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Síndrome de abstinencia

Se denomina síndrome de abstinencia al conjunto de signos y síntomas que aparecen al dejar de


consumir una droga de la que un sujeto es dependiente.

Se describen el síndrome de abstinencia agudo, el síndrome de abstinencia tardío y el síndrome de


abstinencia condicionado. El síndrome de abstinencia agudo es un síndrome de abstinencia
condicionado. El síndrome de abstinencia agudo es un conjunto de signos y síntomas orgánicos y
psíquicos que aparecen inmediatamente después de interrumpir el consumo de una sustancia
psicoactiva de la que un sujeto es dependiente. Cada grupo de sustancias psicoactivas produce un
característico síndrome de abstinencia agudo fácilmente diferenciable del de los restantes grupos.
La intensidad y gravedad de este síndrome dependen del tipo y de la cantidad de sustancia
habitualmente consumida. Si bien los síndromes de abstinencia agudos producidos por el alcohol y
los barbitúricos son extremadamente peligrosos debido a las disregulaciones orgánicas que
generan, el síndrome de abstinencia agudo inducido por los opiáceos, a pesar de ser muy
espectacular, no acostumbra poner en peligro la vida del paciente, distinguiéndose claramente un
componente orgánico no controlable y un componente psicológico fácilmente modificable.

Algunos pacientes viven de forma muy angustiosa la aparición de este cuadro clínico, llegando a
desarrollar un miedo irracional que les puede inducir a realizar actos de tipo delictivo con el fin de
conseguir la sustancia de la que son dependientes y evitarlo. El síndrome de abstinencia agudo
dura, normalmente, de 4 a 12 días y da paso al síndrome de abstinencia tardío.

El síndrome de abstinencia tardío, o prolongado, puede describirse como un conjunto de


disregulaciones del sistema nervioso neurovegetativo y de las funciones psíquicas básicas, que
persisten durante un largo período de tiempo, meses o años, después de conseguir la abstinencia.
Este cuadro causa múltiples trastornos físicos y psíquicos al paciente, le dificulta enormemente el
desarrollo de una vida saludable y autónoma, y contribuye a precipitar los procesos de recaída en
los hábitos tóxicos. Este síndrome es poco reconocido y valorado a pesar de su gran relevancia
clínica.

El síndrome de abstinencia condicionado consiste en la aparición de sintomatología típica de un


síndrome de abstinencia agudo en un individuo, que ya no consume, al ser reexpuesto a los
estímulos ambientales que fueron condicionados, a través de un proceso de aprendizaje de tipo
pauloviano, al consumo de la sustancia de la que era dependiente. El síndrome de abstinencia
condicionado suele crear un gran desconcierto en el paciente, provocándole cuadros de gran
ansiedad y miedo que pueden propiciar un nuevo consumo de tóxico como forma de evitar la
situación displacentera en que se encuentra.

El síndrome de abstinencia alcohólica es habitual en los alcohólicos crónicos, desde formas poco
expresivas como temblores distales, hasta un delirium tremens. La intensidad de la abstinencia
puede medirse mediante escalas como la CIWA ( Sullivan y cols., 1991) y la SAWS (Gossop y cols.,
2002). Las alucinaciones visuales o auditivas aparecen entre 24 y 48h tras el cese de la ingesta y
suelen desaparecer en pocos días.

Sin embargo, algunos pacientes pueden tener alucinaciones auditivas durante un tiempo
prolongado y desarrollar un cuadro clínico similar a la esquizofrenia. El alcohol puede precipitar
una crisis en pacientes epilépticos en el curso de una ingesta importante y ocasionar convulsiones
en pacientes no epilépticos en la fase inicial del período de abstinencia. El delirium tremens es una
manifestación grave del síndrome de abstinencia, que se caracteriza por confusión, alucinaciones,
temblores, agitación, taquicardia, pupilas dilatadas, sudoración profusa y fiebre.

El tratamiento de las formas leves y moderadas del síndrome de abstinencia puede asimilarse a las
pautas de prevención del mismo, aunque las dosis utilizadas de benzodiazepinas sean algo
mayores, y la monitorización, de mayor intensidad. En cambio, el tratamiento de las formas más
graves debe realizarse en medio hospitalario, puesto que requiere control hidroelectrolítico del
paciente y administración parenteral de diazepam en percusión lenta hasta conseguir la sedación
superficial del paciente. La administración alternada de suero fisiológico y glucosado debe ir
precedida por la administración de tiamina para reducir el riesgo de encefalopatía de Wernicke.

Asimismo, es necesario prestar una especial atención a posibles infecciones intercurrentes. La


aparición de crisis convulsivas puede comportar la necesidad de aumentar las dosis de diazepam o
añadir algún fármaco anticonvulsivo como la fenitoína o el divalproato sódico.

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