERALDINO: ¡Bonita boda sin chocolates ni flores!
TODAS: ¡Esmeraldino!
CATA: Señor padrino: ¿cuándo es el compromiso?
PANTALEÓN: Hoy, al atardecer.
PANTALEÓN: Adelante, novio. ¿No saludas a la novia? ¿Hay tantas mujeres que
te confundes?
SILVIO: No podría equivocarme: es la más joven y la más linda.
CATA: La más joven, no es…
PEPA: Tampoco la más linda…
ESMERALDINO: ¡Solteronas, envidiosas!
PEPA: ¿Qué dijiste mugriento?
PANTALEÓN: Bueno, bueno… El novio debe estar junto a la novia. Por favor,
¿se corren un poco y le dan un lugarcito a Silvio?
ELEONORA: Será suficiente si esa señora se mueve un poco.
CATA: Esta señora no se mueve de su silla
ELEONORA: Silvio, ocupa mi asiento, que la señora Pepa me va a dar el suyo
y se va a ir a otro.
PEPA: ¿Y cómo a dónde quiere que me vaya yo? No mijita, se puede ir
usted.
PANTALEÓN: Señoras, es necesario dar el puesto en orden de importancia y el
novio…
PEPA: ¿Ah, yo no importo? Como no soy importante, me voy.
PANTALEÓN: ¿A dónde va, señorita Pepa?
PEPA: Excelencia, cedo el lugar a la gente importante. Y tú, Beatriz: no
me vuelvas a invitar a tu casa. Nunca más pondré un pie aquí.
Ni muerta. ¿A una dama como yo hacerle estos ultrajes? ¿Se tiene
más en cuenta a una extraña que a mí? ¡Váyanse todos al diablo!
Ustedes no son dignos de tenerme como invitada. ¡Hija sin sesos,
padrino tacaño, novio miserable y criado metiche! (Se va)
ELEONORA: Creo que la pobre se enloqueció.
CATA: Pues esa loca tiene más sesos que usted.
ELEONORA: ¡Cómo se atreve a hablarme de esa manera?
CATA: Pues con la boca.
ELEONORA: Veo que en esta casa el decoro corre peligro. Adiós, Beatriz. No

3
4

quiero trato alguno con esta gentuza.


CATA: Mantecosa, mantecosa.
ELEONORA: Me dan ganas de tratarla como se merece. Pero por no dar un
disgusto a esta buena muchacha, prefiero irme. Y le digo que, si
no modera su lenguaje, voy a hacer que le corten la lengua. (Se
va)
CATA: ¡Ay, qué sufrimiento, qué dolor! ¡Presumida! Cómo si yo no
supiera…
PANTALEÓN: En mi casa no quiero chismorreos. Si fue invitada, debe portarse
con educación. Y si no puede, debe ir y ocuparse de sus asuntos.
CATA: ¿Ah, me está echando de esta casa?
PANTALEÓN: Sí.
CATA: Se van a arrepentir. Beatriz me voy, pero quiero que te acuerdes
del desplante que hoy le hicieron a Cata la Lavandera (Se va)

ESCENA TERCERA

ESPACIO: SALA DE LA CASA DE BEATRIZ

BEATRIZ: (Incómoda) Bueno… pues en vista que estamos solos, ¿podríamos


hacer el compromiso de una vez?
PANTALEÓN: Si es tu deseo… (A SILVIO) Vamos, toma éste es el anillo.
Colócaselo en su dedo.
SILVIO: ¿Cómo se hace? Enséñame.
PANTALEÓN: Venga le enseño que no le voy a durar toda la vida… Se hace así.
(Prueba a poner el anillo a BEATRIZ. La mira enamorado y le
besa la mano)
SILVIO: Hey, Yo lo haré. No hay necesidad de besarle tanto la mano.
PANTALEÓN: No te pongas celoso. Soy tu padrino
BEATRIZ: Calma, Silvio. El señor Pantaleón, es un hombre honorable.
(Beatriz tiembla. Esmeraldino los separa)
PANTALEÓN: Compadre, ya no soy joven. He llegado a puerto, desmontado la
barca, y ya no soy capaz de navegar.
SILVIO: Me haces reír. Mira. (Le pone el anillo a BEATRIZ)
BEATRIZ: ¡Ah, qué anillo tan bonito!
PANTALEÓN: ¿Te gusta?
BEATRIZ: Me gusta el anillo, pero más me gusta el que me lo trajo.
PANTALEÓN: Yo te lo traje.
BEATRIZ: Digo, el que me lo puso… en mi dedo.
PANTALEÓN: Bien, hijos, me alegra mucho este compromiso. Ahora voy a
trabajar en mis asuntos. Que el cielo los bendiga. ¡Qué linda es
la juventud! (Se va. Antes voltea a mirar a Beatriz, triste y
suspira. Beatriz se queda mirándolo. – Suena Música y Beatriz
voltea lento a ver a Silvio)
BEAATRIZ: Silvio; ¿no tienes algo que hacer ahora?
SILVIO: ¡Ah! No, no tengo nada que hacer.
BEATRIZ: ¿Nada de nada? Porque yo sí. (Se señala ella con los arreglos que
debe hacerse).
SILVIO: Ya entendí. Me voy. ¡Beatriz, Mi corazón es tuyo! (Va a salir y
4
5

Beatriz corre, lo detiene y lo abraza como desesperada)


BEATRIZ: Silvio, quiéreme mucho.
DOMINGA: ¡Cómo me conmueven los enamorados! Vamos, adentro, que hay
que planear una boda. (Salen)

BEATRIZ CANTA EQUIVOCADA DE THALÍA CON MIRADA PERDIDA

ESCENA CUARTA

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

CATA: ¿Qué me dices de esa presumida de Eleonora?


PEPA: Calla, querida Cata, no me la nombres, porque me vuelve a dar
rabia.
CATA: Y, qué tal, Beatriz, quedarse callada frete a semejante
humillación.
PEPA: ¿No has visto cómo se le subieron los humos a la cabeza?
CATA: Y la viejo Pantaleón, atreverse a echarme de su casa. A mí, a la
amiga de la mamá de Beatriz.
PEPA: Cuál mamá, si Beatriz no es hija suya.
¡Ay! (punto de giro)
CATA: ¿Qué dijiste? Cuidado, Pepa, que calumniar es pecado. (se
santigua)
PEPA: ¿Me prometes bajo palabra de mujer honrada no decirle a nadie
nada de lo que te voy a contar?
CATA: No hay peligro de que hable.
PEPA: ¡Júralo!
CATA: ¿Así de chismosa me crees, que me vas a hacer jurar?
PEPA: ¡Bueno está bien! Te creo. ¡Pero mucho cuidado! Solo confío en ti.
CATA: Puedes decirme lo que quieras sin preocuparte. Que esta boca es
una tumba.
PEPA: Beatriz, no es hija de Dominga.
CATA: ¡Qué dices! Pero, entonces, ¿de quién es hija?
PEPA: (Empieza imaginación) No sé. El Capitán, esposo de doña
Dominga, la supuesta mamá de Beatriz y que en el cielo estén
ambos, se lo confesó a mi madrecita, y mi madrecita me lo contó
a mí. (Hacen la acción)
CATA: ¿Y de dónde la sacaron, entonces?
PEPA: No sé. Hay quienes dicen que es una bastarda. (Entra Beatriz.
Le cantan Bastarda). Otros aseguran que es un enredo del
Capitán (Folla en la esquina). Y no falta quien sostiene que es
producto de un desliz de doña Dominga (Hace como si se viniera
con un precoz). Cada uno tiene una versión de la historia.
CATA: Entonces ¿Todo el mundo está enterado?
PEPA: ¡Ah, no, no todos! Únicamente mis amigas. Y no hay peligro de que
hablen.
CATA: No te imaginas la alegría que me das con esa noticia.
PEPA: Me voy, que se me hace tarde. Hasta lueguito me voy para mi
almacén.
CATA: Cuidado, que no sea que en camino te cruces con la presumida esa
5
6

de Eleonora.
PEPA: No le tengo miedo. ¡Conmigo tiene que callarse porque conozco
todos sus secretitos! (Se va)
CATA: ¡Quien lo hubiera pensado! Beatriz no es hija de la Dominga. ¡Ese
viejo me echó de su casa y la vida me pone en frete la manera de
vengarme!

ESCENA QUINTA
ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

ANGÉLICA: Señora Cata, ¿Me puede decir dónde es la casa de su amiga


Beatriz?
CATA: Mire, baja por esta calle, atraviesas el puente, y a mano
izquierda la tercera puerta.
ANGÉLICA: Muchísimas gracias
CATA: ¿Qué va a hacer a casa de Beatriz?
ANGÉLICA: Le llevo su vestido de bodas.
CATA: ¿Lo puedo ver?
ANGÉLICA: ¡Mire qué hermoso! Está bordado en oro.
CATA: ¿Oro, oro, Angélica? ¡Pobre puerca! ¿Oro?
ANGÉLICA: ¿Se maravilla por eso?
CATA: ¡Y esa loca de Dominga Le dejó tanto dinero!
ANGÉLICA: Es su hija, y la quiso mucho. Por eso la dejó tan bien.
CATA: ¡Sí, sí, su hija!
ANGÉLICA: ¿Qué? ¿Beatriz no es…?
CATA: ¿Me promete no contar nada?
ANGÉLICA: Lo prometo. Yo soy muy reservada.
CATA: Sí. Beatriz no es hija de Dominga.
ANGÉLICA: ¡Qué! ¿Y de quién es hija?
CATA: Es una bastarda
ANGÉLICA: ¡Ah! ¿Qué dice?
CATA: Se lo cuento, porque sé que usted es una joven muy prudente, no
se vaya a poner a contarlo por ahí... (Se va)
ANGÉLICA: ¿Así que Beatriz no es hija de Dominga? Es una... bas… ¡Dios
mío! ¿Y Silvio me dejó a mí por ella? Y yo le hice un vestido a esa...
bas… ¡Ah, no! No voy a llevarle ningún vestido. Si lo quiere, que
lo mande a buscar. Voy a llevarle el abrigo a la Señora Eleonora.
¡Una modista como yo no trabaja para esa clase de mujeres! (Se
va)

ESCENA SEXTA

ESPACIO: CASA DE ELEONORA

ANGÉLICA: Buen día, señora Eleonora.


ELEONORA: Angélica, bienvenida. ¿Ajustaste mi abrigo?
ANGÉLICA: Sí, señora. Todo, como me lo pidió. Si se lo quiere probar, aquí
estoy para ayudarle.
6
7

ELEONORA: No, no es necesario. ¿Qué lindo paquete? ¿Qué es?


ANGÉLICA: Es el vestido de bodas de una joven. Iba a llevárselo, pero me
enteré de ciertas cosas, que me impiden hacerlo.
ELEONORA: ¿Qué muchacha?
ANGÉLICA: Creo que la conoce. Es Beatriz, la hija de la señora Dominga.
ELEONORA: ¡Sí la conozco! La prometida de Silvio. ¿Y por qué no quieres
llevarle el vestido?
ANGELICA: Porque... No, no puedo decir nada.
ELEONORA: Tranquila, a mí me lo puedes decir todo. Yo no soy una chismosa.
ANGÉLICA: Sé que usted es una señora prudente y por eso se lo voy a confiar.
Pero, por amor del cielo, que nadie lo sepa.
ELEONORA: Claro que no, ni lo pienses.
ANGÉLICA: Hoy supe que Beatriz no es hija de la señora Dominga, sino que
es una bastarda.
ELEONORA: ¿Qué?
ANGÉLICA: Sí. Lo sé de muy buena fuente.
ELEONORA: ¿Y Silvio, lo sabe?
ANGÉLICA: No. Ni mucho menos sus padres. Si sus padres se enteran
cancelarían la boda de inmediato.
ELEONORA: ¡Pobre muchacho!
ANGÉLICA: (Empieza tango) Él me hacía el amor a mí. Y por causa de
esa, me abandonó. Si supiera quién es, estoy segura de que
volvería a quererme.
ELEONORA: ¿Será que debo contarle?
ANGÉLICA: ¡No, mi estimada señora! No quiero meterme en chismes. Por
favor: no le diga nada a nadie. Se lo suplico.
ELEONORA: Está bien. No hablo.
ANGÉLICA: Con su permiso, vuelvo a mi trabajo.
ELEONORA: Sigue.
ANGÉLICA: Aunque si cree que es su deber… Bueno, adiós. Fue un
gusto saludarla. (Para sí:) ¡Silvio me quería! Pero Beatriz
me lo robó. (Se va. Aparece Esmeraldino)
ELEONORA: Esmeraldino, ¿quieres ganarte una buena propina?
ESMERALDINO: Señora... “Yo solo quiero pegar en la radio, para ganar mi primer
millón”
ELEONORA: Niño loco. Ve a buscar a Silvio y dile quiero que venga
enseguida, que necesito hablar con él. Toma (le da unas
monedas)
ESMERALDINO: (Muerde las monedas) ¡Son buenas! (Le mira las pochecas)
Gracias, señora. (Se va)
ELEONORA: Me da mucha tristeza con la pobre Beatriz. Pero no
quisiera que mi estimado Silvio se casara bajo un engaño….
Silvio, Silvio (Empieza a excitarse pensando en Silvio)

ESCENA SÉPTIMA

ESPACIO: CASA DE ELEONORA

ELEONORA: ¡Silvio! (La pilla de sorpresa) Acércate, quiero hablar contigo. (A

7
8

Esmeraldino que quiere escuchar) ¡Vete!


ESMERALDINO: ¡Uy, me voy! “Qué lástima pero adiós...”
SILVIO: ¿En qué puedo servirla (Casi hay beso), amiga mía? (Se alejan)
ELEONORA: Silvio, (Sienta a Silvio en sus piernas) sabes que te tengo en gran
estima y lejos de lastimarte mi interés es protegerte.
SILVIO: Lo sé, señorita Eleonora. Hemos crecido casi como dos hermanos.
ELEONORA: Te lo explicaré en pocas palabras. Se trata de un aviso que te
doy por tu bien; tú debes pensar luego y decidir. Debes saber que
Beatriz no es hija de la señora Dominga. Es una hija ilegítima, por
lo tanto no es digna de ti.
SILVIO: ¡Dios mío! ¿Qué dice? ¿Quién inventó semejante cosa?
ELEONORA: No preguntes más. Investiga primero y no te cases
precipitadamente.
SILVIO: Pero, señorita, le suplico...
ELEONORA: Por ahora basta con lo dicho. Con el tiempo sabrás todo.
Permiso.
(Se va.)
SILVIO: ¡Pobre de mí! ¡No sé en qué mundo me encuentro!

ESCENA OCTAVA

SILVIO: Beatriz, ¿Voy a tener que dejarte? Pero si no es hija del Capitán
y de la señora Dominga, eso quiere decir que es una... Cállate
boca mía. No puedo casarme con ella. Mis padres no lo van a
aceptar. ¿Qué hacer? Ni yo mismo lo sé. Amo a Beatriz; nos
comprometimos. Pero y mi reputación.. En qué va a parar todo
esto.

APAGÓN

ACTO SEGUNDO
ESCENA PRIMERA

ESPACIO: CASA DE BEATRIZ

BEATRIZ: ¡Esmeraldino! ¿Dónde estás? (Esmeraldino la persigue)


ESMERALDINO: Aquí estoy, señorita. ¿Qué necesita?
BEATRIZ: Esmeraldino, hazme un favor. Ve hasta la casa de Angélica, la
modista, y pregúntale por qué no me ha traído mi vestido.
(Preocupada)
ESMERALDINO: Sí, señorita, ya voy. La felicito por el matrimonio.
BEATRIZ: Gracias.
ESMERALDINO: Se ganó la lotería el señorito Silvio con usted, que está más
buena que el pan.
BEATRIZ: Cuide esos modales.
ESMERALDINA: Y dígame esos ojos que tiene, como pa´agarrárselos a besos.
8
9

BEATRIZ: ¡Bueno, Esmeraldino!


ESMERALDINO: Y esa boquita, y las manos, las piernas y el cu…
BEATRIZ: ¡Esmeraldino! ¡Cálmese por favor!
ESMERALDINO: Y el cuello, señorita, el cuello. Mire, Ahí viene el motivo de sus
suspiros. Me voy para donde la modista. (A Beatriz) “Algo en tu
cara me fascina, algo en tu cara me da vida; será tu sonrisa”.
BEATRIZ: Váyase pronto, Esmeraldino.
ESMERALDINO: (A Silvio) Disfrútela por las dos. (Para sí) Adiós muñeca brava
(Se va.)
BEATRIZ: ¡Silvio!

ESCENA SEGUNDA

ESPACIO: CASA DE BEATRIZ

SILVIO: (Suspira) ¡Ah!


BEATRIZ: ¿Qué pasa?
SILVIO: ¿..tu madre? (Se persigna)
BEATRIZ: ¿Quién? ¿Tu suegra? (Se persigna)
SILVIO: Todavía no es mi suegra.
BEATRIZ: Evidentemente Silvio… Mi madre no está entre nosotros.
SILVIO: Beatriz, Pero quisiera que fuera mi
suegra… Que estuviera entre nosotros.
Aunque sé que está en el cielo o en el
infierno…
BEATRIZ: ¿Qué dices? Me partes el corazón.
SILVIO: Si tu corazón está partido, el mío está casi muerto.
BEATRIZ: ¿Qué pasa?
SILVIO: Beatriz, ¿tú me amas? (Agarra a Beaatriz a la cintura y la acerca
a él)
BEATRIZ: ¡Por mi vida, claro que sí! (Se acerca a besar a Silvio)
SILVIO: (Se acerca a corresponderle el beso, pero al final, la aleja)
Entonces, si me amas, dime la verdad.
BEATRIZ: Jamás te mentiría.
SILVIO: Beatriz, ¿eres hija de tu madre?
BEATRIZ: ¿Qué? ¿De quién voy a ser hija? ¿de mi tía? ¿de la señora del
públicos que se está emborrachando con vino?... Obvio que soy al
hija de mi madre.
SILVIO: Ya, no te molestes. Es que me acaban de decir que no eres hija de
la señora Dominga.
BEATRIZ: ¿Quién dice semejante infamia?
SILVIO: ¡Ay, Dios! ¡No puedo decírtelo!
BEATRIZ: (Beatriz se acerca sensual) Si me amas, tienes que decírmelo. (Al
verse rechazada, hace intento de llorar)
SILVIO: Beatriz, no llores (Ve a Beatriz con asco). Más bien aclaremos este
asunto.
BEATRIZ: (Corretea a Silvio por el público) Por favor: dime quién te lo
dijo. Si no me lo dices es porque no me amas.
9
10

SILVIO: Te amo, pero no te lo puedo decir.


BEATRIZ: Eso es porque nadie te lo dijo. Solo que te arrepentiste y ya no te
quieres casar conmigo. ¡Eso es! (Caprichosa)
SILVIO: No, te lo juro.
BEATRIZ: Entonces, dime quién te lo dijo. Te prometo que de mi boca no va
a salir ni una sola palabra.
SILVIO: ¿Me lo prometes?
BEATRIZ: Sí. Mi amor.
SILVIO: Me lo dijo Eleonora.
BEATRIZ: Pero, ¿de dónde sacó eso?
SILVIO: Ella solo quiere protegerme. Sabe que mi familia se opondría
totalmente…
BEATRIZ: (Para sí:) Debo ir inmediatamente a la casa de Eleonora. (A
Silvio – dolor de pelvis) Tengo que irme. Espérame aquí;
enseguida vuelvo.
SILVIO: Está bien. Pero, por favor, ni una sola palabra de lo que te conté.
Los chismes no son cosas de hombres.
BEATRIZ: ¡Ay, no. No hay peligro! Voy por un encargo y vuelvo. (Para el
público)
Me va a oír Eleonora. (Se va.)

Se marca un soliloquio de Esmeraldino.

ESCENA TERCERA

ESPACIO: CASA DE ELEONORA

BEATRIZ: Con su permiso, ¿puedo pasar?


ELEONORA: ¡Beatriz! ¿Eres tú? ¿Qué grata visita? (Se acerca emocionada a
saludar. Beatriz la aleja con el cuerpo).
BEATRIZ: Señorita: vine porque necesito que me haga un inmenso favor.
ELEONORA: Claro. ¿En qué te puedo ayudar?
BEATRIZ: Quiero que me diga quién le dijo que yo no soy hija de la señora
Dominga. (Lo dice en creccendo).
ELEONORA: ¿Quién te dijo que yo sé..?
BEATRIZ: Silvio
ELEONORA Yo no lo inventé.
BEATRIZ: ¿Quiere decir que usted no dijo nada de eso?
ELEONORA: Digo que no lo inventé. Alguien más me lo contó.
BEATRIZ: ¿Quién?
ELEONORA: No recuerdo.
BEATRIZ: ¿Quién? (Loca pasivo – agresiva) No quisiera que su costoso
vestido terminara quemado. (Empieza a prender uno a uno
cerillos)
ELEONORA: ¡Mi hermoso vestido no! ¡Pero te enloquesiste! Te voy a decir
quién lo dijo. Pero cuida tu boca.
BEATRIZ: ¡No se preocupe que de esta boca no saldrá una sola palabra!
ELEONORA: Me lo dijo Angélica, la modista.
BEATRIZ: ¿Angélica? ¡Pedazo de mi…!

10
11

ELEONORA: ¡Beatriz, tu modales!


BEATRIZ: ¡Mi…serable! ¡Miserable! ¿Atreverse a hablar así de una
muchacha como yo? Señora, Eleonora, la dejo.
ELEONORA: ¿A dónde vas, amiga?
BEATRIZ: A cortarle el pescuezo a una gallina, para el almuerzo. Adiós.
(Se va.)

ESCENA CUARTA

ESMERALDINO INICIA SIRVIENDOLE TRAGO AL PÚBLICO Y


COQUETEANDO CON LAS CHICAS DEL PÚBLICO POR LA IZQUIERDA.
BETARIZ ENTRA POR DERECHA TAMBIÉN HABLÁNDOLE AL PÚBLICO

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

BEATRIZ: Que venga, no más, esa cochina de la modista. Voy a hacer que
se trague sus palabras. Ya veo claro en el asunto. Ella estaba
enamorada de Silvio; Silvio la dejó, y para vengarse de mí,
inventó esa horrible calumnia.
ESMERALDINO : ¡Ah! ¡Aquí está, señorita Beatriz! La modista ya mesmo va para
la casa.
BEATRIZ: ¿Dónde está?
ESMERALDINO: Está en camino. Ya viene. Me costó mucho hacerla ir. No quería.
BEATRIZ: (Al público) ¡Perversa! Es la conciencia, que no la deja.
ESMERALDINO: Mire, ahí está.
BEATRIZ: Vete a casa, ya voy.
ESMERALDINO: Está pálida señorita, parece que vio al diablo. (Se va.)
BEATRIZ: ¡Qué rabia! (Respira y se compone! Calma, Beatriz, en la calle es
necesario tener prudencia.

ESCENA QUINTA

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD (La escena se desarrolla en el centro del


escenario)

ANGÉLICA: (Entra bailando) Estimada señorita: perdóneme si no he podido


ir antes a su casa. Pero tengo tanto trabajo que no puedo ni
moverme. Y por si fuera poco, mire, me lastimé un dedo y no
puedo coser.
BEATRIZ: (Histérica) Hubiera sido mejor que se hubiera lastimado la
lengua.
ANGÉLICA: ¿Qué manera de hablar es esa?
BEATRIZ: Dígame, señora chismosa (Beatriz rodea a Angélica): ¿Usted dijo
que yo no soy hija de mi madre?
ANGÉLICA: Sí, lo dije.
BEATRIZ: ¿Y cómo puede asegurar semejante cosa?
ANGÉLICA: Me lo dijo Cata, la lavandera.
11
12

BEATRIZ: (Indignada) ¿Cata, la lavandera?


ANGÉLICA: Sí, ella misma.
BEATRIZ: ¿Pero yo qué le hice a Cata, para que invente algo así?
ANGÉLICA: Ah, eso yo no lo sé; cada cual con sus pecados. Y si ella dice que es
verdad, es verdad. Me voy, yo no quiero estar metida en chismes.
Y si quiere el vestido, pues mande por él. (Se va.)
BEATRIZ: (Decepcionada y triste) No me interesa el vestido. Quiero hablar
con mi amiga Cata. ¿Ay, Cata por qué me hiciste esto? (Se queda
bebiendo con un hombre del público)

ESCENA SEXTA

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD (La escena se desarrolla a la derecha)

CATA: (Entrando) ¡Hola! ¿Beatriz, eres tú, amiga?


BEATRIZ: (Está desgreñada y se ajusta el pelo y el vestido) Claro que sí,
soy yo.
CATA: ¿Qué haces sola, por aquí? ¡Una mujer comprometida! Ten
cuidado, amiga, la gente puede hablar.
BEATRIZ: Cata, necesito un favor tuyo.
CATA: ¡Claro que sí, todo lo que necesites! (le coge las manos)
BEATRIZ: (apretándole las manos) Querida Cata ¿Por qué estás diciendo
que yo no soy hija de mamá Dominga?
CATA: Santo cielo, por los doce apóstoles y María Magdalena, papá Noel,
los Reyes magos, los santos del tuturumaina… yo no dije eso.
BEATRIZ: Sí, lo dijiste.
CATA: Nadie puede decir que me oyó decir semejante blasfemia.
BEATRIZ: Sí. Angélica, la modista.
CATA: (liberándose) ¡La muy chismosa! (Alto:) Escúchame, Beatriz. Yo
no niego que lo dije, pero no es inventado.
BEATRIZ: Si no es inventado, ¿de dónde lo sacaste?
CATA: Me lo contó la Pepa.
BEATRIZ: ¡Pepa! ¿Todavía más? Dónde está ese demonio…
CATA: ¡Ay no, yo no quiero chismes! Mejor me voy.(Se va.)
BEATRIZ: ¡Pepa! ¡Pepa! (gritando.)

ESCENA SÉPTIMA

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD (La escena se desarrolla al lado derecho)

PEPA: ¿Quién me llama de ese modo?


BEATRIZ: Yo..
PEPA: Ah, es usted. ¿Qué
quiere?
BEATRIZ: (Con temor) ¿Eres tú la enredadora que está diciendo que yo no
soy hija de mi madre?
PEPA: ¡Ay! ¿Quién dijo semejante cosa?
BEATRIZ: Cata.
12
13

PEPA: Yo no invento, ni miento jamás. Si lo dije, debe ser verdad. Lo supe


de buena fuente.
BEATRIZ: Quiero saber quién te lo dijo. Y quiero saber si la que lo dijo, me
lo sostiene en la cara.
PEPA: Me lo dijo mi madre.
BEATRIZ: Entonces; quiero que ella misma me lo repita... ¡Ay, pero si hace
dos años murió! El mismo tiempo que mi madre (Ambas se miran
en un gesto de solidaridad).
PEPA: Ella nunca hubiera dicho nada. ¡Esa mujer era una tumba!
BEATRIZ: Pepa, ella es una tumba. (Pepa mira Beatriz como si se la
quisiera comer) Pero por qué dijo eso; por favor, dime quiero
saberlo.
PEPA: El que tenga sarna, que se rasque. Yo no quiero chismes. (Se va.)

BEATRIZ: (Baila – da una vuelta y cae arrodillada) Se acabó. Hice tanto


que no hice nada. Ahora esta cizaña crece por todas partes y
nadie sabe quién la plantó. ¡Pobre de mí! ¿Y si no es mi madre?
¿Y si Silvio no quiere casarse conmigo? Pero, ¿por qué querría
casarse? Aunque huérfana, o bas…tarda igual seguiría siendo
su Beatriz. (Se va.)

ESCENA OCTAVA

ESPACIO:

ELEONORA: Espero que todo este percance se resuelva a favor de Silvio.


ANGÉLICA: (A Eleonora) Señora: ¡gracias por hacerme quedar mal! Y
contarle a Beatriz que yo dije que no es hija de doña Dominga.
ELEONORA: Ella me obligó a decirle.
ANGÉLICA: ¡Valiente excusa! Y después dicen que las de su clase no son unas
lenguilargas. Me parece que tampoco su excelencia puede
mantener la boca cerrada.
ELEONORA: Pero, sí puedo mantener las piernas cerradas. No como otras.
Estoy por pensar que usted inventó todo eso y ahora tiene miedo
de que se sepa la verdad.
ANGÉLICA: Yo no le tengo miedo a nadie, pero soy una muchacha honrada
que no necesita de chismes para vivir.
CATA: ¡Angélica! ¡muchas gracias! Corriste a contarle a Beatriz todo lo
que te dije.
ANGÉLICA: Yo, solamente se lo dije a esta señorita.
CATA: Eres una lleva y trae.
ANGÉLICA: ¿Yo, una lleva y trae?
PEPA: ¡Tú, Cata! Nunca pensé que fueras tan sueltica de lengua.
CATA: ¿Por qué lo dices?
PEPA: Le soltaste todo a Beatriz.
CATA: Únicamente se lo confié a Angélica y ésta, imprudente, se lo
contó a todo el mundo.
ANGÉLICA: Yo solo se lo dije a la señorita Eleonora. Y ella se encargó de
desparramarlo.
ELEONORA: ¡Todas son unas chismosas!
13
14

CATA: Yo soy una dama, ¿sabe? Y mire bien cómo me habla. Ellas son
las chismosas.
ANGÉLICA: ¿Chismosa, una muchacha decente como yo?
PEPA: Esa es igual de chismosa a todas.
ELEONORA: ¡Atrevida! ¿Pretende compararse conmigo?
PEPA: ¿Atrevida? ¿Y usted qué se cree? ¡Su clase y su alcurnia, me
dan ganas de vomitar!
ELEONORA: (A Angélica:) Todo esto es por culpa suya.
ANGÉLICA: No me haga reír. Soy una modista pero tengo más prudencia que
todas ustedes juntas.
ELEONORA: ¡Celosa! ¡Resentida! ¡Y mala perdedora!
PEPA: ¡Respóndele, Angélica, respóndele! ¡No le tengas miedo!
CATA: ¡Dale una cachetada! (se pelean y halan de los pelos)
ELEONORA: Adiós. No me voy a seguir rebajando con mujerzuelas.
PEPA: ¡Cua, cua cua cua! (Como las gallinas.)
CATA: ¡Mantecosa, mantecosa!

ESCENA NOVENA

ESPACIO:

PANTALEÓN: ¿Qué pasa aquí? Esto parece el fin del mundo.


DOMINGA: ¿Qué significa esta pelea, señoras?
PEPA: Es por culpa de su hija ilegítima. (Se va.)
DOMINGA: ¡Cómo!
ANGÉLICA: Sí, la culpable de todo es esa expósita. (Se va.)
DOMINGA: ¡Qué!
CATA: ¡Malditas sea esa bastarda! (Se va)
DOMINGA: ¡Santo Dios! Estoy petrificada.
PANTALEÓN: ¿De qué se trata, todo esto Dominga? ¿Están hablando de tu hija?
DOMINGA: Sí, de mi hija.
PANTALEÓN: ¿Y es que no es tu hija? Puedes confiarme el secreto. Tengo
curiosidad de saberlo.
DOMINGA: ¡Mujeres endiabladas que con la lengua pueden barrer los
infiernos!
PANTALEÓN: ¿Es tu hija o no lo es?
DOMINGA: No, no es hija mía. (Se va.)
PANTALEÓN: ¿Adónde vas? ¡Dominga! ¡Dominga! (Se va.)

ESCENA DÉCIMA

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

DUQUESA: Amiga mía, por fin hemos llegado a nuestra querida ciudad. Hace
veinte años tuve que abandonarla; hace veinte años que
suspiro por verla. Durante mi penosa esclavitud, dos cosas me
atormentaban. Una: estar privada de esta hermosa ciudad. La
14
15

otra, haber perdido a mi única hija. El Cielo, me ha devuelto la


libertad. ¡Ojalá me conceda, también, la dicha de encontrar a mi
hija! Chencha, acércate. ¿Has estado antes aquí?
CHENCHA: Mí estar antes, y vender cocadas, muchas cocadas.
DUQUESA: Ahora eres mi ama de llaves; mi amiga de confianza.
CHENCHA: Mí servir contenta a mi querida Duquesa.
DUQUESA: ¿Señoras, alguna de ustedes conoce a Dominga Fongo, esposa de
un capitán?
ESMERALDINO: Yo la conozco.
DUQUESA: A esa buena y santa mujer le confié mi pequeña hija cuando me
hicieron esclava, una hermosa bebita de brazos. ¿Sabes dónde
vive?
ESMERALDINO: Claro que sí, Esmeraldina lo sabe todo.
DUQUESA: ¿Sí? Me das una gran alegría. Dime, dónde es su casa.
ESMERALDINO: No muy lejos de aquí.
DUQUESA: ¿Puedes ir a buscarla?
ESMERALDINO: ¡Claro que sí! Voy enseguida. (Se va.)
DUQUESA: ¡Ah, quiera el cielo que encuentre a mi hija! (Sale)

ESCENA ONCE

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

PEPA: ¡Esa señora pensó que me iba a asustar! No sabe con se metió.
(Para sí:) ¿Y esta ricachona, quién es?
DUQUESA: Buenas tardes, hermosa joven.
PEPA: Buenas tardes, señora.
DUQUESA: ¿Puedo hacerle una pregunta?
PEPA: Claro que sí. Me encanta ayudar a la gente.
DUQUESA: ¿Conoce, por casualidad, a Dominga Fongo, esposa de un
capitán?
PEPA: ¿Sí la conozco? Es vecina mía.
DUQUESA: Por favor, le ruego que me diga: ¿tiene una hija?
PEPA: Sí, señora, tiene una hija, pero no es su hija.
DUQUESA: (A Chencha) ¡Gracias, Dios mío! ¡Ésa es mi hija! (Alto:) ¿Y se
puede saber de quién es hija?
PEPA: Nadie sabe nada. La Dominga ha dicho siempre que es suya.
DUQUESA: (A Chencha) ¡Ay, gracias, Dios! (Alto:) Y dígame: la muchacha
¿es linda, graciosa, inteligente, educada, bondadosa?
PEPA: Lo lamento, pero sólo puedo dar de ella malas referencias.
DUQUESA: ¿Por qué?
PEPA: Yo soy una mujer sencilla, y siempre digo la verdad. Sepa, mi
señora, que está prometida a un muchacho, hijo de muy buena
familia. Pero la visita muy a menudo el tal señor Pantaleón, lo
cual da mucho de que hablar. Y créame, me da una vergüenza
vivir en el mismo barrio que esa.
DUQUESA: (A Chencha:) ¡Santo, Dios! ¿Qué estoy oyendo?
PEPA: Es muy accesible a los hombres con plata. Y en cuanto a lengua,

15
16

en toda la ciudad, no hay una chismosa como ella.


DUQUESA: (Chencha:) ¡Chencha! Hubiera sido mejor haberla perdido,
y no encontrarla tan despreciable.
PEPA: Si llegara a ser su hija, lo sentiría mucho, señora. Pero yo no me
puedo callar. Es necesario que diga la verdad.
DUQUESA: No, no es hija mía. (Para sí:) No merece serlo.
PEPA: Si no es suya, ¿por qué pregunta tanto acerca de
ella?.
DUQUESA: Porque es hija de mi ama de llaves. (Señala a Chencha.)
PEPA: ¿Ésa no es la morocha que vendía cocadas?
CHENCHA: ¿Me conocer?
PEPA: Sí, yo te conocer.
DUQUESA: (Para sí:) ¡Mísera, desventurada de mí! ¡Pero Dominga va a tener
que rendirme cuentas por la mala educación le dio! (Se va.)
CHENCHA: ¿Me conocer?
PEPA: Dije que sí.
CHENCHA: ¡Uich! Ser delicada la dama. (Se va.)
PEPA: ¡De lo que me acabo de enterar! ¡Beatriz hija de la morocha de
las Cocadas! ¡Quién lo hubiera dicho! ¡Cata! ¡Cata!

ESCENA DOCE

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

CATA: ¿Qué pasa?


PEPA: ¿A qué no adivinas?
CATA: ¿Qué cosa?
PEPA: ¿Sabes quién es el la madre de Beatriz?
CATA: ¿Quién es?
PEPA: Agárrate de atrás
CATA: ¿Quién es?
PEPA: La morocha de las cocadas.
CATA: ¡Qué! ¿Y cómo lo supiste?
PEPA: Acabo de hablar con ella.
CATA: ¿Con la morocha?
PEPA: Sí, con la morocha.
CATA: ¡Qué monstruosidad! (Sale)
PEPA: ¿Adónde vas?
CATA: Esta información tiene que hacerse circular.
PEPA: Todavía estoy en shock ¡hija de la de morocha de las cocadas!...

ESCENA TRECE

ESPACIO: CALLE DE LA CIUDAD

CATA: …Y ella misma le contó a la Pepa, que era la verdadera madre de


Beatriz.
ANGÉLICA: ¡La morocha de las cocadas! ¡Imposible!

16
17

PEPA: Sí, palabra de mujer.


ANGÉLICA: ¿Y esa no había caído prisionera?
PEPA: Pero al parecer la liberaron y volvió por su hija. (Ríe)
LAS TRES: ¡Cocadas! ¡Cocadas! ¡Cocadas! (Gritan burlonamente.
Vanse.)

TELÓN

ACTO TERCERO
ESCENA PRIMERA

ESPACIO: CASA DE BEATRIZ

(Empiezan Beatriz y Silvio de espaldas uno contra el otro. Beatriz hace caer su cabeza
y Silvio la rechaza – Beatriz se acerca a Pantaleón trata de acariciarlo y se arrepiente)

PANTALEÓN: Ánimo muchachos, tranquilícense y confíen en mí, no hay


ningún problema. Aunque no lo crean, la señora Dominga ya me
lo explicó todo en un sueño. Tu verdadera madre cayó prisionera
y como tú eras apenas una bebecita de brazos, ella les encargó a
la señora Dominga y al Capitán tu cuidado; ellos regresaron a la
ciudad y como llevaban tanto tiempo intentado ser padres y no
lo habían logrado, decidieron decir que tú eras hija de ellos.
BEATRIZ: (A Silvio - Brava) ¿Ves que no soy una bastarda como decían
esas mujeres?
SILVIO: Pero todavía no sabemos con certeza quien es tu madre.
PANTALEÓN: Beatriz es hija de una mujer honrada, decente, bella, como
Beatriz y con negocios muy prestantes.
SILVIO: Le creo, señor.
PANTALEÓN: Ánimo, síganse queriendo, y dejen que se vaya la amargura.
SILVIO: (Se acerca a Beatriz) Mi querida Beatriz.
BEATRIZ: (Desdeñosa) ¡Señor! Ya puede irse, puesto que soy una
bastarda.
PANTALEÓN: ¿Viste? La ofendiste. Discúlpate.
SILVIO: Amor, no me atormentes más. Sabes que te amo.
BEATRIZ: Si me amaras como dices, nunca hubieras pensado en
abandonarme.
PANTALEÓN: ¿La oyes? Tiene toda la razón.
SILVIO: Malditas sean las causantes de todo esto.
PANTALEÓN: Los causante son los chismes. Y bueno; a lo hecho, pecho.
Terminemos de una vez, y no hablemos más de eso. (A Silvio)
Dame la mano.
SILVIO: Con toda el alma, padrino.
PANTALEÓN: Y tú también, ahijada mía.
BEATRIZ: Yo, no.

17
18

PANTALEÓN: ¿Por qué?


BEATRIZ: Porque soy una bastar...
PANTALEÓN: ¡Silencio! ¡Basta ya de palabras feas! Dame la mano.
BEATRIZ: No.
PANTALEÓN: No te hagas rogar.
BEATRIZ: Digo que no.
PANTALEÓN: Escucha: si te pones caprichosa te diré que es cierto que eres una
bast...
BEATRIZ: Toma, toma la mano.
PANTALEÓN: ¡Muy bien! Bueno, queridos novios, es hora de hacer las paces.
BEATRIZ: (Con ternura desdeñosa:) Cruel, tirano, criminal.
SILVIO: No, vida mía.
BEATRIZ: Querías abandonarme (Se pone un poquito caliente)
SILVIO: No, corazón mío.
SILVIO: Señor Pantaleón: ¡Cásenos ya!
PANTALEÓN: ¿Cómo se te ocurre?
BEATRIZ: Por mí que nos casáramos hoy mismo.
SILVIO: Yo pienso igual.
PANTALEÓN: (A Silvio) Las cosas necesitan su tiempo, ¿no es verdad? Vamos,
Silvio
BEATRIZ: ¿Puedo quedarme un rato más con mi prometido?
PANTALEÓN: ¡No! ¡Yo no dejo al novio con la novia! Y no se peguen tanto,
dejen espacio para el espíritu santo. Hija querida, ten un poco de
paciencia. Cuando sea tu marido estará contigo todo el tiempo
que quieras.
SILVIO: ¡Que Dios bendiga a nuestro padrino!
BEATRIZ: ¡Así sea! (Caliente al público)
SILVIO: Hasta luego, mi vida.
BEATRIZ: Vuelve pronto, amor mío. (Salen Pantaleón y Silvio)
BEATRIZ: Menos mal se descubrió la verdad. ¡Cuántos chismes han
inventado esas mujeres enredadoras! Y yo tuve que sufrir las
consecuencias…. Pero… Si Pantaleón pudo hablar con mi madre
¿por qué yo no podría hacerlo parecido? (Se arrodilla como si la
invocara) ¿Pero qué estoy haciendo? (Se va a parar pero una voz
la detiene)

ESCENA SEGUNDA

ESPACIO: CASA DE BEATRIZ

BEATRIZ: Ya lo sé todo, madre. El señor Pantaleón me lo contó.


DOMINGA: ¿Te dijo que yo no soy tu madre?
BEATRIZ: Sí, señora. Pero yo te amo y te respeto como si lo fueras.
DOMINGA: Y yo a ti. Imagínate que tu verdadera madre llegó a la ciudad.
BEATRIZ: ¡De verdad! Puedo decir que éste es un día muy feliz. Primero, voy
a conocer a mi otra madre, y segundo: Silvio quiere que nos
casemos inmediatamente.
DOMINGA: Beatriz, mientras yo era tu madre, podía hacer aquello que me

18
19

parecía bien. Pero ahora que ha llegado tu verdadera madre, ella


será quien decida sobre tu futuro.
BEATRIZ: ¿Y si se opone a que me case con Silvio?
DOMINGA: Vas a tener que obedecerla.
BEATRIZ: ¡Ay, pobre de mí! ¿Y crees que pueda negarse?
DOMINGA: No sé. Tal vez quiera casarte con una persona de condición más
elevada.
BEATRIZ: Madre mía: si me quieres, te ruego un favor.
DOMINGA: ¿Qué quieres?
BEATRIZ: Dame tu bendición para que me case con Silvio antes de que lo
sepa la otra madre. Una vez que esté todo consumado, no podrá
decir nada.
DOMINGA: ¿Me vas a hacer cometer semejante falta?
BEATRIZ: Mamita, querida mamita; si de verdad me quieres como a una
hija…
DOMINGA: (Alto) Está bien; voy a hacer lo que pueda para ayudarte.
BEATRIZ: Si llego a perder a Silvio, caeré enferma y moriré de amor. (Se va –
Sale hacia atrás)
DOMINGA: Voy a hacer todo lo posible para que sea feliz. ¡Ahí va mi bebita!
Siempre va a seguir siendo mi hija. (Se va.)

ESCENA TERCERA

ESPACIO: EN UNA CALLE DE LA CIUDAD

SILVIO: (Cantando: mi boda mi boda, que linda que es mi boda…) No veo


la hora de casarme con Beatriz. Por culpa de esas chismosas casi
la pierdo.
CATA: ¡Cocadas! ¡Cocadas! ¡Cocadas!
SILVIO: Señora Cata. Ya estará enterada del digno origen de mi Beatriz…
CATA: ¡Cocadas!¡Cocadas! (Entra en su casa.)
PEPA: (Entrando y viendo a Silvio) ¡Cocadas! ¡Cocadas!
SILVIO: Señora Pepa, creo que le debe una disculpa a la señorita Beatriz…
PEPA: ¡Cocadas! ¡Cocadas! (Entra en su casa)
SILVIO: A ésta también le dio por las cocadas. No entiendo.
ANGÉLICA: (Para sí:) Aquí está el novio presumido.
SILVIO: Angélica: espero que ya sepas quién es realmente Beatriz
ANGÉLICA: Claro que lo sé. Es la hija de la vendedora de cocadas.
SILVIO: ¡Qué! ¿Hija de la morocha de las cocadas? ¡Angélica, me matas!
¿Quién dijo semejante mentira?
ANGÉLICA: ¿Quién lo dijo? ¿Acaso es un secreto? Lo sabe toda la ciudad. Y
si te fijaras bien, el parecido es innegable. Son como dos gotas de
agua.
SILVIO: Así que esa era la mujer honrada, decente y de negocios
prósperos… ¡No, no! Te estás burlando de mí.
ANGÉLICA: Si no me crees, pregúntale a la Pepa, o a Cata, o pregunta en
el barrio. Todos saben y todos se ríen. ¡Qué novia tan distinguida
con la que te vas a casar! ¡Cocadas, ¡Cocadas! ¡Cocadas! (Se va.)
SILVIO: ¡Dios mío! ¡Me muero! Si esto es verdad, mis padres nunca me
19
20

dejarán casar con Beatriz. ¡Señora Pepa! (Llama.)

ESCENA CUARTA

ESPACIO: EN UNA CALLE DE LA CIUDAD

PEPA: ¿Quién me llama?


SILVIO: Yo, señora. Quería preguntarle por Beatriz.
PEPA: ¡Esa muchacha, ya no debería importarte! Es hija de la morocha
de las cocadas.
CATA: (Apareciendo) No se deje engañar, joven Silvio.
PEPA: Yo misma, hable con la verdadera madre.
CATA: Volvió a la ciudad esta mañana.
PEPA: ¡Qué linda suegra va a tener!
CATA: ¡Qué linda parentela le espera!
PEPA: ¡Qué lindo matrimonio!
CATA: ¡Qué novia tan distinguida!
PEPA: Puede ayudarle a su suegra con el trabajo. ¡Solo necesita un
canasto y gritar: ¡cocadas!
CATA: (A Dúo) ¡Cocadas! ¡Cocadas! (Salen.)
SILVIO: Me han matado. Amo a Batriz. Y voy a morir si la dejo. Pero no
creo que pueda seguir adelante con esto.
BEATRIZ: (Entra felizmente agitada. Bailando – le pone una mano en el
hombro – Él se la quita) Silvio, te estaba buscando.
SILVIO: (Para sí) ¡Pobre de mí!
BEATRIZ: Mi verdadera madre llegó a la ciudad.
SILVIO: Sí, lo sé.
BEATRIZ: ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que no nos permita casarnos?
¿Tienes miedo de que no te crea digno de mí? (Por detrás)
SILVIO: ¡Qué! ¿Que yo no sea digno de ti? ¿Esa mujer no me cree digno?
¿Esa mujer que…?
BEATRIZ: ¿Qué? ¿qué tiene mi madre? Me dijeron que es una excelente
negociante.
SILVIO: Bueno sí, una negociante que tiene un lindo negocio. ¿Lo
conoces? ¿Lo has visto?
BEATRIZ: Todavía no lo he visto.
SILVIO: ¿Sabes quién es tu madre?
BEATRIZ: ¿Quién es? Dilo de una vez; al parecer estás mejor informado
que yo. (Ansiosa por verla)
SILVIO: ¡Pobre Beatriz!
BEATRIZ: ¿Quién es? ¿Una asesina? ¿Una perdida?
SILVIO: Es la mujer que vende cocadas.
BEATRIZ: Ésa... ¿mi madre? Silvio, Silvio. ¡No es posible!
SILVIO: Y sin embargo es la verdad.
BEATRIZ: (Cisne abandonado) Entonces, ¿qué va ser de
nosotros?
SILVIO: Mis padres no van a querer que me case.
BEATRIZ: ¿Y me vas a dejar?
SILVIO: Y me moriré.
20
21

BEATRIZ: ¡Si me amaras, no hablarías así!


SILVIO: Beatriz, amor: mi padre es un hombre de buena posición. Trabaja
en el gobierno, procede de una familia distinguida.¡Dios mío, no
sé qué hacer!.
BEATRIZ: Está bien, déjame, abandóname. Yo sé lo que tengo que hacer.
SILVIO: ¿Qué vas a hacer?
BEATRIZ: Me voy a a dejar morir.
SILVIO: No, vida mía, no hables así.
BEATRIZ: Si no te casas conmigo, lo voy a hacer.
SILVIO: Alguien viene.
BEATRIZ: ¿Quién es?
SILVIO: ¡Ay, Dios mío! Es tu madre.
BEATRIZ: ¿Cuál?
SILVIO: Cómo que cuál, pues la morocha de las cocadas.
BEATRIZ: Estoy temblando toda.
SILVIO: No la quiero ver, Beatriz, ahora no. Alma mía, perdóname...
luego nos veremos. (Se va.)
BEATRIZ: ¡Ah, qué desgraciada soy! ¿Podría pasarme algo peor?

ESCENA QUINTA
ESPACIO: EN UNA CALLE DE LA CIUDAD

PANTALEÓN: ¡Beatriz, aquí está tu madre!


BEATRIZ: (Para sí:) ¡Ojalá no lo fuera!¡No quiero verla, no quiero verla! (Se
va.)
DUQUESA: ¡Qué! ¿Mi hija me ve y huye?
PANTALEÓN: La pobrecita habrá sentido vergüenza al ver tanta gente, y
escapó.
DUQUESA: Señor Pantaleón: conozco su reputación de hombre honrado y
creo en su palabra. No voy a creer en las mentiras que me dijeron
de mi hija. Beatriz debe ser una muchacha juiciosa y recatada, y
yo tendré un gran placer en recompensar a la señora Dominga
por haberla cuidado y educado tan bien.
PANTALEÓN: Como le decía, señora Duquesa, la Señora Dominga, antes de
morir dejó a Beatriz comprometida con un joven muy simpático
y educado, hijo de un político. Si no los dejamos casar, ambos van
a morir.
DUQUESA: Si usted dice que es un buen muchacho para mi hija, así mismo
lo diré yo.
PANTALEÓN: Vamos a casa. Vamos a darle la buena noticia a Beatriz. (Se va.)
DUQUESA: La voy a abrazar y me sentiré más dichosa todavía, si puedo
contribuir a su felicidad con mi consentimiento. Vamos. (Se va.)
PANTALEÓN: Vamos, señora Cocadas.
CHENCHA: ¿También tú me conocer?
PANTALEÓN: Conocer, claro. ¿Dónde estuviste tanto tiempo?
CHENCHA: Chencha estar esclava y Duquesa salvar.
PANTALEÓN: Y ahora, ¿qué vas a hacer?
CHENCHA: Ahora mí querer vender cocadas. (Se va)

21
22

PANTALEÓN: Es una mujer muy fea. Tengo la impresión de que Beatriz huyó
de miedo. (Se va.)

ESCENA SEXTA

ESPACIO: EN UNA CALLE DE LA CIUDAD

BEATRIZ: (Entra en diagonal – mirada perdida – con ganas de llorar) Estoy


desesperada. Me quiero morir. Ya no hay remedio. Silvio me
deja. Todos se burlan de mí, todos me desprecian. Silvio, mi bien,
mi amor, mi alma, mi corazón, mis entrañas. ¡No puedo más!
(Suspiro)
PANTALEÓN: ¿Qué pasa, mi pequeña Diosa? (La va a besar)
BEATRIZ: ¡Padrino! (Pantaleón se aleja. Ella se arroja a los brazos de
Pantaleón.)
PANTALEÓN: ¡Beatriz! Niña, ¿Qué tienes? ¿Te llevo a casa?
BEATRIZ: No allá no. (Se aleja de Pantaleón No quiero ver a esa madre…
Padrino, me muero (se coge el pecho – como un preinfarto y cae
desmayada)
PANTALEÓN: Voy a llevarte a esta posada, mientras tanto.. (La lleva a la
fonda.)
PEPA: ¿Viste eso? (Empiezan a girar)
CATA: ¿Qué si qué?
PEPA: Directamente a los brazos del viejo Pantaleón.
CATA: ¡La muy morronga!
PEPA: Estas mosquitas muertas son así.
CATA: Y ni siquiera se hizo de rogar. Es una fácil.
PEPA: Ya decía yo que entre esos dos pasaba algo.
CATA: Y en la posada; a lo fino. (Ríen)

ESCENA SÉPTIMA

ESPACIO: EN UNA CALLE DE LA CIUDAD

SILVIO: Señoras: han visto a Beatriz. ¡Pobrecita! Estaba tan desesperada


que huyó como una loca.
CATA Y PEPA: Pero claro que la vimos.
SILVIO: ¿Dónde la vieron?
CATA: No está muy lejos. (Pasitos a la derecha)
PEPA: Y no se preocupe que está perfectamente.
SILVIO: ¿Dónde está?
CATA Y PEPA: En la posada. (Pasitos a la izquierda)
SILVIO: ¿En la posada? ¿Haciendo qué?
PEPA Y CATA: (Simulan sexo) Divirtiéndose de lo lindo (Risas).
SILVIO: ¿Con quién está?
CATA Y PEPA: Con el viejo Pantaleón.
SILVIO: Señoras, se burlan de mí.
PEPA: (Lo encantan – se le va por detrás) ¡Abra los ojos! La que se está

22
23

burlando de usted es esa miserable de Beatriz.


SILVIO: ¡Por qué son tan crueles conmigo!
PEPA: Si no cree, entre y vea con sus propios ojos.
CATA: Y él viejo cochino ese, la entró cargada en brazos. Y no digo más.
PEPA: Así, en público, sin cuidarse de nadie. Ese descaro no tiene nombre.
CATA: No sólo vende cocadas. ¡Ahora se vende a ella misma en una fonda!
(Salen ambas)
SILVIO: No lo puedo creer. Esas chismosas no merecen credibilidad
alguna. No, debe ser verdad. Tengo que verlo con mis propios
ojos. ¡Esmeraldino!
ESMERALDINO: Señorito, Silvio.
SILVIO: ¿Dónde está tu ama, la señorita Beatriz?
ESMERALDINO: Justamente ahora la estaba buscando para seguir arreglando lo
del matrimonio.
SILVIO: Las viejas chismosas dicen que entró a la posada acompañada de
un hombre
ESMERALDINO: ¿La señorita con un hombre en la posada? “Mala mujer no tiene
corazón, mátala…” (Coreografía de salsa)
SILVIO: No juegues conmigo. Entra y mira si está tu señora ahí dentro.
ESMERALDINA: Sus deseos son órdenes, Señorito, Silvio. (Sale cantando
Mala mujer, no tiene corazón)
SILVIO: ¡Desgraciado Silvio! ¡Engañado, burlado, traicionado!
ESMERALDINA: (Entra corriendo muy agitada y llorando) ¡Lo que he visto!.
SILVIO: Dime, por favor ¿está Beatriz ahí dentro?
ESMERALDINA: ¡Sí!
SILVIO: ¿Está con otro hombre?
ESMERALDINA: ¡Sí!
SILVIO: ¿Ese hombre es don Pantaleón?
ESMERALDINA: Sí.
SILVIO: ¡Quién hubiera dicho que una joven como ella iría a terminar tan
desgraciadamente mal! ¡Dios, mío! Temo que haya perdido la
cabeza por culpa mía y se haya vuelto loca.

ENTRA CANCIÓN DE DANIEL EN FA MAYOR – EN ESE ESPACIO


ESMERALDINO CAMBIA A CHENCHA

DUQUESA (Entrando con Chencha) Joven, ¿usted conoce o ha visto a la joven


Beatriz, la hija de la Capitana Dominga?
SILVIO: No me diga que aquí está su madre ¡Lindo matrimonio en el que
me querían meter!
DUQUESA: ¿Por qué dices eso?
SILVIO: ¿Hacerme casar con la hija de la morocha?
CHENCHA: Mí no tener hija. Yo solo producir cocadas.
DUQUESA: ¿Quién dijo semejante estupidez? Jovencito: yo soy la madre de
Beatriz.
SILVIO: ¡Qué! ¡Qué bruto soy! ¿Es usted la madre de Beatriz?
DUQUESA: Que sí, soy yo.
SILVIO: Entonces: ¡Pobre de usted! ¡Pobre de mí!

23
24

DUQUESA: ¿Qué está pasando? ¿dónde está Beatriz?


SILVIO: Está en esa posada.
DUQUESA: ¿En la posada? ¿Haciendo qué?
SILVIO: Manchando en pantalón con la honra del traidor…
DUQUESA Y CHENCHA: ¿Quéee?
SILVIO: Perdón… Manchando el traidor con el pantalón de la honra
DUQUESA Y CHENCHA: ¿Quéee?
SILVIO: Ayyyy… Manchando su honra con el traidor de Pantaleón.
DUQUESA Y CHENCHA: Ahhhhhhhhhh ¿Quéee?
DUQUESA: ¿Qué locuras dices? ¿Estás borracho? ¡Entonces es verdad todo lo
que decían de ella! (Empieza a darle el soponcio)
CHENCHA: (Se para detrás) Ahí viene, ahí viene… Ahí llegó (La duquesa cae
medio desmayada en Chencha)
DUQUESA: ¡Y con don Pantaleón! Viejo puerco.
SILVIO: Es verdad. Esmeraldino mismo lo vio con esos ojos que se han de
comer los gusanos. Estaba ahí dormida entre los brazos del viejo
verde ese. Me traiciona. No merece que la quiera. Me voy. (Sale
hacia la posada y se devuelve) Por allá no es.. ¡No me verán nunca
más! (Se va.)
CHENCHA: Yo tener que verlo para creerlo. Voy a entrar a esa posada.
DUQUESA: Yo no quiero ir. No quiero afligirme viendo a una hija
despreciable.

ÓPERA EN SÍ MENOR

ESCENA OCTAVA
ESPACIO:

PANTALEÓN: (A Beatriz) ¡Espera!


BEATRIZ: Me quiero morir.
DUQUESA: Ahí está la infame.¡Es verdad! Está con don Pantaleón. Señor
Pantaleón, le exijo que me explique este bochornoso espectáculo
o perderá algo más que la reputación hoy.
PANTALEÓN: Baje el arma señora Duuesa. Claro que voy a explicarlo. Después
de que Beatriz salió corriendo, fui a buscarla. La encontré en la
mitad de la calle, estaba desorientada, dijo dos o tres palabras y
se desmayó en mis brazos, perdió el sentido. Y yo, para asistirla,
la traje a la fonda.
DUQUESA: Yo no le creo una sola palabra. Ésta podría ser una trampa
urdida entre ellos para engañarnos.
ELEONORA: (Entrando) Señores, créanle a Beatriz y al señor Pantaleón. Yo
misma, desde la ventana, vi todo. Vi cómo se ella desmayaba, y
cómo el señor Pantaleón, caballerosamente la socorría.
DUQUESA: ¿Pero, por qué estaba en ese estado? ¿por qué estabas tan
desesperada?
BEATRIZ: Porque Silvio quiere dejarme.
DUQUESA: ¿Y por qué quiere dejarte?
BEATRIZ: Por culpa de mi madre.

24
25

DUQUESA: Pero si yo no he hecho nada.


BEATRIZ: ¿Y Chencha?
CHENCHA: Mí no ser, mí no ser.
DUQUESA: No, querida, hija, tu madre soy yo. Yo te di la vida, y ahora te
abrazo con ternura al recuperarte después de veinte años.
BEATRIZ: Ay de mí, Silvio, dónde está, Silvio ¡Dios, muero de alegría!
DUQUESA: ¡Cálmate, hija! Por qué esta disgustado el joven Silvio contigo.
BEATRIZ: Porque pensó que estaba en la posada traicionándolo con el señor
Pantaleón.
PANTALEÓN: Y yo solamente la estaba ayudado.
BEATRIZ: ¡Es verdad! Que el cielo lo recompense con una buena mujer.
ELEONORA: No me mandó el cielo, pero soy una buena mujer.
PANTALEÓN: ¡Ay!

ESCENA NOVENA

ENTRA SILVIO

DUQUESA: Ven Silvio. Pídele perdón a mi hija.


BEATRIZ: ¡Silvio, alma mía! Cómo has podido pensar eso de mí
SILVIO: ¡Amor mío, no puedo más! ¡Perdóname! ¡Fueron esas mujeres!
DUQUESA: ¡Pobrecito! Le habían llenado la cabeza con mil embustes y cosas
terribles. Pero ya sabes la verdad. (A Beatriz) Y está aquí, es todo
tuyo.
BEATRIZ: ¿Eres todo mío?
SILVIO: Sí, todo tuyo.
BEATRIZ: ¡Querido mío!
SILVIO: ¡Amor mío!
PANTALEÓN: Entonces, ya no hace falta nada para que se casen.
DUQUESA: Estoy de acuerdo.. Les doy mi bendición.
DOMINGA: Aunque mi consentimiento no hace falta, lo doy.
SILVIO: Toma mi mano.
BEATRIZ: ¿Y tu corazón?
SILVIO: Mi corazón también.
BEATRIZ: ¿Todo?
SILVIO: Todo.
PANTALEÓN: Señorita, Eleonora. Yo también me entrego todito.
ELEONORA: Y yo lo recibo. ¡El fruto maduro es más dulce que el fruto
biche!
ESMERALDINA: ¡Que vivan los novios!

ESCENA DÉCIMA

PEPA: ¿Qué significa este alboroto?


CATA: ¿Por qué tanta alegría?
PANTALEÓN: ¿No ven? Los novios se van a casar.
PEPA: (Con la burla acostumbrada.) ¡Cocadas!

25
26

CHENCHA: ¿Tú querer de Cocadas?


PEPA: ¡Mira, la madre de la novia!
CATA: ¡Mira, la suegra de Silvio!
SILVIO: Viejas chismosas. La madre de mi señorita Beatriz y mi suegra,
es aquí, la señora Duquesa. Mujer afamada, de buena reputación
y muy prestante. Y ustedes son unas chismosas, de lenguas
envenenadas. Beatriz es una muchacha buena y honesta.
PEPA: De verdad, eso me da mucho gusto.
CATA: Bendita seas, Beatriz, me alegro mucho.
PEPA: Entonces fue a la posada... de pura distraída.
CATA: Claro, para entretenerse un poquito. No hay nada de malo en
eso, ¿cierto, querida?
ELEONORA: ¡Pobrecita! Por culpa de ustedes dos y de sus chismorrreos, se
desmayó y estuvo a punto de morir. Y este caballero galante y de
arma-dura la salvó. Y por caridad la llevó a la posada mientras
recuperaba el sentido.
PANTALEÓN: Sí, yo. Yo, el protector de las damas.
PEPA: Señor, no sé cómo darle las gracias. Beatriz, es amiga mía, ¿sabe?
CATA: ¡Pobrecita! La has pasado tan mal.
BEATRIZ: Déjenme tranquila, señoras. No necesito de sus cuidados.
PEPA: Ven aquí, hagamos las paces.
SILVIO: Largo de aquí, chismosas, brujas viperinas.
PEPA: ¿Chismosas, nosotras?
DUQUESA: Les pido el favor de que se vayan de una vez.
CATA: No hace falta que no echen. Ya nos íbamos. Señorita novia, toma
este regalo. (Gesto. Se va.)
BEATRIZ: ¡Descarada!
PEPA: ¡Estimada señorita con delirio de grandeza! Este es mi regalo.
(Se va.)
PANTALEÓN: ¡Es que de verdad no se piensan largar!
BEATRIZ: ¡Malvadas!
SILVIO: Señora suegra, y morocha de las cocadas. Les pido permiso para
casarme hoy mismo con mi Beatriz.
DUQUESA: Te entrego a mi hija y única hija heredera desde hoy mi adoración
y la luz de mis ojos,
CHENCHA: Mí entregar… cocadas para el casamiento.
BEATRIZ: ¡Chencha, me has hecho sufrir de lo lindo!
CHENCHA: Mí no tener culpa. Mí pide perdón.
ELEONORA: Perdóname también a mí, si te he importuné sin querer.
PANTALEÓN: Señora mía, tanto Beatriz, como yo, su padrino, la perdonamos
de todo corazón. Y por favor guarde distancia entre usted y esas
señoras y sus encantadores chismes.
ELEONORA: Lección aprendida, caballero.
SILVIO: ¡Ah, cuántos chismes!
BEATRIZ: Por culpa de esas chismosas sufrí tanto que llegué a la
desesperación. Que se mantengan a la distancia. No quiero
verlas nunca más. Encontré a mi madre, Recuperé a mi novio, y
ahora viviré tranquilamente y en paz. Y la manera de vivir bien,
es hablar poco y estar lejos de las chismosas, porque de ésas nace,
muchas veces, la ruina de una familia.

26
27

CHENCHA: ¡Música! Oigan bien señores y señoras…

CANCIÓN DE CIERRE

MUJERES: Mujeres que con gracia y con agrados tienen arte y poder de
enamorar,
eviten los enredos y los chismes que a todos pueden arruinar.

HOMBRES: Y ustedes, señores, que con saña se dan el gusto de a la mujer criticar,
Cuiden sus lenguas muy filosas que en las cantinas van a
murmurar,

BEATRIZ: Tengan presente que el honor es un paño fino


PANTALEÓN: pronto la mancha se esparce, si lo salpican con aceite o vino;

TODOS: La honra es de textura tan sensata, si la ensucia un desatino;


jamás podrá ser limpiada, jamás podrá ser limpiada…

FINAL

27

Você também pode gostar