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Clase 6: Armonizando Familia y Trabajo

Recientemente se lanzó en Chile la traducción del libro “Trabajo y Familia: ¿Oposición o armonía?”
de los profesores de la Universidad de Boloña Stefano y Vera Zamagni. Esta clase se inspira en los
planteamientos de esa publicación.

Cómo ha evolucionado la familia


La profunda transformación de la sociedad que trajo consigo la Revolución Industrial de fines del
siglo XVIII ha implicado desafíos gigantescos a la vida en familia y a la integración entre familia y
trabajo. No hemos sido muy exitosos al enfrentar estos desafíos, porque estamos observando un
claro debilitamiento de la institución familiar, lo que acarrea consecuencias sobre el funcionamiento
de la sociedad que son ciertamente preocupantes.

Los valores en la familia tradicional


En la actualidad observamos formas familiares tan diversas, que nos olvidamos que lo que hoy
llamamos “familia tradicional” fue verdaderamente revolucionaria en su tiempo. La Iglesia plantea
varias características de la constitución de una familia:

(1) El matrimonio no es simplemente un contrato entre las partes. Es un sacramento y es


indisoluble.

Al ser un sacramento, se pone la unión de los esposos bajo la protección de Dios. El fundamento
del matrimonio se encuentra en el amor y no en la conveniencia de los padres, el linaje u otros
intereses.

Al ser indisoluble, el matrimonio es una forma de protección del más débil. La mujer no puede
ser repudiada aunque sea infértil. Los niños no pueden ser abandonados.

La consecuencia de lo anterior es que el divorcio no es posible. Las dificultades deben


enfrentarse a través de la apertura, el respeto y el diálogo.

(2) El matrimonio es celebrado por los esposos en la Iglesia y no en la casa del esposo, para
remarcar la autonomía de los contrayentes en relación con sus padres, principalmente la
independencia de la línea padre-hijo (por el dominio del patriarcado). Los esposos salían de la
casa de sus padres y éstos no se podían entrometer.

Pontificia Universidad Católica de Chile © Nicolás Majluf & Fernando


Chomalí 1
(3) El fundamento del matrimonio es el consentimiento mutuo que los esposos se dan libremente
y no el producto de la elección de los padres. El sacerdote no celebra, sino que asiste a los
esposos en este consentimiento mutuo, y les da la bendición. La validez del matrimonio surge
del consenso de los cónyuges, lo que reafirma los principios de igualdad y de libertad de los
contrayentes.

Los beneficios en la constitución de la familia tradicional


(1) Favorece la fraternidad. La familia es más horizontal y menos vertical, pues el patriarcado se
debilita. El poder no pasa sólo por la línea paterna. Todos los integrantes de la familia tienen la
misma relevancia y de este modo se cultiva la fraternidad. Puede entenderse ante este gran
cambio en las fuentes de poder que la familia basada en los principios de libertad e igualdad no
tuviera una vida fácil en una sociedad donde dominaban las tradiciones patriarcales (eje padre-
hijo).

(2) Estimula el emprendimiento. Como al matrimonio se llega sólo después de ganar experiencia
laboral, lo que le permite a los esposos tener autonomía de los padres e, incluso, acumular
algunos ahorros, la familia así formada tiene una gran capacidad de realización y motivación
para emprender nuevos rumbos que no sean una simple repetición de las rutinas que los
esposos tenían en las casas de sus respectivos padres. Resulta sorprendente constatar que esta
forma de constitución familiar fomenta el emprendimiento y va a tener, por consiguiente, un
tremendo impacto sobre la sociedad.

La familia emprendedora y autónoma como uno de los fundamentos de la Revolución Industrial

Si se acepta que la familia tradicional fomenta la responsabilidad personal, y la capacidad de


innovación, sin duda es un factor importante que contribuye grandemente al aumento del acervo
intelectual y de las habilidades de la persona (comúnmente denominado “capital humano”) y a la
emergencia de la inventiva y espíritu de emprendimiento que llevó a la Revolución Industrial.
Además, al favorecer la fraternidad y la solidaridad con los no consanguíneos, se fomenta la acción
cooperativa al interior de la familia y también más allá de los límites de ésta, lo que lleva a un
aumento del “capital social e institucional”. En el trabajo las personas aportan no sólo sus
capacidades, sino también lo que han aprendido de la familia.

Pero esta misma Revolución Industrial trae, a su vez, grandes cambios que perturban a la familia
tradicional

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Chomalí 2
La Revolución Industrial trajo consigo un cambio drástico en la forma en que se hacía el trabajo.

(1) El trabajo se trasladó de la casa a las grandes fábricas, que normalmente están lejos de casa,
lo que permite alcanzar economías de escala y elegir ubicaciones convenientes por la
localización de las materias primas, la logística de distribución o los mercados de productos.
La empresa sustituye a la familia y al taller del artesano como centro de producción y motor
del desarrollo económico.

(2) De la multifuncionalidad (todos los miembros de la familia eran capaces de hacer todas las
tareas) se pasa a la división del trabajo y a la especialización, como una forma de aumentar la
productividad. Se llegó a los extremos del Taylorismo y el Fordismo (la línea de producción de
automóviles), que junto a los beneficios de la especialización, trajo consigo la alienación y la
necesidad de reducir las jornadas de trabajo que hacían exigencias desmedidas a la persona.

(3) Los roles del hombre y la mujer también se separaron y se especializaron. El hombre va a
trabajar fuera del hogar, mientras que la mujer se mantiene en el hogar, haciendo la vida
doméstica más confortable, con una mejor nutrición y mayor higiene. Sobre la mujer recaen
las decisiones sobre los consumos de la familia y la satisfacción de las necesidades del hogar.
Su trabajo se especializa en esta esfera.

Los impactos de estos cambios producen un deterioro en la condición de la mujer

(1) La especialización de los roles de hombres y mujeres es buena para las empresas, porque los
hombres casados se concentran más en su trabajo y son más productivos, por lo que la
empresa está dispuesta a pagarles mejor (marriage wage premium).

(2) También es buena para el hombre, porque su trabajo fuera del hogar le da la posibilidad de
progresar intelectualmente por los desafíos y oportunidades que el trabajo le plantea. El valor
de su tiempo aumenta.

(3) Pero se genera una gran asimetría entre el trabajo de la mujer y el del hombre. La participación
de la mujer en el mercado del trabajo fuera del hogar se reduce con la especialización de los
roles mientras que la del hombre aumenta. La mujer entra en una rutina que no la desafía
intelectualmente, se va quedando indefectiblemente atrás y se produce una alienación
espiritual. El valor de su tiempo se estanca. Su trabajo puede ser hecho por una persona de
poca preparación. Claramente, la especialización de roles no favorece a la mujer.

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Chomalí 3
El proceso de emancipación

Hace ya tiempo que esto ha empezado a cambiar y signos evidentes de estos cambios (entre muchos
otros) son: (1) La reivindicación de su derecho a voto, (2) El aumento de su educación, su presencia
masiva en las Universidades y profesiones, (3) La corrección de asimetrías en las legislaciones sobre
el derecho de las familias, que sólo reconocían al hombre como jefe de familia, lo que dejaba en
situación subordinada a la mujer y, tal vez lo más notorio, (4) el regreso de la mujer al mundo del
trabajo, donde alcanzan los puestos de la más alta responsabilidad, como es el caso de la presidenta
de Chile o la Presidenta Ejecutiva (CEO) de General Motors (la primera en la historia de la empresa).

Los desafíos a la familia

Esta revolución en la condición de la mujer ha impuesto a la familia desafíos inéditos, que hoy nos
hace preguntarnos sobre lo que es esencial en la institución familiar, pues no porque haya necesidad
de cambios, cualquier cambio es bueno.

Observamos una creciente pluralización de las formas familiares, un aumento de las convivencias,
de los hogares monoparentales y de personas que viven solas, un retraso significativo en la edad en
que se contrae matrimonio, un considerable crecimiento de los divorcios, tasas de natalidad
extremadamente bajas, y un tamaño de la familia en continua disminución, la que ha traído consigo
el envejecimiento de la población. Esto acarrea una menor atención al cuidado de los niños y de los
ancianos, y se malogra la convivencia.

El deterioro de la familia trae consigo el debilitamiento de las bases del crecimiento de la persona y
del desarrollo de la sociedad. Y la familia es tan fundamental en la vida de la sociedad, que el artículo
16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “La familia es el elemento
natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

A la familia hay que cuidarla


La familia es un lugar privilegiado para hacer surgir lo mejor de cada persona. No estamos
completamente definidos al momento de nacer. Somos seres indefensos y moldeables. La familia
es el lugar donde comienza a manifestarse “el proyecto humano”. En el seno de la familia se debe
proteger y formar a los hijos, dándoles la educación necesaria y criándolos en un entorno donde
primen relaciones de justicia, amor y confianza.

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Chomalí 4
La familia es el lugar donde las personas nacen, reciben valores y se aprende la convivencia. La
familia, en términos económicos, es un “productor de bienes inmateriales”, como la confianza, la
reciprocidad, y el don de la gratuidad, que son fundamentales para el futuro de la sociedad.

Hacia la armonización de familia y trabajo


Armonización y no conciliación

Conciliar es una palabra inadecuada. Trabajo y familia no son dos mundos opuestos que deben
congeniarse. Por el contrario, son dos ámbitos fundamentales de la vida humana que deben darse
simultáneamente, integrarse, armonizarse. El trabajo en el hogar y fuera del hogar son dos esferas
del ser de la persona.

No podemos considerar al trabajo sólo como una fuente de sufrimiento y alienación, ni a la familia
sólo como lugar de consumo que es como una cárcel para la mujer. No basta, por un lado, con
preocuparse de mejorar la productividad de las empresas y de “liberar” a la mujer por otro.

Diversidad

La familia no es sólo un asunto femenino. Por el contrario, es lugar de armonía y felicidad cuando la
diferencia entre hombre y mujer se convierte en una oportunidad de enriquecimiento recíproco y
no en fuente de discriminaciones

Las políticas de la empresa deben servir para aumentar el beneficio para la familia que acarrea la
inserción de la mujer en el trabajo fuera del hogar. No puede haber detrimento de la calidad de la
vida intrafamiliar en sus dimensiones relacional y espiritual.

Complementariedad

La especialización de roles (hombre proveedor y mujer dueña de casa) y la discriminación que de


allí se deriva, deben abandonarse y avanzar hacia la complementariedad entre familia y trabajo. Es
clave armonizar familia y trabajo, pues ambas esferas de acción permiten a la persona alcanzar un
desarrollo integral y su plenitud como ser humano

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Chomalí 5
Reciprocidad
Las múltiples políticas que las empresas adoptan para facilitar la inserción de la mujer en el trabajo
fuera del hogar (flexibilidad laboral, trabajo part-time, trabajo a distancia, jardines infantiles, casa
de cuidado de ancianos,…..) pueden debilitar los ya débiles lazos de solidaridad de la familia; llevan
a deslegitimar el rol de la familia. No hay reciprocidad.

Es bueno que una empresa favorezca el trabajo de las madres, pero también un hogar donde se
compartan las tareas de educación y cuidado de los hijos y ancianos.

Todo lo que pasa en la empresa influye sobre la familia y todo lo que ocurre en la familia influye
sobre la empresa. No se pueden separar los ámbitos, deben marchar juntos. Es preciso combinar
las exigencias de la vida familiar con las demandas de las organizaciones, y así se enaltecen trabajo
y familia.

Diversidad, reciprocidad y complementariedad

“Ahondar en la verdad antropológica del hombre y la mujer, la igual dignidad y unidad de ambos,
la diferencia profundamente radicada entre el hombre y la mujer, y su vocación a la reciprocidad y
a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión”.

Benedicto XVI

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Chomalí 6
RECUADRO
“Carta para la convivencia armoniosa”

Stefano y Vera Zamagni


Desde hace muchos años tenemos una casa en una colina donde se reúne frecuentemente nuestra
familia…. en sus paredes colgamos la carta que reproducimos a continuación

• La Armonía es un bien común, por lo tanto no es privado ni público.


• Común es un bien que posee la siguiente característica fundamental: la ventaja que cada uno
obtiene de su uso no puede estar separada de la ventaja que otros obtienen del mismo. Es decir,
el interés de cada uno se realiza junto al de los demás, no en contra ni prescindiendo.
• ¿Cuál es entonces el enemigo del bien común? Por un lado el comportamiento del free rider,
que es aquél que vive a costa de los otros; por otro, el comportamiento altruista extremo, que
es el de quien se anula o niega a si mismo para favorecer al otro.
• ¿Cuál es, en cambio, el amigo del bien común? El comportamiento de reciprocidad. El principio
de reciprocidad reza así: “Te doy (o hago) algo para que tú puedas a la vez dar (o hacer) algo
para un tercero y, si es el caso, para mi” Mientras que el principio del intercambio equivalente
establece “Te doy (o hago) algo con la condición que tú me devuelvas el equivalente en valor”.
La reciprocidad es un “dar sin perder y un tomar sin quitar”.
• Ninguna convivencia puede durar mucho y ser fuente de felicidad si todos dan según el estilo de
los altruistas puros o si todos pretenden recibir según el estilo de los oportunistas, o peor aún,
si todas las relaciones intersubjetivas se reducen al intercambio de equivalentes.
• El acoger y poner en práctica el principio de reciprocidad es la única garantía para una
convivencia armoniosa y, como tal, generadora de felicidad. No hay necesidad de “códigos de
conducta” o de reglamentos. Es a partir de la reciprocidad que surge la concordia y concordia
parvae res crescunt.

NOTA

Concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur

"Mediante la concordia las cosas pequeñas crecen; mediante la desunión, las cosas más grandes se
derrumban".

Pontificia Universidad Católica de Chile © Nicolás Majluf & Fernando


Chomalí 7

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