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Ares Pons

Los borbones en España (capítulo II)


El reinado de los últimos Habsburgs coincidió con la gran crisis española del Siglo XVII, agravada por el mal
gobierno de estos monarcas, que entregaron las riendas del Estado en manos de válidos o favoritos. La paralización de
la vida económica, la corrupción administrativa, caracterizan este periodo de la historia de España. El último rey de la
Casa de Austria fue Carlos II, el hechizado, hombre enfermizo e incapaz, cuya muerte parecía inminente, provocando
las conjeturas de todas las Cortes europeas sobre la sucesión de España. Reinó sin embargo treinta y cinco años y al
morir en 1700 designó sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. Este fue el punto de partida de la Guerra de
Sucesión española que estalló en 1702. Temerosas de que la dinastía borbónica, reinando en Francia y en España,
crease un bloque demasiado poderoso, Inglaterra y Holanda sostuvieron las pretensiones al trono español del
archiduque Caros, un Austria. Así se generalizó la contienda convirtiéndose en una guerra europea en la que se
alinearon, de un lado, Francia y la mayor parte de las regiones españolas, del otro, Austria, Holanda, Inglaterra y
Portugal. La mayoría de las provincias españolas tomaron partido por Felipe, combatiendo por su causa, aunque
algunas sostuvieron la del archiduque Carlos, de modo que la lucha tuvo en España caracteres de guerra civil.
Ganó finalmente el trono de Felipe, aunque a costa de grandes concesiones a sus adversarios en el Tratado de Utrecht
de1713, que puso fin a la lucha con Inglaterra. Así se inicia la dinastía borbónica en España, que va a continuar
reinando hasta la proclamación del a República en 1913. Durante el siglo XVIII, los cuatros principales reyes de la
Casa de Borbón fueron los siguientes: Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759-1788),
Carlos IV (1788-1808).
El advenimiento de los borbones provocó cambios considerables en la situación de España, los monarcas de la nueva
dinastía imprimirán un nuevo rumbo al Estado español tanto en el orden interno como en su política exterior. Pacto de
Familia firmado en 1761 en el comienzo del reinado de Carlos III, sellará la alianza de los borbones de España con los
de Francia.
En el ámbito interno del siglo XVIII se conforman las denominadas alianzas de “política reformista”.
La Política reformista
Contribuyó al renacimiento general de la vida española que alcanza en el siglo XVIII un periodo de brillo
considerable, aunque sin llegar al esplendor de su apogeo en el siglo XVI. La nación supera la decadencia producida
bajo el reinado de los últimos Austria, reflorecen las artes, las letras y las ciencias. Las reformas efectuadas por los
monarcas provienen de dos fuentes principales: las tradiciones de la Casa Real de Francia y el espíritu renovador de la
ilustración. En efecto, los borbones transplantan a España una serie de tendencias, usos e instituciones de la monarquia
francesa, entre otros el afán centralizador que caracterizó el reinado de Luis XIV.
Los ministros tuvieron una importancia extraordinaria en el Siglo XVIII español, al extremo que puede decirse que los
máximos aciertos de los reyes consistieron en saberlos a elegir adecuadamente.
Se destacan, como eficaces gobernantes, los ministros Alberoni y Patiño, de Felipe V; Carbajal y el marqués de la
Ensenada, de Fernando VI; Aranda, Floridablanca y Campomanes, de Carlos III.
Uno de los principales propósitos de la política reformista fue la centralización gubernativa. En ese sentido los
Borbones llevaron más lejos que los Austria la homogeneización institucional y legislativa, eliminando
paulatinamente el particularismo regionalista de origen medioeval. Sin embargo, tampoco los Borbones
complementaron este proceso, subsistiendo muchos fueron regionales. Ente otros aspectos de la creciente
centralización, hallamos la sustitución de los antiguos Consejos reales por ministros o Secretarios de Estado, más
estrechamente subordinados al monarca.
Diversas medidas fueron adoptadas para reanimar la producción y el comercio, tan decaídos bajo la dinastía anterior.
Aquí vemos la influencia, sobre todo en la segunda mitad del Siglo, de las “nuevas ideas” y de los intereses y
concepciones de la clase burguesa.
Las reformas agrarias muestran claramente este propósito. Se tendía a eliminar toda forma de propiedad no individual,
a la vez que promover la división y el cultivo de los grandes fundios. Para ello se abolió el mayorazgo, se expropiaron
tierras de la Iglesia y de los municipios, que fueron repartidas y vendidas. Se realizó una intensa labor de colonización.
En materia religiosa, los borbones siguieron una orientación netamente regalista, o sea de predominio de Estado sobre
la Iglesia en todas las cuestiones temporales, es decir, no pertenecientes al orden sobrenatural. Esas ideas iluministas
reforzaron esta tendencia determinando una política de tolerancia.
El reformismo en América
La política reformista de los borbones se extendió a América, donde se producen múltiples cambios. En el orden
político-administrativo tenemos varias reformas resultan del afán de centralización, propio de los borbones, que
procuraban concentrar en manos del Poder Central, del Rey, todos los resortes del gobierno y de la administración. El
consejo de Indias perdió casi todos sus poderes, quedando reducido al papel del órgano de consulta, mientras que el
gobierno efectivo de América pasaba a la Secretaria de Despacho Universal de Indias, creada en 1717 por Felipe V y
desempeñada por un Ministro de la Corona. En 1782 se dictó la Ordenanza del Ejército y Provincia, extendiendo a las
Indias el régimen de Intendencias ya implantado en la Península. El territorio del Virreinato del Río de la Plata se
dividió en ocho Intendencias (Buenos Aires, Córdoba del Tucumán, Salta, Paraguay, etc.)
Vemos que prima la tendencia a traspasar los ordenes de los antiguos órganos colegiados a magistraturas
unipersonales, más fáciles de controlar y someter a la voluntad del monarca. Así se crea en las Reales Audiencias el
cargo de Oidor Regente, que preside la Sala de Justicia de dichos organismos y es el encargado de sustituir al Virrey o
Capitán General en caso de acefalía de estos cargos en lugar de la vieja práctica según la cual era la Audiencia,
corporativamente, la que asumía el mando con el título de “Audiencia Gobernadora”.
El centralismo de los Borbones acentuó la exclusión de los criollos de los cargos públicos importantes. Durante el
periodo de los Habsburgos, aunque excepcionalmente, hubo criollos que alcanzaron las más altas magistraturas. Los
reyes del siglo XVIII, en cambio, prefirieron nombrar europeos vinculados a la Corte, aun franceses o italianos, antes
nativos americanos. La rivalidad entre españoles americanos, como entonces se decían los criollos, y españoles
europeos, se enconó a consecuencia de esta política, robusteciéndose así el espíritu autonomista que se transformaría
más tarde en anhelo de independencia total, provocando la separación de la metrópoli
Reformas comerciales:
Puede decirse que a raíz de ellas comienza a tener gravitación económica la zona rioplatense, con sus puertos de
Buenos Aires y Montevideo, que se convirtieron en activos centros de intercambio.
Las consecuencias del tratado de Utrecht en 1713 significaron la primera fisura importante en el restrictivo sistema de
flotas y galeones.
La tendencia general de los cambios de carácter económico tiende a una general y progresiva liberalización. Esta
tendencia liberal fue, sin embargo, limitada al ámbito interno del imperio español. En efecto, hasta el fin de su
dominación, el gobierno español prohibió a las colonias el comercio con el extranjero, salvo situaciones de excepción.

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