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curricular de la Educación Inicial Indígena. Un campo de la diversidad
La
Dirección
General
de
Educación
Indígena
(DGEI),
de
acuerdo
con
las
tareas
que
tiene
encomendadas,
considera
el
marco
normativo
nacional
para
atender
la
diversidad
de
los
pueblos
y
comunidades
originarias
y
de
la
población
migrante
que
requieren
el
servicio
educativo
para
los
grupos
en
edad
de
cursar
la
educación
básica.
El
servicio
se
caracteriza
por
su
pertinencia
en
términos
de
flexibilidad,
bilingüismo
en
lengua
indígena
y
español,
la
diversidad
e
interculturalidad,
así
como
el
apego
a
los
valores
y
derechos
colectivos
e
individuales
tendientes
a
la
convivencia
armónica
y
respetuosa.
Entre
diversos
recursos,
la
DGEI
cuenta
con
una
herramienta
poderosa
para
impulsar
su
política
de
cobertura,
permanencia
y
calidad
de
la
educación
en
las
comunidades
indígenas:
el
desarrollo
de
material
didáctico
orientado
a
establecer
normas,
lineamientos,
metodologías
y
actividades
didácticas,
planeación
y
evaluación,
a
fin
de
que
docentes,
alumnas
y
alumnos
y
agentes
educativos
comunitarios
sumen
esfuerzos
para
alcanzar
los
logros
de
aprendizaje
esperados.
Uno
de
los
desafíos
más
importantes
de
la
DGEI
ha
sido
la
preparación
de
marcos
curriculares
que,
cumpliendo
con
todas
las
exigencias
normativas
y
pedagógicas
de
la
Educación
Inicial
y
Básica,
respondan
a
cumplir
los
derechos
y
las
necesidades
específicas
de
los
pueblos
indígenas,
como
parte
de
lo
universal.
Hemos
logrado
cumplir
el
compromiso
e
iniciado
la
distribución
del
Marco
Curricular
de
la
Educación
Inicial
Indígena.
Un
campo
de
la
diversidad,
al
cual
seguirán
los
correspondientes
a
los
niveles
Preescolar
y
Primaria.
Con
una
perspectiva
de
integralidad,
el
material
muestra
los
aspectos
históricos,
legales,
fundamentos
y
formas
de
atención,
características
del
servicio,
propósitos
y
ámbitos
de
acción;
y
algo
esencial
que
deseamos
enfatizar:
el
desempeño
docente
favorable
para
el
desarrollo
y
aprendizaje
de
niñas
y
niños.
La
trascendencia
de
la
participación
de
los
padres
y
la
forma
de
abordar
la
misma
se
revela,
entre
otros
segmentos
del
material,
en
el
siguiente
párrafo:
“Para
lograr
la
participación
de
madres
y
padres
en
las
actividades
de
planeación
es
necesario
sensibilizarlos
y
proporcionarles
información
respecto
de
la
importancia
que
ésta
tiene
y
su
impacto
en
los
avances
y
logros
de
niñas
y
niños.
En
este
nivel
el
involucrarlos
representa
una
gran
oportunidad
para
revitalizar
el
uso
de
su
lengua,
al
enseñarla
a
sus
hijos
e
hijas
a
través
del
lenguaje
oral
y,
si
es
el
caso,
el
escrito.
También
hay
que
hacerles
saber
que
la
construcción
que
hacen
los
infantes
acerca
de
las
concepciones
sobre
la
lectura
y
la
escritura
comienza
antes
de
su
ingreso
al
nivel
preescolar”
(p.
22).
Se
observa
asimismo
otra
referencia
sobre
el
reto
que
adquiere
para
el
docente
la
organización
y
ejecución
de
su
práctica
en
las
siguientes
reflexiones:
Saber
usar
la
cultura
y
lengua
originaria
de
la
localidad;
interesarse
por
conocerlas.
Si
no
maneja
la
lengua,
puede
incorporar
a
los
hablantes
de
la
comunidad
en
actividades
que
impliquen
que
niñas
y
niños
escuchen
los
sonidos
propios
de
ésta
y
la
forma
en
que
se
organizan
las
palabras
al
hablar.
Por
ejemplo,
convocar
a
los
jóvenes
de
la
comunidad,
de
la
primaria
y
telesecundaria,
a
representar
un
cuento
en
su
lengua
indígena;
pedir
a
una
mamá
que
cante
una
canción
en
su
lengua;
solicitar
a
los
abuelos
que
narren
el
mito
de
origen
de
la
localidad
o
que
les
enseñen
a
enredar
el
hilo
para
bordar.
También
puede
aprender
la
lengua
indígena
comenzando
por
hacer
uso
del
vocabulario
y
expresiones
comunes,
dejándose
enseñar
por
la
comunidad
(p.
35).