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DISPARIEDAD ENTRE SEXOS: EL CEREBRO FEMENINO Y MASCULINO

KAREN YULIETH PARRA SANCHEZ

18101007

DOCENTE. NANCY GARCÍA PALENCIA.

UNIVERSIDAD DE SANTANDER CAMPUS CUCUTA

TERAPIA OCUPACIONAL

NEUROLOGÍA Y ORTOPEDIA

2019
DISPARIEDAD ENTRE SEXOS: EL CEREBRO FEMENINO Y MASCULINO

Durante años el machismo y el feminismo han sido ideologías que minusvaloran de una u otra
forma las habilidades de cada sexo debido a la escasez de información y estudios sobre las diferencias
funcionales y anatómicas entre macho y hembra. El latente debate sobre si los cerebros femeninos son
más pequeños que los masculinos ha reforzado posturas netamente machistas y ha marcado una
señalada inferioridad al coloquialmente llamado “sexo débil” pues, las culturas, la sociedad,
tradiciones y los roles ocupacionales que se han asignado a la individualidad de cada sexo ha
construido un pensamiento que sesga los avances en la neurología, los cuales atribuyen explicaciones
puntuales a la variación estructural y química innata del cerebro que pertenece a cada uno de los
géneros de nuestra raza humana. Asi mismo, tanto hombres como mujeres, refieren que existen
grados de disparidad muy marcados desde la vida intrauterina, el nacimiento y el desarrollo en las
diferentes etapas de la niñez, adolescencia y la adultez las cuales han determinado de manera
empírica gustos y atracciones peculiares para nuestra especie.

Los estudios sobre la disparidad entre los cerebros de macho y hembra parten del análisis del
hipocampo como estructura fundamental para la producción de hormonas, el comportamiento y las
funciones de apareamiento entre la especie. Sin embargo, estas investigaciones solo presentan
información sobre el comportamiento sexual de los seres humanos, tema que para la actualidad es
abarcado desde el sistema endocrino en la “elección de la sexualidad” más que en las diferencias
neuroanatómicas funcionales. Por otra parte, Cahill, L. (2003) presenta que se ha visto una oleada de
hallazgos sobre la influencia del sexo en muchas áreas de la cognición y el comportamiento, como la
memoria, la emoción, la visión, la audición, el procesamiento de rostros y la respuesta del cerebro a
las hormonas del estrés.

Hoy por hoy es preciso considerar que el sexo influye en la forma en que funciona el cerebro
pues, la tecnología y la neurociencia ha permitido formalizar hipótesis sobre la anatomía del encéfalo
a través de resonancias magnéticas funcionales, tomografías e imágenes no invasivas que revelan
variaciones en regiones anatómicas. Para Goldstein, J. (2002):

Las partes de la corteza frontal y el asiento de muchas funciones cognitivas superiores,


son más voluminosas en las mujeres que en los hombres, al igual que las partes de la
corteza límbica, que está involucrada en las respuestas emocionales. En los hombres,
por otro lado, las partes de la corteza parietal, que están involucradas en la percepción
del espacio, son más grandes que en las mujeres, al igual que la amígdala, una
estructura en forma de almendra que responde a la información emocionalmente
excitante. Pag.4

Teniendo en cuenta lo anterior, es preciso inferir que el cerebro femenino adquiere dentro de
su neurodesarrollo habilidades de análisis, fluidez verbal y escrita, memoria visual y auditiva, asi
como rapidez en la evocación y reconocimiento de rostros asociados a experiencias emocionales
pasadas, en contra parte, el cerebro masculino, realiza un mayor procesamiento funcional dentro de la
percepción espacial, el esquema corporal, las nociones de cálculo, distancias, velocidad, fuerza y la
propiocepción enmarcada en la integración sensorial.

Hines, M. (2003) realiza un estudio para la Universidad de Londres y considera que los
hombres, tanto humanos como primates, prefieren los juguetes que brinden percepción y sensación
asociada al espacio y que promueven el juego brusco, asi mismo, lo anterior se enmarca dentro de los
comportamientos útiles para cazar y asegurar una pareja; por el contrario, las hembras, seleccionan
juguetes que les permiten perfeccionar las habilidades que algún día necesitarán para nutrir a sus
crías. Estas diferencias encapsulan la individualidad característica de cada sexo, donde es de vital
importancia aclarar que no hay superioridad sino una superposición de habilidades y destrezas
marcadas en uno más que en el otro, luego que, se complementan de manera íntegra y holística al
trabajar sus potencialidades dentro del rol ocupacional que se emplee.

Ahora bien, si hablamos en términos de estabilidad hormonal, encontramos que el hipocampo


de las mujeres es más grande que el de los hombres ya que, las hembras tienen mayores cambios
hormonales durante el mes, lo cual se atribuye a la regulación del ciclo menstrual y la valiosa tarea de
reproducir la especie. Cheryl D. Conrad (2000) encontró que la producción de serotonina era un 52%
más alto en promedio en hombres que en mujeres, lo que podría ayudar a aclarar por qué las mujeres
son más propensas a trastornos del ánimo como la depresión.

Para finalizar, es importante destacar que el sexo, es decir, ser hombre o mujer, se considera
un factor importante a la hora de realizar estudios e investigaciones sobre avances neurocientíficos
pues, cuanto más descubramos cómo los mecanismos cerebrales de aprendizaje difieren entre los
sexos, mayor adaptación e integración se brindará al neurodesarrollo y la potencialización de
habilidades y destrezas en entornos óptimos para el aprendizaje y la conducta que pueden diferir para
los niños y las niñas en las diferentes etapas de crecimiento, esto mismo, sin crear conceptos o
nociones de inferioridad entre géneros sino rescatando la naturaleza innata que compone al ser
humano desde sus dimensiones biológica, psicológica y social.

BIBLIOGRAFIA

Sex Differences in the Brain. Doreen Kimura in Scientific American, Vol. 267, 1992.
Sex on the Brain: The Biological Differences between Men and Women. Deborah Blum. Viking
Press, 1997.
Male, Female: The Evolution of Human Sex Differences. David Geary. American Psychological
Association, 1998.
Exploring the Biological Contributions to Human Health: Does Sex Matter Edited by
Theresa M. Wizemann and Mary-Lou Pardue. National Academy Press, 2001.
Brain Gender. Melissa Hines. Oxford University Press, 2004.

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