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Ejecución de Tyndale
Y aquellos libros no eran libros ordinarios. Eran Biblias —el “Nuevo Testamento” y el Pentateuco de William
Tyndale—, las primeras que se habían impreso en inglés. Lo raro era que aquellas Biblias se quemaban por orden
del obispo de Londres, Cuthbert Tunstall. De hecho, él había gastado una suma considerable comprando todos los
ejemplares que pudo. ¿Qué mal pudiera haber en aquellas Biblias? ¿Por qué las había publicado Tyndale? ¿Y por
qué se esforzaron tanto las autoridades por librarse de ellas?
La Biblia: un libro desconocido
Hoy en la mayor parte del mundo es relativamente sencillo comprar una Biblia. Pero no siempre ha sido así.
Hasta en la Inglaterra del siglo XV y principios del XVI se veía a la Biblia como propiedad de la iglesia, un libro que
solo se debía leer en servicios públicos y que únicamente los sacerdotes debían explicar. Sin embargo, por lo
general lo que se leía era la Biblia latina, que la gente común ni podía entender ni comprar. Por eso, lo que la gente
común sabía de la Biblia no pasaba de unas historias bíblicas y las lecciones morales que los clérigos extraían de
ellas.
Pero no era solo entre la gente común donde había poco conocimiento de la Biblia. Según se dice, durante el
reinado del rey Eduardo VI (1547-1553) el obispo de Gloucester descubrió que, de 311 clérigos, 168 no podían
recitar los Diez Mandamientos, y 31 no sabían dónde hallarlos en la Biblia. Cuarenta no podían recitar el
padrenuestro, y unos 40 no conocían el origen de esa oración. Es verdad que John Wycliffe había publicado una
Biblia en inglés en 1384, y que existían paráfrasis de varias partes de las Escrituras en esa lengua, como de los
Evangelios y los Salmos. Sin embargo, en realidad la Biblia era un libro desconocido.
Condiciones como estas hicieron que Tyndale se resolviera a poner la Biblia a disposición de la gente de
habla inglesa. “Percibí que era imposible establecer a los legos en verdad alguna —escribió—, a menos que se
pusieran claramente ante sus ojos las Escrituras en la lengua vernácula.”
Pero Tyndale incurrió en la ira de las autoridades al traducir la Biblia al inglés. ¿Por qué? Porque allá en 1408
un concilio de clérigos se había reunido en Oxford, Inglaterra, para decidir si se debía permitir que la gente común
tuviera copias de la Biblia en su propio idioma para uso personal. En parte, la decisión que se tomó decía: “Por lo
tanto, decretamos y ordenamos que desde ahora en adelante ninguna persona que no haya recibido autoridad
para ello debe traducir parte alguna de las santas Escrituras al inglés o ningún otro idioma [...] bajo pena de la
mayor excomunión, hasta que el obispo de la diócesis o un concilio provincial —según la ocasión lo requiera—
apruebe dicha traducción”.
Más de un siglo después el obispo Tunstall se valió de este decreto para quemar la Biblia de Tyndale, aunque
Tyndale había procurado anteriormente la aprobación de Tunstall. Según opinaba Tunstall, la traducción de Tyndale
contenía unos 2.000 errores y, por lo tanto, era “perniciosa y escandalosa y seducía a las mentes sencillas”. Pero
¿era esto un pretexto del obispo para justificar su quema de la traducción? ¿Era Tyndale en realidad un mal
traductor, uno que careciera de la erudición necesaria en hebreo, griego e inglés? ¿Qué capacidad mostró Tyndale
como traductor?
¿Fue inepto como traductor Tyndale?
Aunque en aquel tiempo no se tenía el entendimiento del hebreo y el griego que se tiene hoy, el conocimiento
de estos idiomas que demostró Tyndale no era inferior al de la mayoría de los eruditos de su tiempo. Lo
sobresaliente de la obra de Tyndale es que él no se limitó a consultar la Vulgata latina ni la traducción alemana de
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02-10-2010 Los Martires de la Biblia 2 - LA BIBLIA
Lutero. Acudió al texto griego original publicado por primera vez en 1516 por Erasmo. Tyndale tampoco olvidó su
propósito: facilitar la lectura de las Escrituras al lego ordinario, hasta al “muchacho que ara el campo”. Por eso, su
estilo y lenguaje son sencillos y claros, pero eficaces. Y no hay duda de que su ritmo animado refleja el gozo que
experimentó al efectuar su obra.
Por eso, ciertamente se puede decir que “como traductor, Tyndale fue sobresaliente por su buen juicio.
Aunque trabajó en medio de condiciones muy adversas —en las fronteras de lo que se conocía de los idiomas
bíblicos en su tiempo— realizó traducciones que fijaron el modelo para todos los traductores al inglés que le
siguieron”. (The Making of the English Bib le [Cómo se hizo la Biblia inglesa], por Gerald Hammond, páginas
42, 43.)
Una traducción exacta
En asuntos de exactitud Tyndale también sentó magnífico precedente. Por ejemplo, al traducir del hebreo, trató
de ser tan literal como le era posible mientras mantenía un estilo de inglés fácil, de suave fluir. Fue cuidadoso
hasta el punto de reproducir la plenitud descriptiva del idioma hebreo con su frecuente repetición de la palabra “y”
para unir cláusula tras cláusula en la oración. (Véase el capítulo 33 de Génesis en la Biblia inglesa King James
Version, que retiene casi en su totalidad la fraseología de Tyndale.) Prestó cuidadosa atención al contexto y evitó
añadir o quitar del texto original, aunque la mayoría de los traductores de su tiempo recurrían al parafraseo.
Tyndale demostró cuidado y exactitud también en su selección de palabras. Por ejemplo, usó “amor” en vez de
“caridad”, “congregación” para “iglesia”, y “anciano” en vez de “sacerdote” donde era apropiado. Esto enfureció a
críticos como sir Thomas More, porque Tyndale cambió palabras que habían llegado a ser veneradas por tradición.
Donde el original exigía la repetición de la palabra, Tyndale ejercía cuidado y la reproducía. Por ejemplo: En
Génesis 3:15, su traducción habla dos veces de ‘pisar’ (treading), una vez refiriéndose a lo que hace la
descendencia de la mujer y otra a lo que efectúa la serpiente.
Tyndale fue también el que introdujo el nombre personal de Dios, Jehová, en la Biblia inglesa. Como señala el
escritor J. F. Mozley, en sus traducciones Tyndale lo empleó “más de veinte veces en el Antiguo Testamento”.
Considerando el efecto y la trascendencia de los esfuerzos de Tyndale, esta evaluación moderna resume bien
su obra: “La honradez, sinceridad e integridad escrupulosa de Tyndale, su sencilla franqueza, su mágica
simplicidad fraseológica, su modesta música, han dado a su texto una autoridad que se ha impuesto en todas las
versiones posteriores. [...] Nueve décimos del Nuevo Testamento Autorizado [King James Version] es todavía [obra
de] Tyndale, y lo mejor es todavía suyo”. (The Bib le in Its Ancient and English Versions, página 160.)
La obra de Tyndale no fue en vano
Procurando escapar de la persecución de las autoridades, Tyndale huyó a la Europa continental para
continuar su obra. Pero finalmente lo atraparon. Convicto de herejía, fue estrangulado y quemado en la hoguera en
octubre de 1536. Su oración final fue: “Señor, ábrele los ojos al rey de Inglaterra”. No tenía idea de lo pronto que
cambiaría la situación. En agosto de 1537, menos de un año después de la muerte de Tyndale, el rey Enrique VIII
autorizó la Biblia inglesa conocida generalmente como la Biblia de Matthew. Decretó que debería venderse y leerse
con toda libertad dentro de su reino.
¿Qué era la Biblia de Matthew? El profesor F. F. Bruce explica: “Al examinarla, se nota que es esencialmente el
Pentateuco de Tyndale, la versión de Tyndale de los libros históricos del Antiguo Testamento hasta 2 Crónicas [...]
La versión de Coverdale de los demás libros del Antiguo Testamento y los Apócrifos, y el Nuevo Testamento de
Tyndale de 1535”. Por eso, continúa diciendo el escritor: “Fue un gran acto de justicia [...] el que la primera Biblia
inglesa que se publicó con permiso real fuera la Biblia de Tyndale (hasta donde había llegado la traducción hecha
por Tyndale), aunque todavía no era aconsejable asociar públicamente con ella su nombre”.
Pocos años después la situación cambiaría por completo. En 1541, cuando se produjo una edición de la
traducción conocida como la Great Bib le (Gran Biblia) —una revisión de la Biblia de Matthew—, y se dio la orden de
que se colocara en toda iglesia de Inglaterra, la primera página tenía esta declaración: “Supervisada y examinada
por mandato de su alteza real, por los muy reverendos padres en Dios Cuthbert, obispo de Duresme, y Nicolás,
obispo de Rochester”. Sí, este ‘obispo de Durham’ era nada menos que Cuthbert Tunstall, anteriormente obispo de
Londres. El que tan enconadamente se había opuesto a la obra de Tyndale ahora daba su aprobación para que se
publicara la Great Bib le, una obra que todavía era esencialmente de Tyndale.
Reconocimiento final
Hoy quizás cause sorpresa leer de tal controversia por la Biblia y odio a sus traductores. Pero puede que sea
más notable el hecho de que los opositores, a pesar de sus esfuerzos, no hayan podido evitar que la Palabra de
Dios llegue a la gente común. “La hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado —dijo el profeta Isaías—;
pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido.” (Isaías 40:8.)
Tyndale y otros trabajaron bajo la sombra de la amenaza de muerte. Pero al hacer asequible la Biblia a
muchas personas en su lengua nativa no pusieron ante ellas la perspectiva de muerte, sino de vida eterna. Como
dijo Jesucristo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y
de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) Por lo tanto, siempre apreciemos y estudiemos
diligentemente la Palabra de Dios.
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02-10-2010 Los Martires de la Biblia 2 - LA BIBLIA
Por LA BIBLIA
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