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Título original: La práctica psicopedagógica en educación formal
Diseño del libro, de la cubierta y de la colección: Manel Andreu
© Antoni Badia Garganté, Elena Barberà Gregori, Carme Basil Almirall, Eulàlia Bassedas Ballús, Bartomeu Buira
Ferré, Mª Reyes Carretero Torres, Montserrat Castelló Badia, Rosario Cubero Pérez, Rosa García Cautelar, Isabel
Gómez Alemany, Joaquin Jiménez Oroz, Josep Juandó Bosch, José Ramon Lago Martínez, Alfonso Luque
Lozano, Angels Mañas Hernández, Teresa Mauri Majós, Ana Miranda Casas, Núria Mollà Trill, Carles Monereo
Font, Mª José Montón Sales, María Teresa Ojanguren Villalbeitia, Javier Onrubia Goñi, Rosario Ortega Ruiz, Mª
Luisa Pérez Cabaní, Isabel Pitarque Fernández, Mª Jesús Presentación Herrero, Josep Serra Capellera, Núria Simó
Gil, Isabel Solé Gallart, Joan Soler Mata, Emilio Soro Camats, Raul Tárraga Minguez, Ana Teberosky Coronado,
Vicent Tirado Bausá, del texto
ISBN:978-84-9064-129-3
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada, reproducida,
almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico,
grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita de los titulares del copyright.
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Índice de contenido
Presentación
Intervención psicopedagógica en contextos educativos
Parte I
Historias de OPNIS
1. Trayectos y transiciones de una profesión
El inicio: la intervención desde un modelo clínico
Un gran cambio: otra manera de enfocarlos problemas y de intervenir en la escuela
Nuevas experiencias, nuevos aprendizajes y nuevos cambios en la práctica
De la práctica profesional a la formación de profesionales
2. Territorios y mapas de una profesión
Recorre caminos con un mapa, sin señales de un tesoro. Terreno de lo privado: ilusión y
autonomía para recorrer el páramo de la soledad
Exploración de nuevas rutas: iniciativa y constancia para atravesar las cordilleras del
esfuerzo
Organización civilizada: flexibilidad y eficiencia en el despliegue de decisiones y
acuerdos
Reuniones accidentadas: respeto y honestidad para recorrer las redes de comunicación
La práctica psicopedagógica en contextos de educación formal
1. Naturaleza y características de los contextos de educación formal: implicaciones para
la intervención psicopedagógica
2. Intencionalidad educativa y dimensiones de la intervención psicopedagógica
Conocimiento y análisis de la práctica educativa
Criterios de calidad de la intencionalidad educativa en contextos educativos formales a
nivel de centro y de aula
3. Finalidades y condiciones de la intervención psicopedagógica
¿Para qué intervenir psicopedagógicamente?
¿Dónde intervenir psicopedagógicamente?
¿Cuándo intervenir psicopedagógicamente?
¿Cómo intervenir psicopedagógicamente?
4. Contextos formales y contextos no formales e intencionalidad educativa
Notas
Un modelo para el análisis de contextos de asesoramiento psicopedagógico en educación
formal1
1. Introducción: el asesoramiento psicopedagógico como proceso de representación
conjunta de contextos problemáticos
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2. Dimensiones de análisis para una representación conjunta de contextos problemáticos
3. A modo de conclusión: utilidad de un modelo de análisis de contextos de
asesoramiento
Notas
Parte II
Bloque I
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de planes y proyectos institucionales de
centro
Introducción
Plan de actuación para atender a la diversidad de los alumnos
1. Dimensiones del análisis de las características de determinados alumnos y alumnas de
tercero de ESO en un instituto
2. Evaluación de las características de los alumnos
Transmisión y recepción de la información
Comprobación del nivel de comprensión y de aprendizaje de los contenidos transmitidos
3. Características más relevantes del alumnado valorado
4. Propuesta educativa, curricular y organizativa para el alumnado analizado y evaluado
Lecturas recomendadas
Plan de acogida y seguimiento de alumnos procedentes de otras culturas
1. Tipología del alumnado inmigrante
2. Aspectos clave de la acogida
2.1. El emplazamiento escolar
2.2. Las actitudes
2.3. Organización de la acogida
2.4. Detección de las necesidades educativas del alumnadoinmigrante
2.5. El aula de acogida
2.6. El aprendizaje de la lengua o lenguas de la sociedad de acogida
2.7. Los alumnos
3. Las familias
4. El entorno
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Intervención psicopedagógica en el plan de acción tutorial del centro
1. La Acción Tutorial y el Plan de Acción Tutorial
2. Contextos de asesoramiento en la intervención con relación al PAT
3. Análisis de un contexto de asesoramiento específico: intervención psicopedagógica
ante un alumno con comportamiento agresivo en el marco del PAT
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Anexo
Anexo 1. Guión plan de acción tutorial
Plan de intervención en la orientación académica y profesional de los alumnos
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1. Actividad profesional e intervención en la orientación educativa y profesional
2. Un caso de orientación académica y profesional en un centro
3. Principios psicopedagógicos en la orientación académica y profesional
4. Aspectos fundamentales en el Plan de orientación académica y profesional
5. Intervención psicopedagógica en los ámbitos de desarrollo del Plan de orientación
académica y profesional
5.1. Ámbito relativo a la elaboración, desarrollo y evaluación del proyecto curricular de
etapa y de las programaciones didácticas
5.2. Ámbito relativo a las programaciones de aula y al proceso de enseñanza y
aprendizaje
5.3. Ámbito relativo a la tutoría con el grupo clase
5.4. Ámbito relativo a la tutoría individual con el alumno
5.5. Ámbito relativo a la tutoría individual con los padres
Lecturas recomendadas
Notas
Proyecto de intervención para la convivencia y la prevención de la violencia escolar
1. Una perspectiva comunitaria o la articulación de una realidad compleja
Estructura en red: comunicación, actitudes y valores en el grupo de iguales
2. Prevenir antes que curar: un principio de la lucha contra la violencia
3. Indisciplina, conflictividad y violencia escolar
Violencia interpersonal en la red de iguales
4. Un proyecto de educación de la convivencia para prevenir la violencia
Procedimientos y herramientas
5. Concluyendo: programas de trabajo como cajas de herramientas
Lecturas recomendadas
Notas
Plan de acceso a la educación secundaria: la coordinación entre la primaria y la
secundaria
1. La coordinación entre primaria y secundaria
2. Análisis de las dimensiones del proceso de transición y coordinación entre las etapas
de primaria y secundaria
3. Ejemplo de intervención psicopedagógica
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Bloque II
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de proyectos y programas de enseñanza y
aprendizaje
Introducción
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y la
escritura
1. Cultura, educación, lectura y aprendizaje
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2. La intervención psicopedagógica en la enseñanza de la lectura
3. Conclusión
Lecturas recomendadas
Notas
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el aprendizaje de las
matemáticas
1. El asesoramiento psicopedagógico a proyectos y programas de innovación en la
enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas: ámbitos y funciones
1.1. Funciones en el ámbito centro
1.2. Funciones en el ámbito de los equipos de profesores
1.3. Funciones en el ámbito alumno
2. Un ejemplo de intervención: el asesoramiento a un proceso de mejora de la atención a
la diversidad en las clases de matemáticas a partir de la reflexión sobre la práctica
Situación inicial
Criterios y contenido de la respuesta asesora
Rol del asesor y estrategias de asesoramiento
3. A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Cuestionario para el análisis de la atención a la diversidad en la práctica del aula
Notas
Proyecto de integración de las estrategias de aprendizaje en las programaciones
curriculares
1. Formas de organización de la enseñanza de estrategias
2. Hacia la integración de las estrategias en las programaciones curriculares: análisis de
un proyecto en un centro de secundaria
Desarrollo del proyecto y valoración
3. Valoración de la propuesta de intervención
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Proyecto de integración de la educación emocional en las programaciones escolares
1. Caracterización de la intervención y del asesoramiento psicopedagógico para la
integración de proyectos de educación emocional
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica
El contexto y las necesidades que manifiesta
Valoración de las necesidades, negociación, inicio del trabajo en equipo y de las
dimensiones institucional y colaborativa
Planificación y aplicación del proyecto. Implicación a nivel curricular
Implementación, regulación y valoración del proyecto
3. Algunas reflexiones finales
Lecturas recomendadas
Anexos
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Anexo 1. Análisis del nivel relacional de la escuela
Anexo 2. Análisis del nivel relacional de la escuela
Anexo 3. Guión para realizar los grupos de discusión
Notas
Proyecto de integración de las tecnologías de la información y la comunicación en las
programaciones escolares
1. Contextos de asesoramiento en la intervención psicopedagógica de la integración de
las tecnologías de la información y la comunicación en las programaciones escolares
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica en un proyecto de integración de las TIC en
la escuela
2.1. Descripción del centro
2.2. Plan tecnológico y responsables
2.3. Situación de intervención
2.4. Niveles de intervención
3. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Programas de intervención psicopedagógica en procesos de evaluación, titulación y
acreditación del alumnado
1. Elementos para el análisis de la práctica de la evaluación desde la perspectiva de la
intervención psicopedagógica para atender a la diversidad
2. Estableciendo los límites del análisis de la evaluación como instrumento de toma de
decisiones de atención a la diversidad
3. Funciones del asesor psicopedagógico en la práctica de la evaluación como
instrumento de atención a la diversidad
4. Asesoramiento a un proceso de mejora de la evaluación como instrumento de atención
a la diversidad en un centro de Secundaria
5. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Anexo 1
Análisis de la práctica de la evaluación de cada profesor9
Notas
Bloque III
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de programas de atención a alumnos con
necesidades educativas especiales
Introducción
Proyecto de evaluación psicopedagógica de los alumnos con necesidades educativas
especiales
1. La evaluación psicopedagógica desde una perspectiva contextual
2. La evaluación psicopedagógica: el informe o dictamen de escolarización
3. Un proyecto de evaluación para la escolarización de alumnos con necesidades
educativas especiales
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3.1. Fases en la elaboración del proyecto
3.2. Un caso ilustrativo
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Proyectos y programas en alumnos con dificultades en la adquisición del lenguaje
1. Criterios para la evaluación de las dificultades
2. Evaluación de un caso
3. Consideraciones sobre el vocabulario a tener en cuenta en el programa de intervención
4. Programa de enseñanza de vocabulario en alumnos/as con dificultades de lenguaje
5. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Intervención psicopedagógica en graves dificultades del desarrollo de habilidades de
autonomía personal y social
1. Clasificación de contextos de asesoramiento en relación al desarrollo de la autonomía
personal y social
2. Análisis de un contexto de asesoramiento
3. Planteamiento del tema
4. Plan de intervención
5. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Proyectos y programas en alumnos que requieren el uso de sistemas aumentativos de
comunicación que faciliten su acceso al currículum
1. El contexto de intervención psicopedagógica: La Unidad de Técnicas Aumentativas de
Comunicación (UTAC)
1.1. Los sistemas aumentativos y alternativos de comunicación y los sistemas de acceso
al ordenador para personas con discapacidad motriz
1.2. El equipo y las actividades de la Unidad de Técnicas Aumentativas de
Comunicación (UTAC)
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica: el caso de Juan
2.1. El alumno y su contexto
2.2. El inicio del proceso de asesoramiento psicopedagógico: la demanda
2.3. La búsqueda de soluciones
3. Conclusiones
Agradecimientos
Lecturas recomendadas
Anexo
Notas
Intervención psicopedagógica en el caso de alumnos con trastorno mental o en riesgo de
sufrir trastorno mental
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1. El trastorno mental
2. La manifestación del trastorno mental en el contexto escolar
3. La reacción de los adultos
4. El tratamiento desde el punto de vista clínico
5. Algunos casos a modo de ejemplo
6. Dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica
7. La coordinación de esfuerzos, recursos y servicios comunitarios
8. La rehabilitación
9. Conclusiones
Notas
Proyectos y programas de intervención psicopedagógica en alumnos con un bajo
autocontrol de su conducta
1. Análisis de las dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica en alumnos
con escaso autocontrol (actores, finalidades, actividades y contenidos)
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica
2.1. Descripción del caso
2.2. Programa de actuación
2.2.1. Recogida de información y áreas de evaluación
2.2.2. Elaboración del plan de actuación
2.2.3. Implementación y seguimiento del programa de intervención
3. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Bloque IV
La práctica psicopedagógica ante las propuestas y demandas de alumnos, profesores y
padres
Introducción
Intervención psicopedagógica ante demandas planteadas por los alumnos
1. Posición del asesor ante las demandas de los alumnos
1.1. En relación a las expectativas y actitudes que suelen ponerse en juego
1.2. Necesidad de establecer un contexto de colaboración
1.3. La orientación vocacional
2. Análisis de un contexto de asesoramiento específico
3. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Anexos
Anexo 1: hoja de registro de la demanda
Anexo 2: guión entrevista tutor alumno
Notas
Asesoría psicopedagógica facilitadora de la gestión educativa y el liderazgo
1. La dirección educativa: necesidades y contextos de demanda
2. Ejemplo de intervención
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2.1. Descripción de I.E.S.
2.2. Demanda
2.3. Actores
2.4. Contenidos que hay que trabajar
2.5. Estrategias y herramientas:
2.6. Para la evaluación de las actividades:
3. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Notas
Intervención psicopedagógica en las relaciones del profesorado con la familia
1. Familia y profesorado: unos aliados que no siempre saben que lo son
2. Elementos para una estrategia de intervención psicopedagógica
3. Intervención psicopedagógica en la relación profesorado-familia: un caso práctico
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Intervención psicopedagógica conjunta del asesor y otros servicios del sector y/o de la
comunidad
1. La intervención psicopedagógica como intervención comunitaria y en red
2. El trabajo en redes de colaboración entre profesionales
3. Algunos ejemplos de trabajo en redes de colaboración
4. Algunas reflexiones finales sobre la intervención psicopedagógica desde una
perspectiva comunitaria
Lecturas recomendadas
Notas
Bibliografía
Direcciones de Internet
Glosario
11
Coordinadores
Autores
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José Ramon Lago Martínez
Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico de Mataró (Barcelona)
13
Josep Serra Capellera
Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico de la Garrotxa (Girona)
14
Presentación
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Intervención psicopedagógica en contextos educativos
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un espacio más amplio que el que la caracterizó en sus inicios y, por otra parte, la
constatación de la existencia de un pensamiento y una actuación de índole práctica de
carácter altamente resolutivo, elementos ambos estrechamente unidos a los avances en
las disciplinas base de la intervención psicopedagógica que, además, han sido
acumulados por los profesionales.
En consecuencia con lo que acabamos de exponer, la obra que presentamos se
articula en torno a la dimensión práctica del pensamiento y la actuación
psicopedagógicos. Para poner de relieve dicha dimensión práctica, se ha elegido la
metodología de análisis de casos de intervención en contextos educativos. Los casos, por
una parte, presentan la complejidad propia de toda actuación en situaciones reales y, por
otra parte, permiten a los estudiantes y a los profesionales analizar y valorar las
condiciones, el método y los instrumentos de intervención utilizados, por lo que pueden
servirles como modelos de actuación vicaria y serles útiles para plantear futuras
intervenciones en condiciones parecidas. Dicha decisión metodológica no supone
presentar la práctica de la intervención aislada de la consiguiente reflexión teórico-
conceptual y tecnológico-proyectiva; más bien al contrario: la obra pretende que las tres
dimensiones del pensamiento disciplinar y profesional de los psicopedagogos estén
presentes y relacionadas en todo proceso de intervención en cada uno de los casos
seleccionados para formar parte de la misma. Ello es así porque estamos convencidos de
la complejidad propia de todo pensamiento profesional y también de la relación mutua y
continua existente entre la teoría, el diseño de la actividad de intervención y la actividad
en sí misma. Las tres dimensiones se presentan relacionadas, lo cual subraya su mutua
influencia, que hemos pretendido que se concrete configurando un contexto de
intervención característico o específico en cada una de las situaciones de intervención
desarrolladas por los autores en los sucesivos capítulos de cada uno de los dos
volúmenes.
Del mismo modo, la decisión de vertebrar la obra en torno a los aspectos señalados
implica, a su vez, ciertos riesgos nada despreciables, entre los cuales podemos señalar,
por su relevancia para nuestros propósitos, en primer lugar, el relativo a considerar los
contextos de educación formal separadamente de los contextos de educación no formal,
en lugar de plantear esta entrada de modo más complejo, sistémico o relacionado. Sin
duda, la realidad de la intervención psicopedagógica desborda este planteamiento, pero
estamos convencidos de que los profesionales encontrarán el modo de salvar los
inconvenientes que pueda plantearles la estructura que hemos elegido para mostrar su
trabajo en la actualidad. En segundo lugar, el relativo a disponer de experiencias de
intervención psicopedagógica en todos los campos a un nivel de reflexión similar o muy
avanzado. Los progresos profesionales no son, hoy por hoy, igualmente significativos,
cualitativa y cuantitativamente, en todos los tipos de situaciones y prácticas de
intervención y, especialmente, en algunos de ellos el desarrollo de la profesión es aún
muy nuevo y las experiencias todavía muy incipientes. Sin embargo, lejos de plantear
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este aspecto como un inconveniente, hemos preferido considerarlo como un avance e
incluir en la obra aquellas prácticas que pueden aportar elementos de reflexión de la
situación y que nos ayuden a analizar las condiciones de desarrollo y de progreso de las
mismas en las condiciones en las que se llevan a cabo actualmente.
Esta obra se estructura en tres grandes apartados. El primer apartado está dedicado a
concretar y orientar claramente las expectativas iniciales del lector sobre la obra global.
Ello se lleva a cabo mediante una introducción general elaborada por los coordinadores
de la obra, que pretende orientar al lector sobre lo que puede encontrar en la misma.
El segundo gran apartado de cada volumen –denominado Parte I: una teoría de la
práctica psicopedagógica– sirve de marco de referencia histórico, teórico y
metodológico de los casos y situaciones de intervención que incluye el apartado
siguiente, es decir, sirve de referencia de la toma de decisiones en la práctica de
intervención. En este segundo apartado podemos encontrar tres tipos de aportaciones. La
primera aportación consiste en un recorrido por la historia de la profesión, que describe
los cambios de la misma desde sus inicios hasta la actualidad. Dicha descripción es
realizada por unos profesionales en activo que presentan sus propias trayectorias en
términos autobiográficos. La doble dimensión personal y social-histórica de dicha
contribución logra poner de manifiesto, al mismo tiempo, cómo han afectado los
cambios en educación al ejercicio de la profesión y el recurso constante de los
profesionales reflexivos a la formación permanente, como medio para adaptarse a las
nuevas exigencias que éstos les plantean. La segunda y la tercera aportación de este
apartado consisten en un modelo de intervención psicopedagógica en su doble dimensión
teórica –conceptual y técnico–proyectiva, convenientemente actualizado y acorde con las
últimas aportaciones de la Psicología de la Educación. La finalidad consiste en ofrecer
un modelo útil al estudiante y al profesional de la psicopedagogía para interpretar las
diferentes prácticas o casos de intervención incluidos en el tercer gran apartado de cada
uno de los respectivos volúmenes. Como es bien sabido, todo modelo subraya algunos
de los elementos y de las relaciones de la realidad que pretende explicar. En este caso, la
opción teórica de partida tomada para identificar los elementos que configuran el modelo
es la contextual (constructivista socio-cultural).
El tercer gran apartado que configura la estructura –denominado Parte II: contextos
de educación para la intervención psicopedagógica– incluye los casos y situaciones de
intervención de que consta la obra. La opción elegida para organizarlos ha tenido en
cuenta una serie de criterios que exponemos a continuación: La obra considera la
intervención como el abordaje de los problemas de modo contextual y sistémico. Es
decir, si bien ésta puede centrarse en alguno de los elementos o dimensiones del contexto
educativo, debe llevarse a cabo teniendo en cuenta la complejidad del sistema y tomando
en consideración los diferentes elementos que conforman de manera característica el
contexto en que dicha intervención se lleva a cabo. Esta opción permite poner de relieve
no sólo las características comunes de la intervención en dichos contextos educativos
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formales y no formales, sino también las características diferenciales de cada práctica de
intervención, permitiendo que el lector pueda identificar y valorar las que los diferentes
casos comparten y diferenciar las que son específicas de cada uno de ellos.
En la configuración de este tercer apartado también se ha pretendido que las
diferentes experiencias de intervención abarquen los diferentes ámbitos, niveles y
dimensiones de la práctica de la educación en la que la intervención psicopedagógica se
lleva a cabo actualmente.
El tercer tipo de consideraciones remite al enfoque teórico de referencia elegido como
eje vertebrador del análisis y de la explicación de los procesos de la intervención
psicopedagógica. Es decir, al carácter mediado, social y colaborativo-constructivo de la
intervención psicopedagógica. La obra considera la mediación psicopedagógica como un
proceso de colaboración entre profesionales de la educación para la elaboración y
selección de las ayudas educativas necesarias y adecuadas para lograr los objetivos
educativos. El psicopedagogo no actúa solo en este empeño, sino que lo hace junto con
otros profesionales: los docentes y los que desempeñan otros servicios, creando zonas de
colaboración conjunta de desarrollo y prestación de ayudas ajustadas a las necesidades
educativas que se desarrollan en cada contexto. Este planteamiento se halla presente, de
modo más o menos explícito, en la totalidad de los casos presentados, si bien se concreta
de forma específica en cada caso, de acuerdo con las características de la situación y la
temática o problema objeto de análisis.
La cuarta opción base de la organización es la consideración de las formas y sistemas
en que se organiza la intervención psicopedagógica. Habitualmente, la intervención
psicopedagógica se formaliza en una institución para dar respuesta a la demanda de
elaboración y desarrollo de planes educativos de carácter institucional y que afecta a
todas las etapas de un centro educativo (por ejemplo, en contextos formales se
proporcionan intervenciones para el desarrollo del plan de atención a la diversidad de los
alumnos, el plan de acogida y seguimiento de los alumnos emigrantes o el plan de acceso
de una etapa educativa a otra), si bien dicha intervención puede igualmente formalizarse
en torno a la demanda de desarrollo de proyectos o programas de cambio o innovación
educativos (por ejemplo, en contextos formales también se dan intervenciones en torno
al desarrollo de proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el aprendizaje de
la lectura y la escritura, de proyectos y programas de innovación en la incorporación de
las TIC a la educación, de proyectos y programas en alumnos con dificultades en la
adquisición del lenguaje, etc.), y, por otro lado, dicha intervención se concreta asimismo
como medio para dar respuesta a demandas de intervención de carácter puntual, cuya
elaboración exige el desarrollo de estructuras puntuales y específicas de intervención en
un momento concreto. La obra presenta intervenciones realizadas en respuesta a
demandas de elaboración de planes, proyectos, programas.
Cada capítulo de este apartado tercero sigue una misma estructura general, que ha
sido adaptada en cada caso de acuerdo con las condiciones actuales del desarrollo de la
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intervención. Dicha estructura responde a los apartados siguientes: introducción general
a la temática de la intervención; una relación de las grandes temáticas o áreas de la
práctica representativas de la intervención actual en este campo; presentación y
desarrollo del caso; síntesis y conclusiones finales; glosario de términos relativos a la
temática del caso; bibliografía de referencia; lecturas recomendadas de ampliación sobre
el tema y direcciones web y otros recursos de interés para profundizar en el tema. Este
esquema global de los capítulos responde nuevamente a la opción vigente a lo largo de la
obra, centrada en dejar constancia de las relaciones entre los aspectos teórico-prácticos
de la intervención, respondiendo además a la finalidad de ayudar al lector que así lo
desee a reflexionar sobre los marcos teóricos y metodológicos de referencia utilizados en
el desarrollo de cada uno de los casos objeto de la intervención.
La presentación y el desarrollo de cada caso se llevarán a cabo aportando datos
relevantes del contexto de la intervención que permitan al lector dotar de significado al
proceso de intervención que se ha seguido, prestando una especial atención a la
metodología de análisis utilizada, para que se puedan identificar tanto los recursos
empleados como la dinámica de intervención colaborativa seguida con otros estamentos
del centro y en diferentes niveles de la práctica educativa.
Siguiendo con este tercer apartado, la segunda parte, Contextos de educación formal
para la intervención psicopedagógica, se centra en este tipo de práctica educativa, que
incluye actualmente a un elevado número de profesionales de la intervención en activo.
Para caracterizar la temática de esta obra se ha tenido en cuenta que en todo momento se
trata de contextos educativos altamente reglamentados y formalmente organizados por la
sociedad de referencia como, por ejemplo, los contextos educativos propios de la
escolaridad obligatoria. El hecho de que dichos contextos se caractericen por poseer los
rasgos de intencionalidad educativa, sistematicidad y planificación determina, en algún
grado, la intervención educativa, ya que ésta ha de desarrollarse tomándolos
necesariamente en consideración.
Sin embargo, la obra que presentamos realiza una aproximación al análisis de la
actividad de intervención que toma en consideración no sólo los rasgos comunes de
dichos contextos y, en consecuencia, los propios de la intervención psicopedagógica
específica, sino también la diversidad de las prácticas que se desarrollan tomando como
referencia la concreción de dichos rasgos característicos en cada contexto, para cada
colectivo de alumnos, padres y profesionales implicados. Para ello, esta obra se ocupa de
las características específicas de la intervención en contextos de educación formal en
diferentes etapas educativas o ciclos de la escolaridad obligatoria: educación infantil,
educación primaria y educación secundaria; en diferentes niveles de la práctica
educativa: en el ámbito del centro, en el ámbito del aula y a nivel de alumno; y con
relación a los diferentes estamentos o grupos implicados en la práctica educativa, como
pueden ser los profesores individualmente, los equipos educativos de ciclo o de etapa,
los padres y los alumnos. Siguiendo este mismo criterio, la obra incluye otros casos cuya
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acción se sitúa en el ámbito de las relaciones que mantiene el contexto educativo escolar
con otros contextos educativos. En síntesis, si bien, en lo esencial la intervención
psicopedagógica en la escuela puede centrarse fundamentalmente en la mediación que se
lleva a cabo en la relación profesor-alumno-contenido y, particularmente, en el nivel
educativo del aula, el criterio escogido para desarrollar esta obra ha sido el de presentar
el análisis de la intervención en dicho nivel, vinculando éste con los demás niveles de la
práctica educativa y teniendo en cuenta las relaciones del contexto escolar con otros
contextos. Además, las experiencias de intervención en contextos escolares incluyen no
sólo el trabajo que los psicopedagogos desarrollan con los estamentos más directamente
implicados, como pueden ser los alumnos y los profesores, sino también el que estos
profesionales llevan a cabo con los padres y otros profesionales de la educación desde
diferentes servicios educativos.
Sea cual sea el elemento del sistema en que la intervención se centra, la exigencia es
tener en cuenta el conjunto de los elementos y sus relaciones y el conjunto de los
implicados, es decir, los roles y las responsabilidades que se derivan de su pertenencia al
contexto de la intervención. De ese modo se verá claramente favorecida la presentación
al lector de la actuación del psicopedagogo y la de cada uno de los implicados y, en
consecuencia, podrá ser claramente apreciada la actividad colaborativa y conjunta
desarrollada en la solución del problema planteado en cada situación específica o caso de
intervención.
En síntesis, la segunda parte se organiza en torno a los niveles de análisis de la
práctica de intervención, tomando en consideración los diferentes colectivos implicados
en el contexto de la intervención, de acuerdo con las diferentes temáticas relevantes o
áreas y siguiendo formatos de intervención diferentes. Todo ello ha dado lugar a
estructurar el tercer gran apartado o parte segunda en cuatro grandes bloques. El primer
bloque se refiere a la práctica psicopedagógica en el desarrollo de planes y proyectos
institucionales; el segundo bloque corresponde a la práctica psicopedagógica en el
desarrollo de proyectos y programas de enseñanza y de aprendizaje; el tercer bloque, a la
práctica psicopedagógica en el desarrollo de proyectos y programas de atención a los
alumnos con necesidades educativas especiales; el cuarto bloque, a las propuestas y
demandas específicas de alumnos, profesores y padres de alumnos relativas a resolver la
problemática que plantean las relaciones entre colectivos, desde una perspectiva
claramente institucional. Cada bloque incluye un mínimo de cuatro capítulos que
abarcan la diversidad de temáticas de intervención relevantes en cada uno de estos
ámbitos o niveles de la práctica educativa formal. A lo largo de la obra nos ha parecido
indispensable prestar atención a las características de los contextos educativos que
configuran la incorporación de las TIC, así como incorporar la dimensión comunitaria de
la intervención, que contribuye a poner de relieve hasta qué punto determinados temas
objeto de intervención únicamente pueden abordarse desde una perspectiva global.
Resulta a todas luces evidente que una apuesta por una obra de estas características
21
hace muy necesaria la implicación activa del lector, sea profesional o estudiante. Éste
pone de su parte el bagaje de experiencias educativas que acumula a uno u otro nivel de
la práctica, las cuales le ayudan a dotar a la información de significado y a analizar
críticamente las propuestas plateadas. Un caso o práctica de intervención constituye, en
definitiva, una experiencia de acción y como tal la hemos planteado en esta obra. Por
ello, el caso que se expone no supone la mejor intervención psicopedagógica, ni siquiera
la única posible, sino una de las muchas que hubieran podido realizarse dadas las
condiciones y la experiencia de los implicados. Por todo ello, en esta obra, los
respectivos autores han tratado de argumentar sus opciones y de plantearlas de modo
abierto al diálogo con el lector, para que éste, a su vez, elabore sus propias opciones y
soluciones de un mismo problema.
Los coordinadores
22
Parte I
23
Capítulo I
24
Historias de OPNIS
M. Reyes Carretero y M. Teresa Ojanguren
Vox Populi
25
identificada, sino reconocida y prestigiada.
26
1. Trayectos y transiciones de una profesión
M. Reyes Carretero
En mi caso, el proceso para llegar a ser un profesional comienza cuando inicio mis
estudios de psicología y cuando, posteriormente, empiezo a trabajar en un gabinete
privado de diagnóstico y reeducación en dos centros escolares de la provincia de Girona
27
(España). Mi contratación en estas dos escuelas se debía a que, en ese momento, los
servicios institucionales de la psicopedagogía no atendían a todos los centros educativos
y eran las asociaciones de padres las que destinaban parte de sus ingresos a la
contratación de los servicios de psicólogos y pedagogos para atender las necesidades de
los alumnos.
El trabajo que realizaba en el gabinete privado y en los centros educativos no era muy
diferente, ya que desde estos dos escenarios se efectuaban demandas muy parecidas y
centradas, casi exclusivamente, en la atención directa y personalizada de los alumnos
con dificultades para aprender. Por otro lado, el enfoque a través del cual analizaba las
demandas y los problemas de aprendizaje me permitía dar las mismas respuestas en los
dos escenarios. Enfocar un problema implica imponer a la situación una coherencia que
es la que nos permite seleccionar aquello que es importante así como aquello que es
necesario cambiar o modificar. En estos momentos, yo analizaba los problemas de
aprendizaje de los alumnos según un enfoque en el que la posibilidad de aprender
dependía casi exclusivamente de factores directamente vinculados a las características
personales y familiares de los alumnos. Esta manera de enfocar los problemas hacía que
mi trabajo se basase en evaluar las características personales de los alumnos y proponer
actividades destinadas a compensar o reeducar lo que percibía como un problema
individual o familiar.
Esta manera de analizar los problemas me daba la posibilidad de tratar de resolverlos
a partir de los instrumentos que mi formación universitaria me había proporcionado
(diagnósticos individuales, elaboración de programas de reeducación individualizados,
seguimiento de casos, etc.), en definitiva me permitía trabajar en la escuela con los
instrumentos clásicos del psicólogo clínico. Realizaba numerosos diagnósticos, orientaba
a maestros y padres, trabajaba con muchos niños pero los resultados eran, en general,
poco satisfactorios.
También es verdad que las buenas relaciones personales que pude mantener con los
maestros me facilitaron el trabajo escolar y la cercanía, la posibilidad de entrar en las
aulas o participar en algunas reuniones de maestros pero, incluso en este tipo de
intervenciones, el objetivo siempre fue el de buscar respuestas educativas individuales y
compensatorias de los déficits que presentaban los alumnos. Esta manera de enfocar los
problemas y la respuesta a los problemas potenció que siempre se me viera como una
profesional especializada y externa a los centros.
Fue entonces cuando se dieron algunos hechos bastante significativos en mi
trayectoria. Por un lado asistí a unos cursos que el colegio de psicólogos de Barcelona
organizó sobre la intervención escolar y que me impactaron profundamente, ya que todo
lo que escuché en esos cursos era nuevo para mí. En ellos se hablaba del aprendizaje
definiéndolo como un proceso complejo en el que intervienen de forma interactiva los
alumnos, el profesor y los contenidos. También se abogaba por un tipo de trabajo
psicopedagógico más preventivo e institucional en el que se relacionaba la intervención
28
con la introducción de innovaciones educativas en los centros. Poco después entré en
contacto con un equipo psicopedagógico de una comarca cercana que intentaba llevar a
cabo muchos de los planteamientos que había escuchado en esos cursos. Este equipo
llevaba a cabo un trabajo que, si bien se dirigía a los alumnos con más dificultades para
aprender, perseguía una intervención más global, dirigiéndose a la mejora de toda la
clase.
Estas experiencias me hicieron consciente de la poca trascendencia que mi
intervención tenía para que la institución se movilizara y me colocó en un estado de
permanente búsqueda de nuevos referentes para mi trabajo.
Después de tres años de trabajo en estas primeras escuelas, entré a formar parte de un
equipo sociopsicopedagógico municipal.
Empecé a trabajar con otros profesionales que en ese momento también se estaban
planteando cambios en el modelo de intervención, lo que nos dio la posibilidad de
compartir preocupaciones y de reflexionar conjuntamente. A través de la lectura y de la
asistencia a diversos cursos y jornadas de trabajo, junto a otros profesionales, nos fuimos
aproximando a una nueva manera de entender los problemas de aprendizaje que
presentaban los alumnos. Nos fuimos aproximando a un enfoque donde las
características individuales de los alumnos se consideraban como uno entre los
diferentes aspectos a tener en cuenta y donde se entendía que las dificultades de
aprendizaje también podían ser el resultado de una deficiente respuesta educativa. Esta
nueva concepción nos obligaba a plantearnos también cambios en nuestras prácticas. Los
cambios, que en este momento intentábamos, consistían en atender las demandas de
atención a casos individuales trascendiendo lo individual, de manera que a partir de estas
demandas fuera posible articular respuestas más globales y con mayor potencialidad para
movilizar cambios al nivel de lo que se enseña y cómo se enseña. Pretendíamos
intervenir en el curriculum, en el qué, cómo y cuando se enseña para adecuarlo a las
necesidades de los alumnos. Pero llevar a cabo estos cambios en las prácticas no
resultaba nada fácil ya que, por un lado, las expectativas que los maestros tenían de
nuestra actuación no iban en ese sentido, y por otro tampoco nosotros sabíamos muy
bien como generar esas demandas.
La primera vez que llevé a cabo una intervención más global y institucional fue en un
centro de los llamados de acción especial. Las dificultades que los maestros de esta
escuela habían de enfrentar a diario hacían que fueran personas muy dispuestas a la
innovación y a los cambios. En este centro, se constataba a diario las dificultades que
buena parte de los alumnos presentaban para acceder al aprendizaje de la lectura y la
escritura a pesar de los esfuerzos que los maestros dedicaban a ello, de manera que
planteé al equipo directivo del centro y a los docentes de educación infantil la necesidad
29
de introducir algunos cambios en la manera de orientar su enseñanza. Ellos se mostraron
interesados y a partir de aquí comenzamos un trabajo que se prolongó durante todo el
curso. Durante este tiempo trabajaba junto con los maestros para determinar los
objetivos, diseñar la metodología del aula, y las actividades y valorar los resultados al
mismo tiempo que se iban introduciendo los elementos de psicolingüística y de la
concepción constructivista que estaban en la base la experiencia. Al final del curso los
resultados eran satisfactorios y el interés de los maestros por la experiencia había
aumentado, por lo que se decidió continuar, así como ampliar la experiencia a los
primeros cursos de la educación primaria.
Continuaba haciendo valoraciones individuales y orientación a familias, pero la
manera como ahora enfocaba los problemas de aprendizaje había cambiado. No había
dejado de tener en cuenta las características individuales de los alumnos, ni el papel que
éstas pudieran tener en sus dificultades de aprendizaje, pero ahora analizaba las
dificultades desde una perspectiva que también me permitía entender los cambios o las
mejoras que se podían sugerir para adecuar los procesos de enseñanza y aprendizaje a las
necesidades de los alumnos.
No me resultaba fácil este tipo de trabajo ya que desconocía muchos aspectos de la
escuela, de las programaciones, me faltaban conocimientos y ahora, con la perspectiva
del tiempo pasado, creo que también me faltaban muchos de los recursos para poder
establecer relaciones de colaboración con los maestros. En esos momentos me
preocupaba mucho por obtener conocimientos sobre los contenidos curriculares, leía
libros y experiencias y luego intentaba ayudar a los maestros para introducir cambios de
acuerdo a las nuevas perspectivas de la didáctica de las áreas, de la enseñanza y el
aprendizaje y de la atención a la diversidad de los alumnos. Mi responsabilidad en los
cambios creo que era demasiado importante, pero este tipo de trabajo satisfacía tanto las
demandas del centro como mis deseos de dar una mayor proyección a mi trabajo.
También mis compañeros de equipo estaban llevando a cabo asesoramientos en los
centros que atendían, lo que generó un cambio importante en los temas que nos
preocupaban y que se trataban en nuestras reuniones de equipo. Cada vez hablábamos
menos de pruebas colectivas, de derivaciones o de materiales para el trabajo individual
de los alumnos y cada vez estaban más presentes temas relativos al curriculum, a cómo
realizar observaciones de las aulas, cómo superar la resistencia a los cambios, cómo
ayudar con las programaciones, etc.
Por otro lado, la dependencia municipal del equipo favorecía su definición como
servicio para la comunidad y el contacto y el trabajo conjunto con otros servicios
comunitarios. Se empezaba a hacer evidente que para comprender las dificultades
escolares y para dar una respuesta efectiva a estas dificultades era preciso analizar las
relaciones entre la institución escolar y los diferentes medios de la comunidad.
Mi estancia en este equipo municipal fueron años de un intenso trabajo para cambiar
el modelo de intervención y de un importante compromiso personal por mejorar la
30
escuela.
Poco después, y gracias a muchas gestiones y muchos trámites, parte del equipo
municipal pasó a formar parte de un equipo dependiente del gobierno autonómico de
Cataluña. Desde hacía años se había iniciado un proceso para unificar los equipos
psicopedagógicos municipales y los equipos autonómicos y, por diversas razones el
equipo municipal en el que yo estaba fue de los últimos en integrarse.
Mi incorporación en un equipo de nueve personas de diferentes procedencias y
diferentes recorridos profesionales fue difícil y rica a la vez. La incorporación supuso,
para todos los integrantes del equipo, la necesidad de renegociar un modelo de
intervención y unos planes de trabajo a partir de perspectivas y posicionamientos en
algunos aspectos, bastante diferentes. Personalmente creo que con la incorporación a
este nuevo equipo perdí buena parte de la autonomía para actuar que hasta el momento
había tenido, ya que en el nuevo equipo el modelo de intervención, así como las
actuaciones concretas, estaban mucho más reguladas, más normativizadas y no siempre
se correspondían con la construcción que yo había hecho de mi propio rol como
profesional.
La perdida de autonomía nunca es fácil para un profesional y tampoco lo fue para mí,
pero, a pesar de las dificultades, considero que en esta transición se produjeron unos
cambios positivos en mi trayectoria profesional.
Por un lado, aprendí a flexibilizar mis posicionamientos personales y profesionales,
aprendiendo a negociar con mis compañeros de equipo las prioridades que definían
nuestros planes de trabajo, aceptando y respetando otros enfoques como opciones
legítimas aunque yo pudiera no estar de acuerdo con ellas.
Y por otro lado, en este nuevo equipo, atendía centros de diferentes características y
empecé a trabajar por primera vez en centros rurales y de enseñanza secundaria. En cada
uno de estos centros existía una representación y unas expectativas respecto al asesor, lo
que me obligaba a presentarme de acuerdo con sus representaciones iniciales. El asesor
necesita para poder intervenir de la aceptación y la confianza del otro, ya que nadie se
dejaría ayudar por alguien en quien no confía. Y para ganarse la aceptación y la
confianza el asesor ha de aprender a dejar de lado rigideces, olvidar prejuicios, así como
aprender a transmitir a los demás que puedes trabajar con ellos sin poner en tela de juicio
su propia manera de hacer. En esta época llegué a conocer bien los contextos escolares
en los que me movía, aprendí a trabajar en centros con funcionamientos muy diferentes,
aprendí a adecuarme a diferentes situaciones, a obtener satisfacciones con la realización
de tareas diversas y comprendí que todas las personas con las que trabajaba me
aportaban una perspectiva con la que me enriquecía personal y profesionalmente.
En mi trabajo intentaba hacer compatible la atención a los alumnos con necesidades
31
educativas especiales con el asesoramiento a maestros y profesores, pero la dedicación a
cada centro era tan reducida que quedaba poco tiempo para trabajar con los maestros de
la manera como lo había hecho anteriormente. Las condiciones en las que se desarrollaba
el trabajo me obligó a dotarme de estrategias flexibles capaces de adecuarse a diferentes
situaciones y demandas, así como a establecer relaciones más colaborativas con los
profesores compartiendo experiencias y conocimientos y corresponsabilizándonos
conjuntamente en las acciones que se habían negociado previamente. Estaba implicada
en asesoramientos para la elaboración de proyectos curriculares, en secundaria asesoraba
en la creación y dinamización de los equipos docentes, del proyecto de tutorías, la
mejora de la atención a la diversidad, etc. En todos los centros donde asesoraba existían
grupos de profesores con excelente disposición hacia la mejora pero también grupos muy
reticentes ante los cambios, de manera que para trabajar con todos era imprescindible
saber negociar y saber respetar las diferentes visiones. Creo que fue en estos contextos
de trabajo, menos dispuestos a dejarse seducir por el entusiasmo del asesor, donde
aprendí a colaborar, a negociar y a trabajar con todos los profesores, fueran cuales fueran
sus ideas iniciales en relación con la enseñanza, el aprendizaje o la diversidad.
Otro aspecto importante en esta etapa fue la posibilidad de compartir, discutir y
aprender con asesores de equipos de diferentes lugares de Cataluña durante las
actividades formativas que el Departamento de Enseñanza autonómico organizaba.
Recuerdo especialmente mi asistencia a un Master sobre intervención y asesoramiento
psicopedagógico y lo recuerdo no tanto por la novedad de los contenidos que allí se
impartieron como por la necesidad, que generaron en mí y en otros compañeros, de
reconstruir los conocimientos adquiridos durante la propia práctica. Concretamente
recuerdo el impacto que tuvo en mi la sesión que el Dr. César Coll dedicó a hablar de los
conocimientos que necesita el psicopedagogo para poder asumir sus funciones y en la
que se señaló la necesidad de contar con técnicas y estrategias para asesorar. Desde ese
momento empecé a preguntarme sobre cuáles eran mis técnicas para asesorar, sobre qué
hacia cuando trabajaba con los maestros y tenía la certeza de estar ayudándolos. Y la
verdad es que me sorprendía saber tan poco sobre algo que hacía a diario. Sabía asesorar,
pero no sabía dar una respuesta explícita a mis preguntas. Durante muchos años había
estado trabajando a un ritmo que no dejaba demasiados espacios para la reflexión o la
conceptualización de las actuaciones que llevaba a cabo y ahora sentía la necesidad de
conocer mis propias “teorías prácticas”. Esta necesidad coincidió en el tiempo con un
nuevo cambio profesional.
32
La oportunidad de participar en la formación de futuros profesionales de la
psicopedagogía me planteó nuevamente la necesidad de hacer explícitos los
conocimientos adquiridos durante los años dedicados a la práctica directa, así como
reconstruir y estructurar estos conocimientos de manera que pudieran ser significativos
para los estudiantes. También me planteó la necesidad de seguir ampliando mis
conocimientos sobre la intervención y el asesoramiento para después, y basándome a mi
propia experiencia, seleccionar aquello que podía ayudar a que los estudiantes
desarrollasen unas competencia profesiones flexibles de manera que puedan adecuarse a
los contextos y situaciones de la práctica psicopedagógica.
En mis clases me resulta inevitable hablar de situaciones en las que yo misma he
participado y observo cómo estos comentarios, que para mí tienen el valor de ejemplos,
son los que despiertan un mayor interés en los estudiantes. Sin duda les parece que estos
ejemplos les acercan a la práctica profesional y a la realidad de los centros educativos y
por ello dan más valor a este tipo de contenido práctico que al contenido que se explicita
según una fórmula que ellos reconocen como teórica a pesar de que recoge y sintetiza
muchas prácticas.
También para mí, especialmente en mi época de estudiante, había existido una
separación definitiva entre teoría y práctica. En cambio ahora, percibo con claridad que
en realidad no hay actuación sin una teoría que la sustente y que cualquier situación
necesita de una interpretación para poder entenderla, lo que sucede es que habitualmente
en la práctica no explicitamos las teorías y actuamos como si no las utilizáramos. Por
ello, en estos momentos procuro introducir cambios en mi propia docencia con el
objetivo de hacer más presentes en el aula los contextos en los que la práctica se
desarrolla ayudando a los estudiantes a percibir cómo la aproximación práctica confiere
utilidad a la teoría.
De esta manera, el rol de docente ha hecho que mi interés por el asesoramiento se
centre actualmente en la formación de los profesionales de la psicopedagogía. Vuelvo a
buscar marcos de referencia, nuevos desarrollos teóricos que me permitan entender en
qué consiste el conocimiento profesional, qué capacidades necesitan desarrollar los
psicopedagogos, cómo los profesores podemos ayudar al desarrollo de estas capacidades
y qué tipo de enseñanza y de evaluación facilitan la formación de profesionales para que
éstos puedan interpretar las situaciones concretas y tomar, en su momento, las decisiones
más adecuadas a estas situaciones.
También en la universidad he tenido la posibilidad de introducirme en un campo en el
cual nunca, anteriormente, había podido participar: la investigación.
Siempre había visto los procesos de investigación como alejados de mis intereses,
quizás porque los percibía como alejados de los problemas reales, o quizás porque me
parecían procesos difíciles que implicaban altos niveles de abstracción. Pero cuando
cursé mis estudios de doctorado y comencé a investigar con el objetivo de realizar mi
trabajo de investigación, mi interés por este tipo de actividad fue creciendo. También
33
tuve la oportunidad de integrarme en un grupo de investigación donde además de poder
compartir reflexiones con investigadores mucho más experimentados que yo, puede
observar en ellos la necesidad de ser curioso y creativo en la formulación de problemas
de investigación, la necesidad de seleccionar los métodos adecuados, así como de
observar una actitud hacia el trabajo rigurosa, sistemática y estructurada.
Este nuevo interés me ha creado la necesidad de realizar nuevos aprendizajes,
especialmente sobre técnicas y metodología de investigación, así como la necesidad de
identificarme con una línea de investigación en la cual se concreten mis intereses. En
este sentido, mi interés se ha ido centrando en conocer mejor la práctica
psicopedagógica. Me interesa comprender cómo se construye el rol profesional, qué
hacen los profesionales cuando toman decisiones, cómo tienen en cuenta los contextos
en los que intervienen o qué instrumentos conceptuales o materiales utilizan en su
práctica. He realizado mi tesis doctoral sobre estos temas y a ellos me sigo dedicando en
la actualidad.
34
2. Territorios y mapas de una profesión
M. Teresa Ojanguren
35
sino en unas pocas actitudes y valores que considero claves en mi proceso de
aprendizaje.
Nuestra agenda de trabajo aporta datos sobre el tipo de intervenciones y el tiempo que
éstas ocupan en nuestra jornada laboral. Esta información describe bastante fielmente a
qué nos dedicamos, y cómo evolucionamos en nuestras prácticas a lo largo de los años.
De algún modo la agenda puede considerarse un cuaderno de viajes que relata nuestro
itinerario profesional. Por ello utilizaré la metáfora del viaje para hacer más gráfico el
relato de una particular historia que cuenta los accidentes y decisiones cruciales a lo
largo del camino recorrido sobre un territorio que, siempre es distinto al mapa que los
manuales plantean cuando describen los modelos de intervención psicopedagógica.
Emplearé unas coordenadas virtuales que sirvan de referencia para analizar las
diferentes “zonas del mapa” profesional en las que he tenido experiencias clave a lo
largo de mi carrera y de mi aprendizaje. Los ejes principales que han marcado mi papel
en el centro educativo han sido: los protagonistas principales del asesoramiento
(individuos o grupos), la anticipación de situaciones generadoras de problemas y un
enfoque centrado en el contexto donde estos problemas se originan, elaboran y
alimentan. Coinciden estos ejes con debates y análisis de la labor de asesoría
psicopedagógica sobre los siguientes conceptos: demandas a iniciativa individual o
grupal, enfoque asistencial versus educativo o intervenciones con sentido corrector o
preventivo.
36
Según el volumen de nuestras actividades adquiera mayor peso en un cuadrante u
otro, nos situaremos de diferente modo ante la tarea. Esto es, se supone que aunque
conozcamos y sepamos movernos y caminar en los diferentes territorios del mapa, el
contexto de nuestra intervención nos permitirá intervenir en unas condiciones de mayor
o menor colaboración y participación en la mejora de los procesos educativos del centro.
En mi caso, la evolución de mis prácticas me ha llevado a caminar primero casi
exclusivamente en ámbitos de lo individual, asistencial y corrector, atendiendo
principalmente a alumnos con necesidades educativas especiales (n.e.e.), hacia espacios
en los que se trabaja con grupos, con fines educativos y preventivos (consultoría
organizativo-curricular).
Ninguno de los espacios que expongo en la tabla 1.1 son excluyentes, o pueden ser
abandonados del todo; simplemente se recorren con diferente frecuencia.
Recorriendo estos territorios se activan o desarrollan ciertas habilidades generales, o
utilizando el símil del viaje, nos hacemos con unos pertrechos que nos ayudaran a
resolver problemas que surjan durante el mismo:
Recorre caminos con un mapa, sin señales de un tesoro. Terreno de lo privado: ilusión y
autonomía para recorrer el páramo de la soledad
Cuando inicié mi andadura, y por lo que ahora sé, cada vez que se comienza en un
nuevo contexto de intervención, la sensación que te acompañaba es la de haber caído en
medio de un desierto. Una zona donde no es frecuente la presencia de personas y hay
escasas referencias para orientarse. El clima es árido y hay que buscar refugio.
En el momento de comenzar, no conocía cómo eran los centros educativos, sus
formas de relacionarse y organizarse, ni tampoco su estilo de funcionamiento. Por lo
general, apenas si disponía de unos pocos documentos programáticos, de algún contacto
formal con la dirección y con algunas personas afines, y diversos puntos de desencuentro
con muchas otras personas. Tampoco participaba en dinámicas concretas de los equipos
docentes, y mi función se circunscribía a entrevistas individuales con el profesorado que
solicitaba una ayuda puntual para resolver algún problema particular. Las demandas me
situaban como “experta en diagnóstico psicométrico”, y básicamente lo que solicitaban
era que explicase la posible causa del problema que tenía algún alumna o alumno
concreto, y propusiera medidas correctoras.
Las expectativas de las personas que me rodeaban, junto con la necesidad de
37
demostrar mi valía, hizo que dedicase mis esfuerzos a la búsqueda de clientes a los que
ayudar. Pero con el tiempo, esta situación me obligaba a permanecer aislada en un
despacho, aplicando pruebas psicométricas a niños y niñas, cuando no realizando
también actividades de reeducación.
Si una es honesta consigo misma, esa primera sensación de ser útil a alguien,
básicamente al alumno, su familia y en algunos casos al profesorado más sensibilizado
ante las necesidades educativas especiales, deviene en que las dificultades de aprendizaje
del alumnado se convierta en problema de especialistas, o sea, de la psicóloga, y la
intervención psicopedagógica tenga lugar como un ente separado del resto de la
organización educativa.
En este periodo yo me repetía muy a menudo, y a veces los demás también, la famosa
pregunta de “¿Para qué está / estoy aquí?” Sin embargo esta situación me permitió
trabajar las relaciones con el profesorado desde la colaboración en diferentes aspectos de
mejora en la atención a la diversidad. Esa reflexión compartida sobre las propias
prácticas y la evaluación de las actividades de seguimiento de las necesidades educativas
especiales con los docentes, crearon la oportunidad para fomentar en el centro
planteamientos más globales que dieran respuesta a la diversidad en las aulas ordinarias.
Con lo que este inicio, que se presentaba bastante decepcionante, dio lugar a un período
de mucha dedicación al trabajo con pequeños grupos con el profesorado que se mostraba
más ilusionado, que deseaba provocar transformaciones en el ámbito de la atención a la
diversidad desde un enfoque comprensivo.
Exploración de nuevas rutas: iniciativa y constancia para atravesar las cordilleras del
esfuerzo
Conocer mejor el terreno en el que nos movemos hace que nos atrevamos a explorar
los diferentes caminos o senderos que se hallan cercanos. Ya se interpretan más
correctamente las señales de la zona y se discriminan las vías de mejor acceso para la
exploración del entorno cercano. Nos atrevemos a ampliar nuestro campo de influencia.
De todos modos, aunque estemos en una llanura, moverse siempre requiere un esfuerzo.
En este momento, animada por el apoyo e ilusión de un grupo de profesoras y
profesores, mi agenda empezó a llenarse de demandas de intervención directa hasta
establecer un completo programa de actividades educativas. Así se llevaron a cabo las
“jornadas de educación afectiva-sexual”, las “sesiones de enseñar a pensar”, las
“actividades y planes de acción tutorial”, las “escuelas de familias”, etc.
Esta dinámica incorporó la participación de personas de los órganos de dirección y
coordinación pedagógica a unas iniciativas que eran bien valoradas por las familias, el
alumnado y también un grupo de profesores interesados específicamente por dichas
cuestiones.
Asimismo desde estos órganos se me encargó la coordinación de unos debates y
38
planes de formación, que condujeran a la reelaboración de documentos programáticos
importantes como son el Proyecto Educativo de Centro y el Proyecto Curricular del
Centro.
Si en la fase anterior el riesgo consistió en conformarse y atender la demanda sin
implicarse en la transformación de dicha realidad, en este momento el activismo era la
mayor amenaza.
Aceptaba como propia la responsabilidad de que dichas actividades de mejora
educativa se llevaran a cabo, y se desplegaran al mayor número de alumnado posible.
Sin darme cuenta, cuanto más protagonismo asumíamos en la acción, tanto yo como
unas pocas personas más concienciadas, más descargábamos de su cometido a los
sujetos de la acción educativa del centro, profesorado, alumnado, dirección y familias. Y
dichas prácticas, en lugar de acercarse al aula, eran percibidas por los docentes cómo
más alejadas del aula ordinaria, y asociadas a una labor de especialistas. Además, en
cada curso, sucedía que algunas de dichas actividades vivían o morían a merced de que
las personas que las llevábamos a cabo estuviéramos o no disponibles, o se aplicaban
solamente en los niveles y áreas de influencia de unas pocas personas.
A la vez, como asesora, cada cierto tiempo realizaba cruzadas de captación de
personal en distintos lugares del centro, con la sensación de estar escalando por distintas
vías para no llegar a ninguna parte, o lo que es lo mismo “estar predicando en el
desierto”, al tiempo que sentía un gran agotamiento físico y emocional, desánimo,
cuando no un resentimiento hacia un entorno que empezaba a interpretar como hostil.
Cuando se observa un paisaje desde cierta distancia podemos percibir la forma en que
los humanos que lo habitan han organizado y utilizado las diferentes zonas. Además se
revelan con mayor claridad las zonas boscosas, las pendientes escarpadas, o los senderos
fáciles. Por lo tanto se pueden establecer diferentes estrategias para recorrer cada zona, a
la vez que se escogen los materiales y víveres más adecuados para recorrerlos.
Esto es, pararse un momento a pensar para saber dónde estamos, cómo hemos llegado
hasta aquí y hacia dónde queremos ir, es un modo de dirigirse más eficazmente a
nuestras metas.
Pero retomemos el relato. Sucedía que se dejaban de realizar actividades que se
estimaban de interés, se perdía mucha energía de personas interesadas, y lo urgente nos
impedía desarrollar los planes previstos o atender lo importante.
Era el momento de frenar, tomarse un tiempo para analizar o evaluar la situación. La
dirección y órganos de coordinación educativa tras una reflexión decidieron: primero,
realizar una evaluación general de toda la institución docente que aportara información
sobre las necesidades de los diferentes protagonistas del centro, profesorado, familias y
39
alumnado para después, con dicha información, definir las prioridades estratégicas del
centro, esto es, ajustar la organización, los planes de mejora, los recursos y las personas
a lo que realmente era importante para la institución.
En este escenario, son los grupos de coordinación general, de tutorías, ciclos,
departamentos etc., quienes adquieren el protagonismo y responsabilidad de desarrollar
las mejoras e innovaciones necesarias.
Paralelamente se iniciaron planes de formación y profesionalización de los órganos
directivos, con la intención de que estas personas aprendiesen el uso de técnicas y
modelos eficaces para la gestión y el ejercicio de un liderazgo transformacional.
Participé en dichos programas y me acerqué a nuevas áreas del conocimiento para mí: la
gestión y la evaluación educativa.
Ligado a este proceso evolutivo del centro, se me planteó formar parte del equipo
directivo, y aunque al comienzo mostré muchos recelos y me resistí durante bastante
tiempo, más tarde reflexioné y consideré que mi mejor aportación a esta nueva necesidad
de aprendizaje de la organización era asistir y colaborar con los órganos de coordinación
en los que se toman decisiones, y me planteé una participación que siguiera los
siguientes criterios:
Moverse por un territorio muy habitado por personas incluye conocer las normas y
pautas de convivencia vigentes en la comunidad, usar unos vehículos determinados para
circular por sus calles, y ser tolerantes para compartir espacios comunes con personas
muy diversas.
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La asesoría, en una situación con muchos grupos pequeños funcionando, se convierte
en un recurso de apoyo o mediación para apuntalar aspectos muy específicos que
desarrollan esos grupos. Algunos asuntos se refieren a cuestiones operativas de la labor
docente y muy ligadas a aplicaciones de programas (por ejemplo, la enseñanza y
aprendizaje de habilidades cognitivo-lingüísticas o estrategias de aprendizaje en el aula),
herramientas que faciliten el trabajo grupal, o la mejora de la comunicación entre las
personas.
Todos los territorios que aún recorro de modo desigual en tiempos y espacios,
dependen, creo, tanto de la experiencia que como profesional he ido adquiriendo con el
tiempo como del aprendizaje y experiencia que los colectivos u organizaciones en las
que he participado han aportado a la labor de asesoría psicopedagógica.
Como conclusión general yo diría que, además de las actitudes o valores que he ido
introduciendo, en mayor medida, en cada zona del mapa, en todas ellas hay dos
utensilios esenciales:
Una brújula que señale unas referencias que sirvan para orientarnos, que en mi
caso han sido el código deontológico y mi visión del ejercicio de la
psicopedagogía.
Y un cayado en el que apoyarnos para atravesar cruces o lugares desconocidos.
Yo utilizo la actualización permanente sobre temas variados, a través de la lectura,
de diálogos y de debates, o, cuando tengo oportunidad, visitando experiencias
educativas interesantes.
Éste no es más que el relato de un viaje particular; cada viajero debe escoger los
senderos más adecuados, según sean las características de la comarca, el clima y los
recursos y nivel de preparación de que se dispone para caminar por la geografía de una
profesión compleja pero apasionante.
41
Capítulo II
42
La práctica psicopedagógica en contextos de educación
formal
Teresa Mauri y Antoni Badia
Proponernos exponer a estas alturas que los psicopedagogos desarrollan una práctica
profesional compleja, –que no se limita a la mediación estrictamente, sino que tiene
mucho que ver con la gestión y la capacidad de comunicación y manejo de las relaciones
humanas en diferentes contextos– supone aventurarse a parecer poco originales, máxime
si nos centramos en los contextos de educación formal, que son los más conocidos y los
que cuentan con el mayor número de profesionales en activo. Sin embargo, no por
conocida esta idea sigue siendo menos válida, máxime si de lo que se trata es de abordar
el estudio de dicha práctica, ya que no es posible hacerlo sin tener en cuenta la
complejidad de la problemática que encierra. Así pues, nos mantendremos en nuestro
propósito, aún a riesgo de parecer poco originales. Sin embargo, al mismo tiempo, dadas
las limitaciones que impone al tratamiento del tema un escrito de estas características,
trataremos de desarrollar dicho propósito centrándonos en los aspectos fundamentales de
la misma y en las relaciones más relevantes entre ellos. Estamos convencidos de que
adentrarnos en la complejidad resaltando las características esenciales de la práctica
psicopedagógica nos permitirá comprender la tarea de intervención de modo ajustado a
lo esencial de la misma mejor que otras opciones.
El empeño anunciado en líneas anteriores puede convertirse en un reto aún mayor si
para lograrlo tomamos en consideración los cambios ocurridos a múltiples niveles en los
últimos años, que afectan a los contextos educativos en general, y a los de educación
formal, en particular. La economía actual es de naturaleza global, posee una fuerte base
tecnológica, basada en el manejo de las tecnologías de la información y de la
comunicación, y una clara base humana. Las exigencias que genera este cambio hacen
del conocimiento de las personas una de las materias primas más preciadas de la nueva
economía, en especial de aquellas con capacidad innovadora y con talento para tener
nuevas ideas y aplicarlas, y convierten las oportunidades de educación a diferentes
niveles y a lo largo de toda la vida en uno de los elementos de desarrollo más
importantes. Además, respecto a otras épocas, las necesidades educativas de la sociedad
varían también debido a los cambios sociales, políticos y culturales acaecidos
recientemente y que afectan a los valores culturales y a la relevancia otorgada a ciertos
aspectos del conocimiento y a su organización y difusión en el ámbito mundial. Pero lo
43
que aún es más importante, las demandas formativas se han diversificado hasta límites
insospechados respecto a lo ocurrido en otras épocas, debido a la creciente
heterogeneidad de la población que desea acceder al conocimiento y a la educación y
que pretende hacerlo durante un período de tiempo vital superior a la edad escolar. Por
ejemplo, las demandas de educación de la población emigrada, las que muestran amplias
franjas de población adulta que ha de responder a las exigencias que plantean los nuevos
cambios laborales y sociales, las propias demandas que la tercera edad genera para
afrontar los retos que le depara el alargamiento de las posibilidades de vida son, entre
otras cuestiones, una muestra de los cambios a los que nos referíamos al inicio de este
párrafo. Desde esta perspectiva, situándonos en los contextos de educación formal, la
educación formal en general y, en particular, la educación escolar actual, que surgió en el
marco de la Revolución Industrial y que la definió tal como la conocemos actualmente y
contribuyó a consolidarla como uno de los instrumentos de socialización e inserción
social más relevantes, deben ser reconsideradas para conocer el sentido y significado que
adquieren en las nuevas prácticas que la sociedad actual genera. Y en consecuencia con
todo ello, también deben ser replanteados los servicios educativos vinculados con la
misma, como la intervención psicopedagógica, como trataremos de poner de relieve a lo
largo de este capítulo.
En definitiva, la pretensión de este escrito, consistente en caracterizar la práctica de la
intervención psicopedagógica en contextos de educación formal, supone un reto que,
abordado con detenimiento, excede considerablemente las posibilidades del mismo. Sin
embargo, para lograrlo en la medida de lo posible, es nuestro propósito desarrollar el
tema ciñéndonos a lo que consideramos esencial de la práctica de intervención, que para
nosotros, como pondremos de manifiesto a lo largo de este capítulo, es la prestación de
ayudas profesionales en contextos educativos o, tal como lo hemos denominado en este
escrito, ciñéndonos al desarrollo de la intencionalidad educativa. Para ello, en primer
lugar definiremos la naturaleza y especificidad de dichos contextos educativos formales
para conocer sus implicaciones en la práctica de la intervención psicopedagógica y, en
segundo lugar, nos detendremos a señalar la complejidad de dicha práctica de
intervención, mostrando sus cualidades relevantes y algunos de los criterios esenciales a
seguir en el ejercicio de la misma. La caracterización de los elementos esenciales del
contexto de educación formal y de la práctica de la intervención se llevará a cabo
tomando como referente la influencia en ambos cambios sociales y su repercusión sobre
la educación. Finalmente, nos referiremos a las relaciones entre contextos de educación
formal y no formal como un continuo del desarrollo de la intencionalidad educativa para
responder a las nuevas demandas sociales que generan los cambios actuales.
44
1. Naturaleza y características de los contextos de educación formal:
implicaciones para la intervención psicopedagógica
45
determinado de estudiantes que desean obtener un título que les acredite para proseguir
estudios o integrarse laboralmente en la sociedad (por ejemplo, el bachillerato, la
formación profesional, la educación artística, etc.). El carácter de obligatoriedad de la
educación se justifica por la consecuente responsabilidad de la sociedad en el desarrollo
personal de las capacidades de los miembros de la misma, capaz de contribuir a seguir
dando respuesta a los problemas que la sociedad tiene planteados de manera crítica y
creativa.
A título de ejemplo, si consideramos la escuela que integra a los alumnos en período
de escolaridad obligatoria como contexto de educación formal, podemos apreciar que se
estructura tomando como referente el sistema educativo reglado (etapas, ciclos y niveles
educativos) y responde a una serie de propiedades determinadas que definen una serie de
restricciones (de horario, de tiempo, de calendario, de número y tipo de áreas de
conocimiento) en el marco de las cuales deben concretarse sus prácticas o actividades,
para que resulten tanto institucionalmente aceptables como con sentido y significado
social y cultural. Las exigencias del sistema escolar obligan a todos los que se integran
en el mismo, ya que deben seguir una serie de costumbres, normas, procedimientos,
lenguajes, instrucciones, etc., de características definidas y precisas y, en algunos casos,
extremadamente rígidas. Las regulaciones formales generales se modifican a lo largo de
la escolaridad, para adaptarse a cada uno de los niveles o etapas del sistema educativo en
su conjunto.
Si bien la naturaleza y las características de los contextos de educación formal
coinciden con las de la educación no formal en que ambos tienen intenciones educativas,
las de los primeros provienen de la cesión o traspaso de la intención educativa de formar
a las nuevas generaciones desde la sociedad a dichos escenarios. Consecuentemente, con
dicha cesión se da la obligación y la necesidad de evaluación y control de los logros
educativos alcanzados y el compromiso de revisar y regular el proceso de educación si
no se consiguen o para ajustarlo convenientemente cuando éstas varían. En cualquier
caso, se trataría de salvaguardar el cumplimiento de una serie de objetivos necesarios
para vivir en sociedad.
No se puede olvidar que los fines educativos socialmente definidos emergen teniendo
en cuenta las características de la sociedad y de sus valores dominantes, es decir, surgen
en el marco de los modelos de producción, de la estructura de clases socioculturales, del
papel del conocimiento y de los valores sociales relevantes. Dichas intenciones no sólo
se hallan sometidas a cambio según varían las necesidades de la sociedad, sino que
también han de ser compartidas a diferentes niveles por todos los implicados en su
desarrollo en un determinado contexto y para un determinado grupo de alumnos. Así,
por ejemplo, en el ámbito de la sociedad del conocimiento y de la información emergen
unas necesidades de formación diferentes de las anteriormente existentes y que se
concretan, entre otros aspectos, en la sensibilidad de los jóvenes por el acceso al
conocimiento y a la cultura y en el dominio de las tecnologías de la información y de la
46
comunicación. Uno de los logros culturales y sociales más importantes ha sido el
compromiso de la sociedad en el despliegue de una serie de prácticas educativas
específicas para satisfacer las nuevas necesidades educativas. Dichas prácticas siguen
siendo uno de los elementos de futuro más relevantes para los jóvenes, ya que de su
existencia depende que dispongan de las oportunidades que necesitan para el desarrollo
de capacidades personales. Los discursos actuales en alza a favor de una educación a lo
largo de la vida y en contextos diferentes a los escolares, aun siendo muy necesarios y
relevantes, no deben hacernos perder de vista el valor social de la educación obligatoria,
tanto pública como privada, ni servir para minusvalorar la necesidad de salvaguardar la
calidad de la misma.
Además de los elementos comunes a todos los contextos educativos formales, existen
otros que nos permiten diferenciarlos entre sí, como por ejemplo, la concreción práctica
que efectúan de su estructura, organización y funcionamiento específicos siguiendo los
criterios de cada comunidad escolar o del equipo docente encargado de su desarrollo. En
general, las diferencias de este tipo se dirigen a mejorar las prácticas educativas. Algunas
de las más significativas conforman, como señala C. Coll,1 una opción alternativa a los
modelos tradicionales-transmisivos de la construcción del conocimiento en contextos
escolares, inspirándose para ello en lo que se ha dado en llamar el constructivismo
social. En conjunto, evitan dotarse de una organización tan fragmentaria y académica
formal y se vertebran en torno a proyectos de aprendizaje que exigen la participación de
todos en un esfuerzo conjunto de construcción del conocimiento colectivo y cuyas
actividades se seleccionan por ser culturalmente relevantes para los participantes y su
inserción social. Los conocimientos nuevos se construyen mediante la colaboración de
todos en el logro de los objetivos, de acuerdo con los grados de conocimiento y de
habilidad que personalmente poseen, dado que el conocimiento se entiende como algo
socialmente distribuido, al que es posible acceder por la colaboración específica y
conjunta de todos los implicados. Esta forma de proceder en el aula se amplía también en
el ámbito del centro, concretándose en otras formas de organización y agrupamiento del
alumnado y de trabajo de los miembros de la institución, vertebradas en torno al trabajo
en equipo y colaborativo del profesorado y a otras formas de organización y desarrollo
del currículum, dirigidas en su mayor parte a la inserción laboral y profesional de los
alumnos en las prácticas de los lugares de trabajo y al uso de nuevas metodologías de
enseñanza y de aprendizaje (proyectos, problemas, casos, seminarios reducidos, trabajo
en equipo colaborativo, etc.). En la mayoría de los casos, las relaciones entre las formas
de funcionar del centro se integran en la sociedad y se vinculan directamente a sus
necesidades, contribuyendo a la solución de los problemas comunes. Experiencias como
las anteriores nos permiten poner de relieve, mucho mejor de lo que nos permitiría
hacerlo el análisis de otras prácticas educativas más tradicionales, que la formalidad y
regulación propia de los contextos de educación formal debe ponerse al servicio del
cumplimiento de las finalidades educativas y no a la inversa. Desde esta perspectiva,
47
debemos evitar el reduccionismo que supone asimilar el contexto de educación formal
exclusivamente a escenarios academicistas tradicionales y, por contraste, hacer lo propio
con el contexto de educación no formal, vinculándolo en su caso únicamente a la
innovación o, probablemente también en ocasiones, a la improvisación, ya que todos los
contextos, formales o no, siguen una serie de regulaciones o reglas, para alcanzar unos
fines o intenciones educativas.
En resumen, es el carácter social y necesario de las intenciones educativas y la
regulación formal de las prácticas educativas que se planifican para lograrlas lo que
caracteriza a los contextos de educación formal. A pesar de poseer muchos elementos
comunes, dichas prácticas se concretan de modo muy diferente, configurando un amplio
y variado abanico. Lo esencial de dicho contexto no es únicamente la existencia de
objetivos educativos, sino la actividad deliberada desplegada para conseguir que los
alumnos los logren, desarrollando los dispositivos educativos o ayudas necesarias. Ello
nos lleva a diferenciar entre intenciones educativas u objetivos que se pretenden lograr, y
que se definen con relación a las expectativas sociales de formación de las nuevas
generaciones, e intencionalidad educativa entendida como la determinación de actuar
educativamente o desplegando las ayudas educativas (de diferentes tipos y en diferentes
grados) ajustadas a cada alumno en diferentes niveles de la práctica educativa. Dicha
actividad trae como consecuencia una gran diversidad de formas de organización, de
funcionamiento de los centros escolares y de las aulas, en definitiva, una gran diversidad
de prácticas educativas. Desde esta perspectiva, la formalidad del contexto se entiende al
servicio de la finalidad educativa y no a la inversa y lo importante es decidir la que
mejor garantiza en cada caso el éxito de la empresa educativa a diferentes niveles de la
misma (a nivel de cada alumno, de aula y de centro). Aunque ambos aspectos están
relacionados, desde nuestro punto de vista y teniendo en cuenta todo lo que acabamos de
exponer, es la intencionalidad educativa lo que da complejidad a la práctica educativa, al
tiempo que la dota de todo su significado.
En consecuencia, con la identificación que acabamos de hacer de la intencionalidad
educativa como uno de los elementos más relevantes de la práctica educativa en
contextos formales y siguiendo con el propósito de este apartado de delimitar sus
implicaciones para la práctica de intervención psicopedagógica, podemos afirmar que los
psicopedagogos intervienen en este proceso al servicio de la selección, elaboración y
desarrollo de las ayudas educativas. En términos generales, su función consiste en
intervenir sobre la actividad de construcción de las ayudas educativas que los profesores
y otros miembros de la comunidad educativa llevan a cabo a diferentes niveles para que
éstas se ajusten al máximo a las necesidades de los alumnos y también, como en el caso
de la educación secundaria, en la que intervienen además como docentes, su función
consiste en prestar directamente esas ayudas a los alumnos, enmarcadas en un cuadro
general de medidas educativas previstas en el centro y desarrolladas conjuntamente con
otros educadores.
48
2. Intencionalidad educativa y dimensiones de la intervención
psicopedagógica
49
alumnos en contextos de la práctica educativa y de las relaciones existentes entre los
procesos que se generan en los diferentes niveles enunciados, que se expresa a diferentes
niveles de amplitud y de profundidad. Dadas la extensión y el objetivo de este capítulo,
no describiremos la naturaleza del cambio en toda su amplitud3, sino que, a modo de
recordatorio, únicamente señalaremos sus aspectos relevantes para poner de relieve el
carácter personal, social y culturalmente mediado del desarrollo y del aprendizaje que se
lleva a cabo en el contexto de la interacción profesor-alumno en el aula y a diferentes
niveles de la práctica educativa. En este marco, las dificultades de desarrollo y
aprendizaje se valoran en el marco de la interacción, tomando en consideración todos los
ámbitos que intervienen en su caracterización de modo global y conjunto.
Según la concepción epistemológica defendida en este escrito, el cambio de los
alumnos es posible por la participación en prácticas específicas que se generan en
contextos educativos escolares. En dichas prácticas el alumno despliega una actividad
mental constructiva dirigida a elaborar personalmente los significados de la cultura. Esta
apropiación la lleva a cabo contando con la ayuda o mediación del profesor ajustada a la
actividad mental que personalmente despliega a lo largo del proceso de apropiación de
los saberes culturales. Alumno, profesor y contenidos –sus relaciones mutuas y
necesariamente complejas– definen una unidad de práctica educativa.
La calidad de la relación de la interacción entre profesor y alumno –o entre alumno y
los otros del grupo clase más competentes– es lo que resulta más relevante para el logro
de los objetivos educativos de inserción social-cultural. Ésta consiste en el despliegue
por parte del profesor de una serie de mecanismos o dispositivos de ayuda educativa, de
naturaleza muy variada y en grado muy diferente, pero ajustado al proceso de
construcción del conocimiento. La creación y despliegue de las ayudas, su organización,
variación, sostenimiento o retirada a lo largo del proceso es, como decíamos hace unas
líneas, lo que plasma la intencionalidad educativa de logro de los objetivos. Vigotsky
entiende esta influencia educativa como proceso de construcción de zonas de desarrollo
próximo, de características sociales, interactivas y culturales. La calidad de la interacción
educativa depende precisamente del ajuste de las ayudas al proceso de construcción que
despliega el alumno y se concreta en el despliegue o modificación de las mismas a lo
largo del proceso de enseñanza y de aprendizaje y, como ya mencionamos, a diferentes
niveles o ámbitos de la práctica educativa. El logro último de la construcción es el
incremento de la autonomía del alumno para el desarrollo de actividades o tareas en el
propio contexto y en otros contextos, ya que revela, en definitiva, la funcionalidad de los
aprendizajes adquiridos en otros escenarios o contextos diferentes a los propiamente
escolares al ejercitarlos de modo autónomo o sin ayuda.
En resumen, la intencionalidad educativa se plasma, como ya dijimos, en el
suministro deliberado de ayudas educativas a lo largo del proceso de enseñanza y de
aprendizaje para lograr los fines educativos. Su concreción es el resultado de un proceso
de interacción personal y de actuación grupal y conjunta desarrollado por la implicación
50
de todos los agentes educativos que actúan a diferentes niveles y en diferentes ámbitos
de la práctica educativa, dirigidos al logro de los objetivos educativos. En este proceso,
el alumno actúa para atribuir significado a los elementos de la cultura objeto de
aprendizaje contando con las ayudas educativas (personales, materiales y técnicas)
desplegadas por los demás agentes educativos. La capacidad de generar ayudas de
acuerdo con el proceso de construcción que éste sigue y ajustarlas a sus necesidades es la
clave de una actuación educativa de calidad. La opción deliberada del profesor y demás
agentes educativos para actuar de ese modo les predispone adecuadamente, si se dan las
condiciones oportunas, a conocer al alumno, el contenido de aprendizaje y a mediar en el
proceso desplegando mecanismos o dispositivos de ayuda educativa ajustados a las
necesidades del primero para lograr desarrollar sus capacidades previstas en los objetivos
educativos.
El psicopedagogo media en este proceso construyendo contextos de intervención que
le permitan colaborar con el profesor individualmente, el equipo de profesores del
centro, el equipo directivo, los demás agentes o servicios educativos, los padres y los
alumnos para lograr las intenciones educativas. Una intervención de estas características
puede analizarse como un proceso de construcción de contextos de intervención
colaborativa específicos4 o de episodios de actividad conjunta de desarrollo de la
intencionalidad educativa entre todos los agentes responsables en un momento
determinado de la práctica de la intervención considerada globalmente.
Una aproximación de estas características permite desde una perspectiva de la
intervención considerada como proceso o estrategia de mediación: identificar y delimitar
claramente a los diferentes agentes directamente implicados; analizar los roles que
cumplen en relación con la problemática específica de la intervención; conocer y valorar
las representaciones personales y las expectativas individuales y de grupo en relación
con el problema o temática objeto de la intervención; conocer las representaciones más o
menos compartidas del tema o problema que se trata y el texto o discurso inicial
compartido sobre el mismo. Este texto o discurso inicial puede ampliarse
progresivamente, en contenido y en significado, a lo largo de la intervención,
generándose un mayor conocimiento educativo compartido entre todos los agentes
implicados gracias a su participación en el proceso generado por la intervención. En
dicho marco, el psicopedagogo como profesional aporta el conocimiento profesional
educativo específico (conceptos y teorías, competencias, habilidades y actitudes
profesionales) útil para mediar, desde su posición privilegiada, en el contexto, y lograr
que avance el desarrollo de la intencionalidad educativa.
De acuerdo con todo lo expuesto al comienzo de este apartado, el psicopedagogo
necesita dotarse de criterios de calidad del desarrollo de la intencionalidad educativa
para desempeñar adecuadamente su profesión, es decir, para poder valorar la calidad de
la intencionalidad educativa en los contextos formales concretos en que su intervención
se lleva a cabo y, en consecuencia, para decidir cómo mediar de modo acertado. A
51
continuación expondremos algunos de los criterios de calidad relevantes. Para ello
partiremos de las aportaciones realizadas en los últimos años por una serie de trabajos
que se han ocupado de identificarlos con relación a los contextos de educación formal.5
En primer lugar citaremos una selección de los que resultan más relevantes a nivel de
centro y en segundo lugar, los que resultan más relevantes en el ámbito del aula.
52
el cumplimiento de la misma.
Tendencia a desarrollar la capacidad de autonomía de cada uno de los
profesores para decidir la propuesta educativa que mejor convenga al logro de las
intenciones educativas por parte de los alumnos. De ese modo, se deciden las
ayudas más convenientes, sin perder la referencia de las comúnmente establecidas,
dentro de los marcos de significado otorgado por el proyecto educativo de centro.
Establecimiento de medidas educativas de prevención del fracaso escolar en
diferentes niveles, entre las que pueden señalarse, además de las anteriormente
expuestas, sobre el proyecto educativo y la organización y funcionamiento del
centro, las dirigidas a adaptar la propuesta educativa a las necesidades de los
alumnos. Esta tendencia se enmarca en la sensibilidad por la diferencia y la
procedencia multicultural de los alumnos y se desarrolla contando con medidas
tales como la creación de recursos estructurales, el desarrollo de agrupamientos de
alumnos, la organización del tiempo y del espacio en el centro, el desarrollo de
grados de interdisciplinariedad y de globalización de las materias y de las áreas
curriculares según criterios educativos, la toma de decisiones que favorezcan el
tránsito de un curso a otro y de una etapa a otra de modo que se minimicen los
riesgos de fracaso o inadaptación personal, académica y de integración social, entre
otras muchas medidas de carácter educativo.
La intención de mantener y desarrollar una propuesta educativa equilibrada
entre los diferentes contenidos de diferentes tipos y una que incluya una diversidad
de actividades amplia y variada que sirva para desarrollar las diferentes
capacidades. Existe la intención en el centro de que todo ello se desarrolle
respetando los conocimientos previos y, en general, respondiendo a la necesidad de
adaptar y diversificar la enseñanza.
La incorporación de elementos diversos que favorezcan el acceso del alumnado
a la sociedad del conocimiento y de la cultura, y que potencien el acceso a las
tecnologías de la información y de la comunicación como un medio necesario para
lograrlo.
La capacidad de innovación del equipo del centro como medio para adaptarse a
las nuevas necesidades educativas que se van generando mediante la creación de
proyectos de cambio significativos y eficientes. Estos cambios se concretan en la
promoción de relaciones entre subsistemas del centro, y entre el centro y otros
centros que tienen las mismas inquietudes, de modo que favorecen el intercambio
de las ideas y el desarrollo de nuevos proyectos. Esa capacidad de cambio está
relacionada con la de establecer retos equilibrados, capaces de comunicar a todos
los que se implican en los mismos expectativas de mejora asequibles, que traigan
como consecuencia el incremento del autoconcepto y de la autoestima positivos y
el avance en el desarrollo de posiciones de responsabilidad y control del propio
trabajo.
53
Un compromiso real con la evaluación (interna y/o externa) como medio para
asegurar el seguimiento y el control del progreso y del logro de las intenciones
educativas y el fomento de una reacción activa y crítica de cambio basada en
criterios especialmente desarrollados para tal fin.
El establecimiento de un liderazgo escolar con capacidad de decisión (firme y
propositivo) fundado en un enfoque participativo de la toma de decisiones.
54
niveles de la práctica educativa que se lleva a cabo en cada uno de ellos. Para que esto se
dé, el psicopedagogo interviene construyendo contextos de intervención colaborativa
adecuados para tratar cada tema, caso o problemática de la intervención. Dichos
contextos colaborativos le permiten ejercer su mediación de modo ajustado a las
necesidades de los agentes educativos implicados, delimitar el alcance del problema,
compartir el lenguaje para referirse al mismo y crear un conocimiento educativo común
y compartido y hacerlo avanzar a niveles cada vez más amplios, relacionados y
significativos para aquellos que forman parte del episodio de intervención. En cualquier
caso, no debe perderse la referencia que compone para cada contexto el sistema general
o contexto global en que se inscribe cada episodio de intervención, ni tampoco la
información pertinente que aporta a la práctica de la intervención el análisis de la
dimensión temporal del proceso llevado a cabo y sus consecuencias para todos los
implicados.
55
3. Finalidades y condiciones de la intervención psicopedagógica
56
El carácter contextual de la intervención psicopedagógica requiere que ésta se
desarrolle tomando en cuenta la estructura, el funcionamiento y la organización del
sistema educativo general, del centro y del aula. La intervención en entidades o sistemas
es compleja y debe ser abordada de forma global e integrada, a la vez que relacionada e
interdependiente, debido a su naturaleza sistémica y a las características de las relaciones
existentes entre ambos elementos del sistema, y entre uno y otro sistema.
En el caso del contexto educativo escolar, por ejemplo, aunque en un momento
determinado la intervención se sitúe en uno u otro de los niveles de concreción de la
práctica educativa (el centro, el aula), no deben dejar de considerarse todos los demás
niveles y sus relaciones mutuas. Dado que la forma que adopta la relación interactiva en
un nivel del desarrollo de la práctica educativa se ve afectada por otras decisiones que se
toman a otros niveles, por ejemplo, en el nivel de centro, la interacción entre el proyecto
educativo, el profesorado y los alumnos que asisten al mismo dará como resultado una
estructura, organización y funcionamiento que influirá en la forma en que se lleve a cabo
la enseñanza y el aprendizaje en las aulas. Una vez más, en este caso el equipo de
profesores es el núcleo estructurante de esta relación y la intervención psicopedagógica
debe darse en este elemento del contexto como medio para crear u ofertar a cada alumno
el currículum que necesita.
Así pues, a priori no resulta tan importante decidir dónde se ubica el psicopedagogo
para intervenir, sino que es más importante su capacidad para dotar a la intervención de
un carácter global y sistémico. Ello necesariamente conlleva que, en cualquier caso, éste
tenga en cuenta los elementos relevantes del sistema y sus conexiones a diferentes
niveles, de modo que la intervención tienda a lograr, siempre que sea posible, el
equilibrio o la mejora global del mismo del conjunto. En efecto, puede ocurrir que
alguna de las dimensiones o elementos del sistema mejore no por una intervención
directa en el mismo, sino por las relaciones que mantiene con otros elementos del mismo
en los que sí se ha intervenido directamente o, por el contrario, debido precisamente a
estas relaciones pueden generarse falsas compensaciones o falsos reequilibrios resultado
de la reacción del sistema, que consigan una modificación momentánea pero a la larga
insatisfactoria; es decir, sin significado educativo o carente de todo interés para el logro
de los objetivos educativos o para la mejora global de la calidad del sistema en sí mismo.
En este caso, el psicopedagogo no puede perder de vista la finalidad de la intervención y,
en caso de no lograrla, está comprometido a señalar la permanencia del problema y el
carácter coyuntural de la solución encontrada.
Dada la naturaleza sistémica de la mediación y para potenciar que los efectos
positivos de la intervención sean aprovechados al máximo, es necesario dotar a la
intervención de un carácter colaborativo entre los agentes educativos implicados en
diferentes niveles de la práctica educativa de modo que consigan compartir el objetivo,
el significado de la intervención y el sentido de la misma. El logro progresivo de la
autonomía de la institución en la toma de decisiones educativas depende, además de
57
otros aspectos, de las posibilidades de colaboración en este sentido.
58
educativa o el ejercicio de la intencionalidad se basa en la capacidad de establecer
contextos de colaboración con otros para el desarrollo de una educación formal de
calidad.
La intervención es una tarea colaborativa y estratégica, de clara dimensión social, por
medio de la cual es posible elaborar una representación conjunta de la situación de
intervención que se comparte y lograr paulatinamente cotas de autonomía
progresivamente más altas en el desarrollo de la labor educativa de los profesionales de
la educación. Ello exige por parte de los implicados negociar conjuntamente el papel del
otro, en especial el del psicopedagogo, identificándolo como un profesional que aporta al
diseño de la situación de intervención y a su ejecución en la práctica una serie de
conocimientos específicos, del mismo modo que lo hace el resto de los profesionales
implicados como parte del conocimiento social distribuido y necesario para lograr la
solución del problema. Si se procede de ese modo, se evita la creación de situaciones de
dependencia profesional, que son sustituidas por otras basadas en la colaboración mutua,
en las que cada profesional se responsabiliza de la concreción del problema o de la
situación de intervención, de la concreción y desarrollo del plan de acción o intervención
educativa y de la evaluación del proceso seguido y de los resultados.
El psicopedagogo, cuando planifica y efectúa su intervención en el marco del proceso
de colaboración con otros profesionales, procede ajustando su acción de modo que se
cumplan los objetivos de la misma. Este ajuste implica que el psicopedagogo deba
plantear su actuación siguiendo un enfoque estratégico, como un proceso de toma de
decisiones al servicio de la consecución de dichos objetivos de la intervención. Muy
probablemente, el grado de ajuste de su intervención será mayor si toma las decisiones
de forma consciente y autorregulada, y si contempla e interpreta adecuadamente las
condiciones del desarrollo de dicha intervención. En un contexto de colaboración con
otros profesionales, los factores personales (por ejemplo, su motivación o implicación en
la intervención, o también sus creencias con respecto a la intervención) de los demás
profesionales implicados pasan a ser uno de los aspectos más relevantes que hay que
tener en cuenta en la toma de decisiones del psicopedagogo, aunque las otras
condiciones, como por ejemplo las relativas a las características del grupo de profesores
o al de los alumnos, o las del propio centro, no se deben excluir taxativamente.
Asimismo, el psicopedagogo no debe olvidarse de desplegar su actividad tomando como
referente, entre otros muchos, la epistemología constructiva propia de todo escenario
profesional o el proceso de construcción del conocimiento profesional compartido con
otros profesionales de la educación (profesores, otros servicios educativos, etc.). En
dicho proceso de construcción debe considerar, como mínimo, los tres aspectos
siguientes: la finalidad de la colaboración entre los agentes implicados, el tipo de
conocimiento que debe compartirse y los criterios de valoración de dicha colaboración.
Con respecto a la finalidad de la colaboración, los profesionales guían sus intervenciones
valiéndose de intenciones de naturaleza aplicada, atendiendo a problemas que se han
59
identificado en el proceso educativo en sí mismo y orientándolas a la resolución práctica
de dichos problemas. Con respecto al segundo aspecto o el tipo de conocimiento que se
comparte, los conocimientos de los participantes, puestos de manifiesto en forma de
discursos dirigidos tanto a la construcción del contexto colaborativo como al desarrollo
de la tarea, tienen su origen no sólo en conocimientos propios de la psicopedagogía, sino
también en las creencias, convicciones u opiniones de los profesionales (a menudo
implícitos en las afirmaciones que se hacen y en los argumentos que se manejan), que
quedan reflejados en el proceso mismo de colaboración. Estas creencias, basadas en el
denominado sentido común, pueden ser contrarias a los principios que el psicopedagogo
maneja en el contexto de la colaboración o intervención, por lo que pueden dificultarlo o
llegar a impedir su desarrollo. Con relación al tercer aspecto o a los criterios de
valoración de dicha colaboración, cabe afirmar que los otros profesionales implicados en
la colaboración valorarán los resultados y la utilidad de dicha colaboración a partir de
sus propias creencias sobre el tema abordado y del grado de utilidad atribuido a los
conocimientos que el psicopedagogo ha aportado para la resolución del problema
educativo detectado.
En definitiva, la labor del psicopedagogo es doble, ya que, por una parte se dirige a la
tarea y por otra a crear el contexto de colaboración que hace posible el abordaje real del
mismo en el contexto de educación formal. El punto de arranque para crear el espacio de
acción conjunta y complementaria, que responda a las características aludidas, es el nivel
en que se comparte en algún grado el significado inicial del problema y los límites del
mismo, así como el sentido que tiene para el grupo abordarlo proponiendo un tipo de
intervención determinada. El psicopedagogo ha de ser capaz de contribuir a crear una
unidad de propósito, un ambiente de trabajo atractivo, unas relaciones de comunicación
basadas en el cumplimiento de una serie de expectativas positivas respecto a las
posibilidades de abordar el problema de manera eficiente, un grado de disciplina de
trabajo clara y unas condiciones de seguimiento y de retroalimentación adecuadas. El
resultado ha de generar un grado de satisfacción entre los profesores que les devuelva la
imagen de capacidad y les procure autoconfianza y autoestima para abordar otros
problemas en otras ocasiones. Sin duda, para que ello sea posible es necesario contar con
un clima positivo de centro que promueva la complicidad entre los implicados para el
logro de lo que se han propuesto o para su revisión y readaptación, si cabe.
De manera especial, cabe señalar de nuevo, por su importancia en la tarea de
intervención, el discurso educativo propio de los contextos de educación formal y sus
posibilidades de uso para enfrentarse a los problemas y proceder, al mismo tiempo, a
generar cultura de enfrentamiento, desarrollo y solución de los mismos. El dominio del
lenguaje de asesoramiento en contextos formales no sólo es importante por su carácter
de instrumento de representación común y conjunta de la realidad educativa y de
intervención, de comunicación y de cultura del grupo, sino que también lo es como
objeto de intervención en sí mismo. En muchas ocasiones, los agentes educativos
60
implicados, profesores, padres, alumnos y demás relacionados con la tarea de educar, se
acercan al problema con “textos” muy diferentes, al principio en ocasiones, muy alejados
unos de otros, pero cuya reelaboración conjunta para construir un texto común y más
compartido de la situación o problema que se aborda puede constituir, en sí mismo, un
instrumento de intervención que permita un enfoque compartido de las situaciones de los
problemas y de sus posibles soluciones.7
Las tareas de asesoramiento que el psicopedagogo desarrolla en contextos de
educación formal suelen presentarse en forma de planes, proyectos, programas y
demandas.
Las características de las mismas se estructuran en torno a dos ejes o criterios: un
primer eje se relaciona con el mayor o menor grado de previsión o de planificación
previa de las mismas debido al carácter claramente institucional que se les confiere en
los niveles de la práctica educativa o de sistema educativo y/o de centro. Un segundo eje
se refiere al mayor o menor grado de estructuración o planificación de su desarrollo en
un contexto educativo concreto, es decir, a su carácter o naturaleza estratégica. Así, los
planes (por ejemplo, el Plan de acogida de los alumnos recién llegados; el Plan de
atención a la diversidad, el Plan de acción tutorial) poseen un claro carácter institucional
a nivel de sistema o de centro educativo, ya que su desarrollo se halla claramente
previsto por la institución educativa, y poseen una organización o desarrollo pautado o
establecido que hace muy previsible su avance y las necesidades materiales, técnicas y
personales que éste genera.
Por su parte, es obvio que los proyectos tienen su origen en el ámbito del centro, ya
que se generan en algún momento de la historia de la institución y su desarrollo responde
a alguna de las necesidades del centro de dar respuesta educativa a problemas
reconocidos institucionalmente por una parte significativa del mismo o por su conjunto.
Sin embargo, a diferencia de los planes, éstos no suelen contar con experiencias previas
sobre la definición, la delimitación, el alcance y las características de las necesidades que
es necesario atender y tampoco sobre cuál puede ser la repercusión del proyecto,
enfocado de un modo determinado, y sus posibles resultados.
Respecto a los programas, cabe decir que son propuestas de actividad preelaboradas
y, en cierto modo, muy pautadas o claramente establecidas, que propician el desarrollo o
tratamiento de algún tema, habilidad o problemática de carácter específico y/o puntual.
La implementación de éstos en los centros se apoya habitualmente en materiales ya
diseñados, especialmente pensados para la finalidad que se pretende, y que pueden ser
exportados o adaptados a las características de cada centro sin demasiados problemas.
Dichos programas garantizan las posibilidades de desarrollo de una temática en el centro
(por ejemplo, un programa informático, un tutorial de escritura de cuentos en grupo
colaborativo, una pauta de organización de datos meteorológicos, etc.).
Finalmente, las demandas exigen que el asesor desarrolle tareas que no han sido
previstas con anterioridad, sino que aparecen puntualmente en un momento del curso y
61
que no cuentan con una propuesta de desarrollo o de implementación definida. No
existen acuerdos compartidos sobre ellas por parte de los implicados con relación a
cómo abordarlos (un tutor preocupado por el seguimiento de un alumno con relación a
determinados contenidos, un coordinador de ciclo preocupado por el clima de trabajo
creado en un grupo, la demanda de asesoramiento de un alumno que pretende dejar sus
estudios, etc.).
Las exigencias que genera el desarrollo de tareas de uno u otro tipo a los
psicopedagogos son muy desiguales, pero, con frecuencia, el hecho de que podamos
identificar si se trata de uno o de otro nos sirve para anticipar algunas de las condiciones
y medidas –de definición de la tarea de intervención, de desarrollo, de seguimiento y
evaluación y, si cabe, de generalización o incardinación en la cultura pedagógica común
del centro– que nos prepare para atender otras demandas en momentos posteriores del
proceso.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto y con la intención de terminar, confiamos haber
establecido, pero no agotado, algunas de las características básicas de la intervención
psicopedagógica en contextos de educación formal que guíen la práctica de los
psicopedagogos en estos contextos y permitan valorar el desarrollo de la misma según lo
establecido y como medio de mejora, de innovación y de cambio. En definitiva, como
medio de contribución al desarrollo de la intencionalidad educativa, entendida ésta como
la dimensión esencial de los contextos educativos formales.
62
4. Contextos formales y contextos no formales e intencionalidad educativa
Los cambios sociales actuales nos permiten ver que el desarrollo de la intencionalidad
educativa no se agota en los contextos de educación formal a que acabamos de referirnos
en este capítulo. En este sentido, cabe señalar otros que se generan más allá de la
escuela. La nueva sociedad de la información y del conocimiento o aprendizaje ha traído
cambios como la globalización de la cultura, la política y la economía –ligados al uso de
las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, cuyo lenguaje básico es
Internet– y el alargamiento de la expectativa de vida. Todo ello, como hemos afirmado
hace unas líneas, ha situado la necesidad de aprendizaje y de educación en el centro
mismo de la vida de las personas. En efecto, a lo largo de la vida y, mucho más
actualmente, debido a las novedades citadas, será preciso el desarrollo de proyectos o
programas educativos de los tipos siguientes:
Inserción personal, que preparen para vivir nuevos períodos vitales que
comportan cambios globales presumiblemente mucho más largos de lo que era
posible prever hasta el momento, como por ejemplo, el ingreso en la vejez, o el
ingreso en la escuela vía guardería escolar.
Inserción laboral, que nos ayuden a adquirir nuevas competencias laborales que
se generan debido a cambios de orientación de la economía, la propia vida o,
sencillamente al cambio de las oportunidades laborales en la sociedad.
Inserción social, que nos prepare para desarrollar nuevos proyectos vitales o
reconducir los propios en una sociedad en cambio. Esa necesidad puede generarse
tanto por el cambio de los grupos que componen dicha sociedad, como por el
hecho ingresar en la misma procedente de otros lugares, como en el caso de la
inmigración, o por haber estado apartado de la misma por diferentes razones y
tener que insertarse de nuevo pasado un período temporal más o menos amplio.
Dichos proyectos o programas se dirigen a colectivos muy variados, que pueden ser
agrupados, según su pertenencia a períodos vitales diferentes, grupos sociales distintos,
grupos culturales diferentes, grupos de personas de distinto género.
Los contextos formales tienen la necesidad prioritaria de definir sus intenciones
educativas y de desarrollar la intencionalidad educativa característica en consecuencia.
Las intenciones educativas de los contextos de educación no formal pueden surgir como
medio para responder a sus finalidades específicas. Por ejemplo, en el caso de los
hospitales o de los centros de atención primaria, la necesidad de responder a problemas
63
tales como el tabaquismo, el sida, el alcoholismo, etc., exige educar a la población, para
evitar que surjan problemas de salud, actuando de forma preventiva. La educación se
revelará como una de los elementos de prevención más efectivos y, en consecuencia,
como una de las intenciones de actuación de los agentes implicados en el contexto. La
intencionalidad o la prestación de ayudas educativas ajustadas para lograr tales fines
puede ejercerse de modos muy diversos. Por ejemplo, o bien se actúa creando servicios
al margen de los ya establecidos para el desarrollo de tareas educativas específicas (la de
reeducar al fumador, al drogadicto, al obeso, al ocioso, etc.), o bien se forma a los
profesionales (médicos, enfermeras, psicólogos, agentes museísticos o empleados en los
medios de comunicación, etc.) para integrar en su trabajo formas de actuación o de
práctica educativa-preventiva. Por ejemplo, la radio puede crear programas educativos
específicos, pero puede plantearse ser educativa procurando que los radioyentes
encuentren significado a lo que escuchan y le den sentido. El desarrollo de la
intencionalidad educativa puede basarse en el uso de un discurso diferente y de una
forma de generar la información también diferente. Los profesionales se verán abocados
al cumplimiento de nuevas tareas, en este caso educativas, y/o a la reorientación de las
que ya llevan a cabo hacia el cumplimiento, entre otras, de finalidades educativas.
Del mismo modo, también asistiremos a la creación de otros contextos de educación
no formal como, por ejemplo, los que componen las comunidades educativas basadas en
el territorio o de las que emergen gracias a las oportunidades que nos ofrecen las nuevas
tecnologías.8 Mientras algunos contextos de educación no formal aprovechan los
recursos que poseen para el desarrollo de políticas educativas más allá de la escuela y en
colaboración con la misma (por ejemplo, los ayuntamientos con el desarrollo de
proyectos de integración social y profesional de los jóvenes, proyectos educativos
dirigidos a colectivos sociales emigrantes, proyectos educativos dirigidos a atender las
necesidades educativas de los más pequeños a los que no alcanza la escolaridad
obligatoria, de tiempo libre o de las nuevas tecnologías, etc.), otros, como los que
constituyen las comunidades de aprendizaje virtual, dan a la escuela la posibilidad de
salir de sus paredes y trascender el tiempo mediante el establecimientos de relaciones
asincrónicas y alejadas geográficamente y de ampliar el lenguaje habitual que ésta
emplea para conocer e informarse. Los nuevos lenguaje utilizados, hipertextuales y
multimedia, exigen un alto grado de formalización de sus competencias sociales y
académicas y la revisión del logro de las capacidades previstas en los objetivos
anteriores a la revolución tecnológica y comunicativa, pero son muy eficaces para
integrarse en la nueva sociedad y la nueva economía.
Tanto la orientación de las finalidades y funciones de contextos ya existentes al logro
de finalidades de educación no formal, como la creación de nuevos contextos en este
sentido contribuirán a redefinir las políticas educativas que se han dado hasta el
momento y, como consecuencia, modificará el papel de los agentes implicados en la
mismas y, muy probablemente, el que desarrollan los servicios de intervención
64
psicopedagógica. También se modificará el discurso propio del contexto por la necesidad
que éste tiene de definir qué es un problema educativo y de crear nuevos textos y
lenguajes para hablar de ellos desde roles profesionales también diferentes a los que son
habituales en los contextos de educación formal. En definitiva, el desarrollo de los
contextos de educación no formal crea la necesidad de concretar el carácter de las
intenciones educativas en cada caso y el de la intencionalidad educativa, definiendo
tanto lo que es común y compartido con otros contextos como lo que es específico y
exclusivo de un tipo de contexto educativo no formal: hospitales, ayuntamientos,
comunidades de aprendizaje virtual, museos, medios de comunicación, etc.
Por su parte, la educación formal deberá redimensionar su alcance. De hecho, tendrá
que estar mucho más abierta a las posibilidades educativas de otros contextos de lo que
ha estado hasta el momento. Además, debe estarlo con relación al desarrollo
colaborativo de los fines educativos previstos en cada período de la vida de las personas.
Los psicopedagogos tienen la oportunidad de sumarse a la creación de posibilidades de
optimización de la influencia educativa y de creación de nuevas formas de desarrollo de
la intencionalidad educativa en otros contextos diferentes a los de los de la educación
formal.
65
Notas
1. C. Coll (2001).
2. Coll (1994).
3. Para una revisión de este tema puede consultarse Coll, 1990; 2001; Monereo, 2002;
Monereo y Solé, 1996.
4. Monereo (2002).
5. Marchesi y Martín (2002); Martín y Mauri (1996).
6. Onrubia (1998).
7. Monereo (2002).
8. Coll (2001).
66
Capítulo III
67
Un modelo para el análisis de contextos de asesoramiento
psicopedagógico en educación formal1
Carles Monereo y Montserrat Castelló
68
1. Introducción: el asesoramiento psicopedagógico como proceso de
representación conjunta de contextos problemáticos
69
lengua. Sin embargo algunos profesores opinan que esto es desdibujar el contenido
específico de esas materias y que sería preferible establecer grupos de refuerzo de
lectoescritura en lugar de insertar esos contenidos en las materias citadas.
La definición del conflicto. Considerar que nos hallamos ante una situación
problemática o, por el contrario, ante una dificultad o un imprevisto pasajeros,
tiene consecuencias muy distintas en orden a enfrentar su resolución. Desde esta
70
última percepción puede considerarse que la vuelta a la “normalidad”, el paso del
tiempo o la simple adopción de alguna medida rutinaria serán suficientes para
aminorar, si no eliminar, el impacto del conflicto. Sin embargo, cuando éste se
define como problema, su afrontamiento requiere un enfoque estratégico, es decir
meditado y planificado, y frecuentemente solicita la adopción de acciones
inusuales, que obligarán a efectuar cambios en las actividades habituales, en los
recursos, en los espacios físicos y temporales, en definitiva en la organización
institucional, aunque sea a pequeña escala, que desequilibrarán el sistema
establecido y demandarán la negociación y el consenso entre todas las partes
implicadas.
La atribución de su causa. Otra variable clave en la representación será a quién
o a qué se atribuye la causa del conflicto. Si se atribuye a factores externos a la
institución y poco controlables, como la patología del alumno o un entorno familiar
con extremas carencias (por ejemplo, económicas, afectivas, culturales, higiénicas),
la representación conjunta puede verse facilitada, así como la adopción de
soluciones que pretendan compensar los déficits identificados. Cuando la
atribución se hace a factores externos pero controlables desde la institución (por
ejemplo, la falta de preparación de los profesores noveles, el retraso en la recepción
de algún equipamiento), el conflicto puede aparecer más en relación a la prioridad
que se le asigna, que en la disparidad de representaciones sobre la cuestión. La
discrepancia, incluso el antagonismo en la representación de una situación, suele
producirse cuando ésta se atribuye a factores relativos a la propia dinámica
institucional y, especialmente, cuando además se imputa su origen y/o
mantenimiento a alguno de los actores que participan directamente en su posible
resolución.
Las expectativas sobre la resolución. Íntimamente vinculado al punto anterior
sobre las atribuciones, las expectativas sobre el desenlace del conflicto forman
parte sustancial de la representación que cada actor elabora del mismo. En todo
caso, deberíamos distinguir entre el resultado esperado y el deseado;
probablemente, es este aspecto de la representación el que incide de manera más
elocuente sobre los otros dos planos de la acción: el discurso sobre el conflicto y
las opciones prácticas que se perpetran sobre el mismo.
La autoconciencia. Finalmente, la representación mental que elabora cada actor
puede disponerse en distintos niveles de explicitación y autodescripción; cuando la
representación es poco consciente e implícita, el sujeto no es capaz de verbalizarla
ni describirla directamente y únicamente puede observarse a través de algunas
acciones, que guarden alguna consistencia entre ellas. Entre esas acciones, el
discurso es una ventana privilegiada para atisbar determinadas representaciones
implícitas.
71
2) El discurso sobre el conflicto
La forma en que se habla del conflicto y el contenido que se vehicula están
ciertamente relacionados con la representación que se ha construido del mismo, pero no
siempre resultan coincidentes, dado que el discurso se produce en una esfera explícita y
pública y, por consiguiente, se halla determinado por las interacciones que se establecen
con otros discursos. En todo caso, al tratar de compartir un mismo discurso, resulta
factible que se manifiesten incoherencias con la propia representación del conflicto y/o
con las prácticas que se ponen en juego para su tratamiento, lo cual es un primer paso
para “destapar” y “poner sobre la mesa” determinadas estrategias inconfesables, y para
facilitar el cambio representacional y la búsqueda conjunta de soluciones. A
continuación destacaremos algunos aspectos del discurso que pueden aportar pistas
sobre la representación subyacente.
72
anteriores, es el grado de convicción, asertividad, incluso de agresividad, con que
se emite el discurso. Un estatus bajo, un discurso excluyente o culpabilizador,
acompañado de un tono agresivo y desafiante, son a todas luces una mala
combinación en el intento de establecer marcos de colaboración y consenso; por el
contrario, los discursos reposados y contemporizadores, tendentes a objetivar el
conflicto, emitidos desde hablantes con un estatus alto optimizarán las
posibilidades de llegar a un acuerdo más amplio.
73
Como advertíamos, se trata de tres dimensiones conectadas y mutuamente influyentes
pero no necesariamente coincidentes; no resulta extraño encontrar a docentes que, por
ejemplo, tienen una representación transmisiva de los procesos de enseñanza-aprendizaje
(“debo explicar muy claramente y con sumo detalle el contenido para que lo entiendan y
aprendan”), emplean a menudo un discurso constructivista (“debemos lograr que el
alumno sea activo en clase, observando, preguntando, indagando”) y sin embargo
apuestan por una práctica metodológica que se aproxima al laisser faire (los alumnos
deciden en clase qué capítulo del libro leen, si lo harán solos o con otros y al final el
profesor les pone un control para que comprueben ellos mismos su nivel ).
El hecho de que esas miradas contradictorias sobre una misma realidad cohabiten en
una misma persona puede explicarse con cierta facilidad si atendemos, por una parte, a
las restricciones que impone la propia institución en forma de rutinas, canales y reglas de
actividad y de relación entre las personas preestablecidas, que pueden colisionar, parcial
o totalmente, con las concepciones y convicciones de cada actor. Por otra parte, el
conocimiento que se utiliza para interpretar lo ocurrido no siempre ha sido construido en
contextos profesionales de similares características y con frecuencia se apela a
conocimientos que pertenecen a otros contextos profesionales educativos (por ejemplo,
extraídos de experiencias formativas), no educativos (por ejemplo, extraídos de
experiencias en el área clínica) e incluso cotidianos (por ejemplo, extraídos de
experiencias en calidad de padres).
Ante esta situación de desajuste entre representación, discurso y práctica, la función
primordial del asesor, en especial cuando debe enfrentarse a tareas tipo demanda (tal
como las definimos en el anterior capítulo), debería ser la de crear marcos de
colaboración que favorezcan, precisamente, el ajuste colectivo e individual. Dicho de
otro modo, debería tratar de facilitar percepciones, discursos y acciones altamente
compartidos del problema, entre las personas que tienen una participación directa en la
situación que se pretende subsanar.
Este capítulo trata de establecer algunos principios e instrumentos para lograr esa
concordancia y mutualidad en los textos y representaciones que se elaboren, esperando
que se traduzcan en prácticas educativas complementarias. Con este objetivo vamos a
describir, seguidamente, algunas dimensiones contextuales cuyo análisis puede favorecer
la aproximación de las representaciones de los actores implicados en una intervención
psicopedagógica.
74
2. Dimensiones de análisis para una representación conjunta de contextos
problemáticos
75
principales actores que intervienen en el desarrollo del problema, las finalidades que
persiguen y los contenidos que, desde el punto de vista del asesor, deben atacarse de
manera prioritaria.
En el momento de identificar cuáles son los principales actores que pueden estar
implicados en cualquier contexto de asesoramiento que transcurra en una institución o
centro dedicado a la educación formal, podríamos considerar: a las autoridades
institucionales, al equipo de profesores, a los alumnos, a los padres y, lógicamente, al
mismo asesor psicopedagógico en calidad de supervisor de la intervención.
76
cultura que predomina en el centro. Al respecto es muy interesante la clasificación de
centros que realizan Huguet, Planas, Seguer y Vilella4 y en la que, empleando unas
elocuentes metáforas, describen sus formas de organización y gestión. Por ejemplo,
según estos autores, los centros tipo “pirámide eficiente”, concentran el poder en pocas
personas, y por consiguiente, la maniobrabilidad del asesor dependerá de su proximidad
con ese grupo; los centros tipo “ombligo”, en cambio, tienen una autoimagen idealizada
de su calidad, debida a su prestigioso pasado, y se han dormido en los laureles. En este
caso la labor del asesor será difícil por cuanto se trata de organizaciones y equipos
directivos muy resistentes al cambio. Contrariamente, los centros tipo “iglú” tienen poca
tradición pedagógica y poco reconocimiento social. La escasa comunicación entre los
docentes, los rígidos límites con el exterior y la falta de liderazgo supondrán también
serios obstáculos para la labor asesora.
La publicación continua con los centros tipo “trineo”, “padrino”, “club de amigos”,
“lamento” u “hormiguero”. En todo caso, y al margen de las tipologías que se
establezcan, la comprensión de la cultura propia de la institución a la que se asesora
resulta nuclear.
b) El equipo docente como actor: en este caso, el focus del conflicto o problema que
requiere la intervención del asesor suele estar relacionado con dificultades en la gestión
del currículo, tengan su origen en dificultades en el manejo de los métodos y contenidos
o en el tipo de relaciones interpersonales que tienen lugar entre profesores y alumnos y/o
entre los propios profesores. Aquí los actores principales pueden ser el Claustro de
profesores al completo, el equipo de tutores, los distintos equipos docentes o algunos
profesores, considerados individualmente. Sin pretender ser exhaustivos, las demandas
que de manera preferente le llegan al asesor, cuando el equipo docente está involucrado,
son:
77
de nuevo pueden aparecer en los momentos más inesperados en forma de rencillas por
nimiedades tales como un pequeño cambio de horarios, la compra de un material o las
sanciones que deben arbitrarse por comer en clase.
Más trascendentes suelen ser los conflictos que tienen su origen en el propio estilo de
gestión y comunicación de la dirección. En cualquier caso, no podemos obviar que la
profesión docente es una de las que tiene mayores riesgos de sufrir trastornos
psicológicos, como el famoso síndrome de burnout, causante del mayor índice de bajas
laborales entre el profesorado. Los psicopedagogos trabajamos, pues, con un “material
muy sensible” y, por lo tanto, el respeto y la ayuda permanentes deben presidir nuestras
acciones.5
78
d) La familia en situación de actor: en ocasiones, el núcleo del problema está fuera de
las paredes del centro educativo, en el ámbito familiar, aun cuando repercuta de forma
evidente en los comportamientos del alumno, en los procesos educativos o en el clima
institucional. La intervención, por consiguiente, debe dirigirse a favorecer cambios en las
representaciones de: el padre, la madre, o ambos, el o los hermanos, otros familiares muy
cercanos (por ejemplo, un abuelo o una tía que vivan en casa) o en su caso, el tutor legal
del alumno. Las demandas en que los familiares tienen un papel destacado suelen
referirse a temas como:
Como es sabido, la intervención del asesor del centro en el ámbito familiar se justifica
siempre y cuando su incidencia en la relación del alumno con la comunidad y el
currículo educativos sea incuestionable. En cambio, cuando la problemática familiar es
ajena al centro educativo (separación de los padres, dificultades económicas,
psicopatologías, etc.) debe calibrarse muy bien hasta qué punto la intervención resulta
legítima y necesaria, o es preferible orientar a la familia hacia otros servicios
profesionales (abogados, asistentes sociales, psicólogos clínicos, etc.).
En la fase de planificación de la intervención, y al margen de las demandas
prototípicas que acabamos de listar, nos interesa conocer de manera precisa qué pretende
cada unos de los actores implicados en el problema o conflicto y, más específicamente,
qué espera de nosotros; en segundo lugar, cuál será su grado de implicación y en qué
medida estará dispuesto a colaborar; y finalmente qué esperamos lograr nosotros como
asesores durante el proceso de asesoramiento que vamos a iniciar.
Algunos profesionales de la práctica asesora6 han señalado de forma elocuente cómo
ciertas demandas de los actores educativos, por la manera en que son formuladas, deben
analizarse e interpretarse cuidadosamente en vistas a que la posible intervención que se
planee tenga alguna posibilidad de éxito. Por ejemplo, algunas demandas similares a
estas: “a ver si te miras a Jaime, que ya no sé que hacer con él” o “oye, como María es
cosa tuya, te la llevaré a tu despacho y ya me la devolverás cuando pueda integrarse a la
dinámica de la clase” expresan un tipo de exigencia inesperada, en el primer caso, o una
forma de delegación inadmisible, en el segundo, que están informando de una actitud
79
poco responsable y colaborativa, de un deseo de “pasar la patata caliente” y rehuir
cualquier compromiso. Pero aún pueden resultar más envenenadas solicitudes como: “no
sé como tratar este problema y he pensado en ti, que tanto sabes de esto”. Esta petición,
especialmente en boca de un profesor veterano y experimentado, puede constituir un
señuelo para que aceptemos una tarea compleja o inabarcable que probablemente nos
conducirá a un notorio fracaso y a la posibilidad de que nuestro supuesto asesorado
publique a los cuatro vientos nuestra incompetencia y la inutilidad del servicio que
prestamos al centro.
Por supuesto, puede ocurrir también que esas demandas sean bienintencionadas y que
hablando con el demandante establezcamos un marco de colaboración y distribución de
responsabilidades sin mayores problemas, pero la alerta resulta necesaria. Este tipo de
solicitudes no pueden aceptarse sin más; cuando se producen, es aconsejable iniciar un
procedimiento consistente en: 1) rehusar que la demanda se produzca de un modo
informal y, casi siempre, a través de una charla acelerada en un lugar público; citar al
solicitante en un lugar formal, dentro de las franjas horarias pensadas para tal fin; 2)
durante la reunión, tratar de clarificar cómo interpreta el problema, qué espera de
nosotros y qué tipo de implicación asumirá por su parte; 3) establecer un contrato
(aunque sea de viva voz) sobre los compromisos adquiridos por ambas partes y sobre la
posibilidad de romperlo si una de las partes incumple esos acuerdos.
En otro orden de cosas, deberemos también distinguir entre la finalidad e intenciones
que persiguen algunos de los principales actores implicados en el conflicto, y aquellas
que orientan nuestra acción asesora, que pueden no ser coincidentes. Por ejemplo,
imaginemos que se pretende expulsar a un alumno del centro por insultar gravemente a
un profesor. Alguno de los actores puede pretender que la sanción se cumpla a rajatabla
para que sirva de escarmiento a otros alumnos y se fortalezca su poder ante ellos. Sin
embargo, el asesor puede tratar de utilizar el suceso para que se discutan a fondo unas
normas de disciplina caducas y, en algunos casos, contraproducentes para el desarrollo
personal y educativo del alumno.
Aunque resulta difícil determinar cuándo debe priorizarse una intervención y en qué
momentos es preferible aplazarla, existen algunos principios que pueden ayudarnos a
adoptar esa decisión:
80
intervención en otros profesionales que se hallen en mejores condiciones para dar
una respuesta satisfactoria al problema.
Cuando beneficie directamente al/los principal/es actores que están
directamente implicados en ese contexto de asesoramiento (alumno, profesor/es,
familia, equipo directivo).
Cuando prevalezcan aquellas finalidades y contenidos objeto de asesoramiento
que sean respetuosas con los principios expresados en los distintos documentos
institucionales (por ejemplo, el proyecto educativo del centro, el proyecto de
acción tutorial, el reglamento de régimen interno, etc.).
Cuando repercuta positivamente en otros contextos de asesoramiento.
Cuando existan elementos que favorezcan esa intervención: tradición del centro,
competencias profesionales, recursos disponibles, actitudes-expectativas, etc.
81
especialistas de educación especial, etc.).
Para profundizar más en el problema, en un segundo momento se debería identificar a
los actores que protagonizan en ese contexto, sus finalidades y los contenidos sobre los
que estaría indicado actuar, siempre desde la perspectiva del asesor (tabla 3.1).
Tabla 3.1
Actores que intervienen Finalidades del actor Contenidos que hay que trabajar con el
(competencias, (concepciones, expectativas, actor (conceptos, procedimientos y
conocimientos, recursos) objetivos) actitudes a desarrollar con el actor)
Actor 1: director: Finalidades: Contenidos:
• Tiene 50 años de edad. • Espera que con la nueva 1. Conocer y entender las funciones que
• Delega algunas tareas de incorporación el SAP podrá asumir puede desarrollar un Servicio de
dirección a personas otras tareas que a él le interesa Asesoramiento Psicopedagógico, y
representativas y con prestigio potenciar. aquellas que escapan a su competencia.
dentro del claustro. • Confía en que el SAP pueda Recordar el modelo de intervención ya
• Tiene dificultades para realizar el plan de formación del existente.
gestionar los recursos profesorado y el desarrollo de la 2. Asumir su responsabilidad y las tareas
humanos del centro; suele “escuela de padres”, además de que le son propias o, si no se siente capaz
evitar los conflictos. ayudarle en la evaluación interna del de ello, pensar en dimitir a medio plazo.
• Desconoce cuáles son las centro.
funciones del SAP, pero
confía en que están
preparados para realizar las
tareas que les encomiende.
Actor 2: Jefatura de Finalidades: Contenidos:
estudios de primaria: • Dinamizar al profesorado, 3. Comentar un posible plan de actuación
• Tiene 45 años de edad, lleva trabajando con los asesores en temas del SAP para acercar posiciones.
10 años en la escuela. Es una de innovación educativa. 4. Pedirle información sobre el
mujer. • Resolver conflictos con el funcionamiento de la etapa y del claustro
• Tiene buen criterio profesorado, con la ayuda del SAP. de profesores.
psicopedagógico y es muy
cercana al profesorado.
• Cree y confía en la
competencia del SAP.
Actor 3: Jefatura de Finalidades: Contenidos:
estudios de secundaria: • Descargar a los profesores de los 5. Convencerle de que la clave está en
• Tiene 46 años y lleva 16 alumnos que “rompen la clase”, mejorar las formas en que se organizan y
años en la escuela. Es un usando horas de Ana para desarrollan las clases por parte del propio
hombre. desdoblamientos. profesorado.
• Tiene una actitud positiva y • Ahorrarse la sustitución del tutor 6. El asesoramiento a los tutores como
una gran dedicación a su para el 2.º trimestre y que lo haga herramienta para obtener el máximo
trabajo. Ana. rendimiento.
• Su vida es la escuela. Lleva • Atender a los alumnos poco
muchos años con cargos de adaptados a la institución escolar.
responsabilidad. • Continuar con la línea de
• Le cuesta delegar. Marketing de los tests colectivos, de
Pragmático y con una visión cara a las familias.
tradicional de la enseñanza.
• Percibe la figura del asesor
como una intrusión en su
trabajo.
82
• Es el hombre de confianza
del director.
Actor 4: Juan: Finalidades: Contenidos:
• Tiene 36 años. • Reorganizar el SAP: clarificar 7. Acordar un horario y un calendario de
• Es muy trabajador y horas y funciones, la coordinación reuniones.
conformista, no se atreve a con los tutores, etc. 8. Definir las funciones de cada miembro
nadar contra corriente, no va del SAP. Revisar el modelo de
con su carácter. intervención ya existente.
• Hace 3 años que trabaja en 9. Definir las tareas a realizar y
la escuela y en el SAP. Le temporalizarlas.
gustaría dar un giro al
Servicio, y ahora está a la
expectativa de la nueva
incorporación.
• Es pedagogo y profesor de
música en la ESO.
Actor 5: Ana: Finalidades: Contenidos:
• Tiene 31 años. • Quiere clarificar y redistribuir sus 10. Clarificar con Inspección las funciones
• Tiene ganas de trabajar bien, funciones y las del SAP en la del servicio, a partir del modelo de
viene de otra escuela. escuela. intervención existente y pactar estrategias
• Prefiere trabajar con un • No quiere asumir tareas que no le a seguir.
modelo constructivista de correspondan. 11. Ponerse al corriente del
asesoramiento. • Quiere conocer los equipos y funcionamiento de la escuela y del
• Tiene claras sus funciones, dejarse conocer antes de hacer profesorado.
pero está a la expectativa; aún nuevas aportaciones. 12. Reformular las demandas poco claras
se tiene que situar. • Quiere conseguir una buena que llegan al servicio.
• Cree en el trabajo en equipo. coordinación con Juan. 13. Ganarse la confianza del director y de
• Posee un estilo conciliador. los jefes de estudio.
14. Iniciar un trabajo de equipo con los
tutores.
15. Reflexionar con Juan sobre las
funciones del SAP, partiendo del modelo
de intervención, y pactar su posible
distribución.
83
y seguramente emplea un discurso más causal y categórico que podríamos expresar del
siguiente modo: “buena parte de las dificultades de los profesores son los alumnos a los
que nos les interesa estudiar o no se adaptan. Es preciso separar a esos alumnos y que los
atienda un especialista cualificado”. El hecho de que atribuya los problemas a una
variable externa y controlable, los malos alumnos, y de considerar al SAP como un
recurso a su disposición, dificultará enormemente las posibilidades de cambiar su
representación.
La jefe de estudios de primaria y Juan, el otro miembro del SAP, tienen en común
unas expectativas positivas y más realistas sobre las funciones que puede realizar el
servicio. Juan utiliza un discurso más descriptivo y objetivizador al querer clarificar
horario, funciones, etc. La jefe de estudios debería entrar en ese discurso para que su
percepción sobre “dinamizar al profesorado hacia la innovación” pueda operativizarse y
compartirse mejor. Finalmente Ana, la nueva asesora, debe mejorar su nivel de
conciencia sobre las distintas formas en que los actores se representan su rol y sobre cuál
es su poder efectivo. Al margen de sus alianzas “naturales” (Juan y la jefe de estudios de
primaria), ha de comprender que el principal escollo que debe salvar es la representación
del jefe de estudios de secundaria, que parte de una concepciones muy diferentes a las
suyas y tiene una posición institucional fuerte y, por otra parte, merecida.
El examen, a ser posible compartido, de las distintas finalidades y posibles contenidos
objeto de asesoramiento contemplados, conducirá a una segunda fase de ejecución de la
intervención, propiamente dicha.
84
• Materiales: Modelo de
asesoramiento del SAP
aceptado por
Inspección.
• Propuesta de proyecto
de curso (consensuada
con Juan)
• Actor 3: • Acción 2 • Espacio: despacho
jefatura de Establecer un calendario de reuniones periódicas. SAP
estudios de • Temporalización: cada
secundaria quince días (como
Contenidos 5 mínimo).
y 6. • Materiales: proyecto
de curso y documento
marco.
• Actor 4: • Acción 3 • Espacio: despacho del
Juan Reuniones con Juan con el fin de consensuar una propuesta de SAP
Contenidos 7, proyecto del SAP para este curso. • Temporalización: un
8 y 9. par de reuniones
iniciales (aprox. de 90’).
• Materiales: modelo
asesoramiento SAP
Inspectoría.
• Memorias del SAP de
la escuela de los últimos
años.
• Actor 5: Ana • Acción 4 • Espacio: despacho de
Contenido 10. Reunión con la Inspectora del centro para pedir confirmación sobre el Inspección.
• Contenidos modelo de asesoramiento psicopedagógico que debe impulsarse. • Temporalización:
11 y 12. reunión de 1 hora.
• Contenidos • Acción 5 • Materiales: ninguno.
13 y 14. Aprovechar espacios y momentos informales para conocer al claustro.
Pedir un espacio de encuentro con cada tutor para presentarse y
detectar demandas. • Espacio: sala
profesores, bar, patio,
• Acción 6 etc.
Ir elaborando un registro de las tareas que va realizando para • Temporalización: -
presentarlas periódicamente al director y jefes de estudio. Establecer • Materiales: ninguno.
un calendario de reuniones periódicas con el director, jefes de estudio y
tutores.
• Espacio: despacho
dirección.
• Temporalización:
sesiones entre
quincenales y
mensuales.
• Materiales: calendario
y agenda profesional.
85
la intervención con la jefa de estudios de primaria, a la que se considera una probable
aliada. En este caso, las modalidades de intervención se centrarán básicamente en
reuniones y entrevistas, en diferentes lugares de distinto nivel de formalidad. En
términos generales, la finalidad de esos encuentros consistirá, como ya hemos explicado,
en aproximar las distintas representaciones de los implicados mediante un discurso más
descriptivo que trate de mejorar el nivel de autoconciencia sobre las condiciones y
posibilidades reales de trabajo en las que se halla el SAP, que atribuya las posibles
dificultades a causas internas (falta de conocimiento sobre el modelo de intervención,
falta de coordinación, etc.) y controlables (posibilidad de adaptar el modelo existente “en
el papel”, de que sea un recurso eficaz y preventivo y no sólo un medio de apedazar
agujeros, etc.) y que, a largo plazo, tenga como meta la institucionalización de un
modelo de intervención del SAP más acorde con sus posibilidades reales de actuación
desde una óptica eminentemente colaborativa y preventiva.
Con el fin de establecer indicadores de control y regulación de la bondad de la
intervención desarrollada, resulta indispensable considerar una última fase de
seguimiento y evaluación.
86
sus expectativas en
relación al SAP y pactar
el propio proyecto de
asesoramiento.
1.1. Delimitar las 1.1. Grado de aceptación 1.1. Cuadro sinóptico formado por:
funciones de los del proyecto en los – Un listado de los aspectos conflictivos.
asesores a partir del términos esperados. – Los argumentos presentados por ambas partes.
propio proyecto – Los pactos finalmente alcanzados.
• Actor 3: jefe de
estudios de secundaria
Acción 3: Consenso
sobre el proyecto del
SAP:
3.1. Compartir 3.1./3.2. Aumento del 3.1./3.2. Registro de las reuniones (si es posible a través
significado y sentido de nivel de consenso que se de grabación en audio). Análisis del discurso en base a los
las funciones. refleja a través de: indicadores de cambio.
3.2. Distribución – Fluidez de las reuniones
razonada de funciones (puntualidad, clarificación
de posiciones,
aproximación de
concepciones, ausencia de
conflictos, rentabilidad).
– Apropiación mutua de
conceptos, procedimientos
y valores/actitudes.
– Negociación colegiada
de funciones.
– Señales de empatía
personal (comprensión,
consideración,
87
indulgencia, etc.).
– Otros indicios.
3.3. Horario-calendario 3.3. Establecimiento de un 3.3. Análisis del realismo, equilibrio y funcionalidad del
de reuniones. calendario de reuniones, calendario de reuniones por parte de distintos actores
con una clara (jefes de estudio, muestra de tutores y coordinadora de la
especificación de los Inspección).
horarios, que sea realista,
equilibrado y funcional.
3.4. Ponerse al corriente 3.4. Representación 3.4. Diario anecdótico individual sobre algunos sucesos
del funcionamiento del compartida de las destacables en la vida del centro y posterior contraste en la
centro y de los principales virtudes y manera de interpretarlos.
profesores. debilidades del centro y su
equipo docente.
• Actor 5: Ana 4.1. Representación 4.1. Cuadro sinóptico formado por:
compartida de las – Funciones prescriptivas. Argumentos.
Acción 4: Ratificación funciones preferenciales – Funciones negociables. Argumentos.
del modelo de del asesor marcadas por la – Funciones innegociables. Argumentos.
asesoramiento por parte prevención, la
de Inspección. colaboración y la
intervención colegiada.
Acción 5: Aprovechar 5.1. Creación de empatía y 5.1. Control y registro periódico de interacciones que
espacios de interacción establecimiento de una impliquen: – Ofrecimiento e intercambio de
formales e informales imagen profesional responsabilidades. – Credibilidad, complicidad y apoyo
para conocer a los determinada (por ejemplo, otorgados. – Invitación a actividades no institucionales
profesores y darse a colaboración abierta con (charla en el bar, invitación a la casa, propuesta de
conocer (crear una limitaciones). excursiones, etc.). – Otros.
imagen).
Acción 6: Mostrar al 6.1. Cambios en el tipo y 6.1. Registro mensual para verificar si existe un aumento
equipo directivo la frecuencia de las de demandas, especialmente del tipo: planes, proyectos y
eficacia y viabilidad del demandas recibidas. programas. También para comprobar si las demandas
modelo de suponen una petición de colaboración y tienen un sentido
asesoramiento cada vez más preventivo (en lugar de pedir una
defendido. intervención remedial, directa y urgente).
88
3. A modo de conclusión: utilidad de un modelo de análisis de contextos de
asesoramiento
89
distintos profesionales que pueden estar implicados, favoreciendo la
coordinación de acciones y, por consiguiente, su eficacia.
– Por otra parte, al hacer más transparentes el proceso de planificación, ejecución
y evaluación de la intervención puede ayudar a la formación de otros colectivos
de profesionales o futuros profesionales.
90
Notas
91
Parte II
92
Bloque I
93
Introducción
Este bloque de contenidos que encabeza la segunda parte de la obra está compuesto
por un conjunto de capítulos que tienen como eje temático las intervenciones
psicopedagógicas llevadas a cabo bajo un enfoque institucional, y que se concretan en un
tipo de planes y proyectos al servicio de finalidades generales de la institución educativa
y, por lo tanto, pueden afectar al diseño y desarrollo de una gran parte de las actividades
educativas del centro.
Desde hace casi una década se ha venido prestando gran atención a la influencia
indirecta que puede ejercer el nivel de la institución educativa en la configuración de las
prácticas educativas de un centro docente, tanto si el nivel institucional se reconoce
como un contexto educativo como si se examina como un contexto de intervención
psicopedagógica. En ambos casos, la adopción de la perspectiva sistémica nos lleva a
plantear el centro educativo como una unidad interconectada de elementos que influyen
conjuntamente en los procesos educativos y, por consiguiente, condicionan el
aprendizaje de los alumnos.
Por otro lado, también en estos últimos años las posibilidades de intervención
psicopedagógica dentro de la mayoría de los centros de educación formal se han
ampliado considerablemente más allá de las funciones que tradicionalmente ejercía un
psicólogo escolar. Uno de los campos en los que se ha puesto de manifiesto esta
extensión de la influencia psicopedagógica ha sido en la evolución que han
experimentado determinadas prácticas psicopedagógicas, que a menudo se iniciaron
como respuesta a necesidades educativas individuales detectadas, y progresivamente se
han ido convirtiendo en planes y proyectos institucionales de centro que responden a
determinadas intencionalidades educativas asumidas por toda la organización educativa.
Este crecimiento de los planteamientos educativos de carácter institucional ha sido
provocado, en parte, por las crecientes exigencias externas que deben asumir los centros
de educación formal provenientes de la propia sociedad, que se transforman en nuevas
demandas educativas que deben atenderse y que cubren un amplio espectro de temáticas.
Pero además, este crecimiento también se ha debido al incremento de las necesidades
internas del propio centro, como por ejemplo, la necesidad de adaptación de la actividad
educativa a la diversidad social y cultural de los alumnos.
Para un centro educativo en particular, conseguir tener planes y proyectos educativos
institucionales no es una tarea sencilla, puesto que debe ir acompañada de un proceso
94
complejo que supone para sus integrantes pasar a percibirse como miembros activos de
una institución educativa más allá de posturas individualistas, que sean capaces de
asumir metas comunes, que tengan representaciones suficientemente compartidas sobre
los problemas educativos a los que se enfrentan y que compartan la necesidad de
implicarse e intervenir en ellos. Llegados a este punto, será necesario, asimismo, la
racionalización y delimitación de esfuerzos personales e institucionales y el
establecimiento de líneas coherentes de acción coordinadas para todos los miembros de
la comunidad educativa que permitan compartir objetivos institucionales, coordinar y
organizar las acciones educativas, asignar recursos, buscar responsables, temporalizar las
acciones educativas o evaluar los proyectos.
Para este cometido, resulta indispensable concebir al psicopedagogo como agente de
cambio y al asesoramiento psicopedagógico como un recurso de que dispone el centro
para satisfacer sus necesidades y cumplir así con los objetivos que la institución tiene
encomendados socialmente.
En el cuarto capítulo se ponen de manifiesto estas ideas que acabamos de exponer en
el marco de un plan de actuación para atender a la diversidad de los alumnos. Su autor,
V. Tirado, después de presentar los principios educativos que fundamentan su propuesta
de intervención psicopedagógica, ejemplifica una forma de intervención
psicopedagógica que aborda de forma contextual y sistémica uno de los temas más
controvertidos en la educación de niveles secundarios: el fracaso escolar, proponiendo al
final del capítulo, y tras haber analizado las condiciones de escolarización y las
características individuales del alumnado que no logra los objetivos de aprendizaje, una
propuesta educativa, curricular y organizativa para el alumnado analizado y evaluado.
Otro de los retos educativos que tienen las instituciones de educación formal en la
actualidad es la incorporación de los alumnos inmigrantes al sistema educativo y a la
sociedad que les acoge. En el quinto capítulo, M. J. Montón proporciona muchas de las
respuestas institucionales que pueden realizarse para organizar la acogida y el
seguimiento de alumnos procedentes de otras culturas. La opción que ha tomado la
autora es presentar en primer lugar una tipología del alumnado inmigrante para
posteriormente identificar los aspectos educativos clave de la acogida: emplazamiento
escolar, actitudes, organización de la acogida, detección de las necesidades educativas
del alumnado inmigrante, el aula de acogida, el aprendizaje de la lengua o lenguas de la
sociedad de acogida, los alumnos y otros aspectos relativos a las familias, al entorno de
la ciudad y a los recursos para facilitar el conocimiento del entorno por parte de los
inmigrados.
Siguiendo con este enfoque institucional de las propuestas, en el sexto capítulo N.
Mollà y C. Monereo abordan la cuestión de la intervención psicopedagógica en el plan
de acción tutorial de centro. Destacamos de este capítulo la distinción que se hace entre
los diferentes contextos de intervención (órganos de dirección y gestión, por una parte,
profesores y tutores por otra, familias por otra) así como el análisis detallado que
95
realizan de un proceso de intervención psicopedagógica en un contexto complejo de
asesoramiento inscrito en el proyecto de acción tutorial del centro, que se presenta
mediante un instrumento de análisis de la práctica que se revela como un instrumento
para sistematizar el propio proceso de intervención a modo de autorreflexión.
En el séptimo capítulo, V. Tirado presenta otra temática institucionalmente relevante:
la orientación académica y profesional de los alumnos. Como en los capítulos anteriores,
además de explicar los principios psicopedagógicos que deben fundamentar las
actividades de orientación académica y profesional en un centro educativo, se explica el
proceso de diseño y planificación de este tipo de actividades para estudiantes de
educación secundaria en los diferentes ámbitos de desarrollo del plan.
En el octavo capítulo, R. Ortega aborda con una perspectiva comunitaria una cuestión
que progresivamente va convirtiéndose en una necesidad educativa para algunos centros
docentes: la intervención en la convivencia y la prevención de la violencia escolar. El
enfoque de la autora sitúa la cuestión lejos de los parámetros tradicionales, vinculados
con aproximaciones basadas en enfoques que podemos denominar el mantenimiento de
la disciplina de los alumnos. Los autores adoptan una perspectiva comunitaria y
ecológica para el análisis del tema de la convivencia escolar que fundamenta un modelo
específico de intervención psicoeducativa.
Por último, N. Simó y J. Soler introducen en el noveno capítulo un tema novedoso
que en según qué centros educativos puede traspasar el nivel institucional: la
coordinación entre la primaria y la secundaria. Después de argumentar la necesidad de la
coordinación entre los centros, se analizan las dimensiones del proceso de transición
entre ambos niveles educativos y se ejemplifica una experiencia de intervención
psicopedagógica en un centro de educación secundaria.
En fin, se trata de seis capítulos que se presentan al inicio de esta obra y que nos
sirven para ejemplificar diversos modos de llevar a cabo el desarrollo de planes y
proyectos institucionales de centro, poniendo de manifiesto la necesidad de que el
psicopedagogo se involucre con los centros educativos también a un nivel institucional.
Los coordinadores
96
Capítulo IV
97
Plan de actuación para atender a la diversidad de los
alumnos
Vicent Tirado
98
intereses y motivaciones de diferentes alumnos del mismo curso y edad se hace más
amplio. En efecto, las necesidades educativas no sólo son muy diferentes, sino que, en
ocasiones, pueden encontrarse muy alejadas entre sí e incluso ser opuestas. Por eso las
respuestas de los alumnos son considerablemente diferentes entre sí y, en ocasiones,
pueden resultar incompatibles, por lo que hay que generar varias actuaciones, así como
distintas vías de atención a la diversidad.
La atención a la diversidad en un centro comporta distintos niveles de actuación y
diferentes ámbitos de intervención, de los cuales, en este capítulo, sólo se expone una de
las muchas casuísticas posibles; concretamente, la que se refiere a la respuesta educativa
dirigida a alumnos con grandes dificultades de aprendizaje y, sobre todo, con gran
desmotivación y desinterés por los aprendizajes escolares, hasta el punto de que muchos
de ellos desean fervorosamente abandonar el instituto para incorporarse al mundo
laboral. Expondremos, a continuación, algunas de las situaciones más habituales que se
pueden producir y que requieren atenciones educativas específicas. Una de ellas se
refiere a los distintos aspectos preventivos que deben hallarse presentes en todos los
ámbitos de decisión del profesorado. En efecto, el psicopedagogo, en su intervención
relativa al apoyo del proceso de enseñanza y aprendizaje, debe colaborar con la comisión
de coordinación pedagógica, con los departamentos didácticos y equipos docentes y con
las actividades de elaboración, aplicación, seguimiento y evaluación del proyecto
curricular y las programaciones didácticas. A tal fin, es imprescindible tener presentes
las características del entorno social y cultural del centro, así como las peculiaridades
más relevantes del alumnado y de su entorno familiar y de relaciones sociales, ya sea en
el momento de adecuar y priorizar los objetivos generales, en la determinación y
organización de los contenidos, en el acuerdo sobre los criterios y los procedimientos
para la evaluación y promoción o en las decisiones sobre metodología didáctica y sobre
los materiales curriculares que van a emplearse, entre otras circunstancias. Procediendo
de ese modo, el profesional conseguirá que el currículo de la etapa o ciclo
correspondiente sea seguido por un número de alumnos mayor. En este sentido, es
asimismo conveniente que en la elaboración, aplicación y seguimiento del reglamento
interno del centro se considere la idiosincrasia del entorno y de sus alumnos.
En ese orden de cosas, hay que señalar que algunos alumnos requieren medidas
educativas más específicas que las habituales, como suelen ser refuerzos,
desdoblamientos de horas en determinadas áreas, organización de grupos flexibles,
materias optativas adecuadas, etc. En estos casos, es imprescindible revisar las
decisiones tomadas y reflexionar sobre su aplicación en los distintos elementos que
configuran el currículo, porque ello debe servir de referente para que el profesorado
acuerde las actividades curriculares y las formas organizativas más adecuadas para
determinados alumnos, sabiendo que dichas medidas habitualmente requieren
modificaciones del currículo poco importantes en comparación con el acordado para
todo el centro, ciclo o nivel educativo con carácter general.
99
Desde esta perspectiva, la atención a la diversidad implica considerar a los alumnos
con necesidades educativas especiales asociadas a aspectos del desarrollo personal del
alumnado que se encuentran en régimen de integración escolar. Las actividades
educativas que generan dichas necesidades y características requieren una serie de
adaptaciones curriculares individualizadas, que han de verse concretadas en un plan
individual para cada alumno. Estas adaptaciones conllevan, por una parte, una
evaluación psicopedagógica rigurosa y profunda que diagnostique las características y
necesidades de cada alumno con el mayor detalle posible y, por otra parte, unas
modificaciones curriculares que suelen afectar a los objetivos generales de etapa y área,
a los criterios de evaluación y a gran parte de los contenidos adoptados para el conjunto
del alumnado del mismo ciclo o nivel educativo que, de todas formas, debe
complementar y completar los apoyos y medidas educativas que lleva a cabo el equipo
docente con el conjunto de jóvenes del mismo curso. Por eso, y porque se trata de una
medida más de atención educativa a la diversidad, el referente principal para elaborar el
currículo del alumnado tienen que ser los aspectos básicos y fundamentales del currículo
oficial y su adecuación y contextualización, aspectos acordados en el proyecto curricular
y en las programaciones didácticas y de aula por parte de los órganos de gestión y
coordinación correspondientes. La razón es que el mencionado plan individualizado
debe servir para que cada alumno desarrolle sus capacidades al máximo y, al mismo
tiempo, para que pueda obtener, en la medida de lo posible, el título correspondiente. Por
eso, solamente la existencia en los centros de un plan de atención a la diversidad que
contemple los distintos ámbitos expuestos puede dar continuidad a las distintas
actividades educativas que se impulsen para dar respuestas adecuadas a las necesidades
de todos los alumnos.
100
1. Dimensiones del análisis de las características de determinados alumnos
y alumnas de tercero de ESO en un instituto
101
Análisis de las ayudas específicas, curriculares y organizativas que está
recibiendo dicho alumnado y valoración de sus consecuencias más destacadas. La
conclusión es que, en general, estos chicos están trabajando el mismo currículo que
sus compañeros y que las adaptaciones realizadas corresponden a las áreas
denominadas instrumentales. El alumnado que las cursa se agrupa de modo
diferente al que es habitual en su grupo de referencia, ya que constituye un grupo
de quince estudiantes por aula. Las modificaciones del currículo afectan, casi
exclusivamente, a los aspectos metodológicos, en el sentido de que existe una
mayor atención personal en las explicaciones de los distintos contenidos y un
seguimiento más individual del proceso de aprendizaje. Se admite que con dicha
dinámica se obtiene una ligera mejora del rendimiento del alumnado, aunque ésta
resulta insuficiente para alcanzar los objetivos propuestos. La falta de motivación e
interés por aprender los contenidos planteados y por continuar progresando persiste
en el alumnado. Lo mismo ocurre con las materias optativas que cursan, ya que
muchas de ellas constituyen un refuerzo de los elementos más instrumentales del
currículo, y los alumnos demuestran sentirse aburridos y cansados con relación al
aprendizaje de los contenidos que se imparten.
Análisis de las expectativas del profesorado respecto a la situación escolar del
mencionado alumnado. Todos están de acuerdo en considerar que, pese al esfuerzo
realizado, las expectativas creadas sobre las posibilidades reales de aprendizaje de
esos alumnos son muy escasas. Por otro lado, el profesorado manifiesta que atender
el espectro de diversidad de capacidades e intereses que existe en el aula le resulta
difícil, y en muchos momentos, imposible, lo que repercute negativamente en los
procesos educativos que se generan y en la autoimagen de los enseñantes y de los
estudiantes.
Análisis del interés del alumnado. El profesorado reconoce que las conductas
disruptivas de algunos de estos chicos se deben, en buena parte, al escaso interés
que les despiertan los temas abordados en las aulas, aunque también hay personas
que no se amoldan a las normas de funcionamiento del centro y a los
requerimientos habituales que la institución escolar demanda a su alumnado. Todo
ello les genera dificultades para adaptarse al funcionamiento y a la dinámica del
instituto. En este sentido, los tutores ponen de relieve, por una parte, las
dificultades con las que han topado a lo largo de las conversaciones con algunos de
estos chicos para lograr que éstos modifiquen determinados comportamientos y,
por otra parte, el disgusto que les causa el hecho de verse obligados a llamarles la
atención permanentemente.
Análisis de la percepción de los mencionados alumnos sobre las medidas
específicas que se les aplican. En la reunión se expone la coincidencia de los
profesores a la hora de subrayar que la mayoría de estos alumnos no acepta la
normativa de buen grado debido a que en su momento no se les consultaron los
102
planes diseñados específicamente para ellos. De todas maneras, expresan las
dificultades que encuentran para aprender lo que se les propone, y añaden que
dichas dificultades se ven incrementadas en las áreas que cursan conjuntamente
con el resto del grupo clase.
103
presente la información de la historia escolar del alumnado y, dada la urgencia de poner
en marcha nuevas actuaciones educativas, que se centre fundamentalmente en las
cuestiones relativas a la adquisición de las capacidades. El psicopedagogo añade que
disponer de información sobre este aspecto es muy importante, pero que también es
indispensable valorar el conjunto de condiciones educativas que concurren en el
aprendizaje del alumno, puesto que los elementos constitutivos de esos dos ámbitos
están estrechamente relacionados entre sí. Por esta razón, explica que está de acuerdo en
evaluar los aspectos más relevantes de dicho ámbito, pero, al mismo tiempo, indica que
éstos son difíciles de analizar si no se realizan en interacción con los elementos más
relevantes y significativos del proceso de enseñanza y aprendizaje que se genera en las
aulas durante el desarrollo de las distintas unidades didácticas. Dicho de otro modo, el
psicopedagogo propone que la evaluación del nivel de adquisición de capacidades se
realice en estrecha relación con los contenidos curriculares y las estrategias
metodológicas y de aprendizaje, por lo que el análisis de las competencias de cada
alumno debe efectuarse considerando, por una parte, las capacidades de la etapa y, por
otra, las estrategias instructivas del profesorado.
En este sentido, el psicopedagogo propone al equipo docente realizar valoraciones de
los materiales que ha elaborado el alumnado, de los materiales curriculares que utiliza el
profesorado y de la información obtenida sobre las maneras de proceder de los distintos
profesores. Se acuerda que el psicopedagogo tendrá acceso a los distintos materiales
señalados y que le será facilitada toda la información que necesite sobre la práctica del
profesorado en el aula. Dado que el equipo docente no ha creído conveniente que el
profesional de la psicopedagogía realice una observación presencial de los procesos de
enseñanza y aprendizaje de las distintas aulas, se conviene que éste emplee como método
de valoración la entrevista con el alumnado y con las personas que considere
convenientes. Conciliados todos estos extremos, se establece que cuando el
psicopedagogo consiga las informaciones necesarias y correspondientes a lo acordado,
informará al equipo docente para proceder a su análisis colectivo, con la finalidad de
tomar las decisiones y decidir las actuaciones educativas que se consideren más
adecuadas para el alumnado y para el centro.
Antes de empezar las entrevistas con los distintos estudiantes, el equipo docente y el
profesorado debaten sobre una serie de cuestiones que se consideran importantes para
profundizar en la valoración de la situación educativa de los mencionados alumnos y
alumnas; a saber:
104
curricular para promocionar de curso, ciclo o etapa e informa sobre el grado de
exigencia en cada materia.
¿Qué estrategias instructivas y metodológicas se emplean mayoritariamente
para que el alumnado asuma los objetivos y contenidos reseñados? Es conveniente
reflexionar acerca de la incidencia del empleo de métodos expositivos,
manipulativos o prácticos, interactivos, cooperativos, etc., en el rendimiento del
alumnado y, al mismo tiempo, informar de la metodología pedagógica y didáctica
habitual que utiliza el profesorado y sirve de referente para la evaluación de cada
uno de los alumnos y alumnas.
¿Qué expectativas tiene el profesorado respecto a la capacidad de aprendizaje
de cada alumno y cuál es su percepción de la posibilidad de incidir
adecuadamente en el rendimiento escolar de éste y en su progreso? Conviene que
estos datos sean comparados y contrastados con la sensación que tiene el alumno
respecto a sus posibilidades de aprendizaje y a su percepción respecto a las
actuaciones relativas a las expectativas del profesorado sobre su progreso.
¿Cuál es la relación de correspondencia entre las características de las
medidas educativas empleadas con dicho alumnado y los principios
psicopedagógicos sólidos y adecuados a las características de éste? Se trata,
asimismo, de examinar las respuestas de cada uno de los alumnos ante la oferta
educativa desplegada por el profesorado. Dicho debate ha de servir para disponer
de mejores datos acerca de la interacción educativa que se produce en el proceso de
enseñanza y aprendizaje y de las dificultades con que, en opinión del equipo
docente, se encuentran los estudiantes, incluso en las situaciones en las que se ha
realizado una adaptación de las actividades educativas. En este sentido, es
interesante descubrir los criterios que utiliza el profesorado para determinar las
dificultades del alumnado y sus posibilidades de aprendizaje.
105
2. Evaluación de las características de los alumnos
106
también respecto a cada uno de los elementos que configuraron la oferta educativa.
107
se trató de obtener pistas acerca de lo que convenía seleccionar para ser aprendido por
los alumnos en cada una de las áreas.
De todas formas, durante el proceso de análisis, se introdujeron estrategias
metodológicas novedosas, materiales nuevos e instrumentos innovadores, con el objetivo
de descubrir cuáles eran las situaciones de enseñanza y aprendizaje que permitían
aprender más y mejor y cuáles dificultaban el aprendizaje y la motivación del alumnado.
En este sentido, se escogieron y se emplearon los siguientes aspectos de las estrategias
instructivas que, sin agotar la riqueza de prácticas que se llevan a cabo en el aula,
resultaban las más significativas para contribuir a lograr un aprendizaje mayor y de más
calidad:
108
donde el alumnado debía aplicar lo que había aprendido. La interacción fue la
constante de esta fase, en la que el adulto iba planteando distintas ayudas que
sirviesen para que el alumnado resolviese dichos problemas (nuevas explicaciones,
utilización de lenguajes novedosos y diferentes, empleo de diversidad de
materiales, manejo de pluralidad de soportes informáticos y visuales y de técnicas
de aprendizaje, etc.).
Oferta de nuevos contenidos y nuevas actividades objeto de aprendizaje y de
enseñanza, más ajustados a las necesidades del alumnado, para que éste pudiera
aplicar lo que había aprendido y efectuar el mayor número posible de tareas
planteadas. Se tuvo mucho cuidado de programar y presentar actividades y
contenidos con distinto grado de complejidad, dificultad y exigencia.
109
cada cual.
En otro orden de cosas, se dialogó sobre la disponibilidad del alumnado por
esforzarse y, sobre todo, por llegar a acuerdos con el profesorado y con el conjunto de la
institución para mejorar su rendimiento escolar y su conducta habitual en el centro.
Evidentemente, ese acuerdo debía comprometer seriamente no sólo a cada alumno, sino
también a todos los profesores, y a los demás adultos que colaboran en el centro.
110
3. Características más relevantes del alumnado valorado
111
apenas les interesan y de poca utilidad práctica y, por otra parte, estiman que es
muy rígida en la aplicación de la normativa de funcionamiento, por no adaptarse a
su realidad y forma de actuar y, por lo tanto, dicha normativa suele ser aplicada con
demasiada severidad.
112
4. Propuesta educativa, curricular y organizativa para el alumnado
analizado y evaluado
113
obtención del título de educación secundaria. Así, se convino que debían trabajarse todas
estas características, sin excluir ninguna, aunque algunas se destacasen más que otras en
función de las características y necesidades del alumnado. Por eso, se consideró
importante insistir tanto en las capacidades de desarrollo personal y social (sobre todo
las relativas a la autoestima personal y las de interrelación y actuación e inserción social)
como en las capacidades cognitivas, aunque aplicadas especialmente al desarrollo de
aquellas primeras.
Los contenidos que debían abordarse en las aulas tenían que servir para alcanzar las
mencionadas capacidades y, por lo tanto, debían estar en función de esas mismas
capacidades. Al mismo tiempo, se consideró necesario elegir los contenidos de
aprendizaje atendiendo a las características del alumnado, optando por aquellos que
mejor se ajustaran a sus intereses y expectativas; todo ello para lograr que los alumnos
percibiesen que son o que pueden llegar a serles útiles para su vida personal, laboral y
escolar presente o futura. Los contenidos referentes a temas y a contextos relativos a la
inserción social y laboral (procesos para encontrar trabajo y para conocer el mundo de la
producción y servicios, etc.) y al proceso de acceso a la vida adulta (que aludan a las
vivencias de la juventud y edad adulta, hábitos sanitarios, emocionales y sexuales, etc.)
podrían revelarse como los más adecuados. De la misma manera, se programaron
contenidos relativos a las TIC, así como otros relacionados con las aficiones culturales,
deportivas, musicales y cinematográficas, entre otras, de los alumnos.
El interés que la inmensa mayoría de chicos muestra por la tecnología y, sobre todo,
por las cuestiones relativas a la especialización profesional (conocimientos prácticos y
manipulativos) así como los éxitos alcanzados por la mayoría de ellos en el área de
educación física y de educación visual y plástica fueron objeto de análisis y permitieron
tomar una serie de decisiones dirigidas a sostener el interés y las capacidades
desarrolladas en todos estos ámbitos.
El profesorado acordó que, en la medida de lo posible, las distintas programaciones
deberían enfatizar los contenidos relativos a procedimientos, actitudes, valores y normas,
puesto que, por una parte, el alumnado mostraba carencias considerables en todos ellos
y, por otra parte, estos contenidos se relacionaban estrechamente con el dominio de las
capacidades básicas reseñadas. Asimismo, el profesorado decidió desarrollar una
estrategia metodológica centrada en la actividad del alumnado, evitando, en lo posible,
otras más expositivas, que exigieran de éste un alto grado de concentración en
explicaciones excesivamente formales. Es decir, se sugirió que, por ejemplo, el
desarrollo de la capacidad de razonamiento abstracto se fundamentaría en la reflexión
sobre la actividad concreta y práctica desarrollada por el alumnado. En consecuencia con
esta decisión, se dispuso que los distintos contenidos adoptasen una dimensión funcional
y práctica, fundada en la necesidad de orientación académica y profesional del
alumnado.
En el mismo orden de cosas, se acordó que la metodología debía propiciar tipos y
114
grados de ayuda educativa amplios, dispensados en el marco de la relación de
interacción sistemática y continuada entre el profesorado y el alumnado, puesto que este
último requería ayuda personal e individualizada para continuar progresando. La
posibilidad de ajuste continuado de la ayuda a las dificultades que fueran surgiendo en el
momento de manifestarse constituiría una de las ventajas de esta forma de proceder. Las
actividades de aprendizaje se diseñarían de modo que el alumnado pudiese realizarlas lo
más correctamente posible, contando con ayudas específicas sistemáticas y ajustadas;
todo ello con la finalidad de desarrollar en el alumnado un concepto positivo de sí
mismo, que le permitiría gestionar mejor las posibles frustraciones personales y al
mismo tiempo aprender a aceptar los errores y anticipar la posibilidad de hacerles frente.
Se consideró que una de las estrategias que mejor podría contribuir a la consecución de
este objetivo sería la que consiste en programar secuencias breves de enseñanza y
aprendizaje, puesto que el alumnado podría regular mejor su proceso de aprendizaje y el
profesorado, por su parte, comprobaría más rápidamente sus avances y retrocesos.
El equipo docente y los demás profesionales presentes en la reunión analizaron la
dificultad e imposibilidad de llevar a cabo una propuesta curricular de tal complejidad en
el marco del aula habitual, donde estos alumnos coinciden con otros. El desarrollo de un
currículo de estas características (que da más importancia a las capacidades que hemos
descrito, abordando los temas y contenidos expuestos y facilitando el aprendizaje de
estrategias metodológicas muy individualizadas y de ayudas educativas muy
personalizadas) requiere de un contexto aula que posibilite esta actividad. Para lograrlo
en las condiciones actuales del centro, se acordó generar una propuesta educativa basada
en las siguientes decisiones:
115
su grupo para organizarse en otra estructura organizativa a fin de cursar dicho
currículo.
Otra parte del currículo se cursaría conjuntamente con el grupo clase habitual.
Los alumnos mostraban interés y motivación por los temas y contenidos de
educación física, educación visual y plástica y tecnología y, en general,
presentaban un rendimiento escolar satisfactorio y un nivel de adquisición
aceptable de los objetivos y de los contenidos planteados. Por la misma razón, se
dispuso que cursasen las materias optativas –eligiendo entre la propuesta que, con
carácter general, se diseñó para su curso o ciclo– que más les interesaran,
dejándose guiar en la elección por criterios de orientación personal, académica y
profesional. Para favorecer la elección, el equipo docente diseño asignaturas
optativas que respondiesen a las necesidades y expectativas del alumnado. En
muchos casos, las asignaturas optativas fueron cursadas con su grupo clase o con
sus compañeros del nivel educativo o ciclo correspondiente.
116
La respuesta educativa, curricular y organizativa, una vez diseñada y establecida, fue
presentada ante el colectivo de alumnos implicados en la misma, para que éstos diesen
su opinión y para proceder a la toma de acuerdos y a la negociación de los términos
concretos y personalizados de la propuesta y a la adopción de los compromisos que
regirían el comportamiento y la conducta de alumnos y profesores dispuestos a
desarrollar el currículo acordado. Más tarde se informó a los padres y madres de cada
uno de los alumnos para que expusieran su opinión y manifestaran su acuerdo o
desacuerdo ante la posibilidad de que sus hijos participaran en esa experiencia educativa.
El programa fue seguido por un elevado número de discípulos, ya que todos aquellos
alumnos a los que se presentó aceptaron implicarse en él (al igual que sus familias), con
sólo dos excepciones.
Lecturas recomendadas
117
diversidad que recojan medidas educativas, desde las más ordinarias a las extraordinarias, pasando por
otras de tipo específico. Desde esta perspectiva, resulta muy interesante el capítulo dedicado a la
atención a la diversidad en el aula, puesto que se establecen criterios pedagógicos y didácticos
respecto a las programaciones, al desarrollo de la unidad didáctica y a la evaluación de los
aprendizajes. También ofrece especial interés el capítulo dedicado a los alumnos con necesidades
educativas especiales, dado que en él se aclaran conceptos fundamentales sobre la educación especial
y se ofrecen ejes de actuación educativa para este tipo de necesidades.
118
Capítulo V
119
Plan de acogida y seguimiento de alumnos procedentes de
otras culturas
M. José Montón
120
1. Tipología del alumnado inmigrante
121
Dificultades para conseguir la continuación de los estudios a partir de los 16
años.
Muy poca participación en las actividades del barrio y de la ciudad.
Aislamiento social de muchas familias.
122
2. Aspectos clave de la acogida
123
convencimiento o debe actuarse con más contundencia y exigirse el cumplimiento de las
condiciones, obligaciones y responsabilidades que tienen todos los centros educativos
sostenidos con fondos públicos? ¿Qué puede pensar un alumno o su familia cuando la
toma de decisiones sobre su escolarización acaba siendo, en ocasiones, el inicio de un
conflicto? Es obvio que esta forma de proceder no es la mejor para favorecer el
establecimiento de lazos afectivos y emocionales sólidos y positivos.
La acogida inicial es muy importante y sólo puede llevarse a cabo de forma positiva
mediante el establecimiento de relaciones gratificantes con los compañeros y
compañeras y con el profesorado.
La atención temporal intensiva para el aprendizaje inicial de la lengua debe
garantizarse en todos los centros rehuyendo de propuestas de concentración en centros
ajenos o en itinerarios segregados. Educar los hábitos escolares correspondientes a las
formas de vida del sistema educativo es algo difícil de conseguir en un contexto ajeno al
propio centro y a la propia clase. Los alumnos inmigrantes deben aprender en un
contexto normalizado y en interacción con compañeros y compañeras y profesores
autóctonos. Los primeros modelos que reciben son esenciales para que puedan entender
nuestro funcionamiento y adquirir progresivamente los hábitos y las normas que rigen en
el entorno escolar. Los alumnos y las alumnas progresan de forma diferente y el hecho
de no poder acceder a los recursos y posibilidades de un centro educativo ordinario
impide tratar de manera diferenciada cada situación.
Cuando están escolarizados en un centro educativo, los alumnos inmigrantes
establecen relaciones afectivas con sus compañeros autóctonos que les van dando
seguridad, se sienten tratados como el resto del alumnado, lo aprecian y los respetan. El
hecho de no disponer de este referente les dificulta la relación y no se implican de igual
manera.
Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es que la propuesta de escolarización al
margen de la organización ordinaria de los centros educativos dificulta que la
responsabilidad sea asumida por toda la comunidad educativa. Cuando esto sucede, la
responsabilidad se delega en los profesionales que realizan directamente el trabajo con
los alumnos inmigrantes, corriendo así el riesgo de crear una organización periférica sin
vinculación con el colectivo de maestros y profesores del propio centro.
La concentración de un numero elevado de alumnos inmigrantes en determinados
centros públicos no favorece la normalización. La “guetización” de algunas escuelas y
institutos es un hecho real que acaba por generar situaciones graves de marginación. El
derecho de los padres a elegir centro es un argumento que se está utilizando
abusivamente al no aplicar con rigor unos criterios de admisión de alumnos que
equilibren los centros públicos y los centros concertados. Garantizar una distribución
equilibrada de alumnos con necesidades educativas especiales escolarizados en centros
públicos y en centros concertados es un principio de normalización al que no se puede ni
se debe renunciar.
124
En suma, la normalización del emplazamiento escolar pasa por:
Uno de los aspectos más importantes y prioritarios es el vínculo afectivo que las
personas recién llegadas, en este caso niños y niñas y adolescentes, establecen con la
sociedad de acogida. Solamente hace falta cruzar la mirada con la de los alumnos que
acaban de llegar para comprobar que piden ayuda. De la calidad de esta ayuda dependerá
que su mirada se transforme en seguridad o en desconfianza e incluso, tal vez, en odio.
Un aspecto fundamental e imprescindible es la actitud del que acoge. Sólo una actitud
basada en el reconocimiento de los derechos individuales y una práctica educativa que
incluya también un compromiso de lucha contra la exclusión social hará posible un
cambio real. Las reflexiones intelectuales y las prácticas personales han de caminar en
paralelo y afectan por igual a toda la comunidad educativa, entendida como el conjunto
de centros educativos de la red pública y de la red privada concertada.
Cuesta poco imaginarse las vivencias de los alumnos recién llegados cuando se
encuentran en un lugar desconocido, con unas personas desconocidas, con lenguas
distintas, percibidos a su vez como personas diferentes y, en ocasiones, recibidos con
una cierta hostilidad.
A esta situación hemos de añadir las tensiones que el hecho migratorio provoca. El
abandono de su país, de su gente, de sus costumbres, a menudo de parte de su familia,
por ejemplo de la madre, y paralelamente a esto aparecen nuevas expectativas y unas
nuevas exigencias sociales que no se pueden abordar de golpe y menos en solitario. La
forma de plantear la acogida del alumnado inmigrante condicionará, sin duda, su
implicación en esta nueva etapa de su vida. Se aprende a partir de relaciones afectivas
gratificantes y seguras, y para que eso sea posible, las relaciones han de ser siempre
bidireccionales e interactivas.
125
Todos los centros educativos disponen de actividades destinadas a la acogida de los
nuevos alumnos y sus familias al inicio de las diferentes etapas como por ejemplo, las
jornadas de puertas abiertas, la presentación del curso a los alumnos, las jornadas
informativas a las familias, las entrevistas individuales, etc., pero en el caso de los
alumnos procedentes de otras culturas consideramos que es conveniente la realización de
algunas acciones específicas complementarias a las acciones mencionadas. A
continuación señalamos algunos aspectos importantes a tener en cuenta:
126
La propuesta que realizamos a continuación pretende contribuir a mejorar algunos
aspectos más específicos y complementarios al plan de acogida, al plan de acción
tutorial, al plan de atención a la diversidad, etc.
127
imposibilidad de comunicación. Por otro lado, no se trata simplemente de realizar una
traducción del mensaje, sino de ayudar a establecer relaciones entre las diferentes
culturas. A menudo nos encontramos frente a situaciones que no se pueden entender por
desconocimiento de las realidades culturales y nosotros exigimos una normalidad cuando
las prácticas educativas escolares y familiares son diferentes. Los alumnos y sus familias
han de tener tiempo para poder entender nuestro funcionamiento y, al mismo tiempo,
deben conocer los motivos por los cuales exigimos determinadas maneras de actuar.
A menudo, las familias y los alumnos actúan como si todo les resultase muy cercano,
pero lo hacen por complacer y a menudo no quieren demostrar que no nos han entendido
o que no están de acuerdo con nuestro planteamiento, lo que genera una situación de
desigualdad y a menudo de sumisión. La ayuda de un profesional que contribuya a
establecer una comunicación fluida y tranquilizadora, donde las dos partes tengan las
mismas oportunidades, facilita, sin duda, el trabajo de acogida. Posiblemente, de no
existir las dificultades de comunicación, esta figura no seria necesaria.
Una práctica que se usa es la colaboración de alumnos que ya están integrados en el
centro para que hagan de puente de comunicación con las familias. Si bien en alguna
ocasión puede ser un recurso que se puede utilizar para obtener determinadas
informaciones de carácter administrativo, no consideramos que éste sea un recurso
aconsejable de forma general, ya que va contra el derecho de mantener el secreto de la
información y se podría hacer un mal uso de la misma.
El trabajo del mediador/a cultural debe ser de colaboración y no ha de suplir las tareas
de los tutores o tutoras o del resto del profesorado; por tanto, sus funciones siempre han
de realizarse en colaboración y en presencia de otros docentes o profesionales de apoyo.
A continuación señalaremos las principales funciones que debe ejercer este
profesional:
128
formación ocupacional, a los cursos de garantía social y, en general, para ayudarles
a continuar estudios e integrarles en la sociedad.
129
Entendemos como competencia comunicativa el desarrollo de las destrezas básicas de
hablar, leer, escribir y escuchar, pero también de resolver problemas de la vida cotidiana
y de conocer los rasgos básicos culturales de la sociedad de acogida. La competencia
comunicativa se adquiere especialmente cuando existe intencionalidad de comunicación,
es decir, cuando se quieren decir cosas, se quieren mantener relaciones sociales y se
quiere participar activamente en la sociedad de acogida. Para que esto sea posible, es
importante hacer una buena acogida desde el respeto y la valoración del alumno
inmigrante como portador de saberes que también interesan a la comunidad de acogida y
que son valorados por ésta. Difícilmente un alumno inmigrante puede tener ganas de
aprender cuando se siente poco valorado o cuando percibe que es rechazado a causa de
su cultura o su religión. La responsabilidad del éxito recae en primer lugar en el propio
individuo, pero también y muy especialmente en la sociedad de acogida, la cual tiene la
obligación de crear las condiciones para que los alumnos y las alumnas consigan tener
una buena autoestima y se sientan tratados en igualdad de condiciones que el resto de
compañeros y compañeras.
La formula de crear un aula de acogida, agrupando a los alumnos y a las alumnas
durante un buen número de horas para facilitar el aprendizaje acelerado de la lengua y el
conocimiento del medio, puede ser una buena estrategia que les permita acelerar su
proceso de aprendizaje y facilitar el acceso posterior a las aulas ordinarias en mejores
condiciones.
Los alumnos y las alumnas deben tener un grupo clase de referencia con el que
compartir la tutoría y algunas otras áreas más procedimentales como la educación física,
el área de tecnología, el área de visual y plástica, el área de música, etc., en función del
nivel de competencias de cada alumno.
El aula de acogida debe disponer de un espacio en donde sea posible organizar
rincones de trabajo con recursos informáticos, material audiovisual, biblioteca de clase,
materiales de consulta, mapas, carteles, etc. Es importante que el espacio del aula sea
acogedor.
La responsabilidad de esta clase debe correr a cargo de un docente mínimamente
especializado en este tipo de trabajo y éste debe colaborar con los respectivos tutores y el
resto del profesorado en la adaptación y seguimiento de los alumnos.
130
la adquisición de un conocimiento funcional de la lengua no es suficiente para poder
tener éxito escolar y para alcanzar los objetivos de la educación básica, así como para
poder cursar estudios superiores.
Uno de los objetivos prioritarios es que el alumnado, independientemente de las
etapas educativas en las que se encuentre, conozca lo más rápidamente posible la lengua
con la finalidad de que el lenguaje posibilite la construcción de nuevos aprendizajes. El
aprendizaje de la lengua debe ser el instrumento que permita el aprendizaje de las
diferentes áreas de conocimiento, es decir, debe servir como mediador didáctico. Es
importante no olvidar que en la realización de aprendizajes específicos también se
aprende lengua; por tanto, desde todas las áreas se debe colaborar en el desarrollo de la
capacidad de utilizar el lenguaje como instrumento de representación y de conocimiento
del mundo.
Los alumnos de familias inmigradas se incorporan habitualmente al sistema educativo
con un desconocimiento total de la lengua de la sociedad de acogida y, según nuestra
opinión, si no se compensan estas dificultades, el riesgo de no dominar suficientemente
la lengua para poder aprender es muy alto. A menudo, por el mero hecho de que los
alumnos usen la lengua en contextos de comunicación funcionales ya se considera
suficiente, pero hemos constatado que es importante sobrepasar este nivel para asegurar
el éxito escolar.
Desde el punto de vista preventivo, es muy importante la realización de un trabajo
riguroso de la lengua en las etapas de educación Infantil y Primaria, y es necesario actuar
con una cierta prudencia cuando se afirma que, por el hecho de haber iniciado una
escolaridad regular, estos alumnos ya no necesitan de atenciones individuales
específicas.
En la Educación Infantil, donde la mayor parte de los centros cuentan con 25 alumnos
por aula, se hace muy difícil la realización de un trabajo personalizado. La reducción de
alumnos o la presencia de dos docentes en la clase mejoraría significativamente el
trabajo de adquisición y desarrollo del lenguaje.
Muchas familias inmigradas no tienen la costumbre de llevar a sus hijos e hijas a las
escuelas infantiles, lo que hace que pierdan la oportunidad de iniciar de forma precoz el
aprendizaje de la lengua y el proceso de socialización con otros niños y niñas
autóctonos. Sería conveniente iniciar campañas de sensibilización específicamente
dirigidas a este colectivo de familias y facilitar las gestiones de acceso, así como
disponer de las ayudas económicas necesarias.
Está demostrado que, en situaciones normalizadas, los alumnos pueden aprender
varias lenguas sin dificultad y que el éxito del aprendizaje está condicionado, en parte,
por el tratamiento lingüístico que se lleve a cabo y por la precocidad en el aprendizaje de
las mismas.
En la educación primaria es imprescindible organizar grupos de apoyo para continuar
el trabajo del lenguaje oral y para asegurar un buen nivel de lectura y de escritura. Los
131
alumnos inmigrantes deberían recibir un apoyo continuado de una hora diaria durante el
tiempo que sea necesario.
En la educación secundaria es imprescindible organizar, como ya hemos mencionado,
un aula de acogida que tenga como objetivo el aprendizaje acelerado de la lengua y el
conocimiento del medio.
132
Interviniendo de inmediato si aparecen situaciones de rechazo o desprecio.
133
3. Las familias
Las familias de los alumnos inmigrantes también son muy diferentes entre ellas y no
sería correcto tratarlas como si perteneciesen a una sola categoría. Más allá de sus
diferencias, sin embargo, hay elementos generales ampliamente compartidos que
conviene tener en cuenta.
Un aspecto importante que hay que trabajar es la representación que nos hacemos de
este colectivo. A menudo aparecen opiniones como el deterioro de los servicios públicos
desde el momento en que son utilizados por los inmigrantes, el incremento de la
inseguridad ciudadana con su llegada, el deterioro de la convivencia en los barrios donde
existe una mayor presencia de inmigrantes, la percepción de que las ayudas en vivienda,
becas de comedor, libros, etc., van destinadas prioritariamente a ellos, etc. En el
momento en que los inmigrantes aparecen como una amenaza, empieza un conflicto que
no conviene negar ni minimizar, sino abordar en su justa dimensión.
Algunas características que hemos observado en las familias y que dificultan la
relación con el entorno están relacionadas con el desconocimiento de la lengua o las
lenguas de la sociedad de acogida, el desconocimiento de los recursos de la zona, las
limitaciones formativas de los padres y las madres, las diferencias religiosas y el control
que el propio grupo étnico ejerce sobre ellos, en especial sobre las jóvenes.
Desde los centros educativos también hay que trabajar para mejorar la adaptación y la
comunicación de las familias, y en este sentido conviene tener en cuenta los siguientes
aspectos:
134
miembro del equipo directivo, un representante de los tutores/as, el profesorado de
apoyo y, si se cree conveniente, algún profesional de los servicios de apoyo que
asesoran el centro. Es importante proporcionar información sobre el
funcionamiento del centro, el horario escolar y el control de la asistencia, la tutoría,
las ayudas previstas, los materiales de trabajo, las salidas, el plan de convivencia,
los deberes, las relaciones familia-centro y la colaboración mutua, los recursos
extraescolares y de ocio que pueden utilizar, las becas, ayudas, etc.
Conviene realizar entrevistas con las familias para la realización del
seguimiento individual de sus hijos e hijas; estas entrevistas se pueden hacer con la
presencia de los alumnos. Éste es un espacio para compartir los progresos que
realizan sus hijos e hijas, para recoger sus impresiones en relación a la adaptación,
a la acogida, a las vivencias personales en relación con el centro; y también para
intercambiar opiniones y reconducir situaciones que necesitan cambios, como por
ejemplo, la realización de más trabajo individual en casa, mayor implicación en los
estudios, mejorar la convivencia, la asistencia, la participación en clase, etc.
Entrevistas con las familias cuando se produce una situación problemática.
Entrevistas con las familias con motivo de la orientación profesional o laboral
de sus hijos e hijas.
135
precaria en nuestro país. Este hecho los coloca en una situación de inferioridad que
genera una cierta desconfianza y habitualmente no manifiestan sus opiniones. El cambio
de cultura y sus costumbres en relación al papel que juega la escuela en su país de origen
hacen que les cueste encontrar el equilibrio para establecer una colaboración. En
ocasiones, sus hijos e hijas se aprovechan de esta situación y hacen una adaptación, en
beneficio propio, del discurso y de las diferentes demandas.
Darse tiempo y mantener una actitud acogedora, abierta, respetuosa y con buenas
expectativas es un buen comienzo para potenciar la autoestima de las familias
inmigradas.
136
4. El entorno
137
tópicos, con frecuencia negativos, que no responden a la realidad. La interacción
entre las personas, especialmente, entre los niños y las niñas y los jóvenes, facilita
la aceptación de las diferencias y puede minimizar a corto y largo plazo los efectos
racistas y xenófobos. Una vez identificadas las necesidades y los intereses de los
niños, niñas y jóvenes, es importante hacer un esfuerzo para crear la necesidad de
participar y asegurar su asistencia, así como realizar un seguimiento. Integrarse
dentro de la sociedad que viven significa conocer y poder participar de las
diferentes formas y manifestaciones culturales que la ciudad tiene programadas. No
debemos limitarnos a aspectos de ocio; es igualmente importante potenciar la
participación en los movimientos culturales y asociativos de la ciudad.
Una formula más para compensar las desigualdades sociales es facilitar, en el
entorno del alumnado, un lugar que permita la realización de actividades escolares,
por ejemplo, los deberes y el estudio. La creación de aulas de estudio en los
barrios, en donde se pueda tener acceso a libros de consulta, enciclopedias,
diccionarios, ordenadores, etc., gestionadas por profesionales que sean capaces de
resolver sus dudas básicas, favorecería el conocimiento y la relación con otros
compañeros y compañeras, vecinos, etc., incidiendo en la mejora de sus
aprendizajes.
Es importante potenciar las relaciones entre iguales y el acercamiento de los
inmigrantes con la creación de una red de jóvenes voluntarios que colaboren en
facilitar el conocimiento del entorno, los lugares de ocio, etc. A menudo, existen
demandas de jóvenes que quieren colaborar y desconocen los mecanismos que hay
que seguir. No se trata de realizar actividades para suplir aspectos formativos,
como impartir clases de lengua o de refuerzo escolar, sino de crear un espacio de
comunicación y de relación tan espontáneo y funcional como sea posible. El
trabajo del voluntariado debe de potenciarse desde todas las instituciones como una
vía rica y favorecedora de las relaciones entre iguales y de la solidaridad entre las
personas. Si cada vez la tendencia hacia el individualismo es mas fuerte y los
valores que imperen mayoritariamente son el consumo y la no implicación en la
colectividad, ésta podría ser una manera de neutralizar estos valores y de transmitir
otros mucho más adecuados para favorecer la convivencia.
A modo de conclusión
138
consideradas diferentes y actuar de forma crítica desde el respeto y la valoración positiva
de las diferentes manifestaciones culturales. Debemos ser capaces de conseguir unos
mínimos comunes de convivencia basados en los principios democráticos y en los
derechos humanos.
La escuela cumple una importante función social y es uno de los lugares privilegiados
para establecer los primeros contactos entre los diversos miembros de la comunidad
educativa. La escuela ha tenido siempre y previsiblemente continuará teniendo en un
futuro un papel muy importante en el acomodo y el bienestar de todos los colectivos
minoritarios, como son hoy, entre otros, los inmigrantes.
Los padres, independientemente de su origen y su cultura, también comparten todos
un mismo objetivo: desear el máximo desarrollo y progreso de sus hijos e hijas.
Lecturas recomendadas
139
Capítulo VI
140
Intervención psicopedagógica en el plan de acción tutorial
del centro
Carles Monereo y Núria Mollà
En los albores del siglo XXI nos encontramos con una paradoja insoslayable. Nunca
como antes, al menos en los países con cierto nivel de desarrollo, las necesidades de
alimentación, seguridad y educación estaban tan extensamente garantizadas y, sin
embargo, en pocos momentos de la historia la sensación de inestabilidad e incertidumbre
en el futuro ha sido mayor. Algunas de las causas que pueden haber contribuido a ello
son el aumento en la movilidad de las personas, sea por razones económicas, laborales o
políticas; la falta de estabilidad laboral; la heterogeneidad de los núcleos familiares
(parejas de hecho, familias monoparentales, adopciones, etc.), la crisis de los valores
tradicionales, acompañada de un creciente culto a la imagen y un individualismo cada
vez más radical, los acelerados cambios tecnológicos que obligan a una actualización
permanente.
Esta sensación de cambio y caducidad permanente del conocimiento, las costumbres,
los valores, afecta de manera especial a las personas que se encuentran precisamente en
una época de importantes cambios personales: la adolescencia. Los adolescentes sufren
sobremanera este período de confusión y responden de formas muy distintas. A veces
manteniendo niveles de dependencia e inmadurez impropios de la edad, en otras
ocasiones tratando de rehuir sus compromisos y responsabilidades, a menudo
encerrándose en sí mismos e incomunicándose con el exterior y, también, como el caso
que analizaremos, conduciéndose de forma agresiva con los demás.
En especial el comportamiento agresivo produce entre los docentes un temor y
rechazo singulares debido al grado de disrupción que introduce en el normal desarrollo
de las clases. Ante este tipo de conductas, que según su intensidad pueden llegar a
afectar a la dinámica institucional en su conjunto, se impone también una intervención
global. Un dispositivo que puede facilitar esa intervención colectiva es el Plan de Acción
Tutorial (a partir de ahora PAT), al que vamos a referirnos a continuación.
141
1. La Acción Tutorial y el Plan de Acción Tutorial
Los/as tutores son los encargados de llevar a cabo el PAT; sin embargo, no son los
únicos responsables del proceso de orientación del alumno durante la etapa escolar, pues
el peso de la misma se comparte con el equipo de profesores/as, el jefe de estudios y con
el asesor psicopedagógico.
A través del PAT pueden gestionarse las demandas de los diferentes agentes
educativos (equipo directivo, profesores, tutores, padres, alumnos, etc.) para orientar el
seguimiento personal, escolar y profesional de los alumnos en situaciones de conflicto,
colaborando en la búsqueda de estrategias y favoreciendo, al mismo tiempo, algunos
142
procesos formativos en los docentes.
Es esta doble cualidad del PAT, preventiva y promotora de la calidad educativa del
centro, la que lo convierte en un instrumento clave de la intervención asesora.
143
2. Contextos de asesoramiento en la intervención con relación al PAT
144
Mediar en las relaciones educativas en conflicto.
Asesorar en la evaluación, promoción y orientación de los/as alumnos/as.
Promover la formación y autorreflexión de los equipos de trabajo en temáticas
relacionadas con el PAT.
Estas funciones no son exclusivas de los asesores, sino que en la mayoría de casos se
comparten con otros miembros de la comunidad educativa. En la práctica organizativa
de un centro escolar, el/la asesor/a psicopedagógico/a incide desde dentro de los equipos
docentes. Se trata de una estrategia que permite asegurar la corresponsabilidad de
todos/as en la acción tutorial y que conceptualmente queda bien definida por la
expresión de acción tutorial compartida. La participación conjunta de directores/as,
jefes/as de estudio, tutores/as, profesores/as y asesores/as, además de aumentar la
eficacia de la intervención por tratarse de un abordaje desde múltiples frentes, favorece
la fluidez de la red de interacciones que existe en cualquier centro educativo. Es, por
tanto, un principio clave proponer una intervención psicopedagógica amplia y mediada,
implicando a todos/as los/as agentes educativos, como respuesta a demandas puntuales.
145
La consecuencia es una mejora de la acción educativa, consiguiendo una intervención
enriquecedora y preventiva para el centro y los/as alumnos/as.
146
3. Análisis de un contexto de asesoramiento específico: intervención
psicopedagógica ante un alumno con comportamiento agresivo en el marco
del PAT
Ámbito de asesoramiento:
Equipo de profesores, tutores y órganos de dirección-gestión con respecto al PAT
Descripción:
En la etapa de ESO la escuela cuenta con un 6% de alumnos con dictámenes (niveles curriculares inferiores a 3.º
de primaria al iniciar la ESO), 2% de alumnos con informe sobre situaciones socioculturales desfavorecedoras y
un 7% de alumnos con informe psicopedagógico de necesidades educativas, todos ellos reconocidos por el EAP
de la zona. El centro, que tiene una tradición de atención de alumnos con necesidades educativas especiales, ha
desarrollado un Plan de Atención a la Diversidad y un Plan de Acción Tutorial consensuado y en equipo. Es en
este encuadre que se formula la demanda:
Una tutora de 1.º de ESO, preocupada por la adaptación de un alumno con un informe que enfatiza una situación
socio-cultural muy desfavorable, formula una demanda a la asesora sobre cómo puede:
• Plantear el seguimiento tutorial individual, tanto en la relación con el alumno como en la relación con la
familia.
• Concienciar y dar pautas al grupo para acoger al chico.
• Disminuir las quejas de los profesores, ayudándoles en la comprensión del alumno.
Sólo llevan 2 semanas de curso y la tutora no sabe cómo afrontar las quejas de los/as alumnos/as y de los/as
profesores/as. La última situación de conflicto ha sido la siguiente: el alumno agrede verbalmente a un
compañero de clase durante la hora de educación física, el profesor interviene evitando la pelea, el alumno no
consigue tranquilizarse y las estrategias que utiliza el profesor no ayudan al alumno a controlarse, el profesor le
pide que vaya a ducharse y a cambiarse, ya que faltan pocos minutos de clase para marchar a casa. El alumno
sale del gimnasio y va a llamar por teléfono a su familia. Al poco rato aparece la abuela muy alterada, grita en
recepción y se marcha con el chico.
Actores que intervienen (competencias, Finalidades del actor Contenidos a trabajar con el
conocimientos, recursos) (concepciones, actor (objetivos que el asesor
expectativas, objetivos) se plantea desarrollar con el
147
actor: conceptos,
procedimientos, actitudes)
• Actor 1: Tutora 1.º ESO • Finalidad 1: • Contenido 1:
– Profesora de naturales y tutora de 1.º de ESO. – Conocer más detalles 1) Información sobre el proceso
– Lleva 6 años en el Centro. sobre la situación socio- seguido en coordinación con el
– Tiene habilidades de comunicación con los familiar del alumno. Equipo de asesoramiento del
profesores/as y alumnos/as. – Analizar los sentimientos sector.
– Es muy observadora, sensible y eficaz. que le genera la relación 2) Identificación de los
– La dirección, los compañeros y los alumnos la personal con el alumno. sentimientos que le genera el
valoran positivamente. – Compartir las quejas que alumno y las actitudes que
– Es consciente de que la situación socio-familiar ha recibido sobre el alumno, observa en los/as profesores/as
del alumno es muy grave. tanto de los/as profesores/as detrás de las quejas.
– Está muy preocupada porque aún queda buena como de los/as 3) Estrategias de relación con el
parte del curso por delante y no sabe s i será compañeros/as de clase. alumno.
capaz de ayudar al alumno. – Reflexionar sobre las 4) Estrategias para favorecer la
– Aparenta control sobre las quejas de los/as estrategias que se debe integración del alumno en la
profesores /as, quiere dar respuesta, pero no sabe plantear como tutora: clase y para su acogida.
cómo gestionarlas. • el seguimiento individual 5) Habilidades sociales para
– Ha participado en el proceso de elaboración del • la integración en la clase hacer frente a la presión de
PAT y entiende su intervención dentro de la • la coordinación de es los/as profesores /as.
función tutorial compartida. trategias con el equipo de 6) Objetivos mínimos y
profesores/as metodologías para trabajar con
– Compartir la alumnos con problemas
responsabilidad en la acción actitudinales graves.
tutorial con este alumno y 7) Seguridad y confianza, la
recibir apoyo. responsabilidad debe ser
compartida entre la tutora, el
jefe de estudios y la asesora.
• Actor 2: alumno • Finalidad 2: • Contenido 2:
– Tiene 12 años y desde que nació tiene el – Quiere estar en la escuela. 1) Observación y valoración de
seguimiento de la DGAM (dirección general de – Desea relacionarse con los las posibilidades de que,
atención al menor), quienes tienen su guardia y iguales y con los adultos. además de su tutora, acepte a
custodia. otros profesores y profes
– Vive con su abuela materna y una tía. ionales.
– El EAIA (equipo de asesoramiento a la infancia 2) Habilidades de control y
y adolescencia) desde hace unos meses está autoregulación de su conducta:
valorando la pos ibilidad de su ingreso en un escuchar, emplear autocontrol
centro. en situaciones externas, no
– El chico tiene un trastorno de personalidad que entrar en peleas, recibir críticas.
a menudo se manif ies ta con una conducta
agresiva.
– Tiene dificultades de control en espacios
abiertos (patio, gimnasio, laboratorio, taller, etc.).
– Los lunes y viernes hay muchos problemas, el
resto de días puede llegar a estar muy tranquilo.
– La relación con los/as compañeros/as y con
los/as profesores/as son de estilo agresivo, en las
relaciones en un espacio interpersonal reducido
(entrevistas, trabajos en grupo, etc.) muestra
mucha ans iedad y conducta agresiva (insultos,
manipulación excesiva de los materiales, etc.).
– A pesar de sus dificultades de relación, ha
establecido vínculos con la tutora y busca su
148
relación.
• Actor 3: grupo clase • Finalidad 3: • Contenido 3:
– 30 alumnos/as nuevos/as en el Centro, por tanto Expresar los temores que les 1)Habilidades para una
en fase de adaptación. genera la convivencia con el comunicación sincera
– La clase tiene otros/as alumnos/as con n.e.e. compañero.
– Son conscientes de que el compañero es muy – Entender las conductas de
diferente al resto del grupo, aceptan la diferencia su compañero.
y toleran la adaptación que realizan los – Sentirse a gusto en la
profesores/as. clase y en la escuela.
– Lo aceptan pero nadie es su amigo/a.
– Las chicas se sienten acosadas por sus
comentarios, se han quejado a la tutora.
– Los alumnos que se sientan a su lado al poco
tiempo piden cambio a la tutora.
• Actor 4: equipo profesores /as • Finalidad 4: • Contenido 4:
– Son 5 profesoras y 4 profesores que dan clase – Abordar los sentimientos 1) Identificación de los
al grupo. que experimentan. sentimientos que les genera el
– Las profesoras tienen menos problemas que los – Tener al alumno en clase alumno antes, durante y después
profesores. tranquilo y trabajando. de la situación de conflicto.
– Están informados/as sobre las características – Controlar las situaciones 2) Es trategias de relación con
generales del alumno. de conflicto que se generen. el alumno.
– Las situaciones conflictivas dentro del aula les 3)Objetivos mínimos y
genera impotencia y mucha angustia. metodologías para trabajar con
– Han expresado su incapacidad y su falta de alumnos con problemas de
recursos para enseñarle, expresando quejas. conducta graves.
– El equipo es reflexivo y sensible, con actitudes
muy favorables a trabajar con alumnos con n.e.e.
– Han participado en el proceso de elaboración
del PAT y entienden su intervención dentro de la
función tutorial compartida.
• Actor 5: jefe de estudios ESO • Finalidad 5: • Contenido 5:
– Lleva 6 años ejerciendo funciones de jefe de es – Estar informado del 1) Información sobre el proceso
tudios, primero en la formación profesional y proceso de adaptación del seguido en coordinación con el
actualmente en la ESO. alumno en la escuela. EAP.
– Es profesor de matemáticas de 2.º ciclo, muy – Apoyar a la tutora en el 2) Identificación de los
competente en la atención a la diversidad dentro desarrollo de las funciones sentimientos que le genera el
del aula. tutoriales. alumno y las actitudes que
– Ejerce funciones de jefe de estudios muy ef – Aprovechar el análisis de observa en los /as profesores/as
icazmente, sabe combinar su papel disciplinar y las situaciones conflictivas, detrás de las quejas.
una relación afectiva con los alumnos. para formarse y formar al 3) Es trategias de relación con
– Entiende sus intervenciones dentro de un equipo en los objetivos el alumno.
proceso educativo con los/as alumnos/as . mínimos y metodologías de 4)Objetivos mínimos y
– Ha participado en el proceso de elaboración del los contenidos actitudinales. metodologías para trabajar con
PAT y entiende su intervención dentro de la – Clarif icar su rol y la alumnos con problemas de
función tutorial compartida. relación que debe es conducta graves.
– Está informado sobre las caracterís ticas tablecer con este alumno. 5) Es trategias para apoyar a la
generales del alumno. tutora y al equipo de
– Está preocupado por las observaciones que ha profesores/as.
realizado del alumno y por las quejas que ha 6) Participación en el diseño del
recibido del equipo de profesores/as. Los ve muy seguimiento tutorial compartido
angustiados y se le contagia esta ansiedad. del alumno.
149
– Cree que este alumno, en un futuro, tendrá
problemas disciplinares muy graves.
• Actor 6: asesora • Finalidad 6: • Contenido 6:
– Lleva 12 años como asesora ps icopedagógica – Empatizar con la tutora y 1) Objetividad en las decisiones
en el centro. con el equipo de tomadas durante el proceso de
– El modelo teórico en el cual se sus tenta su profesores/as, asesoramiento.
intervención es el constructivista. escuchándolos y 2)Criterios para distinguir a los
– Realiza una intervención preventiva, indirecta ayudándoles a identificar alumnos que deben recibir
sobre los /as alumnos, mediada por los/as sus sentimientos. atención en una unidad médico-
profesores/as y tutores /as – Desangus tiar y educativa de aquellos con
– Ha impulsado y dinamizado el proceso de acompañar al equipo. problemas psicológicos que
elaboración del PAT. – Coordinar y clarificar las pueden mejorar en centros
– Trabaja coordinadamente con los servicios relaciones que los diferentes ordinarios.
externos (EAP, EAIA; Servicios Sociales, etc. ). agentes educativos
– Es competente en sus funciones y reconocida establecerán con el alumno.
tanto por el equipo directivo como por el – Comprometerse con el
claustro. chico para contribuir en su
– Se siente comprometida con la tutora, ya que proceso de desarrollo
fue la asesora quien propuso que ella se ocupase personal:
de este alumno. • colaborando con el EAP.
– Es consciente que detrás de todas las angustias • contactando con el EAIA,
y quejas existe la demanda de buscarle otro para obtener más
centro más adecuado para el información.
alumno. Sabe que la última responsabilidad en • conociendo a la familia.
esta decisión es suya. • estableciendo relación
– Conoce la situación del chico personal con el chico, para
y las posibilidades del equipo. evaluar sentimientos y
posibilidades en las
relaciones educativas.
• observando y analizando
las diferentes relaciones
educativas establecidas en
la escuela.
• Actor 7: equipo de asesoramiento • Finalidad 7: • Contenido 7:
psicopedagógico (EAP)
– Seguir y evaluar el 1) Objetividad en las decisiones
– Asesora al Centro, elaborando dictámenes, proceso de adaptación del tomadas durante el proceso de
informes sociales y psicopedagógicos de los chico en la ESO. asesoramiento.
alumnos con n.e.e. nuevos en la escuela y – Replantear la orientación 2) Criterios para distinguir a los
realizando el seguimiento. del alumno, cuando sea alumnos que deben recibir
– El seguimiento del alumno se produce por parte necesario, a partir de los atención en una unidad médico-
del asesor de centro y del EAP datos recogidos. educativa de aquellos con
– Desde el inicio, expusieron la posibilidad de problemas psicológicos que
pasar, en cualquier momento, del informe social pueden mejorar en centros
para un centro ordinario a un dictamen para una ordinarios.
unidad médico educativa.
• Actor 8: familia • Finalidad 8: • Contenido 8:
– La madre está desaparecida. El padre vive con – Justificar la conducta del 1) Contención de la familia.
su familia y tiene problemas de salud mental tipo chico, atribuyendo siempre
depresivo. El chico vive con la abuela materna el problema a los que le
con problemas de salud rodean.
mental tipo psicótico y una tía deficiente. – La
150
familia no apoya el tratamiento ps icológico del
chico: afirman que “no hay problema”.
– Las diferentes instituciones son conscientes de
la gravedad de la situación, pero hay mucha
lentitud en la toma de decisiones.
– La familia aparece en la escuela para abordar
dificultades, con una posición siempre defensiva
y con mucha agitación y agresividad.
151
profesores /as.
– Documento
PAT del centro;
apartado de
funciones para la
tutoría
compartida.
• Actor 5: jefe de • Acción – 2 – entrevista jefe de estudios – asesora: • Espacio:
estudios ESO
– La asesora informa sobre el proceso de seguimiento realizado con el – Despacho del
1. Información sobre EAP. jefe de estudios.
el proceso seguido en – La asesora informa de la entrevista realizada con la tutora, de los
coordinación con el aspectos generales de la demanda. Temporalización:
EAP. – El jefe de estudios expone sus sentimientos, dudas y preocupaciones, – El día después
2. Identif icación de la asesora escucha e interviene facilitando la identificación de los de la entrevista
los sentimientos que sentimientos . El jefe de estudios apoya la necesidad de coordinarse en entre tutora –
le genera el alumno y equipo para intervenir en el caso, ya que es consciente de que en el asesora, 30
las actitudes que equipo de profesores/as hay mucha angus tia, él mismo en algunos minutos.
observa en los/as momentos se ha sentido con la responsabilidad en su despacho, se –
profesores/as detrás siente presionado y bloqueado para pensar, sobre todo cuando le Periódicamente,
de las quejas. llegan las situaciones límite. para compartir
3. Estrategias para – Conjuntamente, evalúan los sentimientos y actitudes de la tutora y responsabilidad y
apoyar a la tutora y al del equipo de profesores/as. Observan que el equipo si tuviera más evaluar el
equipo de comprensión sobre la situación del chico y algunas estrategias proceso.
profesores/as. definidas podría intervenir. El equipo está desbordado y cada
profesor/a prueba, el hecho de compartir podría ser muy positivo. Materiales:
– Conjuntamente, diseñan una estrategia para apoyar a la tutora. La – Informes
asesora le apoyará en las relaciones con la familia y en la coordinación escritos del EAP.
con los servicios externos. El jefe de estudios le apoyará en la – Registros
resolución de conflictos disciplinares. reuniones
asesora-EAP.
– Registros de la
entrevista tutora-
asesora.
– Observaciones
de los
sentimientos y
actitudes
observadas en la
tutora, en el
equipo de
profesores/as ,
jefe de estudios y
asesora.
– Documento
PAT del centro,
apartado de
funciones para la
tutoría
compartida.
• Actor 1: tutora 1.º • Acción 3: reunión jefe de es tudios – tutora – asesora: • Espacio:
ESO
– Se diseña un plan de trabajo para el seguimiento tutorial del alumno – Despacho de la
1. Estrategias de y para trabajar con el equipo de profesores a partir de las asesora.
relación con el observaciones sobre los formatos interactivos y las estrategias
152
alumno. educativas que mejor funcionan con el alumno Temporalización:
2. Seguridad y – Conjuntamente, elaboran un documento “pautas de intervención con – El día después
confianza, la el alumno”, para presentar al equipo de profesores y profesoras. de la entrevista
responsabilidad debe – Conjuntamente dis tribuyen los roles y las funciones para la reunión jefe de estudios –
ser compartida por la del equipo de profesores/as: el jefe de estudios convoca la reunión y asesora, 30
tutora, el jefe de justifica la necesidad de coordinarse, la tutora presentará el documento minutos.
estudios y la asesora. y conducirá el trabajo proponiendo propuestas para debatir, la asesora
apoyará a la tutora para ayudar al equipo en la comprensión y en las Materiales :
Actor 5: jefe de propuestas de trabajo, se of recerá a nivel particular. – Registros de las
estudios ESO entrevistas:
tutora-asesora y
1. Estrategias de jefe de estudios-
relación con el asesora.
alumno. – Documento
2. Participación en el PAT del centro,
diseño del apartado de
seguimiento tutorial funciones para la
compartido del tutoría
alumno. compartida.
• Actor 2: alumno • Acción 4 : entrevista alumno – asesora: • Espacio:
Materiales:
– Autobservación
de los conflictos
vividos por el
alumno.
– Regis tro de
conf lictos de la
asesora: incidente
descrito y fecha,
facilitado por la
tutora.
• Actor 1: tutora 1. º • Acción 5 : entrevista tutora – asesora: • Espacio:
ESO
– Conjuntamente, diseñan unas estrategias para favorecer la – Despacho de la
1. Estrategias para integración del alumno en clase: relación de compañeros que le asesora.
favorecer la pueden ayudar en la integración y lista de consignas para estos
integración del compañeros. Temporalización:
alumno en la clase y – Conjuntamente, diseñan dos actividades de tutoría grupal para – El día después
para su acogida. reflexionar sobre habilidades de comunicación. (Costa y López, 1991) de la reunión jefe
de estudios-
Actor 3: grupo de tutora-asesora, 30
alumnos/as minutos.
1. Habilidades para
una comunicación Materiales:
153
asertiva con cualquier – Registro de la
compañero/a. tutora de las
características
personales de los
alumnos y de sus
relaciones entre
ellos/as.
– Documento
“Habilidades de
comunicación.
La fábula de la
ostra y el pez”.
(Costa y López,
1991)
• Actor 1: tutora 1.º • Acción 6 : reunión equipo de profesores/as: • Espacio:
ESO
– Los/as diferentes profesoras/es exponen sus sentimientos, dudas y – Sala de
1. Estrategias de preocupaciones, el jefe de estudios modera las intervenciones y las reuniones.
relación con el resume, la asesora escucha e interviene facilitando la identificación de
alumno. los sentimientos. Temporalización:
2. Objetivos mínimos – La tutora pide colaboración para adaptar el documento de – El día después
y metodologías para “Competencias bás icas” al alumno y consensuar unos objetivos de la reunión jefe
trabajar con alumnos actitudinales mínimos. de estudios-
con problemas – La tutora expone el documento “Pautas de intervención con el tutora-asesora, 45
actitudinales graves. alumno”, elaborado en la reunión jefe de estudios – tutora – asesora. minutos .
– Conjuntamente, se debate y acepta una adaptación para el alumno, se
Actor 4: equipo de completa el documento “Pautas de intervención con el alumno”. Materiales :
profesores/as – La asesora ofrece apoyo individual para llevar a cabo los acuerdos – Registro de las
1. Estrategias de con el alumno y para abordar situaciones puntuales. relaciones,
relación con el conflictivas y
alumno. positivas,
2. Objetivos mínimos establecidas con
y metodologías para el alumno, de los
trabajar con alumnos diferentes
con problemas profesores/ as.
actitudinales graves. – Documento
PAT del centro.
Actor 5: jefe de – Documento
estudios ESO “Pautas de
1. Estrategias de intervención con
relación con el el alumno”,
alumno. elaborado en la
2. Objetivos mínimos reunión jefe de
y metodologías para estudios – tutora
trabajar con alumnos – asesora.
con problemas – Documento de
actitudinales graves. “Competencias
básicas”.
• Actor 4: equipo de • Acción 7 : entrevis ta profesor/a individual – asesora: • Espacio:
profesores/as
– El/la profesor/a expone sus sentimientos, dudas y preocupaciones, la – Despacho de la
1. Identificación de asesora escucha e interviene facilitando la identificación de los asesora.
los sentimientos que sentimientos.
les genera el alumno – Conjuntamente, evalúan las estrategias utilizadas por el/la profesor/a Temporalización:
antes, durante y para relacionarse con el alumno. – Días después
154
después de la de la reunión del
situación de equipo de
conflicto. profesores/as , o
2. Estrategias de cuando surja la
relación con el demanda, 30
alumno. minutos.
Materiales:
– Documento
“Pautas de
intervención con
el alumno”,
elaborado en la
reunión equipo
de profesores/as.
– Registro de las
relaciones,
conflictivas y
positivas,
establecidas con
el alumno
realizadas por los
profesores/as.
• Actor 6: asesora • Acción 8 : reunión EAP – asesora: • Espacio:
1. Objetividad en las – La asesora expone el caso y las acciones desarrolladas hasta el – Despacho EAP.
decisiones tomadas momento.
durante el proceso de – La asesora expone sus sentimientos, dudas y preocupaciones, la Temporalización:
asesoramiento. asesora del EAP escucha e interviene facilitando la identificación de – Una semana
2. Criterios para los sentimientos . Ambas tienen dudas sobre cómo evolucionará el después de la
diferenciar los caso y se plantean explícitamente si el centro ordinario es el más reunión jefe de
perfiles de los adecuado. Saben que necesitan el apoyo del EAIA para resolver la estudios-tutora-
alumnos de las cuestión. asesora, 30
unidades médico – – Conjuntamente elaboran un plan de trabajo para coordinarse con el minutos.
educativas de los EAIA y Servicios Sociales. Pedirán entrevista con la responsable de
alumnos con EAIA para exponer la situación escolar del chico y para plantear la Materiales:
problemas ps posibilidad de que propicien las condiciones para un tratamiento – Registro de
icológicos en centros psicológico. todas las
ordinarios. acciones
realizadas hasta
Actor 7: Equipo de el momento.
Asesoramiento Ps
icopedagógico
(sectorizado)
1. Objetividad en las
decisiones tomadas
durante el proceso de
asesoramiento.
2. Criterios para
diferenciar los
perfiles de los
alumnos de las
unidades médico –
educativas de los
alumnos con
155
problemas ps
icológicos en centros
ordinarios.
• Actor 8: familia • Acción 9 : entrevis ta familia – tutora – asesora: • Espacio:
1. Contención de la La familia expone sus sentimientos, la asesora y tutora escuchan y la – Sala de visitas.
familia. asesora aplica estrategias para la contención de la familia. La familia
se siente perseguida y atacada, no soportan ser convocados. Hay una Temporalización:
sensación de injus ticia. – Una semana
después de la
reunión jefe de
estudios-tutora-
asesora, 30
minutos.
Materiales:
– No se utiliza
material
específico.
156
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
157
Es un clásico sobre la acción tutorial; desde su primera edición en 1982 ha ayudado a muchos
tutores a reflexionar sobre la acción tutorial. Es un libro con un marco teórico sencillo pero muy
ilustrativo y con propuestas de dinámicas para programar la acción tutorial con el grupo-clase.
158
Anexo
1. Introducción
2. Objetivos
2.1. Objetivos generales
2.2. Objetivos por etapas y cursos
3. Contenidos
3.1. Justificación y descripción
3.2. Distribución de los contenidos por etapas y cursos
4. Propuesta metodológica y recursos
4.1. Recursos humanos: descripción de funciones
4.1.1. Tutores
4.1.2. Equipo docente
4.1.3. Jefe de Estudios
4.1.4. Asesor psicopedagógico
4.2. Herramientas y recursos para la intervención
4.2.1. Herramientas y recursos para el seguimiento de los alumnos
4.2.1.1. Observación
4.2.1.2. Entrevistas
4.2.1.3. Reuniones del Equipo Docente
4.2.1.4. Reuniones de Padres/Madres
4.2.1.5. Reuniones de Delegados/das
4.2.1.6. Programa de Seguimiento de Alumnos
4.2.2. Herramientas y recursos para el Crédito de Tutoría
4.2.2.1. Sesiones de Tutoría
4.2.2.2. Convivencia tutoriales
4.2.2.3. Forums
5. Evaluación
159
Capítulo VII
160
Plan de intervención en la orientación académica y
profesional de los alumnos
Vicent Tirado
161
elección.1
La orientación académica y profesional contribuye, desde esta perspectiva, a que el
alumnado desarrolle al máximo sus posibilidades, ya que, entre otros aspectos, fomenta
una mayor concordancia y ajuste entre sus capacidades, intereses y expectativas y las
características del mundo profesional y laboral. Por todo ello, hay que subrayar que la
orientación no es un hecho puntual, que se sirve de unas actividades concretas efectuadas
en momentos concretos, sino que es un proceso que debe llevarse a cabo durante toda la
escolarización, pero con mayor intensidad a lo largo de la educación secundaria
obligatoria, del bachillerato y de la formación profesional. En efecto, en la educación
secundaria los estudiantes deben tener la oportunidad de configurar su itinerario
académico-formativo (programas de garantía social, bachillerato, ciclos formativos de
formación profesional, enseñanzas de régimen especial como arte y diseño, música,
danza) y además su itinerario de incorporación profesional y laboral, si es el caso,
incluyendo la consecuente formación ocupacional o formación continua. Al mismo
tiempo, el currículo de la educación secundaria permite compaginar áreas o materias
comunes y otras optativas o de libre elección, por lo que el alumnado debe saber
escoger, con la ayuda de sus profesores, aquellas ofertas que mejor se ajustan a sus
intereses, capacidades y expectativas. Esta situación exige que cada alumno elija y
decida adecuadamente, para lo cual no sólo hay que contar con un buen conocimiento de
sí mismo y con una adecuada información de la oferta de estudios y de currículos
existente, entre otras cosas, sino que además es imprescindible conocer el mundo
profesional y laboral, el cual, evidentemente, constituye un referente muy importante de
la elección de la formación académica inicial y profesional futura.
En otro orden de cosas, dado que los adolescentes que están cursando educación
secundaria se encuentran en un proceso de reconstrucción de su identidad cognitiva,
afectiva y social2 y, en definitiva, de configuración de sus intereses y expectativas
personales, de no mediar la ayuda y el soporte educativo adecuados, podrían
desorientarse, con lo cual el desarrollo de su actividad se vería gravemente dificultado
durante este periodo. En general lo que les ocurre es, por una parte, que amplían sus
intereses y expectativas relacionándolas, mucho más que en épocas anteriores, con su
posible futuro académico y profesional y, por otra, que desarrollan una mayor conciencia
de las exigencias que les plantea la satisfacción de sus aspiraciones de modo adecuado a
sus intereses. Para paliar esta situación, el alumno ha de obtener no sólo una información
detallada de las posibilidades que se les plantean, sino, sobre todo, un conocimiento que
le permita relacionar de modo adecuado y ajustado lo que desea con lo que es capaz de
realizar. En cualquier caso, es necesario trabajar y abordar pedagógicamente el
desarrollo de dichas capacidades esenciales. Para poder llevar a cabo esta tarea con éxito,
el profesorado precisa soportes específicos y de asesoramiento especializado de
profesionales de la psicopedagogía. En este sentido deben crearse estructuras
especializadas (departamentos de orientación, equipos psicopedagógicos y de
162
orientación) para que la actividad de orientación se desarrolle en un marco de trabajo
conjunto y de colaboración entre profesionales y profesores, que les permita ayudar al
alumnado en la realización de sus múltiples elecciones a diferentes niveles durante este
periodo.
La orientación académica y profesional implica distintos ámbitos y niveles de
actuación, igualmente importantes, si bien no todos presentan la misma relevancia a la
hora de conseguir una orientación satisfactoria del alumno. Por todo ello, resulta a todas
luces necesario reflexionar con detenimiento sobre los criterios que deben guiar la
elaboración y desarrollo de una propuesta de orientación, para evitar que ésta se
materialice de modo poco adecuado, centrándose más en unos aspectos de la orientación
que en otros, y arriesgando su coherencia y su eficacia educativa. Eso fue lo que ocurrió
en la situación que presentamos en este capítulo. Por esta razón, pensamos que en la
intervención psicopedagógica resulta fundamental impulsar y colaborar con el centro y
con sus órganos en la elaboración de un plan de orientación académica y profesional que
contemple los distintos ámbitos de intervención posible para que, sean cuales fueren los
aspectos elegidos para su realización, tanto el centro como el psicopedagogo lleguen a
una visión de conjunto de lo que representa la orientación, se den cuenta de los
elementos que está abordando y sean conscientes de las actividades que se deben
impulsar llegado el momento. En este capítulo se propone un plan de orientación
académica y profesional que recoja todos los ámbitos fundamentales de actuación
imprescindibles para llevar a cabo la tarea de orientación de un centro, puesto que sólo
con una referencia amplia y global se puede actuar correctamente, con independencia del
ámbito en el que se inicie la actuación, ya que ello contribuye a recordar en todo
momento los objetivos y finalidades últimos. De todas maneras, dicho plan debe
complementarse con el plan de acción tutorial del centro, puesto que las actividades de
ambos se entrelazan en la práctica y se requieren mutuamente.
163
1. Actividad profesional e intervención en la orientación educativa y
profesional
164
estudios o ha de permitirle generar diferentes alternativas de futuro académico o de
inserción laboral.
Tomando en consideración las finalidades o funciones básicas de la orientación
educativa que acabamos de enunciar, la intervención psicopedagógica ha de desarrollarse
en el ámbito institucional o de centro, en el ámbito de la programación y de la práctica
educativa y en el ámbito individual, en cada alumno. En el primer ámbito, la práctica de
la orientación educativa implica el desarrollo de los distintos proyectos de centro; a
saber: el proyecto educativo y curricular de cada centro, el plan de acción tutorial y los
planes de atención a la diversidad de modo que incluyan las finalidades afectivas y de
socialización. En el segundo ámbito de la práctica educativa o del proceso de enseñanza
y aprendizaje en el aula, la práctica de la orientación educativa se concreta en un doble
sentido: por un lado, velando para que en la programación de las diferentes áreas se
incluyan los diferentes contenidos, en particular los relacionados con el aprendizaje de
contenidos de las actitudes, los valores y las normas y, por otro lado, procurando que
éstos se desarrollen en la práctica diaria del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Precisamente, dicho proceso se caracteriza por las interacciones que se producen entre el
profesor y los alumnos y entre los propios alumnos, debido al particular modo en que se
construye el conocimiento, en este caso el conocimiento afectivo y social. La orientación
educativa debe hacer hincapié en la práctica de actitudes y valores y en la conveniencia
de tenerlos en cuenta en el desarrollo de las interacciones entre profesor y alumno y entre
alumnos en el aula, en particular, y en el centro educativo, en general. Mediante la
orientación educativa, debemos contribuir a desarrollar una cultura de centro basada en
los valores que se desean inculcar en los alumnos, dando pie a que ese aprendizaje no
sólo se produzca a partir de la reflexión específica sobre los mismos, sino que también
parta de la posibilidad de desarrollar modelos característicos de la relación entre todos
los implicados en la tarea de la educación en la escuela. En el tercer ámbito de la práctica
educativa, es decir, en el individual, debe prestarse apoyo directo a los alumnos no sólo
por su pertenencia a un grupo, sino también de manera individual. La orientación debe
dirigirse a las familias, para asegurar su necesaria colaboración y la coordinación de las
actuaciones en uno y otro entorno educativo; también debe dirigirse a los demás
docentes, con el objetivo de que la actuación tenga la coherencia y la complementariedad
necesarias para el desarrollo efectivo de las actuaciones de los profesores desde sus
distintas responsabilidades.
Tomando en consideración la dimensión profesional de la orientación, el objetivo
fundamental consiste en lograr que los alumnos cuenten con un conocimiento adecuado
de sí mismos y del mundo laboral, así como de la relación entre las diferentes opciones
que pueden seguir en momentos determinados de su historia personal y académica. En la
educación secundaria se presentan alternativas que, si bien planteadas lejos de una
opción laboral definitiva, pueden reclamar una toma de decisiones al respecto que
encamine al alumno hacia lo que desea o necesita, o bien que lo aparte de ello. La
165
posibilidad de reflexionar sobre uno mismo y de conocerse implica el desarrollo de
capacidades metacognitivas que dotan al individuo de las habilidades necesarias para
razonar sobre los propios procesos de construcción del conocimiento y sobre el hecho de
aprender a aprender. Estas capacidades están relacionadas, una vez más, con la
introducción en el currículo y en la programación de las diferentes áreas académicas de
objetivos y contenidos relativos al dominio de determinadas estrategias y a la posibilidad
de llevar a cabo un uso estratégico del conocimiento. Del mismo modo, la opción por
una u otra alternativa de futuro tiene sus raíces tanto en las capacidades de los alumnos y
en sus motivaciones e intereses como en el hecho de que puedan percibirse a sí mismos
como seres capaces, dignos de confianza en sus posibilidades y con una autoestima
positiva. Todo ello se desarrolla en la interacción entre el alumno y la institución
educativa, constituyendo el resultado de la historia escolar de cada cual.
En cualquier caso, la relación entre la orientación educativa y académica-profesional
resulta evidente. Es muy importante tener en cuenta esta relación en la planificación y
puesta en marcha de la propuesta educativa global de centro y específica de cada
alumno. Por ello, la responsabilidad individual y conjunta de los docentes abarca la
formación de los alumnos no sólo en su dimensión académica, sino también en la
personal, la social y la relativa a la orientación profesional. En todos los centros, la
orientación debe ser considerada en el conjunto de las decisiones del centro y concretarse
de modo específico, como ya hemos expuesto anteriormente, en el plan de actuación
tutorial y el plan de orientación académica y profesional. Ambos son instrumentos para
organizar y dar coherencia a las intervenciones que se ponen en marcha en los diferentes
niveles de responsabilidad: profesores, tutores y departamento de orientación.
En definitiva, son numerosos los elementos y criterios que subrayan la importancia de
la orientación como ayuda a la atención individualizada de los alumnos desde el punto
de vista de su aprendizaje, de su desarrollo afectivo, relacional y social y de su futuro
académico y profesional. La intervención psicopedagógica en tareas de esta naturaleza se
desarrolla en diferentes niveles de la práctica educativa y en las relaciones de contexto
educativo escolar con otros ámbitos, como el familiar y el del trabajo. Asimismo, para
una intervención adecuada, es preciso considerar las múltiples conexiones existentes
entre las diferentes etapas educativas y, en especial, los procesos de tránsito de una a
otra, tanto si éstos se realizan en un mismo centro como si se dan en centros distintos.
166
2. Un caso de orientación académica y profesional en un centro
167
dudas planteadas, más allá de aconsejarles, en algunos casos, que no cursaran el
bachillerato por las altas probabilidades de fracaso existentes teniendo en cuenta la
preparación previa de algunos de los estudiantes. Los tutores se lamentaron de no haber
podido disponer a tiempo de una información más detallada de las aptitudes y
expectativas de sus alumnos ni de un protocolo que sirviera de guía en la entrevista y les
ayudara a sistematizar la información obtenida durante el coloquio con el alumnado. Una
de las actividades mejor valoradas fue la información proporcionada a aquellos alumnos
que se sabía que suspenderían, puesto que la inmensa mayoría de ellos desconocía los
programas de garantía social y las posibilidades de incorporación al mundo laboral que
éstos les brindaban. De todas formas, la crítica más importante se centró, por una parte,
en la improvisación con la que los tutores se habían visto obligados a intervenir y, por
otra, en el hecho de que las actividades se habían ubicado en el último trimestre e,
incluso, en el último mes del curso.
De todo ello, surgió la necesidad de planificar la intervención en orientación
académica y profesional de los alumnos. Una de las decisiones adoptadas consistió en
responsabilizar a la comisión de coordinación pedagógica y a la coordinación de tutores
de su desarrollo, contando para ello con el apoyo del profesorado de la especialidad de
Psicología y Pedagogía. Las actividades debían ser llevadas a cabo desde el inicio de
curso, subsanando, en la medida de lo posible, las deficiencias detectadas, que acabamos
de exponer en líneas anteriores a grandes rasgos. Los psicopedagogos, quienes habían
comentado y analizado previamente la situación del año anterior, expusieron la
conveniencia de elaborar una propuesta de plan de orientación para debatirla en los
órganos mencionados. Dicho plan debía contemplar todos los aspectos que, a su
entender, configuraban una buena orientación académica y profesional. Después del
debate era necesario acordar los ámbitos que se impulsarían, de acuerdo con su
relevancia para el desarrollo de capacidades de integración y de profesionalización, la
realidad del alumnado y las posibilidades de los tutores, del profesorado y de la
institución de llevarlos realmente a la práctica. Todos los presentes se comprometieron a
iniciar las propuestas anteriores y valoraron positivamente que se debatiera un plan
general y global de orientación. Por su parte, los tu tores sugirieron que el plan no debía
limitarse a una enumeración de actividades, sino que era conveniente que se viera
acompañado por un marco conceptual de la práctica de la orientación en el centro, que
sirviese de referente de su actuación. Asimismo, pidieron que las actividades se
presentaran junto a una serie de explicaciones pertinentes, a fin de que pudieran ser
interpretadas correctamente y resultaran, a la postre, significativas, tanto para ellos como
para el alumnado. Tras un periodo amplio de trabajo, tanto para los implicados en el
desarrollo del plan como para el profesorado del centro, la propuesta quedó configurada
en líneas generales tal como se expone a continuación.
168
3. Principios psicopedagógicos en la orientación académica y profesional
169
cabo en los centros, en el marco del plan de acción tutorial acordado en el proyecto
curricular. En cualquier caso, dicha orientación debe considerarse como un proceso
continuo a lo largo de las diferentes etapas, ciclos y modalidades de la educación
secundaria. Además, ha de ser un proceso diferenciador que permita atender las
características y peculiaridades de cada alumno.
No hay que perder de vista que su finalidad última es que el estudiante tome la
decisión adecuada, ayudado, pero nunca suplantado, por los distintos agentes educativos
(profesorado, padres, orientadores, tutores, etc.), lo cual implica potenciar su autonomía
personal de toma de decisiones y de actuación para hacer efectivo el plan personal
previsto. La capacidad de toma de decisiones conllevará el dominio de determinadas
capacidades y habilidades, lo cual se puede lograr a través de un adiestramiento, una
ejercitación y una capacitación adecuados, tanto en el proceso de enseñanza y
aprendizaje de las distintas áreas como en actuaciones específicas que se impulsen en el
centro, pero para ello es preciso que se planifique su enseñanza y se creen oportunidades
reales de aprendizaje. Por esta razón, es necesario que el centro escolar elabore,
desarrolle y valore un Plan de orientación académica y profesional (POAP), que
constituye un instrumento útil para organizar, sistematizar y dar coherencia a las
distintas actuaciones que se desarrollen en los diferentes niveles de toma de decisiones
(proyecto educativo y curricular, programaciones didácticas, acción tutorial, etc.) por
parte de los órganos de coordinación educativa (comisión de coordinación pedagógica,
departamentos didácticos, departamento de orientación, equipos docentes, etc.).
170
4. Aspectos fundamentales en el Plan de orientación académica y
profesional
Es importante mencionar algunos principios y estrategias que hay que tener presentes
en la intervención psicopedagógica, ya que éstos sirven para desarrollar y concretar, de
acuerdo con lo reseñado en los apartados anteriores, una propuesta educativa y
organizativa del Plan de orientación académica y profesional (POAP) en la educación
secundaria. En este sentido, los aspectos más significativos que debe buscar el POAP de
los institutos son los siguientes:
171
las relaciones que mantienen con los demás y sobre el concepto que tienen de sí mismos.
Resulta tan importante que tomen conciencia de cómo les ven las otras personas y, en
definitiva, de cómo se ven a sí mismos, como que razonen sobre sus valores en relación
con sus intereses y necesidades. En definitiva, el alumnado debe reflexionar sobre sus
aspiraciones y proyectos profesionales, académicos e, incluso, personales.
172
aborden los elementos más significativos que constituyen las relaciones laborales y la
organización de los distintos tipos de empresa. Por ello, el alumnado debe conocer y
trabajar en el instituto cuestiones como el contrato laboral, la legislación laboral, los
derechos sindicales y de los trabajadores, la salud laboral, etc.
173
5. Intervención psicopedagógica en los ámbitos de desarrollo del Plan de
orientación académica y profesional
174
alumnado debe abordarse en las entrevistas que se celebren con ellos.
Se considera fundamental que el POAP forme parte del proyecto curricular y que la
orientación, como aspecto transversal del proceso educativo, incida y afecte a la
determinación y jerarquía de los distintos elementos curriculares. En efecto, la
orientación académica y profesional se encuentra presente en la inmensa mayoría de las
actividades educativas que se llevan a cabo en el centro, ya sea en el desarrollo y
concreción del currículo, ya en las distintas actuaciones que se despliegan en el plan de
actuación tutorial. Así pues, será importante insistir en la concreción y adecuación del
currículo, sobre todo en la capacidad relativa a “la inserción y actuación social” y en los
distintos ingredientes que configuran el desarrollo de la misma. En este sentido,
promocionar en cada alumno un conocimiento ajustado de sus posibilidades y de su
aptitud para tomar las decisiones más adecuadas a sus intereses y expectativas debe
llevarnos a insistir en trabajar competencias que contribuyan a la adquisición de elevadas
cotas de seguridad en sí mismo, a incentivar el empleo de estrategias de planificación de
las distintas tareas, a adiestrarse en tomar pequeñas decisiones sobre cuestiones
escolares, a desarrollar competencias comunicativas y de comprensión oral y escrita, etc.
Con estos ejemplos, se desea dejar constancia de lo importante que resulta para la
orientación del alumnado que se destaquen las capacidades y contenidos que se han
expuesto en el capítulo referido a los ámbitos que constituyen la orientación académica y
profesional.
Del mismo modo, el proyecto curricular permitió relacionar la orientación académica
y profesional con las distintas actividades que se realizan para desarrollar el plan de
acción tutorial, puesto que la mayoría de las tareas de aquélla se tienen que impulsar
desde los equipos docentes coordinados por el tutor o por estos mismos, como se verá
más adelante. Todo ello, sin olvidar la importancia que suelen tener los contenidos y
objetivos de la orientación para determinados alumnos, en particular, para aquellos que
muestran muchas dificultades de aprendizaje o manifiestan desmotivación y desinterés
175
por todo lo estrictamente escolar y sólo expresan expectativas en cuestiones relacionadas
con su incorporación al mercado laboral. En este sentido, hay que reconocer que los
aspectos referentes a la inserción laboral pueden convertirse en un contexto inmejorable
para abordar distintos objetivos de la educación secundaria y para despertar la
motivación de dichos alumnos.
A la comisión de coordinación pedagógica, con el asesoramiento y apoyo del
departamento de orientación (DO) o el equipo psicopedagógico, corresponde establecer
las directrices del POAP en el sentido señalado. Dicho plan, que formará parte del
proyecto curricular, se configura como el primer nivel de planificación, convirtiéndose
en uno de los referentes más importantes para la elaboración y desarrollo de las
programaciones y para las distintas actividades que se lleven a cabo en el centro por
parte de los restantes órganos de coordinación pedagógica y de profesores y tutores. Por
esta razón, el POAP ha de contemplar un plan de supervisión y seguimiento que permita
evaluar los acuerdos tomados e incorporar progresivamente elementos que puedan
mejorarlo.
176
profesional e inserción laboral. En este sentido, se recalcaron los contenidos de
procedimientos y de actitudes, valores y normas, por un lado porque se encuentran
estrechamente relacionados con las capacidades básicas de la etapa y, por otro, porque
muchos de ellos contribuyen a abordar mejor las competencias implicadas en la
orientación. Además, gran parte de estos contenidos se encuentra presente en todas o en
la mayoría de las áreas de la educación secundaria, por lo que su abordaje en distintos
campos científicos permite que se funcionalicen de forma sobresaliente en los ámbitos
profesionales correspondientes.
Desde esta perspectiva, hay que recordar los siguientes contenidos de procedimientos
transversales a distintas áreas: obtención y análisis de la información, planificación de
actividades de aprendizaje y del propio trabajo, resolución de problemas que implique
generar hipótesis y predicciones, contrastarlas y llegar a conclusiones, expresión del
propio pensamiento e interés, aplicación de la información obtenida, etc. Asimismo hay
que señalar los siguientes contenidos de actitudes, valores y normas transversales a
distintas áreas: autoanálisis y reflexión, constancia por aceptarse a sí mismo, disposición
por el trabajo bien hecho y por la buena presentación de los trabajos realizados,
aceptación y ofrecimiento de ayudas cuando sea necesario, etc. Una vez el equipo
docente ha decidido insistir y profundizar sobre los contenidos expresados, es importante
determinar las habilidades y destrezas más significativas que sirven para desarrollar
dichos contenidos, para que cada profesor las trabaje en el proceso de enseñanza y
aprendizaje de las distintas unidades didácticas.
En otro orden de cosas, se insistió en que para contribuir a la orientación del
alumnado, los contenidos tienen que abordarse a través de una dimensión práctica y
funcional que permita la aplicabilidad de los mismos. Es decir, han de ofrecer, en la
medida de lo posible, respuestas a distintas situaciones de la vida cotidiana de los
alumnos y a las expectativas de éstos, satisfaciendo así algunas de sus curiosidades y
preocupaciones. Por eso, se acordó, siempre que fuera posible, presentar los contenidos
relacionados con el entorno social y laboral de los estudiantes con el objetivo de que
éstos puedan aplicarlos en ámbitos de su interés, lo cual permitirá una ampliación de sus
intereses y expectativas y una mejor comprensión de ambos.
Al mismo tiempo, dichos contenidos han de tener un carácter profesionalizador para
que aseguren, como mínimo, el desarrollo de dos aspectos que se consideran
fundamentales en una orientación adecuada y de calidad y que son los siguientes:
177
matemáticas se trabajasen temas como la interpretación y confección de las
nóminas, la realización de presupuestos y balances, etc.; que en las áreas de
lenguaje se ejercitara al alumnado en el dominio de las entrevistas y en la
elaboración de textos de presentación personal y otros, como el currículum vitae.
Los contenidos, siempre que lo permitan, deberían relacionarse con los
elementos básicos del desarrollo de algunas profesiones o de actividades laborales,
con la finalidad de que los alumnos comprendan su utilidad para el ejercicio de
determinados puestos laborales. Ocurre demasiado a menudo que los estudiantes
tienen una concepción distorsionada de lo que representa la práctica de
determinadas profesiones y eligen determinados itinerarios formativos o laborales
sin saber que se requiere el dominio de ciertas habilidades y capacidades o, por el
contrario, desconocen que algunos contenidos son útiles para desempeñar
determinadas profesiones o puestos laborales. En este aspecto, por ejemplo, podría
ser conveniente que ciertos contenidos de la materia de química pudiesen
relacionarse con la elaboración de productos cosméticos o de aguas de colonia, que
algunos conceptos de física se vinculasen a la ejercitación de tareas relacionadas
con la electricidad o la electrónica, etc.
178
profesional. Éstas permiten que el alumnado escoja temas más vinculados a sus intereses
y a algunos aspectos de determinadas profesiones. Por todo ello, a la hora de diseñar las
materias optativas, hay que considerar una serie de aspectos como los siguientes:
179
llevado a cabo con los alumnos de manera individual y ayudándoles a tomar las
decisiones más pertinentes sobre las opciones académicas y profesionales más
adecuadas. En estas circunstancias es imprescindible la participación activa del
alumnado en el proceso de elaboración y concreción en la elaboración del CO.
Desde esta perspectiva, el consejo orientador debe constar de los siguientes aspectos
básicos:
Una reflexión y opinión del equipo docente sobre el proceso educativo del
alumno que permita destacar los elementos más significativos alcanzados por éste
en relación, sobre todo, con el nivel de madurez adquirido en las distintas
capacidades básicas de la ESO, pudiéndose señalar los ámbitos profesionales o
académicos en que mejor las domina y las aplica.
Una reflexión sobre determinados aspectos personales del alumno, entre los que
debe constar la percepción que éste tiene de sí mismo, de sus expectativas y sus
posibilidades en el campo académico y profesional. Por esta razón, sería
conveniente explicitar los intereses y preferencias, señalando y analizando las
causas de los mismos para que les sean útiles para comprender y argumentar sus
decisiones. De igual modo, es deseable hacer constar la percepción que los
alumnos tienen sobre su capacidad para aprender en otras situaciones escolares o
profesionales posteriores.
Un análisis sobre la adecuación existente entre las características educativas y
personales del alumno y las peculiaridades de las ofertas formativas posteriores y
del ámbito profesional preferido por éste. Se trata de expresar las opciones que
podrían serles más provechosas considerando las reflexiones efectuadas en los
apartados anteriores. En este sentido, para realizar correctamente esta tarea, sería
oportuno que el centro y el equipo docente dispusiesen de indicadores y
documentos que relacionasen, por una parte, las capacidades básicas de la etapa
con las competencias esenciales de distintos ciclos formativos de grado medio de
formación profesional y, por otra parte, de la misma correspondencia respecto al
bachillerato.
180
relacionadas con el desarrollo curricular y el proceso de enseñanza y aprendizaje resultan
fundamentales para la orientación del alumnado, éstas son insuficientes y deben verse
complementadas con otras actividades específicas que han de impulsarse, de manera
institucional, en el conjunto del centro educativo, dada la existencia de una serie de
tareas más especializadas que difícilmente se pueden promocionar desde el
desenvolvimiento de la dinámica pedagógica del aula. Nos referimos a las actuaciones
que deben llevarse a cabo desde el desarrollo del plan de acción tutorial del centro y,
concretamente, por los tutores. En este apartado abordaremos los aspectos más
importantes que debe realizar el tutor a lo largo de su sesión semanal de tutoría con el
grupo de alumnos que le ha correspondido, de manera coordinada con las actividades
generales que el instituto lleva a cabo en este sentido.
Conviene que las tareas que se desarrollen en la tutoría de grupo, además de
responder al POAP aprobado por el centro, se debatan y cuenten con el consenso del
equipo docente, puesto que, en parte, son un continuo de las actividades curriculares que
el profesorado de curso, ciclo o nivel ha acordado llevar a cabo. En este sentido, dichas
actuaciones deben reflexionarse y diseñarse complementariamente a las coordinaciones
de los distintos tutores de un mismo nivel educativo, para que haya actuaciones ajustadas
y coherentes. En estas coordinaciones debe estar presente el asesoramiento del DO o
equipo psicopedagógico, no sólo para ofrecer criterios psicopedagógicos que permitan
tomar las decisiones colectivas pertinentes, sino también para asesorar sobre los aspectos
más significativos que hay que impulsar para llevar a cabo una adecuada dinámica de
grupo.
La tutoría grupal debe, básicamente, reforzar los aspectos relativos a mejorar el
autoconocimiento de los alumnos, incrementar las competencias en la toma de
decisiones abordando, sobre todo, actividades relacionadas con el conocimiento del
sistema productivo y profesional, de los procesos de inserción laboral y de las
posibilidades que ofrece el sistema educativo.
181
Actividades sobre el conocimiento del sistema productivo y de las profesiones.
En este ámbito, es importante informar y reflexionar sobre la estructura de los
sectores productivos, los campos profesionales y ocupacionales y los perfiles y
competencias que implican, los sectores profesionales y las ocupaciones con más y
menos demanda en la sociedad actual y en el entorno del alumnado, las
condiciones de las relaciones laborales y la legislación laboral, las condiciones de
trabajo y los derechos de los trabajadores (salud laboral, tipos de contratos, etc.),
los procesos implicados en la autoocupación, etc. De nuevo, lo más interesante es
que los alumnos relacionen sus expectativas profesionales y laborales y sus
percepciones sobre sus potencialidades para aprender una profesión u oficio con las
competencias que se requieren para un desempeño adecuado de los mismos.
Actividades sobre los procesos de inserción laboral. En este espacio es
apropiado abordar temas que se relacionen con la búsqueda y encuentro de empleo,
sobre todo aprendiendo técnicas de indagación y las habilidades sociales
implicadas. De igual modo, hay que conocer tanto los documentos e informes,
cuyo uso en esta situación resulta imprescindible (instancias, cartas, solicitudes,
etc.), como los organismos y entidades de inserción laboral (oficinas de empleo,
administraciones, sindicatos, etc.). Las distintas actividades que se impulsen
requieren, tal vez más en este ámbito que en los otros, que el alumnado ejercite y
efectúe prácticas muy semejantes a las situaciones concretas. Puede que resulte
necesario el uso de documentos y de materiales reales que, en algunos casos,
complementen los que se emplean en determinadas áreas curriculares (lectura e
identificación de anuncios para encontrar trabajo, simulaciones de entrevistas
personales, elaboración de solicitudes, etc.).
182
los contenidos de la entrevista con el alumno deben abundar sobre los distintos aspectos
expresados en los otros ámbitos para que exista continuidad con las actividades que se
están llevando a cabo. Esa es la mejor manera de centrarse en los aspectos nucleares de
la orientación. Además, así se evita “despistar” y dispersar a los estudiantes. Desde esta
perspectiva, el apoyo psicopedagógico colaborar con el tutor en la elaboración de un
protocolo que sirva de guía para efectuar las entrevistas, recoger la información
pertinente y abordar los temas fundamentales que inciden en la orientación, permitiendo,
a la vez, registrar la información recogida.
El trabajo con las familias debe formar parte del continuo de las actividades descritas,
sobre todo de las entrevistas realizadas con sus hijos. Además, ha de completar la
información que el tutor no ha podido conseguir en el diálogo con éstos, abordando la
colaboración de los padres con los tutores y el equipo docente en la concreción del plan
de orientación académica y profesional. En estos casos, resulta interesante debatir las
expectativas de los padres sobre sus hijos, tanto en lo referente al aprendizaje como en lo
tocante al futuro profesional y académico, puesto que muchas veces la información y
opinión de la familia adquieren una importancia decisiva en los intereses y en la toma de
decisiones del alumno. Tampoco en este ámbito debe el apoyo psicopedagógico sustituir
la función del tutor; más bien debe colaborar con éstos para que las entrevistas sean
provechosas, a fin de lograr una orientación satisfactoria.
Como corolario de este capítulo, es importante subrayar de nuevo el carácter
transversal de la intervención en la orientación académica y profesional, que debe
implicar a toda la actividad educativa de los centros docentes, desde los aspectos más
generales a los más particulares del aula y de la acción con cada chico. Por eso, es un
error limitar la orientación a actuaciones puntuales en determinados momentos. De
hecho, la orientación debe entenderse como un proceso incorporado al proceso de
enseñanza y aprendizaje. Además, ha de existir un compromiso institucional, en especial
de los equipos docentes, en la elaboración, desarrollo y evaluación de proyecto de
orientación educativa y profesional. En este marco, la intervención psicopedagógica
debe estar presente en todos los ámbitos constitutivos del POAP, dando apoyo al
profesorado y a los órganos de coordinación pedagógica y colaborando con ellos en la
elaboración, puesta en marcha, seguimiento y valoración de dicho plan, así como en la
aportación de criterios que permitan diseñar actividades y materiales pertinentes.
Lecturas recomendadas
183
la educación secundaria. Barcelona: Horsori Editorial-ICE UB.
El libro define qué se entiende por orientación educativa, asociándola a la calidad de la educación y
a la atención individualizada de la enseñanza y aprendizaje. Por eso vincula la orientación educativa a
los procesos de formación integral de los alumnos y, en consecuencia, concluye que debe ser una tarea
asociada a la práctica educativa de todos los profesores. De igual modo, se expone con claridad la
relación entre orientación educativa y orientación académica y profesional, destacando la importancia
de ésta en la educación secundaria.
El libro resulta interesante porque aborda, al mismo tiempo, el carácter institucional que debe tener
la orientación y la relación que tiene que mantener con las estructuras organizativas de los centros, en
especial con las funciones de la acción tutorial. En este sentido, aborda los aspectos más significativos
que deben constituir el plan de acción tutorial que debe elaborar todo centro docente en el marco del
proyecto curricular, entre los que destaca la importancia que le confiere a la coordinación de los
equipos docentes de los distintos niveles educativos.
También es de destacar la propuesta de actividades y de actuaciones concretas que se sugieren,
tanto en lo relativo a la función tutorial en todos sus ámbitos, como en lo tocante a la orientación
académica y profesional. Aunque todo el libro tiene como referente los principios psicopedagógicos y
curriculares que estableció la LOGSE, los contenidos y actividades que se exponen siguen vigentes en
el desarrollo de la LOCE, porque las ideas que el libro plantea contribuyen, igualmente, al desarrollo
de la orientación y de la acción tutorial.
184
Notas
1. Martín (1997).
2. Martín (1997).
3. Bauzá (1997).
185
Capítulo VIII
186
Proyecto de intervención para la convivencia y la
prevención de la violencia escolar
Rosario Ortega
187
una pobreza extrema. En los países del llamado mundo desarrollado, los individuos
disponen de mayor margen de maniobra a este respecto, pero ésta se limita mucho a
partir de sus propias habilidades instrumentales y sociales aprendidas básicamente en los
años de la escolaridad obligatoria. Así pues, hay que tener en cuenta los parámetros
económicos y geopolíticos, así como los condicionantes sociológicos antes de
aventurarse a diseñar y pretender llevar a la práctica proyectos de educación para el
bienestar y la convivencia. No hacerlo sería expresión de ingenuidad, o quizás de
cinismo.
188
1. Una perspectiva comunitaria o la articulación de una realidad compleja
189
significados relevantes para el sujeto, lo que permite a las personas sentirse seguras de
que viven en el escenario que les corresponde por dignidad y función social. La escuela
es uno de estos escenarios, y la actividad de aprender y enseñar una de las más
relevantes y más cargadas de significado social. No debemos olvidar que se va a la
escuela, básicamente, a convertirse en un ciudadano/a socialmente competente.
La comunicación que, en el escenario vital de la escuela, se establece con los demás
va estimulando el desarrollo del discurso propio y compartido que es lo que nos aporta,
poco a poco, ciertas señales de identidad común. Pero además, los conocimientos,
emociones y sentimientos que compartimos con los demás, en el escenario institucional
de la escuela, permiten ir alimentando el desarrollo del autoconcepto y la autoestima
necesaria para proyectarse primero como aprendiz y luego como ciudadano/a.
Redes de relaciones previas y cambiantes subyacen al intercambio comunicativo. Son
las estructuras, más o menos funcionales, pero sacralizadas por las microculturas
institucionales. En el caso de la escuela, hemos distinguido5 tres grandes grupos: el
microsistema docente (el equipo de profesores que tiene la responsabilidad de la
docencia y la dirección de la comunicad escolar); el microsistema de los escolares (el
conjunto diverso y al tiempo homologable de chicos y chicas que acuden a un centro
escolar) y finalmente, el que constituye la red de comunicación de la escuela con su
entorno (el que se establece entre escuela y familias; escuela y comunidad de vecinos;
administración educativa y escuela, y, en fin, el que establece la escuela con las
entidades supra-institucionales que le afectan y a las que ella afecta).
A partir del esquema previo estamos en condiciones de analizar sistemas de
relaciones y actividad que nos permitirán aproximaciones funcionales a la convivencia
escolar, sus dinámicas y conflictos. Hay un espacio de gestión individual, relativamente
reducido a la más íntima construcción personal del conocimiento y las emociones, y un
espacio de gestión compartida de los procesos que son comunes, incluyendo la
construcción social del conocimiento, la modulación de emociones y el despliegue de la
vida afectiva y social.
Las redes interpersonales, de amigos/as, pero muy especialmente de compañeros/as
de aula y centro, tanto por la propia naturaleza interpsicológica de la que están
compuestas, como por las cambiantes condiciones en las que tienen que desenvolverse,
nunca son ni simples ni estáticas. Conflictos de todo orden, problemas coyunturales o
pertinaces, tensiones, malos entendidos, pasiones poco reflexivas, amores y odios, así
como amistades y altruismos son la salsa misma donde se cuece la vida social
interpersonal. Las relaciones interpersonales no son nunca de naturaleza objetiva, aunque
sean reales y constantes en nuestra vida. Muy al contrario, son de naturaleza subjetiva, lo
cual indica que en ellas el sujeto se expresa y recibe retroalimentación cognitiva y
afectiva poniendo en juego no ya, o no sólo, sus capacidades cognitivas, sino sobre todo
su sensibilidad afectiva, su equilibrio emocional y el dominio ético de sus valores
personales.
190
Sentirse miembro activo y respetado de una red social bien articulada garantiza el
estímulo necesario para enfrentarse a las actividades académicas y ejecutar, tanto en
soledad como en interacción, las tareas, nada atractivas a veces, que la escuela propone a
los escolares. La forma en que interpretamos los conflictos que necesariamente van a
surgir, será uno de los factores determinantes de la convivencia. Disponer de ideas
sensatas y prudentes sobre hasta dónde se puede llegar en el individualismo y hasta
dónde hay que asumir modelos sociales de construcción del conocimiento y de
modulación de la vida emocional, nos permitirá estar mejor preparados para asumir la
naturaleza, compleja, de la educación para la convivencia y la resolución dialogada de
los conflictos.
191
2. Prevenir antes que curar: un principio de la lucha contra la violencia
Ya hemos dicho que las buenas y las malas relaciones interpersonales no son entes
abstractos, sino procesos concretos en los que nos vemos envueltos dadas las formas de
comunicarnos con los demás que seamos capaces de activar y mantener. Es importante
añadir que tampoco la vida en común sucede en el vacío, sino en escenarios concretos
que estimulan procesos interpsicológicos. Así, acción conjunta, comunicación y vida
afectiva en común serán tres elementos que atraviesan todos los eventos de la vida
escolar. Para lo que a nuestro análisis interesa, es importante reconocer que ésta es la
composición básica del tejido social y psicológico de la vida en la escuela.
En el reciente informe europeo elaborado por un amplio grupo de expertos en el que
hemos tenido la oportunidad de participar (Salomaki et al., 2001) bajo los auspicios de la
Comisión Europea de Educación y Cultura, se afirma que combatir la violencia juvenil
comienza por prevenir la violencia escolar; y prevenir la violencia escolar con aprender a
resolver de forma dialogada y sin daño personal los conflictos sociales en los que nos
incluimos. Aprender a compartir, a negociar en términos de reciprocidad moral los
conflictos y a defenderse de ataques injustificados es un seguro de habilidades sociales
para el presente y para el futuro. En dicho informe, de orientación comunitaria, se
expresan tres líneas básicas para la prevención de la violencia.
192
conflictividad social pueda ser caldo de cultivo de fenómenos de violencia, ningún grupo
profesional o de poder debe atribuirse el control total sobre su análisis y sus métodos de
trabajo. La escuela tiene que estar abierta a la ayuda que le viene de fuera desde otros
organismos sociales y solidarios; tiene que ser una buena interlocutora en ese diálogo y
no debe ser ni pasiva ni sentirse la única responsable o el único agente de cambio.
Global significa aquí que hay que considerar que todos los sistemas, agentes, recursos
y protagonistas deben ser considerados importantes, tanto a la hora del estudio del
fenómeno, como sobre todo a la hora de las propuestas de intervención. Problemas
complejos, generados a lo largo del tiempo y bajo la influencia de factores múltiples,
exigen planteamientos y modelos de intervención igualmente complejos e integrados. La
escuela necesita ir algo más allá de la tradicional cultura instructiva y enfrentarse, con
estrategias nuevas, a los nuevos retos y conflictos que la educación plantea.
Finalmente, es necesario tener presente que nada puede hacerse sin contar con la clara
conciencia profesional de los docentes, sus deseos de actuar y su entusiasmo por cambiar
las cosas. Para ello es necesario que el profesorado se sienta apoyado por la sociedad,
con recursos suficientes para actuar y que reciba ayuda sostenida para desplegar
proyectos y programas para los que no ha sido formado, y a los que debe aprender a
enfrentarse de forma innovadora.
193
3. Indisciplina, conflictividad y violencia escolar
En la cultura escolar, muchos procesos están articulados, pero no tanto como para que
la actuación en un ámbito redunde en efectos directos en todos ellos. La falta de
motivación para el estudio, los deficientes procesos de planificación y realización de la
enseñanza y los pobres resultados académicos que ambos factores suelen producir no
deberían ser logros que se esperasen de los planes de educación para la convivencia en
orden a la prevención de la violencia, aunque a veces, mejoren.
Otro problema que hay que abordar antes de intentar planificar la prevención de la
violencia mediante la educación de la convivencia es el de la disciplina. La disciplina se
refiere al sistema de normas que una organización se proporciona a sí misma y a la
obligatoriedad o no de que cada miembro del grupo social cumpla con unas
convenciones que, para que sean aceptables, deben haber sido democráticamente
elaboradas y revisadas críticamente por todos los miembros de la comunidad. ¿Sucede
esto con las normas disciplinares de la escuela? No siempre y no en todos sus aspectos,
ni en todos los centros.
Con más frecuencia de la que reconocemos, los escolares no participan en la
elaboración de los códigos de conducta, ni por supuesto en los sistemas de
agrupamiento, ni en el diseño de actividades, ni son conocedores de los problemas
funcionales que el cumplimiento de las normas conlleva. Si planificamos un programa
de educación para la convivencia debemos tener en cuenta que sin una disciplina
democrática es muy difícil educar en la democracia. Así pues, la comprensión de la
naturaleza del entramado social que compone el ecosistema humano escolar –redes
sociales de participación– requiere aprender a describir y analizar las estructuras de
participación y las dinámicas de poder, comunicación, sentimientos, emociones y valores
que éste despliega en el día a día de la convivencia escolar.
Dicho lo anterior, queremos centrarnos ahora en uno de los fenómenos más serios que
pueden aparecer en el centro escolar cuando no se planifica y atiende la convivencia, no
se abordan los conflictos de forma dialogada y democrática o se desconocen las claves
ocultas que a veces encierra el microsistema de relaciones interpersonales de los
escolares entre sí. A veces, por distintas razones, el sistema de relaciones de los iguales
se configura con una cierta estabilidad microcultural, bajo un esquema de dominio-
194
sumisión, que incluye reglas implícitas o convenciones arbitrarias que se afianzan en el
entramado de la red de iguales. Se trata de convenciones moralmente pervertidas e
injustas, en las que el poder de unos y la obligación de obedecer de otros se constituyen
como esquemas rígidos de pautas que hay que seguir.
Protegidas por el aislamiento, estas injustas pautas de poder y control de unos hacia
otros adoptan formas variadas, pero en su conjunto se caracterizan porque en ellas una
persona es dominante y otra es dominada; una controla y otra es controlada; una ejerce
un poder, más o menos abusivo y la otra debe someterse a unas normas que no comparte,
en las que no ha participado y que claramente le perjudican. Se trata del problema del
abuso o la prepotencia social. Un fenómeno bien definido en el marco europeo6 que se
puede considerar como el problema más estable de todos cuantos componen el siniestro
mapa de la violencia escolar.
El maltrato entre iguales se sustenta sobre un tipo de vinculación interpersonal
claramente perverso que es frecuente en instituciones cerradas que se dotan de
disciplinas muy rígidas y de modelos generales de actitudes sociales basadas en el
ejercicio injusto del poder. Es ésta la forma más grave de conflictividad que, sin
embargo y afortunadamente, sólo afecta de forma muy dura a un número reducido de
escolares.7 Otra cosa es el efecto que este fenómeno tiene sobre la red de participación
general de los escolares y sobre el clima psicológico y social del centro escolar.
La aparición, en la red de escolares, de fenómenos de prepotencia, acoso,
hostigamiento, exclusión social, y en definitiva, malos tratos, afecta a la red completa,
porque establece una base de hábitos de comportamiento y de actitudes sociales que los
involucra. A unos como protagonistas; son los que dominan o quieren imponer su
criterio y normas a los demás, que intentan ir todo lo lejos que pueden en esa actitud; a
otros, las víctimas del fenómeno, porque por distintas razones, no saben o no pueden
salir por sí mismos de la situación en la que se ven envueltos; finalmente, los que,
conociendo lo que sucede, no saben o no pueden hacer nada útil para parar el proceso.
Esta relación asfixiante en la red de compañeros/as puede terminar conduciendo, en poco
tiempo, hacia una relación de violencia escolar.
Se trata de un tipo de red social, caracterizado en su foco central por la díada agresor-
víctima, pero rodeado por un conjunto de roles complementarios que hacen de éste un
fenómeno complejo de naturaleza sociocultural y con efectos perversos para todos los
que en él participan. Son víctimas, agresores y espectadores más o menos activos, ya que
unos animan al agresor/es, otros tratan de ayudar a la víctima, no siempre con éxito, y
otros, finalmente, se inhiben en una suerte de perplejidad moral que, a la larga, causa
daño al desarrollo y al aprendizaje de valores de sociabilidad y actitudes morales
necesarias.
El chico/a que es prepotente con el compañero o compañera que encuentra más débil
o con menos capacidad de respuesta a sus agresiones, se justifica acusando de
provocación a la víctima o afirmando que se trata de una broma. Este chico o chica
195
busca la complicidad de otros y, en ocasiones, consigue la tolerancia de los adultos
mediante la minimización de la intencionalidad de herir. El que agrede impunemente a
otro, el que abusa de sus compañeros/as actuando al margen del respeto a las normas de
convivencia, se socializa con una conciencia de clandestinidad que afecta gravemente a
su desarrollo moral; poco a poco va creyendo que las normas están para saltárselas y que
no cumplirlas puede llegar a proporcionar un cierto prestigio social, ya que algunos de
sus compañeros le aplauden y otros le temen; se va deteriorando su desarrollo moral y
aumentando el riesgo de acercamiento a la precriminalidad, si no encuentra a tiempo
elementos educativos de corrección que reconduzcan su comportamiento antisocial.
Algunas víctimas del maltrato de sus iguales, cuando se perciben sin recursos para
salir de esa situación, terminan aprendiendo que la única forma de sobrevivir es la de
convertirse, a su vez, en violentos y desarrollar actitudes agresivas hacia otros. Ante la
indefensión de la víctima y la pasividad de los espectadores, los agresores refuerzan sus
actitudes abusivas y transfieren estos comportamientos a otras situaciones escolares. El
problema adquiere una dinámica de incontrolabilidad y aparece la falsa creencia en la
inevitabilidad de la violencia, que desde una posición teórica rigurosa debemos negar.
Por otro lado, la escasez de habilidades sociales de la víctima o la brutalidad de los
agresores son responsables de que algunos escolares permanezcan en una situación
social que termina siendo devastadora para ambos, pero también tremendamente
negativa para los espectadores. Los espectadores valoran el problema como mucho más
grave y frecuente de lo que los propios afectados consideran, lo que nos hace pensar que
esta dañina relación social provoca escándalo y miedo en los chicos y chicas que están
en mejor disposición psicológica para escapar de ella. Aprender que la vida social
funciona con la ley del más fuerte puede ser muy peligroso, tanto para los que se colocan
en el lugar del fuerte como para los que no saben cómo salir del papel de débil que la
estructura de la relación les asigna, especialmente, si esto ocurre cuando se está
construyendo la personalidad social. Este tipo de problemas es uno de los factores más
relevantes en el deterioro de la convivencia y una de las causas de la conflictividad
escolar que aquí estamos analizando.
196
4. Un proyecto de educación de la convivencia para prevenir la violencia
Procedimientos y herramientas
197
En muchas ocasiones ha sido preciso ayudar a que los protagonistas y agentes hagan
lecturas nuevas de lo que corresponde a los otros actores. Por ejemplo, algunos docentes
tienden a ver muchos problemas como fenómenos de falta de respeto y de indisciplina
personal de los escolares, o de escaso control familiar. Las familias tienden a
responsabilizar a los docentes y a desconectar las respuestas escolares de sus hijos de sus
propios modelos educativos. Finalmente, los escolares tienden a separar su propio
mundo relacional del que establecen con los docentes. La idea genérica es que es
necesario contemplar todos los puntos de vista, no tanto para sumarlos cuanto para
observar el fenómeno en toda su complejidad. El esquema general de actuación que se
sucedió fue el siguiente:
198
la totalidad del claustro, pero sí un número mínimo de tres profesores que lograban la
aceptación del equipo directivo para constituirse como equipo de trabajo), el diseño de
un proyecto educativo concreto. Dicho proyecto de centro debía estar focalizado en las
relaciones interpersonales, pero éstas eran tomadas desde una concepción muy amplia.
Relaciones interpersonales en sí mismas y relaciones interpersonales como plataforma
humana de la actividad académica.
Solemos afirmar que este modelo de trabajo está fundamentado en el análisis de dos
planos: el ecosistema de relaciones interpersonales y la actividad de enseñanza y
aprendizaje. Estos dos planos, considerados dos grandes factores articulados entre sí, nos
dan una visión de la realidad social, psicológica y académica del centro como una
verdadera comunidad de convivencia en la que se aprende no sólo lo que se planifica
como currículum explícito, sino también lo que no se planifica y se convierte en
currículum implícito u oculto. Se trata de rescatar para el análisis escolar el viejo modelo
comunitario. La planificación concreta de la actuación, dentro del proyecto que cada
centro diseña, se realiza mediante los llamados programas de trabajo.
199
5. Concluyendo: programas de trabajo como cajas de herramientas
200
originalidad y atendiendo a las necesidades concretas de sus alumnos y alumnas.
Las líneas programáticas del SAVE habían surgido del debate y la negociación con
los docentes y cubrían un amplio espectro de necesidades educativas, siempre enfocadas
hacia la mejora de la convivencia. La gestión de la vida cotidiana, en términos de
democracia viva (analizar normas y convenciones y procurar que no sean incoherentes ni
autoritarias, sino democráticas y posibles) cubría la necesidad de atender a la vida social
del aula y del centro. La formación en valores derivó hacia la necesidad de atender la
vida afectiva y emocional de los escolares; llevó a los docentes a pensar en cómo lograr
que en la escuela las personas se aprecien, evitando hacer sufrir a los otros y procurando
no dejarse atrapar por la agresividad injustificada de otros. Finalmente, prestar atención
al tipo de enseñanza que hacemos nos lleva a considerar que no es posible enseñar la
solidaridad y la cooperación si la instrucción es individualista, competitiva y no
cooperativa; así pues, el desarrollo curricular mediante el aprendizaje cooperativo se
presentó como un instrumento necesario.
El SAVE se ha implementado durante tres cursos académicos (1996/97-1998/99) y ha
supuesto un movimiento de sensibilización, toma de conciencia, formación, y actuación
de un total de setenta profesores/as, repartidos en diez grupos de trabajo, nueve docentes
y un grupo de orientadores escolares de Primaria y Secundaria, con los que hemos
trabajado de forma sostenida durante este intervalo de tiempo. Todos ellos han sido
organizados en equipos que han recibido apoyo económico y reconocimiento
institucional del Centro de Profesores de su zona –CEP. Cada uno de ellos ha
desarrollado su propio proyecto de prevención de la violencia escolar en su centro,
basado en el modelo antes descrito, pero desarrollado de forma particular por cada
grupo. Cada uno de ellos ha realizado una memoria final de curso sobre su trabajo y
acudido regularmente a las reuniones de coordinación con los miembros del equipo de la
Universidad que hemos trabajado con ellos.
El equipo de la Universidad ha desplegado una actividad de apoyo, colaboración y
ayuda sostenida a los docentes del proyecto. Dicha ayuda, además de la coordinación de
las reuniones periódicas (una sesión cada mes durante cada curso) ha consistido en la
aportación de recursos (desde referencias bibliográficas, pequeños programas de
formación específica en estrategias concretas, invitación a seminarios y conferencias con
expertos, hasta asistencia a las reuniones de trabajo del equipo docente cuando éramos
requeridos para ello). Al final de cada curso, todos los docentes se han reunido para sacar
conclusiones sobre los logros conseguidos y diseñar los pasos que había que dar en el
siguiente curso. Durante el curso 1999-00 realizamos una evaluación.12 Hemos obtenido
buenos resultados objetivos, aunque los verdaderos logros y beneficios permanecen en la
experiencia de los que fueron sus verdaderos agentes: los docentes de los centros que lo
llevaron a cabo, que supieron movilizar voluntades, deseos y habilidades al servicio de
nuevas metas.
201
Lecturas recomendadas
202
querido aplicar el criterio de diversidad y amplitud en cuanto a las perspectivas de análisis desde las
que estudian los problemas sociales en la escuela. Desde el análisis de la globalización y sus efectos
en los problemas culturales hasta la educación de la vida afectiva, se abren un conjunto de líneas de
reflexión y trabajo expresadas por autores que tienen una gran solvencia en este tema. Los
coordinadores realizan una amplia síntesis introductoria que facilitará la elección de aquel trabajo que
más interese a cada cual.
203
Notas
1. Bruner (1997).
2. Giddens (1999).
3. Ortega y otros (2000).
4. Bruner (1997).
5. Ortega y Mora-Merchán (1996).
6. Olweus (1993); Smith et al. (1999).
7. Ortega y Mora-Merchán (2000).
8. Ortega (1997); Ortega et al. (2000); Ortega y Del Rey (2001).
9. Bronfernbrener (1979).
10. Vygotski (1924/1991).
11. Vygotski (1934).
12. Ortega y Del Rey (2001).
204
Capítulo IX
205
Plan de acceso a la educación secundaria: la coordinación
entre la primaria y la secundaria
Núria Simó y Joan Soler
La coordinación entre las distintas etapas del sistema educativo es un elemento clave
que influye directamente en la calidad de la enseñanza. Cuando en el cambio de etapa
educativa coinciden otros cambios como el de centro, de cultura escolar, de desarrollo
psicológico o de exigencia y consideración social, tal y como sucede en el paso de la
educación primaria a la secundaria, podemos considerar que dicho paso conlleva unos
procesos de transición complejos y que acarrea, por la misma razón, dificultades y
riesgos que pueden dificultar la continuidad educativa en la formación de los sujetos que
a simple vista pudiera parecer que acaban sexto curso de primaria para acceder al primer
curso de la educación secundaria obligatoria.
Las transiciones, siguiendo a Gimeno Sacristán,1 son experiencias personales y
sociales que “señalan momentos de alumbramiento de nuevas realidades, etapas de crisis
o de indefinición, en las que se sabe desde dónde se sale pero no se tiene claro adónde se
va a llegar y en qué estado se quedará uno en la nueva situación”. En educación, la
preocupación por los cambios y transiciones se origina ante la posibilidad de que
provoquen desajustes, incoherencias o discontinuidades. Por ello, la finalidad de
conseguir la gradualidad del proceso educativo y la presencia de transiciones y cambios
en el paso de primaria a secundaria convierten en imprescindible la coordinación entre
las acciones educativas de la escuela y el instituto, debiendo implicar a los centros, la
administración educativa y los actores del proceso educativo (profesorado, alumnado y
familias). Se trata, en último término, de trabajar de forma preventiva para evitar o, por
lo menos, corregir, todo aquello que pueda afectar el progreso integral de los alumnos,
verdaderos protagonistas de este rito de paso que constituye la transición entre primaria
y secundaria.
206
1. La coordinación entre primaria y secundaria
La coordinación entre los centros de primaria y secundaria es una tarea necesaria para
garantizar al alumnado la posibilidad de vivir de forma educativa la transición entre las
dos etapas de la escolarización obligatoria, con el fin de minimizar las consecuencias que
supone para el estudiante el cambio en las demandas de aprendizaje, de trabajo, entre las
dos etapas y en muchas ocasiones de amistades, de centro y de entorno en el cual se
ubica el instituto de secundaria en relación al centro de infantil y primaria. Dicha tarea es
compleja, porque es necesario explicitar y establecer formas de actuación conjunta entre
los dos centros, contactos de comunicación habituales en la orientación pedagógica, en la
cultura escolar y en las decisiones sobre la manera de plantear el currículum teniendo en
cuenta la especificidad de cada etapa.
Un planteamiento global de la coordinación supone un proceso más ambicioso que la
elaboración y aplicación de un plan de acogida y requiere una reflexión de los equipos
docentes que traspasan los propósitos que pueden recogerse en los documentos del
centro. Es importante resaltar que no podemos hablar de coordinación si no se
fundamenta en un planteamiento institucional del centro. Dicho enfoque institucional
supone un trabajo en equipo en el que es muy importante tener en cuenta el entorno de
los centros implicados, conscientes de que no se pueden plantear formas de actuación
generalizables para todos los centros, ya que las necesidades, los intereses, y las
posibilidades de coordinación son únicas. La coordinación entre centros y etapas debe,
pues, contextualizarse.
La coordinación de centros puede ser relevante cuando se plantea como un proceso
para conocer, repensar y orientar la cultura organizativa interna de cada centro y
explicitar lenguajes comunes entre las diferentes formas de abordar y actuar ante las
situaciones educativas.
En este proceso de reflexión y de trabajo en equipo, los protagonistas son los
docentes implicados liderados por equipos directivos comprometidos con este proyecto,
en estrecha relación y cooperación con los EAP como dinamizadores en el
asesoramiento del trabajo a realizar y con la inspección educativa como facilitadores de
procesos de diálogo.
La coordinación de centros no está exenta de dificultades. La realidad de muchos
centros por lo que se refiere a la estabilidad de las plantillas docentes puede dificultar la
adaptación de aquellos profesionales que entran en contacto con el centro por primera
vez, por lo que la cohesión necesaria para la discusión y el trabajo conjunto es difícil de
conseguir cuando el equipo no tienen un numero de docentes estable que pueda liderar la
207
coordinación. Otro escollo difícil de sortear es la inversión de personas y tiempo que
supone este planteamiento y que muchas veces hace difícil la continuidad en el trabajo.
Por ello es necesario plantear una coordinación “sostenible” en la medida en que los
objetivos y acuerdos que se adopten sean posibles de cumplir. Esto requiere priorizar qué
aspectos se van a trabajar, plantear una participación real y democrática de todos los
participantes y desarrollar instrumentos de trabajo y planes de acción que faciliten la
coordinación.
208
2. Análisis de las dimensiones del proceso de transición y coordinación
entre las etapas de primaria y secundaria
209
Currículum más interdisciplinar e integrado; Currículum más especializado
Currículum común Currículum flexible
El trabajo del alumno centrado en la escuela Desplazamiento del trabajo del alumnado fuera de la
escuela
Clima más personal Clima más académico y despersonalizado
Estilos docentes similares Estilos docentes diferentes. Hay más dispersión
Trato más directo con el alumnado y seguimiento Autonomía mayor del estudiante. Autocontrol mayor
individualizado
Más control sobre los estudiantes Más independencia
La evaluación tiene menos importancia La evaluación tiene más importancia
Relación más continuada con las familias Relación más esporádica con las familias
Más flexibilidad en el tiempo escolar Más rigidez en el tiempo escolar
Mucha importancia de las salidas y actividades Menos relevancia de las salidas y actividades
complementarias complementarias
Más diversificación en la utilización de materiales Más rigidez en la utilización de materiales
curriculares curriculares. Predominio del libro de texto
Más integración en el aula Más agrupamientos por niveles incluso entre
estudiantes de un mismo nivel
Clima y relación entre el profesorado más estrecha. Clima y relación entre el profesorado más
Predominio del trabajo por niveles y por ciclos segmentada. Predominio del trabajo departamental
Acercamiento más grande de los equipos directivos a los Profesionalización de los equipos directivos
equipos docentes
Dirección pedagógica; Separación de la dirección administrativa y la
dirección pedagógica
Mayor número de proyectos comunes Mayor autonomía del profesorado
210
escuela primaria.
Dichas características pueden organizarse a partir de cuatro dimensiones que Gimeno
distingue en la práctica educativa. Éstas se hallan en interacción constante y sirven como
herramienta de análisis de cada una de las culturas de escolarización:
211
equipo formado por integrantes de los centros implicados pase por diferentes fases de
actuación:
a) Fase inicial
b) Fase de coordinación
c) Fase de evaluación. En esta tercera fase, la coordinación debe abordarse desde una
perspectiva cíclica (como un proceso abierto y en constante revisión y construcción). Por
ello, debe incluir criterios e instrumentos de análisis de los resultados que nos permitan
introducir cambios en el proceso.
Los tres retos a los que, en definitiva, intenta dar respuesta la coordinación se pueden
resumir en:
212
secundaria en un inicio, pero que después se pueda contrastar con los profesores de
primaria cuando los estudiantes ya llevan un tiempo en el centro de secundaria.
Garantizar la continuidad en el aprendizaje a través de la planificación y el
desarrollo del currículum (figura 9.1).
213
3. Ejemplo de intervención psicopedagógica
214
prioridad que detecta el equipo docente del instituto se concreta en intentar dar respuesta
a distintas dificultades para organizar y planificar el trabajo escolar de los estudiantes de
1.º de ESO:
215
2) Fase inicial de planificación e intercambio de información
En la fase inicial el intercambio de información entre los centros se plantea con la
finalidad de dar continuidad al itinerario educativo y curricular que siguen los alumnos
de primaria y secundaria de los centros de la zona para garantizar la calidad.
Las acciones que debe realizar la comisión de coordinación son las siguientes:
216
El objetivo de esta fase de planificación es la elaboración de una completa radiografía
de los distintos centros y de la zona que, a partir del conocimiento mutuo, permita tomar
decisiones acerca de los temas que se han detectado como dificultades en el paso de
primaria a secundaria (tabla 9.2)
Tabla 9.2. Aspectos a trabajar para el intercambio de información en los distintos ámbitos.
3) Fase de coordinación
Al iniciarse esta nueva fase del trabajo, el equipo de coordinación debe establecer el
índice de temas sobre los cuales quiere reflexionar para elaborar propuestas de
coordinación entre las etapas y los centros.
Teniendo en cuenta las dificultades detectadas en el caso planteado, los temas que a
continuación proponemos intentan ser un conjunto de sugerencias que servirán para
iniciar la reflexión sobre la práctica conjunta:
217
asambleas de clase en los centros, consensuar los informes de evaluación para las
familias, apuntar aspectos emblemáticos que son característicos y propios de cada
centro en la relación profesor-alumno, etc.
En torno al trabajo en equipo del profesorado: acordar el trabajo de la
comprensión lectora como elemento transversal del currículum, establecer
contenidos mínimos de las distintas áreas al final de la etapa de primaria, hábitos
de trabajo y estudio de los alumnos, organización y presentación de los trabajos
escolares, compartir los materiales curriculares utilizados en primaria y secundaria,
consensuar criterios para la elaboración de cuadros horarios menos fragmentados
en secundaria, criterios de evaluación más formativos en secundaria , etc.
Dentro del equipo de coordinación deberían constituirse comisiones para cada uno de
los ámbitos que reflexionarán, intercambiarán información y elaborarán propuestas de
coordinación que se trasladarán a los claustros y consejos escolares de los centros.
Las propuestas que darían algunas respuestas a estas dificultades podrían ser:
Tabla 9.3. Aspectos que se deben trabajar para el proceso de reflexión y la elaboración de propuestas de
coordinación en los distintos ámbitos.
218
sobre la de comportamiento, realizadas).
información integración social positiva.
relevante que se
debe recoger del
alumnado
Fase de a3) Elementos de a3) Propuesta de trabajo a3) Propuesta para reforzar aquellos
coordinación: mejora de la común en alguna de las elementos comunes de las áreas
elaboración comunicación dimensiones que comparten instrumentales y transversales en cada una de
de propuestas entre los centros. todos los centros. las etapas.
b3) Propuesta de b3) Propuesta de trabajo en la b3) Necesidad de coordinación de aquellos
coordinación de mejora del aspecto que se elementos que garantizan un aprendizaje
los documentos. acuerde más necesario y progresivo y continuado de las áreas
Proceso de relevante. curriculares.
elaboración de un c3) Elaboración de un plan de c3) Definición de un centro de documentación
proyecto acogida de los alumnos en el de materiales curriculares de los centros de la
educativo de la centro de secundaria que se zona.
zona o comarca. inicie en las escuelas de
c3) Propuesta de primaria.
ficha de recogida
de información
del alumnado.
d3) Definición de
un equipo de
coordinación
entre primaria y
secundaria que se
refleje en los
organigramas de
los centros.
4) Fase de evaluación
La evaluación debe plantearse en relación a los objetivos y al desarrollo del trabajo de
coordinación y debe dirigirse a los distintos actores implicados en el proceso de
coordinación y en el resultado final. Por ello, proponemos que se evalúe:
219
del proceso o reconducirlo en el marco de un trabajo compartido entre los centros de la
zona.
220
4. Conclusiones
Tal como afirma Pérez Gómez,6 el problema fundamental de establecer cambios que
sirvan para incentivar la coordinación entre primaria y secundaria reside en la
221
implicación voluntaria y convencida de los agentes que intervienen en la práctica
educativa. Por lo tanto, es necesario tender puentes entre las concepciones individuales
de cada uno de los agentes implicados en la coordinación y las concepciones colectivas
para desarrollar visiones compartidas.
Lecturas recomendadas
222
Notas
223
Bloque II
224
Introducción
225
en temáticas relativas a los procesos de enseñanza y aprendizaje, que ha trasladado su
actividad investigadora desde los laboratorios a los contextos ecológicos, a las aulas
reales, dotando así a los conocimientos obtenidos de mayor validez práctica.
Paralelamente, ha existido una gran cantidad de especialistas educativos que se han
dedicado al desarrollo de tecnologías educativas y metodologías instruccionales que
derivan, en gran parte, de los marcos teóricos de referencia en Psicología de la
educación, y que pueden ser de gran ayuda para los profesores.
En los capítulos de este segundo bloque se presentan seis áreas de confluencia entre
la teoría y la práctica sobre procesos de enseñanza y aprendizaje que pueden ser un
marco adecuado para una posible colaboración entre psicopedagogos y profesores. Cada
una de estas áreas ejemplifica un conjunto de posibles innovaciones educativas que
pueden desarrollarse en el despliegue del currículum. En cada uno de estos contenidos
curriculares, el psicopedagogo podría ejercer, en colaboración con el conjunto de
profesores, una influencia notable en la mejora de la calidad de las propuestas de
enseñanza y aprendizaje que se estén desarrollando.
El décimo capítulo, escrito por I. Solé, es un buen ejemplo de lo que acabamos de
expresar aplicado a una habilidad, la lectura, que continúa siendo una competencia
básica para los alumnos, y un objetivo irrenunciable para la educación formal. Este
capítulo se inicia presentando una síntesis de las características fundamentales de la
lectura, la escritura y la alfabetización desde una perspectiva constructivista y, a partir de
dichos principios educativos, se identifican los objetivos y los contenidos generales de la
intervención psicopedagógica.
Por su parte, J. Onrubia, J. R. Lago e I. Pitarque abordan, en el undécimo capítulo, la
enseñanza de otra de las competencias básicas para los alumnos de la educación formal:
las competencias matemáticas y los procesos de innovación en su enseñanza y
aprendizaje. Basándose en un enfoque de intervención psicopedagógica que los autores
denominan educacional-constructivista, en el capítulo se detallan, dentro de cada uno de
los ámbitos identificados (centro, equipo de profesores y alumno), las diferentes
funciones que puede ejercer un asesor psicopedagógico. Este análisis se complementa
con la narración de un ejemplo que trata el asesoramiento en un proceso de mejora de la
atención a la diversidad en las clases de matemáticas a partir de la reflexión sobre la
práctica.
Si bien estos dos primeros capítulos se han dedicado a la intervención
psicopedagógica para el desarrollo de competencias de aprendizaje en lenguaje y
matemáticas, que pueden resultar útiles para otras áreas curriculares, los siguientes
cuatro capítulos abordan temáticas que comprenden ineludiblemente la totalidad de
contenidos curriculares.
En el duodécimo capítulo, M. Castelló y B. Buira explican de forma detallada los
diferentes formatos organizativos que pueden utilizarse para la enseñanza de estrategias
de aprendizaje y, situándose en uno de ellos, denominado por los autores “integración de
226
las estrategias en las programaciones escolares”, se describe un proyecto llevado a cabo
en un centro de educación secundaria en donde el papel del asesor psicopedagógico se
revela clave como generador de procesos de innovación educativa.
Como una innegable novedad como proyecto de enseñanza y aprendizaje, M. L.
Pérez, R. Carretero y J. Juandó presentan en el capítulo decimotercero un proyecto para
integrar la educación emocional en las programaciones escolares. Dichos autores inician
el capítulo argumentando la necesidad de la enseñanza de esta dimensión humana y
caracterizando diferentes situaciones en donde llevar a cabo dicho proyecto.
Seguidamente, describen un ejemplo de intervención psicopedagógica en un centro
educativo de enseñanza secundaria.
En otro de los temas transversales a todas las áreas curriculares, en el decimocuarto
capítulo, A. Badia y E. Barberà abordan un tema que va consiguiendo un interés
progresivo por parte de las instituciones de educación formal: la integración educativa
del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (también denominadas
TIC) en las programaciones escolares. La aportación de dichos autores se centra en
primer lugar en proponer algunas dimensiones que pueden propiciar la aparición de
diferentes contextos de intervención psicopedagógica sobre el uso educativo de las TIC
en un centro de enseñanza secundaria. Además, explican un ejemplo típico de
intervención psicopedagógica en un centro que posee recursos informáticos y
telemáticos suficientes, pero infrautilizados educativamente por parte de la mayoría de
los profesores.
El último tema de este bloque está referido a la evaluación de los aprendizajes de los
alumnos. En este capítulo decimoquinto, T. Mauri nos presenta un panorama de las
posibilidades de intervención psicopedagógica en los procesos de evaluación, titulación
y acreditación de los alumnos. Después de plantear los elementos para el análisis de la
práctica de la evaluación desde la perspectiva de la intervención psicopedagógica para
atender a la diversidad de los alumnos, identifica diferentes funciones que podría ejercer
un psicopedagogo en este campo y acaba relatando una experiencia de mejora de la
evaluación en un centro de educación secundaria.
Como resulta evidente, los seis proyectos y programas de innovación en la enseñanza
y el aprendizaje que se han tratado no agotan las posibilidades de innovación que tiene
un centro de educación formal. Sin embargo, creemos que estas seis temáticas forman
parte de los principales retos educativos que los centros de educación formal deberán
acometer lo antes posible si desean mantener un alto nivel de calidad en las prácticas
educativas de sus aulas.
Los coordinadores
227
Capítulo X
228
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el
aprendizaje de la lectura y la escritura
Isabel Solé
229
contradice con el hecho de que es precisamente en los colegios e institutos donde todos
los alumnos deben encontrar las oportunidades y la sistematización necesarias para
aprender a leer y a escribir, para disfrutar de la lectura y la escritura, y para utilizarlas
como herramientas de aprendizaje y del pensamiento.
En este capítulo se expondrán algunos aspectos que pueden orientar las estrategias de
intervención psicopedagógica en este ámbito de enorme amplitud y complejidad.
Previamente, y de forma sumaria, se hará referencia a la caracterización de la lectura en
tanto que proceso psicológico que se reconstruye en la interacción social. A pesar de que
el objeto prioritario del capítulo es la lectura, en ocasiones será necesario referirse
también a la escritura para dejar constancia de las estrechas relaciones que entre ambas
se tejen.
230
1. Cultura, educación, lectura y aprendizaje
1) ¿Qué es leer?
Leer es un proceso de interacción entre el texto y el lector, a través del cual éste
construye una interpretación para el texto. Al leer, el texto aporta su contenido, su
estructura, su formato, su código; el lector, sus objetivos, sus conocimientos previos, sus
intereses y motivos, sus emociones y habilidad en lectura.3 Este proceso, en las
sociedades letradas, se inicia muy pronto en la vida de los individuos, en la interacción
inespecífica con el universo escrito, presente por doquier en nuestras comunidades. A
ella hay que añadir una interacción más específica, vinculada a las situaciones de lectura
de textos (cuentos, pero también otros documentos) y de escritura (listas, notas, e-mail,
postales, cartas, etc.) en las que se encuentran involucrados con sus padres y cuidadores
muchos niños en sociedades como la nuestra, en las que la lengua escrita se constituye
como un poderoso medio de comunicación, persuasión, identificación y propaganda.
231
a su vez reflejan algunos aspectos cruciales de su progresiva apropiación de los secretos
de la lengua escrita. Entre ellos, cabe destacar la convicción de que los textos escritos
contienen un mensaje, dicen cosas; este conocimiento les permite empezar a preguntarse
¿qué dice aquí? Desde este momento, empiezan a demostrar una incipiente conciencia
acerca de las propiedades del lenguaje escrito y de sus peculiares relaciones con el
lenguaje oral.4 Entre ellas:
232
pierde el tiempo que debería invertirse en leer en hacer innumerables fichas o en discutir
qué tipo de texto es más adecuado a cada nivel educativo.
En otro orden de cosas (aunque, en el fondo, relacionado con lo anterior), el peso de
las expectativas que se proyectan sobre los alumnos es demasiado conocido como para
no advertir de su influencia en los procesos de enseñanza y aprendizaje, también de los
vinculados a la lectura y a la escritura. Las diferencias entre los alumnos, en éste y en
otros ámbitos, pueden ser muy acusadas, pues sus experiencias con la lectura y la
escritura (anteriores y concomitantes en contextos distintos a la escuela) divergen
radicalmente. En esta situación, no es improbable que mientras se espera que algunos
alumnos aprendan a leer satisfactoriamente, se ciernan sobre otros pronósticos menos
favorables. Sin embargo, hay que partir de la base de que todos los alumnos tienen
derecho a aprender a leer, y que es la obligación de la escuela disponer las medidas
necesarias para que todos puedan hacerlo. No es justo, ni es justificable, que un número
no despreciable de alumnos finalice la Educación Primaria con dificultades para leer;
pero es igualmente injusto que este hecho no constituya un acicate para la revisión de
muchas prácticas que son adecuadas para algunos pero manifiestamente erróneas –o
insuficientes– para otros. Enseñar a leer no es un tema técnico, de elección de métodos o
de proyecto editorial. Es una tarea profundamente comprometida que exige una
determinada actitud de confianza en las posibilidades de los alumnos y en la propia
pericia para hacerlas aflorar, una mirada sobre los niños presidida por su capacidad de
cambiar, de progresar cuando las condiciones a su alrededor lo hacen posible. Es una
tarea que requiere conocimiento, estudio y reflexión, así como el análisis crítico de la
propia práctica.
233
son medios formidables no sólo para copiar, para acceder al conocimiento ajeno, sino
también para contrastar el propio conocimiento, organizarlo y elaborar nuevos
significados.
Para comprender una narración, un informe de investigación, un texto expositivo de
Ciencias de la Naturaleza, o de cualquier otro ámbito, el lector debe realizar numerosas
inferencias que se apoyan en la información que el texto contiene, y en lo que él ya sabe.
De ahí que la lectura comprensiva, pese a que externamente adopta las características de
una actividad silenciosa y solitaria, internamente sea todo lo contrario. Implica un
diálogo constante entre el texto y el lector, que conduce a éste a contrastar lo que ya sabe
con la nueva información para atribuirle un significado. Con frecuencia, este proceso se
salda con la aparición de interrogantes que cuestionan conceptos fuertemente arraigados,
con la sensación de que se aprendieron matices nuevos. A veces, el proceso finaliza de
forma menos positiva, con sensación de pérdida de tiempo, o con sentimientos de
confusión.
Comprensión lectora y aprendizaje son pues procesos estrechamente vinculados,
vinculación que se hace aún más visible cuando se lee para aprender. En ese caso, los
objetivos que dirigen la lectura (y a los cuales el lector podrá haber atribuido mayor o
menor sentido) permiten activar los conocimientos previos relevantes para procesar la
información y focalizar lo esencial en detrimento de lo accesorio. Se establece así un
diálogo consciente con el texto, que a veces se constituye en un interlocutor cómodo, y
otras veces se manifiesta más duro e incisivo (formulando interrogantes, planteando
dudas y problemas, induciendo al conflicto cognitivo). Algunas acciones que emprende
el lector reflejan la intensidad de esta silenciosa conversación: la toma de notas, la
relectura, la elaboración de esquemas y resúmenes, la consulta de otras fuentes, etc. El
lector interpreta y aprende gracias al texto y a su actitud y conocimiento, que en ese
proceso sufre transformaciones: la lectura ha contribuido a problematizarlo, y en el
mejor de los casos, a diferenciarlo e incrementarlo. En este sentido, constituye un medio
no sólo para acceder al conocimiento de otros –y poderlo decir–, sino también para
transformar, reorganizando y elaborando, el propio conocimiento.
¿Por qué es rentable aprender a leer? Porque nos permite, entre otras cosas, leer para
aprender, poner en funcionamiento toda una serie de estrategias que en su conjunto nos
permiten procesar la información del texto, haciendo posible el aprendizaje. El ámbito de
las estrategias de lectura constituye un ámbito básico de intervención psicopedagógica,
tanto en la Educación Infantil y Primaria como en la Educación Secundaria.
234
detenernos), todas ellas suponen un conjunto de procesos que para simplificar,
enunciaremos en forma de auto-pregunta:7
Cuando un alumno participa en una actividad de lectura, puede ver ésta más bien
como una tarea a responder porque la pide el profesor, o, en cierta medida, como un reto
que le implica, como algo que le permite resolver alguna necesidad de conocimiento. En
este último caso, se erige como un activo participante (por oposición a los muy
frecuentes participantes pasivos descritos por Palincsar y Brown, 1984) que piensa
estratégicamente para organizar su actividad, evaluarla y eventualmente modificarla con
el fin de conseguir unos propósitos que ha podido hacer suyos. Salvando todas las
distancias, algo similar ocurre cuando se habla, se escucha o se escribe en las situaciones
de enseñanza y aprendizaje. De ahí que asesorar para fomentar la enseñanza de estas
capacidades desde una perspectiva estratégica –siguiendo los principios de lo que
diversos autores denominan enseñanza informada8; proporciona práctica y coherencia en
la formación de alumnos ampliamente alfabetizados, que podrán con las ayudas
necesarias utilizar sus conocimientos para aprender, de forma dirigida y progresivamente
autónoma.
235
2. La intervención psicopedagógica en la enseñanza de la lectura
236
qué es leer y cómo se aprende.
Los conocimientos que actualmente poseemos sobre la lectura muestran que se trata
de un proceso que se modifica en la biografía de un individuo particular, pero que
siempre exige de su implicación emocional y cognitiva; muestran, en suma, su
complejidad intrínseca y al mismo tiempo su enorme funcionalidad. Algunos de estos
conocimientos han llegado a los centros educativos, y de ese modo, se han ido
enriqueciendo y diversificando textos y actividades en relación con la lectura. Sin
embargo, la formación (de docentes, de psicopedagogos) en este ámbito presenta
todavía, en general, amplias lagunas que muchos profesionales han llenado mediante una
estrategia de autoformación (estrategia que ha procurado numerosos beneficios a los
centros que asesoran). La mejora de la enseñanza de la lectura y de la escritura requiere
profesionales que conozcan estos procesos, capaces de colaborar, cada uno desde su
responsabilidad y formación específica, en la creación de un espacio abierto a la
observación de los alumnos, a la diversificación de la enseñanza y a la innovación
fundamentada y viable. Sin ser condición suficiente, sí es absolutamente necesario para
asesorar saber, conocer, estudiar; y saber utilizar estos conocimientos para co-elaborar en
el diseño y concreción de prácticas de enseñanza de la lectura más satisfactorias.9
237
escucha intencional, de recapitulación y evocación, etc. Esta perspectiva continua
presente en la Educación Primaria, en la que además hay que enseñar a leer en todas las
áreas y empezar a leer para aprender. En Educación Secundaria, el afianzamiento de la
lectura que conduce al aprendizaje obliga a considerar la necesidad de estructurar la
enseñanza de las actividades vinculadas a este objetivo (que frecuentemente combinan la
lectura y la escritura: búsqueda y sistematización de información; elaboración de
resúmenes; esquemas y mapas conceptuales; síntesis; trabajos monográficos) de forma
sistemática, en todas y cada una de las disciplinas.
238
ninguna dificultad para entender y hacer suyos los motivos para aprender a leer (porque
la lectura siempre formó parte de su entorno, por ejemplo), otros necesitarán más ayuda
para ver por qué vale la pena implicarse, incluso para que se genere su interés por los
libros, los cuentos, las narraciones. Así como determinados alumnos obtendrán éxito
desde el principio en sus encuentros con la lectura, y aprenderán no sólo a leer, sino
también a verse competentes, capaces y exitosos, otros niños van a encontrar un camino
más difícil; tal vez las dificultades experimentadas y el contraste con los demás les
conduzcan a percibirse como poco competentes y torpes.
Del mismo modo que la implicación en el aprendizaje va unida al interés que éste
despierta, es razonable pensar que el sentimiento de competencia influye en la
posibilidad de atribuirle sentido: nadie –si puede– se involucra en un proceso que le
devuelve una imagen poco gratificante de sí mismo. La competencia percibida se
relaciona con el autoconcepto del alumno y sus patrones atribucionales, es decir a las
causas mediante las cuales se explica sus éxitos y sus fracasos. No se trata de un
sentimiento que necesariamente aluda a una competencia estrictamente individual; todos
los alumnos requieren algún tipo de ayuda para mostrarse competentes (o más
competentes), por lo que dichas ayudas no deben verse como la excepción, sino la norma
que toma distintos valores para que todos y cada uno puedan progresar.
Las situaciones de aprendizaje de la lectura tienen unas características que conviene
poner en relación con los comentarios esbozados en los párrafos precedentes. En primer
lugar, se trata de unos aprendizajes sobre los que se proyecta una fuerte expectativa
social y académica; no es lo mismo, no se valora de la misma manera, no aprender a leer
que no aprender a hacer volteretas (o ecuaciones de segundo grado). En segundo lugar,
leer es algo tan común (a pesar de que se puede ser lector de muchas formas; recuérdese
el caso de los analfabetos funcionales, por ejemplo) que a veces parece algo natural; en
esa perspectiva se considera que quien no aprende a leer manifiesta alguna dificultad
personal, “tienen algún problema”. En tercer lugar las situaciones de enseñanza y
aprendizaje tienen una dimensión pública innegable: lo que ocurre en una clase pasa ante
los ojos de sus integrantes, y se propaga (más o menos) por el resto de la institución.
Cuando algún alumno encuentra dificultades en su apropiación de la lectura, las muestra
(aunque no quiera) a los demás, y ello de forma muy frecuente. Su propia imagen como
lector se va deteriorando, y las expectativas que se generan sobre sus capacidades no
suelen mejorar mucho la situación.
Un ámbito indiscutible de intervención psicopedagógica consiste en contribuir a que
se reflexione sobre estos aspectos desde dos premisas: la premisa de la diversidad de los
alumnos (de intereses, de competencias, de familiaridad con la lectura); y la premisa de
la capacidad de los docentes para influir, para ayudar, para generar a partir de una
expectativas positivas –acerca de las posibilidades de los alumnos y de las suyas
propias– un contexto que permita el acceso a la lectura de todos los alumnos. La
conclusión puede conducir a analizar con más precisión las condiciones de partida de
239
cada uno; a considerar la provisión de intervenciones más preventivas que correctivas
(por ejemplo, ayudar a un alumno con un texto antes de que deba leerlo públicamente); a
evaluar la conveniencia de sustituir situaciones públicas de lectura (que hacen pasar un
mal rato al alumno que no lee fluidamente, a los alumnos que no tienen paciencia para
escucharlo, y al docente, que ve cómo el ritmo de la clase se interrumpe y debe hacer
frente a una situación difícil) por situaciones privadas, en las que se ayuda a preparar la
lectura y se ofrecen estrategias para leer mejor. La conclusión, en definitiva, es
considerar esta dimensión emocional de la lectura e introducirla en las discusiones y
propuestas que la tengan como protagonista, al menos al mismo nivel que la dimensión
más cognitiva e instrumental.
5) Combatir la rutina
La rutina bien podría considerarse el principal enemigo de la lectura que se realiza en
los centros educativos. En la vida real, se lee de formas muy diversas, para objetivos
propios, textos diferentes, tras los cuales se emprenden acciones conectadas con la
finalidad para la que se leyó (o simplemente, no se hace nada). En las escuelas y los
institutos, con frecuencia se lee de la misma forma textos muy parecidos para hacer
luego las mismas o similares cosas. Por ejemplo, en Educación Primaria es todavía muy
habitual la lectura colectiva: todos los alumnos tienen ante sí el texto, y por turnos, cada
uno lee un párrafo. Después, se formulan preguntas de “comprensión” sobre lo leído, y
se realiza alguna actividad escrita, más o menos vinculada al texto (dependiendo de si
enfoca más bien contenidos de gramática o si pretende la profundización de la
comprensión). En Educación Secundaria es frecuente otro patrón, consistente en la
lectura individual por parte de los alumnos de un texto, tras el cual deberán contestar por
escrito determinadas preguntas, o bien realizar algún ejercicio. Por supuesto, no debe
tomarse esta simplificación como ejemplificadora de todas las prácticas que sobre
lectura se realizan, pero la investigación y la experiencia señalan que la diversidad de
propuestas no es precisamente lo que caracteriza el tratamiento educativo de la lectura,
tanto en el área de Lengua, como en otras áreas (en las que por lo general, simplemente
es tratada como un medio, o un subproducto).
Y sin embargo, no hay ninguna razón para que la lectura sea algo tedioso, aburrido,
que para los alumnos no pasa de ser un ejercicio más. Se podría afirmar que por el
camino de la rutina, los alumnos desaprenden en un doble sentido: dejan de constatar
que leer puede ser algo interesante; y aprenden que leer es esta otra cosa que tiene
realmente muy poco sentido (y menos funcionalidad) fuera del círculo estrictamente
escolar. Se pueden leer textos muy diversos en la escuela, y hacer participar a los
alumnos en su elección; se puede y se debe comunicar los criterios por los cuales un
equipo de docentes ha considerado adecuado que aborden determinada lectura. Se
pueden proponer tareas de lectura muy diversas: individual y silenciosa; privada con el
profesor –cuando interesa, por ejemplo, hacer un seguimiento de la lectura expresiva de
240
determinados alumnos–; en parejas, para apoyarse mutuamente, para buscar
informaciones precisas o para contrastar las interpretaciones a que se llega; colectiva,
cuando se lee algo para el grupo (o para subgrupos de la clase), o cuando se lee un texto
en el que intervienen diversos personajes... Y por supuesto, los motivos para leer pueden
y deben ser diversificados para asegurar a la lectura su carácter de medio para resolver
determinado problema o necesidad. Intervenir en el sentido de romper la rutina que se
apodera de muchas situaciones de lectura conduce casi inevitablemente a plantear el
carácter profundamente estratégico que ésta posee.
241
las sesiones de tutoría con este tipo de contenidos; o en estructurar grupos de refuerzo
para determinados alumnos. En algunos centros se logra integrar estas estrategias en
alguna/s asignatura/s.
Como han señalado Monereo, Pozo y Castelló (2001) en el ámbito más amplio de la
enseñanza de estrategias de aprendizaje, cada una de las modalidades señaladas tiene
ventajas y limitaciones. Sin embargo, conviene recordar que formar lectores estratégicos
implica no limitar el protagonismo de los alumnos a responder, a participar en tareas en
que se ejercitan técnicas de forma aislada. Requiere propuestas en que leer sea necesario
para aprender de la forma más significativa posible. En todas las áreas profesores y
alumnos se encuentran activamente involucrados en tareas y proyectos cuyo propósito es
promover el aprendizaje. En ellas, una vez se sabe lo que se pretende, tiene todo el
sentido aprender y practicar distintos procedimientos: consultar fuentes de distinto tipo;
elaborar resúmenes, esquemas y mapas conceptuales para uno mismo o para su difusión;
resolver dudas de comprensión; integrar informaciones diversas: utilizar procedimientos
de citación adecuados; organizar y pulir la información para hacerla accesible a otros en
distintos formatos; elaborar autoinformes sobre el proceso seguido y sobre los
aprendizajes realizados.11
No existen recetas mágicas para promover el pensamiento estratégico (en el caso que
nos ocupa, para promover una lectura estratégica y crítica); pero muchos autores
defienden la “enseñanza informada” a la que ya aludimos12 y en general las prácticas de
enseñanza que buscan la reflexión sobre el proceso de aprendizaje y el uso reflexivo de
los procedimientos de aprender a aprender.13
Se entiende que en estas situaciones los profesores generalistas y también los
especialistas en las diversas disciplinas aceptan que cae dentro de su responsabilidad
ayudar a los alumnos a profundizar en su conocimiento de la lectura y la escritura (y de
otras estrategias) para aprender, ofreciendo información sobre las diversas posibilidades
a su alcance y cuándo y cómo utilizarlas.
242
3. Conclusión
Lecturas recomendadas
243
Camps, A. y Castello, M. (1996). Las estrategias de enseñanza-aprendizaje de la
escritura. En C. Monereo e I. Solé (Comp.), El asesoramiento psicopedagógico: una
perspectiva profesional y constructivista. Madrid: Alianza (pp. 321-342).
De una forma breve y concisa, las autoras, en una perspectiva claramente orientada a la
intervención, analizan los procesos de composición escrita, ofreciendo de este modo criterios que
permiten analizar los que se llevan a cabo en las instituciones escolares. El capítulo ofrece un conjunto
de sugerencias útiles para profesores y asesores implicados en la mejora de los procesos de escritura,
que en buena parte son inseparables de los de lectura.
244
Psicología de la Educación Escolar (pp. 461-485). Madrid: Alianza.
El capítulo incluye un análisis de las diversas explicaciones que la psicología ha ido ofreciendo
acerca de los procesos de comprensión lectora y composición escrita, lo que permite al lector
identificar las filiaciones entre dichas explicaciones y los paradigmas explicativos predominantes en
diversas épocas en la ciencia psicológica. Constituye un fundamento para el análisis de prácticas
habituales en el ámbito de la educación escolar, así como argumenta por una opción constructivista
sobre la enseñanza y el aprendizaje de la alfabetización.
245
Notas
1. Pennac (1993).
2. Ver, para una revisión de estos aspectos: Solé, I. y Teberosky, A. (2002).
3. Para un análisis más profundo de esta definición, ver Solé, I. (1992), esp. Caps. 1 y
2.
4. La lectura y escritura iniciales han sido descritas por Ferreiro y Teberosky (1979)
Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño (México: Siglo XXI); por Teberosky
(1992) Aprendiendo a escribir (Barcelona: ICE/Horsori); y Solé (1992). Un resumen de
los hitos más importantes de ese proceso puede encontrarse en Solé y Teberosky (2002).
5. Ver Miras (2000).
6. Garton y Pratt (1991).
7. La justificación de estas afirmaciones se realiza en Solé, 1992 (especialmente, cap.
4).
8. Ver Bruer (1995), por ejemplo.
9. A la argumentación sostenida en este apartado, y al capítulo en su totalidad
subyace el modelo educacional constructivo de intervención psicopedagógica. Con ésta
o denominaciones parecidas, se encuentran descripciones de dicho modelo en Bassedas
(1998); Huguet (1993); Martín y Solé (1990); Monereo y Solé (1996) y Solé (1998).
10. Miras (2001); Solé (1993).
11. En un sentido algo distinto, pero complementario, Pozo y Postigo (2000) se
refieren a los ejes procedimentales transversales (procedimientos de adquisición,
interpretación, análisis y razonamiento, comprensión y organización, comunicación) que
atraviesan todas las áreas y a los cuales subyace siempre de un modo u otro la lectura.
12. Bruer (1995); Monereo y Castelló (1997); Presley (1999).
13. Monereo, Pozo y Castelló (2001).
246
Capítulo XI
247
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el
aprendizaje de las matemáticas
Javier Onrubia, José Ramón Lago e Isabel Pitarque
248
determinadas capacidades de pensamiento–, y que encuentra un apoyo adicional en la
constatación de los crecientes niveles de conocimiento matemático que parece requerir
un entorno social y tecnológico cuya complejidad aumenta muy rápidamente.
En este marco, entendemos que el trabajo de asesoramiento psicopedagógico a
proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el aprendizaje de las
matemáticas debe concebirse y estructurarse como un proceso de análisis y reflexión
conjunta entre asesor y profesor(es) sobre la práctica que éste(os) desarrolla(n); un
proceso que debe permitir a ambos comprender mejor las dificultades que experimentan
los alumnos en su intento de apropiarse de los contenidos matemáticos, y que debe
desembocar en el diseño y realización de cambios concretos en esa práctica orientados a
conseguir que los alumnos alcancen en mayor medida las finalidades de desarrollo y
socialización a las que debe servir la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas.
249
1. El asesoramiento psicopedagógico a proyectos y programas de
innovación en la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas: ámbitos y
funciones
250
cotidianas –la cara más pragmática y situada, que vincula los sistemas formales
matemáticos con diversos aspectos del mundo real.
Una determinada imagen de las capacidades que definen la pericia matemática,
que incluirían el dominio de una amplia base de conocimiento declarativo y de un
conjunto igualmente amplio de procedimientos específicos, la posibilidad de
emplear de manera estratégica y de controlar metacognitivamente ese
conocimiento declarativo y procedimental, y una determinada actitud, inclinación y
sensibilidad hacia las matemáticas.
La conceptualización del proceso de aprendizaje de las matemáticas como una
construcción socialmente mediada, subrayando, entre otros aspectos, el carácter
activo y constructivo del aprendizaje que los alumnos realizan del conocimiento
matemático; la importancia en ese aprendizaje de los conocimientos previos,
especialmente de carácter informal, que los alumnos tienen sobre las matemáticas;
el papel esencial de la interacción, la negociación y la comunicación con otras
personas en ese proceso de aprendizaje; y la importancia de que el conocimiento
matemático se aprenda en el seno de contextos concretos de aplicación y toma de
decisiones específicas que sean cultural y personalmente relevantes y significativos
para el alumno;
La consideración de que una de las finalidades fundamentales de la enseñanza y
el aprendizaje de las matemáticas en la educación obligatoria es la de dotar a los
alumnos de una competencia matemática adecuada para enfrentarse a las demandas
de su entorno social y cultural, contribuyendo, para ello, al desarrollo de una
amplia gama de capacidades necesarias para actuar como ciudadanos competentes,
activos, implicados y críticos: capacidades de pensamiento autónomo e
independiente, de exploración e indagación, de pensamiento divergente y creativo,
de identificación y resolución de problemas diversos, de modelización de
situaciones extramatemáticas reales, de análisis y valoración de los usos y roles de
las matemáticas en el contexto social, o de comprensión de las nuevas tecnologías
de la información.
Desde esta doble toma de postura, entendemos que las funciones prioritarias del
asesor psicopedagógico en relación con proyectos y programas de innovación en la
enseñanza y aprendizaje de las matemáticas pueden ordenarse en torno a tres ámbitos
básicos (el ámbito centro, el ámbito de los equipos de profesores y el ámbito alumno) y
concretarse como se recoge a continuación.
251
El proyecto curricular de centro o etapa constituye, o debería constituir, la
herramienta privilegiada para fundamentar y orientar la enseñanza en los distintos
ámbitos de contenido contemplados en el currículo, estableciendo las bases para una
actuación educativa coordinada y consensuada a lo largo de los diversos niveles
educativos. En el caso concreto de las matemáticas, como en otras áreas y ámbitos del
currículo, el proyecto curricular debe permitir discutir y acordar las grandes opciones
que van a fundamentar la enseñanza de los contenidos matemáticos en el centro o etapa,
negociar y consensuar la orientación general y el sentido del área en el marco de las
finalidades globales de desarrollo y socialización de las distintas etapas educativas, y
tomar decisiones mutuamente aceptadas sobre las grandes líneas de respuesta a las
cuestiones de qué, cuándo y cómo enseñar y evaluar los contenidos matemáticos.
El asesor psicopedagógico puede y debe jugar un doble papel en el proceso de
elaboración y revisión del proyecto curricular en el ámbito de las matemáticas. Por un
lado, y en términos de proceso, puede ayudar a motivar y sensibilizar a los profesores
sobre la necesidad misma de acometer dicha elaboración o revisión, a sistematizar un
plan de trabajo para realizarla, y a facilitar el consenso y participación en el proceso, así
como la asunción efectiva de los acuerdos alcanzados. Por otro lado, y desde el punto de
vista del contenido del proyecto, puede aportar criterios y propuestas dirigidos a
favorecer que las decisiones que se adopten sean coherentes con, y permitan promover,
una enseñanza de las matemáticas al servicio de la capacitación personal y social de
todos los alumnos, en la línea de las finalidades de la educación matemática a que
hacíamos alusión en párrafos anteriores.
252
los conocimientos previos de los alumnos, así como con un mayor grado de ajuste y
personalización. Por otro, puede ayudar al centro a revisar y redefinir en una dirección
más flexible, variada e inclusiva este tipo de medidas. Ello se concretaría en dejar de
considerar que este apoyo extraordinario sólo puede darse fuera de las aulas ordinarias y
mediante agrupamientos especiales para incorporar también otras opciones de apoyo
específico dentro de las aulas ordinarias, con las pertinentes modificaciones curriculares
y organizativas.
253
flexibilización de la enseñanza, y a que den lugar auténticamente a una respuesta
adaptativa y de calidad a las dificultades de los alumnos. Por otro, puede aportar criterios
específicos en relación con los distintos componentes de la adaptación. Estos criterios
deben ser coherentes con los planteados para los casos del proyecto curricular y las
programaciones de aula, y vehicular la idea de que las dificultades que los alumnos
experimentan en el aprendizaje de las matemáticas no son estáticas ni achacables
únicamente a las características o capacidades del alumno, sino que tienen también que
ver con la forma en que las matemáticas se enseñan y se aprenden en el aula. El lector
interesado puede encontrar algunos de estos criterios, formulados en términos de
mandamientos cognitivos para el profesor de matemáticas, en el excelente trabajo sobre
los problemas y dificultades en el aprendizaje de las matemáticas realizado por Rivière.3
254
El mantenimiento, como objetivo prioritario de la evaluación, de la
identificación de desajustes entre las características y necesidades educativas del
alumno y los tipos de respuesta educativa que está recibiendo en los procesos de
enseñanza y aprendizaje de las matemáticas en los que participa;
La adecuada organización y presentación de la información obtenida, en cuanto
al tipo y grado de detalle de la misma, en función de los objetivos de mejora de la
oferta educativa realizada al alumno que persigue en última instancia el proceso de
evaluación psicopedagógica.
255
2. Un ejemplo de intervención: el asesoramiento a un proceso de mejora de
la atención a la diversidad en las clases de matemáticas a partir de la
reflexión sobre la práctica
Situación inicial
El asesor entiende que el proceso debe tomar como punto de partida y dar amplia
cabida a las preocupaciones y problemas reales a los que se enfrentan los profesores en
su práctica cotidiana, y enmarcarse en sus necesidades e intereses, así como en los
recursos reales de que disponen. Al mismo tiempo, entiende que el proceso no debe
limitarse al análisis o diagnóstico de esos problemas, sino que debe asegurar, en lo
posible, una repercusión específica en esa práctica en términos de cambios concretos en
la enseñanza que lleguen a aplicarse y puedan posteriormente valorarse. Por todo ello,
considera que una estrategia de análisis y reflexión sobre la práctica en las clases de
256
matemáticas puede resultar adecuada para estructurar el trabajo. Al mismo tiempo,
considera que este proceso de reflexión sobre la práctica debe estar conceptualmente
guiado y apoyado, y que a lo largo del mismo es necesario ofrecer materiales y
propuestas concretas a los profesores que les ayuden a pensar en cambios y mejoras
concretas que pueden introducir en sus clases. De acuerdo con este conjunto de
consideraciones, diseña un proceso de trabajo conjunto que contempla tres fases: una
fase de análisis conjunto de lo que los profesores realizan habitualmente en sus clases,
una fase de elaboración y diseño de propuestas de cambio a introducir en las clases y de
establecimiento de acuerdos sobre quién, cuándo y cómo se aplicarán esos cambios, y
una fase de evaluación de los cambios realizados y de toma de decisiones sobre la
continuidad del proceso. Igualmente, plantea utilizar como material básico de apoyo al
proceso, especialmente en sus dos primeras fases, el trabajo de Onrubia, Fillat, Martínez
y Udina (1998), que presenta un conjunto amplio de criterios para la atención a la
diversidad en el aula e incluye ejemplos de concreción de los mismos en clases de
matemáticas de la etapa de educación secundaria obligatoria, empleándolo con una doble
finalidad: como ayuda para el análisis de la práctica, a través de un cuestionario para los
profesores elaborado por el asesor a partir del material, y como apoyo para el diseño de
cambios, a partir de los ejemplos de concreción de los criterios en el área de matemáticas
recogidos en el material.
Con el diseño inicial del asesor como base, el proceso que finalmente se lleva a cabo
es el siguiente:
• Fase de análisis
– El asesor presenta el cuestionario que propone utilizar como instrumento de
apoyo para iniciar el proceso de análisis de la práctica por parte de los profesores.
El cuestionario (véase Anexo) recoge diversos criterios de atención a la
diversidad agrupados en bloques (criterios relativos al qué enseñar, al cuándo
enseñar, al cómo enseñar y al qué, cuándo y cómo evaluar) y pide al profesor que
valore, para cada criterio, si cree que es importante y necesario tener en cuenta
ese criterio, si cree que es fácil de aplicar, y si se acerca a lo que él está ya
realizando habitualmente en clase. Igualmente, el cuestionario pregunta al
profesor qué bloque y qué criterio/s considera prioritarios para iniciar un trabajo
concreto de introducción de cambios en su práctica.
– Los distintos profesores del departamento responden individualmente al
257
cuestionario.
– Previo vaciado de las respuestas, se realiza un análisis conjunto de las mismas
y se escoge uno de los bloques y un par de criterios como objeto de trabajo. En
concreto, el bloque escogido es el de metodología, y los criterios, los relativos a
la utilización habitual de actividades de refuerzo y ampliación, y a la
estructuración de situaciones en que los alumnos puedan trabajar a diferentes
ritmos.
• Fase de evaluación
– En la fecha acordada, se analiza y valora conjuntamente la concreción real que
han tenido los cambios e instrumentos introducidos en la práctica. Se constata
que algunos profesores han aplicado realmente los cambios propuestos, pero que
otros no lo han hecho. Los profesores que sí los han introducido hacen una
valoración positiva. En el caso de los que no lo han hecho, se discuten las causas
y se acuerda que el asesor les ofrezca un apoyo y un seguimiento específico e
individualizado al respecto. Igualmente, se constata que los cambios introducidos
llevan, en último término, a la necesidad de plantearse algunas cuestiones sobre
el qué enseñar, y también sobre la evaluación. Así, se acuerda volver a iniciar el
proceso tomando en este caso como eje dos criterios: por un lado, el relativo a la
necesidad de identificar los aspectos más esenciales y fundamentales que los
alumnos deben aprender, diferenciándolos de otros, también importantes, pero en
último término no tan básicos ; por otro, el relativo a la necesidad de una
evaluación más continuada de los alumnos y que tenga en cuenta su progreso y
258
su esfuerzo individual.
259
3. A modo de conclusión
260
La importancia de promover la interrelación entre los contenidos matemáticos y
otros contenidos del currículo, por ejemplo mediante la adopción de enfoques
globalizadores que permitan vincular los contenidos matemáticos con contenidos
del ámbito de las ciencias de la naturaleza, la tecnología o las ciencias sociales.
La necesidad de seleccionar, organizar y secuenciar los contenidos matemáticos
a enseñar teniendo en cuenta no sólo la estructura interna de las matemáticas sino
también las capacidades evolutivas de los alumnos y sus conocimientos
matemáticos informales, así como las relaciones que pueden establecerse entre los
contenidos matemáticos y otros contenidos escolares.
La importancia de considerar en la secuenciación y presentación de los
contenidos matemáticos determinadas tendencias que presiden los procesos de
construcción del conocimiento matemático: el paso de la actividad a la
simbolización, de lo concreto a lo abstracto, de lo intuitivo a lo formal, de lo
inductivo a lo deductivo.
La importancia de contextualizar el aprendizaje de los contenidos matemáticos
en actividades auténticas y significativas para los alumnos, así como de promover
la participación de los alumnos en situaciones genuinas de resolución de problemas
matemáticos.
La necesidad de incluir, como parte habitual de las actividades en el aula, la
enseñanza explícita e informada de estrategias y habilidades matemáticas de alto
nivel.
La importancia de apoyar sistemáticamente la enseñanza en la interacción y la
cooperación entre alumnos, así como de ofrecer a los alumnos, en las actividades
habituales, múltiples oportunidades de hablar de y sobre los contenidos
matemáticos.
La necesidad de apostar por instrumentos y formas de “evaluación auténtica” de
las capacidades matemáticas, así como por estrategias de evaluación del
aprendizaje de las matemáticas de carácter esencialmente formativo y formador,
que ofrezcan una descripción cualitativa amplia de los avances y dificultades de los
alumnos, que puedan emplearse para introducir ajustes y adaptaciones en la
enseñanza y que promuevan una mayor participación y responsabilidad de los
alumnos en la evaluación de sus propios aprendizajes.
Lecturas recomendadas
261
Este trabajo sintetiza la posición psicológica sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje de las
matemáticas que subyace a las propuestas y criterios apuntados en el capítulo. Partiendo de la
necesidad de un tratamiento escolar que equilibre adecuadamente la cara más formal e
intramatemática de las matemáticas con su dimensión más pragmática, contextualizada y cultural, a lo
largo del trabajo se describen las capacidades implicadas en la pericia matemática, se conceptualiza el
aprendizaje de las matemáticas como una construcción socialmente mediada, se proponen algunas
finalidades para la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas en la educación obligatoria y se
presentan y discuten algunos criterios generales para la enseñanza de las matemáticas y su evaluación.
Tal y como acordamos en la reunión previa, la primera fase del trabajo de revisión y
mejora de las medidas de atención a la diversidad en el área consiste en que hagamos un
análisis y reflexión individual a partir de una serie de criterios de atención a la
diversidad. En cada caso, se trata de especificar si crees que es importante y necesario
tener en cuenta ese criterio, si crees que es fácil de aplicar, y si se acerca a lo que estás
ya realizando habitualmente en clase. Posteriormente pondremos los resultados en
común en la próxima reunión de departamento.
Importante Fácil Ya
de lo
aplicar hago
I. Criterios relacionados con el “qué enseñar” 1. Incluir de manera equilibrada los
diferentes tipos de contenido (normas, valores y actitudes, procedimientos, hechos y
conceptos) en la planificación y desarrollo de las unidades de programación.
2. Programar y desarrollar actividades y secuencias de actividades que tengan
contenidos procedimentales, normativos, actitudinales o de valor como eje
organizador.
3. Identificar los aspectos más relevantes del contenido desde el punto de vista de
los objetivos educativos de las áreas y del conjunto de la etapa, y asegurar, en el
mayor grado posible, su aprendizaje por parte de todos los alumnos.
4. Introducir las modificaciones o ajustes pertinentes en los contenidos a trabajar en
262
las unidades de programación en función de la información sobre los conocimientos
previos de los alumnos que se haya obtenido a través de actividades, más o menos
específicas, de evaluación inicial.
II. Criterios relacionados con el “cuándo enseñar” 1. Utilizar formas de presentación
de los contenidos “en espiral”, retomando los diferentes aspectos tratados en
diversas ocasiones y a diversos niveles de profundidad.
2. Contemplar de manera sistemática en la secuencia y distribución de los
contenidos en las unidades de programación momentos de resumen y recapitulación
de lo que se va trabajando.
3. Contemplar de manera sistemática en la secuencia y distribución de los
contenidos en las unidades de programación momentos de puesta en relación y
síntesis con los contenidos de otras unidades de programación previamente
trabajadas.
III. Criterios relacionados con el “cómo enseñar” A. Relativos a la selección y
diseño de las actividades y tareas
A.1. Diversificar los tipos de actividades de enseñanza y aprendizaje que se utilizan
habitualmente en el aula.
A.2. Plantear tareas que puedan tener distintos niveles de resolución.
A.3. Incluir en la programación habitual de las áreas actividades de refuerzo y de
ampliación que puedan ser utilizadas en momentos y contextos diversos.
A.4. Programar secuencias de actividades que supongan modificaciones progresivas
–de más a menos– en el grado de autonomía de los alumnos en la resolución de las
tareas.
B. Relativos a las formas de intervención y seguimiento más inmediatas del profesor
B.1. Diversificar, de manera sistemática y planificada, los tipos y grados de ayuda a
los alumnos en el transcurso de una determinada tarea o actividad.
B.2. Diversificar los lenguajes de apoyo para la presentación de información nueva a
los alumnos.
B.3. Realizar un seguimiento y valoración sistemáticos, con criterios lo más
explícitos posible, del desarrollo de las actividades de enseñanza y aprendizaje.
C. Relativos a la dinámica y funcionamiento del grupo-clase
C.1. Construir un clima relacional en el aula que se base en la aceptación, la
seguridad y la confianza mutuas entre profesor y alumnos.
C.2. Proponer tareas que puedan ser planificadas, desarrolladas y evaluadas de
forma relativamente autónoma por los alumnos
C.3. Ofrecer a los alumnos la posibilidad de participar en el proceso de
elección/selección de las actividades a desarrollar.
C.4. Utilizar sistemáticamente estructuras de trabajo cooperativo en el aula.
D. Relativos a la organización y estructura del grupo-clase y al uso del espacio y el
tiempo
D.1. Estructurar situaciones y formas de trabajo que permitan la confluencia
simultánea de diferentes tareas y ritmos de trabajo en un mismo momento.
D.2. Diversificar las formas de organización y agrupamiento de los alumnos.
D.3. Diversificar las formas de estructuración y uso del espacio y el tiempo en las
situaciones de enseñanza y aprendizaje.
IV. Criterios relacionados al “qué, cuándo y cómo evaluar”
A. Relacionados con el qué evaluar
263
A.1. Contemplar de manera equilibrada en los criterios y actividades de evaluación
los diferentes tipos de capacidades y contenidos.
A.2. Obtener informaciones lo más variadas y completas posible sobre el
aprendizaje de los alumnos, que permitan conocer tanto sus dificultades como sus
progresos.
B. Relativos al cómo y cuándo evaluar
B.1. Diversificar los momentos de evaluación.
B.2. Diversificar las situaciones e instrumentos de evaluación
C. Relativos a la implicación y participación de los alumnos en el proceso de
evaluación
C.1. Fomentar la implicación y participación de los alumnos en el proceso de
evaluación.
C.2. Ayudar a los alumnos a aprender a evaluar y regular por sí mismos su propio
proceso de aprendizaje.
– ¿Por cuál de los bloques consideras que sería mejor comenzar a trabajar? ¿Por qué?
– ¿Por cuáles (dos) de los criterios de ese bloque comenzarías? ¿Por qué?
– ¿Qué dos criterios destacarías más de entre todos? ¿Por qué?
264
Notas
265
Capítulo XII
266
Proyecto de integración de las estrategias de aprendizaje
en las programaciones curriculares
Montserrat Castelló y Bartomeu Buira
267
1. Formas de organización de la enseñanza de estrategias
Tal como han puesto de manifiesto algunos trabajos en los últimos años, las
modalidades de organización de la enseñanza de estrategias que se han desarrollado en
los centros de secundaria responden a ciertas características comunes según sea su
formato. A continuación resumimos las más frecuentes en el contexto español:1
268
forma de enseñar a aprender en y desde cada materia2.
269
2. Hacia la integración de las estrategias en las programaciones
curriculares: análisis de un proyecto en un centro de secundaria
270
organización del aula, los criterios para la valoración de trabajos, etc.
Las técnicas de estudio fue uno más de los temas que surgió en estos encuentros y
pronto se puso de manifiesto su importancia y la necesidad de proponer actuaciones, a
poder ser unificadas, para incidir en la mejora del trabajo de los alumnos.
Seis profesores-tutores liderados por el coordinador del primer ciclo de la ESO
(enlace con el equipo de coordinación pedagógica del centro), se encargaron de elaborar
una propuesta. Algunos aspectos facilitaron la creación de dicha comisión:
271
que, en algún caso, también supusieron una unificación de criterios para su
evaluación (tabla 12.1).
Tabla 12.1
Técnica de trabajo y estudio 1.º ESO 2.º ESO 3.º ESO 4.º ESO
1. Utilización del diccionario L. catalana L. catalana
L. castellana L. castellana
2. La exposición oral (texto expositivo) L. catalana L. catalana L. catalana L. catalana
L. castellana L. castellana L. castellana L. castellana
Tutorías grupo Tutorías Tutorías Tutorías
3. Realización de trabajos Tutorías grupo Tutorías grupo
4. El subrayado Tutorías
grupo
5. El resumen Tutorías
grupo
6. El proceso de búsqueda de información Tutorías grupo Tutorías grupo Tutorías grupo
Durante todo un curso académico se puso en marcha el proyecto tal como se había
diseñado y como puede consultarse en la tabla 12.1. Se llevaron a cabo las sesiones de
tutoría previstas, en las que se enseñaron las técnicas programadas a los alumnos, se les
facilitó el material de consulta y las guías y se recordó que su uso sería útil en las
diferentes asignaturas.
Por otra parte se acordó con los departamentos qué técnicas se aplicarían en cada
materia y en qué momento del curso.
Al terminar el curso se valoró el plan desarrollado y las conclusiones del equipo de
coordinación pedagógica del centro pusieron de manifiesto los siguientes aspectos:
272
En relación a los alumnos, fue evidente una mayor preocupación por el
conocimiento y uso de distintas técnicas de trabajo (que, evidentemente, coincidía
con las demandas del profesorado en este sentido). De todas maneras, buena parte
del alumnado manifestó que el conocimiento de técnicas tuvo poca incidencia en
los hábitos personales de estudio.
En relación con los equipos docentes, resultó evidente que para que un proyecto
de este tipo tuviera éxito era necesaria la coordinación intra áreas y que, además, en
aquellos casos en que esta coordinación no existió, los alumnos no fueron capaces
de utilizar las técnicas aprendidas en las tareas propuestas.
En relación a la organización general del centro, el desarrollo del proyecto
supuso un primer paso que permitió sistematizar la enseñanza de algunas técnicas
de trabajo intelectual, discutir su necesidad y presencia en las tareas escolares
habituales y analizar el impacto que esta enseñanza tenía en los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Precisamente, estos logros –y los problemas ya
comentados– fueron los que permitieron que algunos de los profesores –
especialmente los que formaron parte de la comisión que elaboró el proyecto–
entendieran la necesidad de integrar las técnicas de trabajo y estudio en las
diferentes áreas y niveles educativos para conseguir una incidencia real en los
procesos de aprendizaje de los alumnos. Esta necesidad permitió desarrollar la
propuesta de intervención de integración de las estrategias en las programaciones
curriculares que detallamos a continuación.
273
Analizar las concepciones de los alumnos acerca del estudio y averiguar si se
utilizan estrategias diversas en función del tipo de contenido y/o de las demandas
de la tarea.
Conocer las principales dificultades que tienen los alumnos ante el estudio.
Enseñar a los alumnos el uso estratégico de los procedimientos de estudio
aprendidos mediante la graduación de las demandas y el análisis sobre la forma de
proceder en cada situación de aprendizaje.
Siguiendo con el tipo de trabajo iniciado el curso anterior, los dos primeros objetivos
se desarrollaron en las sesiones de tutoría de grupo y el tercer objetivo se desarrolló
íntegramente en las clases de ciencias naturales, por lo que en la programación curricular
de esta área se tuvo en cuenta el objetivo de enseñar a estudiar a los alumnos y se
planificaron diferentes tareas para su consecución que a continuación detallamos.
274
el sentido como el significado de lo que se pretendía y, sobre todo, que revisaran tanto
sus concepciones como su forma de proceder a la hora de estudiar y/o aprender ciencias
naturales.
Este énfasis inicial en algo que en la mayoría de asignaturas se daba por sentado,
formaba parte de un conocimiento implícito y se basaba en acuerdos tácitos, influyó
positivamente en el nivel de motivación tanto en las sesiones de tutoría como en las de
ciencias naturales.
c) Evaluación inicial. Se confeccionó y pasó una prueba que pretendía poner de
manifiesto los conocimientos de los alumnos en relación con los contenidos del tema
(principalmente conceptuales) y con las estrategias que se iban a trabajar a posteriori.
En lo que se refiere a la evaluación de las estrategias, se propuso a los alumnos que
estudiaran durante un tiempo limitado tres textos que aparecían en su libro de trabajo con
un objetivo específico que el profesor explicitó en cada caso antes de iniciar la actividad.
Así pues, cada texto tenía un objetivo de diferente nivel de dificultad que requería un
nivel de comprensión distinto (literal, inferencial o profundo), e implicaba poner en
marcha procedimientos de aprendizaje variados durante el estudio para poder resolver
con éxito el objetivo explicitado.
Pasado el tiempo establecido, se recogieron los materiales elaborados (notas, apuntes,
esquemas, etc.) por los alumnos en la sesión de estudio y se realizó la actividad de
evaluación de su comprensión.
Finalmente, los alumnos completaron un cuestionario en el que se les pedía que
explicitaran la demanda hecha por el profesor, el proceso que ellos habían seguido en su
estudio, si podían haber resuelto la tarea de otra forma (conocimiento de estrategias
alternativas), y, en caso afirmativo, por qué no habían utilizado este conocimiento
alternativo y finalmente, se les pedía que valoraran las estrategias que decían haber
utilizado.
Toda esta información fue utilizada para analizar lo que ya sabían los alumnos
respecto a las estrategias de estudio, los procedimientos que habitualmente utilizaban y
para discutir con ellos el sentido de la formación planificada.
d) Formación. Dentro de este periodo cabe distinguir las sesiones de tutoría de grupo
de las realizadas en el área de ciencias naturales.
Las tutorías de grupo tenían la función principal de fomentar el análisis y la reflexión
de las distintas situaciones que planteaban las actividades propuestas desde el área.
Algunas de las cuestiones planteadas y debatidas fueron:
275
¿Cuándo, cómo y por qué utilizar determinadas técnicas que facilitan el estudio
y la comprensión de textos? (uso condicional de los procedimientos ya conocidos y
de algunos introducidos en estas sesiones; por ejemplo, los mapas conceptuales).
Los materiales a partir de los cuales se organizaron las discusiones provenían de las
actividades realizadas en el área de ciencias naturales. La mayoría de las actividades que
se realizaron iban acompañadas de un autoinforme que pretendía forzar la reflexión
sobre la tarea e iniciar la discusión en gran grupo. En la tabla 12.2 puede consultarse un
modelo del autoinforme que se dio a los alumnos después de haber resuelto una
actividad donde se pedía que relacionaran distintos conceptos del área.
Tabla 12.2
Nombre y apellidos:
Fecha:
El profesor te ha pedido que encuentres la relación entre célula, tejido, órgano, aparato y
sistema.
1. ¿Qué procedimiento has utilizado para organizar la información (resumen, esquema, mapa de conceptos…)?
¿Por qué lo has escogido? ¿Crees que este procedimiento permite ver cuáles son las RELACIONES entre los
conceptos?
2. ¿Crees que podrías haber escogido otro procedimiento? Si respondes que sí, escribe por qué no lo has
realizado (no se te ha ocurrido, no lo sabes hacer, etc.).
En las sesiones de área las tareas propuestas tenían distintos objetivos que implicaban
diferentes procesos de estudio y que los alumnos debían resolver utilizando los
procedimientos que creyeran más idóneos para contrastarlos después y justificar su
elección. Igualmente se analizaron y aprendieron nuevas técnicas destinadas a favorecer
la comprensión de la información.
En cada sesión se recogió información similar a la obtenida en la evaluación inicial a
fin de poder, por una parte, aportar elementos de valoración del aprendizaje, y por otra,
disponer del punto de vista de los alumnos para fomentar la reflexión en las sesiones de
tutoría.
El resultado final de estas sesiones fue la confección de una guía personal que
recogiera aquellas consignas importantes a tener en cuenta para el estudio de un texto. Al
inicio del crédito se dio a cada alumno una hoja que debía ir cumplimentando durante
todas las sesiones fruto de las discusiones y reflexiones que se fueron generando. En la
tabla 12.3 puede consultarse en la columna de la izquierda la hoja que se dio a los
alumnos y en la columna de la derecha todos aquellos aspectos que el profesor pretendía
que los alumnos incluyeran al finalizar el crédito.
276
Tabla 12.3
277
3. Valoración de la propuesta de intervención
Una experiencia de este tipo incide sobre distintos aspectos de la actividad educativa
de un grupo. Es preciso que las valoraciones tengan en cuenta las repercusiones en un
amplio conjunto de aspectos.
Desde el punto de vista del docente participante en el proyecto y de su practica
profesional, el proyecto promovió el análisis de la propia práctica y la reflexión conjunta
con el asesor de los referentes psicopedagógicos en los que sustentar la actuación.
Especialmente, la planificación y la revisión de todas y cada una de las sesiones con el
asesor que contrasta, sugiere e interpela cuando es necesario, promovieron cambios
sustanciales en la concepción de lo que representa enseñar estrategias de aprendizaje.
La densa actividad diaria desarrollada por el profesorado en los centros educativos
hace muy difícil, a veces, el logro de estos espacios de reflexión, por otra parte muy
necesarios para el desarrollo profesional de los docentes y de la institución. Las
actividades de asesoramiento en los centros pueden y deberían ser promotoras de este
tipo de espacios.
Desde el punto de vista del grupo de profesores, esta actuación centrada en un área y
un grupo de alumnos permitió un primer nivel de discusión, en este caso sobre la
actuación diseñada por otro profesor y no vinculante en su actividad diaria. El compartir
el desarrollo y resultados de la experiencia con el grupo de tutores/as y profesores/as del
nivel educativo correspondiente suscitó distintos tipos de comentarios en relación a qué
hacen los alumnos para estudiar.
Entendemos que este es sólo un primer paso. El revulsivo que ha supuesto la primera
experiencia piloto ya ha permitido que los resultados se incluyan como ejes de discusión
en las reuniones de tutores de ESO para el siguiente curso. El compromiso de los tutores
implica extender el proyecto a sus respectivos grupos de alumnos.
En el plano organizativo, una de las mayores dificultades radicó en la distribución
horaria de las clases. El tipo de actividades propuestas, tanto en las sesiones de tutoría
como en las del área, suponen una dinámica de discusión y un esfuerzo de reflexión por
parte de los participantes que hacen insuficiente, en muchas ocasiones, los 55 minutos
reglamentarios de las sesiones de clase en secundaria. El análisis, la reflexión, la
discusión, la valoración son procesos que requieren su tiempo y su tempo. El
planteamiento disciplinar y compartimentado existente en la mayoría de centros de ESO
hace difícil la realización de actividades de este tipo.
Cabe pues, avanzar en la implementación de estructuras horarias más acordes, o al
menos, compatibles con el diseño de las propuestas de enseñanza-aprendizaje de
278
estrategias.
Desde el punto de vista del alumnado, la experiencia ha permitido de manera regular
y sistemática poner en marcha actividades de revisión de la propia actuación, hecho al
que la mayoría de estudiantes tampoco estaba muy habituado. El intento de aumentar la
conciencia sobre el propio proceso de aprendizaje y de insistir en la posibilidad y
necesidad de mejorarlo, nos ha permitido ver cómo afloraban alternativamente
sentimientos de crisis y de ilusión que han teñido de esfuerzo e interés el proceso de
aprendizaje. Algunos alumnos reconocieron, pese a las resistencias intermitentes, haber
puesto en marcha un esfuerzo al que no estaban ni dispuestos, ni habituados, que
básicamente ha supuesto pararse a pensar en las decisiones tomadas, en el porqué y para
qué se tomaron, a una edad en la que se empiezan a poner a prueba estilos de
pensamiento que cristalizarán en el pensamiento adulto. Los resultados de los alumnos
no siempre han tenido como premio el éxito, pero en sus respuestas siempre ha existido
el intento de mejorar su proceso de aprendizaje y éste ha sido un aprendizaje realmente
novedoso.
279
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
280
I. Pozo y C. Monereo (Coords.), El aprendizaje estratégico (pp. 339-356). Madrid:
Santillana.
281
Notas
1. Para ampliar este punto pueden consultarse los siguientes trabajos: Castelló y
Monereo (2000), Castelló (2001).
2. Pozo, Monereo y Castelló (2001); Monereo, Pozo y Castelló (2001).
3. El centro en cuestión es el IES La Serra de Mollerussa (Lleida), de titularidad
pública y de nueva creación al iniciarse la aplicación de la Reforma Educativa en la
Enseñanza Secundaria. El proceso de asesoramiento fue llevado a cabo por uno de los
autores y por Eva Liesa y contó con la ayuda de la CIRIT de la Generalitat de Catalunya.
4. Monereo, (1999); Martín (1999).
5. Gómez y Mauri (1997).
282
Capítulo XIII
283
Proyecto de integración de la educación emocional en las
programaciones escolares
M. L. Pérez Cabaní, M. R. Carretero Torres y J. Juandó Bosch
Puede parecer extraño que hoy en día aún nos planteemos la necesidad de integrar los
factores emocionales y afectivos en las programaciones escolares puesto que, desde los
principios psicopedagógicos constructivistas que impregnan el sistema educativo desde
hace más de una década, es imprescindible contemplar estos factores cuando se pretende
el desarrollo integral de las personas y cuando, de acuerdo con las necesidades y
demandas sociales, se pretende educar ciudadanos capaces de ser y de convivir y no
únicamente de adquirir saberes conceptuales.
Pero integrar estos contenidos emocionales en las programaciones escolares no es
tarea fácil por diversas razones. Algunas de ellas están relacionadas con la organización
y la dinámica de los centros escolares, por ejemplo, con la falta de una cultura de trabajo
en equipo o con una tendencia al individualismo más que a la colaboración que no
favorece el establecimiento de la corresponsabilidad de los agentes educativos para la
enseñanza de contenidos transversales tales como los propios de la educación emocional.
Otras razones están relacionadas con la tipología de los contenidos de
enseñanza/aprendizaje en torno a los cuales se vertebran las programaciones escolares,
habitualmente conceptuales, y organizados en áreas o materias escolares. Por el
contrario, los contenidos de la educación emocional pertenecen al ámbito de las actitudes
y valores, lo que conlleva, por una parte, un período de tiempo de aprendizaje más
amplio y, por otra parte, una mayor dificultad de evaluación objetiva de los mismos.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar otras razones que también dificultan la
integración de los contenidos emocionales y que se generan más allá de los límites de la
escuela, como el fomento social de la competitividad y la selectividad excluyente en
base a un tipo determinado de conocimientos.
A pesar de todo lo anteriormente expuesto, resulta también cierto que un colectivo
amplio de profesorado ha ido tomando conciencia de la relevancia de estos factores de
forma progresiva, así como de su influencia en la aparición de muchos de los problemas
cotidianos en las aulas. Todo ello ha llevado a los profesores a interesarse cada vez más
por el desarrollo de un tipo de intervención educativa capaz de favorecer el progreso
emocional de los alumnos, lo que ha potenciado la aparición de una serie de propuestas y
programas de intervención en este ámbito.1 Estos programas, que podemos encontrar
284
fácilmente en el mercado, proporcionan ideas e instrumentos que pueden ser de interés y
que resultan funcionales en determinados contextos y situaciones. Sin embargo, integrar
la educación emocional en las programaciones escolares supone partir de las necesidades
y demandas propias de cada contexto específico y generar un tipo de respuestas
educativas que las tengan en cuenta. Por este motivo, nuestro propósito en este capítulo
es ofrecer a los profesionales de la psicopedagogía algunos recursos que puedan orientar
su respuesta ante demandas específicas huyendo de planteamientos estándares, cerrados
y demasiado generales. No obstante, en algunos casos, dichas respuestas educativas
pueden incluir total o parcialmente algunas de las propuestas integradas en los
programas mencionados, considerándolas como un recurso más entre todos los que
integran dicha propuesta educativa.
Desde la perspectiva que acabamos de exponer, hemos organizado el capítulo en tres
partes. En la primera parte caracterizamos la intervención educativa; es decir, las
condiciones necesarias para poder llevarla a cabo y los ámbitos que puede abarcar, y en
la segunda parte ofrecemos un ejemplo de intervención en un contexto específico que
muestra un modelo posible de intervención, pero que, en caso de quererlo aplicar a otro
contexto, deberá ser modificado convenientemente para ajustar la propuesta a las
características de intervención específicas. Para finalizar, en la tercera parte recogemos,
a modo de síntesis, las ideas básicas que se exponen a lo largo del capítulo.
285
1. Caracterización de la intervención y del asesoramiento psicopedagógico
para la integración de proyectos de educación emocional
1) Condiciones
a) Dimensión institucional del proyecto. La primera condición hace referencia a la
necesidad de que la educación emocional se configure como un proyecto de innovación
educativa y curricular en cuyo diseño y desarrollo se compromete la institución escolar.
Para ello, es necesario que la intervención psicopedagógica se centre en asesorar y dar
apoyo al centro de modo que el psicopedagogo asuma un rol basado en aportar
conocimientos específicos y estrategias de trabajo al grupo que faciliten el logro de los
objetivos propuestos y que no asuma una posición de experto transmisor de soluciones
eminentemente técnicas. Si el psicopedagogo asume el primer rol facilitará que el centro
y los profesores se perciban a sí mismos como agentes educativos que buscan, desde su
propia realidad y competencia, el modo de hacer frente a las necesidades y problemas
afectivos y emocionales de ellos y de sus alumnos y que crean, en consecuencia,
alternativas educativas para abordarlos convenientemente. Asimismo, intervenir a partir
de las ideas y procedimientos que se proponen desde el centro, o de propuestas que ya se
llevan a cabo, posibilitará que los cambios que se puedan implementar tengan sentido
para sus protagonistas.
b) Dimensión curricular del proyecto. Desde el planteamiento que proponemos, los
proyectos de educación emocional deben tener una dimensión curricular que suponga
incluir sus objetivos, contenidos y actividades en las programaciones escolares de
diferentes áreas y niveles. En este sentido, es importante que el profesorado asuma que la
educación emocional no constituye un aspecto periférico sino central de la vida escolar,
286
con implicaciones organizativas y curriculares ante las cuales la institución globalmente
ha de asumir la necesidad de dar respuestas sistemáticas y planificadas, por lo que
resulta necesario que todo el centro –o al menos el equipo directivo y un grupo amplio
de profesores– se sientan implicados y partícipes del proyecto.
c) Dimensión temporal de la intervención. En consonancia con las condiciones
anteriores, la intervención psicopedagógica para integrar la educación emocional en las
programaciones escolares no se puede plantear como una intervención puntual, que dé
respuesta a un problema específico en un momento determinado. Estas respuestas
puntuales no atienden los factores emocionales y afectivos en toda su complejidad y, por
tanto, no son ni una solución a los problemas que efectivamente aparecen cada vez con
más frecuencia en las aulas (como, por ejemplo, indisciplina, agresiones, inhibiciones,
etc.), ni una verdadera respuesta a la educación emocional.
d) Dimensión colaborativa de la intervención. El tipo de asesoramiento
psicopedagógico se debe plantear como un trabajo en colaboración entre asesor y
profesores. El trabajo conjunto permitirá, a través de la reflexión y la discusión del
grupo: ir estableciendo una relación de las categorías de problemas y de necesidades
educativas que tiene el centro en relación con la educación emocional, que describa
cómo estos problemas y estas necesidades se manifiestan en la práctica; identificar los
medios que se utilizan habitualmente para dar respuesta a estos problemas y evaluar su
adecuación y eficacia; diseñar nuevas respuestas educativas, implementarlas y evaluar
los resultados.
Sin ánimo prescriptivo, pero con la intención de ofrecer una guía, sugerimos
diferentes momentos de la intervención que pueden ser de interés en diferentes
situaciones:
287
supondría partir de una base de trabajo no contrastada y posiblemente no
compartida.
Planificación y aplicación del proyecto. En función de los objetivos definidos,
las acciones que se emprendan pueden tomar diversas formas, llegando a abarcar
un amplio abanico de posibilidades de actuación, como por ejemplo, las siguientes:
actuar de forma progresiva y circular, de manera tal que, cuando se ha realizado
una actuación y se ha evaluado, se pase a la siguiente; iniciar un proyecto e ir
ajustando su aplicación en función de la valoración que se realiza de su
funcionamiento, etc. En este momento del proceso, la participación del
psicopedagogo es de especial relevancia, ofreciendo instrumentos y recursos,
analizando el proceso, propiciando el trabajo en colaboración o planteando
alternativas y nuevas vías de respuesta a las dificultades que surjan.
Valoración del proyecto. Esta fase consiste en la revisión y evaluación del
proceso seguido y de la puesta en marcha de las actuaciones acordadas. Es
importante revisar tanto el proceso como los resultados obtenidos, así como las
dificultades que pudieran haber surgido en el desarrollo de las mismas. Esta
valoración puede ser la base para ampliar o modificar el proyecto, adoptar nuevas
respuestas o dar por acabado el proceso.
Las funciones del psicopedagogo en cada uno de estos momentos podrían resumirse
de la manera expresada en la tabla 13.1.
Tabla 13.1
Por otro lado, cabe señalar que las condiciones que hemos indicado no siempre se
encuentran como condiciones ya dadas en los contextos escolares en los que interviene
el psicopedagogo, por lo que, en un principio, la labor psicopedagógica ha de tener como
288
objetivo crear las condiciones de trabajo adecuadas, así como la negociación de aspectos
funcionales importantes tales como un tiempo y un espacio adecuados para trabajar en el
proyecto.
2) Ámbitos
A partir de las condiciones expuestas se pueden identificar los ámbitos en los que es
posible o necesario actuar de manera simultánea cuando se pretende educar las
emociones. En cada uno de estos ámbitos se configuran diferentes finalidades y
contenidos así como diferentes actores y actuaciones.
289
podemos identificar, como mínimo, tres tipos de sistemas relacionales: las relaciones
profesor-alumno, las relaciones entre alumnos y las relaciones entre el profesor, los
alumnos y los contenidos de aprendizaje. En todas ellas se movilizan aspectos afectivos
como pueden ser el rechazo, la aceptación, la indiferencia, el cariño o la desconfianza
que a su vez generan estados emocionales de muy diferente tipo que es necesario saber
manejar y controlar. Que los alumnos sepan manejar adecuadamente sus emociones
dependerá, al menos en parte, de que sus profesores sean capaces de proporcionarles las
ayudas apropiadas en el momento oportuno. Por ello, entendemos que la participación
del psicopedagogo en este tercer ámbito debería dirigirse a favorecer la revisión de las
ideas de los profesores en relación con la importancia de los aspectos interpersonales en
los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como a la identificación de los aspectos
afectivos y emocionales que se movilizan en los intercambios comunicativos que se
producen de manera habitual en ella. El psicopedagogo también puede ayudar a los
profesores a analizar los diferentes tipos de ayudas psicopedagógicas que puede utilizar
en función de las diferentes situaciones que se plantean en el aula.
Las funciones del psicopedagogo en cada uno de estos ámbitos podrían resumirse
según figura en la tabla 13.2.
Tabla 13.2
290
interperso curriculares. Favorecer • Ayudar a los profesores a
nales y emocionales. • Favorecer la relación la introducción de analizar los diferentes tipos
del centro con su contexto social y cambios en el de ayudas
comunitario más inmediato. currículum escolar. psicopedagógicas que
• Orientar y coordinar pueden utilizar y a
el proceso. utilizarlas de manera
• Aportar información contingente en situaciones
sobre programas y concretas.
técnicas
psicopedagógicas ya
diseñadas.
291
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica
292
claustro) no es bueno, y Paloma –la coordinadora pedagógica– oye expresiones duras
que la ponen en estado de alerta. Ella no era ajena a estas situaciones, pues trabaja con
los mismos alumnos y profesores, aunque desde una óptica organizativa, pero no
pensaba que la situación llegara a este punto.
Una parte de los profesores, en pequeño comité, comenta a Paloma que el problema
está generado por un colectivo de alumnos, residente en un barrio concreto, de nivel
social, cultural y económico menos favorecido que el del resto. Estos muchachos, según
su parecer, se manifiestan sistemáticamente de forma agresiva y desordenada, lo cual
provoca en los demás actitudes de enfrentamiento. Se llega a hablar de confrontación, de
segregacionismo, de sectarismo, de exclusión social, etc. Paloma piensa para sí misma
que “sólo es un problema puntual y afecta a un pequeño grupo de profesores”.
No obstante, expone el tema en la comisión pedagógica del centro, integrada por ella
misma, el psicopedagogo y los coordinadores de los equipos docentes (equipos de
profesores a cargo de cursos concretos de alumnos). Lo que en un primer momento
parecía una problemática que se reduciría a la categoría de anécdota, resulta a la inversa:
la reunión actúa como válvula de escape y amplificador del problema. La coordinadora
pedagógica se ve obligada a comprometerse a buscar ayuda externa. El centro tiene
contacto con un asesor psicopedagógico al que recurre en estas ocasiones.
El asesor tiene una formación inicial parecida a la del psicopedagogo del centro, pero
una experiencia profesional diferente, debida al hecho de trabajar en distintos centros y
de mantener el carácter de profesional externo, no comprometido con el profesorado por
otras cuestiones que aquellas que son objeto de demanda y trabajo. Es un profesional que
aporta, pues, un punto de vista complementario al de los profesionales que están
sumergidos en la vida cotidiana de la escuela. Aporta, además, su experiencia acumulada
en los diferentes centros en los que trabaja.
Sus objetivos, después de conocer la demanda de la comisión psicopedagógica, se
centran en dinamizar el trabajo conjunto, los debates y la expresión de las diferentes
perspectivas, y en facilitar procedimientos para la identificación y clarificación de las
necesidades que plantea el colectivo.
293
que se pretenden conseguir.
En un primer momento, la comisión trabaja para establecer la dinámica de trabajo y
colaboración entre los miembros del equipo. Son conscientes de concretar los objetivos
del grupo, las actividades, las funciones y responsabilidades que puede asumir cada
persona, así como la apertura a la participación del colectivo de profesores y de la
comunidad educativa.
La primera acción que realizan, después de acordar el funcionamiento del grupo, es
categorizar los hechos que se han calificado como trastornos en la relación entre algunos
alumnos o grupos de alumnos. Esto les permite interrogarse sobre la magnitud de la
situación y sobre la percepción real que cada profesor del centro, haya o no estado
implicado en la denuncia del caso, tiene de ella. La intención es relacionar, por lo tanto,
unos hechos producidos en sectores concretos con la globalidad del centro, con la
convicción que es bajo ese signo institucional que debe abordarse una temática como la
que el equipo empieza a diagnosticar.
Este proceso conduce al trabajo con todo el colectivo de profesorado. La propuesta,
apuntada inicialmente por el asesor pero acabada de construir en el marco del debate
reflexivo de la comisión pedagógica, se presenta al equipo directivo y conjuntamente se
acuerda proponer a cada profesor y profesora que reflexione sobre el tema a través de un
cuestionario que se ha elaborado para tal finalidad. El interés de este instrumento reside
en conocer los hechos, las observaciones directas de los profesores que les conducen a
valorar como necesario introducir algún cambio para evitar o mejorar alguna situación.
Estamos hablando del cuestionario diseñado por la comisión pedagógica que
reproducimos en el anexo 1. Los coordinadores lo presentan a cada profesor en el marco
de los equipos docentes de nivel y lo someten a debate, lo que siempre es necesario para
que las personas sientan un producto como propio. Solamente unos pocos profesores
manifiestan reticencias para colaborar en la iniciativa, pero queda abierta la posibilidad
de que modifiquen el cuestionario propuesto.
Una significativa mayoría de los 48 profesores del centro responde, y el análisis de
sus opiniones e ideas permite ilustrar el tipo de conductas problemáticas y también cómo
y cuándo se manifiestan. Las conductas que aparecen de manera más sistemática son:
agresiones verbales y físicas, insultos, poco respeto por el material del centro y por el
material de los otros, incorrecciones en el trato al profesorado, pequeños robos y
discusiones y peleas en los pasillos, patio y comedor.
A partir de aquí el equipo que lidera el trabajo se propone un nuevo contexto de
análisis: el de las vivencias y creencias de cada profesor que sustentan sus percepciones
y actuaciones en las situaciones a las que tienen que dar respuesta. Por ello dan un paso
más e invitan a los profesores que han participado en la primera fase del análisis a seguir
implicándose, de forma más introspectiva, trabajando el cuestionario que reflejamos en
el anexo 2.
Esta vez son menos los profesores que responden, pero no muchos menos. La
294
sensación que algunas personas manifiestan es la de haber tomado conciencia de sus
actuaciones en las situaciones planteadas, y sobre las que, hasta el momento, habían
reflexionado escasamente. Algunos ponen de manifiesto también que se han visto
involucrados en situaciones violentas con sus alumnos o que, en ocasiones, han debido
intervenir ante los abusos a los que determinados alumnos sometían a sus compañeros
para lograr atajar el problema inmediato, pero sin lograr soluciones a largo plazo a los
problemas planteados. La expresión gráfica de este recorrido, antes de esta toma de
conciencia, es algo parecido a un círculo vicioso (figura 13.1).
Figura 13.1
295
El guión para desarrollar estas sesiones lo mostramos en el anexo 3.
La información recogida de los profesores y los alumnos sirve de base a la comisión
para, con el apoyo del asesor, elaborar un documento en el que se reflejan los problemas
identificados. A partir de aquí se inicia un proceso de búsqueda de soluciones. Los
profesores, esta vez reunidos en sus equipos docentes, analizan el documento elaborado
por la comisión pedagógica y se plantean la priorización de los problemas, así como la
búsqueda de posibles soluciones o ámbitos de soluciones para dar respuesta a los
problemas priorizados y recogidos en el documento. Posteriormente el trabajo de los
grupos será compartido entre todos los profesores en una reunión común.
La comisión, consciente de la necesidad de participación y consenso en un contexto
amplio antes de pasar a la planificación de las acciones de mejora, elabora un nuevo
documento con el resultado del trabajo de los grupos que se presenta al claustro para su
análisis, debate crítico, ampliación y mejora. Asimismo, en esta reunión con todo el
claustro de profesores el asesor contó con un espacio donde pudo aportar a los profesores
su punto de vista y sus reflexiones sobre las informaciones recogidas anteriormente, así
como su conocimiento en relación a las posibles alternativas de solución. En este
sentido, el asesor apuntó cómo muchos de los comportamientos observados tienen un
origen de carácter emocional y cómo el analfabetismo emocional es frecuentemente la
causa de la incapacidad para situarnos en la perspectiva del otro y de sabernos manejar
en aquellas situaciones que nos crean malestar personal y social.
En relación con las soluciones, el asesor apunta que, si bien era necesario articular
medidas concretas a las situaciones inmediatas, la prevención es la mejor manera de
responder a este problema. Prevenir la aparición de estas conductas es lo que se pretende
cuando se educan las emociones, cuando se educa para desarrollar la capacidad para
relacionarnos con otras personas y con nosotros mismos.
En esta reunión se llega a conclusiones interesantes como, por ejemplo, las
siguientes:
296
la colaboración de las familias en el logro de los objetivos que se planteen.
La comisión pedagógica y el asesor inician a partir de este momento una nueva fase
en la colaboración: planifican cómo facilitar a los profesores la elaboración de un
proyecto para la inclusión de la educación emocional en el currículum y en las
programaciones escolares.
Así, lo primero que plantean a los profesores es la necesidad de definir los objetivos
que se pretenden lograr. Las informaciones recogidas en las fases anteriores permiten a
los profesores concretar los objetivos que pretenden abordar según los problemas
priorizados y las soluciones identificadas. A partir de estos objetivos los profesores,
siempre con el asesoramiento de la comisión pedagógica, articularon también los
módulos que debía incluir el programa, las actividades que podrían llevar a cabo en
relación con cada uno de los objetivos, así como su secuenciación y situación en el
currículum.
Así, por ejemplo, se identificaron como objetivos generales los siguientes:
297
reuniones donde los profesores podían compartir sus experiencias, manifestar sus
inseguridades y conjuntamente tomar decisiones en relación con las dificultades que se
iban presentando.
El asesor, junto a los otros miembros de la comisión pedagógica, sostenía la situación
y aportaba todo aquello que podía ayudar a los profesores en su tarea. Este proceso
facilitó la regulación y valoración del proyecto, así como su adecuación a los profesores,
alumnos y características de la vida que se desarrolla en las aulas.
298
3. Algunas reflexiones finales
Las cuestiones que acabamos de plantear, que hacen referencia más directamente a la
intervención del profesional de la psicopedagogía, acaban de tomar sentido en un
proyecto que adquiera una dimensión curricular y en el que la institución se comprometa
y dé soporte a lo largo de todo el proceso.
Lecturas recomendadas
299
conocimiento de las propias emociones, el desarrollo de la conciencia emocional, la capacidad para
controlar las emociones y el fomento de una actitud positiva ante la vida.
Rafael Bisquerra es coordinador del grupo de investigación GROP (Grup de recerca en orientació
psicopedagògica) y trabaja en diferentes líneas de investigación relacionadas con la educación
emocional. El grupo tiene diferentes publicaciones relacionadas con el tema.
300
Anexos
Considero que el nivel relacional · Es bueno ·· Creo que hay un riesgo real de que se produzcan
global, entre los alumnos de la situaciones conflictivas. (ejemplificar con hechos
escuela... observados)
Cuando detecto • Intento obviarlo. A través de mis reacciones • Me cuesta mucho entrar en temas
que se está Aprenderán más si ante estas situaciones y no estrictamente docentes y
produciendo un resuelven solos la analizando cómo me siento curriculares.
conflicto entre situación. cuando se producen, veo • Hay alumnos que sería deseable
alumnos… • Sigo el conflicto a que… que no estuvieran en la escuela.
distancia por si es • Es muy importante que ayudemos
necesario intervenir. a cada alumno a interpretar sus
• Tengo tendencia a percepciones e identificar las
intervenir emociones que las sustentan.
inmediatamente
para controlar la
situación.
• Intento identificar
a los implicados
para avisar a sus
tutores.
301
A la vista de este análisis, creo que los profesores podríamos ayudar a mejorar el
clima de la escuela aplicando alguna de las siguientes actuaciones:
El objetivo de estos grupos es recoger la opinión de los alumnos sobre un tema –en
este caso podría plantearse como “la relación entre los compañeros” o “la convivencia en
la escuela”–, basando su opinión en su propia experiencia, en cómo perciben y viven sus
relaciones en el centro. A través de estos grupos, que deberán ser pequeños (10-12
alumnos) para que sean operativos, se podrá obtener información y evaluar los
problemas y necesidades que percibe el colectivo de estudiantes.
El guión para generar la discusión deberá adecuarse a las características y necesidades
del contexto. Las cuestiones deberán plantearse de manera abierta y flexible, sin que
desvíen la opinión de los estudiantes en un sentido específico. El dinamizador de la
discusión deberá procurar no hacer valoraciones, ni dar soporte a unas opiniones sobre
otras.
Un posible guión para recoger la opinión de los alumnos de un centro de educación
secundaria sobre los afectos y las emociones en la escuela podría explorar los siguientes
aspectos:
302
Notas
1. Entre los programas más representativos que se han elaborado en nuestro país para
ser aplicados en la escuela, destacamos:
Proyecto Atlántida sobre Educación y valores democráticos de la Federación de
Enseñanza de CCOO.
Programa de competencia social elaborado por Manuel Segura. Universidad de la
Laguna. Programa de entrenamiento emocional de Rafael Bisquerra. Universidad de
Barcelona. Programa de educación social y afectiva de Trianes y Muñoz. Universidad de
Sevilla.
303
Capítulo XIV
304
Proyecto de integración de las tecnologías de la
información y la comunicación en las programaciones
escolares
Antoni Badia y Elena Barberà
305
Como cualquier tecnología educativa, las TIC se pueden utilizar dentro del marco
escolar para diferentes propósitos y finalidades. Por lo menos, hasta el momento
destacan de entre todos los demás, los siguientes usos, desde una perspectiva amplia:
En todos estos usos (de entre otros posibles) de las tecnologías de la información y la
comunicación aplicadas en las instituciones escolares, ¿en qué contextos escolares
específicos deben intervenir los psicopedagogos cuando se trata de integrarlas en las
programaciones escolares? ¿Qué papel deben jugar en cada tipo de contexto
identificado? Seguidamente nos ocupamos de responder éstas y otras cuestiones
relevantes relacionadas con dicha intervención.
306
1. Contextos de asesoramiento en la intervención psicopedagógica de la
integración de las tecnologías de la información y la comunicación en las
programaciones escolares
Encontramos dos aspectos preliminares que deben tenerse en cuenta para intervenir
en este ámbito psicopedagógico, y que son comunes a la totalidad de contextos escolares
identificables en esta temática. En primer lugar, debe valorarse el grado de conocimiento
que tienen los miembros de la institución sobre dichas tecnologías, centrando
especialmente la atención en los profesores. Sobre todo, resulta especialmente relevante
considerar los conocimientos, creencias y actitudes de los profesores sobre las TIC, así
como su percepción del modo con el cual dicha tecnología debe incorporarse a las
programaciones escolares. En segundo lugar, como criterio general la intervención
psicopedagógica debe dirigirse antes que nada a identificar los principios
psicoeducativos que deben basar el uso general de las TIC en el desarrollo curricular
escolar.
Ambos aspectos deben considerarse conjuntamente con la necesidad de diseñar y
desarrollar un proyecto global, interrelacionado y articulado de integración de las TIC en
las programaciones escolares más que una intervención puntual, descontextualizada e
inarticulada. Dicho proyecto debería consistir en una propuesta de innovación educativa
institucionalmente consolidada desarrollada mediante un proceso de definición y
consenso por parte de toda la institución escolar, tal como propone Crook,2 como una
estrategia global de la escuela.
Para el diseño de este proyecto necesitamos basarnos en algún tipo de propuesta de
clasificación de los usos de las TIC en las prácticas educativas escolares. Hace
relativamente pocos años, la integración de la informática en el aula se reducía por
algunos autores casi exclusivamente a enseñar a los niños a programar, por ejemplo, en
el lenguaje Logo, sobradamente conocido por muchos. Hoy en día, las posibilidades del
uso del ordenador en las aulas han crecido enormemente, por lo que las propuestas de
clasificación se han multiplicado, tal como se muestra en la tabla 1, en donde se pone de
manifiesto que los autores consultados utilizan criterios diferentes de clasificación, en
algunos casos más bien descriptivos, y en otros con distinciones educativas relevantes
pero a menudo aún sin un marco claramente fundamentado a nivel teórico (tabla 14.1).
Tabla 14.1. Diferentes usos de las TIC en el marco escolar y especialmente en las programaciones escolares.
307
Martí (1992) a) La enseñanza asistida por ordenador.
b)Los sistemas inteligentes de enseñanza asistida por ordenador o sistemas tutoriales.
c) Micromundos informáticos.
d)Los entornos de aprendizaje que integran los ordenadores con otros recursos
didácticos para la adquisición de contenidos escolares específicos.
Crook (1998) a) El ordenador como tutor (enseñanza asistida por ordenador o sistemas tutoriales
inteligentes).
b)El ordenador como alumno (por ejemplo, Logo).
c) Las simulaciones.
d)El ordenador como herramienta.
Harasim, Hiltz, Turoff a) Aplicaciones de soporte a los cursos tradicionales, presenciales o a distancia.
y Teles (1998) b)Redes de trabajo con ordenadores como aulas virtuales.
c) Establecer redes de trabajo con ordenadores de diferentes comunidades de enseñanza
para promover la adquisición de información y la construcción conjunta del
conocimiento.
Roschelle, Pea, a) Incremento del modo de aprendizaje de los estudiantes.
Hoadley, Gordin y • El aprendizaje a través de compromiso activo.
Means (2000) • El aprendizaje a través de la participación en grupos.
• El aprendizaje a través de interacción frecuente y retroalimentación.
• El aprendizaje a través de conexiones con contextos del mundo real.
b)Ampliación de los contenidos de aprendizaje de los estudiantes.
• Ciencia: visualización, modelados y simulaciones.
• Matemáticas: notaciones dinámicas conectadas.
• Ciencias sociales, lengua y artes.
Coll y Martí (2001) a) Contenido de enseñanza y aprendizaje.
b) Apoyos a la enseñanza (EAO, tutoriales, simulaciones para favorecer la adquisición
de conocimiento).
c) Instrumentos para acceder a la información (acceso a bibliotecas, bases de datos).
d) Soportes para crear y explorar micromundos planteados como entornos de
indagación y exploración.
e) Recursos para promover la construcción conjunta y colaborativa de conocimiento
(CSILE).
f ) Recursos para potenciar y extender la comunicación del aula con el entorno, con
otros alumnos o grupos.
308
escolares.
Teniendo en cuenta este criterio, así como la finalidad de la clasificación, que debe
servir para orientar la actividad de asesoramiento psicopedagógico en una institución
escolar, proponemos los siguientes cuatro tipos de usos educativos de las TIC, que
configuran a su vez cuatro contextos diferenciados de intervención psicopedagógica:
Individual:
Participación en grupos:
309
Como medio de acceso interactivo al contenido en entornos digitales de
aprendizaje:
310
contenidos de ciencias naturales) o los entornos que posibilitan la construcción
compartida de significados de contenidos curriculares (CSILE: Computer Supported
Intentional Learning Environments).
c) Las TIC como herramienta de acceso y comunicación del contenido curricular. La
principal finalidad de la participación del psicopedagogo en este tercer contexto de
asesoramiento debe consistir en facilitar el acceso de los profesores a conocimientos
sobre determinadas herramientas tecnológicas y programas informáticos que les
permitan poder poner a disposición de los estudiantes información relevante sobre los
contenidos curriculares de un área específica de conocimiento. Su intervención puede
orientarse hacia dos aspectos diferentes. Por un lado, en el centro educativo puede
promoverse el montaje de un aula de recursos de contenidos curriculares en donde se
digitalicen las fuentes de información disponible en fuentes tanto de naturaleza analógica
(audio y vídeo) como de información digital, tanto de CD-ROMS comercializados como
material procedente de Internet. Por el otro, puede favorecerse la formación de los
profesores en el diseño y programación de determinados entornos de aprendizaje
basados en materiales digitales e hipermedia (como por ejemplo los entornos integrados
de simulación), que podrán ponerse a disposición de los alumnos utilizando
metodologías de instrucción basadas en web.
d) Las TIC como herramienta de comunicación entre los participantes: correo
electrónico y entornos colaborativos telemáticos. La principal finalidad de la
participación del psicopedagogo en este cuarto contexto de asesoramiento debe consistir
en favorecer que en el centro educativo se empiecen a desarrollar las comunicaciones
telemáticas, sincrónicas o asincrónicas que pongan en comunicación a los miembros de
la institución con otros miembros de otras instituciones para llevar a cabo interacciones
socialmente relevantes para el trabajo que estén desarrollando. Aunque no puede
reducirse a este ejemplo, el caso más típico de este tipo de interacciones sucede cuando
un profesor y sus estudiantes se involucran en la participación en proyectos
colaborativos telemáticos que les llevan a ponerse en contracto con otros profesores y
estudiantes para organizar actividades compartidas de enseñanza y aprendizaje, en
ocasiones únicamente para compartir determinadas informaciones (por ejemplo, datos
referentes al tiempo: temperatura, pluviometría, humedad, etc.) y en otras para
desarrollar trabajos de aprendizaje cooperativo de gran potencialidad educativa.
Adaptando a modo de posibles fases de integración del uso de las TIC en las aulas
escolares, resumimos en la tabla 14.2 una propuesta de articulación de los contenidos
que son objeto de tratamiento, así como de los actores con los cuales puede colaborar el
psicopedagogo a niveles diferentes.
Tabla 14.2. Intervención psicopedagógica en los diferentes tipos de contextos escolares en el uso de las TIC.
311
selección, psicopedagógicos que puedan centros de ayuda al profesorado...), dirección del centro,
adquisición e servir de base para la selección del asociación de padres y madres, responsable de
instalación de software adecuado. informática, coordinadores de etapa (en caso de
hardware y • Valoración psicoeducativa de la educación primaria) o directores de los departamentos
software tecnología educativa considerada y (en caso de ESO).
sus posibles usos dentro de las
prácticas educativas del centro.
La formación • Asesorar en los procesos de • Dirección del centro, responsable de informática,
inicial de un formación continuada de los formador en informática, profesores.
grupo de profesores (para aquellos que sea
profesorado necesario) sobre el uso educativo
de la tecnología y de los programas
informáticos.
Diseño, • Seguimiento, apoyo y orientación • Grupos de profesores y alumnos, sean del mismo
desarrollo y en aspectos psicopedagógicos en centro o de otros centros educativos. Si es necesario,
evaluación de todo el proceso de implementación también a las familias.
una prueba del programa piloto.
piloto • Evaluación de los aspectos
psicopedagógicos del proceso y los
resultados de la prueba piloto.
Buscar el apoyo • Asesoramiento en aspectos • Grupos de profesores y alumnos, sean del mismo
de la psicopedagógicos, metodológicos centro o de otros centros educativos. Si es necesario,
administración y organizativos para el diseño del también a las familias.
educativa y la uso generalizado de las TIC en las
participación de prácticas educativas escolares.
otros profesores.
Implementación • Asesoramiento continuado en los • Grupos de profesores, tutores, equipo directivo del
real y procesos de innovación educativa centro.
perdurable de en temáticas relativas a las TIC y
las TIC en las su aplicación educativa.
aulas
En todos los casos, debe quedar claro que esta vinculación presentada de fases,
contenidos y posibles actores no debe tomarse en un sentido generalizador ni
prescriptivo. Más bien, debe tenerse en cuenta que la cultura, la historia, y las
problemáticas educativas concretas de cada centro educativo (además de otros factores)
ocasionan que pueda haber una gran variabilidad entre los mismos que provoque el
surgimiento de situaciones institucionales con respecto a las TIC difícilmente previsibles
en este capítulo, como por ejemplo aspectos relativos a la brecha digital y al acceso
restringido a la tecnología de determinados países o comunidades culturales, o las
resistencias que puede haber en grupos de profesorado que no ha entrado aún en una
alfabetización tecnológica que se demanda socialmente como necesaria.
312
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica en un proyecto de integración
de las TIC en la escuela
313
Aunque cuando el responsable de tecnología inició hace seis años el plan tecnológico
global del centro, el día a día lo ha desbordado y más que una función estratégica de
planificación se dedica en la actualidad a resolver problemas informáticos concretos que
surgen en el centro y a desarrollar actividades concretas de aprendizaje en algunos de los
cursos de la etapa secundaria. También realiza tareas de aportación de información sobre
fuentes de software fiable si algún profesor le consulta sobre qué programa educativo
utilizar en sus clases, pero en último término lo deja a elección del propio profesor. Por
falta de tiempo y por su formación eminentemente técnica, el responsable de informática
reconoce que no cuenta con criterios pedagógicos sólidos para ayudar al profesorado a
plantear el uso de recursos informáticos en el centro.
314
centro y de los equipos docentes a diferentes niveles y profesores de final de ciclo. El
segundo nivel se propone elaborar el plan tecnológico global del centro desde la
Educación Infantil a la Educación Postobligatoria. Para ello trabaja conjuntamente con el
responsable de informática y con los diferentes equipos docentes de las etapas e incluso
con los alumnos. El tercer nivel de intervención hace referencia a actuaciones concretas
del desarrollo del plan tecnológico en las que el psicopedagogo interviene asesorando
sobre el enfoque educativo y metodológico que deben tener y aportando criterios básicos
de desarrollo de las actividades de enseñanza y aprendizaje. En este capítulo solamente
esbozamos a título de ejemplo la intervención del psicopedagogo en la actividad
concreta de búsqueda de información que se reconoce como habilidad básica en el plan
global del centro y que se trabaja en el equipo de profesores de primer ciclo de ESO para
conseguir unas directrices conjuntas para las diferentes materias.
A continuación proporcionamos un esquema de la intervención del psicopedagogo
siguiendo los diferentes niveles apuntados.
315
las bases del plan tecnológico anterior.
316
– Revisión personal y en grupo de la actividad de búsqueda en relación a la
consecución de los objetivos propuestos y a la información disponible en Internet
sobre la temática.
317
3. Conclusiones
318
No se debe dejar de lado el desarrollo de grupos cooperativos entre profesores
para la integración de las TIC en la propia institución, tanto de grupos internos
como de grupos formados por miembros de varias instituciones escolares que
persigan los mismos fines. En este sentido puede ser especialmente recomendable
la potenciación de la formación permanente on-line desarrollada precisamente por
medio de las TIC.
Lecturas recomendadas
319
Notas
320
Capítulo XV
321
Programas de intervención psicopedagógica en procesos
de evaluación, titulación y acreditación del alumnado
Teresa Mauri
322
con el condicionamiento anterior, al desarrollo cualitativo del sistema de centro escolar,
con el objetivo de facilitar el intercambio fluido de las actuaciones educativas y de la
intervención psicopedagógica entre los diferentes subsistemas para mejorar las
interacciones educativas en su globalidad y, en especial, en la evaluación.
En relación con el segundo aspecto, para poder presentar adecuadamente el caso –o lo
que es lo mismo, orientar adecuadamente la intervención psicopedagógica–
concretaremos algunos elementos base del análisis de la práctica de la evaluación en los
centros de secundaria: en primer lugar, definiremos la evaluación como paso previo para
presentar las culturas evaluativas que habitualmente mantienen los profesores y, en
segundo lugar, ubicaremos la práctica de la evaluación en los diferentes niveles en que
se lleva a cabo en los centros. En tercer lugar, concretaremos las que a nuestro juicio se
manifiestan como dimensiones relevantes de la intervención en evaluación como medio
de atender a la diversidad en secundaria. Finalmente, presentaremos el caso anunciado.
Éste relata la intervención psicopedagógica llevada a cabo en un centro de secundaria
cuya finalidad es que los profesores del centro compartan una misma cultura de
evaluación y gestionen una actividad tan compleja poniéndola al servicio de la toma de
decisiones educativas conjuntas para atender a la diversidad.
323
1. Elementos para el análisis de la práctica de la evaluación desde la
perspectiva de la intervención psicopedagógica para atender a la
diversidad
324
relacionados con el proceso, esta dimensión ha de impregnar desde los criterios a los
indicadores y a las situaciones, actividades y procedimientos de evaluación. La falta de
ambigüedad de la comunicación nos permitirá, asimismo, compartir e identificar el
significado de lo que queremos transmitir; decidir lo que se comunica y cómo hacerlo.
Todo ello debe hacerse respondiendo a la diversidad de representaciones y expectativas
previas y a la finalidad que queremos alcanzar con la comunicación.
La doble finalidad de la educación como propuesta de individualización y de
socialización conlleva que la evaluación se ponga al servicio de la toma de decisiones de
naturaleza pedagógica, directamente ligadas a proporcionar información relevante para
hacer más eficaz la actividad educativa para cada alumno, o al servicio de los intereses y
expectativas sociales en educación. El cumplimiento de la finalidad pedagógica puede
tener lugar en diferentes momentos: inicial, formativa y sumativa.2 Pero la evaluación
para valorar el cumplimiento de las expectativas de la sociedad en educación se sitúa
habitualmente al final del proceso educativo.
Estas consideraciones generales que acabamos de realizar sobre la evaluación sientan
las bases para avanzar en el planteamiento de algunos elementos y criterios pertinentes al
análisis de la misma desde la perspectiva de la intervención psicopedagógica con la
finalidad de enmarcar adecuadamente el caso que presentamos.
325
2. Estableciendo los límites del análisis de la evaluación como instrumento
de toma de decisiones de atención a la diversidad
326
algo que puede ser modificado por la influencia de su actividad personal constructiva
con ayuda de la enseñanza. La concepción de la capacidad es interaccionista, resultado
de la actividad del alumno en un contexto de naturaleza social y cultural mediado por la
ayuda educativa ajustada del profesor o de otros educadores, incluidos los compañeros
mejor preparados. En este marco, la enseñanza es una actividad esencialmente adaptativa
y la evaluación es el proceso –de naturaleza continua, global y cualitativa– que sirve
para dar cuenta de los cambios del alumno, al situarlo en actividades que implican el
desarrollo de procesos cognitivos complejos para obtener información adecuada sobre
qué ayuda prestarle y responder a las necesidades detectadas.
Ambas culturas de la evaluación se diferencian en el papel atribuido a sus funciones.
En la cultura del test prima la función social de la evaluación sobre la función
pedagógica que, en consecuencia, difícilmente orienta sobre cómo adaptar la enseñanza
o ajustar las ayudas educativas. La evaluación surge en momentos puntuales, al final de
un proceso para dar cuenta del aprendizaje logrado y su mayor o menor coincidencia con
lo que a priori se considera que son las buenas respuestas. Asimismo, la evaluación se
expresa en términos cuantitativos, lo que acentúa su dificultad para actuar como
instrumento útil para dar a conocer qué aspectos debe mejorar el alumno o la enseñanza.
Antes al contrario, dicha expresión cuantitativa subraya la posibilidad de ubicar al
alumno en la parte de distribución estadística que le corresponde de acuerdo con los
resultados alcanzados en relación con la muestra de población escogida, ratificando las
expectativas establecidas.
La segunda opción sobre cultura evaluativa da prioridad a la finalidad pedagógica de
la evaluación, vinculándola a los procesos de enseñanza y aprendizaje sobre cuyos
logros pretende informar y a la que pretende ayudar a tomar decisiones de ajuste de la
ayuda educativa o de individualización de la enseñanza. La evaluación es un proceso
continuo que se lleva a cabo al inicio, durante el proceso y al final del mismo. Además,
la opción por intentar captar el proceso de aprendizaje en toda su complejidad lleva a
utilizar instrumentos que dan prioridad a la emisión de juicios de valor sobre la
compresión de la actividad o del problema, el análisis de la situación y la calidad del
razonamiento utilizado en su resolución. Debido a todo ello, los criterios de evaluación
se caracterizan por su capacidad para captar la naturaleza de la actividad del alumno en
el contexto del desarrollo de tareas complejas que se extienden a lo largo del tiempo.
En relación con el segundo aspecto, la práctica educativa se ubica a diferentes
niveles, entre los que podemos señalar: el nivel de organización social, económico,
político y cultural o macronivel; el segundo nivel o de organización, estructura y
funcionamiento del sistema educativo; el tercer nivel de sistema de centro escolar y el
cuarto nivel de sistema aula. Si, como acabamos de establecer, la práctica de la
evaluación entendida como instrumento de toma de decisiones para atender a la
diversidad se desarrolla estrechamente vinculada al proceso de enseñanza y aprendizaje,
entonces la primera adquiere la misma complejidad que el segundo y, en consecuencia,
327
su despliegue se realiza también en los diferentes niveles de configuración establecidos.
En cada nivel se manifiesta de modo específico la relación entre los saberes objeto de
construcción, las personas que actúan para construirlos y los mediadores entre los
saberes establecidos y los que pretenden apropiarse de ellos mediante la reconstrucción
personal y significativa. Por su parte, como dijimos, la evaluación se configura en cada
plano, aunque de manera específica, como un instrumento de información sobre los
resultados de construcción de conocimientos alcanzados, relativos a las expectativas de
cumplimiento de los objetivos educativos y útil para la toma decisiones de ajuste de la
ayuda en cada uno de los diferentes niveles.
Por todo ello, para proceder al análisis de la evaluación desde una perspectiva de la
intervención psicopedagógica de forma rigurosa es preciso disponer de marcos teóricos y
conceptuales que puedan dar cuenta de la naturaleza de la cultura evaluativa y de su
concreción específica en cada uno de los niveles en que la evaluación se ubica en
relación con la práctica de la enseñanza y el aprendizaje. Asimismo, si bien cualquier
análisis debe realizarse atendiendo a la dinámica propia y a la complejidad específica de
la práctica de la evaluación en cada nivel, al mismo tiempo debe prestarse especial
atención a la relación de influencia que los diferentes niveles mantienen entre sí, que es
de naturaleza compleja y tributaria de la naturaleza del objeto que se analiza.
Como consecuencia de todo lo expuesto y con la finalidad de dotarnos de los
elementos necesarios para proceder al análisis del caso que va a ocuparnos, asumimos
como marco de referencia para la explicación de la cultura de la evaluación la
concepción constructivista del proceso de enseñanza y aprendizaje. En lo relativo al
nivel de análisis de evaluación, nos ubicamos fundamentalmente en el tercer y cuarto
nivel. Si el nivel de influencia esencial es el nivel del aula, donde se determina en gran
parte la práctica de la cultura de la evaluación, un análisis de su papel como instrumento
de toma de decisiones para atender a la diversidad no puede realizarse de modo
significativo sin tomar en consideración las actuaciones que ocurren a otros niveles, ya
que potencian o entorpecen las primeras y hacen que se completen o proyecten de modo
adecuado.
En el aula –conjunto organizado de actividades, roles y relaciones de diversos tipos
en que se implican profesores y alumnos de un grupo clase para apropiarse de los
contenidos de aprendizaje– la finalidad última de la evaluación es eminentemente
pedagógica. El programa de evaluación del profesor5, implícito o explícito, nos permite
representarnos lo que ocurre en este nivel, ya que se caracteriza por los tipos de
actividades de evaluación que éste desarrolla para conocer los aprendizajes de los
alumnos. Éstas se sitúan antes y después de la evaluación propiamente dicha y no se
reducen –como habitualmente se cree– a las que tienen lugar en el momento justo en que
el alumno o los alumnos resuelven las tareas de evaluación. Las diferentes actividades
incluyen, a su vez, las tareas de evaluación o preguntas, ítems o problemas que
responden o resuelven los alumnos. Éstas se caracterizan por responder a tipos y grados
328
de exigencias cognitivas diversos que, desde nuestro punto de vista, además ponen de
relieve la concepción misma de aprendizaje y de capacidad de la que el profesor parte
para diseñar la evaluación.
El núcleo básico anterior conecta con el nivel superior o del sistema centro escolar, en
el que la relación de construcción del conocimiento o influencia educativa se establece
entre el profesorado del centro, los alumnos y el proyecto de centro; la interacción entre
los tres elementos dará como resultado una estructura, organización y funcionamiento
que determinan la forma en que se lleve a cabo la individualización de la enseñanza
gracias a la evaluación. Si bien el equipo de profesores a diferentes niveles
(departamento o área; etapa; ciclo; nivel o curso) es el encargado de tomar decisiones
para ajustar el proyecto educativo a los alumnos y de considerar la evaluación como uno
de los más significativos, la organización y el funcionamiento del centro son también
muy relevantes, ya que ambos repercuten en la capacidad del primero para llevar a cabo
esta empresa.
329
3. Funciones del asesor psicopedagógico en la práctica de la evaluación
como instrumento de atención a la diversidad
330
implicándose activamente en la revisión de la propia práctica de la evaluación a
diferentes niveles (p.e. como: profesor de la asignatura, miembro de un equipo
docente y miembro de un centro que otorga titulaciones al final de una etapa), y
disponiéndose a desarrollar un plan de trabajo en este sentido.
– Orientando la reflexión conjunta en el sentido de revisar el cumplimiento de la
función pedagógica. En este caso, aportando criterios para guiar el trabajo, de
modo que su enfoque abarque desde el nivel del sistema aula hasta el nivel del
sistema centro, propiciando que las decisiones se tomen de modo coordinado,
relacionado y coherente.
331
– Responda a un enfoque criterial y no normativo. En este caso, el nivel
alcanzado por el alumno se valoraría a partir de los indicadores amparados en
criterios establecidos acordes con los objetivos y el contenido objeto de
evaluación, que atiende al progreso individual experimentado por el mismo
alumno comparado con su situación al inicio del proceso.
– Garantice las condiciones de participación responsable de todos los implicados,
cada uno desde su papel, en el conocimiento y la comprensión de los juicios de
valor sobre los resultados de aprendizaje (resultado de una buena selección de
indicadores vinculada a los criterios de evaluación establecidos) y en la ejecución
de las decisiones tomadas (modificar el error, modificar los procesos de
aprendizaje y adaptar la enseñanza, elaborar nuevas ofertas de enseñanza, etc.).
Con esta finalidad el asesor contribuiría a que acordaran explorar esta posibilidad
planificando:7 actividades de preparación antes de la aplicación del instrumento
evaluativo concreto (examen, proyecto, etc.) con la finalidad de prepararlo (realizar un
guión de estudio, repaso conjunto de los temas en clase, sesión de dudas antes de la
332
prueba, etc.); actividades de evaluación propiamente dicha, entendidas como aquellas
actividades que concentran las tareas de evaluación específicas que se deberán resolver
en un tiempo, condiciones y situación determinadas; actividades de corrección dirigidas
a corregir y calificar las tareas que componen la actividad de evaluación propiamente
dicha mediante la aplicación de los criterios de evaluación y de puntuación; las
actividades de comunicación dirigidas a devolver y comunicar a los alumnos los
resultados de su aprendizaje obtenidos en las tareas de evaluación; actividades de
aprovechamiento que se caracterizan por explotar didácticamente los resultados de la
evaluación –errores y aciertos– en el marco de nuevas tareas por su contribución a la
construcción significativa del conocimiento y a la regulación de la enseñanza y del
aprendizaje. La finalidad sería valorar lo que les aporta esta actuación y utilizarla para
mejorar la práctica.
333
centro ha de permitir la elaboración de parcelas de significado sobre la evaluación
cada vez más amplias y compartidas, para lograr que participen todos los
implicados en la regulación de la actividad de enseñanza y aprendizaje o en el
desarrollo conjunto de las actividades complementarias.8
Asesorar para que las decisiones de orden pedagógico y de orden social
asociadas a la evaluación de los aprendizajes en el centro respondan a criterios de
continuidad y coherencia pedagógica. Los centros, en especial los de secundaria,
usan la evaluación sumativa al final del proceso para cumplir con la función social
de la evaluación. Es decir, al final del proceso dan a conocer hasta qué punto los
alumnos están capacitados para seguir estudios o para integrarse en el mundo
laboral. La aparente dicotomía establecida por el cumplimiento de una u otra
función se desvanece si las decisiones de acreditación, promoción y titulación se
apoyan en la recogida de información adecuada y en unos criterios acordes con los
principios psicopedagógicos que han inspirado los usos pedagógicos de la
evaluación, dependientes de una cultura evaluativa contraria a la cultura del test,
que responde, en suma, a una idea de aprendizaje y enseñanza y de desarrollo de
capacidades basada en los principios cognitivistas, constructivistas y
socioculturales.
Los elementos y factores anteriores constituyen una guía potencial de la actividad del
psicopedagogo para la tarea de análisis de la práctica de evaluación a concretar en el
desarrollo de sus competencias profesionales en los centros, en especial de los de
secundaria. Tomando en consideración que partimos de un modelo de intervención de
naturaleza educativa y de corte colaborativo, el desarrollo de dicha tarea incluye a los
demás profesionales del centro, comprometiéndoles en la innovación y mejora de su
práctica y en la calidad del proyecto educativo del centro.
334
4. Asesoramiento a un proceso de mejora de la evaluación como
instrumento de atención a la diversidad en un centro de Secundaria
1) Introducción al caso
Se trata de un instituto de Cataluña que imparte los cursos de la Educación
Secundaria Obligatoria (2 líneas) y de otras etapas de la educación no obligatoria. Este
centro tiene una larga tradición de innovación pedagógica que, en el marco de los inicios
de la reforma educativa de 1992, se concreta en la implementación de una propuesta de
educación adaptada a las necesidades educativas de los alumnos como medio de alcanzar
los objetivos generales o de desarrollo de capacidades en la ESO y para acreditar su
madurez para proseguir estudios.
335
ciclo y de la etapa, tomando como referencia los objetivos generales de la etapa; b)
reflexionar sobre la práctica y el desarrollo de criterios de evaluación formadora en las
diferentes áreas y en los diferentes momentos de la escolarización de los alumnos,
centrándose en la valoración y la calificación de los aprendizajes.
El proyecto de intervención negociado con las diferentes instancias del centro tiene
tres fases: a) la primera de revisión y elaboración conjunta de los criterios e indicadores
de evaluación y de análisis de las prácticas de la evaluación del centro; b) la segunda de
elaboración de propuestas de cambio en relación con los criterios elaborados y con los
resultados del análisis y c) la de evaluación de la concreción real de los cambios y de los
instrumentos de análisis usados. El proyecto se diseña para ser desarrollado en dos
cursos escolares, en el marco de las reuniones de coordinación habituales de las
diferentes unidades del centro.
336
práctica de evaluación de los profesores.
e) Las coordinadoras de la ESO y del Bachillerato iniciarán la planificación del
desarrollo específico de la propuesta por los equipos de primer y tercer curso de la ESO
y el de primer curso de Bachillerato.
337
currículum que ayuden a los alumnos con necesidades educativas específicas a lograr los
objetivos. Esta evaluación comporta una diagnosis inicial del dominio por los alumnos
de los contenidos de las áreas instrumentales (lectura, escritura y matemáticas).
b) A finales de enero los profesores de las áreas y los ED de primer y segundo ciclo
realizan una primera evaluación de los alumnos y valoran la posibilidad que éstos tienen
de lograr los objetivos del ciclo (2.º) y de la etapa (4.º). En consecuencia con este
proceso:
c) En marzo los profesores de las áreas y los equipos docentes realizan una segunda
evaluación de las capacidades de los alumnos para lograr los objetivos del curso, del
ciclo y de la etapa. Se valora el progreso alcanzado por el alumno según los medios
educativos de que ha dispuesto durante este periodo. En este sentido se decide si se
mantienen o modifican las ayudas o medidas educativas. Además, en función de la
previsión que se hace de que existen alumnos que no superarán el curso, el ciclo o la
etapa, se planifica la repetición de curso de acuerdo con las características de los
alumnos con problemas. De nuevo se concreta la actuación de los tutores con los
alumnos y con sus familias. En este marco, se prevé incorporar a la planificación del
siguiente curso, en vista a las características de los que promocionarán, la orientación de
las optativas y la previsión de medios y recursos técnicos y materiales y humanos.
d) La tercera evaluación se lleva a cabo en el mes de mayo con la concreción de las
valoraciones definitivas y con la toma de decisiones sobre la orientación a dar a los
alumnos. La información a los padres y la planificación para el curso siguiente de
elementos relevantes para atender a la diversidad de los alumnos que promocionan y de
los que no lo hacen se decide también en este marco. El coordinador del ED informa a la
comisión pedagógica de los resultados de aprendizaje y realiza las valoraciones
338
pertinentes para que los departamentos respondan de los resultados alcanzados por los
alumnos y revisen, si cabe, sus programaciones.
339
5. Conclusiones
Lecturas recomendadas
Cuadernos de pedagogía. (2003) Tema del mes: Evaluar el aprendizaje, 318, 50-77.
La revista reúne una serie de artículos sobre la evaluación que ponen de relieve las características
de la misma en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, como instrumento clave para ajustar la
ayuda educativa a los alumnos y como recurso del que los alumnos se sirven para regular el
aprendizaje. Una y otra dimensión de la evaluación ponen de relieve la relevancia de revisar su
340
práctica en los centros escolares para orientarla de modo que resulte un recurso relevante de atención a
la diversidad. La recomendación de un número monográfico de una revista responde al hecho de que
éste selecciona en pocas páginas las dimensiones más relevantes de la misma e incluye propuestas
prácticas para orientar la actuación de profesores y alumnos. En este sentido, al asesor puede serle útil
conocer tanto los criterios conceptuales en los que se basa una concepción de la evaluación de estas
características, como algunos de los elementos prácticos o metodológicos-didácticos característicos de
una práctica de la evaluación que se inspira en dichos principios. Además el monográfico incluye en
su apartado “para saber más” un listado de propuestas de lecturas muy adecuadas a la finalidad de
selección que acabamos de señalar.
341
Anexo 1
1. ¿Qué tipo de situaciones actividades y/o producciones de los Muy Bastante A Poco Nunca
alumnos utilizáis habitualmente para valorar de una manera frecuente veces
sistemática los aprendizajes alcanzados?
1. Observación de los alumnos mientras realizan algún trabajo o
actividad individual.
2. Trabajos/producciones individuales realizadas en la clase.
3. Trabajos/producciones individuales realizadas o acabadas fuera de
las horas de clase.
4. Pruebas escritas individuales.
5. Trabajos o producciones grupales realizadas en la clase.
6. Trabajos o producciones realizadas fuera de las horas de clase.
7. Observación de los alumnos mientras hacen algún trabajo o
actividad grupal.
8. Sesión de preguntas /respuestas con la participación de todo el
grupo clase.
9. Pruebas orales individuales.
2. Redondead el número que en apartado anterior corresponde al tipo de estas situaciones, actividades y/o
producciones con que valoras los aprendizajes para indicar la frecuencia habitual de uso con que las que utilizas
para valorar conceptos que enseñas en tu asignatura o área
Muy frecuente 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Bastante 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
A veces 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Poco 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Nunca 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
3. Redondead el número que en el apartado anterior corresponde al tipo de estas situaciones, actividades y/o
producciones con que valoráis los aprendizajes para indicar la frecuencia habitual de uso con las que utilizáis
para valorar los procedimientos que se enseñan en vuestra asignatura o área.
Muy frecuente 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Bastante 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
A veces 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Poco 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Nunca 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
342
4. Redondead el número que en el apartado anterior corresponde al tipo de estas situaciones, actividades y/o
producciones con que valoráis los aprendizajes para indicar la frecuencia habitual de uso con las que utilizáis
para valorar las actitudes, valores y normas de tu asignatura o área.
Muy frecuente 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Bastante 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
A veces 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Poco 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
Nunca 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.
5. Las actividades de evaluación que lleváis a cabo, Casi Con A Excepcionalmente Nunca
dirigidas a averiguar qué conocimientos tienen sobre siempre frecuencia veces
determinados contenidos ¿cuándo las lleváis a cabo
habitualmente?
1. A principio de curso.
2. A final de curso.
3. Al final de un crédito.
4. Antes de cada Junta o Sesión de evaluación.
5. Cada vez que comenzamos a trabajar un tema o
conjunto de temas o cualquier otra unidad de
programación.
6. Una vez como mínimo mientras trabajamos en un
tema, conjunto de temas o en cualquier otra unidad de
programación.
7. Cuando intuyo que pueden tener dificultades de
comprensión, para identificarlas.
6. Los resultados de la evaluación y valoración de los aprendizajes de los Muy Bastante Pocas Nunca
alumnos se pueden usar para muchas cosas. Señalad la frecuencia con la frecuente frecuente veces
que los utilizáis en vuestra práctica docente para llevar a cabo las
actuaciones y decisiones que se relatan.
Contribuir a la toma de decisiones de promoción de los alumnos.
Hacerles conscientes de qué han aprendido y de qué aún no saben.
Decidir si conviene repasar o podemos avanzar en el desarrollo de la
programación.
Otorgar calificaciones a los alumnos.
Transmitirles información a los otros colegas.
Valorar el modo como hemos planteado la enseñanza de lo que estamos
evaluando.
Distinguir a los alumnos más capacitados de los que no lo están.
Motivarles haciendo públicos los resultados.
Planificar actividades y tareas de recuperación y de refuerzo de los que no
han superado.
Contribuir a decidir formas de agrupamiento y de organización de los
alumnos para trabajar la materia.
Contribuir a tomar decisiones sobre si cabe programar créditos de refuerzo,
iniciación y de ampliación.
Ayudar a los alumnos a revisar el proceso de aprendizaje y a tomar
decisiones para mejorarlo.
343
7. Para valorar el nivel de aprendizaje logrado por el alumno Muy Bastante Poco Nada
es necesario comparar los resultados obtenidos en las importante importante importante importante
situaciones o actividades de evaluación con niveles o
criterios previamente definidos. Señalad la importancia que
tienen, en vuestra práctica docente, los niveles o criterios
que se desarrollan a continuación.
1. El nivel medio del grupo clase.
2. El nivel medio de otras clases del mismo curso.
3. Los objetivos establecidos en la programación.
4. Los objetivos del currículum oficial.
5. El nivel inicial del cual partían los alumnos evaluados.
6. El nivel fijado por el libro de texto.
7. El nivel fijado por otros materiales curriculares.
8. Seguidamente aparecen una serie de afirmaciones relativas a aquellas Siempre Con A Casi
situaciones y actividades de evaluación de los aprendizajes en las cuales frecuencia veces nunca
había siempre un trabajo o producción de los alumnos que es objeto directo
de evaluación (exámenes, trabajos individuales o en grupo, etc.).
Los alumnos conocen previamente los criterios que se utilizarán para
evaluar su trabajo.
Lo que se valora es fundamentalmente la cualidad y corrección del trabajo
por encima del proceso seguido para realizarlo.
Los trabajos se devuelven a los alumnos con las correcciones y valoraciones
correspondientes.
Además de una corrección individual se hace una corrección en grupo y una
discusión en clase.
La corrección de los trabajos se acompaña de una nota.
A los alumnos se les devuelven los trabajos con indicaciones y comentarios
sobre los aspectos incorrectos para que los corrijan y los devuelvan de
nuevo al profesor.
344
Notas
345
Bloque III
346
Introducción
Hace apenas una década este bloque temático hubiera constituido la espina dorsal de
este libro, al considerarse el contenido más genuino e indiscutido de la intervención de
los psicólogos en los centros educativos. Los alumnos con dificultades de aprendizaje,
trastornos conductuales, déficits comunicativos, carencias en la autonomía y el
autocontrol, etc., han sido tradicionalmente los grupos diana del profesional con
formación psicopedagógica. De hecho, aún en la actualidad, algunos directores de
centro, docentes, padres y personal de las administraciones educativas no tendrían
empacho en afirmar con contundencia que la presencia de un profesional de la
psicopedagogía en las instituciones educativas se justifica en tanto en cuanto existen
alumnos que requieren un apoyo especializado para desarrollarse y aprender, dentro de
unos límites aceptables.
Este punto de vista llega a traducirse en la asignación directa del alumnado con
necesidades educativas especiales al asesor psicopedagógico, como si se tratase de su
tutor natural y en la reconversión de la práctica asesora en funciones propias de la
educación especial que, además de suponer una clara intrusión en el trabajo que efectúan
otros profesionales (logopedas, fisioterapeutas, maestros de educación especial, de
terapia ocupacional, etc.), desvirtúa y empobrece las prestaciones que podrían derivarse
de las tareas propias del asesor psicopedagógico.
A pesar de que esta situación se mantiene en algunos centros, la forma de entender el
tratamiento de la diversidad educativa ha dado un giro copernicano gracias al
movimiento de la denominada escuela inclusiva, que en los años noventa, de la mano de
autores como el británico M. Ainscow, propugnó la exigencia de que los centros
ordinarios abriesen sus puertas a todo el alumnado, sin distinción de género, razas,
creencias, estatus socioeconómico o nivel de competencia física o intelectual. Esta
corriente, que continúa aumentando su expansión e influencia en la mayor parte de los
países del planeta, se basa en los principios de igualdad (en las oportunidades de acceso,
en los programas educativos y en los resultados obtenidos), comprensividad (defensa de
un currículum básico, común para todos los alumnos) y globalización (visión no
disciplinar y fragmentada del currículo, centrada en la resolución de problemas
auténticos), y su repercusión sobre el tipo de medidas organizativas y curriculares que
deben potenciarse en los centros ha sido profunda. En este sentido, metodologías como
el aprendizaje colaborativo y cooperativo, la docencia compartida, las adecuaciones más
347
individualizadas del currículo, el trabajo por proyectos, la programación flexible, la
tutoría entre iguales, la evaluación por portafolios, etc., han aumentado su presencia en
las aulas y, lógicamente, han redefinido el rol del asesor psicopedagógico en su labor de
apoyo a la atención del alumnado con necesidades educativas especiales.
Este tercer bloque constituye una muestra fuertemente representativa de esta
redefinición de la práctica asesora, que aun cuando está situada en el seno de un enfoque
inclusivo, adopta distintas perspectivas según los diferentes contextos educativos en los
que se produce la orientación e intervención psicopedagógica.
En el decimosexto capítulo, C. Monereo y J. Jiménez se enfrentan a un tema extenso
y complejo, la evaluación psicopedagógica, que fácilmente podría ocupar varios libros
monográficos. En este caso, los autores optan por una de sus vertientes más habituales en
la práctica psicopedagógica y, al mismo tiempo, menos tratada en la literatura: la
evaluación que tiene como propósito buscar el emplazamiento educativo más adecuado
para un alumno con necesidades educativas especiales. Con esta finalidad, presentan un
proyecto de intervención consistente en la elaboración de una pauta de evaluación
psicopedagógica contextual, sistémica e inclusiva.
El resto de capítulos de este bloque tienen un denominador común que define de
forma diáfana cuál es el fin último de la educación formal: lograr que los alumnos sean
personas lo más autónomas posible creciendo, aprendiendo y conviviendo con los
demás. En el camino hacia esa meta, el asesor desempeña un papel destacado,
favoreciendo la adquisición de competencias esenciales como el autocontrol y
autorregulación del propio comportamiento, el aprendizaje de habilidades sociales y
laborales o la utilización eficaz del lenguaje y de otros recursos comunicativos.
Concretamente A. Teberosky, en el decimoséptimo capítulo, realiza una completa
revisión de los principales grupos de dificultades en la adquisición del lenguaje como
base para una correcta evaluación e intervención psicopedagógicas (de habla y de
lenguaje; de producción y de recepción; debidas a un trastorno o a un retraso, o centradas
en el lenguaje oral o escrito). El análisis pormenorizado de un caso de dificultades de
comprensión y producción de lenguaje, en especial respecto al vocabulario, se muestra
como un excelente medio para observar una actuación profesional en la que se coordina
la acción conjunta del profesorado y la familia.
Cuando los problemas de comunicación se centran sobre todo en déficits de
naturaleza motórica, que llegan a dificultar o a impedir por completo la producción oral
o escrita, las tecnologías fundamentadas en sistemas aumentativos y/o alternativos de
comunicación pueden constituir recursos determinantes para el acceso al currículo
común, como en el caso que examinan E. Soro y C. Basil en el capítulo decimonoveno,
donde se presenta a un estudiante aquejado de una parálisis cerebral que, con la ayuda de
esas tecnologías, puede proseguir sus estudios de enseñanza secundaria.
En este camino hacia la autonomía, la implicación de los padres resulta decisiva, en
especial cuando nos referimos a alumnos con un retraso mental severo, ya sea por
348
favorecer el proceso o, a veces, por obstaculizarlo. La intervención que nos plantea A.
Mañas en el capítulo decimoctavo muestra la necesidad de que se produzca esa
participación de la familia, en coordinación con el centro educativo, pero sobre todo,
ejemplifica cómo transformar una actitud inicialmente inhibidora en verdaderamente
facilitadora.
Esta autonomía personal y social aún se ve más comprometida, si cabe, cuando el
alumno presenta importantes dificultades para controlar su atención o sufre, o está en
vías de sufrir un trastorno mental grave. En el capítulo vigésimo primero, A. Miranda y
sus colaboradores se refieren a los problemas de autocontrol de la conducta
(impulsividad, distrabilidad, olvido) que presentan, de manera creciente, algunos
estudiantes, problemas que dificultan enormemente su progreso educativo e incluso su
presencia en el aula. De nuevo, una acción coordinada entre los distintos agentes
educativos (profesores, compañeros) y la familia se muestra como una vía prometedora
para enfrentarse a casos complejos como el que se plantea en el capítulo.
La necesidad de esa coordinación aún se hace más patente y se amplía a otros
servicios comunitarios (sanidad, bienestar, justicia, trabajo) cuando nos referimos a
alumnos que, generalmente de forma tardía (en su adolescencia o juventud), presentan
signos de un trastorno mental grave. En el vigésimo capítulo, firmado por I. Gómez y E.
Bassedas, se exponen algunas de las principales claves que debe contemplar la labor
psicopedagógica en este ámbito. Además, en el capítulo se nos alerta, sin desestimar la
indispensable intervención del clínico, que es quien tradicionalmente se ha ocupado de
estos casos, sobre la imperiosa urgencia de cubrir las legítimas necesidades educativas
de este colectivo de estudiantes.
En definitiva, un poliedro de seis caras que emite reflejos distintos, correspondientes
a realidades diversas, en una misma dirección: la necesidad de avanzar en una educación
de todos y para todos, sin exclusiones. La intervención del psicopedagogo en ese
recorrido se muestra, a un tiempo, necesaria y determinante.
Los coordinadores
349
Capítulo XVI
350
Proyecto de evaluación psicopedagógica de los alumnos
con necesidades educativas especiales
Carles Monereo y Joaquín Jiménez
351
1. La evaluación psicopedagógica desde una perspectiva contextual
352
espacios (grupos flexibles, desdoblamientos, etc.).
El análisis de la forma en que aprende el alumno no puede hacerse de manera
aislada, sino en relación a las prácticas, recursos y facilidades que le proporcionan
los contextos en que se maneja como aprendiz (escuela, familia, otros ámbitos
educativos y/o asistenciales).
353
2. La evaluación psicopedagógica: el informe o dictamen de escolarización
354
– El padre, la madre, o los tutores legales del/la alumno/a; se trata de facilitarles
los datos necesarios para que decidan la escolarización de su hijo/a en el centro
más adecuado para atender sus necesidades.
– Los centros docentes de educación ordinaria o específicos de educación
especial; aquí la finalidad es informarles de esas necesidades y de recursos de
todo tipo que será preciso disponer para que la respuesta educativa sea adecuada.
– Y la propia administración educativa a la que pertenezca el equipo. El objetivo
será poner en su conocimiento el tipo de ayudas, soportes y adaptaciones que
podría requerir un/a alumno/a con necesidades educativas durante su
escolarización.
355
3. Un proyecto de evaluación para la escolarización de alumnos con
necesidades educativas especiales
356
recursos humanos, materiales y técnicos que deberán disponerse, y aún más
importante, implica promover los cambios institucionales necesarios para que cada
uno de esos escenarios adquiera progresivamente una mayor competencia para
atender la diversidad de sus hijos, alumnos o usuarios.
¿Qué se considera imprescindible evaluar? Se deben evaluar las posibilidades
de desarrollo del alumno en relación a un conjunto de dimensiones competenciales
que se consideran básicas para que pueda integrarse socialmente y llegar a
convertirse en un ciudadano de pleno derecho: su autonomía personal y social; sus
habilidades comunicativas; sus habilidades cognitivas en relación a la autonomía
de aprendizaje, y la identificación de sus conocimientos previos con respecto a los
contenidos básicos de los currícula de educación infantil, educación primaria o
secundaria obligatoria, según corresponda.
¿Cómo se llevará a cabo la evaluación? En función del contenido a evaluar, será
necesario utilizar una multiplicidad de pruebas e instrumentos: entrevistas,
cuestionarios, análisis documental, tareas escolares, pruebas estandarizadas,
registros de observación, etc. En todo caso, siempre que sea factible, se intentará
concentrar la valoración en unos pocos instrumentos de carácter global, que
permitan estimar distintas competencias al unísono.
¿Cuándo se deberá evaluar? Siempre que se considere necesario pero muy
especialmente cuando se produzcan cambios significativos en la escolarización,
anteriormente citados.
357
profesores de educación especial) con una amplia experiencia en la elaboración de
informes de escolarización. El coordinador del equipo formaba parte de un departamento
universitario de Psicología de la Educación.
En una primera sesión se consensuó la dinámica que se seguiría en las sesiones y las
distintas fases que se cubrirían:
358
ilimitados. En este sentido era necesario priorizar unas competencias sobre otras. Así
pues, una competencia podría no estar presente (se marcaría la primera casilla con el
signo “−”) y su nivel de importancia variaría del siguiente modo:
Puede no estar presente, pero tampoco ser preferencial para el desarrollo del
alumno. En este caso se dedicarán esfuerzos para reforzar otras competencias.
Puede no estar presente pero resultar necesaria para el desarrollo del alumno. En
este supuesto se trataría de estimar cuál es el nivel de prioridad de esa competencia
con el fin de introducir distintas medidas compensadoras que posteriormente
comentaremos. Esta prioridad se establecería a partir de dos valores:
Por otra parte, una competencia podría estar presente en algún grado. Nuevamente
será preciso determinar su nivel de preferencia:
Si está presente en un nivel suficiente para que resulte funcional para el alumno
(se marcaría la primera casilla con el signo “+”), es esperable que las actividades
escolares y familiares en las que haya participado el alumno sean, por regla
general, apropiadas. En todo caso, el centro y los servicios a los que pueda asistir
en un futuro deberán garantizar el mantenimiento de estas competencias.
Si está presente pero su nivel de ejecución resulta insuficiente (se marcaría la
primera casilla con el signo “−/+”), y además podemos considerarla deseable o
imprescindible, será necesario potenciar su presencia mediante distintas medidas
educativas:
359
de medidas cambios en el tiempo que dedica a determinadas actividades o en el
orden de su realización; modificaciones del tipo de materiales o instrumentos que
emplea para realizar los trabajos; una variación en el o en los compañeros con los
que suele trabajar en grupo o en los profesionales que le atienden fuera del
contexto escolar, etc.
– Medidas adicionales o extraordinarias: en este caso las modificaciones a
realizar serían significativas y su aplicación estaría indicada cuando la
competencia examinada fuese considerada deseable o imprescindible. Estas
medidas podrían incluir la confección de adecuaciones curriculares
individualizadas para algunas áreas instrumentales, el soporte individualizado en
algunos momentos, una mayor coordinación de los distintos profesionales que
atienden al alumno, la utilización de recursos y dispositivos de enseñanza
especializados, etc.
– Medidas excepcionales: en este caso nos referimos a medidas extremas que
deben adoptarse cuando la falta de esa competencia suponga un grave riesgo para
el alumno o para algunas personas de su entorno y que pueden incluir, entre
otras, la previsión de dispositivos para evitar autolesiones, la privación parcial de
libertad, la medicación intensiva, una elevada diversificación del curriculum, etc.
No debemos olvidar que el objetivo final para el asesor es lograr que gran parte de
esas medidas se incorporen de manera habitual a los recursos de que disponen todas las
instituciones educativas de su sector de intervención y que, a medio plazo, sea el propio
centro (o familia o servicio educativo) el que tome la iniciativa de adaptarse a los
miembros que la componen, sean cuales sean sus necesidades o circunstancias. Dicho de
otro modo, la labor del asesor culminará cuando cada organización haya aprendido a
cuidar adecuadamente de las personas que la integran.
Finalmente, ya en la fase IV, realizamos una aplicación previa de la pauta con el fin
de introducir correcciones de mejora. Para ilustrar el funcionamiento de la pauta
expondremos seguidamente la evaluación de un caso que desembocó en un informe de
escolarización.
Joaquín es un niño extranjero de 6 años de edad adoptado por una pareja española que
ya tenía un hijo varón (ahora tiene 12 años). Se desconoce si antes de la adopción había
estado mucho o poco tiempo escolarizado pero fue operado de una válvula del corazón
en su país de origen y lleva drenajes en ambos oídos, lo que hace sospechar que el
proceso de escolarización tuvo poca continuidad.
Ahora los padres han pedido que se escolarice a su hijo en el centro en el que pueda
ser mejor atendido dado su bajo nivel de conocimientos escolares y sus dificultades de
360
comunicación. Se estudia la posibilidad de que pueda integrarse en un centro público de
educación infantil, cercano a su vivienda. Para ello se examina su situación a través de la
pauta de evaluación diseñada (únicamente se refiere a dos competencias en las que el
niño muestra especiales dificultades: autonomía social y competencia comunicativa).
Con relación a la autonomía social, como puede comprobarse en la pauta
correspondiente (tabla 16.1), Joaquín muestra poco interés por las personas, en especial
por otros niños, incluido su hermanastro mayor. Tampoco tiene adquiridas las nociones
de compartir o cuidar a otras personas u objetos, y le cuesta adaptarse a los cambios. El
entorno familiar no parece ser propicio para el desarrollo de esas competencias que se
califican de indispensables y por lo tanto de máxima prioridad. Si bien la disciplina
familiar es clara, coherente y compartida, y los conflictos se afrontan con empuje, el
clima afectivo resulta contraproducente, con una mala relación con el padre y con
algunos familiares cercanos. Por el contrario la escuela que examinamos muestra valores
altos en todas las competencias. En cuanto al resto de profesionales y servicios del
sector, resultan escasos más allá de los gabinetes terapéuticos de carácter privado que
poco pueden aportarnos en este caso. En este sentido sería deseable, a partir de los
servicios sociales locales, potenciar alguna asociación de familias afectadas en este
sector. En cuanto a la intervención psicopedagógica futura, parece evidente que se debe
ayudar a la familia a relacionarse mucho más y mejor con el niño, con los familiares más
cercanos y con otros padres de alumnos y sus hijos. Una opción interesante será
potenciar la presencia activa de los padres en la Asociación de padres y madres del
centro y en las iniciativas de carácter lúdico que puedan surgir (excursiones, festivales,
comidas, etc.).
En lo referente a la competencia comunicativa de Joaquín (ver tabla 16.2) el
panorama también resulta bastante limitado en sus intenciones comunicativas, en los
intercambios y en el uso del código lingüístico. Sin embargo su interés por comunicarse
es obvio, por ejemplo a través del contacto corporal, y buena parte de los valores
estimados indican las posibilidades de cambio si se actúa adecuadamente. En este caso el
nivel comunicativo que establece la familia tiene buenas perspectivas, debiendo incidir
especialmente en los modelos de conversación en casa, más dialogal y menos impositivo
y monologal, entre todos los miembros de la familia, abierto a distintos intereses,
empleando como soporte medios que pueden resultar atractivos para Joaquín, como la
televisión o el vídeo. De nuevo, el centro que se ha elegido como primera opción para
emplazar al niño presenta excelentes planteamientos metodológicos que permiten pensar
en el proceso de integración con relativo optimismo. En cuanto a los servicios
sectoriales, la buena noticia es la existencia de un Centro de Recursos para déficits
relacionados con la audición y el lenguaje, además de algún centro privado de logopedia,
que podrá proporcionar un soporte directo al niño en el propio centro escolar. Las
carencias se centran en la inexistencia de espacios lúdicos que, como hemos apuntado,
podrían compensarse con las actividades que se promuevan desde la asociación de
361
padres y madres de la escuela.
362
4. Conclusiones
En este capítulo hemos tratado de ejemplificar las distintas decisiones que debe
adoptar un profesional de la psicopedagogía en el momento de evaluar las necesidades
educativas que pueden presentar determinados alumnos que, por su bajo nivel de
competencias, necesitan ser orientados hacia contextos educativos que favorezcan su
pleno desarrollo. Por otra parte hemos insistido en que esa evaluación debería, además,
aportar directrices para introducir modificaciones en los distintos contextos en los que se
desenvolverá el alumno. De manera resumida, la función del psicopedagogo en este
ámbito consistiría en:
Lecturas recomendadas
363
para involucrar a todos los miembros de la comunidad en proyectos para mejorar el aprendizaje de
todos los alumnos.
364
Tabla 16.1 PEPED. Evaluación de la autonomía social (parte 2).
365
Tabla 16.2. Pauta de evaluación psicopedagógica de los escenarios de desarrollo. Evaluación de las
posibilidades de autonomía social. PEPEA. Evaluación de la competencia comunicativa
366
367
Tabla 16.2. Pauta de evaluación psicopedagógica de los escenarios de desarrollo. Evaluación de las
posibilidades de autonomía social. PEPEA. Evaluación de la competencia comunicativa. (Parte 2).
368
369
370
Notas
1. Giné (1996).
2. Monereo (2002).
3. Este proyecto de evaluación fue financiado, en un primer momento, por el
Departamento de Enseñanza de la Generalitat de Catalunya (España). En él participaron
los siguientes asesores: Aler Turo, Gemma. Bosque Biarge, Reyes. Caballero Díez,
Visitación. Comas Formaguera, Núria. Dies Alturo, Lídia. Fogued Franco, Mª Teresa.
Hinojosa Melgar, Dolors. Jiménez Oroz, Joaquín. Mena Berbegall, Francesc V. Moreno
Franco Cèlia. Navarro Romero, M. Paz. Safont Delaurents, Mª Jesús. Soler Giol, Teresa.
Vidal Gonzàlez, Laura.
4. Departamento de Enseñanza (2000); M.E.C. (2000).
5. Tombari y Borich (1999).
6. Sternberg y Grigorenko (2003).
7. Ainscow y Booth (2000).
371
Capítulo XVII
372
Proyectos y programas en alumnos con dificultades en la
adquisición del lenguaje
Ana Teberosky
373
1. Criterios para la evaluación de las dificultades
374
También podemos encontrar niños/as cuyas dificultades con las palabras se deban a
que la fonología del sistema de sonidos puede estar afectada, o sea, ciertas clases de
sonidos y no todos los sonidos ni los sonidos de forma aleatoria. Estos sonidos pueden
ser reemplazados o se omiten y, por tanto, la cantidad de sonidos y los contrastes que
produce el niño/a es menor de la normal para su edad.
Esta distinción nos lleva a clasificar las dificultades en términos de producción y
recepción. Esta clasificación es útil y coincide parcialmente con la división entre motor y
sensorial. Pero no se trata de una división total, porque en el lenguaje siempre hay un
feedback; así, un déficit auditivo conduce a problemas de producción, como es el caso de
la sordera.
Un problema de producción, como es el tartamudeo, puede conducir a dificultades de
escucha y comprensión. Cuando se trata de trastornos del sistema nervioso central, como
las afasias, es difícil desligar ambos aspectos. Así, una afasia de expresión y una afasia
de recepción pueden presentar alteraciones de ambos tipos. Por eso, aunque esta
clasificación es útil, nunca se puede forzar.2
375
llegar a contar un “segmento extra” (/ c-o-c-h-e/). ¿Por qué esta disparidad de
respuestas? Porque en la segmentación de las palabras interviene los aspectos sonoros,
que da lugar a la segmentación en sílabas, la experiencia con la escritura, que ayuda a
conseguir la segmentación en fonemas, y la imagen ortográfica, que interfiere en dicha
segmentación. No es fácil disociar la imagen sonora de la imagen ortográfica y ambas
influyen en el modo como los niños/as conceptualizan la estructura sonora de las
palabras.
No sólo la segmentación de fonemas, sino también el reconocimiento de morfemas
puede estar influido por la escritura. Según Derwing (1992), el punto de vista tradicional
en lingüística consistía en creer que el análisis morfémico de las palabras es una
habilidad natural de los hablantes, realizada exclusivamente sobre la base del sonido y de
las similitudes semánticas de los morfemas. Los datos empíricos demuestran que las
niñas y niños pequeños (de edad preescolar) realizan muy poco análisis morfémico, a
diferencia de las niñas y niños de edades medias (entre 8 y 11 años, es decir,
alfabetizados). Estas investigaciones demuestran que el conocimiento de la ortografía de
las palabras morfológicamente relacionadas contribuye significativamente a aumentar la
habilidad de los escolarizados para reconocer las raíces morfémicas compartidas.
También ocurre con la noción de palabra que se apoya básicamente sobre aspectos
gráficos dados por la escritura a través de la separación con blancos entre los grupos de
letras. La noción de palabra gráfica se construye a medida que progresa el aprendizaje de
la lectura y la escritura. Ferreiro (2000) dice que la escritura funciona como un filtro para
la percepción y también como un modelo para analizar el lenguaje a nivel de muchas
unidades (fonema, morfema, palabra).
A pesar de tener una escolarización normal, muchos niños/as no rinden bien en tareas
de contar fonemas, reconocer morfemas o palabras. Se trata de niños/as que presentan
retrasos en los conocimientos relacionados con lo escrito. Se los denomina disléxicos,
disgráficos y disortográficos, aunque muchos autores prefieren el término más general
de dificultades de aprendizaje, o el más específico de dificultades específicas de lectura
(o escritura).
5) Precauciones
En resumen, aunque la clasificación para realizar una evaluación es necesaria, el
psicopedagogo debe tener siempre mucha precaución, sobre todo a la hora de programar
actuaciones educativas. Un motivo de precaución es que las dificultades afectan a varios
aspectos simultáneamente. La distinción entre dificultades del lenguaje y del habla es
problemática porque el habla es lenguaje. La distinción entre dificultad de recepción y
producción también lo es, porque en la producción interviene la recepción (propia y del
otro). Del mismo modo, la clasificación entre trastorno y retraso plantea problemas
porque es difícil establecer de forma clara qué se considera desviación respecto a la
norma. Y, finalmente, la distinción entre dificultades de lenguaje oral y escrito suele
376
implicar una asociación entre lenguaje y habla y entre escritura y aspectos gráficos. El
lenguaje escrito no sólo es grafismo, es lenguaje y es simbólico. Por tanto, si un niño/a
que presente problemas fonológicos puede ser clasificado como dificultades de lenguaje
(y no sólo de habla), de producción (y no sólo de recepción) de escritura (y no sólo de
lenguaje oral). Los aspectos fonológicos están relaciones con propiedades sintácticas y
semánticas del lenguaje, afectan a la representación mental de los sonidos y no sólo a la
pronunciación e intervienen en el aprendizaje del sistema alfabético de escritura.
Otro motivo de precaución está en relación con los factores que intervienen y sus
consecuencias. Muchos factores invocados en las dificultades pueden no estar aislados,
sino estar mediados por otros que no se identifican. Por ejemplo, se dice que los niños
disléxicos no presentan dificultades cognitivas y que han tenido una escolaridad normal,
siendo lo cognitivo evaluado por el potencial intelectual del cociente intelectual (a través
de los tests de inteligencia), y lo escolar por el éxito académico. Para estos casos se
utiliza el concepto de discrepancia entre aptitud y logro. En el caso de la dislexia, la
discrepancia se justificaría porque los niños/as disléxicos 1) tendrían problemas
diferentes que los niños/as sin discrepancia de cociente intelectual (es decir, con bajo
cociente intelectual); y 2) las discrepancias de los disléxicos entre aptitud y logro
aparecen como mayores que lo que podría constituir una diferencia cualitativa respecto a
su aptitud. Ahora bien, contrariamente a la tradicional mirada de que el cociente
intelectual afecta la cantidad de escolaridad que la gente recibe, varios autores han
mostrado que la cantidad de escolaridad afecta el cociente intelectual que la gente
obtiene.4 Por tanto, cuando interviene la escolarización esa discrepancia es difícil de
mantener.
Finalmente, un tercer motivo de precaución. Los niños/as con dificultades de lenguaje
suelen presentar un mal rendimiento escolar, es decir, se transforman en niños/as con
dificultades de aprendizaje. Ahora bien, hay múltiples razones por las que un niño se
puede transformar en un mal estudiante, y no sólo lingüísticas. J. Morais5 enumera las
siguientes: porque no conoce la lengua en la que tiene que aprender, porque la enseñanza
es mediocre, porque falta mucho a la escuela, porque hablar y leer no son valores
importantes en su comunidad, porque tiene problemas de audición o de visión, porque
tiene capacidades de atención y de concentración insuficientes. Pero también hay
razones lingüísticas. Este hecho no debe confundirnos: el uso de capacidades lingüísticas
es vulnerable a todos los factores antes mencionados. Lo lingüístico no está separado de
lo cognitivo, ni de lo socio-cultural o de lo educativo.
377
2. Evaluación de un caso
Tabla 17.1
378
del curso. respecto a la metodología, los
procedimientos, los
materiales.
• Obtener orientación para compartir • Estrategias de actuación
responsabilidad con la familia. respecto a las actividades, los
materiales de lectura, las
tareas escolares.
3. Asesor/a psicopedagógico/a
Lleva 3 años en el centro. • Evaluación del alumno. • Informe sobre evaluación
del alumno.
• Test WISC escala general no verbal. • Nivel medio normal para su
edad.
Forma parte del Equipo de • Test de vocabulario Peabody. • Comprensión oral del
Asesoramiento Psicopedagógico de la • Evaluación del vocabulario. Nivel de vocabulario (palabras
zona (EAP). retraso de comprensión. aisladas), Nivel bajo con un
año y medio de diferencia
respecto al resto de la clase.
• Evaluación: dificultades para • Producción oral del
encontrar las palabras vocabulario (palabras
aisladas). Nivel bajo.
Es tutora de los alumnos del Practicum • Evaluación: dificultades en el • Producción oral del
de la Facultad de Psicopedagogía. discurso oral. Nivel de fluidez del vocabulario (palabras en
discurso baja (5/6 palabras por contexto oral). Poca fluidez.
intervención, necesita mucha ayuda de
la profesora, lentitud, titubeos).
• Test de reconocimiento de palabras. • Comprensión del
Evaluación: dificultades en lectura. vocabulario en contexto
escrito (palabras en textos).
Dificultades en
reconocimiento.
• Evaluación: dificultades en escritura. • Producción del vocabulario
en contexto escrito (palabras
en textos).
• Evaluación: nivel en ortografía de • Bajo conocimiento de
palabras convenciones ortográficas.
• Evaluación: discriminación auditiva • Problemas en la distinción
(tarea de discriminación de entre algunos sonidos.
consonantes).
• Informar sobre la relación entre los • Programa de actuación de:
diferentes niveles y aspectos evaluados. – Conceptos
– Procedimientos
– Actitudes
• Informar sobre la actuación • Actitudes respecto a la
psicopedagógica. relación entre enseñanza,
aprendizaje y desarrollo.
• Estrategias de relación entre
lenguaje, aprendizaje y
desarrollo.
4. Alumno
Es varón, tiene 10 años, está en 4.º • Quiere ir a la escuela. • Valoración de las
379
curso, ha cambiado una vez de escuela. • Le gustan sus profesoras. posibilidades de vínculos
Nivel socioeconómico de la familia afectivos y de relaciones
bajo, nivel educativo de los padres de interpersonales.
escolaridad primaria.
Vive con el padre, la madre y dos • Dice que en su casa no le ayudan. • Estrategias de desarrollo de
hermanas mayores. relaciones y de modelado.
En su casa se habla catalán y ha sido • Dice que tienen pocos libros. • Ampliación del capital
escolarizado en catalán. cultural Ampliación del
horizonte de conocimientos.
Ha sido evaluado como con “retraso de • Es consciente de tener dificultades • Aprovechar la capacidad de
lenguaje”, de alrededor de dos años, sin para expresar lo que quiere decir. conciencia y de reflexión
más precisión. sobre las dificultades.
No le gusta leer, ni charlar con amigos. • Es consciente de tener dificultades • Desarrollo de actitudes
Prefiere los juegos y deportes. para leer y para escribir. positivas hacia la información
y el conocimiento.
5. Familia
Los padres se muestran preocupados • Han buscado ayuda, pero son muy • Dar información sobre la
por el posible fracaso escolar del niño. poco perseverantes. importancia de la actuación y
de las actitudes.
• Dicen que no saben qué hacer. • Dar información sobre
modos de actuación a la
familia.
La madre está dispuesta a participar en • Busca obtener orientación. • Programa de intervención y
un grupo de ayuda. ayuda por parte de la familia.
• Actuaciones para cambiar el
interés y la actitud hacia el
lenguaje y su importancia en
la educación.
380
3. Consideraciones sobre el vocabulario a tener en cuenta en el programa
de intervención
1) Aprendizaje
Crecimiento: el vocabulario es uno de los aspectos del lenguaje que sufre mayor
cantidad de cambios durante el desarrollo. En cuanto a la adquisición, debemos
recordar que las primeras palabras (reconocibles como tales por el adulto) aparecen
entre los 11 y los 13 meses, que el ritmo de adquisición se acelera notablemente
pasando a una docena hacia los 15 meses y a cincuenta a los 20 meses
aproximadamente, hasta llegar a las doscientas palabras hacia el segundo año de
vida. El ritmo de crecimiento es muy alto, se piensa que el niño/a aprende a razón
de 6 palabras nuevas por día. Respecto a las clases de palabras, hay que recordar
que las primeras verbalizaciones del niño están relacionadas con las situaciones de
intercambio con el adulto (por tanto, se trata más de interjecciones, de
onomatopeyas, de palabras sociales). Posteriormente, los estudios muestran que la
clase más extendida son los nombres, que representan el 70% de las primeras
cincuenta palabras: nombres de personas y sustantivos comunes. Los verbos
constituyen sólo un pequeña parte, alrededor del 3%, principalmente verbos que
designan acciones, luego vienen los adjetivos que designan cualidades. Una
explicación de esta diferencia en la adquisición respecto a la categoría de palabras
se debe buscar en los aspectos cognitivos: los nombres tienen una base referencial
en el mundo, en cambio los verbos y los adjetivos presentan más dificultad porque
se debe establecer una relación conceptual con el hecho o acontecimiento que se
describe.
Diferencias individuales: las diferencias individuales, que son muy grandes en
la adquisición del léxico, se pueden observar en relación a la comprensión y la
producción: en general hay un desfase entre la comprensión, mucho mayor, y la
producción. Una fuente importante de diferencias individuales se debe al
381
aprendizaje de la lectura y la escritura. El léxico oral se redistribuye, multiplica y
reelabora gracias a la adquisición de formas escritas. Existe una relación estrecha
entre léxico y lectura. Diversos estudios muestran que un manual de un curso
puede presentar una cantidad muy grande de palabras nuevas.6
Niveles de conocimiento: hay grandes diferencias en el conocimiento del
vocabulario. Los niveles de un vago reconocimiento hasta una precisa definición
pueden ser explicados por las formas en que se da el aprendizaje. El aprendizaje
incidental a partir del contexto da una idea no muy informativa ni precisa sobre el
significado; se trata de un aprendizaje implícito. El beneficio de este tipo de
aprendizaje está en relación con la diversidad de contextos y frecuencia de
ocasiones de oír o leer el vocabulario. En el otro extremo está el aprendizaje
explícito, con información precisa sobre el significado, que ocurre cuando se
aprenden definiciones y explicaciones sobre las palabras. El beneficio de este tipo
de aprendizaje está en relación con la orientación educativa para enseñar, y las
capacidades del aprendiz para aprender, las convenciones de las definiciones tal
como aparecen en los diccionarios.
3) Separabilidad
Aunque es conveniente enseñar el vocabulario en el contexto del discurso, los
profesionales deben tener en cuenta que hay una diferencia entre la palabra tal como
aparece en “el enunciado”, es decir como es empleada en un acto de enunciación; y la
palabra aislada o “en el sistema” de la lengua, es decir fuera de uso, tal y como es
definida en los diccionarios. Las palabras en el diccionario tienen una forma un poco
abstracta, sin todas las realizaciones morfológicas. Por ejemplo, un nombre como león
en el diccionario aparece en género masculino y número singular. Ocurre lo mismo con
las formas verbales. En el contexto del discurso, los significados pueden ser más
individuales y cambiantes; en aislamiento, los significados están más codificados en la
lengua.
382
Para conocer el aspecto conceptual de las palabras, para saber qué significan, se debe
tener en cuenta esta diferencia. El uso de los diccionarios implica el aprendizaje de
ciertas convencionales. La separabilidad es una de ellas, porque la definición es una
predicación sobre las palabras tal como aparecen en el sistema de la lengua, es también
como están en los diccionarios. Las otras dos dimensiones de la definición son la
estructura sintáctica y el concepto mismo de la definición. La estructura sintáctica de la
definición se establece gracias a una afirmación de equivalencia entre la palabra
mencionada y su definición. Tal equivalencia se expresa como “Un N es un N”, por
ejemplo, “un tigre es un mamífero carnicero, de origen asiático”. Además, la definición
implica una inclusión de la palabra definida en un concepto superior, en otra palabra que
es hiperonímica respecto a la palabra definida. En el ejemplo anterior, tigre es la palabra
a definir, mamífero es el concepto que la incluye. Para comprender la definición hay que
aprender esta relación conceptual.
Con frecuencia, los niños/as esperan encontrar un sinónimo en los diccionarios, como
si hubiera una correspondencia término a término entre las palabras, y al no encontrarlo
renuncian a entender el funcionamiento de la definición. Muchos diccionarios actuales
usan el llamado formato transparente, en el que intentan reunir el procedimiento de
definición con el de ejemplificación. La ejemplificación en uso es una predicación tal
como aparece en el discurso, por ejemplo, la palabra definida es dada en una frase corta
que ejemplifica lo básico de su uso en una oración. Los niños con dificultades lexicales
suelen tener muchos problemas con el uso del diccionario. Por ello, es importante hacer
que forme parte de un programa de intervención y buscar los diccionarios que dan los
dos procedimientos para facilitar la comprensión.
383
aceptan muchas compañías; otras palabras tienen un rango muy restringido, por ejemplo
inocente. Los refranes, las frases hechas, las fórmulas, los giros y los proverbios son
ejemplos de colocación. Los estudios psicolingüísticos demuestran que las palabras se
recuerdan más fácilmente en su contexto de colocación, y que son más accesibles que los
sinónimos, antónimos e hipónimos. El aspecto pragmático refiere al contexto de uso de
las palabras, cuál es el grado de apropiación según las condiciones del discurso.
Los objetivos pedagógicos deben tener en cuenta estas relaciones, por ejemplo,
enseñar nuevas etiquetas para conceptos conocidos, enseñar nuevas construcciones,
enseñar relaciones semánticas y analizar las partes morfológicas. Se ha demostrado que
en el caso de niños/as con dificultades, explotar todas las relaciones y posibilidades de
las palabras ayuda a su aprendizaje.
6) Dimensión metalingüística
Se ha hecho referencia a los términos léxico, vocabulario y palabras como si fueran
sinónimos. En realidad no los son. El léxico son las unidades de una lengua que se
realizan como vocabulario concreto en el discurso oral o en los textos escritos. La noción
de palabra es más familiar, pero al mismo tiempo menos precisa desde el punto de vista
lingüístico. En realidad, la noción de palabra tiene una definición más gráfica que oral,
como grupo de letras separadas por blancos, y se sabe que los niños/as llegan a
desarrollar el concepto de palabra durante la escolaridad primaria, hacia los 10 años.
Cuando son más pequeños tienen serias dificultades en separar la palabra de sus
referentes, por ejemplo, cuando se les pide una palabra larga, dicen tren . Tampoco son
capaces de usar sin dificultades el término metalingüístico palabra para referirse a las
384
unidades del lenguaje; prefieren el término nombre. Los niños/as con dificultades
lexicales presentan grandes problemas en el aspecto metalingüístico de considerar las
palabras como signos arbitrarios del lenguaje. Los profesionales deben tener
precauciones al hablar de palabras con los niños/as y tener claro que es un proceso largo
y que posiblemente no se llegue a conseguir todo su desarrollo.
385
4. Programa de enseñanza de vocabulario en alumnos/as con dificultades
de lenguaje
A partir del ejemplo del caso de Alex, este programa de intervención propone una vía
alternativa para alumnos/as con dificultades en el lenguaje. El objetivo del programa es
tener una perspectiva integrada del desarrollo y educación del lenguaje, y adaptada
especialmente a los alumnos con dificultades específicas de lenguaje oral y escrito. La
perspectiva integrada y adaptada contempla la programación de un proyecto para dar
respuesta a la complejidad del conocimiento del vocabulario, como un aspecto del
desarrollo del lenguaje en sus diferentes niveles: sintáctico, semántico y pragmático,
considerando tanto la modalidad oral como la escrita.
Esta perspectiva integrada y adaptada sigue algunos principios básicos de instrucción
de acuerdo a lo que se ha analizado en el caso de Alex. Con una inteligencia normal, este
niño presenta dificultades de retraso de lenguaje, especialmente de vocabulario, de un
año y medio respecto a sus compañeros. Según la evaluación de los profesionales, la
dificultad de Alex es de naturaleza fonológica, discriminación entre algunos sonidos, y
de ejecución articulatoria, demostrada por sus dificultades de repetición de sílabas sin
sentido. Alex presenta también dificultades de fluidez en el discurso (es lento, titubea,
necesita buscar las palabras) y problemas de aprendizaje de la lectura y la escritura
(reconocimiento de palabras, errores ortográficos y pocos recursos de vocabulario en la
expresión).
El programa de intervención sigue los siguientes objetivos a conseguir con los niños
con dificultades de lenguaje: 1) explotar recursos ayudando a que sea activo en el
desarrollo de su comprensión del vocabulario, 2) personalizar su aprendizaje, 3) ayudar a
compensar sus limitaciones a través de la disposición de múltiples fuentes de
información para el aprendizaje del vocabulario (sintácticas y semánticas), y 4)
promover las exposiciones repetidas y explícitas en el proceso de aprendizaje de
vocabulario nuevo (Taba 17.2)
386
relaciones entre apropiadamente. oral) para recordar las palabras.
palabras. palabras.
• Analizar los • Establecer una selección • Aprovechar recursos • Hacer análisis de las partes
componentes propia de las palabras que morfológicos. de las palabras.
morfológicos de las deben ser aprendidas.
palabras.
• Agrupar las • Aceptar la ayuda de • Aceptar la ayuda de la • Implicarse en la
palabras según adultos. lectura en voz alta por parte comprensión de las
significado. de los adultos. explicaciones sobre las
relaciones entre palabras.
• Agrupar las • Aceptar la ayuda de • Aprovechar las • Evaluar las actividades de
palabras según otros compañeros en un oportunidades de imitación imitación.
componentes aprendizaje recíproco. del discurso de otros.
morfológicos.
• Establecer • Llevar un diario de las • Aprovechar la información • Reflexionar sobre el
relaciones palabras nuevas contextual. contexto de las palabras.
contextuales. aprendidas.
• Agrupar las • Relacionar las • Hablar y escribir imitando el • Controlar el propio proceso
palabras según temas dificultades con los discurso propio de las de aprendizaje.
de las distintas aspectos conceptuales de diferentes disciplinas.
disciplinas. las disciplinas.
• Hacer uso de • Implicarse en proyectos • Desarrollar interés en los • Reflexionar sobre los
recursos con recursos informáticos. distintos recursos. recursos informáticos en
informáticos. relación con el vocabulario.
387
5. Conclusiones
Lecturas recomendadas
388
Notas
1. Crystal (1993).
2. Crystal (1993).
3. Crystal (1993).
4. Stanovich (1998).
5. Morais (1994).
6. En francés, Lieury (2000) analizó que para el sexto curso eran 6.000 palabras
nuevas, en inglés Nagy y Anderson (1984) encontraron que en todos los manuales de
primero a noveno, eran más de 80.000 las palabras nuevas, citados en David (2000).
389
Capítulo XVIII
390
Intervención psicopedagógica en graves dificultades del
desarrollo de habilidades de autonomía personal y social
M. Àngels Mañas
391
calidad de vida de la persona con retraso mental puede mejorar considerablemente.
Como vemos, se trata de una aproximación multidimensional del retraso mental que
recogemos en la figura 18.1.
Figura 18.1
392
intensidad de los apoyos que precisa una persona con graves dificultades de desarrollo
para seguir progresando en todos los ámbitos de su vida.
Los apoyos se constituyen, pues, como un factor decisivo en la concepción actual del
retraso mental. Serán los recursos y estrategias que permitirán el desarrollo y el bienestar
de las personas que presentan alguna restricción en su funcionamiento. Los servicios
comunitarios y los recursos humanos especializados deberán proveer de los mismos para
así permitir la mejora de la calidad de vida de las personas con retraso mental.
En relación al tema de la calidad de vida, se han propuesto diferentes modelos
conceptuales, pero posiblemente el de mayor repercusión es el que propuso Schalock,2
en el que define la calidad de vida a partir de ocho necesidades fundamentales: bienestar
emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar
físico, autodeterminación, inclusión social y derechos civiles.
Los factores que determinan la calidad de vida son los mismos para todas las
personas, con independencia de sus capacidades y en general ésta mejorará según las
posibilidades que tengan de participar socialmente en su comunidad. Para que las
personas con retraso mental participen activamente como ciudadanos será preciso, por
una parte, otorgarles el poder de ejercer control sobre sí mismos en todo aquello que
compete a sus propias vidas; por otra parte el medio social y familiar también deberá
esforzarse en cambiar su representación de la persona con retraso mental, en pro de su
inclusión y normalización, dándole confianza y facilidades para que pueda tomar
decisiones autónomas. Sólo de esta manera se facilitará el camino hacia la
autodeterminación.
Michael Wehmeyer,3 uno de los más significativos estudiosos del tema, define la
autodeterminación como el proceso por el cual la acción de una persona es el principal
agente causal de su propia vida y de las elecciones y toma de decisiones sobre su calidad
de vida, libre de influencias externas e interferencias. Dicho de un modo más sencillo:
autodeterminación significa que la persona controla su vida y su destino. Algo tan simple
y tan complejo a la vez.
La conducta autodeterminada es una característica disposicional de la persona que
implica tres características principales:
393
motivación. Es preciso sentirse capaz de realizar aquello que uno se propone e,
indirectamente, mejorar el entorno de forma positiva.
No necesariamente son una dificultad del sujeto, sino que podrían ser
consecuencia de dificultades en la estructura familiar o escolar.
Pueden ser una respuesta a la falta de recursos para cubrir sus necesidades.
Por lo tanto, antes de hacer un diagnóstico será preciso observar, analizar y valorar
cada conducta en el contexto en el que aparece y tomar en consideración no solo las
variables de naturaleza individual, sino también aquellas que tengan que ver con las
relaciones interpersonales, las relativas al currículo, a la evaluación, etc.
En principio, y excepto en casos muy determinados por lesiones o trastornos
neurobiológicos, todas las conductas cumplen una función: al individuo le sirven para
alguna cosa, obtiene algún beneficio. Este beneficio, sea el que fuere, procurará
394
mantenerlo. Por esta razón será necesario saber cuál es el beneficio concreto que obtiene
el individuo para, de este modo, poder establecer un plan de intervención que permita
sustituir, que no eliminar, conductas inadecuadas por otras bien aceptadas socialmente y
que le proporcionen beneficios equivalentes. Un plan de apoyo conductual positivo,4 por
consiguiente, tendrá en cuenta los intereses y las necesidades del individuo, y hará
énfasis en la mejora de su funcionamiento personal, pero sin olvidar que necesariamente
también deberá asesorarse a la familia, como unidad interactiva que es, pensando en que
lo que le pase a uno de sus miembros repercutirá en el resto.
Seguidamente revisaremos algunos de los contextos de asesoramiento que pueden
generarse cuando existe un niño o niña con graves dificultades en el normal desarrollo de
su autonomía y autodeterminación.
395
1. Clasificación de contextos de asesoramiento en relación al desarrollo de
la autonomía personal y social
– Autoestima personal.
– Ingenuidad y exceso de credulidad (probabilidad de ser engañado o
manipulado).
396
– Seguimiento de reglas sociales.
– Respeto a las leyes.
– Evitar conductas de desajuste social como la victimización, la culpabilización,
el acoso, los celos, etc.
397
2. Análisis de un contexto de asesoramiento
1) Ámbito escolar
Centro de educación escolar privado concertado, situado en un barrio de la ciudad de
Barcelona, que atiende a alumnos con disminución psíquica y también con otros
trastornos asociados. Es una escuela que, si bien en sus orígenes (hace ahora 28 años) se
definía por su seguimiento y aplicación estricta de las teorías del aprendizaje aplicadas
en alumnos con retraso mental de grado medio, el interés y la formación continua de sus
profesionales ha propiciado una evolución en los planteamientos educativos. En la
actualidad, desde una concepción constructivista del aprendizaje considera que el centro
de educación especial debe ser una escuela abierta, una propuesta que dé respuesta a la
diversidad y en colaboración con el resto de servicios educativos y comunitarios al uso.
Atiende a una población de 60 alumnos entre cuatro y veinte años que se reparten en
las etapas educativas de Infantil, Primaria y Secundaria siguiendo la adaptación del
currículum prescriptivo y los alumnos entre diecisiete y veinte siguen un currículum
propio de tránsito a la vida adulta. Todos los chicos tienen, a su vez, su propio
currículum individualizado. La escuela cuenta con los recursos humanos y materiales
que contempla la administración pública local para los centros especiales concertados.
2) Ámbito familiar
Familia de clase media. Emigrados con el objetivo de proveer mejor calidad de
servicios para su hijo con Síndrome de Down y con gran preocupación por su futuro. El
grupo familiar está formado por cuatro miembros: padre trabajador por cuenta ajena y
madre ama de casa (hasta nacer el hijo trabajaba), son jóvenes y con un nivel de estudios
de grado medio. Tienen dos hijos, una niña de 10 años que cursa primaria en un centro
público del barrio y un chico de 15 años con síndrome de Down, que asiste a nuestro
centro.
Es una familia que mantiene muy poca relación con familiares (a pesar de tener algún
pariente próximo en la ciudad) y amigos y se desenvuelven en un círculo social muy
restringido. Apenas cultivan aficiones y no son muy animosos en sus expectativas. Están
muy preocupados por la seguridad y eso los mantiene bastante aislados y hace que sean
muy sobreprotectores con los hijos.
Son bastante conscientes y realistas en la valoración de su hijo en cuanto a su
personalidad y capacidades intelectuales, pero les cuesta aceptar el crecimiento del hijo y
las demandas que la edad cronológica conlleva, sobretodo las que se refieren a los
aspectos de autonomía social e identidad independiente.
398
Es una familia que siempre ha colaborado con la escuela y que también es capaz de
pedir ayuda ante situaciones de conflicto. Los padres consideran que les faltan recursos
para relacionarse bien con su hijo y no muestran ningún reparo en manifestarlo a fin de
buscar una solución adecuada al tema. Tiene muy poca confianza en su hijo y en su
capacidad de mejora y, a menudo, se sienten vencidos por él.
399
3. Planteamiento del tema
La familia solicita una cita con la psicopedagoga del centro (en otras ocasiones ya se
había hecho por cuestiones diferentes) pues está muy preocupada por el comportamiento
de Carlos, que está empeorando día a día y no saben cómo abordar el tema. La
convivencia en casa es cada vez más conflictiva, están recurriendo a los castigos
continuos y ha llegado un momento en que ya no saben con qué amenazarlo y de todos
modos nada surge efecto en él; al contrario, la situación va de mal en peor.
De inicio, se precisan las conductas que manifiesta el sujeto, a fin de hacer un análisis
funcional adecuado y éstas son las siguientes:
En general los padres se sienten maltratados por su hijo, pues éste les grita, insulta y
no obedece. Están desbordados, los fines de semana, especialmente, son muy difíciles y
400
ya no saben qué hacer, piden colaboración para salir del conflicto.
La psicóloga del centro recoge la preocupación de la familia, apunta que es posible un
plan de intervención positiva, ya que en principio parecen conductas bastante propias de
la adolescencia y además en el centro no se dan de manera preocupante.
Pide a la familia que haga un registro durante diez días en el que se anoten:
Día y hora.
Conducta del sujeto.
Especificación del contexto.
Respuesta de la familia.
Hipótesis sobre la función de la conducta.
Gravedad de la conducta (valorada de 0 a 10).
Cómo ha afectado a la familia y cómo se han sentido.
401
4. Plan de intervención
a) Información de la tutora
Carlos muestra conductas más o menos acorde con los demás chicos del grupo: es un
poco rebelde ante las normas, le gusta ser él mismo, tiene interés por saber y conocer de
la vida y a veces miente en algunas cuestiones en relación con su vida social. Dice, por
ejemplo, que tiene muchos amigos, que en el pueblo tiene novia y lo afirma de forma
prepotente. Como puede verse, hay una discrepancia entre el discurso y su práctica.
En clase, cuando se habla sobre deseos e inquietudes con el grupo, él comenta que le
gustaría ir solo al colegio, como algún otro chico de la clase que ya lo hace y que quiere
ir solo con amigos y tener una novia en Barcelona. Este tipo de temas se abordan en
Tutoría y se van trabajando con todos los chicos. Quizás la tutora lo nota a él un poco
más rebelde y a su vez más inseguro que otros compañeros, aunque intente demostrar lo
contrario.
Forman parte de los objetivos curriculares del curso el desarrollar un plan para
mejorar y ampliar los niveles de competencia personal y social de los alumnos del aula a
fin de ir desarrollando y adquiriendo más autonomía y un concepto más ajustado de su
edad. Es decir, hacerles reconocer a ellos y a sus familias que son mayores, lo que
conlleva derechos y obligaciones y, desde luego, un reconocimiento social como
ciudadanos.
Parece apreciarse, sin embargo, en el caso de Carlos un mayor conflicto en el ámbito
familiar que en el escolar, así que se determina hacer mayor énfasis en el plan de
intervención en ese ámbito.
Dadas las características de la situación planteada, y posterior a las conclusiones de la
reunión con la tutora, se acuerda establecer un plan de apoyo conductual positivo. Este
plan comportará:
402
b) Entrevista con la madre
La madre aporta las anotaciones que se habían acordado y, una vez analizadas
conjuntamente, se concluye que, efectivamente, las conductas se dan con una frecuencia
media de una vez diaria de lunes a viernes y los fines de semana aumentan a tres. La
gravedad de las mismas en algunos casos llega a 8.
La madre comenta que llevar a término el registro la ha obligado a hacer una
observación más detenida de los hechos y ella misma piensa que quizás es demasiado
intrusiva con el hijo y que posiblemente la edad que tiene Carlos explica alguno de sus
comportamientos. Ha iniciado, pues, un proceso de reflexión con relación al hijo, desde
una nueva perspectiva más comprensiva. La psicopedagoga se lo hace ver y ello la
reconforta y anima.
Se informa a la madre de la conversación mantenida con la tutora y, a su vez,
adelantando una reunión que debía realizarse con el resto de familias del aula, se le
indican los objetivos que se pretenden en la Tutoría para este curso, atendiendo a las
necesidades y situaciones que plantea la adolescencia.
Durante esta reunión se hace mucho hincapié en la importancia de asumir que el
crecimiento personal, independientemente del handicap, sigue el curso de la edad
cronológica y es derecho de los chicos el que se les respete y deber de los demás facilitar
el que ello se produzca. Por otra parte, sabido es que en muchos casos los problemas de
conducta pueden ser un síntoma de un mal entendimiento de padres e hijos con relación
a estas dos cuestiones.
c) Hipótesis
Del análisis y el diálogo se establecen tres hipótesis:
Demanda de atención.
Celos de la hermana. Quizás él cree que sus padres le consideran menos que a
su hermana.
Se muestra rebelde por no saber cómo hacerse más independiente y conseguir
más privilegios. La rabia la transfiere a aquellos que “no se lo permiten”.
La madre, aun compartiendo las hipótesis, solicita unos días para reflexionar sobre
todo ello junto con su marido, antes de pasar a un plan de acción.
Se concluye la reunión acordándose una nueva cita en el plazo de unos días. Durante
este tiempo la psicopedagoga hablará con el chico y si se considera oportuno, la próxima
vez el chico estará presente en la cita.
403
que se aburre con sus padres y que quiere hacer cosas por su cuenta, como ir y venir solo
de la escuela, comprar sus cosas y salir con amigos.
Se recogen sus inquietudes, pero, a su vez, se reflexiona con relación al
comportamiento responsable y respetuoso, así como a los signos de afecto y confianza.
Se le propone la posibilidad de hacer un trabajo conjunto de tal forma que él pueda ir
ganando parcelas de libertad y a su vez él deberá comprometerse a mantener una actitud
adecuada en casa. La psicopedagoga y la tutora manifiestan su confianza en él y en su
capacidad para conseguir los objetivos propuestos.
El chico se muestra de acuerdo e incluso muy ilusionado con la posibilidad de mejora
que se le brinda.
Si se sale a dar una vuelta corta por el barrio, se le invitará a salir, pero si se
niega se le permitirá quedarse solo en casa. Sabrá cómo localizar a la familia
404
(llamada al móvil) si fuera necesario. Esto es por tranquilidad de los padres.
Si la salida es a un centro comercial lejano al domicilio, en principio deberá ir,
pero se le ofertará la posibilidad de quedarse en la sección de música y tecnología
(a él le entusiasma el tema) y esperar allí hasta que los padres lo vuelvan a buscar.
Tendrá la obligación de arreglar y ordenar su habitación, así como de poner la
mesa a las horas de comer.
Dispondrá de una paga semanal de la que podrá hacer el uso que él quiera y, en
consecuencia, deberá aprender a administrarse.
Para que todas estas propuestas se mantengan es preciso que Carlos sea coherente con
las mismas y las respete. Si no es así, se retirarán los cambios y volveríamos a la
situación presente.
Todos estos acuerdos los toman de común acuerdo la familia, Carlos y la
psicopedagoga; se escriben, se firma un contrato y las partes se comprometen a llevarlo a
cabo.
Se hará una reunión semanal de seguimiento en la que se valoraran los hechos. Si las
cosas van bien, se plantearán nuevos propósitos.
Paralelamente, en clase, se seguirán tratando los temas sobre autorregulación, toma
de responsabilidades en relación con la vida personal y social y habilidades sociales. En
estas sesiones semanales los chicos analizan situaciones y logros personales, así como
aprenden las normas esenciales de las relaciones interpersonales. Llevan registros en
cuanto a tareas que ellos se han comprometido a hacer en casa y también en el colegio y
los evalúan y valoran. La tutora y la psicóloga coordinan el programa.
3) Seguimiento
Durante tres semanas el programa se sigue tal cual y se va revisando semanalmente.
405
El chico mejora ostensiblemente su conducta, está feliz y los padres van generando
confianza en él, lo cual permite establecer nuevos objetivos.
4) Ampliación
Manteniendo lo anterior y siguiendo el mismo procedimiento de consenso, se
propone:
a) Los fines de semana irá solo a comprar el pan, la prensa y en el quiosco podrá
comprarse una revista que él siempre pide a los padres.
El primer fin de semana, después de la compra se va, sin decir nada a su familia, a
casa de un compañero de clase, con el consiguiente disgusto. Los padres se enteran de
dónde está porque desde la otra casa avisan, ya que se dan cuenta de que Carlos ha ido
sin permiso. En la valoración del lunes siguiente se aprecia el hecho de que es capaz de
desplazarse solo (se habla a solas con la madre y eso la tranquiliza) pero al chico se le
indica que, aunque está bien que vaya a ver a un amigo, nunca debe hacerlo sin notificar
y pedir permiso a los padres y que éstos pueden aceptar o negar la demanda, según el
caso, pero en cualquier caso es preciso hablarlo.
Se sigue así durante dos semanas más sin que se produzca ningún contratiempo, lo
cual permite plantear a la madre un nuevo paso, que es el del desplazamiento al centro
escolar de forma autónoma. La madre tiene mucho miedo, teme que el chico se escape o
que le pase algo. Cuesta mucho hacerle entender la importancia de este objetivo en el
progreso hacia una vida independiente de Carlos. De todos modos, y en vista de la
resistencia que muestra la madre, se establece un programa escalonado que será el
siguiente:
Prerrequisitos:
406
Programa: procedimiento y temporalización:
– Durante una semana, por las mañanas, la madre acompañará al chico hasta la
mitad del recorrido (se ajusta un punto), el resto lo hará solo, ella durante unos
días lo seguirá a distancia sin que él se dé cuenta. Si no hay incidentes, lo dejará
ir. En caso de retraso, la tutora avisará a la madre y después hablará con el chico
sobre su conducta.
– La semana siguiente el chico iniciará todo el trayecto de forma autónoma. Por
las tardes saldrá del colegio con la madre.
Esto se hace así durante dos semanas más y se plantean las tardes. Aquí de
nuevo hay resistencias de la madre y además del miedo a que no vuelva a casa a la
hora arguye que no quiere perder el contacto con profesores y padres, cosa que
ocurriría si Carlos fuera y volviera solo del colegio. Se atiende a la demanda de la
madre y se acuerda que un día a la semana ella lo vendrá a buscar. Carlos lo
entiende, pues sabe de los temores de su madre y de la necesidad que tiene del
contacto con los maestros y lo acepta.
Valoración
– Una de las tardes el chico se entretiene y además se va a dar una vuelta, entra
en una cafetería y se toma una coca cola, con lo cual no llega a la hora
convenida. Los padres se impacientan, llaman al colegio para comprobar su hora
de salida y en vista de que fue la normal, todo el mundo sale en su busca.
Finalmente Carlos aparece casi dos horas más tarde.
– Se hace una reunión de nuevo con Carlos, se le hace saber que los
compromisos hay que cumplirlos, en el caso de no ser así se anulan y en ese caso
el más perjudicado sería él, puesto que perdería la confianza que se le ha
otorgado y pudiera perder no sólo lo que ha obtenido hasta ahora, sino también
otras libertades en un futuro. Se le otorga una nueva oportunidad y se mantiene el
trato. Si ahora falla, perderá el ir solo a casa.
– No volvió a haber ningún incidente, con lo que la valoración es absolutamente
positiva, pues el chico se siente mayor, con más seguridad personal y autoestima
y además, él mismo lo dice “estoy contento porque mis padres confían en mí”.
Ha cambiado y mejorado las representaciones que tenía tanto de sí mismo como
de su familia. Ahora se siente mejor consigo mismo y valora más y mejor a sus
padres.
– La demanda que hace a continuación es la de tener un grupo de amigos para
poder salir los fines de semana. Se recoge y se comunica a los padres, que
407
aunque con muchas dudas y aunque no niegan del todo la posibilidad, tratan de
postergarla el máximo de tiempo. En principio, lo que permiten es que Carlos
vaya a la casa de algún compañero y viceversa.
– La psicopedagoga y la asistente social del centro recogen información sobre
distintos grupos de ocio, adecuados a la edad del chico y pasan la información a
los padres.
408
5. Conclusiones
409
viene al caso o la derivación a un centro clínico específico y también el ajuste del
currículum a las necesidades y posibilidades del alumno (emocionales, escolares,
sociales, etc.). De todos modos, no existen funciones standard, ya que cada centro
escolar definirá de forma consensuada las tareas específicas según necesidades. Sí que es
importante, sin embargo, no olvidar que el psicopedagogo puede ser un buen mediador
que facilite tanto la resolución de conflictos como la mejora de las relaciones
interpersonales, lo cual beneficiará las buenas prácticas y el bienestar personal.
Lecturas recomendadas
Ainscow, M., Hopkins, D., Soutworch, C., y West, M. (2001). Hacia escuelas
eficaces para todos. Madrid: Narcea.
Mel Ainscow, profesor del Instituto de Educación de la Universidad de Manchester, lleva tiempo
trabajando, junto con otros profesionales, sobre las condiciones de mejora de las escuelas y las aulas
con el objetivo de proveer una “educación para todos”, a través del programa IQUEA (Improving the
Quality of Education for All).
Este libro puede ser una guía de aplicación en los centros y, a su vez, una propuesta de actividades
que facilitarán un compromiso en conseguir una escuela mejor, eficaz y más comprensiva, donde
todos los alumnos tengan cabida.
410
Notas
411
Capítulo XIX
412
Proyectos y programas en alumnos que requieren el uso
de sistemas aumentativos de comunicación que faciliten
su acceso al currículum
Carme Basil y Emili Soro-Camats
413
asisten el apoyo necesario para el uso de sistemas aumentativos y alternativos de
comunicación y otras formas de habilitación que les permitan el acceso al currículum. A
título de ejemplo, se describirá el proceso de intervención psicopedagógica desarrollado
a lo largo de la escolarización de un alumno con parálisis cerebral, que está logrando
finalizar con éxito la enseñanza secundaria pese a su discapacidad prácticamente total
para el habla, la manipulación y la marcha.
414
1. El contexto de intervención psicopedagógica: La Unidad de Técnicas
Aumentativas de Comunicación (UTAC)
La UTAC atiende a las personas con discapacidad motriz que requieren formas
aumentativas y alternativas de comunicación y de acceso al ordenador, juego adaptado y
movilidad asistida. La UTAC del Centro de Autonomía Personal SIRIUS (Departamento
de Bienestar y familia de la Generalitat de Cataluña y Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona) atiende a los niños en la
etapa de atención temprana y a los adultos. La UTAC-UB (Departamento de Enseñanza
de la Generalitat de Cataluña y Universidad de Barcelona) atiende a los alumnos en edad
escolar.
Los usuarios de la UTAC son los niños, jóvenes, adultos y ancianos con parálisis
cerebral, traumatismos causados por accidentes, enfermedades neurológicas o
musculares progresivas, afasia, hospitalización u otras condiciones que dificulten o
impidan el lenguaje oral y/o la escritura manual.2
415
producen emisión de habla artificial, sintetizada o grabada y digitalizada, como
salida del mensaje, junto con otras salidas opcionales, tales como una pequeña
pantalla en la que aparece también el mensaje expresado en forma de texto escrito
y/o en forma pictográfica. Algunos comunicadores son muy sofisticados y
permiten una comunicación muy competente y sin restricciones de contenido, si los
usuarios tienen habilidad para ello. Otros son más sencillos y disponen de una
capacidad limitada para almacenar un vocabulario adecuado a usuarios con menor
competencia lingüística (vean los ejemplos de instrumentos psicopedagógicos, al
final del capítulo).
416
música, televisión y otros electrodomésticos, etc.).
417
necesarios en el entorno familiar, escolar, hospitalario, residencial, laboral y
comunitario.
418
para planificar la organización de los espacios y las actividades educativas, los sistemas
de comunicación, el control postural y el desplazamiento, para proporcionar formación a
lo3s profesionales de la educación y para adaptar los materiales y las estrategias de
enseñanza y de interacción académica y social a las necesidades especiales de estos
alumnos.
419
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica: el caso de Juan
Juan es un chico inteligente, colaborador y simpático, que nació en el año 1986 con
una parálisis cerebral del tipo tetraplejía mixta (espástico-distónica). A pesar de haber
recibido intervención logopédica desde los tres años, continúa experimentando graves
dificultades para hablar de forma inteligible. Actualmente, como resultado del proceso
de asesoramiento y colaboración multiprofesional que será descrito en este capítulo, se
comunica con el uso de un ordenador portátil con habla sintetizada, al que accede con un
único conmutador que activa con un movimiento lateral del brazo izquierdo. En casa, su
familia prefiere comunicarse interpretando su habla hasta donde les resulta posible, y
apoyándose en las preguntas de sí/no. Juan puede moverse con mucha independencia
usando una silla de ruedas con motor. Su casa está completamente adaptada para facilitar
su movilidad, para lo cual sus padres cambiaron de vivienda cuando, a los 13 años de
edad, consiguió esta silla de ruedas. Juan no puede manipular objetos, y necesita ayuda
para todas las actividades de cuidado personal. Ha asistido a un Centro de Atención
Temprana (CDIAP), donde recibió tratamiento de fisioterapia desde los 6 meses y de
logopedia desde los 3 años, y su escolarización ha tenido lugar desde el principio en
centros ordinarios, primero una escuela infantil, posteriormente una escuela ordinaria
pública, y finalmente un instituto de educación secundaria.
Además de proporcionarle una forma alternativa de comunicación y acceso al
currículum educativo, el ordenador de Juan se ha convertido en una actividad de ocio por
derecho propio, que usa para jugar, para enviar correos electrónicos y para buscar
información en Internet sobre sus temas de interés. Por ejemplo, pasa muy buenos ratos
con su mejor amigo y vecino explorando páginas sobre el mundo del motor (su principal
afición) y su equipo preferido de fútbol, así como escuchando y grabando su música
predilecta.
420
como los padres de Juan, eran partidarias de la integración siempre y cuando se pudieran
obtener los recursos necesarios, incluyendo tanto el apoyo de profesionales
especializados como la disponibilidad de ayudas técnicas, capaces de garantizar un
progreso adecuado a su potencial de aprendizaje. Expresaron su temor de que la escuela
ordinaria pudiera carecer de los recursos y habilidades necesarias para atender las
necesidades especiales de Juan, un niño inteligente pero totalmente incapaz de
desplazarse, de manipular y de expresarse de forma comprensible.
Después del proceso de evaluación y asesoramiento inicial, se decidió la inclusión de
Juan en la escuela ordinaria municipal de su ciudad. La UTAC elaboró un amplio
informe incluyendo las recomendaciones pertinentes. Para asegurar un control postural
correcto se recomendó una silla ortopédica con sujeción del tronco y una mesa con
hendidura en forma de U adaptada al cuerpo, que le permitiera un buen apoyo de los
brazos. Dada la imposibilidad de realizar cualquier tipo de tarea manipulativa, se
recomendó el uso de un ordenador como forma de acceso a las actividades escolares en
general y, muy en particular, como instrumento para iniciar el aprendizaje de la lectura y
la escritura, que se destacó como prioritario. En la evaluación se puso de manifiesto que
Juan era capaz de utilizar un sistema de exploración en pantalla accionando un
conmutador situado verticalmente en el lado izquierdo, para poderlo pulsar con un
desplazamiento lateral del brazo (figura 19.1). De esta forma, Juan resolvía con éxito
muchas actividades de aprendizaje basadas en el emparejamiento de imágenes y otros
juegos didácticos, y se mostraba muy activo e interesado. Para potenciar la
comunicación y el desarrollo del lenguaje, se recomendó un tablero con pictogramas,
considerando que éstos se podrían sustituir progresivamente por palabras escritas y
letras, a medida que progresara en la lectura y la escritura. También se recomendó un
cabezal licornio para algunas tareas, y se probó con éxito un coche adaptado para
potenciar la movilidad independiente. Se inició la escolarización con el apoyo de una
educadora auxiliar a tiempo completo.
Figura 19.1
421
En la primera evaluación, Juan activa un conmutador situado verticalmente en el lado izquierdo, para realizar
un juego didáctico en el ordenador.
Juan acudió de nuevo a la UTAC a los 10 años de edad. Cursaba 4.º de primaria con
buenos resultados, aunque con mucha dependencia de su educadora auxiliar. Disponía de
un tablero alfabético para la comunicación y de un ordenador con un cobertor de teclado,
dotado por el Departamento de Enseñanza de la Generalitat de Cataluña, a los que
accedía utilizando el cabezal licornio, aunque la recomendación inicial de la UTAC
había sido el uso primordial de un sistema de exploración con un conmutador. Todavía
no disponía de movilidad independiente. La nueva demanda fue formulada por el EAP,
preocupados porque el sistema de acceso a la comunicación y a las tareas escolares
resultaba poco eficaz y le producía cansancio y desánimo. Sus habilidades de lectura y
escritura se encontraban por debajo de las esperadas en su nivel educativo, y temían el
posible fracaso del alumno en los niveles posteriores de escolarización; por ello
consideraron necesaria una nueva evaluación y un posterior proceso de colaboración
estrecha y continuada entre los profesionales del centro escolar, del EAP y de la UTAC.
422
aunque éste ya no necesita apoyo a tiempo completo, puesto que gracias a las ayudas
técnicas ha adquirido mucha independencia en la realización de las tareas escolares. La
psicóloga del EAP, que acude quincenalmente al centro escolar, se encarga a la vez de
orientar a la maestra de apoyo para la adaptación de las tareas y los materiales, y de
garantizar la coordinación entre todos los profesionales implicados y de éstos con la
UTAC.
En el año 1996 se llevaron a cabo tres sesiones de evaluación que resultaron en la
recomendación de un conmutador en forma de pulsador redondo, el sistema de
simulación de teclado y ratón en pantalla Switch Access to Windows-SAW (desarrollado
por el ACE Centre de Oxford), un CD-ROM, el procesador de textos con habla
sintetizada Parlador (desarrollado por la UTAC) y un indicador luminoso (vean los
ejemplos de instrumentos psicopedagógicos y las web del ACE Centre y de UTAC).
Estas ayudas técnicas fueron adquiridas con el apoyo económico del programa de ayudas
personales del Departament de Benestar Social de la Generalitat de Catalunya. Durante
el año siguiente, la UTAC llevó a cabo tres largas sesiones de formación para los
profesionales sobre la adaptación de estrategias educativas, y se desarrolló un curso de
quince horas sobre la programación y uso del SAW, para la creación de pantallas de
selección apropiadas a las diversas áreas curriculares. Además, se realizó una visita
domiciliaria para adaptar el ordenador disponible en casa.
En 1998, se realizaron seis sesiones de seguimiento en la escuela, y se solicitó una
silla de ruedas con motor y un comunicador electrónico al citado programa de ayudas.
Aunque la UTAC recomendó el uso de un ordenador portátil con software especial para
la comunicación, los padres siguieron el consejo de una casa comercial y adquirieron un
pequeño comunicador alfabético, que no resultó adecuado a causa de que su sistema de
exploración con un conmutador resultó poco eficaz para el alumno. Al año siguiente se
consiguió un nuevo ordenador para el domicilio, y se llevaron a cabo dos sesiones más
de seguimiento en la escuela y una en casa. En enero de 2000, Juan pudo disponer por
fin de la silla de ruedas que le permitió desplazarse con independencia, y consiguió un
ordenador portátil cedido por el Departamento de Enseñanza. Este ordenador fue
adaptado para su uso como comunicador con habla sintetizada, y se convirtió a partir de
entonces en un sistema eficaz para la comunicación y para la participación en clase
(figura 19.2). Para ello fueron necesarias siete sesiones de apoyo psicopedagógico y
técnico en la escuela y dos en el domicilio. La fisioterapeuta de la UTAC realizó una
visita a la escuela, junto con el fisioterapeuta de Juan y la maestra de apoyo, para
mejorar su control postural. Los resultados de este proceso de colaboración entre el
Centro Educativo, el EAP y la UTAC pueden resumirse en las siguientes áreas:
Figura 19.2
423
Juan sale de clase manejando su silla de ruedas con motor.
Figura 19.3
424
Juan en clase con su ordenador portátil y el conmutador (pulsad or redondo) situado verticalmente en el lado
izquierdo, igual que en la primera evaluación.
425
las tareas y las pruebas escolares para que Juan pueda realizarlas en el ordenador, y
desarrollan, con la ayuda de la UTAC, las pantallas de selección del simulador de
teclado y ratón SAW para que pueda acceder a ellas pulsando un único conmutador
(vean los ejemplos de instrumentos psicopedagógicos). El alumno utiliza también un
indicador luminoso, situado en la cabeza, para señalar objetos y apuntar a láminas,
mapas o libros.
3) Comunicación
El objetivo de mejorar la comunicación social, más allá de las vocalizaciones, la
expresión facial y el uso de preguntas de sí/no ha resultado difícil de conseguir. El
tablero con pictogramas, reemplazados posteriormente por las letras del alfabeto, para
señalar con el cabezal licornio, no resultó nunca eficaz y el alumno raramente lo
utilizaba. La adquisición del comunicador no solucionó el problema, puesto que Juan no
se acostumbró a usar el particular sistema de exploración con un conmutador del mismo,
que resultaba poco claro y muy cansado. Finalmente, el uso de un ordenador portátil,
equipado con el programa conversor de texto a habla sintetizada Parlador, le proporcionó
una forma de comunicación más flexible y apropiada a sus necesidades. Como ejemplo
de ello, es interesante lo primero que dijo Juan cuando dispuso de su ordenador con
habla sintetizada: “¡Que te calles, Carmele! ”, una frase televisiva que sus compañeros
repetían a todas horas. El uso de un sistema basado exclusivamente en el deletreo resulta
muy lento, por lo que, además de una pantalla de selección de SAW con letras, se
prepararon otras con palabras y frases personalizadas, en combinación con sistemas de
predicción y de abreviación-expansión. El uso del correo electrónico ha sido otro de los
grandes logros para incrementar la comunicación social. Juan dispone de una larga lista
de direcciones y lo usa con mucha frecuencia y satisfacción.
426
3. Conclusiones
427
sociedad ha invertido en él. Deseamos que lo consiga y se pueda sentir orgulloso de ello.
Del proceso descrito se pueden extraer las siguientes ideas generales:
Agradecimientos
428
Este artículo se basa parcialmente en trabajo desarrollado en el proyecto
“Bridge: Assistive technology agains social exclusion” (VP/2000/008) de la
Comisión Europea (www.ausilioteca.org/bridge).
Lecturas recomendadas
Basil, C., Soro-Camats, E., y Rosell, C. (1998) Sistemas de signos y ayudas técnicas
para la comunicación aumentativa y la escritura: Principios teóricos y aplicaciones.
Barcelona: Masson.
Esta obra ofrece una panorámica amplia de los sistemas aumentativos y alternativos de
comunicación, de las ayudas técnicas para la comunicación, el acceso al ordenador, el juego y la
movilidad, y de los procedimientos de habilitación e intervención educativa para usuarios que los
requieren en los contextos de la atención temprana, la escolaridad y la vida adulta. En ella se alternan
los capítulos teóricos con otros de descripción de casos escritos por los profesionales que los atienden
y a veces por los propios usuarios. Después de la introducción, en el capítulo 2 se describen los
diversos sistemas de signos manuales, tangibles y gráficos. En los capítulos 3 y 4 se describen las
ayudas técnicas de baja y alta tecnología. El capítulo 5 trata del proceso de evaluación y toma de
decisiones para la selección de los sistemas de signos y las ayudas técnicas para cada usuario. El
capítulo 6 se centra en la intervención durante la etapa de atención temprana. La información teórica
aportada en este capítulo se complementa con los estudios de casos relatados en los dos capítulos
siguientes, centrados en el uso inicial de sistemas de signos manuales en una niña con retraso mental y
en los primeros pasos de la comunicación con un tablero pictográfico de una niña con parálisis
cerebral durante la atención temprana y el primer año de la escolaridad. El capítulo 9 se dedica a la
comunicación y el acceso al currículum durante la etapa escolar y el 10 a la enseñanza de lectura y
escritura en alumnos con problemas graves de motricidad y habla. En los capítulos siguientes se
ilustran estos temas con relatos de casos sobre el uso de signos manuales y gráficos en el proceso de
escolarización de un alumno con síndrome de Down y sobre la habilitación de la movilidad, la
comunicación, la escritura, el dibujo y el acceso a los contenidos escolares de un alumno con parálisis
cerebral, escolarizados en centros de educación especial, así como sobre el proceso de integración en
la escuela ordinaria de una alumna que se comunica con un tablero pictográfico. En el capítulo 14 se
describe la intervención en diversas poblaciones de adultos con dificultades de acceso al lenguaje oral
y a la escritura manual, y en los siguientes se ilustran estos temas con dos relatos de casos escritos por
los propios usuarios, en los que relatan sus propias experiencias en el uso de tecnologías de apoyo
para la discapacidad, además de otro capítulo dedicado a la comunicación, el trabajo y el ocio de
diversos jóvenes en el contexto del taller ocupacional. Los dos últimos capítulos se dedican
respectivamente a los planteamientos teóricos y los estudios de casos sobre intervención en personas
con afasia.
429
según cual sea su nivel de comprensión del lenguaje y sus posibilidades de desarrollar la expresión
oral en el futuro. Distinguen tres grupos de poblaciones con necesidades muy diferentes entre sí. El
primero se compone de personas que necesitan un medio alternativo de expresión, pero que tienen una
buena comprensión del lenguaje hablado. Este grupo incluye, por ejemplo, muchas personas con
discapacidad motriz. El segundo grupo incluye personas que necesitan un lenguaje de apoyo durante
un tiempo limitado, pero que se espera que puedan hablar en el futuro. En este grupo se pueden
encontrar niños con disfasia del desarrollo o algunos niños con retraso mental. Para estos niños, la
comunicación aumentativa cumplirá la función de facilitar el desarrollo del lenguaje y del habla, y
minimizar las consecuencias psicosociales que comporta su carencia, aunque sea temporal. El tercer
grupo incluye a niños que necesitan un lenguaje alternativo, es decir, que necesitan los sistemas y
técnicas alternativas de comunicación tanto para la expresión como para la comprensión del lenguaje.
A este grupo pertenecen, por ejemplo, algunos niños con autismo o con retrasos mentales graves. Los
contenidos del libro son los siguientes: 1) Comunicación aumentativa y alternativa; 2) Ayudas
técnicas para la comunicación; 3) Niños y adultos que necesitan utilizar técnicas de comunicación
aumentativa; 4) La evaluación; 5) La situación de enseñanza; 6) Estrategias de enseñanza; 7) La
elección de los primeros signos; 8) El desarrollo adicional del vocabulario y del uso; 9) Habilidades de
conversación; 10) El ambiente de lenguaje; y 11) Resumen de descripción de casos.
430
Anexo
431
Indicador luminoso, que permite señalar en los tableros de comunicación,
mapas, libros, láminas y objetos del entorno, gracias al haz de luz emitido
que se proyecta sobre el elemento que se quiera indicar. Existe un
instrumento muy parecido, el indicador óptico, que permite activar las
casillas de algunos comunicadores electrónicos.
432
Ratón tipo multimouse, que emula las funciones del ratón con cinco teclas,
en este caso cinco conmutadores, que pueden pulsarse con la mano o, si se
sitúan adecuadamente, con otras partes del cuerpo.
Ratón tipo joystick, que puede manejarse con la mano o también con el
mentón o con el pie, en cuyo caso se adapta la palanca con una bola tipo
pelota de tenis u otras adaptaciones ergonómicas. Los clics y el arrastre se
realizan pulsando los botones disponibles en el instrumento, que además
permite reducir la velocidad del movimiento del ratón hasta límites
superiores a los que se pueden ajustar desde el sistema operativo del propio
ordenador.
433
Pantalla de selección de funciones, del sistema de simulación de teclado y
ratón en pantalla SAW, que utiliza Juan para acceder a los menús e
introducir comandos en el ordenador, como imprimir o guardar.
434
435
Notas
1. Rosell (1999).
2. Para mas información sobre sus características consulten Basil, Bolea y Soro-
Camats (2000) y en Puyuelo, Poo, Basil y Le Métayer (1996), entre otros.
3. Aguilar y Saumell (1999).
4. “Silvia Pineda, la paràlisi cerebral i les noves tecnologies” Diari de Sabadell,
23/6/1999.
5. Aguilar y Saumell (1999).
436
Capítulo XX
437
Intervención psicopedagógica en el caso de alumnos con
trastorno mental o en riesgo de sufrir trastorno mental
Isabel Gómez y Eulàlia Bassedas
438
1. El trastorno mental
439
ansiedad, agitación e inhibición y apatía alternativamente; aunque el sufrimiento no se
hace evidente porque queda oculto tras las manifestaciones de conducta asocial o tras la
inexpresión, mutismo o aislamiento, manifestaciones todas ellas que son muestra del
propio malestar que siente y experimenta la persona con dificultades graves.
No cabe asimilar el trastorno al retraso mental. Las personas con trastorno mental
suelen refugiarse y centrarse en su mundo interno y, al disminuir la conexión, se hacen
receptores menos hábiles de la información proveniente del mundo externo. El desarrollo
de habilidades sociales se resiente por ello.
Encontramos además otros problemas de salud mental en las etapas del desarrollo
correspondientes a la escolaridad obligatoria en las que no nos detendremos en este
capítulo, como son los siguientes:
440
2. La manifestación del trastorno mental en el contexto escolar
441
En tanto en cuanto la escuela valora la descontextualización, el lenguaje escrito, la
concentración en actividades académicas por periodos largos, la atención a explicaciones
del profesorado clase tras clase, la organización autónoma del alumnado a medida que
pasan los cursos, etc., las dificultades aumentan también, produciéndose el desinterés, la
baja autoestima y la escasez de expectativas de logro académico.
Por último, en tanto en cuanto la escuela promueve la postergación de los deseos
inmediatos, el establecimiento de metas a más largo plazo alejadas de beneficio palpable,
además del respeto y la convivencia ordenada, los alumnos que reaccionan con
impulsividad y no responden a las exigencias escolares acumulan valoraciones negativas
y frustración. Pueden hacer atribuciones externas de sus males, es decir, situar el origen
de sus problemas en el comportamiento o voluntad de otros (“los profesores no
explican”, “me miran mal”, “los compañeros se portan mal”, “me buscan para
molestarme”, etc.). En estos casos se siente que no se controla la situación y que la
solución de los problemas no pasa por uno mismo. El malestar puede conducir a la
conducta agresiva o a la inhibición según sea la personalidad y estilo aprendido.
Todas estas dificultades pueden, en muchos casos, ocasionar serias trabas en la
escolaridad, en forma de dificultades de aprendizaje. Por poner un ejemplo, si no se
recuerda o no se apunta en la agenda las fechas de examen, el alumno o alumna puede
encontrarse de repente en situación de examen sorpresa sin haber preparado nada, con la
consiguiente confusión y nervios. Pero probablemente la dificultad más importante
vendrá dada por la interpretación que hacen los adultos de esa situación, padres, tutores y
profesores.
442
3. La reacción de los adultos
443
posibilidad de ofrecer ayuda sistemática a la compañera o compañero en sus dificultades,
de estimularle para que participe en la actividad conjunta, al contrario de lo que ocurre
en los contextos de aprendizaje cooperativo. Cuando es la competición la que domina se
corre el riesgo de marginación, al no poder corresponder convenientemente a los
intereses de otros.
El profesorado, cuando la desorganización de la conducta es considerable e indica
niveles de perturbación graves, siente que esos alumnos “no son suyos”, que no les
corresponde su tratamiento. Consideran que deberían estar en otro tipo de institución con
funciones prioritariamente terapéuticas. Es comprensible esta actitud en un profesorado
que mayoritariamente no se encuentra preparado para tratar y atender a alumnos con
patología mental leve, moderada o grave, que observa además que no están
suficientemente atendidos o tratados por otros profesionales y que, en determinados
casos, no existe el suficiente apoyo por parte de la familia. Aunque se dan excepciones
notables de educadores que asumen con gran profesionalidad este tipo de alumnado y
sus problemas.
444
4. El tratamiento desde el punto de vista clínico
445
5. Algunos casos a modo de ejemplo
Sergio
La familia sitúa el inicio de la problemática a los 10 años, cuando un día, de vuelta de
la escuela a casa, llamó a la puerta con desesperación diciendo que le estaban
persiguiendo por la calle, aspecto que la familia creyó en aquel momento. A partir de
entonces, las notas fueron siempre mal, hasta el punto de abandonar la escuela antes de
los 14 años. Se distraía en clase y distraía a los compañeros suscitando siempre
problemas y comentarios negativos por parte de sus profesores. Estuvo realizando
trabajos diversos hasta que, por insistencia de la familia, se matriculó en primer curso de
la antigua Formación Profesional de primer grado. El primer día de clase volvió a casa
comentando que le habían dado muchos libros y que nunca podría leerlos. No volvió
más al centro. Posteriormente estuvo trabajando como albañil hasta que los problemas
derivados de la enfermedad y las recaídas le impidieron cumplir de forma continuada
con su trabajo. Actualmente tiene 27 años, se medica y no trabaja.
Luis
Tiene actualmente 21 años. La familia no reconoce haber observado ningún síntoma
patológico antes de los 17 años, momento en el que sufre el brote psicótico. Había sido
buen estudiante y deportista, no aficionado a salidas nocturnas. No consumidor de
ninguna sustancia ni siquiera de tabaco. Con el título de educación secundaria
obligatoria, cursaba segundo curso de Bachillerato en el Instituto de Enseñanza
Secundaria de la zona en el momento de la crisis. A consecuencia de ella, y del periodo
de hospitalización que duró meses, dejó los estudios. Está atendido desde entonces por el
centro de salud mental correspondiente y recibe, aceptándola, medicación de forma
continuada. Repitió el mismo curso de bachillerato el año siguiente, pero tuvo que
abandonar: no podía estudiar ni concentrarse, le fallaba la memoria, no retenía lo que
intentaba estudiar, según sus propias explicaciones y la de los familiares, y no superó los
primeros exámenes. Permaneció en casa durante meses, sin apenas realizar actividades ni
salir con amigos hasta el comienzo del siguiente curso, en que se matriculó en otro
instituto público en horario nocturno. También dejó este curso porque no podía atender
bien en clase. Desde los servicios sociales de su municipio intentan que prosiga los
estudios, pero esta vez proponen formación ocupacional especial. Está a la espera de
comenzar un curso de formación ocupacional adaptada de medio año de duración en los
próximos meses.
446
David
Aparecen los primeros problemas de simbolización en el aprendizaje de la lengua
escrita en los años escolares correspondientes a final de la escuela infantil y al primer
ciclo de Primaria. Resistencia y nulo interés por la lectura. Realiza toda la escolaridad
primaria sin problemas aunque siempre con muy bajo nivel en lectura y escritura. Pasa a
la secundaria obligatoria y avanza en esta etapa aunque sin estudio personal, realizando
el mínimo de tareas fuera del aula y sin preparar suficientemente los exámenes. Durante
toda la escolaridad el profesorado no consigue explicar las diferencias patentes entre las
aptitudes de David y su rendimiento, muy por debajo de lo que cabría esperar. Por otra
parte, sus descuidos, olvidos, pérdida de material continuos llaman la atención. El
rechazo por la lengua escrita suscita una demanda de diagnóstico psicológico centrado
en esa dificultad. Es diagnosticado a los 14 años con Déficit de atención e
hiperactividad, llegando a tomar metilfenidato durante meses. Recibe ayuda en forma de
refuerzo extraescolar y apoyo que no acaba de aceptar y aprovechar. En el segundo ciclo
de la secundaria obligatoria comienza a consumir cannabis al final de clases a la salida
de la escuela y empieza a interesarse y a buscar compañías con las cuales compartir su
interés por los poderes extrasensoriales en los que cree. Repite el último curso de la
secundaria obligatoria en otro centro diferente, donde recibe mucha más ayuda por parte
del profesorado. El verano antes de empezar el bachillerato estalla el brote psicótico.
Comienza el curso dos semanas más tarde, cuando se encuentra más recuperado. El tutor
sabe que ha estado ingresado y que se medica. Más adelantado el curso, recibe
información de la familia acerca de las dificultades de David; de los problemas de
concentración y de memoria, lo que explica sus dificultades escolares y de que tiene un
seguimiento psiquiátrico. Consigue acabar el bachillerato y actualmente estudia
formación profesional.
Los casos sucintamente expuestos ilustran hechos frecuentes: la dificultad en la
detección del trastorno, más aún la dificultad en la interpretación de los síntomas
premórbidos o antecedentes. Por otra parte, la desorientación de familiares y profesores
(hay que tener en cuenta que un tanto por ciento muy bajo de niños y adolescentes con
dificultades acuden a centros de salud mental y los prejuicios existentes hacen que la
primera consulta se retrase demasiado). Una vez producida una crisis o cuando los
síntomas son fuertes e incluso cuando ya están siendo tratados por profesionales de la
salud, las familias ocultan la realidad por desconfianza, debido al estigma social de la
enfermedad mental. El profesorado a menudo no recibe información ni explicación
alguna y en muchas ocasiones llega a desconocer totalmente el problema, en el caso de
los jóvenes que superan la edad de la escolaridad obligatoria y abandonan, sin más, los
estudios.
Por ello, observar e interpretar las dificultades, asegurar la continuidad en los
contextos habituales y evitar la ruptura y abandono de la escolaridad se convierten en
objetivos esenciales.
447
6. Dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica
448
importantes, y sólo recurrir a los recursos más especializados cuando sea imprescindible.
Los criterios, estrategias y medidas de atención a la diversidad concretas que se hayan
planteado en el centro pueden ser las adecuadas para este tipo de alumnado. Recordamos
aspectos importantes para ofrecer oportunidades a aquellos que tienen más dificultad:
Evitar las situaciones que producen estrés y ansiedad excesivas, como ser objeto
449
de burlas, desvalorizaciones, abusos o otro tipo de violencia, factores que influyen
directamente en el agravamiento del trastorno.
Animar a perseverar en el esfuerzo y a continuar en los estudios, muy
especialmente en los momentos posteriores a una crisis y si el alumno ha dejado de
asistir temporalmente al centro.
Son criterios que deben seguirse conjuntamente de forma responsable por los diversos
actores (tabla 20.1).
Tabla 20.1. Finalidades y funciones de los diversos actores implicados en la intervención psicopedagógica en
contexto escolar
450
• Realiza valoración y seguimiento.
• Acoge demandas, consultas,
preocupaciones de padres,
profesores y alumnos.
Profesional de • Diagnostica y establece planes de
psicología o actuación. Prescribe tratamiento
psiquiatría clínico y terapéutico.
externo al
centro
Servicios • Interviene en la orientación de
sociales de base recursos y actividades para el
tiempo de ocio.
Terapeuta • Proporciona apoyo, ayuda a tomar
conciencia de las dificultades, a
aceptar las limitaciones y a
establecer estrategias para combatir
los efectos negativos.
Familia • Proporciona apoyo y seguridad
emocional y material. Establece
límites y estrategias de negociación
y pautas de colaboración con el
hijo/hija.
Compañeros de • Se implican (espontáneamente y a
clase instancias del profesorado)
proporcionando ayuda y
colaboración en las actividades de
aprendizaje y lúdicas.
451
familiar, etc.
Existen proyectos de índole comunitaria de ofertas formativas y de prevención de
dificultades y problemas dirigidos a chicos y chicas en riesgo social de una determinada
población o barrio. En dichos proyectos pueden implicarse los equipos de centros de
secundaria, los psicopedagogos de los centros y maestros de pedagogía terapéutica, los
equipos de asesoramiento de zona, los institutos municipales de educación o los técnicos
de enseñanza del municipio, inspección escolar y la administración educativa. Pueden
poner el acento en la oferta formativa, cultural extraescolar y de ocio y/o en la
orientación y propuestas para la formación posteriores a la escolaridad obligatoria. En el
caso de propuestas de formación prelaborales suelen implicarse también otros
profesionales de oficios diversos.
452
7. La coordinación de esfuerzos, recursos y servicios comunitarios
Habitualmente, los alumnos con problemas de salud mental y sus familias necesitan
la ayuda de profesionales externos del ámbito clínico (psicólogos, psiquiatras de centros
de salud mental) que colaboren con los diferentes profesionales de educación para
entender la problemática que presentan y también para prescribir la atención
psicoterapéutica y farmacológica –si es necesario– que requiere cada caso. La
experiencia demuestra que los planteamientos coordinados entre el centro educativo y
los elementos terapéuticos externos resultan más convenientes para una mejora de la
sintomatología. Las informaciones e iniciativas que hay que intercambiar y poner en
común provienen de esos diferentes ámbitos, que tradicionalmente funcionan
separadamente: conocimiento de los efectos de la medicación, indicadores de
agravamiento de la problemática; definición de los momentos de necesaria implicación
familiar, de criterios de flexibilización de los requerimientos escolares; construcción de
pautas para reinterpretar las actuaciones de los adolescentes, pautas de actuación
comunes en momentos de crisis, estrategias para calmar la angustia que estos alumnos
generan al profesorado, etc. Por otra parte, los tratamientos psicoterapéuticos externos
deben ser tan intensivos como lo requiera el joven para poder establecer vínculos y
relaciones constructivas.
La multiplicidad de recursos y servicios existentes en algunos países y comunidades
da cuenta de la multiplicidad de iniciativas e intentos, pero ello no significa que los
recursos puestos en marcha hasta la fecha sean suficientes para atender a toda la
población con necesidad de orientación y atención socioeducativa sanitaria. En general,
las leyes actuales contemplan el establecimiento de recursos y mecanismos adecuados,
pero es necesario desarrollar las normativas y las dotaciones para su creación y
generalización.
El siguiente cuadro muestra la multiplicidad de recursos existentes en Cataluña,
externos al centro educativo ordinario y que implican la responsabilidad y contribución
de diferentes administraciones públicas para la atención de éste y otros colectivos con
dificultades (tabla 20.2).
Tabla 20.2
453
• Unidades de • Centros de familiares, psicólogos. adolescencia en ocupacional Especial.
escolarización salud mental • Centros de desarrollo riesgo (EAIA).b • Programas de
compartida.a infantojuvenil infantil y atención precoz • Dirección general transición al trabajo.
• Unidades de (hasta los 18 (intervención de 0 a 4 de atención a la • Programas de
educación especial años). años). infancia y la formación e inserción
en centros • Centros de adolescencia. sociolaboral para
ordinarios. salud mental de • Centros de personas en riesgo de
• Programas de adultos. Justicia juvenil. exclusión.
Garantía Social. • Hospital de • Juzgado de • Centros especiales de
• Programas de día. menores. empleo.
Garantía Social • Unidad en • Fiscalía de
adaptados. psiquiatría menores.
infantil
(hospital).
• Enseñanza a • Unidad de • Servicios sociales de • Acciones de
distancia para la crisis de base: trabajadores sociales, acompañamiento a la
obtención del título adolescentes educadores, trabajadores inserción.
de secundaria (hospital). familiares, psicólogos. • Diseño de itinerarios
obligatoria. • Centro de • Centros de desarrollo individuales.
• Programas de atención infantil y atención precoz • Empleo en empresa
transición a la vida sociosanitaria (intervención de 0 a 4 ordinaria con apoyo.
adulta. (toxicomanía). años).
• Puntos de
información.
• Servicios
municipales de
orientación escolar y
profesional.
Centros de día (educación y sanidad)
Centros de rehabilitación psicosocial e inserción laboral
Espacios comunitarios en la línea de red social-comunitaria y sanitaria
a.UEC (Unidad de Escolarización Compartida): unidad externa al centro que comparte con éste la escolaridad
de cierto alumnado –servicio que se ofrece en la Comunidad Autónoma de Cataluña. No es un recurso pensado
para alumnos con trastornos, aunque actualmente recoge mucho alumnado de este tipo.
b. EAIA Servicio para la atención de la infancia y la adolescencia en el caso de maltrato.
En el caso del trastorno y dificultades de tipo mental, la atención que se debe prestar
es global y exige la coordinación de diferentes profesionales –psicopedagogos,
psicólogos terapeutas, psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales, educadores
sociales, técnicos de reinserción– con funciones educativas, de inserción social y
terapéuticas. En este sentido se habla de trabajo “en red”, que puede definirse como el
conjunto de intervenciones realizadas desde dispositivos profesionales diversos que tiene
por objetivo incidir de manera sinérgica en todos aquellos elementos preventivos y de
atención dirigidos a resolver problemas de salud mental.8
Algunas situaciones que viven actualmente algunos adolescentes requieren poner en
marcha recursos extraordinarios específicos para este colectivo como son los hospitales
de día. Estos centros están destinados al alumnado en situación de crisis con un
planteamiento básicamente terapéutico, a pesar que no se abandona, en la medida de las
454
posibilidades, el aspecto educativo. La hospitalización parcial permite trabajar intensa y
diariamente los trastornos del adolescente, al mismo tiempo que se mantienen los
vínculos familiares y sociales. Se pretende favorecer la evolución de dichos vínculos
para reforzar de esta manera el proceso terapéutico. Los ingresos en los hospitales de día,
a derivación desde unidades psiquiátricas o de centros de salud mental, se plantean de
modo temporal, con la intención de retornar a los circuitos ambulatorios (centros de
salud mental del sector correspondiente) para el seguimiento clínico.
Para las crisis psicóticas agudas puede requerirse un ingreso hospitalario para ajustar
al máximo un tratamiento de choque. En el caso de Cataluña, existe una unidad de crisis
específica para adolescentes en un hospital psiquiátrico como recurso de internamiento
de corta duración y de tratamiento intensivo.
Los centros de día especialmente orientados a aquellas personas que no pueden, por
causa del trastorno mental, desarrollar sus actividades de estudio o de trabajo
remunerado tienen también una modalidad para adolescentes. La derivación se realiza
generalmente a partir del centro hospitalario o del hospital de día y la estancia es
temporal, con el objetivo de la reinserción en ámbitos más normalizados.
En algunas situaciones en las que las capacidades cognitivas se hallan muy
deterioradas, cabe plantearse la ubicación del chico/a en un centro de educación especial
o en una unidad de educación especial dentro de un centro ordinario, que puedan ofrecer
una mayor adecuación a las posibilidades y necesidades del momento. En el caso de los
trastornos de conducta que hagan difícil la asistencia y el tratamiento en un centro
escolar ordinario, se orienta hacia una Unidad de Escolarización Compartida, que
mantiene los objetivos educativos globales y básicos de la escolaridad obligatoria y
añade la preparación laboral en forma de talleres. Fuera ya del sistema educativo, existe
una amplia gama de programas de transición laboral: programas de garantía social,
formación ocupacional especial, etc.
Para concluir este apartado, es preciso velar por la continuidad de los proyectos
psiquiátrico, educativo, social y prelaboral dado que las diferentes instituciones cubren
periodos de edad concretos: la escuela es obligatoria hasta los 16 años, los centros de
salud infantojuveniles cubren hasta los 18 años de edad, momento en que los pacientes
pasan a los centros de adultos. Algunos programas de transición contemplan franjas de
edad concretas. En consecuencia, las transiciones y el traspaso de responsabilidad hacia
diferentes equipos o centros han de estar convenientemente asegurados para lograr la
continuidad en el tratamiento y en la atención.
455
8. La rehabilitación
456
9. Conclusiones
457
Notas
1. Por prevención se entiende aquel conjunto de prácticas que tienen por objetivo
evitar la aparición de la enfermedad o disminuir su incidencia, duración y las
discapacidades y secuelas a que da lugar.
2. Manuales posibles para obtener información:
• Buendía, J. (1996). Psicopatología en niños y adolescentes. Madrid: Pirámide.
• Garanto, J. (1993). Trastornos de conducta en la infancia (2.ª edición). Barcelona:
PPU.
• Rodríguez Sacristan, J. (Dir.). (2000). Psicopatología infantil básica. Madrid:
Pirámide.
• Gónzalez, R. (Coord.). (1998). Psicopatología del niño y del adolescente. Madrid:
Pirámide.
3. Se reserva el término de Trastorno Mental Severo (TMS) para la etapa adulta que
añade el matiz de cronicidad.
4. Información en manuales anteriores.
5. Información, entre otras muchas publicaciones, en:
• Ballús Creus, C. y García Franco, M. (2000). Hablemos claro. Cómo convivir con la
esquizofrenia. Barcelona: Grijalbo-Mondadori.
• López Ibor, J. J. y Cuenca, O. (2000). La esquizofrenia abre sus puertas. Madrid:
Asociación Mundial de Psiquiatría, Aula Médica Ediciones.
• Fuller, E. y Torrey, M. D. (2002). Superar la esquizofrenia. Barcelona: Seny
Schizophrenia Research Foundation.
6. Ver estadísticas de enfermedad mental en la adolescencia en Cataluña en el
Observatori Català de la Joventut: http://www6.gencat.net/joventut/docs/224.pdf
7. Ver para la información en tratamiento farmacológico:
• Ballús Creus, C. y García Franco, M. (2000). Hablemos claro. Cómo convivir con la
esquizofrenia. Barcelona: Grijalbo-Mondadori.
• López Ibor, J. J. y Cuenca, O. (2000). La esquizofrenia abre sus puertas. Madrid:
Asociación Mundial de Psiquiatría, Aula Médica Ediciones.
• Fuller, E. y Torrey, M. D. (2002). Superar la esquizofrenia. Barcelona: Seny
Schizophrenia Research Foundation.
8. Definición del grupo de trabajo “Prevención y trabajo en red”, coordinado por J.
Moya y C. Tello, del Primer Congreso de salud mental del niño y del adolescente
Barcelona, noviembre de
2002.
458
Capítulo XXI
459
Proyectos y programas de intervención psicopedagógica
en alumnos con un bajo autocontrol de su conducta
Ana Miranda, M. Jesús Presentación, Rosa García y Raúl Tárraga
460
cumplir normas, interactuar adecuadamente con adultos y compañeros, y participar
activamente en el proceso de enseñanza/aprendizaje. Por consiguiente, ésta constituye un
contexto apropiado para promover el control personal, aunque también plantea retos a
aquellos estudiantes que por cualquier razón no han conseguido el grado de autocontrol
suficiente para responder a las demandas que se plantean.
Las quejas más frecuentes de los profesores de los alumnos con escasa capacidad para
autocontrolarse suelen incluir un listado interminable de conductas entre la que destacan:
está excesivamente nervioso, no termina las tareas, no suele obedecer las órdenes que se
le dan, cuando se le pregunta o se le pide que solucione un problema responde
precipitadamente, lo que provoca respuestas erróneas, y tiene escasas habilidades de
organización y planificación de sus trabajos. En consecuencia, no es extraño que estos
estudiantes no triunfen académica ni socialmente, aunque sean incluso brillantes desde
un punto de vista intelectual.
Dado que este problema afecta negativamente al rendimiento académico y se detecta
frecuentemente en la escuela, constituye un importante foco de demanda
psicopedagógica. Como agente implicado y comprometido, el psicopedagogo juega un
importante papel en el diseño e implementación de planes y programas de actuación con
los profesores y con las familias para favorecer el autocontrol personal. En el presente
capítulo se intentarán dar unas pautas generales para esta intervención, ilustrándolas
mediante ejemplos de casos típicos que demandan ayuda psicopedagógica.
461
1. Análisis de las dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica
en alumnos con escaso autocontrol (actores, finalidades, actividades y
contenidos)
462
respondan con exactitud, tengan una baja motivación, etc. Estas continuas
situaciones hacen que se impliquen menos en las tareas durante la instrucción y
durante los periodos de trabajo independiente. Como resultado, tienen menos
posibilidades de beneficiarse de la instrucción académica y, por tanto, se ve
afectado su rendimiento académico en general. El propósito de esta evaluación es
determinar qué niños con bajo autocontrol necesitan acomodaciones
instruccionales, adaptaciones curriculares más o menos significativas e incluso
quiénes necesitan además la asistencia a las aulas de educación especial.
Evaluar el ajuste social/personal. La mayoría de los niños con problemas de
autocontrol tienen escasas habilidades interpersonales. Normalmente no escuchan a
los otros, responden antes de que se les pregunte, no suelen seguir las normas de
juego, etc., lo que desencadena el desarrollo de atribuciones negativas, menor
habilidad para resolver problemas y pocas habilidades sociales durante la
interacción con sus compañeros en clase. Esta baja competencia social justifica la
necesidad de evaluación. Entre los distintos procedimientos, se pueden utilizar
desde pruebas sociométricas clásicas, que miden las relaciones sociales, hasta
pruebas mucho más específicas que permiten evaluar el conocimiento sobre
estrategias sociales ante situaciones problemáticas.
Evaluar los contextos de desarrollo del niño. El patrón de comportamiento
típico de los niños con bajo autocontrol genera, incluso en los padres y profesores
más competentes, sentimientos de ineficacia personal, estrés, frustración, enojo y
rechazo, que afectan negativamente a la interacción contextual adulto-niño
(interacciones restrictivas, bajos niveles de comunicación verbal, etc.). En este
caso, el psicopedagogo puede obtener una visión ajustada de la naturaleza de estas
interacciones mediante entrevistas u observaciones, para establecer posteriormente,
si fuere necesario, pautas que favorezcan y mejoren la atmósfera afectiva y
emocional en distintos contextos.
463
Técnicas cognitivas, solución de problemas, autoinstrucciones y autoevaluación
entre otras. Potencian el funcionamiento del sistema ejecutivo mediante la
utilización del lenguaje como instrumento de regulación para secuenciar la
resolución de problemas personales y interpersonales. Se suele formar a los
profesores y padres para que motiven su uso en el aula y en el hogar, a fin de
fomentar la consciencia de los chicos/as acerca de la propia conducta y de ajustar
su valoración al cumplimiento de las normas sociales y a la realización de las
tareas.
Enseñanza de habilidades sociales. Este módulo está diseñado para capacitar a
padres y profesores a desarrollar competencias y habilidades en áreas que afectan
el ajuste social y el rendimiento escolar. En este dominio es absolutamente
necesario que el psicopedagogo construya una relación continuada casa-escuela,
mediante la agenda del estudiante o cualquier otro procedimiento que permita una
comunicación al menos semanal.
Acomodaciones del contexto escolar. En la clase, como en cualquier otro
contexto social, el éxito o el fracaso escolar depende del ajuste idóneo entre
variables intrapsicológicas del alumno y variables ambientales, que incluyen
características curriculares e instruccionales tales como variedad de tareas
asignadas, oportunidades de aprendizaje, forma de dar las instrucciones o el respeto
al ritmo de trabajo. Tienen como objetivo básico transmitir información sobre
procedimientos instruccionales, cambios organizacionales y manipulaciones del
ambiente del aula, que pueden resultar útiles de cara a beneficiar el aprendizaje y
aumentar el rendimiento académico de los estudiantes con bajo autocontrol de
conducta.
Las posibles adaptaciones y modificaciones para ser aplicadas por los profesores
durante la instrucción de estudiantes con escaso autocontrol incluyen la reestructuración
del espacio físico, la esquematización en la presentación de las explicaciones, feedback
sobre la ejecución de tareas y exámenes, y estrategias de organización dirigidas a
mejorar los deberes y el manejo de los materiales educativos. Presentamos a
continuación a modo de ejemplo (ver la tabla 20.1) una serie de estrategias que pueden
optimizar el proceso de enseñanza/aprendizaje en el contexto escolar.
Demandas del aula Problemas de los estudiantes con TDAH Acomodaciones del contexto
escolar
Trabajo independiente
Mantener la atención sobre las Distrabilidad, altos niveles de actividad. • Usar señales no verbales.
tareas. • Utilizar tareas interesantes.
• Usar formatos de tareas
interactivos.
464
• Registrar mediante informes
las tareas.
• Permitir descansos.
Manipular el tiempo de forma Distrabilidad, altos niveles de actividad e • Proporcionar frecuente
adecuada. impulsividad. feedback. • Utilizar colores en
los materiales.
• Fijar metas intermedias
con el estudiante, utilizando un
tiempo adecuado.
Completar con exactitud las tareas Distrabilidad, inatención. • Destacar como prioritaria la
asignadas. exactitud.
• Revisar las tareas antes de su
realización.
• Disponer de los materiales
necesarios.
Pedir ayuda cuando es necesario. Desinhibición, necesidad de estimulación. • Proporcionar oportunidades
para interactuar con el
profesor.
Prestar atención a la información Dificultades en la atención selectiva. • Revisar previamente los
relevante e ignorar la irrelevante. materiales.
• Destacar la información
importante antes de realizar la
actividad.
• Enseñar a cómo no utilizar la
información irrelevante.
Realización de tareas con objetivos Déficits en el funcionamiento ejecutivo. • Segmentar las tareas
múltiples. complejas en fases.
• Focalizar la atención en uno o
dos objetivos.
• Explicar de forma clara los
objetivos.
Incremento de las demandas de Inadecuado funcionamiento ejecutivo. • Individualización de la
lectura y escritura a través de los enseñanza.
contenidos de las áreas. • Proporcionar ejemplos.
• Proporcionar hojas de
procedimientos de realización.
Trabajo en grupo
Autorregulación y coordinación del Impulsividad, dificultad en la atención • Seleccionar cuidadosamente
trabajo con el resto del grupo. sostenida, altos niveles de actividad y los componentes del grupo.
pocas habilidades sociales. • Mantener la estructura de
pequeño grupo.
• Establecer carteles visibles de
las normas para trabajar en
grupo.
Compartir materiales y trabajo Impulsividad y pocas habilidades sociales. • Proporcionar suficiente
cooperativo. material para todos.
• Especificar los roles y las
funciones de cada miembro del
grupo.
Respetar los turnos de intervención. Impulsividad y limitada capacidad de • Utilizar pequeños grupos.
memoria de trabajo. • Proporcionar recursos para
respetar los turnos.
465
Organización del tiempo y de los materiales
Ubicar todos los materiales del aula Distrabilidad. • Utilizar marcadores de
correctamente después de ser colores para la ubicación de los
utilizados. distintos materiales.
• Proporcionar tiempo.
Guardar el material. Distrabilidad, dificultades en atender a • Dedicar cinco minutos al día
múltiples demandas. para organizar los pupitres.
Realización de proyectos. Déficits en el funcionamiento ejecutivo. • Diálogo profesor-alumno
sobre el trabajo a realizar.
• Enseñar cómo utilizar la
agenda de trabajo.
• Seleccionar el nivel de
dificultad de los proyectos.
• Establecer metas de
realización intermedias del
proyecto.
466
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica
Ante la consulta, lo primero que se hizo fue tratar de recoger toda la información que
pudiera ser relevante en función de los datos iniciales aportados por la tutora y también
de los que fueron apareciendo a lo largo de la evaluación inicial del niño y de sus
contextos próximos. En un segundo momento, en función del estudio de los datos
obtenidos, se estableció un plan de actuación que diera respuesta a las necesidades
educativas detectadas, en el que se contemplaban tanto las áreas como los niveles de
intervención, las personas implicadas, los componentes y los momentos de intervención.
467
se llevaron a cabo observaciones en las diversas clases, en el comedor y el recreo.
En síntesis, la conclusión fundamental extraída tanto de las entrevistas como de la
observación fue que el comportamiento de Miguel era significativamente diferente
al de sus compañeros e interfería de un modo manifiesto en el desarrollo de la
clase. Las dificultades más notorias eran: permanecer en su sitio, mantenerse atento
a las explicaciones, centrarse de un modo continuado en sus tareas, así como
problemas en la interacción con sus compañeros (les escondía cosas, les molestaba
mientras trabajaban, y en ocasiones propiciaba riñas y peleas). Los profesores se
referían además a un bajo rendimiento escolar, fundamentalmente como
consecuencia del bajo nivel en lectura y de las dificultades para atender a las
explicaciones y mantenerse centrado en las tareas. Sus trabajos eran desordenados
e incompletos. Existía igualmente un acuerdo bastante generalizado respecto a que
el comportamiento de Miguel resultaba notablemente peor después de los recreos,
lo que supone un rasgo típico de alumnos con problemas de autocontrol (ya que les
cuesta volver a regular el comportamiento tras períodos de descanso).
Las dificultades se agravaban sobre todo en situaciones de aula altamente
estructuradas y ante tareas que requerían elevados niveles de atención y
concentración; fundamentalmente al permanecer atento a explicaciones
prolongadas y realizar ejercicios repetitivos o monótonos de modo individual. Por
el contrario, los problemas disminuían significativamente en las clases de
educación física y plástica, que constituían situaciones más dinámicas, más
relajadas y con menos exigencias de autocontrol, así como en los recreos y
situaciones de juego libre (pese a que a veces tenía dificultades para integrarse en
juegos grupales con el resto de compañeros).
En un segundo momento, para conocer si los problemas de Miguel se extendían
al contexto familiar se mantuvo también una entrevista con sus padres. En la
entrevista, los padres informaron que el desarrollo de Miguel había sido normal en
todas las áreas, aunque consideraban que siempre había tenido problemas por su
estilo temperamental. Desde que nació era más movido e inquieto de lo normal.
Los padres contaron que ya en la guardería, con 3 años, con frecuencia la madre
recibía quejas de su excesivo movimiento e independencia. No obstante, según los
padres, era muy sociable y cariñoso. Le gustaba mucho estar con otros niños,
aunque tenía dificultades para hacer amistades y mantenerlas. Los demás niños no
le llamaban para jugar ni le invitaban a sus fiestas. Las relaciones con el hermano
tampoco eran satisfactorias. Aunque le quería mucho, Miguel cogía sin permiso sus
cosas y con frecuencia las rompía, lo que provocaba muchas peleas entre los dos
hermanos. La relación con los padres era buena, aunque el padre reconocía que
tenía mucha menos paciencia que la madre y le irritaba enormemente estar siempre
recordándole las normas y diciéndole lo que debía hacer.
Además, para conocer sus sentimientos, actitudes y expectativas con relación a
468
la escuela, a la familia, a los amigos, y a sí mismo, se realizaron entrevistas con
Miguel. Confesó que no le gustaba ir a la escuela, que tenía pocos amigos y que sus
compañeros de clase no le dejaban jugar con ellos porque decían que les molestaba
y les pegaba. Miguel reconocía que en ocasiones pegaba a algún niño que se metía
con él o le insultaba y que no lo podía controlar. No le gustaba nada hacer los
deberes. En clase se aburría mucho y no podía acabar las cosas. Sólo lo pasaba un
poco mejor en plástica y sobre todo en educación física. Los profesores de estas
materias confirmaron que se le daban bien y su comportamiento parecía ser mucho
mejor en estas clases.
También se recabó información sobre la historia escolar de este alumno y su
nivel curricular mediante el análisis de los informes escolares, los exámenes y los
cuadernos de trabajo. Los trabajos de Miguel contenían un elevado número de
errores, cuyo análisis sugería que no eran debidos al desconocimiento de las reglas
que debía aplicar; no eran errores que sistemáticamente vulneraran determinadas
reglas, sino que se detectaba más bien un patrón de errores aleatorios,
presumiblemente causados por su falta de atención.
Tras recabar esta información, la psicopedagoga elaboró un informe en el que se
recogían las conclusiones extraídas del análisis de las diferentes fuentes de
información. En este informe se identificaban tres áreas fundamentales de interés:
1) autocontrol del comportamiento y atención; 2) autoestima y competencia social;
y 3) rendimiento académico, motivación y actitudes hacia el colegio.
1) Asesoramiento al profesorado
Se mantuvieron varias reuniones con los profesores de Miguel, en las que se llegó al
acuerdo de realizar distintas adaptaciones instruccionales y modificaciones del contexto
del aula.
a) Modificaciones en el espacio físico del aula:
Sentarlo cerca del profesor, donde éste pueda comprobar que está centrado en
las tareas y explicaciones, y no ha distraído su atención.
469
Eliminar en lo posible estímulos que puedan distraer la atención de Miguel:
sentarlo alejado de elementos que puedan resultar llamativos (la zona de tiempo
libre del aula, ventanas que le hagan estar más pendiente de lo que hay fuera que
dentro del aula, etc.), utilizando sólo el material necesario para cada actividad
(evitando juguetes, materiales de otras asignaturas, etc.).
b) Modificaciones instruccionales:
Pactar con el alumno unas normas claras y sencillas, en las que quede claro
cuáles son las cosas que no se pueden hacer en clase (por ejemplo, correr por el
aula, pelearse con compañeros, gritar, etc.). Es importante razonar estas normas,
explicando cuál es su finalidad para que sean significativas para el alumno, las
comprenda y las pueda cumplir, y que sean pactadas, que el alumno las acepte,
comprenda que son razonables y que no tienen un carácter negativo ni de castigo,
sino que su objetivo es la buena marcha del aula.
Ofrecer al alumno frecuente retroalimentación de su comportamiento. Se trata
de que sea consciente de que hay unas normas mínimas, con unos límites que debe
tener presentes, y hacerle ver, cuando muestra un mal comportamiento, que se ha
saltado esos límites. Igualmente es importante esforzarse por hacer que el alumno
vea que el seguir las normas y mostrar un buen comportamiento tiene
repercusiones positivas.
470
d) Establecimiento de un plan de tutoría entre compañeros:
Para ayudar a Miguel a adoptar una actitud reflexiva ante el trabajo escolar se
modeló el uso de autoinstrucciones. En esencia, se trataba de utilizar el lenguaje
interno como guía para la realización de tareas, descomponiéndolas en una serie de
fases predeterminadas que el alumno interioriza y aplica cada vez que tiene que
abordar una tarea.
Igualmente se introdujo la estrategia de control de la ira. Su objetivo fue enseñar
471
a Miguel a dominar situaciones que normalmente le provocaban rabietas y enfados.
El niño identifica cuándo se producen esas situaciones, posteriormente utiliza
técnicas de relajación para compensar la ira inicial, y después aplica
autoinstrucciones que le preparan para afrontar el problema (ejemplo: “yo puedo
manejar esta situación”, y “para hacer las cosas bien necesito estar tranquilo”).
Teniendo en cuenta los problemas con los compañeros, se consideró importante
incluir la instrucción de habilidades sociales: habilidades de conversación,
habilidades para entablar amistades (agradecer favores, ofrecer ayuda, iniciar y
unirse a actividades de grupo), habilidades para situaciones difíciles (responder a
bromas, aceptar críticas, pedir disculpas, etc.) y habilidades para la resolución de
problemas interpersonales.
La motivación, las actitudes hacia el estudio y la escuela, así como la autoestima
se manejaron intensificando la atención positiva hacia Miguel y adaptando los
objetivos a sus intereses y nivel curricular
Para solucionar los problemas académicos se programaron actividades de
refuerzo dentro y fuera del aula que estaban centradas en las materias
instrumentales. También se intentó desarrollar la motivación de Miguel hacia las
tareas y su sentido de la responsabilidad personal mediante la autoevaluación
semanal de los progresos realizados, cuyos objetivos se negociaban entre la
profesora y el alumno.
472
3. Conclusiones
Por último, hay que ser conscientes de que llevar a cabo una intervención eficaz
requiere un esfuerzo extra por parte de todos los agentes implicados, y muchas veces los
cambios serán lentos y poco perceptibles. Esto puede desembocar en momentos de
desesperanza de la familia o de desmotivación de los profesores (que invierten grandes
cantidades de tiempo y a veces no obtienen los resultados inmediatos que desearían). El
psicopedagogo debe evaluar de forma continua la intervención, proponiendo nuevas
473
ideas a padres y profesores, abriendo nuevas vías, introduciendo nuevos procedimientos
que cada vez se muestren más eficaces y beneficien más al niño.
Lecturas recomendadas
Miranda, A., Presentación, M. J., Gargallo, B., Soriano, M., Gil, M. D., y Jarque, S.
(1999). El niño hiperactivo. Intervención en el aula: un programa de formación para
profesores. Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I.
Este libro está pensado como una guía para profesores para mejorar su interacción con alumnos con
problemas de impulsividad e hiperactividad. En primer lugar se exponen conocimientos generales
sobre los problemas en el control de los impulsos, las necesidades educativas especiales que éstos
plantean, y sus repercusiones en el ajuste socio-personal. En segundo lugar se describen
detalladamente las técnicas que pueden aplicar los profesores para optimizar la instrucción y mejorar
las interacciones sociales de los alumnos con un bajo autocontrol. El libro se acompaña de un vídeo
que permite visualizar la aplicación práctica del programa en el aula.
Miranda, A., Amado, L., y Jarque, S. (2001). Trastornos por déficit de atención con
hiperactividad. Una guía práctica. Málaga: Aljibe.
Se trata de un libro dirigido a padres y profesionales, en el que se revisan las características
fundamentales del trastorno, y se comentan las técnicas de intervención que hasta el momento han
mostrado ser más eficaces.
474
Notas
475
Bloque IV
476
Introducción
477
propia institución (novedades, problemas, accidentes, cambios, demandas, quejas). Lo
intrainstitucional y lo interinstitucional tienden a desdibujarse y el profesional del
asesoramiento debe aprender rápidamente que para propiciar determinados cambios en
las aulas, en las reuniones del claustro, en la coordinación entre departamentos, en las
programaciones didácticas, el camino más corto a veces pasa por carreteras
supuestamente periféricas: por invitar a un experto del Instituto Nacional de Empleo, por
lograr el apoyo del AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos), por organizar
un debate en torno a un programa televisivo, por lograr un cambio de la editorial a la que
tradicionalmente se compran los libros de texto, por conseguir una reunión con el
inspector de la zona y proponer un plan, etc.
En los capítulos que conforman este bloque, podemos advertir claramente cómo las
relaciones entre lo intrainstitucional y lo interinstitucional se difuminan hasta
confundirse. Lo observamos de manera explícita en el capítulo vigésimo cuarto, de R.
Cubero y A. Luque, dedicado a las relaciones entre el profesorado y las familias, y en el
vigésimo quinto, de M. L. Pérez y J. Serra, enfocado a la colaboración con los servicios
sectorizados de naturaleza educativa.
En la primera propuesta se subraya la necesidad, de hecho, casi la ineludible
exigencia, de que familia y profesorado, dedicados a la educación del mismo sujeto,
colaboren. Pero esa colaboración no suele producirse de forma espontánea. Es más, casi
siempre requiere un esfuerzo de aproximación por ambas partes y de la construcción de
metas comunes. En la consecución de ese objetivo, el asesoramiento psicopedagógico,
especialmente dirigido a optimizar la función tutorial de los profesores, es una de las
claves.
Por su parte, el vigésimo quinto capítulo tiene como eje articulador el trabajo
pluridisciplinar a través de redes de colaboración entre profesionales de distintos
servicios comunitarios, en cuya creación y desarrollo la contribución del asesor
psicopedagógico es definitiva. Los dos casos que ilustran ese trabajo en redes –red
técnica de disminución psíquica y enfermedad mental y red de abusos sexuales a
menores– resultan suficientemente elocuentes en el sentido de justificar la necesidad de
una interacción conjunta ante problemas de esa magnitud e impacto social.
Pero esta permeabilidad entre los escenarios escolar, familiar, cotidiano y profesional
también aparece de manera implícita en el vigésimo segundo capítulo, de N. Mollà, C.
Monereo, y M. Castelló, centrado en las demandas de los alumnos, y en el vigésimo
tercero, que está orientado a las relaciones entre el equipo directivo y el asesor.
En el primero, la diversidad de demandas que pueden formular los alumnos
(problemas personales, familiares, vocacionales, académicos, etc.) y el tipo de actitudes
y roles que esperan del asesor (un padre, un amigo, un abogado, un juez, un médico,
etc.), resumen claramente la porosidad entre sistemas, de la que venimos hablando. El
caso de un alumno desorientado con relación a su futuro académico-vocacional, sirve
para que los autores ejemplifiquen un posible enfoque psicopedagógico de la
478
problemática.
El texto de M. T. Ojanguren ubica al asesor en un rol de mediador de una
organización, el centro educativo, cuya meta principal será aumentar su “inteligencia”, o
dicho de otro modo, su capacidad de aprender a partir de la gestión de los conflictos que
se producen en su seno. Aquí el profesional del asesoramiento se sitúa muy cerca de los
órganos de dirección, ayudándoles en la gestión del centro y en la construcción de una
cultura institucional propia que le otorgue identidad a los ojos de la comunidad en la que
se inserta. La fructífera y comprometida labor que puede desarrollarse desde esta
situación de consultoría de la dirección queda plasmada en el caso que se analiza: el
apoyo a la directora de un instituto de secundaria que quiere poner coto al progresivo
aumento de conductas violentas en el centro, las cuales están afectando muy seriamente
al clima de convivencia.
Este último bloque del libro nos sirve, a un tiempo, de colofón de esta obra, centrada
en la práctica psicopedagógica en contextos de educación formal, pero también de
inmejorable viaducto hacia el segundo volumen, titulado “La práctica psicopedagógica
en educación no formal”. En realidad, la mayor o menor formalidad con que se
favorezca la construcción de un conocimiento de naturaleza educativa no depende tanto
de la institución en que se produzca (familia, escuela, empresa, hospital), sino de la
intencionalidad y los dispositivos de interacción, mediación y apoyo que se hayan
dispuesto para que esas intenciones se hagan realidad, tal como apuntábamos en el
capítulo introductorio de este primer volumen, capítulo que enlaza directamente con su
homónimo del segundo volumen, dándole continuidad y esperamos que también
coherencia.
Los coordinadores
479
Capítulo XXII
480
Intervención psicopedagógica ante demandas planteadas
por los alumnos
Núria Mollà, Carles Monereo y Montserrat Castelló
481
Podemos concluir que el asesor psicopedagógico, ante demandas formuladas por o
sobre los alumnos, debe en primer lugar, identificar el ámbito que cubre la demanda, y
valorar si su orientación resultará suficiente o si, por la naturaleza y consecuencias del
problema, es preferible derivarlo a servicios externos para una intervención no educativa,
por ejemplo, de tipo terapéutico. Seguidamente nos centraremos en el primer supuesto.
482
1. Posición del asesor ante las demandas de los alumnos
– Buscan complicidad: piden al asesor que los defienda ante los padres y los
maestros, que interceda para su beneficio. El rol de abogado defensor se debe
clarificar explicitando que nuestra intervención puede ser de mediación, pero que
483
no vamos a plantear nada que él no pueda o sea capaz de plantear a sus padres o
maestros. El rol del asesor es el de enseñarle, si quiere, estrategias y habilidades
para que pueda defenderse solo. Aceptar el rol de abogado defensor nos
impediría trabajar con los actores que deben realizar un planteamiento educativo
con el alumno.
– Buscan que no nos metamos en su vida: piden al asesor que no fisgonee en sus
asuntos, de manera abierta y directa o de manera indirecta con una actitud de no
colaboración. El rol de policía o espía, la visión de que se está de parte del adulto
y que no se le va a escuchar, que la información que se obtenga se traspasará a
los padres y maestros para ir a por él. Esta actitud de desconfianza estará
conectada con experiencias previas, conviene clarificar el código deontológico,
que toda la información será confidencial, únicamente, se comentará con terceros
aquella información sobre la que el alumno dé permiso.
Tabla 22.1
484
Busca seguridad y delegar la responsabilidad. Padre, madre.
Busca culpables e imponer sanciones. Juez.
Busca una receta que solucione el conflicto. Médico.
Busca una solución mágica sin implicación alguna. Mago.
Busca que se le escuche, pero sin consejos. Amigo.
Busca alguien a quien oponerse. Rival.
La única atribución de rol que debemos aceptar es la que nos permita realizar una
intervención basada en la colaboración, la que nos permita pactar estrategias compartidas
de resolución de problemas.
485
1.3. La orientación vocacional
Situación de consenso: el alumno tiene claro lo que desea hacer y los padres lo
apoyan.
Situación de conflicto: el alumno está convencido de sus futuros pasos, pero no
así sus padres, quienes plantean serias dudas y cuestionan la decisión del hijo.
Situación de conflicto: los padres lo tienen muy claro, quieren convencer al hijo
de la mejor opción para su bien, el alumno se deja influir.
Situación de conflicto: los padres lo tienen muy claro, quieren convencer al hijo
de la mejor opción para su bien, el alumno no se deja influir.
486
2. Análisis de un contexto de asesoramiento específico
1) Descripción:
Ámbito de asesoramiento: alumnos
Centro de 2 líneas de Primaria y Secundaria.
A principios del segundo trimestre, un alumno de 4.º de ESO acude al despacho de la asesora psicopedagógica
con la demanda explícita: “mi madre me ha dicho que me pases un test de orientación profesional”. Durante el
intercambio inicial, el alumno expone su desinterés por continuar estudiando, se quiere tomar un año libre para
trabajar de disc jockey, pero sus padres insisten en que haga bachillerato, porque con la ESO no se va a ningún
sitio, él está dispuesto a hacerles caso pero no tiene ni idea de qué opción tomar.
La asesora psicopedagógica lo emplaza a una entrevista, le comenta que antes de decidir sobre su demanda
necesita la información que el tutor tiene recogida sobre su proceso de orientación vocacional.
2) Fase de planificación:
Actores que intervienen (competencias, Finalidades del actor (concepciones, Contenidos a
conocimientos, recursos) expectativas, objetivos) trabajar con el
actor (objetivos
que el asesor se
plantea
desarrollar con el
actor: conceptos,
procedimientos,
actitudes)
Actor 1: alumno Finalidad 1: Contenido 1:
– Alumno de 4.º de ESO, 15 años. – Decidir su futuro con tranquilidad y 1) Reflexión sobre
– Inteligente pero con resultados mediocres en libertad. cómo es él y cómo
los estudios. Vive de lo que aprende en horas de – Compaginar un trabajo de lunes a es su
clase, en casa trabaja poco. viernes y dedicarse a la música, de disc comportamiento:
– Desde el curso pasado suspende las lenguas, jockey los fines de semana. autoconocimiento
según él porque no le gusta la parte de literatura. – Dejar los estudios al acabar la ESO. (autoconcepto,
Las ciencias tampoco le gustan porque las – Ser periodista deportivo o disc jockey. valores, intereses,
prácticas de laboratorio le dan asco. El área que aptitudes,
le gusta más es sociales, el profesor se explica personalidad,
muy bien. etc.).
– Tiene un carácter extrovertido, es sensible y 2) Toma de
comunicativo. Es conformista y no suele conciencia de sus
autoafirmarse frente al adulto. relaciones con sus
– Es un chico muy sociable y creativo, suele ser padres y con su
líder entre los iguales. Tiene muchas aficiones, tutor. Su
informática, deportes, etc., pero la principal es la influencia en su
música. Le gusta salir y divertirse con los decisión
amigos. vocacional.
– Desde que ha empezado 2.º ciclo de la ESO, 3) Autonomía =
tiene la presión y control de sus padres y tutor: libertad + +
“puedes hacer más”, “si continúas así no podrás responsabilidad.
hacer bachillerato”, “de la música no se vive”... Plantearse
487
– No tiene intereses vocacionales claros, según opciones,
él le gustaría ser periodista deportivo o disc valoración de las
jockey. opciones y toma
de decisión.
Actor 2: padres Finalidad 2: Contenido 2:
– Tienen unos 45 años, el padre es abogado y la – Reconducir a su hijo para que haga 1) Toma de
madre es maestra de educación especial. Tienen bachillerato, lo de trabajar no les parece conciencia del
3 hijos: uno de 15 y dos gemelas de 10 años. una buena idea. estilo de relación
– Ambos se preocupan por sus hijos, les prestan – Convencer a la psicóloga para que que establecen con
atención y ayuda en sus situaciones escolares y persuada a su hijo a continuar estudiando. su hijo.
personales. Organizan espacios familiares para – Buscarle un interés vocacional para 2) Toma de
la comunicación. motivarlo a continuar estudiando. conciencia de los
– La madre sigue meticulosamente a sus hijos, sentimientos que
les ayuda y les acompaña con un estilo muy como padres se
sobreprotector. Es muy paciente y cariñosa con están dinamizando
sus hijos. Todas las tardes las dedica en el proceso de
exclusivamente a ayudar a sus hijos en sus decisión de su
tareas escolares. hijo.
– El padre suele llegar del trabajo para la cena y 3) Reflexión
delega lo escolar en la madre, comparte acerca de su hijo,
aficiones de tiempo libre con sus hijos. Es cómo es y cómo
permisivo y cordial con ellos. se comporta.
– Los padres, cuando piensan en su hijo, se 4) Reflexión sobre
sienten ambiguos, en el aspecto vocacional están la mejor manera
preocupados; creen que es inmaduro para elegir, de ayudar a su hijo
ya que expresa muchas fantasías sobre su futuro. en el proceso de
En el aspecto personal se sienten más tranquilos, autoconocimiento
creen que es un buen chaval y que tiene muchas y toma de
habilidades sociales y personales. Creen que lo decisiones.
más aconsejable para él es que haga
bachillerato, pero no lo ven preparado tal como
está llevando la ESO.
– Han hablado con el tutor y con el chico, pero
no observan cambios en el rendimiento
académico.
Actor 3: tutor Finalidad 3: Contenido 3:
– Es tutor del alumno desde 3.º. Es el profesor – Aprovechar la iniciativa de los padres y 1) Toma de
de sociales. Es un tutor con experiencia, lleva 12 alumno para volver a plantear y conciencia del
años en la escuela y 5 años como tutor de 2.º consensuar estrategias con los padres para estilo de relación
ciclo de la ESO. ayudar en el proceso de toma de establecido con el
– Trabaja en equipo con los otros tutores del decisiones del chico. alumno y con sus
ciclo. El objetivo prioritario, entre otros, de 3.º – Compartir el proceso tutorial, realizado padres.
es las estrategias de aprendizaje y para 4.º es la al alumno y su familia, con la asesora 2) Toma de
orientación vocacional. Las herramientas que se psicopedagógica con el objetivo de conciencia de los
utilizan son básicamente: el crédito de tutoría y plantear el proceso que ha de seguir con el sentimientos que
las entrevistas con el alumno y familia. chico. como tutor se
– Tiene una relación muy buena con el alumno, están dinamizando
entre ellos hay “buen rollo”. Tienen entrevistas a en el proceso de
menudo, para ir trabajando estrategias de decisión de su
aprendizaje autónomo y orientación vocacional. alumno.
Constata un estancamiento del chico, cuando 3) Reflexión
tiene que comprometerse a aplicar los acuerdos acerca de su
establecidos. alumno, cómo es y
– Con los padres se ha visto en tres ocasiones. Él cómo se
ha intentado que la madre le dé más autonomía comporta.
488
al chico, pero la madre no puede hacerlo por 4) Reflexión sobre
temor al fracaso de su hijo. Están estancados, la mejor manera
familia escuela no avanzan en las estrategias de ayudar a su
conjuntas para ayudar al chico. alumno en el
– El chico no está entre los alumnos más proceso de
problemáticos de su tutoría. autoconocimiento
y toma de
decisiones.
Actor 4: asesora Finalidad 4: Contenido 4:
– Lleva 10 años trabajando en el centro según un – Atender la demanda de ayuda del 1) Principios
modelo colaborativo. alumno. constructivistas
– Las funciones de orientación de los alumnos – Colaborar con el tutor en el proceso de para la atención de
son compartidas con los tutores. Trabaja orientación académicoprofesional al las demandas
semanalmente con los tutores para coordinar el alumno y a su familia. presentadas por
crédito de tutoría y el seguimiento de alumnos. alumnos
– Conoce al alumno desde que se inició en la individualmente
escuela. Tiene información de él de las (explicado en el
sucesivas juntas de evaluación, de las reuniones subapartado 2.2.
de coordinación con el tutor y de las sesiones del presente
tutoriales que ella ha realizado en el grupo clase capítulo).;
donde está el alumno.
– Parte de la visión que tiene el tutor de un chico
inmaduro, con padres preocupados, pero que no
le dan autonomía.
– Conoce a los padres porque participan en las
charlas que suele dar, son padres participativos y
con aportaciones. Al final de las charlas se
suelen quedar para comentar la aplicación de la
charla con sus hijos. No se han visto en el marco
de una entrevista formal.
3) Fase de ejecución:
Relación de contenidos Modalidad de intervención (acción + Organización de
objeto + tema) la acción (espacio
+
temporalización
+ + materiales)
Actor 4: asesora Acción 1: planificación agenda asesora Espacio:
1) Principios constructivistas para la atención de – La asesora, en su despacho, registra la – Despacho de la
las demandas presentadas por alumnos demanda del alumno, analiza la demanda, asesora.
individualmente. reflexiona sobre la reformulación y repasa Temporalización:
las observaciones previas y el historial del – 15 minutos, en
alumno. Decide que la atención de la el mismo día que
demanda debe ser compartida con el tutor, ha recibido la
ya que la orientación académico – demanda del
vocacional es una responsabilidad del alumno.
tutor. Incorpora en la agenda espacios para Materiales:
trabajar con el tutor. – Hoja de registro
de demandas
(anexo 1).
– Historial tutorial
y académico de la
asesora respeto al
alumno.
Actor 3: tutor Acción 2: 1.ª entrevista tutor - asesora Espacio:
489
1) Toma de conciencia del estilo de relación – La asesora expone la situación de – Despacho de la
establecido con el alumno y con sus padres. demanda inicial del alumno. asesora.
2) Toma de conciencia de los sentimientos que – El tutor comparte con la asesora el Temporalización:
como tutor se están dinamizando en el proceso proceso de seguimiento tutorial realizado – En la primera
de decisión de su alumno. por el tutor, hasta la fecha. El tutor hora libre del
3) Reflexión acerca de su alumno: cómo es y aprovecha el espacio para comunicar sus tutor, 30 minutos.
cómo se comporta. impresiones, opina que los padres no Previamente han
4) Reflexión sobre la mejor manera de ayudar a escuchan ni al chico ni a él. Pide ayuda buscado un
su alumno en el proceso de autoconocimiento y para trabajar con los padres. espacio sin entrar
toma de decisiones. – Conjuntamente, definen el caso: los en detalles.
padres, muy preocupados por su hijo (la Materiales:
madre más que el padre), presionan al hijo – Hoja de registro
para que formule una demanda al asesor. de demandas
Padres y tutor no tienen una estrategia (anexo 1).
pactada. El chico está confundido y se – Historial tutorial
siente inseguro para decidir. y académico del
– Conjuntamente, planifican las acciones tutor respeto al
que hay que seguir con la finalidad de alumno.
consensuar con los padres una línea de
orientación con el chico. El primer paso
será incorporar al alumno en el proceso y
dar respuesta a su demanda, después
clarificar a los padres la demanda hecha
por su hijo y pactar con ellos una
estrategia.
Actor 1: alumno Acción 3: entrevista alumno - asesora Espacio:
3) Autonomía = libertad + + responsabilidad. – La entrevista tiene un doble objetivo: – Despacho de la
Plantearse opciones, valoración de las opciones reconvertir la demanda planteada por el asesora.
y toma de decisión. alumno inicialmente y derivarlo hacia el Temporalización:
tutor, y también conocer al alumno para – 30 minutos de
completar las observaciones del tutor. una clase de
– Durante la entrevista la asesora aclara al sociales con el
alumno que no le es posible pasarle una tutor.
batería de tests, ya que en el marco escolar Materiales:
no es viable. Le ayuda a analizar el porqué – Guión
de su demanda inicial y le plantea entrevista.
alternativas al test para conocerse mejor.
Introduce al tutor como persona preparada
para ayudarlo a plantear y valorar
opciones de futuro.
– Conjuntamente analizan el significado
de libertad, responsabilidad y autonomía.
– La asesora pide permiso al alumno para
comentarle al tutor, en líneas generales, la
evolución de la entrevista.
Actor 3: tutor Acción 4: 2ª entrevista tutor – asesora Espacio:
1) Toma de conciencia del estilo de relación – La asesora expone la entrevista realizada – Despacho de la
establecido con el alumno y con sus padres. con el alumno. Le comenta especialmente asesora.
2) Toma de conciencia de los sentimientos que los procesos de razonamiento que el Temporalización:
como tutor se están dinamizando en el proceso alumno ha mostrado y que pueden servir – 15 minutos, al
de decisión de su alumno. de punto de partida para las entrevistas del final de las clases
3) Reflexión acerca de su alumno: cómo es y tutor con el alumno. La asesora ha visto al del día que la
cómo se comporta. alumno confundido y muy inseguro. asesora se ha
4) Reflexión sobre la mejor manera de ayudar a – Conjuntamente preparan un guión para entrevistado con el
su alumno en el proceso de autoconocimiento y la entrevista tutor – alumno. alumno.
490
toma de decisiones. Materiales:
– Registro
entrevista con el
alumno.
– Guión para la
entrevista tutor –
alumno (anexo 2).
Actor 1: alumno Acción – 5 – entrevista alumno – tutor Espacio:
1) Reflexión sobre cómo es él y cómo es su – Entrevista con el siguiente guión: – Despacho
comportamiento: autoconocimiento • Relaciones del alumno con su padre y tutorías, para la
(autoconcepto, valores, intereses, aptitudes, con su madre. atención
personalidad, etc.). • Análisis de los factores que pueden delaciones.
2) Toma de conciencia de sus relaciones con sus influir en la toma de decisiones. Temporalización:
padres y con su tutor. Su influencia en su • Expectativas de su futuro. Planteamiento – 30 minutos de
decisión vocacional. y valoración de opciones. una clase en la que
• Características personales positivas. el tutor tiene libre.
Materiales:
– Registro
entrevista con el
alumno.
– Guión para la
entrevista tutor –
alumno.
Actor 3: tutor Acción 6: 3.ª entrevista tutor – asesora Espacio:
1) Toma de conciencia del estilo de relación – El tutor expone su satisfacción por la – Despacho de la
establecido con el alumno y con sus padres. entrevista realizada con el alumno. Están asesora.
2) Toma de conciencia de los sentimientos que en un primer momento de reflexión, pero Temporalización:
como tutor se están dinamizando en el proceso el alumno se ha mostrado colaborador y – 15 minutos, al
de decisión de su alumno. agradecido. El tutor está contento, final de las clases
3) Reflexión acerca de su alumno: cómo es y últimamente sólo hablaban de rendimiento del día que el tutor
cómo se comporta. académico y el nuevo enfoque le ha se ha entrevistado
4) Reflexión sobre la mejor manera de ayudar a permitido desbloquear su relación con el con el alumno.
su alumno en el proceso de autoconocimiento y alumno. Materiales:
toma de decisiones. – Conjuntamente preparan un guión para – Registro
la entrevista tutor – alumno. entrevista con el
alumno.
– Guión para la
entrevista con los
padres.
Actor 2: padres Acción 7: entrevista padres - tutor - Espacio:
1) Toma de conciencia del estilo de relación que asesora – Despacho
establecen con su hijo. – Entrevista con el siguiente guión: tutorías, para la
2) Toma de conciencia de los sentimientos que, • Cómo ven a su hijo, sus preocupaciones atención de
como padres, se están dinamizando en el y sus angustias. padres.
proceso de decisión de su hijo. • Expectativas y temores sobre el futuro de Temporalización:
3) Reflexión acerca de su hijo: cómo es y cómo su hijo. – En la primera
se comporta. • Necesidades del hijo: confianza en que él hora libre del
4) Reflexión sobre la mejor manera de ayudar a puede tomar una decisión. Papel de los tutor, 30 minutos.
su hijo en el proceso de autoconocimiento y padres y tutor valorando las capacidades y Materiales:
toma de decisiones. posibilidades del chico. Acompañar, no – Guión para la
imponer. entrevista con los
padres.
Actor 3: tutor Acción 8: 4.ª entrevista tutor – asesora Espacio:
1) Toma de conciencia del estilo de relación – Conjuntamente valoran la entrevista. – Despacho de la
491
establecido con el alumno y con sus padres. Creen que los padres van a cooperar en el asesora.
2) Toma de conciencia de los sentimientos que, proceso de decisión de su hijo. El tutor se Temporalización:
como tutor, se están dinamizando en el proceso ha sentido acompañado por el asesor. Los – 15 minutos
de decisión de su alumno. padres han entendido el planteamiento de después de
3) Reflexión acerca de su alumno: cómo es y la escuela. finalizar la
cómo se comporta. – Planifican el seguimiento que realizará entrevista con los
4) Reflexión sobre la mejor manera de ayudar a el tutor al alumno, se verán padres.
su alumno en el proceso de autoconocimiento y periódicamente para continuar Materiales:
toma de decisiones. profundizando en el planteamiento – Registro de la
iniciado. Tutor y asesora irán comentando entrevista con los
la evolución del proceso. padres.
– Planifican una entrevista con los padres – Plan de
para más adelante. seguimiento del
tutor al alumno.
492
3. Conclusiones
493
trabajo de acompañamiento de la asesora.
La asesora plantea una intervención mediada por los agentes educativos (padres
y tutor) para conseguir una mejora en las relaciones educativas establecidas con el
alumno. No acepta una intervención limitada a su intervención para realizar un
abordaje psicológico y puntual.
Lecturas recomendadas
Álvarez, M., Fernández, A., Fernández, R., Flaquer, T., Moncosí, J., y Sullà, T.
(1996). La orientación vocacional a través del currículum y de la tutoría. Barcelona:
Graó.
Este libro plantea el proceso de orientación vocacional de manera muy completa. Propone un
marco teórico y actividades para abordarlo como eje transversal. Hay propuestas para el crédito de
tutoría y propuestas desde las diferentes áreas. Plantea la orientación vocacional como una
responsabilidad compartida por todo el equipo educativo
494
Anexos
Nombre:
Fecha:
Demanda:
Análisis de la demanda:
• Contenido de la demanda (qué):
– Motivo de consulta manifiesto:
• Motivo por el cual se formula:
– Motivo de consulta latente:
• Manera como se formula (cómo):
• Lugar donde se formula (dónde):
• Momento en el que se formula (cuándo):
• Actor que la formula (quién):
Realidad personal:
• Autoconocimiento y características personales:
• Intereses y preferencias:
• Aficiones:
• Expectativas de futuro:
• Valores:
• Habilidades y aptitudes:
• Limitaciones:
Realidad académica:
• Resultados académicos actuales y anteriores:
• Áreas con interés:
• Áreas con desinterés:
• Hábitos de organización:
• Estrategias de aprendizaje:
Realidad orientación:
• Factores a tener en cuenta en la toma de decisión:
• Personas que puedan condicionar la toma de decisión: (padres, amigos, profesores, etc.):
• Nivel de autonomía en la toma de decisiones:
• Análisis de consecuencias de la decisión:
495
Notas
496
Capítulo XXIII
497
Asesoría psicopedagógica facilitadora de la gestión
educativa y el liderazgo
M. Teresa Ojanguren
498
Aprendizaje Organizativo (A.O.), entendido como “un marco para entender
cómo los cambios cognitivos o prácticos, que suceden en los miembros de un
centro de trabajo, son dependientes de nuevas estructuras organizativas y modelos
mentales”.
Organización que Aprende (O.A.), “se refiere a una organización que ya ha
desarrollado en su seno estructuras y estrategias que incrementan o maximizan la
A.O.”.
Por lo tanto, la primera cuestión será condición necesaria para que pueda darse la
segunda, y podamos considerar que una organización “aprende”.
Aún teniendo en cuenta críticas y errores cometidos en este proceso de actualización
de la labor directiva en las escuelas, muchas de estas aportaciones se han concretado para
su adecuación a las necesidades del sector educativo y su gestión, y ello porque esta
perspectiva resulta especialmente interesante en organizaciones educativas que han
reflexionado mucho sobre cómo promover el aprendizaje de los demás, y, por lo tanto,
debería incorporar en sus prácticas habituales la reflexión sobre cómo la propia
organización aprende a aprender.
Con la intención de diseñar y desarrollar nuevas propuestas de gestión que faciliten el
cambio hacia el Aprendizaje Organizativo (A.O), cabe mencionar los principales
modelos de calidad que se están aplicando en la gestión, como son: la Gestión de
Calidad Total Europeo (Total Quality Management TQM), o el modelo DEMING –o
modelo japonés–, y el modelo americano de Malcom Baldrige. De todos ellos, podemos
extraer ciertas características comunes:2
Para comprender las necesidades derivadas del ejercicio a las funciones directivas del
presente, el asesoramiento, al igual que otros ámbitos educativos, se orientará hacia una
intervención estratégica mediadora (de apoyo y tensión), generadora de desarrollo en
aspectos como los siguientes:
499
demandante, en este caso la dirección, ejerciendo una función mediadora en la
cultura del centro que favorezca su desarrollo organizativo.
A su vez favorecerá o potenciará la creación de escenarios y contextos sociales
que conduzcan a prácticas y comportamientos grupales que faciliten y den
significado al primer aspecto mencionado.
Asimismo, esta intervención deberá garantizar el desarrollo de cada vez mayor
autonomía y menor dependencia de la asesoría para el desempeño de sus objetivos.
A modo de síntesis podemos concluir que nuestra función asesora a los equipos
directivos seguirá estrategias para la construcción de escenarios de cambio y mejora del
centro, conociendo la teoría y modelos de gestión orientados hacia la generación de
aprendizaje organizativo, y ayudando a crear un clima de cooperación en el que la
innovación en la gestión nos conduzca al liderazgo de la innovación, a través del uso de
herramientas profesionales psicopedagógicas, que favorezcan que la organización
aprenda.
500
1. La dirección educativa: necesidades y contextos de demanda
Tabla 23.1. Diferentes situaciones según el nivel de desarrollo organizativo en los centros educativos.
501
Otro tipo de análisis de los escenarios plantea el ciclo vital como forma de
comprender el desarrollo institucional de los centros.4
Ciclo de crecimiento
Tanto los ciclos vitales como los niveles de desarrollo organizativo no se suceden con
una progresión uniforme, sino que, por lo general, conviven características de diferentes
estadios, de modo irregular en diferentes ámbitos y procesos educativos del centro.
Junto con los niveles de desarrollo organizativo del centro, o las características
generales del contexto en el que puede tener lugar el asesoramiento, debemos considerar
también otras cuestiones más específicas, como son; 1) los contextos teniendo como eje
el objeto de la demanda de los Equipos Directivos (ED) o actividades en las que se
insertan, y 2) los contenidos de las actuaciones de la asesoría en función de las
expectativas o necesidades de los distintos actores:
Elaboración de documentos clave del centro, que aportan una visión compartida
en la comunidad educativa, y que permiten definir estrategias y fines comunes:
Proyecto Educativo, Proyecto Curricular, Planes Anuales, Plan de Acción Tutorial,
Reglamento de Régimen Interior, etc.
Actividades y programas de innovación y mejora educativa: diseño de aspectos
metodológicos de las diferentes actividades, áreas propuestas (transversales,
estrategias de E-A, técnicas de mediación, autorregulación y convivencia, etc.) o
aspectos referidos al desempeño del liderazgo (roles de equipo, reconocimiento,
técnicas de comunicación).
502
Resolución de problemas o conflictos, y comunicación con el personal, en el
desempeño profesional y logro de objetivos educativos, en el desarrollo de planes
de formación del profesorado, en el análisis y del centro, en las relaciones con las
familias, o en cuestiones disciplinarias y que afectan al reglamento de régimen
interior.
Organización de los diferentes recursos, y coordinación con otros centros y
apoyos zonales: selección y obtención de materiales; solicitudes de subvenciones a
programas; participación en proyectos con otras organizaciones externas al centro,
búsqueda de apoyos de la administración, entre otros.
Procesos de diseño y reorganización del centro: estructuración y
funcionamiento de los grupos de trabajo (departamentos, seminarios, coordinación
pedagógica, etc.) y también métodos para el seguimiento y evaluación de objetivos.
503
problemas desde distintos puntos de vista, desde la capacitación y mejora de sus
prácticas de dirección procesos de toma de decisiones y propuestas de acción.
Soporte y recursos: durante los procesos educativos y de gestión. El asesor
muchas veces es un recurso para localizar y poner a disposición de los equipos:
materiales, herramientas, conocimientos, estrategias, estructuras (tiempos,
espacios, agendas, etc.) o apoyo emocional, a la vez que intenta crear una red de
recursos coordinada y eficaz (archivos, intranet, boletines, etc.), que permita que
todas las personas de la dirección, y la coordinación pedagógica puedan utilizarlos
de modo efectivo y autónomo.
Gestión de procesos: en el desempeño de las actividades diarias del equipo
directivo o de los equipos de coordinación pedagógica no es posible atender
aspectos de desarrollo profesional. Por ello es necesario pensar y organizar
sistemáticas para el análisis y seguimiento de planes de formación, en los tiempos y
espacios compartidos, que afecten a la calidad de los procesos de enseñanza /
aprendizaje u otros procesos clave del centro, como la comunicación o relación con
las familias.
Construcción la capacidad de aprendizaje autónomo de los equipos del centro:
cuando se consigue un avance hacia una cultura de colaboración, y la emergencia
de una organización que aprende, la labor de asesoría pierde protagonismo, para
dedicarse en la mayoría de los casos a unas labores de soporte en nuevas
situaciones de mejora y cambio en la gestión de procesos y mecanismos de
autoevaluación aplicados en el centro (puntos 4 y 5) (figura 23.1).
504
505
2. Ejemplo de intervención
El centro está situado en una población de unos 20.000 habitantes. Cercana a una
ciudad de medio millón de ciudadanos. Acoge alumnado de una comarca que puede ser
considerada rural, aunque el sector laboral más numeroso es el de servicios. No se dan
grandes problemas de pobreza ni de familias desestructuradas, aunque los niveles de
paro han aumentado considerablemente en la última década. Existen núcleos
significativos de población inmigrante, básicamente marroquíes y salvadoreños.
Consta de tres edificios separados, que antes de la reforma albergaban cada uno los
niveles de Bachillerato, Formación Profesional, y último ciclo de EGB. La etapa de ESO
dispone de dos grupos de alumnado de diversificación curricular, un aula de tareas para
alumnado de necesidades educativas especiales y un 3% de alumnado con Adecuaciones
Curriculares inferiores al último ciclo de Educación Primaria.
2.2. Demanda
506
de convivencia.
Conciencia y consecución de unas pautas y criterios comunes en el claustro para
la resolución de incidentes.
Diseño de alguna respuesta educativa preventiva de conductas de violencia
entre el alumnado.
Conocer herramientas para el manejo de situaciones de comunicación
(básicamente habilidades para la resolución de problemas y conflictos) y
organización de personas y equipos.
2.3. Actores
Profesorado
Asesoría psicopedagógica
507
– Ambos profesionales dedican casi el 80% de su tiempo a la atención directa del
alumnado con problemas y tienen la sensación de que su trabajo es inútil y se
limita a poner parches.
Director general
En la intervención psicopedagógica
– Se decide por una intervención orientada a procesos, esto es, dirigida hacia la
colaboración, el compromiso con los fines y el incremento de la autonomía de la
persona o personas demandantes (Equipo Directivo).
– Se decide no volver a intentar propuestas asumiendo la responsabilidad de la
implementación de programas o la asunción del papel de “formador/a” experto,
para pasar a potenciar el protagonismo de los sujetos de la situación: Equipo
directivo, Coordinación Pedagógica, profesorado, y alumnado.
– Los modos de hacer serán; preguntar, indagar, dialogar, discutir y desarrollar.
– Se utilizarán estrategias orientadas a ayudar en los procesos de trabajo y dotar
de herramientas para el análisis conjunto, búsqueda de consenso y de
participación con estrategias para la mejora de la comunicación, resolución de
problemas, reflexión, participación y evaluación global del centro.
508
– Identificación de finalidades, tareas, objetivos y planes de acción, y realización
de un listado de prioridades.
– Análisis y reflexión sobre las prioridades de mejora del centro: datos y
evaluación de la convivencia.
– Fomento de la resolución creativa de los problemas.
I. Temporalización: noviembre
La demanda, que en principio se originó en el director, acaba siendo un punto de vista
compartido por todas las personas del equipo, y se enriquece con nuevas necesidades de
las diferentes etapas educativas del centro.
509
Para la formación de equipos y la clarificación de roles en el equipo y
expectativas de las personas que lo componen (ED y Coordinación Pedagógica)
510
– Discusión dirigida: previo estudio o trabajo sobre un modelo de convivencia o
herramientas para su gestión que se hayan estudiado (Salas 1998, Ortega R.
1998, Instituto de la Juventud 1996, etc.) y consensuado previamente, se hace un
balance de las soluciones posibles, mejoras y cambios pertinentes al centro.
– Técnicas de consenso: razonar acuerdos productivos sobre las posibles
aplicaciones de modelos de convivencia y su gestión, buscando soluciones que
consigan un compromiso de todas las personas.
511
convivencia en las aulas”, y se establece una agenda en la que dos o tres personas del
equipo se reúnen con las tutorías de cada nivel para explicar los materiales creados, así
como para discutir e insertar las sugerencias y adaptaciones necesarias de cada equipo de
tutoría (nivel o ciclo), y facilitar la organización de comisiones de convivencia de
alumnado en cada aula.
Los equipos de tutores y tutoras reúnen los equipo docentes de ciclo y exponen las
nuevas prácticas para la regulación de la convivencia en las aulas.
En un mes todo el alumnado ha participado en la elaboración de las pautas de
convivencia para el centro, así como en procesos de reflexión sobre los procedimientos
para el reciclaje de las actitudes inadecuadas.
V. Temporalización: junio
Se realizan unas encuestas a las familias, y el alumnado, y también se recogen
opiniones de los diferentes equipos docentes y de tutorías. Se considera satisfactorio el
proceso, así como los resultados sobre la convivencia del centro. Por lo tanto, se piensa
seguir con el plan el próximo curso, permaneciendo un equipo de seguimiento
permanente que se dedique específicamente a la gestión de la convivencia en el centro,
con seis de las personas que han participado en el proyecto inicial.
Además, el ED y el equipo de coordinación pedagógica deciden aplicar la misma
sistemática y crear nuevos equipos para la mejora y seguimiento de otros procesos clave
del centro, cuestiones que se habían detectado en Diciembre en la lista de prioridades de
mejora para el centro.
512
3. Conclusiones
Tanto de la lectura los dos primeros apartados como a lo largo de la explicación del
ejemplo de intervención podemos extraer las siguientes conclusiones:
A pesar de las diferentes situaciones en las que tiene lugar la asesoría a los Equipos
Directivos, se debe guardar un equilibrio entre la ayuda y apoyo a la demanda directa de
las personas que lo solicitan y las necesidades del centro en el que se insertan, de tal
modo que adquieran cada vez mayor protagonismo los verdaderos protagonistas del
hecho educativo: las familias, el alumnado y el profesorado.
Lecturas recomendadas
513
Domingo Segovia, J. (Coord.). (2001). Asesoramiento al centro
educativo.Colaboración y cambio en la institución. Barcelona: Octaedro EUB.
Distintos autores exponen su punto de vista sobre la intervención Psicopedagógica desde una
perspectiva de cambio y apoyo a la innovación en la gestión y organización del centro. A su vez se
comentan algunas experiencias, herramientas, y bibliografías de interés para el ejercicio de este
modelo de asesoría. Muchos de los capítulos se refieren a experiencias reales de intervención, en las
que los autores aportan ejemplos y soluciones concretas a problemas que habitualmente se nos
presentan en el ejercicio diario de nuestras funciones.
514
Notas
1. Bolivar (2000).
2. M. Santos (2001).
3. Gairín (2000).
4. Bolívar (2000).
5. Bolívar (2000).
6. M. Álvarez, en Cantón I. (2001).
7. En Villa y Solabarrieta (2000).
8. Senge (1997).
515
Capítulo XXIV
516
Intervención psicopedagógica en las relaciones del
profesorado con la familia
Alfonso Luque y Rosario Cubero
517
1. Familia y profesorado: unos aliados que no siempre saben que lo son
Los años de formación transcurren, para la mayoría, entre el hogar y la escuela. Esos
dos contextos educativos organizan la experiencia cotidiana de niños y niñas. Sin duda,
muchas experiencias educativas significativas pueden tener lugar en otros espacios (la
comunidad local, los grupos de iguales, los medios de comunicación, otros entornos
institucionales, etc.), pero casi siempre son la familia o la escuela las que, por acción u
omisión, determinan el acceso del menor a tales experiencias. En la sociedad del
conocimiento y de la educación, el desarrollo infantil y adolescente no puede
comprenderse sin examinar la influencia combinada de esos dos mundos en los que
normalmente (en su doble sentido: frecuente y normativamente) transcurre la mayor
parte de las dos primeras décadas de vida de las personas.
El hogar familiar y la escuela son escenarios de experiencia netamente diferenciados,
tanto por la naturaleza y estructura de las actividades que en ellos se desarrollan, como
por los sistemas de relaciones que los caracterizan. Sin embargo, el actor que en uno de
ellos es, digamos, hijo (a la vez que hermano, nieto, o primo), es en el otro alumno (al
mismo tiempo que compañero o amigo). A veces los mismos rasgos conductuales de una
persona pueden recibir calificaciones sensiblemente diferentes dependiendo del
contexto; por ejemplo, quien es lista, curiosa y vivaracha en casa, puede resultar
sabihonda, dispersa e impulsiva en la escuela. También puede ocurrir que los rasgos del
comportamiento del mismo sujeto se adapten a uno y otro contexto de modo distinto:
hay quien siendo obediente y callado en la relación con sus progenitores, es travieso y
parlanchín cuando está fuera de su control, por ejemplo, en la escuela. Esta dualidad
puede ser una fuente de riqueza, por cuanto amplía las posibilidades evolutivas de los
niños y jóvenes; pero puede ser origen también de conflictos, porque las intenciones y
prácticas educativas, las expectativas, o las valoraciones, que desde uno y otro contexto
se formulan respecto a la educación y el desarrollo de cada niño o niña concretos,
pueden entrar en contradicción. Familias y profesorado, adultos responsables de la
educación del mismo sujeto en uno y otro contexto, puesto que comparten una misma
tarea, están abocados a colaborar.
Colaborar significa comprender que hay objetivos comunes, compartir la convicción
de que para lograrlos es preferible sumar esfuerzos, acordar un plan de acción conjunta o
coordinada y cumplirlo, valorar y apoyar la acción del otro y, finalmente, revisar juntos
los resultados, asumiendo las consecuencias de las acciones propias y evitando atribuir a
la otra parte la responsabilidad de los eventuales fracasos.
La colaboración es más fácil y viable cuando existe un alto grado de comunalidad
518
previa, es decir, de coincidencia inicial de ideas, actitudes, hábitos, expectativas, valores,
etc. Por el contrario, cuando la distancia cultural entre la familia y el profesorado es
considerable, la colaboración se hace más difícil, pero no imposible. Porque a colaborar,
si se quiere, también se aprende. Requiere en tales casos, eso sí, que ambas partes estén
dispuestas a realizar el esfuerzo de acercamiento que permita construir esa comunalidad
necesaria.
Así pues, la intervención psicopedagógica en la relación entre el profesorado y las
familias tiene como eje principal facilitar la colaboración entre ambos, es decir, hacer lo
posible para que se reconozcan como aliados con una tarea común. Una labor en la que
puede servirnos, como veremos más adelante, alguna estrategia general, pero en la que
difícilmente el asesor tendrá éxito si no asume de antemano dos principios:
Dejando dicho con toda claridad que se trata de una responsabilidad compartida por
unos y otros, también es inexcusable indicar a continuación que el sistema escolar,
reconociendo la importancia de la relación de colaboración con las familias, se dota de
una figura sobre la que recae la responsabilidad profesional de, entre otras funciones,
mantener dicha relación: la tutoría.
Cuando se entiende el cometido profesional de la intervención psicopedagógica desde
los modelos de colaboración y capacitación de los agentes educativos, en este ámbito el
asesoramiento consiste en posibilitar que los padres y madres y, sobre todo, el
profesorado –especialmente los/las tutores/as–, desarrollen las competencias para
colaborar en la educación de sus hijos/estudiantes.
519
2. Elementos para una estrategia de intervención psicopedagógica
520
decisiones conjunta. En esos espacios, la colaboración no es reactiva, no es obligada por
una situación conflictiva o problemática, sino que se contempla como una medida
proactiva y optimizadora, orientada a proporcionar al menor un marco de desarrollo y de
aprendizaje coherente.
¿Cuáles son estos espacios de intersección que llenan de contenido la relación entre el
profesorado y las familias cuando ambas partes se proponen actuar de un modo
coherente? Sin pretender una exhaustividad quizás imposible, algunos de los temas
comunes para familia y profesorado en los cuales pueden hacer coincidir sus propósitos
y complementar sus cometidos en aras de una educación más coherente son, a título de
ejemplo, los de la tabla 24.1.
Tabla 24.1
En cada plano de intersección nos encontramos que los procesos que ocurren en el
ámbito familiar afectan a la dinámica de los procesos del ámbito escolar, y viceversa.
Esa interdependencia justifica sobradamente la necesidad de colaborar.
El asesor psicopedagógico tiene que ayudar a padres y docentes a precisar en cada
caso particular sus espacios de intersección, referidos a las necesidades evolutivo-
educativas de niños/as concretos, de los que surgirán motivos de colaboración con
verdadero sentido educativo. No obstante, no puede dejar de prever que a menudo la
demanda surgirá de situaciones problemáticas, en las cuales resulta más fácil a ambas
partes reconocer el sentido y la urgencia de la colaboración. Por lo tanto, sin descuidar el
enfoque proactivo y optimizador, anticipará en lo posible esas demandas para que la
estrategia de respuesta a las mismas no quede reducida a una intervención de corte
clínico. Recuperar los motivos de colaboración surgidos de conflictos y situaciones
521
problemáticas, transformándolos en oportunidades de aprendizaje (de aprendizaje no
sólo para los niños, también para progenitores y docentes), puede ser para el asesor
psicopedagógico una fórmula útil para empezar a trenzar nuevos compromisos de
colaboración. Algunas de estas situaciones propicias son las de la tabla 24.2.
Tabla 24.2. Situaciones que propician oportunidades para más colaboración familia-escuela.
Tabla 24.3
522
La familia protesta una sanción disciplinaria aplicada a su hijo.
Reunir a las familias al inicio del curso para informarles sobre la composición
del equipo docente, horarios, calendario de evaluaciones, normas de convivencia,
procedimiento de control de la asistencia y plan de acción tutorial.
Informar a los padres y madres de la marcha escolar de su hijo y de las acciones
educativas especiales que puedan emprenderse, en su caso, convocándoles, si es
preciso, a entrevistas individuales.
Implicar a las familias en el apoyo educativo a sus hijos, sobre todo en la
planificación del tiempo y las actividades de estudio, de ocio y de descanso.
Coordinar grupos de formación impulsados e integrados por padres sobre temas
relacionados con la educación y el futuro de sus hijos.
523
El ejercicio de la función tutorial, que puede recaer en cualquier docente, exige del
profesorado saber alentar la creación de intersecciones y saber aprovecharlas para
compartir metas y coordinar recursos. Para ello, el docente debe desarrollar
especialmente algunas competencias:
524
Con independencia de las habilidades personales del docente y de la formación
especializada que haya recibido, el desempeño competente de la función tutorial supone
un reto profesional considerable: hacer educativa la relación instruccional. En esa tarea
debe poder contar con apoyo y asesoramiento psicopedagógico.
525
el profesorado. Así ocurre, por ejemplo, con padres indiferentes o por completo
permisivos, o ideológicamente contrarios a la obligatoriedad de la enseñanza, con
progenitores que “han tirado la toalla” y, por lo tanto, incapaces de asumir
responsabilidades en la educación de sus hijos, con familias problemáticas (adicciones,
maltrato, en situaciones de marginalidad, etc.), o con menores sin referente familiar
estable (niños que pierden sus familias, pasan por instituciones de protección y por
diversas fórmulas de acogimiento sin crear vínculos estables con figuras paternas). En
estas situaciones no normativas y en otras similares, la bondad de ajuste consiste en
asegurar que la diversidad no se convierte, especialmente para los/as niños/as, en un
factor de desventaja.
Otro ejemplo de intervención mediadora, de duración limitada y con objetivos de
bondad de ajuste, es la que se ejerce no entre familia y escuela, sino ante ambas partes
cuando, sobre todo en aquellos casos en los que, a partir de la adolescencia, se quiebra la
comunicación de los/as chicos/as con padres y docentes, y la relación se vuelve
permanentemente conflictiva. De otro modo, difícilmente podrán escuela y familia
colaborar en la educación de unos jóvenes que nada quieren saber de ellos.
La mediación ilustra bien, en situaciones de resolución de problemas, cómo se puede
superar el enfoque remediativo y plantear una estrategia de intervención
psicopedagógica desde el enfoque optimizador/preventivo. La clave es hacer formativa
la relación con los padres y con los profesores; los primeros aprenden a ayudar a sus
hijos y a reflexionar sobre sus propias estrategias educativas (de paso, el intercambio
entre padres les ayuda a analizar más objetivamente factores antes no tomados en
consideración por el hecho de tratarse de sus hijos); los segundos aprenden a reflexionar
sobre los propósitos y procedimientos de la tutoría y a replantearse los modelos
didácticos que aplican.
Tabla 24.4
526
Asegurar la comunicación – Recabar información significativa sobre el contexto del alumno.
– Escuchar para comprender y situar adecuadamente el análisis.
– Explicar las propuestas de modo comprensible y viable.
Sostener la participación – Definición de prioridades y compromisos de acción coordinada.
– Dar responsabilidades concretas a la familia.
– Dar apoyo y seguimiento a las actuaciones de los progenitores.
Compartir la evaluación – Seguimiento, con apoyo para mejorar el ajuste.
– Satisfacción de las partes con los resultados y con el procedimiento.
527
3. Intervención psicopedagógica en la relación profesorado-familia: un caso
práctico
1) La demanda
Una estudiante de 16 años que cursa 4.º de ESO, con brillante trayectoria escolar
previa, desde inicio de curso ha bajado su rendimiento, coincidiendo con la separación
de sus padres. El descenso del rendimiento académico ha afectado a su estatus en el
grupo y varios profesores han percibido un cambio notable en su conducta escolar. Al
repetirse unos malos resultados en el segundo trimestre (en las calificaciones del primero
el profesorado optó por calificarla por encima de su rendimiento “para ver si se
animaba”), no sólo se agudiza la situación (con síntomas tales como vómitos matutinos),
sino que empieza a manifestar conducta conflictiva en casa. Estos síntomas han alertado
a la madre, con la cual convive, que, alarmada tras recibir las calificaciones del segundo
cuatrimestre, ha mantenido una entrevista con la tutora en la que se ha quejado de no
haber sido informada de una situación que, según le dicen ahora, empezó a producirse
tres meses atrás. La chica, según informa su madre, además de su jornada escolar lleva
un intenso programa de actividades complementarias, que incluye octavo curso de piano
en el Conservatorio (tres tardes en semana y bastantes horas de práctica en casa) y cuarto
curso de alemán en una academia de idiomas (dos tardes en semana y bastantes deberes).
La alumna se justifica ante su tutora diciendo –y la madre lo confirma– que lleva meses
sin salir los fines de semana y que pasa “todo el tiempo” encerrada en su cuarto
estudiando porque está “muy agobiada”. La tutora le contó con detalle todo el caso al
orientador del centro y le propuso que hablara con la alumna para ver si podía calmarla
un poco y, de paso, averiguar dónde tiene sus dificultades académicas porque, para ella
es bastante obvio, sólo se trata de un ligero retraso académico explicable por el mal
momento emocional de la joven. No se esperaba la respuesta: “Con la alumna no tengo
nada que hablar, de momento, pero si quieres nos ponemos ahora mismo a trabajar sobre
lo que tú puedes hacer.”
2) La intervención
¿Qué está pasando? A nuestro orientador se le demanda, como en tantas ocasiones,
una intervención remediativa focalizada sobre la alumna, con lo que se sitúa en procesos
del sujeto (emocionales y cognitivos) el origen y explicación de la situación identificada
como problemática. La respuesta del orientador lleva implícita (y a continuación hará
explícita) una reformulación de la demanda, porque nuestro orientador sitúa su práctica
en el modelo psicopedagógico o educacional-constructivo; es decir, interviene de modo
528
sistémico y colaborativo con el conjunto de actores del contexto y orienta la estrategia de
intervención, más allá de la solución del problema, a la potenciación del desarrollo. Con
sus palabras:
“En estos meses no sólo la alumna ha sido incapaz de afrontar con éxito los retos
personales y académicos que se le ponían por delante, sino que todos los demás, su
familia y el profesorado especialmente, nos hemos inhibido y hemos dejado que se
venga abajo. Ahora hay que recomponer la situación y eso empieza por que familia y
profesores analicemos qué es lo que no hemos sabido hacer en este tiempo para corregir
lo que ya era evidente. A continuación tendremos que tomar decisiones sobre cómo
vamos a evitar que esta situación vaya a más y qué tenemos que hacer cada uno para
ayudarla a recuperar lo que ha perdido y, sobre todo, a aprender a afrontar y superar este
tipo de dificultades, sean las personales o las académicas, en el futuro. Si lo hacemos
bien, seguro que de paso todos aprenderemos algo para mejorar la atención tutorial al
alumnado y para establecer a tiempo sólidas relaciones de colaboración con las
familias”.
Tal como anunció el orientador, la intervención no se centró en la alumna, sino que la
tutora convocó al equipo docente para revisar sus actuaciones y, a continuación, sentarse
con el padre y la madre de la alumna a analizar la situación. Precisamente si están
separados es importante que acudan los dos, porque es derecho y responsabilidad de
ambos estar informados y colaborar en las decisiones que vayan a adoptarse. Y si la
separación puede haber influido en algo, con más motivo. De ambas reuniones debe
resultar un examen de las intersecciones en las cuales van a colaborar unos y otros. En
este caso, se apuntaron las tabla 24.5.
Tabla 24.5
Con tantos temas sobre la mesa no fue difícil convencerse de la urgencia de acordar
una estrategia común y hacer un trabajo coherente en casa y en la escuela para fortalecer
las competencias personales y académicas de la alumna. Ni siquiera fue necesario que el
529
orientador sugiriese la conveniencia de fijar un plan concreto que articulase las medidas
decididas. La propia tutora se lo explicaría a la alumna en presencia de ambos
progenitores, para afirmar la voluntad de ayudarla, pero para hacerle ver que también son
necesarios su voluntad y su trabajo para superar la mala racha.
Unos meses después, en vísperas del tercer trimestre, volvieron a reunirse la tutora, la
alumna y sus padres para evaluar conjuntamente los progresos y proponer los ajustes
necesarios ante el futuro inmediato: la decisión sobre opciones de itinerarios académicos.
Al final, nuestra alumna acabó bastante bien el curso y no sólo aprendió lo que el resto
de sus compañeras y compañeros, algunos de sus logros se verán sobre todo a largo
plazo, porque en esta experiencia también aprendió mucho acerca de los motivos para
estudiar (de modo menos orientado a las calificaciones y competitivo) y a hacerlo de
modo más reflexivo y menos memorístico, acerca de cómo afrontar situaciones de
fracaso y la ansiedad que provoca, aprendió a asumir responsabilidades, a organizar de
modo equilibrado su tiempo y sus actividades, a reflexionar acerca de su futuro
académico y laboral, etc. Pero no fue ella la única que aprendió. Su tutora comprendió
que hay modos menos burocráticos y superficiales de asumir la tutoría. Y el resto del
equipo docente comprobó que las estrategias de colaboración con los padres funcionan
y, además, tuvo y aprovechó una oportunidad para reflexionar acerca de las
consecuencias de un modelo docente centrado en los resultados, que lleva a fracasar a
tantos aprendices sin enseñarles a ser menos superficiales y más autónomos, que es
incapaz de prevenir estos desajustes y que sólo empieza a reaccionar si las evaluaciones
(es decir, los resultados) no son satisfactorias. Ahí, en el trabajo con el profesorado para
revisar sus modelos didácticos, empieza otra tarea del asesor psicopedagógico, que ya no
es la de este capítulo.
530
4. Conclusiones
Lecturas recomendadas
531
investigación en torno a esas relaciones y a los frutos que han dado cinco planteamientos de dichas
relaciones: 1) Ideas previas y representaciones mentales sobre la familia, 2) Demanda de colaboración,
3) Escuelas de padres, 4) Innovaciones en la relación familia-escuela, y 5) Búsqueda de nuevos
modelos de relación.
532
Capítulo XXV
533
Intervención psicopedagógica conjunta del asesor y otros
servicios del sector y/o de la comunidad
María Luisa Pérez y Joan Serra
Renau, M.D. (1998). ¿Otra psicología en la escuela? Un enfoque institucional y comunitario (p.
157). Barcelona: Paidós.
534
a lo largo de las páginas siguientes el porqué y el para qué de este ámbito, su surgimiento
y evolución, el estado actual de la cuestión y las perspectivas de futuro, para pasar
posteriormente a ejemplificar algunas experiencias realizadas y destacar en último lugar
algunas ideas y referencias más representativas.
535
1. La intervención psicopedagógica como intervención comunitaria y en
red
1) Un poco de historia
El trabajo comunitario, que tiene sus orígenes en el trabajo social, realizado
especialmente en las zonas urbanas de las grandes ciudades y en algunas zonas rurales
con dificultades de desarrollo, ha servido de modelo para la intervención de otros
profesionales, entre ellos, los psicopedagogos. Siguiendo nuevamente a Renau,1
exponemos a continuación, de forma resumida, algunos de los rasgos que definen este
enfoque:
536
conforman esta comunidad.2
Posteriormente, durante las décadas de los años ochenta y noventa, y especialmente
con la introducción de la reforma educativa, las prioridades de las administraciones se
centraron más en el desarrollo de los nuevos currículos y en la formación del
profesorado, quedando la intervención en la vertiente comunitaria y la concepción de la
escuela como institución social perteneciente a esta comunidad, bastante abandonada.
En el momento actual existe la posibilidad, e incluso diríamos la necesidad, de
reemprender nuevamente el trabajo en esta vertiente. No podemos olvidar que los
fundamentos teóricos y conceptuales en que se fundamenta la intervención
psicopedagógica en los inicios del siglo XXI remarcan el carácter social de las personas,
y esto debe repercutir necesariamente en la práctica asesora. En las próximas líneas
analizaremos brevemente en qué sentido se da esta cuestión.
Dabas (1998). Redes sociales, familias y escuela (pp. 42). Buenos Aires: Paidós.
537
en términos de relaciones, de pautas que conectan. Esta idea comporta en sí misma el
carácter dinámico y cambiante del asesoramiento psicopedagógico, la asunción de
diferentes estrategias y modalidades de colaboración e intervención, así como el
planteamiento de diferentes objetivos de actuación. Es decir, en función de las
necesidades detectadas o de los análisis de la realidad realizados, las modalidades de
relación, interacción, comunicación e intencionalidad se desarrollarán de manera
distinta.
Las relaciones que se establecen entre profesionales implicados en una red adquieren
las características de lo que se entiende como trabajo conjunto entre profesionales, en el
cual lo resultante de dicho trabajo vendrá condicionado por las propias características de
la institución y/o servicio en la que trabajan, por los planes específicos de intervención
de los equipos de pertenencia, por las necesidades o problemas que han propiciado el
trabajo en red, por las condiciones de colaboración y trabajo conjunto que se establezcan
y por los aspectos relacionales subyacentes en cualquier escenario de colaboración entre
profesionales.
El trabajo en redes de colaboración entre profesionales supone el paso de la
singularidad de la intervención específica de cada profesional (singularidad que viene
dada por la propia idiosincrasia del equipo o servicio de pertenencia) a la construcción
de nuevas significaciones en la interacción. La red deviene en este sentido una
organización compleja, siendo ésta un sistema abierto de altísima interacción con el
medio.
La construcción de nuevas significaciones que conlleva el nuevo escenario interactivo
no supone una pérdida de roles profesionales específicos, sino la creación de nuevos
roles profesionales (o la adecuación de aquello que es propio) en función de las nuevas
exigencias profesionales y de intervención. La adecuación de roles implicará tanto la
permeabilidad y la capacidad de adaptación del profesional específico como de la
institución o servicio de pertenencia, ya que ambos serán en sí mismos objetos de
cambio y no solamente sujetos de cambio. Es un proceso de construcción individual y
social.5
538
2. El trabajo en redes de colaboración entre profesionales
539
3. Algunos ejemplos de trabajo en redes de colaboración
540
edad, se orienta y se asesora a profesionales de la educación, etc.); se comparten unos
mismos sistemas y microsistemas sociales (familia, escuela, etc.); se comparten
demandas específicas de actuación (por ejemplo, la atención –valoración y respuesta–
especializada de determinadas situaciones individuales, la incorporación del alumnado
de otros países en los centros escolares, etc.); se comparten demandas de las
instituciones y se actúa en ellas; se comparten demandas institucionales de las
administraciones locales y autonómicas.
Un tercer grupo de rasgos comunes son aquellos referidos a las características de los
servicios o equipos integrados en la red: la estructura de equipo (grupo profesional) de
los servicios; la composición interdisciplinar de algunos de ellos; el trabajo en equipo
como una de las características propias que los define.
Los dos ejemplos seleccionados abarcan un territorio más amplio que el municipio o
la comarca. En cada caso vamos a describir previamente los motivos de creación de la
red, para luego reseñar los profesionales e instituciones implicadas, sus objetivos y
funciones y las tareas realizadas desde las mismas. Previamente es necesario destacar
que al ser las redes colaborativas escenarios vinculados directamente a una comunidad
específica, las características históricas de la misma configuran y definen su
particularidad. Así pues, lo que los ejemplos muestran son escenarios complejos pero
únicos, modelos de colaboración que responden a lo propuesto a lo largo de este capítulo
pero altamente contextualizados en función de la realidad social que ha llevado a su
creación.
541
4. Algunas reflexiones finales sobre la intervención psicopedagógica desde
una perspectiva comunitaria
– Globalizante. Es decir, analizando las demandas y los problemas a los que hay
que dar respuesta desde una perspectiva global, que se enriquece de las diferentes
perspectivas, matices y puntos de vista que aportan los profesionales que
conforman la red.
– Plurisdisciplinar. La mayoría de situaciones sociales y educativas son tan ricas
y complejas que se hace difícil su estudio desde una única disciplina o ámbito
profesional. Por este motivo, los cambios, las mejoras y las innovaciones
requieren de un abordaje pluridisciplinar en el que la aportación de cada
profesional es complementaria a la de los otros miembros de la red.
542
CASO I. Red técnica de disminución psíquica y enfermedad mental
1) Creación de la red
El contexto de actuación de la red es comarcal. En este contexto y con anterioridad a la creación de la misma
coexistían dos centros específicos de atención al disminuido psíquico a partir de los 16 años: una Cooperativa de
Disminuidos Psíquicos que gestionaba un Servicio Complementario de Ajuste Personal y Social (SCAPS), un
Centro Especial de Trabajo, un Taller Ocupacional y Hogares-Residencias para adultos con autonomía para las
actividades de la vida diaria; y un Patronato privado que gestionaba un Servicio de Estimulación Precoz, un
Centro de Educación Especial y un Taller Ocupacional. Con relación al primero de estos dos servicios, su
creación estaba directamente relacionada con los equipos de salud mental de la administración autonómica, en
tanto que su creación parte de los mismos. Por otro lado, desde hacia dos años los servicios sociales comarcales
y municipales se habían agrupado en un servicio único, creando sinergias de trabajo y económicas al entorno del
Consorcio de Bienestar Social. En el ámbito educativo el EAP de la zona venia también trabajando
conjuntamente desde hacia ya algunos años con los asistentes y educadores sociales. Este último servicio, el
EAP, dadas las características de su intervención en las instituciones educativas actuaba como nexo de conexión
entre estas y los diferentes ámbitos socio-asistenciales-educativos de la zona: desde estimulación precoz, al
centro de educación especial, los servicios sociales, los talleres ocupacionales, el centro especial de trabajo o los
equipos de salud mental.
A pesar de la amplitud de servicios, se venían observando algunas disfunciones debidas por un lado a
solapamientos de intervención y por otro a la no planificación conjunta de algunas de las intervenciones de
carácter marcadamente comunitario que se planteaban desde algunos de estos servicios. Si bien se compartían
numerosas “reuniones de coordinación”, no se avanzaba en la realización de proyectos de intervención conjunta.
A su vez, la atención a la población con disminución psíquica o enfermedad mental estaba sujeta a múltiples
intervenciones profesionales, quedando en algunos casos “no clara” su asignación a un determinado recurso. La
coexistencia, por ejemplo de dos talleres ocupacionales (uno de ellos directamente relacionado al centro de
educación especial, por lo cual la mayoría de jóvenes al terminar su etapa escolar pasaban directamente al taller
ocupacional de patronato sin cuestionar otras opciones) implicaba un alto grado de confusión en lo que hacia
referencia a la tipología de población de los mismos o sus criterios de atención.
Al plantearse la necesidad de crear un establecimiento residencial que asegurara la atención de personas con
disminución psíquica, que no disponen del soporte familiar necesario o que a pesar de este soporte, no pueden
atender adecuadamente a su familiar debido a su elevado grado de dependencia, puso en evidencia la necesidad
de establecer un marco único de atención de nivel comarcal. Era necesario contemplar la población atendida
desde los dos talleres ocupacionales y valorar aquellos susceptibles de necesitar la atención de un auxiliar dado
su bajo grado de autonomía personal. Era necesario establecer quién, y con qué autoridad asignada, realizaba las
valoraciones y tomaba decisiones con relación a las necesidades detectadas. Era necesario diferenciar los dos
talleres (ocupacional y ocupacional con auxiliar) y consecuentemente reasignar a los usuarios de los mismos.
2) Configuración de la red
El carácter marcadamente institucional y comunitario de la necesidad detectada superaba el ámbito específico de
actuación de los diferentes equipos y servicios de la zona. Era necesario crear una estructura común y dotar a la
misma de la suficiente entidad para que las decisiones pudieran tener un alto grado de consenso: se actuaba
sobre personas y familias que ya tenían un recurso establecido y éste podía cambiar, era necesario romper con
determinadas tradiciones (el tránsito no cuestionado de un centro de educación especial a un determinado taller
ocupacional), se planteaba la creación de nuevos recursos, era necesaria una implicación real de las instituciones
de la zona y de las administraciones, tanto locales y comarcales como autonómicas.
Se crearon así dos niveles de actuación con mutua interdependencia: una comisión político-administrativa
integrada por representantes de las administraciones locales y comarcales y por los delegados territoriales de las
administraciones autonómicas afectadas (bienestar social, sanidad y educación); una red técnica con la finalidad
de “definir de manera conjunta y en el marco de una perspectiva de futuro, la estructura de los servicios de
atención a los disminuidos que ha de tener la comarca”, según recoge el documento de análisis elaborado por los
diferentes servicios y ratificado desde la comisión político-administrativa.
Profesionales, servicios y/o Funciones y objetivos de la red: Tareas de los profesionales de la red:
equipos implicados en la – Creación de una red única de – Apertura de expedientes personales.
red: atención y respuesta a las necesidades – Valoración psicoevolutiva: informe
– Director Cooperativa de de la población con disminución historial médico, suministración de
Disminuidos Psíquicos psíquica o enfermedad mental. baremos evolutivos y clínicos, redacción
543
(Centro Especial de Trabajo – Establecimiento de criterios comunes de currículos de hábitos de autonomía
y Centro Ocupacional). y compartidos de atención desde los personal.
– 1 técnico Cooperativa de servicios de la comunidad. – Valoración de los contextos sociales y
Disminuidos Psíquicos. – Valoración de la situación personal, familiares de desarrollo.
– Gerente Patronato privado familiar y social de cada usuario y – Entrevistas familiares.
de atención a la población decisión de cuál es el recurso más – Derivación y acompañamiento de las
discapacitada. adecuado en cada caso. situaciones personales valoradas y
– 1 técnico taller ocupacional – Planificación y organización de los asignadas.
del Patronato. recursos que atienden personas con – Seguimiento de los procesos de
– Directora Centro de disminución psíquica o enfermedad adaptación a los recursos asignados.
Educación Especial del mental en la comarca, así como de Valoración de la pertinencia de los
Patronato. cualquier tema relacionado con este mismos. Redacción de propuestas de
– Director equipo de salud ámbito de actuación. nueva asignación si es necesario.
mental de adultos. – Asignación de recursos sociales, – Realización de jornadas de información
– 1 técnico del centro de día asistenciales y/o laborales vinculados y visita a los centros comarcales:
de salud mental de adultos. con el desarrollo personal de la población atendida, profesionales
– Directora Consorcio de población. implicados en la atención a esta
Bienestar Social comarcal. – Orientación personal y familiar en población (áreas de salud, centros
– 1 técnico del Consorcio de los periodos de tránsito. hospitalarios, centros educativos...).
Bienestar Social comarcal. – Seguimiento y evaluación de los – Redacción de informes de las
– Director Equipo recursos comunitarios y de las actuaciones de la comisión para las
Psicopedagógico, situaciones personales atendidas desde administraciones locales y autonómicas
administración autonómica. la comisión. implicadas en la red.
(EAP en el contexto catalán). – Redacción de propuestas de creación
– 2 técnicos responsables de de nuevos servicios: pisos-residencia,
la valoración y orientación de residencia de adultos con auxiliar, etc
la población disminuida, – Redacción de propuestas de atención
administración autonómica. comunitaria para la población atendida:
(CAD de ICASS en el educación no formal, tiempo libre,
contexto catalán). deportes, etc.
544
– EAP, Equipo de encontrar las zonas de incertidumbres. tratamiento.
asesoramiento – Articular los recursos de atención primaria, – Buscar en cada situación la mejor
psicopedagógico. secundaria y terciaria: escuelas, servicios puerta de entrada, evitando duplicidades.
– EAIA, Equipo médicos ambulatorios, servicios especializados y – Mantener el espacio de coordinación
de atención a la hospitales. para consultas en situaciones de duda
infancia y – Ofrecer dentro de la red información acerca del tanto al iniciarse el proceso como durante
adolescencia. proceso más allá de las competencias la intervención.
– EBASP, Equipo individuales o de cada servicio o equipo. – Crear un protocolo de recogida de datos
básico de atención – Localizar la falta de recursos para la atención a unificado para todos los servicios que
social primaria. los abusos sexuales. aporten información epidemiológica
– Equipo de – Articulación de la intervención social con el sobre el abuso sexual.
Pediatría del sistema judicial.
Hospital – Utilización del hospital comarcal para la
Comarcal. exploración en los casos agudos y como lugar de
– Servicio de contención en los casos crónicos pendientes de
Salud Mental de estudio.
Adultos.
– Médico Forense
de los Juzgados.
– EATAV, Equipo
de asesoramiento
técnico y de
atención a la
víctima.
– Juzgado de
Instrucción y
Fiscalía.
Es importante diferenciar las funciones que son propias de cada uno de los
servicios o equipos integrados en la red, así como las características específicas de
los lugares de trabajo, aunque se compartan finalidades y objetivos. Poder
reconocer los puntos comunes respetando las diferencias y enriquecerse con lo que
éstas aportan constituye un reto importante de conseguir en el trabajo
psicopedagógico desde una perspectiva comunitaria.
La intervención desde una perspectiva comunitaria requiere de unas condiciones
básicas para que sea posible su desarrollo. Entre ella destacaríamos la gestión
conjunta de la red, la capacidad de reflexión, de autoanálisis, de auto-crítica y de
auto-regulación. En un primer momento será necesario asentar la colaboración a
partir de la planificación. Llegar a un consenso sobre los objetivos, las prioridades
y las tareas que es necesario llevar a cabo resulta imprescindible. En un segundo
momento, durante la intervención, se tendrá que compartir y consensuar la toma de
545
decisiones y establecer quién y cómo actuará, en qué escenarios y con qué finalidad
específica. En un tercer momento, la valoración de la intervención realizada, la
consecución de los objetivos o los motivos por los que no se han conseguido, será
lo que ayudará al conjunto de profesionales que participan en la red a avanzar y
construir conjuntamente conocimiento relevante para futuras intervenciones.
Finalmente, para el buen funcionamiento de las redes colaborativas entre
profesionales es necesario favorecer la creación de canales de comunicación e
intercambio regulados y estables. Esto no significa establecer lo que Dabas (1993)
denomina “bordes rígidos”. Al contrario, como señala esta autora, puesto que las
redes son estructuras dinámicas, es necesario establecer para qué, hasta cuándo y
en torno a qué problemas se realizará la intervención, generando una historia
común, explorando todas las voces y perspectivas, y valorando y consolidando
propuestas alternativas.
Lecturas recomendadas
Carretero Torres, M. R., Pujolàs Maset, P., y Serra Capallera, J. (2002). Un altre
assessorament per a l’escola. L’assessorament psicopedagògic des d’una perspectiva
comunitària. Barcelona: La Galera.
Los autores del libro analizan las potencialidades y las limitaciones de la práctica asesora en
contextos educativos formales a partir de su propia experiencia profesional, y contrastan los modelos
de intervención centrados en las necesidades y características de las personas con una perspectiva
comunitaria de la intervención psicopedagógica, según la cual la mejora de los procesos educativos no
puede quedar al margen de las exigencias sociales y culturales y de los contextos en los que estos
procesos tienen lugar. En los diferentes capítulos se describen las bases de una perspectiva
comunitaria del asesoramiento psicopedagógico; los principios y condiciones del mismo; se plantea la
escuela como un sistema abierto e integrado en una red social, analizando la red interna y externa de la
institución escolar; y finalmente se presenta un marco metodológico para el asesoramiento
psicopedagógico desde una perspectiva comunitaria.
546
Notas
1. Renau (1998).
2. Renau (1998); Coll (1996); Serra (2001); Carretero, Pujolàs y Serra (2002).
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561
Glosario
562
enseñanza secundaria para designar los espacios y actividades de coordinación que
realizan los departamentos y/o áreas (vertical) o los equipos de profesores de curso o de
nivel (horizontal).
cultura de la evaluación f Nos referimos, al entramado de conocimientos y de
prácticas desarrolladas para llevar a cabo la función social y pedagógica de la
evaluación.
cultura docente f La cultura de los docentes se puede definir como el conjunto de
creencias, valores, hábitos y normas dominantes que determinan lo que los miembros de
una organización educativa consideran valioso en su contexto profesional y que orienta
la manera de hacer las cosas y de relacionarse.
dictamen de escolarización m Informe en el que se realiza una propuesta razonada
sobre cuál es la mejor ubicación educativa para un alumno determinado.
discapacidad f Toda restricción o ausencia de la habilidad para realizar una actividad
en la forma o dentro del margen que se considera normal para su grupo humano.
enfoque contextualizado y multimodal m Planteamiento para la actuación
psicopedagógica que incluye distintos contextos y la aplicación de diferentes
procedimientos. Está basado en la coordinación de todos los agentes implicados y en la
individualización del tratamiento adaptándolo a las características y necesidades de cada
niño concreto.
entornos colaborativos telemáticos m pl Se trata de un tipo de espacios creados
mediante aplicaciones informáticas que resultan accesibles por medio de un ordenador, y
que permiten la comunicación uno a muchos. De entre todas las posibles concreciones
destacamos el entorno CSILE (Computer Supported Intentional Learning Environments)
o entorno de aprendizaje intencional con soporte del ordenador.
estrategia de aprendizaje f Proceso de toma de decisiones consciente e intencional
para obtener un objetivo de aprendizaje en un contexto específico. Supone establecer un
plan de acción, regular esta actuación y evaluar lo conseguido ajustando el uso de los
conocimientos disponibles en cada caso a las condiciones del contexto.
evaluación auténtica f La evaluación auténtica surge como reacción a las
limitaciones de las formas tradicionales de evaluación basadas en pruebas de lápiz y
papel. Supone evaluar las capacidades del alumno en un contexto que se aproxime lo
más posible a las características de los contextos reales en que esas capacidades deben
ponerse en juego. En el caso de las matemáticas, la evaluación auténtica conlleva el uso
de tareas abiertas y contextualizadas que constituyan auténticos problemas, y que
requieran de los alumnos la explicación y justificación de las soluciones adoptadas y de
los procesos que han llevado a tales soluciones.
evaluación psicopedagógica f Proceso para analizar con mayor detalle las
características y necesidades educativas del alumno con la intención de elaborar una
propuesta educativa que se adapte a la realidad personal y de aprendizaje del mismo.
Ello debe implicar el análisis de la institución escolar y del proceso de enseñanza y
563
aprendizaje, así como el nivel de competencia curricular del alumno y las características
de la institución familiar que inciden en el rendimiento de éste.
intervención comunitaria f Intervención que toma como marco de referencia a las
personas (alumnos, docentes, padres, etc.) como seres sociales pertenecientes a una
comunidad, y que plantea las actuaciones considerando los colectivos e instituciones que
conforman esta comunidad.
mediación escolar f Intervención que consiste en facilitar la comunicación entre dos
o más partes como vía para resolver conflictos de modo cooperativo; el/la mediador/a no
es un árbitro, ni un juez, un facilitador de la negociación y el acuerdo entre las partes.
mediador -a cultural m i f Profesional que colabora con el centro educativo para
lograr una comunicación fluida con el alumnado inmigrante y sus familias. También
ayuda en el intercambio cultural. Habitualmente este profesional es a su vez de origen
inmigrante o domina la lengua del colectivo al cual se dirige.
necesidad educativa especial f Respuesta educativa que facilita el acceso del alumno
al curriculum ordinario, de acuerdo con sus necesidades.
orientación vocacional f Proceso de ayuda, a través de mediadores, dirigido a todas
las personas en período formativo con la finalidad de desarrollar conductas vocacionales
que le preparen para la vida adulta mediante una intervención continuada, sistemática,
técnica y profesional.
perspectiva o modelo interactivo de la lectura f Perspectiva que agrupa a diversos
autores y teorías que presentan como factor común el hecho de considerar que la
comprensión de la lectura es un producto de la interacción entre la información presente
en el texto y los conocimientos, experiencias y emociones con que lo aborda el lector. Se
opone, en este sentido a considerar la lectura como mera traducción o recitación de lo
que “dice” el texto.
plan de acción tutorial m Conjunto de acciones de orientación personal, académica y
profesional, diseñadas por los profesores con colaboración de los alumnos y de la
comunidad educativa basándose en sus necesidades.
plan de acogida del centro m Conjunto de actividades que dispone un centro docente
con la finalidad de organizar la toma de decisiones en relación a las medidas educativas
que deben aplicarse con el alumnado inmigrante.
plan estratégico de centro m Proceso de reflexión. Ésta incluye un conjunto de
actividades a través de las cuales el equipo de Dirección de una organización genera las
directrices sobre la orientación que debe tomar la organización en los próximos años.
programa de evaluación del profesor m Conjunto de actividades o situaciones de
evaluación en las que implica a los alumnos a lo largo del proceso de enseñanza y
aprendizaje o el conjunto de actividades que profesores y alumnos desarrollan con la
finalidad global de evaluar los resultados del aprendizaje.
redes sociales de colaboración f pl Sistema abierto, multicéntrico, que a través de un
intercambio dinámico entre los integrantes de un colectivo (familia, equipo de trabajo,
564
barrio, organización, tal como la escuela, el hospital, el centro comunitario, entre otros) y
con integrantes de otros colectivos, posibilita la potencialización de los recursos que
poseen y la creación de alternativas novedosas para la resolución de problemas o la
satisfacción de necesidades.
sistemas de acceso al ordenador para personas con discapacidad motora m pl
Programas especiales, ratones y teclados alternativos, sistemas de simulación de teclado
y ratón en pantalla para su uso con conmutadores, sistemas de reconocimiento de voz y
otros recursos que permiten el uso del ordenador a las personas que no pueden manejar
el teclado y el ratón habituales.
toma de decisiones en evaluación f La toma de decisiones es uno de los aspectos del
proceso con mayores repercusiones para la individualización de la enseñanza. Ésta tiene
lugar a diferentes niveles y se dirige al cumplimiento de las finalidades de la evaluación
pedagógicas y sociales. Si en la educación secundaria se quiere atender a la diversidad,
la toma de decisiones en evaluación al final de la etapa, vinculadas a procesos de
titulación y de acreditación de los alumnos, ha de efectuarse vinculada al plan de
orientación personal académica y profesional del centro.
transición curricular f Fenómenos más significativos que tienen lugar cuando, por
las causas que fuere, los alumnos deben afrontar cambios en las exigencias de un
currículum, en partes del mismo, en el tipo de contenidos tratados, en los estilos de
enseñanza y aprendizaje provocados por la variabilidad de centros, de niveles o etapas
educativas y de profesores.
transición escolar f El paso de la escuela primaria a la escuela secundaria se puede
considerar como “un rito de paso” que supone tres cambios de posición. Éstos son: el
cambio físico y cultural de la propia adolescencia, el cambio informal, que tiene lugar
dentro y entre las culturas establecidas por sus iguales y grupos de amistades en los
cuales el adolescente experimenta y espera distintos tipos de relaciones, y el cambio
formal, que se da entre dos tipos de instituciones, con reglamentos exigencias
curriculares, y expectativas diversas por parte de los profesores.
trastorno mental m Conjunto de síntomas psicopatológicos identificables que
interfieren el desarrollo personal, laboral y social de la persona, de manera diferente en
intensidad y duración.
tutoría entre compañeros f Forma de aprendizaje de carácter cooperativo. Se trata
de trabajar por parejas ejerciendo uno de los miembros de tutor/experto, y el otro de
novato. Se utiliza para repasar los contenidos más importantes de cada día, para realizar
trabajos conjuntamente, etc.
565
Índice
Presentación 15
Intervención psicopedagógica en contextos educativos 16
Parte I 23
Historias de OPNIS 24
1. Trayectos y transiciones de una profesión 27
El inicio: la intervención desde un modelo clínico 27
Un gran cambio: otra manera de enfocarlos problemas y de intervenir en la
29
escuela
Nuevas experiencias, nuevos aprendizajes y nuevos cambios en la práctica 31
De la práctica profesional a la formación de profesionales 32
2. Territorios y mapas de una profesión 35
Recorre caminos con un mapa, sin señales de un tesoro. Terreno de lo
37
privado: ilusión y autonomía para recorrer el páramo de la soledad
Exploración de nuevas rutas: iniciativa y constancia para atravesar las
38
cordilleras del esfuerzo
Organización civilizada: flexibilidad y eficiencia en el despliegue de
39
decisiones y acuerdos
Reuniones accidentadas: respeto y honestidad para recorrer las redes de
40
comunicación
La práctica psicopedagógica en contextos de educación formal 42
1. Naturaleza y características de los contextos de educación formal:
45
implicaciones para la intervención psicopedagógica
2. Intencionalidad educativa y dimensiones de la intervención psicopedagógica 49
Conocimiento y análisis de la práctica educativa 49
Criterios de calidad de la intencionalidad educativa en contextos educativos
52
formales a nivel de centro y de aula
3. Finalidades y condiciones de la intervención psicopedagógica 56
¿Para qué intervenir psicopedagógicamente? 56
¿Dónde intervenir psicopedagógicamente? 56
¿Cuándo intervenir psicopedagógicamente? 58
¿Cómo intervenir psicopedagógicamente? 58
4. Contextos formales y contextos no formales e intencionalidad educativa 63
Notas 66
Un modelo para el análisis de contextos de asesoramiento
566
psicopedagógico en educación formal1 67
1. Introducción: el asesoramiento psicopedagógico como proceso de
69
representación conjunta de contextos problemáticos
2. Dimensiones de análisis para una representación conjunta de contextos
75
problemáticos
3. A modo de conclusión: utilidad de un modelo de análisis de contextos de
89
asesoramiento
Notas 91
Parte II 92
Bloque I 93
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de planes y proyectos
93
institucionales de centro
Introducción 94
Plan de actuación para atender a la diversidad de los alumnos 97
1. Dimensiones del análisis de las características de determinados alumnos y
101
alumnas de tercero de ESO en un instituto
2. Evaluación de las características de los alumnos 106
Transmisión y recepción de la información 108
Comprobación del nivel de comprensión y de aprendizaje de los contenidos
108
transmitidos
3. Características más relevantes del alumnado valorado 111
4. Propuesta educativa, curricular y organizativa para el alumnado analizado y
113
evaluado
Lecturas recomendadas 117
Plan de acogida y seguimiento de alumnos procedentes de otras
119
culturas
1. Tipología del alumnado inmigrante 121
2. Aspectos clave de la acogida 123
2.1. El emplazamiento escolar 123
2.2. Las actitudes 125
2.3. Organización de la acogida 126
2.4. Detección de las necesidades educativas del alumnadoinmigrante 129
2.5. El aula de acogida 129
2.6. El aprendizaje de la lengua o lenguas de la sociedad de acogida 130
2.7. Los alumnos 132
567
4. El entorno 137
A modo de conclusión 138
Lecturas recomendadas 139
Intervención psicopedagógica en el plan de acción tutorial del
140
centro
1. La Acción Tutorial y el Plan de Acción Tutorial 142
2. Contextos de asesoramiento en la intervención con relación al PAT 144
3. Análisis de un contexto de asesoramiento específico: intervención
psicopedagógica ante un alumno con comportamiento agresivo en el marco del 147
PAT
4. Conclusiones 157
Lecturas recomendadas 157
Anexo 159
Anexo 1. Guión plan de acción tutorial 159
Plan de intervención en la orientación académica y profesional de
160
los alumnos
1. Actividad profesional e intervención en la orientación educativa y profesional 164
2. Un caso de orientación académica y profesional en un centro 167
3. Principios psicopedagógicos en la orientación académica y profesional 169
4. Aspectos fundamentales en el Plan de orientación académica y profesional 171
5. Intervención psicopedagógica en los ámbitos de desarrollo del Plan de
174
orientación académica y profesional
5.1. Ámbito relativo a la elaboración, desarrollo y evaluación del proyecto
175
curricular de etapa y de las programaciones didácticas
5.2. Ámbito relativo a las programaciones de aula y al proceso de
176
enseñanza y aprendizaje
5.3. Ámbito relativo a la tutoría con el grupo clase 180
5.4. Ámbito relativo a la tutoría individual con el alumno 182
5.5. Ámbito relativo a la tutoría individual con los padres 183
Lecturas recomendadas 183
Notas 185
Proyecto de intervención para la convivencia y la prevención de la
186
violencia escolar
1. Una perspectiva comunitaria o la articulación de una realidad compleja 189
Estructura en red: comunicación, actitudes y valores en el grupo de iguales 189
568
3. Indisciplina, conflictividad y violencia escolar 194
Violencia interpersonal en la red de iguales 194
4. Un proyecto de educación de la convivencia para prevenir la violencia 197
Procedimientos y herramientas 197
5. Concluyendo: programas de trabajo como cajas de herramientas 200
Lecturas recomendadas 202
Notas 204
Plan de acceso a la educación secundaria: la coordinación entre la
205
primaria y la secundaria
1. La coordinación entre primaria y secundaria 207
2. Análisis de las dimensiones del proceso de transición y coordinación entre las
209
etapas de primaria y secundaria
3. Ejemplo de intervención psicopedagógica 214
4. Conclusiones 221
Lecturas recomendadas 222
Notas 223
Bloque II 224
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de proyectos y programas de
224
enseñanza y aprendizaje
Introducción 225
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el
228
aprendizaje de la lectura y la escritura
1. Cultura, educación, lectura y aprendizaje 231
2. La intervención psicopedagógica en la enseñanza de la lectura 236
3. Conclusión 243
Lecturas recomendadas 243
Notas 246
Proyectos y programas de innovación en la enseñanza y el
247
aprendizaje de las matemáticas
1. El asesoramiento psicopedagógico a proyectos y programas de innovación en
250
la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas: ámbitos y funciones
1.1. Funciones en el ámbito centro 251
1.2. Funciones en el ámbito de los equipos de profesores 253
1.3. Funciones en el ámbito alumno 254
2. Un ejemplo de intervención: el asesoramiento a un proceso de mejora de la
569
sobre la práctica 256
570
Anexo 3. Guión para realizar los grupos de discusión 302
Notas 303
Proyecto de integración de las tecnologías de la información y la
304
comunicación en las programaciones escolares
1. Contextos de asesoramiento en la intervención psicopedagógica de la
integración de las tecnologías de la información y la comunicación en las 307
programaciones escolares
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica en un proyecto de integración de
313
las TIC en la escuela
2.1. Descripción del centro 313
2.2. Plan tecnológico y responsables 313
2.3. Situación de intervención 314
2.4. Niveles de intervención 314
3. Conclusiones 318
Lecturas recomendadas 319
Notas 320
Programas de intervención psicopedagógica en procesos de
321
evaluación, titulación y acreditación del alumnado
1. Elementos para el análisis de la práctica de la evaluación desde la perspectiva
324
de la intervención psicopedagógica para atender a la diversidad
2. Estableciendo los límites del análisis de la evaluación como instrumento de
326
toma de decisiones de atención a la diversidad
3. Funciones del asesor psicopedagógico en la práctica de la evaluación como
330
instrumento de atención a la diversidad
4. Asesoramiento a un proceso de mejora de la evaluación como instrumento de
335
atención a la diversidad en un centro de Secundaria
5. Conclusiones 340
Lecturas recomendadas 340
Anexo 1 342
Análisis de la práctica de la evaluación de cada profesor9 342
Notas 345
Bloque III 346
La práctica psicopedagógica en el desarrollo de programas de atención a
346
alumnos con necesidades educativas especiales
Introducción 347
Proyecto de evaluación psicopedagógica de los alumnos con
350
571
necesidades educativas especiales 350
1. La evaluación psicopedagógica desde una perspectiva contextual 352
2. La evaluación psicopedagógica: el informe o dictamen de escolarización 354
3. Un proyecto de evaluación para la escolarización de alumnos con necesidades
356
educativas especiales
3.1. Fases en la elaboración del proyecto 357
3.2. Un caso ilustrativo 360
4. Conclusiones 363
Lecturas recomendadas 363
Notas 371
Proyectos y programas en alumnos con dificultades en la
372
adquisición del lenguaje
1. Criterios para la evaluación de las dificultades 374
2. Evaluación de un caso 378
3. Consideraciones sobre el vocabulario a tener en cuenta en el programa de
381
intervención
4. Programa de enseñanza de vocabulario en alumnos/as con dificultades de
386
lenguaje
5. Conclusiones 388
Lecturas recomendadas 388
Notas 389
Intervención psicopedagógica en graves dificultades del desarrollo
390
de habilidades de autonomía personal y social
1. Clasificación de contextos de asesoramiento en relación al desarrollo de la
396
autonomía personal y social
2. Análisis de un contexto de asesoramiento 398
3. Planteamiento del tema 400
4. Plan de intervención 402
5. Conclusiones 409
Lecturas recomendadas 410
Notas 411
Proyectos y programas en alumnos que requieren el uso de sistemas
412
aumentativos de comunicación que faciliten su acceso al currículum
1. El contexto de intervención psicopedagógica: La Unidad de Técnicas
415
Aumentativas de Comunicación (UTAC)
572
sistemas de acceso al ordenador para personas con discapacidad motriz
1.2. El equipo y las actividades de la Unidad de Técnicas Aumentativas de
417
Comunicación (UTAC)
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica: el caso de Juan 420
2.1. El alumno y su contexto 420
2.2. El inicio del proceso de asesoramiento psicopedagógico: la demanda 420
2.3. La búsqueda de soluciones 422
3. Conclusiones 427
Agradecimientos 428
Lecturas recomendadas 429
Anexo 431
Notas 436
Intervención psicopedagógica en el caso de alumnos con trastorno
437
mental o en riesgo de sufrir trastorno mental
1. El trastorno mental 439
2. La manifestación del trastorno mental en el contexto escolar 441
3. La reacción de los adultos 443
4. El tratamiento desde el punto de vista clínico 445
5. Algunos casos a modo de ejemplo 446
6. Dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica 448
7. La coordinación de esfuerzos, recursos y servicios comunitarios 453
8. La rehabilitación 456
9. Conclusiones 457
Notas 458
Proyectos y programas de intervención psicopedagógica en
459
alumnos con un bajo autocontrol de su conducta
1. Análisis de las dimensiones del contexto de intervención psicopedagógica en
462
alumnos con escaso autocontrol (actores, finalidades, actividades y contenidos)
2. Ejemplo de intervención psicopedagógica 467
2.1. Descripción del caso 467
2.2. Programa de actuación 467
2.2.1. Recogida de información y áreas de evaluación 467
2.2.2. Elaboración del plan de actuación 469
2.2.3. Implementación y seguimiento del programa de intervención 472
3. Conclusiones 473
573
Notas 475
Bloque IV 476
La práctica psicopedagógica ante las propuestas y demandas de alumnos,
476
profesores y padres
Introducción 477
Intervención psicopedagógica ante demandas planteadas por los
480
alumnos
1. Posición del asesor ante las demandas de los alumnos 483
1.1. En relación a las expectativas y actitudes que suelen ponerse en juego 483
1.2. Necesidad de establecer un contexto de colaboración 485
1.3. La orientación vocacional 486
2. Análisis de un contexto de asesoramiento específico 487
3. Conclusiones 493
Lecturas recomendadas 494
Anexos 495
Anexo 1: hoja de registro de la demanda 495
Anexo 2: guión entrevista tutor alumno 495
Notas 496
Asesoría psicopedagógica facilitadora de la gestión educativa y el
497
liderazgo
1. La dirección educativa: necesidades y contextos de demanda 501
2. Ejemplo de intervención 506
2.1. Descripción de I.E.S. 506
2.2. Demanda 506
2.3. Actores 507
2.4. Contenidos que hay que trabajar 508
2.5. Estrategias y herramientas: 509
2.6. Para la evaluación de las actividades: 512
3. Conclusiones 513
Lecturas recomendadas 513
Notas 515
Intervención psicopedagógica en las relaciones del profesorado con
516
la familia
1. Familia y profesorado: unos aliados que no siempre saben que lo son 518
2. Elementos para una estrategia de intervención psicopedagógica 520
574
2. Elementos para una estrategia de intervención psicopedagógica 520
3. Intervención psicopedagógica en la relación profesorado-familia: un caso
práctico 528
4. Conclusiones 531
Lecturas recomendadas 531
Intervención psicopedagógica conjunta del asesor y otros servicios
533
del sector y/o de la comunidad
1. La intervención psicopedagógica como intervención comunitaria y en red 536
2. El trabajo en redes de colaboración entre profesionales 539
3. Algunos ejemplos de trabajo en redes de colaboración 540
4. Algunas reflexiones finales sobre la intervención psicopedagógica desde una
542
perspectiva comunitaria
Lecturas recomendadas 546
Notas 547
Bibliografía 548
Direcciones de Internet 560
Glosario 562
575