Você está na página 1de 6

Sobre la manipulación de los hijos y la custodia

compartida
Carlos Arellano Ferrer Y José Luis Sariego Morillo | 04 Marzo, 2018

Recientemente, el Tribunal Supremo se ha hecho eco, en su sentencia 519/2017,


de 22 de septiembre, del fenómeno de la manipulación parental de los hijos en
los casos de divorcio, cuando se lucha por el modelo de custodia, y ha otorgado
una custodia compartida en un caso en el que la menor rechazaba al padre por
un caso claro de manipulación psicológica de la misma, en este caso por parte de
su madre.

Este fenómeno de la manipulación para el rechazo de una figura parental, es cuando un menor
(influenciable), es capaz de decir en una exploración judicial, que se niega a ver a un progenitor o a
irse con él, en el régimen de visitas.

O simplemente se niega o rechaza la custodia compartida que se debate, porque ha sido presionado
o manipulado por el otro progenitor.

Partimos de la base de que muchos más niños de los que pensamos, en este país, son sometidos por
progenitores y familiares directos (abuelos y familia cercana) a presiones psicológicas para que
rechacen al otro progenitor y al resto de la familia extensa.

El niño cae en un conflicto de lealtades, y se encuentra en una situación similar a un rehén emocional
de uno de sus progenitores, en detrimento del otro progenitor.

Se les entrega a los niños, por parte de un progenitor (80% madres y 20% padres, según nuestros
datos) la decisión de ver o no al otro progenitor.

Se habla en términos jurídicos de alienación parental, según la definición jurídica construida por la
Corte Suprema de Nueva York en 1980 en los casos siguientes:

R.B. v. S.B., New York Law Journal, 3-31-99, page 29, col. 5, Sup. Ct., NY Co. (Silberman, J).

Entwistle v. Entwistle, 61 AD2d 380, 384-5 Sup. CT., NY 1980.

Daghir v. Daghir, 1982 AD2d 191, aff’d 56 NY2d 938.

Maloney v. Maloney, 208; Young v. Young, 212 AD2D 114, 115; Entwistle v. Entwistle, idem. Ct., NY.
 LA ALINEACIÓN PARENTAL NO ESTÁ RECONOCIDA POR LA PSIQUIATRÍA
 TEDH
 EL SÍNDROME DE LA MUJER MALTRATADA NO SE RECOGE NI EN EL DSM-V NI EN EL CIE-11
 CAMBIO INTERPRETATIVO SOBRE LA CUSTODIA COMPARTIDA

LA ALINEACIÓN PARENTAL NO ESTÁ RECONOCIDA POR LA


PSIQUIATRÍA
Pero la alienación parental, no es un término psicológico aprobado por la APA (la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría, en inglés American Psychiatric Association), o por el CIE11 (la
Clasificación Internacional de las Enfermedades y Trastornos relacionados con la Salud Mental en su
undécima edición, realizada por la Organización Mundial de la Salud, u OMS, en 1992).

No obstante, los tribunales siguen recogiendo este fenómeno de la manipulación negativa de los hijos
desde hace años, como un concepto parecido a la definición de conflicto de pareja, o al concepto
mismo del interés superior del menor.

En este caso de la manipulación de los niños en los divorcios, los jueces y los juristas están muy por
delante en sus investigaciones y conclusiones que la psicología.

No debemos olvidar que la psicología y la psiquiatría consideraban la homosexualidad como una


enfermedad hasta hace mas bien poco tiempo, mientras que muchos abogados y jueces consideraban
y mucho antes que la discriminación a una persona por su orientación sexual, contravenía los derechos
humanos.

Como decimos, el hecho de que desde las asociaciones de la psicología no se reconozca un síndrome
o enfermedad, no significa que no exista.

Es como si el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical
Manual of Mental Disorders, abreviado DSM, que elabora la APA), o el CIE fueran los nuevos
testamentos o las encíclicas papales, que son las que dicen que es o no es pecado, a partir de un
determinado momento histórico.

No deja de sorprender que quienes mandan en la OMS, en la APA, y similares, tiene el mismo
organigrama que los sínodos de los obispos.

TEDH
Debemos recordar a los juristas que hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) recoge
en más de 50 sentencias, este fenómeno de la alienación parental o manipulación de los niños en los
divorcios, como un elemento a valorar a la hora de condenar a un país, por vulnerar los derechos de
los padres alejados de sus hijos, por este tipo de interferencias parentales negativas.
Así tenemos ejemplos de sentencias del TEDH que han resuelto situaciones de alienación parental
como el caso Mincheva contra Bulgaria, en sentencia de 2 septiembre 2010, diciendo en su apartado
99: “El Tribunal estima igualmente que al no obrar con la debida diligencia, las autoridades internas,
con su comportamiento, favorecieron un proceso de alienación parental en detrimento de la
demandante, vulnerándose así su derecho al respeto de la vida familiar, garantizado por el artículo 8”.

Establece así el TEDH el concepto jurídico “alienación parental” y declara que vulnera el derecho
humano al respeto de la vida familiar del progenitor alienado, condenando al Estado cuyas autoridades
lo permiten.

España ya fue condenada por el TEDH en el caso Saleck Bardi contra España, en sentencia de 24 de
mayo de 2011, donde se afirma que:

“En los asuntos relativos a la vida familiar, la ruptura del contacto con un niño muy pequeño puede
conducir a una alteración creciente de la relación con sus padres”, pese a que la declaración de la
niña reveló su “negativa a volver con su madre y a mantener todo contacto con ella”.

Las autoridades españolas permitieron hacer a esta niña ajena a su madre, vulnerando su derecho
humano al respeto de la vida familiar.

Otras sentencias del TEDH sobre este asunto son las sentencias siguientes:

Caso Bordeianu contra Moldavia, sentencia de 11 de enero de 2011, párrafo 60 (“el cumplimiento de
la sentencia en cuestión resultó ser un trámite muy delicado debido al síndrome de alienación parental
que padece la niña”).

Caso Piazzi contra Italia, sentencia de 2 de noviembre de 2010, párrafo 59 (“los intentos de la madre
de enfrentar al menor contra su padre podían desembocar en un síndrome de alienación parental”).

Caso Elzohz contra Alemania, de 13 de julio 2000: “el niño había sido oído y había manifestado que
no deseaba ver a su padre, quien, según el niño, era malo y había golpeado a su madre en repetidas
ocasiones. Igualmente, la madre había inculcado en el niño una fuente predisposición contra el
demandante, de forma que el niño no tenía posibilidades de establecer una relación imparcial con su
padre. El Tribunal de Distrito alemán llegó a la conclusión de que el contacto con el padre no mejoraría
el bienestar del niño”.

El tribunal de Distrito valoró contra el padre el hecho de que en las entrevistas realizadas al menor de
5 años, éste hubiera llamado a su padre “asqueroso” o “estúpido”, añadiendo que no quería en modo
alguno verlo, y había dicho también: “Mamá siempre dice que Edbert no es mi padre. Mamá tiene
miedo a Egbert”.

En sus decisiones, los tribunales alemanes denegaron al padre el derecho de visitar a su hijo
basándose en que “la mala relación entre los padres exponía al niño a un conflicto de lealtad”.
Por suerte, para el TEDH, nos recordó en su sentencia que, en relación al artículo 8 del Convenio de
Roma, “el disfrute mutuo de la compañía recíproca de cada uno de los padres y del hijo constituye un
elemento fundamental de la vida familiar, aún cuando la relación entre los padres se haya roto, y que
las medidas internas que obstaculicen ese disfrute constituyen una violación del derecho protegido
por el artículo 8 del Convenio”.

Caso Diamante y Pelliccioni contra San Marino de 27 Septiembre 2011.

Pero en nuestro país era difícil que el Tribunal Supremo hiciera una referencia a este fenómeno de la
alienación parental a la hora de valorar el interés superior del menor, en un caso de lucha por el modelo
de custodia, aunque tenemos la doctrina establecida en la sentencia del Supremo de 30-6-2009, FJ 5
párr. 4º, cuando afirma que: “Pero de estas sentencias se debe extraer la doctrina según la cual
constituye una violación del derecho a la vida familiar reconocida en el Convenio, el impedir que los
padres se relacionen con sus hijos”.

Mucho antes de ello, en 1999, ya había dicho nuestro Tribunal Supremo respecto de un niño del
divorcio que es “imposible pretender su aislamiento total y permanente respecto a su comunicación
con el padre” (Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, sentencia núm. 115/1999 de 10 febrero FJ 4).

Pero, este tipo de sentencias son difíciles de encontrar, sobre todo, a partir de la circular del CGPJ en
la que se reclama a jueces que rechacen las pretensiones de un ciudadano que alegue en su defensa
que es víctima de una alienación parental, simplemente, porque no viene recogido en el DSM-V (quinta
revisión), editado por la APA.

¿Se imaginan al CGPJ emitiendo una circular en la que dice a los jueces que no deben aceptar
alegaciones de mujeres que son maltratadas porque sufren el síndrome de la mujer maltratada?

EL SÍNDROME DE LA MUJER MALTRATADA NO SE RECOGE


NI EN EL DSM-V NI EN EL CIE-11
Por ello, debo recordar a los juristas, que el síndrome de la mujer maltratada no se recoge tampoco
como tal ni en el DSM-V ni en el CIE 11.

A pesar de todo esto, no obstante, el Tribunal Supremo y sus magistrados, han hecho un gran esfuerzo
al adaptar sus resoluciones a los tratados internacionales que existen sobre los derechos de la infancia
y, adaptar sus sentencias a la realidad social y política del país, en cuanto al igualitario reparto de
tareas entre hombres y mujeres en el seno de las familias del siglo XXI. Todo ello, conforme a los
establecido en el artículo 3 del Código Civil, cuando nos dice que: “Las normas se interpretarán según
el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos
y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu
y finalidad de aquellas”.
CAMBIO INTERPRETATIVO SOBRE LA CUSTODIA
COMPARTIDA
De ahí, que se haya producido un gran cambio interpretativo en torno a la custodia compartida, desde
las tres famosas resoluciones del 2011, y hoy en día, se ha logrado que los Juzgados establezcan la
custodia compartida en un 28,3% de los casos (Instituto Nacional de Estadística 2017) como forma
preferente de organizar la vida de los niños, tras un divorcio.

Pero muchas veces, la custodia compartida se ve vetada por el fenómeno de la manipulación


psicológica de los niños y nunca, hasta el 22 de septiembre pasado, había tenido la oportunidad el
Tribunal Supremo de manifestarse sobre ella, en un caso concreto.

En realidad, el Tribunal Supremo y la Fiscalía, lo que hacen es apoyar la tesis y valoración que hace
la Audiencia Provincial de Alicante en la sentencia que fue recurrida en casación.

Así, en esta reciente sentencia del Tribunal Supremo de 22 de septiembre de 2017 el Supremo llega
a hacer suyos los argumentos siguientes:

La Audiencia Provincial de Alicante ha hecho bien al rechazar el deseo de la menor (12 años) de irse
con su padre y cuando la niña dice que no quiere la custodia compartida.

Se ha demostrado en las dos exploraciones de la menor, que el rechazo de la niña no es propio de su


edad, no tiene motivo alguno que acredite riesgo para su desarrollo o personalidad.

La opinión de la niña podría estar basada en que ha hecho como propia, la opinión de la madre de
rechazo al padre y a la custodia compartida.

Esto es, que la menor no tendría una opinión sana sobre lo que debe ser su relación con su padre,
precisamente por la manipulación de la que podría haber sido objeto por parte de su madre, al
enseñarle una imagen distorsionada de la realidad, sobre quién es y cómo es su padre.

La madre, en este caso, podría haber inoculado en la hija de forma psicológica, el odio o rechazo a
quien fue su marido o pareja, y la menor hacer suya ese odio o rechazo.

Es como cuando un niño de 8 años rechaza a un equipo de futbol, porque desde que nació, se le
inoculó la pasión por el equipo de su padre o de su madre.

¿Cómo si no, puede un niño de 8 años rechazar y hasta odiar a niños que llevan la camiseta del equipo
rival?.

Pues es el mismo caso.


Un niño odia a su padre o a su madre, porque el progenitor que lo cuida de forma prioritaria, inocula
ese rechazo al otro progenitor, e incluso a la familia extensa de éste.

Dice el Tribunal Supremo en esta sentencia que “son los progenitores los que han de velar por no
influir negativamente en las opiniones de su hija permitiéndole un armónico desarrollo de su
personalidad, evitando las dependencias afectivas insanas y las manifestaciones verbales injuriosas
contra el otro progenitor o su familia”.

Con esta lapidaria frase, el Supremo viene a acoger la definición jurídica de alienación parental
sentada en 1980 por la Corte Suprema de Nueva York, incorporándola a nuestro derecho por vía
doctrinal

Por ello, creemos que existe un antes y un después de esta sentencia del Supremo de 22 de
septiembre.

A partir de ahora, cuando un niño rechace a uno de sus progenitores, los juzgados y Tribunales de
familia deberán valorar si ése rechazo es consecuencia de una manipulación parental o si, realmente
existe un motivo real y acreditado para la existencia de dicho rechazo.

Así, se asienta la doctrina del Tribunal Supremo, de que hay que escuchar a los niños, pero ello no
significa que los jueces deban decidir lo que deseen los niños ni muchos menos, sino que su opinión
debe estar bien construida conforme a su edad, y libre de presiones y manipulaciones, tanto de sus
padres, como de personas cercanas.

La historia de ésta niña no termina aquí.

Porque los jueces de Primera Instancia no tienen voluntad de ejecutar este tipo de sentencias, y lo
que es peor: siguen teniendo miedo a aplicar la ley (artículo 776,3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil),
ésa que dice que: “El incumplimiento reiterado de las obligaciones derivadas del régimen de visitas,
tanto por parte del progenitor guardador como del no guardador, podrá dar lugar a la modificación por
el Tribunal del régimen de guarda y visitas”.

Você também pode gostar