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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

MÓDULO 3

PSICOLOGÍA DINÁMICA

DOCENTE:

MG. MANUEL CONCHA HUARCAYA


DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD:
LA EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD

FASE ORAL (0 – 1 1/2 años)

La primera fase del desarrollo donde las


necesidades, percepciones y modos de
expresión del niño, se centran
primariamente en la boca, los labios, la
lengua y otros órganos relacionados con
la Zona Oral.

La zona oral mantiene su papel dominante en


la organización de la psique durante los
primeros 18 meses de vida,
aproximadamente. Las sensaciones evocadas
son la sed, el hambre, las estimulaciones
táctiles placenteras evocadas por el pezón o su sustituto y las sensaciones
relacionadas con la deglución y la saciedad. El estado de tensión oral
conduce a la búsqueda de la gratificación oral, que se expresa en la
placidez posterior a la comida. La tríada oral consiste en el deseo de
comida, de dormir y de relajarse después de mamar hasta que sobrevenga
el sueño. Las necesidades libidinales (erotismo oral) predominan en la
primera etapa de la fase y más tarde se mezclan con elementos agresivos
(sadismo oral). Las manifestaciones propias de la agresividad oral se
conectan con los deseos y fantasías primitivos de morder, devorar y
destruir.
Tiene por tarea establecer una dependencia segura respecto a los objetos
que proporcionan alimento y apoyo, establecer expresiones agradables y
gratificar las necesidades de la libido oral, sin excesivo conflicto o
ambivalencia respecto a los deseos orales sádicos.

RASGOS DEL CARÁCTER


La resolución satisfactoria de la fase oral proporciona la base estructural
del carácter de la capacidad de dar y recibir de los demás sin una
dependencia o envidia excesiva y de desarrollar un sentimiento de
confianza hacia los demás y hacia sí mismo.

RASGOS PATOLOGICOS
Excesiva o inexistente gratificación oral puede originar fijaciones de la
libido, que contribuyan a la aparición de rasgos patológicos tales como
excesivo optimismo, narcisismo, pesimismo (frecuente en estados
depresivos) y alto nivel de demandas. Los caracteres orales son con
frecuencia excesivamente dependientes y exigen la atención y la entrega
de los demás. Este tipo de individuo desea recibir, aunque
excepcionalmente da algo a los demás. Para evocar una respuesta similar
hacia él mismo, da los objetos para conservar su autoestima. La envidia y
los celos son dos rasgos muy frecuentes en los caracteres orales.
FASE ANAL (1 ½ - 3 años)

Es la fase de desarrollo que surge de la madurez


del control neuromuscular de los esfínteres, en
especial del Esfínter Anal, que permite por tanto,
el control voluntario de la expulsión o la
retención de las heces.

Este período que se extiende desde el primero


hasta el tercer año de vida, se caracteriza por
una clara intensificación de los impulsos
agresivos acompañado de elementos libidinales e
impulsos sádicos. La adquisición del control
voluntario de los esfínteres se asocia a la
sustitución reciente de la pasividad por la
actividad. Los conflictos sobre el control anal y
los conflictos con los padres relacionados con la expulsión o la retención de
heces durante el aprendizaje incrementan la ambivalencia, la lucha por la
separación, la individualización y la independencia. El erotismo anal se
refiere al placer sexual que proporciona el funcionamiento anal, tanto al
retener las preciadas heces (retención anal) como al presentarlas a los
padres como un regalo valioso (expulsión anal). El sadismo anal es la
expresión de los deseos agresivos relacionados con la vivencia de las heces
expulsadas como armas poderosas y destructoras. Estos deseos a veces se
manifiestan en las fantasías de los niños de esta edad sobre bombas y
explosiones.
El período anal es esencialmente una fase de lucha por la independencia y
separación de los padres que les controlan y de los que dependen.

RASGOS DEL CARÁCTER.


La resolución positiva de la fase anal, proporciona las bases para el
desarrollo de autonomía personal, la capacidad de independencia y la
iniciativa personal sin sentimientos de culpa, la capacidad de controlar el
propio comportamiento sin vergüenza ni dudas, la falta de ambivalencia y
la capacidad para colaborar con disposición sin excesiva testarudez o
sensación de intravaloración o fracaso.

RASGOS PATOLÓGICOS
Del erotismo anal y de las defensas contra él se derivan rasgos de
carácter mal adaptativo, que con frecuencia son aparentemente
inconsistentes. Algunas manifestaciones del carácter anal derivadas de la
fijación en las funciones anales son la tendencia al orden excesivo, la
obstinación, la testarudez, la frugalidad y la parsimonia. Cuando las
defensas contra los rasgos anales son menos eficaces, el carácter anal
revela rasgos de fuerte ambivalencia, desorden, suciedad, desconfianza,
cólera y tendencias sadomasoquistas. Las características y las defensas
anales se observan típicamente en las neurosis obsesivo-compulsivas.
FASE URETRAL (2 ½ - 3 ½ años)

Esta fase no fue explícitamente establecida


por FREUD, pero se considera una fase de
transición entre la fase anal y la fálica.
Comparte alguna característica de la fase anal
anterior y de la fase fálica posterior.

Las características de la fase uretral suelen


incluirse en la fase fálica. El erotismo uretral,
sin embargo, se refiere al placer de orinar, así
como al placer de retener la orina, similar al
de retener las heces. Los modelos de
actuación y control son bastante semejantes
en el funcionamiento uretral. La función
uretral puede también investirse de
cualidades sádicas que, con frecuencia,
reflejan impulsos anales sádicos persistentes.
La pérdida del control uretral, como ocurre en
la enuresis, suele tener significación regresiva que a su vez reactiva los
conflictos anales.

RASGOS DEL CARÁCTER

Además de los efectos saludables análogos a los del período anal, la


competencia uretral proporciona un sentimiento de orgullo y
autocompetencia derivado de su ejecución. La actuación uretral es un área
en la que el niño puede imitar e igualar a su padre. La resolución de los
conflictos uretrales sienta las bases de la identidad genérica y las
consiguientes identificaciones.

RASGOS PATOLÓGICOS

El rasgo uretral predominante es la competitividad y la ambición


probablemente como compensación por la vergüenza que produce la
pérdida de control. En el control puede estar el origen de la envidia del
pene, relacionada con el sentimiento de vergüenza e incapacidad femenina
predominante por no poder igualar la actuación uretral masculina. También
se relaciona con motivos tales como el control y la vergüenza.
FASE FÁLICA (3 – 6 años)

La fase fálica del desarrollo psicosexual


comienza durante el tercer año de vida y
dura aproximadamente, hasta el final del
quinto año de edad.

La fase fálica se caracteriza por la


focalización del interés, la excitación y la
estimulación sexual de la zona genital. El
pene se convierte en el órgano que despierta
más interés en los niños de ambos sexos y la
ausencia del pene en las niñas se
experimenta como una castración.

La fase fálica suele asociarse al aumento de la frecuencia masturbatoria


acompañada de fantasías predominantemente inconscientes en las que
participa el padre del sexo opuesto.

La amenaza y la ansiedad de castración surgen en conexión con el


sentimiento de culpa por la masturbación y los deseos edípicos. Durante
esta fase se establece y consolida el conflicto edípico.

Así, el infante habla de casarse con el progenitor del sexo contrario y de


desplazar al progenitor del mismo sexo.

El propósito de esta etapa es enfocar el interés erótico en la zona y las


funciones. Esta localización sienta los cimientos del género y sirve para
integrar los residuos de las fases previas de desarrollo psicosexual dentro
de una orientación genito-sexual predominante. El establecimiento de la
situación edípica es esencial para afianzar las identificaciones subsiguientes
que servirán como base de importantes y persistentes dimensiones de la
organización del carácter.

El infante es capaz de formar el Súper-yo, en base a los castigos, consejos,


resondrones y comparaciones que hacen los padres con sus demás
hermanos. El niño forma así una moral interna, llamada Súper-yo;
estructura encargada de censurar, es decir, desaprobar aquello que es
considerado libidinoso, inmoral o incorrecto.

RASGOS DEL CARÁCTER

La Fase Fálica proporciona los cimientos para el sentido de identidad


sexual, emerge un sentido de curiosidad sin prejuicios sin azoramiento, de
iniciativa sin culpabilidad, así como una sensación de control no sólo sobre
los objetos y las personas del entorno, sino también de los procesos e
impulsos internos. La resolución del conflicto edípico al final de la fase
fálica permite que afloren las poderosas fuerzas internas que regulan los
impulsos y los orientan con fines constructivos. La fuente reguladora
interna es el Súper-yo y se basa en las identificaciones derivadas de las
figuras parentales primarias.
RASGOS PATOLÓGICOS

Los rasgos patológicos derivados del desarrollo fálico edípico son tan
complejos y se modifican tantas veces, que participan prácticamente en
todo el desarrollo neurótico. Los aspectos más importantes, sin embrago,
se centran en la castración en los varones y en la envidia del pene en las
mujeres. El otro foco importante de distorsiones del desarrollo en este
período se deriva de los patrones de identificación que se desarrollan en la
“resolución del complejo edípico”. La influencia de la ansiedad de
castración y la envidia del pene, las defensas frente a ambos y los patrones
de identificación que surgen en la fase fálica, son los determinantes
primarios del desarrollo del carácter humano. También asumen, e integran
los residuos de las etapas psicosexuales previas, de manera que las
fijaciones o conflictos derivados de las etapas anteriores pueden
contaminar y modificar la resolución edípica.

FASE DE LATENCIA (6 A 12 años)

La fase de relativa quiescencia,


quietud o inactividad del impulso
sexual que va desde el período de
resolución del complejo de Edipo,
hasta la pubertad (de los 5-6
años hasta los 11-13 años).

La constitución del Súperyo al


cerrarse el período edípico y la
maduración consiguiente de las
funciones del Yo permiten un
grado considerablemente mayor de control de los impulsos instintivos. Los
intereses sexuales durante este período se consideran inactivos o quietos,
debido a la influencia de la escuela, estudio, responsabilidad, disciplina,
etc. y la socialización a través de las normas, la libido queda inhibida o
desplazada por otras actividades como los deportes, las tareas, etc.

Es la fase de las filiaciones homosexuales, tanto en varones como en


mujeres, así como la sublimación de las energías libidinales y agresivas, en
aprendizajes y actividades lúdicas, en la exploración del entorno y la
depuración de las técnicas para afrontar el mundo de personas y cosas que
les rodean.

Es el período de desarrollo de habilidades importantes. La fuerza relativa


de los elementos reguladores con frecuencia hace aparecer patrones de
conducta de alguna manera obsesivos e hipercontroladores.

El objetivo fundamental en este período es la completa integración de las


identificaciones edípicas y la consolidación de la identidad de roles
sexuales. La quiescencia relativa y el control de los impulsos instintivos
permiten que se desarrollen los instrumentos del Yo y las habilidades de
control. Si existen contactos intensos con personas significativas ajenas al
núcleo familiar (profesores, entrenadores u otros adultos), es posible que,
además de los edípicos, aparezcan otros componentes identificatorios.

RASGOS DEL CARÁCTER

El período de latencia se suele considerar como de escasa actividad,


relativamente poco importante en el esquema de desarrollo. Sin embargo,
actualmente se ha dado gran importancia a los procesos que se desarrollan
durante esta etapa. Algunas consolidaciones importantes dependen de las
identificaciones postedípicas. Es un período de integración y consolidación
de los logros adquiridos en las fases previas del desarrollo psicosexual y
del establecimiento de patrones decisivos del funcionamiento adaptativo. El
niño puede desarrollar un sentido de laboriosidad y una capacidad para
manipular objetos y conceptos que le permitirá vivir de manera autónoma
y con un sentido de iniciativa, sin correr el riesgo de fracasar o sentirse
inferior. Estos logros importantes deben integrarse más adelante en última
instancia, como la base esencial de una vida madura y en el amor.

RASGOS PATOLÓGICOS

El peligro durante el período de latencia viene tanto por defecto como por
exceso en el desarrollo de los controles internos. La falta de control puede
conducir al niño a no sublimar sus energías de manera suficiente para el
aprendizaje y el desarrollo de las habilidades; un control interno excesivo,
sin embargo, puede provocar un final prematuro del proceso de desarrollo
de la personalidad y la elaboración precoz de rasgos obsesivos del
carácter.

FASE GENITAL (12 años a Adulto Joven)

La Fase Genital o adolescente del desarrollo


psicosexual se extiende desde la aparición de la
pubertad hasta que el individuo alcance el
estado del adulto joven. Esta fase actúa en
distintos períodos: preadolescencia, adolescencia
temprana, adolescencia tardía e incluso
postadolescencia.

La madurez fisiológica de los sistemas de


funcionamiento genital (sexual) y los sistemas
hormonales estabilizadores producen la
intensificación de los Impulsos, sobre todo los
libidinosos. Se produce una regresión en la
organización de la personalidad, ya que, se reabren conflictos propios de
etapas previas del desarrollo psicosexual y existe la posibilidad de una
segunda resolución de conflictos necesaria para alcanzar la madurez sexual
y la identidad adulta.

Los objetivos prioritarios de este período son por un lado, eliminar la


dependencia y el vínculo con los padres y por otro, establecer relaciones de
objetos maduros y no incestuosos. En relación a las otras fases, es
considerada madura, porque al reaparecer el placer, debido a los cambios
biológicos propios de la pubertad, el sujeto orienta su actividad sexual a
personas de otro sexo de manera adulta, ya no la atracción hacia mamá o
papá, sino a una persona acorde a la edad del sujeto, y en donde destaca
la maduración total del sistema sexual, de modo que el orgasmo, la
eyaculación y el embarazo son posibles. Ciertamente, se considera al
orgasmo la señal instintiva y plena de satisfacción; pero se combina con
placeres eróticos de etapas pregenitales y que aportan a la expresión del
instinto sexual. Relacionado con ello está la adquisición de un sentido de
identidad personal maduro, así como la aceptación e integración de un
conjunto de roles y funciones adultas que permitirán nuevas integraciones
adaptativas con las expectativas sociales y los valores culturales.

RASGOS DEL CARÁCTER

La resolución satisfactoria y la reintegración de las fases psicosexuales


previas en la adolescencia además de los problemas específicos de la fase
genital, proporcionan la capacidad para completar y satisfacer su
potencialidad sexual y un sentido de identidad autointegrado y consistente.
El individuo ha alcanzado una capacidad satisfactoria de autorrealización y
participación consciente en las áreas del trabajo y el amor y en la
aplicación creativa y productiva de las mismas para satisfacer y alcanzar
objetivos y valores importantes. Sólo en los últimos años se ha
cuestionado por primera vez una presunta relación entre genitalidad sexual
y funcionamiento maduro de la personalidad.

RASGOS PATOLÓGICOS

Las desviaciones patológicas ocasionadas por el fracaso en la resolución


correcta de esta etapa del desarrollo son múltiples y complejas. Pueden
surgir problemas del conjunto del espectro de los residuos psicológicos, ya
que la tarea del desarrollo en la adolescencia consiste, en cierta medida,
en la reapertura, reelaboración y reintegración de todos los demás
aspectos del desarrollo.
Las resoluciones fallidas anteriores y las filiaciones en varias fases o
aspectos del desarrollo psicosexual provocan defectos patológicos en la
personalidad adulta emergente (Erickson: Difusión de identidad).
LA EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD:
TRAUMAS, FIJACIÓN Y CARÁCTER

Los Traumas

Los efectos del trauma son de dos


tipos, positivos y negativos. Los
positivos son esfuerzos tendientes a
reactivar el trauma y por lo tanto a
rememorar la experiencia olvidada o,
mejor aún, a hacerla real, vivir de
nuevo su repetición, incluso, si se
trata de una relación afectiva
anterior, revivirla en una relación
análoga con otra persona. Estos
esfuerzos se reúnen bajo el nombre
de fijación al trauma y coacción de
repetición.

Pueden estar integrados en el Yo llamado normal y prestarle, en tanto


que tendencias constantes en él, rasgos de carácter inmutables, aunque su
fundamento real, su origen histórico, hayan sido olvidados, o más bien a
causa de ello. Así, un hombre que ha pasado su infancia en un apego
excesivo a la madre, hoy ya olvidado, puede buscar durante toda su vida
una mujer de la que pueda volverse dependiente, dejarse alimentar y
mantener. Una joven que ha sido en su primera infancia objeto de una
seducción sexual puede disponer su vida sexual ulterior de manera tal que
siempre provoque agresiones de ese tipo.

Es fácil advertir que con tales puntos de vista penetramos, más allá del
problema de la neurosis, hasta la comprensión del carácter en general.
Las reacciones negativas tienden a la meta opuesta: a que ningún
elemento de los traumas olvidados pueda ser rememorado o repetido.
Podemos reunirlas bajo el nombre de reacciones de defensa. Su
manifestación principal es lo que se llaman evitaciones, que pueden
agravarse convirtiéndose en inhibiciones o fobias. También estas
reacciones negativas realizan fuertes contribuciones a la formación del
carácter; en el fondo son fijaciones al trauma, lo mismo que su antítesis,
sólo que de tendencia contraria.
Fijación y Carácter

Las experiencias que uno va acumulando a


lo largo de la vida contribuyen a forjar su
personalidad o carácter como adulto. Freud
creía que las experiencias traumáticas
tenían un efecto especialmente fuerte en
esta etapa. Indudablemente, cada trauma
en particular podría tener su impacto
específico en una persona, lo cual solo
podía explorarse y comprenderse sobre una
base individual. Pero, aquellos traumas
asociados con los estadios de desarrollo por
los que todos pasamos, tendrían mayor
consistencia.

Si una persona presenta algún tipo de dificultad en cualquiera de las tareas


asociadas con estas etapas (el destete, el control de esfínteres o en la
búsqueda de la identidad sexual) tenderá a retener ciertos hábitos
infantiles o primitivos. A esto se le llama fijación.

La fijación provoca que cada problema de una etapa específica se


prolongue considerablemente en nuestro carácter o personalidad.
Si, teniendo 18 meses de edad, se encuentra constantemente frustrado en
su necesidad de chupar, ya sea porque mamá está incómoda o incluso es
muy ruda con usted, o sencillamente quiere destetarle demasiado rápido,
usted puede desarrollar un carácter oral-pasivo. Una personalidad de este
tipo tiende a depender mucho de los demás. Usualmente buscan
“gratificaciones orales” tales como comer, beber y fumar. Es como si
estuviesen buscando los placeres que se perdieron en la infancia.

Cuando tenemos entre 5 y 8 meses de


edad, empezamos la dentición. Una
acción que nos satisface mucho en este
período es morder todo lo que esté a
nuestro alcance, como por ejemplo, el
pezón de mamá. Si esta acción es
causante de displacer o se corta
demasiado rápido. Podremos desarrollar
entonces una personalidad oral-
agresiva. Esta personas retienen de por
vida un deseo de morder cosas, como lápices, chicles, así como personas.
Tienden a ser verbalmente agresivos, sarcásticos, irónicos y demás.

En el estadio anal estamos fascinados con nuestras “funciones


corporales”. Al principio, podemos hacerlo de cualquier forma y en
cualquier lugar. Posteriormente, sin razón aparente empezamos a
comprender que podemos tener control sobre ello, haciéndolo en ciertos
lugares y a ciertas horas. ¡Y los padres parecen valorar sobremanera el
producto final de estos esfuerzos!
Algunos padres se someten a merced del niño en el entrenamiento del
control de esfínteres. Le piden de rodillas que lo hagan en el váter, se
alegran considerablemente cuando lo hacen bien y se rompe su corazón
cuando no lo hacen correctamente. El niño, mientras, es el rey de la casa,
y él lo sabe. Este niño, con esos padres, desarrollará una personalidad
anal-expulsiva (también anal-agresiva). Estas personas tienden a ser
sensibleros, desorganizados y generosos ante una falta. Pueden ser
crueles, destructivos y muy dados al vandalismo y los grafiti. El personaje
de Oscar Madison en la película “Un par de gruñones” (The Odd Couple) es
un buen ejemplo.

Sin embargo, otros padres son estrictos. Pueden estar compitiendo con los
vecinos a ver cuál de los niños controla primero los esfínteres (muchas
personas creen que si un niño lo hace muy pronto en su evolución, es un
signo de gran inteligencia). Pueden llegar a usar la humillación o el castigo.
Este niño puede perfectamente sufrir de estreñimiento, tratando de
controlarse constantemente y desarrollará de mayor una personalidad
anal-retentiva. Será especialmente pulcro, perfeccionista y dictatorial. En
otras palabras el anal-retentivo está atado por todas partes. El personaje
de Félix Unger en la película mencionada es un ejemplo perfecto.

Existen también dos personalidades fálicas, aunque a ninguna de ellas


se le ha dado nombre. Si el niño, por ejemplo, es rechazado en demasía
por su madre y además amenazado por su padre excesivamente varonil,
tendrá posiblemente una sensación muy pobre de autovalía en cuanto a su
sexualidad. En este caso, intentaría lidiar con esto o bien declinando
cualquier actividad heterosexual; convirtiéndose en un ratón de biblioteca
o llegando a ser el macho de todas las mujeres. En el caso de una niña
rechazada por su padre y amenazada por una madre excesivamente
femenina, también producirá una autoestima muy baja en el área de la
sexualidad. Así, podría llegar a ser un jarrón de flores de adorno y una
belleza exageradamente femenina.

En otra situación, si un niño no es rechazado por su madre y más bien es


sobreprotegido en sus debilidades por ella mucho más que su padre
pasivo, podría desarrollar una opinión de sí mismo bastante grande (lo cual
le remitirá mucho sufrimiento al enfrentarse al mundo real y darse cuenta
de que los demás no le quieren como su madre lo hizo) y parecer
afeminado. Después de todo, no existe ninguna razón por la que tenga que
identificarse con su padre. De la misma manera, si una niña es la
princesita de papá y su mejor colega y mamá ha sido relegada a una
posición casi de sirvienta, la chica será muy superficial y egocéntrica, o por
el contrario muy masculina.

Estos distintos caracteres fálicos


demuestran un punto importante de la
caracterología freudiana: los extremos
conllevan a los extremos. Si usted se
encuentra frustrado o es demasiado
indulgente, tiene problemas. Y, aunque
cada problema tiende a desarrollar
ciertas características, éstas últimas
pueden ser fácilmente reversibles. Así, por ejemplo, una persona anal-
retentiva puede volverse excesivamente generosa o ser bastante
desorganizada en algunos aspectos de su vida. Esto puede llegar a ser
suficientemente frustrante para los científicos, pero de hecho es la realidad
de la personalidad.

BIBLIOGRAFIA

Básica
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Complementaria
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Rodriguez, C. (2002) Psicopatología Psicoanalítica: un enfoque vincular. Madrid: Ed.
Biblioteca Nueva.
Mg. Manuel Concha Huarcaya
C.Ps.P. 4815
psicomanuel.blogspot.com

enmanuel40@hotmail.com

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