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David Hume

David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711-ibídem, 25 de


agosto de 1776)1 fue un filósofo, economista, sociólogo e
David Hume
historiador escocés, constituye una de las figuras más
importantes de la filosofía occidental y de la Ilustración
escocesa.

Hume afirma que todo conocimiento deriva, en última


instancia, de la experiencia sensible. Sus obras principales son:
Tratado de la naturaleza humana (1739) e Investigación sobre
el entendimiento humano (1748).

Hume estuvo fuertemente influido por los empiristas John


Locke y George Berkeley, así como por varios escritores
franceses como Pierre Bayle, y algunas figuras del panorama
intelectual anglófono como Isaac Newton, Samuel Clarke,
Francis Hutcheson y Joseph Butler.
Retrato de Hume por Allan Ramsay
Los historiadores consideran que la filosofía de Hume no es
válida como una profundización en el escepticismo, aunque Información personal
esta visión ha sido discutida argumentando que el naturalismo Nacimiento 7 de mayo de 1711
tiene un peso comparable en su pensamiento. El estudio de Edimburgo (Reino de Gran
Bretaña)
Hume ha oscilado entre los que enfatizan la vertiente escéptica
de Hume (como es el caso del positivismo lógico), y los que, en Fallecimiento 25 de agosto de 1775 (64 años)
Edimburgo (Reino de Gran
cambio, consideran más importante la vertiente naturalista
Bretaña)
(como Don Gartner, Norman Kemp Smith, Kerry Skinner,
Lugar de
Barry Stroud y Galen Strawson).[cita requerida] Edimburgo (Reino Unido)
sepultura
Nacionalidad Reino de Gran Bretaña
Religión Agnosticismo
Índice Educación
Biografía Educado en Universidad de Edimburgo
Primeras obras
Reconocimiento de su obra Información profesional
Legado Ocupación Filósofo, economista,
Ideas e impresiones bibliotecario, historiador,
Problema de la causalidad ensayista y escritor
Problema de la inducción Área Filosofía
Razón práctica: instrumentalismo y nihilismo Movimiento Empirismo
Ética
Obras Investigación sobre el
Determinismo y libre albedrío
notables entendimiento humano
Problema del ser y el deber ser
Utilitarismo Investigación sobre los
Problema de los milagros principios de la moral
Argumento del diseñador Tratado de la naturaleza
Conservadurismo y teoría política humana
Contribuciones al pensamiento económico Sucesor Adam Smith
Racismo
Miembro de Sociedad Real de Edimburgo
Obras
Interpretaciones
Reconocimientos
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Biografía
David Hume nace en Edimburgo (Escocia) en 1711. Estudia Derecho forzado por su padre, pero lo que verdaderamente le
interesaban eran los estudios de literatura, historia y filosofía. Al estudio de esas disciplinas se dedicaría en su estancia en
Francia. Pero su vida no solo transcurriría al hilo de su actividad intelectual, sino que también llegó a desempeñar puestos de
responsabilidad política, como los cargos de subsecretario de Estado y secretario de la Embajada inglesa en París. Hume moriría
en Edimburgo en 1776. Se puede dividir la vida de Hume en tres periodos.2 Aunque este género de división puede parecer algo
arbitrario, es un medio mnemotécnico útil y pertinente si se apoya sobre su producción literaria y la vida misma que la provoca:

Un periodo de estudios y de primeros trabajos que se extiende hasta 1740.


Un periodo activo de viajes y de resultados, de 1740 a 1769.
Un periodo de retraimiento de 1769 a 1776.
Aunque el pensamiento de Hume permaneció bastante homogéneo durante toda su vida la manera según la cual éste lo desarrolló
estuvo lejos de ser siempre la misma. Así, el primer periodo es el de la redacción del Tratado de la naturaleza humana, libro-faro
en que su pensamiento se encuentra ya casi enteramente concentrado; en el segundo los ensayos y los libros se suceden, pero por
la ruta y objetivos fijados en el Tratado en numerosos temas; ya en el tercero Hume se consagra más a la relectura y mejora de los
escritos precedentes y a la redacción de libros póstumos como los Diálogos sobre la religión natural.

Nacido en Edimburgo de una familia perteneciente a la pequeña nobleza de la frontera con Inglaterra, David Hume fue el más
pequeño entre tres hermanos. Su padre, abogado, falleció en 1714 cuando David era aún pequeño. Su madre se fue entonces a
vivir a Ninewells y crio a sus hijos con su cuñado. En 1722 entró en el Colegio de Edimburgo, donde tuvo por profesores a
discípulos de Newton y leyó a los poetas latinos y a los escritores ingleses. Su familia lo destinaba a hacer la carrera de Derecho.

Sin embargo, en 1734 atravesó un periodo de crisis que evoca en una carta a John Arbuthnot.3 Le atacaba una «insuperable
aversión hacia toda cosa, salvo los estudios de filosofía y el saber en general». Rehusando ser abogado, sufrió una crisis de
exaltación y marchó a Bristol para intentar ganarse la vida con el comercio antes de decidirse a viajar a Francia y permanecer allí
casi tres años, quedándose primero en Reims y luego en La Flèche (actual Sarthe) entre 1735 y 1737. Fue allí, ya con 26 años,
cuando acabó de redactar su Tratado de la naturaleza humana. De vuelta a Londres en 1737, publica los dos primeros libros de
esta obra en enero de 1739 de forma anónima. Y fue un fracaso de público. En su Autobiografía dirá de este primer trabajo que
«nació muerto a causa de la prensa».4 En realidad le hicieron varias reseñas, aunque ninguna comprendió las tesis de Hume ni la
amplitud de sus propósitos.5 Después el filósofo daría una gran importancia a ser comprendido por su público y reformularía el
Tratado; también las siguientes investigaciones que practicó en otros libros y ensayos tuvieron el propósito de aclarar sus ideas.
Hume rehusó que el Tratado formara parte de sus Obras completas, pero esta renuncia no impidió que este libro sea hoy una de
las obras más importantes de toda la filosofía occidental.
Tras el fracaso del Tratado, Hume volvió con su familia a Escocia en 1739; conoció a Henry Home y comenzó una relación
epistolar con Francis Hutcheson. Publicó en 1740 un Resumen del Tratado de la naturaleza humana y luego, en otoño, se animó a
publicar también el libro III del Tratado así como un Apéndice. En ese mismo año conoció también al famoso economista Adam
Smith, en quien tanto habían de calar sus ideas. Publicó la primera parte de sus Ensayos morales y políticos (compuesto de 15
textos) en 1741 en Edimburgo y la obra fue un éxito, siendo objeto de una segunda edición en 1742 aumentada con 12 textos
nuevos.

En 1744 su candidatura a la cátedra de moral y filosofía pneumática de la Universidad de Edimburgo fue rechazada a causa de los
enemigos que su pensamiento radical le había granjeado. Sobre todo fue por el presunto ateísmo que contendrían las tesis del
Tratado. El filósofo respondió con una Carta de un caballero a su amigo de Edimburgo en la que se niega a sí mismo cualquier
rechazo de la idea de Dios.

Ese mismo año devino preceptor del marqués de Annandale, cuya salud se degradaba poco a poco; en 1746 se convirtió en
secretario del general Saint-Clair y viajó a Viena y a Turín. Publicó entonces sus Investigaciones sobre el entendimiento humano
(más tarde bautizadas Encuesta sobre el entendimiento humano), sin suscitar apenas interés.

Volvió a Escocia en 1749; escribió sus Discursos políticos y sus Investigaciones sobre los principios de la moral (más tarde
rebautizados Encuesta sobre los principios de la moral). Este último rehacía parcialmente y reformulaba ciertos puntos ya
abordados en el Tratado de la naturaleza humana. Su reputación de filósofo comenzaba entonces a expandirse. En 1751 volvió a
Edimburgo y publicó en 1752 sus Discursos políticos, que fueron bien acogidos. Sin embargo, la acogida londinense de sus
Investigaciones sobre los principios de la moral se hizo en el seno de una cierta indiferencia.

En 1752 tomó el oficio de bibliotecario del cuerpo de abogados de Edimburgo. Esta situación le inspiró el proyecto de una
Historia de Inglaterra. El primer volumen, consagrado a los Estuardo, fue sin embargo viva y unánimemente criticado. En 1757
publicó en Londres su Historia natural de la religión. El segundo volumen de su Historia de Inglaterra salió en 1756, consagrado
al periodo allende la muerte de Carlos I de Inglaterra hasta la revolución; luego en 1759, el consagrado a los Tudor. La serie
concluyó en 1761 con los dos últimos volúmenes, encontrando en conjunto un éxito limitado. Se retiró entonces al campo,
soñando con un retiro apacible.

Aceptó sin embargo un puesto de secretario en la Embajada de Francia que le propuso en 1763 el Conde de Hertford y lo condujo
a París. En 1767, se convirtió en encargado de negocios. Por entonces frecuentó a los philosophes de la Ilustración francesa y el
salón de Madame d'Épinay (1726-1783), a quien le pareció un hombre eminente pero soso y sin conversación, al menos con las
damas.6 Abandonó esta función en 1766 para ser nombrado subsecretario de Estado en Londres. Volvió a Inglaterra en compañía
de Jean-Jacques Rousseau, a quien admiraba pero con quien convivió difícilmente a causa de su paranoia: estos desencuentros
fueron seguidos por toda la Europa ilustrada.7 Hume volvió a Edimburgo en 1769.

A partir de 1775, comienza a sentir los efectos de un tumor intestinal que lo llevó a la muerte un año más tarde a la edad de
sesenta y cinco años.

Hume escribió una corta noticia autobiográfica poco antes de su deceso (My own life). Esforzándose por guardar un tono objetivo,
describe en especial cómo incrementó progresivamente su patrimonio y pasó de una relativa pobreza a una cierta opulencia.
Termina con un análisis de su carácter: «Dulce, dueño de sí mismo, de un humor alegre y social, capaz de amistad pero muy poco
inclinado al odio, y harto moderado en todas mis pasiones.»

Primeras obras
En 1734, tras unos meses en Bristol, dejó el estudio autodidacta y se trasladó a La Flèche (Anjou, Francia). Durante los cuatro
años que permaneció allí, diseñó su plan de vida, como escribiría en De mi propia vida (1776), decidiendo «hacer que una estricta
frugalidad supla mi falta de fortuna, para mantener mi independencia intacta, y para considerar todas las cosas prescindibles
excepto la mejoría de mi talento para la literatura».
En La Flèche completó el Tratado de la naturaleza humana (1739) a la edad de veintiséis años. Aunque hoy en día se considera
al Tratado el trabajo más importante de Hume y uno de los libros más relevantes de la historia de la filosofía, el público británico
le dispensó una fría acogida. El mismo Hume describió la falta de reacción popular ante la publicación de su Tratado en 1739-
1740 al escribir del libro que «Nació muerto desde la imprenta, sin ni siquiera alcanzar la distinción necesaria para levantar un
murmullo entre los fanáticos. Pero, siendo de temperamento alegre y optimista, me recuperé pronto de la decepción y proseguí
con ardor mis estudios». Entonces escribiría un resumen de un libro publicado recientemente titulado Tratado de la naturaleza
humana, donde el argumento central del libro se ilustra y explica. Sin revelar su autoría, intentó hacer su trabajo más inteligible
acortándolo, pero incluso esta labor publicitaria erró en su propósito de despertar el interés en el Tratado.

Tras la publicación de Ensayos de moral y política en 1744 solicitó una cátedra de ética y pneumática (psicología) en la
Universidad de Edimburgo, pero fue rechazado. Durante la Rebelión Jacobita de 1745 fue tutor del Marqués de Annandale. Fue
entonces cuando comenzó su gran trabajo histórico, la Historia de Inglaterra, obra publicada en seis volúmenes entre 1754 y
1762 que alcanzaría un éxito considerable, a diferencia de lo que ocurrió con el Tratado.

Hume fue acusado de herejía, pero sus amigos le defendieron alegando que al ser ateo estaba fuera de la jurisdicción de la Iglesia
de Escocia. A pesar de resultar absuelto y posiblemente debido a la oposición de Thomas Reid de Aberdeen, que durante ese año
criticó su metafísica desde el cristianismo, le fue denegada la cátedra de filosofía en la Universidad de Glasgow. En 1752, como
relata en De mi propia vida, «La facultad de derecho me eligió como bibliotecario, un empleo por el que recibía escasos o nulos
emolumentos, pero que puso bajo mi mando una gran biblioteca». Esta biblioteca le proporcionó las fuentes que le permitieron
continuar con las investigaciones históricas necesarias para la escritura de su Historia de Inglaterra.

Reconocimiento de su obra
Hume se granjeó notoriedad como ensayista e historiador. Los seis volúmenes de su Historia de Inglaterra abarcan desde los
reinos sajones hasta la Revolución Gloriosa de 1688; se vendió mucho en su época. En ella, Hume presentaba al hombre como
una criatura de costumbres, predispuesto a someterse en silencio al gobierno establecido a menos que se enfrente a la
incertidumbre. Según él, sólo las diferencias religiosas podían desviar al hombre de sus vidas cotidianas para hacerle pensar en
política.

El ensayo de Hume De la superstición y la religión estableció las bases del


pensamiento laico. Los críticos con la religión de la época de Hume tenían
que expresarse con cautela. Apenas 15 años antes del nacimiento de Hume,
un estudiante de dieciocho años, Thomas Aikenhead fue juzgado por decir
públicamente que el cristianismo era un sinsentido, blasfemia por la que
sería ahorcado. Hume siguió la práctica habitual de expresar sus puntos de
vista indirectamente, a través de personajes que dialogaban en su obra.
Además, no reclamó la autoría del Tratado hasta el año de su muerte, en
1776. Sus ensayos Del suicidio, y De la inmortalidad del alma y sus
Diálogos sobre la religión no se publicarían hasta después de su muerte, y
aun así Hume no figuraba en ellos en los nombres del autor ni del editor.
Hume fue tan hábil camuflando sus ideas que a día de hoy todavía se
discute si en realidad era deísta o ateo. A pesar de ello, se le denegaron
muchos cargos por declararse ateo.

Hay un relato (probablemente falso) sobre David Hume y su supuesto


ateísmo. En él, Hume cae de su caballo en un barrizal y se empieza a
hundir. Entonces pasa por allí una anciana y pía dama. Cuando ve al Tumba de David Hume en Edimburgo.
célebre ateo agitando sus brazos en un intento de salvar su vida se acerca al
borde y le mira. Hume le suplica a la dama que le acerque una rama para poder escapar, pero ella responde que se niega a menos
que proclame su devoción a Dios Todopoderoso. Hume finalmente hace lo que le pide y la dama le ayuda a salir.

De 1763 a 1765 Hume ejerció como secretario de Lord Hertford en París, donde se ganó la admiración de Voltaire y fue
agasajado por las damas de la alta sociedad. Allí trabó una amistad con Rousseau que más tarde se estropearía. Escribió sobre su
estancia en París «A menudo añoré la tosquedad de The Poker Club de Edimburgo... para corregir y rectificar tanta exquisitez».
En 1768 se estableció en Edimburgo. En 1770, el filósofo alemán Immanuel Kant avivó el interés por los trabajos filosóficos de
Hume al declarar que le habían despertado de «sueños dogmáticos» (circa) y desde entonces gozó del reconocimiento que había
perseguido durante toda su vida.

James Boswell visitó a Hume pocas semanas antes de su muerte. Hume le dijo que sinceramente veía la vida después de la muerte
como «el capricho más irracional». Hume escribió su propio epitafio: «Nacido en 1711, Muerto en 1776. Dejando a la
posteridad que añada el resto» que está grabado conjuntamente con el año de su fallecimiento en la «sencilla tumba romana» que
dejó escrito que prefería y que está situada, como deseaba, en la ladera este de Calton Hill, desde la que se ve su casa, en el
número 1 de St David Street del New Town de Edimburgo.

Legado
Aunque Hume escribió sus obras en el siglo XVIII, su trabajo sigue siendo relevante en las disputas filosóficas de la actualidad,
lo que contrasta con las aportaciones de muchos de sus contemporáneos. A continuación se ofrece un sumario de sus trabajos
filosóficos más influyentes:

Ideas e impresiones
Hume cree que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos. Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden
dividirse en dos categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano:

«Con el término impresión me refiero a nuestras percepciones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o
amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos
vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriormente
mencionadas».

Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir:

«Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto
copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos
sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos».

Esto constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza de
que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la impresión de la cual, esa idea, se deriva.

A esta distinción se la llama Tenedor de Hume.

Problema de la causalidad
Cuando un acontecimiento sucede tras otro, podemos llegar a pensar que una conexión entre ambos acontecimientos hace que el
segundo suceda al primero (post hoc ergo propter hoc). Hume desafió a esta creencia en su primer libro Tratado de la naturaleza
humana y más tarde en su Investigación sobre el entendimiento humano. Se dio cuenta de que aunque percibimos que un
elemento suceda al otro, no percibimos ninguna condición necesaria y suficiente entre los dos. Y, de acuerdo con su
epistemología escéptica, sólo podemos confiar en el conocimiento que adquirimos a través de nuestras percepciones. Hume
declaró que nuestra idea de causalidad consiste en poco más que la esperanza de que ciertos acontecimientos se den tras otros que
los preceden.

«No tenemos otra noción de causa y efecto, excepto que ciertos objetos siempre han coincidido, y que en sus
apariciones pasadas se han mostrado inseparables. No podemos penetrar en la razón de la conjunción. Sólo
observamos la cosa en sí misma, y siempre se da que la constante conjunción de los objetos adquiere la unión
en la imaginación»8

En realidad no podemos decir que un acontecimiento causó al otro. Todo lo que sabemos con seguridad es que un acontecimiento
está correlacionado con el otro. Para describir esto, acuñó el término conjunción constante, que consiste en que cuando vemos
cómo un acontecimiento siempre causa otro lo que en realidad estamos viendo es que un acontecimiento ha estado siempre en
conjunción constante con el otro (costumbre). En consecuencia, no tenemos ninguna razón para creer que el primero causó al
segundo, o que continuarán apareciendo siempre en conjunción constante en el futuro.9 La razón por la que presentamos este
comportamiento no es que la causa-efecto sea el comportamiento de la naturaleza, sino los hábitos de la psicología humana.10

A esto se le añade el hecho de que Hume, al observar que solo somos capaces de tener constancia de las características concretas
de lo que hay en nosotros y a nuestro alrededor en un momento determinado, no existen sustancias, sino propiedades que luego
atribuimos a hipotéticas sustancias. Esto constituye su "bundle theory", o teoría del haz, según la cual los objetos solo lo son en
tanto que conjuntos de propiedades concretas e individuales.11

Esta concepción le quita toda la fuerza a la causación, y otros humeanos posteriores, como Bertrand Russell, han desechado la
misma noción de causación aduciendo que es un tipo de superstición. Pero esto desafía al sentido común, creando el problema de
la causación —¿Qué justifica nuestra confianza en la existencia de una conexión causal y de qué clase de conexión podemos
saber?— un problema para el que no se ha encontrado solución. Hume sostuvo que tanto nosotros como otros animales tenemos
una tendencia instintiva a creer en la causación debido al desarrollo de hábitos de nuestro sistema nervioso, una creencia que no
podemos eliminar, pero que no podemos probar mediante ningún argumento, deductivo o inductivo.

Problema de la inducción
En Investigación sobre el entendimiento humano (EHU), §4.1.20-27, §4.2.28-33,12 Hume articuló su tesis de que todo el
razonamiento humano pertenece a dos clases, Relaciones de ideas y Hechos. Mientras que las primeras involucran conceptos
abstractos como las matemáticas y están gobernadas por las certezas deductivas, los segundos comportan la experiencia empírica
donde todos los razonamientos son inductivos. Dado que de acuerdo con Hume no podemos conocer nada de la naturaleza con
anterioridad a la experimentación, incluso un hombre racional sin experiencia «no podría haber inferido de la transparencia y la
fluidez del agua que sofocaría su sed, o a partir de la luz y el calor del fuego que le consumiría» (EHU, 4.1.6). Así que todo lo
que podemos decir, pensar o predecir de la naturaleza debe venir de la experiencia previa, lo que lleva a la necesidad de la
inducción.

La inferencia o razonamiento inductivo presupone que se puede confiar en los actos pasados como regla a partir de la cual se
puede predecir el futuro. Por ejemplo, si en el pasado ha llovido el 60 % del tiempo cuando se dan unas condiciones atmosféricas
determinadas, entonces en el futuro probablemente lloverá un 60 % del tiempo si se dan las mismas condiciones. Pero aún queda
el problema de cómo justificar tal inferencia, conocida como el principio de inducción. Hume sugirió dos posibles
justificaciones, que sin embargo rechazó:

1. La primera justificación descansa en la suposición, tomada como una necesidad lógica, de que el futuro debe
parecerse al pasado. Pero Hume puntualiza que podemos concebir un mundo caótico y errante en el que el
futuro no tiene nada que ver con el pasado; o un mundo como el nuestro hasta el presente, que llegado a un
punto cambia totalmente. Así que nada hace que el principio de inducción sea una necesidad lógica.
2. La segunda justificación, más modesta, apela a los éxitos anteriores de la inducción: en el pasado ha funcionado
en la mayoría de las ocasiones, así que probablemente seguirá haciéndolo en el futuro. Pero, como Hume
comenta, esta justificación hace uso del razonamiento circular en un intento de justificar la inducción mediante la
reiteración, lo que nos devuelve al punto de partida.
El notable filósofo del siglo XX Bertrand Russell confirmó y elaboró el análisis de Hume del problema en su trabajo Los
problemas de la filosofía, capítulo 6.13

A pesar de la crítica de Hume a la inducción, sostuvo que era superior a la deducción en el reino del pensamiento empírico. Tal y
como declara:

«esta operación de la mente, por la que podemos inferir los efectos de las causas y viceversa, es esencial para
la subsistencia de todas las criaturas humanas, es probable que pueda confiarse más en ella que en las falacias
de la deducción de nuestra razón, que es lenta en sus operaciones; no aparece en los primeros años de la
infancia; y como mucho es, en cualquier edad y periodo de la vida humana, extremadamente proclive al
error». (EHU, 5.2.22)

Razón práctica: instrumentalismo y nihilismo


La mayoría de las personas consideran algunas conductas más razonables que otras. Por ejemplo, comer papel de aluminio parece
irracional. Pero Hume negó que la razón tuviera un papel importante cara a motivar o desalentar la conducta. Según él, la razón
no es más que una calculadora de conceptos y experiencia. Lo que en definitiva importa es como nos sentimos respecto a la
conducta. Su trabajo se asocia con la doctrina del instrumentalismo, que dice que una acción es razonable si y sólo sí sirve para
alcanzar los propios deseos, sean los que sean. La razón puede participar solamente informando acerca de las acciones que serán
más útiles para alcanzar las metas y deseos, pero nunca dirá qué metas y deseos se deben tener. Así que si alguien quiere ingerir
papel de aluminio la razón dirá dónde encontrarlo, y no hay nada irracional en el hecho de comerlo o en querer hacerlo (a menos
que se tenga un deseo más fuerte de conservar la salud). Hoy en día, sin embargo, se aduce que Hume fue un paso más allá
adentrándose en el nihilismo, pues dijo que no había nada irracional en frustrar los propios deseos y metas. Tal conducta sería
anormal, pero no sería contraria a la razón.

Ética
David Hume trató la ética por primera vez en el segundo y tercer libro del Tratado de la naturaleza humana (1739). Varios años
después, extrajo y extrapoló las ideas allí propuestas en un ensayo más corto titulado Investigación sobre los principios de la
moral (1751). La aproximación de Hume a los problemas morales es fundamentalmente empírica. En lugar de decir cómo debería
de operar la moral, expone cómo realizamos los juicios morales. Tras proporcionar varios ejemplos llega a la conclusión de que la
mayoría (si no todas) de las conductas que aprobamos tienen en común que buscan incrementar la utilidad y el bienestar público.
Al contrario que el también empirista Thomas Hobbes, Hume declara que no sólo realizamos juicios morales teniendo en cuenta
nuestro propio interés, sino también el de nuestros conciudadanos. Hume defiende esta teoría de la moral al asegurar que nunca
podemos realizar juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con hechos y extrae conclusiones a
partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción sobre otra; sólo los sentimientos pueden hacerlo. Este argumento
contra la moral fundamentada en la razón forma parte hoy en día de los argumentos antirrealistas.

Por tanto, Hume niega la existencia de una "razón práctica" y la posibilidad de una fundamentación racional de la ética. El objeto
de la moral (pasiones, voliciones y acciones) no es susceptible de ese acuerdo o desacuerdo entre las ideas sobre las que se basan
lo verdadero y lo falso. Si la razón no puede ser la fuente del juicio de valor, habrá que buscarlo en el sentimiento, que surge
espontáneo en nosotros ante acciones susceptibles de lo que consideramos valoración moral. El análisis de este sentimiento revela
que es una forma de placer o de "gusto". Ello le lleva a excluir de la moral todo rastro de austero moralismo o de mortificación
del alma o del cuerpo, porque el fin de la moral es la felicidad y el gozo de vivir del mayor número de hombres posible.
Igualmente duro se muestra Hume ante el problema religioso. Menoscaba la pretensión de las pruebas de la existencia de Dios, y
niega su existencia apelando al problema del mal en el mundo. La religión tiene su origen en el sentimiento de miedo de la gente
y en la ignorancia de las causas de los eventos terribles de la naturaleza. En su libro Historia natural de la religión, defiende una
evolución a partir del politeísmo, hasta llegar a la idea abstracta de la divinidad propia de las religiones monoteístas.

Determinismo y libre albedrío


Muchos han advertido el conflicto aparente entre el libre albedrío y el determinismo. Si las acciones que se realizan estaban
predeterminadas desde hace miles de millones de años, entonces ¿cómo es que podemos decidir? Pero Hume advirtió otro
conflicto, al ver el problema desde la perspectiva contraria: el libre albedrío es incompatible con el indeterminismo. Si las
acciones realizadas no están determinadas por acontecimientos anteriores entonces las acciones son completamente aleatorias.
Además, y de más importancia para la filosofía humana, no están determinadas por el carácter o la personalidad –los deseos, las
preferencias, los valores, etc.–; pero, ¿cómo podría ser alguien responsable de una acción que no es consecuencia de su carácter,
sino que ocurre de forma aleatoria? El libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la
acción no estarían conectados. Así que, mientras que el libre albedrío parece contradecir al determinismo, al mismo tiempo
necesita del determinismo. La concepción de Hume de la conducta humana tiene causas, y por lo tanto al hacer a las personas
responsables por sus acciones se debería intentar recompensarlas o castigarlas de tal forma que intentaran hacer lo que es
moralmente deseable e intentaran evitar hacer lo que es moralmente indeseable.

Problema del ser y el deber ser


Hume se percató de que muchos escritores hablaban sobre lo que debería ser partiendo de la base de lo que es; pero hay una gran
diferencia entre las proposiciones descriptivas (lo que es) y las prescriptivas (lo que debe ser) (véase libro III, parte I, sección I
del Tratado de la naturaleza humana). Hume pide a los escritores que se pongan en guardia ante estos cambios sin aportar
explicaciones acerca de cómo se supone que las proposiciones prescriptivas deben de seguirse de las declarativas. La cuestión de
¿con qué exactitud se puede derivar el 'deber' del 'ser'? ha llegado a ser una de las cuestiones centrales de la teoría ética, y a Hume
se le adjudica normalmente la opinión de que tal derivación es imposible (otros interpretan que Hume no dijo que una aserción
fáctica no puede devenir en una aserción ética, sino que no podía hacerse sin prestar atención a los sentimientos humanos). Hume
es probablemente uno de los primeros escritores que realizó una distinción entre lo normativo (lo que debería ser) y lo positivo (lo
que es). G. E. Moore defendió una posición similar con su argumento de la pregunta abierta, en un intento de refutar cualquier
identificación entre las propiedades morales y las naturales, la llamada falacia naturalista.

Utilitarismo
Hume, junto con los demás miembros de la ilustración escocesa, fue probablemente el primero en proponer que la razón de los
principios morales puede buscarse en la utilidad que tratan de promover. El papel de Hume, sin embargo, no debe sobreestimarse;
fue Francis Hutcheson el que acuñó el lema del utilitarismo: «la mayor felicidad para el mayor número». Pero fue tras leer el
Tratado de Hume cuando Jeremy Bentham sintió por primera vez la fuerza del sistema utilitario. Sin embargo, el proto-
utilitarismo de Hume es peculiar. No cree que la adición de unidades de utilidad proporcione la forma de llegar a la verdad moral.
Al contrario, Hume era un sentimentalista moral y, como tal, pensaba que los principios morales no podían justificarse
intelectualmente. Algunos principios simplemente nos parecen mejores que otros; y la razón de por qué los principios utilitarios
nos parecen mejores es porque favorecen nuestros intereses y los de nuestros coetáneos, con los que simpatizamos. Los seres
humanos están fuertemente predispuestos a aprobar normas que promuevan la utilidad pública de la sociedad. Hume usó esta idea
para explicar cómo evaluamos un amplio abanico de fenómenos, desde las instituciones sociales y políticas gubernamentales a los
rasgos de la personalidad.

Problema de los milagros


Para Hume, el único apoyo de la religión más allá del estricto fideísmo son
los milagros, dando argumentos a partir de la concepción de milagro como
una violación de las leyes de la naturaleza. Su definición exacta de milagro
se puede encontrar en su Investigación sobre el entendimiento humano,
donde dice que los milagros son violaciones de las leyes naturales y por
tanto son muy improbables. Se ha criticado esta idea mediante el
contraargumento de que tal dictado asume el carácter de los milagros y las
leyes de la naturaleza antes de examinar los milagros, lo que es una sutil
forma de dar por sentada la conclusión. También puntualizaron que este
razonamiento apela a la inferencia inductiva, problemática en la filosofía
humana, pues nadie ha observado todos los acontecimientos de la
naturaleza ni examinado todos los posibles milagros (por ejemplo, los que
no han sucedido todavía). Otra oposición a este argumento parte de que el
testimonio humano nunca puede ser suficientemente digno de confianza
para contradecir la evidencia de las leyes de la naturaleza. Este punto de
vista se ha aplicado a la cuestión de la resurrección de Jesús, respecto a la
que Hume no dudó en preguntar, «¿Qué es más probable – que un hombre
Estatua erigida en honor a David Hume en
ascienda de entre los muertos o que el testimonio esté, de alguna forma,
Edimburgo. Obra del escultor Alexander
errado?». Esta pregunta es similar a la navaja de Occam. Este argumento Stoddart.
es la espina dorsal del movimiento escéptico y todavía constituye un
problema para los historiadores de la religión.

Argumento del diseñador


Uno de los argumentos más antiguos y utilizados para demostrar la existencia de Dios es el argumento teleológico: que todo el
orden y el propósito es un indicio de su origen divino. Hume hizo la crítica clásica a este argumento en Diálogos sobre religión y
en Investigación sobre el entendimiento humano y, aunque el asunto está lejos de estar resuelto, muchos creen que Hume refutó el
argumento con éxito. Su argumentación se sostiene en que:

1. Para que el argumento sea cierto, debe ser verdadero que el orden y el propósito se observen cuando resulten
de un diseño. Pero se puede observar el orden con frecuencia en procesos carentes de planificación como la
cristalización. El diseño sólo es causante de una minúscula parte de nuestra experiencia.
2. Además, el argumento del diseñador se basa en una analogía incompleta: dada nuestra experiencia con los
objetos, podemos reconocer los diseñados por el hombre, comparando por ejemplo un montón de piedra con
una pared. Pero para reconocer un universo diseñado necesitamos conocer una variedad de universos
diferentes. Como sólo podemos conocer uno, la analogía no puede aplicarse.
3. Incluso si el argumento fuera perfectamente válido, no podría establecer un teísmo robusto; pues se puede
llegar fácilmente a la conclusión de que la configuración del universo es el resultado de un agente o agentes no
inteligentes cuyos métodos sólo tienen una remota similitud con el diseño humano.
4. Si un mundo natural ordenado necesita de un diseñador, entonces la mente de Dios (que es ordenada) también
necesita un diseñador. Entonces, este diseñador necesita de otro diseñador, y así ad infinitum. Se podría
responder apelando a una inexplicable mente divina auto-ordenada; pero entonces ¿por qué no contentarse con
un inexplicable mundo auto-ordenado?
5. A menudo, cuando se trata del propósito, cuando parece que el objeto X tiene la característica C para poder
lograr la recompensa O, se puede explicar mejor mediante un filtrado: es decir, el objeto X no existiría si no
tuviese la característica C, y la recompensa O sólo es una proyección de las metas humanas en la naturaleza.
Esta explicación de la teleología anticipó la idea de selección natural.
Véase también: Argumento teleológico

Conservadurismo y teoría política


Muchos ven a David Hume como un conservador, y en ocasiones se le llama el primer filósofo conservador. Expresó su
desconfianza por los intentos de reformar la sociedad para llevarla lejos de la costumbre establecida, y aconsejó a los pueblos que
no se rebelasen contra sus gobernantes, excepto en casos de tiranía flagrante. Sin embargo, se resistió a tomar parte por ninguno
de los partidos políticos británicos, los Whigs y los Tories, y creía que se debe equilibrar el anhelo de libertad con la necesidad de
una autoridad poderosa, sin sacrificar ninguna de las dos. Apoyó la libertad de prensa y se mostró simpatizante de la democracia,
aunque con restricciones. Se ha dicho que fue una gran inspiración para James Madison, en particular para El Federalista n.º 10.
También se mostró optimista respecto al progreso social, pues creía que gracias al desarrollo económico que resulta de la
expansión del comercio las sociedades progresaban desde la barbarie a la civilización. Según él, las sociedades civilizadas son
abiertas, pacíficas y sociables, y sus ciudadanos son, en consecuencia, mucho más felices.

Aunque fuertemente pragmático, Hume produjo un ensayo titulado Idea de la mancomunidad perfecta,14 donde detallaba qué
reformas se deberían acometer, que incluían la separación de poderes, descentralización, extender el sufragio a todo el que tuviera
propiedades de valor y limitar el poder de la iglesia. Propuso el sistema del ejército Suizo como la mejor forma de protección. Las
elecciones deberían de tener lugar anualmente y los representantes del pueblo no deberían cobrar emolumentos.

Contribuciones al pensamiento económico


En el transcurso de sus argumentaciones políticas, Hume desarrolló muchas ideas que gozan de prevalencia en la economía,
principalmente acerca de la propiedad intelectual, la inflación y el comercio exterior.

Para Hume la propiedad privada no es un derecho natural, pero se justifica debido a la existencia de bienes limitados. Si todos los
bienes fueran ilimitados y estuvieran disponibles, entonces la propiedad privada no tendría sentido. Hume creía en la distribución
desigual de la propiedad, dado que la igualdad perfecta destruiría las ideas de industria y el ahorro, lo que llevaría al
empobrecimiento.

Hume se cuenta entre los primeros que desarrollaron la teoría llamada mecanismo de flujo especie-dinero, una idea que contrasta
con el mercantilismo. Expuesto de una forma simplificada, en un sistema de patrón oro, cuando un país tiene una balanza
comercial positiva (es exportador neto), incrementa sus flujos entrantes de oro. Esto resulta en una inflación de su nivel general
de precios, que en último término erosionará la ventaja competitiva del país y reducirá sus exportaciones. De este modo, el patrón
oro permitiría restaurar automáticamente el equilibrio en la balanza de pagos de un país.

Hume también propuso una teoría de la inflación beneficiosa. Creía que incrementar el suministro de dinero avivaría la
producción a corto plazo. Este fenómeno estaría ocasionado por un margen entre el incremento del suministro de dinero y los
precios. El resultado es que los precios no se elevarían a corto plazo y puede que no lo hicieran nunca. Esta teoría se desarrolló
más tarde por John Maynard Keynes.

Racismo
Esta controvertida nota al pie aparece en el original del ensayo De los caracteres nacionales:

Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las que
hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo
una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la acción o
la especulación. No han creado ingeniosas manufacturas, ni artes, ni ciencias. Por otra
parte, entre los blancos más rudos y bárbaros, como los antiguos alemanes o los tártaros
de la actualidad, hay algunos eminentes, ya sea en su valor, forma de gobierno o alguna
otra particularidad. Tal diferencia uniforme y constante no podría ocurrir en tantos países
y edades si la naturaleza no hubiese hecho una distinción original entre estas clases de
hombre, y esto por no mencionar nuestras colonias, donde hay esclavos negros
dispersados por toda Europa, de los cuales no se ha descubierto ningún síntoma de
ingenio; mientras que la gente pobre, sin educación, se establece entre nosotros y se
distinguen en todas las profesiones. En Jamaica, sin embargo, se habla de un negro que
toma parte en el aprendizaje, pero seguramente se le admira por logros exiguos, como
un loro que ha aprendido a decir varias palabras.

Debe tenerse en cuenta que esta forma de racismo era habitual en la cultura europea de la época de Hume. Podría haber sido un
'hijo de su época' en ese aspecto, o incluso, por la forma especulativa en que esta nota está escrita, podría haber aplicado un
ejemplo de una de sus propias reflexiones sobre la causalidad, tratada más arriba: una "conjunción constante" entre las personas
de otras razas que conocía y los logros de las mismas.

Obras
Historia amable de mi vida (1734) Biblioteca Nacional de Escocia

Una carta a un médico en la que se pide consejo acerca de la "Enfermedad de lo


aprendido" que le aflige. En esta obra declara que a los dieciocho años de edad «pareció
abrirse ante mí una nueva área del pensamiento..» que le hizo «abandonar otro placer u
ocupación» y le condujo a la búsqueda de la erudición.

Tratado sobre la naturaleza humana: Un intento de introducir el método de razonamiento experimental en las
cuestiones morales. (1739–1740)

Libro 1: "Del entendimiento" Tratado que comprende desde el origen de las ideas a su división.
Libro 2: "De las pasiones" Tratado de las emociones.
Libro 3: "De la moral" Ideas morales, justicia, obligaciones, benevolencia.

Hume esperó a ver si el Tratado alcanzaba el éxito, y de ser así lo completaría con libros
dedicados a la política y a la crítica. Sin embargo, no lo logró, así que nunca lo
completaría.

Resumen de un libro recientemente publicado: Titulado Tratado sobre la naturaleza humana (1740)

En ocasiones atribuido a Adam Smith, en la actualidad se cree que fue un intento de


Hume de popularizar su Tratado.

Ensayos sobre moral y política (primera edición: 1741-1742)

Colección de ensayos escritos durante muchos años y publicados en varios volúmenes


antes de ser reunidos en uno hacia el final de la vida de Hume. Estos ensayos pueden
resultar confusos por la gran variedad de asuntos de los que tratan: cuestiones de juicio
estético, la naturaleza del gobierno británico, el amor, el matrimonio, la poligamia o la
demografía de las antiguas Grecia y Roma, por enumerar sólo unos pocos de los temas
considerados. Sin embargo, hay temas recurrentes, como la cuestión de qué constituye
el "refinamiento" en materias de gusto estético, educación y moral. Los ensayos están
escritos imitando inequívocamente el estilo de Joseph Addison, a quién Hume leyó con
avidez en su juventud.

Cartas de un caballero a su amigo de Edimburgo: Edimburgo (1745).


Investigación sobre el entendimiento humano (1748)

Contiene revisiones de los puntos principales del Tratado, Libro 1, con la adición de
material sobre el libre albedrío, milagros, y el argumento del diseñador.

Investigación sobre los principios de la moral (1751)


Otra revisión de temas tratados en el Tratado con un enfoque más didáctico. Hume lo
consideró el mejor de sus trabajos filosóficos, tanto por sus ideas filosóficas como por su
estilo literario

Discursos políticos Edimburgo (1752).

Incluido en Ensayos y Tratados de muchos asuntos (1753-1756) reimpreso en 1758-


1777.

Cuatro disertaciones: Historia natural de la religión. De las pasiones. De la tragedia. Del criterio del gusto
Londres (1757).

Incluido en Ensayos y Tratados de muchos asuntos

Historia de Inglaterra (1754-1762)

Se puede considerar como una colección de libros en lugar de como un único trabajo. Es
un trabajo monumental que comprende «desde la invasión de Julio César a la revolución
de 1688». Esta obra le aportó a Hume casi toda la fama que se granjearía en vida,
editándose más de un centenar de veces. Muchos la consideran "la" historia de Inglaterra
hasta la publicación de la Historia de Inglaterra de Thomas Macaulay.

Historia natural de la religión (1757)


Mi vida (1776)

Escrita en abril, poco antes de morir, esta autobiografía fue realizada con la intención de
incluirla en una nueva edición de Ensayos y tratados de muchos asuntos.

Diálogos sobre la religión natural (1779)

Publicada póstumamente por su sobrino, también llamado David Hume. Es una discusión
entre tres personajes de ficción que esgrimen argumentos para probar la existencia de
Dios, tratando con detenimiento el argumento del diseño. A pesar de una cierta
controversia, la mayor parte de los estudiosos de Hume están de acuerdo en que la
postura de Philo, el más escéptico de los tres, es la más cercana a la del propio Hume.

Interpretaciones
Al tener dudas considerables acerca de si Hume estaba expresando únicamente sus opiniones superficiales en lugar de expresar su
personalidad completa, Alfred Edward Taylor (1927) dudó sobre si Hume era en efecto un gran filósofo o sólo un hombre
extraordinariamente lúcido.

Alfred Jules Ayer (1936) al introducir su exposición clásica del positivismo lógico, declaró que «los puntos de vista expuestos en
este tratado son el resultado del empirismo de Berkeley y Hume».

Tanto Bertrand Russell (1946) como Leszek Kołakowski (1968), vieron a Hume como un positivista que sostenía la opinión de
que el conocimiento proviene solo de la experiencia, de las impresiones de los sentidos y (más tarde) del sense datum y que el
conocimiento obtenido de otra forma era un sinsentido. Albert Einstein (1915) declaró que el positivismo de Hume le inspiró al
formular su teoría especial de la relatividad.

En 1953, Gilles Deleuze le dedica una monografía titulada Empirismo y Subjetividad.

Anderson (1966), al discutir los primeros principios de Hume, que dicen que todos los gobiernos y toda la autoridad de las
mayorías sobre las minorías están fundamentados en el derecho al poder y el derecho de la propiedad concluyó que Hume fue un
materialista.
Karl Popper (1970) puntualizó que dado el idealismo humeano le resultaba una refutación estricta del realismo del sentido
común, y que aunque sentía racionalmente que el realismo del sentido común es un error, admitía que en la práctica era incapaz
de dejar de creer en él durante más de una hora, Hume era un realista del sentido común.

Edmund Husserl (1970), asoció la fenomenología con Hume cuando mostró que ciertas percepciones están relacionadas o
asociadas con otras percepciones que se proyectan en un mundo putativo fuera de la mente.

Barry Stroud (1977) consideró a Hume un naturalista, al decir que veía todos los aspectos de la vida humana explicables
naturalistamente. Situó al hombre en el mundo de la naturaleza, interpretable por tanto según la ciencia, en conflicto con la idea
tradicional que considera al hombre un sujeto racional disociado de la naturaleza.

Flew (1896) dirigió su atención al escepticismo moral y lógico de Hume y le denominó escéptico pirroniano.

Hume fue denominado el "profeta de la revolución de Ludwig Wittgenstein" por Philipson (1989), al referirse a su consideración
de que la matemática y la lógica son sistemas cerrados, tautologías que no tienen relación con el mundo de la experiencia.

Al tratar a Hume de neo-helenista, Phenelum (1993) le consideró continuador de las tradiciones estoica, epicúrea y escéptica,
pues Hume tenía en común con estas corrientes su creencia de que debemos entender nuestra propia naturaleza antes de tratar
cualquier otro asunto.

Norton (1993) aseguró que Hume fue "el primer filósofo postescéptico de la era moderna". Hume desafió la certeza de los
cartesianos y otros racionalistas, que trataban de refutar el escepticismo, y además emprendió la tarea de articular una nueva
ciencia de la naturaleza humana que proporcionase unos fundamentos estables para el resto de ciencias, incluidas la moral y la
política.

Fogelin (1993) concluyó que Hume fue un "perspectivista radical", similar a Protágoras. Se refirió a las palabras de Hume en las
que declaraba que sus escritos exhibían «una propensión que nos inclina a a lo positivo y cierto en puntos particulares, de acuerdo
a la luz bajo la que los examinamos en cada instante particular» (T 1.4.7, 273).

Hume se refería a sí mismo como «escéptico mitigado» (IEH, 162, la cursiva es suya).

Reconocimientos
El cráter lunar Hume lleva este nombre en su memoria.

Véase también
Ateísmo en la Ilustración

Notas
5. Véase por ejemplo Philippe. Folliot, en Philotra
1. 26 de abril es la fecha de su nacimiento según el http://philotra.pagesperso-
calendario juliano y 7 de mayo según el calendario orange.fr/hume_article_anglais.htm
gregoriano.
6. Memoires et correspondance de Madame d'Épinay,
2. Georges-Clément Lechartier, David Hume, París, 1818, vol. III, p. 284.
sociologue et moraliste, París, Alcan, 1900, p. 1.
7. P. Folliot, "L’affaire Hume – Rousseau", en Philotra
3. David Hume: A Letter to a Physician en http://philotra.pagesperso-
http://serendip.brynmawr.edu/exchange/davidhume orange.fr/affaire_hume_rousseau.htm
4. Véase su Autobiografía (en inglés): 8. (Hume, 1740: 93).
https://ebooks.adelaide.edu.au/h/hume/david/h92my/
(https://ebooks.adelaide.edu.au/h/hume/david/h92m 9. (Popkin y Stroll, 1993: 268)
y/) 10. (Popkin y Stroll, 1993: 272)
11. «Dualism» (https://plato.stanford.edu/entries/dualis 13. Edición en Internet (http://www.ditext.com/russell/rus
m/). Stanford Encyclopedia of Philosophy. 2003. 6.html) (en inglés).
12. Original en inglés disponible en Internet (https://web. 14. Ensayo (http://www.econlib.org/LIBRARY/LFBooks/H
archive.org/web/20070610070800/http://www.etext.le ume/hmMPL39.html) Idea de la mancomunidad
eds.ac.uk/hume/ehu/ehupbsb.htm#index-div3-N7850 perfecta.
31167).

Referencias
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Bibliografía
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Sobre Hume

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Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre David Hume.
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre David Hume.
Wikisource en español contiene obras originales de David Hume.

Textos sobre algunas obras de Hume (http://onlinebooks.library.upenn.edu/webbin/book/search?amode=start


&author=Hume%2c%20David) (en inglés)
David Hume (https://utilitarian.net/hume): recursos sobre Hume: libros, artículos y entradas enciclopédicas (en
inglés)
Hume Society (http://humesociety.org) (en inglés)
Voz «David Hume» (http://www.philosophica.info/voces/hume/Hume.html) — Philosophica: enciclopedia
filosófica en línea
Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés):

David Hume (http://plato.stanford.edu/entries/hume/)


Hume's Aesthetics (http://plato.stanford.edu/entries/hume-aesthetics/)
Hume's Moral Philosophy (http://plato.stanford.edu/entries/hume-moral/)
Hume on Religion (http://plato.stanford.edu/entries/hume-religion/)
David Hume (http://www.jamesboswell.info/People/biography-59.php) por James Boswell — guía (en inglés)
Algunos originales en versión simplificada (http://www.earlymoderntexts.com/f_hume.html) (en inglés)
Dossier Hume (http://www.alcoberro.info/planes/empirisme.htm) (en catalán y español).
El Monetarismo Amable de David Hume (http://ideas.repec.org/a/rei/ecoins/v13y2011i25p387-393.html)
Reseña de diálogos sobre la religión natural. Enciclopedia Monatner (http://www.criticadelibros.com/metaliteratur
a-y-ensayo/dialogos-sobre-la-religion-natural-david-hume/) (en español).

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