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Algunas ideas para entender a la iglesia que viene

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26 de abril de
2018

El cambio de paradigma en la forma de comunicación que tienen las nuevas generaciones


hace que tengamos que transitar en esquemas diferentes. Hay enfoques que ya no son
importantes y otros, que en otros tiempos considerábamos imborrables, hoy ya no
cuentan.

Los jóvenes de las nuevas generaciones no confían en las instituciones ni en la religión


formal: sólo un 30% dice creer en Dios (según un estudio de la Universidad de Cambridge),
pero “no el que presentan las religiones” para algo más de la mitad de ellos. Habitualmente
dicen que prefieren creer en “algo”, “energías que los influyen”, por encima de lo que las
religiones y la religión mayoritaria enseña. Sólo un 14% dice creer en el Dios de la religión
católica. Algo más del doble son los que se definen como ateos. Un 29% considera que “no
existe Dios en absoluto”.

Trabajar en esta generación que descree de Dios es un trabajo desafiante y creativo.


Necesitamos cambiar las estrategias, las formas de comunicarnos con ellos. Ser asertivos y
acertar en la forma de vincularnos con estas personas que piensan de otra forma. Navegar
en el mar de lo nuevo no es motivo para marearnos. Sólo es cuestión de fijar los ojos en la
Cruz y conducir la nave hacia el Salvador, con la misma pasión y devoción, aunque
presentando un peregrinaje diferente.

Tres ideas prácticas

Hoy hace falta ir del estudio al diálogo. Los estudios cuantitativos y cualitativos se limitan
únicamente al planteamiento de soluciones. Si como Iglesia deseamos llegar a los jóvenes,
tenemos que profundizar en el mundo de sus vivencias para iniciar un continuo diálogo con
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ellos. Y eso no se aprende con estudios. Hay que generar o crear un entorno de contacto
permanente con los niños y adolescentes; un lugar en el que los jóvenes se sientan libres y
estimulados para opinar. Que importen sus pensamientos, sus emociones y sus vivencias.
La conceptualización de redención deberá tener aditamentos diferentes, pero el mismo
protagonista, la misma historia de amor, la más grande de la humanidad.

También habrá que ir del convencimiento a la información. Tenemos que ser capaces de
ayudar a los jóvenes para que lleguen a nuestras mismas conclusiones acerca de la verdad.
Deberían tener la posibilidad de recorrer el mismo proceso que el emisor, teniendo la
confianza que los jóvenes llegarán a la misma conclusión que nosotros si se les ofrece esta
posibilidad. Informar implica tener confianza. Los adultos deben aprender a confiar en los
jóvenes y a verlos como Dios los ve.

Y que con ellos hay que ir del individuo al grupo. Los jóvenes están enfocados hacia el
grupo y otorgan un gran valor al contexto social en el que viven. Dicho contexto se
compone de tres grupos diferentes: la familia a la que pertenecen, sus amigos y la red más
amplia de conocidos. Todos estos círculos sociales son relevantes a la hora de comunicarse
con la generación de jóvenes de hoy. Debemos tener clara la importancia de participar en
este universo social en el cual se mueven los jóvenes. Hoy para educar hay que usar todos
los recursos a nuestro alcance de modo coordinado.

Todo esto tamizado siempre por la Palabra de Dios. Al hablar de estos temas siempre tengo
en cuenta el texto bíblico que dice: «Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez
no lo abandonará» (Prov. 22:6 – NVI).

Pensando en estas tres ideas prácticas, el estudio bíblico que se propone desde la campaña
«Experiencia Bíblica en Comunidad» (https://www.biblica.com/america-latina/ebc/) leyendo
juntos Los Libros de la Biblia. Que no es otra cosa que el texto bíblico tal como lo recibieron
los primeros cristianos, sin separación de capítulos, ni versículos, sino como un compendio
de cartas y informes que de forma natural acercan a las nuevas generaciones al
conocimiento de la Palabra de Dios y a una comunión personal con él.

La experiencia que recogemos en esta Campaña nos hace ver que el cambio de paradigma
es real, que necesitamos tener amplitud en nuestras metodologías de compartir el mensaje
de Jesús y estar abiertos a los cambios que vienen, para compartir lo único que en la
historia de la humanidad no cambia: Dios y su Palabra.

Foto de portada: https://www.freepik.com

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