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Celeste o el marsupial

Celeste tiene un papel importante en la existencia de Guy Debord a partir del


giro de los años 1971 y 1972, en la medida en que es para él el arquetipo de marsupial.
Descubrimos su fotografía en la película de 1978 In girum imus nocte. Sanguinetti
acaba de ser expulsado de Francia en razón de unos acuerdos con el gobierno italiano1.
Si el retorno forzado a su país le pone triste –pues debe, le dice a Alice, «renunciar aún
más que a “Parigi bella”, a la deliciosa compañía de Guy y la tuya, a las bellas
canciones de Riesel, a los amigos»–, se consuela al descubrir en Pisa a ésta chica
extraordinaria que asocia inmediatamente a Nadja. Así describe en su correspondencia a
esta maravilla que se llama Cristina pero que ha escogido el sobrenombre de Celeste:
«Piensa que ella es diez años más joven que el vino más joven que yo haya bebido en la
península ibérica: ella nació en 1956. Pero no aparenta más que trece años. Acaba de
salir tras trece años de reclusión, con las monjas, y de una corte juvenil ante la que su
padre la llevó, acusándola claramente de ser una puta». No solamente corresponde al
mito de la pequeña gamberra que encanta a la pareja Debord, sino que además su forma
de hablar es una cosa única: «Florentina al 100%, habla una mezcolanza que solo tiene
parangón en Dante y Aretino. Nunca, ni siquiera en Boccaccio, había encontrado una tal
cantidad (¡y cualidad!) de blasfemias florentinas». Gianfranco no tiene ninguna duda de
que Alice compartirá su entusiasmo ante semejante maravilla: «Seguramente no tendrás
dificultad para imaginar mi asombro ante la aparición angélica de esta pequeña,
pequeña chiquilla cuyo estilo y labia no dejarían ciertamente de fascinarte; una chica
muy simple, muy “popular”. Ella quiere que la llamen Celeste, ignoro por qué».
Sanguinetti añade algunos dibujos en la carta: « ¿No encuentras una sorprendente
semejanza entre estos dibujos de la pequeña Celeste y los de Nadja? Ella toca el órgano
y el violonchelo (que junto al clavicémbalo son los tres instrumentos que más me
gustan)». A esta carta entusiasta Alice responde con una postal: «No nos veremos
entonces en París, sino en Florencia. Nadja es nadjesca. Un abrazo». Por su parte,
Debord, que acaba de pasar unos días de vacaciones en la isla de Ré con Alice y con
Michèle Bernstein, envía una larga misiva a Sanguinetti en la cual explica ante todo sus
temores de estar siendo vigilado por la policía. Y añade a propósito de Celeste: «Es
estupendo haber encontrado una Nadja de esa edad, y en nuestra época».

Sanguinetti saca a colación enseguida la cuestión de la compatibilidad de su


amor por Celeste y su relación permanente con Connie. Espera que esta última sepa
poner sordina a sus celos. Alice le responde en otra postal, metida en el mismo sobre
que la carta de Debord del 15 de agosto de 1971: «Estoy completamente de acuerdo con
lo que dice Guy sobre Celeste y Connie. Pero una es un marsupial, por lo que sus
cualidades y sus defectos son de naturaleza diferente, lo cual, supongo, debe notarse en
vuestras relaciones: ¿se han encontrado cara a cara?». Así, desde el comienzo de esta
1
Italia se muestra más represiva que Francia respecto a los medios izquierdistas, incluso si la violencia
(que se cobraba seis nuevos fallecidos en 1971) se debe en esta época sobre todo a la extrema derecha.
Ver el libro de Isabelle Sommier, La violence politique et son deuil. L’ après-68 en France et en Italie, op.
cit. p. 98-99.

1
historia, Celeste es incluida en la categoría de los marsupiales. Tras este envío, Alice y
Guy redactan sus cartas del 20 de agosto de 1971, con las que se abre el comienzo
oficial de la marsupiología. Debord termina su carta del 25 de agosto a Sanguinetti con
una alusión a Connie y Celeste: «Saludos afectuosos a ti y a las “ragazzine che te la
danno”», es decir, según la nota redactada por los editores de la Correspondencia: «Las
“chiquillas que te dan (primero las buenas noches y después la mano)”, como en la
canción Porta romana». En cuanto a Alice, ella expresa su deseo de conocer cuanto
antes a Celeste: «cuando estés cansado de teorizar que nada te impida escribirme una
carta. Si crees que Celeste también podría hacerlo, sea, pero te equivocas al pensar que
una carta exprés sea tan larga como para llegarme. ¡Ah!, ¡el Correo de mis tiempos –y
las chiquillas, entonces! Tuya, con cariño».

Entre tanto estalla el affaire Riesel, el cual, lejos de poner fin a la teoría de los
marsupiales le da, por el contrario, más amplitud, como si la irrupción de Celeste
tuviera el poder de atenuar la herida infligida a Guy y Alice por las cartas de René y
Joëlle. Pero la aventura se complica rápidamente porque los padres de la joven italiana,
que es menor, intervienen amenazando a Sanguinetti de actuaciones judiciales y a la
joven de un nuevo encerramiento. Por su lado, Guy y Alice han recibido fotografías de
Celeste que les han encantado. Alice escribe el 19 de septiembre de 1971 a Gianfranco:
«Celeste es hermosa. Debe tener una bella voz. En una de las fotos (hablando por
teléfono) le encuentro un no sé qué de asiática (¡siempre mi lado narcisista!). Está
pletórica. Yo desconfío siempre mucho de las “mujeres” que han inspirado a los
surrealistas. Nadja era una excepción, sin lugar a dudas –en todo caso Bretón– y todavía
el final del libro es lo suficientemente decepcionante y revelador respecto a lo que los
surrealistas buscaban y encontraban en “la belleza”, “la mujer”, “la poesía”, fuera
incluso de sus propios devenires, de ahí el peligro del estereotipo».

Celeste no se deja aprisionar por los fantasmas de los principales miembros de la


horda tan fácilmente como éstos esperaban. Ella se enamora de un chico mucho más
cercano al medio social del que proviene2, de lo cual Sanguinetti informa a sus amigos a
través de Alice que inmediatamente responde: «Tu carta y las noticias que nos das de
Celeste nos han entristecido mucho. […] Siempre he creído que lo que Celeste busca es
emparejarse, pero no sabiendo todavía lo que ella es, no sabe ver qué le conviene». Tras
haber explicado a Sanguinetti qué significa “emparejarse”, añade: «Puede traducirse por
“distinción”. Esto es lo que quieren muchas de estas jóvenes tan independientes, porque
ello finalmente supone “ser reconocida”. Y de esta manera acaban con las “tontadas”
que les hacen sufrir». Alice relaciona la traición de Celeste con su pertenencia a la
especie marsupial, añadiendo: «Ella volverá, claro. ¿Pero en qué estado? Los
marsupiales, en malas condiciones, se desesperan rápidamente porque los golpes que
querrían dirigir contra el mundo exterior se los dan a sí mismos, sobre todo en la etapa

2
En su carta del 21 de enero de 1972, Sanguinetti precisa: «Su amor napolitano es un lumpen muy
simpático que vale seguramente más que 12 japoneses; pero su relación con él es a menudo insoportable
para ellos y para quienes les observan: cada cual está mejor por separado que junto al otro: he aquí un
siniestro signo».

2
en que el mundo exterior da forma a su Yo. Ellos no quieren nunca perderse la riqueza
del mundo y por eso prefieren perderse a sí mismos».

Valiéndose de su conocimiento del psiquismo femenino, Alice no olvida que


Celeste es presentada oficialmente como enferma por la medicina, pero rechaza el
diagnóstico: «Desafortunadamente existen remedios que distorsionan todo, pero eso
también es parte de su mundo exterior [de Celeste]. Los marsupiales tienen algo de
obtuso, les hace falta verificar lo que ya saben, partiendo del principio de que saben que
no saben nada». Esta constatación de la ignorancia fundamental del marsupial justifica
por adelantado la intervención de los Amos que son, por esencia, aquellos que saben,
dado que ellos poseen la doble teoría, la del espectáculo para comprender el mundo
social, y la de los marsupiales para comprender el mundo interior. Pueden entonces
manipular a voluntad al animal indócil que es el marsupial.

Guy y Alice hacen un viaje relámpago a Florencia entre el 16 y el 22 de octubre


de 1971. Este viaje tiene evidentemente otros objetivos más, principalmente indagar la
posibilidad de producir una adaptación cinematográfica de La sociedad del espectáculo
en Italia, a partir de los fondos encontrados por el abogado Mignoli, un amigo y
consejero de Sanguinetti, pero Celeste tiene también su parte de importancia en el
mismo. Ella seduce a la pareja Debord desde el primer encuentro. Un segundo es
dispuesto, pero la chica no aparece. En cambio, escribe a la pareja una carta llena de
promesas que Alice comenta a Sanguinetti en estos términos: «La nota de Celeste es
para mí como una larga carta, has de decírselo».

A la vuelta de Italia, las escasas líneas de Celeste nutren sueños y fantasmas en


torno a la conquista futura de la jovencita. El 28 de octubre de 1971 Debord le escribe
una primera carta que redacta a máquina, signo del interés que le embarga: «Mi querida
Celeste, Cuando nosotros llegamos a Pisa tu ya te habías ido. Nos habría gustado mucho
verte antes de volver a París, pero no importa, porque he guardado de ti un hermoso
recuerdo. Gianfranco nos había hablado de ti, provocando en nosotros el deseo de
conocerte, pero olvidó decirnos que eras un verdadero marsupial. Sabes, sin duda, que
yo amo mucho a dichos animales, que desgraciadamente son bastante raros en nuestro
país. He dejado para ti una pequeña caja que llevaba en mi bolsa de aseo, de la que
harás mejor uso que yo: “las cosas pertenecen a quien las mejora”; el Tiempo también,
hagamos todo lo que sea preciso para que él nos pertenezca. ¿No habrás olvidado que
debes venir a vernos en diciembre? Si no fuera posible nos veremos más tarde, durante
más tiempo. No hay nada como esto para vengarse del tiempo: desearlo más, lo antes
posible, todo aquello que él querría evitar que tuviéramos. Los sueños no son
irrealizables más que para los imbéciles y los débiles que olvidan el tiempo. Te quiero y
te espero desde ya, Guy»3. El mismo día, le escribe una segunda carta, esta vez en
italiano, una lengua que ama pero que no domina bien: «Querida Celeste, Para escribirte

3
Carta inédita de Debord a Celeste del 28 de octubre de 1971, fondos Sanguinetti, vol.4. Guy añade un
post-scriptum a mano: «Te escribo esta carta a máquina porque mi escritura es ilegible para quien no está
acostumbrado a ella. Espero que me respondas pronto: puedes contarme lo que sea».

3
aunque sea una frase aunque sea en verdadero toscano, te diría: cuando en Florencia
“Sardanápalo no había mostrado aún todo lo que podía hacer en una habitación”, la
ciudad no estaba tan bella como hoy contigo»4. En cuanto a Alice, le hace a Celeste un
regalo al acabar el año con una carta cuya escritura manuscrita imita la de las «niñas
modélicas» del siglo XIX, que dominaban la caligrafía de trazos finos y gruesos:
«Celeste querida, recibirás mi carta en el 72. ¿No comienza bien el año pues? Deseamos
siempre algo en tales ocasiones, yo deseo por eso que me ames, que obtengas un
pasaporte lo más rápido posible, que desembarques en París sin olvidar tu bella voz ni
tu noble nariz, que me encuentres por azar en la estación o el aeropuerto, que me
reconozcas rápidamente, antes de que cualquier otro lo haga, y dejarte después conducir
donde yo quisiera, que no te sorprendieras si hablo francés pues es para ocultar mis
dudosos y lejanos orígenes. […] Cuando vengas el tiempo se dilatará y no nos
separaremos más, ni siquiera para dormir y jugaremos a beber, a fumar, a comer y a
pasear. Tú cantarás y nos veremos amando».

Todo parece anunciar una relación excepcional en caso de que la jovencita se


preste a los sueños y las expectativas de la pareja de Amos. En su carta a Gianfranco del
13 de diciembre de 1971, Guy expresa la alegría que sentiría al volver a ver a esta chica:
«Todas tus conquistas del presente y del futuro no deben en ningún caso conducirte a
descuidar a Celeste, incluso aunque ella caiga enamorada de un napolitano, o de doce
japoneses cada semana. Y si no lo hicieras por ti, ¡hazlo por mí! Es preciso mantener
semejante maravilla toda nuestra vida». Intenciones que el propio Debord será incapaz
de concretizar.

Las relaciones de Celeste y la horda toman rápidamente otro cariz. Por una parte,
la jovencita no pudo ir a Paris5, por otra parte su familia trata de poner término a los
bandazos de su conducta. Sanguinetti no encuentra otra solución para conservar el
marsupial que casarse con él: «Creo que me voy a casar pronto. Es inútil deciros que
será con Celeste, desde luego». Si añadimos a la complejidad de los acontecimientos las
propias mentiras de Celeste6, la situación aparece confusa. Gianfranco, más enamorado
que nunca, trata de salvar a la joven. Escribe a los Debord que en caso de boda ellos
serán «los testigos de honor».

La situación legal de Celeste sin embargo no se resuelve tan fácilmente. Tras


una breve estancia de la chica en la cárcel, Gianfranco se muestra optimista. Celebra la
liberación del marsupial «con buen ron (aquél de Guy: “Liquid Sunshine”), con whisky
Drambuie y dos marsupiales, de los cuales uno, desde luego, era Celeste». Una nota de
Celeste al final de la carta de Gianfranco («Alice estoy libre, espero ir pronto junto a ti.
Te quiero») hace comprender a Alice que el marsupial ya está domesticado. Ella
4
La referencia a Sardanápalo es la traducción francesa de un verso del Paraíso de Dante.
5
Una carta de Alice a Gianfranco, en la que se indica solo «lunes por la noche», contiene el pasaje
siguiente: «No quiero añorar a Celeste, porque no es un personaje del pasado. Nos encontraremos de
nuevo si ella quiere, y así conocer la continuación de nuestros amores». Fondos Sanguinetti, vol. 4.
6
Celeste había contado anteriormente a Gianfranco que «ella ha sido violada en una calle por la noche:
mandó al cabrón de mierda al hospital durante más de 40 días, con una cuchillada». (Carta de Sanguinetti
a los Debord del 9 de diciembre de 1971). La jovencita admitirá más tarde que se trataba de una fábula.

4
responde vía Gianfranco: «La esperamos [a Celeste] con la impaciencia que te
imaginas». Debord agrega algunos días más tarde: «Estamos felices de que Celeste esté
libre. ¿Cuándo nos la mandas para acá?».

Sanguinetti, que ha recibido en su casa a la jovencita tras el comienzo del año


1972, descubre pronto la triste realidad: Celeste se droga, compromete la seguridad de
Gianfranco con sus frecuentaciones dudosas y, sobre todo, se hunde en un mundo de
mentiras y sueños donde nadie puede alcanzarla. Él se consuela como puede con
Giustina (Justine) que es quizás también un marsupial en potencia. En la carta que
Debord envía a Sanguinetti el 28 de abril de 1972, Alice añade este comentario glotón:
«Tengo ganas de conocer a Giustina y apreciarla».

Alice o la vieja dama

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