1 UN RECORRIDO HISTÓRICO A LA FORMACIÓN DE DOCENTES EN
COLOMBIA La preocupación por la formación de los docentes en Colombia, tiene sus raíces en el surgimiento de la instrucción pública, momento en el cual la función de enseñar, deja de pertenecer al ámbito privado de la iglesia católica y la familia para situarse en la escuela, espacio que requiere del control y vigilancia del Estado. En este contexto, se ubica la figura del maestro en su rol de orientar la enseñanza de las personas que tienen el privilegio de asistir a la escuela. Se demanda de él que sea persona virtuosa, más que persona erudita73 y surgen, en consecuencia, las instituciones formadoras de docentes encargadas de esta misión específica. 73 Entre los años 1770 y 1800, para ejercer el oficio de maestro se tenía que solicitar un reconocimiento legal por parte del poder. Para merecer el título era necesario, además de demostrar la habilidad para “leer, escribir y contar, algunos requisitos igualmente destacables, como los de ser hombre blanco y decente, arreglado, de buen procedimiento y sin vicio alguno” En: Martínez Boom, Alberto, et al. (1989) Crónica del Desarraigo: Historia del Maestro en Colombia, Bogotá: Magisterio. p. 37. CAPÍTULO 2 56 De esta manera, doce años después de la independencia, en 1822, se crea, en Bogotá, la primera Escuela Normal del país, con el objeto de formar profesores, normalizar las prácticas de enseñanza y difundir el sistema de enseñanza mutua74, propuesta por Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, convencidos de los beneficios de “una maquina escolar perfecta”, que permitiera “a un sólo maestro enseñar a mil niños al tiempo, los rudimentos de la moral, la escritura y el cálculo”75. La Escuela Normal surge, entonces, con la función de “normalizar, uniformar el lenguaje, las formas de pensar y de sentir”76. Sin embargo, a partir de 1851 con la llegada del liberalismo al poder del estado y la puesta en marcha de las Reformas de Medio Siglo, se disminuyó la influencia de las escuelas normales, bajo la premisa de que los títulos académicos generaban desigualdad social y en consecuencia, se declaró que no era necesario tener títulos para ejercer algún oficio. Esta política se modificó con la reforma instruccionista de 187077, reglamentada con el decreto Orgánico de Instrucción Pública Primaria, que organizó el régimen nacional en ésta materia. Así se declaró como una de las funciones más importantes del gobierno, la preparación de maestros por medio de las Escuelas Normales, que debían servir para unificar los métodos de enseñanza78. 74 Propuesto por Lancaster y Bell, en 1790 en Inglaterra e India. 75 SALDARRIAGA, Óscar y SÁENZ, Javier. La Construcción Escolar de la Infancia: Pedagogía, Raza y Moral en Colombia, Siglos XVI y XX. En: Historia de la Infancia en América Latina. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 1997, p. 398. “Su innovación consistía en utilizar un sistema de ‘monitores’ seleccionados entre los alumnos que sabían un poco más, y entrenarlos para ejercitar a quienes sabían menos, sobre todo en lectura y escritura. 76 VASCO. Op. Cit., p. 16. 77 Puesta en marcha por el gobierno liberal radical de Eustorgio Salgar, que fue aprobada por el Congreso Nacional. 78 Dicho objetivo se cumplía a través de la Publicación del Boletín de la Escuela Normal, que servía para plantear nuevas teorías y métodos de enseñanza. CAPÍTULO 2 57 En este contexto de la reforma, la educación fue declarada gratuita, obligatoria y separada del control y la vigilancia de la iglesia católica y la figura del maestro se erigió, entonces, “como eje de la construcción de la nación” pues “aparece ligada a un proceso político ideológico promovido por los grupos hegemónicos en el gobierno de turno”79. Se planteó, entonces, la necesidad de formar docentes autónomos, para que estuvieran en capacidad de asumir el reto de consolidar la nueva República radical. “En este periodo, el maestro debía cumplir simultáneamente dos funciones: a) fuera católico o no de su vida dentro y fuera de la escuela se esperaba que fuera modelo de virtudes y buen comportamiento; b) fuera erudito o no, de su acción propia en la escuela se esperaban los mejores resultados para la formación de los nuevos valores nacionales”80. En este marco se pone en marcha la primera Misión Alemana y, con ella, se logran organizar más de veinte escuelas normales. La Misión promueve la apropiación del método pestalozziano, que plantea la importancia de reconocer las vivencias y experiencias del niño y el desarrollo de la percepción, criticando la enseñanza memorística y verbalizada que predominaba en el sistema Lancasteriano. Tal como lo expresa Gloria Calvo: […..] Desafortunadamente, el surgimiento de las escuelas normales no estuvo acompañado del mejoramiento de las condiciones sociopolíticas del país, de tal forma que las guerras bipartidistas coadyuvaron al resquebrajamiento del sistema educativo. De todas formas, durante la mayor parte del siglo XIX, el maestro será identificado como pieza importante en la construcción de la nacionalidad y del orden social81. 79 Ibid., p. 14. 80 Ibid., p. 15. 81 CALVO, Gloria. La Formación de Docentes en Colombia. Estudio Diagnóstico. Bogotá: UNESCO/IESALC - UPN, 2004, p. 9. Disponible en Internet: www.iesalc.unesco.org.ve CAPÍTULO 2 58 Pero los propósitos de la política instruccionista se vieron frustrados porque entre otras razones los conservadores alegaban que los radicales pretendían desterrar la fe, por medio de la educación laica y que las Misiones Alemanas promovían la entrada del protestantismo al país. La agudización de la confrontación política y la posterior Guerra Civil de 1876, terminaron con el Proyecto Radical, dando paso a la Regeneración que elimina la obligatoriedad de la educación, devuelve a la iglesia católica la facultad de guiar la formación de los colombianos y ordena el cierre de algunas escuelas e instituciones formadoras. Con la consolidación del proyecto de la Regeneración, a través de la Constitución de 1886, se acentúa la articulación entre la iglesia católica y el estado y en consecuencia, toma fuerza de nuevo la representación del maestro como “moralizador”, encargado fundamentalmente de cimentar las buenas costumbres requeridas para mantener el ordenamiento social82. Se operan, en consecuencia, modificaciones en los planes de estudio en las escuelas normales y se aumentan los requerimientos para obtener el título de maestro. Los primeros 30 años del siglo XX, están caracterizados por la hegemonía conservadora, que da continuidad a la propuesta educativa de la Regeneración. Así, en 1903, se inicia un movimiento de reforma de la educación y de la formación de docentes, con la expedición de la Ley Uribe o Ley Orgánica de Educación, que estableció la organización del sistema educativo en los niveles primario, secundario y superior. Igualmente estableció la apertura de una normal para varones y una para mujeres, en cada departamento, con su correspondiente escuela anexa, para centralizar y organizar las prácticas de enseñanza. El Congreso Pedagógico Nacional de 1917 señala la importancia de “elevar la calidad de la formación de los docentes mediante la modificación de los requisitos 82 VASCO y otros, Op. Cit., p. 17. CAPÍTULO 2 59 de ingreso: así, se comienza a exigir la primaria completa a los candidatos, y el título de maestro se otorgaba una vez se hubiera hecho un seguimiento a aspectos como la organización en el aula, la transmisión de los conocimientos y en general la apreciación sobre las cualidades morales, la idoneidad y capacidad del aspirante”83. A pesar de este interés en la rigurosidad de la formación, lo cierto es que en 1921 “de los 882 maestros censados sólo 242 poseían el título de maestro elemental o superior conferido por una Escuela Normal, y 640 de ellos no poseían formación en pedagogía”84. Por otra parte, la hegemonía conservadora a la cabeza de Pedro Nel Ospina (1922 - 1926), promovió una alianza con el Partido Liberal, que significó la entrada del liberal Miguel Arroyo Diez, como Ministro de Instrucción Pública, quien promovió la traída al país de una Segunda Misión Alemana e impulsó la llamada Escuela Activa que defendía la premisa de una educación adaptada a las realidades de la vida85. A pesar de estos intentos, la iglesia católica y los conservadores volverían a poner en tela de juicio los argumentos de una educación laica y por ello no se lograron las transformaciones deseadas, pues la Misión no pudo desarrollar las propuestas nuevas propuestas de modelos educativos, se acentuaron las discrepancias políticas y pedagógicas y la Misión tuvo que salir nuevamente del país. Pero, un sector modernizante del conservatismo, menos ligado a la iglesia, promovió desde el Gimnasio Moderno, la visita al país del médico belga, Ovide Decroly, en 1925, quien permaneció dos meses en Bogotá, dictando conferencias 83 CALVO, Op. Cit., p. 11. 84 HELG, Aline. La Educación en Colombia: 1918 - 1957. Bogotá: Plaza y Janes - UPN, 2001, p. 88. 85 Ibid., p. 114. CAPÍTULO 2 60 a profesores de distintos lugares del país e impulsando el modelo de la pedagogía activa que se impondría años más tarde, bajo la República Liberal. Este modelo privilegiaba el aprendizaje desde la realidad del niño y su entorno y se oponía al tratamiento tradicional del niño como un “adulto en miniatura”86. Durante el periodo de la República Liberal (1930 - 1946), se crearon las primeras facultades de educación (1934) a partir de tres instituciones: la Normal de Varones de Tunja, el Instituto Pedagógico Nacional y la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Colombia que posteriormente se fusionaron en la Escuela Normal Superior (1936 - 1951), adscrita inicialmente a la Universidad Nacional y luego al Ministerio de Educación Nacional87. La creación de las facultades coincide con el propósito de mejorar el nivel de formación de los maestros y precisar la función social de la educación que se fundamentaba en el mejoramiento de la “raza colombiana”, lo que le otorgaba un componente nacionalista del que había carecido la educación hasta ese momento88. En cuanto al proyecto de formación docente, “los antecedentes académicos de estas instancias eran los famosos Cursos de especialización pedagógica, que se impartían después de la formación normalista, y que tenían duración de 2 a 4 años según las especialidades que ofrecían, que iban desde la pedagogía, las ciencias naturales y las matemáticas, hasta la especialización en educación física y deportes”89. La creación de la Normal Superior es una experiencia muy significativa en la historia de la formación de docentes en Colombia, debido “no sólo, a que 86 Ibid., p. 121. 87 CALVO, Op. Cit., p. 18. 88 HELG, Op. Cit., p. 143. Este propósito se llevaba a cabo bajo fuertes debates sobre la superación de la degenerada raza colombiana, mezcla de indios, negros y mestizos. 89 Ibid., p. 12. CAPÍTULO 2 61 concentró en una sola institución un proyecto formativo de corte liberal y modernizante, sino porque propició el desarrollo de muchas disciplinas sociales como la antropología, la sociología y la filología, entre otras” 90. En cuanto al modelo de formación docente se propuso el mejoramiento de los procesos integrando la formación en las disciplinas del conocimiento con las humanidades, en la búsqueda del maestro intelectual. Los anteriores planes educativos, quedaron de nuevo truncos, pues, después de dieciséis años de hegemonía liberal, el ascenso al poder del gobierno conservador de Laureano Gómez (1950 - 1953), inició el desmonte del proyecto pedagógico existente, y determinó el cierre de la Normal Superior, que fue dividida en dos instituciones, con sedes en Tunja y Bogotá. Posteriormente, las dos instituciones fueron convertidas en las dos universidades pedagógicas del país: la Universidad Pedagógica de Colombia (masculina) y la Universidad Pedagógica Nacional (femenina)91. Con la institucionalización de la formación docente en el nivel universitario, se otorgó carácter profesional al saber pedagógico y se registró un gran auge en la profesión docente, pues se empezaron a crear facultades de educación en las universidades públicas y privadas. Al respecto plantea Ibarra Russi: En la década de los 60, se produce la primera expansión del sistema de educación superior en Colombia, y se autoriza a las universidades de provincia, crear facultades de educación, para formar educadores y otorgar títulos de licenciados. Se inicia una expansión indiscriminada de los procesos y modalidades de formación. Se desarrolla, de manera sistemática, la relación entre profesionalidad y 90 Ibid., p. 18. 91 Actualmente las dos instituciones no mantienen la característica de género y en el caso de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, tampoco forma solamente profesionales de la docencia. CAPÍTULO 2 62 formación académica universitaria, y se dan los criterios y normas de reconocimiento de los títulos, a la par, que se fortalecen los sindicatos de maestros y las organizaciones gremiales y se nacionaliza el modelo de contratación de maestros con el Estado. Aparecen los primeros modelos de planificación del Ministerio de Educación y se considera el maestro como componente del sistema92. Hasta aquí, el recorrido histórico ha permitido caracterizar los momentos más significativos de la formación de docentes en términos de los tipos de instituciones que han asumido la labor de formación y las concepciones predominantes en torno a los fines educativos, los modelos de enseñanza propuestos y representaciones diversas del rol del maestro. Desde este punto de vista se han identificado de manera secuencial los siguientes momentos: el predominio de las escuelas normales con la presencia de las Misiones Alemanas, la creación de las facultades de educación, de la Escuela Normal Superior y de las universidades pedagógicas. En la segunda mitad del siglo XX, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, se operan transformaciones políticas y económicas que inciden en los sistemas educativos, a escala mundial. De esta manera, con fundamento en el modelo pedagógico conductista, que concibe el aprendizaje como conducta observable, se asume el conocimiento como “la transmisión parcelada de saberes técnicos mediante un adiestramiento experimental que utiliza la tecnología educativa”93. En esta perspectiva, en la estructuración de planes y programas educativos adquieren preponderancia la identificación de las conductas que se van a 92 IBARRA RUSSI, Óscar Armando. Sistema Nacional de Formación Docente. En: Seminario Latinoamericano de Universidades Pedagógicas. Realizado en Santiago de Chile el 8 y 9 de Mayo de 2003 por la UNESCO, el Gobierno de Chile y la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Santiago de Chile: Memoria Técnica, p. 35 - 38. En: CALVO, Óp. Cit. p. 21. 93 FLÓREZ OCHOA, Rafael. Hacia una Pedagogía del Conocimiento. Colombia: McGraw - Hill, 1994, p. 167. CAPÍTULO 2 63 propiciar, sus unidades básicas, para orientar la acción a la definición de los objetivos instruccionales y los mecanismos de control para asegurar su cumplimiento. Este nuevo modelo educativo incide sobre los propósitos de formación de los docentes, pues se considera que antes que dominar el conocimiento científico y pedagógico, el docente debe ser un técnico capaz de implementar el curriculum definido, de acuerdo con los objetivos de conducta y los sistemas de medición del rendimiento. Los procesos de formación deben prepararlo para la aplicación de guías de aprendizaje, diseñadas por expertos y especialistas del currículo. En consecuencia, se pierden de vista las finalidades formativas de la educación. Como consecuencia de la anterior situación la década del 80 se inició con fuertes críticas, por parte de la comunidad académica y educativa, a la implementación de la reforma educativa, a la tecnología educativa, como modelo de enseñanza dando origen al Movimiento Pedagógico Nacional, que convocó al magisterio, a grupos de investigación y de acción pedagógica a reflexionar sobre el rol del docente en la sociedad y la importancia del saber pedagógico como especificidad de la profesión docente. Surgieron entonces, trabajos de recuperación de la historia del maestro, de la escuela y de las instituciones formadoras, estudios etnográficos e innovaciones pedagógicas que permitieron contextualizar las relaciones del maestro y de la escuela, con la sociedad, teniendo como referentes la profesionalización del docente y la búsqueda de niveles más elevados de formación. La reflexión se constituyó en antecedente importante de las concepciones sobre educación, presentes en la Constitución del 1991 y en la Ley General de Educación de 1994, que definieron los derroteros del sistema educativo y de los procesos de formación, aspectos que se abordan a continuación.